AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Recuerdos entre llamas (Libre)
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Recuerdos entre llamas (Libre)
Hacía muchísimo tiempo que Sirenia no se pasaba por la zona de gitanos, no desde que aquel cazador la encontró y la tomo como su propia pupila, convirtiéndola casi en una hija y para ella en un padre del que nunca pudo llegar a tener. Pensando en muchos recuerdos, Sirenia pensaba en como introducirse en el campamento sin ser reconocida. Estaba viendo en su antiguo campamento al Mayor, aquel que había cuidado de ella y que en algunos momentos había querido convertirla en su “Reina” por decirlo de algún modo. Siempre el Mayor, había cogido a Sirenia como su favorita. En todo este tiempo, Sirena había tenido un sinfín de experiencias nefastas que siempre acababan en tragedia o en un corazón destrozado. Cuando no era un rechazo por amistad lo era por algún amorío no correspondido. Prácticamente se sentía gafada o maldita, que alguien nunca iba a corresponderle en sus sentimientos. Estaba saliendo de la franja de edad de poder casarse, prácticamente podría darse por un caso perdido, pero ¿Lo haría?
Tenía esa tarde un equipamiento de lo más simple. Con su traje de cazadora se dirigía hacia el campamento que hace unos años la habían acogido, pero encontrándose con dos gitanos que hacían guardia, Sirenia se quedó en el sitio de la entrada, pero dichos guardias no querían quitarse de en medio ni querían dejarla pasar. Era evidente que una vez dejas la familia esta jamás te vuelve a ver como a uno de los suyos, pero a Sirenia le urgía la necesidad de hablar con el Mayor del campamento. Entre los cazadores, se había avistado que innumerables manadas de hombres lobo y algún que otro conjunto de vampiros se les habían visto unidos en una batalla que iba de día en día, pero estos tenían su forma más humana y que si llegara a caer en luna llena, entonces los campamentos sufrirían lo mismo que le paso a ella en aquella noche hace mucho, mucho tiempo atrás.
Podría evitar una catástrofe si les dejaran pasar de una maldita vez, pero los que guardaban la entrada del campamento seguían insistiendo y para su sorpresa, Sirenia vio como una antiquísima amiga gitana corría hacia ella para estrecharla entre sus brazos de los cuales Sirenia acogió en demasía. Sirenia cayó al suelo de la intensidad del abrazo ajeno y no fue hasta unos minutos después que consiguió ponerse de pie de nuevo para que su antigua amiga diera credibilidad a la necesidad de poder hablar con el jefe, con el Mayor. En cuanto entró en el campamento, evidentes miradas de desprecio entre algunas con sonrisas dulces iban hacia ella, pero Sirenia tan solo pasaba de aquellos que quisieran hacerla daño. Para cuando entró en el campamento del Mayor, Sirenia observó que su antiguo jefe estaba igual que como lo dejó, pero eran evidentes unas nuevas cicatrices sobre la cara y los brazos descubiertos por las mangas remangadas.
Para entonces, Sirenia ya empezó explicándole la situación de lo que estaba pasando entre los vampiros y los hombres lobo, la pelea que traían nuevamente consigo y Sirenia quería solamente advertirle de que construyeran y se protegieran para que no ocurriera lo mismo que pasó hace tiempo cuando Sirenia tan solo tenía 16 años de edad. Para ella es como si hubiera sido una eternidad y eso que tenía veintipocos, probablemente estaría en la fase de que se le había pasado el arroz pero eso no quita que quisiera saber que el campamento iba a estar en buen estado y que había hecho una buena acción avisando y de que tuvieran cuidado en las profundidades de los bosques. Para cuando Sirenia salió de la carpa, se quedó en la hoguera con una capa prestada sobre sus hombros, sentada en un tronco mientras su antigua amiga le ponía al corriente de todas las cosas que se había perdido, hasta el momento en el que un carromato entraba en el campamento con varios gitanos heridos.
Oh no, ¿Habría sido demasiado tarde?
Tenía esa tarde un equipamiento de lo más simple. Con su traje de cazadora se dirigía hacia el campamento que hace unos años la habían acogido, pero encontrándose con dos gitanos que hacían guardia, Sirenia se quedó en el sitio de la entrada, pero dichos guardias no querían quitarse de en medio ni querían dejarla pasar. Era evidente que una vez dejas la familia esta jamás te vuelve a ver como a uno de los suyos, pero a Sirenia le urgía la necesidad de hablar con el Mayor del campamento. Entre los cazadores, se había avistado que innumerables manadas de hombres lobo y algún que otro conjunto de vampiros se les habían visto unidos en una batalla que iba de día en día, pero estos tenían su forma más humana y que si llegara a caer en luna llena, entonces los campamentos sufrirían lo mismo que le paso a ella en aquella noche hace mucho, mucho tiempo atrás.
Podría evitar una catástrofe si les dejaran pasar de una maldita vez, pero los que guardaban la entrada del campamento seguían insistiendo y para su sorpresa, Sirenia vio como una antiquísima amiga gitana corría hacia ella para estrecharla entre sus brazos de los cuales Sirenia acogió en demasía. Sirenia cayó al suelo de la intensidad del abrazo ajeno y no fue hasta unos minutos después que consiguió ponerse de pie de nuevo para que su antigua amiga diera credibilidad a la necesidad de poder hablar con el jefe, con el Mayor. En cuanto entró en el campamento, evidentes miradas de desprecio entre algunas con sonrisas dulces iban hacia ella, pero Sirenia tan solo pasaba de aquellos que quisieran hacerla daño. Para cuando entró en el campamento del Mayor, Sirenia observó que su antiguo jefe estaba igual que como lo dejó, pero eran evidentes unas nuevas cicatrices sobre la cara y los brazos descubiertos por las mangas remangadas.
Para entonces, Sirenia ya empezó explicándole la situación de lo que estaba pasando entre los vampiros y los hombres lobo, la pelea que traían nuevamente consigo y Sirenia quería solamente advertirle de que construyeran y se protegieran para que no ocurriera lo mismo que pasó hace tiempo cuando Sirenia tan solo tenía 16 años de edad. Para ella es como si hubiera sido una eternidad y eso que tenía veintipocos, probablemente estaría en la fase de que se le había pasado el arroz pero eso no quita que quisiera saber que el campamento iba a estar en buen estado y que había hecho una buena acción avisando y de que tuvieran cuidado en las profundidades de los bosques. Para cuando Sirenia salió de la carpa, se quedó en la hoguera con una capa prestada sobre sus hombros, sentada en un tronco mientras su antigua amiga le ponía al corriente de todas las cosas que se había perdido, hasta el momento en el que un carromato entraba en el campamento con varios gitanos heridos.
Oh no, ¿Habría sido demasiado tarde?
Sirenia Vídgîr- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/06/2011
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Re: Recuerdos entre llamas (Libre)
Había decidido salir aquella tarde, algo en su interior le decía que no debía quedarse en su mansión, tenía que dirigirse a un lugar especifico, y que en realidad jamás había estado antes, pero aún así, no le costó esfuerzo tomar uno de los caminos secundarios, que se alejaban de la ciudad y que lentamente se adentraban a la zona de bosques. Allí, se detuvo, observó el firmamento que parecía decidido a cubrirse de nubes, - parece que ésta será una primavera bastante lluviosa - caviló, observando a lo lejos, un grupo de nubes grises que parecían amenazar con una tormenta, apenas el sol terminara de morir en el horizonte.
Frunció el ceño, al comprobar que su caballo se encontraba realmente nervioso, como si presintiera que ese lugar no era seguro. Inspiró profundamente, el olor a tierra mojada, confirmaba sus sospechas que pronto caería un aguacero, por esa razón, se apresuró a buscar un lugar donde refugiarse, así llegó a lo que parecían unas ruinas, dejó atado su caballo y descendió, por un camino que lo fue alejando de su montura, pero que le intrigaba en sobremanera, tal vez porque las plantas medicinales que se encontraban allí, eran únicas en todo París, y parecían estar plantadas de tal forma que daba la impresión de que en algún momento, - no hacía mucho - había sido un jardín de plantas medicinales, tal vez, propiedad de alguna bruja, o de un convento, si aquellas ruinas semi derruidas y consumidas por un incendio, pertenecían a un antiguo edificio religioso.
Tras pasar casi toda la tarde en aquel jardín, decidió buscar su montura y partir nuevamente a la ciudad, - parece que ésta vez, mi premonición fue fallida - se dijo, mientras desataba las riendas de su caballo y subía a la grupa del animal dispuesto a comenzar el camino de regreso. Fue cuando se alejaba del bosque, cuando pudo escuchar gritos, provenientes de un claro cercano. Sin pensarlo dos veces, se lanzó en una frenética carrera para llegar lo antes posible a aquel lugar.
Cuando por fin llegó, la visión de aquel lugar fue dantesca, un gran numero de personas, entre ellos niños, se encontraban heridos, como si hubieran sido atacados por una manada de animales salvajes. por un momento, pensó que podían ser lobos, pero, no estuvo seguro, lo que si podía afirmar que por estar aún en horas diurnas, licantropos no podían ser los responsables de aquel desastre, ¿pero entonces, quienes eran los responsables?
Ya en medio de aquel claro del bosque,pudo dar con el que parecía ser el jefe de la caravana de Gitanos. así supo que se dirigían a la ciudad, allí los estaban esperando. Solicito, Julien, se ofreció a curar a los heridos, utilizó para tal fin, las hierbas medicinnales que había encontrado detras de las ruinas y con su poder de vigoris, logró mejorar a muchos de los que se encontraban en peor situación. Aunque usar aquel don, provocó que sus fuerzas vitales mermaran. Al comenzar a marearse, los mismos gitanos decidieron emprender el camino que los separaba de su campamento y le pidieron que los acompañara. Así lo hizo, subido a uno de los carromatos, fue llevado a aquel lugar.
- Doctor - dijo uno de los gitanos, - hemos llegado, por favor, venga a tomar un poco de licor y comer algo, se lo ve realmente cansado - dijo el jefe de la caravana. sin poderse negar, terminó de curar a su paciente y se dirigió a la fogata.
Frunció el ceño, al comprobar que su caballo se encontraba realmente nervioso, como si presintiera que ese lugar no era seguro. Inspiró profundamente, el olor a tierra mojada, confirmaba sus sospechas que pronto caería un aguacero, por esa razón, se apresuró a buscar un lugar donde refugiarse, así llegó a lo que parecían unas ruinas, dejó atado su caballo y descendió, por un camino que lo fue alejando de su montura, pero que le intrigaba en sobremanera, tal vez porque las plantas medicinales que se encontraban allí, eran únicas en todo París, y parecían estar plantadas de tal forma que daba la impresión de que en algún momento, - no hacía mucho - había sido un jardín de plantas medicinales, tal vez, propiedad de alguna bruja, o de un convento, si aquellas ruinas semi derruidas y consumidas por un incendio, pertenecían a un antiguo edificio religioso.
Tras pasar casi toda la tarde en aquel jardín, decidió buscar su montura y partir nuevamente a la ciudad, - parece que ésta vez, mi premonición fue fallida - se dijo, mientras desataba las riendas de su caballo y subía a la grupa del animal dispuesto a comenzar el camino de regreso. Fue cuando se alejaba del bosque, cuando pudo escuchar gritos, provenientes de un claro cercano. Sin pensarlo dos veces, se lanzó en una frenética carrera para llegar lo antes posible a aquel lugar.
Cuando por fin llegó, la visión de aquel lugar fue dantesca, un gran numero de personas, entre ellos niños, se encontraban heridos, como si hubieran sido atacados por una manada de animales salvajes. por un momento, pensó que podían ser lobos, pero, no estuvo seguro, lo que si podía afirmar que por estar aún en horas diurnas, licantropos no podían ser los responsables de aquel desastre, ¿pero entonces, quienes eran los responsables?
Ya en medio de aquel claro del bosque,pudo dar con el que parecía ser el jefe de la caravana de Gitanos. así supo que se dirigían a la ciudad, allí los estaban esperando. Solicito, Julien, se ofreció a curar a los heridos, utilizó para tal fin, las hierbas medicinnales que había encontrado detras de las ruinas y con su poder de vigoris, logró mejorar a muchos de los que se encontraban en peor situación. Aunque usar aquel don, provocó que sus fuerzas vitales mermaran. Al comenzar a marearse, los mismos gitanos decidieron emprender el camino que los separaba de su campamento y le pidieron que los acompañara. Así lo hizo, subido a uno de los carromatos, fue llevado a aquel lugar.
- Doctor - dijo uno de los gitanos, - hemos llegado, por favor, venga a tomar un poco de licor y comer algo, se lo ve realmente cansado - dijo el jefe de la caravana. sin poderse negar, terminó de curar a su paciente y se dirigió a la fogata.
Vasily Kalinnikov- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/05/2017
Re: Recuerdos entre llamas (Libre)
Sirenia estaba observando como el fuego penetraba en lo más profundo de su imaginación al verlas en la fogata bailar al son de la música de las pequeñas guitarras que los gitanos tocaban para formar una divertida y armoniosa melodía después del pequeño aviso o ataque. Bueno, de repente llega un hombre del cual no sabe de dónde vino pero se les acerco a la fogata y esta ni corta ni perezosa se levanta de su sitio para poder acercarse al desconocido.
No confía en esa persona pero le observa el aura y es completamente neutral benigna. No vienen a hacerles daño es más, cree pensar que les ha ayudado de sobremanera con el tema de los heridos que han tenido recientemente. Este era su antiguo campamento, el lugar en el que creció, Sirenia se siente de algún modo orgullosa de poder estar ahí a protegerlos aunque fuera solo aquella noche, en aquel campamento, bajo un cielo de estrellas inundado con infinitos deseos esperando a ser cumplidos.
- Hola – sonrió de lado - ¿Eres nuevo por aquí? No te conozco la verdad. En este campamento conozco a cualquiera de los que ves aquí y de los que has salvado te estoy agradecida. No hay mayor gratitud la cual te otorgará de un momento a otro el Mayor del campamento – chisto por unos segundos – Ven, sígueme que seguro querrá hablar contigo médico – Sirenia, a pesar de ser cazadora, era aun fiel a ese campamento pero por X motivos, quedarse en el campamento no era una buena idea. Ahora era una cazadora y si estaba esa noche para protegerlos era porque se lo debía al Mayor y por como la trató años atrás.
Llevaba a rastras al médico que al parecer había salvado a algunos del misterioso ataque, lo llevaba hasta hacerlo entrar en el interior de la Gran carpa del Mayor, del cual ahora que se fijaba con más detenimiento, los tatuajes habían crecido por su brazo y parte de su pectoral y eso a Sirenia le encantaba. Le daba un toque de peligro al que fue su jefe en otros tiempos. Dejo que el médico entrara por si solo, pero Sirenia solo se ocupo de calmarlo si es que este estuviera nervioso de algún modo.
- Tranquilo, el gran Mayor no te morderá pero si te agradecerá por salvar a algunos de sus miembros del campamento.
No confía en esa persona pero le observa el aura y es completamente neutral benigna. No vienen a hacerles daño es más, cree pensar que les ha ayudado de sobremanera con el tema de los heridos que han tenido recientemente. Este era su antiguo campamento, el lugar en el que creció, Sirenia se siente de algún modo orgullosa de poder estar ahí a protegerlos aunque fuera solo aquella noche, en aquel campamento, bajo un cielo de estrellas inundado con infinitos deseos esperando a ser cumplidos.
- Hola – sonrió de lado - ¿Eres nuevo por aquí? No te conozco la verdad. En este campamento conozco a cualquiera de los que ves aquí y de los que has salvado te estoy agradecida. No hay mayor gratitud la cual te otorgará de un momento a otro el Mayor del campamento – chisto por unos segundos – Ven, sígueme que seguro querrá hablar contigo médico – Sirenia, a pesar de ser cazadora, era aun fiel a ese campamento pero por X motivos, quedarse en el campamento no era una buena idea. Ahora era una cazadora y si estaba esa noche para protegerlos era porque se lo debía al Mayor y por como la trató años atrás.
Llevaba a rastras al médico que al parecer había salvado a algunos del misterioso ataque, lo llevaba hasta hacerlo entrar en el interior de la Gran carpa del Mayor, del cual ahora que se fijaba con más detenimiento, los tatuajes habían crecido por su brazo y parte de su pectoral y eso a Sirenia le encantaba. Le daba un toque de peligro al que fue su jefe en otros tiempos. Dejo que el médico entrara por si solo, pero Sirenia solo se ocupo de calmarlo si es que este estuviera nervioso de algún modo.
- Tranquilo, el gran Mayor no te morderá pero si te agradecerá por salvar a algunos de sus miembros del campamento.
Sirenia Vídgîr- Cazador Clase Alta
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Re: Recuerdos entre llamas (Libre)
Un poco cohibido, Julien se decidió a acercarse a la fogata, en ese lugar, un grupo de Gitanos, cantaban acompañados de una guitarra, mientras bebían un poco o jugaban a las barajas. Él no era un hombre que le trajeran ese tipo de cosas, a lo que decidió sentarse un poco apartado de aquel grupo, que lo saludaron con gestos de mano y caras sonrientes. El médico, hizo un suave movimiento de su cabeza, inclinando levemente su espalda, como en un típico saludo oriental, para luego continuar su andar, hasta instalarse en un lugar más apartado y solitario. Observó el crepitar de las llamas y no pudo dejar de pensar en tantas veces que al tocar a ciertas personas, revivía ante sus ojos momentos duros, traumáticos, que habían tenido que vivir. Sentado, con las piernas separadas, y los brazos apoyados en sus piernas, sostuvo su cabeza con sus manos, mientras dejaba que esas aterradoras imágenes se desvanecieran. Suspiró al sentir que su mente se volvía a tranquilizar, como si nada lo hubiera afectado. Enderezó su espalda, inclinó su cabeza hacia atrás y movió en forma circular su cuello, haciendo que las tensiones que lo mantenían incómodo se disiparan. En todo momento había mantenido sus ojos cerrados, lo que hizo que no prestara atención, a la joven que con paso decidido, se acercaba a él.
Fue la voz de ésta, la que llevó al médico a abrir los párpados y contemplar la figura de la fémina. Resuelta y decidida, se dedicó a lanzar un sin fin de preguntas y afirmaciones que mantuvieron al hombre en un interminable silencio. Cuando quiso hablar y con ello, poder contestar algunas preguntas, la joven, lo tomó de su brazo y tiró de él, afirmando que el jefe de la comunidad, debía hablar con él. Julién no entendía nada¿acaso no había estado hablando con dicho jefe momentos antes? ¿no había sido justamente el mayor del grupo, quien le dijera que se quedara esa noche en el campamento? aún aturdido con la forma brusca e intempestiva con que lo trataba la joven, se dejó arrastrar hasta llegar a la carpa del jefe del campamento, misma carpa que no hacía muchos minutos había dejado para dirigirse a la zona de las fogatas. Suspiró agotado, se encontraba demasiado cansado para oponer resistencia alguna, - además, si me trae a éste lugar, será porque al jefe le faltó decirme alguna cosa importante - caviló mientras sonreía a la joven, - Gracias… pero ya he estado en ésta carpa y hablado con el jefe del campamento-, dijo, mientras el aludido, sonreía y asentía mirando a la joven. - Igualmente, muchas gracias y permítame que me presente soy Julien Everard, a sus órdenes - dijo haciendo una leve inclinación.
Fue la voz de ésta, la que llevó al médico a abrir los párpados y contemplar la figura de la fémina. Resuelta y decidida, se dedicó a lanzar un sin fin de preguntas y afirmaciones que mantuvieron al hombre en un interminable silencio. Cuando quiso hablar y con ello, poder contestar algunas preguntas, la joven, lo tomó de su brazo y tiró de él, afirmando que el jefe de la comunidad, debía hablar con él. Julién no entendía nada¿acaso no había estado hablando con dicho jefe momentos antes? ¿no había sido justamente el mayor del grupo, quien le dijera que se quedara esa noche en el campamento? aún aturdido con la forma brusca e intempestiva con que lo trataba la joven, se dejó arrastrar hasta llegar a la carpa del jefe del campamento, misma carpa que no hacía muchos minutos había dejado para dirigirse a la zona de las fogatas. Suspiró agotado, se encontraba demasiado cansado para oponer resistencia alguna, - además, si me trae a éste lugar, será porque al jefe le faltó decirme alguna cosa importante - caviló mientras sonreía a la joven, - Gracias… pero ya he estado en ésta carpa y hablado con el jefe del campamento-, dijo, mientras el aludido, sonreía y asentía mirando a la joven. - Igualmente, muchas gracias y permítame que me presente soy Julien Everard, a sus órdenes - dijo haciendo una leve inclinación.
Vasily Kalinnikov- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/05/2017
Re: Recuerdos entre llamas (Libre)
Sirenia no pudo evitar quedar sorprendida frente a lo que dijo aquel que se llamaba Julien por saber que ya había estado en la carpa, pero sobre todo no olvido sus modales.
- Encantada Julien, es un placer conocerte – Sonriendo de lado a lado, Sirenia movió coqueta su melena hacia un lado – Lo lamento, no sabía que ya estuvo aquí, perdóneme, ha sido un error mío.
- En realidad, se me olvido algo que decirte estimado sanador – El mayor comenzó a hablar.
-¿de qué se trata? – Pregunto Sirenia con inmensa curiosidad. Nadie, ningún varón que estuviera dentro de la carpa del Mayor le iba a decir nada. Sirenia parecía captar el mensaje y cuando salió de la carpa Sirenia se quedó cerca de la fogata pensando en por qué nadie en aquel campamento le querían satisfacer su curiosidad.
También es verdad, que los dejó y se convirtió en una cazadora en la que ahora ella podría perseguirlos y llevarlos contra aquellos que querían deshacerse de los gitanos, pero era Sirenia, vamos ¿Acaso le iba a hacer algo? ¡Pues Claro que no! Ella, aunque hubiera cambiado su estrella, ahora estaba con los cazadores y con los gitanos, una raza o un tipo de sociedad distinta a la que hay por París. Ella también ha tenido que robar, ella también ha tenido que mentir, pero cuando llegó Ezzio, todo cambio, pero después todo se fue a pique.
Ezzio no lo volvió a ver después de aquella noche en la que le colgaron en una especie de cruz de madera con cuerdas bañadas en plata, recuerda como la vistieron para acompañar en muerte a Ezzio que lo hubiera hecho sin dudarlo….pero cuando los soltaron, cuando los dejaron libres, ambos durmieron juntos en su antigua propia carpa pero al despertar con los primeros rayos del sol, Ezzio había desaparecido de su lado.
Su corazón se rompió en mil pedazos. Su esperanza de tener algún amorío igual de fuerte como lo tuvo con Ezzio, es casi nula…..pero lo que más le dolió, es que sus esperanzas fueron pisoteadas incluso más cuando el Mayor la pedía o intentaba yacer con ella misma, sí, sabía del afán del Mayor en querer conquistarla pero ella jamás podría olvidar a Eziio…bueno, ya la cosa era historia y sabía que jamás ningún hombre volvería a enamorarse de ella. ¿Quién querría estar con alguien tan mayor como ella? Era un desperdicio y si llegaba a casarse pues sería un completo milagro.
- Encantada Julien, es un placer conocerte – Sonriendo de lado a lado, Sirenia movió coqueta su melena hacia un lado – Lo lamento, no sabía que ya estuvo aquí, perdóneme, ha sido un error mío.
- En realidad, se me olvido algo que decirte estimado sanador – El mayor comenzó a hablar.
-¿de qué se trata? – Pregunto Sirenia con inmensa curiosidad. Nadie, ningún varón que estuviera dentro de la carpa del Mayor le iba a decir nada. Sirenia parecía captar el mensaje y cuando salió de la carpa Sirenia se quedó cerca de la fogata pensando en por qué nadie en aquel campamento le querían satisfacer su curiosidad.
También es verdad, que los dejó y se convirtió en una cazadora en la que ahora ella podría perseguirlos y llevarlos contra aquellos que querían deshacerse de los gitanos, pero era Sirenia, vamos ¿Acaso le iba a hacer algo? ¡Pues Claro que no! Ella, aunque hubiera cambiado su estrella, ahora estaba con los cazadores y con los gitanos, una raza o un tipo de sociedad distinta a la que hay por París. Ella también ha tenido que robar, ella también ha tenido que mentir, pero cuando llegó Ezzio, todo cambio, pero después todo se fue a pique.
Ezzio no lo volvió a ver después de aquella noche en la que le colgaron en una especie de cruz de madera con cuerdas bañadas en plata, recuerda como la vistieron para acompañar en muerte a Ezzio que lo hubiera hecho sin dudarlo….pero cuando los soltaron, cuando los dejaron libres, ambos durmieron juntos en su antigua propia carpa pero al despertar con los primeros rayos del sol, Ezzio había desaparecido de su lado.
Su corazón se rompió en mil pedazos. Su esperanza de tener algún amorío igual de fuerte como lo tuvo con Ezzio, es casi nula…..pero lo que más le dolió, es que sus esperanzas fueron pisoteadas incluso más cuando el Mayor la pedía o intentaba yacer con ella misma, sí, sabía del afán del Mayor en querer conquistarla pero ella jamás podría olvidar a Eziio…bueno, ya la cosa era historia y sabía que jamás ningún hombre volvería a enamorarse de ella. ¿Quién querría estar con alguien tan mayor como ella? Era un desperdicio y si llegaba a casarse pues sería un completo milagro.
Sirenia Vídgîr- Cazador Clase Alta
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Re: Recuerdos entre llamas (Libre)
El jefe de los gitanos, volvió a pedirle que entrara a la carpa, debía pedirle algo, y parecía que no desaba que la joven lo supiera. Julien no comprendía las tradiciones de aquella comunidad, pero si podía intuir lo que los hombres pensaban de las mujeres, puesto que casi todas las sociedades se parecían en ello, en menospreciar a las mujeres, en sentir que por el solo hecho de ser hombres, valían mas que ellas, o que eran en extremo necesarios. Julién creía lo contrario, cada mujer era una gema, una joya a la que había que proteger, cuidar y valorar, - si tan solo alguien hubiera sentido eso por mi madre, nuestras vidas habrían sido tan diferentes - caviló, mientras seguía al mayor, en silencio, con su mente tan lejos de aquel lugar, que parecía un autómata.
Cuando porfin quedaron a solas en aquel lugar, el mayor, como nombraban al jefe de la comunidad, le pidió que se quedara con ellos, que fuera parte de aquella sociedad y que les ayudara a estar mas fuertes, a lograr ser invencibles, en el campo de batalla, puesto parecían que llevaban algún tipo de rencilla con otras comunidades, o seres. Pero Julien no estaba ni de humor, ni en una etapa de su vida que sintiera la necesidad de ser parte de una comunidad, de una familia. Por eso tras agradecer tan generosa oferta, pero negándose a ser parte de ellos, les ofreció servirles cada vez que se encontrara en la ciudad. - En verdad lo aceptaría, si mi permanecía en ésta ciudad fuera definitiva, pero la verdad, es que en breve partiré rumbo a las tierras que alguna vez pertenecieron a mi madre - mintió, - debo viajar a Corea, y no se cuando he de volver - dijo con la voz cargada de sentimentalismo. No le gustaba mentir, pero mas le escocía sentir que intentaban manejar su vida, él no estaba dispuesto a semejante trato. Tomaría su pequeño maletín y se iría, no deseaba quedarse ni un minuto mas allí.
Tras saludar de forma educada al mayor, dejó la carpa, sin esperar que le acompañaran y se dispuso a dejar el campamento. Pasó al lado de la fogata y girando levemente el rostro sonrió a la joven que allí se encontraba, - buenas noches, espero encontrarla en algún otro lugar - dijo a modo de despedida, - creo que todo lo que necesitaban de mi, ya lo he dado - hizo una leve inclinación, antes de proseguir con su marcha, abrió la boca para decirle algo, pero volvió a cerra, ¿quien era él para dar su opinión sobre una comunidad? nadie, solo que deseaba que la joven abandonara aquel lugar, que pensara seriamente si le convenía permanecer allí. Volvió a pensar en su madre, en el oscuro destino de aquella mujer que le dio la vida, y a la vez intentó arrebatársela el mismo día en que naciera, tal vez si alguien hubiera hablado, si en vez de mirar para otra parte, le hubieran tendido la mano, la vida sería diferente.
Se había girado, dándole la espalda, caminó varios pasos, y se detuvo en silencio, un silencio infernal, un silencio de muerte. - No permita que nadie decida por usted, no se mienta, nadie es indispensable, como tampoco nadie merece permanecer en un lugar donde simplemente la ignoran... olvídelos, siga su vida, y no permita que la tristeza la consuma, viva... aunque al principio parezca un infierno -, le habló sin girarse, sin mirarla, pero sabiendo muy dentro suyo, que la joven sufría, lo sentía en el alma, le dolía en la piel, como si los sentimientos de aquella mujer golpearan su ser en oleadas frías como una ventisca.
Era tiempo de partir, esperaba que sus palabras lograran modificar la vida de aquella joven, salvarla de la soledad, de la tristeza. Ayudarla, era ayudarse así mismo, era devolver en ella, algo de lo que su madre había necesitado, y que a nadie le importó. Lentamente se giró, la miró a los ojos, e intentó sonreír, - En una noche destemplada como ésta... un café templa el alma ¿verdad? - era una invitación solapada, una forma oculta de llevarla lejos, deseaba protegerla, algo indefenso en ella, le llamaba a gritos, y aunque solo pudiera entregarle su amistad, deseaba cuidarla como si fuera un viejo amigo.
Cuando porfin quedaron a solas en aquel lugar, el mayor, como nombraban al jefe de la comunidad, le pidió que se quedara con ellos, que fuera parte de aquella sociedad y que les ayudara a estar mas fuertes, a lograr ser invencibles, en el campo de batalla, puesto parecían que llevaban algún tipo de rencilla con otras comunidades, o seres. Pero Julien no estaba ni de humor, ni en una etapa de su vida que sintiera la necesidad de ser parte de una comunidad, de una familia. Por eso tras agradecer tan generosa oferta, pero negándose a ser parte de ellos, les ofreció servirles cada vez que se encontrara en la ciudad. - En verdad lo aceptaría, si mi permanecía en ésta ciudad fuera definitiva, pero la verdad, es que en breve partiré rumbo a las tierras que alguna vez pertenecieron a mi madre - mintió, - debo viajar a Corea, y no se cuando he de volver - dijo con la voz cargada de sentimentalismo. No le gustaba mentir, pero mas le escocía sentir que intentaban manejar su vida, él no estaba dispuesto a semejante trato. Tomaría su pequeño maletín y se iría, no deseaba quedarse ni un minuto mas allí.
Tras saludar de forma educada al mayor, dejó la carpa, sin esperar que le acompañaran y se dispuso a dejar el campamento. Pasó al lado de la fogata y girando levemente el rostro sonrió a la joven que allí se encontraba, - buenas noches, espero encontrarla en algún otro lugar - dijo a modo de despedida, - creo que todo lo que necesitaban de mi, ya lo he dado - hizo una leve inclinación, antes de proseguir con su marcha, abrió la boca para decirle algo, pero volvió a cerra, ¿quien era él para dar su opinión sobre una comunidad? nadie, solo que deseaba que la joven abandonara aquel lugar, que pensara seriamente si le convenía permanecer allí. Volvió a pensar en su madre, en el oscuro destino de aquella mujer que le dio la vida, y a la vez intentó arrebatársela el mismo día en que naciera, tal vez si alguien hubiera hablado, si en vez de mirar para otra parte, le hubieran tendido la mano, la vida sería diferente.
Se había girado, dándole la espalda, caminó varios pasos, y se detuvo en silencio, un silencio infernal, un silencio de muerte. - No permita que nadie decida por usted, no se mienta, nadie es indispensable, como tampoco nadie merece permanecer en un lugar donde simplemente la ignoran... olvídelos, siga su vida, y no permita que la tristeza la consuma, viva... aunque al principio parezca un infierno -, le habló sin girarse, sin mirarla, pero sabiendo muy dentro suyo, que la joven sufría, lo sentía en el alma, le dolía en la piel, como si los sentimientos de aquella mujer golpearan su ser en oleadas frías como una ventisca.
Era tiempo de partir, esperaba que sus palabras lograran modificar la vida de aquella joven, salvarla de la soledad, de la tristeza. Ayudarla, era ayudarse así mismo, era devolver en ella, algo de lo que su madre había necesitado, y que a nadie le importó. Lentamente se giró, la miró a los ojos, e intentó sonreír, - En una noche destemplada como ésta... un café templa el alma ¿verdad? - era una invitación solapada, una forma oculta de llevarla lejos, deseaba protegerla, algo indefenso en ella, le llamaba a gritos, y aunque solo pudiera entregarle su amistad, deseaba cuidarla como si fuera un viejo amigo.
Vasily Kalinnikov- Cazador Clase Alta
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