"Un oiseau né en cage pense que voler est une maladie." - Edu

por **Alexis Hamilton** Lun Mayo 15, 2017 1:21 am

Un pájaro nacido en una jaula,
piensa que volar es una enfermedad.
Alejandro Jodorowsky

Hoy para mí, es como el arcoíris que se levanta después de la tormenta, como la brisa fresca después de un día de sol, hoy para mí es un día sin hombre con el cual despertar. Y es curioso, como al abrir los ojos la sensación de libertad se apodera de tu cuerpo, y al levantar todo se ve diferente, los colores más vivos, los sonidos más alterados, la misma gente a tu alrededor cambia su aspecto, y a tus ojos ya no son tus esclavizadores, sino tus ayudantes, sirvientes… acompañantes.
Me senté sobre el borde de la cama, rozando con las yemas de mis dedos las coceduras del cubrecama y sonrío, mis damas entran, a acomodar mis vestidos pero no les permito hacerlo – no, hoy no tengo ganas de usar lo mismo– ellas inclinan su rostro y se retiran, aunque, la más cordial, la más intrigada y leal se acerca de forma que solo las dos podemos oírnos – tiene ganas de hacer algo especial? – Si… quería salir de ahí, quería disfrutar del sol… caminar viva por al menos hoy, ya que mañana estaba obligada a comenzar mi tarea de duquesa… no iba a perderme mi día de libertad hoy.

Salimos, y todo fue "normal", excepto porque no salíamos por la puerta sino por el ventanal de atrás… ni llevaba zapatos, solo un vestido casual, que a pesar de ser elegante se veía sencillo y pasaba desapercibido si alguien quisiera notar mi presencia… solo quería pisar un césped distinto, no el mismo de todos los días, quería respirar aire diferente, ver caras sin tener dos guardias a mis espaldas constantemente, temiendo por esa estúpida ilusión de seguridad… cuando no la hay, cuando todo el mundo a tu alrededor puede caerse en dos segundos, por uno o varios casos, y así, calmada iba por las calles hasta el parque, mis pies no se quejaban por el sentir, sino que avanzaban conmigo felices, distraídos, en mi cabeza había tanto que liberar, no había querido preguntar cómo es que se ocupaban de la pequeña suciedad a vampiro muerto en la habitación principal, no… yo ya no quería pensar en ello y fue así que me halle… pisando aquella materia verde llamada césped… rozándola con mis ortejos, muy concentrada de hecho, mi dama de compañía a lo lejos observando a su alrededor en caso de que tuviera que intervenir, pero no quería hacerlo, notaba que, en ese momento, solo ahí, existía felicidad.

Paso un buen rato, antes de que notara que mi dama no estaba… ¿estaba sola? No sentía miedo, pero la curiosidad que mato al gato me hizo avanzar… - ¿Gisselle? – con el más puro acento francés me acercaba al lugar donde se suponía que ella estaría y le hable a él, no lo conocía, ni temía… - bonjour Monsieur… monsieur?- ¿Adda hablas despacio? De verdad me lo pregunté…

por **Edward Kesler** Miér Jun 14, 2017 8:57 pm

-Es todo lo que necesitas saber -respondí en tono bajo, observando a mi derecha y a mi izquierda, para cerciorarme de que nadie estuviera observándome. Al menos no más de lo necesario. -En cuanto termines el trabajo, te daré lo que resta del dinero, sin embargo...-le detuve por el brazo, atrayendo al hombre hacia mí -. Si fallas, iré a buscarte y te encontraré, porque de mi nadie puede escapar. -le solté con un movimiento brusco. El asesino a sueldo renegó, más no dijo nada, se limitó a guardar su paga conservando la distancia. Luego de eso, se acomodó el sombrero para intentar ocultar su rostro, ya que en uno de sus lados, se dejaba ver una gran cicatriz, que le deformaba. Se fué silenciosamenre, ocultándose entre la gente.

Por mi parte, me mantuve en el mismo sitio observando el ir y venir del resto del populaje. Ése día particularmente parecía haber más gente de lo habitual. Odiaba las aglomeraciones, odiaba a todos en sí. Odiaba esa falsa felicidad que demostraban; las risas, los gritos de los niños jugando... ¡Demasiada felicidad acumulada en un mismo punto! De pronto tuve las negras intenciones de hacerles pasar un mal rato a todos; sería tan sencillo como tronar los dedos. Más tenía otros planes entre manos y debía apegarme estrictamente a mis juegos mentales, meticulosamente ordenados dentro de mi cabeza. Pero para ello, todavía tenían que transcurrir un poco más allá de dos horas, tenía tiempo suficiente para alejarme de la muchedumbre, a un lugar más apartado.

Caminé hacia un costado, donde las personas comenzaban a desvanecerse por las callejuelas aledañas. Entonces escuché una voz justo a mis espaldas, al girarme, pude apreciar una silueta femenina de una belleza radiante, que se refería a mí con delicado acento. Alcé una ceja, dudando en dejarle hablando sola o continuar una especie de plática. Opté por lo segundo, porque como bien había pensado, tenía que hacer tiempo antes de... Aquello.

-Madame. - dije mirándole directamente a los ojos, esperando algunas palabras más de su parte.

por **Alexis Hamilton** Dom Jun 25, 2017 12:15 pm

Sin esperanzas descansa el mundo sin tí,
El mundo sin este doble de mí;
Tu mundo de astucias, odios y duda,
De frías sospechas sin lugar,
Donde tú, yo y la Libertad
Disfrutan una soberanía muda.
To Imagination; Emily Brontë (1818-1848)

¿Qué pensaría él, frente a una mujer sin calzado que abrace sus pies, con un vestido tan sencillo también? ¿acaso podría ser una persona diferente de la que realmente soy? mis movimientos son autómatas por un momento, estilizados, actuados como si estuviese dentro de una obra de teatro, finos que se vuelven más toscos cuando el temblor de la brisa del atardecer se toma las molestias de aparecer, soy una chica atrapada en una escena creada, y él, parece un ángel que cayó a la tierra con un corazón endemoniado, soy buena descubriendo esencias… y la suya es fascinante tal como sus ojos color garzo.

Mi barbilla se levanta y mirada azulina se dirige hacia el individuo. Una sonrisa vacía se bosqueja en mis labios, mi cabeza vuelve a ese recuerdo, a esa pérdida que me hizo cambiar toda mi existencia por solo una mano, por unos ojos, por aquella pasión descontrolada y prohibida... pero ya no está, ya se había ido para siempre, yo misma lo asesiné, quizás alguna vez me sentí triste como todos los atardeceres... pero me recuerdan sus ojos y he olvidado la aflicción.

-No quiero incomodarlo Monsieur… pero me siento perdida… - ¿le engañaba con mi falsa apariencia de pobreza? ¿estaba mal? - Mi voz se pierde con mi mirada, tiene oscuridad ¿quieres descubrir el enigma Adda? Siento que me he vuelto desvergonzada… lo comprendo al momento de notar su seriedad, su negrura, pero de pronto se escucha un sonido entre los árboles… el mundo aguarda el día se vuelve tarde – quizá si me dijese… por donde ir, le agradeciera mil veces – mi acompañante, tan parecido a mi captor, como si la vida se volteara y el fuese mi peor pesadilla y mi mayor bendición… ¿puedo creer tantas cosas sin conocerlo siquiera aun? Por el momento hasta descuide la real pregunta, ¿Dónde estaba Giselle?

por **Edward Kesler** Vie Jul 14, 2017 8:30 pm

La recorrí de pies a cabeza descaradamente. Era una mujer preciosa que con ése aire desgarbado y despreocupado, me hacía pensar en una gatita arrojada al arroyo inmundo de la pobreza y enfermedad. Más algo había en ella que me hacía dudar de todas mis apreciaciones: Su Aura, tan brillantemente oscura como la mía.

¿Se hacía pasar por una damisela en apuros?
Sī.
¿Con qué fines oscuros?
No lo sabía... aún.

Tantos enemigos rondaban mi perímetro, que no dudaba ni por un instante, que fuera una mujer pertenenciente a alguna banda de seres sobrenaturales, queriendo cobrar deudas acumuladas a través de los años. Todos y cada uno de nosotros poseíamos una mente privilegiada, capaz de almacenar hasta el más mínimo de los detalles, esperando de ésta manera el JAMÁS olvidar y asesinar a sangre fría a la primera oportunidad.

-Indicarle el camino-. Caminé hacia ella, cruzándome de brazos. No despegué mi mirada de la suya, como si quisiera desenmarañar su mente; arrancarle sus pensamientos y aprovecharme de ellos.

-Soy un completo desconocido para usted. ¿Confiaría en la palabra o en el consejo de un extraño?

Alcé una ceja, conservando un semblante frío y calculador. Yo era todo un experto en interpretar el lenguaje corporal, más con ella, estaba teniendo mis dudas. Los hechiceros éramos los amos de la trampa y la mentira, y ella aunque hermosa y apetecible, podría ser una arpía.

Volví a centrarme en sus pies descalzos. Eran delgados, finos - y aunque llenos de barro- elegantes y armoniosos. Yo tenía fetiches con aquella parte del cuerpo en particular. Mi gusto culposo. No todo en mí era perfecto.

-¿En verdad no sabe el camino?

Insistí dándole una oportunidad más. El beneficio de la duda, y si acaso estuviera oerdida en aquella parte de la ciudad, habría encontrado al sujeto indicado. Mi día y su día de suerte.

por **Alexis Hamilton** Vie Jul 21, 2017 5:23 pm

El hombre se ubica donde termina la tierra,
la mujer, donde comienza el infierno.

¿Creería la mendacidad de mis palabras? Sus ojos cautelosos y permanentes en los míos denotaban desconfianza, podía darle toda la razón porque si aparentaba estar a la deriva… ¿Qué haría un hombre como el con criaturas indefensas como yo? Es mi pregunta constante en cuanto a la humanidad, porque tenía la certeza de lo que haría la oscuridad sin embargo mi encierro no me dejaba ser parte de personas como yo, mucho menos compartir con ellos, Interiormente debatía si demostrarle total debilidad o si declararle que solo experimentaba.

Si el me observaba yo también lo hacía, recorriendo con mis ojos el ajeno cuerpo, pose… altura y orbes azules… sonreí imaginando que podría hacer con ellos, apoyando mis manos sobre mi vestido cuando se acerca - indicarme el camino – acercose con una seguridad que se mezclaba con mi deleite al verlo caminar, intentaba colarse en mis pensamientos, podía sentirlo, y escudriñándolo con la mirada azul de un océano frío me quedo como una estatua antigua de mármol, observando sus movimientos, y como gesticula cada una de las palabras que pronuncia.
–Monsieur ¿Qué podría perder? Estoy perdida y no sé por dónde ir para encontrar… el centro de parís… por lo demás… si observa a nuestro alrededor – ladeo mi rostro para mostrarle - no hay nadie más que pueda ayudarme – de alguna y extraña forma no le temo, no siento nada realmente, aunque sí, siempre tengo ese respeto porque a mi mente vienen recuerdos de antaño, en los que mi difunto esposo me decía…, respeta y serás respetado, si no te respetan arráncales la vida…

-¿En verdad no sabe el camino? -

Quizá, aún estaba a tiempo de hacer lo correcto, pero todo el mundo se viene abajo cuando quieres hacer lo correcto, por eso siempre tomamos caminos equivocados, por eso siempre tropezamos con el destino. – si – murmure creyéndome cada letra mientras el frio traicionaba mi cuerpo temblando, el sol de pronto se había ido, y las nubes asomadas peligraban augurando una tormenta… ¿Se avecina la tormenta o la mentira avecina calamidad a nuestras vidas? Es curioso, dibuje una sonrisa al bajar la mirada viendo sus manos gruesas y trabajadas… es curioso como leyendo auras de todo lo que me rodea no puedo percibir la suya, aún. ¿me ayudara? – contemple con suavidad en mis gestos una sonrisa de curiosidad…

por **Edward Kesler** Vie Oct 13, 2017 7:44 am

Me gustaban los juegos, sobre todo ganarlos, colocarle la cereza al pastel. ¿Adivinan quién es el pastel?

-— -

Sonreí ofreciéndole el brazo. Le llevaría a su destino, independientemente de cuál fuere este. Aún restaban algunas horas para recibir respuestas de mi...encargo. Un poco de distracción me vendría bien, luego de hacer un repaso mental de todo el plan. Ser el cabecilla me daba dolor de cabeza de vez en cuando, ya que debía repasar decenas de detalles, ya que la pérdida de algún eslabón en mi amplia cadena de crímenes, podía representar mi destrucción. No estaba dispuesto a fallar...aún.

- Le llevaré al centro de París, bella dama. Estará a buen resguardo con mi compañía. Se lo aseguro- dije esbozando una ligera sonrisa.

Aún así, permanecí muy alerta, escudriñando por el rabillo del ojo, para cerciorarme de cualquier cosa que pudiera ocurrir, ya fuera porque la dama tuviera algún cómplice oculto con negras intenciones, o algún nuevo enemigo del cuál cuidarme la espalda. Apostaba por lo primero, sinceramente, aunque bien podría estarme echando la soga al cuello. Ella era una hechicera y entre nuestro círculo, la palabra “traición” era el pan nuestro de cada día.

—Me llamo Edward Kesler, por cierto.

No tenía reparos en rebelar mi verdadera personalidad, no tenía caso ocultarme.

— ¿Podría saber el suyo?

Las presentaciones debían llegar en un inicio de cualquier encuentro, como marcaban los cánones sociales de París, más ambos nos lo habíamos saltado, estaba claro que salía sobrando. ¡Qué mas daba! Si no acabábamos muertos al doblar la esquina, al menos saber un pequeño pero gran dato acerca de mi nueva acompañante.

—Las calles están muy frías y atraen vándalos madame. Debería siempre contar con una escolta que le resguarde. Sería muy lamentable que le ocurriera una desgracia...

Si, muy lamentable y más con ese rostro.

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