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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Arlette Vie Oct 26, 2012 6:58 pm

¡Había tanto color! Cada árbol, cada palmo de muro, cada rincón de aquél jardín yacía adornado con guirnaldas de colores mil y formas diversas, adoptando el claroscuro que las velas encendidas alrededor de nosotros, como hadas que bailaban al son de la brisa, ofrecían a aquél fantástico paraje al que mamá había transformado en una estampa digna de un sueño. Y yo, balanceándome en aquél columpió que papá me había construido el verano pasado, contemplaba el crepúsculo tras las colinas que se encontraban más allá del lago que, como un fiel reflejo, su agua se había teñido de colores anaranjados, rubíes y con un destello dorado que me fascinaba contemplar cada atardecer desde allí, moviendo mis piernas a la espera que el columpio se detuviera.

Precisamente en aquél momento, papá reclamó la atención de todos aquellos invitados -la mayoría, desconocidos- y yo volteé mi torso en busca de su rostro, sonriéndole sin querer, escuchando su anuncio tras el silencio que reinó en cuanto la orquesta que durante todo el día había animado la fiesta, se detenía -¡mis oídos los agradecieron!-.

- ¡Atención, señores, señoras y señoritas!- rió tras repicar con una cuchara el cristal de su copa, alzando la vista hacia mí para guiñarme el ojo, aludiendo así a la última palabra pronunciada.- ¡Quisiera presentaros a un viejo amigo mío que pretende reavivar ésta fiesta con su voz y su guitarra! Con todos ustedes... ¡Gerry!

Mis infantiles ojos se agrandaron en cuanto aquél hombre vestido de camisa y pantalón negro subió a la tarima, pues lo cierto era que... ¡se trataba de alguien muy apuesto!

- Madre... del amor... hermoso...-balbuceó tita Iris junto a mí, riendo cuando ella quedó boquiabierta durante bastante tiempo, cerrándola sólo cuando Naeem se le acercó cariñosamente por atrás rodeando su cintura, por lo que mi tita tuvo que disimular, pero no yo.

Aquél hombre de ojos claros, semblante pícaro y cabellos azabaches muy desordenados se acomodó la guitarra y con una radiante sonrisa, empezó aquella canción con la que logró hacer bailar a todos los ahí presentes, ¡incluso tito Di me invitó! Claro que él era tan y tan alto para mí... que acabó sentándome sobre su brazo y bailando en volandas...

The Galway Girl by Steve Earle on Grooveshark

Pero entonces, el timbre de casa sonó un par de veces y el alborto cesó, aunque algunas risas seguían escuchándose por aquellos recovecos y antes de que pudiera pestañear, aquél hombre llamado Gerry y con el que me apetecía bailar próximamente, desapareció sin siquiera despedirse. ¿Sería un hombre tan viajero como papá? Papá también cantaba muy bien y sabía tocar la guitarra... ¡Tenía que decirle que hicieran un dueto! Pero claro, era tarde y aquél enigmático señor se fue...

- ¡Por favor! Que las señoritas cumpleañeras se acerquen para soplar las velas de la tarta.- pidió papá entre carcajadas aun, contagiándome de su alegría y del buen ambiente que allí se respiraba.

Me despedí de tito Di con un beso en la frente y prometiéndole una revancha, corriendo hacia mamá que me agarró de la mano mientras caminábamos, ahora más elegantosamente, hacia el preciso lugar en el que se había eregido una colosal tarta de nata y fresas adornada con muchas velas, ¡demasiadas!

Por un momento, me sentí mayor y no pude reprimir una pequeña mueca que desapareció en cuanto vislumbré la figura seria e imponente del yayo Mac, soltando a mamá para correr a los brazos de mi abuelito, al que abracé con fuerza y reí cuando sus besos me hacían cosquillas en el cuello, manteniéndome en alto aun mientras me felicitaba por mi décimo aniversario, haciendo una señal hacia alguien que no lograba ver debido a la oscuridad que ya reinaba en aquél paraje, descubriendo, ante mi sorpresa, un flamante caballo negro con un lazo rojo sobre su cabeza. Aun desarmada, sólo pude estrechar la cabeza del yayo contra la mía y colmarle de besos y gracias hasta que él me sentó a lomos del animal, ofreciéndome las riendas con una sonrisa cómplice.

Devolviéndole el gesto las tomé y entonces, todo aconteció muy rápido: el corcel se asustó, irguió sosteniéndose sólo por las dos patas traseras y tras relinchar un momento, empezó a cabalgar en dirección al gran pastel, ignorando mis gritos y mis tirones para que parase, saltando por encima de la tarta sin poder evitar rozarla lo suficiente para que esta fuera destruida y sus trozos propulsados hacia los invitados que entre gritos y alboroto fueron manchados de nata y fresas, empezando así, un caos infinito. Mientras, el caballo saltó a la tarima, asustando a los músicos que aun allí se encontraban, siguiendo su camino hacia el muro de nuestra propiedad que también salvó de un largo brinco antes de cabalgar hacia el horizonte, conmigo agarrada a sus riendas y mis ojos cerrados por el fuerte azote del viento contra mi rostro y el pavor de caerme de sus lomos, esperando que pronto se detuviera y que mamá y papá no se enfadaran mucho conmigo por destruir aquella fiesta tan hermosa...


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Mensaje por Jerarld Délvheen Jue Nov 08, 2012 1:03 pm

Aquel dia llegabamos tarde, -y era por mi culpa- ...Pero como ibamos a una reunion informal y como sabiamos que nuestra ausencia tampoco seria un escandalo, no nos estresamos en exceso, por lo que relajados y del brazo, Scarlett y yo caminamos con parsimonia, charlando animadamente...
El dia habia sido tranquilo, y la noche habia llegado al fin, permitiendome salir de casa...Sin darme ni usa sola pista de lo que me esperaria al salir de mi residencia...
...
¡No te rías, si lo digo en serio!
... Scarlett carcajeaba a mi lado cuando yo le comentaba las trastadas que hacían mis hijos en el castillo, y es que no me creía cuando le comentaba que en el sexto cumpleaños de May el castillo casi había explotado. Quizás no se imaginaba el caos que podía crear un cambiaformas una bruja y dos humanos cerca de un saco de fuegos artificiales...Y es que tampoco me creía cuando le contaba sobre los incendios, explosiones, torturas, derrumbamientos de edificios además de derramamiento de sangre en algunas de las festividades que habia celebrado mi familia...sin embargo esas anécdotas parecían haberle dejado más tranquila, ya que al parecer pensaba que su familia no era muy “típica” y eso le preocupaba. Lo cierto es que no entendía porque, yo no veía nada malo en que una familia tuviese cazadores, inquisidores, brujos y humanos entre sus miembros….Aunque…. esperaba que no tuvieran como pasatiempo coger las antorchas para ir a por el hereje…porque el único hereje inmortal que había allí, era yo.
O al menos eso me solían decir.

Seria por familias especiales...

Comenzamos a caminar por el exterior, aun comentando cosas, divertidos y relajados, los siervos de aquella villa nos habían dicho que debimos conducirnos directamente hacia el jardín trasero, por lo que nos deslizamos sobre el verde césped, disfrutando de la brisa.
La noche era fresca, la música se escuchaba desde lejos, y había un agradable aroma a dulces en el aire, que me recordó los viejos tiempos y a aquellos cumpleaños infantiles.

Parece que se lo están pasando bien…Por cierto...¿Cómo se llama tu sobrina?...Scarlett me miro sonriendo y entreabrió los labios para responderme antes de que su mirada se girase y sus ojos se abriesen de par en par sin que pudiese decir nada, gesto que me extraño y que me hizo girar el rostro para ver que ocurría, vislumbrando como aquel caballo negro cabalgaba a todo galope hacia nosotros ante el grito de la niña que a ver que el caballo iba en nuestra dirección escondió la cabeza a la vez que yo sujetaba a Scarlett y ambos nos agachábamos en el instante justo en el que el caballo quiso saltarnos por encima.

¿¡¡¡Pero que...!!!? ¿¡Estas bien!?
Sujete a mi acompañante, sorprendido y preocupado por ella, pero mi preocupación aumento al ver el gesto de Scarlett, quien se llevo ambas manos a la boca

¿¿¡¡Su sobrina!!?? Gire la cabeza rápidamente hacia la dirección de la bestia y es que el galope incesante no parecía mermar y empezaba a alejarse de la residencia llevándose a la niña, por lo que sin pensarlo siquiera me puse en pie y corrí en aquella dirección, saltando un par de vallas ágilmente, antes de hacer uso de la velocidad de nuestra raza, -una que por un instante nos permitía verlo todo como si fuera a una lentitud imposible-, para llegar al lado del animal en un instante, tomando una de las riendas sueltas para sostenerla y darme impulso, montando en el caballo atrás de la pequeña con suma rapidez, momento en que pose un brazo alrededor de su cintura arrebatandole la rienda que ella sostenía, una que junto a la que ya tenía me permitía tomar el control de aquel corcel negro, haciendo que relinchara y se irguiera sobre sus dos patas traseras, enfurecido y enérgico como una bestia salvaje que sin lugar a dudas deseaba lanzarnos lejos.

¡WOOOH!” ¡¡¡Quieto!!! El corcel sacudió su cabeza con ímpetu, por lo que use mi control mental para influir en la mente del caballo, calmándole y doblegando su mente para que dejara de sacudirse, dejando de este modo de moverse con violencia, aun relinchando y resoplando con furia. Instante en que al fin se calmo un poco, haciendo que tanto la pequeña como yo pudiésemos volver a tomar aire, relajándonos un poco.

¿Pequeña, te encuentras bien!? ¿¿¿¡Te has hecho daño!??? Pregunte mirándole hacia abajo, pues aun le sostenía con un brazo por la cintura, sin embargo la nena no decía nada, simplemente tiritaba, y respiraba agitada entre mis brazos, por lo que hice una mueca un tanto preocupado, ¡pobrecilla! Encima que era su cumpleaños y menudo susto le acababan de dar.
Frote sus brazos con suavidad y olfatee el aire, percatándome que no olía a hierro, por lo que no se había hecho daño, gesto que me hizo aliviarme un poco. Por lo que tome las riendas y comencé a conducir al caballo con la máxima lentitud que pude, haciéndole girar para que volviésemos con calma hacia el jardín de la fiesta. Sus padres debían de estar preocupadisimos.

No preocupes por nada, voy a llevarte de vuelta a la fiesta… ¡Seguro que todos están esperándote! Indique con una sonrisa, intentando animar a la pequeña. Pero ella seguía en silencio, por lo que suspire y aun sosteniéndole, empecé a soltarle poco a poco.
No tengas miedo, el caballo simplemente se asusto, no va a hacernos nada. Mira…
Tome sus pequeñas manitos y las sostuve dentro de las mías, haciendo que tomara ellas las riendas mientras que yo guiaba sus manos para que no diese tirones fuertes.
Ves?...No es muy difícil, así ira calmado, y solo paseará. Indique lo más sosegado que pude, intentando influirle calma a la niña con mi voz, pero seguía agitada, pues podía escuchar su corazón latir con fuerza, por lo que me puse tararear mientras volvíamos a paso lento hacia la villa.

“…Quietly while you were asleep
The moon and I were talking
I asked that she'd always keep you protected…

She promised you her light
That you so gracefully carry
You bring your light and shine like morning

And then the wind pulls the clouds across the moon
Your light fills the darkest room
And I can see the miracle
That keeps us from falling

She promised all the sweetest gifts
That only the heaven's could bestow
You bring your light and shine like morning

And as you so gracefully give
Her light as long as you live
I'll always remember this moment..”


Comencé a improvisar algo lento sobre la luna y sobre si esta me dejaría protegerla…tarareando sobre el viento, sobre la luz y sobre cosas que vinieron a mi mente en el momento, cantando despacio y en voz baja, como había hecho tantas veces con mis propios hijos, con la esperanza de que mi voz calmase a la nena, mientras el caballo nos conducía con extrema calma por el prado verde, mientras el viento suave agitaba nuestros cabellos y la luna se alzaba con suavidad encima nuestro.

Entonces, la pequeña elevo la mirada al cielo y yo le contemple hacia abajo viendo su rostro del revés, sonriéndole. Parecía que había dado resultado y ya se sentía mejor, pero entonces, cuando la paz parecía haber vuelto al fin, el corcel se vengó y dio una última sacudida, haciendo que la pequeña se fuese a un lado, y que yo al sostenerla me fuese también a un lado...

Y entonces…
Un bonito charco de lodo nos recibió con los brazos abiertos.



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Mensaje por Arlette Dom Nov 11, 2012 4:15 pm

Sweetest Gift by Ewan McGregor on Grooveshark

Mis ojos se abrieron desmesuradamente en cuanto aquella melodía me devolvió los recuerdos del mismo sueño que cada noche me perseguía. La diferencia, es que ahora no estaba en mi camita, acurrucada junto a mi osito de peluche Mimosín y perdida en el aroma de jabón que aun impregnaba las sábanas de aquél enorme lecho en el que sola me dejaba mecer por la luna que me contemplaba desde la ventana. No, ahora trotaba sobre aquél corcel desbocado junto a un hombre cuya voz me era extrañamente familiar, cuyo tacto entre mis manos activó un mecanismo en mi cuerpo que de algún modo, hacia que mi piel reclamara de algún modo su contacto de nuevo. Sólo entonces, pese a mi estado asustado, osé alzar la vista para contemplar a mi héroe -con permiso de papá, claro-, y mi sorpresa fue mayúscula cuando mis ojos se encontraron con los suyos y una amplia sonrisa más el sosiego de mi desbocada respiración, inundaron mi ser.

Despegué mis labios para hablar al fin, pero entonces, recordé cómo terminaba aquél sueño, por lo que sonreí traviesa y me limité a esperar pacientemente el desenlace, resultando ser, nuestra torpe caída sobre un charco de lodo. Y mientras el corcel se perdía rumbo el horizonte difuminado entre el cielo y la tierra, mis carcajadas resonaron en aquél solitario paraje, quitándome el lodo de los ojos para poder observar una vez más, al pelirrojo de mis sueños, ahora en carne y huesos, frente a mí, cubierto de barro pero idéntico a la imagen mental que desde siempre había mantenido en mi cabeza.

Sin reparo alguno me acerqué hasta él y me senté sobre su regazo, limpiando de su chaleco y camisa azabaches con mis pequeñas manitas, riendo cuando éstas se dedicaron ahora a su largo pelo alborotado y sucio.

- Me hiciste esperar mucho.- comenté con una sonrisa, sin mirarle realmente, demasiado entretenida con su cabello.- ¿Dónde estuviste todo éste tiempo?- añadí haciendo un puchero infantil y teatral con mis labios, retirándome unos centímetros para contemplar ahora su semblante iluminado por la tenue luna.

Aparté sus cabellos cobrizos de su semblante un tanto desconcertado, pasando mis dos manos por los contornos de su rostro hasta reencontrarse a la altura de su pronunciado mentón, sonriendo cuando él sonrió de un modo que un escalofrío recorrió mi espalda. Sus ojos eran claros y brillantes, risueños aunque con un deje que no supe identificar, quizás... ¿nostalgia? Jugueteé con su nariz unos momentos, riendo antes de ponernos en pie y sacudirnos de aquél lodo que había manchado del mismo modo mi vestido.

- Oh, oh... mamá se enfadará conmigo ésta noche... Me quedaré sin tarta...- susurré cabizbaja, mostrándole al pelirrojo la desastrosa falda que lucía, suspirando mientras, cuidadosamente, salía de aquél charco alzándome el vestido para no ensuciarlo más.- ¿Vamos a casa, Jerarld?- le pedí, recuperando mi sonrisa cuando mi mano se aferró a la suya, dejando tras nuestros pasos los zapatos de charol, pues ahora llenos de barro me producían más molestias que comodidad, por lo que, llevando un par de zancadas, me tomé la libertad de escalar por la espalda del muchacho hasta sentarme sobre sus hombros, indicándole con mi dedo índice, el camino de regreso a la villa.- ¡Adelante, maridito!-vociferé, como si me tratara de la capitana de un navío y él fuera mi barco.


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Mensaje por Jerarld Délvheen Mar Nov 13, 2012 2:08 pm

Lleve mis dedos a mis ojos,apartando el lodo que los cubría mientras parpadeaba algo ceñudo aun sin ver bien. Momento en que alguien se sentó en mi regazo, haciéndome notar como unas manitas reseguían mi rostro. Fue entonces cuando abrí los ojos por completo y contemple con detalle a la pequeña por prinera vez en mi vida, visualizando aquella mirada brillante y ese rostro sonriente y lleno de barro que sin lugar a dudas me enterneció al instante, haciendone sonreir, y es que ella parecia entretenida limpiandome, sentada con calma, acomodándome mas a mi que a ella misma.

Ladee el rostro.

¿Tardar? ...He llegado tarde esta noche,es cierto, pero es porque no podia salir antes....indique con calma,pues la pequeña no entendería el verdadero porque y eso me permitía ser sincero. Aunque algo en sus gestos me hizo entender que no se refería al tiempo de llegada precisamente...ya que después de todo ella no me conocía ..y si se refería a rescatarla...¿a tardar en rescatarla? No, nada parecía tener mucho sentido.
¿A que te refieres pequeña? Pregunte ante su sonrisa, apreciando como ella repasaba el contorno de mi nariz con su dedo indice, al parecer divertida con mi cara. Sonreí de medio lado,aquella pequeña había despertado mi curiosidad.

Entonces me puse en pie y mire mi lamentable aspecto, suspirando. A veces era peor que mis propios hijos,no podía estar mas de una hora sin acabar con la ropa desastrosa,sucia o rota...Claro....¿A quien iban a salir?

Una mano cálida y pequeña se aferro a la mía y yo contemple hacia abajo la mirada iluminada de la nena, su rostro travieso le daba un aire encantador que me hizo mirarle con dulzura. No tenia que pensarlo mucho para saber con certeza que nadie se resistiría a esa mirada suya, seguro que tenia a sus padres a sus pies...¿Seria una pequeña terrorista como mis pequeños?

Oh,no te preocupes por el vestido, le diré a tu madre que ha sido culpa mía y si no me cree...te daré mi trozo de tarta. Indique divertido, guiñándole un ojo. Entonces mientras remangaba mis mangas y soltaba algunos botones de la estropeada camisa, unas manos comenzaron a estironearme mientras yo parpadeaba y miraba hacia arriba .

¿¿Maridito?? JajajajaAis...Me encanta... comencé a avanzar poco a poco dando algunas zancadas con cuidado,sujetando a la nena que se hallaba sobre mis hombros -de sus mismas piernas- para que no se moviera mucho, a la vez que ella sonreía y se agarraba a mis cabellos, notando como sus deditos se enredaban en ellos.
Cuéntame jovencita...¿No querrias escapar de la fiesta de cumpleaños verdad?...¿Ehmm? ¿Me estas haciendo trencitas? Pregunte antes de que su risa me contagiara y yo negara con la cabeza,embadurnado de barro y con peinado nuevo,como para pasar desapercibido en la fiesta, -como era mi intensión.- Pero entonces, mientras conducia a la jinete sobre mis hombros diversas dudas asaltaron mi cabeza,aquella pequeña a pesar de sus años ya era enigmática.

Pequeña...¿como es que sabes mi nombre? Yo aun no se el tuyo. Una risilla escapo de sus labios traviesos, parecía que quería jugar. Vamos! cuéntame indique divertido, mientras caminaba saliendo al fin del barro, caminando por el verde césped visualizando la Villa, de seguro que sus padres y los demás invitados ya venían hacia nuestra busquedad.

Mmmm...Me pregunto porque mi jinete estará tan silenciosa, indique con calma, escuchando la risa de la pequeña que seguía jugueteando con mis cabellos. Por lo que lleve mis manos a sus pies descalzos, resiguiendo con las yemas de los dedos las plantas de sus pequeños pies, haciéndole cosquillas. Contagiándome nuevamente con aquella risa infantil, pero entonces el ruido de los grillos y las luciérnagas me hizo parar un instante.

Oh...¿escuchas eso?...Mira...escucha con atención...susurre mirando a mi alrededor, visualizando como pequeñas luces comenzaban a encenderse. Han venido a saludarte.

Luciérnagas:




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Mensaje por Arlette Mar Nov 13, 2012 2:37 pm

- ¡Oooohh! ¡Cuántas lucecitas!- exclamé emocionada, tirando de su pelo y saltando sobre sus hombros, decidiéndome a abandonar el refugio de sus hombros para volver a tocar suelo y empezar a correr hacia aquellas luciérnagas, riendo y extendiendo mis brazos como si pretendiera abrazar aquellas deslumbrantes luces de color ámbar, tropezando con mi vestido vaporoso y que me hizo caer cuesta abajo haciendo la croqueta, deteniéndome al fin bocarriba, con la respiración agitada y la sonrisa ampliada en mi rostro de sonrosadas mejillas.

- ¡Ven, maridito, ven a jugar conmigo aquí!- le pedí, indicándole con la mano la situación en que le quería, riendo cuando él obedeció contagiado por mi alegría, decidiéndome entonces, a satisfacer sus preguntas mientras mis dedos intentaban atrapar una de aquellas luciérnagas que curiosa, se había posado sobre mi pequeña nariz, haciéndome cosquillas.

- Debiste empezar a buscarme hace mucho, ¿sabes cuánto llevo esperándote? ... ¡Muchas lunas! ¡Muchos soles! Y algún que otro eclipse... -reí de repente, sin mencionar que el único eclipse que había visto había sido un sencillo juego de luces y sombras que papá había organizado una noche al aire libre con mamá, en el que me contó muchos cuentos sobre el mar y las estrellas, a las que dice son sus hermanas.

- ¿Cómo no saber el nombre de mi maridito? ¿A caso tu olvidaste el mío?- susurré de repente, frunciendo mis labios en un puchero infantil mientras ladeaba mi rostro hacia él y la luciérnaga de marchaba para posarse sobre una hoja caída no muy lejos de nosotros.-¡Por eso tardaste tanto!- vociferé de repente, sonriente y lanzándome sobre su pecho en un gran abrazo cuyos brazos no llegaban a envolverle plenamente el tórax, cerrando mis ojos sobre su pecho silencioso, escuchando sólo la melodía que para nosotros cantaban aquellos grillos.- ¡No es que rompieras tu promesa... Es que te olvidaste de ella.

Y entonces, alzando mi mentón parar mirar sus ojos grises y confusos, esbocé la más tierna de mis sonrisas mientras mi voz concluía todas las dudas que desde un primer momento, habían envuelto aquella conversación.

- Mi nombre es Eyra.


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Mensaje por Jerarld Délvheen Mar Nov 13, 2012 5:26 pm

Tragué saliva, mirando hacia el frente mientras la pequeña me abrazaba ante mi estupefacción.

Eyra... Repetí en apenas un susurro. Hacia diez años que no había pronunciado aquel nombre en voz alta...no me había permitido hacerlo, mas solo sonaba en mi mente cuando soñaba con ella o cuando pensaba en aquellos momentos...siempre los últimos momentos juntos, los únicos reales en nuestra larga vida juntos al fin y al cabo.

Negué con la cabeza, pues no tenia sentido, no podía tenerlo, la idea que se formaba en mi cabeza no podia ser real, pero aun asi....Algo me instaba a creer en lo imposible...
A veces me preguntaba si alguna vez maduraría de una vez y pondría los pies e la tierra.

Debería llevarte a la Villa...tus padres estarán preocupados por ti. Comente soltando un suspiro, queriendo creer que era una especie de broma, una cruel sin lugar a dudas. Pero entonces aquella niña menciono el eclipse, y la promesa...Nadie sabia sobre la promesa que yo le había hecho a Eyra aquella noche, pues nunca la comente, nunca se lo dije a nadie, incluso había estado una noche entera intentando explicarle a Johannes lo que había sucedido en realidad, siempre tropezando con mis propias palabras, sin saber realmente si había podido explicarle algo de forma coherente...
Por lo que, todo lo referente a aquel juramento, simplemente quedo en mi interior sin saber como podría llevarlo a cabo...creyendo con el paso del tiempo que ella solo querría que le mantuviese viva en mi recuerdo para el resto de mi existencia...Como si sacarle de mi mente fuera algo posible realmente.
Lleve mi mano al puente de mi nariz, deslizando mis dedos por mi rostro hasta posarlos sobre mis labios, aun pensativo, aun un tanto lejos de aquel lugar, pero me obligue a volver al mundo real y a despertar, sino me mente me llevaría a millas luz de la realidad.

No...No lo he olvidado...Nunca olvido mis promesas...Indique de pronto. Bajando la mirada para contemplar la mirada dulce de aquella niña, que me observaba con los ojos brillantes, agarrada a mi mientras me miraba fijamente, sin apartar sus ojos de los mios, mirándome por un instante como si me conociera de toda la vida, gesto de que de algún modo me robo el aliento.
Lleve mi mano hacia su cabecita y acaricie sus cabellos con suavidad mientras le miraba intentando creer lo imposible.

Cumples diez años...¿verdad?...Ella sonrió aun mas ampliamente mientras yo le miraba y sonreía, como si la acabase de pillar.

Jeg fant deg... "Te encontré" Indique en nórdico, mientras ella reía picaramente asintiendo, antes de que mis brazos le envolviesen con suavidad en un calido abrazo, en el que le meci y le acunñe con cuidado, cerrando los ojos. Sin poder creer y sin poder de dejar hacerlo...Sosteniéndola para alzarme asi, llevandole conmigo mientras las luciérnagas nos rodeaban y yo le conducía hacia la Villa.
Eyra se acomodo con rapides, apoyandose en mi pecho,como si le agradara escuchar el silencio que de el emanaba, mientras mi cabeza intentaba poner en orden algo que no podía tenerlo.
...
A los pocos metros de avanzar, aparecieron algunas personas, que corrieron a nuestro encuentro.
Entonces le baje de entre mis brazos y sostuve su mano mientras ella me miraba hacia arriba.

Te están esperando, tienes que ir con ellos...Por un momento visualice un atisbo de miedo en aquellos ojos infantiles, por lo que sonreí y apreté su manita entre la mía queriendo infundirle valor, Yo seguiré aquí no te preocupes...vez con ellos. La pequeña asintió y sonrió antes de soltarme y correr hacia su madre, quien le tomo en brazos con la angustia enmarcada en su rostro, a la vez que su padre les abrazaba a ambas, sosteniéndole el rostro, cerciorándose de que se encontraba bien, mientras yo miraba la tierna estampa familiar, bajando la mirada... Pensando en que de algún modo u otro ella ya tenia lo que siempre había deseado... El cariño de su familia.

Oh...muchas gracias...
La voz dulce de su madre me saco de mi aturdimiento, haciéndome alzar la mirada.
Oh, no tiene que dármelas No se preocupe, se encuentra bien...Solo se ha llevado un pequeño susto. Ella sonrio y el padre se acerco a su pequeña, intentando limpiar un poco el embadurnado rostro de Eyra.

Ehm...si, hemos tenido un pequeño e insignificante contratiempo con el lodo. ¿Verdad que no le quitareis la tarta por ensuciarse el vestido? Comente bromeando mientras sus padres reían ante la sugerencia y los cuatro comenzábamos a caminar por las afueras de la Villa, acercándonos a la entrada del jardín trasero...


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Mensaje por Arlette Mar Nov 13, 2012 6:36 pm

Mientras papá charlaba ahora con Jerarld ante mi disimulada mirada, mamá se encarcaba de limpiar como podía aquél desastroso vestido, aunque poca atención le presté cuando un pastel, idéntico al primero, apareció ante mis ojos llevado en volandas por un siervo, quién lo dispuso en una mesa de cristal frente a mí. Mamá me sonrió y me tomó de la mano cuando juntas avanzamos hasta la tarta, tragando saliva ruidosamente por un segundo en el que un recuerdo que aun no había ocurrido me robó el aliento y los presentes fijaron sus ojos de nuevo en mí, sintiendo un frío sudor recorrer mi espalda.

Quería detener aquél paso, parar aquella fiesta, tomar el rostro de mamá y explicarle que si aquello avanzaba, todo en mi mundo cambiaría. Pero claro, el destino es el destino y yo sólo soy un juguete de éste, por lo que no podría nunca sabotearlo. Y mamá... ¿cómo iba a creerme? Me diría que ya era mayorcita para tener tanta fantasía en mi cabeza, o que no escuchara a papá y sus historias antes de acostarme, o...

Nuestros pasos cesaron ante las candentes llamas de las velas que bailaban al son de la brisa, aguardando nuestro gesto. Mamá me apretó fuerte y sonriendo, me guiñó el ojo para que, juntas, sompláramos las velas de aquella colosal tarta de aniversario.

Así que lo hice. Cerré los ojos, tomé una gran bocanada de aire y... soplé, y soplé, y soplé... hasta que la noche se cernió más oscura sobre nosotros mientras yo alzaba la cabeza hacia los invitados que aplaudían y silvaban a las cumpleañeras, siendo mamá la primera en regalarme el primer beso de la noche. Pero entonces, aun con sus manos entre mi infantil rostro risueño, algo en mí cambió:

Mi corazón dio un vuelco que me hizo soltar un jadeo atronador que silenció los labios parlantes de la cena, desconfigurando el rostro de mamá que permanecía estática frente a mí. Mis ojos se abrieron desmesuradamente y por un momento, me faltó el aire en los pulmones, me asfixiaba, por lo que me separé de ella e instintivamente, llevé mis manos al cuello como si pretendiera extender la capacidad de oxígeno de éste, como si deseara cerciorarme de que nada obstruía la escasa respiración que entraba en mi cuerpo. Luego, ante mi pavor y profundo dolor, mi boca se llenó de sangre debido a que algunos de mis dientes de leche cayeron de repente y otros, más fuertes, tomaron su lugar en a penas un pestañeo. Escupí la sangre en cuanto caí a gatas sobre el césped, intentando controlar aquél dolor que ahora se transportaba hasta todas y cada una de mis articulaciones, de mis huesos, alargándolos y fortaleciéndolos de igual modo, empezando así a gritar desgarradoramente, cerrando los ojos y apretando mis mandíbulas mientras me retorcía en el suelo, llevando mis manos a abrazarme con la esperanza de detener el avance de aquella pesadilla. Llegó un momento en el que sólo sentía dolor. Puro y crudo dolor. En cada fibra de mi ser, sólo... dolor.

Y tras unos minutos que parecieron eternos, el sufrimiento empezó a aminorar su intensidad y poco a poco, fui recuperando el aliento perdido, así como el movimiento de mi anatomía magullada. Como pude, logré erguirme aunque las rodillas parecían no soportar el peso de mi cuerpo, sosteniéndome en la mesa de cristal que aun sujetaba aquella tarta. Jadeante abrí los ojos y en su reflejo, no vi mi rostro dulce, tierno y sobretodo infantil, el normal para una niña de mi edad, de diez años. No, ahora, unos grandes ojos azules me contemplaban horrorizados, enmarcados por unas facciones un tanto más duras que las mías. Sin dudarlo, llevé una de mis manos a mi mejilla derecha y acaricié su contorno, soltando un pequeño grito cuando supe que aquello no era uno de mis extraños sueños. Aquello era real, tan real como yo misma.

- ¿Pero qué...?

Callé. ¿Era aquella mi voz? Parpadeé y me mordí los labios con fuerza, aun con el sabor de la sangre en mi boca. Y entonces, cuando más perdida y confusa me sentía, la voz de papá habló para romper el silencio atronador del jardín.

- Se cumplió la maldición.- susurró con pesar.


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Mensaje por Jerarld Délvheen Vie Dic 07, 2012 6:12 pm

En aquel momento, el pánico, la confusión y el grito de algunos de los invitados empezó a llenar el silencio que por un momento se había formado, haciendo que empezara cierto alboroto que pareció alterarlos a todos, ¡y con razón! Eyra acaba de pasar de tener el cuerpo de una niña al de una jovencita quizas veinteañera.

Pero entonces ante la sorpresa y el revuelo de todos, la madre de la pequeña…-o mejor dicho, de la adulta-, caminó con paso firme, comenzando a rodear a Eyra mientras sus labios susurraban algunas palabras ante su mirada concentrada, momento en que se paró detras de ella y extendió los brazos haciendo unos extraños movimientos con sus manos, haciendo que de pronto una densa neblina se extendiese desde su posición hacia todos los presentes.
Lleve mi antebrazo delante de mis ojos, desviando un tanto el rostro cuando aquella neblina oscura paso traspasándonos a todos hasta desaparecer. Momento en que volví a mirar a todos lados, confuso ante lo que ocurría delante de mis propios ojos. Visualizando de pronto, como todos los invitados se habían quedado petrificados en las posturas escandalizadas en las habían estado mirando a Eyra hacia tan solo unos escasos segundos…

Pero que demonios está ocurriendo aquí!? Pregunto Diétrich, que junto a Iris ayudaban a Eyra a sentarse, a la vez que el inquisidor miraba a su sobrina con un semblante que irradiaba pánico en su mirar.
¿Qué le ocurre a la gente?...
¡¡¡Nél!!!

Grito el inquisidor a la madre de Eyra mientras ella llevaba una mano a sus labios, apretando los puños mientras amargas lágrimas recorrían por su semblante con el ceño fruncido.

Solo les he inmovilizado, solo la familia ha quedado libre del hechizo…Nadie se moverá de aquí …
…Maldito sea ese brujo…
Ardera por sus pecados. Y por lo que ha hecho a nuestra pequeña…
Susurro mientras su marido se acercaba a ella abrazándole para sosegarla, a la vez que el silencio, tajante e incomodo, volvia a cernirse sobre el jardín aquella noche, haciéndome comprender algo que no se había dicho abiertamente…
Aquella niña había sido maldecida con lo que le acababa de ocurrir…Pero...¿Por qué?

Pues parece que nuestro amigo inmortal es de la familia, comento un hombre a mi espalda, haciéndome girarme para contemplar el humo del puro que expulsaba Magnus, mientras éste escrutaba mi semblante con una mirada penetrante, que por un momento me hizo arquear una ceja.
La mirada de aquel inquisidor era realmente intimidante.

Me giré ante su comentario encontrándome con los rostros consternados de todos ellos, de toda aquella familia, encontrándome con los ojos de Eyra que ahora me miraban centellantes y preocupados. Haciendo que mi polvoriento corazón diese un vuelco ante aquella mirada cristalina…que aunque perteneciera a otro cuerpo, yo conocía tan bien.

Solte un resoplido y baje la mirada,cruzandome de brazos, un tanto angustiado ante aquella situación…Pues, ¿Cómo enfrentar aquel momento? ¿Cómo decirle a aquellas personas que era más que obvio que yo …"era parte de aquella familia" de un modo u otro? ¿Cómo decirles que conocía más que bien a aquella “niña”?...¿cómo explicarles que aquella joven que ahora me miraba sin apenas parpadear…Era mi esposa?...Lo único que faltaba era que su padre sacara la escopeta y me apuntara con ella por osar decir tales palabras.
Lo peor de todo es que ya esperaba cualquier cosa.

Saque de mi cabeza las ideas delirantes e intente pensar racionalmente en una situación que no lo era. Pues tenía que saber si aquello que acababa de ocurrir tenía un motivo real. Pues ella era Eyra…
Mi Eyra…
Porque…
Lo era con certeza... ¿No?

Es el hombre que Eyra dibuja a todas horas, aquel con el que dice soñar. Comentó Magnus dando una nueva calada a su puro, con un semblante relajado, que me hizo preguntarme si aquel hombre se estresaría o preocuparía en algún momento por alguna cuestión que se le escapara de las manos, pues parecía saberlo todo y tan sosegado como si estuviese en una reunión informal ante algo que pasa todos los días.

Negue con la cabeza, un tanto ceñudo. Ellos querían saber si yo era el “pelirrojo de sus sueños” y yo quería saber si ella era mi esposa, por lo que en aquel momento camine hacia la joven cumpleañera, y me pare delante suyo, parpadeando un tanto confuso al ver que aquella mirada me había robado el aliento. Por lo que introduje la mano en el interior de mi chaqueta -intentando centrarme-, sacando aquel anillo que aunque hubiese ocultado todo aquel tiempo…siempre lleve encima.
Lo mire por un instante, acariciando la superficie del rubí rojo, mirando el sutil brillo de la fecha de aquella inscripción, para después posarme de cuclillas, extendiendo mi mano hacia la niña mientras ella daba un respingo al mirarlo, contemplando el anillo ciertamente agitada.

¿Sabes… lo que es? Pregunte mientras le miraba, y a su vez todos sus familiares.

Y ante el silencio de aquel entorno, ante el rostro de preocupación y consternación de los presentes, espere, aun ofreciéndole aquella pieza en la palma de mi mano.
Si aquella pieza reaccionaba ante ella de algún modo, eso significaría que ella era su dueña, si no…Todo volvería a ser como antes.

Tragué saliva. Sin saber si el destino me estaba jugando una mala pasada realmente. Pues ahora dependía de aquella niña el descubrir si de verdad le había encontrado, o si por el contrario todo esto…no era más que una coincidencia.
Una cruel coincidencia…


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Mensaje por Arlette Vie Dic 07, 2012 7:10 pm

Un destello de luz tras un fuerte dolor de cabeza me llevó lejos de allí, a un mundo anterior, a un recuerdo pasado en el que pude ver a través de unos ojos que era y a la vez no eran los míos. Contuve el aliento…

Todo se volvió turbio y confuso en cuanto Jerarld y yo logramos abrir aquella caja, viendo en su interior el más bello de los anillos, con un rubí incrustado que, pese a los siglos que pesaban sobre él, se mantenía radiante e intacto al polvo, como si algo mágico lo recubriese y lo protegiese. Jer y yo nos miramos unos momentos, realmente alucinados por aquello encontrado. Pero no tuvimos tiempo de nada, pues la entrada cedió y los cazadores entraron en manada, lanzándose sobre nuestro y usando su arsenal de armas para atacarnos.

Jerarld me lanzó la caja entre gritos que no comprendí el contenido de cuyas palabras, pues él se vio engullido por varios cuerpos de humanos. Yo me había recompuesto por la sangre de aquél cazador, así que mis reflejos estaban despiertos y sedientos de juegos. Peleé ferozmente, destripando y decapitando sin piedad. Creo que si antes solventaba el orgullo de no haber matado a nadie hasta entonces, aquella sola noche rompí aquél récord. Aunque, obviamente, era cuestión de supervivencia, como lo fue el caso de Noruega. Ahh... Noruega... cuántos recuerdos nos trajimos de aquellas tierras. De reojo, observaba los rápidos y concisos movimientos defensivos de mi amado, sonriendo dulcemente al recordar aquellos momentos en el granero, o cuando nos desatamos al salir del lago, bajo aquella tempestad... Un puñal rozó mi mejilla y me sacó de aquellas cavilaciones, recordándome que ahora no era momento para el romanticismo. Usé mis uñas para destripar al cazador y de una patada lo estampé contra una columna, cayendo al suelo y retorciéndose de dolor al comprobar cómo sus ojos habían sido brutalmente dañados.

Aproveché el momento en el que ningún humano ejercía su atención hacia mí para subirme al altar de piedra en cuya parte inferior, permanecía casi intacto, un relieve esculpido con figuras antropomorfas, probablemente santos cristianos. Desde allí, batallé fervientemente contra varios cazadores, pero mi mente seguía rondando aquellos recuerdos con Jerarld, rememorando cómo la yema de sus dedos se paseaba por la piel de mi cuerpo, besando cada poro de mi piel... hasta que un humano se agarró a mi pierna y me hizo tambalear hasta caer torpemente... a los brazos de Jerarld. Nos sonreímos dulcemente y yo despegué mis labios para agradecerle su ayuda cuando él se me adelantó, proponiéndome matrimonio del modo más casual que nunca había escuchado. Mis ojos se ensancharon, mi respiración tropezó en mis pulmones hasta hacerme jadear, mi piel se erizó, mi boca se secó y mi mente se nubló.

Mi amado me dejó junto a él, de pie. Pero yo no era yo. Mi alma, o aquello que decían que los hijos de la Sombra no poseíamos, vagaba muy lejos de aquél palacio en ruinas. Y mi corazón congelado, casi volvía a latir de nuevo bajo mi coraza en forma de piel humana. Mis carnosos y sedientos labios esbozaron una sonrisa llena de ilusión y alegría. Pero mis ojos, se empañaron por unas molestas lágrimas que nublaron el campo de mi visión, sin ver cómo un cazador tomaba impulso y me asestaba un puñal a la altura de mi hígado, haciéndome escupir sangre. El humano hizo un movimiento para sacar el arma y volvérmela a clavar, ésta vez hacia mi pecho, quizás, pues antes de que pudiese hacerlo, aproveché que había caído al suelo para hacerle una zancadilla, contemplando agonizante cómo su cabeza golpeaba contra el relieve del altar y quedaba muerto al instante.

No muy lejos de mí, escuché los gritos desesperados de Jerarld, indicándome la salida. Intenté ponerme en pie sin demasiado éxito, por lo que me apoyé en una columna para erguirme. Caminé arrastrando los pies, escupiendo sangre de vez en cuando, mareándome por la falta de aquél elixir en mi cuerpo. Llegué a la entrada de aquella apertura, sosteniendo aún aquella cajita entre los dedos de mi mano derecha mientras con la otra intentaba frenar el derramamiento de mi sangre. Como pude, me incliné hacia el agujero y usé todas mis fuerzas para salir de allí, cayendo estrepitosamente a ras del jardín que rodeaba la mansión.

Gateé y me arrastré hasta la copa del árbol más próximo, apoyando mi espalda en su corteza, inspirando la brisa nocturna que traía las montañas azabaches que nos rodeaban en silencio. Entre las frondosas flores de aquél cerezo, la media luna nos espiaba, sonriéndonos desde su trono celestial. Le devolví aquél gesto mientras agarraba aquella caja entre mis manos, ladeando mi cabeza hacia la dirección por la que Jerarld debía salir de aquella cripta, esperándole, deseando no morir antes de volver a verle y entregarle aquella joya. Antes de poder decirle…


- Sí, quiero.- balbuceé, parpadeando entonces un par de veces, enfocando mi entorno, descubriendo que había vuelto a mi tiempo, al ahora, dónde todos me miraban con extrañeza. Aunque mis ojos le buscaban a él, a Jerarld, a quién mis manos tomaron su rostro y una sonrisa se adueñó de mis labios.


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Mensaje por Jerarld Délvheen Vie Dic 07, 2012 8:01 pm

Aprecie sus recuerdos como si hubiesen sido míos, pues leí en su mente cada palabra, cada acción, cada pensamiento que había recorrido por su memoria cuando ambos nos encontramos en aquel momento…Cuando ambos dimos con el anillo, cuando le pedí matrimonio.
Era ella..
Era Eyra…
Mi Eyra…
¡Mi esposa!

Moren som fødte meg…
Susurre en voz baja antes de que Eyra me mirase, parpadease y soltara una enorme carcajada que lleno sus ojos de lágrimas por el monumental insulto que acababa de salir de mis labios en mi noruego natal.
Entonces sus brazos rodearon mi cuello haciéndome desestabilizarme, quedando sentado en el suelo mientras le rodeaba con mis brazos, aun demasiado perplejo como para reaccionar civilizada y cuerdamente, simplemente deleitándome -desconcertado- de aquel abrazo reconfortante, mientras que sus familiares nos miraban entrecerrando los ojos y y mostrando un semblante de la más profunda consternación.
Por lo que di algunos golpecitos a Eyra en la espalda, queriendo llamar su atención…

Eyra…Eyra cielo…Ehm…
Ella se aparto un poco de mi mientras yo le sonreía.
Sabes… ¿que tu padre me va a matar, verdad? pregunte mientras señalaba al hombre en cuestión, que no parecía precisamente feliz viendo a su niñita abrazándome de ese modo.
Ella volvió a reír, hipnotizándome con el sonido de su voz, haciendo que no pudiese dejar de mirarla, pese a que una vocecilla en mi cabeza me insistía en que era la dulce niña a la que acababa de conocer…una dulce niña con cuerpo adulto y de diez años reales.
Entonces el sonido de un gatillo me hizo mirar a un lado sin mover la cabeza.

Sera mejor que te pongas en pie, sueltes a mi sobrina y empieces a hablar. -Si…Aquel hombre era Diétrich, me caía bien, había trabajado con él y Axásveroth. Parecía un chico sensato, además de un kamikaze homicida. Le tenía aprecio.-

Solté un suspiro. Pues si, esa era la reacción normal. Ahora seguramente vendría su padre con el kit de tortura para pretendientes y ya sería el bombazo de la fiesta. Sería como una versión moderna, en vez de “ponerle la cola al burro”, sería algo así como “vamos a despellejar al burro”.

Me levante poco a poco y le ayude a levantarse, ambos aun embadurnados con barro por la caída de antes, a la vez que intentaba pensar en cómo empezar a explicar algo que en realidad sonaba tan absurdo en mi cabeza como sonaría saliendo de mis labios…
Sin embargo, tenía que intentarlo, decir que ocurría, y hacer que me creyesen cuando dijese que…Era su marido…
Entonces entreabrí los labios, pero... Ella se me adelantó.


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Mensaje por Arlette Sáb Dic 08, 2012 4:36 pm

Posicionándome frente a él extendí mis brazos hasta formar una cruz latina, mirando ceñuda a mi tío Diétrich.

- ¡Detente!- vociferé de pronto, esperando que mi sola mirada bastara para relajar la tensión que podía respirarse en el ambiente, logrando, pasados varios minutos, que tito Di bajara el arma aun sin soltara, mirando a Jerarld casi desafiante, con un centello de locura en ellos que me hizo estremecer.- Él es mi Destino.

Suspiré y llevé mi mano derecha hacia un rebelde mechón de mis cabellos que acomodé tras la oreja, agachando un momento la mirada para ir ladeando mi cuerpo muy lentamente hasta situarme cara a cara con Jerarld, sonriéndole como si le conociera de toda la vida, de un modo casi cómplice. Di un paso al frente y mis manos buscaron la suya, en busca de aquél anillo que momentos antes me había ofrecido. Mirándole por un momento de más, pretendiendo así pedirle permiso para tomarlo entre las yemas de mis dedos, lo alcancé, conteniendo mi aliento en cuanto tuve aquella pieza en mi poder, contemplando anonadada la hermosa y radiante piedra rubí en la que me vi reflejada.

- Me encontraste.- repetí, ahora sin poder verle realmente debido al diluvio que padecía mi empañada mirada de la que brotaba lágrimas que descendían por mis mejillas y caían sobre aquél anillo que aun sostenía, conmovida y del mismo modo asustada, pues no comprendía qué significaba aquella visión… ¡no parecía que fuera del futuro, de mi futuro! Más bien del pasado… ¿de mi pasado?

Alcé la mirada y me encontré de nuevo con Jerarld, al que quise empezar a interrogar. Pero antes… había un asunto pendiente, por lo que me giré y busqué a mis padres, a mamá, a quién me dirigí haciendo largas zancadas y plantarle cara, ahora a su misma altura y con el enfado, la confusión escrita en mi rostro adulto.

- ¡¿Qué me ha ocurrido, mamá?! ¡Dime! ¿Sabíais que sucedería esto, verdad? ¿Por qué no lo detuvisteis? ¡Mamá, respóndeme!- le grité, visiblemente alterada y nerviosa, demasiado para sosegarme, por lo que tita Iris se adelantó hasta mí y tomándome de los brazos intentó apartarme de mis padres, balbuceando algo para lograr calmarme sin éxito alguno, pues yo empezaba a ponerme histérica, a patalear y a gritar.

Hasta que logré liberarme de su amarre y fulminé a toda mi familia. A todos. En aquellos momentos me sentía traicionada, perdida sin rumbo, confusa y sin respuestas. Lo único a lo que podía agarrarme era a Jerarld, el único que sentía que no me fallaría. No como los demás. No como papá y mamá que me ocultaron aquella profecía y quién sabe qué más. ¿Inmovilizar? ¿Mamá había inmovilizado a aquella gente? ¿Cómo? ¿Por arte de… magia? Tragué saliva y sentí cómo mi sangre descendía hasta la punta de mis pies, tiñéndose mi rostro de un blanco marfil y mis labios temblorosos de pura ansiedad. Por ello, aun con lágrimas en los ojos y la ira recorriendo mis venas, di media vuelta y empecé a correr tan rápido como mis piernas me lo permitieron, dejando atrás las súplicas y lamentos de los presentes.

Y corrí rumbo al horizonte azabache.


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Mensaje por Jerarld Délvheen Dom Dic 09, 2012 4:47 pm

Eyra! Espera!
Grite agobiado ante la escena, observando como se alejaba hasta perderse entre las sombras.
Lleve una de mis manos hacia mis ojos, tapándolos un tanto preocupado, para después desplazar mi mano hacia mi frente,estirando mis cabellos hacia atrás, intentando pensar en algo que pudiese suavizar tan tensa situacion, instante en que me gire,pues tenia que hablar con su familia,pero en aquel momento mi rostro fue abofeteado,sin darme tiempo a reaccionar.

¡¡¡Yo le mato!!! Dijo Néliam, antes de que Diétrich y Erlend le sostuvieran de los brazos, instándola a retroceder mientras ella forcejeaba. Por lo visto...tenia una nueva "suegra" con mucho carácter.

Por favor, dadme un momento para explicarme. Pedí ante la mirada de todos aquellos que ahora me rodeaban, mirándome con un brillo asesino que si...les hacia parecer una familia unida. -Unida para matar- Por lo que me di prisa.

Ella...ha dicho esas cosas por que en realidad nos conocemos, pero no de esta...vida. Empece,negando con la cabeza y cerrando los ojos ante lo absurdo que sonaba,sin embargo me obligue a continuar, no me quedaba otra.

Erlend...tu mismo le has conocido,tu mismo has tratado con ella...
El anillo que le he enseñado, es el que le di cuando le propuse matrimonio...Es el anillo de Isis. y lo ha recordado asi como aquel momento porque lo ha rememorado...
¿Podéis...entender de lo que os estoy hablando?

Pregunte mientras miraba a los presentes.

El silencio se hizo ante todos, mientras yo les miraba implorando a lo que quisiera escucharme, a que me pudieran creer.

Yo me pido las piernas. Indico Diétrich rompiendo el tenso silencio y haciendo crujir sus dedos.
...

Por lo que lo entendí, ellos podían creerme, pero ella seguía siendo su niñita...y eso no iba a cambiar aunque estuviésemos hablando de mi esposa, y yo la hubiese conocido antes que todos y cada uno de ellos.

Voy a ir a buscarla y le traeré de vuelta, así que acabemos cuanto antes con esto, indique dando un paso al frente ante ellos,moviendo los hombros un momento antes de soltar un resoplido, ante sus miradas sorprendidas.

Yo también soy padre, de hecho ella es la madre de mis hijos, haría exactamente lo mismo... así que...
acabemos ya.


Indique soltando un suspiro, esperando...

"Mon dieu...Lo que tengo que hacer por amor..." Pensé.


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Y entonces se la agarré y se la arranqué de cuajo. ¿Y sabes que le dije?:
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Mensaje por Erlend Hedinson Sáb Dic 29, 2012 5:40 pm

- Natura, quae praesidio et interficiam filium tuum credis mihi malo mihi ex dono noctis tueri sanguinem bibere fructum diabolo. Conviere manus meas in pugilli ferro derelinquere valet post mortiferum step, nihil nisi cinere.

Di un paso al frente y me planté frente al vampiro con el rostro compungido por una furia que intenté controlar expresivamente, incluso cuando el sortilegio empezó a escocer mis manos, ahora como puños cerrados, convirtiendo mi piel en acero y mis dedos en afiladas hojas capaces de destripar cualquier materia terrestre.

Alzando mi mano derecha hacia la tenue luz de la luna que pronto iluminó el filo en el que se habían transformado todos y cada uno de mis dedos, torcí una siniestra sonrisa que erizó el vello de más de alguno de los presentes. Y solo entonces, me dirigí a Jerarld con la mirada inyectada en locura.

- Nunca me gustaste, Jerarld.- espeté con sosiego en mi voz, riendo amargamente, incluso.- Eyra podía ser una desalmada con tal de conseguir sus egoístas propósitos, pero tú… tú nunca fuiste mejor que ella.

Empecé a caminar a su alrededor paulatinamente, rozándole con el codo a veces, deteniéndome en mi avance en otras.

- El amor que sentía por ti fue lo que la mató y tú, como antes sucedió con la ramera pelirroja, sólo fuiste capaz de ver cómo ellas, que lo habían dado todo por ti, morían en tus brazos, dejándote sólo un par de lágrimas en los ojos. ¿Me equivoco, vampiro?

Situado tras su espalda, me aproximé por detrás y pasé mi brazo izquierdo por debajo de sus axilas, rodeando su torso, apegándolo a mí con fuerza. Mi respiración acarició su oído y mi desquiciada risa retumbó en su cabeza antes de que mi garra derecha se incrustara en su costado, hundiendo mi brazo hasta la altura del codo.

- No permitiré que te acerques a mi hija… jamás.- le amenacé con un tono mordaz.- Tú y tus fantasmas podéis desaparecer de nuestras vidas ahora.

Extraje mi garra de su cuerpo y le liberé, dejando que sus rodillas sostuvieran su peso por si solas, caminando de nuevo hasta posicionarme frente a él, momento en el que enredé mis dedos en su pelo y tiré de ellos con fuerza, obligándole a que me mirara una vez más.

- Desgraciaste la vida a toda persona que se acercó a ti. Olvídate de mi hija. Por tu bien.

Dicho eso, hice ademán de volver con mi mujer y Diétrich que a una distancia prudencial me contemplaban con gesto alarmante, pero antes, me volví de nuevo hacia el vampiro y le asesté semejante bofetón con la garra, que en su demacrado rostro aparecieron cuatro largas, profundas y carmesíes líneas.

- Esto, por arruinarnos el cumpleaños.


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Mensaje por Jerarld Délvheen Sáb Ene 05, 2013 12:03 pm

Relamí mis labios al sentir el sabor de mi propia sangre, mientras miraba a traves de mis cabellos a aquel hombre iracundo. Volví mi rostro y mi cuerpo a la posición inicial, de rodillas, e intente mantener el equilibrio, dejando de respirar al percatarme de que me costaba demasiado. Después de todo…acababan de atravesarme el costado, desgarrándome por dentro, como si fuera un maldito animal.
Acerque el dorso de mi mano hacia mi boca rápidamente, limpiando mis comisuras de ese modo y entonces eleve la mirada hacia Erlend. -Que seguía delante mio-, sin poder evitar sonreirle y negar con la cabeza.

"¿Crees que le conocías?...¿Crees realmente que has conocido a Eyra mejor que yo?..." Pregunte mentalmente, pues esta conversación era nuestra.
Negue, sintiendo pesar ante aquella situación.
"Nada es lo que parece Erlend, tu crees conocerme a mi y a ella, mejor que nosotros mismos y créeme, tu no sabes absolutamente nada sobre lo que sucedió, ni sobre como era ella o como soy yo en realidad, y no tengo porque explicártelo."

Comencé a levantarme poco a poco, sujetando mi costado, que ahora, ante tal herida me daba un aspecto sanguinolento que me hizo torcer una mueca de desagrado.De haberlo querido, me habría adelantado a sus movimientos, habría leído su mente y habría succionado cada gota de su corazón desgarrado entre mis manos...Pero aquella no era mi naturaleza, por lo que tenia que aceptarlo de una vez, sin rechistar, aquella era mi condena... y ahi seguia, mirando como aquellos ojos acusadores me miraban fulminandome a cada segundo.

Entiendo que quieras defender a tu hija y protegerla de todo. Pero eso no te da el derecho a juzgarme.

En aquel momento una brisa se levanto, perturbandome por un momento, aunque intente ignorarlo, y entonces, un grito resono en la lejania, alertando a todos los presentes, por lo que todos giramos el rostro hacia la dirección de aquel sonido, sintiendo, con mucha seguridad la mayoria de nosotros, que se nos ponia la piel de gallina.

Eyra!

Todos comenzaron a correr, pero solo pudieron dar cinco pasos contados, por lo que quejandose y contrariados, hicieron ademan de moverse, pero en aquel instante nadie pudo hacerlo.

Comence a caminar alejandome de ellos, caminando por delante del grupo.

Lamento haberos arruinado el cumpleaños. Jamas imagine que por el simple hecho de invitarme, vuestra hija creceria hasta convertirse en una adulta y os odiaria por no saber que es bruja...
Indique con ironia, alejandome de ellos, dandoles la espalda.
Traeré a Eyra.

Escuche los murmullos iracundos de todos los que no pudieron moverse ante mi orden mental, mientras yo me alejaba, por un momento haciendo uso de nuestra velocidad. Hasta que el cansancio por aquella urdidura en mi costado, me hizo sentir demasiado cansado para continuar de aquel modo, por lo que comencé a trotar por el verde cesped, cuando el primer rayo quebró el cielo, iluminándolo todo en en instante.

Eyra!! ...Grite, buscándole, sintiendo como su aroma se devanecia poco a poco, mientras la lluvia, apareciendo sin que nadie la llamara, se llevaba los pocos rastros de su esencia, hasta que al fin termino empapándome por completo, dejándome con la angustia en mi garganta al sentir que podría perder su pista.

Me gire hacia todos lados, sintiendo casi cierto pánico. pero entonces, los truenos y los rayos se hicieron omnipresentes mientras avanzaba, hasta que de pronto la silueta de una edificación se mostró ante mi, dejándome visualizar el granero.
Me dirigí sin dilación alguna, abriendo la puerta de madera para adentrarme, respirando agradeciendo que la lluvia incesante dejara de golpearme sin parar.

Pero entonces, cuando tome aire, vi que una silueta se alzaba entre las sombras poco a poco a unos cuantos metros de mi, cortando de raíz mi respiración y todo atisbo de lucidez que pudiese habitar en mi en cuanto se giro y pude ver aquellos ojos...


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Mensaje por Arlette Sáb Ene 05, 2013 12:54 pm

- Grita.- ordené en su cabeza, torciendo una sonrisa satisfecha cuando me obedeció sin siquiera pestañear.- Ahora vuelve a casa con tu familia y dile a Erlend que lo prometido es deuda. Tendrá su recompensa antes de lo que espera.

Salí de su mente y la joven asintió una sola vez a mi última forma imperativa, dando media vuelta precisamente cuando las primeras gotas de lluvia caían del cielo y mojaban mi rostro sutilmente cuando éste se alzó hacia el nublado cielo del alba. Cuando dirigí la vista al frente, la muchacha ya no se encontraba en mi campo visual, por lo que imaginé que su familia ya la habría recuperado, lo que me llevó a pensar en Erlend y el pacto acordado al que habíamos llegado si éste me prestaba a su hija. Sin duda, no podía negarse a colaborar. No cuando en mis manos yacía la forma de recuperar la infancia de su pequeña hechicera, aquella que Zhepyr le había robado al maldecirla.

La tormenta se enfurecía a cada momento transcurrido y una fuerte ventisca azotaba mi cuerpo inmóvil frente aquél granero, pero ésta no me traía a Jerarld. Decidí pues, esperarle dentro, a salvo de aquella tempestad.

Con la ropa húmeda y pegada a mi piel erizada por la frialdad de la lluvia, me desvestí lentamente, depositando el vestido verde turquesa con encajes negros sobre unas maderas torpemente apoyadas contra el muro este del granero que, a oscuras, sólo contenía dos estantes en forma de U repletos de heno y una pequeña escalera de madera vieja y húmeda que comunicaba el pétreo suelo en el que me hallaba en medio de la edificación con el segundo estante, dónde parecía que se acumulaba un número mayor de heno, suficiente para cubrirme completamente.

Entre una risita ociosa, subí hasta allí de un brinco, sin necesidad de utilizar la escalera. Me zambullí en el heno y sentí cómo absorbía el agua de mi piel aunque ello implicara pegarse a ésta y envolverme completamente.

La puerta entreabierta, de pronto se cerró fruto de un azote del viento y las maderas crujieron amenazadoramente. La oscuridad se hizo y el silencio reinó impasible, dejándome sólo, los recuerdos de una situación parecida a la que ahora vivía. En aquella ocasión, junto a mí se encontraba aquél al que ahora esperaba impaciente. Aquél al que en aquella ocasión abandoné y al que ahora buscaba. Meneé la cabeza en un profundo suspiro cuando entonces, el inconfundible aroma de mi marido llenó mis pulmones y casi creí sentir el tun-tún de mi polvoriento corazón.

Con cierta brusquedad, la puerta se abrió de par en par e instintivamente, me escondí bajo los matojos de heno hasta cubrirme la nariz, permaneciendo de tal modo que mis ojos pudieran verle pero no ser vista. Y allí estaba él, con sus manos aferradas a lado y lado del umbral, con sus ropas sucias, mojadas y ensangrentadas -lo que me hizo fruncir la nariz, pues aquello no entraba en mi plan y todo cuanto sucede fuera de lo previsto suele mosquearme-, respirando agitadamente y con los cabellos cubriéndole parte de su rostro ensombrecido debida a la oscuridad del lugar, algo que cambió cuando un rayo iluminó su figura tras su paso y mi respiración se detuvo, dejando entonces que mi figura emergiera de entre las tinieblas para mostrarme ante él, aun permaneciendo arrodillada en aquél estante de heno y siendo la desnudez mi único vestido. Jerarld me reconoció y su rostro palideció más de lo habitual. Tragué saliva y busqué mi voz escondida en las profundidades de mi garganta.

- Hola, Jerarld.- musité casi melódicamente, sonriéndole tenuemente sin poderlo evitar.- Te he echado de menos.


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Mensaje por Jerarld Délvheen Sáb Ene 05, 2013 3:34 pm

Y de pronto en mis pupilas, apareció -como un sinfín de escenas- toda mi vida resumida en un susurro…
Podía sentir el tun-tun de mi corazón martilleando mi cabeza sin parar, aunque no latiese hace ya demasiado tiempo, mientras le miraba recordando en solo unos instantes, como le conocí, como le encontré, momentos en los que reí junto a ella en aquella taberna de Islandia, donde también le perdí…
Visualizando después, como le conocí como inmortal, apreciando su farsa junto a la torre del reloj en la catedral, así como su sonrisa el día de nuestra boda…
Y lo enfadada que parecía cuando May se cruzo en nuestras vidas, como si ella o yo le hubiésemos importado siquiera.

Escenas…
Habia un sinfín de ellas. Escenas, todas ellas, con los motivos más felices y más tristes de mi ingrata existencia, siempre con ella de fondo, en cada segundo, en cada recuerdo.

Y ella…su aroma, su mirada….
Ella
Ella
¡…Ella…!

…En cada capítulo de mi vida…En cada maldito…. capítulo de mi vida.

Mire su sonrisa inocente, y yo sonreí también, cual demente, sintiendo como si una torre acabase de derrumbarse en mi interior.
Y no, No podía quitármelo de la cabeza, era el todo, el conjunto, la sensación de saber que viví en medio de una vida llena de miserias…miserias irreales, en las que su aroma me embriagaba y su voz me envolvía, haciendo que me dejara llevar por sus palabras, por sus caricias,por cada te quiero, cautivándome, enamorándome cual idiota que era, siempre necesitado de cariño.
Todo aquello se agolpo de pronto dentro mio, como si quisiera huir de mi, mientras yo caminaba hacia ella lentamente, sin parpadear siquiera, avanzando poco a poco hasta su persona mientras en mi cabeza se almacenaban las imágenes constantes y los recuerdos incurables que almacenaba mi alma ya demasiado craquelada y negra.

¿Porque me miras asi?
¿Es que no te gusta hablar con los vivos?


Rei, notando que mi respiración se agitaba cuando rememore cada instante en el que su cuerpo se quemaba entre mis brazos, calcinándose mientras yo intentaba hacer algo, frustrado ante mis intentos, visualizando como su vida se consumía ante mis brazos mientras yo miraba como se extinguía el brillo de sus ojos en su mirada, sintiendo como mi alma, mi corazón y la poca cordura que habitaba en mi me abandonaba como un suspiro en aquel instante…
Y todo, una vez mas…Todo, era otra vez…
Una mentira…
aquellas palabras resonaban en mi cabeza como un eco .

No le amas, ¿cierto?
Claro... Ahora lo entiendo todo
Siempre te subestimé, por mucho que intentaras demostrarme cuánto valías realmente. No lo vi, quizás no quise ver cuán especial eras en realidad. ¿Y a dónde nos llevó eso? Aquí, al ahora.-
Gudrek te habló de Jerarld. Él te contó la leyenda de las reliquias.
Le conquistaste con la intención de convertiros en aliados sin que él supiera la verdad sobre ti y tus fines lucrativos...”

La mirada de Eyra se desencajo cuando yo comencé a citar las palabras de Erik, las palabras de su padre, mientras le miraba fijamente, sin emoción alguna en mi rostro o entonación en mi voz.

“ Durante siete siglos le buscaste hasta encontrarle y vigilarle, conociendo cada rincón de sus secretos, conociendo cada vida con la que se cruzaba…
Él era la llave.
Conseguiste seducirle de nuevo, casarte con él, formar una aparente familia feliz. Tan sólo... para retenerle a tu lado…”


Rememore poco a poco el dialogo que ella habia tenido con su padre, uno en que en medio de la inconciencia habia escuchado antes de aquel ritual, sin embargo me negué a creerlo, pues no podía ni tan siquiera pensar que pudiese ser cierto… Engañándome…Siempre engañándome a mi mismo, para no pensar que ella, que mi amor, pudiese ser así…
Pero entonces, cuando Erik habló, ella rio…
No se molesto a confirmar, ni a desmentir nada… ella…simple y sencillamente rio.
Y su risa, como una burla, me lo confirmó.

…Mentira…
…Mentira…
…mentira…
...Todo es...mentira...

Aprecie su desnudes mientras le miraba entrecerrando los ojos, apretando los puños, viendo una vez mas como su mirada se encontraba con la mía.

Tuvo que ser difícil mirarme y fingir que me amabas, que me querías, que sentías algo de respeto hacia mi…
Dime…cuéntame, ¿llevas practicando mucho tiempo? ¿Llevas mucho tiempo planeando como avergonzarme…?
Me echabas de menos…
Dices…Que me echabas….de menos

Cerré los ojos y me mordí los labios, sintiendo que un hormigueo recorría mi espalda, haciéndome tiritar, comenzando a tensar cada musculo de mi cuerpo. Sentía que la sangre comenzaba a fluirme con rapidez por las venas, agitándome mientras abría los ojos y le miraba retroceder, a la vez que yo me acercaba rápidamente hacia ella.

Y dices…
Que me has echado… de menos.

Aquello, simplemente, fue como la gota que colmo el vaso.

¿¡COMO PUEDES SIQUIERA DECIRME ALGO ASI!?
Indique sosteniendo sus brazos, desquiciado, sin tener en cuenta que jamás me había comportado de tal modo con ella ni con ninguna mujer.
¿Como te atreves….?
Te vi morir Eyra…. ¡MORISTE ENTRE MIS BRAZOS! ¡Me pediste que te buscara, que recordara!…
ME HAS USADO! ME HAS ENGAÑADO, ¡¡A MI!! EL UNICO IMBECIL QUE TE HA QUERIDO NUNCA!
...
¡MIRAME!
...
¡¡CON LO QUE HE HECHO POR TI!
¡LO HE DADO TODO POR TI!
, Indique aun sosteniendo sus brazos con firmeza, enterrando mis dedos en su carne, moviendo su cuerpo con violencia delante mío.

Le acerque a mi rostro, sosteniendo sus brazos fríos y húmedos para impedir que se moviera, sintiendo que mis mandíbulas se tensaban ante su cercanía, mientras le hablaba ahora despacio, casi susurrando entre dientes mientras le miraba fijamente, con el cabello aun goteando ante mi rostro, contemplando a pocos centímetros míos aquellos ojos castaños, y aquellos labios que siempre habia deseado, unos que seguían sellados ante mí, haciéndome estremecer aun mas, pues ni siquiera desmentía mis palabras, me lo confirmaba.

¿Cómo puedes ser tan ruin…?
¿cómo puedes ser tan maquiavélica.?
Mírame…MÍRAME
TE HE CREIDO, TE HE PERDONADO, UNA Y MIL VECES, AUN CUANDO ME ENGAÑABAS, CUANDO JUGABAS CONMIGO, CUANDO TRAMABAS CON AQUELLOS BRUJOS FRENTE A MIS NARICES!
ME HUMILLASTE! ME AVERGONZASTE!...Haz destrozado todo lo que te he dado, todo lo que sentía EYRA!
¡YO ESTUVE AHÍ! ¡SIEMPRE ESTUVE AHÍ PARA TI.
Y nunca…NUNCA...agh...
...
No se porque me esfuerzo...¡No se porque sigo hablando contigo!. Si no me querías a mí, deberías haberte comportado aunque fuese con él. ¿ Puedes imaginar tan siquiera el daño que le has hecho a nuestro hijo?...
No…
¡no puedes, no tienes corazón, No piensas en nadie más que en ti misma!
Mírame…MIRAME Y DIME SI ALGUNA VEZ LE HAS QUERIDO AUNQUE SEA A ÉL!
...
No…tampoco puedes, verdad?
¡Eres una hipócrita!


En aquel momento, ella quiso hablarme, haciendo ademan de tocarme, gesto que como un insulto me encolerizo aun mas, haciéndome retirar el rostro instantáneamente, alzando la mano hacia ella para apartarla de mi, apreciándole como caia delante mio, con el cabello tapándole el rostro girado, sobresaltándome yo mismo con aquella acción, pues senti aquel gesto como si me lo acabara de hacer mi mismo, sin embargo no me arrepentia. No cuando me dolia tanto.
Le miré hacia abajo, con desden, sintiendo como mis colmillos se clavaban en mis labios, haciéndome sangrar sin que aquello me importase un ápice siquiera.

Me das vergüenza Eyra...
Jamas te perdonare lo que me has hecho…
Te quise…
Te quise y te quiero….
… te he querido…
Indique corrigiéndome a mí mismo, apesumbrado ante la traición de mi propia lengua. Sujetando mi costado ensangrentado, que ahora me escocía ante mis bruscos movimientos.

Desvié la mirada.

Me destruiste Eyra…
Rompiste todo lo que había en mí, me…destrozaste…
Y ahora te presentas ante mi,y me dices, que me has extrañado…


Lleve una mano a mis labios y comencé a reír…


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Mensaje por Arlette Sáb Ene 05, 2013 5:47 pm

Las palabras, como el humo con el viento, desaparecieron en un pestañeo y ahora, todo el coraje que me había llevado de nuevo ante él, se había esfumado, dejando un gélido vacío en mi interior, convirtiéndome en un maniquí sin alma, sin palabras ni razones. Jerarld parecía trastornado ante mi presencia. Parecía tan distinto a aquél hombre herido y hundido que había dejado atrás hacía ya más de una década... ¡Y había tanto que deseaba decirle! La boca me ardía en deseos de romper aquél tenso silencio pero la duda, el miedo planeó en mí y callé. Callé por cobardía. ¡Era tal mi terror a recibir de él su indiferencia! Y entonces, cuando más ganas tuve de huir, de escapar de aquellos ojos tristes que siempre lograban conmoverme, él habló. Habló sosegado, repitiendo una conversación que recordaba como si la hubiera mantenido ayer. Una conversación que había supuesto la sentencia a mi condena, a vivir alejada de él, rechazada y lanzada al más profundo abismo de los olvidos.

Y Jerarld continuó hablando ante mi silencio. Un silencio que pellizcaba cada fibra de mi ser, empujándome a romperlo, a acallar su amarga voz, tan áspera que casi podía sentir cómo el filo de cada una de sus palabras se iba clavando en mí, en lo más hondo y profundo de mi ser, haciéndome añicos ante la duda que él me planteaba. Él, que me hablaba de sentimientos. Él, que ante mí, con la mirada centelleante sin que pudiera descifrar la fuente que avivaba aquella llama, cuestionaba el amor que por él sentí. ¡Anhelé tanto poder tomar su rostro entre mis manos, verme reflejada en aquellos ojos grises, respirar su misma respiración y murmurarle sobre sus suaves labios, cuánto le amaba! Pero de nuevo, callé.

Dicen que el odio es un sentimiento ardiente... Y aunque siempre entendí ese refrán con un deje lujurioso, ahora, mientras escuchaba helada los gritos desgarradores de Jerarld, mientras caía en la consciencia del tormento que le había hecho sufrir a mi lado, mientras su dolor me apuñalaba una y otra vez hasta abrirme una herida invisible a los ojos humanos, mientras él me zarandeaba con brusquedad agarrándome de los brazos, mientras me recriminaba la más pura de las verdades que jamás se hubieran dicho de mi persona... yo me desmoronaba entre sus brazos. Me hacía pequeña, frágil. Y jadeé ante la última palabra que su boca pronunció, sintiendo cómo todo mi cuerpo empezaba a resquebrajarse poco a poco, esperando que las primeras piezas, los primeros retales fueran cayendo de mí. Y yo intenté aferrarme a mí misma, luchando por mantener todos los pedazos en su sitio, manteniendo mi esencia... pero ya ni fuerzas mi restaban. Ya nada tenía sentido para mí. Ni siquiera mi integridad. Pero...¿cómo decirle que no podía vivir sabiendo que me odiaba de aquél modo? Necesitaba su perdón, necesitaba...

Ni siquiera me había dado cuenta del gesto que mi mano intentó ejecutar cuando en aquella cabaña resonó en cortante y seco golpe de mi mejilla. El silencio prosiguió a aquél momento y yo... yo morí en vida entonces. Permanecí estática, caída frente a él, con el rostro girado hacia la puerta, mis ojos desorbitados y cristalinos de los que emanaron una sola lágrima. Una gélida y escurridiza gota de agua que resbaló por mi rostro hasta caer sobre los nudillos de mi mano.

Jamás, desde mi conversión, alguien había osado ponerme la mano encima sin morir después. Nadie había tenido el valor para enfrentarse a mí como él lo había hecho momentos antes. Nunca había sentido el escozor de una bofetada como la que aquella me producía, probablemente, por ser la mano de quién amaba. Y con aquél brutal gesto, las cáscaras de mi persona cayeron al fin, dejando sólo una fina y translúcida piel que se estremecía ante la pérdida de su coraza. Una piel que parecía agonizar por momentos aunque tras ella, se escondía unos fuertes y vívidos latidos. Aquella era yo. Aquella era verdaderamente, mi integridad, mi esencia, mi verdad. Yo era aquella joven soñadora, deseosa de aventuras, de fuerte carácter, llena de ilusiones y ganas de vivir, sin maldad que ensuciara su corazón, con la sinceridad siempre destellando en su mirada limpia. Aquella, tan frágil y sensible, tan fácil de destruir en sólo un suspiro... era yo. Y ahora, Jerarld me había desnudado por completo, teniéndome a su merced, poniéndole, aunque él no se hubiera dado cuenta, mi vida en sus manos. Aun sabiendo que él cerraría el puño con ésta en su interior y me haría desaparecer de la faz de la Tierra. Y ésta vez, sin trucos, sin ilusiones, sin mentiras.

Lo merecía. Merecía aquella retahíla de insultos, de verdades como puños. Merecía que me zarandeara, que me gritara. Merecía aquél golpe. Merecía su odio y caer en el olvido. Lo merecía y sin embargo, no podía rendirme. Porque si lo cierto era, que ya había renunciado a codiciar siquiera una migaja de su cariño, no podía seguir viviendo sin saber que él me perdonaba a pesar de todo, que en algún rincón de su mente, aun quedaba un alejado y polvoriento cajón en la que guardar algún buen recuerdo mío. ¡¿Pero cómo podía yo reclamarle nada a él?! ¡A ÉL! Después de todo, no merecía ni siquiera que me dirigiera la palabra. ¿Cómo había osado yo presentarme ante él? ¿Con qué derecho me creía yo el pedirle una pizca de su eterno tiempo? A esas alturas, comprendí en cuán egoísta monstruo me había convertido. Y sabía, que ni obtendría su perdón ni lo merecía.

Tragué saliva ruidosamente.

Aquello era mi fin.

Parpadeé después de varios minutos aun con el rostro girado y mi cabello como cortina que ocultaba el gran dolor que mi alma padecía, ocultando la agonía que ya sin ganas, ni me esforcé en ocultar. Estaba cansada. Cansada de fingir, de ocultar, de mentir, de manipular. Cansada de arrastrar el peso de aquella cáscara de la que al fin me había librado. Y ahora, ante él y sin él realmente, no había nada más por lo que seguir acarreando aquella gran mentira que había sido mi existencia. Por ello, alcé el rostro hacia él, mirándole fijamente pese a sus dementes carcajadas, buscando en sus ojos, un atisbo de atención. Al fin, mis labios trémulos, se despegaron para dejar escapar un hilo de voz que pronto se quebró, ignorando las lágrimas que poco a poco y en silencio, fueron limpiando mi rostro de aquella máscara que durante tantos siglos había forjado y que ahora, a su paso, se derretía hasta desaparecer, dejando sólo, el triste rostro de una muchacha frágil y condenada a la soledad eterna.

- Te quiero.

Aquella era la verdad más absoluta que podía decir.

Y quise añadir algo como... Por eso estoy aquí, por eso volví. O... Necesitaba decírtelo una vez más, necesitaba hacerlo o no podría seguir. Aunque... ¿cómo seguir sin ti?... Detuve mis pensamientos así como mi voz. Me sentía avergonzada, hundida y agonizante. Y ahora, lo único que deseaba, era encontrar la paz. Y miré sus labios que aun tiritaban quizás por la risa o quizás por su enojo. Los miré y quise morir en ellos, bañarme una vez más en su saliva. Sólo... perderme una vez más en su boca. Y luego... y luego morirme sin él. Poco a poco, como se consume el fulgor de la llama de una vela cuando no hay oxígeno que la alimente. Jerarld era mi aire, mi sustento, mi mundo, la razón de mi existencia, aquél que había logrado despertar en mí el más puro de los sentimientos, aquél que, sin quererlo, había hecho renacer a aquella quién realmente era y siempre había hundido en las profundidades de mi ser.

- Y siempre te querré.- añadí en un suspiro en el que se me escapó el último centello de amor por la vida.


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Mensaje por Jerarld Délvheen Sáb Ene 05, 2013 7:04 pm

Avance poco a poco hacia ella y casi me deje caer de rodillas delante suyo, respirando mas sosegado mientras miraba hacia abajo, contemplando mis manos, como si en ellas estuviera la respuesta que buscaba a mis problemas.
Observe las manchas de sangre entre mis dedos. mi propia sangre, tantas veces derramada que a veces me parecia mentira. Las deje reposar sobre mis piernas.

Lamento todo esto...
Indique en voz baja, sin mirarle aun. Aun un tanto trastocado ante su imagen delante de mi.
Nunca quise que llegáramos a todo esto...
Cuando te perdí...
me rectifiqué. cuando creí... que morías, pensé que seria mi fin.
Me convertí en una sombra.
Nunca he ... nunca imagine que pudiera sobrevivir a algo asi.
de hecho, creo que no lo hice...
mírame...yo.


tragué saliva ruidosamente, aun sin poder mirarla mientras apretaba los puños.
Jamas en mi vida habia pegado a una mujer, y ahora, empezaba a dudar sobre la persona que era o que podía ser en realidad.
Yo mismo dudé, como si despues de siete siglos aun no me conociera realmente y aquello me hizo pensar.

Nunca te comente porque quise casarme contigo...
Nunca hablamos mucho tu y yo, siempre fue, como si todo se supiera...Como si todo se pudiera dar por hecho.
Yo di por hecho que tu eras...
Sonreí un tanto cansado. En fin, simplemente perfecta. y tu diste por hecho que yo...
Estaba demasiado ocupado con crear una familia o preocupado de ella para atenderte a ti o para preocuparme de lo que hacias.
...
Pero lo cierto, es que cuando te pedi la mano, lo hice porque pense que de verdad querrias pasar tu eternidad conmigo y eso simplemente...

cerre los ojos y afirme con la cabeza lentamente, mordiendo mis labios...
Simplemente me parecio demasiado bueno para ser real.
y quise que formaramos una familia, una gran familia y que pasaramos nuestra vida juntos, como si fuera el final de un cuento...
Pero yo mismo, en mis cuentos, nunca hago que las cosas acaben bien...
debí intuirlo...
...
Queria una familia, queria amistades, queria hijos cuantos mas mejor,queria que alguien me recordase, que a alguien le importase, que alguien me demostrara que seguia vivo y a la vez queria el mundo entero...
queria...
lo queria todo.
Sin darme cuenta de que estaba dejando de lado lo mas importante...
...
a ti...
...
No te preste la atencion necesaria y si lo hice...no fue suficiente para ver que sufrias en silencio, ni para ver que en un principio no me amabas...
...
Pense que la inmortalidad significaba que el tiempo se detenia, y con ella la felicidad o el dolor de aquel momento, pero no es asi....
El tiempo nunca se acaba, siempre sigue, siempre transcurre y seguimos aqui...
y morimos...una y otra y otra vez...y seguimos aqui como almas en pena, como espectros en el tiempo, perdidos todos y cada uno de nosotros, en la soledad....


Solte un suspiro, sintiendo de pronto un escalofrio recorrer mi espalda, como si aun no me acostumbrara a la propia frialdad de mi carne...
Siete siglos de invierno no habian sido suficientes para aceptar mi forma y mi raza. Pero siempre habia sido mas llevadero cuando pensaba que le tenia a mi lado.

alce poco a poco la mirada, apreciandole sentada frente a mi, con sus cabellos sobre su rostro, y la mejilla sonrosada.
alce muy poco a poco la mano hacia ella, con cierto temor a que me rechazara o se asustara, y la acerque poco a poco a su rostro. Acariciandole con el dorso de mis dedos en donde le habia dañado, sin atreverme a ir mas allá.

abrázame...
demuéstrame que no es un sueño...que sigo vivo y que tu también lo estas,
recuerdame lo que siente un ser de carne y hueso...
recuerdame que no soy una sombra...

Jeg elsker deg også Eyra...Jeg ønsker ikke å si farvel


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:♦️♦️♦️:
Y entonces se la agarré y se la arranqué de cuajo. ¿Y sabes que le dije?:
¿Salud mental? ¿Se come?:
Y no. No tengo nada mas que decir:
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Mensaje por Arlette Dom Ene 06, 2013 11:06 am

Sin un atisbo de duda o miedo, aun sosteniendo aquella mirada triste que iluminaba la oscura estancia dónde nos hallábamos refugiados de la enfurecida tormenta, moví una de mis manos lentamente hacia mi rostro, depositándola suavemente sobre la suya, aun acariciando mi mejilla adolorida. Su tacto en mi piel revitalizó cada fibra de mi ser, encendiéndose aquél fuego interior que yo misma había apagado cuando decidí alejarme de él una vez más.

Entonces, con el silencio aun besando mis labios, tomé su mano con cuidado y mientras mi cuerpo se erguía para quedar entonces arrodillada ante él, pasé su mano por mi cintura desnuda, moviéndome hacia él paulatinamente, pidiéndole permiso con la mirada para recortar distancias hasta salvarlas, sintiendo, con un estremecimiento, el contacto de mi piel con su húmeda ropa. Agaché el rostro y me acomodé entre sus brazos como si fuera una niña pequeña que necesita ser acunada. Solté su mano que ahora se aferró a mi cadera y pasé mis piernas por encima de su regazo, flexionándolas hasta que mi cuerpo quedó en posición fetal y mi cabeza sobre su pétreo pecho. Mis manos, un tanto impacientes, buscaron el rostro de Jerarld, aunque sólo fue suficientemente valerosa para alcanzar su mejilla, momento en el que sólo la punta del dedo índice contorneó su mandíbula inferior hasta llegar al mentón, cerca de su boca. Y, alzando la mirada hacia él, su mirada me atrapó y robó mi aliento, petrificándome en aquél instante durante largos minutos.

- Nunca nadie me dijo que sería fácil. Pero nunca nadie me dijo que sería tan difícil.- murmuré de repente, agachando la mirada y mordiéndome los labios antes de proseguir.- Te necesitaba. No te conocía, pero sabía que en tu sangre se encontraba la única forma de devolverme lo único preciado en mi vida... Mi madre, mi familia, la única que realmente me amó, aquella que había dado la vida por mí. No te conocía y aquello parecía hacerlo más fácil. Y te busqué, habiendo tramado un plan para alcanzar mis propósitos... sin contar con una debilidad. Sin pensar que el amor, cuál niño caprichoso, me había atado a ti desde el primer momento en que te vi, desde el primer beso, desde la primera caricia... tu nombre selló cada poro de mi piel y encadenó mi corazón hasta convertirlo en tu esclavo. Y si bien la cobardía me había llevado ante ti, fue la misma que una y otra vez me apartó de ti, la que buscó en otros brazos lo que sólo tu podías entregarme, desesperándome cada vez que sentía cómo mi pecho ardía ante el solo pensamiento de perderte. Fue la cobardía la que me vistió con la coraza de un ser desalmado, frío y pétreo. Y la razón que me había llevado hasta ti era el halo que me empujaba a seguir adelante con lo establecido, aprendiendo poco a poco a ahogar los sentimientos que me hacían flaquear, endureciendo mi alma hasta convertirme en lo que fui. Sin embargo... de nuevo, fui débil y cobarde. Y cuando pude rozar la ilusión que había albergado todo aquél tiempo, tú y sólo tu... me hiciste flaquear. Imaginar mi vida sin ti, el perderte, el borrarte de mi vida y de la faz de la Tierra... No... No pude hacerlo. ¡Intenté impedir que aquella locura siguiera su curso!- vociferé de repente, sin darme cuenta que me encontraba bañada en un incontrolable llanto infantil.- Pero llegué tarde. Fue demasiado tarde para mí y para ti, y cuando la salvación ya no dependía de mí, enloquecí. Ni siquiera el tener a mi madre allí, el auténtico anhelo que había estado persiguiendo toda mi existencia, me llenaba ya. Y fue entonces cuando me di cuenta de cuán estúpida había sido. Cegada, no había valorado cuán rica era de tenerte a mi lado, de la historia de ambos, de lo que me hiciste sentir, de lo que me habías proporcionado. Y yo lo había sacrificado todo por un recuperar un fantasma del pasado, perdiendo de ése modo a mi único camino hacia el futuro. A ti... A ti, que te amé como nadie jamás sabrá amar.- suspiré y desvié la mirada, buscando un poco de sosiego que no hallé en la calma de aquél granero.- Quise recuperarte. Quise acercarme de nuevo a ti, arrodillarme y suplicar tu perdón. Pero tus dudas, tu rechazo... me consumieron. Y lo comprendí. Entendí que ya no había vuelta atrás, que ya habías quemado todo retal de cariño hacia mí. Comprendí que no tenía derecho a volver a ocupar tu corazón y compartir tu vida conmigo. Lo supe cuando vi tu mirada sin aquél vital centello de ilusión que suele iluminar tu rostro y conmover mi alma. No tuve otra opción. Creí que no habría mejor prueba de amor que entregarte, que mi ausencia. Pensé que si desaparecía de tu vida, podrías volver a ser feliz, a sonreír como antaño. Guardé la esperanza que algún día, alguien llegara y sanara las heridas de tu alma, que curara el mal que yo te hice. Lo deseé con todas mis fuerzas desde el oscuro y solitario rincón de la habitación alquilada en la que me hallé durante éstos últimos años, viviendo sólo con tu recuerdo y me di cuenta que nunca pude y podré escapar del amor que por ti siento.

Armada de valor, volví a alzar la vista y aparté mi mano de su rostro, dejándola caer sobre mi pecho.

- No intento justificar aquello que no tiene justificación alguna, ni tampoco he venido a reclamar nada que no me pertenezca, Jerarld. Y seguramente, no debería estar ahora aquí, ante ti, reabriendo unas heridas que quizás ya habías sellado. Yo sólo... - tragué saliva y tomé aire.- Necesito tu perdón. Necesitaba que me gritaras, que me zarandearas, que descubrieras la verdad de mí. Necesito paz... y sólo tú puedes devolvérmela. Necesito despedirme de ti o refugiarme en tu calor. Necesito una señal. Jerarld, nå som du har meg her, jeg ber deg: du sette en stopper for denne historien vår ... eller du kysse meg nå.

Contuve el aliento y aguardé los segundos más largos e intensos que recuerdo de toda mi larga existencia. Una existencia que pendía ahora de un fino hilo que el romperse o no, dependía ahora de aquél entre quién me hallaba ahora.
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Mensaje por Jerarld Délvheen Dom Ene 06, 2013 4:40 pm

El roce de sus dedos sobre mi mandíbula me erizo la piel, pues extrañaba aquel contacto, y la suavidad de sus caricias.
Le rodeé con mis brazos, acunandole ahora fuertemente hacia mi, como hiciera antaño,y es que le miraba y me costaba soltarla.
Echaba de menos la vida que habia existido y que habíamos formado juntos, aunque fuera siempre mentira…

Sabes...
El mayor miedo que siempre tuve, fue a perderte, y temí por ello ser sincero contigo, sincero con respecto a que había sido de mi, a que había ocurrido con mi vida, o sobre que pensaba en muchas ocasiones...
...
Mis propios hijos por ejemplo...
Cuando descubrí que los tenia... sentí que el mundo se me caería encima. Pensé en la traición que supondría para ti el saberlo, y lo mucho que me odiarías por ello...Y luego, tu apareciste delante de mi y me dijiste que lo sabias todo, y te regodeabas por conocer mi vida mejor que yo mismo...Fue tan extraño.
Eras la mano ejecutora, siempre por delante, siempre con los hechos de tu lado, como si de pronto pudieras controlarlo todo, saberlo todo…

suspiré. Pero el miedo se fue definitivamente cuando te perdi, cuando te vi desaparecer entre mis brazos...pues mi mayor miedo se habia hecho realidad...nada podía superarlo.

Negué con la cabeza.

¿Sabes… lo que pense al ver a esa niña?...¿Al ver sus recuerdos?
No podia creermelo, era como si...
Parpadee notando que mis ojos querían traicionarme por lo que me contuve, e intente centrarme, buscándole a ella, acomodandome y llevando mis manos a su rostro, visualizando aquellos ojos, perdiéndome unos instantes en aquella mirada castaña.
Como si por un momento todo pudiese dejarse atrás…era como si alguien me diese una nueva oportunidad y yo... me odie a mi mismo por volver a confiar, por pensar en que eso era posible.
Cerré los ojos, y junte mi frente con la suya, sintiéndome como si estuviesen desgarrándome el pecho.
Todo este tiempo, he querido pensar que la esperanza no existe, ni la ilusión ni el amor sin un profundo dolor que le siga...
y ahora…estas aquí, junto a mi, una vez mas…y me pides que decida.
Y yo me pregunto, ¿como puedo decidir el destino de mi propio corazón …
si sigue sin ser mio?
Nunca me lo devolviste Eyra…Lo rompiste, pero te lo quedaste de igual modo...


Abrí los ojos y le mire delante mio, apreciando como ella me miraba con la misma angustia con la que le miraba yo, y entonces me vi reflejado en su mirar. Y el miedo como un manto gélido, se reavivó en mi pecho y me abrazo rodeandome por completo…

...

Despegué mis manos poco a poco de su rostro, soltándole, y me levante de pronto, con una sensación que me costó reconocer al principio.
Y es que el miedo había vuelto… había vuelto para inundarme por dentro.
pues en su labios se hallaba la petición, y en los míos la respuesta.

Empecé a retroceder, sintiendo que no podía respirar, sintiéndome de pronto tan asustado ante lo que sentía que me di la vuelta y llegue a la puerta del granero, la abrí, de par en par, sosteniéndome de los marcos, dejando que mis brazos en cruz sostuvieran mi cuerpo ahora tembloroso, mientras la lluvia me recibía y me golpeaba nuevamente, mezclándose con aquellas lagrimas que ahora me cegaban y que escapaban de mi, ahogándome, estremeciéndome.

Me sentí idiota, y superado por el miedo a verla y a reanimar aquello que ella me transmitía y quise irme...quise irme lejos, pero algo me retuvo. Asi que continué allí, intentando despejar mi cabeza.

Seguir o irme...luchar o renunciar...
Confiar…una vez más…
O irme sin mirar atrás.
La lluvia me golpeo incesante, y el viento pego mis cabellos a mi rostro mientras yo pensaba en como seria la vida, ahora que ella habia aparecido, mientras mi cabeza se preguntaba si debia renunciar a la vida que podría tener con ella, o si debia recibir de una vez a la que se mostraba en soledad.
qué hacer...
Como hacer...
¿Porque era tan difícil, porque dolía tanto?
Sentí que me faltaba el aire, y que mis ojos me seguían traicionando, como si fuera un niño pequeño, testarudo y aquejado.

Pase el dorso de mi mano por mis ojos bruscamente, queriendo apartar mis cabellos y las lágrimas que ahora se mezclaban con la lluvia que me empapaba.
Mire el cielo tormentoso, y cerré los ojos un instante, sabiendo que la respuesta estaba muy clara…
Yo también quería paz en mi alma. También quería cerrar ya todas las heridas y empezar una vez más…
Y aquello…
Lo había hecho una vez, y lo seguiría haciendo una y otra vez…
Ya la había perdonado, y me había perdonado a mí mismo y le amaba. Le amaba demasiado como para irme, demasiado como para olvidarla, por muy dolido que estuviese, Le amaba demasiado para dejarla atrás, no podía irme, no cuando ella estaba allí, no cuando aun podía intentarlo una vez más…
No cuando aun me quedaba esperanza.

Me gire rápidamente y le mire tan solo un momento mientras se levantaba, sus ojos mostraban una tristeza tan profunda, que me hizo sentir culpable, nunca la habia comprendido realmente...porque nunca le habia conocido, sin embargo, lo único que sabia de ella, es que la amaba, mucho mas de lo que se puede amar a la propia vida.

Eyra...

Ella me miro, y yo sonrei mientras apreciaba como su figura se iluminaba con los rallos que quebraban el cielo.
Sentia miedo, miedo a que volviera a hacerlo, miedo a que no funcionara, a que todo se estropeara otra vez, era cierto, pero sabia que debia intentarlo, que debia confiar, sabia que tenia que intentarlo porque se lo debia y porque me lo debia a mi mismo...
si habia felicidad por ahi, tendriamos que alcanzarla, pues las cuotas de dolor ya estaban saldadas en aquella vida.
Tenia que ser asi.

Ella me miro y dio un paso, y yo continué y di uno mas, con sus ojos fijos en los mios, ellos me aportaban el valor que necesitaba. Ella pensaba que yo me iria. Y entonces supe, que no debia esperar mas...
Empece a caminar y luego correr hacia ella, rodeándole con mis brazos, apretándole contra mi, girando con ella, apretando su piel desnuda y fría, llevando mis manos a su rostro para sujetarlo antes de poder besarla con ímpetu, con ansias, con deseo, con fervor, con toda la pasión contenida que pensaba haber perdido con su ausencia…
Le bese, con necesidad, con mas necesidad de la que he podido sentir jamás,queriendo responder y zanjar asi lo que ella me habia pedido...

Un rotundo si...

Si a intentarlo, a comenzar una vez mas, si a hacer renacer aquella chispa rodeada de ceniza, si aquel amor, que por muy maltrecho y herido que estuviese seguia vivo...tan vivo como el primero momento.
y continue besandole, sintiendo mi cuerpo tembloroso cuando deslice mi mejilla sobre la suya, volviendo a abrazarla y a apretarla contra mí, cerrando los ojos sin querer abrirlos aun, mientras su piel era humedecida por mis lagrimas que me traicionaban y ahora recorrían el sendero que su piel les dictaba mientras yo intentaba respirar y sosegarme…


De cero…


Susurre, mientras me separaba un poco de ella. Intentando limpiar mis ojos.
Cariño…si vas a quedarte conmigo…que sea desde cero…Esta vez si...
desde el principio.
...
¿Que me dices?


Espere en silencio escuchar su dulce voz, mientras los segundos pasaban mucho mas lento de lo que debian para mi, por lo que tuve que romperlo.

No te conozco ni un apice…y deseo hacerlo, quiero conocerte, quiero estar contigo...quiero saber lo que piensas y que tu sepas lo que pienso yo...No te conozco...pero lo único que se, es que te quiero y que te necesito…

de cero...


Me reí, y retrocedí aun mas intentando sosegarme, ante su mirada sorprendida y luminosa, mientras me contemplaba quizas sin entender nada.

No estoy loco....
no tanto como podria...dame tiempo.
En aquel momento extendi mi mano hacia ella y desvie la mirada, entonces espere hasta que ella me la estrechó.

Jerarld Délvheen.
Soy…de Noruega…Me quede en parís, por culpa de una moza hace unos años…y …

Carraspee, aun sin mirarla, intentando no reírme mientras apartaba mis cabellos y limpiaba mis ojos, posando mis brazos en jarras.
Bueno, que puedo decirle.
Hay gente que me llama Jerome…lo cierto es que nunca entendí porque…y bueno…tengo un castillo y seis hijos…
Aunque todo era más divertido cuando tenía nueve y solo eran ficticios…


Reí, reí divertido como hacia mucho que no hacia, y baje la cabeza, aun con los ojos humedos, sorbiendo por la nariz, carraspeando aun sin poder encontrarme con su mirada, un tanto avergonzado.

Discúlpeme, que me vea en estas circunstancias…pero es que…
Soy escritor, ¿sabe usted?...dicen que son sensibles, pero... es bien sabido que todos son unos lloricas…

Comente bromeando mientras intentaba tomar aire, restregando mis dedos contra mis ojos, intentando que mis ojos dejaran de traicionarme de ese modo, con poco exito.

...





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Y entonces se la agarré y se la arranqué de cuajo. ¿Y sabes que le dije?:
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