Y yo que pensé que ser bruja me salvaría.-

por Invitado Vie Jun 17, 2011 5:28 pm

Nombre del Personaje: Soraya Dalnight
-Edad: 20 años
-Especie:
Humana/Bruja
-Tipo y Clase Social: Clase social baja
-Orientación Sexual: Heterosexual.
-Lugar de Origen:
Venecia, Italia.

-Habilidad/Poder:
Hechicería, Ilusión, Empatía.

-Descripción Física:

Spoiler:

-Descripción Psicológica:
(Debes describirla en un mínimo de 8 líneas, no menos.)
Soraya es una joven que ha vivido de mano en mano, nunca pudo conocer lo que era verdaderamente estar enamorada. Es atrevida, muchas veces se muestra alegre y con una sexualidad latente. Cuando está en el burdel, se pone una máscara de total felicidad, donde canta, baila y se “encandila” por cualquier hombre que la saque de aquel lugar.
Es sumamente inteligente, reconoce que es algo tímida si la encuentran de día. Es amable y gentil, mostrando tener un alma de nobleza, pero también puede llegar a estafar e incluso robar si su vida depende de ello.
Le cuesta mucho mantener en secreto su situación de bruja, es por eso que no vive en el burdel, según ella para no tentarse y revelar su condición.
Su vida, que más tarde se las contaré, ha sido una vida no apta para temerosos, de niña tomó muchas decisiones, quizá erróneas…pero decisiones en fin.

-Historia:
Anteriormente prometí que les iba a contar la historia de Soraya Dalnight, pido que todos los prejuicios los dejen de lado mientras leen las líneas que ella y yo contaremos a continuación.

De su nacimiento poco se sabe, algunos dicen que fue un milagro otro dicen que fue una maldición gitana. Lo cierto es que, Soraya nació hace veinte años atrás, en un campamento de gitanos a las afueras de la ciudad de los canales, Venecia, en Italia. Su clan, estaba feliz por recibir a tan bella criatura… Pero…como toda bella criatura algo oscuro debe tener.
Tres años después de su nacimiento, la pequeña Soraya, fue abandonada a la suerte en el medio de un bosque. Es aquí donde la dejo continuar.

Papá y mamá se habían ido, el carruaje improvisado donde solía descansar se alejaba por un camino maltrecho. Miré desesperada para un lado y luego para el otro, no vi nada; la desesperación recorrió todo mi cuerpito, tenía frío, hambre…y soledad.
De pronto del cielo oscurecido brotó una luz cegadora, junto con un ruido sin igual. No recuerdo muy bien como reaccioné, creo que en ese momento no pude pensar. Sin quererlo, comencé a llorar, me sentía abandonada, aferraba a Trapito, una muñeca de trapo que me había regalado mi nana.
Tambaleándome a causa de las ramas dispersas en el suelo, llegué a los pies de un viejo árbol, que aquella noche sería mi único hogar. Me acurruqué como solía hacerlo, vuelta a la izquierda, dedo en la boca, Trapito en mi otro brazo… había algo que faltaba. Me tapé los ojos con mi única compañera, entonces pude conciliar el suelo y dormir.
Aquella mañana, me desperté sobresaltada por unos sonidos de un carruaje, por un momento, en mi cabeza se resaltó la idea de que había sido una confusión y que era mis padres que venían a rescatarme de aquel frío infierno por el que viví esas horas. Pero no fue así.
Del carruaje salió una dama, de cabellos oscuros y ondulados, sus ojos reflejaban la oscuridad misma que contrastaba con su piel blanquecina. Vestía ropas ajustadas y coloridas, tenía toda el rostro pintado de colores. Ella me sonrió, no sabía muy bien que hacer, estaba sola… muy sola.

La joven mujer, a la que llamaremos Clarisse, me llevó a su hogar, una casita de madera, cuyo interior estaba repleto de muebles que ella denominó de “buen gusto”.
- Siéntate…- dijo la mujer caminando hacia un recoveco del lugar. Miré a mi alrededor, a mi lado, había una mujer anciana que no hablaba, estaba vestida de rojo y sus cabellos eran del color de la ceniza. Me observó por unos instantes y luego desapareció. Asustada por lo que había visto, comencé a llorar. Clarisse se acercó a mí, diciendo palabras de ánimo.
- Esa…esa…mujer… ¿ Qué le pasó?...- estaba temblando, no conocía muy bien éstos temas, pero mi abuela hubiera dicho que se trataba de un fantasma.
- Mi querida niña… eres una mujer de la noche…- dijo sonriendo, acariciando mi cabello.

En aquel momento no comprendía lo que decía. Hasta que crecí y cumplí mis doce años. No recuerdo muy bien como festejé mi cumpleaños, sólo recuerdo dos iniciaciones. Espero que me comprendan.
Durante nueve años de mi vida, había visto a Clarisse practicar el arte de la hechicera frente a mí, durante nueve años de mi vida, había sentido que yo era para la magia, como ella era para mí. Aquella noche sería mi iniciación.
No crean que las brujas mayores venían en escobas, con un sombrero puntiagudo, acompañadas de su gato o lechuza. Aquellas mujeres, venían vestidas de blanco, negro o rojo, depende la magia que realizaran, sus cabezas eran decoradas con tiaras o en algunos casos grandes capelinas que tapaban sus rostros.
Esa noche, estaba muy nerviosa, vestía una túnica ocre que se ceñía a mi cuerpo, mi cabello estaba suelto. Caminé hacia el centro de un círculo armado con tiza, donde en el medio, la estrella de la magia recorría cada punto. Me paré justo en el medio. Cerré mis ojos mientras escuchaba los canturreos de las mujeres, me sentí libre, mi energía brotaba como si siempre hubiera estado allí, expectante.
Abrí mis ojos, mi túnica ocre, estaba reemplazada por un vestido amplio, tan blanco como los dientes de Clarisse. Mi cabello estaba liso, acomodado en mi lado izquierdo.
Boquiabierta, Clarisse me regaló mis libros, pociones, hierbas y demás. Incluyendo una capa negra que según ella me protegería de criaturas tales como vampiros, licántropos y cambiaformas.
Pensarán que estuve loca al hacerlo, pero era algo que me llamaba a gritos… no como mi otra iniciación…que los únicos gritos que escuché fueron los míos.
La noche siguiente, bajé apresurada al escuchar como Clarisse me llamaba, a su lado, un hombre vestido de negro estaba mirándome con ojos extraños. Retrocedí y volví a mi habitación. Clarisse y “ El sujeto” llegaron a la puerta de aquel refugio.
- ¡Soraya abre la puerta!.-gritó furiosa Clarisse.
- Dale niña… que tengo todo el tiempo…-murmuró el hombre.
- No les abriré…- respondí.- Me quieren hacer daño…
- ¡No seas tonta!...- Clarisse hablaba mientras golpeaba con algo mi puerta.

Cuando se calmó todo, me puse a escuchar lo que decían.
- Perdone Señor…- dijo Clarisse.
- Me prometió a aquella muchacha… y no me iré…hasta que me la de.- respondió el hombre con notable impaciencia.

Decidí salir, no quería que le pasara nada a Clarisse, después de todo ella me había salvado. Trataré de ser breve, no quiero soltar ni una sola lágrima al recordar.
El hombre me tomó de los brazos, me tiró en el suelo. Mi espalda me dolía. Con su mano enguantada hizo que abriera de par en par mis piernas. Sentí su peso sobre mi cuerpo, un extraño dolor comenzó a recorrer desde mi intimidad, quería irme…o morirme.
Cerré mis ojos, quería abstraerme de aquella realidad.
Cuando desperté, Clarisse estaba a mis pies, inerte. Parecía uno de los maniquíes que decoraban su salón de vestir. El hombre me esperaba sentado, me sonrió y yo pude jurar que vomitaría. Tomé todas mis cosas, mis cosas de bruja… mis vestidos, todo lo que tenía.

Son las doce de la noche, debería estar en casa, practicando mi poción de amor en vez de estar aquí. Balthazar me tiene presa, desde no sé cuanto tiempo. Simplemente no me deja ir.
Doy una pitada a mi cigarrillo y miro a los clientes, babosos e insoportables que me miran como si fuera una mercadería en un bazar.
-¡ Soraya!...-grita Balthazar.- Es hora de trabajar…-dice y yo voy. Abriéndome de piernas al mejor postor. Sonrió, bebo champagne, me emborracho bien…y termino en la cama con un hombre que no amaba…que me está haciendo por enésima vez mujer.

Datos extras:
Es mejor reservar el misterio… que es lo único que en ésta vida me queda… ( frase preferida de Soraya)

por **Tarik Pattakie** Sáb Jun 18, 2011 9:26 pm

Todo está correcto, excepto la Clase Social. Ahí debes especificar si es de Clase Alta, Media o Baja. En cuanto lo modifiques postea aquí y un administrador te dará color en cuanto lo vea.