Arde el mundo - Rohan.

por **Miranda Schreiber** Lun Jun 21, 2010 10:20 am

Había una luz, un reflejo detrás de mis párpados algo incordioso como para permitirme seguir abstraída en mi mundo. El viento comienza a sentirse en los poros de una piel tan nívea y perfecta que era ridícula, solamente digna de una muñeca de porcelana ¿En qué diferíamos de la muñeca? En pocas cosas ¿Qué pasa Miranda, somos materialistas? No, simplemente frágiles por fuera, sin vida con ojos pertenecientes a otro lugar. Si, visto desde ese punto podríamos decir que somos una muñeca. Entonces ¿Qué nos diferencia de ella? Déjame ver…salvo la movilidad, nada. Ambas observamos el mundo sin interactuar con él, y eso es peligroso, no hacer nada a hacer algo. Somos meras espectadoras, no jugamos en él. Bien Miranda, hoy estamos metafóricas. Cállate, déjame despertar un solo día en paz. Vale, regresaré para el desayuno.

Mis ojos se abren rápidamente de par en par, dejando ver que por más que estén abiertos, estaba ausente, lejos de allí. Me incorporo lentamente, apoyando mis palmas contra la tierra para ver a mi alrededor. Nuevamente había caminado hasta el agotamiento, lejos, muy lejos de aquella vieja casa donde guardaba pocas cosas, tan pocas como lo que quería que sea mi paso por el mundo. Bueno, basta, melancólica no tenía ganas. Mierda, me aburres Miranda.

Mis pies se incorporan elevando mi figura no sin antes temblar unos segundos. El cuerpo carente de carne no era propicio para estos terrenos, pero eso era lo de menos. Comienzo a caminar hacia donde sentía había algo de movimiento de la gente. No me importaba donde estaba tan solo quería orientarme. Ruido a vapor, olores, estaba cercana a la terminal del ferrocarril. Sonrío mientras mis pies van por un camino conocido hacia los depósitos posteriores pocas veces visitados.

El día nublado con el sol poniente escondía mi figura ¿Qué pasa, Miranda? Quédate quieta. Mi ropa estaba algo rota, mi cabello salvaje pero que más daba. Mis manso corren una de las puertas traseras del depósito número 5, pero en ese momento finalmente comienza a llover, las gotas rebotaban por doquier y en un arrebato de irracionalidad, en vez de refugiarme salgo a la lluvia, sintiendo como las gotas chocaban contra mi piel, dejando la puerta abierta del depósito me quedo quieta bajo la lluvia, sintiendo el agua contra mi. La lluvia era demasiado tentadora, superando al frío. ¿Y si nos veían? ¿Nos importa? No.

por **Cam Rohan** Lun Jun 21, 2010 10:34 am

Había tanto ajetreo en la estación de ferrocarriles aquel día. Suspiré y al instante tosí; el olor que desprendía tanto humano allí congregado era apestoso: olía a ciudad, a encierro, a toneledas de vestidos caros y perfumes hechos con flores machacadas. Olía a todo aquello que yo odiaba.

Anduve silbando solo. La gente solía apartarse cuando me veía, excepto algunas viudas que me miraban de reojo y sonreían, invitándome a seguirlas. No me apetecía. No estaba de humor.

Había esperado encontrar por aquí algo bueno que robar, pero había demasiada seguridad y no podía exponerme más de lo que lo hacía habitualmente. Resignado emprendí el camino de vuelta a casa.

Sin embargo, algo me distrajo. Vi una muchacha solitaria e increíblemente blanca que me sonaba de algo. Claro, me sonaba porque era una bruja y me abuela conocíaa todas las de Francia. Seguramente la había visto alguna vez.

La seguí hasta el depósito número cinco y aguardé, intrigado por lo que iba a hacer. La magia me intrigaba bastante, pero también me proocaba algo de temor. Aunque las brujas...siempre me habían caído bien, no eran como los vampiros.
Comenzó a llover de repente. Maldije entre dientes y vi como ella se plantaba en mitad de aquella lluvia torrencial. No pude evitar una sonora carcajada.

por **Miranda Schreiber** Lun Jun 21, 2010 11:24 am

Las gotas chocaban una y otra vez contra mi piel, podía sentir como las gotas recorrían cada superficie de una figura digna de cánones de muñeca de porcelana. Mis ojos cerrados y mis labios entreabiertos, completamente entregada a aquella lluvia. Sentía el piso temblar, las quejas, los gritos, todos escapaban pero ¿Por qué mierda lo hacían? ¿Qué, le tenían miedo al agua? Estúpidos. Era ajena a sus quejas, no me importaban realmente al punto de ponerme a escuchar sus problemas.

Miranda me haces reír. Egocéntrica por elección, solo veía muchas personas sin detenerme en nadie, menos en problemas de otros, no por mala persona sino porque Miranda ya me tenía demasiado ocupada como para que existiera espacio para uno más. Mi pelo comenzaba a pegarse hacia mi espalda impregnado por las gotas de un cielo cada vez más opaco, con la furia de los truenos iluminando. Podía ser arte si se lo quería ver de ese modo, o podía ser un desastre desde otro punto de vista.

¿Y cuál es el nuestro? El nuestro es completamente irrelevante para el resto y perfecto para nosotras, construir la lógica de nuestro universo paralelo podía tener sus pros. Mis ojos abiertos, perdidos en el frente disfrutando de mi silueta cada vez más empapada, los depósitos estaban desiertos, nadie se adentraba en aquella parte. Un hombre ríe, no lo enfoco tan solo escucho ignorando su risa. Debía de ser el único allí y la verdad era que podía haber cien más, no iba a interrumpir mi paso. Era demadiado ajeno a nuestro mundo como para detenerme en él.

Mis pies comienzan a caminar aburridos bajo la lluvia sin siquiera intentar cubrirme de ella. Asemejaba un fantasma, blanquecina, caminando bajo aquella lluvia, una vieja botella tirada, abandonada tentaba mi camino. Me agacho para tomarla con una de mis manos mientras camino sin rumbo en la cercanía del depósito, con una mirada perdida sin enfocar en nada ¿Caminaba en círculos? No ¿Zigzag? No ¿Caminaba sin sentido? Si.

por **Cam Rohan** Mar Jun 22, 2010 6:33 am

Era una escena algo tenebrosa si lo pensabas bien. La bruja parecía como ida, como si estuviera fuera de nuestro mundo y se encontrase en un lugar muy lejano, apartado completamente de la civilización y de todo cuanto la rodeaba.

Comenzó a andar sin rumbo, cogió una botella y siguió avanzando. Me recordaba a uno de esos fantasmas con los que asustábamos a los niños de la tribu: esos fantasmas bellos y peligrosos que se aparecían em mitad de la nada aguardando su momento.

Comencé a seguirla preocupado. Andaba de una manera extraña, como si todo fuese demasiado irreal tanto para su alma como para su cuerpo. La vi acercarse peligrosamente hasta las vías del ferrocarril e hice un rápida carrera para cogerla del brazo con delicadeza.

-Señorita-hablé paresuradamente-Me llamo Cam Rohan, del campament gitano, por favor aléjese de las vías, los treens no tardarán en pasar.

No sabía si me estaba escuchando siquiera. Bajé un poco la voz sintiendo como el agua me empapaba los rizos y se deslizaba por mi rostro.

-Por favor...-le supliqué.-Yo la conozco, de vista, pero la conozco. Hágame caso, se lo ruego.

por **Miranda Schreiber** Jue Jun 24, 2010 10:35 pm

La lluvia caía por mi piel resbalando dejando marcado un camino húmedo, brilloso, terminando por confluir con las demás gotas. El frío no importaba, no importaba realmente nada salvo la lluvia. Barría conmigo y con Miranda, no importaba que pasaba, donde estaba, solo era lluvia, gotas y gotas iguales, efímeras que concluían en el mismo suelo, sin importar su tamaño o fuerza.

Mis labios besan la punta de la botella sintiendo una ráfaga de calor abrazando mi garganta a medida que el líquido descendía bañando mi interior. La contrariedad del exterior y el medio interno era algo tan opuesto como tentador. Lo prohibido recaía en lo conocido. Que algo cercano y común pasara a ser algo extraordinario le daba ese toque único de lo simple que pocos aceptaban. Miranda, ya piensas idioteces ¿Eres tan débil al alcohol?

Gritos, un grito, una voz, una persona. No me detienen pero unas manos me aferran atándome de nuevo a la realidad. Mis ojos vuelven a ver, las manos atadas a mi cintura y de nuevo la voz ronca de un hombre de algo de su vida que no pasaba a importarme más que eso. Quería volver a la lluvia, a mi mundo. Mi cuerpo se agita entre sus brazos intentando zafarme sin éxito. Era enferma mental, y enfermiza de cuerpo.

-¿Qué conoces? No me conoces, no puedes conocerme solo por verme. Veo muchas personas y eso no implica que quiera conocerte. Demonios suéltame.

Pero sin que lo haga mi cuerpo deja de moverse, volviendo lentamente en mí, a la realidad terrenal a la cual poco aprecio le tenía.

-Si alguien se quiere suicidar, tiene sus razones, no te metas.

Mi tono calmo, indiferente y contrapuesto a mi ser solo podía resignarlo. Sabía que eso era lo que él pensaba. No dudo ni un segundo ni el pudor ata mi lengua. Pero...¿Íbamos a hacerlo? No, teníamos métodos más sutiles, lo último que recordaba era disfrutar de la lluvia, no encontraba suficientes razones para suicidarme en ese momento. Aclaro, en ESE momento. Mi cuerpo vira quedando de frente al gitano mientras nuestros cuerpos eran azotados por la lluvia. Tranquila, en calma, demasiada, clavando mis ojos algo idos en él. No por el alcohol, era mi estado habitual.

por **Cam Rohan** Vie Jun 25, 2010 5:02 am

Su respuesta última me asustó. Sabía que no era asunto mío pero no iba a dejar que la chica se suicidase.

-Usted, señorita, no me dice donde me meto o donde no-le respondí tirando de ella sutilmente, alejándola poco a poco de las vías del tren-Y si quiero meterme en esto lo haré aunque usted no quiera conocerme-continué suplicando porque no se diese cuenta de que trataba de distraerla para alejarla de aquel inminente peligro. El tren llegaría de un momento a otro y, aunque solía ser una persona que ayudaba al prójimo cada vez que había ocasión, no estaba dispuesto a saltar a la vía de un tren en plan héroe suicida para salvar a la mujer.

La lluvia caía con fuerza, era como si el cielo estuviese descargando su furia. Calado hasta los huesos empecé a tiritar de frío. Mis dientes chocaban entre sí aunque apenas se escuchaba debido al ruido del agua impactando contra el suelo. Desvié mi mirada al cielo unos segundos, creyendo haber visto como este se iluminaba. Un segundo después escuché el ruido de un trueno. El día había pasado de ser un aburrido y anodino día seco en París a ser un día en el que yo trataba de evitar el suicidio de una mujer que tenía una mirada perdida y parecía un poco loca. Me pregunté si se habría tomado algo que la dejase así.

-¿Por qué está usted aquí, en medio de la lluvia?-pregunté intentando que reaccionara de una manera mínimamente coherente-¿Se encuentra bien?

No esperaba que me contestase siquiera pero al menos si la tenía ahí hablando de aquella forma extraña que lo hacía no se mataría. La sacudí suavemente, ¿dónde estaba? Me sentía como si hablase con un muerto, apenas reaccionaba.

off: perdona por las faltas del anterior post, tenía prisa y lo escribí deprisa y corriendo.

por **Miranda Schreiber** Mar Jul 06, 2010 10:23 pm

La lluvia caía, rebotaba, volvía a caer en un sin fin de hilos eternos, nadie escapaba de ella, absolutamente nadie ni nada. Era mordaz e inevitable. Una gota sola no lograba nada, pero miles, millones de ellas provocaban la ira de las mujeres de clase alta, la salvación para los jardineros de frondosos jardines y mi felicidad ¿Felicidad? Bueno, tan solo carencia de infelicidad momentánea. El agua resbalaba por mi rostro, presionando mis prendas contra las curvas de un cuerpo lejos de su esplendor, opacado y consumido por la autodestrucción, enfermizo e incierto. El pelo castaño del gitano se empapaba, dejando caer finísimas gotas, entremezcladas con las que nacían en el propio cielo gris que nos cubría. Furioso, imponente ¿Te suena familiar? La naturaleza es impredecible como nosotras.

Río, gotas algo saladas caen en el dorso de mi lengua, y mi mirada ausente, ida se clava en el chico no muy pendiente de él o su palabra. Era uno de miles que se encontraba en el lugar equivocado, en el momento equivocado y con la persona equivocada ¿La, disculpa? ¿Desde cuando te discriminas? ¿Desde cuando te desvaloras? Disculpa Miranda, con las personas. ¿Eres estúpida, dónde dejaste tu amor propio? Tal vez hacías bien suicidándote, no eres digna de mí, Miranda. Ya, cállate de una vez. Vete a la mierda junto con el chico y déjame… ¿Ser? No somos nada, ya lo aceptaste, ahora jódete y resígnate a vivir como una ignorante, ciega de su propia luz, atada a su negra realidad y no vayas llorando. No quieres que te tengan lástima. Demuéstralo.

Mi mandíbula se tensa, quería correr, gritar. Quería quitarme a Miranda de la cabeza, pero una presión en mi cintura me trae a la realidad. Allí empapada para a la merced de las vías del ferrocarril con aquella persona. Poca vida reflejan mis ojos cuando se posan finalmente en él, con mis labios entreabiertos bañados, brillosos a causa del diluvio que nos bañaba y apartaba del mundo.

-Disfruto.

Murmuro, tranquila con un tono demasiado calmo en comparación a lo que era antes, y con la bestia encerrada dentro de mí ser.

-¿Acaso parezco estar mal? No quiero conocerte, no quieres conocerme. Para ti, solo soy una loca.

La verdad era dura pero era la única manera que conocía, mi mirada ausente parecía traspasarlo, clavándose detrás en la nada.

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