AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Burned In The Flames Of Hell ~ Privado
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Burned In The Flames Of Hell ~ Privado
Habían pasado unos días desde que habíamos tenido aquella noche en el hotel, en la planta que Joe había reservado entera para nosotros y en donde más que nunca nos desafiamos y nos retamos, como los demonios que éramos y no podía negar que lo había disfrutado… sobre todo la parte en la que tenía al vampiro atado y encadenado, a mi completo merced. Porque sí, reconocía me gustaba sobremanera tenerlo de esa forma ante mí, reconocía que me excitaba tenerlo de esa forma y no podía esbozar una sonrisa ladina cuando me acordaba que había sido capaz de llevarle al infierno con lo que le había hecho, él pensaría que no lograría hacerle daño y sin embargo lo había hecho bastante, más de lo que había pensado. Me mostró esa otra cara, la que tenía oculta y que no daba a conocer y pude ver al verdadero vampiro fuera de sí, como la bestia que era, el demonio que moraba en su interior. Sabía qué teclas tocar exactamente para que eso pasara, y había tomado buena cuenta de ello.
Tampoco me olvidaba de lo que había pasado en la piscina porque una parte de mí la había seguido notando el día siguiente del encuentro, con las agujetas que me habían quedado de ese momento. Había dejado que la parte de mujer de mi interior con la que había estado luchando toda la noche cediera y saliera a flote, le había permitido romper su palabra en ese momento solamente para volver a ser preso de ella cuando el sol saliera… y él había aprovechado cada momento que tuvo. Me tomó como un demonio y no esperaba menos de él, no se contuvo y me gustó… porque tenía que reconocerlo, me había gustado por mucho que en el fondo me jodiera admitirlo. Nada más había que recordar el orgasmo que me arrasó, la forma tan salvaje en que lo hicimos y la manera en la que me había hecho gemir. Aquel maldito demonio sabía lo que se hacía, y Lilith lo reconocía pese a que me costara admitirlo.
Pese a lo que había pasado no cambiamos nuestra forma de actuar con el otro, como si aquello hubiera sido un momento de desliz que no iba a volver a suceder, una tregua, un paréntesis no que cambió nada. Seguíamos desafiándonos, retándonos y diciéndonos palabras mordaces cuando estábamos solos mientras que de cara a otras personas seguíamos actuando como dos enamorados. Mis padres estaban cada vez más ilusionados y me habían preguntado en varias ocasiones cuando sería el enlace, a lo que yo simplemente no les contestaba. Me recogía por las noches como de costumbre y me devolvía o bien antes de que el alba despuntara o al día siguiente por la noche dependiendo de los planes que tuviera el vampiro.
Había habido incluso un par de noches en las que no se había presentado y que había aprovechado para ir a cazar, desde que el vampiro venía a por mí la caza había quedado en un segundo plano y me frustraba bastante, por lo que cuando no me buscaba no dudaba en aprovechar para ir y desquitarme, sacar toda esa ira y odio que tenía hacia el vampiro y ensañarme con aquellos que eran mis enemigos, matando a vampiros y desahogándome con ellos por no poder matar a aquel maldito demonio del infierno. Aprovechaba las mañanas para ir a ver a Matthew y saber cómo seguía, se estaba recuperando de sus heridas y en pocos días podría volver a cazar, no me preguntaba demasiado sobre Joe y yo no le decía nada al respecto aunque sabía que había algo que no me quería decir, como si él mismo esquivara el tema.
Entrenaba sola en la parte de atrás que tenía mientras él permanecía en cama y cogía lo necesario para ir a cazar, a él no le gustaba que fuera sola de caza ya que normalmente íbamos juntos para cubrirnos las espaldas, pero me había entrenado para eso y me había enseñado bien. No fue fácil sus entrenamientos, fue implacable y muy duro conmigo en parte porque realmente pensaba que quizás no valdría para serlo… me había costado mucho trabajo llegar a ser la cazadora que era en esos momentos. Me cercioraba de que tuviera lo necesario porque no podía dejar de sentirme culpable de que estuviera así por mi culpa, algo que sin duda alguna haría pagar caro al vampiro en su momento ahora que sabía bien cómo manejarlo.
Esa mañana en concreto había tenido la visita de una amiga de la infancia, pocas amistades verdaderas encontrabas en ese mundo lleno de pomposidad y extravagancias, pero ella lo había sido desde que tenía uso de razón. Estaba casada, felizmente casada, con un hombre importante en los negocios desde hacía ya algo más de un año y aunque no me extrañó su visita, sí lo que me dijo cuando estábamos solas. No era de extrañar que las noticias sobre mi matrimonio hubieran corrido como la pólvora entre la alta sociedad, al parecer mi querido y adorado futuro marido era alguien importante en la alta clase, y el enlace con mi familia no había pasado desapercibido en absoluto. No me extrañó que viniera para pedirme que le contara cómo había sido, pero sin embargo lo que no esperé es que me revelara una información que, sin duda alguna, iba a cambiarlo todo.
Ella siempre acudía a las fiestas que la alta clase solía celebrar y al que su marido igual que ella estaban invitados, la veía que daba rodeos con lo que quería decirme sobre una fiesta al a que había acudido, y como odiaba que fueran con rodeos, le pedí que fuera al grano directamente. No sabía cómo decirme aquello pensando que estaba enamorada y que me iba a doler como el infierno, así que tuve que poner de nuevo esa máscara como si lo que me estaba contando me doliera, cuando la Lilith que llevaba en mi interior se relamía y frotaba sus manos ante las palabras de mi amiga. Al parecer había conocido a Joe, y no solo eso, sino que lo había visto irse de la fiesta con una mujer, y no una mujer cualquiera… una prostituta. Para mí deleite no fue la única que los vio salir juntos, al parecer ella era de alta clase también y alguno de la fiesta la había reconocido por adquirir sus servicios. La cuestión era, que el día que ella decía ser dicha fiesta… él no había ido a buscarme, por lo que supe qué había estado haciendo mientras yo cazaba.
Le pedí, le rogué que no dijera nada a nadie y me dijo que no lo iba a hacer pero que no sabía cuánto tardaría en correr ese rumor entre la alta clase. Fingir que me dolía cuando no era el caso era un trabajo arduo, pues más que dolerme me alegraba tener algo con lo que poder utilizar contra el vampiro, ¿y lo mejor de todo? Es que ni él se lo iba a ver venir, no hasta que le estampara en la cara. Esa noche íbamos a encontrarnos, ya sabía que había mandado a alguien para avisarme de que a la noche pasaría a por mí, con la felicidad extrema de mis padres y una sonrisa verdadera, sin máscaras, en mi rostro.
Dejé como siempre que Mina eligiera un vestido para la ocasión, le dije que era una noche importante y no sabía a lo que me refería, pero ni ella ni el propio vampiro se iba a esperar lo que le tenía reservado. Mina sacó un vestido precioso de color coral, un poco oscuro, con un cinturón de color más claro en la zona de mi cintura que llevaba el propio vestido, un corsé en tonos negros con el color coral, sabía lo que al vampiro le gustaba verme con ese tipo de corsés en forma de pico y sonreí contemplándome al espejo, más bella que nunca, unas pulseras en blanco y negro, un colgante que terminaba en mitad de mi canalillo, el pelo en un pequeño recogido pero dejando mi melena suelta, los ojos marcados en negro para que resaltaran y los labios rojos, voluptuosos. A ver como reaccionaba el vampiro cuando me viera, ahora que habían avisado de que había llegado y como de costumbre estaba bajo con mis padres.
Bajé al salón y al entrar las miradas de mis padres, pero en especial la del vampiro, se centró en la mía no sin antes recorrerme con la mirada igual que estaba haciendo yo. Como de costumbre vestía con un traje azul oscuro, siempre bien arreglado de forma pulcra e inmaculada, una camisa de un azul algo más claro y sin corbata. Mis ojos subieron de nuevo a los suyos sabiendo que el vestido y el corsé iban a hacer su función y me acerqué de forma lenta hacia él, contorneando aposta mis caderas para elevar una mano en su dirección viendo que en la otra tenía una copa de vino y sonreí.
-Mi amor, estás muy guapo esta noche –él tomó mi mano, me acerqué a su cuerpo restando distancia y elevé mi rostro para buscar sus labios en un beso lento en presencia de mis padres que no cabían más en sí de felicidad absoluta- quería arreglarme especialmente para ti, ¿te gusta? –Di un leve giro sobre mí misma y mis ojos volvieron a los suyos- Ups, espera –llevé mi pulgar a sus labios quitando un poco del carmín que le había dejado en una caricia lenta y sonreí- Ahora sí, ¿nos vamos amor? ¿Qué sorpresa me tienes preparada para esta noche? –Sonreí dejando que disfrutara recorriéndome con la mirada, pues poco iba a durar su disfrute. Porque no se esperaba mi sorpresa, para nada.
Tampoco me olvidaba de lo que había pasado en la piscina porque una parte de mí la había seguido notando el día siguiente del encuentro, con las agujetas que me habían quedado de ese momento. Había dejado que la parte de mujer de mi interior con la que había estado luchando toda la noche cediera y saliera a flote, le había permitido romper su palabra en ese momento solamente para volver a ser preso de ella cuando el sol saliera… y él había aprovechado cada momento que tuvo. Me tomó como un demonio y no esperaba menos de él, no se contuvo y me gustó… porque tenía que reconocerlo, me había gustado por mucho que en el fondo me jodiera admitirlo. Nada más había que recordar el orgasmo que me arrasó, la forma tan salvaje en que lo hicimos y la manera en la que me había hecho gemir. Aquel maldito demonio sabía lo que se hacía, y Lilith lo reconocía pese a que me costara admitirlo.
Pese a lo que había pasado no cambiamos nuestra forma de actuar con el otro, como si aquello hubiera sido un momento de desliz que no iba a volver a suceder, una tregua, un paréntesis no que cambió nada. Seguíamos desafiándonos, retándonos y diciéndonos palabras mordaces cuando estábamos solos mientras que de cara a otras personas seguíamos actuando como dos enamorados. Mis padres estaban cada vez más ilusionados y me habían preguntado en varias ocasiones cuando sería el enlace, a lo que yo simplemente no les contestaba. Me recogía por las noches como de costumbre y me devolvía o bien antes de que el alba despuntara o al día siguiente por la noche dependiendo de los planes que tuviera el vampiro.
Había habido incluso un par de noches en las que no se había presentado y que había aprovechado para ir a cazar, desde que el vampiro venía a por mí la caza había quedado en un segundo plano y me frustraba bastante, por lo que cuando no me buscaba no dudaba en aprovechar para ir y desquitarme, sacar toda esa ira y odio que tenía hacia el vampiro y ensañarme con aquellos que eran mis enemigos, matando a vampiros y desahogándome con ellos por no poder matar a aquel maldito demonio del infierno. Aprovechaba las mañanas para ir a ver a Matthew y saber cómo seguía, se estaba recuperando de sus heridas y en pocos días podría volver a cazar, no me preguntaba demasiado sobre Joe y yo no le decía nada al respecto aunque sabía que había algo que no me quería decir, como si él mismo esquivara el tema.
Entrenaba sola en la parte de atrás que tenía mientras él permanecía en cama y cogía lo necesario para ir a cazar, a él no le gustaba que fuera sola de caza ya que normalmente íbamos juntos para cubrirnos las espaldas, pero me había entrenado para eso y me había enseñado bien. No fue fácil sus entrenamientos, fue implacable y muy duro conmigo en parte porque realmente pensaba que quizás no valdría para serlo… me había costado mucho trabajo llegar a ser la cazadora que era en esos momentos. Me cercioraba de que tuviera lo necesario porque no podía dejar de sentirme culpable de que estuviera así por mi culpa, algo que sin duda alguna haría pagar caro al vampiro en su momento ahora que sabía bien cómo manejarlo.
Esa mañana en concreto había tenido la visita de una amiga de la infancia, pocas amistades verdaderas encontrabas en ese mundo lleno de pomposidad y extravagancias, pero ella lo había sido desde que tenía uso de razón. Estaba casada, felizmente casada, con un hombre importante en los negocios desde hacía ya algo más de un año y aunque no me extrañó su visita, sí lo que me dijo cuando estábamos solas. No era de extrañar que las noticias sobre mi matrimonio hubieran corrido como la pólvora entre la alta sociedad, al parecer mi querido y adorado futuro marido era alguien importante en la alta clase, y el enlace con mi familia no había pasado desapercibido en absoluto. No me extrañó que viniera para pedirme que le contara cómo había sido, pero sin embargo lo que no esperé es que me revelara una información que, sin duda alguna, iba a cambiarlo todo.
Ella siempre acudía a las fiestas que la alta clase solía celebrar y al que su marido igual que ella estaban invitados, la veía que daba rodeos con lo que quería decirme sobre una fiesta al a que había acudido, y como odiaba que fueran con rodeos, le pedí que fuera al grano directamente. No sabía cómo decirme aquello pensando que estaba enamorada y que me iba a doler como el infierno, así que tuve que poner de nuevo esa máscara como si lo que me estaba contando me doliera, cuando la Lilith que llevaba en mi interior se relamía y frotaba sus manos ante las palabras de mi amiga. Al parecer había conocido a Joe, y no solo eso, sino que lo había visto irse de la fiesta con una mujer, y no una mujer cualquiera… una prostituta. Para mí deleite no fue la única que los vio salir juntos, al parecer ella era de alta clase también y alguno de la fiesta la había reconocido por adquirir sus servicios. La cuestión era, que el día que ella decía ser dicha fiesta… él no había ido a buscarme, por lo que supe qué había estado haciendo mientras yo cazaba.
Le pedí, le rogué que no dijera nada a nadie y me dijo que no lo iba a hacer pero que no sabía cuánto tardaría en correr ese rumor entre la alta clase. Fingir que me dolía cuando no era el caso era un trabajo arduo, pues más que dolerme me alegraba tener algo con lo que poder utilizar contra el vampiro, ¿y lo mejor de todo? Es que ni él se lo iba a ver venir, no hasta que le estampara en la cara. Esa noche íbamos a encontrarnos, ya sabía que había mandado a alguien para avisarme de que a la noche pasaría a por mí, con la felicidad extrema de mis padres y una sonrisa verdadera, sin máscaras, en mi rostro.
Dejé como siempre que Mina eligiera un vestido para la ocasión, le dije que era una noche importante y no sabía a lo que me refería, pero ni ella ni el propio vampiro se iba a esperar lo que le tenía reservado. Mina sacó un vestido precioso de color coral, un poco oscuro, con un cinturón de color más claro en la zona de mi cintura que llevaba el propio vestido, un corsé en tonos negros con el color coral, sabía lo que al vampiro le gustaba verme con ese tipo de corsés en forma de pico y sonreí contemplándome al espejo, más bella que nunca, unas pulseras en blanco y negro, un colgante que terminaba en mitad de mi canalillo, el pelo en un pequeño recogido pero dejando mi melena suelta, los ojos marcados en negro para que resaltaran y los labios rojos, voluptuosos. A ver como reaccionaba el vampiro cuando me viera, ahora que habían avisado de que había llegado y como de costumbre estaba bajo con mis padres.
Bajé al salón y al entrar las miradas de mis padres, pero en especial la del vampiro, se centró en la mía no sin antes recorrerme con la mirada igual que estaba haciendo yo. Como de costumbre vestía con un traje azul oscuro, siempre bien arreglado de forma pulcra e inmaculada, una camisa de un azul algo más claro y sin corbata. Mis ojos subieron de nuevo a los suyos sabiendo que el vestido y el corsé iban a hacer su función y me acerqué de forma lenta hacia él, contorneando aposta mis caderas para elevar una mano en su dirección viendo que en la otra tenía una copa de vino y sonreí.
-Mi amor, estás muy guapo esta noche –él tomó mi mano, me acerqué a su cuerpo restando distancia y elevé mi rostro para buscar sus labios en un beso lento en presencia de mis padres que no cabían más en sí de felicidad absoluta- quería arreglarme especialmente para ti, ¿te gusta? –Di un leve giro sobre mí misma y mis ojos volvieron a los suyos- Ups, espera –llevé mi pulgar a sus labios quitando un poco del carmín que le había dejado en una caricia lenta y sonreí- Ahora sí, ¿nos vamos amor? ¿Qué sorpresa me tienes preparada para esta noche? –Sonreí dejando que disfrutara recorriéndome con la mirada, pues poco iba a durar su disfrute. Porque no se esperaba mi sorpresa, para nada.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Burned In The Flames Of Hell ~ Privado
Habían pasados días desde nuestro apasionante encuentro en el hotel. Ninguno de los dos esperaba lo que allí sucedió, admito que fue excitante, que Lilith sacó lo peor de mi y de cierto modo también lo mejor, algo que no estaba muy dispuesto a mostrar a nadie jamas.
Ambos nos ofrecimos al otro encadenados, ambos habíamos sido preso y verdugo y ambos nos habíamos desafiado como los demonios que eramos.
El infierno ardía y nosotros aquella noche habíamos bailado entre las llamas hasta quemarnos.
Eso sucedió en la piscina, la bestia y yo por primera vez en mucho tiempo tuvimos una común unión.
De normal necesitaba mantenerla a ralla par que no dañara a nadie, pero..esta vez, justos disfrutamos de mi prometida de un modo único.
Nunca había experimentado tanto placer, y aunque ella no fuera capaz de reconocerlo, algo me decía que ella tampoco.
Aquella noche como de costumbre acudí a buscarla, era cierto que algunas noches no había ido a por ella, tiempo que de seguro ella utilizó para dar muerte a muchos de los míos y retozar sobre el lecho del cazador.
Yo no me quedé atrás, así que supongo que estábamos en igualdad de condiciones.
La esperaba en el salón, con un traje negro, camisa blanca, sin corbata y zapatos a juego cuando la vi bajar por las escaleras.
Aquel vestido coral resaltaba mas su tez morena, estaba preciosa, mucho, mis ojos delinearon su cuerpo, y mi respiración se aceleró cuando mi menté recordó lo que en la piscina sucedió entre los dos.
Mi bestia rugía por dentro, quería encontrarse de nuevo con Lilith, mas hambriento incluso que yo, la admiraba y por un momento el color burdeos de mis ojos quedo reflejado ante la dama que me robaba la razón.
Cerré los ojos volviendo en mi, por suerte nadie mas que ella percibió mi turbia mirada, su lento beso fue acompañado y devuelto por mi boca.
Mis manos acariciaron su cintura atrayendola mas hacia mi, nuestra nariz se acarició y mis ojos se cerraron paladeando el sabor de sus labios.
Cuando nos separamos los padres de ella miraban la escena emocionados, sin duda ante la vista de todo el mundo eramos una pareja enamorada, si ellos supieran el odio que nos procesábamos.
Nuestras razas eran enemigas, nuestra situación una falsa.
Tomé su mano acariciando con mis dedos su palma.
-Estas preciosa amor mio, no veo el momento de que estemos solos de nuevo.
Me preguntó si había preparado algo para los dos, ladeé la sonrisa como respuesta y me relamí los labios paladeando ese beso que a fuego había quedado marcado.
Solo cuando estuvimos solos montados sobre el espectro las mascaras cayeron, sus brazos rodeaban mi cintura mientras la llevaba rumbo a nuestra próxima cita sorpresa.
Me detuve en el puerto, para nosotros una embarcación amarrada dispuesta para complacernos.
Tomé su mano para ayudarla a subir y pronto el barco zarpo para convertir el mar en el infierno de los dos.
Tiré de ella atravesando los pasillos hasta que llegamos a un gran camarote donde un restaurante quedaba dispuesto para nosotros.
Una camarera nos sirvió vino, así como el mejor pescado que jamas la dama habría probado, ostras, marisco, caviar, todo lo que ella pudiera desear.
Dos velas iluminaban su rostro, dudaba que alguna vez hubiera podido gozar de estos placeres con otro.
-¿me has echado de menos amor? -pregunté llevando la copa a mis labios para darle un buen trago.
-Espero que esta cita esté a la altura de la anterior -susurré con picardia bajando mi mirada hasta sus labios.
Ambos nos ofrecimos al otro encadenados, ambos habíamos sido preso y verdugo y ambos nos habíamos desafiado como los demonios que eramos.
El infierno ardía y nosotros aquella noche habíamos bailado entre las llamas hasta quemarnos.
Eso sucedió en la piscina, la bestia y yo por primera vez en mucho tiempo tuvimos una común unión.
De normal necesitaba mantenerla a ralla par que no dañara a nadie, pero..esta vez, justos disfrutamos de mi prometida de un modo único.
Nunca había experimentado tanto placer, y aunque ella no fuera capaz de reconocerlo, algo me decía que ella tampoco.
Aquella noche como de costumbre acudí a buscarla, era cierto que algunas noches no había ido a por ella, tiempo que de seguro ella utilizó para dar muerte a muchos de los míos y retozar sobre el lecho del cazador.
Yo no me quedé atrás, así que supongo que estábamos en igualdad de condiciones.
La esperaba en el salón, con un traje negro, camisa blanca, sin corbata y zapatos a juego cuando la vi bajar por las escaleras.
Aquel vestido coral resaltaba mas su tez morena, estaba preciosa, mucho, mis ojos delinearon su cuerpo, y mi respiración se aceleró cuando mi menté recordó lo que en la piscina sucedió entre los dos.
Mi bestia rugía por dentro, quería encontrarse de nuevo con Lilith, mas hambriento incluso que yo, la admiraba y por un momento el color burdeos de mis ojos quedo reflejado ante la dama que me robaba la razón.
Cerré los ojos volviendo en mi, por suerte nadie mas que ella percibió mi turbia mirada, su lento beso fue acompañado y devuelto por mi boca.
Mis manos acariciaron su cintura atrayendola mas hacia mi, nuestra nariz se acarició y mis ojos se cerraron paladeando el sabor de sus labios.
Cuando nos separamos los padres de ella miraban la escena emocionados, sin duda ante la vista de todo el mundo eramos una pareja enamorada, si ellos supieran el odio que nos procesábamos.
Nuestras razas eran enemigas, nuestra situación una falsa.
Tomé su mano acariciando con mis dedos su palma.
-Estas preciosa amor mio, no veo el momento de que estemos solos de nuevo.
Me preguntó si había preparado algo para los dos, ladeé la sonrisa como respuesta y me relamí los labios paladeando ese beso que a fuego había quedado marcado.
Solo cuando estuvimos solos montados sobre el espectro las mascaras cayeron, sus brazos rodeaban mi cintura mientras la llevaba rumbo a nuestra próxima cita sorpresa.
Me detuve en el puerto, para nosotros una embarcación amarrada dispuesta para complacernos.
Tomé su mano para ayudarla a subir y pronto el barco zarpo para convertir el mar en el infierno de los dos.
Tiré de ella atravesando los pasillos hasta que llegamos a un gran camarote donde un restaurante quedaba dispuesto para nosotros.
Una camarera nos sirvió vino, así como el mejor pescado que jamas la dama habría probado, ostras, marisco, caviar, todo lo que ella pudiera desear.
Dos velas iluminaban su rostro, dudaba que alguna vez hubiera podido gozar de estos placeres con otro.
-¿me has echado de menos amor? -pregunté llevando la copa a mis labios para darle un buen trago.
-Espero que esta cita esté a la altura de la anterior -susurré con picardia bajando mi mirada hasta sus labios.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Burned In The Flames Of Hell ~ Privado
Tal y como había esperado el vestido estaba cumpliendo con el cometido que quería cuando me viera el vampiro, mis padres que quedaban rezagados tras su espalda eran incapaces de ver la mirada del vampiro que me recorría por entera, pero sólo eso, ese atisbo que asomó por sus ojos, ese color burdeos que había visto en aquella habitación del hotel volvió de nuevo a surgir en sus ojos, supe que esa bestia estaba ahí y sonreí viendo que tenía que cerrar los ojos para calmarse y volver al estado normal de antes. Tan elegante como siempre, vestido de traje, impecable, perfecto, escondiendo ese cuerpo que se perfilaba bajo la tela y que había no solo contemplado sino del que también había gozado al propinarle dolor, y al dejar que me lo diera a mí en aquella piscina.
Mis ojos se desviaron para mirar a mis padres que observaban de espectadores como breve saludo pero pronto me centré en el vampiro acortando las distancias, elevando mi rostro para buscar sus labios en un beso lento en el que ambos nos abrasamos, dando la sensación de ser una pareja enamorada cuando en realidad no era amor lo que sentíamos el uno por el otro, sino más bien todo lo contrario. Tenía que decir que de ser posible muchas veces habría aplaudido las actuaciones que teníamos, porque mis padres no se enteraban de nada en absoluto. Sus manos en mi cintura me acercaron a su cuerpo, su nariz rozaba la mía y como bien ya sabía no se quedó quieto en aquel beso en el que también tomó partida.
Quité con el dedo de una pasada lenta el carmín que le había dejado en los labios y sentí su mano que aferraba la mía, su pulgar acariciando mi palma frente todavía ante mis padres. Sonreí porque si no estábamos solos no podría hacer lo que llevaba en mente y delante de mis padres no quería hacerlo, así que lo mejor era irnos y estando a solas podría poner en movimiento mi ficha, una que él no se iba a percatar hasta que no la tuviera delante y entonces veríamos cómo se desarrollaban los acontecimientos.
-Yo tampoco amor, por mucho que pienses que tienes preparado para mí seguro que no soy capaz de imaginarlo –como él no iba a ser capaz de imaginar la sorpresa que le tenía reservada, estaba deseando estar a solas para comenzar todo… pero paciencia, aún teníamos que salir de allí y acercarnos hacia donde quisiera que fuera el siguiente lugar. Salimos de la mansión con las manos aferradas de nuevo hacia su corcel, oscuro como la misma noche, me ayudó a subir y no puse objeción alguna dado que el vestido limitaba mis movimientos. Yo tras él montada quien dirigía el camino que debíamos de tomar, mis brazos rodearon su cintura para sujetarme y su olor me envolvió, recordándome a aquella noche en el hotel donde había notado su olor por las sábanas de la cama, incluso también me atrevería a decir que hasta en mi propia piel como si hubiera sido marcada a fuego. Pese a todo lo contrario que había pensado que podría suceder esa noche, ni en broma, entraba el hecho de dejar que me tomara y que además disfrutara enormemente con todo, con su intento de tortura, la pelea que tuvimos con los palos, mi turno de torturarle y el acto final que habíamos cerrado en la piscina. Jamás me habían tomado de esa forma, y a mi pesar jamás había tenido tal placer como aquel… algo que me preguntaba si sería con todos los vampiros o Joe era la excepción a la regla. Claro que no iba a comprobarlo porque ya bastante me pesaba el hecho de haberle dado el permiso de que me hiciera suya, una parte de mí no lo reprochaba, la otra me machacaba con la decisión cuando a mi mente venía aquel recuerdo.
Pronto llegamos al puerto y miré las embarcaciones que allí había preguntándome qué haríamos, aunque conociendo al vampiro seguro que íbamos a ir en uno de aquellos barcos. Me ayudó a bajar del caballo aunque no necesitara ayuda y sus manos se quedaron unos segundos más de la cuenta en mi cintura, al igual que nuestros ojos se quedaron también fijos con los rostros bastante cerca el uno del otro. Me acompañó guiándome hacia un barco donde al parecer nos estaban esperando, me ayudó a subir al barco que no tardó en zarpar mientras veíamos como nos alejábamos del puerto y nos adentrábamos en la mar.
El puerto cada vez se iba haciendo más y más pequeño con aquellas luces que lo iluminaban y pronto pasaron a ser pequeñas luces, como si fueran estrellas en la lejanía y comenzamos con aquella “cita” que el vampiro había preparado. Me condujo por los pasillos hasta llegar a un enorme camarote donde la cena ya estaba preparada, vino y una selección de marisco y pescado que tenía una pinta deliciosa y que ya sabría que el vampiro no tomaría nada de aquello. Nos sentamos en la mesa preparada y nos sirvieron el vino en ambas copas, la cogí para dar un trago y comprobar que estaba exquisito, dejaron todo preparado y se marcharon para darnos intimidad y privacidad. Sonreí de lado moviendo la copa sobre la mesa, girándola para ver como el vino se movía en círculos dentro de la copa. Mis ojos subieron a los suyos para mirarlo, oh si, lo había echado mucho de menos.
-No te lo puedes ni imaginar, amor… tanto ha sido lo que te echaba de menos en las noches que no venías a buscarme que tuve que salir en busca de otros vampiros –sonreí- claro que, por desgracia de estos, nuestra… “cita” no acabó tan bien como la nuestra, y al final acabaron reducidos a ceniza –volví a dar otro trago dejando la copa en la mesa de nuevo- pero tranquilo amor, en cada uno de ellos siempre me imaginabas que eras tú –comenté con tono frío y mordaz, bastaban las palabras para saber qué era lo que estaba diciendo realmente- ¿Y tú, me has echado de menos amor? –pronto comencé a cenar sabiendo que el vampiro no iba a probar absolutamente nada sintiendo su mirada puesta de forma fija en mí. Sonreí de lado ante sus palabras y limpié mis labios con los modales que me habían enseñado con la servilleta- ¿Tan altas tienes las expectativas Joe? He de reconocer que dejaste el listón muy alto esa noche –volví a dar un trago a la copa- la planta de un hotel, ahora un barco… ¿qué será lo próximo? ¿Una ciudad entera? –Casi me burlé, no era muy dada a ese tipo de cosas- cada vez te va a ser más difícil superarte, salvo claro que te gusten los… retos –remarqué esa última palabra porque si algo sabía de ese vampiro es que sí, le gustaban los retos porque yo misma era uno- Pero me temo amor que va a ser difícil que esté a la misma altura –mordí mis labios aposta notando su mirada que estaba fija en estos y me incliné un poco hacia delante- ya sabes, vuelves a ser preso de tus palabras. Pero he de decir que estamos en un barco, encerrados sin poder escapar, ¿te has cerciorado de que vuelva antes del amanecer, o pretendes esta vez volver a dormir conmigo y sin estar separados? –Señalé la cama con un deje divertido- te dejaré darme un beso de buenas noches de nuevo. ¿Debo asumir… que te gustó que te llevara al Infierno? Ya sabes, si quieres puedo hacer que vuelvas a él otra vez, aunque espero que por ahí haya algo que ponerme porque este vestido es una preciosidad para tal acto tan infernal, ¿no crees Joe? –la cena pasó entre más comentarios mordaces, más desafíos, más retos en los que ninguno podíamos evitarlo, igual que no podíamos evitar otras cosas. Aún seguía nos seguíamos atrayendo, y casi parecía, que algo más después de la última noche. Decidí empezar con moviendo las fichas, así que mientras me rellenaba la copa de nuevo lo miré de forma fija- Dime Joe, ¿algo que tenga que saber, o tengas que contarme? –Hice una leve pausa, aquello podía ser muy general- Mis padres no dejan de preguntarme cuándo será la boda y por qué no llevo puesto el anillo que me regalaste, como verás he preferido omitir el detalle de que lo tiraste a la lumbre –sonreí de lado, llevé la copa a mis labios y mordí el borde con mis dientes sabiendo que eso podría joderle, para dar un trago y dejarla de nuevo en su sitio- Matthew se recupera bien de sus heridas, por cierto, pronto podrá volver a salir de caza –comenté con tono algo frío porque odié al vampiro en ese momento y aún se la tenía jurada con ese acto, se lo dije como si le importara y me hubiera preguntado sabiendo que lo que le pasara le tenía sin cuidado- ¡Ah, por cierto! Se me olvidaba –chasqueé la lengua- qué cabeza tengo –sonreí de lado para levantarme y acercarme hacia el pequeño bolso que llevaba y que había dejado sobre la cama, lo abrí y de allí saqué un objeto que guardé entre mis manos, que llevé a mi espalda. Sonreí girándome para verlo y me acerqué a él para sentarme sin preguntar sobre su regazo, lo miré de forma fija ahora con mis manos cerradas una sobre la otra delante de mí- ¿Qué crees que puede ser, Joe? –Pregunté para saber si era capaz de saberlo o no y me mordí el labio con diversión porque es que no lo iba a adivinar nunca, y si lo hacía no su significado realmente. Reí contra sus labios divertida dejando que mi aliento chocara contra el suyo, volviendo a rozarlos de nuevo con cada palabra. Ahí venía el primer movimiento de la noche, que no iba a esperar- Vamos a ver qué escondo –lo miré alzando mis ojos a los suyos, quizás pensaba que incluso podría ser algo que era capaz de acabar con su vida. Reí entre dientes y quité la mano de encima para dejar una llave, normal y corriente, en la palma de mi mano. Lo miré para saber su cara y su expresión al verla y esperé a que la cogiera, lo que no se iba a esperar es lo que venía a continuación. Que pensara lo que quisiera, jamás sabría la realidad hasta que yo no se la dijera. Que disfrutara, porque poco le quedaba de disfrutar.
Mis ojos se desviaron para mirar a mis padres que observaban de espectadores como breve saludo pero pronto me centré en el vampiro acortando las distancias, elevando mi rostro para buscar sus labios en un beso lento en el que ambos nos abrasamos, dando la sensación de ser una pareja enamorada cuando en realidad no era amor lo que sentíamos el uno por el otro, sino más bien todo lo contrario. Tenía que decir que de ser posible muchas veces habría aplaudido las actuaciones que teníamos, porque mis padres no se enteraban de nada en absoluto. Sus manos en mi cintura me acercaron a su cuerpo, su nariz rozaba la mía y como bien ya sabía no se quedó quieto en aquel beso en el que también tomó partida.
Quité con el dedo de una pasada lenta el carmín que le había dejado en los labios y sentí su mano que aferraba la mía, su pulgar acariciando mi palma frente todavía ante mis padres. Sonreí porque si no estábamos solos no podría hacer lo que llevaba en mente y delante de mis padres no quería hacerlo, así que lo mejor era irnos y estando a solas podría poner en movimiento mi ficha, una que él no se iba a percatar hasta que no la tuviera delante y entonces veríamos cómo se desarrollaban los acontecimientos.
-Yo tampoco amor, por mucho que pienses que tienes preparado para mí seguro que no soy capaz de imaginarlo –como él no iba a ser capaz de imaginar la sorpresa que le tenía reservada, estaba deseando estar a solas para comenzar todo… pero paciencia, aún teníamos que salir de allí y acercarnos hacia donde quisiera que fuera el siguiente lugar. Salimos de la mansión con las manos aferradas de nuevo hacia su corcel, oscuro como la misma noche, me ayudó a subir y no puse objeción alguna dado que el vestido limitaba mis movimientos. Yo tras él montada quien dirigía el camino que debíamos de tomar, mis brazos rodearon su cintura para sujetarme y su olor me envolvió, recordándome a aquella noche en el hotel donde había notado su olor por las sábanas de la cama, incluso también me atrevería a decir que hasta en mi propia piel como si hubiera sido marcada a fuego. Pese a todo lo contrario que había pensado que podría suceder esa noche, ni en broma, entraba el hecho de dejar que me tomara y que además disfrutara enormemente con todo, con su intento de tortura, la pelea que tuvimos con los palos, mi turno de torturarle y el acto final que habíamos cerrado en la piscina. Jamás me habían tomado de esa forma, y a mi pesar jamás había tenido tal placer como aquel… algo que me preguntaba si sería con todos los vampiros o Joe era la excepción a la regla. Claro que no iba a comprobarlo porque ya bastante me pesaba el hecho de haberle dado el permiso de que me hiciera suya, una parte de mí no lo reprochaba, la otra me machacaba con la decisión cuando a mi mente venía aquel recuerdo.
Pronto llegamos al puerto y miré las embarcaciones que allí había preguntándome qué haríamos, aunque conociendo al vampiro seguro que íbamos a ir en uno de aquellos barcos. Me ayudó a bajar del caballo aunque no necesitara ayuda y sus manos se quedaron unos segundos más de la cuenta en mi cintura, al igual que nuestros ojos se quedaron también fijos con los rostros bastante cerca el uno del otro. Me acompañó guiándome hacia un barco donde al parecer nos estaban esperando, me ayudó a subir al barco que no tardó en zarpar mientras veíamos como nos alejábamos del puerto y nos adentrábamos en la mar.
El puerto cada vez se iba haciendo más y más pequeño con aquellas luces que lo iluminaban y pronto pasaron a ser pequeñas luces, como si fueran estrellas en la lejanía y comenzamos con aquella “cita” que el vampiro había preparado. Me condujo por los pasillos hasta llegar a un enorme camarote donde la cena ya estaba preparada, vino y una selección de marisco y pescado que tenía una pinta deliciosa y que ya sabría que el vampiro no tomaría nada de aquello. Nos sentamos en la mesa preparada y nos sirvieron el vino en ambas copas, la cogí para dar un trago y comprobar que estaba exquisito, dejaron todo preparado y se marcharon para darnos intimidad y privacidad. Sonreí de lado moviendo la copa sobre la mesa, girándola para ver como el vino se movía en círculos dentro de la copa. Mis ojos subieron a los suyos para mirarlo, oh si, lo había echado mucho de menos.
-No te lo puedes ni imaginar, amor… tanto ha sido lo que te echaba de menos en las noches que no venías a buscarme que tuve que salir en busca de otros vampiros –sonreí- claro que, por desgracia de estos, nuestra… “cita” no acabó tan bien como la nuestra, y al final acabaron reducidos a ceniza –volví a dar otro trago dejando la copa en la mesa de nuevo- pero tranquilo amor, en cada uno de ellos siempre me imaginabas que eras tú –comenté con tono frío y mordaz, bastaban las palabras para saber qué era lo que estaba diciendo realmente- ¿Y tú, me has echado de menos amor? –pronto comencé a cenar sabiendo que el vampiro no iba a probar absolutamente nada sintiendo su mirada puesta de forma fija en mí. Sonreí de lado ante sus palabras y limpié mis labios con los modales que me habían enseñado con la servilleta- ¿Tan altas tienes las expectativas Joe? He de reconocer que dejaste el listón muy alto esa noche –volví a dar un trago a la copa- la planta de un hotel, ahora un barco… ¿qué será lo próximo? ¿Una ciudad entera? –Casi me burlé, no era muy dada a ese tipo de cosas- cada vez te va a ser más difícil superarte, salvo claro que te gusten los… retos –remarqué esa última palabra porque si algo sabía de ese vampiro es que sí, le gustaban los retos porque yo misma era uno- Pero me temo amor que va a ser difícil que esté a la misma altura –mordí mis labios aposta notando su mirada que estaba fija en estos y me incliné un poco hacia delante- ya sabes, vuelves a ser preso de tus palabras. Pero he de decir que estamos en un barco, encerrados sin poder escapar, ¿te has cerciorado de que vuelva antes del amanecer, o pretendes esta vez volver a dormir conmigo y sin estar separados? –Señalé la cama con un deje divertido- te dejaré darme un beso de buenas noches de nuevo. ¿Debo asumir… que te gustó que te llevara al Infierno? Ya sabes, si quieres puedo hacer que vuelvas a él otra vez, aunque espero que por ahí haya algo que ponerme porque este vestido es una preciosidad para tal acto tan infernal, ¿no crees Joe? –la cena pasó entre más comentarios mordaces, más desafíos, más retos en los que ninguno podíamos evitarlo, igual que no podíamos evitar otras cosas. Aún seguía nos seguíamos atrayendo, y casi parecía, que algo más después de la última noche. Decidí empezar con moviendo las fichas, así que mientras me rellenaba la copa de nuevo lo miré de forma fija- Dime Joe, ¿algo que tenga que saber, o tengas que contarme? –Hice una leve pausa, aquello podía ser muy general- Mis padres no dejan de preguntarme cuándo será la boda y por qué no llevo puesto el anillo que me regalaste, como verás he preferido omitir el detalle de que lo tiraste a la lumbre –sonreí de lado, llevé la copa a mis labios y mordí el borde con mis dientes sabiendo que eso podría joderle, para dar un trago y dejarla de nuevo en su sitio- Matthew se recupera bien de sus heridas, por cierto, pronto podrá volver a salir de caza –comenté con tono algo frío porque odié al vampiro en ese momento y aún se la tenía jurada con ese acto, se lo dije como si le importara y me hubiera preguntado sabiendo que lo que le pasara le tenía sin cuidado- ¡Ah, por cierto! Se me olvidaba –chasqueé la lengua- qué cabeza tengo –sonreí de lado para levantarme y acercarme hacia el pequeño bolso que llevaba y que había dejado sobre la cama, lo abrí y de allí saqué un objeto que guardé entre mis manos, que llevé a mi espalda. Sonreí girándome para verlo y me acerqué a él para sentarme sin preguntar sobre su regazo, lo miré de forma fija ahora con mis manos cerradas una sobre la otra delante de mí- ¿Qué crees que puede ser, Joe? –Pregunté para saber si era capaz de saberlo o no y me mordí el labio con diversión porque es que no lo iba a adivinar nunca, y si lo hacía no su significado realmente. Reí contra sus labios divertida dejando que mi aliento chocara contra el suyo, volviendo a rozarlos de nuevo con cada palabra. Ahí venía el primer movimiento de la noche, que no iba a esperar- Vamos a ver qué escondo –lo miré alzando mis ojos a los suyos, quizás pensaba que incluso podría ser algo que era capaz de acabar con su vida. Reí entre dientes y quité la mano de encima para dejar una llave, normal y corriente, en la palma de mi mano. Lo miré para saber su cara y su expresión al verla y esperé a que la cogiera, lo que no se iba a esperar es lo que venía a continuación. Que pensara lo que quisiera, jamás sabría la realidad hasta que yo no se la dijera. Que disfrutara, porque poco le quedaba de disfrutar.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Burned In The Flames Of Hell ~ Privado
La cena resultaba de lo mas conmovedora, los ojos de mi futura esposa resplandecían de amor frente a las llamas de aquellas románticas velas, por un momento hasta pensé en coger su mano para que no sintiera la abrasadora distancia.
Casi me echo a reír frente a ella por la lírica de mis pensamientos, posiblemente pasados a prosa hubieran quedado bastante mas crudos y duros, pues así era realmente lo nuestro, una falacia que se enmascaraba de amor cuando en verdad lo que sus ojos reflejaban era odio.
Me retaba con cada mirada, con cada palabra sibilina que de su lengua bífida soltaba y lo mejor era que la bestia de mi interior se relamía de gozo ante la Lilith que la cazadora me mostraba en todo momento.
Ladeé la sonrisa escuchando cuanto me había echado de menos, de echo hasta perjuró haber pensado en mi con cada vampiro al que había robado su ultimo aliento.
-¿Yo amor? Claro que os he echado de menos, tanto que he tenido que buscar cazadores a los que destripar, arrancar el corazón , pues de menos echaba vuestros tortuosos latidos.
Mas no os preocupéis amor mio, en cada instante era en vos en quien pensaba -dije guiñándole un ojo con cierta diversión en mi voz.
Me relamí los labios tras dar otro trago de aquella deliciosa copa de vino, mis ojos en su boca mientras sus arrolladoras palabras volvían a desafiar a mis orbes oscurecidas.
-No me subestiméis amor, esto no es ni de lejos lo mejor que puedo hacer.
Sonreí ladeando la sonrisa sin apartar mis ojos de sus tempestades.
-¿acaso es que me echáis de menos entre vuestras piernas? ¿No me digáis que no sentís el palpitar errante en vuestro sexo cuando recordáis mis embestidas? -alcé la copa en su dirección a modo de brindis antes de apurarla de un trago.
Su cuerpo se inclinó hacia el mio para recordarme que era preso de mis palabras.
-Y dueño de mis silencios -asegure de forma mordaz -no os preocupéis amor, el barco regresará a puerto para llevaros a casa dos horas antes del alba, tiempo suficiente para llegar a mi mansión -apunté de forma triunfal dejandole muy claro que no compartiríamos lecho ni aunque me lo suplicara.
Repleté de nuevo la copa sin dejar de mirarla, aquel duelo iba mucho mas allá de las palabras, eramos incapaces de dejar de buscarnos, de hacernos daño.
-¿ un beso? ¿quieres uno ahora? -pregunté lamiendo mis labios -ven -pedí antes de echarme a reír.
La cazadora no se quedaba atrás, su sonrisa dibujada en el rostro parecía pintada por un sucubo en su cara.
Enarqué una ceja ante su siguiente pregunta ¿algo que contar?. Me encogí de hombros, tenia mucho que decir pero en el fondo poco que contar..mis problemas con la inquisición, la loba, o con mi hermano realmente no le importaban y no era mi intención aburrirla con nimiedades.
-No -sentencié finalmente dando un nuevo trago de la copa.
Me eché a reír cuando dijo que sus padres le preguntaban tanto por le anillo como por la boda, negué con cierta diversión reflejada en mi rostro como si aquello fuera un chiste malo.
-La boda será en un mes, diles a tus padres que inviten a tantas personas como gusten, por supuesto todos los gastos corren de mi cuenta.
Sobre el anillo, es sencillo, acude a la joyería de París que desees, elige la piedra mas grande y yo la pagaré ¿algún problema mas que preocupe a esa linda cabecita?
Con cierto misterio la dama se alzó de la silla alegando que olvidaba algo, mis ojso recorrieron la distancia que sus pies andaban hasta alcanzar el bolso que había sobre la cama.
De allí sacó un objeto que guardo entre sus manos a la espalda.
Queria que adivinara que era y yo me limité a sonreír ¿quería jugar?
-Soy un vampiro amor, no un adivino..sorprendeme.
Pronto una llave quedo sobre su palma. Alcé la mirada de la llave a sus ojos sin entender bien.
Tome la llave, nuestros labios estaban cerca, pues ella se había acercado para retarme de nuevo.
-¿quizás es la llave del cinturón de castidad que os vais a poner en cuanto os desposéis conmigo? -pregunté con picardia -o mejor aun..representa la llave de vuestro corazón -mis palabras sonaron tan sarcásticas que hasta sus labios se entreabrieron para acogerlas.
Cierto era que anteriormente me había hablado de que le cazador se estaba curando de las heridas, había omitido esa conversación porque no quería mostrarle hasta que punto me molestaba y algo me decía que esa llave tendría que ver con el y la casucha donde vivía.
No me extrañaría que me dijera que no se casaría conmigo porque lo haría con el y esa era la llave de su dulce hogar o vete a saber que.
Casi me echo a reír frente a ella por la lírica de mis pensamientos, posiblemente pasados a prosa hubieran quedado bastante mas crudos y duros, pues así era realmente lo nuestro, una falacia que se enmascaraba de amor cuando en verdad lo que sus ojos reflejaban era odio.
Me retaba con cada mirada, con cada palabra sibilina que de su lengua bífida soltaba y lo mejor era que la bestia de mi interior se relamía de gozo ante la Lilith que la cazadora me mostraba en todo momento.
Ladeé la sonrisa escuchando cuanto me había echado de menos, de echo hasta perjuró haber pensado en mi con cada vampiro al que había robado su ultimo aliento.
-¿Yo amor? Claro que os he echado de menos, tanto que he tenido que buscar cazadores a los que destripar, arrancar el corazón , pues de menos echaba vuestros tortuosos latidos.
Mas no os preocupéis amor mio, en cada instante era en vos en quien pensaba -dije guiñándole un ojo con cierta diversión en mi voz.
Me relamí los labios tras dar otro trago de aquella deliciosa copa de vino, mis ojos en su boca mientras sus arrolladoras palabras volvían a desafiar a mis orbes oscurecidas.
-No me subestiméis amor, esto no es ni de lejos lo mejor que puedo hacer.
Sonreí ladeando la sonrisa sin apartar mis ojos de sus tempestades.
-¿acaso es que me echáis de menos entre vuestras piernas? ¿No me digáis que no sentís el palpitar errante en vuestro sexo cuando recordáis mis embestidas? -alcé la copa en su dirección a modo de brindis antes de apurarla de un trago.
Su cuerpo se inclinó hacia el mio para recordarme que era preso de mis palabras.
-Y dueño de mis silencios -asegure de forma mordaz -no os preocupéis amor, el barco regresará a puerto para llevaros a casa dos horas antes del alba, tiempo suficiente para llegar a mi mansión -apunté de forma triunfal dejandole muy claro que no compartiríamos lecho ni aunque me lo suplicara.
Repleté de nuevo la copa sin dejar de mirarla, aquel duelo iba mucho mas allá de las palabras, eramos incapaces de dejar de buscarnos, de hacernos daño.
-¿ un beso? ¿quieres uno ahora? -pregunté lamiendo mis labios -ven -pedí antes de echarme a reír.
La cazadora no se quedaba atrás, su sonrisa dibujada en el rostro parecía pintada por un sucubo en su cara.
Enarqué una ceja ante su siguiente pregunta ¿algo que contar?. Me encogí de hombros, tenia mucho que decir pero en el fondo poco que contar..mis problemas con la inquisición, la loba, o con mi hermano realmente no le importaban y no era mi intención aburrirla con nimiedades.
-No -sentencié finalmente dando un nuevo trago de la copa.
Me eché a reír cuando dijo que sus padres le preguntaban tanto por le anillo como por la boda, negué con cierta diversión reflejada en mi rostro como si aquello fuera un chiste malo.
-La boda será en un mes, diles a tus padres que inviten a tantas personas como gusten, por supuesto todos los gastos corren de mi cuenta.
Sobre el anillo, es sencillo, acude a la joyería de París que desees, elige la piedra mas grande y yo la pagaré ¿algún problema mas que preocupe a esa linda cabecita?
Con cierto misterio la dama se alzó de la silla alegando que olvidaba algo, mis ojso recorrieron la distancia que sus pies andaban hasta alcanzar el bolso que había sobre la cama.
De allí sacó un objeto que guardo entre sus manos a la espalda.
Queria que adivinara que era y yo me limité a sonreír ¿quería jugar?
-Soy un vampiro amor, no un adivino..sorprendeme.
Pronto una llave quedo sobre su palma. Alcé la mirada de la llave a sus ojos sin entender bien.
Tome la llave, nuestros labios estaban cerca, pues ella se había acercado para retarme de nuevo.
-¿quizás es la llave del cinturón de castidad que os vais a poner en cuanto os desposéis conmigo? -pregunté con picardia -o mejor aun..representa la llave de vuestro corazón -mis palabras sonaron tan sarcásticas que hasta sus labios se entreabrieron para acogerlas.
Cierto era que anteriormente me había hablado de que le cazador se estaba curando de las heridas, había omitido esa conversación porque no quería mostrarle hasta que punto me molestaba y algo me decía que esa llave tendría que ver con el y la casucha donde vivía.
No me extrañaría que me dijera que no se casaría conmigo porque lo haría con el y esa era la llave de su dulce hogar o vete a saber que.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Burned In The Flames Of Hell ~ Privado
Como siempre la cena pasaba entre comentarios afilados y dagas que iban de un lado a otro constantemente, buscando hacer daño, herir al otro en el trayecto. Nos retábamos con cada palabra, nos desafiábamos sin poder evitarlo y en parte era como si se hubiera convertido en rutina para ambos comportarnos de esa manera, en la que había sido desde el principio. La tregua, si es que se podía llamarlo de esa manera, apenas había durado aquella noche y ambos debíamos de olvidar lo que había pasado aunque sabía que ninguno de los dos iba a hacerlo, porque habían pasado muchas cosas en esa habitación, más que palabras, sino acciones que delataban lo que muchas veces los dos callábamos. Estábamos condenados mientras durara aquello, pero hoy esa noche pensaba cambiar las cosas a mí favor si es que todo salía como lo tenía pensado y planeado, solo quedaba buscar el momento adecuado para empezar… quería ver la cara del vampiro cuando se lo soltara.
Sonreí de lado cuando dijo que él también me había echado de menos y que como yo también había ido a por cazadores, para matarlos, y pensando en mí en cada muerte. Me tuve que reír por ello divertida por sus palabras que eran un claro ejemplo de las mías, quizás hubiera matado algún que otro cazador pero bien sabía que no era eso en lo que había gastado su tiempo las noches que no había ido a buscarme. No me importaba en absoluto lo que hiciera, no sentía nada por él así qué ¿por qué debía de importarme? La Lilith de mi interior aplaudía de forma eufórica esa información que iba a utilizar de buena mano con él, había de admitir que me había sorprendido cuando me lo habían dicho pero ¿sentir dolor? No exactamente, ¿importarme? Tampoco lo hacía, ¿celos?... me mordí el labio al pensarlo, ya estaba borrando eso de mi mente.
-Veo amor que nos hemos entretenido bastante estas noches, una pena que no nos hayamos cruzado por las calles de la ciudad para que vieras como mataba a los tuyos –dejé que rellenara la copa de nuevo notando sus ojos en mis labios que mordí a posta y luego tomé la copa para dar un trago- ¿Aún podéis hacer más, Joe? No te subestimo, solamente pregunto que es diferente amor. Poco me importa todo… esto –lo abarqué con mi mano, porque era totalmente cierto, no me gustaba tal excentricidad que a los ricos y a la alta clase les volvía locos. Nuestros ojos ahora fijos en los del otro, esa sonrisa ladeada que portaba en sus labios y la pregunta que lanzó contra mí. Egocéntrico, prepotente, altanero, soberbio, como si supiera que en verdad lo echaba de menos, como si supiera que lo necesitaba. Mordí el borde de la copa de vino, lo fulminé con la mirada ante la última pregunta como si supiera que evocar el recuerdo producía ese mismo efecto en mí cuerpo, se tomó la copa de golpe a modo de brindis y lo odié en ese momento, sus palabras produjeron ese mismo efecto como una corriente por mí cuerpo, pero intenté darle el efecto rebote- ¿Cómo tú miembro no echa de menos estar en mí interior, cálido y húmedo, en comparación con tu fría piel? Recuerdo que me rogabas porque rompiera tus palabras, como me gruñías porque te dejara entrar en mi sexo –mi tono bajó a uno más seductor mirándolo, y también levanté la copa para beberla a modo de brindis como había hecho él. Desafiándonos por completo, ladeé el rostro cuando me dijo que era dueño de sus silencios- ¿tienes algo que callar, Joe? –Pregunté dejando la copa de nuevo para luego escuchar que el barco llegaría dos horas antes del alba, y reí entre dientes- Que pasa Joe, ¿tienes miedo de dormir conmigo por lo que pueda pasarte o hacerte? Creo que la última vez no descorrí las cortinas a traición, pero tendrás que ir acostumbrándote para cuando nos casemos, ¿no? –Llenó la copa de nuevo y no hice caso ante si quería un beso o no y seguí comiendo de la cena que había para… iba a decir ambos, pero en verdad la cena era solo para mí. Le pregunté si tenía algo que contarme, le iba a dar la oportunidad de contar su secreto y ya le había dado otra oportunidad antes con si tenía algo que acallar, pero no parecía que iba a contármelo y en realidad lo entendía, un “no” rotundo fue su respuesta.
Lo miré riéndose cuando le dije lo de mis padres y su respuesta fue que podía invitar a las personas que quisiera, y que la boda sería en un mes… tenía un mes por delante antes de impedir la boda y quizás el tiempo lo acortara y lo redujera justo en aquella noche. No iba a ser yo quien invitara a nadie de eso se encargarían mis padres, pero sí me pregunté qué pasaría si me negaba a ir a comprarme un anillo de boda, él decía que podía ir a cualquier joyería y coger el anillo que más me gustara, pero no quería ponerme algo que ataría a él, ni a nadie, por el resto de mi vida. Pero parecía que al vampiro le divertía la idea y me preguntó qué más me pasaba y preocupaba por la cabeza, a lo que me recosté en la silla y lo miré de forma fija.
-¿Y si no quiero comprarme otro anillo de boda? –Pregunté para saber su respuesta, sabiendo que quizás no le gustara que le desafiara pero debía de estar ya acostumbrado a eso, a desafiarle, retarle y no dejar que obtuviera lo que quisiera. Comenté lo de Matthew y él no hizo alusión al tema ninguno, sabía que por alguna razón que desconocía como hacía mí maestro no hablaba del teman ni lo mentaba, algo que yo sí anoté mentalmente. Me levanté para ir al bolso y sacar la llave que había metido, la puse en la palma de mi mano y me acerqué al vampiro que me miraba con curiosidad en los ojos, me senté en su regazo mirándolo más de cerca y sonreí de lado dejando que adivinara lo que tenía escondido- Tenía entendido que algunos vampiros tienen poderes, sé alguno de ellos, pero si no puedes saber lo que es por lo que estoy pensando… mejor –abrí la palma dejando ver una llave, simple, normal que no encerraba mucho más. El vampiro miró la llave y subió sus ojos hacia mí sin entender nada, con mi sonrisa en los labios, cogió la llave notando su aliento contra mis labios de nuevo al estar tan cerca. Enarqué una ceja ante su primera pregunta y negué con la cabeza, sus siguientes palabras salieron mordaces y sarcásticas de sus labios que impactaron contra los míos, acogiendo su gélido aliento. Jadeé sobre sus labios pero volví a negar y sonreí sabiendo que no lo iba a adivinar- ¿Quieres saberlo, amor? –Mis labios rozaron de forma más profunda sus labios casi más parecido a un beso, mientras él tenía la llave en sus manos- Lo que una pequeña llave puede representar, ¿no estás de acuerdo? Puede tener muchos significados pero no has pensado en el verdadero, pero claro, ¿cómo ibas a pensarlo si desconoces absolutamente todo? –Reí en su cara y lo miré pasando un dedo por sus labios- No amor, lo que significa esa llave que tienes ahora en tus manos; es la libertad –él seguía sin entender y no lo culpaba, pero ah, ahora venía el golpe de gracia- La mía Joe. ¿No me dijiste una vez que estaba encerrada en una jaula, y que para ser libre tendría que pasar por ti? –Hice una pequeña pausa recordando esas palabras dichas frente a la chimenea de su mansión, en aquel salón- Al principio pensé en matarte, ya sabes, muerto el novio muerta la boda pues no hay uno sin lo otro pero… ahí es donde entras tú, amor –me reí de forma fría, divertida con aquello- ¿De verdad creías que no iba a enterarme? No te veía tan estúpido como para eso, pero has sido tú mismo quien me ha dado esta llave, tú me has dado la libertad que yo tanto estaba buscando –me levanté y me quedé de pie observándole, tono bajo y frío, mi mirada como dos dagas de hielo en sus ojos que no entendían nada- Gracias por ser tú mismo quien me abriera la puerta, porque gracias a ti ahora la boda que se supone se hará en un mes… queda anulada –sonreí de lado, y reí de forma corta- ¿No sabes de lo que hablo? De tú amiga la prostituta –escupí con tono mordaz y seco, incluso hice un mohín al decirlo- ¿Qué crees que pasará cuando mis padres lo sepan, cuando su hija vaya destrozada a casa, llorando al interpretar su mejor papel completamente destrozada al enterarse de que has contratado los servicios de una prostituta? –Ataqué y me reí negando con la cabeza- admito que la Lilith en mí interior se siente tremendamente decepcionada –chasqueé la lengua y di un paso hacia él- iba a suponer todo un desafío deshacerme de la boda pero me lo has puesto en bandeja de plata que hasta ya no tiene diversión alguna… -volví a dar otro paso- La… desfachatez con la que en una fiesta de la alta clase te fuiste con ella, os vieron Joe, ¿pensabas que el rumor no iba a llegar hasta mí? ¿Sabes en el jodido lugar que me deja eso? –Otro paso más, comenzaba a cabrearme y se notaba en el tono- Podrías haberte ido con cualquiera sin que nadie te viera, pero no, el gran Joe “soy un vampiro, ámame o témeme porque soy el maldito demonio” tenía que verlo todo el mundo ¡con una prostituta! –Otro paso más, me estaba acercando mientras el cabreo aumentaba por momentos- sé que es de clase alta y que por eso la reconocieron, al igual que también sé que está viuda… ¡mira por donde! Ahora os podéis casar perfectamente, así no tendrás que volver a rogar entre gruñidos porque te dejen follar, porque ella seguro que se presta –otro paso más, las manos cerradas en un puño y ante ese pequeño detalle… me dio asco, asco al pensar que podría habérsela tirado antes incluso de haber ido a por mí, quizás no el mismo día pero si antes… y eso me enfadó aún más- ¡yo cazando y tú follándote a prostitutas! ¡Tendría que haberte matado hundiendo la astilla en tú podrido corazón! –Y si nadie lo hubiera visto no habría habido problema, pero no pensaba que me dejara así frente a toda la alta sociedad ni que hablaran de mí familia, pese a todo era sangre de mí sangre- ¡ahora soy una prometida, ante toda la clase alta, a la que le han engañado con una puta! ¡Haberle pedido a ella que se casara contigo! –mi mano se estampó contra su rostro de forma dura, veloz y con fuerza, cabreada hasta el extremo, con la respiración de forma errática- ni se te ocurra volver a acercarte de nuevo, y mucho menos me toques –escupí en el suelo, asqueada, y me giré para coger el bolso e irme a la puerta- la boda queda anulada, y me importa una mierda lo que quieras o pienses, se acabó –abrí la puerta para salir y cerrar con un sonoro portazo recorriendo los pasillos de aquel barco de vuelta a cubierta, cabreada, enfadada hasta el extremo máximo. Cabreada con él, cabreada por cabrearme con él, como si fuera la pescadilla que se muerde la cola. Subí a cubierta dejando que el aire me despejara, recobrar la respiración apoyada en la barandilla de popa con los ojos cerrados. Se acabó, la farsa se había terminado, el fingir y todo sobre la maldita y estúpida boda, no quería volver a ver más al maldito vampiro y juraba que como se acercara esa vez, de verdad, lo mataba y lo lanzaba por la jodida y maldita borda. A la mierda todo, pero a la mierda sobre todo él.
Sonreí de lado cuando dijo que él también me había echado de menos y que como yo también había ido a por cazadores, para matarlos, y pensando en mí en cada muerte. Me tuve que reír por ello divertida por sus palabras que eran un claro ejemplo de las mías, quizás hubiera matado algún que otro cazador pero bien sabía que no era eso en lo que había gastado su tiempo las noches que no había ido a buscarme. No me importaba en absoluto lo que hiciera, no sentía nada por él así qué ¿por qué debía de importarme? La Lilith de mi interior aplaudía de forma eufórica esa información que iba a utilizar de buena mano con él, había de admitir que me había sorprendido cuando me lo habían dicho pero ¿sentir dolor? No exactamente, ¿importarme? Tampoco lo hacía, ¿celos?... me mordí el labio al pensarlo, ya estaba borrando eso de mi mente.
-Veo amor que nos hemos entretenido bastante estas noches, una pena que no nos hayamos cruzado por las calles de la ciudad para que vieras como mataba a los tuyos –dejé que rellenara la copa de nuevo notando sus ojos en mis labios que mordí a posta y luego tomé la copa para dar un trago- ¿Aún podéis hacer más, Joe? No te subestimo, solamente pregunto que es diferente amor. Poco me importa todo… esto –lo abarqué con mi mano, porque era totalmente cierto, no me gustaba tal excentricidad que a los ricos y a la alta clase les volvía locos. Nuestros ojos ahora fijos en los del otro, esa sonrisa ladeada que portaba en sus labios y la pregunta que lanzó contra mí. Egocéntrico, prepotente, altanero, soberbio, como si supiera que en verdad lo echaba de menos, como si supiera que lo necesitaba. Mordí el borde de la copa de vino, lo fulminé con la mirada ante la última pregunta como si supiera que evocar el recuerdo producía ese mismo efecto en mí cuerpo, se tomó la copa de golpe a modo de brindis y lo odié en ese momento, sus palabras produjeron ese mismo efecto como una corriente por mí cuerpo, pero intenté darle el efecto rebote- ¿Cómo tú miembro no echa de menos estar en mí interior, cálido y húmedo, en comparación con tu fría piel? Recuerdo que me rogabas porque rompiera tus palabras, como me gruñías porque te dejara entrar en mi sexo –mi tono bajó a uno más seductor mirándolo, y también levanté la copa para beberla a modo de brindis como había hecho él. Desafiándonos por completo, ladeé el rostro cuando me dijo que era dueño de sus silencios- ¿tienes algo que callar, Joe? –Pregunté dejando la copa de nuevo para luego escuchar que el barco llegaría dos horas antes del alba, y reí entre dientes- Que pasa Joe, ¿tienes miedo de dormir conmigo por lo que pueda pasarte o hacerte? Creo que la última vez no descorrí las cortinas a traición, pero tendrás que ir acostumbrándote para cuando nos casemos, ¿no? –Llenó la copa de nuevo y no hice caso ante si quería un beso o no y seguí comiendo de la cena que había para… iba a decir ambos, pero en verdad la cena era solo para mí. Le pregunté si tenía algo que contarme, le iba a dar la oportunidad de contar su secreto y ya le había dado otra oportunidad antes con si tenía algo que acallar, pero no parecía que iba a contármelo y en realidad lo entendía, un “no” rotundo fue su respuesta.
Lo miré riéndose cuando le dije lo de mis padres y su respuesta fue que podía invitar a las personas que quisiera, y que la boda sería en un mes… tenía un mes por delante antes de impedir la boda y quizás el tiempo lo acortara y lo redujera justo en aquella noche. No iba a ser yo quien invitara a nadie de eso se encargarían mis padres, pero sí me pregunté qué pasaría si me negaba a ir a comprarme un anillo de boda, él decía que podía ir a cualquier joyería y coger el anillo que más me gustara, pero no quería ponerme algo que ataría a él, ni a nadie, por el resto de mi vida. Pero parecía que al vampiro le divertía la idea y me preguntó qué más me pasaba y preocupaba por la cabeza, a lo que me recosté en la silla y lo miré de forma fija.
-¿Y si no quiero comprarme otro anillo de boda? –Pregunté para saber su respuesta, sabiendo que quizás no le gustara que le desafiara pero debía de estar ya acostumbrado a eso, a desafiarle, retarle y no dejar que obtuviera lo que quisiera. Comenté lo de Matthew y él no hizo alusión al tema ninguno, sabía que por alguna razón que desconocía como hacía mí maestro no hablaba del teman ni lo mentaba, algo que yo sí anoté mentalmente. Me levanté para ir al bolso y sacar la llave que había metido, la puse en la palma de mi mano y me acerqué al vampiro que me miraba con curiosidad en los ojos, me senté en su regazo mirándolo más de cerca y sonreí de lado dejando que adivinara lo que tenía escondido- Tenía entendido que algunos vampiros tienen poderes, sé alguno de ellos, pero si no puedes saber lo que es por lo que estoy pensando… mejor –abrí la palma dejando ver una llave, simple, normal que no encerraba mucho más. El vampiro miró la llave y subió sus ojos hacia mí sin entender nada, con mi sonrisa en los labios, cogió la llave notando su aliento contra mis labios de nuevo al estar tan cerca. Enarqué una ceja ante su primera pregunta y negué con la cabeza, sus siguientes palabras salieron mordaces y sarcásticas de sus labios que impactaron contra los míos, acogiendo su gélido aliento. Jadeé sobre sus labios pero volví a negar y sonreí sabiendo que no lo iba a adivinar- ¿Quieres saberlo, amor? –Mis labios rozaron de forma más profunda sus labios casi más parecido a un beso, mientras él tenía la llave en sus manos- Lo que una pequeña llave puede representar, ¿no estás de acuerdo? Puede tener muchos significados pero no has pensado en el verdadero, pero claro, ¿cómo ibas a pensarlo si desconoces absolutamente todo? –Reí en su cara y lo miré pasando un dedo por sus labios- No amor, lo que significa esa llave que tienes ahora en tus manos; es la libertad –él seguía sin entender y no lo culpaba, pero ah, ahora venía el golpe de gracia- La mía Joe. ¿No me dijiste una vez que estaba encerrada en una jaula, y que para ser libre tendría que pasar por ti? –Hice una pequeña pausa recordando esas palabras dichas frente a la chimenea de su mansión, en aquel salón- Al principio pensé en matarte, ya sabes, muerto el novio muerta la boda pues no hay uno sin lo otro pero… ahí es donde entras tú, amor –me reí de forma fría, divertida con aquello- ¿De verdad creías que no iba a enterarme? No te veía tan estúpido como para eso, pero has sido tú mismo quien me ha dado esta llave, tú me has dado la libertad que yo tanto estaba buscando –me levanté y me quedé de pie observándole, tono bajo y frío, mi mirada como dos dagas de hielo en sus ojos que no entendían nada- Gracias por ser tú mismo quien me abriera la puerta, porque gracias a ti ahora la boda que se supone se hará en un mes… queda anulada –sonreí de lado, y reí de forma corta- ¿No sabes de lo que hablo? De tú amiga la prostituta –escupí con tono mordaz y seco, incluso hice un mohín al decirlo- ¿Qué crees que pasará cuando mis padres lo sepan, cuando su hija vaya destrozada a casa, llorando al interpretar su mejor papel completamente destrozada al enterarse de que has contratado los servicios de una prostituta? –Ataqué y me reí negando con la cabeza- admito que la Lilith en mí interior se siente tremendamente decepcionada –chasqueé la lengua y di un paso hacia él- iba a suponer todo un desafío deshacerme de la boda pero me lo has puesto en bandeja de plata que hasta ya no tiene diversión alguna… -volví a dar otro paso- La… desfachatez con la que en una fiesta de la alta clase te fuiste con ella, os vieron Joe, ¿pensabas que el rumor no iba a llegar hasta mí? ¿Sabes en el jodido lugar que me deja eso? –Otro paso más, comenzaba a cabrearme y se notaba en el tono- Podrías haberte ido con cualquiera sin que nadie te viera, pero no, el gran Joe “soy un vampiro, ámame o témeme porque soy el maldito demonio” tenía que verlo todo el mundo ¡con una prostituta! –Otro paso más, me estaba acercando mientras el cabreo aumentaba por momentos- sé que es de clase alta y que por eso la reconocieron, al igual que también sé que está viuda… ¡mira por donde! Ahora os podéis casar perfectamente, así no tendrás que volver a rogar entre gruñidos porque te dejen follar, porque ella seguro que se presta –otro paso más, las manos cerradas en un puño y ante ese pequeño detalle… me dio asco, asco al pensar que podría habérsela tirado antes incluso de haber ido a por mí, quizás no el mismo día pero si antes… y eso me enfadó aún más- ¡yo cazando y tú follándote a prostitutas! ¡Tendría que haberte matado hundiendo la astilla en tú podrido corazón! –Y si nadie lo hubiera visto no habría habido problema, pero no pensaba que me dejara así frente a toda la alta sociedad ni que hablaran de mí familia, pese a todo era sangre de mí sangre- ¡ahora soy una prometida, ante toda la clase alta, a la que le han engañado con una puta! ¡Haberle pedido a ella que se casara contigo! –mi mano se estampó contra su rostro de forma dura, veloz y con fuerza, cabreada hasta el extremo, con la respiración de forma errática- ni se te ocurra volver a acercarte de nuevo, y mucho menos me toques –escupí en el suelo, asqueada, y me giré para coger el bolso e irme a la puerta- la boda queda anulada, y me importa una mierda lo que quieras o pienses, se acabó –abrí la puerta para salir y cerrar con un sonoro portazo recorriendo los pasillos de aquel barco de vuelta a cubierta, cabreada, enfadada hasta el extremo máximo. Cabreada con él, cabreada por cabrearme con él, como si fuera la pescadilla que se muerde la cola. Subí a cubierta dejando que el aire me despejara, recobrar la respiración apoyada en la barandilla de popa con los ojos cerrados. Se acabó, la farsa se había terminado, el fingir y todo sobre la maldita y estúpida boda, no quería volver a ver más al maldito vampiro y juraba que como se acercara esa vez, de verdad, lo mataba y lo lanzaba por la jodida y maldita borda. A la mierda todo, pero a la mierda sobre todo él.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Burned In The Flames Of Hell ~ Privado
Enarqué una ceja frente al misterio que esa llave podía representar, bailaba entre mis dedos contrastando con la satisfacción de su rostro.
Fuere lo que fuere, no me iba a gustar su significado en absoluto, claro que no iba a darle el placer de que notara un ápice de rabia en mis ojos.
“La libertad” cada vez comprendía menos lo que me decía, pues en cierto modo, yo ya me consideraba libre.
En ese momento es cuando concretó que se refería a su libertad no a la mía, y eso me hizo reír por momentos.
Ella era mía, estábamos prometidos y por mucho que quisiera deshacerse de mi, simplemente no podía, nunca había visto unos padres mas eufóricos ante la idea de que su hija se desposara.
Ladeé la sonrisa cuando dijo que en principio el plan era matarme, me relamí los labios sin dejar de mirar sus ojos pardos.
-¿y en que te ha fallado el plan amor? No me decepciones, me resultaba gracioso ver el odio reflejado en tus ojos y como de tener una estaca y poder hacerlo, saber que la hundirías en mi pecho.
Sabia que aquello iba por algún lado, claro que lo que me pilló completamente desprevenido fueron sus siguieres palabras, rozaban la satisfacción por momentos, la desesperación por otros.
Reía porque sabia que le había dado la libertad, que se lo había puesto en bandeja, no tardaría mucho el rumor en correr como la pólvora y ni siquiera seria necesario que ella le contara sumida en un fingido llanto a su padre, pues posiblemente este se enteraría incluso antes de que eso sucediese.
No iba a negar lo evidente ¿para que? Tampoco mancharía su reputación, podría hacerme la victima, tildarla de una mujer que quemó en el fuego mi caro anillo de prometida y que se acostaba con ese demente cazador ermitaño escapando cada noche por la ventana para producir dicho engaño.
De eso tampoco me costaría encontrar pruebas y en cierto modo justificaría que un hombre desesperado y locamente enamorado hubiera caído en la tentación de una mujer que le abriera las piernas.
Mi mente, trabajaba rápido, tenia seis mil años, ella solo era una niña caprichosa que creía poder vencer a la bestia.
Mis ojos se hundieron en los ajenos, mi bestia se removía por dentro rugiendo que escupiera esas palabras a su cara, que la callará y así poder gozar de nuevo de la prisión a la que la tenia sometida, mi bestia solo anhelaba sus piernas.
La rabia la devastaba, no porque albergara en mi mayor sentimiento que el odio mas profundo, si no porque frente a la sociedad seria considerada una paria.
La pobre chica a la que su marido le había puesto los cuernos, este mundo siempre perjudicaba a las mujeres y aunque yo hubiera cometido el crimen ella cargaría con la culpa, seria porque no sabia saciarme, ni tenerme contento.
Me golpeó el rostro dándome un guantazo. Me mantuve inmóvil contemplándola con los ojos rojos como el mismo fuego, en ese momento creo que quería mas que nada mi muerte, lo leía en sus ojos.
Su respiración errática golpeaba mi rostro que permanecía impasible frente a sus afiladas palabras, un “no me toques” y un “la boda queda anulada”
Se largó de allí sin darme lugar a replica, tampoco creo que le importaran mis palabras, no iba a disculparme, no cuando entre nosotros siempre quedó claro que todo era una falacia.
Lo único que podía reprocharme es que yo había sido pillado y ella en medio de ese bosque, no.
Dejé escapar el aire y subí tras ella a cubierta, era lo bueno y lo malo que tenia que estuviéramos en medio del mar, que no podía huir y me tendría que escuchar.
Me acerqué a la barandilla junto a su cuerpo y apoyé los antebrazos en esta perdiendo mi vista en el mar.
-lo solucionaré, tu nombre y apellido quedará intacto, te doy mi palabra.
Deposité en su mano la llave, cerrándola para que la aferrara, mis ojos se clavaron en su parda mirada -ahí tienes tu libertad, me has ganado, la boda queda anulada.
No quería oír otra cosa, podía castigarla con afiladas palabras, podía obligarla ensuciando su nombre para que esa boda se produjera de una u otra manera.
No me había derrotado al menos no por lo que la dama creía.
Una ultima mirada antes de dirigirme hacia el capitán y pedirle que pusiera rumbo a puerto, para bajar al camarote donde todo estaba dispuesto para una velada de ensueño.
La ultima imagen de la dama era la de su salvaje cabello ondeando la viento dejándose ver entre sus ondas el extenso firmamento.
Ladeé la sonrisa tomando la botella de vino, me dejé caer en la silla derrotado y empecé a beber ¿algo mas podía hacer?
Fuere lo que fuere, no me iba a gustar su significado en absoluto, claro que no iba a darle el placer de que notara un ápice de rabia en mis ojos.
“La libertad” cada vez comprendía menos lo que me decía, pues en cierto modo, yo ya me consideraba libre.
En ese momento es cuando concretó que se refería a su libertad no a la mía, y eso me hizo reír por momentos.
Ella era mía, estábamos prometidos y por mucho que quisiera deshacerse de mi, simplemente no podía, nunca había visto unos padres mas eufóricos ante la idea de que su hija se desposara.
Ladeé la sonrisa cuando dijo que en principio el plan era matarme, me relamí los labios sin dejar de mirar sus ojos pardos.
-¿y en que te ha fallado el plan amor? No me decepciones, me resultaba gracioso ver el odio reflejado en tus ojos y como de tener una estaca y poder hacerlo, saber que la hundirías en mi pecho.
Sabia que aquello iba por algún lado, claro que lo que me pilló completamente desprevenido fueron sus siguieres palabras, rozaban la satisfacción por momentos, la desesperación por otros.
Reía porque sabia que le había dado la libertad, que se lo había puesto en bandeja, no tardaría mucho el rumor en correr como la pólvora y ni siquiera seria necesario que ella le contara sumida en un fingido llanto a su padre, pues posiblemente este se enteraría incluso antes de que eso sucediese.
No iba a negar lo evidente ¿para que? Tampoco mancharía su reputación, podría hacerme la victima, tildarla de una mujer que quemó en el fuego mi caro anillo de prometida y que se acostaba con ese demente cazador ermitaño escapando cada noche por la ventana para producir dicho engaño.
De eso tampoco me costaría encontrar pruebas y en cierto modo justificaría que un hombre desesperado y locamente enamorado hubiera caído en la tentación de una mujer que le abriera las piernas.
Mi mente, trabajaba rápido, tenia seis mil años, ella solo era una niña caprichosa que creía poder vencer a la bestia.
Mis ojos se hundieron en los ajenos, mi bestia se removía por dentro rugiendo que escupiera esas palabras a su cara, que la callará y así poder gozar de nuevo de la prisión a la que la tenia sometida, mi bestia solo anhelaba sus piernas.
La rabia la devastaba, no porque albergara en mi mayor sentimiento que el odio mas profundo, si no porque frente a la sociedad seria considerada una paria.
La pobre chica a la que su marido le había puesto los cuernos, este mundo siempre perjudicaba a las mujeres y aunque yo hubiera cometido el crimen ella cargaría con la culpa, seria porque no sabia saciarme, ni tenerme contento.
Me golpeó el rostro dándome un guantazo. Me mantuve inmóvil contemplándola con los ojos rojos como el mismo fuego, en ese momento creo que quería mas que nada mi muerte, lo leía en sus ojos.
Su respiración errática golpeaba mi rostro que permanecía impasible frente a sus afiladas palabras, un “no me toques” y un “la boda queda anulada”
Se largó de allí sin darme lugar a replica, tampoco creo que le importaran mis palabras, no iba a disculparme, no cuando entre nosotros siempre quedó claro que todo era una falacia.
Lo único que podía reprocharme es que yo había sido pillado y ella en medio de ese bosque, no.
Dejé escapar el aire y subí tras ella a cubierta, era lo bueno y lo malo que tenia que estuviéramos en medio del mar, que no podía huir y me tendría que escuchar.
Me acerqué a la barandilla junto a su cuerpo y apoyé los antebrazos en esta perdiendo mi vista en el mar.
-lo solucionaré, tu nombre y apellido quedará intacto, te doy mi palabra.
Deposité en su mano la llave, cerrándola para que la aferrara, mis ojos se clavaron en su parda mirada -ahí tienes tu libertad, me has ganado, la boda queda anulada.
No quería oír otra cosa, podía castigarla con afiladas palabras, podía obligarla ensuciando su nombre para que esa boda se produjera de una u otra manera.
No me había derrotado al menos no por lo que la dama creía.
Una ultima mirada antes de dirigirme hacia el capitán y pedirle que pusiera rumbo a puerto, para bajar al camarote donde todo estaba dispuesto para una velada de ensueño.
La ultima imagen de la dama era la de su salvaje cabello ondeando la viento dejándose ver entre sus ondas el extenso firmamento.
Ladeé la sonrisa tomando la botella de vino, me dejé caer en la silla derrotado y empecé a beber ¿algo mas podía hacer?
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Burned In The Flames Of Hell ~ Privado
Estaba enfadada, demasiado cabreada como para pensar con claridad en esos momentos, aferraba la barandilla dejando mi cuerpo contra esta sintiendo la brisa en mi rostro revolver mi pelo. Contemplé el mar que se extendía ante mí intentando controlar la errática respiración que tenía en esos momentos, estaba real y tremendamente cabreada; cabreada con él, pero también cabreada conmigo misma por estar cabreada con él en un bucle que no parecía tener fin, donde uno empezaba y terminaba el otro y vuelta a empezar. Mis palabras podrían haber sonado a una novia despechada que se había enterado de una infidelidad, pero nada más lejos de la realidad. No sentía amor por aquel vampiro sino un tremendo odio que ahora crecía por momentos.
Porque sabía que no tardarían los rumor en esparcirse por la alta clase, de fiesta en fiesta, de boca en boca, y aunque sí que era cierto que me importaba una mierda lo que dijeran de mí puesto que nunca había hecho caso a esas cosas, sí que sabía el impacto que tendría para el apellido que ostentaba, pero sobre todo para mis padres. Mi padre había hecho mucho para mantenerse en esa clase a la que mi madre se aferraba como un clavo ardiendo, porque le encantaba todo lo que yo odiaba, y mi padre había trabajado mucho para lograr lo que tenía… y aunque sabía que sería tildada de muchas cosas a las que mis padres intentarían ponerle un fin y frenarlas, a mí no me importaba en absoluto. Pero el daño que eso recaería en mi familia… eso sí que no se lo iba a perdonar nunca al vampiro.
No porque pese a que mi padre fue el que me llevó a dicha fiesta que había hecho él, fue el maldito vampiro quien eligió sabiendo lo que pasaría en el momento en el que anunció el compromiso, ahí ligaba nuestras familias. Y aunque costara imaginarlo podría buscar abrir las piernas que quisiera todas las noches, mientras nadie se enterara y no lo pillaran, porque lo que él hacía y era descubierto recaería también sobre mí familia. Yo me había ido de caza pero nadie me había visto, ni siquiera mis propios padres sabían a lo que me dedicaba. Tampoco era tonta, sabía que él buscaría lo que yo no le diera en otras… pero no pensé que lo haría de una forma tan descarada, y con tanta desfachatez como había hecho en aquella fiesta.
Sentí la presencia del vampiro que se ponía a mí lado apoyando sus brazos sobre la barandilla tal y como estaba yo, sabía que estaba en un barco y aunque me hubiera subido a cubierta porque no quería estar cerca de él en esos momentos en el que necesitaba aire para calmarme y respirar, si él quería buscarme y decirme lo que quisiera iba a tener que escucharlo porque no me quedaba de otra. Ni siquiera lo miré, mi vista siguió fija hacia el horizonte dejando que el viento jugara con mis cabellos sin importarme nada, cabreada con él pero más conmigo por permitir llegar a tal grado, por dejar ver que en cierta forma me afectaba… y eso lo odiaba por encima de todo.
Escuché sus palabras diciendo que lo arreglaría, y más le valía que mi familia no quedara manchada por algo que él había cometido, de mí que dijeran lo que quisieran que no me importaba, pero no pensaba dejar que todo el esfuerzo de mi padre se viera manchado por algo que él había hecho… ni de coña. Pese a todo eran mis padres, su sangre fluía por mis venas, y podría no gustarme la decisión que tuvo de llevarme a aquel baile en palacio pero eso no quitaba quién era. Tomó mi mano y sentí en la palma que dejaba la llave que yo misma le había entregado y afirmó que le había ganado, que tenía mi libertad y que la boda quedaba anulada. Cerró mi mano dejando la llave encerrada y me miró con esos ojos rojos que tenía y con los cuales tenía cuando me había ido del camarote, aparté la mano de la suya como si su tacto quemara ante aquella ironía, pues su mano estaba gélida, y volví mí vista al mar sin decir nada, todo lo que tenía que decir ya lo había dicho. Se fue dejándome sola y abrí la mano para contemplar la llave, llave que lancé lejos para ver como se hundía en el ancho y basto mar.
La noche que volví antes de lo previsto de aquella “cita” mis padres me miraron sorprendidos y yo puse mi mejor máscara alegando que le había surgido un imprevisto de trabajo y que habíamos tenido que cancelar los planes, al menos coló porque no pensaba decirles la verdad, dejaría que el vampiro lo solucionase ya que me negaba a darles la noticia, siempre podía inventarme algo para cancelar la boda que no fuera porque le habían visto acompañado salir de la fiesta con una prostituta… eso supondría decirles lo expuestos que estábamos y no iba a poner ese peso que no les pertenecía sobre sus hombros. Callé y si el vampiro no tomaba medidas, y me iba a cerciorar de saber si las tomaba, sería yo quien cerrara de mala manera aquel capítulo.
Los dos días siguientes que sucedieron a ese no fueron mejores en ninguno de los sentidos, por la mañana me encontraba con un Matthew que aunque ya estaba del todo recuperado me esquivaba en ciertos sentidos y el primer día lo dejé pasar sin querer preguntarle nada. Llevaba dos días en que nada me saciaba, todo era demasiado aburrido y monótono como si nada consiguiera activarme, sin retos, sin desafíos… sin nada que me produjera algo de emoción alguna, ni sacara lo peor de mí incluso en las cacerías… y eso me cabreó todavía mucho más porque sabía el jodido motivo de ello. Nadie estaba a la altura de plantarse ante esa Lilith interna que tenía y que me pedía por algo que no podía darle, dejándome con un vacío que no quería ni admitir, ni mucho menos reconocer.
Ese segundo día antes de que el sol se pusiera por la noche y cuando ya estaba a punto de volver a escaparme para ir de caza, en un intento porque aquello llenara algo y me diera algo de emoción, fue cuando escuché una conversación de mis padres en la que él le decía a mi madre que no se preocupara, que con la boda conseguirían solventar los problemas económicos que tenían, y yo me mordí el labio apretando mis puños con fuerza porque eso no iba a pasar. Salí de casa cabreada en dirección a la cabaña para ver si Matthew venía conmigo y al llegar me encontré la misma actitud que tenía desde el día en que el vampiro había ido a la cabaña.
Estaba harta de que me esquivara, me diera rodeos y no hablara con propiedad, así que perdí la templanza –si es que alguna vez había tenido de eso- y le exigí que me dijera lo que le pasaba, cabreada con él por sus formas de actuar. No me dijo nada en respuesta solo me acercó a él, me abrazó y me besó. El hombre que me había salvado hacía tantos años de un vampiro, que luego fue mi maestro y el que fue alguna vez mi amor platónico me estaba besando. Debía de admitir que la niña que antaño era aplaudió en mí interior por aquello, la mujer que era ahora aunque correspondí al beso hizo que me apartara… de haber sido unos años atrás habría caído rendida a sus pies. Lo quería pero no de la forma que él quería, sentía admiración por su persona y aunque siempre había deseado probar sus labios ahora más bien parecía que lo hacía como si me reclamara en propiedad, y no fue algo que me gustara en absoluto.
Me aparté de él cabreada con aquello porque más que hacerlo porque sentía algo parecía reclamarme como suya, y yo no era de nadie. Me alejé hacia donde tenía las armas y sin decirle nada cogí lo que necesitaba, esa noche era luna llena, quizás los lobos me dieran lo que necesitaba y estaba buscando. Vestida de negro, con pantalón de cuero negro, una espada en la espalda camuflada bajo una chaqueta, dagas de plata, un látigo y como no estacas por lo que pudiera pasar… y me lancé de lleno a las calles de la ciudad en busca de lobos que no pudieran evitar transformarse, y en busca de desafíos y retos que consiguieran despertarme.
Al final en una de la zonas abandonadas de la ciudad encontré a dos licántropos que habían en la zona, ellos se llevarían todo mi odio y mis frustraciones, porque ¿qué eran dos licántropos? Nada. Estos me miraron y el olor a plata de las dagas no les gustó en absoluto, gruñeron en mi dirección y yo esperé a que se acercaran no sin antes quitarme el abrigo dejándolo caer al suelo, vino el primero al que no dudé en sacar el látigo y rodear su cuello con fuerza tirando en mi dirección, trastabilló al tirar del látigo cayendo cerca de mis pies y ni me lo pensé, la daga de plata se hundió en su corazón acabando con su vida, clavando la daga varias veces hasta que estuve satisfecha. Me levanté dejando la daga en el corazón, manchada la ropa y parte de la cara con sangre y saqué la espada mirándolo de forma fija, no tardó en venir gruñendo por la muerte del otro y yo no pude esquivar el primer golpe que me dio y que me hizo estampar contra la pared.
Me levanté con agilidad y de prisa porque ya venía hacía mí y así emprendimos una lucha donde aquel licántropo era mucho más ágil, grande y fuerte que el otro, quizás el otro apenas había empezado y por eso había sido tan fácil y rápido de matar, aquel me estaba dando muchos problemas. Sus fauces me habían rozado un par de veces y yo conseguí darle con la espada pero también meros roces, hubo un momento en el que caí al suelo boca arriba y el lobo se lanzó hacia mí, lo único que pude hacer para que sus colmillos no me apresaran fue interponer la espada que quedó de canto contra su boca, el no cerraba porque se clavaría el borde de la espada en la boca, y yo intentaba alejarla de mí todo lo que podía. Sus ojos mie miraban brillando en la oscuridad y quería matarme, iba a descuartizarme por lo que yo había hecho.
No lo vi venir y una de sus zarpas se hundió con fuerza en mi costado, haciendo que un grito saliera de mis labios notando sus uñas en el costado, dolía y quemaba al mismo tiempo, mientras me seguía gruñendo con la espada entre sus fauces ganando algo de centímetros hacia mi rostro que yo intentaba evitar a toda costa. Movió la zarpa que tenía en mi costado y me mordí el labio haciéndome sangre para no gritarle y no darle el lujo, pero vi entonces como levantaba la otra zarpa, dejándome ver cómo la abría mostrándome sus afiladas uñas sabiendo qué iba a hacerme, como si quisiera saber lo que me esperaba. No tenía más opción, llevé una de mis manos al cinto, saqué la otra daga y la hundí antes de que él hundiera sus zarpas en mi cuerpo en su cuello, aquello no lo mataría pero la plata le quemaría como el mismo infierno, y era lo que buscaba. Aun con la daga en su cuello se apartó de la espada, pero no sin antes morder la muñeca que la sujetaba de manera que casi la partía aunque no pudo apretar del todo, porque moví la daga y la volví a hincar en su carne con saña.
Se alejó retirándose y retirando su zarpa de mi costado alejándose un poco mientras aullaba de dolor por la quemazón e intentaba quitarse la daga del cuello, cogí aire notando que el costado me dolía demasiado y me levanté poco a poco, apoyé la punta de la espada en el suelo y me ayudé de eso para alzarme. Llevé la mano al costado y se llenó de sangre enseguida, era una herida profunda y había desgarrado parte de la carne al retirarse. Respiré con dificultad sabiendo que la pérdida de sangre iba a menguar mis fuerzas dentro de poco si no terminaba rápido, aferré la espada con fuerza con la mano buena porque la otra muñeca me dolía horrores y no podía coger peso, casi me la partía y sentía que se adormecía, como si pequeñas agujas se clavaran en la zona... porque o moría él, o moría yo en aquel asalto final. Uno de los dos acabaría en el infierno, y podía jurar que no sería yo quien lo hiciera.
Porque sabía que no tardarían los rumor en esparcirse por la alta clase, de fiesta en fiesta, de boca en boca, y aunque sí que era cierto que me importaba una mierda lo que dijeran de mí puesto que nunca había hecho caso a esas cosas, sí que sabía el impacto que tendría para el apellido que ostentaba, pero sobre todo para mis padres. Mi padre había hecho mucho para mantenerse en esa clase a la que mi madre se aferraba como un clavo ardiendo, porque le encantaba todo lo que yo odiaba, y mi padre había trabajado mucho para lograr lo que tenía… y aunque sabía que sería tildada de muchas cosas a las que mis padres intentarían ponerle un fin y frenarlas, a mí no me importaba en absoluto. Pero el daño que eso recaería en mi familia… eso sí que no se lo iba a perdonar nunca al vampiro.
No porque pese a que mi padre fue el que me llevó a dicha fiesta que había hecho él, fue el maldito vampiro quien eligió sabiendo lo que pasaría en el momento en el que anunció el compromiso, ahí ligaba nuestras familias. Y aunque costara imaginarlo podría buscar abrir las piernas que quisiera todas las noches, mientras nadie se enterara y no lo pillaran, porque lo que él hacía y era descubierto recaería también sobre mí familia. Yo me había ido de caza pero nadie me había visto, ni siquiera mis propios padres sabían a lo que me dedicaba. Tampoco era tonta, sabía que él buscaría lo que yo no le diera en otras… pero no pensé que lo haría de una forma tan descarada, y con tanta desfachatez como había hecho en aquella fiesta.
Sentí la presencia del vampiro que se ponía a mí lado apoyando sus brazos sobre la barandilla tal y como estaba yo, sabía que estaba en un barco y aunque me hubiera subido a cubierta porque no quería estar cerca de él en esos momentos en el que necesitaba aire para calmarme y respirar, si él quería buscarme y decirme lo que quisiera iba a tener que escucharlo porque no me quedaba de otra. Ni siquiera lo miré, mi vista siguió fija hacia el horizonte dejando que el viento jugara con mis cabellos sin importarme nada, cabreada con él pero más conmigo por permitir llegar a tal grado, por dejar ver que en cierta forma me afectaba… y eso lo odiaba por encima de todo.
Escuché sus palabras diciendo que lo arreglaría, y más le valía que mi familia no quedara manchada por algo que él había cometido, de mí que dijeran lo que quisieran que no me importaba, pero no pensaba dejar que todo el esfuerzo de mi padre se viera manchado por algo que él había hecho… ni de coña. Pese a todo eran mis padres, su sangre fluía por mis venas, y podría no gustarme la decisión que tuvo de llevarme a aquel baile en palacio pero eso no quitaba quién era. Tomó mi mano y sentí en la palma que dejaba la llave que yo misma le había entregado y afirmó que le había ganado, que tenía mi libertad y que la boda quedaba anulada. Cerró mi mano dejando la llave encerrada y me miró con esos ojos rojos que tenía y con los cuales tenía cuando me había ido del camarote, aparté la mano de la suya como si su tacto quemara ante aquella ironía, pues su mano estaba gélida, y volví mí vista al mar sin decir nada, todo lo que tenía que decir ya lo había dicho. Se fue dejándome sola y abrí la mano para contemplar la llave, llave que lancé lejos para ver como se hundía en el ancho y basto mar.
La noche que volví antes de lo previsto de aquella “cita” mis padres me miraron sorprendidos y yo puse mi mejor máscara alegando que le había surgido un imprevisto de trabajo y que habíamos tenido que cancelar los planes, al menos coló porque no pensaba decirles la verdad, dejaría que el vampiro lo solucionase ya que me negaba a darles la noticia, siempre podía inventarme algo para cancelar la boda que no fuera porque le habían visto acompañado salir de la fiesta con una prostituta… eso supondría decirles lo expuestos que estábamos y no iba a poner ese peso que no les pertenecía sobre sus hombros. Callé y si el vampiro no tomaba medidas, y me iba a cerciorar de saber si las tomaba, sería yo quien cerrara de mala manera aquel capítulo.
Los dos días siguientes que sucedieron a ese no fueron mejores en ninguno de los sentidos, por la mañana me encontraba con un Matthew que aunque ya estaba del todo recuperado me esquivaba en ciertos sentidos y el primer día lo dejé pasar sin querer preguntarle nada. Llevaba dos días en que nada me saciaba, todo era demasiado aburrido y monótono como si nada consiguiera activarme, sin retos, sin desafíos… sin nada que me produjera algo de emoción alguna, ni sacara lo peor de mí incluso en las cacerías… y eso me cabreó todavía mucho más porque sabía el jodido motivo de ello. Nadie estaba a la altura de plantarse ante esa Lilith interna que tenía y que me pedía por algo que no podía darle, dejándome con un vacío que no quería ni admitir, ni mucho menos reconocer.
Ese segundo día antes de que el sol se pusiera por la noche y cuando ya estaba a punto de volver a escaparme para ir de caza, en un intento porque aquello llenara algo y me diera algo de emoción, fue cuando escuché una conversación de mis padres en la que él le decía a mi madre que no se preocupara, que con la boda conseguirían solventar los problemas económicos que tenían, y yo me mordí el labio apretando mis puños con fuerza porque eso no iba a pasar. Salí de casa cabreada en dirección a la cabaña para ver si Matthew venía conmigo y al llegar me encontré la misma actitud que tenía desde el día en que el vampiro había ido a la cabaña.
Estaba harta de que me esquivara, me diera rodeos y no hablara con propiedad, así que perdí la templanza –si es que alguna vez había tenido de eso- y le exigí que me dijera lo que le pasaba, cabreada con él por sus formas de actuar. No me dijo nada en respuesta solo me acercó a él, me abrazó y me besó. El hombre que me había salvado hacía tantos años de un vampiro, que luego fue mi maestro y el que fue alguna vez mi amor platónico me estaba besando. Debía de admitir que la niña que antaño era aplaudió en mí interior por aquello, la mujer que era ahora aunque correspondí al beso hizo que me apartara… de haber sido unos años atrás habría caído rendida a sus pies. Lo quería pero no de la forma que él quería, sentía admiración por su persona y aunque siempre había deseado probar sus labios ahora más bien parecía que lo hacía como si me reclamara en propiedad, y no fue algo que me gustara en absoluto.
Me aparté de él cabreada con aquello porque más que hacerlo porque sentía algo parecía reclamarme como suya, y yo no era de nadie. Me alejé hacia donde tenía las armas y sin decirle nada cogí lo que necesitaba, esa noche era luna llena, quizás los lobos me dieran lo que necesitaba y estaba buscando. Vestida de negro, con pantalón de cuero negro, una espada en la espalda camuflada bajo una chaqueta, dagas de plata, un látigo y como no estacas por lo que pudiera pasar… y me lancé de lleno a las calles de la ciudad en busca de lobos que no pudieran evitar transformarse, y en busca de desafíos y retos que consiguieran despertarme.
Al final en una de la zonas abandonadas de la ciudad encontré a dos licántropos que habían en la zona, ellos se llevarían todo mi odio y mis frustraciones, porque ¿qué eran dos licántropos? Nada. Estos me miraron y el olor a plata de las dagas no les gustó en absoluto, gruñeron en mi dirección y yo esperé a que se acercaran no sin antes quitarme el abrigo dejándolo caer al suelo, vino el primero al que no dudé en sacar el látigo y rodear su cuello con fuerza tirando en mi dirección, trastabilló al tirar del látigo cayendo cerca de mis pies y ni me lo pensé, la daga de plata se hundió en su corazón acabando con su vida, clavando la daga varias veces hasta que estuve satisfecha. Me levanté dejando la daga en el corazón, manchada la ropa y parte de la cara con sangre y saqué la espada mirándolo de forma fija, no tardó en venir gruñendo por la muerte del otro y yo no pude esquivar el primer golpe que me dio y que me hizo estampar contra la pared.
Me levanté con agilidad y de prisa porque ya venía hacía mí y así emprendimos una lucha donde aquel licántropo era mucho más ágil, grande y fuerte que el otro, quizás el otro apenas había empezado y por eso había sido tan fácil y rápido de matar, aquel me estaba dando muchos problemas. Sus fauces me habían rozado un par de veces y yo conseguí darle con la espada pero también meros roces, hubo un momento en el que caí al suelo boca arriba y el lobo se lanzó hacia mí, lo único que pude hacer para que sus colmillos no me apresaran fue interponer la espada que quedó de canto contra su boca, el no cerraba porque se clavaría el borde de la espada en la boca, y yo intentaba alejarla de mí todo lo que podía. Sus ojos mie miraban brillando en la oscuridad y quería matarme, iba a descuartizarme por lo que yo había hecho.
No lo vi venir y una de sus zarpas se hundió con fuerza en mi costado, haciendo que un grito saliera de mis labios notando sus uñas en el costado, dolía y quemaba al mismo tiempo, mientras me seguía gruñendo con la espada entre sus fauces ganando algo de centímetros hacia mi rostro que yo intentaba evitar a toda costa. Movió la zarpa que tenía en mi costado y me mordí el labio haciéndome sangre para no gritarle y no darle el lujo, pero vi entonces como levantaba la otra zarpa, dejándome ver cómo la abría mostrándome sus afiladas uñas sabiendo qué iba a hacerme, como si quisiera saber lo que me esperaba. No tenía más opción, llevé una de mis manos al cinto, saqué la otra daga y la hundí antes de que él hundiera sus zarpas en mi cuerpo en su cuello, aquello no lo mataría pero la plata le quemaría como el mismo infierno, y era lo que buscaba. Aun con la daga en su cuello se apartó de la espada, pero no sin antes morder la muñeca que la sujetaba de manera que casi la partía aunque no pudo apretar del todo, porque moví la daga y la volví a hincar en su carne con saña.
Se alejó retirándose y retirando su zarpa de mi costado alejándose un poco mientras aullaba de dolor por la quemazón e intentaba quitarse la daga del cuello, cogí aire notando que el costado me dolía demasiado y me levanté poco a poco, apoyé la punta de la espada en el suelo y me ayudé de eso para alzarme. Llevé la mano al costado y se llenó de sangre enseguida, era una herida profunda y había desgarrado parte de la carne al retirarse. Respiré con dificultad sabiendo que la pérdida de sangre iba a menguar mis fuerzas dentro de poco si no terminaba rápido, aferré la espada con fuerza con la mano buena porque la otra muñeca me dolía horrores y no podía coger peso, casi me la partía y sentía que se adormecía, como si pequeñas agujas se clavaran en la zona... porque o moría él, o moría yo en aquel asalto final. Uno de los dos acabaría en el infierno, y podía jurar que no sería yo quien lo hiciera.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Burned In The Flames Of Hell ~ Privado
Habían trascurrido días desde que Lilith y yo habíamos compartido nuestra ultima cena, al igual que el cristo redentor yo había cedido mi propio bienestar por un bien mayor.
Podría haberla obligado ,es mas, podría haberle dado la vuelta a todo aquello de un modo tan descarado que cuando Dan hubiera buscado lo que le quedaba de reputación, solo seria una mujer señalada por todos, la infiel que había llevado a su futuro marido a vengarse entre las piernas de una furcia.
Le dije que me ocuparía de todo y así fue, no me costó demasiado mover los hilos suficientes como para que aquellos presentes a la fiesta aquel día en el que me vieron abandonarla con la viuda de seda, olvidaran aquel suceso, es mas otro recuerdo sustituyó ese, en el que solo fui gentil y galante acompañando a la pobre dama llorosa a su coche para que pusiera rumbo a su hogar.
Por supuesto tras eso, siguieron viéndome en la fiesta hablando de lo feliz que me hacia mi prometida.
Era fiel a mi palabra, esclavo de estas y dueño de mis silencio, como una vez le dije nunca faltaría a esta.
Y esa misma palabra le había otorgado la libertad, mi bestia interior estaba rabiosa, tanto que parecía haberme declarado la guerra. Como si dos personalidades ocuparan ahora mi cuerpo, una me obligaba a seguir a mi prometida, a observarla, a como si fuera un depredador hambriento rastrear cada huella, espiarla entre la maleza.
Nunca me sentí mas demente que dejándome sucumbir por la bestia.
La otra parte, la mas humana se sentía abatida, enfadado conmigo mismo por estar de ese modo, era como si se rindiera a mi parte despiadada regalandole el manejo de un cuerpo que ya no controlaba.
La bestia acechó aquella noche a mi ex prometida, sus ojos burdeos resaltaban en mi cuerpo y el resto apenas era una marioneta sin hilos guiada por el diablo hambriento del abismo.
Mi ladeada sonrisa complacida por poder olerla desde la distancia, admirar como su pelo ondeaba movido por el viento con cada movimiento, aunque lo que mas placer me daba era saber que su corazón palpitaba furioso, tanto como el mio, como si Lilith me buscara y yo la llamará desde el infierno.
Podía engañarse a si misma, mas no a mi, ella estaba hecha para mi, no para amarme, si no para odiarme y en ese bello sentimiento residía nuestro entendimiento.
Su primera parada, la cabaña de ese humano ermitaño que no le llegaba ni a la suela del zapato, un hombre que la deseaba en silencio y al que con gusto le hubiera arrancado su palpitante corazón solo por darme el gusto.
Gruñí cuando sus labios acortaron la distancia hasta aquello que yo poseía, era mía, y poco me importaba si la dama lo negaba, pues lo era.
Prueba de ello fue que lo aparto, estaba furiosa porque en el fondo fueron mis labios lo que extrañó, podía disfrazarlo, pero la verdad solo tenia un camino, el mio.
Salio de allí enfadada, ofuscada, pero ¿acaso no era así como había llegado? Conocía esa sensación, la de que nada te sacia, la de que necesitas algo que te saque de tu monótona vida y posiblemente hasta que me conoció la vida de esa dama no debía de resultarle tediosa para nada, claro que ...¿como volver al cielo tras haber bailado un vals en el infierno?
Me relamí de puro placer al darme cuenta de que como una polilla acabaría regresando a mi luz, era cuestión de tiempo que nuestras miradas se encontraran y el apocalipsis estallara pues ¿que es Lilith si no caos?
Mi desafiante criatura ahora buscaba el placer en la caza dos licantropos salieron a su paso mientras yo admiraba una lucha mas que desequilibrada. Pude intervenir antes, no permitir ni siquiera que rozaran la inmaculada piel de mi ángel de negras alas, mas vi tanta belleza, rabia en sus movimientos que tuve que admirar impasible como la sangre mancillaba su piel canela.
Me relamí acallando al pobre humano que rugía en mi interior por detener aquello, mas yo sabia que cuanto mas débil estuviera ella, mas pronto se rendiría.
Solo cuando llegó la hora del ultimo asalto, uno que acabaría con ella pues ni siquiera era capaz de mantener el acero en alto, aparecí en escena de la forma mas macabra jamas imaginada.
Caí de un saltó frente al licantropo que en su dirección corría, mis ojos burdeos se centraron en Lilith, mis dedos en la yugular de la bestia y de un tirón, todo su cuello explotó, su cabeza colgaba en una imagen bastante gore para la frágil mente de una humana y el cuerpo se desmoronó a mis pies como un felpudo.
Podía ver a Lilith relamerse en el interior de esa humana, nuestras bestias jugaban hambrientas mientras nuestros cuerpos eran simples marionetas en manos del titiritero.
Antes de que los pies de Dan trastabillaran mi raudo movimiento colocó el brazo en su cintura, estaba débil, desangrándose, y nuestros alientos impactaron furiosos buscando ser aplacados por el otro.
-Te tengo -susurre acariciando su boca antes de alzarla en volandas -¿me has echado de menos amor?
Mi nariz rozó la suya en una muda caricia cargada de promesas.
-Dado que he solucionado tu gran problema, ese pequeño detalle de la reputación de tu familia, no veo motivo para cancelar la boda...¿acaso eso no enturbiaría también el apellido del que haces gala? -mi bestia hablaba con la voz ronca como la noche, ojos burdeos contra unos brillantes pardos - ¿no queremos que la clase alta pueda tildar a ti y a tu familia de cualquier cosa verdad? Ya sabes como son, si anulo la boda pensaran que me habéis tenido desatendido, insatisfecho, es mas...¿que sera de vuestros amados padres y su ruina?
Mi mano contra su piel, herida que sangraba a borbotones, demasiado como para ser frenada con facilidad.
-No quiero quedarme sin prometida asi que ¿que me dices..te llevo a un lugar donde te pueda coser o te doy algo mas...ummmm...? -ladeé la sonrisa de forma perturbadora sin aparatar mis desafiantes ojos -por cierto, te he echado de menos Lilith.
Podría haberla obligado ,es mas, podría haberle dado la vuelta a todo aquello de un modo tan descarado que cuando Dan hubiera buscado lo que le quedaba de reputación, solo seria una mujer señalada por todos, la infiel que había llevado a su futuro marido a vengarse entre las piernas de una furcia.
Le dije que me ocuparía de todo y así fue, no me costó demasiado mover los hilos suficientes como para que aquellos presentes a la fiesta aquel día en el que me vieron abandonarla con la viuda de seda, olvidaran aquel suceso, es mas otro recuerdo sustituyó ese, en el que solo fui gentil y galante acompañando a la pobre dama llorosa a su coche para que pusiera rumbo a su hogar.
Por supuesto tras eso, siguieron viéndome en la fiesta hablando de lo feliz que me hacia mi prometida.
Era fiel a mi palabra, esclavo de estas y dueño de mis silencio, como una vez le dije nunca faltaría a esta.
Y esa misma palabra le había otorgado la libertad, mi bestia interior estaba rabiosa, tanto que parecía haberme declarado la guerra. Como si dos personalidades ocuparan ahora mi cuerpo, una me obligaba a seguir a mi prometida, a observarla, a como si fuera un depredador hambriento rastrear cada huella, espiarla entre la maleza.
Nunca me sentí mas demente que dejándome sucumbir por la bestia.
La otra parte, la mas humana se sentía abatida, enfadado conmigo mismo por estar de ese modo, era como si se rindiera a mi parte despiadada regalandole el manejo de un cuerpo que ya no controlaba.
La bestia acechó aquella noche a mi ex prometida, sus ojos burdeos resaltaban en mi cuerpo y el resto apenas era una marioneta sin hilos guiada por el diablo hambriento del abismo.
Mi ladeada sonrisa complacida por poder olerla desde la distancia, admirar como su pelo ondeaba movido por el viento con cada movimiento, aunque lo que mas placer me daba era saber que su corazón palpitaba furioso, tanto como el mio, como si Lilith me buscara y yo la llamará desde el infierno.
Podía engañarse a si misma, mas no a mi, ella estaba hecha para mi, no para amarme, si no para odiarme y en ese bello sentimiento residía nuestro entendimiento.
Su primera parada, la cabaña de ese humano ermitaño que no le llegaba ni a la suela del zapato, un hombre que la deseaba en silencio y al que con gusto le hubiera arrancado su palpitante corazón solo por darme el gusto.
Gruñí cuando sus labios acortaron la distancia hasta aquello que yo poseía, era mía, y poco me importaba si la dama lo negaba, pues lo era.
Prueba de ello fue que lo aparto, estaba furiosa porque en el fondo fueron mis labios lo que extrañó, podía disfrazarlo, pero la verdad solo tenia un camino, el mio.
Salio de allí enfadada, ofuscada, pero ¿acaso no era así como había llegado? Conocía esa sensación, la de que nada te sacia, la de que necesitas algo que te saque de tu monótona vida y posiblemente hasta que me conoció la vida de esa dama no debía de resultarle tediosa para nada, claro que ...¿como volver al cielo tras haber bailado un vals en el infierno?
Me relamí de puro placer al darme cuenta de que como una polilla acabaría regresando a mi luz, era cuestión de tiempo que nuestras miradas se encontraran y el apocalipsis estallara pues ¿que es Lilith si no caos?
Mi desafiante criatura ahora buscaba el placer en la caza dos licantropos salieron a su paso mientras yo admiraba una lucha mas que desequilibrada. Pude intervenir antes, no permitir ni siquiera que rozaran la inmaculada piel de mi ángel de negras alas, mas vi tanta belleza, rabia en sus movimientos que tuve que admirar impasible como la sangre mancillaba su piel canela.
Me relamí acallando al pobre humano que rugía en mi interior por detener aquello, mas yo sabia que cuanto mas débil estuviera ella, mas pronto se rendiría.
Solo cuando llegó la hora del ultimo asalto, uno que acabaría con ella pues ni siquiera era capaz de mantener el acero en alto, aparecí en escena de la forma mas macabra jamas imaginada.
Caí de un saltó frente al licantropo que en su dirección corría, mis ojos burdeos se centraron en Lilith, mis dedos en la yugular de la bestia y de un tirón, todo su cuello explotó, su cabeza colgaba en una imagen bastante gore para la frágil mente de una humana y el cuerpo se desmoronó a mis pies como un felpudo.
Podía ver a Lilith relamerse en el interior de esa humana, nuestras bestias jugaban hambrientas mientras nuestros cuerpos eran simples marionetas en manos del titiritero.
Antes de que los pies de Dan trastabillaran mi raudo movimiento colocó el brazo en su cintura, estaba débil, desangrándose, y nuestros alientos impactaron furiosos buscando ser aplacados por el otro.
-Te tengo -susurre acariciando su boca antes de alzarla en volandas -¿me has echado de menos amor?
Mi nariz rozó la suya en una muda caricia cargada de promesas.
-Dado que he solucionado tu gran problema, ese pequeño detalle de la reputación de tu familia, no veo motivo para cancelar la boda...¿acaso eso no enturbiaría también el apellido del que haces gala? -mi bestia hablaba con la voz ronca como la noche, ojos burdeos contra unos brillantes pardos - ¿no queremos que la clase alta pueda tildar a ti y a tu familia de cualquier cosa verdad? Ya sabes como son, si anulo la boda pensaran que me habéis tenido desatendido, insatisfecho, es mas...¿que sera de vuestros amados padres y su ruina?
Mi mano contra su piel, herida que sangraba a borbotones, demasiado como para ser frenada con facilidad.
-No quiero quedarme sin prometida asi que ¿que me dices..te llevo a un lugar donde te pueda coser o te doy algo mas...ummmm...? -ladeé la sonrisa de forma perturbadora sin aparatar mis desafiantes ojos -por cierto, te he echado de menos Lilith.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Burned In The Flames Of Hell ~ Privado
Estaba algo cansada de aquella lucha, el primer licántropo no me había ofrecido problema alguno y había caído con bastante facilidad en el que no me costó demasiado acabar con su vida, sin embargo el otro me había presentado batalla y en cierta manera era lo que estaba buscando; desafíos, retos, clamar y llenar el vacío que sentía en mí interior y que no se llenaba con nada, nada me saciaba lo suficiente para quitar el estado en el que me encontraba en ese momento. Un estado que ya perduraba dos días y que por más que había hecho no había podido dar con la clave para volver a sentir algo. No todos, ni todo, era suficiente para plantarse ante la Lilith y que la saciara por completo, nada me hacía querer desatar el Infierno ante mis pies y era eso lo que estaba necesitando en ese momento… que alguien la saciara de alguna forma.
El lobo me estaba presentando una ardua batalla en la que quería descuartizarme por lo que le había hecho a su compañero, podía ver la rabia y el odio que habitaba en su mirada y que me dedicaba, pero incluso así, con la dificultad de la batalla, las heridas que me había hecho y sobre todo esa del costado que quemaba y dolía horrores… me seguía sintiendo vacía. Como si me faltara algo, algo que mi Lilith interna sabía de lo que se trataba y que me pedía a gritos… algo a lo que yo me negaba en rotundo y que ni siquiera quería ni reconocer, porque sería darle un “poder” a ese maldito demonio que no iba a concederle, de hecho, es que no quería volver a verlo aunque una parte de mí me pedía todo lo contrario.
Sabía dónde vivía, no sería demasiado difícil acercarme a su mansión y colarme como había hecho la primera noche cuando volví de escaparme, porque sin duda alguna ese demonio era el único capaz de llenar y saciar lo que llevaba dentro, por un lado la parte humana y cazadora se negaba en rotundo en volver a él, la otra mucho más oscura, infernal y diabólica me pedía que la saciara de alguna forma. Primero debía de terminar con aquella lucha que yo misma había empezado, terminar con el licántropo que tenía frente a mí que aullaba al notar la daga de plata en su cuello, mientras yo me mantenía como podía aferrando la espada como podía mientras esperaba a que se abalanzara de nuevo en el último acto, donde uno de los dos acabaría muerto y en el infierno, y ya sabía que yo lo mandaría directa hacia ese lugar.
Me preparé notando la sangre cálida que brotaba de la herida de sus garras, la más preocupante de todas en realidad, lanzó un gruñido en mi dirección echando a correr hacia mí cuando de la nada sin esperarlo siquiera una figura cayó delante de mí a unos pasos, interponiéndose en el camino del licántropo… y unos ojos burdeos se centraron en los míos. Ojos que reconocí nada más pusieron su vista en los míos, los ojos del vampiro que hacía días que no veía, los ojos no solo del vampiro, sino del demonio que la Lilith quería que buscara para saciarse… y ahí estaba. Como si fuera un demonio procedente del mismo averno su mano se fue a la yugular del licántropo, y tan solo le bastó un tirón para que el cuello explotara y como si fuera a cámara lenta viera la sangre que manchaba todo a su paso, manchando al vampiro que impasible no apartaba la mirada de mí como si aquel licántropo fuera un mero cachorro que no revestía peligro alguno.
La escena era totalmente macabra y gótica, con la sangre esparciéndose por el lugar y la cabeza del lobo que quedó colgando sobre su cuerpo que no tardó ni dos segundos en caer frente al vampiro inerte, de un plumazo. Mis ojos contemplaron la escena sin pasar ningún detalle por alto, pero fue Lilith quien se relamía en mi interior maravillada por la escena, completamente eufórica y pidiendo mucho más que aquel simple juego que el vampiro había hecho, como si estuviera hambrienta y le pidiera mucho más al demonio que habitaba en el vampiro. Como si los dos, de alguna manera, estuvieran conectados y supieran exactamente qué era lo que querían del otro, lo que necesitaban y ansiaban… como si nosotros, Dan la humana, y Joe el vampiro fueran simple marionetas dirigidas por sus actos.
Apoyé la punta de la espalda en el suelo como punto de apoyo, pero la herida de la muñeca me dolía y la herida del costado no dejaba de sangrar, me encontraba débil y si había algo que odiaba más que nada era que aquel vampiro me viera débil frente a sus ojos… pero no pude evitarlo, iba a caer por la falta de fuerzas y tal y como había pasado en la piscina su cuerpo se pegó al mío y rodeó mi cintura con su brazo no permitiendo que cayera impactando de nuevo nuestros alientos después de aquellos días separados. Un “te tengo” susurrado contra mis labios antes de alzarme en volandas y una pregunta lanzada sin apartar sus ojos de los míos. Quise negarme, refutarle y mentirle para desafiarle como siempre hacía…
-No… -dije, pero no lo suficientemente convencida como para que viera que era verdad, se notaba de lejos que mí “no” era una burda mentira, pero en aquel momento no quería darle esa victoria aunque con mí “no” ya se la había dado. Su nariz rozó la mía y mis ojos lo miraron de forma fija, sin saber por qué lo hacía, sin saber por qué estaba allí- ¿me has estado siguiendo, demonio? –Pregunté para luego escuchar sus palabras, decía que había arreglado el problema y que no veía motivo para cancelar la boda, que eso supondría un problema para mi familia, que mancharía su apellido y ahí no pude negarle la razón que tenía. Que a mí me tacharían como que no había sido capaz de complacerlo además de que mis padres lo necesitaban. Sus palabras sonaban roncas y oscuras como la misma noche, sabía que era el demonio quien hablaba y Lilith me pedía que dejara las habladurías, que quería ser saciada de nuevo por el demonio- No puedo rebatirte así… –la espada cayó de mis manos resonando contra el suelo, ahora la mano del vampiro estaba en el costado donde sangraba y sentí la frialdad de esta en mi piel, en contraste con la cálida sangre que escapaba de mí cuerpo y que me ponía más y más débil.
Él seguía con la idea de seguir con la boda, aun cuando yo le había dicho que quedaba anulada, aun cuando yo le había dicho que no quería saber más de él… y ahí estaba, sujetándome entre sus brazos, desangrándome por segundos ante la herida del lobo. No sabía si iba a llegar a tiempo para coserme sin presentar ningún tipo de problema, los dos sabíamos cuál era la solución más rápida pero sabía que quería que se lo pidiera y no hacía falta ser demasiado lista para saberlo. Dijo que me había echado de menos y yo reí observándole, de forma fría, aunque no veía mentira en sus palabras ni en sus ojos.
-Lilith también te ha echado de menos –mí cabeza se apoyó en su hombro incapaz de permanecer mucho más consciente ante la pérdida de sangre, estaba muy muy cansada y débil, pero sabía que el vampiro quería que le pidiera, era como si lo esperara en el fondo e incluso lo deseara. Mi mano aferró con fuerza, o con la que podía, la camisa que el vampiro llevaba y alcé mi mirada a la suya, con esos ojos burdeos brillando en la oscuridad. Lilith me pedía que sí, me empujaba a que le respondiera que sí y que me obsequiara con más festín, más muertes, más sangre… necesitaba más y más, aquello no había sido suficiente- Ya sabes lo que necesito… -mis palabras salían de forma débil, igual que yo estaba, impactando contra sus labios que los sentía rozándose en cada palabra que decíamos- Lilith quiere tú sangre –dije mirándolo de forma fija, incluso aunque ya sabía lo que eso significaba aparte del colocón y del viaje- Tú Lilith te necesita… -murmuré rozándolo de forma que nuestros labios estaban totalmente contra los del otro- Joe –jadeé su nombre, porque no aguantaba mucho más, iba a desmayarme como no me diera algo o curara mi herida… luego ya desataría el Infierno cuando estuviera recuperada, como digna Lilith de su demonio.
El lobo me estaba presentando una ardua batalla en la que quería descuartizarme por lo que le había hecho a su compañero, podía ver la rabia y el odio que habitaba en su mirada y que me dedicaba, pero incluso así, con la dificultad de la batalla, las heridas que me había hecho y sobre todo esa del costado que quemaba y dolía horrores… me seguía sintiendo vacía. Como si me faltara algo, algo que mi Lilith interna sabía de lo que se trataba y que me pedía a gritos… algo a lo que yo me negaba en rotundo y que ni siquiera quería ni reconocer, porque sería darle un “poder” a ese maldito demonio que no iba a concederle, de hecho, es que no quería volver a verlo aunque una parte de mí me pedía todo lo contrario.
Sabía dónde vivía, no sería demasiado difícil acercarme a su mansión y colarme como había hecho la primera noche cuando volví de escaparme, porque sin duda alguna ese demonio era el único capaz de llenar y saciar lo que llevaba dentro, por un lado la parte humana y cazadora se negaba en rotundo en volver a él, la otra mucho más oscura, infernal y diabólica me pedía que la saciara de alguna forma. Primero debía de terminar con aquella lucha que yo misma había empezado, terminar con el licántropo que tenía frente a mí que aullaba al notar la daga de plata en su cuello, mientras yo me mantenía como podía aferrando la espada como podía mientras esperaba a que se abalanzara de nuevo en el último acto, donde uno de los dos acabaría muerto y en el infierno, y ya sabía que yo lo mandaría directa hacia ese lugar.
Me preparé notando la sangre cálida que brotaba de la herida de sus garras, la más preocupante de todas en realidad, lanzó un gruñido en mi dirección echando a correr hacia mí cuando de la nada sin esperarlo siquiera una figura cayó delante de mí a unos pasos, interponiéndose en el camino del licántropo… y unos ojos burdeos se centraron en los míos. Ojos que reconocí nada más pusieron su vista en los míos, los ojos del vampiro que hacía días que no veía, los ojos no solo del vampiro, sino del demonio que la Lilith quería que buscara para saciarse… y ahí estaba. Como si fuera un demonio procedente del mismo averno su mano se fue a la yugular del licántropo, y tan solo le bastó un tirón para que el cuello explotara y como si fuera a cámara lenta viera la sangre que manchaba todo a su paso, manchando al vampiro que impasible no apartaba la mirada de mí como si aquel licántropo fuera un mero cachorro que no revestía peligro alguno.
La escena era totalmente macabra y gótica, con la sangre esparciéndose por el lugar y la cabeza del lobo que quedó colgando sobre su cuerpo que no tardó ni dos segundos en caer frente al vampiro inerte, de un plumazo. Mis ojos contemplaron la escena sin pasar ningún detalle por alto, pero fue Lilith quien se relamía en mi interior maravillada por la escena, completamente eufórica y pidiendo mucho más que aquel simple juego que el vampiro había hecho, como si estuviera hambrienta y le pidiera mucho más al demonio que habitaba en el vampiro. Como si los dos, de alguna manera, estuvieran conectados y supieran exactamente qué era lo que querían del otro, lo que necesitaban y ansiaban… como si nosotros, Dan la humana, y Joe el vampiro fueran simple marionetas dirigidas por sus actos.
Apoyé la punta de la espalda en el suelo como punto de apoyo, pero la herida de la muñeca me dolía y la herida del costado no dejaba de sangrar, me encontraba débil y si había algo que odiaba más que nada era que aquel vampiro me viera débil frente a sus ojos… pero no pude evitarlo, iba a caer por la falta de fuerzas y tal y como había pasado en la piscina su cuerpo se pegó al mío y rodeó mi cintura con su brazo no permitiendo que cayera impactando de nuevo nuestros alientos después de aquellos días separados. Un “te tengo” susurrado contra mis labios antes de alzarme en volandas y una pregunta lanzada sin apartar sus ojos de los míos. Quise negarme, refutarle y mentirle para desafiarle como siempre hacía…
-No… -dije, pero no lo suficientemente convencida como para que viera que era verdad, se notaba de lejos que mí “no” era una burda mentira, pero en aquel momento no quería darle esa victoria aunque con mí “no” ya se la había dado. Su nariz rozó la mía y mis ojos lo miraron de forma fija, sin saber por qué lo hacía, sin saber por qué estaba allí- ¿me has estado siguiendo, demonio? –Pregunté para luego escuchar sus palabras, decía que había arreglado el problema y que no veía motivo para cancelar la boda, que eso supondría un problema para mi familia, que mancharía su apellido y ahí no pude negarle la razón que tenía. Que a mí me tacharían como que no había sido capaz de complacerlo además de que mis padres lo necesitaban. Sus palabras sonaban roncas y oscuras como la misma noche, sabía que era el demonio quien hablaba y Lilith me pedía que dejara las habladurías, que quería ser saciada de nuevo por el demonio- No puedo rebatirte así… –la espada cayó de mis manos resonando contra el suelo, ahora la mano del vampiro estaba en el costado donde sangraba y sentí la frialdad de esta en mi piel, en contraste con la cálida sangre que escapaba de mí cuerpo y que me ponía más y más débil.
Él seguía con la idea de seguir con la boda, aun cuando yo le había dicho que quedaba anulada, aun cuando yo le había dicho que no quería saber más de él… y ahí estaba, sujetándome entre sus brazos, desangrándome por segundos ante la herida del lobo. No sabía si iba a llegar a tiempo para coserme sin presentar ningún tipo de problema, los dos sabíamos cuál era la solución más rápida pero sabía que quería que se lo pidiera y no hacía falta ser demasiado lista para saberlo. Dijo que me había echado de menos y yo reí observándole, de forma fría, aunque no veía mentira en sus palabras ni en sus ojos.
-Lilith también te ha echado de menos –mí cabeza se apoyó en su hombro incapaz de permanecer mucho más consciente ante la pérdida de sangre, estaba muy muy cansada y débil, pero sabía que el vampiro quería que le pidiera, era como si lo esperara en el fondo e incluso lo deseara. Mi mano aferró con fuerza, o con la que podía, la camisa que el vampiro llevaba y alcé mi mirada a la suya, con esos ojos burdeos brillando en la oscuridad. Lilith me pedía que sí, me empujaba a que le respondiera que sí y que me obsequiara con más festín, más muertes, más sangre… necesitaba más y más, aquello no había sido suficiente- Ya sabes lo que necesito… -mis palabras salían de forma débil, igual que yo estaba, impactando contra sus labios que los sentía rozándose en cada palabra que decíamos- Lilith quiere tú sangre –dije mirándolo de forma fija, incluso aunque ya sabía lo que eso significaba aparte del colocón y del viaje- Tú Lilith te necesita… -murmuré rozándolo de forma que nuestros labios estaban totalmente contra los del otro- Joe –jadeé su nombre, porque no aguantaba mucho más, iba a desmayarme como no me diera algo o curara mi herida… luego ya desataría el Infierno cuando estuviera recuperada, como digna Lilith de su demonio.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Burned In The Flames Of Hell ~ Privado
Mi demonio interior no podía estar mas henchido en ese momento en el que sus palabras claras retumbaron en mis oídos, claudicaba, admitía que “Lilith” me había echado de menos.
Su cabeza en mi hombro, cansada, sus palabras eran caricias que a mis labios les regalaba. Realmente era tan evidente la conexión que nos entrelazaba, casi magia, como si hubiera nacido de algún modo para completar mi alma.
No solo la humana me daba esa guerra constante que necesitaba, si no que las bestias encajaban de forma sádica.
Quería que me lo pidiera y lo hizo a su manera, mi muñeca contra los labios, sajé con rabia mi propia carne para que la vitae fluyera como ríos escarlata.
Su boca se entreabrió acogiendo la fuente que le devolvería la salud, que la convertiría de nuevo en ese ser infame que me estaba atrapando entre su tela de araña para no soltarme.
A estas alturas no sabia quien era preso de quien, pues la boda la había enjaulado, pero de cierto modo Llith me había puesto los grilletes para que tampoco yo escapara.
Quizás, lo correcto seria decir que eramos por fin libres, libres de jodernos la vida mutuamente.
Sus dedos aferraban mi antebrazo, succionaba sedienta mientras nuestros ojos seguían anclados, hasta en ese instante podía percibir en ella un desafió velado.
Jadeé al sentir como Lilith me necesitaba, como sus palabras lo corroboraban y por un momento cerré los ojos estallando en un placentero éxtasis que alzó mi hombría por completo.
Sus pupilas dilatadas mostraban que el viaje empezaba para ella, consumida por el caos que ahora fluía por sus venas, sentía como su cuerpo se endurecía, músculos tensos, un jadeo y mi nombre entre gemidos de necesidad pura y dura.
Aparté mi muñeca, para limpiar con mi lengua los restos que sobre su boca habían quedado manchandola de mi esencia.
Me relamí ante su turbia mirada antes de bajar la mirada a su herida ya cerrada.
-¿entonces...? ¿sigues siendo mi prometida? -pregunté aun sabiendo ya de sobra la respuesta.
No solo le había molestado manchar su nombre si no el hecho de que otras piernas se abrieran para acoger a su demonio.
Quizás a la humana eso le trajera sin cuidado pero no a Lilith que era posesiva, una asesina en potencia, insaciable y hambrienta.
-No podría vivir sin tus apocalipticos pasajes -bromeé recuperando poco a poco el control de mi cuerpo.
La bestia había echo el trabajo sucio y ahora le cedía el control al vampiro.
-¿que deseáis hacer hoy amor? -pregunté rozando con cada palabra sus labios con sabor férreo -os he devuelto las fuerzas para un nuevo asalto¿ por que no me recompensáis y hoy sois vos la que me preparáis algo improvisado?
Ladeé la cabeza contemplándola, nuestros alientos chocaban, nuestros cuerpos aun estaba pegados, era como si este tiempo lejos nos hubiera pasado factura y ahora ambos tuviéramos el mono, necesitados de esa droga potente que produce el amor y porque no, el odio que nos procesamos.
-Vamos seguro que Lilith es muy creativa y se le ocurre algo para seguir esta fiesta que tan bien a comenzado.
Sus pies en el suelo, de puntillas para no separarse un ápice de mi boca, un beso que prolongábamos y que no llega, no por falta de ganas si no por ese constante duelo de egos en el que le primer movimiento despierta el tornado.
Rió contra sus labio, mi lengua la invita a tomarme, a devastar todo a su paso.
-Vamos, estoy seguro que conmigo no te apartaras ¿cierto?
Su cabeza en mi hombro, cansada, sus palabras eran caricias que a mis labios les regalaba. Realmente era tan evidente la conexión que nos entrelazaba, casi magia, como si hubiera nacido de algún modo para completar mi alma.
No solo la humana me daba esa guerra constante que necesitaba, si no que las bestias encajaban de forma sádica.
Quería que me lo pidiera y lo hizo a su manera, mi muñeca contra los labios, sajé con rabia mi propia carne para que la vitae fluyera como ríos escarlata.
Su boca se entreabrió acogiendo la fuente que le devolvería la salud, que la convertiría de nuevo en ese ser infame que me estaba atrapando entre su tela de araña para no soltarme.
A estas alturas no sabia quien era preso de quien, pues la boda la había enjaulado, pero de cierto modo Llith me había puesto los grilletes para que tampoco yo escapara.
Quizás, lo correcto seria decir que eramos por fin libres, libres de jodernos la vida mutuamente.
Sus dedos aferraban mi antebrazo, succionaba sedienta mientras nuestros ojos seguían anclados, hasta en ese instante podía percibir en ella un desafió velado.
Jadeé al sentir como Lilith me necesitaba, como sus palabras lo corroboraban y por un momento cerré los ojos estallando en un placentero éxtasis que alzó mi hombría por completo.
Sus pupilas dilatadas mostraban que el viaje empezaba para ella, consumida por el caos que ahora fluía por sus venas, sentía como su cuerpo se endurecía, músculos tensos, un jadeo y mi nombre entre gemidos de necesidad pura y dura.
Aparté mi muñeca, para limpiar con mi lengua los restos que sobre su boca habían quedado manchandola de mi esencia.
Me relamí ante su turbia mirada antes de bajar la mirada a su herida ya cerrada.
-¿entonces...? ¿sigues siendo mi prometida? -pregunté aun sabiendo ya de sobra la respuesta.
No solo le había molestado manchar su nombre si no el hecho de que otras piernas se abrieran para acoger a su demonio.
Quizás a la humana eso le trajera sin cuidado pero no a Lilith que era posesiva, una asesina en potencia, insaciable y hambrienta.
-No podría vivir sin tus apocalipticos pasajes -bromeé recuperando poco a poco el control de mi cuerpo.
La bestia había echo el trabajo sucio y ahora le cedía el control al vampiro.
-¿que deseáis hacer hoy amor? -pregunté rozando con cada palabra sus labios con sabor férreo -os he devuelto las fuerzas para un nuevo asalto¿ por que no me recompensáis y hoy sois vos la que me preparáis algo improvisado?
Ladeé la cabeza contemplándola, nuestros alientos chocaban, nuestros cuerpos aun estaba pegados, era como si este tiempo lejos nos hubiera pasado factura y ahora ambos tuviéramos el mono, necesitados de esa droga potente que produce el amor y porque no, el odio que nos procesamos.
-Vamos seguro que Lilith es muy creativa y se le ocurre algo para seguir esta fiesta que tan bien a comenzado.
Sus pies en el suelo, de puntillas para no separarse un ápice de mi boca, un beso que prolongábamos y que no llega, no por falta de ganas si no por ese constante duelo de egos en el que le primer movimiento despierta el tornado.
Rió contra sus labio, mi lengua la invita a tomarme, a devastar todo a su paso.
-Vamos, estoy seguro que conmigo no te apartaras ¿cierto?
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Burned In The Flames Of Hell ~ Privado
Entre los brazos del vampiro que me cogían para sostenerme en volandas ya que me sentía débil y cada vez las fuerzas las iba perdiendo con cada segundo que pasaba, sentía a Lilith que me pedía y me rogaba por algo que solo el demonio que el vampiro tenía podía ofrecerle, saciarla, contentarla, llenar ese vacío que había sentido por días y que ahora que empezaba la fiesta quería mucho más. Más sangre, más muerte, más devastación y mucho más caos… la fiesta acababa de empezar y Lilith estaba dispuesta a dejar que esta siguiera su curso, un curso macabro, sádico y gore que junto al demonio tendrían aquella noche sin duda alguna. Sabía lo que el vampiro quería, que le pidiera porque me diera su sangre, que fuera yo esa vez la que le rogara pidiéndole para curarme de la herida que tenía, los dos sabíamos que era la única forma de cerrar la herida y reponer toda la sangre que había perdido.
Lilith había estado eufórica desde el momento en que el vampiro había aparecido en aquel callejón frente al licántropo, disfrutando de la forma sádica y gore en que lo había aniquilado, y ahora ante la oferta que el vampiro me estaba ofreciendo no cesaba en decirme de que aceptara, que quería tomar su sangre para seguir con la fiesta porque de la forma en la que estaba no podía. Los dos sabíamos que necesitaba de su sangre, y fue la Lilith quien realmente me empujó a hacerlo porque mi parte cazadora se negaba en rotundo en pedirle sangre a un vampiro… pero lo hice, vi como llevaba su muñeca a sus labios y un escalofrío me recorrió el cuerpo al darme cuenta de lo que estaba haciendo, y no solamente por el colocón y el viaje que beber de su sangre me produciría.
Sin mediar palabra el vampiro acercó de nuevo su muñeca a mis labios y estos se entreabrieron para acoger la sangre que, como si fuera alcohol, bajaba por mi garganta quemando a su paso. Lilith rugió al sentir la sangre del vampiro y yo no aparté mis ojos de Joe en ningún momento, como si aun así siguiera desafiándolo por segundos incapaz de contenerme. Su sangre bajaba por mi garganta bebiendo de ella y pronto la misma sensación que había sentido en el hotel la sentí en aquel callejón, como si mi cuerpo no pesara en absoluto y flotara, un torrente potente que recorría cada rincón de mi cuerpo llevándolo a un estado de éxtasis, aferré su brazo con fuerza y bebí con más avidez de su sangre entre sus brazos.
Mi cuerpo comenzó a calentarse por segundos con cada tirón que daba de su sangre, tirón que recorría cada músculo, terminación nerviosa, calentándolo como con una corriente eléctrica que terminaba en mi sexo. Sabía que le gustaba que bebiera de él, sus ojos cerrados ante aquello y el jadeo que escapó de sus labios y el sentir su miembro duro contra mi cuerpo fue lo que le delató. Lilith estaba eufórica y yo recuperaba las fuerzas en aquel viaje en el que ya estaba totalmente excitada, tremendamente mojada y necesitada de algo más que sangre del vampiro, la muñeca no dolía, la herida ya no sangraba y sentía toda mí fuerza renovada por completo. Un gemido escapó de mis labios bebiendo de su sangre y moví mi cadera hacia arriba, incapaz de contener la sensación de necesidad pura y dura que me golpeaba con fuerza.
Apartó su muñeca de mi boca y jadeé con el corazón latiendo con fuerza, la respiración acelerada y todo el cuerpo caliente y excitado por lo que la sangre del vampiro me producía. Su lengua lamió la sangre restante que había quedado en mis labios y jadeé contra estos aferrando con fuerza la camisa del vampiro, sintiéndome renovada, pletórica, con ganas de jugar, con ganas de marcar una fiesta diferente aquella noche de luna llena. Me bajó al suelo ahora que ya estaba recuperada pero nuestros rostros quedaban cerca, nuestros labios rozándose cada vez que hablábamos como si no pudiéramos ser capaces de apartarnos. Atrapados en aquella atracción que ejercíamos, pero atrapados más aún por lo que nuestros demonios sentían, buscándose, necesitándose.
-¿Cómo negarme cuando veo que estás deseando que te haga arder en el Infierno, Joe? –Contesté a su pregunta de si todavía era su prometida, con la mano aferrada en su camisa, pletórica en fuerza como si fuera realmente un demonio poderoso que había procedido del mismo averno, caliente como las mismas llamas del Infierno- Me encargaré de que cada noche oigas uno nuevo, amor, uno que te recuerde que estás en casa –respondí con mi aliento contra sus labios, errático por el frenesí que me recorría en ese momento. Éramos incapaces de separarnos en esos momentos y supe, realmente, que era aquello que Lilith estaba buscando y necesitando; a él. Era la confirmación que había estado sospechando y que me negaba a admitir, pero notando lo complacida que estaba y lo que ansiaba aún más era imposible negarlo, como si ambos se sintieran en armonía con el otro, como si fueran dos mitades de una misma pieza que casaban juntos. Sus palabras me invitaban a pasar una noche diferente, una que esa vez yo debería de buscar y de proponer ya que me había salvado y mi interior me gritaba que lo hiciera, una noche diferente ahora que el festín había comenzado, el demonio en mi interior me lo pedía así que no podía negarme, ¿desde cuándo una Lilith se echa atrás? Nunca. ¿Si Lilith era creativa? Me reí de forma fría contra sus labios ante aquella pregunta echando hacia atrás la cabeza- Oh Joe… no sabes cuán creativa puede llegar a ser –mis ojos observaron los del vampiro y sonreí de forma ladina dándole a entender que, quizás, esa noche lo descubriría. Su lengua me provocaba para que lo tomara y un jadeo escapó de mis labios ante su provocación, para que arrasara todo a su paso y lo devastara con la furia del infierno.
Lo miré ladeando la cabeza ante sus últimas palabras, esas que me confirmaban que me había estado espiando y que me había visto besarme con Matthew, porque no entendía entonces porque más podría ir sus palabras de “apartarme”. Volví a reír de forma más corta intentando controlar la necesidad que todo mi cuerpo me pedía del vampiro, cruda hambre necesitada, y mi mano subió al rostro del vampiro para coger su mandíbula mirándolo de forma fija. Así que no había podido resistirse a espiarme, a seguirme, a controlarme… como si no pudiera estar separado, como si necesitara saber de mí y me había seguido en la distancia. Estaba más que claro que su aparición en el lugar no era mera casualidad.
-Así que me has estado siguiendo, ¿no Joe? –Mi tono había bajado a uno frío y oscuro, como la misma noche, dejando que Lilith tomara el control por esos momentos y se regodeara también con aquel momento- Has visto como Matthew me besaba ¿no es así? ¿Qué ha sentido tú demonio al verlo? –Susurré contra sus labios sin separarme de su cuerpo, pero al mismo tiempo, sin dejar de mover mis caderas contra el vampiro notando su miembro duro en cada movimiento- Has visto como luchaba con esos licántropos y has sido incapaz de soportar que me pasara nada… -mordí su labio inferior sin todavía tomar sus labios, la otra mano recorría su pecho por encima de la tela- y has aparecido como un demonio procedente del averno para socorrer a tú Lilith… -reí de forma corta contra sus labios- ¿Quieres que esta noche la lleve yo? Muy bien, crearemos un festín donde la lluvia sea roja y caminemos por calles encharcadas de sangre, fluyendo como pequeños ríos rojos… –sabiendo que tenía la fuerza suficiente como para mover al vampiro sintiéndome pletórica en esos momentos, lo moví de tal forma que su espalda impactó contra la pared que teníamos cerca y lo observé de esa manera. Me encantaba dominarlo y ejercer ese control sobre él, con o sin grilletes de por medio- Luego… -murmuré con la voz más seductora recorriéndolo con la mirada, ahora mismo solo quería una cosa del vampiro y era su cuerpo, no podía aguantar la necesidad que me recorría, Lilith me pedía de jugar pero antes iba a calmar la necesidad que mi cuerpo sentía, luego podríamos jugar todo lo que quisiera y se le ocurriera. Me fui acercando al vampiro de forma lenta, contorneando mis caderas como si un demonio de la lujuria se hubiera apoderado de nuevo de mí cuerpo, con mis ojos centrados únicamente en los suyos, lamí sus labios en un acto de pura lascivia cuando estuve delante de él y mis manos descendieron por mi cuerpo hasta quitarme los pantalones de cuero que llevaba, así como también la ropa interior completamente empapada dejándola a un lado, tremendamente excitada observando al vampiro.
Me acerqué de nuevo y mordiendo su labio inferior como lo haría un súcubo, incitando, provocando, devastando, desabroché su pantalón dejando mi aliento en sus labios mirándolos a los ojos, necesitada de él que bien sabía lo que quería en esos momentos. Bajé el pantalón lo suficiente, mis dedos se colaron por los costados de su ropa interior y la bajé dejando su miembro libre, totalmente duro preparado para aquella batalla. Mi mano se cernió sobre su tronco y la moví de arriba abajo masturbándolo brevemente, notando su ronco jadeo que me hizo sonreír de forma ladina y besar sus labios pero en un breve roce dejándole con ganas de más, de mucho más. Quité mí mano y rodeando con un brazo su cuello salté de forma que el vampiro rodeó mi cintura con su brazo y yo rodeé la suya con mis piernas. Comencé a frotar mi sexo húmedo, caliente y necesitado contra su miembro mientras nuestros labios se rozaban exhalando jadeos roncos por aquello, encendidos los dos por completo. Mis dedos en su pelo y sus manos en mis caderas dejándose llevar por el movimiento de estas, hasta que yo misma hice que se adentrara en mi interior con un gemido necesitado saliendo de mis labios que impactaron contra los suyos, su frialdad contra mí caliente interior como si fueran hielo y fuego, excitante, salvaje.
-Luego crearemos caos, muerte y destrucción… ahora dame lo que necesito, Joe. Lilith desea ser saciada por completo antes de pasar a jugar a desatar el infierno por las calles bajo la luna llena –mis palabras roncas notándolo en mi interior, mis labios finalmente tomaron los suyos en un beso lleno de necesidad, caliente, devastándolo todo a su paso entregándonos en ese momento en que nuestros demonios se unían y se hacían uno solo, sintiendo su sabor en mi boca haciéndome gemir notando como comenzaba a moverse desatando el infierno en mi cuerpo, volviéndome loca, mientras mis uñas se colaban bajo su camisa y marcaban su espalda bajo ese encuentro salvaje, entre dos demonios que se habían encontrado- Muévete demonio, hazme sentir en el Infierno con tú cuerpo -mis labios bajaron por su cuello dejando mordiscos que marcaban su piel, pero que al momento desaparecían por la curación del vampiro, para subir de nuevo a sus labios sin dejar de movernos, provocándome jadeos y gemidos al saciar mi necesidad por él.
Lilith había estado eufórica desde el momento en que el vampiro había aparecido en aquel callejón frente al licántropo, disfrutando de la forma sádica y gore en que lo había aniquilado, y ahora ante la oferta que el vampiro me estaba ofreciendo no cesaba en decirme de que aceptara, que quería tomar su sangre para seguir con la fiesta porque de la forma en la que estaba no podía. Los dos sabíamos que necesitaba de su sangre, y fue la Lilith quien realmente me empujó a hacerlo porque mi parte cazadora se negaba en rotundo en pedirle sangre a un vampiro… pero lo hice, vi como llevaba su muñeca a sus labios y un escalofrío me recorrió el cuerpo al darme cuenta de lo que estaba haciendo, y no solamente por el colocón y el viaje que beber de su sangre me produciría.
Sin mediar palabra el vampiro acercó de nuevo su muñeca a mis labios y estos se entreabrieron para acoger la sangre que, como si fuera alcohol, bajaba por mi garganta quemando a su paso. Lilith rugió al sentir la sangre del vampiro y yo no aparté mis ojos de Joe en ningún momento, como si aun así siguiera desafiándolo por segundos incapaz de contenerme. Su sangre bajaba por mi garganta bebiendo de ella y pronto la misma sensación que había sentido en el hotel la sentí en aquel callejón, como si mi cuerpo no pesara en absoluto y flotara, un torrente potente que recorría cada rincón de mi cuerpo llevándolo a un estado de éxtasis, aferré su brazo con fuerza y bebí con más avidez de su sangre entre sus brazos.
Mi cuerpo comenzó a calentarse por segundos con cada tirón que daba de su sangre, tirón que recorría cada músculo, terminación nerviosa, calentándolo como con una corriente eléctrica que terminaba en mi sexo. Sabía que le gustaba que bebiera de él, sus ojos cerrados ante aquello y el jadeo que escapó de sus labios y el sentir su miembro duro contra mi cuerpo fue lo que le delató. Lilith estaba eufórica y yo recuperaba las fuerzas en aquel viaje en el que ya estaba totalmente excitada, tremendamente mojada y necesitada de algo más que sangre del vampiro, la muñeca no dolía, la herida ya no sangraba y sentía toda mí fuerza renovada por completo. Un gemido escapó de mis labios bebiendo de su sangre y moví mi cadera hacia arriba, incapaz de contener la sensación de necesidad pura y dura que me golpeaba con fuerza.
Apartó su muñeca de mi boca y jadeé con el corazón latiendo con fuerza, la respiración acelerada y todo el cuerpo caliente y excitado por lo que la sangre del vampiro me producía. Su lengua lamió la sangre restante que había quedado en mis labios y jadeé contra estos aferrando con fuerza la camisa del vampiro, sintiéndome renovada, pletórica, con ganas de jugar, con ganas de marcar una fiesta diferente aquella noche de luna llena. Me bajó al suelo ahora que ya estaba recuperada pero nuestros rostros quedaban cerca, nuestros labios rozándose cada vez que hablábamos como si no pudiéramos ser capaces de apartarnos. Atrapados en aquella atracción que ejercíamos, pero atrapados más aún por lo que nuestros demonios sentían, buscándose, necesitándose.
-¿Cómo negarme cuando veo que estás deseando que te haga arder en el Infierno, Joe? –Contesté a su pregunta de si todavía era su prometida, con la mano aferrada en su camisa, pletórica en fuerza como si fuera realmente un demonio poderoso que había procedido del mismo averno, caliente como las mismas llamas del Infierno- Me encargaré de que cada noche oigas uno nuevo, amor, uno que te recuerde que estás en casa –respondí con mi aliento contra sus labios, errático por el frenesí que me recorría en ese momento. Éramos incapaces de separarnos en esos momentos y supe, realmente, que era aquello que Lilith estaba buscando y necesitando; a él. Era la confirmación que había estado sospechando y que me negaba a admitir, pero notando lo complacida que estaba y lo que ansiaba aún más era imposible negarlo, como si ambos se sintieran en armonía con el otro, como si fueran dos mitades de una misma pieza que casaban juntos. Sus palabras me invitaban a pasar una noche diferente, una que esa vez yo debería de buscar y de proponer ya que me había salvado y mi interior me gritaba que lo hiciera, una noche diferente ahora que el festín había comenzado, el demonio en mi interior me lo pedía así que no podía negarme, ¿desde cuándo una Lilith se echa atrás? Nunca. ¿Si Lilith era creativa? Me reí de forma fría contra sus labios ante aquella pregunta echando hacia atrás la cabeza- Oh Joe… no sabes cuán creativa puede llegar a ser –mis ojos observaron los del vampiro y sonreí de forma ladina dándole a entender que, quizás, esa noche lo descubriría. Su lengua me provocaba para que lo tomara y un jadeo escapó de mis labios ante su provocación, para que arrasara todo a su paso y lo devastara con la furia del infierno.
Lo miré ladeando la cabeza ante sus últimas palabras, esas que me confirmaban que me había estado espiando y que me había visto besarme con Matthew, porque no entendía entonces porque más podría ir sus palabras de “apartarme”. Volví a reír de forma más corta intentando controlar la necesidad que todo mi cuerpo me pedía del vampiro, cruda hambre necesitada, y mi mano subió al rostro del vampiro para coger su mandíbula mirándolo de forma fija. Así que no había podido resistirse a espiarme, a seguirme, a controlarme… como si no pudiera estar separado, como si necesitara saber de mí y me había seguido en la distancia. Estaba más que claro que su aparición en el lugar no era mera casualidad.
-Así que me has estado siguiendo, ¿no Joe? –Mi tono había bajado a uno frío y oscuro, como la misma noche, dejando que Lilith tomara el control por esos momentos y se regodeara también con aquel momento- Has visto como Matthew me besaba ¿no es así? ¿Qué ha sentido tú demonio al verlo? –Susurré contra sus labios sin separarme de su cuerpo, pero al mismo tiempo, sin dejar de mover mis caderas contra el vampiro notando su miembro duro en cada movimiento- Has visto como luchaba con esos licántropos y has sido incapaz de soportar que me pasara nada… -mordí su labio inferior sin todavía tomar sus labios, la otra mano recorría su pecho por encima de la tela- y has aparecido como un demonio procedente del averno para socorrer a tú Lilith… -reí de forma corta contra sus labios- ¿Quieres que esta noche la lleve yo? Muy bien, crearemos un festín donde la lluvia sea roja y caminemos por calles encharcadas de sangre, fluyendo como pequeños ríos rojos… –sabiendo que tenía la fuerza suficiente como para mover al vampiro sintiéndome pletórica en esos momentos, lo moví de tal forma que su espalda impactó contra la pared que teníamos cerca y lo observé de esa manera. Me encantaba dominarlo y ejercer ese control sobre él, con o sin grilletes de por medio- Luego… -murmuré con la voz más seductora recorriéndolo con la mirada, ahora mismo solo quería una cosa del vampiro y era su cuerpo, no podía aguantar la necesidad que me recorría, Lilith me pedía de jugar pero antes iba a calmar la necesidad que mi cuerpo sentía, luego podríamos jugar todo lo que quisiera y se le ocurriera. Me fui acercando al vampiro de forma lenta, contorneando mis caderas como si un demonio de la lujuria se hubiera apoderado de nuevo de mí cuerpo, con mis ojos centrados únicamente en los suyos, lamí sus labios en un acto de pura lascivia cuando estuve delante de él y mis manos descendieron por mi cuerpo hasta quitarme los pantalones de cuero que llevaba, así como también la ropa interior completamente empapada dejándola a un lado, tremendamente excitada observando al vampiro.
Me acerqué de nuevo y mordiendo su labio inferior como lo haría un súcubo, incitando, provocando, devastando, desabroché su pantalón dejando mi aliento en sus labios mirándolos a los ojos, necesitada de él que bien sabía lo que quería en esos momentos. Bajé el pantalón lo suficiente, mis dedos se colaron por los costados de su ropa interior y la bajé dejando su miembro libre, totalmente duro preparado para aquella batalla. Mi mano se cernió sobre su tronco y la moví de arriba abajo masturbándolo brevemente, notando su ronco jadeo que me hizo sonreír de forma ladina y besar sus labios pero en un breve roce dejándole con ganas de más, de mucho más. Quité mí mano y rodeando con un brazo su cuello salté de forma que el vampiro rodeó mi cintura con su brazo y yo rodeé la suya con mis piernas. Comencé a frotar mi sexo húmedo, caliente y necesitado contra su miembro mientras nuestros labios se rozaban exhalando jadeos roncos por aquello, encendidos los dos por completo. Mis dedos en su pelo y sus manos en mis caderas dejándose llevar por el movimiento de estas, hasta que yo misma hice que se adentrara en mi interior con un gemido necesitado saliendo de mis labios que impactaron contra los suyos, su frialdad contra mí caliente interior como si fueran hielo y fuego, excitante, salvaje.
-Luego crearemos caos, muerte y destrucción… ahora dame lo que necesito, Joe. Lilith desea ser saciada por completo antes de pasar a jugar a desatar el infierno por las calles bajo la luna llena –mis palabras roncas notándolo en mi interior, mis labios finalmente tomaron los suyos en un beso lleno de necesidad, caliente, devastándolo todo a su paso entregándonos en ese momento en que nuestros demonios se unían y se hacían uno solo, sintiendo su sabor en mi boca haciéndome gemir notando como comenzaba a moverse desatando el infierno en mi cuerpo, volviéndome loca, mientras mis uñas se colaban bajo su camisa y marcaban su espalda bajo ese encuentro salvaje, entre dos demonios que se habían encontrado- Muévete demonio, hazme sentir en el Infierno con tú cuerpo -mis labios bajaron por su cuello dejando mordiscos que marcaban su piel, pero que al momento desaparecían por la curación del vampiro, para subir de nuevo a sus labios sin dejar de movernos, provocándome jadeos y gemidos al saciar mi necesidad por él.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Burned In The Flames Of Hell ~ Privado
Lilith disfrutaba de ser la dueña de mis atenciones, consciente de que la había seguido porque mi demonio se sentía solo en el averno.
Lilith y él encajaban como las dos caras de una misma moneda, vació era todo cuanto quedaba cuando ambos no se miraban de frente y era eso lo que durante estos días a ambos nos había devastado hasta convertirnos en seres inertes.
Con ella tenia por primera vez esa sensación de que las piezas encajan a la perfección, las bestias se necesitaban y nosotros nos odiábamos casi tanto como ellas amaban.
Era de locos, pero allí estábamos con los labios pegados deleitándonos de como nos habíamos echado de menos y de nuevo los retos empezaban entre nosotros.
Sus palabras hablaban ahora del cazador, de que demonios había sentido al ver a ese ermitaño tocar lo que era mio.
-Ira, le hubiera arrancado la cabeza de un zarpazo para después deleitarme con sus intestinos hasta hacerlos pedazos, no hubiera quedado de él una sola parte en el sitio -mi voz ronca delató que era el demonio y no el vampiro el que entraba en juego en ese instante que compartíamos -pero..-ladeé la sonrisa beligerante -no ha sido necesario, te has apartado porque no lo deseas a él, me buscabas a mi ¿verdad amor? -pregunté rozándola con cada palabra, retándola como ella hacia conmigo.
Mis dedos se deslizaron por su yugular mientras seguía provocando mi ira, mi necesidad de mas.
-Oh pequeña cazadora, verte luchar ha sido uno de los mayores placeres que me has podido regalar, pero el idiota del vampiro quería salvar a tu pequeña humana de esa heria que la desgastaba y para que mentir, sin ella, no te tengo a ti -ladeé la sonrisa, lo demás ha sido solo para excitarte, para que entiendas que el demonio te posee casi tanto como tu lo haces.
Niegamelo, pero somos presos del otro, esclavos de un sino que no nos pertenece.
Ladeé la sonrisa cuando hablo de desatar el caos con esos pasajes apocalípticos que con tanta facilidad escapaban de sus labios teñidos.
-Cuerpos mutilados dejaremos a nuestro paso, seremos por una noche el apocalipsis. Nos temerán y nos amaran por igual, porque en la muerte radica la belleza de la vida. Cuando el mar se tiña de rojo y la luna lloré sangre por sus hijos caidos, un nuevo mundo se abrirá para nosotros, uno en el que tu seras mi reina y yo tu ángel caído.
Lasciva mi hembra se movía contoneando las caderas como si un sucubo la poseyera, nuestros ojos anclados mientras subía la marea. La ropa se deslizaba por su cuerpo que serpenteaba cautivador ante mi mirada turbia.
Pasión, eso era lo que despertaba en un hombre que ahora mismo jadeaba esperando que Lilith jugara su mejor mano.
Lengua de fuego que arrasó con mis labios, unos que se abrieron para recoger el pecado, sus bragas cayeron al suelo.
Cuando mi pantalón bajo lo suficiente, un rugido retumbó en aquel callejón que nos daba cobijo,
la bestia liberada, hambrienta de reencontrarse con su destino.
Un salto que la alzo por los cielos, alas negras en un cuerpo etéreo para acabar impactando como una bestia directa en mi cuerpo.
Danza mortal, quiebre de caderas, nuestras bocas sedientas se unían hambrientas en un combate sin tregua.
Su lengua trazaba el fuego en el infierno de mis labios, el mar rojo era surcado sin pausa por las sierpes enredadas en la batalla.
Gemíamos mordiéndonos los labios, sus dientes marcaban cada centímetro de piel que tenia al paso y solo entonces entro de forma brusca logrando hacerme tocar el cielo con los dedos.
Gruñí hundiendo en sus caderas mis dedos, salvaje era el movimientos que sacaba mi miembro por completo para volver a hundirlo entre guturales rugidos.
El suelo encharcado de la sangre de esas dos bestias se convirtió en nuestro lecho improvisado y sobre este, dejé caer su espalda. Contemplé aun desde arriba aquel hermoso lienzo, el pelo oscuro era una abanico cuyos surcos dejaban ver ríos escarlata.
Sus manos acariciaban esa sangre para mancharse los pechos, trazando con sus manos figuras abstractas. Los dos estábamos muy excitados, me dejé caer sobre ella como la bestia que era, apoyando sin delicadeza mis manos a cada lado de su rostro, la sangre saltó del suelo salpicándonos a ambos.
Me adentré en su interior, el trueno era mi miembro desquebrajandola por dentro, relámpagos nuestros ojos bañados en fuego.
La sangre que cubría el templo nos permitía mancillar con mayor facilidad nuestros cuerpos que resbalaban de forma sádica sobre el otro.
Mi hombría entraba y salia con violencia, sus piernas en mis hombros permitiéndome entrar mas dentro, pues la necesidad del otro nos consumida como ascuas encendidas.
Poco a poco mis movimientos fueron mas rápidos, sacaba menos parte del tronco y entraba con mas violencia hasta que mi falo se quedo dentro, moviéndose en su interior, haciendo aquel contacto mas profundo, mas brusco.
Jadeábamos sin pausa, sentí como mi hombría galopaba en su interior hasta que se sacudió con tal virulencia que la masacre se desató.
La llené de mi, mi boca calcinaba sus pechos que me pedían mas guerra completamente alzados expuestos ante los surcos que en su piel dejaban mis colmillos.
Lilith y él encajaban como las dos caras de una misma moneda, vació era todo cuanto quedaba cuando ambos no se miraban de frente y era eso lo que durante estos días a ambos nos había devastado hasta convertirnos en seres inertes.
Con ella tenia por primera vez esa sensación de que las piezas encajan a la perfección, las bestias se necesitaban y nosotros nos odiábamos casi tanto como ellas amaban.
Era de locos, pero allí estábamos con los labios pegados deleitándonos de como nos habíamos echado de menos y de nuevo los retos empezaban entre nosotros.
Sus palabras hablaban ahora del cazador, de que demonios había sentido al ver a ese ermitaño tocar lo que era mio.
-Ira, le hubiera arrancado la cabeza de un zarpazo para después deleitarme con sus intestinos hasta hacerlos pedazos, no hubiera quedado de él una sola parte en el sitio -mi voz ronca delató que era el demonio y no el vampiro el que entraba en juego en ese instante que compartíamos -pero..-ladeé la sonrisa beligerante -no ha sido necesario, te has apartado porque no lo deseas a él, me buscabas a mi ¿verdad amor? -pregunté rozándola con cada palabra, retándola como ella hacia conmigo.
Mis dedos se deslizaron por su yugular mientras seguía provocando mi ira, mi necesidad de mas.
-Oh pequeña cazadora, verte luchar ha sido uno de los mayores placeres que me has podido regalar, pero el idiota del vampiro quería salvar a tu pequeña humana de esa heria que la desgastaba y para que mentir, sin ella, no te tengo a ti -ladeé la sonrisa, lo demás ha sido solo para excitarte, para que entiendas que el demonio te posee casi tanto como tu lo haces.
Niegamelo, pero somos presos del otro, esclavos de un sino que no nos pertenece.
Ladeé la sonrisa cuando hablo de desatar el caos con esos pasajes apocalípticos que con tanta facilidad escapaban de sus labios teñidos.
-Cuerpos mutilados dejaremos a nuestro paso, seremos por una noche el apocalipsis. Nos temerán y nos amaran por igual, porque en la muerte radica la belleza de la vida. Cuando el mar se tiña de rojo y la luna lloré sangre por sus hijos caidos, un nuevo mundo se abrirá para nosotros, uno en el que tu seras mi reina y yo tu ángel caído.
Lasciva mi hembra se movía contoneando las caderas como si un sucubo la poseyera, nuestros ojos anclados mientras subía la marea. La ropa se deslizaba por su cuerpo que serpenteaba cautivador ante mi mirada turbia.
Pasión, eso era lo que despertaba en un hombre que ahora mismo jadeaba esperando que Lilith jugara su mejor mano.
Lengua de fuego que arrasó con mis labios, unos que se abrieron para recoger el pecado, sus bragas cayeron al suelo.
Cuando mi pantalón bajo lo suficiente, un rugido retumbó en aquel callejón que nos daba cobijo,
la bestia liberada, hambrienta de reencontrarse con su destino.
Un salto que la alzo por los cielos, alas negras en un cuerpo etéreo para acabar impactando como una bestia directa en mi cuerpo.
Danza mortal, quiebre de caderas, nuestras bocas sedientas se unían hambrientas en un combate sin tregua.
Su lengua trazaba el fuego en el infierno de mis labios, el mar rojo era surcado sin pausa por las sierpes enredadas en la batalla.
Gemíamos mordiéndonos los labios, sus dientes marcaban cada centímetro de piel que tenia al paso y solo entonces entro de forma brusca logrando hacerme tocar el cielo con los dedos.
Gruñí hundiendo en sus caderas mis dedos, salvaje era el movimientos que sacaba mi miembro por completo para volver a hundirlo entre guturales rugidos.
El suelo encharcado de la sangre de esas dos bestias se convirtió en nuestro lecho improvisado y sobre este, dejé caer su espalda. Contemplé aun desde arriba aquel hermoso lienzo, el pelo oscuro era una abanico cuyos surcos dejaban ver ríos escarlata.
Sus manos acariciaban esa sangre para mancharse los pechos, trazando con sus manos figuras abstractas. Los dos estábamos muy excitados, me dejé caer sobre ella como la bestia que era, apoyando sin delicadeza mis manos a cada lado de su rostro, la sangre saltó del suelo salpicándonos a ambos.
Me adentré en su interior, el trueno era mi miembro desquebrajandola por dentro, relámpagos nuestros ojos bañados en fuego.
La sangre que cubría el templo nos permitía mancillar con mayor facilidad nuestros cuerpos que resbalaban de forma sádica sobre el otro.
Mi hombría entraba y salia con violencia, sus piernas en mis hombros permitiéndome entrar mas dentro, pues la necesidad del otro nos consumida como ascuas encendidas.
Poco a poco mis movimientos fueron mas rápidos, sacaba menos parte del tronco y entraba con mas violencia hasta que mi falo se quedo dentro, moviéndose en su interior, haciendo aquel contacto mas profundo, mas brusco.
Jadeábamos sin pausa, sentí como mi hombría galopaba en su interior hasta que se sacudió con tal virulencia que la masacre se desató.
La llené de mi, mi boca calcinaba sus pechos que me pedían mas guerra completamente alzados expuestos ante los surcos que en su piel dejaban mis colmillos.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Burned In The Flames Of Hell ~ Privado
Lo contemplé frente a mi ahora que ya estaba del todo recuperada, ahora que su sangre había curado la herida y podía mantenerme por mi misma en pie luchando ahora con el deseo y la excitación que me recorría el cuerpo, necesitada de algo que solo él podía darme para saciarme. No dudé en disfrutar de ese momento sabiendo perfectamente que no había sido casualidad que el vampiro apareciera por el callejón a socorrerme, sabiendo que si estaba allí era porque me había estado siguiendo y por sus palabras me hacía ver que quizás lo había hecho desde que salí de casa para cazar. Y eso me otorgaba placer y mayor poder sobre él, porque no había podido controlarse, estar separado y había tenido que espiarme en la oscuridad buscándome, como yo había notado que Lilith lo buscaba a él. Encadenados de una forma que ninguno de los dos éramos consciente de hasta qué punto llegaba aquello, pero lo que ambos teníamos claro sin duda alguna, es que su bestia y mi Lilith se buscaban, se querían y se necesitaban… pese a que nosotros nos odiáramos a muerte por lo que éramos, para nuestra condenación habíamos descubierto que lo que llevábamos dentro encajaban como dos piezas de un puzle, conectaban de una forma única y solo cuando estaban juntos se sentían saciados, lejos gritaban desesperados por juntas y así habíamos pasado aquellos días.
“Ira” La mera palabra me hizo sonreí de lado contemplándole con una sonrisa maliciosa, disfrutando, regodeándome con sus palabras sobre lo que le haría al cazador o lo que quiso hacerle. Claro que no iba a permitirlo porque pese a todo lo quería y lo admiraba, y no iba a dejar que su demonio el pusiera la mano encima… aunque algo me hacía pensar que, aunque el demonio era quien hablaba con ese tono bajo, oscuro y frío, el vampiro también pudiera pensar algo parecido… y me hacía sospecharlo por la primera noche en la que me escapé. Gruñí cuando me desafió con que yo lo había apartado y que era porque en el fondo lo buscaba a él. En el fondo lo había apartado porque no sentía nada por él, salvo el cariño y la admiración que tenía por todos esos años.
-Hace unos años si hubiera hecho lo mismo hubiera caído rendida a sus pies… sin pensarlo, sin dudarlo –afirmé mirándolo a los ojos de forma fija, sonriendo de lado paseando mis dedos por su cuello- pero ahora es demasiado tarde, solo tengo cariño y admiración por él y el recuerdo del que fue mi amor platónico siendo adolescente –no contesté de forma directa a su pregunta y cuando sus dedos surcaron la yugular de mi cuello elevé mi rostro echándolo hacia atrás y cerré los ojos soltando un jadeo, dejándome hacer, sonriendo por lo que el vampiro decía, lo que el demonio quería que dijera en realidad. Reí de forma corta y fría escuchando sus palabras- ¿Te ha gustado como mataba a ese licántropo, como luchaba con el otro? No solo el vampiro quería salvarme ¿verdad? Tú también lo querías pese a todo –mis labios sobre los suyos, seguíamos desafiándonos pese a todo no dejando nuestro brazo a torcer- ha sido una imagen oscura, sádica y gore… digna de un demonio como tú –bastaba de hablar, mi cuerpo me pedía otra cosa bien distinta y no tardé demasiado en hacer que el vampiro estuviera contra la pared, quitarme los pantalones y ropa interior, dejarlo a él semi desnudo y subirme sobre su cuerpo para restregar mi sexo contra su miembro duro, necesitada de que me tomara de una maldita vez. Mis manos se afanaron en desabrochar los botones de su camisa sin dejar de mover mis caderas hasta que finalmente lo noté en mi interior, fuego ardiente que notaba contra su tacto frío en una mezcla explosiva y excitante. Él rugió y yo gemí notando sus dedos aferrando mi cadera con fuerza moviéndose dentro y fuera de mi cuerpo con violencia, arrancándome jadeos que morían en sus labios, totalmente excitada y entregada, y sus dedos no tardaron en desabrochar aquel corsé que llevaba dejando mis pechos libres de su opresión, restregando mi pecho contra el suyo con cada roce, cada movimiento.
Pronto el suelo fue nuestro lecho, notándolo en mi interior todavía mis manos fueron a los lados de mi cabeza, con mi pelo esparcido por el suelo moviendo mi cadera contra él que me miraba de esa forma que me hizo morderme el labio para llevar mis manos a su torso y pasear mis manos por este, mis piernas subieron de entorno a su cintura a posase cada una en su hombro, contemplándole con una sonrisa lujuriosa en mitad de un jadeo, reclamándolo para que viniera a mi encuentro, arañándolo antes de que cayera sobre mí salpicándonos con la sangre y volviera a moverse de nuevo en mi interior como el demonio que era, acogiéndolo en cada embestida furiosa que daba, placentera, excitante y salvaje que me saciaba poco a poco.
No apartábamos la mirada del otro en ningún momento mientras seguía moviéndose de esa forma tan placentera, saciándome, saciando a su vez a Lilith dejándose hacer por el vampiro. Mis manos fueron a su espalda y la arañé notando su sangre que brotaba de su piel, como si quisiera marcarlo de alguna forma, mis labios fueron a los suyos y los devoré encendida totalmente, jadeando y gimiendo por la velocidad con la que se movía, placer y dolor en una combinación explosiva donde el placer me dominaba y me cegaba por completo. Mi cuerpo se arqueaba contra el suyo buscándolo con cada embestida que llegaba hasta el fondo, palpitante, necesitada y extasiada con lo que me provocaba en su acto más carnal y salvaje, seducidos no solo por lo que nos consumía por dentro, sino al mismo tiempo por lo que éramos cada uno que lo hacía más peligroso y prohibido, más morboso si cabía. No solo me entregaba al demonio que habitaba en su interior, sino a Joe y el vampiro que era.
Sus colmillos en mis pechos ayudaban a llegar a ese orgasmo al que me estaba acercando de forma potente, su forma de moverse me volvía loca y cuando se quedó moviéndose completamente dentro llenándome en todos los sentidos estallé en un orgasmo que me hizo gemir retumbando en el callejón, notando como mi sexo se contraía entorno a su miembro y sus colmillos perforaban la piel de uno de mis pechos, mis piernas apretando con fuerza en sus hombros y mis uñas clavadas en la espalda del vampiro dejándome llevar por el placer, sucumbiendo, cediendo, perdiéndome… Mi respiración errática hacía que el vampiro pudiera beber más sangre por el bombeo de mi corazón y más placer me otorgaba, como un bucle que no tenía ni principio ni fin, hasta que finalmente alzó su rostro, me miró con esos ojos y lamió sus labios de la sangre que llevaba en estos tras lamer la sangre de mi herida.
Nuestros labios volvieron a encontrarse de nuevo sintiendo el sabor férreo de mi sangre en ellos, porque nuestros demonios podrían necesitarse, pero estaba claro que nosotros como Joe y Dan también nos habíamos buscado y necesitado, no solo los demonios que llevábamos en nuestro interior y que casaban de aquella forma haciéndonos presos a ambos, ya no solo por la boda, sino porque incluso sin esta en esos días habían estado como pasando un infierno a solas, dejándonos vacíos del otro hasta que al final se habían vuelto a encontrar de nuevo, en aquel callejón, separando la distancia sobre aquel manto de sangre y muerte que habíamos provocado minutos antes. Cerré los ojos unos segundos y comencé a respirar con normalidad sintiendo que salía de mí y se apartaba para mirarme, ahora con los demonios saciados. Abrí mis ojos para verlo y me mordí el labio, cada vez que nos fundíamos en uno era algo difícil de explicar y que me dejaba totalmente exhausta.
-Ahora que me he saciado de ti, Joe, podemos ir a saciar a Lilith –mí dedo recorrió el perfil de su rostro con una sonrisa ladeada en el rostro viendo la sonrisa que puso tras mis palabras. Sin esfuerzo alguno se levantó del suelo y me tendió una mano para ayudarme a levantarme, mano que tomé y de un empujón sin mucha fuerza me puso en pie, quedando de nuevo cerca con nuestros rostros a escasos centímetros, mordí su labio inferior con fuerza y me alejé para comenzar a vestirme y él hacía exactamente lo mismo, una vez vestida con la ropa de nuevo aunque ambos íbamos manchados de sangre recogí las dagas de plata que había utilizado con los licántropos, así también como la espada que volví a guardar en la funda que llevaba en la espalda, preparada y lista. Contemplé al vampiro que me miraba armada hasta los dientes, también llevaba alguna estaca pero esa noche no iba a utilizarla con él para llevarlo al límite de la cordura- ¿Qué me dices, Joe? ¿Te apetece pasar una noche diferente al resto de las que hemos tenido, amor? –Volví a acercarme de nuevo a él dejando una mano en su pecho, alzando mis ojos a los suyos que tenían ese color rojo típico del vampiro- Creo que tenemos un enemigo en común y tengo ganas de cazar algo, ¿me acompañas a cazar? Prometo obsequiarte con un espectáculo como el que has presenciado, incluso mejor. Y si algo fallara o saliera mal… -mis labios se acercaron a los suyos- apareces como un demonio del infierno para salvar a tú reina –porque él no iba a permitir que matara vampiros ni yo iba a permitir que matara humanos, así que solo nos quedaba una opción, enemigo de ambos como lo éramos nosotros mismos- Muéstrame como cazas, quiero ver al vampiro en acción.
“Ira” La mera palabra me hizo sonreí de lado contemplándole con una sonrisa maliciosa, disfrutando, regodeándome con sus palabras sobre lo que le haría al cazador o lo que quiso hacerle. Claro que no iba a permitirlo porque pese a todo lo quería y lo admiraba, y no iba a dejar que su demonio el pusiera la mano encima… aunque algo me hacía pensar que, aunque el demonio era quien hablaba con ese tono bajo, oscuro y frío, el vampiro también pudiera pensar algo parecido… y me hacía sospecharlo por la primera noche en la que me escapé. Gruñí cuando me desafió con que yo lo había apartado y que era porque en el fondo lo buscaba a él. En el fondo lo había apartado porque no sentía nada por él, salvo el cariño y la admiración que tenía por todos esos años.
-Hace unos años si hubiera hecho lo mismo hubiera caído rendida a sus pies… sin pensarlo, sin dudarlo –afirmé mirándolo a los ojos de forma fija, sonriendo de lado paseando mis dedos por su cuello- pero ahora es demasiado tarde, solo tengo cariño y admiración por él y el recuerdo del que fue mi amor platónico siendo adolescente –no contesté de forma directa a su pregunta y cuando sus dedos surcaron la yugular de mi cuello elevé mi rostro echándolo hacia atrás y cerré los ojos soltando un jadeo, dejándome hacer, sonriendo por lo que el vampiro decía, lo que el demonio quería que dijera en realidad. Reí de forma corta y fría escuchando sus palabras- ¿Te ha gustado como mataba a ese licántropo, como luchaba con el otro? No solo el vampiro quería salvarme ¿verdad? Tú también lo querías pese a todo –mis labios sobre los suyos, seguíamos desafiándonos pese a todo no dejando nuestro brazo a torcer- ha sido una imagen oscura, sádica y gore… digna de un demonio como tú –bastaba de hablar, mi cuerpo me pedía otra cosa bien distinta y no tardé demasiado en hacer que el vampiro estuviera contra la pared, quitarme los pantalones y ropa interior, dejarlo a él semi desnudo y subirme sobre su cuerpo para restregar mi sexo contra su miembro duro, necesitada de que me tomara de una maldita vez. Mis manos se afanaron en desabrochar los botones de su camisa sin dejar de mover mis caderas hasta que finalmente lo noté en mi interior, fuego ardiente que notaba contra su tacto frío en una mezcla explosiva y excitante. Él rugió y yo gemí notando sus dedos aferrando mi cadera con fuerza moviéndose dentro y fuera de mi cuerpo con violencia, arrancándome jadeos que morían en sus labios, totalmente excitada y entregada, y sus dedos no tardaron en desabrochar aquel corsé que llevaba dejando mis pechos libres de su opresión, restregando mi pecho contra el suyo con cada roce, cada movimiento.
Pronto el suelo fue nuestro lecho, notándolo en mi interior todavía mis manos fueron a los lados de mi cabeza, con mi pelo esparcido por el suelo moviendo mi cadera contra él que me miraba de esa forma que me hizo morderme el labio para llevar mis manos a su torso y pasear mis manos por este, mis piernas subieron de entorno a su cintura a posase cada una en su hombro, contemplándole con una sonrisa lujuriosa en mitad de un jadeo, reclamándolo para que viniera a mi encuentro, arañándolo antes de que cayera sobre mí salpicándonos con la sangre y volviera a moverse de nuevo en mi interior como el demonio que era, acogiéndolo en cada embestida furiosa que daba, placentera, excitante y salvaje que me saciaba poco a poco.
No apartábamos la mirada del otro en ningún momento mientras seguía moviéndose de esa forma tan placentera, saciándome, saciando a su vez a Lilith dejándose hacer por el vampiro. Mis manos fueron a su espalda y la arañé notando su sangre que brotaba de su piel, como si quisiera marcarlo de alguna forma, mis labios fueron a los suyos y los devoré encendida totalmente, jadeando y gimiendo por la velocidad con la que se movía, placer y dolor en una combinación explosiva donde el placer me dominaba y me cegaba por completo. Mi cuerpo se arqueaba contra el suyo buscándolo con cada embestida que llegaba hasta el fondo, palpitante, necesitada y extasiada con lo que me provocaba en su acto más carnal y salvaje, seducidos no solo por lo que nos consumía por dentro, sino al mismo tiempo por lo que éramos cada uno que lo hacía más peligroso y prohibido, más morboso si cabía. No solo me entregaba al demonio que habitaba en su interior, sino a Joe y el vampiro que era.
Sus colmillos en mis pechos ayudaban a llegar a ese orgasmo al que me estaba acercando de forma potente, su forma de moverse me volvía loca y cuando se quedó moviéndose completamente dentro llenándome en todos los sentidos estallé en un orgasmo que me hizo gemir retumbando en el callejón, notando como mi sexo se contraía entorno a su miembro y sus colmillos perforaban la piel de uno de mis pechos, mis piernas apretando con fuerza en sus hombros y mis uñas clavadas en la espalda del vampiro dejándome llevar por el placer, sucumbiendo, cediendo, perdiéndome… Mi respiración errática hacía que el vampiro pudiera beber más sangre por el bombeo de mi corazón y más placer me otorgaba, como un bucle que no tenía ni principio ni fin, hasta que finalmente alzó su rostro, me miró con esos ojos y lamió sus labios de la sangre que llevaba en estos tras lamer la sangre de mi herida.
Nuestros labios volvieron a encontrarse de nuevo sintiendo el sabor férreo de mi sangre en ellos, porque nuestros demonios podrían necesitarse, pero estaba claro que nosotros como Joe y Dan también nos habíamos buscado y necesitado, no solo los demonios que llevábamos en nuestro interior y que casaban de aquella forma haciéndonos presos a ambos, ya no solo por la boda, sino porque incluso sin esta en esos días habían estado como pasando un infierno a solas, dejándonos vacíos del otro hasta que al final se habían vuelto a encontrar de nuevo, en aquel callejón, separando la distancia sobre aquel manto de sangre y muerte que habíamos provocado minutos antes. Cerré los ojos unos segundos y comencé a respirar con normalidad sintiendo que salía de mí y se apartaba para mirarme, ahora con los demonios saciados. Abrí mis ojos para verlo y me mordí el labio, cada vez que nos fundíamos en uno era algo difícil de explicar y que me dejaba totalmente exhausta.
-Ahora que me he saciado de ti, Joe, podemos ir a saciar a Lilith –mí dedo recorrió el perfil de su rostro con una sonrisa ladeada en el rostro viendo la sonrisa que puso tras mis palabras. Sin esfuerzo alguno se levantó del suelo y me tendió una mano para ayudarme a levantarme, mano que tomé y de un empujón sin mucha fuerza me puso en pie, quedando de nuevo cerca con nuestros rostros a escasos centímetros, mordí su labio inferior con fuerza y me alejé para comenzar a vestirme y él hacía exactamente lo mismo, una vez vestida con la ropa de nuevo aunque ambos íbamos manchados de sangre recogí las dagas de plata que había utilizado con los licántropos, así también como la espada que volví a guardar en la funda que llevaba en la espalda, preparada y lista. Contemplé al vampiro que me miraba armada hasta los dientes, también llevaba alguna estaca pero esa noche no iba a utilizarla con él para llevarlo al límite de la cordura- ¿Qué me dices, Joe? ¿Te apetece pasar una noche diferente al resto de las que hemos tenido, amor? –Volví a acercarme de nuevo a él dejando una mano en su pecho, alzando mis ojos a los suyos que tenían ese color rojo típico del vampiro- Creo que tenemos un enemigo en común y tengo ganas de cazar algo, ¿me acompañas a cazar? Prometo obsequiarte con un espectáculo como el que has presenciado, incluso mejor. Y si algo fallara o saliera mal… -mis labios se acercaron a los suyos- apareces como un demonio del infierno para salvar a tú reina –porque él no iba a permitir que matara vampiros ni yo iba a permitir que matara humanos, así que solo nos quedaba una opción, enemigo de ambos como lo éramos nosotros mismos- Muéstrame como cazas, quiero ver al vampiro en acción.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Burned In The Flames Of Hell ~ Privado
Cuando mis colmillos abandonaron su piel la sangre resbalaba caliente por mi boca, distancia que atajó hambrienta, no hubo tregua en un beso apasionado, necesitado y delirante que marcaba mas si podía el colofon final de un acto tan lascivo como beligerante.
Respiraciones erráticas que nos calcinaban, mi hombría, aun en su interior, daba esos últimos coletazos marcando la devastación que había dejado a su paso.
Ladeé la sonrisa, su mirada era turbia, como en trance y es que pocas mujeres eran capaces de soportar al diablo entre sus piernas y salir vivas de la gesta.
Me relamí, me costaba abandonar su piel, era un pecado tentador, pero acabado el acto quedarme hubiera significado traición, traicionar mi promesa, esa que un día hice, la que me llevo hasta ella.
Le tendí la mano sin variar el tono rojo de mis ojos, un tirón y nuestras pieles se encontraron, nuestras respiraciones nuevamente impactaron como si la distancia abrasara pero fuera necesaria.
Alcé mis pantalones cubriendo así mi hombría, todo estaba cubierto de sangre, sin duda no estábamos presentables para acudir a misa de doce, claro que dudaba que Lilith me preparara en su noche un encuentro con el dios crucificado.
Contemplé como las prendas de ropa se deslizaban por su cuerpo hasta ser cubierto, después las armas le sucedieron y finalmente la cazadora pertrechada hasta los dientes se presentó frente a mi pidiendo mas muerte.
-Creía que esto que acabamos de hacer es lo que necesitaba Lilith pero..-sonreí, no cabía en si de lo que acababa de oír -¿es la cazadora la que desceba saciarse de mi piel? ¿es Dan quien moría por dejarse tomar?
Alcé su mentón para enfrentar nuestras salvajes miradas, su mano en mi pecho, los dos sonreíamos, como si de nuevo empezara el juego.
-¿me estas pidiendo protección pequeña cazadora? -acerqué mis labios a los suyos, apenas un roce -reconoce que te has visto tentada de venir a buscarme -susurré alargando la lengua para lamer su labio inferior.
-Esta bien acepto ir a cazar lobos, siempre me vendrá bien una nueva alfombra para el salón, a cambio, solo tengo una petición.
Hice una pausa, sus ojos mostraba la duda que le producían mis palabras.
-El anillo, tus padres se preguntan donde esta y yo quiero ver el grillete en tu dedo brillar -ladeé la sonrisa -hazlo por complacerme -pedí con un divertido mohin.
-El banco, saca el dinero que necesites para comprarlo, no te pondrán problemas, están avisados.
¡ah si! De paso compra una escoba y un recogedor, es lo que necesitará el cazador para no tener que agacharse a recoger su orgullo.
Le tendí la mano a mi preciosa prometida con un gesto engreído, casi se me escapa una sonrisa cuando pasó de largo sin tomarla ladeando la sonrisa y mirándome por encima del hombro con esa lasciva mirada por la que la seguiría hasta el final de mis días.
Mi mano se estampó en sus nalgas, no pude evitar echarme a reír y rodear después su cintura con mi brazo.
-¿y bien Lilith? ¿donde encontraremos a esos preciosos lobos?
Por suerte, estábamos en las afueras, aquellos dos engendros posiblemente habían bajado del bosque en busca de alguna presa, pero era fácil seguir el rastro y con un poco de suerte nos llevaría ante la manada entera.
Me agaché acariciando la húmeda tierra, las huellas de uno de ellos aun fresca, le señalé la dirección correcta.
Ella me miró enarcando una ceja y yo me limité a encogerme de hombros, tenia razón, yo había ido allí como un mero espectador.
-Te sigo mi amor, llévame al infierno.
Respiraciones erráticas que nos calcinaban, mi hombría, aun en su interior, daba esos últimos coletazos marcando la devastación que había dejado a su paso.
Ladeé la sonrisa, su mirada era turbia, como en trance y es que pocas mujeres eran capaces de soportar al diablo entre sus piernas y salir vivas de la gesta.
Me relamí, me costaba abandonar su piel, era un pecado tentador, pero acabado el acto quedarme hubiera significado traición, traicionar mi promesa, esa que un día hice, la que me llevo hasta ella.
Le tendí la mano sin variar el tono rojo de mis ojos, un tirón y nuestras pieles se encontraron, nuestras respiraciones nuevamente impactaron como si la distancia abrasara pero fuera necesaria.
Alcé mis pantalones cubriendo así mi hombría, todo estaba cubierto de sangre, sin duda no estábamos presentables para acudir a misa de doce, claro que dudaba que Lilith me preparara en su noche un encuentro con el dios crucificado.
Contemplé como las prendas de ropa se deslizaban por su cuerpo hasta ser cubierto, después las armas le sucedieron y finalmente la cazadora pertrechada hasta los dientes se presentó frente a mi pidiendo mas muerte.
-Creía que esto que acabamos de hacer es lo que necesitaba Lilith pero..-sonreí, no cabía en si de lo que acababa de oír -¿es la cazadora la que desceba saciarse de mi piel? ¿es Dan quien moría por dejarse tomar?
Alcé su mentón para enfrentar nuestras salvajes miradas, su mano en mi pecho, los dos sonreíamos, como si de nuevo empezara el juego.
-¿me estas pidiendo protección pequeña cazadora? -acerqué mis labios a los suyos, apenas un roce -reconoce que te has visto tentada de venir a buscarme -susurré alargando la lengua para lamer su labio inferior.
-Esta bien acepto ir a cazar lobos, siempre me vendrá bien una nueva alfombra para el salón, a cambio, solo tengo una petición.
Hice una pausa, sus ojos mostraba la duda que le producían mis palabras.
-El anillo, tus padres se preguntan donde esta y yo quiero ver el grillete en tu dedo brillar -ladeé la sonrisa -hazlo por complacerme -pedí con un divertido mohin.
-El banco, saca el dinero que necesites para comprarlo, no te pondrán problemas, están avisados.
¡ah si! De paso compra una escoba y un recogedor, es lo que necesitará el cazador para no tener que agacharse a recoger su orgullo.
Le tendí la mano a mi preciosa prometida con un gesto engreído, casi se me escapa una sonrisa cuando pasó de largo sin tomarla ladeando la sonrisa y mirándome por encima del hombro con esa lasciva mirada por la que la seguiría hasta el final de mis días.
Mi mano se estampó en sus nalgas, no pude evitar echarme a reír y rodear después su cintura con mi brazo.
-¿y bien Lilith? ¿donde encontraremos a esos preciosos lobos?
Por suerte, estábamos en las afueras, aquellos dos engendros posiblemente habían bajado del bosque en busca de alguna presa, pero era fácil seguir el rastro y con un poco de suerte nos llevaría ante la manada entera.
Me agaché acariciando la húmeda tierra, las huellas de uno de ellos aun fresca, le señalé la dirección correcta.
Ella me miró enarcando una ceja y yo me limité a encogerme de hombros, tenia razón, yo había ido allí como un mero espectador.
-Te sigo mi amor, llévame al infierno.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Burned In The Flames Of Hell ~ Privado
Aún no estaba saciada todavía, aún quería mucho más de lo que había conseguido esa noche y ahora que me había repuesto, que la excitación había dejado de nublarme la mente y pedirme que calmara el estado de mí cuerpo en un grito necesitado Lilith estaba más despierta que nunca, como si aquello le hubiera dado las energías que necesitaba para volver de nuevo al juego, la noche aún era joven y quería más festín, más sangre, más muerte… y sabía de sobra que el vampiro y ese demonio que llevaba en su interior no me negarían la fiesta y que se unirían a ella si se lo pidiera. Por eso tras separar nuestros cuerpos y tomando su mano para ayudarme a levantarme, manchada con la sangre del mismo lugar donde me había tomado, comencé a ponerme la ropa.
Sentía de nuevo bajo la mirada del vampiro que no perdía detalle absoluto de cada una de mis acciones y de mis pasos, viendo cómo cogía el látigo del cuello del licántropo, las dagas en cada uno de los cuerpos y finalmente la espada que enfundaba a mí espalda guardándola. Me acerqué hacia donde estaba y dejé una mano en su pecho ofreciéndole una noche diferente a las que habíamos tenido, una noche de caza donde podríamos ir a por un enemigo común: licántropos. Pobres de aquellos que se interpusieran en nuestro camino, porque acabarían muertos bañando las calles con su sangre formando un pequeño río rojo, donde ambos nos bañaríamos deleitándonos con el momento… como habíamos disfrutado tomándonos sobre el suelo anegado en sangre de las bestias.
Mis palabras no habían pasado desapercibidas por el vampiro que ahora, con la sonrisa que traía en los labios, me hacía preguntas como si se sintiera el claro y justo vencedor de aquello… claro que se olvidaba del detalle de que él también entraba en aquel juego que habíamos hecho, porque podría decir mucho sobe el demonio de su interior que había disfrutado con aquel acto, pero el vampiro no se quedaba atrás tampoco, como tampoco la cazadora se había quedado atrás. Y es que ninguno lo íbamos a admitir, por eso nos retábamos y nos desafiábamos de esa manera, porque algo ya innato en los dos.
-¿Me vas a negar que el vampiro no ha disfrutado tomando a la cazadora, Joe? –Sonreí de lado sin amilanarme por sus palabras en ningún momento- ¿Tengo que recordarte, que tú sangre es muy potente, la mayor droga de todas y que me deja muy, muy, muy cachonda? –Reí levemente con mi mano todavía sobre su pecho, sonrisa ladeada- ¿No ha sido el vampiro quien me ha ofrecido su sangre sabiendo lo que implicaba? ¿No ha sido el vampiro también quien se ha dejado sucumbir ante la cazadora? No me culpes de algo mutuo, amor. Cazadora y vampiro han disfrutado lo mismo que nuestros demonios lo han hecho –reí otra vez sintiendo que alzaba mi mentón enfrentando ambas miradas de nuevo, su pregunta la hizo rozando mis labios de forma efímera y lo miré de forma divertida- No, Joe… tú me la has ofrecido en el mismo instante en el que te has presentado en este callejón para salvarme del licántropo –sonreí de forma ladina, ganándole ese asalto al menos en el que por su propia decisión se había ofrecido a como él decía ofrecerme su protección. Ladeé un poco el rostro mientras él seguía atacando esa vez con más preguntas, retándome, desafiándome… y cómo me gustaba que lo hiciéramos, era en parte lo que le daba vida a todo- Sí, lo reconozco vampiro… pero al menos yo no he cedido a la tentación como lo has hecho tú –sentí su lengua lamer mi labio inferior y mis dientes en un movimiento rápido la atraparon, para luego soltarla con una sonrisa en mis labios sin apartarme ni un ápice de él. Aceptaba venir a cazar pero con una condición, enarqué una ceja pensando qué era lo que iba a decirme y me eché a reír cuando me dijo lo del anillo, más concretamente por como lo llamaba él “grillete de dedo” que no podía ser más acertado, que el banco estaba avisado y que debía de buscar un anillo… así como comprar escoba y recogedor para el cazador.
Sabía que no le gustaba mi maestro y no había que ser demasiado listo para darse cuenta de ello, seguramente hubiera disfrutado enormemente cuando vio que lo apartaba y su demonio habría gozado con esa imagen. Claramente me había estado siguiendo desde que salí de noche de la mansión, vigilando cada uno de mis pasos, quedándose al margen hasta que a la fuerza –más bien porque él había querido- apareció en el callejón para matar al lobo y quizás incluso librarme de una muerte, en una búsqueda desesperada en la que nada me saciaba, todo lo sentía vacío… hasta que volvió a aparecer y Lilith rugía eufórica por ese hecho, ya la notaba pidiéndome que me moviera para ir a por lobos que cazar y matar.
-No lo hago por complacerte, sino porque no paran de preguntarme por el anillo y eso solucionará el problema que tengo. Pero… ¿sabes una cosa Joe? –Murmuré sobre sus labios, dejando que mi aliento cálido impactara contra los suyos que estaban más fríos- que yo no necesito de anillo para saber que te tengo con los grilletes puestos… y esta noche me lo acabas de demostrar –porque yo también podría dar pequeños jaques al vampiro, y porque me gustaba hacerlo y desafiarlo con cada una de mis palabras, no ponerle las cosas fáciles y dejarle totalmente en evidencia como lo hacía- Y niégamelo si te atreves –mordí su labio inferior antes de ver que me tendía la mano en un gesto totalmente engreído por sus palabras, pero yo comencé a andar sin tomarla con la sonrisa ladeada mirándolo por encima del hombro de forma lasciva para salir de aquel callejón. Su mano se estampó contra mis nalgas dándome un azote, a lo que yo le respondí con un puñetazo en su hombro con saña cuando rodeó mi cintura. Pronto nos alejamos de la zona para adentrarnos en las afueras lejos de la ciudad, cerca del bosque donde seguramente estuviera el resto. El vampiro se agachó para comprobar una huella que había y me señaló en la dirección que debíamos de seguir, enarqué una ceja como si no supiera rastrear y se encogió de hombros volviendo a mi lado. Sonreí de forma ladina ante sus palabras y me acerqué al vampiro, elevando mi rostro, para soltar las siguientes palabras que iba a decirle- Ya estás en el Infierno Joe. ¿Aún no te has dado cuenta, amor? –Reí entre dientes sin apartar mis ojos de los suyos rojos- Yo soy tú Infierno –acorté la distancia entre nuestros labios corroborando aquello, besándolo de forma que ambos ardiéramos en ese beso y me separé girándome para ir en busca de la manada de lobos.
Tuvimos que adentrarnos un poco en la zona del bosque, bañados por la luz de la luna llena, seguramente los que me había encontrado hubieran bajado por alguna razón a cazar algo y el resto permanecía en el bosque, se podían seguir las huellas de todos y no eran pocos precisamente. Una cazadora y un vampiro persiguiendo a una manada de lobos, si eso me lo hubieran dicho hacía un tiempo habría matado lentamente a quien siquiera lo hubiera insinuado, y sin embargo… ahí estábamos los dos. Pronto comenzamos a oír ruidos que provenían de una zona cerca a la que nos encontrábamos, algunos gruñidos y leves aullidos de la manada que descansaba en un claro, cerca de un pequeño lago que había donde podían beber agua.
Me paré agazapándome entre los arbustos sabiendo que podrían oírnos si hacíamos demasiado ruido y miré al vampiro, claro que el olor podría delatarnos y debíamos de aprovechar que llevábamos el viento en nuestro favor. Con delicadez parada tras un arbusto que nos daba una buena vista conté que, al menos, eran cuatro los lobos que estaban a la vista y yo al menos no podía saber si habrían más cerca o no, pero el vampiro sí. Sabía también que para él aquello sería como un pequeño paseo por el bosque, que podría acabar él solo con los lobos que había y que no me necesitaba para nada…pero Lilith me pedía sangre, más festín como la que había tenido en aquel callejón cuando el vampiro se acercó y sabía que él no se quedaría atrás y que participaría sin duda alguna destrozándolos de la forma en que lo había hecho en el callejón.
Mi mirada se posó en la del vampiro que me miraba como si esperara saber cuál era mi siguiente movimiento, sonreí de forma algo siniestra notando que Lilith tomaba partido, que incitaba a ese demonio que él tenía a seguirle en la fiesta que íbamos a empezar notando como sus ojos brillaban puestos en los míos, curioso por verme de nuevo en acción. De forma lenta sin hacer ruido saqué las dos dagas que tenía guardadas en el cinto y las giré en mis manos listas para la batalla. Podríamos aprovechar el factor sorpresa que teníamos y preparé la primera de las dagas con un lobo que se acercaba algo distraído en nuestra dirección, y para cuando quise levantarme y lanzar la daga que se estrelló en su pecho, haciendo que aullara por la quemazón mientras me abalanzaba para rematarlo clavando la espada en su corazón matándolo… ya nada pudo hacer, salvo alertar al resto que permanecía al otro lado y que gruñeron hacia donde estaba, saqué la espada del cuerpo del lobo y desenrollé el látigo preparada para la acción que se nos presentaba, notando al vampiro justo detrás de donde estaba sintiendo su demonio despertarse al mismo son que el mío.
Sentía de nuevo bajo la mirada del vampiro que no perdía detalle absoluto de cada una de mis acciones y de mis pasos, viendo cómo cogía el látigo del cuello del licántropo, las dagas en cada uno de los cuerpos y finalmente la espada que enfundaba a mí espalda guardándola. Me acerqué hacia donde estaba y dejé una mano en su pecho ofreciéndole una noche diferente a las que habíamos tenido, una noche de caza donde podríamos ir a por un enemigo común: licántropos. Pobres de aquellos que se interpusieran en nuestro camino, porque acabarían muertos bañando las calles con su sangre formando un pequeño río rojo, donde ambos nos bañaríamos deleitándonos con el momento… como habíamos disfrutado tomándonos sobre el suelo anegado en sangre de las bestias.
Mis palabras no habían pasado desapercibidas por el vampiro que ahora, con la sonrisa que traía en los labios, me hacía preguntas como si se sintiera el claro y justo vencedor de aquello… claro que se olvidaba del detalle de que él también entraba en aquel juego que habíamos hecho, porque podría decir mucho sobe el demonio de su interior que había disfrutado con aquel acto, pero el vampiro no se quedaba atrás tampoco, como tampoco la cazadora se había quedado atrás. Y es que ninguno lo íbamos a admitir, por eso nos retábamos y nos desafiábamos de esa manera, porque algo ya innato en los dos.
-¿Me vas a negar que el vampiro no ha disfrutado tomando a la cazadora, Joe? –Sonreí de lado sin amilanarme por sus palabras en ningún momento- ¿Tengo que recordarte, que tú sangre es muy potente, la mayor droga de todas y que me deja muy, muy, muy cachonda? –Reí levemente con mi mano todavía sobre su pecho, sonrisa ladeada- ¿No ha sido el vampiro quien me ha ofrecido su sangre sabiendo lo que implicaba? ¿No ha sido el vampiro también quien se ha dejado sucumbir ante la cazadora? No me culpes de algo mutuo, amor. Cazadora y vampiro han disfrutado lo mismo que nuestros demonios lo han hecho –reí otra vez sintiendo que alzaba mi mentón enfrentando ambas miradas de nuevo, su pregunta la hizo rozando mis labios de forma efímera y lo miré de forma divertida- No, Joe… tú me la has ofrecido en el mismo instante en el que te has presentado en este callejón para salvarme del licántropo –sonreí de forma ladina, ganándole ese asalto al menos en el que por su propia decisión se había ofrecido a como él decía ofrecerme su protección. Ladeé un poco el rostro mientras él seguía atacando esa vez con más preguntas, retándome, desafiándome… y cómo me gustaba que lo hiciéramos, era en parte lo que le daba vida a todo- Sí, lo reconozco vampiro… pero al menos yo no he cedido a la tentación como lo has hecho tú –sentí su lengua lamer mi labio inferior y mis dientes en un movimiento rápido la atraparon, para luego soltarla con una sonrisa en mis labios sin apartarme ni un ápice de él. Aceptaba venir a cazar pero con una condición, enarqué una ceja pensando qué era lo que iba a decirme y me eché a reír cuando me dijo lo del anillo, más concretamente por como lo llamaba él “grillete de dedo” que no podía ser más acertado, que el banco estaba avisado y que debía de buscar un anillo… así como comprar escoba y recogedor para el cazador.
Sabía que no le gustaba mi maestro y no había que ser demasiado listo para darse cuenta de ello, seguramente hubiera disfrutado enormemente cuando vio que lo apartaba y su demonio habría gozado con esa imagen. Claramente me había estado siguiendo desde que salí de noche de la mansión, vigilando cada uno de mis pasos, quedándose al margen hasta que a la fuerza –más bien porque él había querido- apareció en el callejón para matar al lobo y quizás incluso librarme de una muerte, en una búsqueda desesperada en la que nada me saciaba, todo lo sentía vacío… hasta que volvió a aparecer y Lilith rugía eufórica por ese hecho, ya la notaba pidiéndome que me moviera para ir a por lobos que cazar y matar.
-No lo hago por complacerte, sino porque no paran de preguntarme por el anillo y eso solucionará el problema que tengo. Pero… ¿sabes una cosa Joe? –Murmuré sobre sus labios, dejando que mi aliento cálido impactara contra los suyos que estaban más fríos- que yo no necesito de anillo para saber que te tengo con los grilletes puestos… y esta noche me lo acabas de demostrar –porque yo también podría dar pequeños jaques al vampiro, y porque me gustaba hacerlo y desafiarlo con cada una de mis palabras, no ponerle las cosas fáciles y dejarle totalmente en evidencia como lo hacía- Y niégamelo si te atreves –mordí su labio inferior antes de ver que me tendía la mano en un gesto totalmente engreído por sus palabras, pero yo comencé a andar sin tomarla con la sonrisa ladeada mirándolo por encima del hombro de forma lasciva para salir de aquel callejón. Su mano se estampó contra mis nalgas dándome un azote, a lo que yo le respondí con un puñetazo en su hombro con saña cuando rodeó mi cintura. Pronto nos alejamos de la zona para adentrarnos en las afueras lejos de la ciudad, cerca del bosque donde seguramente estuviera el resto. El vampiro se agachó para comprobar una huella que había y me señaló en la dirección que debíamos de seguir, enarqué una ceja como si no supiera rastrear y se encogió de hombros volviendo a mi lado. Sonreí de forma ladina ante sus palabras y me acerqué al vampiro, elevando mi rostro, para soltar las siguientes palabras que iba a decirle- Ya estás en el Infierno Joe. ¿Aún no te has dado cuenta, amor? –Reí entre dientes sin apartar mis ojos de los suyos rojos- Yo soy tú Infierno –acorté la distancia entre nuestros labios corroborando aquello, besándolo de forma que ambos ardiéramos en ese beso y me separé girándome para ir en busca de la manada de lobos.
Tuvimos que adentrarnos un poco en la zona del bosque, bañados por la luz de la luna llena, seguramente los que me había encontrado hubieran bajado por alguna razón a cazar algo y el resto permanecía en el bosque, se podían seguir las huellas de todos y no eran pocos precisamente. Una cazadora y un vampiro persiguiendo a una manada de lobos, si eso me lo hubieran dicho hacía un tiempo habría matado lentamente a quien siquiera lo hubiera insinuado, y sin embargo… ahí estábamos los dos. Pronto comenzamos a oír ruidos que provenían de una zona cerca a la que nos encontrábamos, algunos gruñidos y leves aullidos de la manada que descansaba en un claro, cerca de un pequeño lago que había donde podían beber agua.
Me paré agazapándome entre los arbustos sabiendo que podrían oírnos si hacíamos demasiado ruido y miré al vampiro, claro que el olor podría delatarnos y debíamos de aprovechar que llevábamos el viento en nuestro favor. Con delicadez parada tras un arbusto que nos daba una buena vista conté que, al menos, eran cuatro los lobos que estaban a la vista y yo al menos no podía saber si habrían más cerca o no, pero el vampiro sí. Sabía también que para él aquello sería como un pequeño paseo por el bosque, que podría acabar él solo con los lobos que había y que no me necesitaba para nada…pero Lilith me pedía sangre, más festín como la que había tenido en aquel callejón cuando el vampiro se acercó y sabía que él no se quedaría atrás y que participaría sin duda alguna destrozándolos de la forma en que lo había hecho en el callejón.
Mi mirada se posó en la del vampiro que me miraba como si esperara saber cuál era mi siguiente movimiento, sonreí de forma algo siniestra notando que Lilith tomaba partido, que incitaba a ese demonio que él tenía a seguirle en la fiesta que íbamos a empezar notando como sus ojos brillaban puestos en los míos, curioso por verme de nuevo en acción. De forma lenta sin hacer ruido saqué las dos dagas que tenía guardadas en el cinto y las giré en mis manos listas para la batalla. Podríamos aprovechar el factor sorpresa que teníamos y preparé la primera de las dagas con un lobo que se acercaba algo distraído en nuestra dirección, y para cuando quise levantarme y lanzar la daga que se estrelló en su pecho, haciendo que aullara por la quemazón mientras me abalanzaba para rematarlo clavando la espada en su corazón matándolo… ya nada pudo hacer, salvo alertar al resto que permanecía al otro lado y que gruñeron hacia donde estaba, saqué la espada del cuerpo del lobo y desenrollé el látigo preparada para la acción que se nos presentaba, notando al vampiro justo detrás de donde estaba sintiendo su demonio despertarse al mismo son que el mío.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Burned In The Flames Of Hell ~ Privado
Mi sonrisa aun estaba ensanchada recordando aquellas palabras que contraatacaron a las mías, era cierto, yo no portaba anillo, mas...de algún modo también tenia un grillete en el dedo puesto.
Ahora que había consentido a seguir siendo mi prometida, quedábamos nuevamente unidos … aunque algo había cambiado, ahora sabíamos que nuestras bestias se anhelaban.
Nada las saciaba si no era el roce de sus cuerpos, la sangre resbalando por ellos y de algún modo, tanto a mi, como a la cazadora nos atraía eso.
Me relamí los labios, apestábamos a sangre, la ventaja era que el aire estaba a nuestro favor y no llevaba el olor a la manada que tras los matorrales donde estábamos ocultos veíamos.
Eran cuatro lobos, estaban cerca del rio, posiblemente habían acudido allí a aplacar su sed, tres machos y una hembra, las auras brillaban con intensos colores naranjas y la plateada luna acariciaba sus pelajes como la buena madre que era.
Ladeé la sonrisa pronto la dama blanca lloraría sangre y rendiría tributo a los demonios de la noche.
Mis ojos recorrieron rojos como el fuego el cuerpo de la cazadora, me gustaba aquella actitud beligerante que portaba.
Todo su cuerpo en tensión, podía oír rugir a Lilith en su interior suplicando mas sangre, mas caos...
Sacó las dagas sin hacer ruido, sus puños se cernían sobre el mango del acero, parecía un depredador hambriento y eso me excitaba en exceso.
Uno de los lobos se separó del grupo, no eran esas cuatro las únicas auras que percibía, había otra agazapada entre la maleza del fondo, pero dejaría que Lilith descubriría por si misma las buenas nuevas.
Dan se alzó, ruados los movimientos de aquel ángel alado que asestaba ráfagas de ataques con el acero hasta que se alzó por los aires hundiendo el arma en el corazón de la peluda bestia.
Me alcé con una ladeada sonrisa, el factor sorpresa se acabó los otros tres se abalanzaron hacia ella.
Hubiera podido intervenir, mas la verdad es que me mantuve impasible, quería verla pelear, la sangre salpicaba su rostro, danzaba con maestría en medio de los monstruos, jadeaba mientras sus pies se movían acariciando la hierba del frondoso bosque.
Las zarpas en su dirección no la alcanzaban y era ella, la que con las dagas hacia caer la sangre sobre las hierbas verdes.
Fue entonces cuando me percaté de que ella se desgastaba, una bestia se lanzo con sus afilados colmillos y de un saltó me subí sobre sus hombros, hundí mis garras en su cuello, la cabeza salio volando por los aires, el troncó calló de forma sonora contra el suelo y yo caí de pie frente a la cazador contemplando sus ojos pardos completamente excitados.
Los otros dos se abalanzaron en nuestra dirección, por los aires pille a uno de ellos lanzandolo contra el tronco de un árbol, su espalda crujió, se le había partido en dos, ladeé la sonrisa caminando hacia allí con altivez, a mis espaldas escuchaba a mi preciosa Lilith disfrutar del baño de sangre con el licantropo restante.
Me agaché contemplando al pobre diablo que trataba de recuperarse, me lanzaba mordiscos que castañeteaban sin éxito en el airé.
Dejé caer la mano atrapando su cuello y elevándolo de nuevo, golpeé con su maltrecho cuerpo el suelo.
Arranqué su yugular quedándome la aorta en la mano, la sangre bañaba el campo y elevé la vista a esa triste luna roja que había perdido a cuatro de sus hijos.
Mi oscurecida mirada se clavó en la de la cazadora, ambos jadeábamos de frente, quería tomarla nuevamente.
Mas la quinta aura saltó de la maleza como un resorte, un niño convertido en licantropo diminuto lo que corría hacia ella para vengar a sus padres, no le echaba mas de siete miseros años, ladeé la sonrisa contemplando con descaro lo que mi preciosa prometida haría con ese engendro condenado a la muerte.
Ahora que había consentido a seguir siendo mi prometida, quedábamos nuevamente unidos … aunque algo había cambiado, ahora sabíamos que nuestras bestias se anhelaban.
Nada las saciaba si no era el roce de sus cuerpos, la sangre resbalando por ellos y de algún modo, tanto a mi, como a la cazadora nos atraía eso.
Me relamí los labios, apestábamos a sangre, la ventaja era que el aire estaba a nuestro favor y no llevaba el olor a la manada que tras los matorrales donde estábamos ocultos veíamos.
Eran cuatro lobos, estaban cerca del rio, posiblemente habían acudido allí a aplacar su sed, tres machos y una hembra, las auras brillaban con intensos colores naranjas y la plateada luna acariciaba sus pelajes como la buena madre que era.
Ladeé la sonrisa pronto la dama blanca lloraría sangre y rendiría tributo a los demonios de la noche.
Mis ojos recorrieron rojos como el fuego el cuerpo de la cazadora, me gustaba aquella actitud beligerante que portaba.
Todo su cuerpo en tensión, podía oír rugir a Lilith en su interior suplicando mas sangre, mas caos...
Sacó las dagas sin hacer ruido, sus puños se cernían sobre el mango del acero, parecía un depredador hambriento y eso me excitaba en exceso.
Uno de los lobos se separó del grupo, no eran esas cuatro las únicas auras que percibía, había otra agazapada entre la maleza del fondo, pero dejaría que Lilith descubriría por si misma las buenas nuevas.
Dan se alzó, ruados los movimientos de aquel ángel alado que asestaba ráfagas de ataques con el acero hasta que se alzó por los aires hundiendo el arma en el corazón de la peluda bestia.
Me alcé con una ladeada sonrisa, el factor sorpresa se acabó los otros tres se abalanzaron hacia ella.
Hubiera podido intervenir, mas la verdad es que me mantuve impasible, quería verla pelear, la sangre salpicaba su rostro, danzaba con maestría en medio de los monstruos, jadeaba mientras sus pies se movían acariciando la hierba del frondoso bosque.
Las zarpas en su dirección no la alcanzaban y era ella, la que con las dagas hacia caer la sangre sobre las hierbas verdes.
Fue entonces cuando me percaté de que ella se desgastaba, una bestia se lanzo con sus afilados colmillos y de un saltó me subí sobre sus hombros, hundí mis garras en su cuello, la cabeza salio volando por los aires, el troncó calló de forma sonora contra el suelo y yo caí de pie frente a la cazador contemplando sus ojos pardos completamente excitados.
Los otros dos se abalanzaron en nuestra dirección, por los aires pille a uno de ellos lanzandolo contra el tronco de un árbol, su espalda crujió, se le había partido en dos, ladeé la sonrisa caminando hacia allí con altivez, a mis espaldas escuchaba a mi preciosa Lilith disfrutar del baño de sangre con el licantropo restante.
Me agaché contemplando al pobre diablo que trataba de recuperarse, me lanzaba mordiscos que castañeteaban sin éxito en el airé.
Dejé caer la mano atrapando su cuello y elevándolo de nuevo, golpeé con su maltrecho cuerpo el suelo.
Arranqué su yugular quedándome la aorta en la mano, la sangre bañaba el campo y elevé la vista a esa triste luna roja que había perdido a cuatro de sus hijos.
Mi oscurecida mirada se clavó en la de la cazadora, ambos jadeábamos de frente, quería tomarla nuevamente.
Mas la quinta aura saltó de la maleza como un resorte, un niño convertido en licantropo diminuto lo que corría hacia ella para vengar a sus padres, no le echaba mas de siete miseros años, ladeé la sonrisa contemplando con descaro lo que mi preciosa prometida haría con ese engendro condenado a la muerte.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Re: Burned In The Flames Of Hell ~ Privado
No había tiempo que perder ante los cuatro lobos que teníamos delante, centrándome primero en el que se había alejado un poco de los demás y que se acercaba sin percatarse hacia nosotros. Estábamos cubiertos de sangre pero teníamos el viento a nuestro favor que se llevaba el olor haciendo que ellos no pudieran siquiera notar que sus verdugos estaban observándolos. Lilith me pedía cazar así que no esperé demasiado cuando lancé una de las dagas que dio en el pecho del lobo entre sus dos patas delanteras, la plata le estaría quemando horrores y fue entonces cuando aprovechando que estaba cerca saltar sobre el lobo y comenzar a asestarle puñaladas con la daga, haciendo que la sangre salpicara el lugar, salpicándome incluso a mí hasta que finalmente hundí la daga de plata en el corazón de la bestia matándola por completo.
Me levanté oyendo de fondo los gruñidos de los otros tres y saqué tanto la espada como el látigo que hice resonar contra el suelo, preparada para la acción. Lilith estaba eufórica por el festín que le iba a presentar y notaba al vampiro a mis espaldas, con sus ojos fijos en los míos observando todos y cada uno de mis movimientos. El lobo que estaba más cerca se abalanzó sobre mí y el látigo estalló en su cara haciéndole un corte, al tiempo que me apartaba y con la espada le hacía un corte en uno de sus costados, pero no me centré en ese sino que sentí la presencia de los otros dos que venían a por mí con ganas de matarme por lo que había hecho.
Me movía con agilidad y rapidez esquivando algunos golpes de los lobos, las garras se sucedían unas tras otras mientras las esquivaba y el látigo estallaba en la carne de los lobos y la espada hacía cortes, llenándolo todo de sangre, el suelo, mi ropa, incluso la sangre me había salpicado en el rostro. Una de las veces venían dos lobos, uno por cada lado, lanzándose con sus garras hacía mi pero me aparté agachándome y girando en la hierba de tal forma que se chocaron entre ambos cayendo al suelo, centrándome en el tercero que venía de nuevo a por mí.
Había sufrido leves rasguños en uno de los brazos pero nada que pudiera frenarme en esos momentos en los que el frenesí me recorría y Lilith estaba contenta ante el espectáculo que le estaba brindando, mientras el vampiro seguía justo donde lo había dejado contemplando el espectáculo grotesco. Hasta que finalmente pareció decidirse por intervenir mientras yo intentaba mantener a raya a dos de los lobos, sentí el gruñido tras de mí de uno de ellos y el sonido de un cuerpo cayendo con aplomo sobre la hierba, para cuando quise girarme vi como el vampiro terminaba con el lobo cuyo cuerpo cayó al suelo y él caía, con gracilidad, frente a mí.
Nos miramos de cerca con esos ojos rojos que tenía el vampiro, completamente excitados nuestros demonios por lo que estábamos haciendo, y las respiraciones algo erráticas por la batalla. Me mordí el labio el labio para lamerlos después en los breves segundos que tuvimos, antes de que los lobos volvieran de nuevo a la carga. Él se encargó de uno de ellos y yo me giré para enfrentar al otro en una lucha a muerte. Esquivaba sus golpes, giraba, rodaba por el suelo para que sus zarpas ni sus colmillos me alcanzaran mientras desquiciado me seguía por el lugar para darme caza y descuartizarme por lo que habíamos hecho a los demás lobos.
Con el látigo en la mano me giré para lanzarlo contra el lobo y rodear su cuello con el haciendo fuerza para ahogarlo, cerca de donde estaba tenía la daga que había dejado incrustada en el cuerpo del primer lobo que había matado y estirando el brazo para cogerla cuando la tuve la lancé, dando en la pata del lobo que lo hizo recostarse un poco contra el suelo. No perdí el tiempo, corrí en su dirección y de un salto me subí sobre el lobo que se revolvió para tirarme, pero la espada en mi mano hizo un corte en su cuello del que comenzó a manar sangre, y pronto la espada atravesó su cabeza clavándose en el suelo matando al lobo en el acto, el cuerpo cayó de lado y yo me bajé antes de quedar atrapada por su peso. Quité la espada haciendo que la cabeza cayera al suelo y manchada de sangre me giré para mirar al vampiro, quien ya había acabado con el otro que quedaba, y me contemplaba ahora él también manchado de sangre.
La luna ahora roja se alzaba en el suelo ante la masacre que habíamos hecho, Lilith aplaudía por el festín realizado y mis ojos se clavaron en el vampiro quien también me miraba, jadeábamos por lo que acabábamos de hacer y di un par de pasos en su dirección cuando la sorpresa de la noche apareció entre la maleza, lanzándose en mi dirección. Un lobo, un pequeño lobo mucho más pequeño que los otros corría gruñendo hacia mí para seguramente vengar a sus padres y su familia muerte. Lilith se regodeó, yo sin embargo no lo hice del todo al darme cuenta de que era un niño lo que iba a matar, el primer niño de todos.
No fue difícil esquivarlo, no fue difícil atraparlo comparado con lo que habíamos pasado y sentía a Lilith relamerse ante la idea de llevarse a un inocente para rematar la noche, pero sin embargo mi parte humana no estaba tan contenta con la idea. Lo tenía que matar, no podía dejarlo con vida porque tarde o temprano acabaría por matar a algún cazador, o algún cazador terminaría por matarlo a él. Lo apresé mientras se revolvía gruñendo, enseñando sus colmillos mucho más pequeños pero tremendamente afilados, su pelaje oscuro brillaba con luz de la luna. No iba a jugar con él por mucho que Lilith quisiera que lo hiciera, a él iba a entregarle la muerte más dulce y menos dolorosa de todas las que podía darle.
Acabé con él de forma limpia y rápida que no pudiera sentir el menor dolor posible, Lilith me reprochó que debía de haber jugado más pero no iba a hacerlo, porque simplemente no podía. Había hundido la daga en su corazón acabando con su vida, la quité y me levanté del suelo limpiando la sangre de la misma y guardándola en su funda, miré alrededor con la devastación que habíamos hecho y eso le bastó a Lilith para volver a estar eufórica de nuevo, saciada, repleta. Mis pasos se dirigieron al vampiro que me observaba en todo momento, cubierto también de sangre de los lobos con esa mirada roja en su iris que me hizo sonreír de lado. Acorté la distancia y elevé mis labios para buscar los suyos en un beso tras toda aquella adrenalina, donde nuestros demonios volvieron a juntarse saciándose del otro.
-¿Y bien Joe, ha sido un plan diferente y satisfactorio? –Pregunté con la sonrisa ladeada, un plan completamente diferente a los que habíamos tenido hasta el momento, donde ambos nos habíamos mostrado tal cual éramos sin tener que fingir en ningún momento, reí entre dientes y mi mano se puso en su pecho- ¿Me invitas a un baño, amor? No puedo volver así a casa o creo que escandalizaría a mis padres que no saben a qué me dedico –ladeé la cabeza un poco- O… ¿tienes algún plan en mente mejor? Aunque no sé qué plan puede haber mejor que ir a una buena caza.
Me levanté oyendo de fondo los gruñidos de los otros tres y saqué tanto la espada como el látigo que hice resonar contra el suelo, preparada para la acción. Lilith estaba eufórica por el festín que le iba a presentar y notaba al vampiro a mis espaldas, con sus ojos fijos en los míos observando todos y cada uno de mis movimientos. El lobo que estaba más cerca se abalanzó sobre mí y el látigo estalló en su cara haciéndole un corte, al tiempo que me apartaba y con la espada le hacía un corte en uno de sus costados, pero no me centré en ese sino que sentí la presencia de los otros dos que venían a por mí con ganas de matarme por lo que había hecho.
Me movía con agilidad y rapidez esquivando algunos golpes de los lobos, las garras se sucedían unas tras otras mientras las esquivaba y el látigo estallaba en la carne de los lobos y la espada hacía cortes, llenándolo todo de sangre, el suelo, mi ropa, incluso la sangre me había salpicado en el rostro. Una de las veces venían dos lobos, uno por cada lado, lanzándose con sus garras hacía mi pero me aparté agachándome y girando en la hierba de tal forma que se chocaron entre ambos cayendo al suelo, centrándome en el tercero que venía de nuevo a por mí.
Había sufrido leves rasguños en uno de los brazos pero nada que pudiera frenarme en esos momentos en los que el frenesí me recorría y Lilith estaba contenta ante el espectáculo que le estaba brindando, mientras el vampiro seguía justo donde lo había dejado contemplando el espectáculo grotesco. Hasta que finalmente pareció decidirse por intervenir mientras yo intentaba mantener a raya a dos de los lobos, sentí el gruñido tras de mí de uno de ellos y el sonido de un cuerpo cayendo con aplomo sobre la hierba, para cuando quise girarme vi como el vampiro terminaba con el lobo cuyo cuerpo cayó al suelo y él caía, con gracilidad, frente a mí.
Nos miramos de cerca con esos ojos rojos que tenía el vampiro, completamente excitados nuestros demonios por lo que estábamos haciendo, y las respiraciones algo erráticas por la batalla. Me mordí el labio el labio para lamerlos después en los breves segundos que tuvimos, antes de que los lobos volvieran de nuevo a la carga. Él se encargó de uno de ellos y yo me giré para enfrentar al otro en una lucha a muerte. Esquivaba sus golpes, giraba, rodaba por el suelo para que sus zarpas ni sus colmillos me alcanzaran mientras desquiciado me seguía por el lugar para darme caza y descuartizarme por lo que habíamos hecho a los demás lobos.
Con el látigo en la mano me giré para lanzarlo contra el lobo y rodear su cuello con el haciendo fuerza para ahogarlo, cerca de donde estaba tenía la daga que había dejado incrustada en el cuerpo del primer lobo que había matado y estirando el brazo para cogerla cuando la tuve la lancé, dando en la pata del lobo que lo hizo recostarse un poco contra el suelo. No perdí el tiempo, corrí en su dirección y de un salto me subí sobre el lobo que se revolvió para tirarme, pero la espada en mi mano hizo un corte en su cuello del que comenzó a manar sangre, y pronto la espada atravesó su cabeza clavándose en el suelo matando al lobo en el acto, el cuerpo cayó de lado y yo me bajé antes de quedar atrapada por su peso. Quité la espada haciendo que la cabeza cayera al suelo y manchada de sangre me giré para mirar al vampiro, quien ya había acabado con el otro que quedaba, y me contemplaba ahora él también manchado de sangre.
La luna ahora roja se alzaba en el suelo ante la masacre que habíamos hecho, Lilith aplaudía por el festín realizado y mis ojos se clavaron en el vampiro quien también me miraba, jadeábamos por lo que acabábamos de hacer y di un par de pasos en su dirección cuando la sorpresa de la noche apareció entre la maleza, lanzándose en mi dirección. Un lobo, un pequeño lobo mucho más pequeño que los otros corría gruñendo hacia mí para seguramente vengar a sus padres y su familia muerte. Lilith se regodeó, yo sin embargo no lo hice del todo al darme cuenta de que era un niño lo que iba a matar, el primer niño de todos.
No fue difícil esquivarlo, no fue difícil atraparlo comparado con lo que habíamos pasado y sentía a Lilith relamerse ante la idea de llevarse a un inocente para rematar la noche, pero sin embargo mi parte humana no estaba tan contenta con la idea. Lo tenía que matar, no podía dejarlo con vida porque tarde o temprano acabaría por matar a algún cazador, o algún cazador terminaría por matarlo a él. Lo apresé mientras se revolvía gruñendo, enseñando sus colmillos mucho más pequeños pero tremendamente afilados, su pelaje oscuro brillaba con luz de la luna. No iba a jugar con él por mucho que Lilith quisiera que lo hiciera, a él iba a entregarle la muerte más dulce y menos dolorosa de todas las que podía darle.
Acabé con él de forma limpia y rápida que no pudiera sentir el menor dolor posible, Lilith me reprochó que debía de haber jugado más pero no iba a hacerlo, porque simplemente no podía. Había hundido la daga en su corazón acabando con su vida, la quité y me levanté del suelo limpiando la sangre de la misma y guardándola en su funda, miré alrededor con la devastación que habíamos hecho y eso le bastó a Lilith para volver a estar eufórica de nuevo, saciada, repleta. Mis pasos se dirigieron al vampiro que me observaba en todo momento, cubierto también de sangre de los lobos con esa mirada roja en su iris que me hizo sonreír de lado. Acorté la distancia y elevé mis labios para buscar los suyos en un beso tras toda aquella adrenalina, donde nuestros demonios volvieron a juntarse saciándose del otro.
-¿Y bien Joe, ha sido un plan diferente y satisfactorio? –Pregunté con la sonrisa ladeada, un plan completamente diferente a los que habíamos tenido hasta el momento, donde ambos nos habíamos mostrado tal cual éramos sin tener que fingir en ningún momento, reí entre dientes y mi mano se puso en su pecho- ¿Me invitas a un baño, amor? No puedo volver así a casa o creo que escandalizaría a mis padres que no saben a qué me dedico –ladeé la cabeza un poco- O… ¿tienes algún plan en mente mejor? Aunque no sé qué plan puede haber mejor que ir a una buena caza.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Burned In The Flames Of Hell ~ Privado
Mis ojos fijos en los de Lilith, el demonio se relamía por dentro, inquieto, acorralado, quería ver como destripaba al niño al igual que lo hizo con los otros cánidos.
Mas la muerte fue dulce, no podía negar que dentro de ella una humana se batía en duelo con Lilith, mas ¿acaso yo no tenia también debilidades? Esas que traspasaban al demonio, una niña al borde de la muerte que me empecinaba en mantener con vida.
Lo mas fácil era dejarla ir, pero tenia mis motivos para mantenerla con vida, su rostro era tan parecido al de mi hermana, la única mujer del clan Black, la debilidad de todos nosotros y esa niña me la recordaba en demasía.
Acorté la distancia al tiempo que ella lo hacia, manchados de sangre, mis escarlata centelleaban, brazos que rodearon su cintura, tiré de ella para pegar mas nuestros cuerpos, hambriento, necesitado de mas besos, mas como de costumbre el juego crecía entre nosotros avivando el deseo.
Mis labios contra los ajenos, rozándose suavemente, acogiendo cada palabra desafiante.
-Ha sido una noche distinta -musite dejando que mi lengua limpiara su boca, mi jadeos aplacados contra sus labios y ambos sonreíamos entre medias dejando claro que la excitación crecía en nuestros cuerpos pues juntos congestionaban de un modo jamas sentido.
-¿Un baño? -susurré con la voz ronca -¿aquí? Me costaba hasta pensar en ese momento
La imagen de ella embadurnada en sangre, mía, ofrecida para mi deleite era algo a lo que no me tenia acostumbrado ,pero hoy sentía que después de todos estos días lejos, nos habíamos dado una pequeña tregua en la que necesitábamos saciarnos para coger fuerzas.
Ella ladeaba la sonrisa al verme en ese estado ,los ojos de lilith brillaban intensos, sabia que de un modo u otro me poseía, al menos esta noche, si lo hacia.
-¿siempre tengo un plan mejor? -apunté con aire engreído -¿has bailado alguna vez frente al fuego de un campamento gitano? Quiero verte moverte para mi, quiero hacerte mía de nuevo, claro que para eso..deberíamos quitarnos todo la sangre ¿no crees?
Tengo una amiga, es una hechicera que a veces me hace ciertos favores a cambio de otros -la vi enarcar una ceja y reí contra sus labios -no, no ese tipo de favores, magia a cambio de caos.
Seguro que nos deja unirnos a la fiesta gitana que dan hoy, podemos beber, emborracharnos, bailar y antes de salir el sol estoy seguro que podré devolverte sana y salva a tu mansión ¿que me dices?
Era un plan distinto, lo mas parecido a una cita, distinta y peculiar, aunque la verdad hasta el día de hoy todas habían sido muy diferentes.
Me quité la camisa frente a sus ojos, nuestros cuerpos volvieron a buscarse, estábamos hambrientos del otro.
Labios contra labios, jadeábamos calentándonos, mas los dos tendíamos a alargar el momento, lo que hacia que cuando llegara fuera épico.
Rocé su nariz llevando mi mano al pantalón para aflojar el botón y dejarlo caer al suelo, las botas después y su mirada turbia jugó a repasar mi cuerpo.
Mis maso insaciables tiraron de los lazos de su corseé, el pecho pronto se convirtió en dos montañas alzadas deseando ser coronas.
Gruñí contra su boca, estábamos tan cerca que podíamos ver en el otro el deseo arraigado en cada musculo de nuestro cuerpo.
-Quiero que bailes para mi -susurré muy excitado -si te portas bien le diré a mi amiga que te lea el futuro -bromeé sin apartar mis ojos de su boca -jadeé de nuevo -aunque ya puedo yo decirte que será muy oscuro.
Pronto ambos estuvimos desnudos, la luna roja bañaba nuestros cuerpos cuando el arroyo y sus gélidas aguas nos acogió.
-¿me acompañarías mañana a una fiesta...distinta a las que has asistido jamas? -pregunté con mis ojos hundidos en su boca, la deseaba en ese momento mas de lo que nunca deseé nada -si es un si la respuesta, compra ademas del anillo, un vestido a juego con mascara, lo vas a necesitar.
Mas la muerte fue dulce, no podía negar que dentro de ella una humana se batía en duelo con Lilith, mas ¿acaso yo no tenia también debilidades? Esas que traspasaban al demonio, una niña al borde de la muerte que me empecinaba en mantener con vida.
Lo mas fácil era dejarla ir, pero tenia mis motivos para mantenerla con vida, su rostro era tan parecido al de mi hermana, la única mujer del clan Black, la debilidad de todos nosotros y esa niña me la recordaba en demasía.
Acorté la distancia al tiempo que ella lo hacia, manchados de sangre, mis escarlata centelleaban, brazos que rodearon su cintura, tiré de ella para pegar mas nuestros cuerpos, hambriento, necesitado de mas besos, mas como de costumbre el juego crecía entre nosotros avivando el deseo.
Mis labios contra los ajenos, rozándose suavemente, acogiendo cada palabra desafiante.
-Ha sido una noche distinta -musite dejando que mi lengua limpiara su boca, mi jadeos aplacados contra sus labios y ambos sonreíamos entre medias dejando claro que la excitación crecía en nuestros cuerpos pues juntos congestionaban de un modo jamas sentido.
-¿Un baño? -susurré con la voz ronca -¿aquí? Me costaba hasta pensar en ese momento
La imagen de ella embadurnada en sangre, mía, ofrecida para mi deleite era algo a lo que no me tenia acostumbrado ,pero hoy sentía que después de todos estos días lejos, nos habíamos dado una pequeña tregua en la que necesitábamos saciarnos para coger fuerzas.
Ella ladeaba la sonrisa al verme en ese estado ,los ojos de lilith brillaban intensos, sabia que de un modo u otro me poseía, al menos esta noche, si lo hacia.
-¿siempre tengo un plan mejor? -apunté con aire engreído -¿has bailado alguna vez frente al fuego de un campamento gitano? Quiero verte moverte para mi, quiero hacerte mía de nuevo, claro que para eso..deberíamos quitarnos todo la sangre ¿no crees?
Tengo una amiga, es una hechicera que a veces me hace ciertos favores a cambio de otros -la vi enarcar una ceja y reí contra sus labios -no, no ese tipo de favores, magia a cambio de caos.
Seguro que nos deja unirnos a la fiesta gitana que dan hoy, podemos beber, emborracharnos, bailar y antes de salir el sol estoy seguro que podré devolverte sana y salva a tu mansión ¿que me dices?
Era un plan distinto, lo mas parecido a una cita, distinta y peculiar, aunque la verdad hasta el día de hoy todas habían sido muy diferentes.
Me quité la camisa frente a sus ojos, nuestros cuerpos volvieron a buscarse, estábamos hambrientos del otro.
Labios contra labios, jadeábamos calentándonos, mas los dos tendíamos a alargar el momento, lo que hacia que cuando llegara fuera épico.
Rocé su nariz llevando mi mano al pantalón para aflojar el botón y dejarlo caer al suelo, las botas después y su mirada turbia jugó a repasar mi cuerpo.
Mis maso insaciables tiraron de los lazos de su corseé, el pecho pronto se convirtió en dos montañas alzadas deseando ser coronas.
Gruñí contra su boca, estábamos tan cerca que podíamos ver en el otro el deseo arraigado en cada musculo de nuestro cuerpo.
-Quiero que bailes para mi -susurré muy excitado -si te portas bien le diré a mi amiga que te lea el futuro -bromeé sin apartar mis ojos de su boca -jadeé de nuevo -aunque ya puedo yo decirte que será muy oscuro.
Pronto ambos estuvimos desnudos, la luna roja bañaba nuestros cuerpos cuando el arroyo y sus gélidas aguas nos acogió.
-¿me acompañarías mañana a una fiesta...distinta a las que has asistido jamas? -pregunté con mis ojos hundidos en su boca, la deseaba en ese momento mas de lo que nunca deseé nada -si es un si la respuesta, compra ademas del anillo, un vestido a juego con mascara, lo vas a necesitar.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Burned In The Flames Of Hell ~ Privado
Habíamos vencido a esos cuatro licántropos que nos habíamos encontrado en el claro, porque no iba a contar al niño pequeño que había matado dándole una muerte dulce, pese a que Lilith quería que lo descuartizara como había hecho con los otros me negaba en rotundo. Mi parte humana siempre estaba ahí y era algo que iba en contra de mis principios, no podía hacerlo y por eso le otorgué esa muerte y me daba exactamente igual lo que pudiera decirme el vampiro sobre ello, aunque cuando todo acabó y nada salvo nosotros cubiertos de sangre quedamos en aquel lugar, no dijo nada al respecto. Nos acercamos hasta quedar pegados de nuevo, como si fuéramos atraídos por imanes incapaces de estar separados, nuestras bestias estaban complacidas y nos empujaban a juntarnos llenos de sangre, con aquella masacre extendida por todo el lugar.
Sonreí de lado al notar que rodeaba mi cintura y que me pegaba más a su cuerpo, no dejando espacio entre uno y otro, era notorio el deseo que nos recorría a ambos y ninguno podía evitarlo. Nuestros labios se rozaban cada vez que hablábamos para volver a desafiarnos de nuevo, como siempre hacíamos, con ese tira y afloja constante que manteníamos el uno con el otro. Lo miré de forma fija cuando dijo que había sido una noche distinta, y lo había sido en todos los sentidos, notando su lengua limpiar mi boca quitando la sangre que habría en la misma. Enarqué una ceja cuando me preguntó por el baño, y en ese lugar… ¿qué había de malo? Estábamos rodeados por muerte, caos y destrucción… no se me antojaba mejor lugar que eso para darnos un baño que limpiara nuestro cuerpo de la sangre.
-¿Por qué no? Mira el caos que hemos creado Joe, no me imagino un lugar mejor rodeados de todo lo que hemos conseguido hacer esta noche, que este lago para darnos un baño. ¿Tú demonio no opina lo mismo que yo? –Dije contra sus labios, dejando un mordisco en el inferior para sonreír de lado- Rodeados de lo que somos, dos demonios capaces de crear todo este escenario, hacer que la luna se torne roja y llore por sus hijos –lo miré de forma fija arrastrando las palabras contra sus labios, sabiendo cómo estaba su demonio, al mismo nivel que estaba Lilith. Ahora estaban tranquilos, saciados, sabiendo que no iban a volver a estar separados y empujándonos de cierta manera más el uno contra el otro. Supe que lo tenía preso con grilletes, no llevaba anillo alguno en el dedo, pero esa noche me había demostrado lo encadenado que había quedado por Lilith… igual que yo había quedado encadenada a él. Mi cuerpo se movió contra el del vampiro riendo entre dientes cuando dijo que siempre tenía un plan mejor, demonio engreído. Mis ojos brillaron cuando dijo que si había alguna vez bailado junto al fuego de una hoguera en un campamento gitano, y la verdad es que nunca lo había hecho- No Joe, mis padres tienen un mal concepto sobre que su hija se relacione con gente de la clase baja –mi dedo se paseaba por su cuello bajando por su pecho recorriendo la piel que la camisa dejaba al descubierto. Sonreí subiendo mis ojos a los suyos ante sus palabras- ¿Y ahora quién es el que habla, el demonio… o el vampiro? ¿Quieres tomarme de nuevo, Joe? ¿Anhelas sentir mi piel contra la tuya? ¿Sentirte en mi interior? –Jadeé contra sus labios dejando que siguiera sus palabras, enarqué una ceja cuando dijo los favores notando que se reía contra mis labios para decirme qué tipos de favores eran. Lo miré cuando dijo que quería emborracharse, bailar junto al fuego, para llevarme a casa antes de que saliera el sol- ¿Quieres que nos emborrachemos? –Reí contra sus labios- Está bien, veamos cómo de bueno es el plan que me propones –el vampiro comenzó a desabrochar los botones de su camisa y mis ojos siguieron cada movimiento notando la excitación que nos embargaba a ambos. Nuestros cuerpos volvieron a juntarse exhalando contra los labios del otro, jadeando por aquel momento, sin llegar a besarnos puesto que nunca lo hacíamos, solo nos provocábamos y nos calentábamos más hasta que llegara el momento.
Su nariz rozando la mía y sus manos desabrochando ahora su pantalón, mis manos hicieron lo mismo y el pantalón de cuero resbaló por mis piernas quitándome el calzado dejándome casi desnuda, mis ojos recorrieron su cuerpo semi desnudo, manchado igualmente de sangre por la vez anterior en el callejón. Sus manos subieron al corsé y desató los lazos haciendo que este cayera al suelo y dejándome desnuda de cintura para arriba, mis pechos rozaron el suyo y su boca jadeaba contra la mía, mordí su labio inferior notando lo encendidos que estábamos ambos, como nuestros cuerpos se buscaban necesitados. Reí cuando dijo que quería que bailara para él, sin poder contener la risa corta que escapó de mis labios.
-¿Quieres que baile para ti, Joe? –Mis labios se deslizaron por su cuello dejando un mordisco para luego quedarme totalmente desnuda, igual que se había quedado él. Nos adentramos en esas aguas que estaban frías, haciendo que siseara por el frío que recorrió mi piel mientras me adentraba, frio que el vampiro no sintió por su condición pero que a mí me erizó la piel. Frío que contrastaba con el calor que sentía en cada molécula de mí ser, excitada y necesitada de él. Me dejé guiar por su brazo que rodeaba mi cintura escuchando su pregunta, ¿una fiesta diferente?- ¿Una fiesta de dominación y perversión? –Pregunté sobre sus labios para luego decirme que era si le decía que sí, comprara un vestido a juego con una máscara- ¿Un baile de máscaras, Joe? –Mordí su labio inferior tirando de este con mi cuerpo pegado completamente al mío- me gustan los bailes de máscaras –dije antes de sumergirme por completo, mojando mi pelo, mi rostro y todo mi cuerpo para que el agua quitara la sangre del momento en que nos habíamos entregado de nuevo en aquel callejón- ¿Quieres el vestido en algún color en específico? –Pregunté antes de capturar sus labios con los míos, restando la última distancia que nos separaba, sintiendo el sabor férreo de la sangre en aquel beso cargado de necesidad, de excitación por lo que habíamos hecho despertando así al demonio que llevábamos cada uno cargando en nuestro interior, que se buscaban, se necesitaban y se anhelaban como nunca antes habían anhelado nada. Mis dedos se enredaron en su pelo y de un salto rodeé su cintura notando enseguida que pasaba su brazo por mi cintura para cogerme, tiré su rostro hacia atrás con el pelo pegándose a mi espalda completamente mojado y mordí su labio- tienes una curiosa manía de tomarme en piscinas, arroyos, en un charco de sangre… -reí divertida contra sus labios moviendo mis caderas contra su miembro, provocándonos jadeos de puro placer con cada movimiento, con cada roce. Mis ojos se fijaron en los suyos color fuego, que brillaban aún más por la luz de la luna que nos daba directos, haciendo que su piel se vea más brillante, algo más pálida. Mis caderas se movieron hasta que de un movimiento hice que se adentrara lo que me provocó un gemido que salió de mis labios, echara el rostro hacia atrás y cerrara los ojos, notando esa frialdad que contrastaba con mi calidez. Volví a bajar la cabeza para dejar mi rostro frente al suyo y mordí sus labios, pasando mi lengua luego por ellos lamiéndolos- Vamos Joe, muévete. Sacia las ganas que sentimos… -porque él las sentía y yo también, no había réplica alguna. Mis labios bajaron hasta su cuello donde mordí haciendo que notara mis dientes, dejando una marca que no tenía nada que ver con las marcas que me hacía él.
Sonreí de lado al notar que rodeaba mi cintura y que me pegaba más a su cuerpo, no dejando espacio entre uno y otro, era notorio el deseo que nos recorría a ambos y ninguno podía evitarlo. Nuestros labios se rozaban cada vez que hablábamos para volver a desafiarnos de nuevo, como siempre hacíamos, con ese tira y afloja constante que manteníamos el uno con el otro. Lo miré de forma fija cuando dijo que había sido una noche distinta, y lo había sido en todos los sentidos, notando su lengua limpiar mi boca quitando la sangre que habría en la misma. Enarqué una ceja cuando me preguntó por el baño, y en ese lugar… ¿qué había de malo? Estábamos rodeados por muerte, caos y destrucción… no se me antojaba mejor lugar que eso para darnos un baño que limpiara nuestro cuerpo de la sangre.
-¿Por qué no? Mira el caos que hemos creado Joe, no me imagino un lugar mejor rodeados de todo lo que hemos conseguido hacer esta noche, que este lago para darnos un baño. ¿Tú demonio no opina lo mismo que yo? –Dije contra sus labios, dejando un mordisco en el inferior para sonreír de lado- Rodeados de lo que somos, dos demonios capaces de crear todo este escenario, hacer que la luna se torne roja y llore por sus hijos –lo miré de forma fija arrastrando las palabras contra sus labios, sabiendo cómo estaba su demonio, al mismo nivel que estaba Lilith. Ahora estaban tranquilos, saciados, sabiendo que no iban a volver a estar separados y empujándonos de cierta manera más el uno contra el otro. Supe que lo tenía preso con grilletes, no llevaba anillo alguno en el dedo, pero esa noche me había demostrado lo encadenado que había quedado por Lilith… igual que yo había quedado encadenada a él. Mi cuerpo se movió contra el del vampiro riendo entre dientes cuando dijo que siempre tenía un plan mejor, demonio engreído. Mis ojos brillaron cuando dijo que si había alguna vez bailado junto al fuego de una hoguera en un campamento gitano, y la verdad es que nunca lo había hecho- No Joe, mis padres tienen un mal concepto sobre que su hija se relacione con gente de la clase baja –mi dedo se paseaba por su cuello bajando por su pecho recorriendo la piel que la camisa dejaba al descubierto. Sonreí subiendo mis ojos a los suyos ante sus palabras- ¿Y ahora quién es el que habla, el demonio… o el vampiro? ¿Quieres tomarme de nuevo, Joe? ¿Anhelas sentir mi piel contra la tuya? ¿Sentirte en mi interior? –Jadeé contra sus labios dejando que siguiera sus palabras, enarqué una ceja cuando dijo los favores notando que se reía contra mis labios para decirme qué tipos de favores eran. Lo miré cuando dijo que quería emborracharse, bailar junto al fuego, para llevarme a casa antes de que saliera el sol- ¿Quieres que nos emborrachemos? –Reí contra sus labios- Está bien, veamos cómo de bueno es el plan que me propones –el vampiro comenzó a desabrochar los botones de su camisa y mis ojos siguieron cada movimiento notando la excitación que nos embargaba a ambos. Nuestros cuerpos volvieron a juntarse exhalando contra los labios del otro, jadeando por aquel momento, sin llegar a besarnos puesto que nunca lo hacíamos, solo nos provocábamos y nos calentábamos más hasta que llegara el momento.
Su nariz rozando la mía y sus manos desabrochando ahora su pantalón, mis manos hicieron lo mismo y el pantalón de cuero resbaló por mis piernas quitándome el calzado dejándome casi desnuda, mis ojos recorrieron su cuerpo semi desnudo, manchado igualmente de sangre por la vez anterior en el callejón. Sus manos subieron al corsé y desató los lazos haciendo que este cayera al suelo y dejándome desnuda de cintura para arriba, mis pechos rozaron el suyo y su boca jadeaba contra la mía, mordí su labio inferior notando lo encendidos que estábamos ambos, como nuestros cuerpos se buscaban necesitados. Reí cuando dijo que quería que bailara para él, sin poder contener la risa corta que escapó de mis labios.
-¿Quieres que baile para ti, Joe? –Mis labios se deslizaron por su cuello dejando un mordisco para luego quedarme totalmente desnuda, igual que se había quedado él. Nos adentramos en esas aguas que estaban frías, haciendo que siseara por el frío que recorrió mi piel mientras me adentraba, frio que el vampiro no sintió por su condición pero que a mí me erizó la piel. Frío que contrastaba con el calor que sentía en cada molécula de mí ser, excitada y necesitada de él. Me dejé guiar por su brazo que rodeaba mi cintura escuchando su pregunta, ¿una fiesta diferente?- ¿Una fiesta de dominación y perversión? –Pregunté sobre sus labios para luego decirme que era si le decía que sí, comprara un vestido a juego con una máscara- ¿Un baile de máscaras, Joe? –Mordí su labio inferior tirando de este con mi cuerpo pegado completamente al mío- me gustan los bailes de máscaras –dije antes de sumergirme por completo, mojando mi pelo, mi rostro y todo mi cuerpo para que el agua quitara la sangre del momento en que nos habíamos entregado de nuevo en aquel callejón- ¿Quieres el vestido en algún color en específico? –Pregunté antes de capturar sus labios con los míos, restando la última distancia que nos separaba, sintiendo el sabor férreo de la sangre en aquel beso cargado de necesidad, de excitación por lo que habíamos hecho despertando así al demonio que llevábamos cada uno cargando en nuestro interior, que se buscaban, se necesitaban y se anhelaban como nunca antes habían anhelado nada. Mis dedos se enredaron en su pelo y de un salto rodeé su cintura notando enseguida que pasaba su brazo por mi cintura para cogerme, tiré su rostro hacia atrás con el pelo pegándose a mi espalda completamente mojado y mordí su labio- tienes una curiosa manía de tomarme en piscinas, arroyos, en un charco de sangre… -reí divertida contra sus labios moviendo mis caderas contra su miembro, provocándonos jadeos de puro placer con cada movimiento, con cada roce. Mis ojos se fijaron en los suyos color fuego, que brillaban aún más por la luz de la luna que nos daba directos, haciendo que su piel se vea más brillante, algo más pálida. Mis caderas se movieron hasta que de un movimiento hice que se adentrara lo que me provocó un gemido que salió de mis labios, echara el rostro hacia atrás y cerrara los ojos, notando esa frialdad que contrastaba con mi calidez. Volví a bajar la cabeza para dejar mi rostro frente al suyo y mordí sus labios, pasando mi lengua luego por ellos lamiéndolos- Vamos Joe, muévete. Sacia las ganas que sentimos… -porque él las sentía y yo también, no había réplica alguna. Mis labios bajaron hasta su cuello donde mordí haciendo que notara mis dientes, dejando una marca que no tenía nada que ver con las marcas que me hacía él.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Burned In The Flames Of Hell ~ Privado
Nos adentramos en las aguas, su piel se erizo y sentí envidia porque el cristalino arroyo fuera capaz de provocar en ella lo mismo que yo. Ladeé la sonrisa lanzando mi brazo para atraerla contra mi cuerpo, mi piel tan gélida como las mismas aguas, no necesitaban arder para caldearla.
De nuevo empezaba el juego, nuestros labios se rozaban ,nuestras pieles quemaban.
-Una fiesta diferente -repetí contra su boca sin querer desvelarle demasiado -solo te diré que la perversión, la lujuria, te invadirá esa noche en la que todo esta permitido.
Jadeé contra sus labios sintiendo sus afilados pezones rochar mi pecho, lamí su labio inferior incitandola a pecar, a jugar de nuevo con este inmortal. Nuestros demonios se habían saciado con la sangre derramada, con la imagen de esa luna de sangre que por sus hijos lloraba, mas necesitaba mas, mas de ella, meterme entre sus piernas y que esta me las ofreciera como sacrificio a una noche perfecta.
Se sumergió en el agua por completo, ríos carmesí sobre esta y su frase retumbando en mis oídos “me gusta los bailes de mascaras”
Emergió tirándose el pelo hacia atrás, mi mirada contemplo a aquella sirena a la que las gotas de agua acariciaban.
-Rojo -gruñí como respuesta acortando la distancia. Mi hombría contra su vientre su sonrisa afilada mostrada, de nuevo sabia que tenia el control sobre mi cuerpo, estaba completamente excitad y eso que la había tomado hacia una hora mas o menos.
Sus dedos se enredaron en mi pelo, tiró de el y un gruñido mostró los ojos de la bestia, mi boca atajó la distancia sedienta. Un salto en el que sus piernas se enredaron a mi cintura, jadeé con una sonrisa cuando nuestros sexos se encontraron.
Tiro de mi pelo, mi cuello a su merced y su boca pronto sentencio cada tramo de este mordiéndolo, degustando cada palmo de piel.
Gemía por aquella sensación ,de normal era yo el que torturaba esa parte de su cuerpo, el que lamia su yugular sediento.
Sus caderas bailaban contra mi glande, duro como una piedra quería adentrarse en su abismo y tomarla hasta que el sol saliera.
Ella gemía, mis manso en sus nalgas incrementaban el movimiento y el gruñido de ambos contra la boca del otro indico que estaba completamente sumergido en su laberinto.
Su espalda se arqueó al sentir como mi miembro completamente dentro palpitaba, los gemidos se sucedían y yo cada vez me excitaba mas por su comportamiento conmigo.
Busco mi boca, la lamió, la mordió, exigiéndome que la llevara de viaje al infierno, que Lilith añoraba eso.
Mis ojos cambiaron, el vampiro paso a un segundo plano, voz ronca en cada gruñido, era una bestia hambrienta de su cuerpo.
Empujé sus nalgas con rudeza contra mi empalandola con esa estaca que por dentro la desgarraba de forma afilada.
Gruñí sintiendo como se abría mas para mi, como su carne se dilataba, y ella gritaba volviendo a lanzar hacia atrás la cabeza presa del placer mas absoluto. Dentro, sin apenas salir, me movía, como un tornado arrasaba sus paredes llevándola a un fuego que todo lo devastaba.
-ahhhh -gemí contra sus pechos alzados ahora por la posición de su cuerpo.
Mi boca tiro de sus pezones, estaban duros, ofrecidos, expuestos. Jadeé contra su piel, calentándola sacando de golpe mi falo para volver a adentrarme hasta las profundidades de su cuerpo, sentí como sus piernas cedían, se abrían mas, de nuevo su cintura se arqueaba. Mis dedos en su piel, clavados, haciéndola sangrar, azotados por las aguas, por el viento, nosotros eramos tempestad y nuestros gruñidos ofendieron a la luna, que lloraba sin parar.
De nuevo empezaba el juego, nuestros labios se rozaban ,nuestras pieles quemaban.
-Una fiesta diferente -repetí contra su boca sin querer desvelarle demasiado -solo te diré que la perversión, la lujuria, te invadirá esa noche en la que todo esta permitido.
Jadeé contra sus labios sintiendo sus afilados pezones rochar mi pecho, lamí su labio inferior incitandola a pecar, a jugar de nuevo con este inmortal. Nuestros demonios se habían saciado con la sangre derramada, con la imagen de esa luna de sangre que por sus hijos lloraba, mas necesitaba mas, mas de ella, meterme entre sus piernas y que esta me las ofreciera como sacrificio a una noche perfecta.
Se sumergió en el agua por completo, ríos carmesí sobre esta y su frase retumbando en mis oídos “me gusta los bailes de mascaras”
Emergió tirándose el pelo hacia atrás, mi mirada contemplo a aquella sirena a la que las gotas de agua acariciaban.
-Rojo -gruñí como respuesta acortando la distancia. Mi hombría contra su vientre su sonrisa afilada mostrada, de nuevo sabia que tenia el control sobre mi cuerpo, estaba completamente excitad y eso que la había tomado hacia una hora mas o menos.
Sus dedos se enredaron en mi pelo, tiró de el y un gruñido mostró los ojos de la bestia, mi boca atajó la distancia sedienta. Un salto en el que sus piernas se enredaron a mi cintura, jadeé con una sonrisa cuando nuestros sexos se encontraron.
Tiro de mi pelo, mi cuello a su merced y su boca pronto sentencio cada tramo de este mordiéndolo, degustando cada palmo de piel.
Gemía por aquella sensación ,de normal era yo el que torturaba esa parte de su cuerpo, el que lamia su yugular sediento.
Sus caderas bailaban contra mi glande, duro como una piedra quería adentrarse en su abismo y tomarla hasta que el sol saliera.
Ella gemía, mis manso en sus nalgas incrementaban el movimiento y el gruñido de ambos contra la boca del otro indico que estaba completamente sumergido en su laberinto.
Su espalda se arqueó al sentir como mi miembro completamente dentro palpitaba, los gemidos se sucedían y yo cada vez me excitaba mas por su comportamiento conmigo.
Busco mi boca, la lamió, la mordió, exigiéndome que la llevara de viaje al infierno, que Lilith añoraba eso.
Mis ojos cambiaron, el vampiro paso a un segundo plano, voz ronca en cada gruñido, era una bestia hambrienta de su cuerpo.
Empujé sus nalgas con rudeza contra mi empalandola con esa estaca que por dentro la desgarraba de forma afilada.
Gruñí sintiendo como se abría mas para mi, como su carne se dilataba, y ella gritaba volviendo a lanzar hacia atrás la cabeza presa del placer mas absoluto. Dentro, sin apenas salir, me movía, como un tornado arrasaba sus paredes llevándola a un fuego que todo lo devastaba.
-ahhhh -gemí contra sus pechos alzados ahora por la posición de su cuerpo.
Mi boca tiro de sus pezones, estaban duros, ofrecidos, expuestos. Jadeé contra su piel, calentándola sacando de golpe mi falo para volver a adentrarme hasta las profundidades de su cuerpo, sentí como sus piernas cedían, se abrían mas, de nuevo su cintura se arqueaba. Mis dedos en su piel, clavados, haciéndola sangrar, azotados por las aguas, por el viento, nosotros eramos tempestad y nuestros gruñidos ofendieron a la luna, que lloraba sin parar.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
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