no seas el pecador (privado)

por **Itziar** Vie Mar 17, 2017 7:47 pm

Cuando odiamos a alguien, odiamos en su imagen algo que está dentro de nosotros. Basta con que un hombre odie a otro para que el odio vaya corriendo hasta la humanidad entera. En cierto modo los celos son algo justo y razonable, puesto que tienden a conservar un bien que nos pertenece o que creemos que nos pertenece, mientras que la envidia es un furor que no puede tolerar el bien de los demás. La ira nace del temor, y éste de un sentimiento de debilidad o inferioridad. Si usted posee coraje o determinación, tendrá cada menos temor y en consecuencia se sentirá menos frustrado y enojado.

- ¡Itziar! – despertó de su incierta secuencia ausente en la que se había quedado la rubia de ojos azules, que suspiraba lentamente sobre el pasto de los rincones de la orden lupina. Ese sitio el cual había recibido algún que otro cambio de mando, aquel que ahora estaba al mando de una persona de la que poco conocía. Itziar se reincorporaba en el sitio para ponerse de pie y volver hacia el interior de la mansión que era donde estaba la sede del Clan. La condición esencial del dominio es la serenidad, que permite ver las cosas en su aspecto verdadero y nos impide dorarlas y ensombrecerlas según sea nuestro humor.

- Señor, dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo y sabiduría para poder diferenciarlas…-Dijo la muchacha a modo de sarcasmo cuando la obligaron nada más entrar a rezar por el bien estar de su nuevo líder, pero sería mejor que este supiera más de los de su clan, que los visitara o que fuera a fiestas para darse a conocer. Era de noche, inmediatamente se acercó hasta uno de los balcones y para cuando se asomó vio movimiento desconocido moviéndose entre el pasto. Había dado la alarma de que un intruso se introdujo en los dominios. Itziar entonces se movió hacia los exteriores y en el laberintico jardín se perdió.

Suspiro de mala gana para después darse cuenta de que se había movido demasiado para que como ahora esta pudiera salir de nuevo con vida de aquel laberinto. Estaba harta de perderse siempre en el inmenso jardín que se componía de unas pequeñas colinas y antes de un hermoso jardín con forma laberíntica y algunos rosales.

por **Harley Quinn** Vie Mar 17, 2017 10:40 pm

Calma tranquila y apacible
se vuelve como un tornado destructivo
con la ira de emociones desbocadas.
Todo termina en nada en cuestión de segundo,
pero, a la vez, termina en algo
que es tan hermoso que solo unos pocos ojos pueden apreciarlo.

Y entonces la dulce fragancia nocturna ya no silba a los oídos de los que solían escucharle, ahora el aroma se ha podrido lentamente y el canto ha sido estruendoso que se volvió insoportable a los corazones marchitos en polvo que residen en los cuerpos como marionetas o muñecos de porcelana que van materializando de sus cuerdas lentamente hasta desaparecer por completo entras las oscuras calles, solo el brillo de aquellos ojos fieros y filosos colmillos que provocan el placer de la muerte es lo único que se ve de los seres de porcelana que hablan tan dulce que tratan de convencerte a pecar.

Dulce canto de enfermera que tiende la mano amiga en ayuda no requerida, calmando y contando historias sacadas de su mente más insana, acompañada solo su sonrisa y mirada fuera de lo aceptable. Van caminando de a puntillas como si fuera un baile, un arte de la gimnasia con aquellos movimientos elásticos que giran en otros más complicados casi elevándose del suelo lo suficiente para captar la atención de aquel ángel y acompañarla entre la media oscuridad por el camino desierto hasta perderse tras las vistas de un hermoso jardín tan ajeno como peligroso.

Voces que discuten con el sonido de un cuerpo que cae seguido de otro que choca contra el césped, sangre que corren manchando al segundo cuerpo que se levanta entre salto sonriendo dejando el cuerpo de su amigo tendido y frío.

Camina por el jardín moviéndose entre los arbustos apareciendo parada de sus manos con las piernas extendidas, su cuerpo medio arqueado con la mirada y sonrisa perdida en la locura y ese par de coletas amarillas que vuelan con el frío viento, alza la vista hacia una ventana incorporándose como si fuera una dama reverenciado a la que está mirándole, con su dedo que coloca sobre sus labios como una onomatopeya de guardar en silencio el secreto de la visita, desaparece entre los arbustos metiéndose al enorme laberinto aquel jardín soltando una risa muy llamativa.

chu *3*

por **Itziar** Lun Abr 17, 2017 7:16 pm

Itzíar se encontraba prácticamente perdida en el laberinto pero se asustó mucho más cuando escucho una risa estrepitosa, una risa que salía de una historia de terror y que no pertenecía a este mundo. Bien sabía que ella era una licántropa, un ser atada a la luna pero que no tendría que temer a nada, pero nadie vino en su dirección, habrán deducido que no había nadie en el jardín y que habían desistido en la búsqueda de algún extraño.

Buscando la salida, Itzíar busco y buscó una manera de poder salir entre la maleza del laberíntico jardín. Hallarse en un agujero, en el fondo de un agujero, en una soledad casi total y es fácil perderse en el camino. Solamente cuando caminaba un poco más para salir de aquella soledad de laberinto unas hebras platinas y doradas llamaron su atención, enseñando que no estaba completamente sola. Ahora mismo Itzíar tenía algo mucho más que miedo en sí mismo, tenía la certeza de que no era de fiar de que era alguien no acorde con su propia naturaleza o más bien algo diferente.

Sus labios resecos se quedaron pero sinceros se quedaron la necesidad de querer huir por donde vino, quería regresar por un camino de semillas que posiblemente dichas semillas no estarían consigo misma - ¿Ho-hola? –Fue lo primero que dijo y en lo que posiblemente último será. Simplemente como seguir un protocolo o una introducción a una mala novela de terror, de muchas que por el momento se están creando.

Como veía que nadie le respondía, esta simplemente alzo el bajo de su vestido con cierto temor, situándose contra el muro verde de musgo que adornaba el suntuoso laberinto y por el que estaba perdida. Apoyada, refugiada contra el musgo avanzaba lentamente por el camino, buscando una respuesta. Dijo “Hola” de nuevo, pero estaba esperando que alguien si le pudiera responder, pero nada. Odiaba eso, que nadie respondiera cuando alguien saludaba o pedía confirmación.

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