Jugaremos a que nada malo.  → Privado

Últimamente me es más fácil salir de casa con naturalidad y sin temor a ser descubierta, el velador de la mansión siempre se queda dormido a la hora exacta y los demás, al ser horas altas, se toman descanso, disfrutan de una buena comida o también de ciertas pasiones al no ser descubiertos por los dueños del lugar. La capa negra cubría por completo mi cuerpo, la capucha estaba bien puesta, en mi hombro de manera interna una pequeña maleta, donde se encontraba lo necesario para poder disfrutar del trabajo. Pero trabajo es una palabra bastante fuerte prefiero llamarlo "hobbie", pues yo no tengo una historia donde tenga necesidad para hacerlo, ni siquiera los francos me importan, simplemente disfrutar; gozar.

Aprendí que aquel que participa en el acto, muchas veces recurre a lugares donde nosotras no solo damos placer, también escuchamos, y de cierta manera les damos la razón para olvidar un poco esa vida ajetreada y entregarse por completo sin ataduras y plenitud.

No tardé mucho tiempo en llegar, un hombre bastante corpulento me recibió, estiré la mano dejando ver un brazalete con piedras preciosas que uno de mis primeros clientes me había dado, tenía incrustada la letra G. ¿Por qué? Más tarde lo sabrás. La gran puerta se abrió y al tiempo una brisa de aire golpeo mi rostro arrancándome una sonrisa radiante. El olor a sexo y pasión ya estaba impregnado en el lugar. ¿No te gusta? Es una delicia, incluso hasta el más mojigato suele sentir el cuerpo reaccionar con aquel aroma. Una de mis compañeras me indico que la siguiera, lo hice pues era parte del "hobbie" acatar ordenes de este tipo. Al llegar a la pequeña recepción una pequeña hoja descansaba sobre una charola de plata. Mire a mi alrededor, intentando descifrar de que se trataba aquello, Suspiré pesadamente sin descubrir mi capucha ya que, incluso mis compañeras no conocían mi verdadera identidad. Abrí la pequeña nota visualizando una dirección. Era la primera vez que me mandaban fuera del lugar. Una experiencia nueva. Mi cuerpo se erizó un poco…

Un carruaje especial esperaba fuera del lugar para llevarme al lugar indicado. El hecho de que muchas mujeres hicieran esto por necesidad no representaba que el lugar se limitara en gastos, al contrario los mejores clientes los mejores tratos aunque a estas alturas no me importaba la clase social del participe. Después de unos minutos el vehículo se detuvo frente a una enorme residencia, una hermosa mansión, el estilo bastante clásico, baje gustosa del carruaje dejando la maleta dentro ya que lo necesario lo traía enredado a la mano. Caminé hasta llegar a la puerta y tres toques suaves bastaron para que esta fuera abierta, el interior apenas era iluminado por algunas velas, torcí la sonrisa mientras caminaba por un pasillo un joven me dio las instrucciones hasta llegar al cuarto. De manera descarada me adentre - ¿Señor? - Pronuncié de manera ronca casi llegando a la ventana donde deje caer el antifaz enredado en los dedos, dejándolo visible para mi acompañante que aun no podía ver su rostro y el no podría ver el mío. Subí las manos y coloqué aquel objeto preciado en el rostro. Con la punta de los pies di un giro suave y sensual - Mi nombre es Geni, estoy a su disposición - La sensualidad salió de mis labios rojos que resaltaban bajo el antifaz en aquel lúgubre cuarto. Mordí mi labio inferior, la capa aun adornada mi cuerpo.