AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Borns Of Fire's Steel ~ Privado
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Borns Of Fire's Steel ~ Privado
Nuestra aventura en las tierras que me vieron nacer y crecer, en esas dunas de fuego, y esos dioses mitológicos que tanto me habían gustado de pequeña llegaba a su fin. Habían sido unas semanas cargadas de mucha tensión y mucha presión en la que nos había pasado de todo… jamás llegué a pensar que lo que comenzó con la búsqueda de una simple reliquia, o lo que yo pensaba que era simple, llegara a resultar digna de las más increíbles aventuras que había tenido en toda mi vida, como si hubiera sido sacado de un libro de aventuras y de fantasía. Porque nadie me habría podido preparar para lo que nos aconteció en aquella tierra, que nos había desembocado en la búsqueda de unos cuadernos que mi madre había escondido y que eran la clave y la pista para descifrar los pergaminos que nos habían llevado a un templo perdido en el desierto, donde tuvimos que atravesar unas pruebas cada cual más complicada que la anterior hasta poder llegar a la reliquia.
No iba a olvidar algunas de las noches que había pasado perdiéndome en sus calles de la mano del vikingo, o el momento en el que mi madre había aparecido resultando que no estaba muerta como Lakme me había dicho en su momento. O la noche en la que me había comprometido… cierto, tan cierto como que lleva la prueba de ello en mi dedo observando el anillo, esa joya familiar que había marcado esa noche para siempre. No lo había pedido de la forma más convencional, o siquiera había dicho palabra alguna pero el gesto había bastado para darme cuenta de lo que me estaba pidiendo. Aún no me hacía del todo a la idea, pero me gustaba enormemente cuando decía que era su prometida y la forma que tenía de pronunciarlo, con ese deje nórdico que le caracterizaba y que me gustaba.
Salimos de Egipto con la promesa firme y férrea de volver algún día con él pero esa vez sin pergamino, sin papiros, sin reliquia y sin nadie que nos estuviera siguiendo y que quería matarnos para conseguir una reliquia. Sino para enseñarle mi cultura y sus tradiciones, disfrutando, con calma, así como yo había prometido visitar su tierra en algún momento. Ambos formábamos parte de diferentes culturas y eso lo respetábamos, y sabía que a él le gustaba la idea de que quisiera conocer la suya tanto como a mí me gustaba que quisiera conocer la mía sin ninguna misión de por medio. La semana que duró el viaje de vuelta a París lo pasé dividiendo mi tiempo entre ambos, por el día estaba más con el vikingo disfrutando de esos días y de esos momentos de paz, llenas de caricias, de risas, de besos donde todo era demasiado idílico, pero cierto al fin y al cabo. Éramos como una pareja de enamorados estando juntos todo lo que podíamos, y disfruté de esos momentos. Mientras que por la noche e incluso antes de que esta llegara la pasaba con mi madre hablando y poniéndonos al día de todos esos años que nos habíamos perdido, pero al final siempre acababa en la cama del vikingo durmiendo junto a él.
Ambos eran importantes para mí; uno había entrado de lleno en mi vida y a una la había recuperado después de tanto tiempo. Me gustaba que se llevaran bien y me quitaba un peso de encima, se gastaban bromas, a veces incluso me hacían rabiar compinchándose a posta, y la travesía había pasado sin mayor incidente alguno. Mi madre nos había contado todo lo que sabía sobre la Orden que la había tenido trabajando para ella, dándonos toda la información que podía y sabía, y se notaba que quería ayudarlo a recuperar la otra mitad de la reliquia. Sabía que al vikingo le preocupaba, sabía también que en su cabecita estaba ideando algún plan para intentar dejarme al margen… pero no lo iba a conseguir. Los momentos de paz y de tranquilidad se habían acabado, en cuanto llegáramos a París la búsqueda comenzaría de nuevo. También sabía que le preocupaba cómo íbamos a hacer las cosas, y muchas veces me encontraba preguntándome si iba a ser justo para él, debíamos de encontrar una manera que pudiera ser beneficiosa para ambos, porque no podía permitir que se separara de su familia... yo había pasado por eso y no quería que nadie lo sufriera, mucho menos él.
Llegamos tras una semana por fin casi ya de noche y lo agradecí porque si no mi madre no hubiera podido bajar del barco por los rayos del sol, la idea era que mientras pudiera buscar algo se quedaría a vivir en casa conmigo, arriba tenía una habitación sin ocupar para ella donde podría quedarse hasta que decidiera visitar a mí padre y solucionar lo que tenían, lo que me recordaba que en algún momento tendría que presentarle al vikingo y no estaba convencida de que le gustara saber que me había prometido, pero sabía que se alegraría por mí y por verme feliz. Así que una vez bajamos del barco pusimos rumbo a casa para descansar del viaje, aunque antes hice una pequeña parada para ir a por mi perra a quien había echado mucho de menos en el viaje acostumbrada a estar todos los días con ella.
Me encantaban las muestras de felicidad que daban los animales, había sido verme y volverse loca subiendo sobre mí para darme “besos” mientras yo me reía al ver su actitud, incluso había reconocido al vikingo y se había subido sobre él como muestra de alegría y así pusimos rumbo hasta llegar de nuevo a casa con Isis con nosotros quien se mostraba feliz por estar de vuelta con ella. Cuando llegamos a casa dejé las maletas en la entrada y le enseñé la parte de arriba a mi madre donde estaba la habitación haciéndole una seña al vikingo diciéndole que ahora bajaba. Sabía que de noche ella estaba más activa y que seguramente saldría a cazar porque en el viaje eso había sido un poco difícil para ella y no le había preguntado cómo lo había hecho para alimentarse.
Bajé para encontrarme de nuevo con el vikingo quien estaba en el salón sentado en el sofá jugando con Isis y me acerqué para sentarme a su lado.
-De vuelta en casa –dije apoyando la cabeza en su hombro viendo como jugaba con mi perra, riéndome por como la hacía enfadar pero no lo conseguía porque era una perra demasiado buena, decidí que era hora de hacer algo rápido para cenar disfrutando de lo poco que quedaba de ese día- Voy a preparar algo para cenar, ahora vengo –me levanté no sin antes dejar un beso en sus labios y me fui a la cocina volviendo al poco rato con algo para los dos, sentándonos en la mesa disfrutando de la cena entre risas- mira lo contenta que está –dije viendo a mi perra revolcándose en su cama, como si estuviera feliz por haber vuelto a casa y me reí de ello. Terminé de cenar y me acerqué al vikingo sentándome de lado en sus piernas, buscando sus labios para fundirnos en un beso rodeando su cuello con uno de mis brazos- Oye Ubbe, ¿te suena de algo ese sofá? –Pregunté con una sonrisa divertida dejando un mordisco en su barbilla mientras sus ojos se fijaban en dicho sofá- ¿No fue ahí donde dormiste la primera noche? –Reí levemente subiendo al lóbulo de su oreja donde dejé un pequeño mordisco- ¿Lo has echado de menos, quieres volver a dormir ahí? –Pregunté con diversión sabiendo de sobra que no iba a querer dormir ahí. Mis labios recorrieron su mandíbula hasta quedarse justo sobre sus labios- puedo invitarte a dormir en mi cama –murmuré sobre estos alzando mis ojos para mirarlo con diversión, antes de morder y tirar de su labio inferior y sonreírle- Es más grande, más cómoda… y encima contarás con mí compañía, un cambio bastante considerable ¿no crees? –dejé un breve beso en sus labios sin apartarme de cómo estaba.
No iba a olvidar algunas de las noches que había pasado perdiéndome en sus calles de la mano del vikingo, o el momento en el que mi madre había aparecido resultando que no estaba muerta como Lakme me había dicho en su momento. O la noche en la que me había comprometido… cierto, tan cierto como que lleva la prueba de ello en mi dedo observando el anillo, esa joya familiar que había marcado esa noche para siempre. No lo había pedido de la forma más convencional, o siquiera había dicho palabra alguna pero el gesto había bastado para darme cuenta de lo que me estaba pidiendo. Aún no me hacía del todo a la idea, pero me gustaba enormemente cuando decía que era su prometida y la forma que tenía de pronunciarlo, con ese deje nórdico que le caracterizaba y que me gustaba.
Salimos de Egipto con la promesa firme y férrea de volver algún día con él pero esa vez sin pergamino, sin papiros, sin reliquia y sin nadie que nos estuviera siguiendo y que quería matarnos para conseguir una reliquia. Sino para enseñarle mi cultura y sus tradiciones, disfrutando, con calma, así como yo había prometido visitar su tierra en algún momento. Ambos formábamos parte de diferentes culturas y eso lo respetábamos, y sabía que a él le gustaba la idea de que quisiera conocer la suya tanto como a mí me gustaba que quisiera conocer la mía sin ninguna misión de por medio. La semana que duró el viaje de vuelta a París lo pasé dividiendo mi tiempo entre ambos, por el día estaba más con el vikingo disfrutando de esos días y de esos momentos de paz, llenas de caricias, de risas, de besos donde todo era demasiado idílico, pero cierto al fin y al cabo. Éramos como una pareja de enamorados estando juntos todo lo que podíamos, y disfruté de esos momentos. Mientras que por la noche e incluso antes de que esta llegara la pasaba con mi madre hablando y poniéndonos al día de todos esos años que nos habíamos perdido, pero al final siempre acababa en la cama del vikingo durmiendo junto a él.
Ambos eran importantes para mí; uno había entrado de lleno en mi vida y a una la había recuperado después de tanto tiempo. Me gustaba que se llevaran bien y me quitaba un peso de encima, se gastaban bromas, a veces incluso me hacían rabiar compinchándose a posta, y la travesía había pasado sin mayor incidente alguno. Mi madre nos había contado todo lo que sabía sobre la Orden que la había tenido trabajando para ella, dándonos toda la información que podía y sabía, y se notaba que quería ayudarlo a recuperar la otra mitad de la reliquia. Sabía que al vikingo le preocupaba, sabía también que en su cabecita estaba ideando algún plan para intentar dejarme al margen… pero no lo iba a conseguir. Los momentos de paz y de tranquilidad se habían acabado, en cuanto llegáramos a París la búsqueda comenzaría de nuevo. También sabía que le preocupaba cómo íbamos a hacer las cosas, y muchas veces me encontraba preguntándome si iba a ser justo para él, debíamos de encontrar una manera que pudiera ser beneficiosa para ambos, porque no podía permitir que se separara de su familia... yo había pasado por eso y no quería que nadie lo sufriera, mucho menos él.
Llegamos tras una semana por fin casi ya de noche y lo agradecí porque si no mi madre no hubiera podido bajar del barco por los rayos del sol, la idea era que mientras pudiera buscar algo se quedaría a vivir en casa conmigo, arriba tenía una habitación sin ocupar para ella donde podría quedarse hasta que decidiera visitar a mí padre y solucionar lo que tenían, lo que me recordaba que en algún momento tendría que presentarle al vikingo y no estaba convencida de que le gustara saber que me había prometido, pero sabía que se alegraría por mí y por verme feliz. Así que una vez bajamos del barco pusimos rumbo a casa para descansar del viaje, aunque antes hice una pequeña parada para ir a por mi perra a quien había echado mucho de menos en el viaje acostumbrada a estar todos los días con ella.
Me encantaban las muestras de felicidad que daban los animales, había sido verme y volverse loca subiendo sobre mí para darme “besos” mientras yo me reía al ver su actitud, incluso había reconocido al vikingo y se había subido sobre él como muestra de alegría y así pusimos rumbo hasta llegar de nuevo a casa con Isis con nosotros quien se mostraba feliz por estar de vuelta con ella. Cuando llegamos a casa dejé las maletas en la entrada y le enseñé la parte de arriba a mi madre donde estaba la habitación haciéndole una seña al vikingo diciéndole que ahora bajaba. Sabía que de noche ella estaba más activa y que seguramente saldría a cazar porque en el viaje eso había sido un poco difícil para ella y no le había preguntado cómo lo había hecho para alimentarse.
Bajé para encontrarme de nuevo con el vikingo quien estaba en el salón sentado en el sofá jugando con Isis y me acerqué para sentarme a su lado.
-De vuelta en casa –dije apoyando la cabeza en su hombro viendo como jugaba con mi perra, riéndome por como la hacía enfadar pero no lo conseguía porque era una perra demasiado buena, decidí que era hora de hacer algo rápido para cenar disfrutando de lo poco que quedaba de ese día- Voy a preparar algo para cenar, ahora vengo –me levanté no sin antes dejar un beso en sus labios y me fui a la cocina volviendo al poco rato con algo para los dos, sentándonos en la mesa disfrutando de la cena entre risas- mira lo contenta que está –dije viendo a mi perra revolcándose en su cama, como si estuviera feliz por haber vuelto a casa y me reí de ello. Terminé de cenar y me acerqué al vikingo sentándome de lado en sus piernas, buscando sus labios para fundirnos en un beso rodeando su cuello con uno de mis brazos- Oye Ubbe, ¿te suena de algo ese sofá? –Pregunté con una sonrisa divertida dejando un mordisco en su barbilla mientras sus ojos se fijaban en dicho sofá- ¿No fue ahí donde dormiste la primera noche? –Reí levemente subiendo al lóbulo de su oreja donde dejé un pequeño mordisco- ¿Lo has echado de menos, quieres volver a dormir ahí? –Pregunté con diversión sabiendo de sobra que no iba a querer dormir ahí. Mis labios recorrieron su mandíbula hasta quedarse justo sobre sus labios- puedo invitarte a dormir en mi cama –murmuré sobre estos alzando mis ojos para mirarlo con diversión, antes de morder y tirar de su labio inferior y sonreírle- Es más grande, más cómoda… y encima contarás con mí compañía, un cambio bastante considerable ¿no crees? –dejé un breve beso en sus labios sin apartarme de cómo estaba.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Borns Of Fire's Steel ~ Privado
Si al cruzar el portal alguien me hubiera dicho que acabaría comprometido en un tiempo en el que no debía de tocar nada y lo toqué todo, no me lo hubiera creído.
El caso es que emprendimos viaje de nuevo hacia el origen, París. Allí nos esperaba un duro camino para localizar a esa organización “templaria” que había custodiado a lo largo de los siglos aquella mitad de reliquia que necesitábamos para salvar el norte y a mi familia.
Naitiri reía feliz, ajena posiblemente a que iba a ser muy complicada esta misión y admito que era incapaz de no pensar en el modo de mantenerla al margen y alejada del problema.
Ese era el tema en el que no nos habíamos puesto de acuerdo, lo único que nos llevaba a discutir dentro de es idílico momento en el que ambos estábamos.
Pasaba el día entero perdida en mi piel, risas, paseos por cubierta, besos y mis manos en su trasero, algo que al parecer a ella le divertía tanto como la cantidad de “ufff” que soltaba a lo largo del día movido por las ganas de tomarla a todas horas.
Las noches las pasaba con su madre poniéndose al día de todo lo que habían vivido y aunque, la señora y yo, nos llevábamos muy bien, nos reíamos mucho y nos aliábamos para hacer enfadar a la egipcia, trataba de darles espacio, había pasado demasiado tiempo y entendía que eso era lo que necesitaba mi prometida.
Mientras eso sucedía solía ir a cubierta, apoyado en la barandilla contemplaba el firmamento tratando de trazar un plan que nos llevara al éxito.
Echaba de menos también a los míos, en especial a Niels, me hubiera gustado contarle tantas cosas, entre ellas que ya no era un hombre libre.
No se porque pero tenia la extraña sensación de que jamas volvería a pisar el norte, por supuesto no es algo que le dije a Nai, no quería preocuparla ahora que por fin la felicidad parecía haber llegado a su vida.
El barco atracó en puerto al anochecer, así que salimos por nuestro propio pie, sin tener que ingeniar nada para sacar a la madre de la egipcia sin que el sol la convirtiera en una bonita fogata.
Antes de ir a casa de la egipcia, fuimos a por la perra a otra casa, al parecer la de una de sus amigas. Me mantuve bastante al margen mientras las dos hablaban de nimiedades, si ella consideraba que no era el momento de presentarme como lo que era, lo respetaba.
Así que me mantuve alejado conversando con la madre de Nai, que bromeaba sobre las costumbres de mis tierras y los dioses que nos representan.
Finalmente y unto a la faldera perra que me saltaba alrededor feliz de volver a estar con su dueña nos acomodamos en la casa de Nai.
Esta, junto a su madre subió las escaleras, al parecer la vampiresa se quedaría allí hasta que encontrara otro lugar, algo que me pareció perfecto teniendo en cuenta que habían pasado mucho tiempo separadas y les vendría bien a ambas pasar tiempo juntas.
Lo que a mi me ayudaría a poder dejar mas al margen a la egipcia de los peligrosos planes que me atañían.
Frente a la chimenea, con una buena jarra de hidromiel y tratando de hacer cabrear a la perra sin éxito, me encontró Nai.
Sus labios buscaron los míos y yo le correspondí entreabriendo la boca para acoger su lengua y ese beso que pronto se torno fuego.
-Tu perra tiene que aprender a cazar -musite contra sus labios -¿que utilidad tiene si no? -bromeé sabiendo de sobra que para ella era compañía, algo que yo no concebía.
-Me la llevaré por las mañanas cuando vaya a entrenar y a cazar, haré de ella un depredador -bromeé mordiendo su labio inferior.
Mi aliento calcinaba su boca, estábamos hablándonos muy cerca, rozando nuestra nariz, bromeando como de costumbre.
Nai finalmente se levantó para hacer la cena, me relamí los labios, saboreando su sabor aun en ellos antes de dar otro trago.
Pronto estuvimos compartiendo una cena como siempre deliciosa, dándonos uno al otro de comer, besándonos, acariciándonos y acabó en mi regazo comiéndonos el postre y devorándonos a nosotros mismos.
-Te tengo ganas -musité a lo que recibí como respuesta una risa. Era cierto ¿cuando no le tenia ganas a esa mujer del desierto que me volvía completamente loco?
Enarqué una ceja cuando me dijo que si veía el sofá, que ahí podía dormir si así lo quería.
Le di un azote en el trasero con picardia volviendo a hundirme en su boca con rudeza.
-¿y si, subimos a la cama, y le demuestras a tu futuro marido lo cómodo que es el lecho? -pregunte con la voz ronca mientras seguía acariciando sus labios con los míos, tentándola.
Tiré de su brazo, hundí mi hombro en su estomago alzándola como un saco, mi mano en sus nalgas dándole un par de azotes.
-Ufffff, como estas egipcia -susurré mientras la escuchaba reír y su pelo caía en cascada hacia el suelo.
-¿entonces...que vas a hacer a tu vikingo? -bromeé subiendo las escaleras. La perra venia detrás, pero mi mirada impositiva le dejó claro que no era el lecho de Nai su lugar, así que rehízo sus pasos hacia el salón.
Nai me pegó en el culo, creo que no estaba de acuerdo con mi decisión sobre la perra y algo me decía que la ultima palabra seria mía “si cariño”
Nos cruzamos con su madre, la saludé con un deje divertido, supongo que ella iba a cazar y yo iba a jugar con su hija en la habitación.
Nai mas vergonzosa que yo me obligo a dejarla en el suelo para poder despediré, estaba roja como un tomate, algo que me hizo mucha gracia, no podía contener la risa y la madre de Nai en el fondo creo que tampoco.
Tiré de su brazo para que acabara ya de despedirse, tenia ganas, ya.
El caso es que emprendimos viaje de nuevo hacia el origen, París. Allí nos esperaba un duro camino para localizar a esa organización “templaria” que había custodiado a lo largo de los siglos aquella mitad de reliquia que necesitábamos para salvar el norte y a mi familia.
Naitiri reía feliz, ajena posiblemente a que iba a ser muy complicada esta misión y admito que era incapaz de no pensar en el modo de mantenerla al margen y alejada del problema.
Ese era el tema en el que no nos habíamos puesto de acuerdo, lo único que nos llevaba a discutir dentro de es idílico momento en el que ambos estábamos.
Pasaba el día entero perdida en mi piel, risas, paseos por cubierta, besos y mis manos en su trasero, algo que al parecer a ella le divertía tanto como la cantidad de “ufff” que soltaba a lo largo del día movido por las ganas de tomarla a todas horas.
Las noches las pasaba con su madre poniéndose al día de todo lo que habían vivido y aunque, la señora y yo, nos llevábamos muy bien, nos reíamos mucho y nos aliábamos para hacer enfadar a la egipcia, trataba de darles espacio, había pasado demasiado tiempo y entendía que eso era lo que necesitaba mi prometida.
Mientras eso sucedía solía ir a cubierta, apoyado en la barandilla contemplaba el firmamento tratando de trazar un plan que nos llevara al éxito.
Echaba de menos también a los míos, en especial a Niels, me hubiera gustado contarle tantas cosas, entre ellas que ya no era un hombre libre.
No se porque pero tenia la extraña sensación de que jamas volvería a pisar el norte, por supuesto no es algo que le dije a Nai, no quería preocuparla ahora que por fin la felicidad parecía haber llegado a su vida.
El barco atracó en puerto al anochecer, así que salimos por nuestro propio pie, sin tener que ingeniar nada para sacar a la madre de la egipcia sin que el sol la convirtiera en una bonita fogata.
Antes de ir a casa de la egipcia, fuimos a por la perra a otra casa, al parecer la de una de sus amigas. Me mantuve bastante al margen mientras las dos hablaban de nimiedades, si ella consideraba que no era el momento de presentarme como lo que era, lo respetaba.
Así que me mantuve alejado conversando con la madre de Nai, que bromeaba sobre las costumbres de mis tierras y los dioses que nos representan.
Finalmente y unto a la faldera perra que me saltaba alrededor feliz de volver a estar con su dueña nos acomodamos en la casa de Nai.
Esta, junto a su madre subió las escaleras, al parecer la vampiresa se quedaría allí hasta que encontrara otro lugar, algo que me pareció perfecto teniendo en cuenta que habían pasado mucho tiempo separadas y les vendría bien a ambas pasar tiempo juntas.
Lo que a mi me ayudaría a poder dejar mas al margen a la egipcia de los peligrosos planes que me atañían.
Frente a la chimenea, con una buena jarra de hidromiel y tratando de hacer cabrear a la perra sin éxito, me encontró Nai.
Sus labios buscaron los míos y yo le correspondí entreabriendo la boca para acoger su lengua y ese beso que pronto se torno fuego.
-Tu perra tiene que aprender a cazar -musite contra sus labios -¿que utilidad tiene si no? -bromeé sabiendo de sobra que para ella era compañía, algo que yo no concebía.
-Me la llevaré por las mañanas cuando vaya a entrenar y a cazar, haré de ella un depredador -bromeé mordiendo su labio inferior.
Mi aliento calcinaba su boca, estábamos hablándonos muy cerca, rozando nuestra nariz, bromeando como de costumbre.
Nai finalmente se levantó para hacer la cena, me relamí los labios, saboreando su sabor aun en ellos antes de dar otro trago.
Pronto estuvimos compartiendo una cena como siempre deliciosa, dándonos uno al otro de comer, besándonos, acariciándonos y acabó en mi regazo comiéndonos el postre y devorándonos a nosotros mismos.
-Te tengo ganas -musité a lo que recibí como respuesta una risa. Era cierto ¿cuando no le tenia ganas a esa mujer del desierto que me volvía completamente loco?
Enarqué una ceja cuando me dijo que si veía el sofá, que ahí podía dormir si así lo quería.
Le di un azote en el trasero con picardia volviendo a hundirme en su boca con rudeza.
-¿y si, subimos a la cama, y le demuestras a tu futuro marido lo cómodo que es el lecho? -pregunte con la voz ronca mientras seguía acariciando sus labios con los míos, tentándola.
Tiré de su brazo, hundí mi hombro en su estomago alzándola como un saco, mi mano en sus nalgas dándole un par de azotes.
-Ufffff, como estas egipcia -susurré mientras la escuchaba reír y su pelo caía en cascada hacia el suelo.
-¿entonces...que vas a hacer a tu vikingo? -bromeé subiendo las escaleras. La perra venia detrás, pero mi mirada impositiva le dejó claro que no era el lecho de Nai su lugar, así que rehízo sus pasos hacia el salón.
Nai me pegó en el culo, creo que no estaba de acuerdo con mi decisión sobre la perra y algo me decía que la ultima palabra seria mía “si cariño”
Nos cruzamos con su madre, la saludé con un deje divertido, supongo que ella iba a cazar y yo iba a jugar con su hija en la habitación.
Nai mas vergonzosa que yo me obligo a dejarla en el suelo para poder despediré, estaba roja como un tomate, algo que me hizo mucha gracia, no podía contener la risa y la madre de Nai en el fondo creo que tampoco.
Tiré de su brazo para que acabara ya de despedirse, tenia ganas, ya.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Borns Of Fire's Steel ~ Privado
Miré al vikingo que jugaba con mi perra intentando hacerla de rabiar algo que era imposible, porque esa perra era un amor absoluto y jamás la había visto cabrearse con alguien o con algo, salvo la vez esa que había estado amenazadora contra aquel hombre que el vikingo había cogido del cuello, hecho que me recordó por qué le había molestado y dolido tanto aquello. Al parecer yo no le había contado cuando lo conocí que había sido cortesana, algo que entendía perfectamente porque no iba a ir contando a todo el mundo lo que había sido, o mejor dicho, me habían obligado a ser en el pasado. Y ahora podía comprender mucho mejor todas esas dudas que me asaltaban con su actitud, todas las veces que no me había respondido a mis preguntas y que me habían dejado con más respuestas. Ahora entendía todo.
Negué con la cabeza divertida cuando dijo que se la llevaría a cazar como había hecho esa vez, que necesitaba cazar la perra y me mordí el labio con diversión porque sabía que por mucho que dijera no era algo que fuera a hacer realmente, mí perra no era una de caza, sino era un animal de compañía y así quería que siguiera siendo. Porque se la podía llevar cuando él fuera a entrenar, no negaba que a la perra le vendría bien, pero a cazar ya era una cosa muy diferente y no lo quería para ella. Le di un golpe en el hombro cuando dijo aquello mientras ya pensaba que tendría que hacer algo para cenar.
-No vas a convertir a mi perra en una perra de caza, no es para eso. Es un animal de compañía y quiero que siga siendo así –mordí su hombro tras haberme buscando con sus labios fundiéndonos en un beso que nos dejó con ganas de más a los dos- pero te la puedes llevar cuando entrenes, no niego que le va a venir muy bien algo de ejercicio y gastar energías… pero solo a entrenar –alcé un dedo en modo advertencia, si se la llevaba de caza lo iba a saber y me iba a enfadar por ello- Además, ¿puedo irme yo contigo a ver cómo entrenas? –Pregunté alzando mí rostro hacia el suyo, con mis labios sobre los del vikingo, susurrando en voz baja, con un tono un poco más bajo que resultaba seductor. Mordí mi labio alzando mis ojos para encontrar sus orbes azules- Me gustaría ver algún día como entrenas cuando te vayas alguna mañana, prometo no distraerte –levanté mis manos sonriendo de lado, como si fuera una niña buena que no era para nada- no puedo perderme ese espectáculo, prometo quedarme calladita y en silencio sin molestar, será como si no estuviera –reí levemente entre dientes- ver cómo entrenas, con la espada, con el arco, como trabajas esos músculos, luego ver cómo te quitas la camisa empapado en sudor… -jadeé contra sus labios imaginándolo, provocándole totalmente a posta para que un día cediera y me llevara con él- Voy a hacer la cena –me levanté de su lado no sin antes darle un beso alejándome con una sonrisa, para que pensara en mis palabras mientras seguía jugando con Isis. La cena pasó de forma rápida y amena entre risas y caricias cómplices, al final de esta acabé sentándome en el regazo del vikingo terminando el postre para luego recordarle con diversión que había dormido la primera noche en aquel sofá, riéndome por la respuesta que me dio con aquel azote. Ahora sabía de sobra que les gustaba demasiado dar azotes y me reí cuando dijo que me tenía ganas, a lo que yo me preguntaba que cuándo no me tenía hagas aquel hombre.
Habíamos pasado todo el viaje sin hacer prácticamente nada y sabía que eso al vikingo era como una tortura y un castigo, aunque no fuera como tal, solamente por la situación en la que nos encontrábamos y ya sabía que con las ganas que siempre me tenía en llegar a París iba a resarcirse de aquellos días en los que no había podido hacer nada, por lo que me reí cuando al final me había dicho las ganas que me tenía. Un azote fue lo que obtuve de respuesta junto a un beso abrasador cuando tomó mi boca de forma salvaje, con ese carácter que le precedía y que me gustaba. Su pregunta de enseñarle cómo de cómodo era el lecho me hizo reír contra sus labios y aunque quise levantarme para empezar a subir, fue más rápido que yo y volvió a alzarme sobre su hombro cargando conmigo, como si fuera un saco de patatas notando sus manos en mis nalgas, sus característicos “uffff” que me divertían por no encontrar palabras para definirme.
-¿Qué voy a hacer? En cuanto me baje al suelo mostrarle lo cómoda que es mi cama para que se vaya haciendo a la idea –reí divertida apoyando mis codos en su espalda para no colgar completamente, con mi pelo cayendo a ambos lados de mi rostro. Vi que Isis subía tras nosotros pero que el vikingo se giró para hacer que volviera sobre sus pasos- ¡Ubbe! –Esa vez fui yo quien le dio un azote en el culo y lo miré de reojo por encima del hombro- está acostumbrada a dormir conmigo, aunque no duerma en la cama sí puede dormir en la habitación –tenía esa costumbre desde que la había tenido. Por el camino nos encontramos con mí madre quien se rió por vernos de esa forma mientras yo me avergonzaba aún sin acostumbrarme a que me viera de esas formas- Bájame maldito vikingo –pedí entre risas para verla ahora ya en el suelo, sabía que iba a salir de caza aunque no me lo dijera, así que le di un abrazo y le dije un “lleva cuidado” que le hizo reírse tras mirarnos pasando de uno a otro, como si quisiera decirnos que lleváramos cuidado nosotros y la observé bajar las escaleras riéndose divertida todavía notando los leves tirones del vikingo para que terminara de despedirme, quien se reía también por la situación. Lo miré de reojo y lo fulminé un poco con la mirada, sabía que le resultaba divertido verme de esas formas con ella, aun sin acostumbrarme. Sonreí de lado y como en pago por su diversión silbé para llamar a mi perra quien no tardó en estar a mi lado poniendo sus patas sobre mi pecho con la lengua fuera- Oh, mira qué bonita es. ¿Ubbe ha sido malo contigo? –Puse voz como si hablara con un niño pequeño, con una sonrisa divertida notando la mirada del vikingo sobre la mía- No pasa nada cosita, solo que no sabe que siempre duermes conmigo. Venga, vamos –hice que bajara y entrara a la habitación para girarme y mirar al vikingo- No puedo creer que no tengas reparos en hacerlo delante de otras personas, pero sí de un animal –reí levemente entre dientes acercándome a él- ¿Te intimida mi perra, Ubbe? –Pregunté subiendo mis manos por su pecho para alzar el rostro y capturar sus labios con mis dientes, tirando levemente del inferior sin dejar de mirarlo- Ven –cogí su mano y lo llevé a la habitación donde tras hacerle un gesto a mi perra para que se fuera a uno de los rincones, obediente se acurrucó en un lado donde tenía un cojín para ella, y allí se quedó tumbada más tranquila.
Llevé al vikingo de la mano hasta la enorme cama y mis manos volvieron a subir por su pecho hasta quedarse en su nuca donde me elevé para besarlo esta vez sí de forma más profunda, buscando invadir ésta en una batalla que me presentaba y que me hizo reír aun en el beso. Al separarme mis manos le dieron un empujón para que cayera sobre el colchón y sonreí de lado dejando que se acomodara sobre este, acabé por subirme yo también en la cama y gateé sobre su cuerpo hasta llegar a su rostro donde sentándome sobre él busqué de nuevo sus labios y mis manos se colaban por la camisa que llevaba, acariciando su piel bajo esta y terminar por subirla por su cuerpo, separarme de sus labios, y acabar por quitársela lanzándola lejos, dejando su pecho al descubierto donde la marca de la herida ya estaba cicatrizando, y repasé con mis dedos esa herida que me había dado tantos dolores de cabeza.
-¿Es cómoda mí cama, Ubbe? –Pregunté repasando ahora subiendo por su vientre, pasando por los músculos de estos hasta llegara a su pecho- Y ahora que te he enseñado lo cómoda que es, ¿qué piensas hacer al respecto? –La otra mano la subí hacia su rostro y enredé mis dedos en su pecho, tirando su rostro hacia atrás para pasar a recorrer con mis labios su cuello dejando pequeños besos allá por donde iba- ¿Sabes? Me alegra ver que por fin la herida está cicatrizando, eso quiere decir que ya no hay veneno en el cuerpo y que pronto solo será un recuerdo, que estás fuera de peligro –mordí su cuello dejando una marca en su piel que se tornó de color rojiza, para luego pasar la lengua por el lugar y subir hasta su oído- No me ha quedado claro, ¿me vas a llevar algún día a ver cómo entrenas? -Pregunté en su oído de forma baja con una sonrisa ladeada en el rostro recordándole mis palabras, en un susurro, para luego morder el contorno de su oreja.
Negué con la cabeza divertida cuando dijo que se la llevaría a cazar como había hecho esa vez, que necesitaba cazar la perra y me mordí el labio con diversión porque sabía que por mucho que dijera no era algo que fuera a hacer realmente, mí perra no era una de caza, sino era un animal de compañía y así quería que siguiera siendo. Porque se la podía llevar cuando él fuera a entrenar, no negaba que a la perra le vendría bien, pero a cazar ya era una cosa muy diferente y no lo quería para ella. Le di un golpe en el hombro cuando dijo aquello mientras ya pensaba que tendría que hacer algo para cenar.
-No vas a convertir a mi perra en una perra de caza, no es para eso. Es un animal de compañía y quiero que siga siendo así –mordí su hombro tras haberme buscando con sus labios fundiéndonos en un beso que nos dejó con ganas de más a los dos- pero te la puedes llevar cuando entrenes, no niego que le va a venir muy bien algo de ejercicio y gastar energías… pero solo a entrenar –alcé un dedo en modo advertencia, si se la llevaba de caza lo iba a saber y me iba a enfadar por ello- Además, ¿puedo irme yo contigo a ver cómo entrenas? –Pregunté alzando mí rostro hacia el suyo, con mis labios sobre los del vikingo, susurrando en voz baja, con un tono un poco más bajo que resultaba seductor. Mordí mi labio alzando mis ojos para encontrar sus orbes azules- Me gustaría ver algún día como entrenas cuando te vayas alguna mañana, prometo no distraerte –levanté mis manos sonriendo de lado, como si fuera una niña buena que no era para nada- no puedo perderme ese espectáculo, prometo quedarme calladita y en silencio sin molestar, será como si no estuviera –reí levemente entre dientes- ver cómo entrenas, con la espada, con el arco, como trabajas esos músculos, luego ver cómo te quitas la camisa empapado en sudor… -jadeé contra sus labios imaginándolo, provocándole totalmente a posta para que un día cediera y me llevara con él- Voy a hacer la cena –me levanté de su lado no sin antes darle un beso alejándome con una sonrisa, para que pensara en mis palabras mientras seguía jugando con Isis. La cena pasó de forma rápida y amena entre risas y caricias cómplices, al final de esta acabé sentándome en el regazo del vikingo terminando el postre para luego recordarle con diversión que había dormido la primera noche en aquel sofá, riéndome por la respuesta que me dio con aquel azote. Ahora sabía de sobra que les gustaba demasiado dar azotes y me reí cuando dijo que me tenía ganas, a lo que yo me preguntaba que cuándo no me tenía hagas aquel hombre.
Habíamos pasado todo el viaje sin hacer prácticamente nada y sabía que eso al vikingo era como una tortura y un castigo, aunque no fuera como tal, solamente por la situación en la que nos encontrábamos y ya sabía que con las ganas que siempre me tenía en llegar a París iba a resarcirse de aquellos días en los que no había podido hacer nada, por lo que me reí cuando al final me había dicho las ganas que me tenía. Un azote fue lo que obtuve de respuesta junto a un beso abrasador cuando tomó mi boca de forma salvaje, con ese carácter que le precedía y que me gustaba. Su pregunta de enseñarle cómo de cómodo era el lecho me hizo reír contra sus labios y aunque quise levantarme para empezar a subir, fue más rápido que yo y volvió a alzarme sobre su hombro cargando conmigo, como si fuera un saco de patatas notando sus manos en mis nalgas, sus característicos “uffff” que me divertían por no encontrar palabras para definirme.
-¿Qué voy a hacer? En cuanto me baje al suelo mostrarle lo cómoda que es mi cama para que se vaya haciendo a la idea –reí divertida apoyando mis codos en su espalda para no colgar completamente, con mi pelo cayendo a ambos lados de mi rostro. Vi que Isis subía tras nosotros pero que el vikingo se giró para hacer que volviera sobre sus pasos- ¡Ubbe! –Esa vez fui yo quien le dio un azote en el culo y lo miré de reojo por encima del hombro- está acostumbrada a dormir conmigo, aunque no duerma en la cama sí puede dormir en la habitación –tenía esa costumbre desde que la había tenido. Por el camino nos encontramos con mí madre quien se rió por vernos de esa forma mientras yo me avergonzaba aún sin acostumbrarme a que me viera de esas formas- Bájame maldito vikingo –pedí entre risas para verla ahora ya en el suelo, sabía que iba a salir de caza aunque no me lo dijera, así que le di un abrazo y le dije un “lleva cuidado” que le hizo reírse tras mirarnos pasando de uno a otro, como si quisiera decirnos que lleváramos cuidado nosotros y la observé bajar las escaleras riéndose divertida todavía notando los leves tirones del vikingo para que terminara de despedirme, quien se reía también por la situación. Lo miré de reojo y lo fulminé un poco con la mirada, sabía que le resultaba divertido verme de esas formas con ella, aun sin acostumbrarme. Sonreí de lado y como en pago por su diversión silbé para llamar a mi perra quien no tardó en estar a mi lado poniendo sus patas sobre mi pecho con la lengua fuera- Oh, mira qué bonita es. ¿Ubbe ha sido malo contigo? –Puse voz como si hablara con un niño pequeño, con una sonrisa divertida notando la mirada del vikingo sobre la mía- No pasa nada cosita, solo que no sabe que siempre duermes conmigo. Venga, vamos –hice que bajara y entrara a la habitación para girarme y mirar al vikingo- No puedo creer que no tengas reparos en hacerlo delante de otras personas, pero sí de un animal –reí levemente entre dientes acercándome a él- ¿Te intimida mi perra, Ubbe? –Pregunté subiendo mis manos por su pecho para alzar el rostro y capturar sus labios con mis dientes, tirando levemente del inferior sin dejar de mirarlo- Ven –cogí su mano y lo llevé a la habitación donde tras hacerle un gesto a mi perra para que se fuera a uno de los rincones, obediente se acurrucó en un lado donde tenía un cojín para ella, y allí se quedó tumbada más tranquila.
Llevé al vikingo de la mano hasta la enorme cama y mis manos volvieron a subir por su pecho hasta quedarse en su nuca donde me elevé para besarlo esta vez sí de forma más profunda, buscando invadir ésta en una batalla que me presentaba y que me hizo reír aun en el beso. Al separarme mis manos le dieron un empujón para que cayera sobre el colchón y sonreí de lado dejando que se acomodara sobre este, acabé por subirme yo también en la cama y gateé sobre su cuerpo hasta llegar a su rostro donde sentándome sobre él busqué de nuevo sus labios y mis manos se colaban por la camisa que llevaba, acariciando su piel bajo esta y terminar por subirla por su cuerpo, separarme de sus labios, y acabar por quitársela lanzándola lejos, dejando su pecho al descubierto donde la marca de la herida ya estaba cicatrizando, y repasé con mis dedos esa herida que me había dado tantos dolores de cabeza.
-¿Es cómoda mí cama, Ubbe? –Pregunté repasando ahora subiendo por su vientre, pasando por los músculos de estos hasta llegara a su pecho- Y ahora que te he enseñado lo cómoda que es, ¿qué piensas hacer al respecto? –La otra mano la subí hacia su rostro y enredé mis dedos en su pecho, tirando su rostro hacia atrás para pasar a recorrer con mis labios su cuello dejando pequeños besos allá por donde iba- ¿Sabes? Me alegra ver que por fin la herida está cicatrizando, eso quiere decir que ya no hay veneno en el cuerpo y que pronto solo será un recuerdo, que estás fuera de peligro –mordí su cuello dejando una marca en su piel que se tornó de color rojiza, para luego pasar la lengua por el lugar y subir hasta su oído- No me ha quedado claro, ¿me vas a llevar algún día a ver cómo entrenas? -Pregunté en su oído de forma baja con una sonrisa ladeada en el rostro recordándole mis palabras, en un susurro, para luego morder el contorno de su oreja.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Borns Of Fire's Steel ~ Privado
Mi preciosa futura esposa no reparó en devolvérmela, al parecer no le había divertido en absoluto ser el centro de las risas de su madre y mías. Así que ahora como castigo a mis actos me desautorizaba llamando a su perra para que nos acompañara al lecho.
Enarque una ceja al ver como el chucho aparecía tan campante y ella se deshacía en halagos hacia el bicho peludo.
Esto era algo que jamas hubiera presenciado en el norte allí los animales tenían una utilidad y por supuesto no se trataban como a hijos tontos.
Miré a la perra ladeando la sonrisa, a la primera ocasión que tuviera me la pensaba llevar de caza, así cuando acabara el día no tendría tantas ganas de subir por las escaleras y la alfombra frente a la lumbre seria sin duda un lugar idílico para ella.
Guardé silencio, si algo me había enseñado mi padre a lo largo de los tiempos con su mujer, es que si quieres follar, en estos momentos de preámbulo, mejor no contrariar a la que tiene las llaves para conseguirlo y teniendo en cuenta que llevaba una semana a pan y agua, la idea de enfadar a cancerbero, se me antojaba demasiado épica para llevarla acabo en este lujurioso momento.
Tiró de mi mano para adentrarnos en la habitación, rozaba el cielo solo cuando su cuerpo orillado al mio me prometía una gesta sin vencedor ni vencido, jadeé sediento contra su boca, los desiertos de la egipcia repasaron mi rostro al tiempo que mis manos buscaban desprenderse de las cintas de su corseé.
Ordeno a la perra que fuera a un lado de la cámara y esta obediente lo hizo, mordí su labio inferior de forma provocativa.
Nai me fue empujando hacia el lecho, allí caí sin perder de vista su piel canela que ahora gateaba por mi cuerpo decidida a desatar la tempestad.
Labios entreabiertos dispuestos a recibirla, su pelo caía en cascada a cada lado de mi rostro. Palabras tentadoras, susurradas de forma lenta, acariciando mis labios con cada una de ellas.
-¿a entrenar? -jadeé contra su boca -ahora mismo te llevaría la infierno si me lo pidieras.
Mi boca colisiono con rudeza con la ajena, lengua que se adentro en aquel mar bravo surcando las olas, desafiando a sus dientes que me mordían hambrientos.
-Hagamos un trato, si te llevo a entrenar, esa noche, iremos a una taberna que conozco, al menos en mi tiempo acudimos a ella con frecuencia mis hermanos y primos ¿que me dices? Prometo ser bueno y traerte a casa borracha -bromeé conociendo el poco aguante que tenia esa mujer.
Gruñí aflojando el lazo de su corseé este cayó sobre mi pecho y con rapidez lo lancé al suelo, nada mas excitante que le cuerpo desnudo de mi futura mujer.
Entre besos largos, sus dedos desabrocharon mis botones dejando mi pecho al descubierto, miradas oscurecidas que nos consumían y su dedo marcando mi fiel, dibujando la herida que tantos problemas nos había traído a ambos.
-Estoy bien -susurré casi como un acto reflejo de lo que siempre decía cuando su yema repasaba ese trozo de piel.
Sonrió sintiendo lo perdido que estaba en ese momento y hasta que punto llegaba mi deseo pues mi alzada hombría se hundía en su vientre y mis manos se afanaba desesperadas por aflojar el enganche de la falda.
Gruñí rasgándolo finalmente.
-Te compraré otra falda -susurré sacado la tela como bien pude de su cuerpo para ahora si perder mis manso en su trasero moviendolo sobre mi.
-Y si le demuestras a este vikingo lo bien que cabalga su futura esposa.
Me relamí los labios contemplándola, ambos estábamos muy excitados, nuestras bocas no dejaban de colisionar sin tregua, como si dos volcanes entraran en erupción y la lava de ambos arrasara con todo a su alrededor
Mis manso eran enredaderas en su cadera, se cernían con fuerza haciendo que su feminidad danzara de forma peligrosa sobre mi hombría.
Sus manso raudas se deshicieron de mis botas, pantalón y mis ojos se centraron en su trasero cuando se giro para desvestirme, dejando una vista idílica y yo una palmada en las nalgas que retumbó en la habitación.
-Uffff nena, que culo tienes, menudas vistas.
Sin permitir que se girara, rasgué con las manos las bragas calentando con mis dedos su feminidad, caricias prolongadas, circulares sobre su botón, de arriaba a bajo sintiendo la humedad que generaba el incinerante contacto de mis dedos en ella.
Mis ojos se deleitaban de esas posaderas que empujadas por sus caderas buscaban mi hombría en alza para calcinar el glande con su demencial danza.
Enarque una ceja al ver como el chucho aparecía tan campante y ella se deshacía en halagos hacia el bicho peludo.
Esto era algo que jamas hubiera presenciado en el norte allí los animales tenían una utilidad y por supuesto no se trataban como a hijos tontos.
Miré a la perra ladeando la sonrisa, a la primera ocasión que tuviera me la pensaba llevar de caza, así cuando acabara el día no tendría tantas ganas de subir por las escaleras y la alfombra frente a la lumbre seria sin duda un lugar idílico para ella.
Guardé silencio, si algo me había enseñado mi padre a lo largo de los tiempos con su mujer, es que si quieres follar, en estos momentos de preámbulo, mejor no contrariar a la que tiene las llaves para conseguirlo y teniendo en cuenta que llevaba una semana a pan y agua, la idea de enfadar a cancerbero, se me antojaba demasiado épica para llevarla acabo en este lujurioso momento.
Tiró de mi mano para adentrarnos en la habitación, rozaba el cielo solo cuando su cuerpo orillado al mio me prometía una gesta sin vencedor ni vencido, jadeé sediento contra su boca, los desiertos de la egipcia repasaron mi rostro al tiempo que mis manos buscaban desprenderse de las cintas de su corseé.
Ordeno a la perra que fuera a un lado de la cámara y esta obediente lo hizo, mordí su labio inferior de forma provocativa.
Nai me fue empujando hacia el lecho, allí caí sin perder de vista su piel canela que ahora gateaba por mi cuerpo decidida a desatar la tempestad.
Labios entreabiertos dispuestos a recibirla, su pelo caía en cascada a cada lado de mi rostro. Palabras tentadoras, susurradas de forma lenta, acariciando mis labios con cada una de ellas.
-¿a entrenar? -jadeé contra su boca -ahora mismo te llevaría la infierno si me lo pidieras.
Mi boca colisiono con rudeza con la ajena, lengua que se adentro en aquel mar bravo surcando las olas, desafiando a sus dientes que me mordían hambrientos.
-Hagamos un trato, si te llevo a entrenar, esa noche, iremos a una taberna que conozco, al menos en mi tiempo acudimos a ella con frecuencia mis hermanos y primos ¿que me dices? Prometo ser bueno y traerte a casa borracha -bromeé conociendo el poco aguante que tenia esa mujer.
Gruñí aflojando el lazo de su corseé este cayó sobre mi pecho y con rapidez lo lancé al suelo, nada mas excitante que le cuerpo desnudo de mi futura mujer.
Entre besos largos, sus dedos desabrocharon mis botones dejando mi pecho al descubierto, miradas oscurecidas que nos consumían y su dedo marcando mi fiel, dibujando la herida que tantos problemas nos había traído a ambos.
-Estoy bien -susurré casi como un acto reflejo de lo que siempre decía cuando su yema repasaba ese trozo de piel.
Sonrió sintiendo lo perdido que estaba en ese momento y hasta que punto llegaba mi deseo pues mi alzada hombría se hundía en su vientre y mis manos se afanaba desesperadas por aflojar el enganche de la falda.
Gruñí rasgándolo finalmente.
-Te compraré otra falda -susurré sacado la tela como bien pude de su cuerpo para ahora si perder mis manso en su trasero moviendolo sobre mi.
-Y si le demuestras a este vikingo lo bien que cabalga su futura esposa.
Me relamí los labios contemplándola, ambos estábamos muy excitados, nuestras bocas no dejaban de colisionar sin tregua, como si dos volcanes entraran en erupción y la lava de ambos arrasara con todo a su alrededor
Mis manso eran enredaderas en su cadera, se cernían con fuerza haciendo que su feminidad danzara de forma peligrosa sobre mi hombría.
Sus manso raudas se deshicieron de mis botas, pantalón y mis ojos se centraron en su trasero cuando se giro para desvestirme, dejando una vista idílica y yo una palmada en las nalgas que retumbó en la habitación.
-Uffff nena, que culo tienes, menudas vistas.
Sin permitir que se girara, rasgué con las manos las bragas calentando con mis dedos su feminidad, caricias prolongadas, circulares sobre su botón, de arriaba a bajo sintiendo la humedad que generaba el incinerante contacto de mis dedos en ella.
Mis ojos se deleitaban de esas posaderas que empujadas por sus caderas buscaban mi hombría en alza para calcinar el glande con su demencial danza.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Borns Of Fire's Steel ~ Privado
Sabía perfectamente las teclas que tenía que tocar con el vikingo para que me hiciera caso, y a esas alturas sabiendo la semana que había estado sin poder deleitarse como a él le gustaría de mí cuerpo, sabía aún más qué teclas eran las que debía de tocar sin duda alguna. Mis pasos y mis manos en su pecho lo llevaron por la habitación hasta que topó la cama y le di un empujón para que cayera sobre la misma, sin perder tiempo una vez estuvo tumbado en ella subí por su cuerpo trepando como una pantera por su cuerpo, notando sus ojos fijos en mí, hasta que mi rostro estuvo cerca del suyo y nuestros labios se fundieron en un beso necesitado, húmedo y cargado de pasión. Mis palabras parecieron despertarlo y recordarle lo que le había dicho en el comedor y me lo preguntó de nuevo, riéndome sin poder evitarlo.
Su boca tomó el control de la mía arrasando con todo a su paso mientras yo dejaba mordiscos en sus labios al separarme, lo miré con una sonrisa cuando me dijo que si me llevaba a entrenar por la noche luego tendríamos que ir a una taberna que él había visitado en su tiempo cuando visitó París, prometiéndome ser bueno y llevarme a casa borracha sabiendo del poco aguante que tenía con el alcohol y lo pronto que lograría ese cometido y lo mucho que sabía que él tardaría hasta que estuviera borracho. Reí sin poder evitarlo y mordí su labio inferior de forma juguetona y provocativa, mirándole a los orbes azules que me contemplaban excitados esperando una respuesta por mí parte.
-Trato hecho, vikingo. Ya estoy deseando que me lleves a ver cómo entrenas… tiene que ser muy excitante desde mi punto de vista –reí entre dientes y mis manos no tardaron en quitarle la camisa dejando su pecho al descubierto, repasando con mi dedo la herida que comenzaba a sanar y que me había dado serios dolores de cabeza mientras habíamos estado en Egipto. Sus dedos tampoco perdieron el tiempo y comenzaron a desatar los lazos del corsé hasta que finalmente me dejó desnuda de cintura para arriba, no dejábamos de mirarnos notando lo excitados que estábamos, las ganas que nos teníamos en esos momentos y nuestros labios no dejaban de buscarse necesitados de sentirse, de besarse, de perderse… tanto como teníamos ganas de perdernos en el otro. Sonreí cuando me dijo que estaba bien, y esa vez, sí que le creí porque sabía que así lo reflejaba la herida que ya curaba. Notaba perfectamente cómo de necesitado estaba aquel hombre porque en mí vientre no dejaba de sentir su miembro duro y excitado con cada movimiento que hacía, y sus manos intentaban desabrochar la falda que llevaba puesta mientras mis labios recorrían su cuello y dejaba mordiscos, besos y lamidas por la zona sin perder la sonrisa, riéndome entre dientes cuando al final terminó por romper el enganche de la falda y notaba que sacaba la prenda subiéndola por mí cuerpo y alegando que me compraría otra- contigo no gano para ropa Ubbe, a ver si vas a romper todo el fondo de mí armario –dije con diversión notando sus manos en mis nalgas que movía sobre su miembro, provocándome escalofríos de puro placer por todo mi cuerpo.
No dejábamos de buscarnos constantemente, nuestros labios se atraían como imanes de forma inevitable donde arrasábamos con la boca del otro arrancándonos jadeos y suspiros, mientras la necesidad crecía en nuestros cuerpos y nos hacía esclavos el uno del otro. Su necesidad era la mía, y la mía era la suya. Nuestros cuerpos ardían como si ríos de lava recorrieran nuestro cuerpo por dentro calentándonos aún más, y es que no dejábamos de provocarnos en todo momento, aún tenía que quitarle parte de la ropa y se me iba a hacer difícil si no dejaba de mover mis caderas de esa forma tan peligrosa y tremendamente placentera sobre su miembro, podía sentirlo incluso con la tela de la ropa interior y los pantalones que llevaba.
-Voy a demostrarle a mi futuro marido algo más que cómo cabalga esta egipcia –dije respondiendo a sus palabras, seguíamos llamándonos “vikingo” y “egipcia” pero eso era ya algo cotidiano y rutinario para nosotros, jamás dejaríamos de llamarnos de esa forma y a mí me gustaba tanto llamarlo a él como que me llamara. Sus ojos no perdían detalle de mí o de mí cuerpo y me incliné para morder sus labios antes de pasar a quitarle la ropa restante- ¿sabes? Suena tan sexy de tus labios que digas que voy a ser tú esposa –murmuré sobre estos bajando ya mis manos por su pecho en dirección al cinturón de su pantalón- ¿Cómo sería en nórdico? –Pregunté porque quería escuchar ese acento suyo, marcado y distintivo, que gastaba y que me gustaba mucho… lo hacía ver más rudo y me ponía que dijera cosas en su idioma aunque no se lo hubiera dicho. Me giré para finalmente deshacerme de los pantalones, así como de las botas y de la ropa interior solo para sentir cómo dejaba una palmada en una de mis nalgas, que me hizo jadear, y que sonó en la habitación para luego escuchar sus palabras y reír mirándolo por encima del hombro- Unas vistas privilegiadas –comenté con diversión solo para notar como por… enésima vez, porque había perdido ya la cuenta, rompía la ropa interior y volví a mirarle de reojo- a este paso vas a tener que comprarme casi toda la ropa interior, Ubbe –dije con una sonrisa para sentir sus dedos que se dirigían directos a mí sexo donde un gemido escapó de mis labios y eché la cabeza hacia atrás, notando como sus dedos recorrían todo mi sexo y luego se centraban en el clítoris provocando que abriera más mis piernas para darle más acceso, moviendo mis caderas contra su miembro para quitarle la última prenda que lo dejaba tan desnudo como lo estaba yo. Moví mis caderas contra su miembro sintiendo ahora no solo sus dedos, sino también su miembro recorriendo toda la zona y volví a gemir llevando una de mis manos a su muñeca apretando con fuerza, dándole a entender que o paraba o no iba a aguantar mucho más.
La otra mano fue a su miembro queriendo devolverle algo de lo que me estaba haciendo él y comencé a subirla y bajarla por todo el tronco notando que la parte donde rozaba mi sexo estaba húmedo del mismo, así que lo recorrí ahora con mi humedad sin dejar de frotar mi sexo contra el tronco repetidas veces, notando como la punta de este rozaba la entrada y lo mojaba también, bajando mi mano por el lugar. Me giré porque de seguir acabaríamos de esa forma y me incliné para buscar sus labios devorándolos mientras seguía rozando mi sexo contra su miembro, le pedí que se sentara en la cama apoyando su espalda contra el cabecero y cuando lo hizo, con mis labios sobre los suyos, comencé a bajar mis caderas haciendo que su miembro se adentrara notando como mis paredes se hacían a él, notando el placer que eso me provocaba hasta que finalmente me senté por completo estando dentro de mí.
Gemí contra sus labios con mi pecho rozando el suyo y sin moverme sentada todavía moví mis caderas en círculos dejando que mi respiración que salía de mis labios diera contra los suyos, provocándole, tentándole. Mis ojos fijos en los suyos cuando finalmente comencé a moverme sobre él notando sus manos en mis caderas, como si quisiera ayudarme, y poco a poco, muy poco a poco, comencé a aumentar el ritmo queriendo disfrutar de aquello. Sentía sus dedos que se cernían sobre mis caderas y yo que cada vez me movía más rápido, para de vez en cuando parar sentada sobre él y mover mis caderas, para luego volver a empezar de nuevo. Mis labios atraparon los suyos notando que cada vez iba más y más rápido, dejándome llevar por el placer que recorría mí cuerpo y que me hacía querer mucho más de él.
Me perdía en él, en su cuerpo, en su piel, en lo que él representaba para mí, en sus labios, en esos orbes azules que me miraban brillando y en el placer que me otorgaba moviéndome sobre él. Gemía contra sus labios sin poder evitarlo perdiéndome en sensaciones que solo él llegaba a provocarme, recorrí con mis dedos uno de sus brazos y entrelacé una de mis manos para subirla por mí cuerpo hasta dejarla sobre uno de mis pechos para que me tocara, necesitada de él. Gemí aún más fuerte cuando la otra mano bajó hasta mí sexo y sus dedos torturaron el clítoris, volví a morder y besar sus labios ya con un ritmo rápido, placentero para los dos que nos iba a llevar directos al orgasmo.
-Ubbe… -gemí contra sus labios notando que no iba a aguantar mucho más de seguir así, todo mi cuerpo ardía y notaba que comenzaba a tensarse cada músculo de mi cuerpo ante la llegada del orgasmo, sin dejar de moverme sobre él notándolo completamente en mi interior cada vez que me movía y que me estaba volviendo loca. Una de mis manos fue a su pelo que aferré con fuerza elevando su rostro para dejarlo cerca del mío, no aguantaba mucho más.
Su boca tomó el control de la mía arrasando con todo a su paso mientras yo dejaba mordiscos en sus labios al separarme, lo miré con una sonrisa cuando me dijo que si me llevaba a entrenar por la noche luego tendríamos que ir a una taberna que él había visitado en su tiempo cuando visitó París, prometiéndome ser bueno y llevarme a casa borracha sabiendo del poco aguante que tenía con el alcohol y lo pronto que lograría ese cometido y lo mucho que sabía que él tardaría hasta que estuviera borracho. Reí sin poder evitarlo y mordí su labio inferior de forma juguetona y provocativa, mirándole a los orbes azules que me contemplaban excitados esperando una respuesta por mí parte.
-Trato hecho, vikingo. Ya estoy deseando que me lleves a ver cómo entrenas… tiene que ser muy excitante desde mi punto de vista –reí entre dientes y mis manos no tardaron en quitarle la camisa dejando su pecho al descubierto, repasando con mi dedo la herida que comenzaba a sanar y que me había dado serios dolores de cabeza mientras habíamos estado en Egipto. Sus dedos tampoco perdieron el tiempo y comenzaron a desatar los lazos del corsé hasta que finalmente me dejó desnuda de cintura para arriba, no dejábamos de mirarnos notando lo excitados que estábamos, las ganas que nos teníamos en esos momentos y nuestros labios no dejaban de buscarse necesitados de sentirse, de besarse, de perderse… tanto como teníamos ganas de perdernos en el otro. Sonreí cuando me dijo que estaba bien, y esa vez, sí que le creí porque sabía que así lo reflejaba la herida que ya curaba. Notaba perfectamente cómo de necesitado estaba aquel hombre porque en mí vientre no dejaba de sentir su miembro duro y excitado con cada movimiento que hacía, y sus manos intentaban desabrochar la falda que llevaba puesta mientras mis labios recorrían su cuello y dejaba mordiscos, besos y lamidas por la zona sin perder la sonrisa, riéndome entre dientes cuando al final terminó por romper el enganche de la falda y notaba que sacaba la prenda subiéndola por mí cuerpo y alegando que me compraría otra- contigo no gano para ropa Ubbe, a ver si vas a romper todo el fondo de mí armario –dije con diversión notando sus manos en mis nalgas que movía sobre su miembro, provocándome escalofríos de puro placer por todo mi cuerpo.
No dejábamos de buscarnos constantemente, nuestros labios se atraían como imanes de forma inevitable donde arrasábamos con la boca del otro arrancándonos jadeos y suspiros, mientras la necesidad crecía en nuestros cuerpos y nos hacía esclavos el uno del otro. Su necesidad era la mía, y la mía era la suya. Nuestros cuerpos ardían como si ríos de lava recorrieran nuestro cuerpo por dentro calentándonos aún más, y es que no dejábamos de provocarnos en todo momento, aún tenía que quitarle parte de la ropa y se me iba a hacer difícil si no dejaba de mover mis caderas de esa forma tan peligrosa y tremendamente placentera sobre su miembro, podía sentirlo incluso con la tela de la ropa interior y los pantalones que llevaba.
-Voy a demostrarle a mi futuro marido algo más que cómo cabalga esta egipcia –dije respondiendo a sus palabras, seguíamos llamándonos “vikingo” y “egipcia” pero eso era ya algo cotidiano y rutinario para nosotros, jamás dejaríamos de llamarnos de esa forma y a mí me gustaba tanto llamarlo a él como que me llamara. Sus ojos no perdían detalle de mí o de mí cuerpo y me incliné para morder sus labios antes de pasar a quitarle la ropa restante- ¿sabes? Suena tan sexy de tus labios que digas que voy a ser tú esposa –murmuré sobre estos bajando ya mis manos por su pecho en dirección al cinturón de su pantalón- ¿Cómo sería en nórdico? –Pregunté porque quería escuchar ese acento suyo, marcado y distintivo, que gastaba y que me gustaba mucho… lo hacía ver más rudo y me ponía que dijera cosas en su idioma aunque no se lo hubiera dicho. Me giré para finalmente deshacerme de los pantalones, así como de las botas y de la ropa interior solo para sentir cómo dejaba una palmada en una de mis nalgas, que me hizo jadear, y que sonó en la habitación para luego escuchar sus palabras y reír mirándolo por encima del hombro- Unas vistas privilegiadas –comenté con diversión solo para notar como por… enésima vez, porque había perdido ya la cuenta, rompía la ropa interior y volví a mirarle de reojo- a este paso vas a tener que comprarme casi toda la ropa interior, Ubbe –dije con una sonrisa para sentir sus dedos que se dirigían directos a mí sexo donde un gemido escapó de mis labios y eché la cabeza hacia atrás, notando como sus dedos recorrían todo mi sexo y luego se centraban en el clítoris provocando que abriera más mis piernas para darle más acceso, moviendo mis caderas contra su miembro para quitarle la última prenda que lo dejaba tan desnudo como lo estaba yo. Moví mis caderas contra su miembro sintiendo ahora no solo sus dedos, sino también su miembro recorriendo toda la zona y volví a gemir llevando una de mis manos a su muñeca apretando con fuerza, dándole a entender que o paraba o no iba a aguantar mucho más.
La otra mano fue a su miembro queriendo devolverle algo de lo que me estaba haciendo él y comencé a subirla y bajarla por todo el tronco notando que la parte donde rozaba mi sexo estaba húmedo del mismo, así que lo recorrí ahora con mi humedad sin dejar de frotar mi sexo contra el tronco repetidas veces, notando como la punta de este rozaba la entrada y lo mojaba también, bajando mi mano por el lugar. Me giré porque de seguir acabaríamos de esa forma y me incliné para buscar sus labios devorándolos mientras seguía rozando mi sexo contra su miembro, le pedí que se sentara en la cama apoyando su espalda contra el cabecero y cuando lo hizo, con mis labios sobre los suyos, comencé a bajar mis caderas haciendo que su miembro se adentrara notando como mis paredes se hacían a él, notando el placer que eso me provocaba hasta que finalmente me senté por completo estando dentro de mí.
Gemí contra sus labios con mi pecho rozando el suyo y sin moverme sentada todavía moví mis caderas en círculos dejando que mi respiración que salía de mis labios diera contra los suyos, provocándole, tentándole. Mis ojos fijos en los suyos cuando finalmente comencé a moverme sobre él notando sus manos en mis caderas, como si quisiera ayudarme, y poco a poco, muy poco a poco, comencé a aumentar el ritmo queriendo disfrutar de aquello. Sentía sus dedos que se cernían sobre mis caderas y yo que cada vez me movía más rápido, para de vez en cuando parar sentada sobre él y mover mis caderas, para luego volver a empezar de nuevo. Mis labios atraparon los suyos notando que cada vez iba más y más rápido, dejándome llevar por el placer que recorría mí cuerpo y que me hacía querer mucho más de él.
Me perdía en él, en su cuerpo, en su piel, en lo que él representaba para mí, en sus labios, en esos orbes azules que me miraban brillando y en el placer que me otorgaba moviéndome sobre él. Gemía contra sus labios sin poder evitarlo perdiéndome en sensaciones que solo él llegaba a provocarme, recorrí con mis dedos uno de sus brazos y entrelacé una de mis manos para subirla por mí cuerpo hasta dejarla sobre uno de mis pechos para que me tocara, necesitada de él. Gemí aún más fuerte cuando la otra mano bajó hasta mí sexo y sus dedos torturaron el clítoris, volví a morder y besar sus labios ya con un ritmo rápido, placentero para los dos que nos iba a llevar directos al orgasmo.
-Ubbe… -gemí contra sus labios notando que no iba a aguantar mucho más de seguir así, todo mi cuerpo ardía y notaba que comenzaba a tensarse cada músculo de mi cuerpo ante la llegada del orgasmo, sin dejar de moverme sobre él notándolo completamente en mi interior cada vez que me movía y que me estaba volviendo loca. Una de mis manos fue a su pelo que aferré con fuerza elevando su rostro para dejarlo cerca del mío, no aguantaba mucho más.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Borns Of Fire's Steel ~ Privado
Dicen que un hombre puede con facilidad desorientarse en el desierto, morir sediento sin hallar oasis alguno.
Yo me perdía en su piel, sediento de más, esa mujer era capaz de hacerme enloquecer y mis manos en sus caderas marcaban aquel demencial ritmo que la egipcia trazaba sobre el vikingo.
Mis ojos se perdieron en sus desiertos, amplios, nítidos, los míos oscuros por la pasión que ese cuerpo despertaba con cada movimiento.
Rugí al sentir como su laberinto acogía a mi miembro, envolviéndolo entero, frotando mi tronco con sus paredes, hasta que quedo completamente dentro.
Despacio sus caderas empezaron a danzar, mis dedos hundiéndose en su piel, acompasando la danza de los siete velos.
Mi boca entreabierta jadeaba, ella sonreía al verme tan excitado, su boca chocaba con la propia acallando mis gemidos, repasando con su lengua mis labios para después como la hiedra enredarse con la mía en un duelo a muerte.
Cada vez el ritmo era mas voraz, feroz, ambos perlados en sudor nos moviamos de forma demencial, mi boca se perdió en sus pechos, esos que erguidos suplicaban mi atención. Coroné la cúspide con la boca entreabierta, mi lengua castigó su pezón. Mis manos tomaron ambos senos, apretándolos, alzándolos para repasarlos con los labios sediento del oasis que acababa de hallar en el desierto.
Escucharla gritar mi nombre me llevaba al infierno, estaba tan cerca de explotar en su interior que mi mano apresó su cuello empujándola hacia abajo.
Nuestros alientos se fundieron erráticos, ojos turbios por la intensidad del momento y en ese instante nuestros cuerpos se sacudieron al unisono, tensando los músculos, la corriente nerviosa recorría cada rincón llevándonos al placer.
Se derrumbo sobre mi, aparté su pelo con suavidad, ambos sudados, reímos mirándonos a los ojos, nuestros labios se acariciaban, aun sintiéndome dentro.
-Así que... ¿te gusta que te llame mi futura esposa? -reí contra su boca. Una de mis manos apretó su nalga derecha un manotazo en mi pecho fue su queja.
Nos reímos de nuevo, pinchándonos, volteando sobre el lecho como dos niños que se desafían en todo momento.
Su pelo en cascada parecía un abanico extendido sobre las sabanas.
Mi boca lamia su cuello, mandíbula y de nuevo impactaba en sus labios que me acogían voraces, necesitados de mi contacto.
-Muy bien, entrenaremos mañana, con las primeras luces del alba nos pondremos en marcha, por la tarde iremos a la biblioteca, tu madre me hablo de un emblema que me suena, una gran sierpe enroscada sobre dos espadas cruzadas, pero no se exactamente de que, así que me gustaría acudir en busca de un libro que contenga los escudos de los distintos reinos así como los mas importantes de casa nobles.
Por la noche iremos prometida mía, a la taberna cochambrosa de la que te hablo, he ido tantas veces con los míos que estoy seguro me traerá muchos recuerdos, así conocerás un poco mas de tu futuro marido ¿que me dices?
Tenia la esperanza de que Niels acudiera a ese lugar, era un punto de encentro en París para nosotros, y sabiendo que mi primo se encontraba en esta ciudad la idea de dar con él me corroía por dentro.
Quizás pudiéramos ayudarnos mutuamente en la búsqueda del hechicero que quería acabar con su vida y a su vez dar con la maldita orden que custodiaba la reliquia.
Besé la frente de mi egipcia, no pensaba dejarla venir conmigo a una muerte segura, peor era demasiado terca como para entrar en razón, así que si esta noche cogía una buena borrachera, pasaría la mañana entera dormida, la tarde con resaca, lo que me daría tiempo a mi para indagar sin que ella pudiera caer en la cuenta.
Sus ojos se perdían en los miso, su dedo dibujaba mis labios que ahora se curvaban en una sonrisa divertida.
-Es todo tan ...-deje escapar una carcajada -utópico que ..no puedo perderte.
Besé sus labios aun incrédulo de que esa mujer fuera a casarse conmigo, podría tener al hombre que quisiera y elegía un bárbaro con el que nunca encontraría descanso.
Yo me perdía en su piel, sediento de más, esa mujer era capaz de hacerme enloquecer y mis manos en sus caderas marcaban aquel demencial ritmo que la egipcia trazaba sobre el vikingo.
Mis ojos se perdieron en sus desiertos, amplios, nítidos, los míos oscuros por la pasión que ese cuerpo despertaba con cada movimiento.
Rugí al sentir como su laberinto acogía a mi miembro, envolviéndolo entero, frotando mi tronco con sus paredes, hasta que quedo completamente dentro.
Despacio sus caderas empezaron a danzar, mis dedos hundiéndose en su piel, acompasando la danza de los siete velos.
Mi boca entreabierta jadeaba, ella sonreía al verme tan excitado, su boca chocaba con la propia acallando mis gemidos, repasando con su lengua mis labios para después como la hiedra enredarse con la mía en un duelo a muerte.
Cada vez el ritmo era mas voraz, feroz, ambos perlados en sudor nos moviamos de forma demencial, mi boca se perdió en sus pechos, esos que erguidos suplicaban mi atención. Coroné la cúspide con la boca entreabierta, mi lengua castigó su pezón. Mis manos tomaron ambos senos, apretándolos, alzándolos para repasarlos con los labios sediento del oasis que acababa de hallar en el desierto.
Escucharla gritar mi nombre me llevaba al infierno, estaba tan cerca de explotar en su interior que mi mano apresó su cuello empujándola hacia abajo.
Nuestros alientos se fundieron erráticos, ojos turbios por la intensidad del momento y en ese instante nuestros cuerpos se sacudieron al unisono, tensando los músculos, la corriente nerviosa recorría cada rincón llevándonos al placer.
Se derrumbo sobre mi, aparté su pelo con suavidad, ambos sudados, reímos mirándonos a los ojos, nuestros labios se acariciaban, aun sintiéndome dentro.
-Así que... ¿te gusta que te llame mi futura esposa? -reí contra su boca. Una de mis manos apretó su nalga derecha un manotazo en mi pecho fue su queja.
Nos reímos de nuevo, pinchándonos, volteando sobre el lecho como dos niños que se desafían en todo momento.
Su pelo en cascada parecía un abanico extendido sobre las sabanas.
Mi boca lamia su cuello, mandíbula y de nuevo impactaba en sus labios que me acogían voraces, necesitados de mi contacto.
-Muy bien, entrenaremos mañana, con las primeras luces del alba nos pondremos en marcha, por la tarde iremos a la biblioteca, tu madre me hablo de un emblema que me suena, una gran sierpe enroscada sobre dos espadas cruzadas, pero no se exactamente de que, así que me gustaría acudir en busca de un libro que contenga los escudos de los distintos reinos así como los mas importantes de casa nobles.
Por la noche iremos prometida mía, a la taberna cochambrosa de la que te hablo, he ido tantas veces con los míos que estoy seguro me traerá muchos recuerdos, así conocerás un poco mas de tu futuro marido ¿que me dices?
Tenia la esperanza de que Niels acudiera a ese lugar, era un punto de encentro en París para nosotros, y sabiendo que mi primo se encontraba en esta ciudad la idea de dar con él me corroía por dentro.
Quizás pudiéramos ayudarnos mutuamente en la búsqueda del hechicero que quería acabar con su vida y a su vez dar con la maldita orden que custodiaba la reliquia.
Besé la frente de mi egipcia, no pensaba dejarla venir conmigo a una muerte segura, peor era demasiado terca como para entrar en razón, así que si esta noche cogía una buena borrachera, pasaría la mañana entera dormida, la tarde con resaca, lo que me daría tiempo a mi para indagar sin que ella pudiera caer en la cuenta.
Sus ojos se perdían en los miso, su dedo dibujaba mis labios que ahora se curvaban en una sonrisa divertida.
-Es todo tan ...-deje escapar una carcajada -utópico que ..no puedo perderte.
Besé sus labios aun incrédulo de que esa mujer fuera a casarse conmigo, podría tener al hombre que quisiera y elegía un bárbaro con el que nunca encontraría descanso.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Borns Of Fire's Steel ~ Privado
Perdida en un mar de sensaciones era como me sentía en esos momentos en los que me movía sobre él, no perdió el tiempo alguno y sus manos se afianzaron en mis caderas para ayudarme a marcar ese ritmo que imponía, uno que nos estaba volviendo locos y que nos llevaría a la cúspide del placer, de mis labios cuando no estaban puestos sobre los del vikingo escapaban jadeos y gemidos que llenaban el cuarto ante el placer que sentía en esos momentos mientras de fondo se escuchaba como nuestros cuerpos chocaban buscándose de una forma necesitada, en la que ambos de una forma muy pronta íbamos a alcanzar el orgasmo. Notaba el pelo que caía por mi espalda desnuda hasta casi llegar a mis nalgas cuando echaba la cabeza hacia atrás que me producía cosquillas, sin dejar de moverme.
Pronto el vikingo no perdió tiempo y su boca se afanó en ocuparse y centrarse en mis pechos, lamiendo el contorno, mordiendo cada centímetro de piel para luego morder mis pezones, y luego torturarlos con su lengua provocándome escalofríos placenteros que se sumaban a todo lo que estaba sintiendo. Sus manos los apresaron apretando un poco provocándome un jadeo para seguir torturándome de esa manera, hasta que nuestros labios volvieron a encontrarse en un beso necesitado lleno de fuego y de pasión en el que notaba que no podía más, que mi cuerpo llegaba al límite y que pronto alcanzaría el orgasmo.
Nuestros labios rozándose sintiendo el aliento del otro, calentando, provocando, siendo este errático y entrecortado por el esfuerzo, una de mis manos fue a su nuca acariciando con mis dedos el lugar y mirándonos a los ojos, brillantes, turbios por la pasión del momento en un instante tan íntimo como era aquel en el que ambos ya nos conocíamos y sabía tan bien alcancé el orgasmo, tensando cada músculo de mí cuerpo, notando la corriente de placer que de forma electrizante se transformó en placer y recorrió cada fibra de mí ser al mismo tiempo que notaba mi sexo contraerse entorno a su miembro, notando también como el vikingo llegaba también al orgasmo con nuestros labios uno sobre el otro.
Cerré los ojos unos segundos quedándome quieta sintiéndolo todavía en mi interior y como este se cernía apretándolo hasta que finalmente me dejé caer en su pecho, cansada por aquel ritmo frenético y raudo que había impuesto con la respiración entrecortada y mi corazón bombeando con rapidez, sonreí notando que apartaba el pelo que se había quedado en mi rostro con el sudor perlando ambos cuerpos y mis ojos subieron para buscar esos orbes azules, brillantes como si fuera el mismo cielo plagado de estrellas y volvimos a besarnos ahora intentando recobrar el aliento. Su pregunta me hizo reír aun contra sus labios y sentí el apretón que dio en una de mis nalgas solamente para ganarse un manotazo en el pecho, sin dejar de reírme, como respuesta.
-Me gusta mucho como suena –mordí su labio inferior tirando suavemente del mismo y sonreí apoyando mi barbilla en su rostro para poder mirarlo mejor- me lo tienes que decir en tú idioma con ese acento sexy que te gastas –reí divertida cuando me volteó en la cama sin parar de reírnos ahora quedando él sobre mí, cerré los ojos al sentir que sus labios estaban en mi cuello y su lengua recorriendo la zona me produjo un escalofrío de puro placer, para subir pasando por mi barbilla hasta terminar en mis labios donde volvimos a besarnos, mis manos recorrían su espalda y la otra hacía pequeños círculos en su nuca enredando mis dedos en el pelo de la zona. Lo miré con una sonrisa escuchando sus palabras que más bien me sonaron como si me estuviera dando una orden y no pude evitar reírme entre dientes escuchándolo. Parecía un buen plan, ver por la mañana como entrenaba y luego a la biblioteca para buscar información sobre un emblema que le había hablado mi madre y que él decía que le sonaba. Hacía tiempo que no iba a la biblioteca para buscar información y me recordó a mis noches cuando iba para buscar información sobre plantas y demás para aprender a curar, con las investigaciones que hacía. Me moví dejándolo a él apoyado contra el colchón y me recosté contra su pecho dejando que mi pelo cayera por uno de mis hombros y se extendiera por el torso del vikingo contrastando con su tez- Me parece un buen plan, sobre todo me gustará verte entrenar –mordí su cuello de forma divertida y luego dejé un beso en su pecho apoyando la barbilla en el mismo lugar, haciendo figuras con uno de mis dedos por todo su pecho, como si estuviera distraída- ¿Sabes? Me da... rabia no poder ser de más ayuda en este asunto. Pregúntame todo lo que quieras sobre civilización y cultura egipcia, pídeme que traduzca papiros y jeroglíficos que no hay problema alguno, incluso puedes preguntarme sobre la cultura nórdica aunque tú eres un experto en la materia –hice una leve pausa- pero me siento frustrada por no poder ayudarte con esa Orden, sé algo sobre los Templarios pero ni de lejos todo lo que me gustaría saber, o podría saber para ayudarte… -lancé un suspiro sabiendo que él pensaba la forma en dejarme al margen de todo aquello cuando tuviera las pistas necesarias, por más que habláramos del tema ninguno llegábamos a un acuerdo.
No quise decir más sobre el tema y sonreí cuando dijo que luego iríamos a la taberna que había mencionado, donde al parecer había estado con sus hermanos y con su primo y en donde decía que lo conocería un poco más. Sabía, en el fondo aunque no me lo dijera, que esperaba encontrarse con su primo Niels allí, si él estaba en París y al parecer solían ir a esa taberna podría existir la casualidad de que se encontraran en el lugar, ¿por qué no? Quizás Niels no sabía que Ubbe estaba en París, o quizás sí sabía que el finalmente terminaría viajando, pero si solían ir allí seguramente existiera la posibilidad y dado lo que me había contado el vikingo de cómo había sido su relación con su primo y todas las correrías que se habían gastado juntos, sabía que quería encontrárselo. Y yo al fin lo conocería después de haber oído hablar tanto de él de sus labios.
-Esperas encontrarte allí con tú primo Niels, ¿verdad? –Acabé preguntando alzando mi mirada para buscar la del vikingo- no hace falta que me lo digas –le sonreí elevando mi rostro para acortar la distancia y buscar de nuevo sus labios- Si él está aquí, ¿por qué no? Quizás como tú se deje llevar por los recuerdos y nos lo podamos encontrar… me gustaría conocerlo después de todo lo que me has contado de él y de cómo os lleváis los dos –tenía el codo apoyado contra el colchón y mi cabeza quedaba apoyada en la mano dejando que mi pelo cayera por el lado- así también podría aprovechar para decirle que ya no va a poder meterte en más líos, porque en único lío en el que vas a estar metido el resto de tú vida voy a ser yo –reí contra sus labios antes de volver a besarlo y recostar la cabeza en su pecho sintiendo los latidos de su corazón, por unos momentos nos quedamos así hasta que sentí el beso que dejó en mi frente y que me hizo alzar el rostro para mirarlo de vuelta, mis dedos subieron a su rostro y recorrí sus labios que sonrieron escuchando sus palabras, cierto, era todo demasiado utópico pero era la verdad. Decía que no podía perderme y entendía el sentimiento porque a mí también me pasaba, no podía perderlo y la idea se me antojaba horrible y no quería ni pensar en ella. Volvió a besarme y me dejé llevar por ese beso en el que terminé mordiendo suavemente su labio- Yo tampoco puedo perderte, Ubbe. No pensé que podría ser feliz de nuevo, que podría tener estos momentos como los que estoy teniendo contigo y que mucho menos en algún momento de mi vida… iba a estar comprometida –miré por un instante el anillo que llevaba en el dedo, recordándome ese momento en la playa, y que me hacía más suya de lo que alguna vez hubiera sido de alguien- pero aquí estamos y soy feliz de tenerte en mi vida, y si vamos a compartirlo todo ese todo empieza desde el momento en que me entregaste el anillo –me mordí el labio mirándolo, no quería empezar una discusión de nuevo sobre el tema, así que iba a dejarlo de lado- estaba tan perdida antes de que tú llegaras a mí vida… -dije con mi rostro en su cuello, recorriendo con mi nariz el lugar- sin rumbo fijo, a la deriva… con una rutina en la que no me daba cuenta que por dentro iba muriendo poco a poco... Aún sigo pensando que más que encontrarte yo, debías de encontrarme tú –alcé mi rostro para mirarlo de nuevo- ana behibak Ubbe, y por si no lo has entendido, es te quiero en mi idioma –mis labios buscaron los suyos, de forma lenta, pausada, sentida en un beso plagado de sentimientos, transmitiéndole en ese mismo beso lo que sentía por él.
Pronto el vikingo no perdió tiempo y su boca se afanó en ocuparse y centrarse en mis pechos, lamiendo el contorno, mordiendo cada centímetro de piel para luego morder mis pezones, y luego torturarlos con su lengua provocándome escalofríos placenteros que se sumaban a todo lo que estaba sintiendo. Sus manos los apresaron apretando un poco provocándome un jadeo para seguir torturándome de esa manera, hasta que nuestros labios volvieron a encontrarse en un beso necesitado lleno de fuego y de pasión en el que notaba que no podía más, que mi cuerpo llegaba al límite y que pronto alcanzaría el orgasmo.
Nuestros labios rozándose sintiendo el aliento del otro, calentando, provocando, siendo este errático y entrecortado por el esfuerzo, una de mis manos fue a su nuca acariciando con mis dedos el lugar y mirándonos a los ojos, brillantes, turbios por la pasión del momento en un instante tan íntimo como era aquel en el que ambos ya nos conocíamos y sabía tan bien alcancé el orgasmo, tensando cada músculo de mí cuerpo, notando la corriente de placer que de forma electrizante se transformó en placer y recorrió cada fibra de mí ser al mismo tiempo que notaba mi sexo contraerse entorno a su miembro, notando también como el vikingo llegaba también al orgasmo con nuestros labios uno sobre el otro.
Cerré los ojos unos segundos quedándome quieta sintiéndolo todavía en mi interior y como este se cernía apretándolo hasta que finalmente me dejé caer en su pecho, cansada por aquel ritmo frenético y raudo que había impuesto con la respiración entrecortada y mi corazón bombeando con rapidez, sonreí notando que apartaba el pelo que se había quedado en mi rostro con el sudor perlando ambos cuerpos y mis ojos subieron para buscar esos orbes azules, brillantes como si fuera el mismo cielo plagado de estrellas y volvimos a besarnos ahora intentando recobrar el aliento. Su pregunta me hizo reír aun contra sus labios y sentí el apretón que dio en una de mis nalgas solamente para ganarse un manotazo en el pecho, sin dejar de reírme, como respuesta.
-Me gusta mucho como suena –mordí su labio inferior tirando suavemente del mismo y sonreí apoyando mi barbilla en su rostro para poder mirarlo mejor- me lo tienes que decir en tú idioma con ese acento sexy que te gastas –reí divertida cuando me volteó en la cama sin parar de reírnos ahora quedando él sobre mí, cerré los ojos al sentir que sus labios estaban en mi cuello y su lengua recorriendo la zona me produjo un escalofrío de puro placer, para subir pasando por mi barbilla hasta terminar en mis labios donde volvimos a besarnos, mis manos recorrían su espalda y la otra hacía pequeños círculos en su nuca enredando mis dedos en el pelo de la zona. Lo miré con una sonrisa escuchando sus palabras que más bien me sonaron como si me estuviera dando una orden y no pude evitar reírme entre dientes escuchándolo. Parecía un buen plan, ver por la mañana como entrenaba y luego a la biblioteca para buscar información sobre un emblema que le había hablado mi madre y que él decía que le sonaba. Hacía tiempo que no iba a la biblioteca para buscar información y me recordó a mis noches cuando iba para buscar información sobre plantas y demás para aprender a curar, con las investigaciones que hacía. Me moví dejándolo a él apoyado contra el colchón y me recosté contra su pecho dejando que mi pelo cayera por uno de mis hombros y se extendiera por el torso del vikingo contrastando con su tez- Me parece un buen plan, sobre todo me gustará verte entrenar –mordí su cuello de forma divertida y luego dejé un beso en su pecho apoyando la barbilla en el mismo lugar, haciendo figuras con uno de mis dedos por todo su pecho, como si estuviera distraída- ¿Sabes? Me da... rabia no poder ser de más ayuda en este asunto. Pregúntame todo lo que quieras sobre civilización y cultura egipcia, pídeme que traduzca papiros y jeroglíficos que no hay problema alguno, incluso puedes preguntarme sobre la cultura nórdica aunque tú eres un experto en la materia –hice una leve pausa- pero me siento frustrada por no poder ayudarte con esa Orden, sé algo sobre los Templarios pero ni de lejos todo lo que me gustaría saber, o podría saber para ayudarte… -lancé un suspiro sabiendo que él pensaba la forma en dejarme al margen de todo aquello cuando tuviera las pistas necesarias, por más que habláramos del tema ninguno llegábamos a un acuerdo.
No quise decir más sobre el tema y sonreí cuando dijo que luego iríamos a la taberna que había mencionado, donde al parecer había estado con sus hermanos y con su primo y en donde decía que lo conocería un poco más. Sabía, en el fondo aunque no me lo dijera, que esperaba encontrarse con su primo Niels allí, si él estaba en París y al parecer solían ir a esa taberna podría existir la casualidad de que se encontraran en el lugar, ¿por qué no? Quizás Niels no sabía que Ubbe estaba en París, o quizás sí sabía que el finalmente terminaría viajando, pero si solían ir allí seguramente existiera la posibilidad y dado lo que me había contado el vikingo de cómo había sido su relación con su primo y todas las correrías que se habían gastado juntos, sabía que quería encontrárselo. Y yo al fin lo conocería después de haber oído hablar tanto de él de sus labios.
-Esperas encontrarte allí con tú primo Niels, ¿verdad? –Acabé preguntando alzando mi mirada para buscar la del vikingo- no hace falta que me lo digas –le sonreí elevando mi rostro para acortar la distancia y buscar de nuevo sus labios- Si él está aquí, ¿por qué no? Quizás como tú se deje llevar por los recuerdos y nos lo podamos encontrar… me gustaría conocerlo después de todo lo que me has contado de él y de cómo os lleváis los dos –tenía el codo apoyado contra el colchón y mi cabeza quedaba apoyada en la mano dejando que mi pelo cayera por el lado- así también podría aprovechar para decirle que ya no va a poder meterte en más líos, porque en único lío en el que vas a estar metido el resto de tú vida voy a ser yo –reí contra sus labios antes de volver a besarlo y recostar la cabeza en su pecho sintiendo los latidos de su corazón, por unos momentos nos quedamos así hasta que sentí el beso que dejó en mi frente y que me hizo alzar el rostro para mirarlo de vuelta, mis dedos subieron a su rostro y recorrí sus labios que sonrieron escuchando sus palabras, cierto, era todo demasiado utópico pero era la verdad. Decía que no podía perderme y entendía el sentimiento porque a mí también me pasaba, no podía perderlo y la idea se me antojaba horrible y no quería ni pensar en ella. Volvió a besarme y me dejé llevar por ese beso en el que terminé mordiendo suavemente su labio- Yo tampoco puedo perderte, Ubbe. No pensé que podría ser feliz de nuevo, que podría tener estos momentos como los que estoy teniendo contigo y que mucho menos en algún momento de mi vida… iba a estar comprometida –miré por un instante el anillo que llevaba en el dedo, recordándome ese momento en la playa, y que me hacía más suya de lo que alguna vez hubiera sido de alguien- pero aquí estamos y soy feliz de tenerte en mi vida, y si vamos a compartirlo todo ese todo empieza desde el momento en que me entregaste el anillo –me mordí el labio mirándolo, no quería empezar una discusión de nuevo sobre el tema, así que iba a dejarlo de lado- estaba tan perdida antes de que tú llegaras a mí vida… -dije con mi rostro en su cuello, recorriendo con mi nariz el lugar- sin rumbo fijo, a la deriva… con una rutina en la que no me daba cuenta que por dentro iba muriendo poco a poco... Aún sigo pensando que más que encontrarte yo, debías de encontrarme tú –alcé mi rostro para mirarlo de nuevo- ana behibak Ubbe, y por si no lo has entendido, es te quiero en mi idioma –mis labios buscaron los suyos, de forma lenta, pausada, sentida en un beso plagado de sentimientos, transmitiéndole en ese mismo beso lo que sentía por él.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Borns Of Fire's Steel ~ Privado
Ladeé la sonrisa cuando me dijo que le excitaba mucho escucharme hablar en mi idioma. Apreté su nalga de nuevo solo para molestarla.
Mis labios en su cuello, besándolo despacio, susurrando en su oído
-Jeg elsker deg (te quiero) – musité contra el lobulo de su oreja, mi lengua lo lamio con picardia, jadeé contra este sin borrar la sonrisa -Du er min dyrebare brud (eres preciosa prometida mía)
Mi aliento impacto aun tratando de relajar su errática respiración
-ingenting du klarte å unngå å bli min kone (nada evitará que te convierta en mi esposa)
Ambos nos echamos a reír divertidos, mis dedos surcaron la piel de su espalda, nos giramos revolcándonos sobre el lecho, mordiéndonos los labios, acariciándonos.
Los dos nos perdíamos en besos mientras yo le indicaba cual seria en plan y la complicidad entre nosotros crecía con cada revolcon que nos dábamos.
Nunca había experimentado lo que era estar en pareja, pero la verdad es que hasta ella, nunca añoré estos instantes que no conocía y ahora me aferraba a ellos de forma desesperada.
Iba a protegerla aunque tuviera que desatar su ira con cada uno de mis actos y creo que en el fondo ella eso lo sabia.
Ella como si leyera mi mente atajó palabras contra mis labios, temía que no pudiera ayudarme en lo referente a esta orden de «templarios»
-Investigaremos juntos, yo no tengo ni idea sobre nada que tenga que ver con la religión cristiana, pues aunque mi madre procesa dicha religión, a mi siempre me tiró mas la nórdica.
Mi nariz acarició la suya, labios que se buscaban sedientos mientras el lecho acogía nuestros cuerpos.
-Nunca mas te dejaré perderte, ahora yo soy tu destino y prometo que haré lo imposible porque estos instantes a los que me aferro para luchar, seguirán..a fin de cuentas aun has de presentarme a tu padre -bromeé acariciando sus labios con los míos -y eso me parece casi tan peligroso como los mismos «templarios»- bromee entre risas
Tiré de ella volviendo a girar para dejarla sobre mi pecho, sus dedos seguían acariciándome, y mi sonrisa picara iluminaba sus dos desiertos que brillaban con el mismo fulgor que las estrellas.
-¿así que quieres verme sudado entrenar con la bastarda? -reí buscando su hombro donde deposité un mordisco - ¿y que me harás después mujer? -susurré contra su boca.
-Me haces feliz, y no voy a permitir que dejemos de serlo, la guerra del norte me ata a un tiempo futuro y no puedo abandonar a los míos, pero cumplo mis promesas y te aseguró que voy a convertirte en mi mujer y vamos a tener una legión de vikingos de piel canela como la tuya -bromeé azotando de nuevo su trasero.
Ladeé la sonrisa cuando me habló de Niels, era cierto, tenia la esperanza de dar con él, de encontrarnos en esa taberna a la que solíamos ir con frecuencia..necesitaba de cierto modo saber que estaba bien y aunque sabia cuidarse a si mismo, estábamos en tierra de nadie, eramos fantasmas en un peligroso mundo que quería engullirnos.
Yo había dado con Nai, pero él..estaría solo.
-Me has pillado -bromeé alzando la mirada hacia el techo -quizás puede que sea fiel a las viejas costumbres y vaya a beber una buena jarra de hidromiel.
Le hice cosquillas cuando escuché que le iba a contar que ya no podría irme de juerga con él. Hice un mohin contra sus labios.
-¿Vamos nena? Me iré de juerga después de las gestas, pero volveré borracho al maravilloso sitio de entre tus piernas, te tomaré, y después enredado en tu piel me dormiré ¿que te parece?
También puedes venir, no tengo problema en eso, nuestras mujeres son escuderas y salen con nosotros con frecuencia..así que..en eso no vas a tener problema conmigo.
Tampoco soy un celoso compulsivo, i no me das motivos, no me importa quedes con tus amigas y amigos..siempre y cuando solo sena amigos..si me entero de lo contrario...como vine me iré.
Mis ojos se hundieron en sus ojos color miel.
Continuamos conversando, entre risas la noche fue pasando hasta que simplemente deje de escuchar su calida voz, me quedé dormido por mas que intenté mantener los ojos abiertos me resultó imposible, solo podía oír como Nai reía acariciándome el rostro, hasta que la nada se apodero de mi.
Con los primeros rayos de la luz del alba que atravesaron el postigo me desperté, mi egipcia estaba dormida, babeando contra mi pecho desnudo, no pude evitar sonreír.
No estaba acostumbrado a despertar con una mujer, menos a que esa luciera mi anillo en su dedo.
Mis dedos se deslizaron por su espalda, recorriendo la columna vertebral de Nai, esta se desesperezaba, sonreía al sentir mi boca buscar la ajena.
-No querías verme entrenar -susurré contra sus labios -pues arriba -dije dándole un azote en el trasero con cierta diversión.
La alcé del lecho como si fuera un saco de patatas, le mordí el vientre haciéndola reír mientras acariciaba sus nalgas y la llevaba a la tina para dejarla caer en el agua de esta.
No tardamos en darnos un baño rápido, en vestirnos con ropa cómoda y tras un desayuno copioso que para mi preparó la egipcia nos fuimos directos al bosque para poder entrenar un poco.
No tardamos en adentrarnos en un bosque repleto de vegetación donde los pájaros alegraban la mañana con su alegre piar.
La primavera había llegado derritiendo la nieve del frió invierno invitando a los animales a emparejarse y crear nidos o madrigueras para posiblemente un par de meses después dar sus frutos y continuar así con el ciclo de la vida.
Por suerte el paseo se nos antojaba tranquilo, conversando sobre temas banales y dejando el importante tema de los templarios seguimos el camino, poco a poco fuimos adentrándonos en la zona mas abrupta del bosque, donde el ruido de ramas era una eterno ir y venir, posiblemente de alimañas que algunas atraídas por el olor de nuestros cuerpos y otras simplemente porque ese era su hábitat natural nos inspeccionaban desde la distancia.
Nos abrimos paso entre la inmensidad del bosque hasta un valle verde acompañado por las corrientes aguas de un pequeño arroyo, la vegetación allí inundaba el paisaje de color pues regadas por las aguas y la humedad del ambiente las flores se abrían en busca de los rayos del sol.
El olor era agradable, un olor a violetas y tulipanes tan salvaje como las propias aguas que surcaban entre los pequeños salientes la tierra en busca de un lugar donde reposar.
Lo mejor de todo ello era la tranquilidad que allí se respiraba, no había ni un alma.
-Egipcia, también podemos sudar de otra manera -bromeé guiñándole un ojo.
Me quité las botas y la camisola, con los pies descalzos para sentir las briznas de hierba así como cada trozo de tierra bajo mis pies emprendí aquel entrenamiento girando la bastarda entre mis manos.
Cerré los ojos dejando el viento golpear mi rostro, escuchándolas silbar el acero a mi alrededor con precisos movimientos, mientras mis pies danzaban junto a la espada en su armónico movimiento.
Mis labios en su cuello, besándolo despacio, susurrando en su oído
-Jeg elsker deg (te quiero) – musité contra el lobulo de su oreja, mi lengua lo lamio con picardia, jadeé contra este sin borrar la sonrisa -Du er min dyrebare brud (eres preciosa prometida mía)
Mi aliento impacto aun tratando de relajar su errática respiración
-ingenting du klarte å unngå å bli min kone (nada evitará que te convierta en mi esposa)
Ambos nos echamos a reír divertidos, mis dedos surcaron la piel de su espalda, nos giramos revolcándonos sobre el lecho, mordiéndonos los labios, acariciándonos.
Los dos nos perdíamos en besos mientras yo le indicaba cual seria en plan y la complicidad entre nosotros crecía con cada revolcon que nos dábamos.
Nunca había experimentado lo que era estar en pareja, pero la verdad es que hasta ella, nunca añoré estos instantes que no conocía y ahora me aferraba a ellos de forma desesperada.
Iba a protegerla aunque tuviera que desatar su ira con cada uno de mis actos y creo que en el fondo ella eso lo sabia.
Ella como si leyera mi mente atajó palabras contra mis labios, temía que no pudiera ayudarme en lo referente a esta orden de «templarios»
-Investigaremos juntos, yo no tengo ni idea sobre nada que tenga que ver con la religión cristiana, pues aunque mi madre procesa dicha religión, a mi siempre me tiró mas la nórdica.
Mi nariz acarició la suya, labios que se buscaban sedientos mientras el lecho acogía nuestros cuerpos.
-Nunca mas te dejaré perderte, ahora yo soy tu destino y prometo que haré lo imposible porque estos instantes a los que me aferro para luchar, seguirán..a fin de cuentas aun has de presentarme a tu padre -bromeé acariciando sus labios con los míos -y eso me parece casi tan peligroso como los mismos «templarios»- bromee entre risas
Tiré de ella volviendo a girar para dejarla sobre mi pecho, sus dedos seguían acariciándome, y mi sonrisa picara iluminaba sus dos desiertos que brillaban con el mismo fulgor que las estrellas.
-¿así que quieres verme sudado entrenar con la bastarda? -reí buscando su hombro donde deposité un mordisco - ¿y que me harás después mujer? -susurré contra su boca.
-Me haces feliz, y no voy a permitir que dejemos de serlo, la guerra del norte me ata a un tiempo futuro y no puedo abandonar a los míos, pero cumplo mis promesas y te aseguró que voy a convertirte en mi mujer y vamos a tener una legión de vikingos de piel canela como la tuya -bromeé azotando de nuevo su trasero.
Ladeé la sonrisa cuando me habló de Niels, era cierto, tenia la esperanza de dar con él, de encontrarnos en esa taberna a la que solíamos ir con frecuencia..necesitaba de cierto modo saber que estaba bien y aunque sabia cuidarse a si mismo, estábamos en tierra de nadie, eramos fantasmas en un peligroso mundo que quería engullirnos.
Yo había dado con Nai, pero él..estaría solo.
-Me has pillado -bromeé alzando la mirada hacia el techo -quizás puede que sea fiel a las viejas costumbres y vaya a beber una buena jarra de hidromiel.
Le hice cosquillas cuando escuché que le iba a contar que ya no podría irme de juerga con él. Hice un mohin contra sus labios.
-¿Vamos nena? Me iré de juerga después de las gestas, pero volveré borracho al maravilloso sitio de entre tus piernas, te tomaré, y después enredado en tu piel me dormiré ¿que te parece?
También puedes venir, no tengo problema en eso, nuestras mujeres son escuderas y salen con nosotros con frecuencia..así que..en eso no vas a tener problema conmigo.
Tampoco soy un celoso compulsivo, i no me das motivos, no me importa quedes con tus amigas y amigos..siempre y cuando solo sena amigos..si me entero de lo contrario...como vine me iré.
Mis ojos se hundieron en sus ojos color miel.
Continuamos conversando, entre risas la noche fue pasando hasta que simplemente deje de escuchar su calida voz, me quedé dormido por mas que intenté mantener los ojos abiertos me resultó imposible, solo podía oír como Nai reía acariciándome el rostro, hasta que la nada se apodero de mi.
Con los primeros rayos de la luz del alba que atravesaron el postigo me desperté, mi egipcia estaba dormida, babeando contra mi pecho desnudo, no pude evitar sonreír.
No estaba acostumbrado a despertar con una mujer, menos a que esa luciera mi anillo en su dedo.
Mis dedos se deslizaron por su espalda, recorriendo la columna vertebral de Nai, esta se desesperezaba, sonreía al sentir mi boca buscar la ajena.
-No querías verme entrenar -susurré contra sus labios -pues arriba -dije dándole un azote en el trasero con cierta diversión.
La alcé del lecho como si fuera un saco de patatas, le mordí el vientre haciéndola reír mientras acariciaba sus nalgas y la llevaba a la tina para dejarla caer en el agua de esta.
No tardamos en darnos un baño rápido, en vestirnos con ropa cómoda y tras un desayuno copioso que para mi preparó la egipcia nos fuimos directos al bosque para poder entrenar un poco.
No tardamos en adentrarnos en un bosque repleto de vegetación donde los pájaros alegraban la mañana con su alegre piar.
La primavera había llegado derritiendo la nieve del frió invierno invitando a los animales a emparejarse y crear nidos o madrigueras para posiblemente un par de meses después dar sus frutos y continuar así con el ciclo de la vida.
Por suerte el paseo se nos antojaba tranquilo, conversando sobre temas banales y dejando el importante tema de los templarios seguimos el camino, poco a poco fuimos adentrándonos en la zona mas abrupta del bosque, donde el ruido de ramas era una eterno ir y venir, posiblemente de alimañas que algunas atraídas por el olor de nuestros cuerpos y otras simplemente porque ese era su hábitat natural nos inspeccionaban desde la distancia.
Nos abrimos paso entre la inmensidad del bosque hasta un valle verde acompañado por las corrientes aguas de un pequeño arroyo, la vegetación allí inundaba el paisaje de color pues regadas por las aguas y la humedad del ambiente las flores se abrían en busca de los rayos del sol.
El olor era agradable, un olor a violetas y tulipanes tan salvaje como las propias aguas que surcaban entre los pequeños salientes la tierra en busca de un lugar donde reposar.
Lo mejor de todo ello era la tranquilidad que allí se respiraba, no había ni un alma.
-Egipcia, también podemos sudar de otra manera -bromeé guiñándole un ojo.
Me quité las botas y la camisola, con los pies descalzos para sentir las briznas de hierba así como cada trozo de tierra bajo mis pies emprendí aquel entrenamiento girando la bastarda entre mis manos.
Cerré los ojos dejando el viento golpear mi rostro, escuchándolas silbar el acero a mi alrededor con precisos movimientos, mientras mis pies danzaban junto a la espada en su armónico movimiento.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Borns Of Fire's Steel ~ Privado
Era cierto cuando decía que me gustaba escucharlo hablar en su idioma que era muy diferente al que yo tenía de lengua materna, él suyo cuando lo hablaba le hacía parecer más rudo de lo que era, quizás por el deje que tenían que era más marcado y más fuerte, mientras que el mío era mucho más fluido. Pero sí, me gustaba escucharle hablar y aunque sabía y entendía su idioma mi pronunciación y acento no tenían nada que ver con el suyo, así que por eso le había dicho que me lo dijera él en vez de poder decírselo yo. Y dicho y hecho, tal y como le había pedido no sin antes apretar de nuevo una de mis nalgas que me hizo reír, me dijo en su idioma que me quería y varias cosas más sintiendo sus labios en mí cuello, provocándome un escalofrío cuando me susurró al oído y que me hizo morderme el labio escuchándolo, con los ojos cerrados y una sonrisa en los labios.
Mi brazo rodeaba su pecho perdiéndose por su cintura con mi rostro recostado contra su pecho, él decía que investigaríamos juntos puesto que él no tenía mucha idea sobre la religión cristiana, yo tampoco es que fuera de esa fe pero si la conocía de haber estado viviendo tantos años en París, quizás le sirviera de ayuda pero me sentía mal no poder ayudarle en mucho más… porque sabía que él no quería que pasara de esa investigación, que me quería dejar al margen y segura de lo que pasaba. Mi rostro se elevó para mirarlo y rozó su nariz con la mía, haciendo que sonriera, para luego besarnos sin moverme de estar recostada sobre él. Reí sin poder evitarlo cuando nombró a mí padre y negué divertida con la cabeza.
-¿Le tienes miedo a un simple sastre? –Reí mordiendo su labio inferior sin pensar demasiado en lo que se nos venía encima, queriendo olvidarme por unos momentos de esa realidad que teníamos que afrontar para salvar a su familia y al hogar al que pertenece- No tienes por qué tenerle miedo, quizás pueda que te amenace un poco pero… se le pasará, seguro. Hace tiempo que no lo veo y no sé cómo estará, pero tienes la suerte de que mí madre ha vuelto y seguro que medie para que no se pase contigo –comenté divertida recorriendo su cuello con la nariz- una brújula nórdica que señala a un nórdico… menuda ironía –reí levemente- ahora no puedo perderme Ubbe, mi brújula me señala el camino que me lleva hacia ti –dejé mis labios sobre su pecho y su siguiente pregunta me hizo reír- sí, me gustaría ver como entrenas –alcé mis ojos para mirarle, ¿Que qué haría después?- Qué pregunta tan fácil me has hecho… simple, después te haré mío –reí contra sus labios observándolo- No podría de ninguna manera decirte que no ayudes a tu familia o a tu hogar, no sería propio de mí, y sé que tienes que ayudarlos primero… eso no me preocupaba -no exactamente, me preocupaba mantenerlo alejado de su familia, yo lo había pasado y no lo quería para él. Reí por sus palabras- ¿Una legión? Por Ra Ubbe… -negué divertida dejando mi rostro en su cuello- estoy segura de que Niels se dejará llevar por esa costumbre e irá allí –sabía que quería a su hermana y a su hermano, pero por la forma de hablar se notaba que con quien mejor se llevaba era con su primo, sería bueno para él encontrárselo y esperé que estuviera allí para verlo. Me reí cuando me hizo cosquillas y me separé un poco de él pidiendo una tregua que no iba a concederme, para luego notar que volvía a pegarme a su cuerpo. Enarqué una ceja ante sus palabras, intentando esconder mi diversión- Me parece que me tomas por una vikinga y no lo soy… no cuela –dije mordiendo su labio inferior divertida- ¿Ir para que me emborraches? A este paso me vas a enseñar a aguantar y tolerar el alcohol como lo haces tú –le di un ligero toque en la nariz con mis dedos y lo miré de forma fija por sus palabras- Tengo amigas, tengo amigos… pero son sólo eso. ¿Crees que acepté convertirme en la mujer de un hombre que no es de esta época, si tuviera algo escondido con alguien de mí círculo de amistad? No hay nadie, mí círculo es bastante reducido la verdad… lo que eso me recuerda, que tengo que presentarte a la joven que vivía conmigo, hace tiempo que no la veo y es como… bueno, como mi hermana pequeña –sonreí dejando mi rostro contra su pecho siguiendo hablando, me di cuenta de que le costaba seguirme en la conversación de ese momento y alcé el rostro para mirarle, viendo que luchaba contra el sueño y me pregunté cuánto tardaría en caer rendido. No tardó demasiado en caer dormido, reí levemente y dejando un beso en sus labios me acomodé para rendirme yo también al sueño de Morfeo.
Noté que los rayos del sol ya entraban por la ventana y que el vikingo intentaba despertarme, sentía sus dedos deslizándose por mi espalda provocándome cosquillas y me revolví contra él acomodándome más sobre él, sus labios buscaron los míos dándome un beso de buenos días y yo me volví a pegar a su cuerpo aferrándome a él estando muy a gusto tal y como estaba sin querer moverme para nada de la cama. Le respondí con un “cinco minutos más” que no aceptó para nada y me dio un azote en el trasero para que me moviera y me pusiera en marcha, alegando que era lo que quería, verle entrenar. Al final acabé levantándome pero él pareció más rápido y práctico llevarme de nuevo sobre su hombro, cargando sobre mi mordiendo mi vientre provocándome la risa hasta que me dejó sobre la tina abriendo el agua para que se llenara.
-El día que me cojas en brazos no me lo creeré –dije divertida mientras él también se metía para darnos un baño rápido, cambiarnos de ropa y bajar para desayunar algo e ir a ver cómo entrenaba. Decidí que Isis vendría también ya que íbamos a estar al aire libre y así no se quedaba sola, así que los tres nos encaminamos hacia el bosque y la verdad era una de las primeras veces que lo pisaba desde que estaba en la ciudad, solté a Isis que iba por el lugar observándolo todo pero sin alejarse de nosotros mientras hablábamos, nos reímos y bromeábamos dejando de lado el tema de los templarios y la reliquia. Me dejé guiar por él porque yo no tenía ni idea y poco a poco nos fuimos adentrando más en el bosque, hasta que finalmente llegamos a un valle verde donde se podía oír que había un arroyo cerca, todo ya casi florecido por la época en la que estábamos.
Me gustaba el lugar, era totalmente tranquilo, no se oía absolutamente nada salvo el arrojo y los pájaros con su canto, parecía que estábamos en otro lugar lejos de la ciudad y me gustó el sitio que había escogido para entrenar, podríamos estar solos y tranquilos sin que nada ni nadie nos pudiera molestar mientras él entrenaba y yo jugaba con Isis y lo miraba. La perra ya se había adelantado e iba inspeccionando todo el lugar, yo decidí escoger sentarme bajo la sombra de un árbol observando el paisaje ya que nunca habría pensado encontrar algo así en aquella ciudad, y me pregunté si él ya sabía dónde tenía que ir porque parecía muy convencido y había ido casi directo al sitio. La verdad es que el lugar era muy bonito, con todo verde, las montañas que se veían, el prado lleno de diferentes flores que creaban ese olor tan agradable, sonreí cuando vi las violetas y luego alcé la vista al vikingo.
-Sí, podemos… pero esta vez creo que prefiero quedarme de espectadora –comenté con un deje divertida apoyada contra el árbol, sentada bajo su sombra con Isis que había vuelto para tumbarse a mí lado buscando algo de sombra pues su pelaje negro seguramente le daría bastante calor. Le miré quitarse la camisa que llevaba y comenzar a entrenar mordiéndome el labio, sin querer molestarle demasiado sintiendo la cabeza de mi perra en mis piernas que descansaba tranquilamente. Me fijé en sus movimientos de forma detenida, en cómo se movía de forma que parecía uno solo con la espada, en como la movía con fluidez, centrado y con los ojos cerrados. Los golpes que daba, cada ejecución que hacía como si estuviera acostumbrado a hacerlo… bueno, de hecho lo estaba, llevaba toda su vida con una espada en la mano.
Yo no podía serle de mucha ayuda y la verdad es que con mirar me conformaba, se notaba que llevaba haciéndolo toda su vida por cómo ejecutaba cada ejercicio mientras le tiraba una pelota a Isis que ahora parecía estar más activa, divertida por ver como se conformaba con que le tirara una pelota que ella me traía. Ahora que parecía que había parado, seguramente para empezar otra clase de ejercicios, lancé la pelota en su dirección que dio en su espalda, haciendo que me mirara y señalé a la perra que iba a por la pelota que había rebotado mordiéndome el labio para aguantarme la risa, recostada contra el árbol.
Hacía bastante calor y podía ver con total nitidez las gotas de sudor que perlaban el torso del vikingo, brillando bajo la luz del sol, así que cogiendo de una cesta que había traído para picar algo saqué un par de piezas de fruta y agua para acercarme al vikingo ahora que había parado un poco para que hiciera una pequeña pausa y tomara algo.
-Te mueves demasiado bien, vikingo –dije llegando a su lado tendiéndole el agua y una de las piezas de fruta que había cogido- admito que me gusta mucho la exhibición que en exclusiva y en privado me has dedicado –comenté con diversión dejando un beso en sus labios- si yo fuera el enemigo ni me acercaría –mordí su labio inferior viendo más de cerca su torso perlado de sudor y su respiración que subía y bajaba con rapidez, para luego dar un mordisco a una manzana. Mi vista se fijó en el arco y las flechas que tenía apartados a un lado y sonreí de lado- ¿no entrenas con el arco? –Pregunté mirándolo cruzándose algo por mí mente para retarlo un poco- Oye Ubbe, ¿crees que si lanzo esta manzana, o lo que quede de ella, al aire… serías capaz de darle con una de tus flechas? –El reto ya estaba lanzado, mientras daba otro mordisco a la manzana, y mis ojos se quedaban anclados en los suyos.
Mi brazo rodeaba su pecho perdiéndose por su cintura con mi rostro recostado contra su pecho, él decía que investigaríamos juntos puesto que él no tenía mucha idea sobre la religión cristiana, yo tampoco es que fuera de esa fe pero si la conocía de haber estado viviendo tantos años en París, quizás le sirviera de ayuda pero me sentía mal no poder ayudarle en mucho más… porque sabía que él no quería que pasara de esa investigación, que me quería dejar al margen y segura de lo que pasaba. Mi rostro se elevó para mirarlo y rozó su nariz con la mía, haciendo que sonriera, para luego besarnos sin moverme de estar recostada sobre él. Reí sin poder evitarlo cuando nombró a mí padre y negué divertida con la cabeza.
-¿Le tienes miedo a un simple sastre? –Reí mordiendo su labio inferior sin pensar demasiado en lo que se nos venía encima, queriendo olvidarme por unos momentos de esa realidad que teníamos que afrontar para salvar a su familia y al hogar al que pertenece- No tienes por qué tenerle miedo, quizás pueda que te amenace un poco pero… se le pasará, seguro. Hace tiempo que no lo veo y no sé cómo estará, pero tienes la suerte de que mí madre ha vuelto y seguro que medie para que no se pase contigo –comenté divertida recorriendo su cuello con la nariz- una brújula nórdica que señala a un nórdico… menuda ironía –reí levemente- ahora no puedo perderme Ubbe, mi brújula me señala el camino que me lleva hacia ti –dejé mis labios sobre su pecho y su siguiente pregunta me hizo reír- sí, me gustaría ver como entrenas –alcé mis ojos para mirarle, ¿Que qué haría después?- Qué pregunta tan fácil me has hecho… simple, después te haré mío –reí contra sus labios observándolo- No podría de ninguna manera decirte que no ayudes a tu familia o a tu hogar, no sería propio de mí, y sé que tienes que ayudarlos primero… eso no me preocupaba -no exactamente, me preocupaba mantenerlo alejado de su familia, yo lo había pasado y no lo quería para él. Reí por sus palabras- ¿Una legión? Por Ra Ubbe… -negué divertida dejando mi rostro en su cuello- estoy segura de que Niels se dejará llevar por esa costumbre e irá allí –sabía que quería a su hermana y a su hermano, pero por la forma de hablar se notaba que con quien mejor se llevaba era con su primo, sería bueno para él encontrárselo y esperé que estuviera allí para verlo. Me reí cuando me hizo cosquillas y me separé un poco de él pidiendo una tregua que no iba a concederme, para luego notar que volvía a pegarme a su cuerpo. Enarqué una ceja ante sus palabras, intentando esconder mi diversión- Me parece que me tomas por una vikinga y no lo soy… no cuela –dije mordiendo su labio inferior divertida- ¿Ir para que me emborraches? A este paso me vas a enseñar a aguantar y tolerar el alcohol como lo haces tú –le di un ligero toque en la nariz con mis dedos y lo miré de forma fija por sus palabras- Tengo amigas, tengo amigos… pero son sólo eso. ¿Crees que acepté convertirme en la mujer de un hombre que no es de esta época, si tuviera algo escondido con alguien de mí círculo de amistad? No hay nadie, mí círculo es bastante reducido la verdad… lo que eso me recuerda, que tengo que presentarte a la joven que vivía conmigo, hace tiempo que no la veo y es como… bueno, como mi hermana pequeña –sonreí dejando mi rostro contra su pecho siguiendo hablando, me di cuenta de que le costaba seguirme en la conversación de ese momento y alcé el rostro para mirarle, viendo que luchaba contra el sueño y me pregunté cuánto tardaría en caer rendido. No tardó demasiado en caer dormido, reí levemente y dejando un beso en sus labios me acomodé para rendirme yo también al sueño de Morfeo.
Noté que los rayos del sol ya entraban por la ventana y que el vikingo intentaba despertarme, sentía sus dedos deslizándose por mi espalda provocándome cosquillas y me revolví contra él acomodándome más sobre él, sus labios buscaron los míos dándome un beso de buenos días y yo me volví a pegar a su cuerpo aferrándome a él estando muy a gusto tal y como estaba sin querer moverme para nada de la cama. Le respondí con un “cinco minutos más” que no aceptó para nada y me dio un azote en el trasero para que me moviera y me pusiera en marcha, alegando que era lo que quería, verle entrenar. Al final acabé levantándome pero él pareció más rápido y práctico llevarme de nuevo sobre su hombro, cargando sobre mi mordiendo mi vientre provocándome la risa hasta que me dejó sobre la tina abriendo el agua para que se llenara.
-El día que me cojas en brazos no me lo creeré –dije divertida mientras él también se metía para darnos un baño rápido, cambiarnos de ropa y bajar para desayunar algo e ir a ver cómo entrenaba. Decidí que Isis vendría también ya que íbamos a estar al aire libre y así no se quedaba sola, así que los tres nos encaminamos hacia el bosque y la verdad era una de las primeras veces que lo pisaba desde que estaba en la ciudad, solté a Isis que iba por el lugar observándolo todo pero sin alejarse de nosotros mientras hablábamos, nos reímos y bromeábamos dejando de lado el tema de los templarios y la reliquia. Me dejé guiar por él porque yo no tenía ni idea y poco a poco nos fuimos adentrando más en el bosque, hasta que finalmente llegamos a un valle verde donde se podía oír que había un arroyo cerca, todo ya casi florecido por la época en la que estábamos.
Me gustaba el lugar, era totalmente tranquilo, no se oía absolutamente nada salvo el arrojo y los pájaros con su canto, parecía que estábamos en otro lugar lejos de la ciudad y me gustó el sitio que había escogido para entrenar, podríamos estar solos y tranquilos sin que nada ni nadie nos pudiera molestar mientras él entrenaba y yo jugaba con Isis y lo miraba. La perra ya se había adelantado e iba inspeccionando todo el lugar, yo decidí escoger sentarme bajo la sombra de un árbol observando el paisaje ya que nunca habría pensado encontrar algo así en aquella ciudad, y me pregunté si él ya sabía dónde tenía que ir porque parecía muy convencido y había ido casi directo al sitio. La verdad es que el lugar era muy bonito, con todo verde, las montañas que se veían, el prado lleno de diferentes flores que creaban ese olor tan agradable, sonreí cuando vi las violetas y luego alcé la vista al vikingo.
-Sí, podemos… pero esta vez creo que prefiero quedarme de espectadora –comenté con un deje divertida apoyada contra el árbol, sentada bajo su sombra con Isis que había vuelto para tumbarse a mí lado buscando algo de sombra pues su pelaje negro seguramente le daría bastante calor. Le miré quitarse la camisa que llevaba y comenzar a entrenar mordiéndome el labio, sin querer molestarle demasiado sintiendo la cabeza de mi perra en mis piernas que descansaba tranquilamente. Me fijé en sus movimientos de forma detenida, en cómo se movía de forma que parecía uno solo con la espada, en como la movía con fluidez, centrado y con los ojos cerrados. Los golpes que daba, cada ejecución que hacía como si estuviera acostumbrado a hacerlo… bueno, de hecho lo estaba, llevaba toda su vida con una espada en la mano.
Yo no podía serle de mucha ayuda y la verdad es que con mirar me conformaba, se notaba que llevaba haciéndolo toda su vida por cómo ejecutaba cada ejercicio mientras le tiraba una pelota a Isis que ahora parecía estar más activa, divertida por ver como se conformaba con que le tirara una pelota que ella me traía. Ahora que parecía que había parado, seguramente para empezar otra clase de ejercicios, lancé la pelota en su dirección que dio en su espalda, haciendo que me mirara y señalé a la perra que iba a por la pelota que había rebotado mordiéndome el labio para aguantarme la risa, recostada contra el árbol.
Hacía bastante calor y podía ver con total nitidez las gotas de sudor que perlaban el torso del vikingo, brillando bajo la luz del sol, así que cogiendo de una cesta que había traído para picar algo saqué un par de piezas de fruta y agua para acercarme al vikingo ahora que había parado un poco para que hiciera una pequeña pausa y tomara algo.
-Te mueves demasiado bien, vikingo –dije llegando a su lado tendiéndole el agua y una de las piezas de fruta que había cogido- admito que me gusta mucho la exhibición que en exclusiva y en privado me has dedicado –comenté con diversión dejando un beso en sus labios- si yo fuera el enemigo ni me acercaría –mordí su labio inferior viendo más de cerca su torso perlado de sudor y su respiración que subía y bajaba con rapidez, para luego dar un mordisco a una manzana. Mi vista se fijó en el arco y las flechas que tenía apartados a un lado y sonreí de lado- ¿no entrenas con el arco? –Pregunté mirándolo cruzándose algo por mí mente para retarlo un poco- Oye Ubbe, ¿crees que si lanzo esta manzana, o lo que quede de ella, al aire… serías capaz de darle con una de tus flechas? –El reto ya estaba lanzado, mientras daba otro mordisco a la manzana, y mis ojos se quedaban anclados en los suyos.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Borns Of Fire's Steel ~ Privado
A la egipcia parecía agradarle aquel lugar, observaba con sus grandes desiertos todo el idílico paisaje y casi pude leer esa pregunta que intuía se estaba haciendo a si misma y que no hacia en voz alta no sabia bien porque.
-Venia a entrenar con padre a este lugar cuando era niño. Cazábamos antes de volver a casa completamente embarrados, madre gruñía y nos preparaba la tina para que nos sentáramos limpios a cenar
Hakon siempre fue mas complaciente con mi madre, pero mi hermana y yo eramos unos ingratos -bromeé acercándome a ella para depositar un beso en su frente con tibieza.
Nai prefirió tomar asiento bajo la sombra de un árbol, la perra recorría el lugar animada, posiblemente porque acostumbrada a ir por la ciudad con correa, ese lugar bien podía reflejar el paraíso de los perros.
Le lancé un bocado a mi futura esposa y pronto me centre en lo que había venido a hacer a aquel lugar, entrenar.
Pasó una buen rato en el que la concentración lo era todo, el silbido de la hoja fundiéndose con mi cuerpo, el peso de la espada, el temple del acero y el sudor resbalando por mi cuerpo.
Cuando acabé con esos ejercicios sentí una pelota impactar en mi espalda.
Enarqué una ceja mirando hacia la egipcia que señalaba a la perra como culpable de la hazaña.
Ladeé la sonrisa acercándome a esta que ahora se había puesto en pie para ofrecerme agua y sin mas, empecé a besadla por toda la cara, cuello, pegado mi cuerpo sudado al suyo mientras esta trataba de zafarse entre risas para que no me limpiara en ella.
Corría por la orilla del arrollo, yo tras ella y ambos reíamos a carcajadas como niños mientras esta me quebraba y yo trataba de atraparla.
Los arboles se convirtieron en sus aliados y entre ellos corrimos dispuestos a darnos caza como el ratón y el gato.
Finalmente la alcancé, su espalda contra un tronco viejo y ancho, mi cuerpo pegado a su pecho y pronto sus maso se hundieron en mi pelo atrayéndome de forma brusca para perderse en mi boca.
Jadeamos no solo por la carrera si no por el deseo que iba implícito en cada roce de nuestros cuerpos.
Manos que dibujaron su figura deshaciéndose a su paso de cada prenda que portaba.
El suelo se convirtió en nuestro confidente, desnudos sobre la húmeda hierba y arropados por las violetas y su característico olor hicimos el amor mirándonos a los ojos, con los dedos enlazados y prometiéndonos con cada beso un mundo en el que jamas nos soltaríamos el uno al otro.
Bajo La sombra del viejo árbol vimos las nubes pasar raudas, hasta el viento parecía aliarse a nuestro favor sacudiendo con su brisa nuestros cuerpos perlados en sudor.
El arroyo y su murmullo nos invitó a un baño que del mismo modo se sucedió entre besos, plagado de caricias y de nuevos instantes que grabar en mi memoria para un lugar que ya para mi era importante antes y que ahora se convertía en indispensable.
Una vez acabamos de prodigarnos besos y caricias, salimos, nos vestimos y como no, a mi preciosa egipcia se le ocurrió un reto que fácilmente superaría.
Mi aire engreído pronto la miró con un significativo “¿lo dudas?”
Dicho y hecho la egipcia lanzó manzanas al aire que mis flechas atravesaron con suma facilidad.
Mordí una de estas ladeando la sonrisa con superioridad.
-Lo difícil seria enseñar a mi mujer a tirar..pero...lo podemos intentar ¿que me dices egipcia?
Le acerqué mi arco con convicción, la verdad es que su libraje era excesivo para ella pero sin duda me echaría unas buenas risas a su costa.
Señalé una marca que había marcada en le tronco de uno de los arboles mas cercanos.
-Trata de dar ahí -dije señalando con el dedo el punto exacto.
Sonreí al ver la torpeza con al que cogía el arco, mas aun cuando intento colocar la flecha que cayo al suelo y ya las carcajada vino cuando con la cuerda se dio en la mano aullando de dolor.
-Un tiro épico, de esos que hay que guardar en el recuerdo -susurre poniendo mi mano a modo de parasol para buscar en el aire la flecha que bien sabia estaba en el suelo -creo que aun esta volando silbando al viento.
Reí con ganas cuando sus ojos se clavaron en los míos con cara de pocos amigos, la verdad me costo lo mio tranquilizarme, es que nunca había visto a nadie tirar tan sumamente mal.
-Vale -dije entre risas mientras aun mi cuerpo se curvaba para disimular las ultimas carcajadas -a ver -de nuevo explote en risas -espera, que así no puedo.
Su cara se tronaba de todos los colores y yo no podía dejar de reír mientras seguía mirando la flecha que reposaba en el suelo.
Nai golpeo mi pecho enfadada, seguramente esperando que dejara ya de reír para decirle algo útil.
-Ven anda -le pedí mientras tomaba una flecha para mostrarle como colocar el nock en la cuerda del arco. Ahora tensas la cuerda, no lo hagas con los músculos del pecho, ellos solo han de acompañar el movimiento de tu espalda.
Mira, pon la mano en mi pecho. Si abro con el pecho ¿notas como se mueven estos músculos? Vale, pues así no, te harás daño y perderás potencia. Ahora abriré como realmente has de hacerlo.
Pasa tu mano a mi espalda, donde mi omóplato.
Espere a que realizara esa operación y volví a tensar para que notara la diferencia ¿lo ves? Ahora trabaja mi espalda, mas fuerte, mas potente, la flecha llegara mas lejos.
Ve mi hombro como se eleva, traza una semicircunferencia por encima de mi rostro, has de lograr que antes de soltar la flecha tus brazos estén en perfecto equilibrio con el resto del cuerpo.
¿lo ves?
Por ultimo has de llevarte la cuerda hasta la altura de la boca, ahí es el punto perfecto para abrir el arco, cuando con la nariz puedas rozar la cuerda.
Luego solo es apuntar y dejar que la flecha vuele para impactar en tu objetivo ¿fácil verdad?
-Venia a entrenar con padre a este lugar cuando era niño. Cazábamos antes de volver a casa completamente embarrados, madre gruñía y nos preparaba la tina para que nos sentáramos limpios a cenar
Hakon siempre fue mas complaciente con mi madre, pero mi hermana y yo eramos unos ingratos -bromeé acercándome a ella para depositar un beso en su frente con tibieza.
Nai prefirió tomar asiento bajo la sombra de un árbol, la perra recorría el lugar animada, posiblemente porque acostumbrada a ir por la ciudad con correa, ese lugar bien podía reflejar el paraíso de los perros.
Le lancé un bocado a mi futura esposa y pronto me centre en lo que había venido a hacer a aquel lugar, entrenar.
Pasó una buen rato en el que la concentración lo era todo, el silbido de la hoja fundiéndose con mi cuerpo, el peso de la espada, el temple del acero y el sudor resbalando por mi cuerpo.
Cuando acabé con esos ejercicios sentí una pelota impactar en mi espalda.
Enarqué una ceja mirando hacia la egipcia que señalaba a la perra como culpable de la hazaña.
Ladeé la sonrisa acercándome a esta que ahora se había puesto en pie para ofrecerme agua y sin mas, empecé a besadla por toda la cara, cuello, pegado mi cuerpo sudado al suyo mientras esta trataba de zafarse entre risas para que no me limpiara en ella.
Corría por la orilla del arrollo, yo tras ella y ambos reíamos a carcajadas como niños mientras esta me quebraba y yo trataba de atraparla.
Los arboles se convirtieron en sus aliados y entre ellos corrimos dispuestos a darnos caza como el ratón y el gato.
Finalmente la alcancé, su espalda contra un tronco viejo y ancho, mi cuerpo pegado a su pecho y pronto sus maso se hundieron en mi pelo atrayéndome de forma brusca para perderse en mi boca.
Jadeamos no solo por la carrera si no por el deseo que iba implícito en cada roce de nuestros cuerpos.
Manos que dibujaron su figura deshaciéndose a su paso de cada prenda que portaba.
El suelo se convirtió en nuestro confidente, desnudos sobre la húmeda hierba y arropados por las violetas y su característico olor hicimos el amor mirándonos a los ojos, con los dedos enlazados y prometiéndonos con cada beso un mundo en el que jamas nos soltaríamos el uno al otro.
Bajo La sombra del viejo árbol vimos las nubes pasar raudas, hasta el viento parecía aliarse a nuestro favor sacudiendo con su brisa nuestros cuerpos perlados en sudor.
El arroyo y su murmullo nos invitó a un baño que del mismo modo se sucedió entre besos, plagado de caricias y de nuevos instantes que grabar en mi memoria para un lugar que ya para mi era importante antes y que ahora se convertía en indispensable.
Una vez acabamos de prodigarnos besos y caricias, salimos, nos vestimos y como no, a mi preciosa egipcia se le ocurrió un reto que fácilmente superaría.
Mi aire engreído pronto la miró con un significativo “¿lo dudas?”
Dicho y hecho la egipcia lanzó manzanas al aire que mis flechas atravesaron con suma facilidad.
Mordí una de estas ladeando la sonrisa con superioridad.
-Lo difícil seria enseñar a mi mujer a tirar..pero...lo podemos intentar ¿que me dices egipcia?
Le acerqué mi arco con convicción, la verdad es que su libraje era excesivo para ella pero sin duda me echaría unas buenas risas a su costa.
Señalé una marca que había marcada en le tronco de uno de los arboles mas cercanos.
-Trata de dar ahí -dije señalando con el dedo el punto exacto.
Sonreí al ver la torpeza con al que cogía el arco, mas aun cuando intento colocar la flecha que cayo al suelo y ya las carcajada vino cuando con la cuerda se dio en la mano aullando de dolor.
-Un tiro épico, de esos que hay que guardar en el recuerdo -susurre poniendo mi mano a modo de parasol para buscar en el aire la flecha que bien sabia estaba en el suelo -creo que aun esta volando silbando al viento.
Reí con ganas cuando sus ojos se clavaron en los míos con cara de pocos amigos, la verdad me costo lo mio tranquilizarme, es que nunca había visto a nadie tirar tan sumamente mal.
-Vale -dije entre risas mientras aun mi cuerpo se curvaba para disimular las ultimas carcajadas -a ver -de nuevo explote en risas -espera, que así no puedo.
Su cara se tronaba de todos los colores y yo no podía dejar de reír mientras seguía mirando la flecha que reposaba en el suelo.
Nai golpeo mi pecho enfadada, seguramente esperando que dejara ya de reír para decirle algo útil.
-Ven anda -le pedí mientras tomaba una flecha para mostrarle como colocar el nock en la cuerda del arco. Ahora tensas la cuerda, no lo hagas con los músculos del pecho, ellos solo han de acompañar el movimiento de tu espalda.
Mira, pon la mano en mi pecho. Si abro con el pecho ¿notas como se mueven estos músculos? Vale, pues así no, te harás daño y perderás potencia. Ahora abriré como realmente has de hacerlo.
Pasa tu mano a mi espalda, donde mi omóplato.
Espere a que realizara esa operación y volví a tensar para que notara la diferencia ¿lo ves? Ahora trabaja mi espalda, mas fuerte, mas potente, la flecha llegara mas lejos.
Ve mi hombro como se eleva, traza una semicircunferencia por encima de mi rostro, has de lograr que antes de soltar la flecha tus brazos estén en perfecto equilibrio con el resto del cuerpo.
¿lo ves?
Por ultimo has de llevarte la cuerda hasta la altura de la boca, ahí es el punto perfecto para abrir el arco, cuando con la nariz puedas rozar la cuerda.
Luego solo es apuntar y dejar que la flecha vuele para impactar en tu objetivo ¿fácil verdad?
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Borns Of Fire's Steel ~ Privado
Hacía un día estupendo para pasear por aquel lugar que sin duda me había gustado mucho, un sitio alejado de la ciudad y de sus ruidos, sus prisas… como si estuviéramos en otro lugar completamente diferente y atrás quedara la ciudad con sus problemas y preocupaciones, como si hubiéramos dejado todo atrás mientras yo observaba tan curiosa como siempre el lugar que me rodeaba. Ya me estaba imaginando y planeando en mi cabeza pasar allí alguna que otra tarde, o incluso una noche, hacer un picnic y disfrutar del lugar que era todo un descubrimiento… había tenido que venir él para enseñarme el sitio que yo jamás por mí misma habría podido encontrar. Mis ojos fueron a su figura cuando como si supiera lo que estaba pensando respondió a esa pregunta que me había hecho en la mente y sonreí, tratando de imaginarme a un Ubbe de pequeño junto a sus hermanos, y sin duda alguna, la batalla que le presentaban a su madre.
Decidí quedarme al margen y dejarle hacer puesto que yo no tenía ni idea de cómo iba a entrenar y esa tranquilidad hasta me venía bien, jugaba con Isis, la veía correr feliz por el lugar perdiéndose por la zona pero siempre quedando cerca de donde estábamos sin alejarse demasiado de nosotros, me traía la pelota para que se la tirara y pensé en cómo algo tan nimio como aquello la hacía tan feliz. Decidí cuando vi que había terminado tirarle la pelota al vikingo, que le dio de lleno en la espalda, y disimulé la risa señalando a la perra como culpable de que la pelota le diera a él. Sonrió de lado, estaba completamente perlado en sudor y no sabía exactamente cuánto tiempo llevaba, pero mucho rato. Había llevado una pequeña cesta con un poco de fruta, algo para picar y agua así que mientras veía que él se acercaba me puse en pie para darle algo de lo que había traído.
Claro que lo que no había pensado para nada es que se acercara con la intención de aferrarme entre sus brazos y empezar a dejar beso por todo mi rostro y el cuello, mientras su cuerpo se restregaba contra el mío como si quisiera quitarse el sudor en mí ropa, haciéndome reír, intentando por todos los medios soltarme pero era más fuerte que yo y parecía algo completamente imposible. No sé cómo lo hice pero me zafé de su agarre y eché a correr divertida hacia el arroyo, me giré tirándole agua con el pie divertida y me metí entre los árboles que me ofrecían cobertura y que no pudiera pillarme, mientras me reía jugando como si fuéramos dos niños pequeños.
Pero poco tardó hasta que finalmente su mano apresó mí muñeca y tiró hacia él para que me girara haciendo que mi espalda chocara con uno de los árboles, con la respiración entrecortada y acelerada sintiendo su cuerpo completamente pegado al mío en donde ambas respiraciones se mezclaba por la carrera, mis manos fueron a su pelo y lo acerqué a mi rostro para besarlo porque cada vez que nos tocábamos no se encendía una chispa, nosotros encendíamos una hoguera. Sus manos repasaron mi cuerpo y mi perfil y entre caricia y caricia al final acabamos completamente desnudos, sobre la mullida y húmeda hierba, entre aquel campo de violetas como si lo hubiéramos hecho a posta, entregándonos por completo el uno al otro.
Si tenía que describir aquel momento con una única palabra, sin duda alguna sería mágico. Con nuestros dedos entrelazados, mirándonos de forma fija a los ojos hicimos el amor en aquel idílico y maravilloso lugar. Quedamos tumbados observando el cielo y me acerqué a su cuerpo cuando la leve brisa me produjo un escalofrío por el sudor en el cuerpo, y la idea de darnos un baño en aquel lugar se me antojaba perfecta… así que fue exactamente lo que hicimos de forma más calmada, entre besos y caricias hasta que al final salimos para vestirnos y comer, ahora sí, algo de lo que había traído. Llevar la manzana en mi mano me hizo lanzarle un desafío al vikingo que sabía perfectamente que iba a cumplir y que no iba a fallar, pero me gustaba retarle de vez en cuando y su gesto de aire engreído me hizo reír.
-Está bien, ¿preparado? –Dije antes de lanzar la primera de las manzanas que sin duda alguna atravesó con la flecha de forma certera cayendo cerca de donde la había lanzado- ¿Otra? –Dije mientras lanzaba la segunda que no tardó en ser atravesada de nuevo y la última la lancé incluso sin avisarle siquiera y volvió a ser atravesada como las otras, esa vez incluso se dio el lujo de ir a por ella antes de que cayera al suelo y se acercó con la manzana atravesada en la mano, dándole un mordisco y no pude evitar reírme- Vale, tú ganas –dije cogiendo otra fruta para darle un mordisco cuando escuché sus palabras y enarqué una ceja por las mimas. ¿Yo? Sin pensarlo siquiera me tendió el arco para que lo cogiera y lo miré como si ni siquiera supiera como cogerlo… claro que no era el caso, eso era fácil, pero el resto…- ¿Tú estás seguro de esto? ¿No recuerdas lo mala que era en ese puesto donde me conseguiste la pantera? –Le recordé pero sabía que se acordaba perfectamente, señaló una marca en un árbol cercano y dijo que le diera, como si fuera la cosa más fácil del mundo- lo que tiene que hacer una… -dije con una leve sonrisa soltando un bufido, jamás había empuñado un arma y mucho menos me había planteado coger un arco… igualmente no me eché hacia atrás y cogí la flecha para intentar colocarla pero esta cayó al suelo, y no solo eso, sino que me di con toda la cuerda en el dedo haciéndome daño- ¡Au! –siseé llevando el dedo a mis labios sintiendo el picor por haber rebotado la cuerda mientras el vikingo, a mí costa, se reía a carcajadas viendo cómo se burlaba buscando la flecha en el aire cuando claramente estaba en el suelo.
Siguió riéndose y lo miré fulminándolo con la mirada sin que me hiciera ningún tipo de gracia ante mi nula habilidad con aquello pero, ¿qué esperaba? Bufé esperando a que se calmara y cuando pareció que lo había hecho volvió a estallar en carcajadas alegando que no podía mirando la flecha que seguía en el suelo, terminé por darle una palmada en el pecho enfadada por aquello mientras seguía riéndose y yo enarqué una ceja esperando a que terminara de reírse para finalmente que me dijera algo o me diera algún consejo, porque la inspiración divina no me iba a llegar de golpe.
-¿Qué tal si dejas de reírte y me dices cómo se hace? –Fruncí el ceño y pareció calmarse para pedirme que me acercara a él y darme una clase de cómo debía de colocar la flecha en la cuerda, poniendo la mano en su pecho cuando me lo dijo notando los músculos cuando se movió, y luego en su espalda donde dijo viendo como estos también se movían enseñándome cómo debía de ser. Asentí con la cabeza pero sin entender demasiado lo que me decía, me dijo algo del hombro, una semicircunferencia, algo sobre la altura de los labios y la nariz que debía de rozar la cuerda y… enarqué una ceja ante tanta información- Espera un momento –me giré para mirar a mi perra Isis que, a unos pocos pasos, estaba tumbada observándonos- Isis, ¿tú has entendido algo? –La perra ladeó la cabeza y ladró un par de veces, en lo que yo sonreía mientras ladraba- Ajá –dije asintiendo viendo que ella ladeaba la cabeza hacia el otro lado y volvía a ladra- ¿tú crees? –Pregunté logrando que hiciera lo mismo por tercera vez y luego de ladrar mostrara la lengua como si hubiera terminado- entiendo… -me giré para mirar al vikingo que no sabía qué narices estaba haciendo- mi perra y yo hemos llegado a la conclusión de que hablas en chino y no entendemos nada de nada de lo que dices –dije con una sonrisa- y dos no pueden estar equivocadas –notaba que la perra estaba con la vista fija en la flecha y que movía el rabo, se había quedado agazapada como si esperara algo y sonreí de lado- Oye Ubbe, ¿no vas a coger la flecha de mi super tiro? Creo que ha volado bastante lejos –dije justo cuando él fue a agacharse para cogerla… mi perra fue más rápida que él, la cogió con la boca y se alejó haciendo que el vikingo la siguiera para recuperarla mientras yo desde donde me encontraba no paraba de reírme viendo cómo intentaba atraparla, mientras Isis lo miraba moviendo el rabo como retándole a que fuera a por ella y yo no dejaba de reírme, divertida con la situación, como si ahora me tocara a mí reírme- ¿Isis puede contigo, Ubbe? –Pregunté con malicia para finalmente silbar haciendo que viniera donde estaba, extendiera la mano y ella dejara la flecha que mostré al vikingo- ¿Buscabas esto? –Sonreí y cuando llegó a nuestro lado Isis dio un ladrido hacia él y yo reí- Buena chica –acaricié su cabeza y se tumbó de nuevo con la lengua fuera mirándonos y yo negué divertida- Venga, ahora que me lo has explicado voy a intentarlo –porque no tenía nada que perder, total, ya se había reído de mí y peor sin duda alguna ya no lo podía hacer.
Lo hice tal y como me había enseñado y al menos por esa vez la flecha no se cayó al suelo, él se puso a mi espalda pegando su pecho contra esta y con sus manos me enseñó cómo debía de coger el arco, cómo debía de estirarlo cambiando la forma de cogerlo a como él me había enseñado. Un par de veces tensé la cuerda pero fueron sus manos que guiaban a las mías y lo hacía él, recolocando como debía de estar el brazo y a la altura que debía de medir con los labios. Sus manos se posaron en mis caderas para que me pusiera más firme, subió una de sus manos a mi pecho para colocarme bien y me dio un par de trucos más para fijar el objetivo y cuando vio que ya tensaba bien me dijo donde quería que disparara, si él estaba convencido de que esa vez podía hacerlo ¿por qué dudar? Él era el maestro, lancé un suspiro y finalmente disparé la flecha que, aunque no dio donde él me había dicho, al menos esa vez se había quedado clavada en el tronco del árbol.
-¿Le he dado? –Pregunté más para mí que para él viendo que sí, la flecha al menos estaba clavada en el árbol aunque no en el lugar que él me había dicho- ¡Le he dado! –Dije dando un pequeño saltito en el lugar como si hubiera ganado, aunque para mí era una victoria sin duda alguna, mientras comenzaba a reírme- Con eso me vale… -dije dejando el arco sobre la hierba para girarme hacia el vikingo y saltar sobre él rodando su cuello con mis brazos y su cintura con mis piernas- Al final sí he podido hacerlo… -dije rozando su nariz con la mía- al final voy a pensar que eres un buen profesor y todo –reí contra sus labios dejando un mordisco en su inferior- aunque al principio has sido un poquito malo conmigo… voy a tener que pensar un castigo por eso –comenté con diversión buscando sus labios con los míos contenta por al menos haber podido lanzar la flecha sin hacer el ridículo de antes- a este paso seguro que supero al maestro –dije más para picarle que por otra cosa, porque ni en broma me veía con un arco, esas cosas no iban conmigo- ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Quizás mostrarme que puedes atravesar la flecha que he lanzado? ¿Me vas a enseñar a manejar o lanzar dagas, tal vez? –Reí divertida contra sus labios- porque en la lucha cuerpo a cuerpo ya sabemos que hay un claro empate y ninguno de los dos ni pierde, ni gana –tiré con suavidad de su labio inferior- ¿Sabes? Podríamos venir aquí más veces, no para entrenar eso te lo dejo a ti pero… no sé, hacer un picnic, venir de noche que seguro que se tiene que estar muy bien… me ha gustado el sitio. Es bonito, tranquilo, lleno de violetas… es perfecto.
Decidí quedarme al margen y dejarle hacer puesto que yo no tenía ni idea de cómo iba a entrenar y esa tranquilidad hasta me venía bien, jugaba con Isis, la veía correr feliz por el lugar perdiéndose por la zona pero siempre quedando cerca de donde estábamos sin alejarse demasiado de nosotros, me traía la pelota para que se la tirara y pensé en cómo algo tan nimio como aquello la hacía tan feliz. Decidí cuando vi que había terminado tirarle la pelota al vikingo, que le dio de lleno en la espalda, y disimulé la risa señalando a la perra como culpable de que la pelota le diera a él. Sonrió de lado, estaba completamente perlado en sudor y no sabía exactamente cuánto tiempo llevaba, pero mucho rato. Había llevado una pequeña cesta con un poco de fruta, algo para picar y agua así que mientras veía que él se acercaba me puse en pie para darle algo de lo que había traído.
Claro que lo que no había pensado para nada es que se acercara con la intención de aferrarme entre sus brazos y empezar a dejar beso por todo mi rostro y el cuello, mientras su cuerpo se restregaba contra el mío como si quisiera quitarse el sudor en mí ropa, haciéndome reír, intentando por todos los medios soltarme pero era más fuerte que yo y parecía algo completamente imposible. No sé cómo lo hice pero me zafé de su agarre y eché a correr divertida hacia el arroyo, me giré tirándole agua con el pie divertida y me metí entre los árboles que me ofrecían cobertura y que no pudiera pillarme, mientras me reía jugando como si fuéramos dos niños pequeños.
Pero poco tardó hasta que finalmente su mano apresó mí muñeca y tiró hacia él para que me girara haciendo que mi espalda chocara con uno de los árboles, con la respiración entrecortada y acelerada sintiendo su cuerpo completamente pegado al mío en donde ambas respiraciones se mezclaba por la carrera, mis manos fueron a su pelo y lo acerqué a mi rostro para besarlo porque cada vez que nos tocábamos no se encendía una chispa, nosotros encendíamos una hoguera. Sus manos repasaron mi cuerpo y mi perfil y entre caricia y caricia al final acabamos completamente desnudos, sobre la mullida y húmeda hierba, entre aquel campo de violetas como si lo hubiéramos hecho a posta, entregándonos por completo el uno al otro.
Si tenía que describir aquel momento con una única palabra, sin duda alguna sería mágico. Con nuestros dedos entrelazados, mirándonos de forma fija a los ojos hicimos el amor en aquel idílico y maravilloso lugar. Quedamos tumbados observando el cielo y me acerqué a su cuerpo cuando la leve brisa me produjo un escalofrío por el sudor en el cuerpo, y la idea de darnos un baño en aquel lugar se me antojaba perfecta… así que fue exactamente lo que hicimos de forma más calmada, entre besos y caricias hasta que al final salimos para vestirnos y comer, ahora sí, algo de lo que había traído. Llevar la manzana en mi mano me hizo lanzarle un desafío al vikingo que sabía perfectamente que iba a cumplir y que no iba a fallar, pero me gustaba retarle de vez en cuando y su gesto de aire engreído me hizo reír.
-Está bien, ¿preparado? –Dije antes de lanzar la primera de las manzanas que sin duda alguna atravesó con la flecha de forma certera cayendo cerca de donde la había lanzado- ¿Otra? –Dije mientras lanzaba la segunda que no tardó en ser atravesada de nuevo y la última la lancé incluso sin avisarle siquiera y volvió a ser atravesada como las otras, esa vez incluso se dio el lujo de ir a por ella antes de que cayera al suelo y se acercó con la manzana atravesada en la mano, dándole un mordisco y no pude evitar reírme- Vale, tú ganas –dije cogiendo otra fruta para darle un mordisco cuando escuché sus palabras y enarqué una ceja por las mimas. ¿Yo? Sin pensarlo siquiera me tendió el arco para que lo cogiera y lo miré como si ni siquiera supiera como cogerlo… claro que no era el caso, eso era fácil, pero el resto…- ¿Tú estás seguro de esto? ¿No recuerdas lo mala que era en ese puesto donde me conseguiste la pantera? –Le recordé pero sabía que se acordaba perfectamente, señaló una marca en un árbol cercano y dijo que le diera, como si fuera la cosa más fácil del mundo- lo que tiene que hacer una… -dije con una leve sonrisa soltando un bufido, jamás había empuñado un arma y mucho menos me había planteado coger un arco… igualmente no me eché hacia atrás y cogí la flecha para intentar colocarla pero esta cayó al suelo, y no solo eso, sino que me di con toda la cuerda en el dedo haciéndome daño- ¡Au! –siseé llevando el dedo a mis labios sintiendo el picor por haber rebotado la cuerda mientras el vikingo, a mí costa, se reía a carcajadas viendo cómo se burlaba buscando la flecha en el aire cuando claramente estaba en el suelo.
Siguió riéndose y lo miré fulminándolo con la mirada sin que me hiciera ningún tipo de gracia ante mi nula habilidad con aquello pero, ¿qué esperaba? Bufé esperando a que se calmara y cuando pareció que lo había hecho volvió a estallar en carcajadas alegando que no podía mirando la flecha que seguía en el suelo, terminé por darle una palmada en el pecho enfadada por aquello mientras seguía riéndose y yo enarqué una ceja esperando a que terminara de reírse para finalmente que me dijera algo o me diera algún consejo, porque la inspiración divina no me iba a llegar de golpe.
-¿Qué tal si dejas de reírte y me dices cómo se hace? –Fruncí el ceño y pareció calmarse para pedirme que me acercara a él y darme una clase de cómo debía de colocar la flecha en la cuerda, poniendo la mano en su pecho cuando me lo dijo notando los músculos cuando se movió, y luego en su espalda donde dijo viendo como estos también se movían enseñándome cómo debía de ser. Asentí con la cabeza pero sin entender demasiado lo que me decía, me dijo algo del hombro, una semicircunferencia, algo sobre la altura de los labios y la nariz que debía de rozar la cuerda y… enarqué una ceja ante tanta información- Espera un momento –me giré para mirar a mi perra Isis que, a unos pocos pasos, estaba tumbada observándonos- Isis, ¿tú has entendido algo? –La perra ladeó la cabeza y ladró un par de veces, en lo que yo sonreía mientras ladraba- Ajá –dije asintiendo viendo que ella ladeaba la cabeza hacia el otro lado y volvía a ladra- ¿tú crees? –Pregunté logrando que hiciera lo mismo por tercera vez y luego de ladrar mostrara la lengua como si hubiera terminado- entiendo… -me giré para mirar al vikingo que no sabía qué narices estaba haciendo- mi perra y yo hemos llegado a la conclusión de que hablas en chino y no entendemos nada de nada de lo que dices –dije con una sonrisa- y dos no pueden estar equivocadas –notaba que la perra estaba con la vista fija en la flecha y que movía el rabo, se había quedado agazapada como si esperara algo y sonreí de lado- Oye Ubbe, ¿no vas a coger la flecha de mi super tiro? Creo que ha volado bastante lejos –dije justo cuando él fue a agacharse para cogerla… mi perra fue más rápida que él, la cogió con la boca y se alejó haciendo que el vikingo la siguiera para recuperarla mientras yo desde donde me encontraba no paraba de reírme viendo cómo intentaba atraparla, mientras Isis lo miraba moviendo el rabo como retándole a que fuera a por ella y yo no dejaba de reírme, divertida con la situación, como si ahora me tocara a mí reírme- ¿Isis puede contigo, Ubbe? –Pregunté con malicia para finalmente silbar haciendo que viniera donde estaba, extendiera la mano y ella dejara la flecha que mostré al vikingo- ¿Buscabas esto? –Sonreí y cuando llegó a nuestro lado Isis dio un ladrido hacia él y yo reí- Buena chica –acaricié su cabeza y se tumbó de nuevo con la lengua fuera mirándonos y yo negué divertida- Venga, ahora que me lo has explicado voy a intentarlo –porque no tenía nada que perder, total, ya se había reído de mí y peor sin duda alguna ya no lo podía hacer.
Lo hice tal y como me había enseñado y al menos por esa vez la flecha no se cayó al suelo, él se puso a mi espalda pegando su pecho contra esta y con sus manos me enseñó cómo debía de coger el arco, cómo debía de estirarlo cambiando la forma de cogerlo a como él me había enseñado. Un par de veces tensé la cuerda pero fueron sus manos que guiaban a las mías y lo hacía él, recolocando como debía de estar el brazo y a la altura que debía de medir con los labios. Sus manos se posaron en mis caderas para que me pusiera más firme, subió una de sus manos a mi pecho para colocarme bien y me dio un par de trucos más para fijar el objetivo y cuando vio que ya tensaba bien me dijo donde quería que disparara, si él estaba convencido de que esa vez podía hacerlo ¿por qué dudar? Él era el maestro, lancé un suspiro y finalmente disparé la flecha que, aunque no dio donde él me había dicho, al menos esa vez se había quedado clavada en el tronco del árbol.
-¿Le he dado? –Pregunté más para mí que para él viendo que sí, la flecha al menos estaba clavada en el árbol aunque no en el lugar que él me había dicho- ¡Le he dado! –Dije dando un pequeño saltito en el lugar como si hubiera ganado, aunque para mí era una victoria sin duda alguna, mientras comenzaba a reírme- Con eso me vale… -dije dejando el arco sobre la hierba para girarme hacia el vikingo y saltar sobre él rodando su cuello con mis brazos y su cintura con mis piernas- Al final sí he podido hacerlo… -dije rozando su nariz con la mía- al final voy a pensar que eres un buen profesor y todo –reí contra sus labios dejando un mordisco en su inferior- aunque al principio has sido un poquito malo conmigo… voy a tener que pensar un castigo por eso –comenté con diversión buscando sus labios con los míos contenta por al menos haber podido lanzar la flecha sin hacer el ridículo de antes- a este paso seguro que supero al maestro –dije más para picarle que por otra cosa, porque ni en broma me veía con un arco, esas cosas no iban conmigo- ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Quizás mostrarme que puedes atravesar la flecha que he lanzado? ¿Me vas a enseñar a manejar o lanzar dagas, tal vez? –Reí divertida contra sus labios- porque en la lucha cuerpo a cuerpo ya sabemos que hay un claro empate y ninguno de los dos ni pierde, ni gana –tiré con suavidad de su labio inferior- ¿Sabes? Podríamos venir aquí más veces, no para entrenar eso te lo dejo a ti pero… no sé, hacer un picnic, venir de noche que seguro que se tiene que estar muy bien… me ha gustado el sitio. Es bonito, tranquilo, lleno de violetas… es perfecto.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Borns Of Fire's Steel ~ Privado
Mi egipcia parecía no divertirse tanto como yo tras aquella hazaña frustrada, un golpe en el pecho y la pregunta de que hacer para lograr dar en la diana, hacia que tuviera que contener la risa para explicarle los movimientos que tenia que ejecutar.
La cara de Nai era todo un poema, como si hubiera hablado en un idioma desconocido sus desiertos me indicaban que no tenia la menor idea de la explicación magistral que acababa de dar al caótico alumno.
Empezó a hablar con la perra, esta ladraba ladeando la cabeza y yo miraba a ambas con una ceja enarcada.
-estoy replanteando mi propuesta -bromeé con una picara sonrisa -voy a casarme con una loca que cree que el chucho ese le contesta.
Nai me dio un golpe de nuevo, nuestros labios se rozaron hambrientos y las risas de ambos marcaban la felicidad que se había apropiado de nosotros y que se negaba a desaparecer de nuestras vidas.
Sabíamos que por delante nos quedaba una dura búsqueda, muchos enfrentamientos y algo me decía que esa organización era mas peligrosa incluso de lo que a simple vista la madre de Nai imaginaba, por eso quería mantener al margen a mi futura mujer.
Ella no era una guerrera, la necesitaba a salvo, porque perderla implicaría hundirme en un abismo del que no podría salir.
Mi padre siempre protegió a mi madre, me crie con esa educación recorriendo mis entrañas y aunque Nai no lo entendiera tendría que aprender que cuando te casas con vikingo, has de entender que la guerra viene implícita.
Nai llamó a su perra cuando me agache para recoger la flecha, peor Isis mas rápida la tomo por la viruta y yo traté de arrebatarle la presa al maldito chucho que hacia reir a la egipcia devolviendome ahora la broma.
Me lancé como un salvaje para placar al animal peludo, pero me esquivó y camino zalamero hacia su ama a la que le dio la fecha sin pensarlo.
Fruncí el ceño levantándome, espolsé la ropa y fui hacia ella para ayudarla a disparar.
Su cuerpo se movía suavemente bajo las caricias de mis manos que corregían su posición una y otra vez.
Finalmente la flecha fue disparada y dio en la diana, salto feliz por haberlo logrado, y yo la atrapé en volandas mordiendo sus labios, sonriendo por la alegría que mostraba por un gesto tan nimio.
-Bueno, déjame a mi la guerra y haz que tenga ganas de volver de ella -aseguré contra su boca.
Ladeé la sonrisa, aun con la egipcia entre mis brazos, mi boca contra la suya, tiré de su labio inferior mientras la perra se tumbaba sobre la tupida hierba.
-Podemos venir siempre que quieras -susurré contra su boca -pero ahora...
La alcé como un saco dándole un par de palmadas en el trasero.
-Ahora nos vamos a la biblioteca egipcia y después a beber alcohol a la taberna..que estoy sediento -bromeé caminando con ella a cuestas para llamar al chucho y que nos siguiera.
Llegamso a la biblioteca, la mujer que en sielncio tomaba lso datos de aquellos que ocnsultaban lso libros nos pidio nuestras nombres y apellidos para hacer ocnstancia en su libro.
Teniendo en cuenta que en este mundo era una fantasma, lo unico que se me ocurrio fue dar el de mi padre, a fin de ucnetas dudaba que este hubiera pasado laguna vez por ese lugar.
Caminamos entre las enormes librerias plagadas de ibros distintos, mis ojso buscaban uno que llebara lso escudos de la realeza y de la lata nobleza.
Me sonaba de haber visto laguna vez esa descripcion que la madre de Nai me dio, el caso es ¿donde?
Sobre una mesa de madera de roble larga, colocamos todos los libros encontrados sobre esta temática.
Nai buscaba algo que pudiera ayudarnos, yo, tras ella, con una mano en el respaldo de la silla y la otra apoyada en la mesa miraba por encima de su hombro las hojas que iba pasando.
-Me suena de haber visto esa imagen, quizás cuando era un niño, teniendo en cuenta que gran parte de mi infancia la pasé en París y la orden tiene sede aquí no seria de extrañar que uno de sus importantes miembros fuera de alguna casa aristócrata.
Pasaron las horas, frustrado deje caer la frente contra su hombro y resoplé en su cuello agobiado.
-Joder hemos dado mil vueltas a estos libros y no se por donde empezar a buscar -gruñí contra su piel.
Sus dedos se hundieron en mi pelo, acariciándome para infundirme ánimos.
-Necesito beber...¿vamos?
La cara de Nai era todo un poema, como si hubiera hablado en un idioma desconocido sus desiertos me indicaban que no tenia la menor idea de la explicación magistral que acababa de dar al caótico alumno.
Empezó a hablar con la perra, esta ladraba ladeando la cabeza y yo miraba a ambas con una ceja enarcada.
-estoy replanteando mi propuesta -bromeé con una picara sonrisa -voy a casarme con una loca que cree que el chucho ese le contesta.
Nai me dio un golpe de nuevo, nuestros labios se rozaron hambrientos y las risas de ambos marcaban la felicidad que se había apropiado de nosotros y que se negaba a desaparecer de nuestras vidas.
Sabíamos que por delante nos quedaba una dura búsqueda, muchos enfrentamientos y algo me decía que esa organización era mas peligrosa incluso de lo que a simple vista la madre de Nai imaginaba, por eso quería mantener al margen a mi futura mujer.
Ella no era una guerrera, la necesitaba a salvo, porque perderla implicaría hundirme en un abismo del que no podría salir.
Mi padre siempre protegió a mi madre, me crie con esa educación recorriendo mis entrañas y aunque Nai no lo entendiera tendría que aprender que cuando te casas con vikingo, has de entender que la guerra viene implícita.
Nai llamó a su perra cuando me agache para recoger la flecha, peor Isis mas rápida la tomo por la viruta y yo traté de arrebatarle la presa al maldito chucho que hacia reir a la egipcia devolviendome ahora la broma.
Me lancé como un salvaje para placar al animal peludo, pero me esquivó y camino zalamero hacia su ama a la que le dio la fecha sin pensarlo.
Fruncí el ceño levantándome, espolsé la ropa y fui hacia ella para ayudarla a disparar.
Su cuerpo se movía suavemente bajo las caricias de mis manos que corregían su posición una y otra vez.
Finalmente la flecha fue disparada y dio en la diana, salto feliz por haberlo logrado, y yo la atrapé en volandas mordiendo sus labios, sonriendo por la alegría que mostraba por un gesto tan nimio.
-Bueno, déjame a mi la guerra y haz que tenga ganas de volver de ella -aseguré contra su boca.
Ladeé la sonrisa, aun con la egipcia entre mis brazos, mi boca contra la suya, tiré de su labio inferior mientras la perra se tumbaba sobre la tupida hierba.
-Podemos venir siempre que quieras -susurré contra su boca -pero ahora...
La alcé como un saco dándole un par de palmadas en el trasero.
-Ahora nos vamos a la biblioteca egipcia y después a beber alcohol a la taberna..que estoy sediento -bromeé caminando con ella a cuestas para llamar al chucho y que nos siguiera.
Llegamso a la biblioteca, la mujer que en sielncio tomaba lso datos de aquellos que ocnsultaban lso libros nos pidio nuestras nombres y apellidos para hacer ocnstancia en su libro.
Teniendo en cuenta que en este mundo era una fantasma, lo unico que se me ocurrio fue dar el de mi padre, a fin de ucnetas dudaba que este hubiera pasado laguna vez por ese lugar.
Caminamos entre las enormes librerias plagadas de ibros distintos, mis ojso buscaban uno que llebara lso escudos de la realeza y de la lata nobleza.
Me sonaba de haber visto laguna vez esa descripcion que la madre de Nai me dio, el caso es ¿donde?
Sobre una mesa de madera de roble larga, colocamos todos los libros encontrados sobre esta temática.
Nai buscaba algo que pudiera ayudarnos, yo, tras ella, con una mano en el respaldo de la silla y la otra apoyada en la mesa miraba por encima de su hombro las hojas que iba pasando.
-Me suena de haber visto esa imagen, quizás cuando era un niño, teniendo en cuenta que gran parte de mi infancia la pasé en París y la orden tiene sede aquí no seria de extrañar que uno de sus importantes miembros fuera de alguna casa aristócrata.
Pasaron las horas, frustrado deje caer la frente contra su hombro y resoplé en su cuello agobiado.
-Joder hemos dado mil vueltas a estos libros y no se por donde empezar a buscar -gruñí contra su piel.
Sus dedos se hundieron en mi pelo, acariciándome para infundirme ánimos.
-Necesito beber...¿vamos?
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Borns Of Fire's Steel ~ Privado
Era bastante divertido y estaba disfrutando de aquel tiempo que estaba pasando con el vikingo, e Isis, en aquel lugar casi idílico al que quería volver más veces con él, pero sin entrenamientos de por medio, solo él y yo para estar tranquilos y disfrutar de aquel maravilloso lugar que había descubierto gracias a él. Te hacía transportarte a otro lugar fuera totalmente de la ciudad y ya tenía en mente varios planes para volver al lugar y disfrutar los dos solos. Claro que eso tendría que ser cuando hubiéramos solucionado el asunto de la reliquia y que era lo que más nos urgía, pues era importante para él y para salvar no solo a su familia, sino donde vivía. Era una misión difícil y complicada que teníamos por delante, más incluso que la de Egipto pues en esta búsqueda no podía serle de mucha ayuda al vikingo y mis conocimientos no eran tan amplios en tema de Templarios.
Reí sin poder evitarlo muy divertida viendo como el vikingo intentaba ir tras Isis para recoger la flecha que estaba le había quitado al ser más rápida y que ahora hacía que fuera perseguida por él, sin poder contener la risa, al ver como intentaba atraparla. Se lanzó a por ella pero mi perra, más ágil y rápida, lo esquivó un par de veces mientras lo miraba como si quisiera que fuera a por ella, jugando con él al pilla pilla. Finalmente me apiadé del vikingo y la llamé con un silbido donde vino tranquilamente dando pequeños saltitos hasta que extendí la mano y dejó la flecha en mi mano, devolviéndole al vikingo lo que había hecho antes conmigo.
Decidí que era hora de poner en práctica lo que me había enseñado y tras sus correcciones pude lanzar la flecha que, para mi sorpresa, dio en el blanco provocando que diera un pequeño salto contenta por la hazaña para luego saltar sobre él sabiendo que sus brazos iban cogerme sin duda alguna y no tardaron en hacerlo, riendo por haber sido capaz de lanzar una flecha y que esta no se cayera como había pasado antes. Mordió mi labio inferior tirando del mismo y enarqué una ceja por sus palabras sin borrar la sonrisa de mis labios ya que no pensaba que pudiera ser capaz de lograrlo.
-¿No soy suficiente reclamo para ti, Ubbe? –Pregunté contra sus labios al decirme que le diera motivos para volver de la guerra, yo ya debería de ser un suficiente motivo, pero no se lo dije como reproche puesto que sabía que sí era un reclamo para él- piensa que me encontrarás desnuda en la cama y seguro que no te faltan ganas –reí por la broma dejando mis labios sobre los suyos, donde dejó un mordisco juguetón, y aseguró que podríamos volver siempre que quisiera y sonreí por ello- tengo varios planes en mente para las próximas veces que vengamos –dije antes de notar como me alzaba un poco más y volvía a ponerme sobre su hombro, cargándome, dejando un azote en una de mis nalgas mientras apoyaba los codos en su espalda y me alzaba para mirarlo- Tienes un problema sobre cargarme como un saco de patatas, vikingo… y creo que voy a tener que tomar medidas al respecto –le devolví el azote divertida cuando recogió las cosas y llamó a mi perra para que nos siguiera poniéndonos en marcha- cada vez que lo hagas será una oportunidad menos que tengas de hacerme tuya –reí divertida porque sabía que no le iba a gustar para nada mí idea, y al poco me dejó en el suelo para salir del bosque, ir a casa a dejar las cosas y a la perra, por el camino a la biblioteca compramos algo para comer y nos adentramos en aquel edificio enorme.
Apuntamos nuestros nombres y vi que él daba el nombre de su padre en el registro y me mordí el labio para luego buscar por los pasillos los libros que nos pudieran ayudar con la búsqueda de aquel emblema que mi madre nos había dado como pista y que nos daría quizás un hilo por el cual tirar y algo de información. Cogimos bastantes libros y juntos nos fuimos a una de las mesas de madera que había en todo el lugar, dejando los libros sobre la mesa, me senté en la silla y cogí el primero de ellos comenzando a buscar. Él me había dicho lo que andaba buscando y estando a mí espalda apoyando una mano en el respaldo de la silla y la otra sobre la mesa emprendimos la búsqueda del emblema; una gran serpiente enroscada entre dos espadas.
Lo miré de reojo cuando dijo que había visto antes esa imagen pero que no recordaba dónde exactamente, pero que al pasar parte de su infancia en el lugar y sabiendo que la Orden tenía la base en París no era de extrañar que la hubiera visto en algún momento. Si eran de altos cargos como había dicho mi madre, de gente importante, de la alta sociedad, e incluso la Iglesia estaba metida era posible que hubiera visto ese emblema en algún lugar y la verdad es que a mí no me sonaba lo que él decía. Buscábamos de libro en libro pero no encontrábamos nada relacionado con aquel emblema, y cada libro que dejaba podía notar tras de mí la desesperación del vikingo… y me frustraba no poder serle de ayuda como lo fui con los papiros en Egipto. Terminó por apoyar la frente en mi hombro, lanzar un suspiro frustrado y sentí su respiración contra mi cuello, cerré el último libro y lo miré ladeando el rostro dejando un beso en su frente.
-Encontraremos lo que estamos buscando, te lo prometo –dije enredando mis dedos en su pelo, notaba su desesperación y lo entendía, de él dependían las vidas de miles de personas y de un país asolado por una guerra que sin esa otra parte de la reliquia no tendría fin- Quizás es que no hemos buscado en los libros adecuados –levantó la mirada y observé sus orbes azules que se posaban en mi- piénsalo, si es un emblema de lo que entiendo por una organización secreta, como es la Orden, ¿no crees que querrían seguir en el anonimato? Que aparezcan en libros como estos los delatarían fácilmente aunque lo que pongan sobre ellos fuera mentira –dejé un beso en sus labios, tratando de tranquilizarlo y calmarlo un poco- Vamos a ser coherentes; si tú eres el fundador de una organización que custodia una reliquia, o una parte de ella, sabiendo el poder que tiene y que no quieres que caiga en manos de nadie… querrías mantenerlo en secreto ¿no? Al fundar la Orden haces un emblema para distinguir a sus miembros y que los que pertenezcan a ella son solo ver el dicho emblema reconozcan que formas parte de ello sin necesidad de palabras, así que, ¿por qué poner dicho emblema en un libro común al alcance de todos? Hay que tener en cuenta que hay gente de la alta sociedad, la Iglesia y a saber qué cargos metidos en ella… no va a aparecer en libros como estos. Pero –dije, para que no pensara que quería desanimarlo con mis palabras- sé que hay una sección prohibida en la biblioteca. Libros a los que muy pocos tienen acceso y tras ver que en ninguno de estos hace referencia a dicho emblema es porque quizás no estamos buscando en los libros “correctos” –lo miré con una leve sonrisa- creo que tendremos que colarnos en dicha sección y no es como atravesar un cordel rojo de terciopelo que impide el paso, sé que hay una cámara bajo la biblioteca donde se guardan libros secretos e importantes… y creo que ahí encontraremos lo que estamos buscando –porque no iba a ser todo tan fácil, pero quizás tuviéramos suerte mirando bajo la biblioteca. Sonreí cuando dijo que estaba sediento y que fuéramos a la taberna, era lo que habíamos prometido hacer y yo quería que se pudiera encontrar con su primo, porque le iba a ayudar bastante y le animaría mucho- Vale, venga vamos –dejé un beso en sus labios, recogimos todo y nos encaminamos hacia aquella taberna que él decía que había ido con sus hermanos y su primo y me dejé guiar por él porque yo no tenía ni idea de dónde se encontraba esta. Cuando llegamos y nos sentamos en una de las mesas pude notar que miraba el lugar esperando encontrarse con Niels, dejé una de mis manos sobre las suyas y le sonreí- Seguro que viene y lo encuentras, si le gusta beber tanto como a ti no tengo duda alguna –reí entre dientes viendo la jarra que tenía delante de mí, decía que iba a salir borracha de allí y bebiendo con él seguro que lo conseguía sin duda alguna, pero a mi ritmo.
Reí sin poder evitarlo muy divertida viendo como el vikingo intentaba ir tras Isis para recoger la flecha que estaba le había quitado al ser más rápida y que ahora hacía que fuera perseguida por él, sin poder contener la risa, al ver como intentaba atraparla. Se lanzó a por ella pero mi perra, más ágil y rápida, lo esquivó un par de veces mientras lo miraba como si quisiera que fuera a por ella, jugando con él al pilla pilla. Finalmente me apiadé del vikingo y la llamé con un silbido donde vino tranquilamente dando pequeños saltitos hasta que extendí la mano y dejó la flecha en mi mano, devolviéndole al vikingo lo que había hecho antes conmigo.
Decidí que era hora de poner en práctica lo que me había enseñado y tras sus correcciones pude lanzar la flecha que, para mi sorpresa, dio en el blanco provocando que diera un pequeño salto contenta por la hazaña para luego saltar sobre él sabiendo que sus brazos iban cogerme sin duda alguna y no tardaron en hacerlo, riendo por haber sido capaz de lanzar una flecha y que esta no se cayera como había pasado antes. Mordió mi labio inferior tirando del mismo y enarqué una ceja por sus palabras sin borrar la sonrisa de mis labios ya que no pensaba que pudiera ser capaz de lograrlo.
-¿No soy suficiente reclamo para ti, Ubbe? –Pregunté contra sus labios al decirme que le diera motivos para volver de la guerra, yo ya debería de ser un suficiente motivo, pero no se lo dije como reproche puesto que sabía que sí era un reclamo para él- piensa que me encontrarás desnuda en la cama y seguro que no te faltan ganas –reí por la broma dejando mis labios sobre los suyos, donde dejó un mordisco juguetón, y aseguró que podríamos volver siempre que quisiera y sonreí por ello- tengo varios planes en mente para las próximas veces que vengamos –dije antes de notar como me alzaba un poco más y volvía a ponerme sobre su hombro, cargándome, dejando un azote en una de mis nalgas mientras apoyaba los codos en su espalda y me alzaba para mirarlo- Tienes un problema sobre cargarme como un saco de patatas, vikingo… y creo que voy a tener que tomar medidas al respecto –le devolví el azote divertida cuando recogió las cosas y llamó a mi perra para que nos siguiera poniéndonos en marcha- cada vez que lo hagas será una oportunidad menos que tengas de hacerme tuya –reí divertida porque sabía que no le iba a gustar para nada mí idea, y al poco me dejó en el suelo para salir del bosque, ir a casa a dejar las cosas y a la perra, por el camino a la biblioteca compramos algo para comer y nos adentramos en aquel edificio enorme.
Apuntamos nuestros nombres y vi que él daba el nombre de su padre en el registro y me mordí el labio para luego buscar por los pasillos los libros que nos pudieran ayudar con la búsqueda de aquel emblema que mi madre nos había dado como pista y que nos daría quizás un hilo por el cual tirar y algo de información. Cogimos bastantes libros y juntos nos fuimos a una de las mesas de madera que había en todo el lugar, dejando los libros sobre la mesa, me senté en la silla y cogí el primero de ellos comenzando a buscar. Él me había dicho lo que andaba buscando y estando a mí espalda apoyando una mano en el respaldo de la silla y la otra sobre la mesa emprendimos la búsqueda del emblema; una gran serpiente enroscada entre dos espadas.
Lo miré de reojo cuando dijo que había visto antes esa imagen pero que no recordaba dónde exactamente, pero que al pasar parte de su infancia en el lugar y sabiendo que la Orden tenía la base en París no era de extrañar que la hubiera visto en algún momento. Si eran de altos cargos como había dicho mi madre, de gente importante, de la alta sociedad, e incluso la Iglesia estaba metida era posible que hubiera visto ese emblema en algún lugar y la verdad es que a mí no me sonaba lo que él decía. Buscábamos de libro en libro pero no encontrábamos nada relacionado con aquel emblema, y cada libro que dejaba podía notar tras de mí la desesperación del vikingo… y me frustraba no poder serle de ayuda como lo fui con los papiros en Egipto. Terminó por apoyar la frente en mi hombro, lanzar un suspiro frustrado y sentí su respiración contra mi cuello, cerré el último libro y lo miré ladeando el rostro dejando un beso en su frente.
-Encontraremos lo que estamos buscando, te lo prometo –dije enredando mis dedos en su pelo, notaba su desesperación y lo entendía, de él dependían las vidas de miles de personas y de un país asolado por una guerra que sin esa otra parte de la reliquia no tendría fin- Quizás es que no hemos buscado en los libros adecuados –levantó la mirada y observé sus orbes azules que se posaban en mi- piénsalo, si es un emblema de lo que entiendo por una organización secreta, como es la Orden, ¿no crees que querrían seguir en el anonimato? Que aparezcan en libros como estos los delatarían fácilmente aunque lo que pongan sobre ellos fuera mentira –dejé un beso en sus labios, tratando de tranquilizarlo y calmarlo un poco- Vamos a ser coherentes; si tú eres el fundador de una organización que custodia una reliquia, o una parte de ella, sabiendo el poder que tiene y que no quieres que caiga en manos de nadie… querrías mantenerlo en secreto ¿no? Al fundar la Orden haces un emblema para distinguir a sus miembros y que los que pertenezcan a ella son solo ver el dicho emblema reconozcan que formas parte de ello sin necesidad de palabras, así que, ¿por qué poner dicho emblema en un libro común al alcance de todos? Hay que tener en cuenta que hay gente de la alta sociedad, la Iglesia y a saber qué cargos metidos en ella… no va a aparecer en libros como estos. Pero –dije, para que no pensara que quería desanimarlo con mis palabras- sé que hay una sección prohibida en la biblioteca. Libros a los que muy pocos tienen acceso y tras ver que en ninguno de estos hace referencia a dicho emblema es porque quizás no estamos buscando en los libros “correctos” –lo miré con una leve sonrisa- creo que tendremos que colarnos en dicha sección y no es como atravesar un cordel rojo de terciopelo que impide el paso, sé que hay una cámara bajo la biblioteca donde se guardan libros secretos e importantes… y creo que ahí encontraremos lo que estamos buscando –porque no iba a ser todo tan fácil, pero quizás tuviéramos suerte mirando bajo la biblioteca. Sonreí cuando dijo que estaba sediento y que fuéramos a la taberna, era lo que habíamos prometido hacer y yo quería que se pudiera encontrar con su primo, porque le iba a ayudar bastante y le animaría mucho- Vale, venga vamos –dejé un beso en sus labios, recogimos todo y nos encaminamos hacia aquella taberna que él decía que había ido con sus hermanos y su primo y me dejé guiar por él porque yo no tenía ni idea de dónde se encontraba esta. Cuando llegamos y nos sentamos en una de las mesas pude notar que miraba el lugar esperando encontrarse con Niels, dejé una de mis manos sobre las suyas y le sonreí- Seguro que viene y lo encuentras, si le gusta beber tanto como a ti no tengo duda alguna –reí entre dientes viendo la jarra que tenía delante de mí, decía que iba a salir borracha de allí y bebiendo con él seguro que lo conseguía sin duda alguna, pero a mi ritmo.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Borns Of Fire's Steel ~ Privado
Mi desesperación era patente, sobre mis hombros demasiada carga y en mi conciencia la idea de que había entregado la reliquia encontrada en Egipto sin luchar.
Sabia que no tenia opción a otra cosa, no cuando junto a mi tenia a la egipcia y su madre, ambas valían mas que esa reliquia, peor le norte era mi hogar, sus gentes mis hermanos y se que Odin nunca me perdonaría haber empezado sus vidas por amor.
-Espero que me perdone mi linaje -musité con los ojos cerrados mientras sus dedos se paseaban por mi rostro sintiendo la tortura que habitaba en mi interior.
Escuché lo que Naitiri me decía, pero yo estaba en otro lugar en ese momento, todos habían hecho esfuerzos por esta guerra, muchos hermanos habían caído bajo el yugo del maldito rey nórdico. En mis manos estaba el poder de ladear la balanza a nuestro favor y hasta el momento lo único que había hecho era darle la mitad del arma a ese cabrón.
Necesitaba beber, nunca dije una verdad mas cierta que esa.
Traté de sonreír contra sus labios, no quería que se sintiera culpable por mis pensamientos, hasta de mi mismo pensaba proteger a mi futura esposa, porque a fin de cunetas ¿no era ese el deber de un hombre?
Puede que en ese lugar hubiera la información que buscábamos y tendríamos que encontrar el modo de acceder a esa cámara secreta, mas yo seguía dándole vueltas a la idea de haber visto ese símbolo en algún sitio...
-Nai, se que he visto esas espadas con la sierpe en ellas enredadas en algún lugar..es como un recuerdo de infancia, algo que me llamó la atención siendo niño...pero por mas que trato de ubicar la imagen apenas es un vano recuerdo.
Cada vez veía mas sentido a visitar a Lakme, sus poderes eran lo suficientemente fuertes como para bebiendo de mi sacar ese recuerdo de mi mente infantil.
Pero de momento, lo mejor era ir a beber a la taberna, estaba demasiado ofuscado para ahora mismo pensar con la claridad que necesitaba y por mas que buscaba en mi no encontraba respuestas a las innumerables preguntas.
Llegamos a la taberna, había estado bastante disperso durante todo el camino, Nai trataba sin mucho éxito de devolverme junto a ella, que por esta noche olvidara el tema y me centrara en un nosotros, en besarnos, acariciarnos y pasar al menos por esta noche un buen rato.
Pedí a la posadera dos jarras de hidromiel que pronto fueron servidas en aquella cochambrosa mesa de madera.
Ladeé la sonrisa hundiendo mis ojos en los de la Egipcia, supongo que si esperaba que el local no fuera muy sofisticado, si no mas bien rudo y lleno de hombres de dudosa procedencia.
Llevé la jarra a mis labios, tirando de la cintura de mi futura esposa, para perderme después en su cuello, mordiéndolo suavemente.
-Aquí sirven la mejor hidromiel de todo... -me callé en seco cuando la puerta se abrió de golpe y por ella vi entrar a Synnobe acompañada de Hakon.
Me separé ligeramente frotando mis ojos, no estaba borracho pero, no era posible..¿que hacían en este tiempo?
Ladeé la sonrisa alzándome de la silla como un resorte y caminé con paso rápido hacia ellos escuchando a mi espalda moverse mi bastarda.
Ellos no tardaron en localizarme, su cara de sorpresa igualaba la mía.
Synnobe salio corriendo en mi dirección y de un salto se subió a mi cintura rodeando con sus brazos mi cuello.
Hakon sonreía mientras acortaba la distancia entre nosotros. Mi hermana aun enganchada a mi parecía rehacía a separarse.
Le di un par de azotes antes de bajarla.
Abrí los brazos para estrechar a mi hermano entre ellos, nuestras cabezas frente a frente se unieron dándonos unos cachetes en la nuca.
-¿que hacéis aquí? -pregunté eufórico
La ladeada sonrisa de Hakon antes de señalarme a mi hermana fue la respuesta que necesitaba, apostaba un brazo y no lo perdería que la muy loca se había lanzado tras de mi por le portal y Hakon con su afán protector de hermano mayor tras ella.
-Venir, no estoy solo...
Los dos alzaron la mirada hacia la mesa que les señalé ,allí estaba Nai que miraba la escena en silencio, sin saber quienes eran esos dos y posiblemente pensando porque esa mujer se tomaba tantas confianzas con su vikingo.
-Lo sabe todo -les advertí mientras nos acercábamos, es una historia larga...
Sabia que no tenia opción a otra cosa, no cuando junto a mi tenia a la egipcia y su madre, ambas valían mas que esa reliquia, peor le norte era mi hogar, sus gentes mis hermanos y se que Odin nunca me perdonaría haber empezado sus vidas por amor.
-Espero que me perdone mi linaje -musité con los ojos cerrados mientras sus dedos se paseaban por mi rostro sintiendo la tortura que habitaba en mi interior.
Escuché lo que Naitiri me decía, pero yo estaba en otro lugar en ese momento, todos habían hecho esfuerzos por esta guerra, muchos hermanos habían caído bajo el yugo del maldito rey nórdico. En mis manos estaba el poder de ladear la balanza a nuestro favor y hasta el momento lo único que había hecho era darle la mitad del arma a ese cabrón.
Necesitaba beber, nunca dije una verdad mas cierta que esa.
Traté de sonreír contra sus labios, no quería que se sintiera culpable por mis pensamientos, hasta de mi mismo pensaba proteger a mi futura esposa, porque a fin de cunetas ¿no era ese el deber de un hombre?
Puede que en ese lugar hubiera la información que buscábamos y tendríamos que encontrar el modo de acceder a esa cámara secreta, mas yo seguía dándole vueltas a la idea de haber visto ese símbolo en algún sitio...
-Nai, se que he visto esas espadas con la sierpe en ellas enredadas en algún lugar..es como un recuerdo de infancia, algo que me llamó la atención siendo niño...pero por mas que trato de ubicar la imagen apenas es un vano recuerdo.
Cada vez veía mas sentido a visitar a Lakme, sus poderes eran lo suficientemente fuertes como para bebiendo de mi sacar ese recuerdo de mi mente infantil.
Pero de momento, lo mejor era ir a beber a la taberna, estaba demasiado ofuscado para ahora mismo pensar con la claridad que necesitaba y por mas que buscaba en mi no encontraba respuestas a las innumerables preguntas.
Llegamos a la taberna, había estado bastante disperso durante todo el camino, Nai trataba sin mucho éxito de devolverme junto a ella, que por esta noche olvidara el tema y me centrara en un nosotros, en besarnos, acariciarnos y pasar al menos por esta noche un buen rato.
Pedí a la posadera dos jarras de hidromiel que pronto fueron servidas en aquella cochambrosa mesa de madera.
Ladeé la sonrisa hundiendo mis ojos en los de la Egipcia, supongo que si esperaba que el local no fuera muy sofisticado, si no mas bien rudo y lleno de hombres de dudosa procedencia.
Llevé la jarra a mis labios, tirando de la cintura de mi futura esposa, para perderme después en su cuello, mordiéndolo suavemente.
-Aquí sirven la mejor hidromiel de todo... -me callé en seco cuando la puerta se abrió de golpe y por ella vi entrar a Synnobe acompañada de Hakon.
Me separé ligeramente frotando mis ojos, no estaba borracho pero, no era posible..¿que hacían en este tiempo?
Ladeé la sonrisa alzándome de la silla como un resorte y caminé con paso rápido hacia ellos escuchando a mi espalda moverse mi bastarda.
Ellos no tardaron en localizarme, su cara de sorpresa igualaba la mía.
Synnobe salio corriendo en mi dirección y de un salto se subió a mi cintura rodeando con sus brazos mi cuello.
Hakon sonreía mientras acortaba la distancia entre nosotros. Mi hermana aun enganchada a mi parecía rehacía a separarse.
Le di un par de azotes antes de bajarla.
Abrí los brazos para estrechar a mi hermano entre ellos, nuestras cabezas frente a frente se unieron dándonos unos cachetes en la nuca.
-¿que hacéis aquí? -pregunté eufórico
La ladeada sonrisa de Hakon antes de señalarme a mi hermana fue la respuesta que necesitaba, apostaba un brazo y no lo perdería que la muy loca se había lanzado tras de mi por le portal y Hakon con su afán protector de hermano mayor tras ella.
-Venir, no estoy solo...
Los dos alzaron la mirada hacia la mesa que les señalé ,allí estaba Nai que miraba la escena en silencio, sin saber quienes eran esos dos y posiblemente pensando porque esa mujer se tomaba tantas confianzas con su vikingo.
-Lo sabe todo -les advertí mientras nos acercábamos, es una historia larga...
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Borns Of Fire's Steel ~ Privado
Las puertas dobles de la taberna se encontraban abiertas para permitir el paso a los clientes en una tácita invitación. Hakon y yo entramos en ella y de inmediato dejé caer mi carga sobre el piso, el cuerpo de un jabalí. Esperaba que él no me regañara por haber ido a darle caza, después de todo yo era una vikinga y cazar era algo inherente a mis raíces y mi forma de ser, tal y como lo era entrenar y probarme a mi misma en batalla. Además, él no se quedaba atrás, atrapaba caballos. Sin que yo lo supiera había capturado un hermoso corcel pío al que de manera bastante rápida estaba amansando, aunque aún me ponía nerviosa verlo cabalgar sobre él, a pesar de que no le decía nada, sabía que podía manejarse bien con los caballos. Lo había hecho desde hace años y lo cierto es que a él le debíamos muchos de los equinos que habitaban nuestras caballerizas.
Esta taberna la habíamos visitado también en nuestro tiempo pero con menos frecuencia que la otra en la cual nos habíamos encontrado con Niels. Desde nuestra llegada al presente París habíamos acudido a preguntar por Ubbe y el tabernero nos había informado que unos días atrás había visto a alguien en el establecimiento que correspondía a su descripción. La información me llenó de ánimos por lo que ahora regresaba con la esperanza de que él se presentara. Seguía preocupada por él, sin importar cuan eficaz fuera con las armas, o cuan capaz fuera de cuidarse solo. Era un vikingo atarantado, alguien más debía cerciorarse de que estuviera bien.
La visita anterior a la taberna me había permitido negociar la venta del jabalí, ganaría una buena cantidad que buena falta hacía. El pequeño saco de monedas estaba casi vacío y los pagos de los hospedajes no dejaban de ser caros. Mis esmeraldas se cruzaron unos segundos con las tempestades de Hakon, las observé en silencio antes de presentir la presencia de mi mellizo incluso antes de voltear a verlo.
La sorpresa me embargó, no podía creerlo. Mi corazón latió de prisa y mi rostro se iluminó cuando vi avanzar a la alta figura hacia nosotros. Corrí hacia él presa de la agitación y el entusiasmo de haber dado al fin con él. -¡Ubbe!- De un salto ya estaba trepada sobre él colgándome de su cuello y sin ánimos de soltarlo. -¿Dónde demonios has estado?- Di pequeños tirones a su corta barba mientras él reía con expresión tan incrédula como la nuestra y preguntaba qué hacíamos allí. Hakon fue quien le respondió señalándome. - Aaaahg. ¡Vikingo cabezota! ¿Tienes idea de cómo te he buscado? Parecía que te había tragado la tierra.¿Acaso creías que iba a dejarte atravesar el portal solo?- Un par de azotes fueron su respuesta. Por Odín, había estado tan preocupada por él, estaba tan aliviada de que estuviera en una sola pieza.
Ubbe nos indicó que no estaba solo y al ver la mesa que nos señalaba mi mirada descubrió a una atractiva egipcia de piel bronceada. Habíamos atinado al conjeturar que estaría con ella. -En un momento les alcanzo.- Corrí de regreso hacia mi carga, alguien de la cocina ya se dirigía hacia ella por lo que exigí mis monedas. Aún tardé unos minutos porque la cocinera quería regatear en un intento fútil ya que yo no estaba dispuesta a bajar la cantidad de lo convenido anteriormente. -Siempre puedo venderlo en otro lado.- Mis palabras fueron suficientes para que las monedas llovieran a regañadientes sobre la palma de mi mano. Satisfecha las guardé en el pequeño saco que llevaba en mi cinto y me encaminé hacia la mesa.
No sé por qué no me sorprendía que Ubbe le hubiera contado todo a su atractiva acompañante. Estos vikingos tenían la maldita manía de romper las reglas del espacio temporal, aunque no podía culparles del todo. Mi mirada se desvió hacia Hakon al pensar en ello. A veces, los sentimientos eran más fuertes que la razón, nos hacían actuar como no nos imaginábamos, cometer las mayores locuras y olvidarnos de cualquier regla que se interpusiese.
-Asumo que es a ti a quien debemos que mi hermano aún siga en una pieza.- Me dirigí a Naitiri que nos miraba con bastante sorpresa y algo más en su mirada que me hacía creer que mi forma de saludar a Ubbe le había inquietado. -Soy Synnove. Él es Hakon, imagino que Ubbe te habrá hablado de nosotros.- Hice una seña al tabernero para que trajera dos jarras más de hidromiel. Ubbe tomó asiento al lado de la egipcia y mis esmeraldas observaron a Hakon de soslayo unos segundos al tomar asiento frente a ellos. -Tenemos tanto que contarte Ubbe, hemos encontrado a Niels. Además debes ponernos al día con todo lo que te ha pasado.-
Esta taberna la habíamos visitado también en nuestro tiempo pero con menos frecuencia que la otra en la cual nos habíamos encontrado con Niels. Desde nuestra llegada al presente París habíamos acudido a preguntar por Ubbe y el tabernero nos había informado que unos días atrás había visto a alguien en el establecimiento que correspondía a su descripción. La información me llenó de ánimos por lo que ahora regresaba con la esperanza de que él se presentara. Seguía preocupada por él, sin importar cuan eficaz fuera con las armas, o cuan capaz fuera de cuidarse solo. Era un vikingo atarantado, alguien más debía cerciorarse de que estuviera bien.
La visita anterior a la taberna me había permitido negociar la venta del jabalí, ganaría una buena cantidad que buena falta hacía. El pequeño saco de monedas estaba casi vacío y los pagos de los hospedajes no dejaban de ser caros. Mis esmeraldas se cruzaron unos segundos con las tempestades de Hakon, las observé en silencio antes de presentir la presencia de mi mellizo incluso antes de voltear a verlo.
La sorpresa me embargó, no podía creerlo. Mi corazón latió de prisa y mi rostro se iluminó cuando vi avanzar a la alta figura hacia nosotros. Corrí hacia él presa de la agitación y el entusiasmo de haber dado al fin con él. -¡Ubbe!- De un salto ya estaba trepada sobre él colgándome de su cuello y sin ánimos de soltarlo. -¿Dónde demonios has estado?- Di pequeños tirones a su corta barba mientras él reía con expresión tan incrédula como la nuestra y preguntaba qué hacíamos allí. Hakon fue quien le respondió señalándome. - Aaaahg. ¡Vikingo cabezota! ¿Tienes idea de cómo te he buscado? Parecía que te había tragado la tierra.¿Acaso creías que iba a dejarte atravesar el portal solo?- Un par de azotes fueron su respuesta. Por Odín, había estado tan preocupada por él, estaba tan aliviada de que estuviera en una sola pieza.
Ubbe nos indicó que no estaba solo y al ver la mesa que nos señalaba mi mirada descubrió a una atractiva egipcia de piel bronceada. Habíamos atinado al conjeturar que estaría con ella. -En un momento les alcanzo.- Corrí de regreso hacia mi carga, alguien de la cocina ya se dirigía hacia ella por lo que exigí mis monedas. Aún tardé unos minutos porque la cocinera quería regatear en un intento fútil ya que yo no estaba dispuesta a bajar la cantidad de lo convenido anteriormente. -Siempre puedo venderlo en otro lado.- Mis palabras fueron suficientes para que las monedas llovieran a regañadientes sobre la palma de mi mano. Satisfecha las guardé en el pequeño saco que llevaba en mi cinto y me encaminé hacia la mesa.
No sé por qué no me sorprendía que Ubbe le hubiera contado todo a su atractiva acompañante. Estos vikingos tenían la maldita manía de romper las reglas del espacio temporal, aunque no podía culparles del todo. Mi mirada se desvió hacia Hakon al pensar en ello. A veces, los sentimientos eran más fuertes que la razón, nos hacían actuar como no nos imaginábamos, cometer las mayores locuras y olvidarnos de cualquier regla que se interpusiese.
-Asumo que es a ti a quien debemos que mi hermano aún siga en una pieza.- Me dirigí a Naitiri que nos miraba con bastante sorpresa y algo más en su mirada que me hacía creer que mi forma de saludar a Ubbe le había inquietado. -Soy Synnove. Él es Hakon, imagino que Ubbe te habrá hablado de nosotros.- Hice una seña al tabernero para que trajera dos jarras más de hidromiel. Ubbe tomó asiento al lado de la egipcia y mis esmeraldas observaron a Hakon de soslayo unos segundos al tomar asiento frente a ellos. -Tenemos tanto que contarte Ubbe, hemos encontrado a Niels. Además debes ponernos al día con todo lo que te ha pasado.-
Synnove Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 103
Fecha de inscripción : 10/03/2017
Re: Borns Of Fire's Steel ~ Privado
Habíamos acudido a una de las tabernas que frecuentamos con Ubbe en París en nuestro tiempo. Por la descripción de este, una muy poco frecuente, alguien podría reconocerlo y darnos una pista para dar su paradero.
Hacia unos días nos dijeron que lo habían visto, ademas Synnobe había logrado cerrar un trato con el regente, así que tras cazar el jabalí al que habían puesto precio decidimos volver a la taberna para cerrar el negocio y de paso tentar a la suerte encontrando a nuestro hermano.
La vikinga era una buena cazadora y aunque se que su mirada se perdía en la mía esperando que la regañara por haber ido sola al bosque a por caza, eso no sucedería, amaba su forma de ser, era terca, impulsiva y una guerrera que podía enfrentarse a un jabalí.
Yo también hacia de las mías, estaba acostumbrado a verla partir espada y arco en mano a la guerra, sabia que nuestras vidas siempre estaban en las manos de Odin y quizás eso intensificaba el amor que nos procesábamos pues cada vez que la montaba era en cierto modo como si fuera el ultimo instante en el que nuestros cuerpos se encontraban.
Eramos guerreros forjados con el fuego y el acero, ambos conocíamos que nuestro sino solo dependía de nuestra destreza.
Synnobe salio corriendo soltando la presa hacia Ubbe que pronto la engancho en el aire mientras esta se deshacía en besos, abrazos y bromas varias que me hicieron sonreír al verlos.
Negué al escuchar como la vikinga le tiraba de la barba, le preguntaba donde se había metido y no dejaba que Ubbe dijera una sola palabra.
La bajó al suelo tras azotar su culo y fui el siguiente en fundirme en un abrazo con mi hermano.
-¡No me libro de ti vikngo! -rugí con mi frente contra al ajena -¡parece que Odin no te quiere en su cena!
Sabia que era muy capaz de cuidar de si mismo, es mas, nadie mejor que el para ir por la reliquia y aunque en un principio la misión era mía, no me opuse a que fuera el mismo Ubbe el que la buscara por su clara implicación emocional con la egipcia.
Yo hubiera querido lo mismo si fuera Synnobe la que se jugara la vida, pues nadie la protegería ni cubriría con mas saña sus espaldas que el hombre que la amaba.
Caminamos hacia la mesa donde la doncella de ojos arena contemplaba la escena.
Synnobé regreso frente a la pieza de caza y tras cerrar el trato, se unió a nosotros.
-Buenas noches Naitiri -le saludé extendiendo mi mano para depositar un beso en el dorso de la ajena como marcaba el protocolo que nunca seguía en el norte pero que madre nos había enseñado a todos.
Ubbe me dio un empujón y ambos explotamos en risas, esté alego que si me comportaba así el quedaría como un salvaje frente a la egipcia que nos miraba divertida mientras los dos nos peleábamos como niños antes de tomar asiento en la mesa.
Synnobe puso cordura, si es que sus palabras encerraban algo de razón, y tras pedir unas jarras de hidromiel Ubbe tomó asiento frente a su acompañante dejándonos a nosotros dos las sillas de enfrente.
Llevé la jarra a mis labios para dar un trago, relamí la espuma, estaba deliciosa y no pude evitar cerra los ojos y dejar escapar un “ummm”
Ladeé la sonrisa contra el vidrio al sentir como Synnobe me daba un puntapié por debajo de la mesa y yo le solté un pellizco que hizo me desintegrara con la mirada.
Teníamos mucho de lo que hablar para ponernos al día, pues como dijo Synnobe habíamos visto a Niels, y habíamos cruzado el portal tras él dispuestos a ayudarle, bueno, yo lo había hecho para que la cabeza hueca de la mujer que tenia a mi lado siguiera sobre sus hombros y no rodara por el embaldosado.
Hacia unos días nos dijeron que lo habían visto, ademas Synnobe había logrado cerrar un trato con el regente, así que tras cazar el jabalí al que habían puesto precio decidimos volver a la taberna para cerrar el negocio y de paso tentar a la suerte encontrando a nuestro hermano.
La vikinga era una buena cazadora y aunque se que su mirada se perdía en la mía esperando que la regañara por haber ido sola al bosque a por caza, eso no sucedería, amaba su forma de ser, era terca, impulsiva y una guerrera que podía enfrentarse a un jabalí.
Yo también hacia de las mías, estaba acostumbrado a verla partir espada y arco en mano a la guerra, sabia que nuestras vidas siempre estaban en las manos de Odin y quizás eso intensificaba el amor que nos procesábamos pues cada vez que la montaba era en cierto modo como si fuera el ultimo instante en el que nuestros cuerpos se encontraban.
Eramos guerreros forjados con el fuego y el acero, ambos conocíamos que nuestro sino solo dependía de nuestra destreza.
Synnobe salio corriendo soltando la presa hacia Ubbe que pronto la engancho en el aire mientras esta se deshacía en besos, abrazos y bromas varias que me hicieron sonreír al verlos.
Negué al escuchar como la vikinga le tiraba de la barba, le preguntaba donde se había metido y no dejaba que Ubbe dijera una sola palabra.
La bajó al suelo tras azotar su culo y fui el siguiente en fundirme en un abrazo con mi hermano.
-¡No me libro de ti vikngo! -rugí con mi frente contra al ajena -¡parece que Odin no te quiere en su cena!
Sabia que era muy capaz de cuidar de si mismo, es mas, nadie mejor que el para ir por la reliquia y aunque en un principio la misión era mía, no me opuse a que fuera el mismo Ubbe el que la buscara por su clara implicación emocional con la egipcia.
Yo hubiera querido lo mismo si fuera Synnobe la que se jugara la vida, pues nadie la protegería ni cubriría con mas saña sus espaldas que el hombre que la amaba.
Caminamos hacia la mesa donde la doncella de ojos arena contemplaba la escena.
Synnobé regreso frente a la pieza de caza y tras cerrar el trato, se unió a nosotros.
-Buenas noches Naitiri -le saludé extendiendo mi mano para depositar un beso en el dorso de la ajena como marcaba el protocolo que nunca seguía en el norte pero que madre nos había enseñado a todos.
Ubbe me dio un empujón y ambos explotamos en risas, esté alego que si me comportaba así el quedaría como un salvaje frente a la egipcia que nos miraba divertida mientras los dos nos peleábamos como niños antes de tomar asiento en la mesa.
Synnobe puso cordura, si es que sus palabras encerraban algo de razón, y tras pedir unas jarras de hidromiel Ubbe tomó asiento frente a su acompañante dejándonos a nosotros dos las sillas de enfrente.
Llevé la jarra a mis labios para dar un trago, relamí la espuma, estaba deliciosa y no pude evitar cerra los ojos y dejar escapar un “ummm”
Ladeé la sonrisa contra el vidrio al sentir como Synnobe me daba un puntapié por debajo de la mesa y yo le solté un pellizco que hizo me desintegrara con la mirada.
Teníamos mucho de lo que hablar para ponernos al día, pues como dijo Synnobe habíamos visto a Niels, y habíamos cruzado el portal tras él dispuestos a ayudarle, bueno, yo lo había hecho para que la cabeza hueca de la mujer que tenia a mi lado siguiera sobre sus hombros y no rodara por el embaldosado.
Hakon Cannif- Gitano
- Mensajes : 91
Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Borns Of Fire's Steel ~ Privado
La taberna a la que el vikingo me había llevado era una que no había visto en toda mi vida, aunque tampoco es que fuera alguien que frecuentara dichos lugares, pero la verdad es que el lugar no me importaba como fuera en absoluto mientras fuera con él, y si en aquel lugar se encontraba con Niels me alegraría de que eso pasara. Sabía lo que era estar alejada de tu familia y estaba convencida de que ellos estaban bastante unidos por lo que me había contado, así que si podía alegrar la noche del vikingo estando en aquel lugar, bebiendo jarras de hidromiel y aparecía… por mí no habría ningún tipo de problema. Eso sí, sabía perfectamente que podría doblarme, incluso triplicarme, las jarras que él necesitara tomar para conseguir ese efecto mientras que yo con… quizás un par de ellas ya pillara el punto dada a lo poco acostumbrada que estaba al alcohol.
Mis ojos se centraron en el vikingo y le devolví la sonrisa justo antes de que tirara de mi cintura para acercar el taburete al suyo y di un trago a la jarra negando levemente con la cabeza dejándolo hacer, sintiendo sus labios surcar mi cuello dejando pequeños besos y mordiscos con uno de mis dedos recorriendo sus dedos y su mano con caricias lentas escuchando sus palabras sobre que allí servían la mejor hidromiel cuando de pronto su calló de golpe, ladeé el rostro para mirarlo viendo que miraba a un punto fijo de la taberna y me pregunté qué era lo que había visto, al verlo ladear la sonrisa sin entender nada.
-¿Ubbe? –Pregunté a lo que el vikingo no contestó y se levantó de golpe dejando la jarra sobre la mesa y mis ojos siguieron su recorrido preguntándome a quién habría visto, ¿quizás había encontrado finalmente Niels? Podría ser perfectamente, sus pasos lo llevaron hasta casi la entrada de la taberna donde pronto una joven se lanzó hacia él rodeándolo con sus brazos y sus piernas, algo que el vikingo correspondió, y no pude evitar enarcar una ceja observando la escena sin terminar de gustarme del todo para nada, preguntándome quién sería la joven. La última que nos habíamos encontrado no había sido nada agradable y puesto que en aquel tiempo era algo imposible que conociera a alguien solo me quedó pensar que podría ser alguien de su familia… o eso es lo que quise pensar. Me mordí el labio observando la escena con la duda de quién sería envolviendo la jarra entre mis manos, para luego ver que tras una breve conversación saludaba entonces a otro joven, de tez más morena que ellos dos, saludándose de esa forma que no pude evitar negar con la cabeza murmurando un “vikingos” bajito. La mirada de los tres fueron en mi dirección y contemplé a ambos que habían aparecido, queriendo saber quiénes eran embargándome la curiosidad y sobre todo quién era la joven. Primero saber, luego actuar.
Pronto se acercaron aunque la joven parecía no venir con ellos quedándose rezagada donde estaba y en unos pocos pasos tuve delante al vikingo acompañado del joven esperando que me dijera quién era, quien no perdió tiempo y tomó mi mano dejando un beso en el dorso a lo que sonreí por el gesto, gesto inusualmente para un vikingo y en el que no pasé por alto que sabía quién era... por lo que solo me cabía pensar que tenían que ser familia. Su tez era mucho más morena que le hacía contrastar con la del vikingo que era mucho más pálida, Ubbe le dio un leve empujón y reí levemente por cómo se comportaban alegando que ahora parecería un salvaje frente a mí y negué divertida con la cabeza observándolos.
En ese momento la otra joven llegó a la mesa y mi mirada se centró en ella observándola de forma detenida durante unos segundos, su tez era más blanca como la de Ubbe pero a diferencia de este tenía el pelo moreno y sus ojos eran de un color entre azul y verde sin distinguirse claramente o predominar uno de ellos. Sus palabras me hicieron mirarla de forma más fija y abrí ligeramente la boca cuando pronunció la palabra “hermano” dejándome en claro quién era y por qué había saltado así sobre el vikingo. ¡Su hermana! Así que sin duda alguna quien creía en un principio que era Niels, debía de ser Hakon. Sonreí de lado y asentí con la cabeza.
-¿Sabes lo cabezota, terco y testarudo que es tú hermano? Bueno, qué te voy a contar a ti ¿verdad? –Reí levemente entre dientes y negué con la cabeza, más bien no sabría decir quién había estado cuidando de quien… deberíamos de dejarlo en un empate- No ha sido fácil que siguiera de una pieza, pero estoy satisfecha con el resultado –mis ojos observaron como parecían pelearse como niños y volví mi vista de nuevo hacia Synnove- ¿Siempre están así? –Pregunté con una sonrisa y luego cuando terminaron de pelearse, a lo que no pude evitarme aunque quise reírme por la actitud de ambos, y sentarse con nosotros en la mesa tras pedir las jarras fue que los miré a ambos frente a mí- La verdad es que sí, me ha hablado mucho de vosotros y tengo que decir que me alegro de conoceros en persona… sois sin duda a quienes menos esperaba conocer en esta noche y ha sido una grata sorpresa. Creo que no hace falta que me presente... –pues era obvio que me conocían del futuro, miré al vikingo a mi lado- Ubbe, me dijiste que tú melliza era en diferencia contigo morena… pero no me dijiste que de vosotros dos ella es la más guapa –sonreí de lado por la broma que acababa de gastarle mirando la cara del vikingo y luego me fijé en su hermano, era cierto que Hakon no tenía el mismo parecido con ellos pero por cómo ver la forma en la que se trataban no había duda alguna de lo unidos que estaban- Me temo que soy la culpable de que no hayáis podido encontrarlo en estos días si lo estabais buscando, la búsqueda nos llevó a Egipto, surgieron imprevistos y el viaje se demoró más de lo… esperado –sabían que él había venido a buscar la reliquia, así que no tenía por qué no contar ciertas partes y podía hablar sin problema alguno. Me mordí el labio cuando Synnove habló sobre Niels y que le habían encontrado, y miré de soslayo a Ubbe cuando su hermana dijo que teníamos que ponerle al día. Si hacíamos eso nos faltaría noche, así que… ¿por dónde comenzar exactamente? Estaba claro que íbamos a contarles todo, y es que teníamos para rato con diferentes cosas que contarles ya fueran de la reliquia, o no- los papiros que él trajo nos llevaron hasta Egipto, tuvimos que buscar unos cuadernos de mi madre para poder traducirlos y que nos llevara a la localización donde se encontraba la reliquia –di un trago a la jarra y proseguí- logré descifrar donde estaba, y tras superar varios desafíos y pruebas… –aún me acordaba de la última de todos especialmente, algo que no podría borrar de mi mente al ver a ese hombre devastado ante una ilusión de mi muerte, pero también de su posterior "muerte"- conseguimos dar con ella. Pero por lo que sabemos nos falta una pieza para poder completarla –hasta ahí todo era perfecto, pero ¿cómo decirles que no teníamos dicha reliquia? Peor, ¿cómo decirles que la había cambiado por salvar a mi madre de una muerte segura… y que estaba en manos del enemigo? Mi mano se entrelazó con la del vikingo, para darle ánimos, sabiendo que ahora tocaba la parte amarga de la historia.
Mis ojos se centraron en el vikingo y le devolví la sonrisa justo antes de que tirara de mi cintura para acercar el taburete al suyo y di un trago a la jarra negando levemente con la cabeza dejándolo hacer, sintiendo sus labios surcar mi cuello dejando pequeños besos y mordiscos con uno de mis dedos recorriendo sus dedos y su mano con caricias lentas escuchando sus palabras sobre que allí servían la mejor hidromiel cuando de pronto su calló de golpe, ladeé el rostro para mirarlo viendo que miraba a un punto fijo de la taberna y me pregunté qué era lo que había visto, al verlo ladear la sonrisa sin entender nada.
-¿Ubbe? –Pregunté a lo que el vikingo no contestó y se levantó de golpe dejando la jarra sobre la mesa y mis ojos siguieron su recorrido preguntándome a quién habría visto, ¿quizás había encontrado finalmente Niels? Podría ser perfectamente, sus pasos lo llevaron hasta casi la entrada de la taberna donde pronto una joven se lanzó hacia él rodeándolo con sus brazos y sus piernas, algo que el vikingo correspondió, y no pude evitar enarcar una ceja observando la escena sin terminar de gustarme del todo para nada, preguntándome quién sería la joven. La última que nos habíamos encontrado no había sido nada agradable y puesto que en aquel tiempo era algo imposible que conociera a alguien solo me quedó pensar que podría ser alguien de su familia… o eso es lo que quise pensar. Me mordí el labio observando la escena con la duda de quién sería envolviendo la jarra entre mis manos, para luego ver que tras una breve conversación saludaba entonces a otro joven, de tez más morena que ellos dos, saludándose de esa forma que no pude evitar negar con la cabeza murmurando un “vikingos” bajito. La mirada de los tres fueron en mi dirección y contemplé a ambos que habían aparecido, queriendo saber quiénes eran embargándome la curiosidad y sobre todo quién era la joven. Primero saber, luego actuar.
Pronto se acercaron aunque la joven parecía no venir con ellos quedándose rezagada donde estaba y en unos pocos pasos tuve delante al vikingo acompañado del joven esperando que me dijera quién era, quien no perdió tiempo y tomó mi mano dejando un beso en el dorso a lo que sonreí por el gesto, gesto inusualmente para un vikingo y en el que no pasé por alto que sabía quién era... por lo que solo me cabía pensar que tenían que ser familia. Su tez era mucho más morena que le hacía contrastar con la del vikingo que era mucho más pálida, Ubbe le dio un leve empujón y reí levemente por cómo se comportaban alegando que ahora parecería un salvaje frente a mí y negué divertida con la cabeza observándolos.
En ese momento la otra joven llegó a la mesa y mi mirada se centró en ella observándola de forma detenida durante unos segundos, su tez era más blanca como la de Ubbe pero a diferencia de este tenía el pelo moreno y sus ojos eran de un color entre azul y verde sin distinguirse claramente o predominar uno de ellos. Sus palabras me hicieron mirarla de forma más fija y abrí ligeramente la boca cuando pronunció la palabra “hermano” dejándome en claro quién era y por qué había saltado así sobre el vikingo. ¡Su hermana! Así que sin duda alguna quien creía en un principio que era Niels, debía de ser Hakon. Sonreí de lado y asentí con la cabeza.
-¿Sabes lo cabezota, terco y testarudo que es tú hermano? Bueno, qué te voy a contar a ti ¿verdad? –Reí levemente entre dientes y negué con la cabeza, más bien no sabría decir quién había estado cuidando de quien… deberíamos de dejarlo en un empate- No ha sido fácil que siguiera de una pieza, pero estoy satisfecha con el resultado –mis ojos observaron como parecían pelearse como niños y volví mi vista de nuevo hacia Synnove- ¿Siempre están así? –Pregunté con una sonrisa y luego cuando terminaron de pelearse, a lo que no pude evitarme aunque quise reírme por la actitud de ambos, y sentarse con nosotros en la mesa tras pedir las jarras fue que los miré a ambos frente a mí- La verdad es que sí, me ha hablado mucho de vosotros y tengo que decir que me alegro de conoceros en persona… sois sin duda a quienes menos esperaba conocer en esta noche y ha sido una grata sorpresa. Creo que no hace falta que me presente... –pues era obvio que me conocían del futuro, miré al vikingo a mi lado- Ubbe, me dijiste que tú melliza era en diferencia contigo morena… pero no me dijiste que de vosotros dos ella es la más guapa –sonreí de lado por la broma que acababa de gastarle mirando la cara del vikingo y luego me fijé en su hermano, era cierto que Hakon no tenía el mismo parecido con ellos pero por cómo ver la forma en la que se trataban no había duda alguna de lo unidos que estaban- Me temo que soy la culpable de que no hayáis podido encontrarlo en estos días si lo estabais buscando, la búsqueda nos llevó a Egipto, surgieron imprevistos y el viaje se demoró más de lo… esperado –sabían que él había venido a buscar la reliquia, así que no tenía por qué no contar ciertas partes y podía hablar sin problema alguno. Me mordí el labio cuando Synnove habló sobre Niels y que le habían encontrado, y miré de soslayo a Ubbe cuando su hermana dijo que teníamos que ponerle al día. Si hacíamos eso nos faltaría noche, así que… ¿por dónde comenzar exactamente? Estaba claro que íbamos a contarles todo, y es que teníamos para rato con diferentes cosas que contarles ya fueran de la reliquia, o no- los papiros que él trajo nos llevaron hasta Egipto, tuvimos que buscar unos cuadernos de mi madre para poder traducirlos y que nos llevara a la localización donde se encontraba la reliquia –di un trago a la jarra y proseguí- logré descifrar donde estaba, y tras superar varios desafíos y pruebas… –aún me acordaba de la última de todos especialmente, algo que no podría borrar de mi mente al ver a ese hombre devastado ante una ilusión de mi muerte, pero también de su posterior "muerte"- conseguimos dar con ella. Pero por lo que sabemos nos falta una pieza para poder completarla –hasta ahí todo era perfecto, pero ¿cómo decirles que no teníamos dicha reliquia? Peor, ¿cómo decirles que la había cambiado por salvar a mi madre de una muerte segura… y que estaba en manos del enemigo? Mi mano se entrelazó con la del vikingo, para darle ánimos, sabiendo que ahora tocaba la parte amarga de la historia.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Borns Of Fire's Steel ~ Privado
Entre risas y con mi brazo por encima de los hombros de mi hermano volvimos a la mesa junto a la egipcia que presenciaba la escena con una sonrisa.
Hakon no tardó en esparcir todos los modales que madre se empeñó en grabar a fuego en nosotros y que solo mi hermano usaba en ocasiones puntuales, las suficientes para hacerme pasar a mi por un bárbaro.
Apreté el agarré a su cuello fingiendo darle unos puñetazos entre risas mientras Hakon intentaba hacerme una llave para sacar mi cuerpo de encima del suyo.
Por suerte para Nai mi hermana llegó a la mesa y se presentó a esta con una de sus mordaces frases.
-¿hoy que es el día..todos metámonos con Ubbe? -bromeé al ver como la egipcia le respondía que era terco, cabezota y obstinado.
-Se le ha olvidado decir que me aguanta porque le doy lo suyo en la cama -bromeé entre risas perdiendo la concentración, algo que aprovechó Hakon para sacar mi brazo de su cabeza, retorcer mi brazo atrás y empujarme hacia la silla donde estaba Nai.
Tome asiento a su lado, atrayendo el taburete de esta para rodear con mi mano su cintura de forma posesiva.
Mis hermanos tomaron asiento frente a nosotros pidiendo sendas jarras para rápidamente darles buena cuenta.
-No voy a discutírtelo, mi hermana puede montárselo con quien quiera, Hakon y yo somos los feos de la familia.
Mi hermano me lanzo una organza de pan mientras mascullaba entre dientes sin borrar la sonrisa que hablara por mi.
Mordí el hombro de mi egipcia, acariciando su piel con mi lengua suavemente. Estaba muy bien en este momento, era como un soplo de aire fresco, tras haber pasado tanto por lograr la reliquia y perderla, encontrarme con mis hermanos era como si la caballería acudía a librarte de la muerte cuando la gesta te consumía.
Nai tras escuchar la pregunta de mi hermana empezó a contestarle, parecía que se llevaban bien, notaba a Nai relajada entre mis brazos, conversando tranquila con mi melliza como si de algún modo conectaran ambas.
Escuché toda el relato de lo que habíamos vivido desde que crucé el portal y secuestre a Nai para que me ayudara a descifrar los pergaminos hasta que logramos la reliquia, ahora me quedaba a mi la peor parte.
Dejé escapar el aire de forma pesada contra la jarra y di un trago largo relamiendo después los labios dispuesto a contar la parte de historia que faltaba.
-Conseguimos la reliquia, peor al salir de la pirámide donde estaba recluida, fuimos abordados por parte del ejercito sobrenatural del rey del norte.
No pude hacer nada por mantener aquel objeto conmigo, no si quería que todos saliéramos de allí vivos.
Pensé en seguir a los licantropos para recuperar la reliquia, se la importancia que tiene para los nuestros, para salvar el norte y acabar con esta guerra que ya se ha llevado a demasiados de los nuestros, pero descubrimos gracias a la madre de Naitiri que la reliquia estaba incompleta.
En París hay una orden antigua que al parecer contiene la otra parte de la reliquia. Un trozo sin el otro es completamente inútil, así que tenemos que encontrar ese orbe, antes de que el rey del norte descubra que su reliquia esta incompleta y mande a sus guerreros a por le trozo que les falta.
Di de nuevo un trago antes de tirar de la cintura de Nai para subirla a mi regazo.
-El tema es que por mas que he buscado, no tengo ni una sola pista que me lleve a algo de lo que tirar.
Parece que esa organización mas que secreta sea invisible.
Resoplé airado, la verdad es que ese tema me tenia bastante saturado.
-Solo un emblema, uno que me suena de haberlo visto en algún momento de mi vida, pero que no logro relacionar con nada.
Tomé una de mis dagas y sobre la mesa de madera lo dibuje con la esperanza de que esas dos espadas con la sierpe enredada les fuera familiar a alguno de mis hermanos.
El rostro de Hakon palideció por un instante, lo reconocía y por como miraba ese dibujo tallado, algo escondía en sus pardos.
No hice comentario alguno, sus razones tendría para no contar en ese momento lo que sabia sobre el emblema, pero...en priado mi hermano me debía una explicación por su silencio.
Pedimos otra ronda de hidromiel pues ya habíamos apurado la jarra anterior, pronto el ambiente se discernió, las risas de unos y otros inundaban el ambiente mientras mis labios surcaban la piel de mi futura mujer.
Hakon no tardó en esparcir todos los modales que madre se empeñó en grabar a fuego en nosotros y que solo mi hermano usaba en ocasiones puntuales, las suficientes para hacerme pasar a mi por un bárbaro.
Apreté el agarré a su cuello fingiendo darle unos puñetazos entre risas mientras Hakon intentaba hacerme una llave para sacar mi cuerpo de encima del suyo.
Por suerte para Nai mi hermana llegó a la mesa y se presentó a esta con una de sus mordaces frases.
-¿hoy que es el día..todos metámonos con Ubbe? -bromeé al ver como la egipcia le respondía que era terco, cabezota y obstinado.
-Se le ha olvidado decir que me aguanta porque le doy lo suyo en la cama -bromeé entre risas perdiendo la concentración, algo que aprovechó Hakon para sacar mi brazo de su cabeza, retorcer mi brazo atrás y empujarme hacia la silla donde estaba Nai.
Tome asiento a su lado, atrayendo el taburete de esta para rodear con mi mano su cintura de forma posesiva.
Mis hermanos tomaron asiento frente a nosotros pidiendo sendas jarras para rápidamente darles buena cuenta.
-No voy a discutírtelo, mi hermana puede montárselo con quien quiera, Hakon y yo somos los feos de la familia.
Mi hermano me lanzo una organza de pan mientras mascullaba entre dientes sin borrar la sonrisa que hablara por mi.
Mordí el hombro de mi egipcia, acariciando su piel con mi lengua suavemente. Estaba muy bien en este momento, era como un soplo de aire fresco, tras haber pasado tanto por lograr la reliquia y perderla, encontrarme con mis hermanos era como si la caballería acudía a librarte de la muerte cuando la gesta te consumía.
Nai tras escuchar la pregunta de mi hermana empezó a contestarle, parecía que se llevaban bien, notaba a Nai relajada entre mis brazos, conversando tranquila con mi melliza como si de algún modo conectaran ambas.
Escuché toda el relato de lo que habíamos vivido desde que crucé el portal y secuestre a Nai para que me ayudara a descifrar los pergaminos hasta que logramos la reliquia, ahora me quedaba a mi la peor parte.
Dejé escapar el aire de forma pesada contra la jarra y di un trago largo relamiendo después los labios dispuesto a contar la parte de historia que faltaba.
-Conseguimos la reliquia, peor al salir de la pirámide donde estaba recluida, fuimos abordados por parte del ejercito sobrenatural del rey del norte.
No pude hacer nada por mantener aquel objeto conmigo, no si quería que todos saliéramos de allí vivos.
Pensé en seguir a los licantropos para recuperar la reliquia, se la importancia que tiene para los nuestros, para salvar el norte y acabar con esta guerra que ya se ha llevado a demasiados de los nuestros, pero descubrimos gracias a la madre de Naitiri que la reliquia estaba incompleta.
En París hay una orden antigua que al parecer contiene la otra parte de la reliquia. Un trozo sin el otro es completamente inútil, así que tenemos que encontrar ese orbe, antes de que el rey del norte descubra que su reliquia esta incompleta y mande a sus guerreros a por le trozo que les falta.
Di de nuevo un trago antes de tirar de la cintura de Nai para subirla a mi regazo.
-El tema es que por mas que he buscado, no tengo ni una sola pista que me lleve a algo de lo que tirar.
Parece que esa organización mas que secreta sea invisible.
Resoplé airado, la verdad es que ese tema me tenia bastante saturado.
-Solo un emblema, uno que me suena de haberlo visto en algún momento de mi vida, pero que no logro relacionar con nada.
Tomé una de mis dagas y sobre la mesa de madera lo dibuje con la esperanza de que esas dos espadas con la sierpe enredada les fuera familiar a alguno de mis hermanos.
El rostro de Hakon palideció por un instante, lo reconocía y por como miraba ese dibujo tallado, algo escondía en sus pardos.
No hice comentario alguno, sus razones tendría para no contar en ese momento lo que sabia sobre el emblema, pero...en priado mi hermano me debía una explicación por su silencio.
Pedimos otra ronda de hidromiel pues ya habíamos apurado la jarra anterior, pronto el ambiente se discernió, las risas de unos y otros inundaban el ambiente mientras mis labios surcaban la piel de mi futura mujer.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Borns Of Fire's Steel ~ Privado
Hakon se presentó ante Naitiri con esos buenos modales que en ocasiones sacaba a relucir y que en realidad madre había enseñado a sus tres hijos, aunque de todos nosotros él era el único que se los tomaba en serio. No pude menos que ladear una sonrisa al ver como reaccionaba Ubbe lanzándose sobre él para protestar por hacerlo quedar como un bárbaro frente a su acompañante. -Estoy segura de que no son los modales de Hakon los que le habrán impreso a fuego la confirmación de tu barbarie a Naitiri.- Me eché a reir, porque podía incluso imaginarme las álgidas escenas entre ambos y la forma en que seguramente la sacaría de quicio.
-Basta ustedes dos, comportáos o seré yo la que les de unos golpes para que recuperéis la propiedad.- Mis esmeraldas estaban encendidas cuando lo dije mostrando en ellas mi temperamento, y no poco después de oírme ambos tomaron asiento junto a nosotras.
Tomé de buen grado un trago de hidromiel antes de echarme a reir por la respuesta de Naitiri. -No está de más que alguien lo ponga a raya, es todo lo que dices, además de impulsivo, peleonero, y atarantado.- Paseé la mirada sobre Ubbe observándolo con un deje de diversión. -Hakon no se queda atrás por supuesto. Qué te diré lo que ha sido soportarlos a ambos toda una vida.- A él lo pateé cuando lo vi cerrar los ojos y soltar un ummm después de tomar un trago de hidromiel por lo que él me respondió con un pellizco que provocó que me mordiera el labio ante la imposibilidad de hacer otra cosa en estos momentos que hubiese escandalizado a nuestros acompañantes y que hubiese deseado hacer de buen grado.
Reunirnos con Ubbe me ponía de buen humor, sin embargo, especialmente después de cerciorarme de que se encontraba en perfecto estado, incluso había algo diferente en él, se le notaba en la mirada. Para mi era un alivio que así fuera, tras habernos reencontrado primero con Niels y ahora con mi mellizo, especialmente después de haberle buscado con ahínco. Frente a Hakon me había comportado como si su ausencia no me preocupara más de lo debido, especialmente porque él me reconfortaba recordándome lo capaz que era Ubbe de cuidarse a si mismo pero era hasta ahora que podía estar completamente tranquila.
Concentré entonces mi atención en Naitiri, que por la manera en que hablaba nos daba a entender lo mucho que sabía con respecto a Ubbe, de hecho sus palabras confirmaban que mi hermano no solo le había contado sobre nosotros con detalle sino que existía un gran grado de intimidad entre ellos. Tan solo unos minutos bastaban para percatarme del hecho porque los veía incluso más a gusto interactuando de lo que les había visto en nuestra propia época.
Sonreí con humor cuando ella dijo que yo era la más guapa y negué lentamente con la cabeza al escuchar el comentario de Ubbe al respecto. -Tu guapa hermana es muy obstinada cuando se trata de escoger con quien quiere ir.- Observé como el pan lanzado por Hakon caía en el hombro de Ubbe lo cual motivó que yo tomara otra hogaza de pan y se la lanzara de igual forma. Llamas ardientes brillaban en mis esmeraldas tras hacer ese comentario y mientras tomaba un nuevo trago de hidromiel que ayudaba a caldear mis sentidos.
Presté atención a la narración de Naitiri y como iba describiendo lo que les había acontecido en los pasados días. -Vikingo cabezota, los has expuesto demasiado a ambos.- Sabia en el momento en que cruzó el portal, que se metería en líos y ahora que las palabras "pruebas y desafíos" salían a relucir terminaba de confirmarlo. -Sin embargo que sería de nuestras vidas sin algo de emoción en ellas.- Todos sabíamos que la palabra problemas corría por nuestra sangre y que nos era tan innata como respirar.
-¿Habéis encontrado la reliquia? ¿Dónde está? Hemos concluido que podría serle útil a Niels en la búsqueda del hechicero que amenaza su vida.- Noté por la manera en que Naitiri cortaba sus palabras y por la tensión que de repente reinaba que no me iba a gustar lo que oiría a continuación. Lo siguiente que narró Ubbe logró que mis dedos apretaran la jarra en mi mano. -Maldito rey y malditos sus seguidores.- Ese sujeto que se hacía pasar por monarca era no solamente una amenaza para todo el norte sino para toda mi familia y me hacía hervir la sangre que se saliera con la suya. -En este caso queda claro que debemos participar en la búsqueda de ese objeto.- Me crucé de brazos mientras Ubbe hacía la siguiente revelación, algo acerca de una orden y un emblema que dibujaba y que a diferencia de él yo no había visto antes. Alcé mi mirada y justo en ese instante percibí una tenue alteración en las tempestades de Hakon lo cual me hizo devolver la atención a ese dibujo. ¿Acaso él lo conocía de algún modo?
Esperé a que dijera algo y el silencio que siguió me resultó extraño por lo que solo lo contemplé unos segundos en silencio antes de devolver mi mirada a los demás. -Podemos dividirnos la búsqueda, según lo que cuentan tú y Naitiri trabajan bien en equipo. Hakon y yo podríamos investigar por nuestro lado. Se necesita más que un ejército de sobrenaturales para detenernos. ¿no es así?- Me recosté en el respaldo de la silla, veía a Ubbe con Naitiri y ese brillo especial que ambos poseían cuando sus miradas se encontraban me hacía pensar que algo se había desarrollado entre ellos que iba más allá de lo casual, lo cual lograba inquietarme porque ambos pertenecían a un espacio temporal completamente diferente. No dije nada por lo pronto, solo tomé más hidromiel, preguntándome internamente si ese mismo brillo se notaría en mis esmeraldas cuando estas se enlazaban con las tempestades del hombre que se encontraba a mi lado, por lo que dicha inquietud provocó que no volviera a dirigirle la mirada mientras la velada transcurría amenizada por nuestras risas.
-Basta ustedes dos, comportáos o seré yo la que les de unos golpes para que recuperéis la propiedad.- Mis esmeraldas estaban encendidas cuando lo dije mostrando en ellas mi temperamento, y no poco después de oírme ambos tomaron asiento junto a nosotras.
Tomé de buen grado un trago de hidromiel antes de echarme a reir por la respuesta de Naitiri. -No está de más que alguien lo ponga a raya, es todo lo que dices, además de impulsivo, peleonero, y atarantado.- Paseé la mirada sobre Ubbe observándolo con un deje de diversión. -Hakon no se queda atrás por supuesto. Qué te diré lo que ha sido soportarlos a ambos toda una vida.- A él lo pateé cuando lo vi cerrar los ojos y soltar un ummm después de tomar un trago de hidromiel por lo que él me respondió con un pellizco que provocó que me mordiera el labio ante la imposibilidad de hacer otra cosa en estos momentos que hubiese escandalizado a nuestros acompañantes y que hubiese deseado hacer de buen grado.
Reunirnos con Ubbe me ponía de buen humor, sin embargo, especialmente después de cerciorarme de que se encontraba en perfecto estado, incluso había algo diferente en él, se le notaba en la mirada. Para mi era un alivio que así fuera, tras habernos reencontrado primero con Niels y ahora con mi mellizo, especialmente después de haberle buscado con ahínco. Frente a Hakon me había comportado como si su ausencia no me preocupara más de lo debido, especialmente porque él me reconfortaba recordándome lo capaz que era Ubbe de cuidarse a si mismo pero era hasta ahora que podía estar completamente tranquila.
Concentré entonces mi atención en Naitiri, que por la manera en que hablaba nos daba a entender lo mucho que sabía con respecto a Ubbe, de hecho sus palabras confirmaban que mi hermano no solo le había contado sobre nosotros con detalle sino que existía un gran grado de intimidad entre ellos. Tan solo unos minutos bastaban para percatarme del hecho porque los veía incluso más a gusto interactuando de lo que les había visto en nuestra propia época.
Sonreí con humor cuando ella dijo que yo era la más guapa y negué lentamente con la cabeza al escuchar el comentario de Ubbe al respecto. -Tu guapa hermana es muy obstinada cuando se trata de escoger con quien quiere ir.- Observé como el pan lanzado por Hakon caía en el hombro de Ubbe lo cual motivó que yo tomara otra hogaza de pan y se la lanzara de igual forma. Llamas ardientes brillaban en mis esmeraldas tras hacer ese comentario y mientras tomaba un nuevo trago de hidromiel que ayudaba a caldear mis sentidos.
Presté atención a la narración de Naitiri y como iba describiendo lo que les había acontecido en los pasados días. -Vikingo cabezota, los has expuesto demasiado a ambos.- Sabia en el momento en que cruzó el portal, que se metería en líos y ahora que las palabras "pruebas y desafíos" salían a relucir terminaba de confirmarlo. -Sin embargo que sería de nuestras vidas sin algo de emoción en ellas.- Todos sabíamos que la palabra problemas corría por nuestra sangre y que nos era tan innata como respirar.
-¿Habéis encontrado la reliquia? ¿Dónde está? Hemos concluido que podría serle útil a Niels en la búsqueda del hechicero que amenaza su vida.- Noté por la manera en que Naitiri cortaba sus palabras y por la tensión que de repente reinaba que no me iba a gustar lo que oiría a continuación. Lo siguiente que narró Ubbe logró que mis dedos apretaran la jarra en mi mano. -Maldito rey y malditos sus seguidores.- Ese sujeto que se hacía pasar por monarca era no solamente una amenaza para todo el norte sino para toda mi familia y me hacía hervir la sangre que se saliera con la suya. -En este caso queda claro que debemos participar en la búsqueda de ese objeto.- Me crucé de brazos mientras Ubbe hacía la siguiente revelación, algo acerca de una orden y un emblema que dibujaba y que a diferencia de él yo no había visto antes. Alcé mi mirada y justo en ese instante percibí una tenue alteración en las tempestades de Hakon lo cual me hizo devolver la atención a ese dibujo. ¿Acaso él lo conocía de algún modo?
Esperé a que dijera algo y el silencio que siguió me resultó extraño por lo que solo lo contemplé unos segundos en silencio antes de devolver mi mirada a los demás. -Podemos dividirnos la búsqueda, según lo que cuentan tú y Naitiri trabajan bien en equipo. Hakon y yo podríamos investigar por nuestro lado. Se necesita más que un ejército de sobrenaturales para detenernos. ¿no es así?- Me recosté en el respaldo de la silla, veía a Ubbe con Naitiri y ese brillo especial que ambos poseían cuando sus miradas se encontraban me hacía pensar que algo se había desarrollado entre ellos que iba más allá de lo casual, lo cual lograba inquietarme porque ambos pertenecían a un espacio temporal completamente diferente. No dije nada por lo pronto, solo tomé más hidromiel, preguntándome internamente si ese mismo brillo se notaría en mis esmeraldas cuando estas se enlazaban con las tempestades del hombre que se encontraba a mi lado, por lo que dicha inquietud provocó que no volviera a dirigirle la mirada mientras la velada transcurría amenizada por nuestras risas.
Synnove Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 103
Fecha de inscripción : 10/03/2017
Re: Borns Of Fire's Steel ~ Privado
Naitirí empezó a contarnos lo que había sucedido desde que se encontró con Ubbe en París hasta que la reliquia fue hallada, por como lo contaba intuía que el cafre de Ubbe la había puesto en peligro muchas veces, claro que conociéndolo no me extrañaba, la palabra problemas, caos y muerte venia implícitas en el apellido que ostentábamos y a veces arrasábamos condenando todo aquello que amábamos.
Ubbe tenia el semblante serió, como si la continuación de la historia fuera un fracaso y no el éxito donde la mujer egipcia lo había dejado.
El entusiasmos de Synnobe pronto se vino abajo cuando Ubbe relató como parte de los sobrenaturales del ejercito del rey les habían quitado la reliquia.
Era raro que este no hubiera puesto resistencia, lo conocía y no era precisamente de los que cede una ápice sin antes hacer rugir la bastarda de sus espaldas, supuse que la presencia de esa mujer a la que miraba de un modo especial, habia hecho que la razón por una vez se impusiera a su tempestuoso corazón.
-Hiciste bien hermano, recuperaremos la reliquia, pero no hubiéramos podido recuperarte a ti, ni a Naitiri si hubierais perecido por protegerla.
Continuó hablando, sobre una organización secreta y la escasa información que la madre de Naitiri les había dado acerca de esta, como de costumbre mi preciosa vikinga se presto voluntaria a ayudar en la búsqueda, algo que me hizo ladear la sonrisa, siempre tan impetuosa, era como domar una caballo salvaje, nunca se sabe por donde puede cocearte.
Di otro trago a la jarra antes de quedar paralizado por el símbolo del que Ubbe hablaba.
Lo conocía, era aquel bordado en la manta en la que madre me encontró envuelto en el campamento gitano asediado y calcinado hace ya mucho tiempo.
Ubbe y Synnobe no habían nacido por ese entonces, claro que la manta quedó por la casa y posiblemente en alguna ocasión Ubbe debió de haberla visto, de ahí que le sonara aquel emblema pero al ser tan pequeño su recuerdo era fugaz, efímero.
Para mi sin embargo quedaba grabado a fuego, no solo por haberlo visto en esa manta, si no en la espalda de mi padre al que apenas recordaba.
Tenia imágenes fugaces de lo que aquella fatídica noche sucedió, esa en la que los gritos, el fuego y los cascos de los caballos se llevaron todo a su paso.
Recuerdo a mi padre alzarse del lecho que compartía con madre, su espalda con el tatuaje mientras tomaba la bastarda y salia fuera del carro.
Madre ocultándome en envuelto en la manta dentro de un barril vació y como su dedo se colocó en los labios cuando un hombre oscuro como la noche y con una cicatriz que atravesaba su rostro de parte a parte la mató frente a mis ojos anegados en lagrimas.
Fué Synnobé la que me saco del trance al decir que ella y yo formaríamos equipo para buscar rastro alguno de ese símbolo del que no sabían nada, pude haberles sacado de dudas, pero guardé silencio, porque sabia que a aquello que nos enfrentáramos seria peligroso.
Ladeé la sonrisa ocultando el desasosiego y volví a llevar a mis labios la jarra de alcohol que al menos acalló un poco mi desazón.
-Por hoy ya hemos hablado bastante de la reliquia, celebremos que Ubbe esta vivo, bebamos y ...-me puse en pie acercándome a una diana para ahora ser yo el que empezaba el juego de dardos -compitamos por parejas ¿que me dices Ubbe? ¿quieres perder ante tu hermano mayor y tu melliza?
A Ubbe le faltó tiempo para ponerse en pie y seguirme el juego y fue Synnobe la que tomó dos trozos de tela para taparnos los ojos a ambos.
Le dio uno a Nai para que hiciera lo mismo con Ubbe, el juego se ponía interesante, ellas nos guiarían para que acertáramos, claro que antes beberíamos y nos darían unas cuantas vueltas para desubicarnos.
Ladeé la sonrisa clavando mis pardos en los verdes de Synnobe ¿podría ver Ubbe como la miraba?
Desde luego no como a una hermana.
Ubbe tenia el semblante serió, como si la continuación de la historia fuera un fracaso y no el éxito donde la mujer egipcia lo había dejado.
El entusiasmos de Synnobe pronto se vino abajo cuando Ubbe relató como parte de los sobrenaturales del ejercito del rey les habían quitado la reliquia.
Era raro que este no hubiera puesto resistencia, lo conocía y no era precisamente de los que cede una ápice sin antes hacer rugir la bastarda de sus espaldas, supuse que la presencia de esa mujer a la que miraba de un modo especial, habia hecho que la razón por una vez se impusiera a su tempestuoso corazón.
-Hiciste bien hermano, recuperaremos la reliquia, pero no hubiéramos podido recuperarte a ti, ni a Naitiri si hubierais perecido por protegerla.
Continuó hablando, sobre una organización secreta y la escasa información que la madre de Naitiri les había dado acerca de esta, como de costumbre mi preciosa vikinga se presto voluntaria a ayudar en la búsqueda, algo que me hizo ladear la sonrisa, siempre tan impetuosa, era como domar una caballo salvaje, nunca se sabe por donde puede cocearte.
Di otro trago a la jarra antes de quedar paralizado por el símbolo del que Ubbe hablaba.
Lo conocía, era aquel bordado en la manta en la que madre me encontró envuelto en el campamento gitano asediado y calcinado hace ya mucho tiempo.
Ubbe y Synnobe no habían nacido por ese entonces, claro que la manta quedó por la casa y posiblemente en alguna ocasión Ubbe debió de haberla visto, de ahí que le sonara aquel emblema pero al ser tan pequeño su recuerdo era fugaz, efímero.
Para mi sin embargo quedaba grabado a fuego, no solo por haberlo visto en esa manta, si no en la espalda de mi padre al que apenas recordaba.
Tenia imágenes fugaces de lo que aquella fatídica noche sucedió, esa en la que los gritos, el fuego y los cascos de los caballos se llevaron todo a su paso.
Recuerdo a mi padre alzarse del lecho que compartía con madre, su espalda con el tatuaje mientras tomaba la bastarda y salia fuera del carro.
Madre ocultándome en envuelto en la manta dentro de un barril vació y como su dedo se colocó en los labios cuando un hombre oscuro como la noche y con una cicatriz que atravesaba su rostro de parte a parte la mató frente a mis ojos anegados en lagrimas.
Fué Synnobé la que me saco del trance al decir que ella y yo formaríamos equipo para buscar rastro alguno de ese símbolo del que no sabían nada, pude haberles sacado de dudas, pero guardé silencio, porque sabia que a aquello que nos enfrentáramos seria peligroso.
Ladeé la sonrisa ocultando el desasosiego y volví a llevar a mis labios la jarra de alcohol que al menos acalló un poco mi desazón.
-Por hoy ya hemos hablado bastante de la reliquia, celebremos que Ubbe esta vivo, bebamos y ...-me puse en pie acercándome a una diana para ahora ser yo el que empezaba el juego de dardos -compitamos por parejas ¿que me dices Ubbe? ¿quieres perder ante tu hermano mayor y tu melliza?
A Ubbe le faltó tiempo para ponerse en pie y seguirme el juego y fue Synnobe la que tomó dos trozos de tela para taparnos los ojos a ambos.
Le dio uno a Nai para que hiciera lo mismo con Ubbe, el juego se ponía interesante, ellas nos guiarían para que acertáramos, claro que antes beberíamos y nos darían unas cuantas vueltas para desubicarnos.
Ladeé la sonrisa clavando mis pardos en los verdes de Synnobe ¿podría ver Ubbe como la miraba?
Desde luego no como a una hermana.
Hakon Cannif- Gitano
- Mensajes : 91
Fecha de inscripción : 02/03/2017
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