El laberinto me quiere atrapar

por **Lucille Reuven** Miér Mayo 10, 2017 12:45 pm

A veces, cuando me enfado demasiado o al sentir la angustia dominar mi pecho, sucede… No es con frecuencia, no es diariamente, pero en los momentos en los que menos lo espero sucede. Siento el animal que soy queriendo adueñarse de mí, siento como su fuerza comienza a pujar para engrosar mis músculos, mi piel se tensa y la voz me falla hasta apagarse.
¿Qué he hecho de malo para que el Señor me castigue de esta forma? Para que nos castigue, para que nos envíe este mal…

A mi hermano le sucedió unos pocos días antes que a mí. Recuerdo el terror que sentí al ver como su rostro se deformaba, tomando poco a poco la apariencia felina. Era atemorizantemente hermoso lo que estaba sucediendo frente a mis ojos.
Sé que él lo disfruta, desde que entendió lo que a nuestros cuerpos le sucedía él disfruta de esa nueva libertad. Teníamos dieciséis años la primera vez que nos escabullimos de la casa, rumbo al pantano y allí él cambió. Dejé de ver a mi mellizo, a mi amigo y confidente y un león apareció ante mí. ¡Le hubiera temido si no supiera la verdad! Y porque la sabía me temía a mí misma… Oh, sus ojos me rogaban que lo siguiera, que cambiara para él y por él… pero aunque mi cuerpo lo deseaba, y me lo pedía, yo no pude hacerlo.

Nunca lo haré, no disfrutaré de ser un monstruo. Nací para rebelarme contra lo que soy, me niego a complacerme de ser un demonio. Me rebelaré hasta el día de mi muerte contra eso.
Este laberinto, en el que me hallo perdida, está en mí, pero no logrará vencerme.

por **Lucille Reuven** Jue Sep 06, 2018 12:41 am

Maldito seas Mathieu Savile, maldito mil veces por haberme hecho una mujer incompleta, por haberme anulado y amarrado a una espera que, presiento, no tendrá fin. Lo juraste, juraste que regresarías por mí, que podríamos estar juntos, que viviríamos sin que importara lo que mi familia pensase de nuestra unión, lo juraste -repito, porque nunca olvidaré tus palabras, a ellas me he aferrado todos estos años, tanto como al rosario que cuelga de mi cuello- y yo te creí. Mi corazón es fuerte, ha esperado todo este tiempo tu regreso, pero ¿no merece un descanso? ¿No ha sido suficiente ya? Tu ausencia me duele porque me ha anulado por completo, aunque no me lo has pedido formalmente, yo siento que estamos prometidos y que mirar a cualquier hombre o considerar cualquier propuesta -que las he tenido, como imaginarás la vida no se ha detenido a mi alrededor- me sabe a traición, me siento infiel de solo pensar en unirme a alguien que no seas tú y eso es porque te amo, todavía lo hago... Solo díme cuánto más he de pasar, cuánto tiempo más he de esperarte aquí, desearía que leas esto y me respondieses aunque solo sea con una esquela mal escrita con tu letra de hombre, difícil de entender. Recuerdo que yo te enseñé a escribir, Mathieu... ¿estás vivo? he pensado en tu muerte como una explicación a tu ausencia, pero no lo creo posible. Soy una mujer intuitiva, si hubieses muerto lo sabría, sin importar lo que estuviera haciendo en ese momento o con quien, yo sentiría en mi cuerpo que tú ya no vives en este mundo... Estás vivo, lo sé, solo falta que regreses a mí, que cumplas todo lo que me has prometido y que he creído con ojos cerrados.

por **Lucille Reuven** Lun Nov 05, 2018 10:48 pm

Te he soñado, Mathieu Savile. Aunque más que un sueño era un recuerdo, el de nuestro primer beso. Yo era tan inocente... lo sigo siendo, pero en esas épocas lo era mucho más, una niña que poco entendía, pero que quería creer que había una oportunidad para ella, para cumplir sus ilusos sueños de amor. Tú, en cambio, parecías saberlo todo sobre la vida, sobre las relaciones y los sentimientos; tal vez sea eso lo que me enamoró de ti en los primeros tiempos: que siempre tuvieras el control de todo, que supieras qué pasaba, que aparentaras que la vida no te guardaba ningún secreto. La que no te guardaba secretos era yo, de hecho durante mucho tiempo -largos meses- estuve muy arrepentida de haberte compartido mis sentimientos, de haber desnudado ante ti mi alma frágil, inocente y enamoradiza. ¿Qué me has dado en cambio tú? Mejor ni pensarlo, a nada me conduciría perderme en lo negativo de nuestros momentos compartidos, que en verdad son mi mayor tesoro.

Me hace bien recordar todo eso, por eso lo escribo aquí en mi diario, con intención de entregártelo para que lo leas en nuestro reencuentro. No me avergüenzo de ésto, de esperarte, de hablarte aquí, en una hoja de papel. Es mi forma de mantenerte vivo, de hacer que no desaparezca tu presencia a mi alrededor. Es tan difícil, amado mío, cuesta tanto no resignarse, mantenerte vivo, seguir amándote... suena horrible, pero es real: elijo seguir amándote, continuar esperando, y eso es trabajo duro pues oigo en mi cabeza una voz -la de mi consciencia- que me dice que te suelte, que ya ha pasado todo, que no debo esperarte, que intente comenzar otra vida con otro hombre, pero no puedo. Estás en todo, incluso en mí.

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