AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Notre Père qui es aux cieux ...
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Notre Père qui es aux cieux ...
Recuerdo del primer mensaje :
Otra noche mas en esta malograda no vida, como único objetivo saciar la sed de sangre que domina mi existencia desde hace ya doscientos malditos años.
Mis dedos se deslizan entre las cuentas del rosario mientras en silencio entono un padre nuestro que espero espié la atrocidad del pecado que estoy a punto de cometer.
La tenue luz de la farola de la zona pobre de París apenas ilumina uno de los callejones, allí escucho el inconfundible sonido del sexo, todo el lugar huele a depravación, enfermedad, orín y suciedad, nada que ver con la zona rica bien iluminada, con sus perfumadas calles floreadas y como no, con esas perfectas mujeres enjoyadas que lucen perfectas de los brazos de sus orgullosos maridos.
Apenas hace una semana que volví a mi ciudad natal, había perseguido a esa mujer que me arrebató la vida por medio mundo, mas esta era escurridiza como el mejor de los demonios, de nada servían mis artes en la guerra, mis capacidades para seguir rastros, pues como si una maldición me acompañara ella siempre se adelantaba a mis movimientos.
Parecía jugar conmigo, dispuesta a casi paladear su piel en mis labios cuando de nuevo se esfumaba frente a mis ojos para volverme completamente loco.
Ella era mi obsesión, ella me había abocado a una no vida sin contemplar la luz del sol, me lo arrebató todo, aquella noche me convertí en el maldito ser que soy y de nada valían mis desesperados rezos por que Dios perdonara mi impía alma, pues bien sabia yo que ya estaba condenado al infierno por mis depravados actos.
Solo me quedaba una opción, dar muerte a mi creadora y tras esto y con una buena copa de bourbon, ver salir el sol.
Mi voz se perdió quebrada por el callejón, el hombre que se cruzó conmigo se subía los pantalones extasiado por el hermoso motín que en este había hallado. Saciado de sexo me hizo una mueca de aprobación pensando que buscaba en la oscuridad de la noche lo mismo que él.
No podía estar mas equivocado, pues no me alimentaba de mujerzuelas, quizás como clara deferencia a lo que mi madre fue durante toda su existencia.
Raudo mi movimiento, atrapé su cuello con una mano alzándolo del suelo como a un muñeco de trapo, su grito se ahogo al ver de mi boca emerger los colmillos que tiñeron de rojo fuego mis ojos.
Sin dilación busqué la yugular del caballero que hoy se convertiría en mi alimento y allí hundí mi boca dejándome embriagar por la corriente sanguínea que desaforada me invadía.
No me detuve hasta que la ultima gota de sangre fue consumida, cuerpo inerte que cayó contra el empedrado suelo resbalando por la pared completamente pálido, lánguido.
Me relamí los labios recolocandome después el sombreo que se me había ladeado ligeramente con el brusco movimiento del enfrentamiento y así, envuelto en las sombras y tal y como vine, me fui, acariciando la cruz que pendía del negro rosario que parecía marcar mi sino.
Siempre me carcomía el mismo maldito sentimiento tras sajar una vida, ese que devoraba mis entrañas abrasándome por dentro, el arrepentimiento, el desazón y la búsqueda de un perdón que no encontraba si no era en el fondo de una botella de alcohol.
Así busque la taberna mas próxima, necesitaba acallar mis propios demonios.
“il peccato nostro” me serviría sin duda, nombre bien acertado para alguien como yo.
Me adentré en el local tomando asiento en la pulcra barra, muchas auras como la mía, inmortales que al parecer en su mayoría se conocían y que me miraban de soslayo pues frente a sus ojos era nuevo en la ciudad pese a ser natal de esta.
Pedí una botella de bourbon y un vaso y sin prestar atención a nada mas que aquel contenido vertí su ambarino liquido en el vaso que pronto acaparó mis labios.
El rosario ahora pendía de mi pecho recordándome la condena a la que estaba sometido, mi vida dependía de sajar la de otros, estaba maldito ante los ojos de Dios y los míos propios.
Otra noche mas en esta malograda no vida, como único objetivo saciar la sed de sangre que domina mi existencia desde hace ya doscientos malditos años.
Mis dedos se deslizan entre las cuentas del rosario mientras en silencio entono un padre nuestro que espero espié la atrocidad del pecado que estoy a punto de cometer.
La tenue luz de la farola de la zona pobre de París apenas ilumina uno de los callejones, allí escucho el inconfundible sonido del sexo, todo el lugar huele a depravación, enfermedad, orín y suciedad, nada que ver con la zona rica bien iluminada, con sus perfumadas calles floreadas y como no, con esas perfectas mujeres enjoyadas que lucen perfectas de los brazos de sus orgullosos maridos.
Apenas hace una semana que volví a mi ciudad natal, había perseguido a esa mujer que me arrebató la vida por medio mundo, mas esta era escurridiza como el mejor de los demonios, de nada servían mis artes en la guerra, mis capacidades para seguir rastros, pues como si una maldición me acompañara ella siempre se adelantaba a mis movimientos.
Parecía jugar conmigo, dispuesta a casi paladear su piel en mis labios cuando de nuevo se esfumaba frente a mis ojos para volverme completamente loco.
Ella era mi obsesión, ella me había abocado a una no vida sin contemplar la luz del sol, me lo arrebató todo, aquella noche me convertí en el maldito ser que soy y de nada valían mis desesperados rezos por que Dios perdonara mi impía alma, pues bien sabia yo que ya estaba condenado al infierno por mis depravados actos.
Solo me quedaba una opción, dar muerte a mi creadora y tras esto y con una buena copa de bourbon, ver salir el sol.
Mi voz se perdió quebrada por el callejón, el hombre que se cruzó conmigo se subía los pantalones extasiado por el hermoso motín que en este había hallado. Saciado de sexo me hizo una mueca de aprobación pensando que buscaba en la oscuridad de la noche lo mismo que él.
No podía estar mas equivocado, pues no me alimentaba de mujerzuelas, quizás como clara deferencia a lo que mi madre fue durante toda su existencia.
Raudo mi movimiento, atrapé su cuello con una mano alzándolo del suelo como a un muñeco de trapo, su grito se ahogo al ver de mi boca emerger los colmillos que tiñeron de rojo fuego mis ojos.
Sin dilación busqué la yugular del caballero que hoy se convertiría en mi alimento y allí hundí mi boca dejándome embriagar por la corriente sanguínea que desaforada me invadía.
No me detuve hasta que la ultima gota de sangre fue consumida, cuerpo inerte que cayó contra el empedrado suelo resbalando por la pared completamente pálido, lánguido.
Me relamí los labios recolocandome después el sombreo que se me había ladeado ligeramente con el brusco movimiento del enfrentamiento y así, envuelto en las sombras y tal y como vine, me fui, acariciando la cruz que pendía del negro rosario que parecía marcar mi sino.
Siempre me carcomía el mismo maldito sentimiento tras sajar una vida, ese que devoraba mis entrañas abrasándome por dentro, el arrepentimiento, el desazón y la búsqueda de un perdón que no encontraba si no era en el fondo de una botella de alcohol.
Así busque la taberna mas próxima, necesitaba acallar mis propios demonios.
“il peccato nostro” me serviría sin duda, nombre bien acertado para alguien como yo.
Me adentré en el local tomando asiento en la pulcra barra, muchas auras como la mía, inmortales que al parecer en su mayoría se conocían y que me miraban de soslayo pues frente a sus ojos era nuevo en la ciudad pese a ser natal de esta.
Pedí una botella de bourbon y un vaso y sin prestar atención a nada mas que aquel contenido vertí su ambarino liquido en el vaso que pronto acaparó mis labios.
El rosario ahora pendía de mi pecho recordándome la condena a la que estaba sometido, mi vida dependía de sajar la de otros, estaba maldito ante los ojos de Dios y los míos propios.
Ilhan Baudin- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 19/03/2017
Re: Notre Père qui es aux cieux ...
El ente trata de confundirme, habla de dolor, uno que ambas sienten. Ladeé la sonrisa, mis ojos se hundieron en los de la bestia, negros, oscuros como la noche que me observan, yo soy el depredador y hoy ella mi presa.
-Dices que no puedes abandonarla, tenemos un problema pues tampoco yo, así que vamos ha hacer un trato, vas a meterte ahí dentro para no emerger nunca mas. Guardaras silencio y te limitaras a sufrir en silencio permitiendole vivir su vida y solo saldrás cuando su vida se sienta amenazada ¿me entiendes?
Ese ser ríe, se ríe de mi, de mis palabras, mas me es indiferente porque no soy un hombre cualquiera y no debería de subestimar lo que soy capaz de hacer por ella.
-Hay muchas cosas que ignoro bestia de mierda, nunca me ha hablado de tu procedencia, ni quien eres y ¿sabes? No me importa. Te voy a explicar despacito para que tu me entiendas quien soy yo.
Relamí mis labios acuclillandome frente a ella, mis esmeraldas centellearon y una sádica sonrisa se pinto en mi cara aunque por dentro verla sufrir me desgarraba, oír sus sollozos me mataba y solo quería sacar esas malditas espadas de su cuerpo, pero no podía permitirle a ese ente ver mi debilidad.
-Yo soy Niels Cannif, un viajero en el tiempo, soy tu peor pesadilla, soy el hombre que la va a mantener a salvo y créeme cuando te digo que no me rindo nunca y si he de sacarte de ese cuerpo a patadas, encontraré el modo de poder hacerlo sin que ella sufra daño alguno ¿lo entiendes?
Así que vamos a portarnos bien los dos, estoy dispuesto a continuar con este trió, siempre y cuando ahora te vayas tu y venga ella.
La inmortal se desvanecía, los ojos negros se esfumaron por la debilidad de ese cuerpo que entre sollozos se resentía de no poder escapar de esas espadas grabadas por ella.
Nada mas Lakme volvió, saqué de un golpe seco las espadas que de invadir su piel.
Me dejé caer a su lado, envainandolas a mi espalda, sujetando su cuerpo contra el mio.
Las heridas empezaban a cerrar despacio ahora que el acero no estaba en su cuerpo.
La mantuve contra mi, ladeé la cabeza ligeramente, sus labios contra mi yugular, reticente a tomarla.
-Hazlo -ordené con tono de voz autoritario -necesitas comer, aquí no hay mas alimento y fuera brilla el sol, así que..estamos solos inmortal y creo que tienes muchas cosas que explicarme.
Este lugar se acababa de convertir en su prisión, estaba harto de no tener respuestas, quería que me explicara porque grabó esas runas en mi espada, pensé que era una simple decoración que Lakme había querido colocar a modo de deferencia con un niño al que enseñó a luchar, a usarlas pero me equivocaba.
-Dices que no puedes abandonarla, tenemos un problema pues tampoco yo, así que vamos ha hacer un trato, vas a meterte ahí dentro para no emerger nunca mas. Guardaras silencio y te limitaras a sufrir en silencio permitiendole vivir su vida y solo saldrás cuando su vida se sienta amenazada ¿me entiendes?
Ese ser ríe, se ríe de mi, de mis palabras, mas me es indiferente porque no soy un hombre cualquiera y no debería de subestimar lo que soy capaz de hacer por ella.
-Hay muchas cosas que ignoro bestia de mierda, nunca me ha hablado de tu procedencia, ni quien eres y ¿sabes? No me importa. Te voy a explicar despacito para que tu me entiendas quien soy yo.
Relamí mis labios acuclillandome frente a ella, mis esmeraldas centellearon y una sádica sonrisa se pinto en mi cara aunque por dentro verla sufrir me desgarraba, oír sus sollozos me mataba y solo quería sacar esas malditas espadas de su cuerpo, pero no podía permitirle a ese ente ver mi debilidad.
-Yo soy Niels Cannif, un viajero en el tiempo, soy tu peor pesadilla, soy el hombre que la va a mantener a salvo y créeme cuando te digo que no me rindo nunca y si he de sacarte de ese cuerpo a patadas, encontraré el modo de poder hacerlo sin que ella sufra daño alguno ¿lo entiendes?
Así que vamos a portarnos bien los dos, estoy dispuesto a continuar con este trió, siempre y cuando ahora te vayas tu y venga ella.
La inmortal se desvanecía, los ojos negros se esfumaron por la debilidad de ese cuerpo que entre sollozos se resentía de no poder escapar de esas espadas grabadas por ella.
Nada mas Lakme volvió, saqué de un golpe seco las espadas que de invadir su piel.
Me dejé caer a su lado, envainandolas a mi espalda, sujetando su cuerpo contra el mio.
Las heridas empezaban a cerrar despacio ahora que el acero no estaba en su cuerpo.
La mantuve contra mi, ladeé la cabeza ligeramente, sus labios contra mi yugular, reticente a tomarla.
-Hazlo -ordené con tono de voz autoritario -necesitas comer, aquí no hay mas alimento y fuera brilla el sol, así que..estamos solos inmortal y creo que tienes muchas cosas que explicarme.
Este lugar se acababa de convertir en su prisión, estaba harto de no tener respuestas, quería que me explicara porque grabó esas runas en mi espada, pensé que era una simple decoración que Lakme había querido colocar a modo de deferencia con un niño al que enseñó a luchar, a usarlas pero me equivocaba.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Notre Père qui es aux cieux ...
Ojos vacíos al sentir como la vida en su constante se perdía, una derrota segura. Ella nunca solía dejar hundirse en aquel tipo de fracaso, pero su cuerpo no podía más cediendo al poder de aquellas runas, y como el otro había decidido volver a esconderse en su refugio con el rabo entre las piernas.
Voces acalladas, voces que se marchaban. No había presencia de la oscuridad, ni de aquello que reclamaba su carne, el pardo seguía apartado más el escarlata como signo de hambre en su condición de depredadora innata pedían en paladar en sabor de la sangre.
Filos que desgarraban la piel, el hueso y las entrañas, se movía en retroceso, la liberaba de su poder y yugo.
Fosas nasales y boca desprendiendo hilos de escarlata, herida de sangre, sonido desagradable y burbujeante de una respiración que casi se hacía innecesaria.
Quejido que sus labios pronuncia, su mente deambula, sigue sufriendo con profundidad el animal herido que jadea y no es muy consciente de donde está o de donde viene. Su cuerpo menudo se deja envolver por el calor de aquellos brazos que hacen de custodios. Verdaderamente lo sentía todo, lo ponerlo en aquel peligro, abrir heridas emocionales en él. Cuando ella solo quería protegerle de algún modo, no meterle en lío, que regresase a casa sano y salvo y seguir con un camino, que tal vez no tuviese que intervenir y le producía verdadero terror y dudas.
Abrir su alma y corazón a otro, no era algo fácil, cuando se trabajaba con hacer permanecer esa coraza por encima de todo. No tenía derecho a robarle aquello, a pesar de que, las palabras del otro eran sinceramente muy ciertas.
“Bebe”. Le había ordenado, pegando su rostro a su cuello. Su mente alejada negó, intentaba mantenerse a raya, su cuerpo doloroso y débil, le decía que no rebasase esa línea, no sabía si podría controlarse, si podría parar.
-No… -Dijo voz carente de energía. Es contradictorio, ella niega, pero sus colmillos impactan contra la piel desgarrando, sintiendo como su boca la invade cada latido que su corazón impulsa contra su boca.
Se aferra con fuerzas a su cuerpo, en cuanto avanza la renovación de su energía, aquello es un frenesí que casi se torna sexual e imparable. Adictivo, ella intenta centrar su mente y no perder el control, a pesar de que su cabeza de animal salvaje y hambriento ruge por más, y más…
Acopio de fuerzas, se separa empujándole, jadeante y sintiendo como la cabeza le da vueltas y siento como el rubor natural regresa a su pálida piel.
Voces acalladas, voces que se marchaban. No había presencia de la oscuridad, ni de aquello que reclamaba su carne, el pardo seguía apartado más el escarlata como signo de hambre en su condición de depredadora innata pedían en paladar en sabor de la sangre.
Filos que desgarraban la piel, el hueso y las entrañas, se movía en retroceso, la liberaba de su poder y yugo.
Fosas nasales y boca desprendiendo hilos de escarlata, herida de sangre, sonido desagradable y burbujeante de una respiración que casi se hacía innecesaria.
Quejido que sus labios pronuncia, su mente deambula, sigue sufriendo con profundidad el animal herido que jadea y no es muy consciente de donde está o de donde viene. Su cuerpo menudo se deja envolver por el calor de aquellos brazos que hacen de custodios. Verdaderamente lo sentía todo, lo ponerlo en aquel peligro, abrir heridas emocionales en él. Cuando ella solo quería protegerle de algún modo, no meterle en lío, que regresase a casa sano y salvo y seguir con un camino, que tal vez no tuviese que intervenir y le producía verdadero terror y dudas.
Abrir su alma y corazón a otro, no era algo fácil, cuando se trabajaba con hacer permanecer esa coraza por encima de todo. No tenía derecho a robarle aquello, a pesar de que, las palabras del otro eran sinceramente muy ciertas.
“Bebe”. Le había ordenado, pegando su rostro a su cuello. Su mente alejada negó, intentaba mantenerse a raya, su cuerpo doloroso y débil, le decía que no rebasase esa línea, no sabía si podría controlarse, si podría parar.
-No… -Dijo voz carente de energía. Es contradictorio, ella niega, pero sus colmillos impactan contra la piel desgarrando, sintiendo como su boca la invade cada latido que su corazón impulsa contra su boca.
Se aferra con fuerzas a su cuerpo, en cuanto avanza la renovación de su energía, aquello es un frenesí que casi se torna sexual e imparable. Adictivo, ella intenta centrar su mente y no perder el control, a pesar de que su cabeza de animal salvaje y hambriento ruge por más, y más…
Acopio de fuerzas, se separa empujándole, jadeante y sintiendo como la cabeza le da vueltas y siento como el rubor natural regresa a su pálida piel.
Lakme- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 420
Fecha de inscripción : 22/11/2010
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Re: Notre Père qui es aux cieux ...
Sus dedos se aferraron frágiles a mi camisa, el acero había abandonado su piel, mas sus labios seguían pálidos dejando escapar gotas carmesí que mostraban el daño que mis gemelas habían ocasionado en su pequeño cuerpo.
Runas que hasta hoy habían carecido de significado para mi, pero ahora un sin fin de preguntas llegaban furiosas a mi cabeza.
Negó, pero sus colmillos rasgaron mi piel presos de sus instintos mas primarios y una ladeada sonrisa de satisfacción se dibujó en mis labios, pues a fin de cuentas obedecía por una vez lo que le decía.
Sentía como la sangre me abandonaba a borbotones, tal era el modo de succionarla que temí porque mi vena se quebrara.
Mi cuerpo cedía contra el suyo, debilitandome, mas aguantando aquellas embestidas de esa mujer que había significado demasiado en mi vida.
-Si sigues bebiendo así, tendrás que llevar flores a mi tumba antes de tiempo -advertí con la respiración errática.
Palabras que la hicieron empujarme lejos de su cuerpo, ojos rojos que mancillaban mis esmeraldas pues sabia que seguía sedienta de el elixir que corría por mis venas.
Llevé mi mano a la herida del cuello para cubrirla, esperando a que dejara de sangrar, presioné mientras alzaba la mirada y me relamía los labios contemplando a la bestia que tenia frente a mi.
-Lakme, tienes mucho que explicarme, puede que a día de hoy no seas responsable de tu futuro y no te pediré ni una sola explicación sobre el.
Era cierto el despecho nunca fue lo mio, no tenia nada que reprochar a una historia que nunca sucedió, así que no pensaba preguntar por lo que el ente me contó ,ya eramos mayores los dos para andarnos con juegos si algo tenia que decir que hablara ahora o callara para siempre.
-Las runas -pregunté sin dilación -¿por que esas runas en mis espadas? ¿que pone en ellas? ¿para que sirven?
Enarqué una ceja, no era esa la única pregunta que tenia y esperaba por su bien y el propio que me respondiera.
-Ambos vivimos anhelando una muerte que no llega, al parecer Odin grita mi nombre desde le Valhalla porque me espera la cena, tu por ende dices que no puedes morir y eso te crea cierto hastió. No te culpo demasiado has vivido pero...¿que quiere ese que dice haber nacido ocntigo y ser tan dueña de tu cuerpo como tu misma? ¿en que lio andas metida mujer? -rugí sintiendo que nunca me contó nada de si cuando lo sabia todo de mi.
Me dejé caer apoyando mi espalda en la pared, fuera la luz del sol brillaba con intensidad.
-Ponte cómoda Lakme, parece que vamos a compartir una velada apasionante -ironicé con cierta picardia mientras hundía mis esmeraldas en ella esperando las respuestas necesarias a las preguntas bien hechas.
Runas que hasta hoy habían carecido de significado para mi, pero ahora un sin fin de preguntas llegaban furiosas a mi cabeza.
Negó, pero sus colmillos rasgaron mi piel presos de sus instintos mas primarios y una ladeada sonrisa de satisfacción se dibujó en mis labios, pues a fin de cuentas obedecía por una vez lo que le decía.
Sentía como la sangre me abandonaba a borbotones, tal era el modo de succionarla que temí porque mi vena se quebrara.
Mi cuerpo cedía contra el suyo, debilitandome, mas aguantando aquellas embestidas de esa mujer que había significado demasiado en mi vida.
-Si sigues bebiendo así, tendrás que llevar flores a mi tumba antes de tiempo -advertí con la respiración errática.
Palabras que la hicieron empujarme lejos de su cuerpo, ojos rojos que mancillaban mis esmeraldas pues sabia que seguía sedienta de el elixir que corría por mis venas.
Llevé mi mano a la herida del cuello para cubrirla, esperando a que dejara de sangrar, presioné mientras alzaba la mirada y me relamía los labios contemplando a la bestia que tenia frente a mi.
-Lakme, tienes mucho que explicarme, puede que a día de hoy no seas responsable de tu futuro y no te pediré ni una sola explicación sobre el.
Era cierto el despecho nunca fue lo mio, no tenia nada que reprochar a una historia que nunca sucedió, así que no pensaba preguntar por lo que el ente me contó ,ya eramos mayores los dos para andarnos con juegos si algo tenia que decir que hablara ahora o callara para siempre.
-Las runas -pregunté sin dilación -¿por que esas runas en mis espadas? ¿que pone en ellas? ¿para que sirven?
Enarqué una ceja, no era esa la única pregunta que tenia y esperaba por su bien y el propio que me respondiera.
-Ambos vivimos anhelando una muerte que no llega, al parecer Odin grita mi nombre desde le Valhalla porque me espera la cena, tu por ende dices que no puedes morir y eso te crea cierto hastió. No te culpo demasiado has vivido pero...¿que quiere ese que dice haber nacido ocntigo y ser tan dueña de tu cuerpo como tu misma? ¿en que lio andas metida mujer? -rugí sintiendo que nunca me contó nada de si cuando lo sabia todo de mi.
Me dejé caer apoyando mi espalda en la pared, fuera la luz del sol brillaba con intensidad.
-Ponte cómoda Lakme, parece que vamos a compartir una velada apasionante -ironicé con cierta picardia mientras hundía mis esmeraldas en ella esperando las respuestas necesarias a las preguntas bien hechas.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Notre Père qui es aux cieux ...
Cuerpo apoyado contra el otro, jadeante respiración. Ella lo ha debilitado, es consciente, tanto de que incluso podía haber perdido el control y tomar aquello ansiado, dejarle sin una gota.
Se separa, y ella se deja caer sobre el frío suelo de aquel lugar sagrado. Cabellos derramados y respiración agitada al sentir como la sangre humana le vuelve a infundir la vida de la que carece.
-Una bonita sepultura deberás construir cuando la madurez llegue a tu vida, Niels… -Una sonrisa débil, triste. -Rodeado de tus hijos que verás morir antes de que llegue tu hora, dormiré en el letargo y la calma hasta que llegue el momento, y sus cadáveres serán mi compañía y guardianes durante todo ese tiempo… -Suspiró con aquel vaivén que en su pecho se tranquilizaba y mirada perdida en el techo, mirada que recuperaba el color de los pardos tan humanos de ella. -Esa es mi “visión” aquí y ahora, no lo olvides.
¿Quién diría de ella? Bella con aspecto frágil ahora, pero justo hacía un momento, por mucho que la sangre brotará de su cuerpo debilitándola, era aquella fiera intentando hacerse con el cuerpo y la voluntad de los hombres, una fuerza imparable, una fuerza de destrucción indómita.
Ella se incorpora y le mira con aquella intensidad que solo es capaz de dedicarle a aquel muchachito, se arrastra a su lado, toma una de las gemelas para examinarla, aun mancilla por la sangre.
-Las runas, no reconozco su grafía -Frunce el ceño intentando descifrar aquel misterio. -Pero sé notó cuál es su poder, para mí solo significa que en ese futuro en el que vives, lo conseguí… Conseguí ciertos secretos que ahora ansío
Le entrega la espada a su dueño, y aprieta los labios pensativa. -Las runas detiene al “otro”, lo calman, lo aletarga… Es como ponerle un collar a un perro temporalmente, lo hace “dócil” de algún modo, pero también lo llenan de rabia…
Lenta se desliza a su lado, apoyando también la espalda en la pared. Hay un momento de silencio donde ambos ojos se cruzan, ella sin quererlo y a pesar de todo lo ocurrido no puedo evitar que sus labios se curven.
-Aun me pregunto cómo llegaste a aquella sala… Creía que ya había termino tu estancia aquí. -Solo comentó, desviando la mirada pensativa. Y era verdad, pensaba que había sido toda una despedida definitiva, que seguiría lamentando en cierto modo aquella ausencia y aquella historia que no tenía salida, ya que ellos eran de tiempos muy distintos. -Lanza tus preguntas, pequeño Niels, piensa bien lo que quieres saber. Porque mis secretos traen peligro y muerte…
Se separa, y ella se deja caer sobre el frío suelo de aquel lugar sagrado. Cabellos derramados y respiración agitada al sentir como la sangre humana le vuelve a infundir la vida de la que carece.
-Una bonita sepultura deberás construir cuando la madurez llegue a tu vida, Niels… -Una sonrisa débil, triste. -Rodeado de tus hijos que verás morir antes de que llegue tu hora, dormiré en el letargo y la calma hasta que llegue el momento, y sus cadáveres serán mi compañía y guardianes durante todo ese tiempo… -Suspiró con aquel vaivén que en su pecho se tranquilizaba y mirada perdida en el techo, mirada que recuperaba el color de los pardos tan humanos de ella. -Esa es mi “visión” aquí y ahora, no lo olvides.
¿Quién diría de ella? Bella con aspecto frágil ahora, pero justo hacía un momento, por mucho que la sangre brotará de su cuerpo debilitándola, era aquella fiera intentando hacerse con el cuerpo y la voluntad de los hombres, una fuerza imparable, una fuerza de destrucción indómita.
Ella se incorpora y le mira con aquella intensidad que solo es capaz de dedicarle a aquel muchachito, se arrastra a su lado, toma una de las gemelas para examinarla, aun mancilla por la sangre.
-Las runas, no reconozco su grafía -Frunce el ceño intentando descifrar aquel misterio. -Pero sé notó cuál es su poder, para mí solo significa que en ese futuro en el que vives, lo conseguí… Conseguí ciertos secretos que ahora ansío
Le entrega la espada a su dueño, y aprieta los labios pensativa. -Las runas detiene al “otro”, lo calman, lo aletarga… Es como ponerle un collar a un perro temporalmente, lo hace “dócil” de algún modo, pero también lo llenan de rabia…
Lenta se desliza a su lado, apoyando también la espalda en la pared. Hay un momento de silencio donde ambos ojos se cruzan, ella sin quererlo y a pesar de todo lo ocurrido no puedo evitar que sus labios se curven.
-Aun me pregunto cómo llegaste a aquella sala… Creía que ya había termino tu estancia aquí. -Solo comentó, desviando la mirada pensativa. Y era verdad, pensaba que había sido toda una despedida definitiva, que seguiría lamentando en cierto modo aquella ausencia y aquella historia que no tenía salida, ya que ellos eran de tiempos muy distintos. -Lanza tus preguntas, pequeño Niels, piensa bien lo que quieres saber. Porque mis secretos traen peligro y muerte…
Lakme- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 420
Fecha de inscripción : 22/11/2010
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Re: Notre Père qui es aux cieux ...
La inmortal cae junto a mi, sus cabellos de cuervo esparcidos contra la pared, mientras sus ojos cansados se hunden en los míos.
De nuevo me da la misma respuesta que me dio ya un día, su visión de un futuro incierto en el que yo le daría su tumba y vería morir a mi propia descendencia, que le servirían de guardianes hasta que llegara el día.
Niego molesto, parece que la terca inmortal sentencia con palabras sobre cosas de las que yo no estoy de acuerdo.
-Según se, también vaticinaste que mi padre te traicionaría un día, sin embargo tu y no él fue quien rompió ese vinculo que teníais.
Se incorpora en silencio, niego molesto por sus actos conmigo, no se da cuenta de que soy un hombre y no un niño.
A mi lado se deja caer, sus ojos oscuros inspeccionan la gemela, las runas que ella misma en un futuro sobre esta graba a fuego en mi acero.
Asegura no reconocer esos símbolos, mas si el poder que ostenta, dice que esas runas detiene al ente que en ella anida, posiblemente ese y no otro es el motivo por el que las grabó en un futuro y por lo que las puso en mis manos.
Recupero mi cimitarra, limpio su hoja curva de la sangre de la inmortal mientras ahora soy yo quien desliza mi dedo de forma pensativa sobre esos signos.
Comprendo que Lakme del futuro solo trató de proteger a los míos de si misma, por eso sus largas ausencias, ella siempre tuvo planes propios, mi padre lo comprendió un día y disfrutaba de su presencia solo cuando ella regresaba y se lo permitía.
A mi me costaba mas hacerme a la idea de que la perdía y justo cuando empezaba a rehacer mi vida, volvía, la ponía patas arriba para abandonarme nuevamente pasados los años...siempre fue así nuestra relación.
Por un instante nuestros ojos se encuentran, sus labios se curvan y me pregunta porque intervine en la sala.
-Mi estancia aquí terminará cuando de caza al hechicero que he venido a buscar Lakme, no antes.
Ladeé la sonrisa con cierta altivez.
-No te emociones, no he ido al Peccato para verte, solo fui porque sirven una buena bebida y teniendo en cuenta que soy del norte, aprecio el buen alcohol.
Que bajara a la sala ha sido algo...fortuito.
Me eché a reír negando con la cabeza volviendo a hundir mis esmeraldas en sus tempestades.
-No tengas tanta prisa, el sol parece que no te va a permitir largarte de aquí.
¿Por que quieres mantener ese ser dentro de ti? Te empeñas en vivir una vida complicada, cuando no tendrías el porque, siempre tan mística, tan misteriosa, no eres capaz de ser clara con nadie..eres una cobarde.
Tomas decisiones por los demás, por padre, por mi, por todo aquel que te rodea y no te das cuenta de que los demás también tenemos derecho a decidir.
¿Que quiere tu ente? ¿por que has de crear algo que lo retenga? ¿que demonios te traes entre mano?
Deja de llamarme pequeño, ni soy pequeño, ni me conoces aun, creo que necesitas hablarme así, porque de no hacerlo te perderías a ti misma. Buscas mantener distancia conmigo, la necesitas...
De nuevo me da la misma respuesta que me dio ya un día, su visión de un futuro incierto en el que yo le daría su tumba y vería morir a mi propia descendencia, que le servirían de guardianes hasta que llegara el día.
Niego molesto, parece que la terca inmortal sentencia con palabras sobre cosas de las que yo no estoy de acuerdo.
-Según se, también vaticinaste que mi padre te traicionaría un día, sin embargo tu y no él fue quien rompió ese vinculo que teníais.
Se incorpora en silencio, niego molesto por sus actos conmigo, no se da cuenta de que soy un hombre y no un niño.
A mi lado se deja caer, sus ojos oscuros inspeccionan la gemela, las runas que ella misma en un futuro sobre esta graba a fuego en mi acero.
Asegura no reconocer esos símbolos, mas si el poder que ostenta, dice que esas runas detiene al ente que en ella anida, posiblemente ese y no otro es el motivo por el que las grabó en un futuro y por lo que las puso en mis manos.
Recupero mi cimitarra, limpio su hoja curva de la sangre de la inmortal mientras ahora soy yo quien desliza mi dedo de forma pensativa sobre esos signos.
Comprendo que Lakme del futuro solo trató de proteger a los míos de si misma, por eso sus largas ausencias, ella siempre tuvo planes propios, mi padre lo comprendió un día y disfrutaba de su presencia solo cuando ella regresaba y se lo permitía.
A mi me costaba mas hacerme a la idea de que la perdía y justo cuando empezaba a rehacer mi vida, volvía, la ponía patas arriba para abandonarme nuevamente pasados los años...siempre fue así nuestra relación.
Por un instante nuestros ojos se encuentran, sus labios se curvan y me pregunta porque intervine en la sala.
-Mi estancia aquí terminará cuando de caza al hechicero que he venido a buscar Lakme, no antes.
Ladeé la sonrisa con cierta altivez.
-No te emociones, no he ido al Peccato para verte, solo fui porque sirven una buena bebida y teniendo en cuenta que soy del norte, aprecio el buen alcohol.
Que bajara a la sala ha sido algo...fortuito.
Me eché a reír negando con la cabeza volviendo a hundir mis esmeraldas en sus tempestades.
-No tengas tanta prisa, el sol parece que no te va a permitir largarte de aquí.
¿Por que quieres mantener ese ser dentro de ti? Te empeñas en vivir una vida complicada, cuando no tendrías el porque, siempre tan mística, tan misteriosa, no eres capaz de ser clara con nadie..eres una cobarde.
Tomas decisiones por los demás, por padre, por mi, por todo aquel que te rodea y no te das cuenta de que los demás también tenemos derecho a decidir.
¿Que quiere tu ente? ¿por que has de crear algo que lo retenga? ¿que demonios te traes entre mano?
Deja de llamarme pequeño, ni soy pequeño, ni me conoces aun, creo que necesitas hablarme así, porque de no hacerlo te perderías a ti misma. Buscas mantener distancia conmigo, la necesitas...
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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