Mi pasado en tu carreta (Cam Rohan)

por **Arsène Leboublé** Jue Nov 11, 2010 9:34 am

El aire aún seguía oliendo a metal cuando me retiré de aquel lugar enfermizo y desastroso. Sin embargo, por más que avanzaba en la lejanía, los recuerdos de aquella inolvidable conversación seguían taladrándome la mente. El tiempo, quizá, sería lo único que podría servir de bálsamo en aquellas circunstancias, y por tanto, lo único que podía hacer ahora era esperar.
¿O quizá no?
Sopesé durante algunos minutos la posibilidad de ahondar más en el tema. Podrían suceder dos cosas si hacía aquello: o bien todo se derrumbaba por completo, o bien cometía el acto de lucidez más brillante de todo aquel asunto. En cualquier caso, podía ser una locura o una genialidad.
Preferí quedarme con la última parte.

Caminaba en dirección a la carreta de aquel gitano, que se vislumbraba en el horizonte desde la mía propia. Todos me advirtieron de que no sería una buena idea, pero cada vez que levantaba la cabeza y veía aquella lona celeste no podía evitar sentir la necesidad de hacer un último intento.
Sentía las náuseas vespertinas, y sin embargo, quería continuar con ello.
Lo primero que salió a mi encuentro en aquella mañana fría y otoñal, fue un pequeño chucho grisáceo que ladraba sin cesar y me miraba con ojos inquisitivos. Después, noté cómo unos ojos maduros me observaban desde el interior de aquella casa rodante.
-¿Cam Rohan? -pregunté, abandonando mis palabras en el aire.- ¿Está aquí Cam Rohan?

Noté la mirada de medio campo gitano en mi nuca, si es que ésta podía vislumbrarse detrás de mi cabello

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por **Cam Rohan** Vie Nov 12, 2010 12:31 pm

-Abuela, por favor, ayúdame...-le pedí a Fiona con desesperación. Siempre había sido bueno en los trabajos manuales. Hacía poco había tallado una figurita en forma de caballo para mi futuro hijo hija, y en ese momento me hallaba seleccionando los abalorios que quería para la pulsera que fabricaba para Elisabeth. Por supuesto no tenían ni punto de comparación con las joyas que le podían regalar en su palacio pero era algo...Una muestra de que yo podría darle algo hecho por mí y no algo comprado.

-Yo no ayudo. Tienes que elegir tú-dijo la abuela ignorándome y abriendo la puerta para que le diese un poco el aire.

Resoplé y seguí examinando los abalorios uno a uno. Payaso, aburrido, se puso en pie y fue tras la abuela, juguetón. Hasta el perro se negaba a echarme una mano, vaya por dios.

¿Azul? ¿Verde? ¿Ambas? Si ambas era la combinación perfecta, quizás con algún adorno dorado. Sonreí y me crují los dedos uno a uno antes de agarrar la cuerda y comenzar a deslizar los abalorios por ella en el orden que quería. Llevaba dos o tres cuando escuché como Payaso comenzaba a ladrar irritado por algún motivo. Alcé la cabeza, alerta, hasta que oí como alguien preguntaba por mí. Fruncí el ceño y me levanté dejando la pulsera a medio hacer junto al caballito de madera para salir a la puerta donde la abuela le preguntaba a el hombre para qué me buscaba.

-Estoy aquí-dije asomándome para verlo mejor-¿desea algo?

por **Arsène Leboublé** Miér Nov 17, 2010 10:21 am

Cuando una mujer mayor salió de la carreta respondiendo a mis gritos, sentí impotencia.
-No, no te quiero a tí. Tú no eres Cam Rohan -grité, consciente de lo alterado que estaba.
Pese a que la mujer insistía preguntándome qué sucedía y por qué daba esos gritos, no quise siquiera mirarla. Sin embargo, no la ignoraba, puesto que sus preguntas me irritaban cada vez más.
Gracias a Dios, duró poco aquella situación. Pronto salió el esperado muchacho a mi encuentro. Cuando lo ví, me decepcionó. Esperaba alguien más viejo y más pícaro y no a un joven con apariencia simple. Sus rasgos bien eran gitanos, pero no parecía poseer las caracterísitcas de las que la gente hablaba por ahí.
-Tú has robado mi rosario -le espeté con rabia. Aquella palabra seguía sabiendo a metálico en mi boca, cada vez que la pronunciaba. En realidad, hacía años que no buscaba aquel rosario, pero siempre había sabido dónde estaba. No lo quería para nada, pero eso no había evitado que cuando descubriese que ya no estaba en su sitio me invadiese un ataque de histeria. Los vecinos hablaban de Cam Rohan, el famoso Rohan. Me habían advertido varias veces de que no sería propio ir a reclamarle nada, puesto que era peligroso. Pero tampoco me parecía justo que robase incluso a miembros de su propia comunidad. Eso, era pasarse. - Y quiero que me lo devuelvas ahora.

Noté los ojos de la mujer mayor abriéndose con lentitud. Sabía que acusar a un hombre de ladrón en aquellas tierras, pese a ser la mayoría de las veces más que probable, era un desafío al honor y una mancha que no dudaba que querría pagar con sangre. Sin embargo, aquel objeto era para mí más valioso que cualquier reputación o renombre. Era lo único que me quedaba de ella.

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