Una sombra y un jugador errante

por **Hereb Stokehurst** Dom Abr 09, 2017 4:27 pm

“Soy la hija del rey
y envejezco dentro
de la prisión de mi persona,
de las cadenas de mi piel.”

Arrastrando los pies, por las baldosas húmedas, Hereb aparto con desdén el cabello del rostro cubierto de gotas de lluvia mientras cantaba, el olor a tierra mojada similar al de la mantequilla llenaba el aire dándole un aire bizarro entre la decadencia oscura de los barrios. Abrazado a la botella, no recordaba haber salido del club de caballeros por su propio pie y mucho menos reconocía la hora sin embargo pese a que el vino entibiaba sus sentidos asiéndolo sentir falto de pudores, el verde no había perdido la mirada inteligente.

“Y me iría corriendo
de puerta en puerta a mendigar
sólo por ver tu sombra
una vez y nunca más.”

Con el abrigo empapado se adentro en las sombras, en la parte donde el vicio y la decadencia aún se arrastraban con promesas voluptuosas en las esquinas. Recostándose sobre una farola solitaria para buscar un pitillo escucho entonces un sonido suave, el sonido de una conversación. Dos hombres tan cerca que sus alientos se mezclaban como las gotas, el más viejo se empujaba sobre el cuerpo de un muchacho. Su hombro se deslizo sobre el metal mientras enarcaba una ceja a lo que parecía una discusión de “negocios”.

¡Aunque no vuelvan a recibirme, yo he pagado por ti suficiente tiempo para considerarte mío!

El hombre escupía con el rostro inflado enrojecido por la ira y el alcohol y la barriga desbordándose a su alrededor. Intentando llegar al joven que según veía intentaba escabullirse, le había atrapado en alguna salida, seguramente aquel viejo lo hubiese vigilado por días…
Entretenido a la espera de ver lo que pasaba, Hereb le dio un trago a la botella y volvió a colocarla amorosamente en bajo su brazo protector. Enarcando una ceja no es como si realmente deseara intervenir sin embargo aquello, había llamado su atención, si la atención de un borracho valía algo.
Inclinándose de a poco hacía delante para escuchar mejor, su balance era peligroso y sabía que si caía sería sobre el enorme cuerpo del acosador.

por **Anker Axelsson** Mar Abr 11, 2017 5:31 pm

No es la primera vez que algún cliente se interesa demasiado por uno de nosotros hasta el punto en que se vuelve una obsesión; si además incluyes el factor del alcohol, la situación empeora. Esta vez me toca aguantar a mi a uno de esa calaña. No hace ni más de una semana que acudió a mi en busca de cumplir una de sus fantasías sexuales, acostarse con un joven. El hombre era y sigue siendo repugnante en todos sus aspectos, barba desarreglada y sucia, ojos hundidos, mugre por toda su piel... Pero si hay una buena suma de dinero por en medio, se puede hacer la vista gorda hacia esos defectos gigantescos.

Comparando como había solicitado mis servicios la última vez, se ve mas ansioso y furioso, hasta se podría decir que ha perdido todo ápice de humanidad que le quedaba; solo quiere cumplir sus necesidades básicas y me temo que yo soy una de ellas. Empiezo dando unos pasos hacia atras, intentando apartarme de su cuerpo rechoncho y maloliente -¿Que tal si te acompaño al burdel en vez de quedarnos en la calle?- Por un lado, no hace mucho había llovido y las calles ya de por si no son nada limpias, no quiero contraer ninguna enfermedad. Además, se que si consigo meter al hombre-animal dentro del burdel, puedo avisar de su peligrosidad y escabullirme sin salir maltrecho-No, ¡te necesito aqui y ahora!- dice mientras se acerca con una sonrisa maliciosa y malvada -Vamos, si disfrutaste mucho conmigo.- se lanza contra mi, pero gracias a mi cuerpo menos esbelto esquivo el ataque.

Esto ya no era un juego, ya ha ocurrido que han muerto prostitutas y prostitutos por acosadores agresivos; yo no he llegado hasta aquí para que un borracho me mate por estar frustrado sexualmente. Incluyendo su frase repugnante que me hace revolverme las tripas hasta el punto de darme arcadas. Necesito buscar ayuda, ya que razonar con el sera imposible; si al menos estuviera la policía patrullando por estas zonas...
Pero eso no va ha ocurrir, lo único que puedo hacer es huir por mi vida o gritar en busca de algún misterioso transeúnte que me ayude a salir de esta pesadilla -¡Por favor, ayuda!- El hombre con ojos como si estuviesen en llamas se tambalea y empieza a hiperventilar, su enfado se ha convertido en rabia por mi rechazo hacia el -Nadie te va ha ayudar pequeño bastardo- esta vez no solo se intenta lanzar contra mi, si no trata de golpearme con un puñetazo que aún que seguramente erra en darme ne la cara, me consigue dar en el costado. El aire se escapa de mis pulmones y caigo al suelo temiendo ya mi final.

por **Hereb Stokehurst** Miér Abr 12, 2017 7:53 pm

Escucho el “intercambio” entre el joven puto y el hombretón, decirle borracho era atentar contra su propia persona y él solo estaba ligeramente “achispado”. Rodando sobre el farol el frío metal le calo hasta los huesos. Las voces se alzaron conforme la situación se volvía crítica, si bien eran dos hombres. La situación del más joven le decía claramente que no planeaba defenderse y no podía culparlo del todo. Estrechando los ojos intento hacer memoria del rostro rubicundo y las facciones sin embargo fue un enorme anillo descansando en su dedo meñique lo que trajo sobre él las memorias: Le conocía.

El borracho era un noble conocido por su mal genio y por ser un crápula de lo peor. Acostumbrado a usar su titulo nobiliario para disponer de cualquiera. Componiendo una sonrisa maliciosa Hereb lo miro fijamente cuadrándose de hombros y con botella en mano se separo del poste para encaminarse a donde el ataque se efectuaba.

—Pero si es usted vizconde…por un momento no le reconocí—agregó arrastrando en el tono sorna y bravuconería maquillada con su tosca elegancia usual.

Moviéndose, llego a reclinar la espalda contra la pared donde antes estaba el chico haciéndole un gesto cómplice de pena.—Ya que este no es un barrio que los pares del reino acostumbren visitar y mucho menos a pie…

El aludido trastabillo, perdiendo por un segundo su deje arrogante y violento, mudo de color, debajo de las capas rojas de piel y una película de sudor comenzó a formarse en su calva iluminándose como un sol ante el resplandor naranjado de las luces. Hereb lo conocía de meses atrás, de sutiles peticiones sobre préstamos e inversiones.

—Mon..monsieur Stokehurst—susurró.

El vizconde paso a una calma hueca trastabillando hacia atrás, mirando por una última vez al chico en el suelo.

Farfulló una respuesta y se alejo a toda prisa por la calle tan rápido como su estado de ebriedad se lo permitía, lamentablemente su dignidad no parecía acompañarle.

Hereb disfruto de la vista hasta que lo perdió de vista estampando una sonrisa arrogante en su boca, ver a aquellos nobles que lo miraban desde abajo por su sangre roja humillados era mucho más estimulante que cualquier par de piernas…

Y hablando de eso.

Girando la cabeza sus ojos verdes se clavaron en los ajenos.

—¿Qué tal estas muchacho?—Masculló bebiendo de las facciones ajenas, bastaba una mirada para saber que el chico era extranjero y no necesitaba ser testigo de la situación pasada para saber a qué se dedicaba.
—Debó agradecerte el espectáculo, popet

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