Gloria o guerra (libre)

por **Quenya** Jue Mayo 18, 2017 7:26 pm

Quenya a pesar de ser una jovencita con edad de casarse y de presentarse en cada fiesta a la que le invitan, también hacia cosas llenas de magia y no tan de magia. Suele hacer todo tipo de amarres, conjuros, sanaciones y hasta exorcismos y sesiones de espiritismo. No tenía muchas ganas esa mañana pero en otro momento le habría gustado mucho hacer el exorcismo que tenía en la agenda de aquel día.

Se había levantado con un mal recuerdo o con una pesadilla. Estaba confundida. Soñó con una mujer de larga cabellera oscura de la que estaban quemándola viva en la hoguera. La mujer llamaba en el aire su nombre, cosas raras había soñado ya pero esto se pasaba de castaño oscuro, nada tenía de sentido, nunca había conocido a esa mujer por lo que lo había comentado con el mayor de sus mayordomos y su mayor confidente y todo se había vuelto exageradamente alocado en la mansión en la que vivía que ya no se encontraba ni un ápice de paz. Todo era súper controlado con ella y su mayordomo comenzó a tener una agenda con las entradas y salidas de su vida diaria.

Su mayordomo la había tenido tan ocupada con distintas obligaciones que nunca la dejaba sola. Por una parte aprendía sobre su don pero por otro lado se sentía encerrada entre tanta vigilancia. Cuando acabaron el exorcismo que les llevo bastantes horas y que por poco pierden a un pobre monaguillo, Quenya estaba agotada, exhausta que su mayordomo la dejo dormir tranquila en una de las habitaciones de detrás de la iglesia.

Pensó que había pasado más tiempo, pero enseguida la despertaron y Quenya junto con su mayordomo se fueron de la catedral para poder coger un carruaje e ir juntos de vuelta a la mansión en la que su mayordomo la encontraría seguramente otro caso en el que estar ocupada y nada más en cuanto llegaron a las once de la mañana a las puertas de hierro de su pequeña mansión, Quenya se puso encima un amuleto que creo ella misma para poder hacerse invisible aunque fuesen por unas horas, habría un poco de caos, si, pero sería ella misma aunque fueran unas horas, recuperar su paz mental o el equilibrio que todo el estrés consigue llevarse consigo.

Después y finalmente tras caminar demasiado se sentó en uno de los bancos de una pequeña plaza. Respiró profundamente y acabó por sonreír por primera vez en todo el día.