AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Orchid. {priv.Corbin}
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Orchid. {priv.Corbin}
"La gente da flores como presente porque las flores contienen el verdadero significado del amor. Cualquier persona que intente poseer una flor tendrá que ver como su belleza se desvanece. Pero si simplemente mira una flor en el campo, la mantendrá para siempre. Eso es lo que el bosque me enseñó: que nunca serás mío, y es por eso que nunca te perderé."
Erline cerró la tapa del libro que estaba leyendo, plagado de románticas y profundas reflexiones. A veces los leía para comprobar si removían algo en su interior, y normalmente la respuesta siempre era la misma: nada. El escritor al menos había conseguido que le dieran ganas de pasear por si invernadero, su lugar favorito de toda la propiedad y que Olivier no escatimó en construirle. Aquella enorme casa de cristal contaba con todo tipo de flores, plantas, árboles y arbustos. Tenía fontanas y estanques con vegetación de agua, carpas y nenúfares. Tenía más de treinta variedades de rosas, tulipanes de mil colores, enredaderas colgantes y hasta plantas carnívoras. Pero sin duda su rincón favorito era la cueva de las orquídeas. Esas flores eran delicadas, codiciadas, perfectas y necesitaban muchos cuidados. Una vez a la semana venía un jardinero experto que planificaba y distribuía las tareas que luego los dos jardineros que tenía contratados. El primero era el paisajista de Versalles y trabajaba para el mismisimo rey, no había conseguido contratarlo pero al menos con una vez a la semana todo quedaba bien resuelto. El jardinero que más tiempo llevaba con ellos se jubilaba en breve y necesitaba otro, allí había trabajo de sobra para dos. No necesitaba que fuera un experto, sólo que acatara órdenes mientras aprendía.
No se sentía en deuda con la sociedad, pero si podía emplear gente que quisiera dejar el oficio más viejo del mundo, lo prefería, y por varias razones: primero porque quería absoluta discreción, y nadie mejor que las putas guardaban eso escrupulosamente. Segundo porque todos en el negocio sabían que llegaría el dia que su cuerpo no valdría nada y sería tarde para dejarlo, ya sólo quedaría la calle y la muerte, así que había que plantearse un oficio digno en algun momento, y rara vez contrataban a ex-prostitutos.
Esa tarde se encaminó al Golden, un viejo conocido llamado Brody se había montado un buen chiringuito. No lo veía desde sus inicios en el burdel del puerto, pero lo recordaba grandullón con la tipica cara de irlandés borrachín. Seguro que entendería el buen negocio que suponía el trato que le iba a ofrecer. Él le dejaba tentar a alguno de sus chicos y ella a cambio le enviaría buenos clientes que le asegurarían más negocio. París estaba lleno de gente que sustituiría a las putas que lo dejan, pero ese trato le garantizaría clientes fieles y la continuidad del negocio.
Se envolvió en su vestido de seda, esta vez de color azul oscuro bordado en naranjas y verdes, y mandó al cochero detener el vehículo en el Golden. Entró en el local y fue directa a habar con el dueño, de entrada no le iba a decir cuales eran sus intenciones, sólo le pediría compañía masculina y el irlandés tendría que acceder a sus caprichos.
Erline cerró la tapa del libro que estaba leyendo, plagado de románticas y profundas reflexiones. A veces los leía para comprobar si removían algo en su interior, y normalmente la respuesta siempre era la misma: nada. El escritor al menos había conseguido que le dieran ganas de pasear por si invernadero, su lugar favorito de toda la propiedad y que Olivier no escatimó en construirle. Aquella enorme casa de cristal contaba con todo tipo de flores, plantas, árboles y arbustos. Tenía fontanas y estanques con vegetación de agua, carpas y nenúfares. Tenía más de treinta variedades de rosas, tulipanes de mil colores, enredaderas colgantes y hasta plantas carnívoras. Pero sin duda su rincón favorito era la cueva de las orquídeas. Esas flores eran delicadas, codiciadas, perfectas y necesitaban muchos cuidados. Una vez a la semana venía un jardinero experto que planificaba y distribuía las tareas que luego los dos jardineros que tenía contratados. El primero era el paisajista de Versalles y trabajaba para el mismisimo rey, no había conseguido contratarlo pero al menos con una vez a la semana todo quedaba bien resuelto. El jardinero que más tiempo llevaba con ellos se jubilaba en breve y necesitaba otro, allí había trabajo de sobra para dos. No necesitaba que fuera un experto, sólo que acatara órdenes mientras aprendía.
- invernadero:
No se sentía en deuda con la sociedad, pero si podía emplear gente que quisiera dejar el oficio más viejo del mundo, lo prefería, y por varias razones: primero porque quería absoluta discreción, y nadie mejor que las putas guardaban eso escrupulosamente. Segundo porque todos en el negocio sabían que llegaría el dia que su cuerpo no valdría nada y sería tarde para dejarlo, ya sólo quedaría la calle y la muerte, así que había que plantearse un oficio digno en algun momento, y rara vez contrataban a ex-prostitutos.
Esa tarde se encaminó al Golden, un viejo conocido llamado Brody se había montado un buen chiringuito. No lo veía desde sus inicios en el burdel del puerto, pero lo recordaba grandullón con la tipica cara de irlandés borrachín. Seguro que entendería el buen negocio que suponía el trato que le iba a ofrecer. Él le dejaba tentar a alguno de sus chicos y ella a cambio le enviaría buenos clientes que le asegurarían más negocio. París estaba lleno de gente que sustituiría a las putas que lo dejan, pero ese trato le garantizaría clientes fieles y la continuidad del negocio.
Se envolvió en su vestido de seda, esta vez de color azul oscuro bordado en naranjas y verdes, y mandó al cochero detener el vehículo en el Golden. Entró en el local y fue directa a habar con el dueño, de entrada no le iba a decir cuales eran sus intenciones, sólo le pediría compañía masculina y el irlandés tendría que acceder a sus caprichos.
Erline D'Amencourt- Prostituta Clase Alta
- Mensajes : 162
Fecha de inscripción : 27/04/2017
Re: Orchid. {priv.Corbin}
Ya se había decidido por largarse o más bien lo habían decidido entre los tres, todos los que le conocía le atosigaban con dejar el burdel. Ojalá todo fuera tan fácil, la gente no entendía que era lo único que había conocido, el único lugar “seguro” y cómodo para él y que..No era tan fácil como parecía, era muy complicado salir entero de ese negocio, las palizas, persecuciones, rumores y la mala reputación perseguían a cualquiera que intentaba salir del oficio y cuando el hambre y la desesperación eran extremas y se intentaba retomar la mierda de vida, se había corrido tanto el rumor entre los burdeles de la zona que nadie les acogían. Era un riesgo salir de allí, pero merecía la pena asumirlo si se trataba de Aveline, si se trataba de Stein.
Cogió aire, aun dándole vueltas a cómo decírselo a Brody, cómo decirle que se largaba y que no pensaba volver jamás y eso que era una adquisición de hacía relativamente poco, si había sacado ya lo invertido en Corbin pero..No dejaba de ser alguien nuevo. Quién iba a decir que hoy iba a ser su día de suerte, que por una vez la señora Fortuna se daba la vuelta para mirarle de reojo.
Evitaba a toda costa el salón, por lo general, desde que volvió de la mansión de Faith conservando los momentos desde que fue a buscarla a la Sede grabados en su mente, dándoles vueltas una y otra vez,incapaz de quitársela de la cabeza mientras trajinaba por el burdel haciendo las tareas más pesadas y poco llamativas, a no ser que algún cliente estuviera buscando a alguien fuerte trabajando los músculos. Estaba francamente distraído y la entrada de la hermosa mujer no supuso nada para él.
Cogió aire, aun dándole vueltas a cómo decírselo a Brody, cómo decirle que se largaba y que no pensaba volver jamás y eso que era una adquisición de hacía relativamente poco, si había sacado ya lo invertido en Corbin pero..No dejaba de ser alguien nuevo. Quién iba a decir que hoy iba a ser su día de suerte, que por una vez la señora Fortuna se daba la vuelta para mirarle de reojo.
Evitaba a toda costa el salón, por lo general, desde que volvió de la mansión de Faith conservando los momentos desde que fue a buscarla a la Sede grabados en su mente, dándoles vueltas una y otra vez,incapaz de quitársela de la cabeza mientras trajinaba por el burdel haciendo las tareas más pesadas y poco llamativas, a no ser que algún cliente estuviera buscando a alguien fuerte trabajando los músculos. Estaba francamente distraído y la entrada de la hermosa mujer no supuso nada para él.
Corbin Lockwood- Humano Clase Baja
- Mensajes : 135
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Orchid. {priv.Corbin}
Posó sus ojos en la mole de músculos que trajinaba aquí y allá. Tenía una melena digna de un león, mandíbula fuerte, ojos como espejos y un físico portentoso...Era la estrella del Golden, no le cabía duda; de la misma forma que ella lo fue del Satine, podía olerlo, reconocerlo en su porte y expresiones. Pero era la estrella involuntaria, tenía en sus gestos el toque cansado, hastiado, de quien ya no espera nada de esa vida ni de ese lugar más que el paso rápido del tiempo, que deslizaran las noches con presteza y amanecer un día y que todo hubiera cambiado.
Sería perfecto. Se levantó y habló con Brody que le regateó algunos términos, pero acabó accediendo. Si el grandullón se quería marchar, era libre, la dama pagaría los costes y le compensaría con otros favores como más clientela exquisita. Volvió al salón y se situó al lado de Corbin que estaba levantando una meza para colocar una cuña en su pata, ya que no estaba nivelada y se movía contínuamente.
— Buenas noches... ¿tiene un momento? me gustaría hablar con usted...en privado.— indicó con la cabeza la escalera. Ascendió haciendo entrechocar las sedas de los pliegues de su vestido azul y se encaminó a una de las habitaciones que tenían la puerta entreabierta, señal de que estaba vacía.
Entró y esperó a que el grandullón la siguiera. Las habitaciones estaban limpias, pero se notaba el desapego impregnado en las paredes. Esos cuadros, esos muebles...parecía que los habían soltado allí sin más. Distaba mucho de ser una estencia que "perteneciera" a alguien. El Satine había llegado a ser su casa porque ella había personalizado el espacio que ocupaba. Entendería que el hombre quisiera salir de allí.
Sería perfecto. Se levantó y habló con Brody que le regateó algunos términos, pero acabó accediendo. Si el grandullón se quería marchar, era libre, la dama pagaría los costes y le compensaría con otros favores como más clientela exquisita. Volvió al salón y se situó al lado de Corbin que estaba levantando una meza para colocar una cuña en su pata, ya que no estaba nivelada y se movía contínuamente.
— Buenas noches... ¿tiene un momento? me gustaría hablar con usted...en privado.— indicó con la cabeza la escalera. Ascendió haciendo entrechocar las sedas de los pliegues de su vestido azul y se encaminó a una de las habitaciones que tenían la puerta entreabierta, señal de que estaba vacía.
Entró y esperó a que el grandullón la siguiera. Las habitaciones estaban limpias, pero se notaba el desapego impregnado en las paredes. Esos cuadros, esos muebles...parecía que los habían soltado allí sin más. Distaba mucho de ser una estencia que "perteneciera" a alguien. El Satine había llegado a ser su casa porque ella había personalizado el espacio que ocupaba. Entendería que el hombre quisiera salir de allí.
Erline D'Amencourt- Prostituta Clase Alta
- Mensajes : 162
Fecha de inscripción : 27/04/2017
Re: Orchid. {priv.Corbin}
Estaba demasiado ensimismado en sus propios pensamientos, cómo abordaría a Brody para decirle que se iba, cuándo iba a hacerlo, cómo se lo tomaría, cuando la hermosa mujer le llamó la atención. Se detuvo de lo que estaba haciendo y se incorporó, puesto que había estado inclinado para nivelar aquella mesa. Observó a la delicada chica, pensando que le sonaba de algo, se fijó en su vestido exageradamente provocativo y de seda, esos cortes no eran de mujer decente o que pretendiera ser algo que no es, más bien era el estilo de alguien al que le importaba un bledo la opinión de la gente y en una sociedad así era muy difícil de encontrar.
Esperó unos instantes, contemplando a la desconocida mientras subía los escalones y cogió aire, se puso a al defensiva pero pensándolo fríamente no era una mujer que necesitase pagar por los servicios de un hombre como él, pero..Aveline tampoco. Se frotó la nuca y cerró los ojos con firmeza, no quería subir, maldita sea. la última. Se juró que esta iba a ser la última vez, que subiría, haría lo que tuviera que hacer y saldría a hablar directamente con Brody, no podía seguir viviendo así.
Subió las escaleras sin demasiado entusiasmo y entró en la puerta por la que la mujer acababa de desaparecer y la cerró tras de si. Miraba aun a la bella dama, de qué le sonaría, solía tener muy buena memoria y no había tenido a la desconocida de clienta antes, de eso estaba seguro. Se quedó callado, como siempre, esperando que ella dijera lo que tuviera que decir..Si realmente era hablar lo que buscaba.
Esperó unos instantes, contemplando a la desconocida mientras subía los escalones y cogió aire, se puso a al defensiva pero pensándolo fríamente no era una mujer que necesitase pagar por los servicios de un hombre como él, pero..Aveline tampoco. Se frotó la nuca y cerró los ojos con firmeza, no quería subir, maldita sea. la última. Se juró que esta iba a ser la última vez, que subiría, haría lo que tuviera que hacer y saldría a hablar directamente con Brody, no podía seguir viviendo así.
Subió las escaleras sin demasiado entusiasmo y entró en la puerta por la que la mujer acababa de desaparecer y la cerró tras de si. Miraba aun a la bella dama, de qué le sonaría, solía tener muy buena memoria y no había tenido a la desconocida de clienta antes, de eso estaba seguro. Se quedó callado, como siempre, esperando que ella dijera lo que tuviera que decir..Si realmente era hablar lo que buscaba.
Corbin Lockwood- Humano Clase Baja
- Mensajes : 135
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Orchid. {priv.Corbin}
Estaba incómodo. Mal asunto para una puta estar incómodo con los clientes, eso le corroboraba su buen ojo para las personas.
— Me llamo Erline, y he venido en busca de alguien. Verá, necesito urgentemente un jardinero, pero nunca contrato a gente que no salgan de este gremio. Mis razones son muy sencillas: soy una puta como usted, pero una con suerte y dinero. En mi actual posición, la clase alta me detesta y la baja más aún. No encajo en ninguna, así que vivo mi vida como me place, y eso suele acompañarse de opiniones, gestos y juicios de valor, y no me apetece ni me da la gana. Si acepta mi propuesta tendrá un sueldo más que digno, casa, comida y cuanto necesite. Sólo le pido a cambio su discreción, que no haga preguntas y que no cuestione mi vida, porque yo no cuestionaré la suya. En mi casa nadie es juzgado, ya hemos sufrido sufientes mierdas en esta vida. Una vida nueva a cambio de lealtad, es todo cuanto pido. Por lo demás, puede hacer con su tiempo lo que le plazca siempre que sea honesto conmigo y si tiene problemas que le impidan cumplir con su obligación, me los comunique.
La mujer no se detuvo, le soltó todo el sermón a Corbin sin insinuarse ni ponerle un solo dedo encima. Estaba allí por negocios y así tenía que ser. No queria a Corbin por su cuerpo en el sentido de objeto sexual, pero un hombretón tan grande y de tanta potencia física podía ser un buen jardinero, ya que había faenas que requerían la fuerza bruta. Observó los cristalinos ojos del hombre y suavizó el gesto con media sonrisa.
— No se sienta como ganado al que patean de aquí para allá... no le estoy ofreciendo calidez, lo siento, tan sólo libertad. Es un trabajo, pero es uno en el que estará mejor que aquí, eso se lo aseguro.
— Me llamo Erline, y he venido en busca de alguien. Verá, necesito urgentemente un jardinero, pero nunca contrato a gente que no salgan de este gremio. Mis razones son muy sencillas: soy una puta como usted, pero una con suerte y dinero. En mi actual posición, la clase alta me detesta y la baja más aún. No encajo en ninguna, así que vivo mi vida como me place, y eso suele acompañarse de opiniones, gestos y juicios de valor, y no me apetece ni me da la gana. Si acepta mi propuesta tendrá un sueldo más que digno, casa, comida y cuanto necesite. Sólo le pido a cambio su discreción, que no haga preguntas y que no cuestione mi vida, porque yo no cuestionaré la suya. En mi casa nadie es juzgado, ya hemos sufrido sufientes mierdas en esta vida. Una vida nueva a cambio de lealtad, es todo cuanto pido. Por lo demás, puede hacer con su tiempo lo que le plazca siempre que sea honesto conmigo y si tiene problemas que le impidan cumplir con su obligación, me los comunique.
La mujer no se detuvo, le soltó todo el sermón a Corbin sin insinuarse ni ponerle un solo dedo encima. Estaba allí por negocios y así tenía que ser. No queria a Corbin por su cuerpo en el sentido de objeto sexual, pero un hombretón tan grande y de tanta potencia física podía ser un buen jardinero, ya que había faenas que requerían la fuerza bruta. Observó los cristalinos ojos del hombre y suavizó el gesto con media sonrisa.
— No se sienta como ganado al que patean de aquí para allá... no le estoy ofreciendo calidez, lo siento, tan sólo libertad. Es un trabajo, pero es uno en el que estará mejor que aquí, eso se lo aseguro.
Erline D'Amencourt- Prostituta Clase Alta
- Mensajes : 162
Fecha de inscripción : 27/04/2017
Re: Orchid. {priv.Corbin}
Corbin observaba sin pestañear a la mujer, con la sensación de que se perdería algo importante si le perdía de vista ese corto tiempo. Hablaba demasiado y de pronto, por lo que el rubio se quedó más que tenso, anonadado contemplando a la extraña dama. Entrecerró los ojos. ¿Jardinero? ¿Ella fue puta?..Oh..Ahora se acordaba. Ella era la diosa del Satine. Cogió aire, como si conocer su origen le hiciera estar más tranquilo. Intentó captar todo cuanto le decía, de hecho se quedó bastante tiempo callado, como si fuera idiota, pero todo tenía un límite y no se podía tener todo, Corbin no destacaba precisamente por ser el más listo de la clase.
Empezó a sintetizar parte por parte el asunto en su cabeza. Por un momento pensó que sería alguien poniéndole a prueba, alguien enviado por Brody para saber si tenía planes de largarse pero..Conocía la historia de La Viuda de Seda, se casó, heredó la fortuna del marido y hasta ahí era lo que sabía. ¿Qué necesidad tendría de asociarse de esa manera con el dueño del Golden?- No..No se nada de jardinería, señora...Aunque admito que la oferta es tentadora.- Lo era, sin duda, sobre todo la parte de largarse del burdel, además..No tendría que contar con los contactos de Aveline, se sentía mucho mejor si lo hacía por su cuenta aunque..No le gustaba cómo sonaba, había gato encerrado en esa propuesta, seguro.- ....No me meto donde no me llaman, señora..-Eso venía implícito en su personalidad. No se metía en la vida de las personas, ni las juzgaba, ni siquiera se aprovechaba de los múltiples secretos que acumulaba en la alcoba.- No necesito calidez, es solo...necesito entenderlo.
Le era difícil asumir que una persona había aparecido en su vida para abrirle una puerta, eso no ocurría en el mundo real, eso no le pasaba nunca a él. Era demasiado sencillo.-..A ver si lo entiendo..Quiere un jardinero..Con la boca callada..¿Eso es todo..?-Le miró con gesto de sospecha..Era demasiado bueno para ser cierto.
Empezó a sintetizar parte por parte el asunto en su cabeza. Por un momento pensó que sería alguien poniéndole a prueba, alguien enviado por Brody para saber si tenía planes de largarse pero..Conocía la historia de La Viuda de Seda, se casó, heredó la fortuna del marido y hasta ahí era lo que sabía. ¿Qué necesidad tendría de asociarse de esa manera con el dueño del Golden?- No..No se nada de jardinería, señora...Aunque admito que la oferta es tentadora.- Lo era, sin duda, sobre todo la parte de largarse del burdel, además..No tendría que contar con los contactos de Aveline, se sentía mucho mejor si lo hacía por su cuenta aunque..No le gustaba cómo sonaba, había gato encerrado en esa propuesta, seguro.- ....No me meto donde no me llaman, señora..-Eso venía implícito en su personalidad. No se metía en la vida de las personas, ni las juzgaba, ni siquiera se aprovechaba de los múltiples secretos que acumulaba en la alcoba.- No necesito calidez, es solo...necesito entenderlo.
Le era difícil asumir que una persona había aparecido en su vida para abrirle una puerta, eso no ocurría en el mundo real, eso no le pasaba nunca a él. Era demasiado sencillo.-..A ver si lo entiendo..Quiere un jardinero..Con la boca callada..¿Eso es todo..?-Le miró con gesto de sospecha..Era demasiado bueno para ser cierto.
Corbin Lockwood- Humano Clase Baja
- Mensajes : 135
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Orchid. {priv.Corbin}
Observó al grandullón y entendió de inmediato cómo había acabado en aquel mundo atroz: no era el más listo de su clase. Ella al menos era inteligente, espabilada, retorcida. Cualidades que le habían ayudado a trepar rápido y coronarse como la Viuda de Seda. Pero Corbin parecía un hombre tan guapo como simple. Ciertamente estaba muy bien hecho, se le podía admirar como se contempla a Apolo en una estatua de mármol tallado, pero seguramente tenía tanta conversación como ese mismo mármol.
— Exacto, quiero un jardinero fuerte, porque hace falta para algunas tareas que son eminentemente físicas. Y quiero que todo aquel trabaje para mi me sea leal. Sólo conozco dos formas de asegurarse la lealtad: el dinero y el miedo. Yo tengo de lo primero. Soy una mujer de costumbres peculiares y no quiero tener al servicio murmurando y juzgando. En mi casa el qué más y el que menos tiene mucho que callar, así que nadie cuchichea ni se mete en las vidas de los demás. ¿No le parece un buen acuerdo? ponga sus condiciones, estoy dispuesta a escucharlas.
Se apoyó sobre la mesilla recostando el trasero sobre el borde y cruzando los dedos en una postura de escucha activa, aunque por su expresión de sorpresa notaba que el hombretón no estaba muy seguro de lo que estaba oyendo.
— ¡Oh, vamos! no hay trampa ni cartón! ya sé que es una propuesta extraña, pero si se lo tiene que pensar, no tarde mucho, odio esperar, soy una mujer voluble. Si no le gusta, siempre puede volver aquí, conozco a Brody desde hace muchos años, no se va a molestar por lo que yo le pida, siempre lo compenso con creces.
— Exacto, quiero un jardinero fuerte, porque hace falta para algunas tareas que son eminentemente físicas. Y quiero que todo aquel trabaje para mi me sea leal. Sólo conozco dos formas de asegurarse la lealtad: el dinero y el miedo. Yo tengo de lo primero. Soy una mujer de costumbres peculiares y no quiero tener al servicio murmurando y juzgando. En mi casa el qué más y el que menos tiene mucho que callar, así que nadie cuchichea ni se mete en las vidas de los demás. ¿No le parece un buen acuerdo? ponga sus condiciones, estoy dispuesta a escucharlas.
Se apoyó sobre la mesilla recostando el trasero sobre el borde y cruzando los dedos en una postura de escucha activa, aunque por su expresión de sorpresa notaba que el hombretón no estaba muy seguro de lo que estaba oyendo.
— ¡Oh, vamos! no hay trampa ni cartón! ya sé que es una propuesta extraña, pero si se lo tiene que pensar, no tarde mucho, odio esperar, soy una mujer voluble. Si no le gusta, siempre puede volver aquí, conozco a Brody desde hace muchos años, no se va a molestar por lo que yo le pida, siempre lo compenso con creces.
Erline D'Amencourt- Prostituta Clase Alta
- Mensajes : 162
Fecha de inscripción : 27/04/2017
Re: Orchid. {priv.Corbin}
Olía a gato encerrado. ¿Cómo no iba a hacerlo? Aparecía una mujer hermosa, poderosa, con dinero y capacidades suficientes como para sacarle a uno de la mala vida y esa lotería le tenía que tocar a él, cuando no había tenido suerte ni a la hora de nacer. Era imposible no sospechar y sobre todo para alguien de naturaleza reservada y desconfiada como él, pero el caramelo que la dama le estaba ofreciendo olía demasiado bien, aunque por dentro pudiera estar relleno de mierda.
Agachó un momento la cabeza y se frotó las sienes, como si intentase exprimir aquello que existía por los pelos, se frotó las mejillas, haciendo sonar la corta barba que rodeaba su rostro y nuevamente miró a la ex compañera. ¿Qué podía perder de todos modos? ¿La vida? Eso hacía tiempo que había dejado de importarle. Desde que conoció a Faith en parte cambió, no quería morir, quería vivir a su lado, aunque fuera como un oscuro secreto y a escondidas. Llevaba días sin saber cómo reaccionaría Brody y aquí, la Viuda de Seda nada menos, le estaba dando un salvoconducto perfecto, la oportunidad perfecta. Jardinero. Sonaba mejor que enterrador. Quería largarse del burdel, aunque tuviera que vivir en la puñetera calle, aguantaría las vejaciones que hicieran falta, eso era lo que menos le importaba, pero aquella mujer le estaba dando una salida, una que se le antojaba demasiado fácil como para ser real y segura pero..¿Qué más le quedaba..?
Levantó el mentón.- Solo tengo una condición..Que no me pida vender mi cuerpo de nuevo. Aprenderé lo que quiera y haré lo que quiera, callado y sin preguntar. Solo pido..Ser libre..De ir y venir, de dar mi cuerpo a quien se me antoje, de recibir la misma discreción que obtendrá de mi. Prométame eso y me iré cuando quiera.- Solo esperaba que esa mujer no le estuviera mintiendo, porque no quería ni imaginar la cara de Faith o aun peor, de Aveline, si se metía en un lío solo por no aceptar su ayuda para salir de esa vida.
Agachó un momento la cabeza y se frotó las sienes, como si intentase exprimir aquello que existía por los pelos, se frotó las mejillas, haciendo sonar la corta barba que rodeaba su rostro y nuevamente miró a la ex compañera. ¿Qué podía perder de todos modos? ¿La vida? Eso hacía tiempo que había dejado de importarle. Desde que conoció a Faith en parte cambió, no quería morir, quería vivir a su lado, aunque fuera como un oscuro secreto y a escondidas. Llevaba días sin saber cómo reaccionaría Brody y aquí, la Viuda de Seda nada menos, le estaba dando un salvoconducto perfecto, la oportunidad perfecta. Jardinero. Sonaba mejor que enterrador. Quería largarse del burdel, aunque tuviera que vivir en la puñetera calle, aguantaría las vejaciones que hicieran falta, eso era lo que menos le importaba, pero aquella mujer le estaba dando una salida, una que se le antojaba demasiado fácil como para ser real y segura pero..¿Qué más le quedaba..?
Levantó el mentón.- Solo tengo una condición..Que no me pida vender mi cuerpo de nuevo. Aprenderé lo que quiera y haré lo que quiera, callado y sin preguntar. Solo pido..Ser libre..De ir y venir, de dar mi cuerpo a quien se me antoje, de recibir la misma discreción que obtendrá de mi. Prométame eso y me iré cuando quiera.- Solo esperaba que esa mujer no le estuviera mintiendo, porque no quería ni imaginar la cara de Faith o aun peor, de Aveline, si se metía en un lío solo por no aceptar su ayuda para salir de esa vida.
Corbin Lockwood- Humano Clase Baja
- Mensajes : 135
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Orchid. {priv.Corbin}
La mujer era como una araña, que atrapaba en sus sutiles redes para luego dar el golpe de gracia, casi sin proponérselo. Pero en este caso, no había crueles intenciones con Corbin, eran negocios puros y duros.
— entiendo sus recelos...ya también desconfiaría. Pero tiene mi palabra de que es como le digo. No va a vender su cuerpo, van a salirle callos en esas bonitas manos de tanto cavar, podar y arrastrar sacos. Sustituirá el familiar dolor de las arduas noches de trabajo por el de lumbares y riñones, la jardinería tiene mucho trabajo de suelo. Pero será libre de ir y venir, de compartir sus noches con quien le venga en gana y no le juzgaré por ello. Como ya le dije, no quiero que se metan en mi vida y yo no me meto en la de los demás. Como todos, tendrá dos tardes libres a la semana y cuatro semanas de vacaciones al año. De vez en cuando organizamos alguna comida, creo que es interesante que los que vivimos bajo el mismo techo a veces disfrutemos de un día de asueto juntos, pero si no quiere venir, no se tendrá en cuenta. Si necesita alguna mañana para arreglar algun asunto, pídala, no hay problema. Sólo le pido que esté temprano en su puesto de trabajo y una vez finalizadas las horas, puede quedarse o puede irse, a su gusto. En la mansión D'Amencourt sobran habitaciones del servicio. El trato es sencillo, hay pocas normas, como ve, y le garantizo que si las cumple, todo serán ventajas para ambos.
Le tendió la mano a Corbin para sellar aquel acuerdo, manteniéndole su hipnótica mirada fija en los orbes del grandullón. Sabía que aceptaría y que sus recelos se desvanecerían cuando se adaptase al nuevo ritmo.
— Puede quedarse esta noche a trabajar o puede venirse conmigo. Voy a hablar con Brody, le doy treinta minutos para decidirlo, como le dije, no me gusta esperar.
La dama bajó la escalera y se fue derecha al jefe del burdel con quiien pasó a un pequeño despacho y cerraron la puerta para discutir los términos de aquella nueva transacción. La Viuda de Seda era una institución dentro del mundillo, tenerla contenta garantizaba clientes fieles, publicidad para el local y recomendaciones jugosas. Tenerla de morros significaba un suicidio, pues conocía todos los entresijos de los burdeles más populares, podía hacer crecer a uno, destacar por encima de los demás, sólo pulsando las teclas adecuadas. Tantos años siendo la estrella de la ciudad le habían granjeado una red de contactos muy interesantes, desde jueces, políticos, empresarios o camellos de los más variopintos. Jode a la Viuda y te quedas sin suministros de opio, el negocio decrece y...lástima. Moléstala y tus clientes adinerados llevaran sus pies a otro local. No, definitivamente Corbin no valía tanto como para discutir con la Viuda, Brody estaba molesto al principio, pero aceptó cuando Erline le puso sobre la mesa el cheque y su palabra de aumentarle el negocio un 10% ese año y un 3% en los venideros hasta un total de 5 años.
— entiendo sus recelos...ya también desconfiaría. Pero tiene mi palabra de que es como le digo. No va a vender su cuerpo, van a salirle callos en esas bonitas manos de tanto cavar, podar y arrastrar sacos. Sustituirá el familiar dolor de las arduas noches de trabajo por el de lumbares y riñones, la jardinería tiene mucho trabajo de suelo. Pero será libre de ir y venir, de compartir sus noches con quien le venga en gana y no le juzgaré por ello. Como ya le dije, no quiero que se metan en mi vida y yo no me meto en la de los demás. Como todos, tendrá dos tardes libres a la semana y cuatro semanas de vacaciones al año. De vez en cuando organizamos alguna comida, creo que es interesante que los que vivimos bajo el mismo techo a veces disfrutemos de un día de asueto juntos, pero si no quiere venir, no se tendrá en cuenta. Si necesita alguna mañana para arreglar algun asunto, pídala, no hay problema. Sólo le pido que esté temprano en su puesto de trabajo y una vez finalizadas las horas, puede quedarse o puede irse, a su gusto. En la mansión D'Amencourt sobran habitaciones del servicio. El trato es sencillo, hay pocas normas, como ve, y le garantizo que si las cumple, todo serán ventajas para ambos.
Le tendió la mano a Corbin para sellar aquel acuerdo, manteniéndole su hipnótica mirada fija en los orbes del grandullón. Sabía que aceptaría y que sus recelos se desvanecerían cuando se adaptase al nuevo ritmo.
— Puede quedarse esta noche a trabajar o puede venirse conmigo. Voy a hablar con Brody, le doy treinta minutos para decidirlo, como le dije, no me gusta esperar.
La dama bajó la escalera y se fue derecha al jefe del burdel con quiien pasó a un pequeño despacho y cerraron la puerta para discutir los términos de aquella nueva transacción. La Viuda de Seda era una institución dentro del mundillo, tenerla contenta garantizaba clientes fieles, publicidad para el local y recomendaciones jugosas. Tenerla de morros significaba un suicidio, pues conocía todos los entresijos de los burdeles más populares, podía hacer crecer a uno, destacar por encima de los demás, sólo pulsando las teclas adecuadas. Tantos años siendo la estrella de la ciudad le habían granjeado una red de contactos muy interesantes, desde jueces, políticos, empresarios o camellos de los más variopintos. Jode a la Viuda y te quedas sin suministros de opio, el negocio decrece y...lástima. Moléstala y tus clientes adinerados llevaran sus pies a otro local. No, definitivamente Corbin no valía tanto como para discutir con la Viuda, Brody estaba molesto al principio, pero aceptó cuando Erline le puso sobre la mesa el cheque y su palabra de aumentarle el negocio un 10% ese año y un 3% en los venideros hasta un total de 5 años.
Erline D'Amencourt- Prostituta Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/04/2017
Re: Orchid. {priv.Corbin}
No necesitaba pensar demasiado, bajo esos términos le era difícil negarse, teniendo en cuenta que no había tenido días libres en la maldita vida, las mañanas, pero eso era por el oficio más que por otra cosa. Brody, y casi todos los dueños de esos negocios, suponían que con las mañanas libres para dormir, descansar y asearse era más que suficiente, al menos para sus trabajadores masculinos, las mujeres, por suerte, tenían hasta una semana al mes libre, pero al parecer ni Brody ni nadie para quien él haya trabajado pensaba que los hombres tuvieran el mismo derecho, como si aquello tuviera fuelle constante y, al final, uno se acostumbraba. Porque alguien cualquiera podría permitirse un gatillazo de cuando en cuando, pero uno en esa profesión significaba ir derecho a la puñetera calle.
No contestó inmediatamente, aunque lo tenía decidido ya, si ella respetaba su palabra no podía dejar pasar esa oportunidad y si, alguna vez lo hacía, entonces se marcharía por donde había venido y punto, con suerte podía aprender lo suficiente para ser jardinero en otra parte. Se frotó la nuca cuando vio marcharse a la mujer arrastrando ese sonido de seda contra seda. Era una mujer peligrosa, muy lista..La gente así siempre era un peligro para él que no estaba muy dispuesto a entrar en riñas intelectuales, de las cuales, además, iba a salir seguro mal parado. No podría compararse nunca con las habilidades mañosas y retorcidas que usaba la gente, por eso también se sentía fuera de lugar con el resto porque...No era precisamente alguien con buena conversación o ingenioso, era muy simplón. Si se le quitaba el burdel de encima era un hombre de lo más corriente y moliente, sin gracia alguna, esperaba que tanto Stein como Aveline tardaran bastante tiempo en descubrirlo.
Se giró observando la habitación donde estaban, decidió ir a por las pocas pertenencias que tenía, suyas, lo que se decía suyas..Apenas nada. Recogió los libros infantiles que había cogido prestados de la casa de Aletheia, eso si y las ropas que se había costeado él mismo con los beneficios, apenas unas botas y un conjunto de pantalón y camisa, más de estilo obrero que de caballero. Se cambió de ropa dejándolo todo dispuesto, no quería llevarse nada porque..No le pertenecía y punto. Se llevó los honorarios que había conseguido ahorrar, que no eran muchos, de hecho los contó. Le servirían para una pensión, al menos durante un mes o dos. Debería consultar con Faith su decisión, para ver lo que le parecía a ella, si solo a él le olía a gato encerrado, pero en media hora no le daba tiempo a todo eso, si tenía que tomar una decisión ahora prefería arriesgarse, porque de todas maneras si el salía mal acabaría en la calle y allí hubiera estado de no ser por la suerte que le brindaba la exótica mujer.
No tenía derecho a dudar o quejarse, era como un ángel llamando a su puerta..O un demonio cautivador. Recogió todo en un pequeño petate y esperó fuera a la Viuda de Seda. Prefería marcharse ya mismo, aunque tuviera que pedirle al menos una noche de su hospitalidad antes de buscarse un lugar donde estar porque..Ya que era libre, al menos quería tener un lugar propio, tranquilo, donde nadie pudiera molestar y..Donde llevar a Faith sin que a nadie le importase un recopete. En una habitación de la mansión de la noble se sentiría fuera de lugar, en un sitio que no era suyo y era lo mismo que vivía en el burdel. Era tonto, pero no tanto como para repetir la misma situación ahora que estaba escapando de ella.
Esperó a Erline con cierto nerviosismo, la media hora le estaba sabiendo eterna, tal vez estaba demasiado confiado en las capacidades de la mujer, pero cómo no hacerlo cuando hasta él sabía quién era, que ni chismorreaba ni era proclive al cotilleo. La fama precedía a la elegante dama y por eso tal vez no dudaba de que iba a conseguir lo que quisiera. Tal y como había hecho. Ahora tenía cosas más importantes en las que pensar, como en buscar un lugar propio con el dinero ahorrado y lo que le iría pagando Erline, tal vez una renta..Pero prefería una casita..Alejada, a ser posible, donde ojos indiscretos no pudieran seguirle..Seguramente eso costaría un santo dineral. Se frotó los ojos..La cuestión más importante no se le iba de la cabeza..¿Cómo reaccionaría Faith?...¿Y Stein..?
Al ver salir a la hermosa joven, se cuadró, casi instintivamente y observó con anhelo sus ojos, esperando una respuesta, una confirmación de que podía largase ya de allí, para siempre. El nerviosismo y la tensión hacía que a pesar de que su cuerpo se mantuviera quieto, todo su interior se revolviese de expectación.
No contestó inmediatamente, aunque lo tenía decidido ya, si ella respetaba su palabra no podía dejar pasar esa oportunidad y si, alguna vez lo hacía, entonces se marcharía por donde había venido y punto, con suerte podía aprender lo suficiente para ser jardinero en otra parte. Se frotó la nuca cuando vio marcharse a la mujer arrastrando ese sonido de seda contra seda. Era una mujer peligrosa, muy lista..La gente así siempre era un peligro para él que no estaba muy dispuesto a entrar en riñas intelectuales, de las cuales, además, iba a salir seguro mal parado. No podría compararse nunca con las habilidades mañosas y retorcidas que usaba la gente, por eso también se sentía fuera de lugar con el resto porque...No era precisamente alguien con buena conversación o ingenioso, era muy simplón. Si se le quitaba el burdel de encima era un hombre de lo más corriente y moliente, sin gracia alguna, esperaba que tanto Stein como Aveline tardaran bastante tiempo en descubrirlo.
Se giró observando la habitación donde estaban, decidió ir a por las pocas pertenencias que tenía, suyas, lo que se decía suyas..Apenas nada. Recogió los libros infantiles que había cogido prestados de la casa de Aletheia, eso si y las ropas que se había costeado él mismo con los beneficios, apenas unas botas y un conjunto de pantalón y camisa, más de estilo obrero que de caballero. Se cambió de ropa dejándolo todo dispuesto, no quería llevarse nada porque..No le pertenecía y punto. Se llevó los honorarios que había conseguido ahorrar, que no eran muchos, de hecho los contó. Le servirían para una pensión, al menos durante un mes o dos. Debería consultar con Faith su decisión, para ver lo que le parecía a ella, si solo a él le olía a gato encerrado, pero en media hora no le daba tiempo a todo eso, si tenía que tomar una decisión ahora prefería arriesgarse, porque de todas maneras si el salía mal acabaría en la calle y allí hubiera estado de no ser por la suerte que le brindaba la exótica mujer.
No tenía derecho a dudar o quejarse, era como un ángel llamando a su puerta..O un demonio cautivador. Recogió todo en un pequeño petate y esperó fuera a la Viuda de Seda. Prefería marcharse ya mismo, aunque tuviera que pedirle al menos una noche de su hospitalidad antes de buscarse un lugar donde estar porque..Ya que era libre, al menos quería tener un lugar propio, tranquilo, donde nadie pudiera molestar y..Donde llevar a Faith sin que a nadie le importase un recopete. En una habitación de la mansión de la noble se sentiría fuera de lugar, en un sitio que no era suyo y era lo mismo que vivía en el burdel. Era tonto, pero no tanto como para repetir la misma situación ahora que estaba escapando de ella.
Esperó a Erline con cierto nerviosismo, la media hora le estaba sabiendo eterna, tal vez estaba demasiado confiado en las capacidades de la mujer, pero cómo no hacerlo cuando hasta él sabía quién era, que ni chismorreaba ni era proclive al cotilleo. La fama precedía a la elegante dama y por eso tal vez no dudaba de que iba a conseguir lo que quisiera. Tal y como había hecho. Ahora tenía cosas más importantes en las que pensar, como en buscar un lugar propio con el dinero ahorrado y lo que le iría pagando Erline, tal vez una renta..Pero prefería una casita..Alejada, a ser posible, donde ojos indiscretos no pudieran seguirle..Seguramente eso costaría un santo dineral. Se frotó los ojos..La cuestión más importante no se le iba de la cabeza..¿Cómo reaccionaría Faith?...¿Y Stein..?
Al ver salir a la hermosa joven, se cuadró, casi instintivamente y observó con anhelo sus ojos, esperando una respuesta, una confirmación de que podía largase ya de allí, para siempre. El nerviosismo y la tensión hacía que a pesar de que su cuerpo se mantuviera quieto, todo su interior se revolviese de expectación.
Corbin Lockwood- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Orchid. {priv.Corbin}
Se despidió con un apretón de manos de Brody y salió a la puerta mirando a Corbin, satisfecha, porque tenía lo que había venido a buscar y de alguna forma sentía que aportaba un poco de justicia a la balanza del mundo, un planeta en el que millones de personas tenían que venderse en rincones infrahumanos para poder comer. Un mundo donde la vida era así de desalentadora y terrible. No era una buena samaritana, pero recordaba aún en sus carnes los inicios, antes de aceptar las reglas del juego y aprovecharse de que tenía la mejor mano, y de alguna forma prefería darles la oportunidad a esas personas, para salir de ese túnel.
— ¿nos vamos? Adiós Brody, nos vemos.— esperó a que Corbin le abriese la puerta del carruaje y subió los escaloncitos sentándose y haciendole un gesto con la mano para que subiese con ella.
Una vez en el interior, el cochero azuzó a los caballos y el traqueteo los acompañó hasta la mansión D'Amencourt. Sin duda sus magníficos jardines sólo quedaban ensombrecidos por el gigantesco invernadero de cristal y metal donde Erline tenía su santuario. Se respiraba paz y tranquilidad en aquella inmensa hacienda, lejos del tumultuoso París, de los barrios bajos y las luces del barrio latino o Pigalle. Todavía era temprano, dudaba que Corbin siquiera hubiera cenado. Se adentraron en la mansión y les recibió una mujer de unos cincuenta años, rasgos afilados y penetrantes ojos azules.
— señora Lambert, este es Corbin Lockwood, el nuevo jardinero. Fanny Lambert es el ama de llaves, nada se escapa de su control, es a ella a quien debe avisar de cualquier incidencia, o cuestión que tenga.
La mujer también había sido prostituta, es más, llegó a ser madame, pero un golpe de mala suerte hizo que se incendiase su burdel, donde una chica murió y ella se quedó en la calle y con lo puesto, demasiado mayor para ejercer. Momento en el cual Erline aprovechó para rescatarla de ese terrible destino y desde entonces era su fiel empleada, su perro guardián.
Allí se trataba a la gente con respeto, las familiaridades se podrían adquirir con el tiempo y el trato, pero no antes.
— Señora Lambert, ¿sería tan amable de enseñarle esto a Corbin? y si tiene hambre, lleveselo al comedor. Espero que se adapte bien, y bienvenido de nuevo.
La mujer le tendió la mano muy formalmente y se fue rumbo a sus aposentos, quería quitarse el corsé y ponerse cómoda.
El ama de llaves se llevó a Corbin, enseñándole por encima lo más importante de la mansión, explicándole qué había en cada planta, dónde encontrar las dependencias principales como el despacho de Erline, la biblioteca, el salón de té los lavabos y las dependencias del servicio, que eran espaciosas y había muchas vacías, ya que en esa mansión sólo vivía ella con todo el personal. Se necesitaban carca de 50 personas para mantenerla a punto, pero una decena no vivía allí, vivían fuera con sus familias. El resto sí, pues no encontrarían mejor lugar donde quedarse que ese, donde todos habían pasado más o menos por lo mismo, y habían encontrado allí un remanso de paz.
Las cocinas eran enormes, y sólo utilizaban la cuarta parte, el comedor del servicio estaba aledaño a éstas. Por una escalera de caracol subían a la primera planta del servicio, donde estaban ocupadas la veintena de habitaciones que la componían, el segundo piso era donde se alojaría Corbin, también casi todo ocupado, así que le asignaron la del final del pasillo. Era una cámara sencilla de paredes blancas pero espaciosa, con una cama, un armario, una mesa-escritorio con silla, un par de estantes y cómo no, una bonita planta con flores de color naranja. Todas las habitaciones tenían alguna, a la señora le gustaban las flores y plantas y tenía muchas por toda la casa. Las habitaciones del servicio no tenían por qué ser tristes y feas. La ropa de cama era de estampados hogareños y cálidos y las cortinas también en tonos claros. Encontraba deprimentes los cubículos donde hacinaban al servicio en otras mansiones, en la suya, donde normalmente se amontonaban 2 o 3 personas, eran habitacioones individuales.
— Cenamos a las nueve, pero si tiene hambre, ya sabe donde están las cocinas, no toque nada de los primeros mostradores, ni de la bodega. Por lo demás, puede coger lo que quiera de la alacena.
La primera bancada era donde custodiaban la comida, cena y desayuno de la señora, y quien osara tocar un pastelito podría perder la mano.
— ¿nos vamos? Adiós Brody, nos vemos.— esperó a que Corbin le abriese la puerta del carruaje y subió los escaloncitos sentándose y haciendole un gesto con la mano para que subiese con ella.
Una vez en el interior, el cochero azuzó a los caballos y el traqueteo los acompañó hasta la mansión D'Amencourt. Sin duda sus magníficos jardines sólo quedaban ensombrecidos por el gigantesco invernadero de cristal y metal donde Erline tenía su santuario. Se respiraba paz y tranquilidad en aquella inmensa hacienda, lejos del tumultuoso París, de los barrios bajos y las luces del barrio latino o Pigalle. Todavía era temprano, dudaba que Corbin siquiera hubiera cenado. Se adentraron en la mansión y les recibió una mujer de unos cincuenta años, rasgos afilados y penetrantes ojos azules.
— señora Lambert, este es Corbin Lockwood, el nuevo jardinero. Fanny Lambert es el ama de llaves, nada se escapa de su control, es a ella a quien debe avisar de cualquier incidencia, o cuestión que tenga.
La mujer también había sido prostituta, es más, llegó a ser madame, pero un golpe de mala suerte hizo que se incendiase su burdel, donde una chica murió y ella se quedó en la calle y con lo puesto, demasiado mayor para ejercer. Momento en el cual Erline aprovechó para rescatarla de ese terrible destino y desde entonces era su fiel empleada, su perro guardián.
Allí se trataba a la gente con respeto, las familiaridades se podrían adquirir con el tiempo y el trato, pero no antes.
— Señora Lambert, ¿sería tan amable de enseñarle esto a Corbin? y si tiene hambre, lleveselo al comedor. Espero que se adapte bien, y bienvenido de nuevo.
La mujer le tendió la mano muy formalmente y se fue rumbo a sus aposentos, quería quitarse el corsé y ponerse cómoda.
El ama de llaves se llevó a Corbin, enseñándole por encima lo más importante de la mansión, explicándole qué había en cada planta, dónde encontrar las dependencias principales como el despacho de Erline, la biblioteca, el salón de té los lavabos y las dependencias del servicio, que eran espaciosas y había muchas vacías, ya que en esa mansión sólo vivía ella con todo el personal. Se necesitaban carca de 50 personas para mantenerla a punto, pero una decena no vivía allí, vivían fuera con sus familias. El resto sí, pues no encontrarían mejor lugar donde quedarse que ese, donde todos habían pasado más o menos por lo mismo, y habían encontrado allí un remanso de paz.
Las cocinas eran enormes, y sólo utilizaban la cuarta parte, el comedor del servicio estaba aledaño a éstas. Por una escalera de caracol subían a la primera planta del servicio, donde estaban ocupadas la veintena de habitaciones que la componían, el segundo piso era donde se alojaría Corbin, también casi todo ocupado, así que le asignaron la del final del pasillo. Era una cámara sencilla de paredes blancas pero espaciosa, con una cama, un armario, una mesa-escritorio con silla, un par de estantes y cómo no, una bonita planta con flores de color naranja. Todas las habitaciones tenían alguna, a la señora le gustaban las flores y plantas y tenía muchas por toda la casa. Las habitaciones del servicio no tenían por qué ser tristes y feas. La ropa de cama era de estampados hogareños y cálidos y las cortinas también en tonos claros. Encontraba deprimentes los cubículos donde hacinaban al servicio en otras mansiones, en la suya, donde normalmente se amontonaban 2 o 3 personas, eran habitacioones individuales.
— Cenamos a las nueve, pero si tiene hambre, ya sabe donde están las cocinas, no toque nada de los primeros mostradores, ni de la bodega. Por lo demás, puede coger lo que quiera de la alacena.
La primera bancada era donde custodiaban la comida, cena y desayuno de la señora, y quien osara tocar un pastelito podría perder la mano.
Erline D'Amencourt- Prostituta Clase Alta
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Re: Orchid. {priv.Corbin}
Corbin abrió de forma automática la puerta del carruaje y dudó unos segundos antes de entrar junto a Erline y sentarse. Siempre se sentía incómodo en los carros, como si no estuvieran hechos para gente como él. Apenas tenía nada propio, así que el pequeño macuto lo dejó en su regazo, no se molestó en mirar a Brody o en despedirse de sus antiguos compañeros, como si no tuvieran prisa suficiente para alejarse de allí. Cerró los ojos, el tiempo suficiente como para alejarse de la algarabía parisina, se fue relajando sin darse cuenta y soltó un profundo suspiro, como si fuera el aire que había estado conteniendo durante siglos. Aquella era su primera bocanada de libertad, la primera vez que salía a al calle como un hombre. Abrió los ojos y miró por la ventana, podría decirse..Que estaba feliz, aunque no se le notase. Ahora podría la Viuda de Seda convertirse en una asesina en serie que iba a morir tranquilo, sobre sus pies. Por Dios, qué bien sentaba pensar así.
Al llegar le sorprendió el tamaño de los terrenos, era como una finca particular. Miró el invernadero, porque era la primera vez que veía uno tan gigante y tan de cerca, a decir verdad de jardinería tenía cero idea, pero del resto de cosas cotidianas más de lo mismo. Era como un pez fuera del agua, pero estaba curioso..Quería ver más. Salió del carruaje para unirse a la ama de llaves.- De acuerdo.- Respondió, sin más y estrechó la mano de la señora con suavidad, porque los mayores siempre le daban esa sensación de fragilidad que no podía evitar. Procuró prestar atención, gozaba de buena memoria si se concentraba, así que marcó los lugares donde no debería ir y los que tenía permitidos, aunque en un principio no pensó que la mansión fuera tan inmensa, le iba a costar bastante no perderse por todas esas salas y pasillos. Al menos recordar dónde estaba su habitación iba a ser sencillo. Al entrar dejó sus cosas sobre la cama, casi temiendo manchar la colcha. Se quedó un rato admirando lo acogedor que era, aunque seguía sin sentir que fuera suyo y sabía que podría quedarse, hasta encontrar un lugar que poder costearse por sí mismo o bien ahorrar hasta poder comprárselo. Eso tendría que pensarlo después, ni siquiera sabía cómo estaban las rentas o las compras de propiedades en París.
Ni siquiera se despidió de Erline, porque estaba demasiado aturullado con todo lo que tenía encima. Tendría que hablar con Stein y Ave tarde o temprano sobre esto, buscar un lugar, hacer cuentas..Se frotó la sien y salió de la habitación. Prefirió no comentarle a la señora Lambert que tenía hambre a todas horas, porque si algo se podría decir de Corbin era que disfrutaba como un condenado de la comida, pero no pecaba de glotón, era comedido, como con todo en lo que tenía opción. Eso sí, no se negaría un atracón el día que comprara para sí mismo..Claro que tendría que aprender a cocinar primero. Se rascó la barba..Estaba pensando en cosas que ni se le habrían pasado antes por la cabeza.
Estaba adelantando acontecimientos y le asustaba, pero no era capaz de contenerse, estaba eufórico, gritando.- Señora Lambert..Iré..A dar un paseo por los jardines, cuando pueda empezar, solo dígamelo.- Porque tenía unas ganas locas de aprender, de pronto. Tal vez Aletheia tuviera libros sobre plantas o jardinería. Tal vez esto no estuviera tan mal. tal vez. Tal vez...
Al llegar le sorprendió el tamaño de los terrenos, era como una finca particular. Miró el invernadero, porque era la primera vez que veía uno tan gigante y tan de cerca, a decir verdad de jardinería tenía cero idea, pero del resto de cosas cotidianas más de lo mismo. Era como un pez fuera del agua, pero estaba curioso..Quería ver más. Salió del carruaje para unirse a la ama de llaves.- De acuerdo.- Respondió, sin más y estrechó la mano de la señora con suavidad, porque los mayores siempre le daban esa sensación de fragilidad que no podía evitar. Procuró prestar atención, gozaba de buena memoria si se concentraba, así que marcó los lugares donde no debería ir y los que tenía permitidos, aunque en un principio no pensó que la mansión fuera tan inmensa, le iba a costar bastante no perderse por todas esas salas y pasillos. Al menos recordar dónde estaba su habitación iba a ser sencillo. Al entrar dejó sus cosas sobre la cama, casi temiendo manchar la colcha. Se quedó un rato admirando lo acogedor que era, aunque seguía sin sentir que fuera suyo y sabía que podría quedarse, hasta encontrar un lugar que poder costearse por sí mismo o bien ahorrar hasta poder comprárselo. Eso tendría que pensarlo después, ni siquiera sabía cómo estaban las rentas o las compras de propiedades en París.
Ni siquiera se despidió de Erline, porque estaba demasiado aturullado con todo lo que tenía encima. Tendría que hablar con Stein y Ave tarde o temprano sobre esto, buscar un lugar, hacer cuentas..Se frotó la sien y salió de la habitación. Prefirió no comentarle a la señora Lambert que tenía hambre a todas horas, porque si algo se podría decir de Corbin era que disfrutaba como un condenado de la comida, pero no pecaba de glotón, era comedido, como con todo en lo que tenía opción. Eso sí, no se negaría un atracón el día que comprara para sí mismo..Claro que tendría que aprender a cocinar primero. Se rascó la barba..Estaba pensando en cosas que ni se le habrían pasado antes por la cabeza.
Estaba adelantando acontecimientos y le asustaba, pero no era capaz de contenerse, estaba eufórico, gritando.- Señora Lambert..Iré..A dar un paseo por los jardines, cuando pueda empezar, solo dígamelo.- Porque tenía unas ganas locas de aprender, de pronto. Tal vez Aletheia tuviera libros sobre plantas o jardinería. Tal vez esto no estuviera tan mal. tal vez. Tal vez...
Corbin Lockwood- Humano Clase Baja
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Re: Orchid. {priv.Corbin}
Erline se encerró en sus aposentos, se tendió en la cama y dedicó el resto de la noche a deambular, leer, dormitar, cepillarse el pelo...aburrirse en definitiva.
El invernadero era un lugar verdaderamente especial, tenía una planta en forma cruz y en el pasillo central se ordenaban la mayoría de las plantas y árboles exóticos agrupados por conjuntos paisajísticos de gran impacto visual. Desde sequoyas a ttilos, pasando por rosas salvajes o flores de la recóndita Asia tropical con formas extrañas como murciélagos o bastones de caramelo. En el brazo derecho se encontraba el ala de las Orquídeas, la favorita de la señora. Había una especie de caverna construida para que rezumase agua sobre la roca constantemente y a un tamperatura adecuada. Estas flores requerían cuidados muy especiales y tenía de todos los tipos y variedades que existían. Al otrl lado, en el brazo izquierdo tenía un jardín estilo oriental con una cueva de luciérnagas que brillaban en la oscuridad al igual que algunas flores y setas, que emitían fosforescencias mágicas y verdes o azuladas como pequeños fuegos fatuos. El invernadero era su rincón favorito, al que acudía cuando necesitaba evadirse de su vida gris y carente de emociones.
Ese invernadero y los vastos jardines serían el territorio donde Corbin pasaría la mayor parte del tiempo. Al día siguiente el jardinero principal el señor Savart, cuyo nombre era Pascal, le pondría al día con sus tareas. Había tres peones más que trabajaban en el mantenimiento de los jardines, pero más enfocados a las lindes, a los árboles y fuentes de la mansión. Corbin y Pacal se dedicarían principalmente al invernadero y el jardín más cercano a la casa. Aún así, el equipo de cinco jardineros se plegaba a los deseos del jardinero del Rey, al que Erline pagaba una buena cantidad por acudir a su mansión una vez por semana y que chequease el estado del conjunto paisajístico de la villa y diseñase los nuevos rincones. Era algo incomprensible mantener una villa tan preciosa, con tanta dedicación y que nadie contemplase esas maravillas. La señora no era dada a hacer fiestas ni a abrir las puertas de su villa, pero al final daba lo mismo, era para el uso y disfrute de quienes vivían allí y eso ya bastaba para tenerlo todo perfecto.
Al lado de las caballerizas había una construcción accesoria, donde estaban los almacenes para todos los materiales que se necesitasen en el mantenimiento de la mansión. Bancadas enormes con herramientas, utensilios y cajas. Estantes llenos de sacos, macetas, botellas de todo tipo de líquidos como cera de pulimentar y todo ese tipo de cosas. Carretillas, palas, rastrillos, cuerdas, faroles de recambio...todo cuanto hiciera falta. El equipo de jardinería tenía presupuesto ilimitado, todo cuanto necesitasen lo pedían al señor Savart y en el periodo más breve lo recibían en la mansión. Todo estaba ordenado y limpio, porque a la señora le gustaba el orden y las cosas bien hechas, era una línea principal, una actitud, una forma de vivir y de hacer las cosas en aquel lugar. Era una mansión carente de alma, de risas infantiles, de calor de hogar...pero para almas solitarias que no lo echaban de menos, era un remanso de paz y orden lejos de la mugre y la sordidez.
El invernadero era un lugar verdaderamente especial, tenía una planta en forma cruz y en el pasillo central se ordenaban la mayoría de las plantas y árboles exóticos agrupados por conjuntos paisajísticos de gran impacto visual. Desde sequoyas a ttilos, pasando por rosas salvajes o flores de la recóndita Asia tropical con formas extrañas como murciélagos o bastones de caramelo. En el brazo derecho se encontraba el ala de las Orquídeas, la favorita de la señora. Había una especie de caverna construida para que rezumase agua sobre la roca constantemente y a un tamperatura adecuada. Estas flores requerían cuidados muy especiales y tenía de todos los tipos y variedades que existían. Al otrl lado, en el brazo izquierdo tenía un jardín estilo oriental con una cueva de luciérnagas que brillaban en la oscuridad al igual que algunas flores y setas, que emitían fosforescencias mágicas y verdes o azuladas como pequeños fuegos fatuos. El invernadero era su rincón favorito, al que acudía cuando necesitaba evadirse de su vida gris y carente de emociones.
Ese invernadero y los vastos jardines serían el territorio donde Corbin pasaría la mayor parte del tiempo. Al día siguiente el jardinero principal el señor Savart, cuyo nombre era Pascal, le pondría al día con sus tareas. Había tres peones más que trabajaban en el mantenimiento de los jardines, pero más enfocados a las lindes, a los árboles y fuentes de la mansión. Corbin y Pacal se dedicarían principalmente al invernadero y el jardín más cercano a la casa. Aún así, el equipo de cinco jardineros se plegaba a los deseos del jardinero del Rey, al que Erline pagaba una buena cantidad por acudir a su mansión una vez por semana y que chequease el estado del conjunto paisajístico de la villa y diseñase los nuevos rincones. Era algo incomprensible mantener una villa tan preciosa, con tanta dedicación y que nadie contemplase esas maravillas. La señora no era dada a hacer fiestas ni a abrir las puertas de su villa, pero al final daba lo mismo, era para el uso y disfrute de quienes vivían allí y eso ya bastaba para tenerlo todo perfecto.
Al lado de las caballerizas había una construcción accesoria, donde estaban los almacenes para todos los materiales que se necesitasen en el mantenimiento de la mansión. Bancadas enormes con herramientas, utensilios y cajas. Estantes llenos de sacos, macetas, botellas de todo tipo de líquidos como cera de pulimentar y todo ese tipo de cosas. Carretillas, palas, rastrillos, cuerdas, faroles de recambio...todo cuanto hiciera falta. El equipo de jardinería tenía presupuesto ilimitado, todo cuanto necesitasen lo pedían al señor Savart y en el periodo más breve lo recibían en la mansión. Todo estaba ordenado y limpio, porque a la señora le gustaba el orden y las cosas bien hechas, era una línea principal, una actitud, una forma de vivir y de hacer las cosas en aquel lugar. Era una mansión carente de alma, de risas infantiles, de calor de hogar...pero para almas solitarias que no lo echaban de menos, era un remanso de paz y orden lejos de la mugre y la sordidez.
Erline D'Amencourt- Prostituta Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/04/2017
Re: Orchid. {priv.Corbin}
El jardín era inmenso, pero ahora no tenía motivos para dejar de pasear, tenía todo el tiempo del mundo para desperdiciar y hacer lo que quisiera. Era un nuevo matiz en su vida al que tenía que acostumbrarse, no le gustaba estar ocioso, pero quería saborear la libertad que empezaba asimilar. No había vuelto a ver a Erline, pero se recordó que tenía que darle las gracias. El invernadero era demasiado llamativo como para evitar la tentación y decidió entrar, procurando molestar lo mínimo posible aunque pronto descubrió que estaba a solas con las plantas. La mayoría de los árboles y arbustos del exterior los conocía, eran especies más normales aunque nunca se había fijado en las plantas precisamente. Lo que allí veía era raro y exótico, y sintió curiosidad, había plantas que no sabía ni que pudieran existir, como aquellas que tenían formas muy raras, hasta que encontró las orquídeas. Bueno, al menos aquellas si las reconocía. Se acercó porque tampoco había visto tantas variedades, ni tantos colores, que hacían del invernadero un lugar idílico, todo estaba en silencio, solo el murmullo del riego y algún que otro entrechocar de hojas rompía la solemnidad pero era muy tranquilo.
La cueva de las fosforescencias acabó por estallarle la cabeza, no sabía que algo tan simple como un hongo o un bicho pudiera parecerle tan hermoso, tal vez podría enseñárselo alguna vez a Ave..¿Le gustarían las flores? Nunca se lo había planteado aunque el regalo más típico a las mujeres era precisamente ese. Se frotó la mejilla y paseó un rato más, acostumbrándose a la atmósfera cargada de humedad, en un microclima perfecto para los que allí vivían. Dio un rodeo por la villa, no entendía cómo alguien podía controlar y organizar algo de semejante tamaño, él no sabía ni por dónde empezar para buscarse una casa y Erline era capaz de administrar todas esas tierras.
Aun se sentía extraño en su nueva habitación y pensó que le costaría dormir, pero nada más lejos de la realidad, durmió como un bebé durante más horas de las necesarios y eso que no era especialmente dormilón. Abrió los ojos porque olió café. Se incorporó frotándose los ojos, mirando a su alrededor confuso, hasta que fue capaz de recordar dónde estaba. Por una vez en su vida se acicaló con esmero y contento, solo porque le daba la gana, no para nadie, para él. Salió al comedor, donde los trabajadores recurrentes ya estaban acabando sus respectivos desayunos y se sintió algo tímido, pidió disculpas en voz baja y comió su ración de desayuno sin una queja, aunque no tuviera ninguna.
Ese día empezaría con las labores básicas, como limpiar malas hierbas, mover algunas cosas de un sitio a otro y el viejo jardinero preguntó en voz alta dónde iba a encontrar un mono de trabajo apto para su tamaño. Corbin sonrió divertido, pero no comentó nada, por el momento trabajaba con una camisa que no le importaba destrozar y unos pantalones normales y corrientes. El jardinero descubrió que era mucho más sencillo tener la espalda de Corbin a su disposición y que el muchacho era buen trabajador, no se quejaba, atendía y obedecía con total naturalidad, tal vez no era el aprendiz más avispado ni el más rápido, pero se notaba que quería aprender y que intentaba hacer las cosas lo mejor que podía.
Aprovechando que él estaba allí, quitaron un par de arbustillos que habían caído durante el invierno y le enseñó lo necesario para poder plantar ejemplares nuevos. Corbin notó que al anciano le costaba hacer cualquier esfuerzo físico, tal vez por eso había pensado que era buena hora de retirarse, así que instintivamente él cogía las cosas pesadas o le acercaba lo que buscaba. De ese modo observó el granero donde guardaban todo lo necesario para los jardines y el invernadero, pensando que la disposición no era la mejor para alguien que era incapaz de agacharse ni de estirarse para llegar a las estanterías más altas. Así que, en su tiempo libre, empezó a moverlo todo, colocando la tierra, la arena, el abono y la maquinaría en las baldas más bajas, los utensilios que más solían usar como las podadoras, guantes y de más, en el medio, a la altura de su mentor y lo que menos usaban arriba del todo. Era un granero enorme, así que le costó bastante moverlo todo, pero no le importó gastar parte de su tiempo libre en ello, se sentía útil y odiaba estar sin hacer nada.
Las tardes de trabajo voluntario le daban el ambiente perfecto para pensar en cómo decirle a Ave y Stein dónde se encontraba. Dejaría pasar unos días más, que su trabajo empezase a ser más consistente para preguntar a Erline si ella conocía las rentas que ahora dominaban la ciudad..Se sentía un poco estúpido preguntando algo así a una dama pero..Estaba claro que ella sabía mucho más del mundo exterior que él.
La cueva de las fosforescencias acabó por estallarle la cabeza, no sabía que algo tan simple como un hongo o un bicho pudiera parecerle tan hermoso, tal vez podría enseñárselo alguna vez a Ave..¿Le gustarían las flores? Nunca se lo había planteado aunque el regalo más típico a las mujeres era precisamente ese. Se frotó la mejilla y paseó un rato más, acostumbrándose a la atmósfera cargada de humedad, en un microclima perfecto para los que allí vivían. Dio un rodeo por la villa, no entendía cómo alguien podía controlar y organizar algo de semejante tamaño, él no sabía ni por dónde empezar para buscarse una casa y Erline era capaz de administrar todas esas tierras.
Aun se sentía extraño en su nueva habitación y pensó que le costaría dormir, pero nada más lejos de la realidad, durmió como un bebé durante más horas de las necesarios y eso que no era especialmente dormilón. Abrió los ojos porque olió café. Se incorporó frotándose los ojos, mirando a su alrededor confuso, hasta que fue capaz de recordar dónde estaba. Por una vez en su vida se acicaló con esmero y contento, solo porque le daba la gana, no para nadie, para él. Salió al comedor, donde los trabajadores recurrentes ya estaban acabando sus respectivos desayunos y se sintió algo tímido, pidió disculpas en voz baja y comió su ración de desayuno sin una queja, aunque no tuviera ninguna.
Ese día empezaría con las labores básicas, como limpiar malas hierbas, mover algunas cosas de un sitio a otro y el viejo jardinero preguntó en voz alta dónde iba a encontrar un mono de trabajo apto para su tamaño. Corbin sonrió divertido, pero no comentó nada, por el momento trabajaba con una camisa que no le importaba destrozar y unos pantalones normales y corrientes. El jardinero descubrió que era mucho más sencillo tener la espalda de Corbin a su disposición y que el muchacho era buen trabajador, no se quejaba, atendía y obedecía con total naturalidad, tal vez no era el aprendiz más avispado ni el más rápido, pero se notaba que quería aprender y que intentaba hacer las cosas lo mejor que podía.
Aprovechando que él estaba allí, quitaron un par de arbustillos que habían caído durante el invierno y le enseñó lo necesario para poder plantar ejemplares nuevos. Corbin notó que al anciano le costaba hacer cualquier esfuerzo físico, tal vez por eso había pensado que era buena hora de retirarse, así que instintivamente él cogía las cosas pesadas o le acercaba lo que buscaba. De ese modo observó el granero donde guardaban todo lo necesario para los jardines y el invernadero, pensando que la disposición no era la mejor para alguien que era incapaz de agacharse ni de estirarse para llegar a las estanterías más altas. Así que, en su tiempo libre, empezó a moverlo todo, colocando la tierra, la arena, el abono y la maquinaría en las baldas más bajas, los utensilios que más solían usar como las podadoras, guantes y de más, en el medio, a la altura de su mentor y lo que menos usaban arriba del todo. Era un granero enorme, así que le costó bastante moverlo todo, pero no le importó gastar parte de su tiempo libre en ello, se sentía útil y odiaba estar sin hacer nada.
Las tardes de trabajo voluntario le daban el ambiente perfecto para pensar en cómo decirle a Ave y Stein dónde se encontraba. Dejaría pasar unos días más, que su trabajo empezase a ser más consistente para preguntar a Erline si ella conocía las rentas que ahora dominaban la ciudad..Se sentía un poco estúpido preguntando algo así a una dama pero..Estaba claro que ella sabía mucho más del mundo exterior que él.
Corbin Lockwood- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Orchid. {priv.Corbin}
Unos días más tarde de su encuentro en el burdel, la señora bajó a pasear por su jardín, empezaba a caer la tarde y el señor Savart se había retirado ya, dada su edad y las horas que eran. No esperaba ver a Corbin trabajando, pero tampoco se extrañó, usualmente sus empleados trabajan más horas por su propia voluntad, por mantenerse ocupados o porque consideraban una forma de agradecer la oportunidad recibida aunque ella no se lo pidiese.
Se acercó al invernadero, paseando por el jardín japonés. Iba en bata de seda, rara vez se ponía vestidos si no espraba a alguien, y por la misma razón llevaba el pelo sujeto en un moño con palillos y ni una gota de maquillaje. Dejó las zapatillas sobre la tarima de madera y metió los pies en el camino de piedras redondas de rio, caminó un poco por allí notando las texturas de los cantos rodados, mojándolos después al meterlos en el arroyuelo artificial y finalmente se sentó en uno de los bancos a escuchar el rumor del agua que siempre le aportaba paz.
En unos días todo se volvería una locura, el día del eclipse estaba programada su boda con brujo, un negocio bien atado, que luego acabaría en trágico final. Necesitaba estar serena y repasar mil veces el plan.
Corbin estaba quitando unas malas hierbas de unos parterres y podando el arbusto con la forma redonda, como lo tenían dispuesto.
— Buenas tardes Corbin. La señora Lambert me dice que te has adaptado bien...me alegro.
Se acercó al invernadero, paseando por el jardín japonés. Iba en bata de seda, rara vez se ponía vestidos si no espraba a alguien, y por la misma razón llevaba el pelo sujeto en un moño con palillos y ni una gota de maquillaje. Dejó las zapatillas sobre la tarima de madera y metió los pies en el camino de piedras redondas de rio, caminó un poco por allí notando las texturas de los cantos rodados, mojándolos después al meterlos en el arroyuelo artificial y finalmente se sentó en uno de los bancos a escuchar el rumor del agua que siempre le aportaba paz.
En unos días todo se volvería una locura, el día del eclipse estaba programada su boda con brujo, un negocio bien atado, que luego acabaría en trágico final. Necesitaba estar serena y repasar mil veces el plan.
Corbin estaba quitando unas malas hierbas de unos parterres y podando el arbusto con la forma redonda, como lo tenían dispuesto.
— Buenas tardes Corbin. La señora Lambert me dice que te has adaptado bien...me alegro.
Erline D'Amencourt- Prostituta Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/04/2017
Re: Orchid. {priv.Corbin}
Corbin había encontrado en su trabajo un remanso de paz, podía estar sin tensión, paseando por los jardines y asegurándose de que las diferentes especies sobrevivieran lo mejor posible, hasta había empezado a tomar decisiones por su cuenta, que era algo a lo que no estaba acostumbrada y esa iniciativa se había visto suprimida por la educación que le habían dado. No tenía que fingir ser quien no era, aunque en esencia parecía exactamente el mismo, siempre taciturno, callado y, en definitiva, a su permanente silencio. No era dado a hacer amigos, pero siempre fue educado y procuraba no molestar a nadie, le gustaba más la soledad que le daban los invernaderos y, aun en esos días, encontraba rincones de pequeñas maravillas, con un árbol extraño aquí o una disposición de plantas con flores exquisita y desconocida, en esos jardines había sitios encantadores escondidos, le gustaba encontrarlos sin más, sin esperarlos, era como una pequeña maravilla, cientos de maravillas esperando para que él las valorase. Había apreciado mucho la tranquilidad, a menudo podía sentarse en sus horas de descanso, en algunos de los rincones que había descubierto y leía algún libro u otro mientras almorzaba, disfrutando de su soledad, de la vida, solo eso.
Las plantas orientales fue uno de esos rincones, no estaba oculto pero era un sitio muy especial, era como viajar a otro lugar, a uno que él jamás soñaría ni siquiera con imaginar y los olores y los sonidos que las propias plantas hacían con las corrientes de aire eran diferentes y para alguien que no había salido nunca de París era muy llamativo. Podaba uno de los caprichosos arbustos, ensimismado, concentrado, hasta que escuchó la inconfundible voz de Erline. Dejó de hacer lo que estaba haciendo y se giró para verla, cerró las tijeras de podar y se pasó el dorso de la mano por la frente para quitarse las gotas de sudor. - Es sencillo adaptarse a este lugar, señora D'amencourt.- No estaba seguro si debía seguir trabajando o atender a la mujer, pero decidió quedarse donde estaba aun con las tijeras en la mano. ¿Tal vez era un buen momento para hablarle de las rentas?..Pero, notaba algo..En Erline..Era una mujer muy difícil de descifrar, como si fuera un muro de hielo y no veía ni sentía nada, no le transmitía nada, pero cuando algo se retorcía en esa bella cabeza era más fácil notarlo.-..¿Se encuentra bien?
Las plantas orientales fue uno de esos rincones, no estaba oculto pero era un sitio muy especial, era como viajar a otro lugar, a uno que él jamás soñaría ni siquiera con imaginar y los olores y los sonidos que las propias plantas hacían con las corrientes de aire eran diferentes y para alguien que no había salido nunca de París era muy llamativo. Podaba uno de los caprichosos arbustos, ensimismado, concentrado, hasta que escuchó la inconfundible voz de Erline. Dejó de hacer lo que estaba haciendo y se giró para verla, cerró las tijeras de podar y se pasó el dorso de la mano por la frente para quitarse las gotas de sudor. - Es sencillo adaptarse a este lugar, señora D'amencourt.- No estaba seguro si debía seguir trabajando o atender a la mujer, pero decidió quedarse donde estaba aun con las tijeras en la mano. ¿Tal vez era un buen momento para hablarle de las rentas?..Pero, notaba algo..En Erline..Era una mujer muy difícil de descifrar, como si fuera un muro de hielo y no veía ni sentía nada, no le transmitía nada, pero cuando algo se retorcía en esa bella cabeza era más fácil notarlo.-..¿Se encuentra bien?
Corbin Lockwood- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Orchid. {priv.Corbin}
Asintió despacio mirando a Corbin, le había visto alguna cicatriz cuando trabajaba sin camiseta, ese muchachote lo había pasado mal.
— siempre estamos bien. No tenemos derecho a no estarlo ¿verdad?tanto tiempo fingiendo que todo te va bien llega un momento que casi lo crees...pero la realidad regresa con el sol.— suspiró.— hay algo que me preocupa, algo que no puedo controlar, que no depende de mi...y me inquieta que no salga bien, eso es todo.
Desvió sus ojos hacia la cueva de las orquídeas y caminó hacia allí pidiéndole a Corbin que la acompañara.
— Me casaré el viernes con el señor Sacro, no quiero flores de cualquier tienda en mi ramo, vamos a elegir algunas de aquí.— le señalo la orquídea negra y otras dos variedades blancas. Luego escogió unas bayas venenosas de color rojo grana para darle un toque colorido.— El señor Pascal sabrá montarlo, antes fue florista, tan sólo asegúrate de que esté listo para el viernes. Sé que verás cambios y que quizás venga poco por aquí...pero no te preocupes, todo sigue igual, lo estás haciendo bien.
Se sentaron frente a las orquídeas escuchando el rumor del agua que destilaban las paredes, eso siempre le aportaba paz.
— ¿y tú cómo estás? el trabajo es lo que esperabas?
— siempre estamos bien. No tenemos derecho a no estarlo ¿verdad?tanto tiempo fingiendo que todo te va bien llega un momento que casi lo crees...pero la realidad regresa con el sol.— suspiró.— hay algo que me preocupa, algo que no puedo controlar, que no depende de mi...y me inquieta que no salga bien, eso es todo.
Desvió sus ojos hacia la cueva de las orquídeas y caminó hacia allí pidiéndole a Corbin que la acompañara.
— Me casaré el viernes con el señor Sacro, no quiero flores de cualquier tienda en mi ramo, vamos a elegir algunas de aquí.— le señalo la orquídea negra y otras dos variedades blancas. Luego escogió unas bayas venenosas de color rojo grana para darle un toque colorido.— El señor Pascal sabrá montarlo, antes fue florista, tan sólo asegúrate de que esté listo para el viernes. Sé que verás cambios y que quizás venga poco por aquí...pero no te preocupes, todo sigue igual, lo estás haciendo bien.
Se sentaron frente a las orquídeas escuchando el rumor del agua que destilaban las paredes, eso siempre le aportaba paz.
— ¿y tú cómo estás? el trabajo es lo que esperabas?
- ramo:
Erline D'Amencourt- Prostituta Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/04/2017
Re: Orchid. {priv.Corbin}
No dijo nada al principio, era mejor escuchando que hablando, así que siguió a la mujer al interior de la cueva, aunque la cercanía le resultaba incómoda esta vez podía poner la distancia que creyera conveniente entre los dos, sin temor a que eso ofendiera a nadie. Con el tiempo había desarrollado precisamente una necesidad de espacio propio descomunal. Observó las orquídeas asintiendo con la cabeza.- Enhorabuena, señora, espero que su matrimonio sea lo que espere de él.- Últimamente todos a su alrededor se casaban, Erline, Aletheia...Ave. Se pasó una mano por la frente, incómodo, cuando su mente divagó hacia zonas oscuras y levantó la vista, centrándose en la tarea, centrándose en su señora.
- ¿Le preocupa que el matrimonio no salga bien?- Suponía que era un asunto serio y espinoso, sobre todo porque se suponía que era para siempre, no se podía salir y entrar de un matrimonio fácilmente, pero suponía que ella tenía recursos para conseguirlo si así lo deseaba. Observó a Erline, a veces le parecía una muñeca hermosa, hermosa pero vacía. Ahora parecía un poco más...Humana. Se sentó junto a ella, suspirando pensativo, él no había visto el vestido de Ave, tampoco el ramo..¿Le habría puesto tanto de sí misma como parecía hacerlo la Dama de Seda? Se frotó la mejilla.- Creía que estar fuera del burdel sería..Diferente. Estoy contento...No crea que no le estoy agradecido es solo que..Mi situación ha cambiado a mejor, pero a veces pienso que no tanto como parece.- Sonrió de medio lado y miró a la mujer, incómodo y avergonzado.- Soy un gran estúpido, ¿No? Ahora que puedo ser feliz, pienso en cosas que no debería.
- ¿Le preocupa que el matrimonio no salga bien?- Suponía que era un asunto serio y espinoso, sobre todo porque se suponía que era para siempre, no se podía salir y entrar de un matrimonio fácilmente, pero suponía que ella tenía recursos para conseguirlo si así lo deseaba. Observó a Erline, a veces le parecía una muñeca hermosa, hermosa pero vacía. Ahora parecía un poco más...Humana. Se sentó junto a ella, suspirando pensativo, él no había visto el vestido de Ave, tampoco el ramo..¿Le habría puesto tanto de sí misma como parecía hacerlo la Dama de Seda? Se frotó la mejilla.- Creía que estar fuera del burdel sería..Diferente. Estoy contento...No crea que no le estoy agradecido es solo que..Mi situación ha cambiado a mejor, pero a veces pienso que no tanto como parece.- Sonrió de medio lado y miró a la mujer, incómodo y avergonzado.- Soy un gran estúpido, ¿No? Ahora que puedo ser feliz, pienso en cosas que no debería.
Corbin Lockwood- Humano Clase Baja
- Mensajes : 135
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Orchid. {priv.Corbin}
— Mi matrimonio es un contrato Corbin, saldrá bien porque ambos cumpliremos nuestras partes, y si no es así, está estipulado como romperlo para que todo quede claro. No es eso lo que me preocupa. Tengo que...matar a mi marido para conseguir que me devuelvan mis sentimientos.— Suspiró.— sé como suena eso. Creo que tengo que explicarlo mejor. Mi marido es un brujo, es poderoso pero no tiene sentimientos, se los robaron en la cuna. Fue el clan rival, y una de sus brujas me ofreció devolverme los sentimientos que no tengo a cambio de acabar con él. No lo haré, he urdido un plan para que parezca que si y que esas brujas puedan ser cazadas in fraganti, al parecer un clan no puede atentar contra otro clan. Pero así conseguiré la poción y salvaré la vida de Lucio. Es complejo... y espero que salga bien. Hay mucho en juego..— Se detuvo a oler una de las orquídeas, le gustaba especialmente el aroma que despredía esa variedad.— Ojalá pudiera decir que me caso por amor...pero no sé qué es eso. Ni tampoco el odio, ni la ira...mi vida es un contínuo estado gris, lleno de apatía. Al menos con Lucio me entretengo en ese juego de apostar fuerte, de intentar derribar al otro...pero lo cierto es que me da igual si rompe el contrato y se marcha con otra. No me afecta.
Se dirigió al exterior de la cueva a sentarse en uno de los bancos donde la luz tenue del invernadero se colaba entre el follaje de las ramas de árboles tropicales.
— Antes no tenías ni siquiera la curiosidad por el cambio. Ahora sí, eres capaz de ver cómo cambias tú, cómo cambia tu vida...eso ya es un paso importante. Para que las cosas cambien, tú tienes que hacerlo. Todo está en tu propia fuerza, Corbin. Nadie va a vivir tu vida por ti, haz lo que te dicten tus impulsos, es la única forma de avanzar. Y créeme...aunque la vida te parezca una cárcel, jamás lo será tanto como cuando no eres dueño de tu cuerpo. ¿Puedo hacer algo más por ti?
Se dirigió al exterior de la cueva a sentarse en uno de los bancos donde la luz tenue del invernadero se colaba entre el follaje de las ramas de árboles tropicales.
— Antes no tenías ni siquiera la curiosidad por el cambio. Ahora sí, eres capaz de ver cómo cambias tú, cómo cambia tu vida...eso ya es un paso importante. Para que las cosas cambien, tú tienes que hacerlo. Todo está en tu propia fuerza, Corbin. Nadie va a vivir tu vida por ti, haz lo que te dicten tus impulsos, es la única forma de avanzar. Y créeme...aunque la vida te parezca una cárcel, jamás lo será tanto como cuando no eres dueño de tu cuerpo. ¿Puedo hacer algo más por ti?
Erline D'Amencourt- Prostituta Clase Alta
- Mensajes : 162
Fecha de inscripción : 27/04/2017
Re: Orchid. {priv.Corbin}
Por un momento Corbin estaba más que perdido, escuchó toda la historia de la Viuda de Seda pensando que era todo una invención o una maldita locura. Matar a su futuro marido era poca cosa teniendo en cuenta lo que había venido a continuación. Se frotó la mejilla cuando ella acabó de hablar, intentando poner en orden sus ideas, sus opiniones y los acontecimientos relatados. Para su cabeza simple y llana como una ameba fue un esfuerzo titánico y había cosas que aun ni siquiera entendía. Sabía que la mujer era especial y un tanto rara, que no era capaz de adivinar o que quería como ocurría con el resto, tal vez fuera ese el motivo, si Erline no era capaz de sentir nada, él solo encontraba el vacío de su alma como respuesta.
Se cruzó de brazos pensativo, en algo tenía razón, él había cambiado. Estaba más cómodo, no podía ser del todo feliz, porque siempre tenía esa sensación de no encajar del todo en la vida que Faith y Stein estaban construyendo juntos, como si él, tarde o temprano, acabase en alguna esquina de sus mentes y eso fuera todo lo que podría ocupar de ellos. Tal vez se estaba cansando de ser menos que el resto, tal vez empezaba a necesitar algo más que migajas de un amor que ni siquiera era suyo. Bajó un momento la mirada, se sentía egoísta, nunca había querido que Ave tuviera que elegir entre los dos y él tenía fuertes sentimientos por el brujo, pero nunca era capaz de cubrir la distancia que le separaba de ellos, tal vez él nunca podría estar al mismo nivel. Esos sentimientos habían empezado como gusanos, pero ahora estaban cavando túneles y minaban su determinación, sus sentimientos.
- En realidad..Si hay algo más. Algo..Ha cambiado.- Bajó un momento la mirada, pero no era justo, Erline le había contado lo que le pasaba..¿Por qué no iba a hacerlo él? Después de todo..No podía hablar con nadie de su vida, salvo con Aletheia y ella ya tenía sus propios problemas.- Mi..Mujer..Está casada con otro, por el que también siento algo..Y ahora, la familia de mi mujer está pasando por un mal momento y..Está embarazada.- Suspiró, todavía le costaba hacerse a la idea.- ¿Tendrías...Algún otro trabajo para mi? No descuidaré el jardín, puedo encargarme de él y de alguna cosa más, cualquiera que necesites...Salvo..Lo obvio..Le prometí que no vendería mi cuerpo de nuevo.
Se cruzó de brazos pensativo, en algo tenía razón, él había cambiado. Estaba más cómodo, no podía ser del todo feliz, porque siempre tenía esa sensación de no encajar del todo en la vida que Faith y Stein estaban construyendo juntos, como si él, tarde o temprano, acabase en alguna esquina de sus mentes y eso fuera todo lo que podría ocupar de ellos. Tal vez se estaba cansando de ser menos que el resto, tal vez empezaba a necesitar algo más que migajas de un amor que ni siquiera era suyo. Bajó un momento la mirada, se sentía egoísta, nunca había querido que Ave tuviera que elegir entre los dos y él tenía fuertes sentimientos por el brujo, pero nunca era capaz de cubrir la distancia que le separaba de ellos, tal vez él nunca podría estar al mismo nivel. Esos sentimientos habían empezado como gusanos, pero ahora estaban cavando túneles y minaban su determinación, sus sentimientos.
- En realidad..Si hay algo más. Algo..Ha cambiado.- Bajó un momento la mirada, pero no era justo, Erline le había contado lo que le pasaba..¿Por qué no iba a hacerlo él? Después de todo..No podía hablar con nadie de su vida, salvo con Aletheia y ella ya tenía sus propios problemas.- Mi..Mujer..Está casada con otro, por el que también siento algo..Y ahora, la familia de mi mujer está pasando por un mal momento y..Está embarazada.- Suspiró, todavía le costaba hacerse a la idea.- ¿Tendrías...Algún otro trabajo para mi? No descuidaré el jardín, puedo encargarme de él y de alguna cosa más, cualquiera que necesites...Salvo..Lo obvio..Le prometí que no vendería mi cuerpo de nuevo.
Corbin Lockwood- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 02/02/2017
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