Una vida junto a Shakespeare es una vida bien gastada

por **Larisa Navratinova** Jue Nov 29, 2012 9:05 pm

Con Vladimir Navratinov ■ Afueras de San Petersburgo, Rusia ■ Verano, hace 3 años atrás

Dos antiguas familias,
De nobleza pareja,
(En la bella Verona,
Desde donde contamos)
Avivan fuegos
De sus querellas viejas
Y la sangre civil
Mancha civiles manos.
Romeo y Julieta, William Shakespeare

Larisa soltó el libro con una mueca de disgusto. Le habían dicho que Romeo y Julieta era un libro precioso, lleno de emociones exaltadas y gran dramatismo. Lo que encontró fue un relato trágico de dos familias que trataban de matarse entre sí. ¿Cómo podía existir tanto odio en el mundo? ¿Cómo alguien podía escribir una historia de odio y que los demás la tacharan como una de amor? No podía entenderlo.

Vladimir, su hermano mayor, estaba a su lado, desternillándose de risa ante las expresiones que su hermana hacía frente al libro. Cuando la joven lo cerró, enfadada, se lanzó al piso y rodó de un lado a otro mientras soltaba fuertes carcajadas. La joven lo miró con el ceño fruncido.

-¿Qué es tan gracioso, moya Volodia?

-Tu cara, moya Lara. Todas las mujeres que leen ese libro suspiran de amor cada vez que leen sus páginas. Eres la primera que veo que lee el libro con desagrado. ¿Qué es lo que pasa?

Larisa pensó un momento antes de contestar. Quizá eran sólo prejuicios. O posiblemente era enojo bien fundado.

-Es una historia espantosa. Eso es lo que pasa. ¿Qué le encuentra la gente de hermoso o romántico a los prejuicios, el odio, la belicosidad? ¿Qué hay de bello en los derramamientos de sangre? ¿Por qué la naturaleza humana tiene que ser tan cruel?

Sí, la crueldad marcaba todas y cada una de las páginas de aquel texto, como si todos sus versos estuvieran escritos en sangre. Capuletos y Montesco. Ambos eran culpables de su destino, de sus dolores, de sus amores, de sus muertes. Los personajes eran víctimas y victimarios. Nadie estaba libre del horrible destino que unía los hilos de Romeo Montesco y Julieta Capuleto.

-Si me llegara a enamorar algún día, no quiero que mi historia sea como ésta. Incluso sería bastante lindo no enamorarme- sentenció al final-. Esto de vivir dolores e idilios no va conmigo.

Vladimir la miró largamente, para luego volver a echarse a reír. ¡Su hermana siempre salía con una ocurrencia de esas! Era tan diferente a todas las jóvenes de su edad… Mientras que unas suspiraban por Shakespeare, ella lo repudiaba. Mientras que unas soñaban con encontrar a su enamorado, al amor de su vida, Larisa evitaba el romance a toda costa. ¡Pero qué chica!

-¡Volodia! ¿Qué es lo que te causa tanta gracia?

-Tu forma de pensar, Larisa. No puedo entenderla del todo. Pero te diré algo, con mi sabiduría de hermano mayor- Vladimir sonrió, con un poco de melancolía-. Sé que el amor llegará de maneras inesperadas hacia ti, por ser la persona que eres. Cuando llegue, debes tener cuidado. No sé por qué presiento que el amor te traerá problemas bastante feos. Y, aunque no quieras emular a los héroes de Shakespeare, terminarás cayendo en el mismo círculo vicioso.

Larisa lo miró con severidad. No podía pensar eso de ella, la joven más racional de la familia.

Y Vladimir tampoco alcanzaría a vivir lo suficiente como para ver su profecía cumplirse.

1.Profecías Autocumplidas

P. Flintstones.