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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Danerys Garnert Jue Jun 01, 2017 6:53 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Habían pasado unos días desde que habíamos tenido aquella noche en el hotel, en la planta que Joe había reservado entera para nosotros y en donde más que nunca nos desafiamos y nos retamos, como los demonios que éramos y no podía negar que lo había disfrutado… sobre todo la parte en la que tenía al vampiro atado y encadenado, a mi completo merced. Porque sí, reconocía me gustaba sobremanera tenerlo de esa forma ante mí, reconocía que me excitaba tenerlo de esa forma y no podía esbozar una sonrisa ladina cuando me acordaba que había sido capaz de llevarle al infierno con lo que le había hecho, él pensaría que no lograría hacerle daño y sin embargo lo había hecho bastante, más de lo que había pensado. Me mostró esa otra cara, la que tenía oculta y que no daba a conocer y pude ver al verdadero vampiro fuera de sí, como la bestia que era, el demonio que moraba en su interior. Sabía qué teclas tocar exactamente para que eso pasara, y había tomado buena cuenta de ello.

Tampoco me olvidaba de lo que había pasado en la piscina porque una parte de mí la había seguido notando el día siguiente del encuentro, con las agujetas que me habían quedado de ese momento. Había dejado que la parte de mujer de mi interior con la que había estado luchando toda la noche cediera y saliera a flote, le había permitido romper su palabra en ese momento solamente para volver a ser preso de ella cuando el sol saliera… y él había aprovechado cada momento que tuvo. Me tomó como un demonio y no esperaba menos de él, no se contuvo y me gustó… porque tenía que reconocerlo, me había gustado por mucho que en el fondo me jodiera admitirlo. Nada más había que recordar el orgasmo que me arrasó, la forma tan salvaje en que lo hicimos y la manera en la que me había hecho gemir. Aquel maldito demonio sabía lo que se hacía, y Lilith lo reconocía pese a que me costara admitirlo.

Pese a lo que había pasado no cambiamos nuestra forma de actuar con el otro, como si aquello hubiera sido un momento de desliz que no iba a volver a suceder, una tregua, un paréntesis no que cambió nada. Seguíamos desafiándonos, retándonos y diciéndonos palabras mordaces cuando estábamos solos mientras que de cara a otras personas seguíamos actuando como dos enamorados. Mis padres estaban cada vez más ilusionados y me habían preguntado en varias ocasiones cuando sería el enlace, a lo que yo simplemente no les contestaba. Me recogía por las noches como de costumbre y me devolvía o bien antes de que el alba despuntara o al día siguiente por la noche dependiendo de los planes que tuviera el vampiro.

Había habido incluso un par de noches en las que no se había presentado y que había aprovechado para ir a cazar, desde que el vampiro venía a por mí la caza había quedado en un segundo plano y me frustraba bastante, por lo que cuando no me buscaba no dudaba en aprovechar para ir y desquitarme, sacar toda esa ira y odio que tenía hacia el vampiro y ensañarme con aquellos que eran mis enemigos, matando a vampiros y desahogándome con ellos por no poder matar a aquel maldito demonio del infierno. Aprovechaba las mañanas para ir a ver a Matthew y saber cómo seguía, se estaba recuperando de sus heridas y en pocos días podría volver a cazar, no me preguntaba demasiado sobre Joe y yo no le decía nada al respecto aunque sabía que había algo que no me quería decir, como si él mismo esquivara el tema.

Entrenaba sola en la parte de atrás que tenía mientras él permanecía en cama y cogía lo necesario para ir a cazar, a él no le gustaba que fuera sola de caza ya que normalmente íbamos juntos para cubrirnos las espaldas, pero me había entrenado para eso y me había enseñado bien. No fue fácil sus entrenamientos, fue implacable y muy duro conmigo en parte porque realmente pensaba que quizás no valdría para serlo… me había costado mucho trabajo llegar a ser la cazadora que era en esos momentos. Me cercioraba de que tuviera lo necesario porque no podía dejar de sentirme culpable de que estuviera así por mi culpa, algo que sin duda alguna haría pagar caro al vampiro en su momento ahora que sabía bien cómo manejarlo.

Esa mañana en concreto había tenido la visita de una amiga de la infancia, pocas amistades verdaderas encontrabas en ese mundo lleno de pomposidad y extravagancias, pero ella lo había sido desde que tenía uso de razón. Estaba casada, felizmente casada, con un hombre importante en los negocios desde hacía ya algo más de un año y aunque no me extrañó su visita, sí lo que me dijo cuando estábamos solas. No era de extrañar que las noticias sobre mi matrimonio hubieran corrido como la pólvora entre la alta sociedad, al parecer mi querido y adorado futuro marido era alguien importante en la alta clase, y el enlace con mi familia no había pasado desapercibido en absoluto. No me extrañó que viniera para pedirme que le contara cómo había sido, pero sin embargo lo que no esperé es que me revelara una información que, sin duda alguna, iba a cambiarlo todo.

Ella siempre acudía a las fiestas que la alta clase solía celebrar y al que su marido igual que ella estaban invitados, la veía que daba rodeos con lo que quería decirme sobre una fiesta al a que había acudido, y como odiaba que fueran con rodeos, le pedí que fuera al grano directamente. No sabía cómo decirme aquello pensando que estaba enamorada y que me iba a doler como el infierno, así que tuve que poner de nuevo esa máscara como si lo que me estaba contando me doliera, cuando la Lilith que llevaba en mi interior se relamía y frotaba sus manos ante las palabras de mi amiga. Al parecer había conocido a Joe, y no solo eso, sino que lo había visto irse de la fiesta con una mujer, y no una mujer cualquiera… una prostituta. Para mí deleite no fue la única que los vio salir juntos, al parecer ella era de alta clase también y alguno de la fiesta la había reconocido por adquirir sus servicios. La cuestión era, que el día que ella decía ser dicha fiesta… él no había ido a buscarme, por lo que supe qué había estado haciendo mientras yo cazaba.

Le pedí, le rogué que no dijera nada a nadie y me dijo que no lo iba a hacer pero que no sabía cuánto tardaría en correr ese rumor entre la alta clase. Fingir que me dolía cuando no era el caso era un trabajo arduo, pues más que dolerme me alegraba tener algo con lo que poder utilizar contra el vampiro, ¿y lo mejor de todo? Es que ni él se lo iba a ver venir, no hasta que le estampara en la cara. Esa noche íbamos a encontrarnos, ya sabía que había mandado a alguien para avisarme de que a la noche pasaría a por mí, con la felicidad extrema de mis padres y una sonrisa verdadera, sin máscaras, en mi rostro.

Dejé como siempre que Mina eligiera un vestido para la ocasión, le dije que era una noche importante y no sabía a lo que me refería, pero ni ella ni el propio vampiro se iba a esperar lo que le tenía reservado. Mina sacó un vestido precioso de color coral, un poco oscuro, con un cinturón de color más claro en la zona de mi cintura que llevaba el propio vestido, un corsé en tonos negros con el color coral, sabía lo que al vampiro le gustaba verme con ese tipo de corsés en forma de pico y sonreí contemplándome al espejo, más bella que nunca, unas pulseras en blanco y negro, un colgante que terminaba en mitad de mi canalillo, el pelo en un pequeño recogido pero dejando mi melena suelta, los ojos marcados en negro para que resaltaran y los labios rojos, voluptuosos. A ver como reaccionaba el vampiro cuando me viera, ahora que habían avisado de que había llegado y como de costumbre estaba bajo con mis padres.

Bajé al salón y al entrar las miradas de mis padres, pero en especial la del vampiro, se centró en la mía no sin antes recorrerme con la mirada igual que estaba haciendo yo. Como de costumbre vestía con un traje azul oscuro, siempre bien arreglado de forma pulcra e inmaculada, una camisa de un azul algo más claro y sin corbata. Mis ojos subieron de nuevo a los suyos sabiendo que el vestido y el corsé iban a hacer su función y me acerqué de forma lenta hacia él, contorneando aposta mis caderas para elevar una mano en su dirección viendo que en la otra tenía una copa de vino y sonreí.


-Mi amor, estás muy guapo esta noche –él tomó mi mano, me acerqué a su cuerpo restando distancia y elevé mi rostro para buscar sus labios en un beso lento en presencia de mis padres que no cabían más en sí de felicidad absoluta- quería arreglarme especialmente para ti, ¿te gusta? –Di un leve giro sobre mí misma y mis ojos volvieron a los suyos- Ups, espera –llevé mi pulgar a sus labios quitando un poco del carmín que le había dejado en una caricia lenta y sonreí- Ahora sí, ¿nos vamos amor? ¿Qué sorpresa me tienes preparada para esta noche? –Sonreí dejando que disfrutara recorriéndome con la mirada, pues poco iba a durar su disfrute. Porque no se esperaba mi sorpresa, para nada.
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Mensaje por Danerys Garnert Sáb Jun 10, 2017 11:28 am

Mis ojos se fijaron en el vampiro ahora que estábamos dentro del agua dejando que esta quitara todo rastro de sangre que teníamos en nuestra piel, viendo cómo se teñía con pequeños hilos rojos que se alejaban de nuestro cuerpo y se extendían por aquellas aguas. El vampiro estaba igual de frío que el agua, pero su cuerpo pegado al mío conseguía hacerme arder y que me olvidara de la temperatura del lugar, solo podía sentir su piel contra la mía totalmente excitada por aquello, rodeados de una masacre que habíamos hecho hacía unos minutos en los que la muerte, el caos, y la sangre eran los que nos habían llevado a aquel estado. Notaba a Lilith saciada por completo tras aquella matanza en la que nos habíamos vuelto a cubrir de sangre, luchando juntos dejando que nuestros demonios afloraran y tomar el control… para luego dejarnos a nosotros con aquel deseo irrefrenable que nos recorría por entero.

Sonreí de lado cuando me dijo que en la fiesta como yo pensaba habría lujuria y perversión, en una noche en la que todo valdría y que ya de alguna forma en mi cabeza comenzaba a imaginarme ciertas cosas. Los bailes de máscaras me gustaban, no había mentira alguna en ello, pero eran algo aburridos porque no había mucha diferencia con los demás bailes salvo el misterio que lo envolvía todo… pero aquel baile de máscara al que Joe me estaba invitando seguro que me encantaba y que sería mucho más divertido que uno normal. Me imaginé algunas cosas que podrían pasar en el lugar y me mordí el labio, excitada de nuevo. Me gustaba pensar en la imagen que había tenido del vampiro cuando lo tuve a mí merced, encadenado y desnudo para mi deleite y pleitesía.


-¿En la que “todo vale”? –Pregunté con una sonrisa ladina dejando que su brazo me cogiera al vuelo al enredar mis piernas entorno a su cintura, dejando que nuestros sexos se rozaran arrancándonos jadeos de puro placer, al tiempo que mis caderas se movían restregándose, con mis labios puestos en los suyos dejando mi respiración errática y caliente impactara contra sus labios- ¿Me vas a dejar hacerte lo que yo quiera en esa noche, Joe? –Mordí su labio inferior mirándolo de forma que supiera exactamente en lo que estaba pensando- ¿cómo la noche que pasamos en el hotel? –No iba a negar que me había gustado dominarle, era un hecho demasiado obvio y que no le iba a pillar de sorpresa. Mi pelo se pegaba a mi espalda por estar mojado, mis dedos se enredaron en el pelo del vampiro tirando su rostro hacia atrás, dejando su cuello expuesto y que su rostro fuera bañado por la luz de la luna. Reí de forma corta cuando me dijo el color en el que quería el vestido, rojo, ¿habría alguna duda en que iba a elegir ese color? Por supuesto que no, rojo como sus ojos, rojo como el color de la sangre, rojo como las mismas llamas del infierno- pues rojo será –sentencié antes de morder su labio inferior sin parar de mover mis caderas, hasta que noté que su miembro estaba dentro por completo. Gemí echando la cabeza hacia atrás, cerré los ojos y mi espalda se arqueó por el placer que sentí en esos momentos, notando el contraste entre su fría piel y lo caliente y húmedo que estaba todo mi sexo, una combinación que me excitaba y me otorgaba más placer.

Pronto comenzó a tomar el control de aquel acto, el gruñido que dejó contra mis labios que ahora estaban sobre los suyos, mi brazo rodeando su cuerpo y el otro recorriendo su pecho y su brazo dejando la marca de mis uñas a su paso, sin salir siquiera de mi interior apenas comenzó a moverse arrancándome jadeos que morían contra sus labios, sus manos en mis nalgas me apretaban más contra él como si fuera capaz de adentrarse más en mi interior, llenándome por completo, haciendo que mi cadera se moviera ante el placer que me provocaba. Mis labios bajaron por su cuello dejando mordiscos que le dejaban una marca en su piel, marca que desaparecía a los pocos segundos como si no hubiera hecho nada.

Alzó mis caderas y me dejó caer contra su miembro de forma que me penetró de aquella manera salvaje, adentrándose en mi interior devorándolo todo a su paso, llenándome de él mientras notaba como las paredes de mi sexo se adaptaban a él y a cada movimiento que hacía, aquello hizo que mis uñas se clavaran con fuerza en su espalda provocándole heridas de donde manaron sangre, mi espalda hacia atrás y mi pelo de nuevo rozando la superficie del agua. Su boca no tardó en apoderarse de mis pechos, lamerlos, succionarlos, morderlos a su antojo notando su gélido aliento contra mi piel caliente, ardiendo.

Comenzó a moverse de forma rápida y dura en las que sacaba su miembro del todo para adentrarse de nuevo por completo, cada vez d forma más rápida que me estaba llevando al borde de la locura. Él era el dueño de todo, y como señor hacía y deshacía a su antojo mientras no cesaba de moverse, arrancándome gemidos, jadeos, gruñidos de puro placer que se podían oír por el lugar atestado de muerte, con aquella luna que nos miraba por haber matado a esos lobos como fiel testigo de la batalla que ahora entre nosotros presentábamos. Me llevaba al borde del placer y la locura máxima, mis piernas cedían abriéndose para acogerlo entregada por completo a él, mis labios lo buscaban y lo besaban aferrándome con fuerza aunque su agarre entorno a mi cintura era tan fuerte que bastaba para sostenerme.


-Joe –gemí notando que mi cuerpo se tensaba y el calor comenzaba a abrasarme, como si fueran ríos de lava que recorría mi cuerpo concentrándose todo en mi sexo donde él se movía, adueñándose, arrasando con todo a su paso mientras yo me desvanecía entre sus brazos con el corazón bombeando con fuerza, la respiración errática… hasta que finalmente mi cuerpo sucumbió al placer y al orgasmo, gemí para luego morder con fuerza su hombro hasta provocarle una herida, con el cuerpo temblando por el placer. Cerré los ojos mientras notaba que él daba un par de embestidas más y acababa por correrse en mi interior mientras notaba mi sexo palpitar por el orgasmo. Lamí las gotas de sangre que manaron de la herida que le había hecho al morderle y dejé mi frente apoyada en el lugar recuperando la respiración, notando que mi cuerpo cedía y que solamente quedaba aferrada a él porque su brazo sostenía mi cintura y seguía en mi interior. Ahora ya estaba saciada por completo, solo faltaba quitar la sangre de nuestros cuerpos y podríamos ir a… el campamente gitano, jamás había ido y en parte sentía curiosidad. Alcé mi cabeza para mirarlo y mis labios buscaron los suyos, dejando un mordisco en el inferior y sonreí de lado. Mis brazos rodearon su cuello, y mientras yo me hundía, hice fuerza hacia atrás para que se hundiera conmigo finalmente mojándolo por completo, salí a la superficie soltándolo y llevando mi pelo hacia atrás para que no me molestara- tenías restos de sangre –fue el único comentario que hice ante su mirada- no querrás que piensen en lo que hemos podido estar haciendo y sospechen, ¿no? –Mi dedo subió para quitar un poco de sangre que tenía bajo la mandíbula y me giré para salir del agua notando la leve brisa de la noche que erizó mi piel.

Al salir quité todo el exceso de agua que pudiera tener en el pelo mientras notaba su mirada puesta en mí, observándome, recorriéndome como si fuera un depredador y yo la presa a lo que mis ojos fueron hacia los suyos, sonreí de forma ladina sin decir nada y me encaminé hacia donde teníamos la ropa. No es que esta estuviera exenta de sangre, la de ambos estaban llenas de los licántropos que habíamos matado esa noche, me la coloqué notando que el vampiro había salido también del agua y que se vestía a mi lado, dedicándole una mirada recorriéndolo mientras me ponía el corsé que él mismo me había quitado. Una vez vestidos nos contemplé y me mordí el labio.


-¿Crees que se asustarán si vamos vestidos de esta forma? –Sonreí de lado y acorté la distancia para mirarlo más de cerca- tú mansión queda más cerca, ¿por qué no vamos un momento a cambiarnos de ropa? O… ¿tienes miedo de que pueda volver a clavarte el atizador? –Sonreí con malicia pasando mis dedos por el lugar donde lo había clavado esa primera noche y me giré para recoger las armas antes de irnos- ¿Vamos? Te prometo que seré buena y por esta vez, me comportaré –sonreí ladina, él sabía que buena no era exactamente, pero esa vez no iba a hacerle nada de verdad… había descubierto que si tenía que hacerle daño, me gustaba hacérselo de otras formas y en otras condiciones.
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Mensaje por Joe Black Sáb Jun 10, 2017 1:41 pm

Su cuerpo hervía, me adentraba hasta las profundidades sacándola por completo para volver a entrar de forma ruda arrastrándolo todo a mi paso.
Expuesta, sus piernas se abrían para darme mas cabida, gruñía contra sus labios mostrandole la excitación que me corroía, me devastaba por dentro y mi demonio se saciaba a la par que le vampiro como nunca antes había hecho.
Mi brazo rodeaba su cintura, la sentía ceder, temblar contra mi piel arqueando su cintura, con su pelo cayendo sobre mi brazo como un manto.

Estaba al borde del abismo, esa mujer me llevaba a un punto bestial en el que rugía sin poderlo evitar, estaba muy cachondo, su nombre escapó de mis labios al sentir como sus paredes me acogían vibrando, su cuerpo sucumbía a mi brutalidad.
un mordisco en mi hombro me hizo sangrar marcando el orgasmo al que acababa de llegar, entre mi dedos su piel se perdía, su cuerpo laxo cedió y un par de embestida mas, me hicieron alcanzar el clímax, eyaculando en su interior.

Mis pies se tambalearon, no había nada a lo que aferrarme. Sus brazos alrededor de mi cuello juntos, jadeando mientras nos mirábamos.
Mi respiración errática moría en su boca, la deseaba como nunca antes deseé nada.
Mi frente por un instante se apoyó en la ajena buscando recobrar la compostura mientras sus dedos se enredaban en mi pelo, aplacando al animal salvaje que dentro de mi aun rugía.

Un beso tibio selló ese instante, y yo sonreí contra su boca completamente saciado, lamí su labio cuando esta me mordió. Jugábamos el uno con el otro, se notaba que la complicidad crecía y aunque el odio era evidente entre nuestras razas, los demonios se necesitaban uniéndonos de un modo difícilmente imaginable.

Se dejó caer hacia atrás arrastrando mi cuerpo con el ajeno, me sumergí por completo en las cristalinas aguas y bajo estas busque nuevamente su boca, saciandome de ella.
Salí sacudiéndome como un perro, mojandola mientras esta tiraba su larga melena hacia atrás y me abandonaba a mi y al arroyo por igual.

Contemplé su figura por atrás, digna Lilith del paraíso, no me extrañaba que mi padre hubiera sucumbido a su hechizo, era bella, letal y de un modo u otro mía.
Salí tras ella, mis manos difícilmente se mantenían quietas, roce su trasero antes de que se lo cubriera y cuando esta me atravesó con la mirada me limité a ladear la sonrisa y guiñarle un ojo con cierta picardia.
-Vayamos a mi casa, aunque podemos dejar el atizador para mas tarde, ya sabes que me van los juegos duros -bromeé dejando que de nuevo mi demonio acortara la distancia para fundirse en un beso largo, húmedo y apasionado.

Regresamos a la mansión, los piques se sucedían durante todo el camino y parte de la conversación la ocupó esa fiesta de mascaras que le daba tanta curiosidad.
-Todo vale, todo aquello que pactemos antes de entrar ¿entiendes? Es decir si yo no quiero que otro te toque, te lo diré antes de entrar y eso no pasara...podemos jugar solos o con compañía, puede ser todo lo que tu quieras que sea.
Todos tenemos limites pequeña cazadora ¿donde están los tuyos? Pregunté desafiándola nuevamente con mis labios.

Nos cambiamos en la mansión, nada de ropa ostentosa, mas bien sencilla para fundirnos con los gitanos.
Así sobre mi corcel negro emprendimos rumbo hacia el campamento donde multitud de carros con toldos de distintos colores se encontraban formando un gran circulo en una de las explanadas de las afueras de la ciudad.
Un fuego enorme en el centro avivado por los bailes de doncellas de oscuros cabellos y tez oliva que parecían bailar entre las llamas.
Los hombres aplaudían el espectáculo bastante animados por las jarras de cerveza que entre unos y otros corrían.
Ayudé a desmontar a Lilith sin dejar de sonreír, sus ojos repasaban todo cuanto sucedía en aquel lugar, la imagen era un tanto barbara, caótica y en ella yo encontraba una gran belleza.

Tiré de su mano para acercarnos al fuego, aunque no tomé asiento, no sin antes saludar a la matriarca que se puso en pie al verme y me dio un abrazo sentido.
No le pasó desapercibido que mis dedos estuvieran entrelazados a los de esa mujer y una sonrisa se pintó en su rostro mientras acariciaba y peinaba mi pelo rebelde con los dedos.
Después se acercó a ella para observarla de cerca, la edad no perdona y la vista a veces dificulta ver las cosas bellas.
Acarició su cara, su pelo, como si quisiera ver algo mas a través de ella.
-Oh vamos vieja -le dije en tono afectuoso -no me jodas la fiesta, no quiero saber nada del futuro que nos acontezca, déjame descubrirlo solo -apunté entre risas mientras cogía por la cintura a mi prometida.
-Baila para mi -le pedí en el oído con la voz ronca -vamos a por cerveza.
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Mensaje por Danerys Garnert Dom Jun 11, 2017 9:49 am

Lo contemplé mientras salía del agua y me ponía la ropa que había quedado tirada en el suelo antes de darnos aquel baño, las gotas de agua resbalaban por su cuerpo y por esa pálida piel que brillaba bajo la luz de la luna, sonreí de lado sin dejar de ponerme la ropa y me giré para mirarlo fulminándolo un poco con la mirada cuando sus manos rozaron mi trasero, como si no pudiera estarse quieto. Parecía divertido en aquella situación y pronto él también comenzó a vestirse, aquella ropa no era adecuada para irnos al campamento como él había dicho, estaba manchada de la sangre de aquella cacería y seguramente huirían asustados de vernos con esas pintas, con la ropa totalmente cubierta de la sangre de los lobos. Aceptó ir a su mansión a cambiarnos de ropa, era lo que quedaba más cerca y yo no iba a arriesgarme a ir a casa en esos momentos conforme iba, jamás había llegado tan llena de sangre de una cacería.

Reí entre dientes observándolo cuando dijo que podíamos dejar lo del atizador para más tarde, que le gustaba el juego duro y no pude más que ladear la sonrisa por sus palabras. Sí… sabía que le gustaba el juego duro, y a mí me gustaba que le gustara, porque con él podía hacer ciertas cosas que con otros no podría. Había jugado duro con él en aquel hotel y lo había disfrutado, él había aguantado pero en el fondo algo me decía que pese al dolor que sintió con las astillas dentro de su cuerpo… también disfrutó de lo que le hice, de verme desnuda frente a él sometiéndolo a mí, a mi placer y a mi voluntad. Acortó la distancia para besarnos y podía notar como cada vez que sus labios se apoderaban de los míos Lilith disfrutaba con ello, encantada con encontrarse de esa forma con el vampiro y con el demonio de este, complacida.

Emprendimos camino a su mansión sin dejar de retarnos y desafiarnos por todo el camino, algo que ya teníamos por costumbre y que a ambos nos divertía en el fondo, éramos los dos muy orgullosos y ninguno cedía frente al otro, lo que lo hacía todo más interesante. Pese a que aún nos odiábamos, porque yo seguía odiando al vampiro pese a todo, no podíamos evitar que nuestros demonios nos hicieran aparcar eso a un lado. El odio y la atracción iban de la mano y nos hacían muchas veces ceder, cuando se juntaban lo que llevábamos dentro con esa conexión que tenían, esa que nos habían hecho sentir vacíos, necesitados y anhelantes esos días se creaba algo… único. No había muchas formas de definirlo, era como casi magia… encajando de una forma que jamás llegué a pensar, pero que Lilith estaba pletórica cuando tenía al vampiro cerca. Lo miré por sus palabras y sonreí de forma ladina.


-Así que… ¿no quieres que nadie me toque Joe? –Pregunté ahora fijando mi vista en él quedando poco para llegar a la mansión donde nos cambiaríamos de ropa. Decía que en esa fiesta podría pasar de todo, de todo lo que nosotros quisiéramos y que antes de entrar pondríamos unas normas y unas reglas… más que eso, unos límites. Jugar solos o con compañía… la idea era demasiado tentadora como para dejarla pasar por alto, me intrigaba de sobre manera y sabía que iba a ser una fiesta de máscaras muy diferente a la que normalmente asistía. Mucho más divertida, oscura, y placentera- ¿quieres que otros vean cómo te someto a mi voluntad, prostrado ante mí? ¿Obligarte a jugar con otras personas mientras otro me da placer? –Mis ojos buscaron los suyos sin poder evitar cada desafío en mis palabras, era algo que difícilmente podía evitar hacer. Sus labios contra los míos también retándome, rozándose con cada palabra pronunciada, me mordí el labio sin apartarme estando tan cerca el uno del otro- ¿Límites? Una Lilith no tiene límites, estos se quedaron en el Infierno –mordí su labio inferior con fuerza, y si los tenía, no se los iba a decir. Pronto entramos en el interior y esperé a que me prestara algo de ropa tirando directamente la que llevaba puesta, era más fácil y cómodo comprarme una nueva que intentar quitar todas las manchas de sangre que tenía.

La ropa que me prestó era algo más simple, seguramente para no destacar tanto en el campamento gitano, y me fijé en él por un momento. Costaba verlo sin esos trajes que siempre solía llevar el vampiro, ben vestido, de forma elegante que le quedaba todo como un guante, seguramente hecho todo a su medida y para él… porque de otra forma no me explicaba que le quedaran como le quedaban. Bajamos al establo donde tenía su corcel negro y acaricié el hocico de este, era un ejemplar muy hermoso y el color le pegaba perfectamente con el demonio que era el vampiro. No tardamos demasiado desde que nos montamos en él para emprender el camino y llegar hasta aquel circo gitano, en donde parecía que él había acudido más veces por lo que había dicho.

Observé todo el lugar siendo la primera vez que iba a aquel lugar, las carpas montadas llenas de diferentes colores, la enorme hoguera que había en el centro y donde mujeres bailaban alrededor al ritmo de la música, los hombres sentados con jarras de cerveza alabando la música, dando palmas, cantando y observando a las mujeres que con vestidos de colores vivos danzaban entorno al fuego. Dejé que me bajara del caballo hasta quedar en el suelo y fue quien tomó mi mano para tirar de mí, se acercó hacia aquella hoguera mientras observaba el lugar prestando atención a cada detalle, hasta que se acercó a una mujer mayor, quien se levantó para acercarse y abrazarlo.

Me quedé a un segundo margen observando la escena, como la mujer lo abrazaba y luego peinaba su cabello como si fuera su nieto aunque claramente era imposible, la forma en la que los dos se miraban transmitiendo cariño, no evité enarcar una ceja por ello ante aquellas muestras desconcertantes del vampiro. La mujer entonces se fijó en mí y se acercó para observarme, le sonreí para notar que sus manos acariciaban mi rostro así también como mi pelo sin saber qué hacía, hasta que el vampiro habló. ¿”Vieja”? Lo miré notando el apelativo cariño con que la llamó, para luego decirle que no leyera nuestro futuro… pensaba que el futuro se leía de la mano. Observé a la mujer mayor quien me sonrió y volvió de nuevo a sentarse donde estaba, el vampiro tiró de mí cintura y me pegó a él recordándome que tenía que bailar para él.


-¿Quieres que me ponga a bailar alrededor del fuego como lo están haciendo ellas? –Se notaba que llevaban haciendo eso toda la vida, sus movimientos eran sugerentes, sutiles y delicados, como una pequeña melodía. Mi baile no sería así por mucho que lo intentara así que me mordí el labio y luego reí- vamos a por cerveza –corroboré su frase para coger sendas jarras de cerveza y luego unirnos junto al resto que era donde estaba la fiesta, el vampiro tomó asiento y me sentó sobre su regazo mientras tomaba aquella jarra de cerveza, observando los pasos de las mujeres que bailaban de aquella forma, pronto no tardó en recordarme que debía de bailar para él, recorriendo mi oído con sus labios donde dejó un mordisco, reí entre dientes mirándolo y terminé la jarra de un trago dejándola en su mano para acercarme a sus labios- bien Joe, disfruta del baile –dejé un mordisco en su labio y me levanté para acercarme a las mujeres que estaban bailando, no iba a bailar como ellas porque ni lo iba a intentar, así que simplemente me dejé guiar por la música y que mi cuerpo se moviera por sí solo frente a aquel vampiro que no me quitaba ojo de encima.

Me movía casi como ellas pero a diferencia de nuestros movimientos los míos eran más sugerentes, algo más provocadores que los de ellas, mis caderas se movían al ritmo de la música, mi cuerpo se movía como si fueran ondas desde mi pecho hasta mis caderas, daba giros y mi pelo se movía al mismo ritmo, con la hoguera tras de mí. Parecía que Lilith estuviera como en casa en ese momento, el ritmo de la música, el calor de las llamas envolviéndolo todo, los movimientos que hacía… como si intentara tentar y atrapar a alguien con ellos sin ser demasiados bruscos, sutiles pero al mismo tiempo sugerentes sin que decanten demasiado. A una de las mujeres que había bailando le pedí el pareo que llevaba, de color azul y blanco, y comencé a moverme jugando con el pareo notando los ojos del vampiro puestos en mí. Mis ojos se fijaron en los suyos y con una sonrisa me acerqué hacia donde estaba, y pasando el pareo por su cuello tiré de él para sacarlo a bailar, los hombres alzaron sus voces como animándolo a que bailara siendo el único hombre, y yo reí por aquello.


-No has dicho nada sobre que tú no podías bailar –le dije antes de que me replicara e intuía que no iba a hacerme el feo ante aquellas personas, así que quité el pañuelo de su cuello y me moví entorno a él hasta quedar de nuevo frente a frente- ¿Nadie te ha dicho, que los mejores bailes son en el infierno? Porque bailar en el infierno puede ser muy divertido si estás con el demonio adecuado –dije observándolo con las llamas reflejándose en sus ojos, esperando a ver qué hacía ahora en esos momentos.
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Mensaje por Joe Black Dom Jun 11, 2017 12:51 pm

Dan parecía disfrutar de todo aquello que veía, aunque en sus ojos veía la sorpresa que representaba mi afecto hacia algunas personas.
Aun tenia mucho que conocer de mi, no diría que no era un monstruo, mas hasta estos tienen debilidades y a esa mujer la conocía desde hace mucho tiempo, no en este cuerpo, no con esta imagen, ella era una poderosa bruja que saltaba de cuerpo, es decir, se reencarnaba. Cuando este estuviera asolado por la enfermedad, cuando la parca la mirara a los ojos, su espíritu poseería el de la primera niña que naciera en su troupe. Así había sido durante siglos, siempre nómada, siempre rodeada por los suyos, muchas fueron las veces que nos encontramos en distintos caminos, edades y posiciones.
Dan no debería dejarse engañar por su aparente debilidad, era una aliada fiel y una enemiga temible.

La cazadora y yo fuimos a por cerveza, mis manos sobrevolaban su cuerpo, animado por estar allí, reíamos, nos retábamos, como de costumbre aunque aquella noche nos habíamos concedido cierta tregua, como si tras haber estado separados nos hubiéramos dado cuenta que necesitábamos saciarnos del otro, recuperar el tiempo perdido y por una vez, mirarnos sin odio si no con un deseo ilimitado.
Notaba ldo ojos de la “vieja” hundidos en nosotros, sabia como era,  en este momento Dan era algo nuevo para ella, jamas le habia llevado una mujer y eso denotaba que esa era especial de alguna manera.

Tiré de su cintura para unirnos a la fiesta, la senté en mi regazo mientras mis labios se perdían en su cuello, dejándola sutiles besos antes de devolverlos a la fría y oscura jarra.
-La cerveza aquí esta tan buena que se puede masticar, es espesa y esta deliciosa -le susurré en le oído dejandole un mordisco -y te recuerdo que quiero que bailes para mi -susurré de nuevo, acariciando con mi aliento su pelo.

Apuró la jarra de un trago logrando que sonriera de nuevo y en mi mano la dejó vacía, desafiante, pidiéndome que contemplara ese baile que era para mi, solo para mi.
Relamí mis labios dejándola ir, pronto las llamas la envolvieron, su cuerpo se movía al son de la música de los gitanos, de las palmas que estos tocaban y mis ojos rosjo como el mismo fuego que la animaba se centraron en cada sensual movimiento.
Caderas que me llamaban contoneándose, serpenteando, mientras me miraba de forma fija, danzando como si Lilith cobrara vida.
Su pelo se revolvía entre sus manos que acariciaban cada parte de su cuerpo, jadeé mirándola, solo el alcohol aplacaba un poco mi deseo y entonces se acercó con un pañuelo que le habían prestado y con el acarició mi cuello invitandome a acompañarla en ese baile.

Apuré la cerveza animado por el resto de la troupe, los hombres me pedían que me pusiera en pie y lo hice dejando que el pañuelo rozara mi piel llevándome tras ella hasta los lindes de la hoguera.
Su cuerpo se movió contra el mio, serpenteando mientras esta vez eran mis manos las que se paseaban por su cintura, cadera, pechos. Mi boca en su cuello, lamiéndolo, mordiendo el hueco que quedaba entre este y el hombro. Jadeaba contra su piel, lamiendo su yugular, perdido en el placer. Sus manso se enroscaban en mi pelo, llevándome contra sus labios que errantes se acercaban y alejaban torturandome.
El baile era muy subido, y pronto nos quedamos solos observados estupefactos por todos.

Nuestros cuerpos encajaban apasionados, como si solo ella, yo ,el fuego estuviéramos allí, como si el infierno nos acogiera y los demonios se poseyeran entre las llamas ávidas de placer.
La giré con violencia, la alcé por las nalgas, moviendo sus caderas contra mi alzada entrepierna, nuestros labios se unieron, mordiéndonos la lengua, retándonos a un pulso que con ellas.
-Te deseo -susurré contra su boca mientras esta me atraía del pelo de forma ruda para devorarme hambrienta.
Solo el carraspeo de la “vieja” detuvo nuestra danza. Sonreí contra la boca de mi prometida
-Vaya parece que nos hemos animado mas de la cuenta -reí bajándola despacio para que sus pies ya descalzos tocaran el suelo, no se en que momento nos habíamos quitado los zapatos, era como si hubiéramos perdido el norte, la consciencia.
Los dos jadeábamos mirándonos fijamente, me relamí preso de su sabor en mi boca.
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Mensaje por Danerys Garnert Lun Jun 12, 2017 6:19 am

El ambiente parecía bastante animado en el lugar y la gente cantaba, daba palmas, bailaba, bebía y reía entorno a aquella enorme hoguera que habían hecho. Era la primera vez que estaba en una fiesta como esa donde la diversión era lo más importante de todo, sin etiquetas, sin fingir, sin tener que disimular o aparentar nada… allí todo se reducía a lo que veían mis ojos, no habían vestidos caros ni elegantes, ni una orquesta tocando de fondo, ni un protocolo que tener que seguir ante ciertas personas… allí todo era mucho más libre, nadie miraba de ninguna forma, nadie juzgaba, nadie lanzaba rumores ni hablaban sobre ellos… en cierto modo ellos eran más libres que los que hacían fiestas en el palacio, tan diferentes y tan distintas. En esa fiesta el ambiente te invitaba a fundirte con ellos y con la gente, concediéndote libertad.

Esa era una de las cosas que más me gustó de aquel campamento, todo mucho más colorido, lleno de vida, de alegría y de diversión… muy diferente a las fiestas que estaba acostumbrada a ir, en esas fiestas jamás nadie me habría pedido que bailara frente a una hoguera por ejemplo. Me gustó el sitio y parecía que Lilith concordaba conmigo, quizás porque la música y el fuego casaban con lo que ella era y se sentía como en casa, quizás porque el vampiro me hacía compañía donde ninguno de los dos debíamos de fingir lo que no éramos. Dejé que me llevara por el lugar para conseguir unas jarras de cerveza y empezar a divertirnos, por ese motivo habíamos ido allí.

Aquella noche estaba siendo muy diferente de cualquier otra, era cierto que seguíamos retándonos y desafiándonos como siempre, ninguno de los dos olvidaba lo que era el otro pero parecía que en esos momentos no nos importara, como si los demonios ganaran más aquella noche y necesitaran suplir el tiempo que habían estado separados. Contemplé a las jóvenes que bailaban entorno a la hoguera sentada en el regazo del vampiro, la cerveza estaba fría y entraba frente al calor de aquella noche y al propio calor que expedían las llamas.

No le faltó tiempo para recordarme que tenía que bailar para él, y tras tomarme lo que me quedaba en la jarra lo hice colocándome frente a la hoguera a unos cuantos pasos de distancia y dejarme llevar por el ritmo de la música. Me movía diferente a ellas pero con esa gracilidad, un toque sutil pero sugerente como si Lilith se sintiera en casa y se olvidara que estábamos en un campamento de gitanos rodeados por más gente. Sentía los ojos rojos del vampiro mirarme de forma fija, como sus ojos repasaban mis cuerpo al ritmo que mis manos bajaban por el mismo, como se movían mis caderas, el movimiento de todo mi cuerpo, incluso cuando luego cogí un pareo y comencé a bailar con él girando, moviéndose el pelo al ritmo que imponía… no apartó la mirada.

Sonreí de lado y acercándome puse el pareo tras su cuello y le obligué a bailar conmigo, siendo vitoreado por los demás hombres que lo animaban a bailar conmigo. El vampiro tenía su pecho pegada a mi espalda y yo comencé a moverme como lo estaba haciendo antes moviéndome contra él, siendo su cuerpo el que acogiera cada movimiento, cada ondulación de mi cuerpo contra el suyo. Sus labios pronto recorrieron mi cuello, lamiendo la yugular, el hueco entre cuello y hombro, dejando pequeños mordiscos mientras sus manos recorrían el resto de mi cuerpo sin privarse de ningún rincón que recorrer.

Una de mis manos se enredó en su pelo ladeando la cabeza para darle más acceso a mi cuello sin dejar de moverme, perdiéndonos en ese momento en el que estábamos en una sintonía perfecta como si la música y las llamas de la hoguera fuera lo único que hubiera a nuestro alrededor, como si de verdad estuviéramos bailando en el infierno. Mis labios recorrieron su mandíbula y su mentón acercándome a sus labios que entreabiertos esperaban que me acercara, solamente para alejarme y separarme. Sus manos en mis caderas me pegaban contra él mientras yo no dejaba de mover estas, como si quisiera desafiarle de esa forma no cediendo a lo que quería, jadeaba contra mi piel y podía jurar que me gustaba tenerlo tan encadenado a mí de esa forma.

No aguantó mucho más, me giró haciendo que quedara de cara a él y sus manos en mis nalgas me alzaron para rodear su cintura, sintiendo su miembro excitado de nuevo en aquella noche, moviéndonos el uno contra el otro rozándonos olvidándonos por completo de donde estábamos y que había más gente que nos estaba observando. Nuestros labios por fin se juntaron en una batalla donde un “te deseo” salió de sus labios impactando en los míos con un jadeo, para aferrar su pelo entre mis dedos y acercarlo de nuevo a mí boca. Por una noche, por aquella noche, estábamos en aquella… tregua en la que el odio había quedado a un lado, solo estábamos nosotros, nuestros demonios y el inmenso deseo que nos recorría.

Solo nos separamos porque aquella mujer carraspeó y nos trajo de vuelta a la realidad siendo conscientes de donde estábamos, nos separamos y dejé que me bajara al suelo donde ahora estaba descalza sin saber cuándo había perdido el calzado, mirándonos de frente jadeando por aquello, los demás parecían haber vuelto a seguir con aquel baile y yo tenía la boca tan seca que necesitaba otra jarra de cerveza y poner un poco de distancia con el vampiro, porque aquello ya no era para nada normal. Me mordí el labio ante sus palabras y no pude evitar reírme de forma corta entre dientes.


-Te dije que bailar en el infierno podía ser muy divertido –comenté mirando al suelo para ponerme el calzado cuando lo encontré dando por concluido aquel baile- espero que te haya gustado el baile, Joe –dije dejando un mordisco en su labio inferior- Necesito una jarra de esa cerveza que está tan buena –dije para alejarnos de aquel fuego y de aquel coro, nos habíamos extralimitado y ni nos habíamos acordado de que no estábamos solos- ¿Vienes? –Pregunté pasando por su lado, lanzándole una mirada con una sonrisa ladina comenzando a andar de nuevo sabiendo que el vampiro iba a seguirme sin duda alguna, de hecho no tardó en darme alcance hasta que fuimos a coger de nuevo un par de jarras, donde di un trago bastante largo. La verdad es que tenía razón; estaban muy buenas y después de aquel momento de pasión en la hoguera entraban bastante bien para enfriar los pensamientos y el cuerpo. Mis ojos observaron lo que se podía ver por el campamento hasta que reparé de nuevo en la hoguera donde noté la mirada de la mujer puesta sobre mí, sonreí hasta que apartó la vista de mí y volví a dar otro trago a la jarra que llevaba entre mis manos- Así que… un campamento gitano –dije mordiendo el borde de la jarra observando al vampiro- admito que es algo que no te pega demasiado, o que nadie pensaría de ti ya que… siempre llevas esos trajes y vistes de esa manera –elegante, refinado y pulcro, siempre igual- ¿desde hace cuánto que conoces a esa mujer? –Acabé preguntando porque algo me hacía sospechar que no era una mujer mayor normal y corriente- cuando eres cazadora aprendes a observar los pequeños detalles que te rodean, puede servirte de ayuda en momento críticos, pero también comienzas a distinguir… cosas –mis ojos se posaron de nuevo sobre la mujer y luego lo miré a él- algo que me dice que no es la anciana normal y corriente que aparenta tras ese aspecto, sino que hay algo mucho más detrás –ladeé la sonrisa- ¿otra debilidad, Joe? A este paso me vas a mostrar todos los ases de la baraja –no podía evitar desafiarlo con mis palabras, me gustaba hacerlo al igual que me gustaba retarle. Mi espalda se apoyó contra uno de los postes de madera que había en el lugar, todo lleno de carpas mientras la música se oía de fondo, di otro trago a la jarra y alcé la mirada para ver al vampiro- siento curiosidad, ¿cómo es que tienes relación con un campamento gitano? No te confundas, no tengo ningún prejuicio contra ellos –aclaré antes de que pudiera pensarlo- solo se me hace algo difícil verte tan cómodo… aquí. No te pega, vampiro –sonreí de lado repasando el borde de la jarra que llevaba con mi dedo esperando a que me contestara- ¿Me vas a enseñar el lugar, o solo quieres centrarte en la hoguera para que baile de nuevo para ti? –Pregunté con tono jocoso sabiendo lo mucho que le había gustado- dijiste que me ibas a llevar a casa sana y salva, así que… -dije antes de apurar la jarra de cerveza dejándola vacía de nuevo- deberías de controlar las que me tomo, si no quieres que acabe borracha. O… ¿quizás es ese tú plan? ¿Quieres emborracharme, Joe? ¿Para hacer cosas pervertidas conmigo? –Lo miré a los ojos de forma fija notando que me devolvían la mirada, y más que molestarle mis palabras, le parecían totalmente divertidas.
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Mensaje por Joe Black Lun Jun 12, 2017 10:34 am

Nos calzamos sin dejar de buscarnos con la mirada, aquella noche no había necesidad de mentir, de engañar a nadie, lo que se veía era realmente lo que había. Nuestros demonios se buscaban, se atraían y aunque eramos razas opuestas, contrarias, por hoy, habíamos olvidado nuestras diferencias, una tregua de una noche no era una mala idea.

Me desafió de nuevo pidiéndome ir a por mas cerveza, su mirada por encima del hombro mientras yo desde atrás acorté distancias alcanzándola.
Nos servimos dos nuevas jarras, apuré una, estaba sediento después de ese baile ardiente del que el fuego fue testigo indiscutible de nuestro encuentro.
Me serví otra para acompañar su segunda mientras escuchaba con una ladeada sonrisa las preguntas de mi preciosa prometida.
-No te dejes engañar por mis apariencias, me siento libre aquí, no tengo que fingir ser otra persona y he pasado épocas viviendo en un sitio como este, pero no localizado en París.

Podía leer en sus ojos la intriga que esas palabras le producían, sonreí dando después un nuevo trago, atajé la distancia con su boca y la besé hambriento, necesitado de volver a fundirme con su cuerpo.
-Admito que hoy me estas volviendo loco.
Ciertamente lo había hecho todas las noches, de formas distintas, el resto fue juego duro, hoy había sido algo diferente..
-La conozco desde hace muchos milenios, pero no siempre viviendo en el mismo cuerpo, es una poderosa hechicera, una bruja que cambia de cuerpo.
Es decir, su alma cuando el que tiene llega al final de su vida, salta al de la siguiente niña que nace en su troupe.

Hice una pausa para beber de nuevo, mi nariz rozó la suya, entreabrí los labios dejando que su vaho invadiera mi boca.
La atraje por la cintura para hablar con ella mas cerca, la música sonaba retumbando en aquel claro y aunque esa solo era la excusa, necesitaba tocarla.
-la he conocido siendo niña, siendo anciana y siendo una mujer de nuestra edad -aseguré contra sus labios aun sin tomarlos.

Apreté sus nalgas con la mano empujando sus caderas contra mi alzada entrepierna. Seguíamos muy cerca, calcinandonos con nuestro aliento.
-Eres muy observadora amor, pero esta vez creo que no te he mostrado una debilidad, te mataría si intentaras hacerle daño. Ten cuidado con ella amor -le pedí llevando mis labios al lóbulo de su oreja.
Lamí y mordí su lóbulo jugueteando con ella. Volvimos a encontrar nuestras miradas, susurrándonos palabras contra nuestros labios.
-La conocí una noche, en otra época hace ya muchos miles de años, ella, como ahora, era nómada, viajaba con los suyos, en aquel entonces era joven, me encontró con mis hermanos bebiendo, se acercó y bueno...nos conocimos de forma mas intima...desde entonces...nos hemos ayudado en distintos momentos de nuestras vidas. Me gusta venir aquí, paladear la cerveza, hablar con ella, es una mujer sabia, siempre tiene buenos consejos que dar y aunque no soy bueno escuchando y menos cumpliendolos...la visito cuando puedo, ha dado la casualidad que nuestros caminos han concurrido en París y bueno...he decidido traerte, sabia que te iba a gustar este lugar, es mágico -aseguré contra sus labios.
Si ella supiera que la idea de buscar prometida fue de ella.

Me eche a reír cuando apuró la jarra pidiéndome que le enseñara el lugar y asegurándome que si seguía así acabaría borracha y entonces no podría llevarla sana y salva a casa como prometí.
Apure mi jarra y serví dos mas entre risas.
-Si, quiero emborracharte y tomarte hasta que el sol casi nos encuentre -bromeé rodeando con mi mano su cintura. Mi pecho contra su espalda, así caminamos entre los carromatos, cada ciertos pasos nos deteníamos para enredar nuestras lengua en la del otro.
-¿te enseñó el interior de uno de los carros? -bromeé contra su piel, repasando con mi boca su mandíbula, deslizando mis labios por su cuello, marcando la yugular con mi lengua.
-¿cuéntame por que te hiciste cazadora? -jadeé contra su boca mientras esta tiraba de mi pelo para enredar nuestras bocas, bebernos el uno al otro.
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Burned In The Flames Of Hell ~ Privado - Página 2 Empty Re: Burned In The Flames Of Hell ~ Privado

Mensaje por Danerys Garnert Miér Jun 14, 2017 5:53 am

Era extraño como había cambiado aquella noche en la que salí de casa tremendamente ofuscada, enfadada y cabreada por algo que no lograba comprender y con un sentimiento de vacío en el cuerpo que me recorría por entera, como si nada me llenara y me saciara del todo. La idea había sido salir de casa para dejar atrás el resentimiento, la ira, la ofuscación y la frustración que había tenido aquellos días en los que no había visto al vampiro. Y debía de admitir que en el fondo sabía perfectamente por qué estaba así, sabía que nadie podría despertar como lo hacía él a Lilith, que nadie sería capaz de plantarle cara y cada cosa me resultaba insulsa, carente de desafío alguno, fácil, aburrido y monótono… si hubiera llegado a saber que la noche iba a acabar así, o si me lo hubieran dicho, no lo habría creído.

¿Cazar junto a un vampiro? Eso solo se le ocurría al demonio que llevaba dentro y que había ardido literalmente de emoción cuando nos encontramos al vampiro, más bien, cuando este apareció en el callejón. Pude notar como se relamía sabiendo que la diversión empezaba ahora que él había llegado ante el espectáculo macabro que había presenciado y por el que ella estaba pletórica. Y ahora, tras un par de horas más tarde estábamos en un campamento gitano como si nos hubiéramos concedido una tregua por esa noche, como si necesitáramos calmar y saciar a nuestros demonios después de haber estado tanto tiempo separados, como si la distancia les hubiera dolido demasiado y estuvieran hambrientos el uno del otro.

Tenía claro que a quien tenía delante de mí en esos momentos era a un vampiro, que yo seguía siendo una cazadora y eso era algo que no iba a cambiar nunca… pero por esa noche parecía que no importaba nada, que solamente éramos como dos títeres guiados por nuestros demonios que nos pedían saciarse del otro, recuperar el tiempo perdido. Y había que admitir también que los dos nos atraíamos, quizás fuera por esos demonios internos, quizás fuera porque de verdad lo hacíamos y el hecho de ser razas enfrentadas lo hacía todo mucho más peligroso, prohibido y morboso y eso nos gustaba… porque era cierto que teníamos gustos similares, porque con el vampiro no había tenido que mostrar máscaras ni reprimir ningún aspecto en cuanto a mi forma de ser… porque nuestros demonios casaban tan bien que incluso hasta veces daba miedo.

Lo miré mientras bebía de la segunda jarra de la noche preguntándome como es que ese vampiro en concreto podía estar en un campamento gitano como aquel, no le pegaba para nada aunque se le veía bastante cómodo y parecía que fuera asiduo a venir a menudo… me costaba visualizarlo, pero era cierto que conocía a la que parecía la matriarca de la familia de quien de vez en cuando podía sentir su mirada puesta fija en mí. Di otro trago a la jarra que llevaba entre las manos escuchando sus palabras, decía que se sentía libre y la verdad… es que te daba esa sensación, como si fuera un mundo aparte y no tuvieras que fingir cosas que no eras, ponerte una máscara… si, daba la sensación de que se podía ser libre.


-No me dejo engañar, pero cuesta imaginarte viviendo en un sitio como este –la verdad es que no me importara donde viviera o donde hubiera vivido… pero con lo que había visto de él en aquellos días, con su parte refinada y con todos aquellos lujos que ostentaba el vampiro chocaban con pensar en que había estado viviendo en un lugar como este- entiendo por qué lo hiciste, quizás si pudiera… yo también lo haría –dije observando a la gente que rodeaba la hoguera, parecían tan despreocupados, tan felices… entendía lo que decía el vampiro de las máscaras, me había pasado toda mi vida portando una máscara hacia los demás y allí ni siquiera había pensado en ponerme una. Fingir un protocolo que debía de seguir, ir a reuniones y fiestas donde la pomposidad, la extravagancia y la hipocresía eran el plato principal… me cansaba todo eso, yo no había nacido para seguir las normas de nadie, sino para seguir mis propias reglas. El vampiro acortó la distancia y sus labios volvieron a buscarme de nuevo en un beso que lo sentí necesitado, como si ninguno dado antes hubiera saciado sus ganas, mordí su labio inferior cuando se separó y sonreí de lado por sus siguientes palabras- ¿Las demás noches no te volvía loco, Joe? Es una cualidad innata en mí… llevar al borde de la locura –lo miré de forma fija y no pude evitar reír entre dientes sin dejar de sonreír de lado, quizás podría tomarlo también por la noche en el hotel en que había llegado a ese límite con él. Escuché sus palabras y enarqué una ceja cuando dijo “milenios”, algo que hasta el momento no me había preguntado ni siquiera parado a pensar era en la edad del vampiro, no la aparente, sino la real. Al terminar de hablar miré de nuevo a la anciana, una cambia cuerpo… eso es lo que había notado de ella, quizás su magia- Hay algo que no te he preguntado y que ahora has sacado a colación, has dicho milenios… ¿cuántos años tienes, Joe? –Pregunté observándolo- y no, no me refiero a la aparente… sino a la real. ¿Cuántos milenios has vivido? –Al parecer estaba tratando con un vampiro milenario y Lilith parecía como si ella también tuviera todos esos milenios.

Volvíamos a estar cerca de nuevo con su nariz rozando la mía, nuestros alientos mezclarse por la proximidad que teníamos mientras bebíamos de las jarras que teníamos en la mano. La música sonaba de fondo y se podía notar el vibrar de los tambores retumbar y vibrar por el cuerpo, como cantaban, las palmas que daban… dándole un ambiente diferente al lugar, como si todo fuera más libre, como si nada en realidad importara. Mis labios rozaron los del vampiro hasta que finalmente dejé un mordisco, menos sutil de lo normal, en su labio notando su brazo rodear mi cintura como si ninguno de los dos pudiera separarse. Él seguía hablando mientras ahora su mano bajaba a una de mis nalgas, la apretaba, y me pegaba contra su cuerpo notando su miembro duro y excitado.

Un jade escapó de mis labios muriendo en los suyos escuchando sus palabras, de nuevo me decía que no era una debilidad pero que me mataría si intentara hacerle algo. También me estaba previniendo que no hiciera nada contra ella, porque era poderosa, notando sus labios que recorrían mi oreja dejando un camino con su lengua para luego morder mi lóbulo y mirarlo con la respiración algo más rápida. Me contó cómo la había conocido, de su amistad, que se habían ayudado en algunas ocasiones, que era una mujer sabia y aunque le había dado algunos consejos él no los había tomado… no me extrañaba. Terminé la jarra y él tras mis palabras me volvió a dar otra de nuevo, asegurando que quería emborracharme.

Su brazo rodeó mi cintura y comenzamos a andar por el campamento con el vampiro pegado a mi espalda notando en cada movimiento su miembro contra mi cuerpo al andar, bebía ya de la tercera jarra de la noche y notaba el calor del alcohol comenzar a subirme por el cuerpo. Incapaces de permanecer separados o de siquiera no tocarnos nuestros labios se rozaban y se buscaban de forma necesitada como si no pudieran estar separados, mi mano se enredaba en su pelo para acortar la distancia y besarnos andando por aquel lugar pasando entre los carromatos donde vivían.


-Creo que me puedo hacer una idea de cómo son por dentro –le dije mirándole de forma fija, como si lo desafiara ante su pregunta y no cediera en todo con él. Sus labios iban de mi oreja hasta mi cuello cuando me preguntó que por qué me hice cazadora… lancé un suspiro, di un trago a la jarra que ya iba por la mitad, y miré al frente pero sin mirar nada en concreto mientras él no se despegaba de mi cuerpo y sus labios recorrían la piel que podía y tenía al descubierto- Mis padres siempre han sido muy estrictos en cuanto a… bueno, libertades se refiere. Siempre han querido mantenernos un poco aislados de ciertas cosas y mi madre no concibe otra vida que no esté ligada a la alta clase y a los lujos que esta tiene. Tenía alguien que cuando salía a jugar al jardín siendo pequeña me vigilaba, mi hermano y yo siempre hemos estado en constante vigilancia desde que éramos pequeños. Siempre pensé que mi hermano porque heredaría de alguna forma las empresas de mi padre y sería su heredero, yo porque mi madre siempre me educó a como ella la educaron: encontrar un marido rico que pudiera mantener no solo el apellido, sino sus ganas de seguir perteneciendo a la clase alta y que diera más… importancia a la familia. Creo que por eso le caes tan bien –comenté no sin cierta malicia mirándolo de forma fija, sonriendo de lado para dar un nuevo trago a la jarra- no sé qué le has hecho, o qué le has dicho… pero está encantada y casi podría decir que obnubilada contigo… y por ello creo que te odio un poquito más –comenté con tono jocoso para seguir hablando- el caso es que me obligaba a ponerme vestidos que no quería, me enseñó todo lo que una dama debía de saber, maneras de hablar, formas de comportarse, protocolos, tocar el piano, caligrafía… todo para prepararme para un día como el que ella deseaba pero sin darse cuenta de que yo odiaba todo aquello. No me gustaban las fiestas a las que me obligaba a asistir, mis padres saben del carácter que tengo y desde bien pequeña me obligaban a ponerme esa máscara ante los demás asistentes, ella me decía que siempre debía de sonreír no importara lo que pasara, y con los años la máscara fue todo lo que llevaba puesto en ese tipo de fiestas –hice una pausa- una noche estaba cansada de seguir, quería salir, explorar sin tener que estar bajo la vigilancia de nadie… esperé a que el guardia que siempre me vigilaba cayera dormido para poder irme, fue la primera vez que escapé de casa y que escalé la verja… ahora ya tengo experiencia –agregué por la primera noche que había pasado en su mansión dando otro trago- me perdí por las calles apenas contando con diez años, yo siempre había ido mayormente en carruaje y no sabía dónde estaba… y entré en el callejón que no debía. Solo recuerdo… unos ojos rojos como el mismo fuego, una mirada fría que me atemorizó dejándome anclada en el lugar, unos colmillos afilados manchados de sangre y un cuerpo de un hombre cayendo al suelo –visualicé aquella imagen en mi mente, la recordaba perfectamente- estaba paralizada, no podía reaccionar ante la imagen que tenía delante de mí y apenas fui capaz de moverme lo justo cuando se abalanzó a por mí, ávido de más sangre que beber. Corrí por el callejón escuchando su risa de fondo como si supiera que, por mucho que corriera, iba a atraparme igualmente y que tarde o temprano lograría atraparme. Lo hizo, cayó sobre mí y me mostró los colmillos. Mi corazón latía desbocado, mi respiración era errática y el miedo me atenazaba el cuerpo… justo en ese instante Matthew apareció, quitó al vampiro de encima y pude ver cómo lo mataba, la lucha que hubo entre ellos. Yo estaba atemorizada, pero más viva que nunca, lejos de asustarme aquella imagen fue como si fuera lo que había estado esperando y necesitando toda mi vida. Me mostró un mundo nuevo, uno donde podría sentirme libre, donde poder ser fuerte, donde poder ser lo que soy realmente: una cazadora con un demonio en mi interior –mis ojos buscaron los del vampiro para mirarlo de forma fija- Lilith nació esa noche y Danerys quedó solo como el cascarón, como la máscara que la cubre –mis ojos bajaron a sus labios y luego subí mi vista a él- Busqué a Matthew hasta que di con él, me escapaba todas las noches para pedirle que me enseñara a hacer lo mismo que él, a ser como él pero siempre se negaba ya que solo era una niña que tenía diez años pero con él, o sin él, iba a lograr mi objetivo. Al final acabó cediendo y durante todos estos años me ha entrenado hasta convertirme en la cazadora que soy, no fue fácil y tuve que pasar por mucho, mis padres no lo saben y mi madre se moriría de saberlo. Lilith disfrutaba con las noches de caza y con la visión de la sangre, matar vampiros, matar licántropos… pura diversión para ella. No había estado tan pletórica desde que apareciste tú –reconocí terminando la jarra con el vampiro pegado a mi cuerpo.
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Mensaje por Joe Black Miér Jun 14, 2017 12:00 pm

Escuché sin separar ni un ápice mi cuerpo del ajeno mientras sonreía contra su cuello, escuchando aquella rocambolesca historia que le sucedió de niña, imaginaba que para ella eso marcó un antes y un después en su vida ¿cuantos antes y después habría marcado yo en la vida de muchas niñas?
Suizas pocos, porque siempre solía matar aquello que perseguía, dejar un rastro de cadáveres era mas mi estilo que dejar victimas y testigos que delataran que era un vampiro.
-Así que ese cazador se convirtió no solo en tu entrenador, si no en tu obsesión infantil -bromeé deslizando mi lengua por su yugular con picardia -y ahora le has dicho que no porque en vez de sus labios deseas los míos ¿cierto?

Me eché a reír cuando esta frunció el ceño, ahí estaba de nuevo su actitud, retándome, pero aun así seguía anclada a mi piel.
Había rechazado entrar a ver uno de los carros por dentro, parece que de nuevo quería dejarme claro que la tomaría solo cuando ella me lo permitiera, ni antes, ni después, solo en ese momento.
Lilith emergía de las profundidades del averno y a mi me gustaba jugar con ella a escondernos.
-A tu madre le gusto porque soy atractivo y un buen partido ¿puede pedir algo mejor para su hija? -pregunté con cierta diversión en mi voz -quizás que estuviera vivo -bromeé haciendo yo el chiste fácil.

Era irónico que encajáramos de esa forma tan perfecta pese a ser enemigos existenciales, pese a que nos odiábamos por lo que eramos y nos atraíamos del mismo modo quizás por lo mismo.
Era un duelo singular, que nunca acababa, aunque hoy nos hubiéramos dado una merecida pausa.
-¿Por que sacaste la astilla de mi corazón? Podías haberme dejado morir, algo se te hubiera ocurrido para justificar  que había desaparecido y sin embargo...la sacaste.

Sabia la respuesta, si moría se le acabaría aquel excitante juego del que era la reina indiscutible del tablero, pero..quería escucharlo de sus labios, escuchar que de algún modo me necesitaba, aunque fuera esta noche, necesitaba ese reconocimiento.
-¡que pensaste cuando lancé le anillo al fuego? -pregunté de nuevo.
Algo me decía que pensó que estaba loco, que se había librado de mi, pero era algo que me intrigaba de algún modo.

Tiré de sus caderas pegándola nuevamente contra mi cuerpo, mi boca arrasó con la ajena, nunca la había besado tantas veces en un encuentro pero la había echado ciertamente de menos.
-entonces...mañana...-arrastre las palabras contra sus labios -¿te recojo a las 10? vamos a la fiesta y... -ladeé la sonrisa de forma pérfida -¿he oído sin normas? .

Me relamí los labios, mis manos templaban su cuerpo despacio, recorriendo cada recoveco de su piel.
-Estuve prometido antes -ni siquiera se porque lo dije...supongo que ella me había confesado algo y mi confesión escapó del mismo modo.
Negué con la cabeza para responder después a su pregunta, esa que con anterioridad me hizo.
-Tengo 6000 años, pero he pasado siglos encerrado por los Iluminatti, realmente es el segundo año que estoy libre desde entonces.
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Mensaje por Danerys Garnert Jue Jun 15, 2017 6:43 am

El vampiro seguía pegado a mi cuerpo sin separarse ni un ápice mientras escuchaba todas y cada una de las palabras que salían de mi boca, respondiéndole a esa pregunta de por qué me hice cazadora. Quizás le estaba contando más de lo que realmente debería pero si quería saber el motivo que lo conociera desde el principio del todo. Cuando hablé sobre mi madre y lo que Joe le gustaba no mentía para nada, para ella era el hombre perfecto e ideal por su estatus, por su condición… claro que, si ella supiera que en realidad bajo toda esa máscara que él también portaba se escondía un vampiro milenario, la cosa cambiaría. Pero no solo mi madre estaba encantada con él, mi padre igualmente lo estaba y no sabía exactamente qué les había dicho las veces que había venido a buscarme el vampiro, pero estaban encantados con la idea de la boda y sobre todo con él. Mi madre estaba pletórica porque veía que por fin el momento que más estaba deseando llegaba.

Claro que nuestro engaño les hacía estar más contentos aún pero si nos mostráramos frente a ellos como realmente éramos… les daría un ataque al corazón sin duda alguna. Porque aunque sabían que tenía carácter ni siquiera se imaginaban cuánto y de qué manera era este, y mucho menos iban a pensar que el prometido de su hija era un vampiro cuyo corazón estaba inerte hacía milenios y que se alimentaba de sangre. Sabía que al vampiro no le había pasado desapercibida la parte del cazador, era algo que iba a prestar atención porque ya desde la primera noche intentó matarlo, sabía que no le caía bien pero no tenía que caerle de ninguna forma. Es más, él mismo había corroborado que cuando me había visto esa noche ir a su cabaña donde me había besado sintió ira al ver aquello… más motivos para querer matarlo. Ahora le divertía el hecho de que él pudiera besarme y yo apartara al cazador.


-No lo catalogaría como obsesión infantil lo que sentí por él –reconocí sin importarme hablar del asunto- ¿nunca has tenido un amor platónico, Joe? Oh vamos, seguro que en tú larga existencia has tenido a alguien así en algún momento –lo miré sonriendo de lado dando otro trago a la jarra- él me abrió un mundo nuevo de posibilidades, y aunque si no hubiera sido él me hubiera entrenado quizás otro… era una niña, era guapo… fue algo inevitable –su lengua ahora se paseaba por mi yugular dejando un camino en el que su frío tacto contrastaba con el calor que la cerveza que estaba bebiendo me provocaba. Cómo no se burló, en cierta manera, de que había apartado a Matthew cuando me besó porque según él lo que quería eran sus labios… maldito vampiro engreído- si me hubiera besado hace unos años, créeme, habría caído rendida a sus pies con ese beso. Ahora que no siento nada por él, que solo queda admiración, no quería que me besara… pero no cantes victoria, vampiro, porque si lo aparté fue únicamente porque no quería que me reclamara como si fuera un trofeo… yo no soy de nadie, yo solamente soy mía –sonreí de forma ladina sabiendo que esa frase al vampiro no iba a buscarle, pero seguí cuando dijo que a mí madre le gustaba porque era atractivo y un buen partido, enarqué una ceja por ello ante su pregunta y el chiste fácil que eso- si supiera que eres vampiro… -dejé la frase sin seguir, algo le daría fijo, de eso no tenía duda alguna. Fue entonces que la pregunta salió de sus labios y yo di un trago a la jarra cuando la hizo, hablando sobre aquella astilla que saqué de su corazón en aquella noche en el hotel… aunque más bien creía que él sabía en el fondo por qué lo había hecho- Cierto, la saqué –dije volviendo a dar de nuevo otro trago a la jarra, a la que le quedaba ya menos de la mitad de su contenido. Podría haberme inventado cualquier excusa esa noche, podría haber dejado que muriera por la astilla clavada en su corazón pero sin embargo la saqué cuando habría sido más fácil dejar que muriera por el dolor que esta le causaba- la saqué porque hasta que tú llegaste nadie era lo suficientemente bueno como para desafiarme, como para retarme… sacar esa parte de mí interior que siempre he llevado escondida. Porque Lilith juega contigo como quiere y tú respondes a cada uno de los desafíos y de los retos de una forma que a ella le encanta –mis labios rozaron los suyos dejando que mi cálido aliento los abrasara con cada palabra que salía de ellos, sin apartar mi mirada de la suya- Porque me excita saber que contigo no tengo por qué contenerme, porque respondes de una forma maravillosa y puedo hacer contigo miles de cosas sumamente divertidas… y porque me gusta la visión erótica de tenerte prostrado frente a mí, entregado a mí voluntad, porque el juego contigo es mucho más excitante y me gusta el peligro y esa morbosidad –mi lengua lamió el labio inferior del vampiro para luego escuchar su siguiente pregunta, una que me hizo reír contra sus labios de forma divertida- ¿La verdad? –Pregunté volviendo a dar otro trago a la jarra- Que estaba consiguiendo mí objetivo, que la idea de llevarte al borde de la locura estaba funcionando para que tú mismo anularas la boda, tenía que empujarte y presionar los botones adecuados. Cuando lanzaste al anillo al fuego y te saliste airado al balcón… supe que estaba próxima de ganar. Que solo tendría que empujarte un poco más para que finalmente tú mismo cayeras por tú propio peso… -pero luego las cosas fueron bastante diferentes a como lo había pensado, terminando de una forma que no imaginé.

Tras mis palabras sus manos fueron a mis caderas y me pegaron contra su cuerpo, su boca atajó la distancia que nos separaba para fundirnos en un nuevo beso, como si lo necesitáramos. Era como si haber estado esos días separados nos hubiera dejado un vacío enorme que ahora teníamos que suplir en esa noche, era la vez que más nos besábamos, la que más cerca estaban nuestros cuerpos, la vez que más nos habíamos saciado del cuerpo del otro… todo necesitado. Podríamos decir que lo que quisiéramos, echar la culpa a nuestros demonios… pero nos atraíamos, como Dan y como Joe, y eso sumado a nuestros demonios… era claramente una combinación bastante explosiva que nos dejaba en la situación en la que estábamos, incapaces de no acortar distancias. Reí contra sus labios cuando me dijo que me recogería mañana para aquella fiesta de máscaras, con esa sonrisa en sus labios ante no haber ninguna regla. ¿Quería jugar a eso? Bien, pues íbamos a jugar también.


-¿Qué pasa Joe… tienes miedo de jugar sin normas y sin reglas? –Mis palabras abrasaban sus labios, mordí su labio inferior con fuerza tirando del mismo con diversión- Ah, me pregunto si aguantarás ver… -me callé y me mordí el labio con diversión, riendo de forma corta- Yo también tengo preguntas, me has preguntado y he respondido así que ahora me toca a mí –lo miré estando todavía tan cerca- ¿Por qué decidiste salvarme esa noche en el hotel cuando volviste en ti? ¿Qué tenías pensado hacer, antes de llegar, en esa planta que era entera para nosotros? –Mi mano estaba en su espalda deslizándose por esta de forma lenta- ¿Por qué me has estado espiando hoy, por qué me has seguido? –Sabía la respuesta, pero quería oírla de sus labios- Y la última… ¿sigues viéndote con ella? -Sus manos no dejaban un hueco que recorrer de mí piel mientras no nos separábamos el uno del otro, cuando llegó la primera confesión que me hizo de la noche. Ladeé el rostro cuando dijo que había estado prometido, la verdad, es que había oído rumores pero no pensaba que estos fueran ciertos a decir verdad- entonces eran ciertos… -él me miró sin comprender- tengo una amiga cuyo marido es de la alta… bueno, digamos que “esfera” social. Corrió como un rumor antes de que organizaras aquel baile, pero si te digo la verdad, no presté la debida atención porque no es como si me importara en esos momentos. Para mí solo eras un nombre, y el hombre a cuya fiesta debía de asistir por obligación cuando lo que en esos momentos quería era irme a cazar y no estar en aquel lugar… menuda ironía –comenté escuchando luego que tenía seis mil años abriendo ligeramente la boca… ¡seis mil! Estaba tratando con un vampiro que tenía seis milenios de vida en sus espaldas, creo que era demasiado para pensarlo en ese momento con claridad. Pero que al parecer había pasado siglos encerrado por los Illuminati hasta que consiguió escapar, y que era su segundo año libre- ¿Tú segundo año de libertad, y ya quieres volver a estar “preso”? Curiosa forma de aprovechar tú libertad Joe y cortar en cierta manera tus alas –terminé la jarra y luego lo miré de forma fija- ¿Por qué te querrían los Illuminati? Bueno, debería más bien preguntarme si de verdad existen o son solo mitos y leyendas que cuenta la gente… -pero si él lo decía, es que quizás sí que existían. Ahora entendía por qué cuando fue mi turno al tenerlo encadenado me dijo que no iba a ceder, que lo que le hiciera no sería suficiente y que aguantaría bien el dolor... ahora entendía todo- Contéstame a algo Joe, ¿por qué querrías casarte? Llevas dos años en libertad como dices, tienes seis mil años y una eternidad por delante para disfrutar de tú libertad. ¿Por qué ahora una boda? –Le preguntaría que por qué yo, pero sabía la respuesta a esa pregunta de sobra. Mi mano ahora recorrió su pecho y mis labios pasaron a recorrer su cuello dejando mordiscos por la zona, viendo que la marca se iba para volver a dejarla de nuevo en su piel- Lilith dice que puede con tus seis mil años –comenté contra su oreja repasando su contorno con mis labios, dejando mi aliento en el lugar para luego morder su lóbulo- Decías que ibas a emborracharme y… creo que sigo bastante sobria –lo miré dejando ahora mis labios sobre los suyos- ¿o es que me tienes miedo borracha? –Pregunté con diversión mordiendo sus labios- O podemos volver y… que bailes tú ahora para mí –sonreí de lado antes de atrapar sus labios, en una noche de lo más diferente.
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Mensaje por Joe Black Jue Jun 15, 2017 12:23 pm

Dan quería jugar fuerte, ademas de tentarnos con cada roce de nuestros labios las afiladas palabras que nos dedicábamos hacían la noche infinitamente mas interesante.
-¿miedo? Yo no tengo miedo a nada...y menos a no jugar con reglas..creo que eso ya te lo he demostrado ¿de verdad quieres hacerlo? ¿sin reglas? Escuché su pregunta, si podría soportar ver..hizo una pausa pero sabia lo que continuaba, mis ojos enrojecieron, no, no quería que otro la tomara, pero..respetaba las reglas del juego y no seria yo el que quedara como un cobarde.
-¿Podrás verme tu con otra? -respondí con una pregunta a su propio juego mientras ladeaba la sonrisa.

Mis dedos se deslizaban por su piel ,aseguraba tener preguntas que yo debía responder, aquella noche no era como las demás, no solo porque la inminente cercanía era evidente, si no porque habíamos quebrado la muralla y ahora nos preguntábamos aquello que de algún modo nos “preocupaba” o nos habíamos guardado para nosotros.
-Te salve porque eres mi prometida, no podía dar grandes excusas a tus padres de porque habías muerto desangrada, eso me hubiera incriminado ¿no crees? -me relamí los labios frente a los ajenos, atajé la distancia para enredarme en un beso lento y proseguí después -y porque no quería perderte...me gusta este juego, me gusta la sensación que tengo cuando nuestros demonios chocan irremediablemente y supongo que tu afilada lengua es difícil de encontrar en otra -bromeé con cierta diversión.

Di un trago a la cerveza haciendo una pausa meditando su siguiente pregunta.
-pues, cenar, hablar y supongo que dejarnos llevar..quería atarte en esas cadenas y darte placer, que te rindieras y acabaras suplicando ser tomada sobre el lecho...después llevarte a casa.
Pero no fue exactamente eso lo que sucedió -susurré contra sus labios – y me gustó -bueno..la astilla en el corazón no, podías haberme matado -dije tensando el gesto.
Había sido antes torturado ,como te dije, llevo bien el dolor, es mas, le encuentro cierta excitación si eres tu la que me lo produce.

Sus dedos jugaban en mi espalda, deslizándose por la musculatura de esta mientras seguía anclada a mis ojos su mirada.
-te echaba de menos...necesitaba continuar con el juego, me sentía vació, aburrido, tedioso y en parte celoso al saber o intuir que te veías con ese otro.
La siguiente pregunta me pilló desprevenido, me eche a reír divertido.
-¿estas celosa? -pregunté ampliando la sonrisa -¿era un ataque de celos la que me liaste o por defender el honor de tu familia?
No, no se ha dado el caso de volver a vernos -respondí con sinceridad.
Desconocía si volvería a verla o no, la ultima vez que nos vimos fue una despedida, pero... simplemente no sabia si volveríamos a coincidir en alguna fiesta pues frecuentábamos ambientes parecidos.
-¿no quieres que vuelva a verla?

Me explico después que había oído rumores sobre mi anterior compromiso, simplemente que en aquel entonces mi pasado poco o nada le importaba, tenia 6000 años a mis espaldas, mejor si mi pasado no le importaba, pues tenia mucho pasado vivido.
Apuró la jarra en un intermedio en el que yo hice lo mismo.
-Los Iluminatti existen, aunque ya no son tan numerosos como lo eran. Me querían porque soy un monstruo que ha sembrado el caos por allí por donde ha pisado. Soy hijo de Cain, el primer vampiro y no he escatimado ni en sangre, ni en agravios ¿te parece pequeño el motivo? -bromeé volviendo a colisionar con su boca, paladeando el alcohol que quedaba en ella -¿no es por lo mismo por lo que tu nos cazas?

Me encogí de hombros, esa respuesta le sorprendería, pero era cierta.
-¿Por que una boda? Para anclarme a algo. Llevo mucho tiempo fuera de los negocios de la alta sociedad y aunque tengo el dinero suficiente para vivir sobradamente, necesito un apellido que me de a conocer -hice una pausa con una picara sonrisa -ya sabes, uno que no arrastre tanto caos como lo hace el mio. Ademas me ayudará a pasar desapercibido ante los que desean atraparme, es como cambiar mi metodología...
¿Por que tu? Supongo que esa es tu siguiente pregunta...-reí divertido -porque eres una cazadora, me odias y sabia que nunca podridas amarme...eso facilita mucho para mi las cosas.

Sus labios recorrieron mi cuello, ladeé la cabeza para darle acceso mientras mi respiración se aceleraba, el destino de su boca mi oído, de puntillas susurró que Lilith aceptaba el reto de mis 6000 años lo que me invitó a ladear la sonrisa y rodear su cintura con mi brazo.
-Sobria ¿seguro? -pregunta dejando que si boca devorara los míos, entreabrí mas los labios para darle cabida en ella, para que pudiera saquearla, adueñarse de cada resquicio de ella.
-Tendremos que solucionarlo -bromeé -vamos a por mas jarras y ...sigamos bailando, aun queda noche ¿cierto?

Tiré de su cintura arrastrándola junto a mi hacia el fuego, pronto dos jarras ocuparon nuestras manos, las llamas se reflejaban en sus ojos, la apuré de un trago, dejando la mía vacía a sus pies. Esta vez fui yo el que animado por el fuego empecé un baile distinto, el de una vieja tribu de guerreros, reí al ver como varios hombres se unían a la danza mientras ahora eran las mujeres las que los animaban.
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Mensaje por Danerys Garnert Jue Jun 15, 2017 7:19 pm

Ahora era el turno del vampiro para que respondiera a mis preguntas, yo también tenía las mías y dado que yo había respondido a las que él me había hecho consideraba aquello más bien como un quid pro quo. Parecía que él también entendía que ahora era su turno y sin duda alguna comenzó a responder a mis preguntas en aquel lugar apartado del campamento, escuchando la música de fondo donde los tambores marcaban el ritmo e incluso este parecía retumbar por todo el cuerpo, seguido de los cánticos y las palmas, las risas… se lo pasaban bastante bien mientras nosotros es aquel momento, como si fuera un paréntesis, abríamos una pequeña puerta desvelando cosas que quizás ambos queríamos saber y que antes no nos habíamos preguntado, pero que en aquella tregua todo era posible y todo valía.

Sonreí de lado cuando que no le tenía miedo a nada y su pregunta de que si de verdad quería hacerlo, sin reglas… tenía una idea de lo que él me había dicho que era, yo jamás había asistido a fiestas de esas pero parecía que el vampiro sí había ido a alguna. Me mordí el labio con cierta diversión, ¿por qué iba a ser yo quien pusiera reglas? Si él quería jugar así de fuerte yo no iba a ser menos, era como lanzar a la aventura, saltar sin comprobar si había red debajo… una noche diferente, totalmente diferente a todas, dejándome llevar por completo… ¿por qué no? Por una noche olvidar todo y dejar que todo pudiera pasar, no era una mala idea. Sus ojos se tornaron rojos cuando dejé la frase a medias, y supe que su respuesta sería un “no” a lo que yo no había dicho y él sabía qué me refería. Me respondió con otra pregunta, y reí de forma corta.


-Lilith no creo que pueda, pero yo sí. Aunque creo que tú tampoco podrías y el color rojo de tus ojos me lo ha demostrado sin que digas nada –di un trago a la jarra- ¿y sabes qué más sé? Que aunque estés con otra no va a llegar a saciarte, ni a satisfacerte, tanto como lo hago yo… quizás el vampiro sí, pero ese demonio que llevas dentro y que forma parte de ti no se sentirá tan complacido como cuando estás entre mis piernas, porque mucho que quieras negarlo no va a poder jugar tan rudo y tan fuerte como juega conmigo. Solo se siente satisfecho cuando es a Lilith a quien tiene… y eso Joe, me produce placer saberlo –sonreí de forma ladina, dejando que siguiera respondiendo a mis preguntas. Cierto era que para él sería más difícil explicar porque había acabado muerta desangrada, pero sonreí de forma amplia cuando dijo que le gustaba aquel juego que nos llevábamos, era excitante, morboso y peligroso- soy única en mi especie, Joe –dije con cierta diversión casi acabando la jarra que llevaba entre manos. Enarqué una ceja cuando me dijo sus planes que tenía para aquella planta en el hotel, había frustrado todas sus expectativas. Mi mano subió por su pecho y lo miré- ¿te sentiste frustrado cuando no te supliqué como tenías pensado? –Sonreí de lado subiendo mi mano hasta que esta se enredó en su pelo cuando dijo que le había gustado, salvo lo de la astilla, pero que le excitaba cuando yo le torturaba. Tiré ante esa afirmación su pelo hacia atrás y lo miré de forma fija dejando su cuello al descubierto- lo sé –dije pasando mis labios por su cuello hasta dejarlos sobre los suyos- no tenía pensando clavarte la astilla en el corazón, si hubiera querido matarte tuve varias oportunidades para hacerlo, eso fue un accidente –porque no lo había planeado en verdad, solo quería hacerle sufrir como fuera ante su desafío, no clavarle la astilla en su corazón.

Al parecer él también se había sentido igual que yo aquellos días en los que habíamos estado separados, pero a diferencia conmigo, él no pude evitar caer en la tentación de buscarme. Sonreí de lado cuando dijo que estaba celoso por imaginarme con Matthew y ante mi siguiente pregunta una risa escapó de sus labios, preguntándome si estaba celosa viendo la sonrisa que se traía en los labios por ello. Lo miré de forma fija cuando me preguntó si habían sido celos, o no, la que le había liado en aquel camarote, gruñí mirándolo de forma por siquiera insinuar que había sido por un ataque de celos aunque Lilith si se había sentido celosa, y me pegué más a su cuerpo sin apartar mis ojos de los suyos, mirándole de forma desafiante.


-Ten cuidado, vampiro, al pretender siquiera que fue un ataque de celos –la jarra ya la tenía vacía y de haber tenido más le habría dado otro trago- a mi padre le costó mucho ganarse esa fama y esa reputación, no iba a permitir que se la quitaran de un plumazo su esfuerzo y su trabajo. Si quieres volver a verla al menos que no te vean irte a solas con ella, no me quiero convertir en una mujer cuyo prometido le es infiel incluso antes de la boda –no iba a admitir que Lilith gruñía ante la simple idea y el pensarlo, no le iba a conceder ese poder sobre mí. Me contó que los Iluminatti existían pero que no eran tan numerosos, también que era hijo de Caín y eso me hizo mirar de forma fija, que había propagado sangre y muerte en su tiempo y lo querían por eso… pero tenía razón, las cazaba por la misma razón. Sus labios volvieron de nuevo a los míos arrasando con ellos a su paso- sí, os cazo por esa misma razón… pero no os dejo torturándoos por siglos, soy más práctica: yo os mato –sonreí de lado esperando la última respuesta, a lo que escuché con atención y asentí por sus palabras- hay mejores apellidos que el mío, ¿lo sabes verdad? –Hice una pequeña pausa, no lo había preguntado pero sabía esa respuesta- Supongo que Lilith no tiene nada que ver con esa decisión… ¿cómo supiste que era cazadora? No te di ningún motivo para pensar que lo era, ni que llevaba dagas escondidas bajo el vestido tampoco –él había estado muy seguro, supo que llevaba dagas y me preguntaba cómo lo había sabido. Hizo a un lado su cabeza para darme más acceso a su cuello y apreté con fuerza dejándole una marca, diciéndole que podía con esos seis milenios notando su brazo rodeando mi cintura, siendo mis labios quienes le buscaron y estos me dieron el acceso que quería.

Dejé que tirara de mí para de nuevo coger dos jarras y volver al fuego, esa vez se bebió la jarra de una frente a mis ojos y dejándola vacía a mis pies como si me estuviera desafiando fue él quien se acercó al fuego y al ritmo de la música, comenzó a bailar de forma diferente. Los hombres se unieron a aquella danza mientras las mujeres los animaban y mis ojos estaban fijos en el vampiro, con el fuego a su espalda, la forma de moverse… era como si Lilith estuviera contemplando algo ya vivido, algo ya pasado. Me centré en él y en la forma de moverse, no iba a negar que hasta me reí al principio, pero seguí sus movimientos incapaz de apartar la mirada como si algo me anclara a él. Acabé la jarra yo también ya notando aquel punto que denotaba que el alcohol estaba haciendo efecto, me sentía observada en ciertos momentos y solo desviaba mis ojos para encontrarme con la anciana, si es que se le podía denominar así, puesta en mí. Como si me observara, como si me analizara en cierta forma.

Mis ojos volvieron de nuevo al vampiro quien seguía bailando junto a los hombres, una imagen muy diferente a las que había visto de él. Decía que era hijo de Caín, y me pregunté si nuestros demonios no encajarían tanto por ser cada uno quien era; él Caín, yo Lilith. Como si se hubieran estado buscando en todo aquel tiempo y ahora que se habían encontrado se negaran de alguna forma a separarse, a no aprovechar cada momento que se les presentaba. De nuevo otra jarra en mis manos llena que bebí mientras él seguía bailando hasta que al parecer se cansó de bailar y volvió hasta donde yo estaba, cogió la jarra que había dejado en el suelo y la llenó de nuevo quedando a mi lado esa vez, lo miré de reojo y no pude evitar reírme entre dientes por su baile.


-Muy productivo –dije con cierto tono de malicia- no sabía que bailabas tan bien –di un nuevo trago a la jarra sintiendo su mirada en mí, así que me giré para quedar mirándolo de frente dando un paso hacia su cuerpo- te desafío a algo –parecía que ahora había captado su atención, mientras aquel punto por el alcohol seguía por todo mi cuerpo, calentándolo- ¿vienes… o tienes miedo? –Mis labios rozaron los suyos y me alejé mirándolo por encima del hombro para comenzar a andar hacia lo que había podido ver cuando íbamos por aquella zona del campamento. En un lado, bastante apartado, habían varias dianas pintadas como si fueran parte de un entrenamiento, quizás ellos lo hacían más a diversión. Cogí por el camino varios cuchillos que encontraba y también un arco con unas flechas que se las endosé a él ambas cosas para que las llevara, me paré ante un tocón de madera dejando los cuchillos y donde él dejó las flechas y el arco, di un nuevo trago a la jarra y la dejé también en el tocón- creo que sabes por dónde van los tiros –apunté con diversión- flechas, cuchillos y una diana… ¿no es una mala combinación, a qué no? Es fácil, el que más acierte en el centro de la diana gana –sonreí de lado- pero… -hice una pausa y saqué aquel pareo que me había dado una de las mujeres- con los ojos cerrados. ¿Te atreves a jugar vampiro… o tienes miedo de enfrentarte a una cazadora? –Sonreí de lado jugando con el pareo, estando mi cuerpo ahora pegado al suyo- podemos apostar algo para hacerlo más interesante. La cuestión es, ¿qué quieres apostar… sabiendo que vas a perder la apuesta Joe? –sonreí con cierta malicia, sabiendo que no se iba a quedar atrás ante aquel desafío impuesto, con mis labios recorriendo los suyos y mi mirada puesta en la suya.
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Mensaje por Joe Black Vie Jun 16, 2017 7:22 am

Cuando me cansé de bailar regresé junto a mi dama, mi sonrisa engreída y ladeada chocó con sus labios y sin mediar palabra tomé su jarra para dar un trago, estaba sediento.
-¿muy productivo? -negué sin borrar la sonrisa -¿eso es todo? -apunté fingiendo decepción -podías admitir que ahora estas deseando que te enseñe como son los carros por dentro -bromeé riéndome contra sus labios.

De nuevo allí estaban nuestros cuerpos, pegados como si aquella noche algún hechizo nos hubiera embriagado y fuéramos incapaces de separarnos.
Me dijo con su desbordante seguridad que me retaba a algo, acepté con la cabeza aun sin escuchar la propuesta.
-Pero ya me has retado, me has dicho que no abran reglas en la fiesta de mañana y ...te tomo la palabra.
También había dicho que no le importaba que volviera a encontrarme con cualquier prostituta, que sabia que ninguna me saciaría como ella, pero con que me limitara a ser discreto le bastaba ¿era eso carta blanca?
-A fin de cuentas el sexo...solo es sexo -dije caminando tras ella hacia donde esta me llevaba para hacer posible ese reto.

Nuestros cuerpos seguían anclados al del otro, mi boca recorría su cuello, contra mis labios su torrente sanguíneo, voraz, abultando y calentando su yugular.
-Sabes muy bien -susurré alzando la boca hasta el lóbulo de su oreja -¿puedo? -pregunté con la respiración ronca.
Me relamí cuando sus ojos se centraron en mis escarlata.
-Tengo hambre -susurré hundiendo mi lengua en su boca, devastandolo todo a mi paso mientras ella me daba acceso a bailar con ella.

Seguimos andando, ella iba cogiendo cuchillos, un arco, flechas y pronto nos perdimos entre los carromatos alejándonos incluso de estos para llegar a un pequeño claro donde los gitanos entrenaban para pasar el tiempo con las dianas colgadas.
En el tocón de madera dejamos nuestras jarras, ella quería medir mi puntería, se olvidaba que llevaba 6000 años en este mundo y las armas blancas no tenían secretos para mi.
-acepto -susurré deslizando mis ojos por el pañuelo antes de volver a centrarlos en sus pardos.
-Si gano quiero que le digas al cazador..tu amor platónico -dije con cierta burla -que quieres casarte conmigo.
Ladeé la sonrisa con cierta diversión, mi lengua repasó el contorno de sus labios, un jadeo escapó voraz contra ellos.
-vamos..que seas sincera -dije con aire engreído -¿y bien? ¿que me quieres pedir tu?

Tomé la jarra dando otro trago, mi mano se deslizó por su cintura, ascendiendo por su espalda.
Mi nariz se frotó con la ajena, lento, volví a sumergirme en sus labios, paladearlos, acariciarlos, algo me decía que tras esa noche todo volvería a lo de antes y por una noche me apetecía esto..algo diferente.
-¿que quieres si tu ganas? -susurré con una picara sonrisa -¿conocer el interior del carro? -bromeé mordiendo después su inferior.
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Mensaje por Danerys Garnert Sáb Jun 17, 2017 5:52 am

Sonreí de lado cuando casi sin pensarlo el vampiro aceptó lo que tenía preparado para él, el reto que había pensado en hacerle y que nos llevaría a un nuevo desafío en el que veríamos quién de los dos ganaba. Sabía que tenía miles de años y que sabría manejar espadas y arcos perfectamente, pero no me amilanó en lo que tenía pensado y seguí con la decisión en mi cabeza, dispuesta a darle un final distinto en el que veríamos quién de los dos ganaba. Me giré comenzando a andar para coger lo necesario hasta que finalmente llegamos al lugar donde había visto aquellas dianas colgadas de los árboles, a una distancia bastante buena como para realizar aquel reto, uno que sabía que el vampiro no iba a dejar pasar y que me iba a responder. Pero debíamos de hacerlo más interesante, así no tenía emoción alguna.

Por ello fue que saqué el pareo que me había dado la mujer mientras bailaba, me lo había guardado y ahora sería el que taparía nuestros ojos para limitar nuestra visión, y ganaba el que más veces acertara en el centro de la diana con los cuchillos, y con las flechas del arco. Él insistía en que quería mostrarme el interior de los carromatos y yo por el contrario no podía evitar reírme por aquel hecho, también me había demostrado por el camino que tenía hambre, incluso se había atrevido a pedirme beber de mi sangre para alimentarse, a lo que simplemente lo miré fulminándolo sin responderle, era una cazadora, se suponía que no debía de darle sangre a un vampiro aunque este fuera mi prometido.

Escuché sus palabras ante lo que quería jugarse y perder en aquel reto, con mi cuerpo pegado al suyo después de haber dado otro trago a la jarra que había dejado en el tocón, observándole a esos ojos rojos que mostraba y que se notaban perfectamente. Enarqué una ceja cuando dijo que si él ganaba, yo tendría que ir a ver a Matthew para decirle que quería casarme con Joe, según él, que fuera sincera en lo que de verdad quería y fruncí el ceño mirándolo, pero luego esbocé una sonrisa ladeada porque, ¿cómo no? No podía olvidarse de mí maestro aun cuando le había dicho que aunque de niña sí que sentí por él, ahora no. Me recalcó lo de “mi amor platónico” dándome a entender que no le gustaba en absoluto, algo que sin duda me hizo reír entre dientes.


-¿Eso es todo cuanto vas a pedir, Joe? ¿Qué le diga a Matthew que quiero casarme contigo? –Se me daba bien ponerme una máscara y fingir, si perdía, no me costaría demasiado hacer aquello aun cuando fuera mentira, pero sabía por qué quería que lo hiciera: quería cortar todo lazo posible, al menos que pudiera sentir el cazador, por mí. Había visto cómo me besaba, sin duda alguna, sería un mazazo fuerte para él el que yo le dijera que quería casarme cuando claramente la primera noche le había dicho que no lo quería hacer. Joe no era tonto y sabía que iba a disfrutar enormemente de destrozar de esa forma al cazador, hundirle, destrozar su orgullo… sin duda alguna quizás hasta querría estar cerca para ver cómo lo hacía- No te preocupes amor, no tienes que temer de que mañana te diga que no quiero ir a ese baile de máscaras –mi dedo índice recorrió su mejilla, repasando su mandíbula y acabando en su mentón- siento mucha curiosidad por saber qué nos deparará esa noche y las sorpresas que podamos encontrarnos –mordí su labio inferior sin apartar mis ojos de los suyos, sentía su mano recorrer mi cintura y subir por mi espalda, estando tan cerca rozó con mi nariz con la suya de forma lenta sin dejar de mirarnos, y sus labios de nuevo volvieron a buscar los míos. Su beso fue más lento que los demás y mis labios se entreabrieron para darle el acceso que él estaba buscando.

Aquella noche estaba siendo más diferente que ninguna otra, ya no porque el acercamiento era tal que no podíamos estar separados mucho tiempo el uno del otro, además era demasiado evidente la atracción que teníamos hacia el otro y que nos pujaba más hacia el ajeno, pero esa noche nos habíamos concedido una tregua muy distinta que cambiaba lo que habíamos hecho las últimas noches, también incluso porque era la vez que más veces había tomado mi cuerpo, la que más nos habíamos buscado y excitado mutuamente, como si tuviéramos que hacerlo por los días que habíamos estado separados... Su boca había buscado más veces a la mía, le había dejado que me besara, que arrasara con todo a su paso, que su lengua buscara a la mía y que recorriera cada sendero. Me aparté finalmente cuando dejó un mordisco en mi labio inferior y sonreí de lado, ahora siendo él quien me pedía qué era lo que me jugaba en aquel reto. Mis manos subieron por su pecho hasta quedarse enredadas en su nuca, sonriendo de forma ladina.


-¿Qué quiero ganar? –Dije, dando ya por hecho que iba a hacerlo- quiero que siempre que estemos a solas te postres ante mí, como la reina que soy, y que… me llames “ama” –sonreí de lado observando sus ojos, cuando en el hotel se lo había dicho había pasado de hacerlo, su voluntad era muy fuerte, férrea que no se doblegaba ante nada, si había algo que más le pudiera costar al vampiro era precisamente eso. Le di justo donde quizás más podría dolerle, en eso ego que tenía y en esa voluntad que siempre le acompañaba. Él había ido a por el cazador, yo iba a por su ego- Entonces hay trato, ¿no? –mis dedos aferraron con fuerza su pelo y di un leve tirón dejando su cuello tenso donde mis labios recorrieron su piel, pálida, fría- ahora no te puedes echar atrás, vampiro –dejé un mordisco en el lugar donde como siempre de forma momentánea quedó la marca de mis dientes y me separé- Bien, vamos a empezar, ¿qué arma eliges primero? –Pregunté cogiendo el pareo que para ver como cogía el arco y yo de mientras tras su espalda colocaba el pareo cubriendo y tapando sus ojos, mis labios recorrieron de nuevo su cuello y llegaron hasta su oreja donde dejé un mordisco en su lóbulo- a ver de lo que eres capaz, Joe –con mi mano en su mandíbula giré su rostro en mi dirección para hablarle directamente sobre sus labios- cómo voy a disfrutar cuando me llames “ama” –sonreí acortando la distancia con sus labios, y tras separarme dejé un mordisco en su labio inferior, para luego ponerme al lado del tocón, para verlo mejor estando el tras el otro lado y cogí la jarra de cerveza- a ver cómo se te da esto –dije viendo como colocaba la primera flecha de todas, la ponía en el arco, lo tensaba y disparaba. Bueno, no había dudas de que había dado en el centro, pero como él no podía ver me reí, despistándole, como si hubiera errado y me mordí el labio con diversión. Cuando estaba preparando la otra flecha cogí uno de los cuchillos que había en el tocón, ¿no había dicho que tenía hambre? Con una sonrisa algo malvada me hice un corte, totalmente aposta, en la piel haciendo que oliera esta mientras las gotas resbalaban hasta la hierba. Hecho que le hizo errar el segundo tiro y que yo reí aún más fuerte, divertida con la situación- ¿Qué te pasa Joe, no decías que ibas a ganarme? ¿Tantas ganas tienes de llamarme “ama”? –Pregunté en tono jocoso y divertido, con cierta malicia- si sigues así pronto lo harás –nadie había dicho que no se pudiera hacer trampas, y además de eso, ¿quién podría culpar a Lilith de llevar un juego limpio? Nadie en su sano juicio, porque así era todo más divertido mientras seguía bebiendo de aquella jarra que prácticamente terminé, ya con cierto puntillo viendo como el vampiro había fallado para mi pura diversión, pero sabía que no iba a ser tan fácil… me gustaban las cosas difíciles. Tiró la tercera flecha y esta no llegó al centro, quedándose en el círculo anexo pero por muy, muy poco. Lamí mis labios disfrutando del sabor de la cerveza, eran tres flechas y tres cuchillos, de las tres flechas había acertado solo una, parecía que veía mis victoria más cerca que nunca, tendría que llamarme ama sabiendo que eso doblegaría al vampiro de alguna forma, que era lo único que no había podido hacer en aquella habitación de hotel.
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Mensaje por Joe Black Sáb Jun 17, 2017 11:05 am

Sus manos ascendieron por mi pecho hasta que sus dedos se enredaron en mi nuca, ladeé la sonrisa acariciando sus labios con ella.
Sus palabras impactaron en mi boca, unas que no esperaba pero por las que negué enarcando una ceja.
-Nunca -aseguré.

Mi ego era alto, jamas llamaría “ama” a nadie, una cosa era jugar, dejar que me torturara porque encontraba cierto placer en ese acto, pero yo no era su perro fiel ni mucho menos.
Me separé ligeramente, creo que era evidente que estaba molesto.
Me relamí los labios aun con el sabor a alcohol y al beso ajenos.

Aquella noche ambos nos habíamos dado una tregua, una que se desvanecería seguramente con los primeros rayos del alba.
Lancé las flechas en silencio mientras ella junto al tocón me hacia trampas para que fallara, aun así tenia muy claro que esa pauta no iba a aceptarla.
-Busca otra petición, esa no voy a aceptarla yo no nací para ser esclavo de nadie -aseguré ofendido.

Quizás ella no lo entendiera pero eran tantas las veces que padre intentó doblegarme y tantas las que me alcé que no estaba dispuesto a dar mi brazo a torcer.
Era cierto que yo le había pedido que le dijera a su “cazador” que quería casarse conmigo, mas en eso no existía una denigracion, si no cierto placer personal.
Quería escucharselo decir y admito que me causaba excitación que le dejara claro a ese hombre que era mía, que lo era no por obligación, si no porque así lo quería.
Que su vida sin mi era monótona, aburrida y que ese cazador ni de lejos despertaba en ella l oque yo.

Lancé después los tres cuchillos que impactaron en el centro, mis ojos escarlata se hundieron en sus pardos.
-No quiero seguir con este absurdo juego, el sol saldrá pronto y antes he de llenarte a tu mansión...mañana a las diez, recuerda, vestido rojo, mascara a juego y mi alianza en tu dedo -ordené antes de tirar de su brazo para que nuestros cuerpos chocaran rugiendo.
Recorrí con mis labios su mandíbula, lamí despacio su yugular dejando un reguero de besos por su cuello.
-tengo hambre -susurré sintiendo como la sangre bajo mis labios corría desaforada por su cuello.

Me despedí de la gitana y de su troupe, al parecer Dan había caído bien a muchas de las mujeres y despertado el deseo de la mitad de los hombres.
Sobre mi espectro, como llegamos nos fuimos, esta vez rumbo a su mansión, había prometido devolverla sana y yo siempre cumplía con mis promesas.

Desmonté en la puerta de su caserón y con mis manso en su cintura la bajé a ella, una sonrisa divertida se pintó en mis labios.
-¿No vas a besarme? -dije alzando la mirada disimuladamente hacia la luz que se había acabado de encender en la habitación de sus padres -tu madre nos mira...besame- pedí con cierta diversión -ya sabes...la despedida de dos enamorados.
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Mensaje por Danerys Garnert Sáb Jun 17, 2017 7:58 pm

Podía notar con claridad la mirada del vampiro cuando le dije qué era lo que yo quería si ganaba a aquel juego, sabía que le había dado donde más le dolía y eso me hizo sonreír de lado, ante su claro y contundente: nunca. Sabía que no se rendiría, que no entregaría su voluntad así como así, que era algo que no había hecho en el hotel y que era patente en el comportamiento y carácter del vampiro. Comenzó a tirar con el arco bajo mi atenta mirada y con el corte que me había hecho en el brazo y sus palabras sonaron en el lugar mientras cargaba una flecha en el arco, dándome a entender que no iba a hacer aquello y que buscara otra cosa porque no pensaba cumplirlo. Lo miré de forma fija sin prestar atención al hecho de que estuviera tirando sin fijarme siquiera en si acertaba o fallaba, viendo el enfado que llevaba por haberle pedido aquello, y enarqué una ceja por ello.

Cuando terminó con el arco no tardó demasiado en coger los cuchillos para uno a uno lanzarlos hacia la diana sin errar en ninguno de ellos, pero cuando pensaba que me tocaba a mí jugar para hacer aquel reto… sus palabras sonaron haciendo que lo fulminara con la mirada. ¿Absurdo juego? Eso en cierta manera me molestó, podría haber cambiado lo que pedir y sin embargo me había fastidiado aquel reto interpuesto por mí, como si fuera una niña de cinco años que le pedía jugar a las muñecas y a las casitas, como si nada de lo que él me hubiera pedido podría haber sido algo absurdo… y me hizo fruncir el ceño.

Se acercó para rodear mi cintura con su brazo y pegar su cuerpo al mío acercándome a él, sus labios comenzaron a repasar mi mandíbula, pasando luego su lengua por la yugular dejando un camino de besos que no correspondí en ningún momento, molesta en parte por aquello. Cuando dijo que tenía hambre aparté mi cuello de sus labios en una clara intención de que no iba a dejarle beber de mi sangre, porque a mí aquello me parecía absurdo y no iba a consentir que un vampiro bebiera de mí, fuera prometido o no, tenía mis principios y ya bastante habían quedado por el suelo al acostarme con él aquellas veces… eso no lo iba a dejar pasar por alto.

Dejé que tirara de mí hasta que fuimos de nuevo a la hoguera para que se despidiera de aquella mujer, aferró mis manos entre las suyas y me sonrió sin decir nada, como si supiera algo que yo desconocía y que no pensaba decirme mucho menos porque el vampiro ya le había advertido que no quería saber nada. Para mi sorpresa muchas de las mujeres se despidieron de mí con una sonrisa, al parecer les había caído bien y eso era algo bastante inusual porque de por sí no solía caer bien a la gente… claro, cuando no llevaba esa máscara puesta que siempre solía ponerme, cuando me mostraba como yo era. Además algunos de los hombres le pidió a Joe, con todo el descaro del mundo, que volviera a traerla para volver a bailar de nuevo a lo que yo me reí divertida ante la cara del vampiro que, sin duda alguna, no tenía precio.

Montamos en su negro corcel y puso rumbo a la mansión para dejarme antes de que saliera el sol y a él le diera tiempo de volver, para no convertirse en cenizas y quedarme viuda incluso antes de casarme. Nada más llegar entrando por la puerta con un santo grácil bajó del caballo y poniendo sus manos en mi cintura me bajó dejándome cerca de su cuerpo con una sonrisa en sus labios, preguntándome si es que no iba a besarle. Enarqué una ceja por ello y vi como sus ojos miraban la luz que se había encendido, que daba a la habitación de mis padres, y mis ojos se fijaron en los suyos del mismo color que las llamas con ese tono escarlata. Decía que mis madre nos miraba y que tenía que besarle, dando una clara despedida de dos enamorados y fue entonces cuando sonreí de lado, mis brazos rodearon su cuello y dejé mis manos en su nuca, mis dedos enredándose en el pelo de esa zona.


-¿Así que quieres un beso? ¿Por qué lo pides tú… o por contentar aún más a mi madre? –Sonreí con cierta diversión por ello- Aunque… yo ya sé que en el fondo quieres que te bese –mi rostro se acercó al suyo, mis labios rozaron los suyos dejando que mi aliento cálido los abrasara, mi cuerpo pegado al suyo podía sentir como mi pecho rozaba el suyo con cada respiración que daba- Mañana, ya sabes, me tienes que recoger a las diez, ves elegante y si puede ser a juego con mí vestido –mis dientes apresaron su labio inferior, apretando un poco pero sin llegar a ejercer la presión adecuada como para hacerle sangrar- Y te aseguro que mañana no será ningún juego absurdo –mis ojos se clavaron en los suyos de forma desafiante, dejando que mi aliento rozara sus labios cada vez que hablaba- ¿Un beso de buenas noches? –Pregunté con cierta sorna, recordando aquella noche en el hotel cuando me había dado aquel beso, lamí su labio inferior con lentitud y mis labios subieron para dejar un beso en… su frente. Un beso un poco largo aunque un poco casto, bajé mi rostro para mirarlo a los ojos- has pedido un beso, pero no has especificado dónde lo querías Joe… la próxima vez; dime dónde lo quieres y te lo daré –sonreí con toda la malicia del mundo, haciéndolo a posta como en parte a venganza por lo que me había dicho- hasta mañana, demonio –mordí de nuevo su labio inferior y me giré para alejarme de él ladeando el rostro para mirarlo por encima del hombro, lamiendo mis labios como despedida antes de adentrarme en la mansión donde ya no podría alcanzarme, dándome por vencedora en ese momento sabiendo que la noche siguiente, exactamente; podría pasar cualquier cosa. Por esa noche ya nos habíamos dado bastante tregua, pero sabía del carácter de cada uno y… mañana, en ese baile de máscaras; Lilith y el Demonio volverían a bailar en el Infierno.
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