AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Orchid. {priv.Corbin}
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Orchid. {priv.Corbin}
Recuerdo del primer mensaje :
"La gente da flores como presente porque las flores contienen el verdadero significado del amor. Cualquier persona que intente poseer una flor tendrá que ver como su belleza se desvanece. Pero si simplemente mira una flor en el campo, la mantendrá para siempre. Eso es lo que el bosque me enseñó: que nunca serás mío, y es por eso que nunca te perderé."
Erline cerró la tapa del libro que estaba leyendo, plagado de románticas y profundas reflexiones. A veces los leía para comprobar si removían algo en su interior, y normalmente la respuesta siempre era la misma: nada. El escritor al menos había conseguido que le dieran ganas de pasear por si invernadero, su lugar favorito de toda la propiedad y que Olivier no escatimó en construirle. Aquella enorme casa de cristal contaba con todo tipo de flores, plantas, árboles y arbustos. Tenía fontanas y estanques con vegetación de agua, carpas y nenúfares. Tenía más de treinta variedades de rosas, tulipanes de mil colores, enredaderas colgantes y hasta plantas carnívoras. Pero sin duda su rincón favorito era la cueva de las orquídeas. Esas flores eran delicadas, codiciadas, perfectas y necesitaban muchos cuidados. Una vez a la semana venía un jardinero experto que planificaba y distribuía las tareas que luego los dos jardineros que tenía contratados. El primero era el paisajista de Versalles y trabajaba para el mismisimo rey, no había conseguido contratarlo pero al menos con una vez a la semana todo quedaba bien resuelto. El jardinero que más tiempo llevaba con ellos se jubilaba en breve y necesitaba otro, allí había trabajo de sobra para dos. No necesitaba que fuera un experto, sólo que acatara órdenes mientras aprendía.
No se sentía en deuda con la sociedad, pero si podía emplear gente que quisiera dejar el oficio más viejo del mundo, lo prefería, y por varias razones: primero porque quería absoluta discreción, y nadie mejor que las putas guardaban eso escrupulosamente. Segundo porque todos en el negocio sabían que llegaría el dia que su cuerpo no valdría nada y sería tarde para dejarlo, ya sólo quedaría la calle y la muerte, así que había que plantearse un oficio digno en algun momento, y rara vez contrataban a ex-prostitutos.
Esa tarde se encaminó al Golden, un viejo conocido llamado Brody se había montado un buen chiringuito. No lo veía desde sus inicios en el burdel del puerto, pero lo recordaba grandullón con la tipica cara de irlandés borrachín. Seguro que entendería el buen negocio que suponía el trato que le iba a ofrecer. Él le dejaba tentar a alguno de sus chicos y ella a cambio le enviaría buenos clientes que le asegurarían más negocio. París estaba lleno de gente que sustituiría a las putas que lo dejan, pero ese trato le garantizaría clientes fieles y la continuidad del negocio.
Se envolvió en su vestido de seda, esta vez de color azul oscuro bordado en naranjas y verdes, y mandó al cochero detener el vehículo en el Golden. Entró en el local y fue directa a habar con el dueño, de entrada no le iba a decir cuales eran sus intenciones, sólo le pediría compañía masculina y el irlandés tendría que acceder a sus caprichos.
"La gente da flores como presente porque las flores contienen el verdadero significado del amor. Cualquier persona que intente poseer una flor tendrá que ver como su belleza se desvanece. Pero si simplemente mira una flor en el campo, la mantendrá para siempre. Eso es lo que el bosque me enseñó: que nunca serás mío, y es por eso que nunca te perderé."
Erline cerró la tapa del libro que estaba leyendo, plagado de románticas y profundas reflexiones. A veces los leía para comprobar si removían algo en su interior, y normalmente la respuesta siempre era la misma: nada. El escritor al menos había conseguido que le dieran ganas de pasear por si invernadero, su lugar favorito de toda la propiedad y que Olivier no escatimó en construirle. Aquella enorme casa de cristal contaba con todo tipo de flores, plantas, árboles y arbustos. Tenía fontanas y estanques con vegetación de agua, carpas y nenúfares. Tenía más de treinta variedades de rosas, tulipanes de mil colores, enredaderas colgantes y hasta plantas carnívoras. Pero sin duda su rincón favorito era la cueva de las orquídeas. Esas flores eran delicadas, codiciadas, perfectas y necesitaban muchos cuidados. Una vez a la semana venía un jardinero experto que planificaba y distribuía las tareas que luego los dos jardineros que tenía contratados. El primero era el paisajista de Versalles y trabajaba para el mismisimo rey, no había conseguido contratarlo pero al menos con una vez a la semana todo quedaba bien resuelto. El jardinero que más tiempo llevaba con ellos se jubilaba en breve y necesitaba otro, allí había trabajo de sobra para dos. No necesitaba que fuera un experto, sólo que acatara órdenes mientras aprendía.
- invernadero:
No se sentía en deuda con la sociedad, pero si podía emplear gente que quisiera dejar el oficio más viejo del mundo, lo prefería, y por varias razones: primero porque quería absoluta discreción, y nadie mejor que las putas guardaban eso escrupulosamente. Segundo porque todos en el negocio sabían que llegaría el dia que su cuerpo no valdría nada y sería tarde para dejarlo, ya sólo quedaría la calle y la muerte, así que había que plantearse un oficio digno en algun momento, y rara vez contrataban a ex-prostitutos.
Esa tarde se encaminó al Golden, un viejo conocido llamado Brody se había montado un buen chiringuito. No lo veía desde sus inicios en el burdel del puerto, pero lo recordaba grandullón con la tipica cara de irlandés borrachín. Seguro que entendería el buen negocio que suponía el trato que le iba a ofrecer. Él le dejaba tentar a alguno de sus chicos y ella a cambio le enviaría buenos clientes que le asegurarían más negocio. París estaba lleno de gente que sustituiría a las putas que lo dejan, pero ese trato le garantizaría clientes fieles y la continuidad del negocio.
Se envolvió en su vestido de seda, esta vez de color azul oscuro bordado en naranjas y verdes, y mandó al cochero detener el vehículo en el Golden. Entró en el local y fue directa a habar con el dueño, de entrada no le iba a decir cuales eran sus intenciones, sólo le pediría compañía masculina y el irlandés tendría que acceder a sus caprichos.
Erline D'Amencourt- Prostituta Clase Alta
- Mensajes : 162
Fecha de inscripción : 27/04/2017
Re: Orchid. {priv.Corbin}
Su mujer estaba casada con otro por quien también sentía algo...Aquello era sorprendente, no se imaginaba que ese grandullón que tenía pinta de ser más bobo que un botijo pudiera estar metido en algo asi. Estiró una sonrisa algo malvada y comentó divertida.
— Vaya... apuestas a lo grande, no lo hubiera imaginado. Unos tanto y otros tampoco, yo no siento nada y tu sientes por dos, podríamos hacer un intercambio.
Sopesó lo que le estaba pidiendo Corbin y tomó una determinación, no era una mujer miserable ni agarrada, si algo le sobraba era el dinero y con él compraba todo, incluso la lealtad.
— No voy a pedirte tu cuerpo, como te dije, eso se acabó, es la única regla sagrada de esta casa. Si tú quieres hacerlo en tu tiempo libre, no lo veo lógico pero podría entenderlo, eso sí... no bajo mi orden. Esto es lo que haremos: buscarás a alguien más para ayudarte en el jardín y yo dispondré de ti como mi asistente personal cuando lo necesite. Eso implica acompañarme cuando salga de compras, llevarme a algunos lugares... ese tipo de cosas. Tu sueldo pasará a triplicarse, si así te parece bien.
Ya le pagaba un sueldo muy digno, pero con el triple podría decirse que superaría el estatus monetario normal de un obrero, acercándose a la clase media que vivía bien casi rozando la alta.
Jack se había ido del país, ya no tenía "amigo", quizás Corbin pudiera suplir ese hueco, en cualquier caso, tampoco le suponía un esfuerzo, así que confiaba que con ese trato el hombre estuviera más dispuesto a compartir con ella sus inquietudes y a ser su nuevo pepito grillo.
— Vaya... apuestas a lo grande, no lo hubiera imaginado. Unos tanto y otros tampoco, yo no siento nada y tu sientes por dos, podríamos hacer un intercambio.
Sopesó lo que le estaba pidiendo Corbin y tomó una determinación, no era una mujer miserable ni agarrada, si algo le sobraba era el dinero y con él compraba todo, incluso la lealtad.
— No voy a pedirte tu cuerpo, como te dije, eso se acabó, es la única regla sagrada de esta casa. Si tú quieres hacerlo en tu tiempo libre, no lo veo lógico pero podría entenderlo, eso sí... no bajo mi orden. Esto es lo que haremos: buscarás a alguien más para ayudarte en el jardín y yo dispondré de ti como mi asistente personal cuando lo necesite. Eso implica acompañarme cuando salga de compras, llevarme a algunos lugares... ese tipo de cosas. Tu sueldo pasará a triplicarse, si así te parece bien.
Ya le pagaba un sueldo muy digno, pero con el triple podría decirse que superaría el estatus monetario normal de un obrero, acercándose a la clase media que vivía bien casi rozando la alta.
Jack se había ido del país, ya no tenía "amigo", quizás Corbin pudiera suplir ese hueco, en cualquier caso, tampoco le suponía un esfuerzo, así que confiaba que con ese trato el hombre estuviera más dispuesto a compartir con ella sus inquietudes y a ser su nuevo pepito grillo.
Erline D'Amencourt- Prostituta Clase Alta
- Mensajes : 162
Fecha de inscripción : 27/04/2017
Re: Orchid. {priv.Corbin}
Se rascó la barba, como siempre pensaba demasiado cosas que eran del todo obvias. ¿Quién se negaría? Pues el pazguato de turno. Cogió aire, no muy convencido de lo que le proponía, no porque no se fiase de ella porque todo cuanto le había prometido lo había cumplido sin miramientos.- Triplicarse..Me parece demasiado solo por ser el hombre de los recados..Doblarse ya me parece una exageración, pero el doble estaría bien..Podría al fin pagar parte de una casa o un alquiler elevado.- En consonancia con la posición de Ave y Stein, que seguramente preferirían un lugar cómodo y no un cuchitril.
- Y en cuanto a los sentimientos...Tener demasiados no es algo muy positivo..-Bajó un momento la mirada, porque al menos con ella podía compartir sus inquietudes, como con Aletheia, pero temía que si se los decía a Faith le causaran pesar, prefería quedárselos para sí.- Apostar a lo grande implica arriesgarse a lo grande..Aun tengo..Mis dudas..Y mis miedos. Supongo que porque soy quien soy..y fui lo que fui, aun pienso que no encajo del todo. Al fin y al cabo, es su mujer y no la mía...Aunque la..Amo demasiado y no quiero alejarme de ella.- Se frotó la frente esta ve y sonrió.- Los sentimientos son complicados, señora D'Amencourt, a menudo te envidio.
Daba el tema por zanjado, pero entonces se acordó de algo importante que tal vez ella estuviera esperando de él y que no podría darle.-..Ah, por cierto..Si estás buscando además de una mula de carga una especie de protector o algo semejante..No te hagas muchas ilusiones, ser grande no es sinónimo de gran luchador. No sería capaz de enfrentarme a nada, así que..Sería un guardaespaldas totalmente inútil.
- Y en cuanto a los sentimientos...Tener demasiados no es algo muy positivo..-Bajó un momento la mirada, porque al menos con ella podía compartir sus inquietudes, como con Aletheia, pero temía que si se los decía a Faith le causaran pesar, prefería quedárselos para sí.- Apostar a lo grande implica arriesgarse a lo grande..Aun tengo..Mis dudas..Y mis miedos. Supongo que porque soy quien soy..y fui lo que fui, aun pienso que no encajo del todo. Al fin y al cabo, es su mujer y no la mía...Aunque la..Amo demasiado y no quiero alejarme de ella.- Se frotó la frente esta ve y sonrió.- Los sentimientos son complicados, señora D'Amencourt, a menudo te envidio.
Daba el tema por zanjado, pero entonces se acordó de algo importante que tal vez ella estuviera esperando de él y que no podría darle.-..Ah, por cierto..Si estás buscando además de una mula de carga una especie de protector o algo semejante..No te hagas muchas ilusiones, ser grande no es sinónimo de gran luchador. No sería capaz de enfrentarme a nada, así que..Sería un guardaespaldas totalmente inútil.
Corbin Lockwood- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Orchid. {priv.Corbin}
Había pasado a tutearla, eso era un paso agradable que no alcanzaba con casi nadie. Corbin no estaba falto de razón, y cuando la razón imperaba ella no tenía nada que decir al respecto. Los sentimientos eran una carga pero la vida sin ellos era fría y oscura.
— Descuida Corbin, no busco un guardaespaldas en realidad, eres grande y ya intimidas, pero no pretendo que sepas luchar porque no vamos a ir a meternos en líos. Insisto en el triple, quiero que entiendas una cosa: soy obscenamente rica y ahora con mi nuevo matrimonio lo seré más, pero el dinero no me puede comprar todo, eso ya lo sé. No me comprará un pasado distinto, no me comprará la tranquilidad de mi alma...así que acéptalo en pago a tu esfuerzo, porque quiero que seas un amigo, un confidente y serlo de alguien como yo no es fácil y a menudo es desesperante. Antes tenía a Jack que me ayudaba a poner sentido común en mis decisiones, pero ahora no está y ese hueco me gustaría llenarlo contigo. Ya descubrirás que el pago es justo, y solo por tu honestidad al insistir en que sea menor, ya lo mereces.
Los días fueron pasando en la mansión D'Amencourt y aunque Corbin seguía cuidando del jardin, contrataron a alguien más porque ahora la señora se había aficionado a salir de la casa en busca de compras para la boda y posteriormente para la llegada del bebé. Lucio pasaba temporadas allí, pero la Araña y el Escorpión no podían pasar mucho tiempo juntos, acababan picándose y mordiéndose y necesitaban tomarse una distancia.
Corbin se volvió algo más taciturno, y al parecer fue porque había pasado algo con su relación, Erline no lo presionaba a hablar, pero si no le contaba algo pronto, le preguntaría porque lo veía como un alma en pena por el jardín. Esa tarde se irían de compras y necesitaba que la acompañase, se le empezaban a notar los signos del embarazo y había decidido ir a comprar ropa para el bebé y algunos trastos necesarios, asi que llamó al rubio y ambos subieron al coche de caballos rumbo a la zona comercial de la ciudad.
— Descuida Corbin, no busco un guardaespaldas en realidad, eres grande y ya intimidas, pero no pretendo que sepas luchar porque no vamos a ir a meternos en líos. Insisto en el triple, quiero que entiendas una cosa: soy obscenamente rica y ahora con mi nuevo matrimonio lo seré más, pero el dinero no me puede comprar todo, eso ya lo sé. No me comprará un pasado distinto, no me comprará la tranquilidad de mi alma...así que acéptalo en pago a tu esfuerzo, porque quiero que seas un amigo, un confidente y serlo de alguien como yo no es fácil y a menudo es desesperante. Antes tenía a Jack que me ayudaba a poner sentido común en mis decisiones, pero ahora no está y ese hueco me gustaría llenarlo contigo. Ya descubrirás que el pago es justo, y solo por tu honestidad al insistir en que sea menor, ya lo mereces.
Los días fueron pasando en la mansión D'Amencourt y aunque Corbin seguía cuidando del jardin, contrataron a alguien más porque ahora la señora se había aficionado a salir de la casa en busca de compras para la boda y posteriormente para la llegada del bebé. Lucio pasaba temporadas allí, pero la Araña y el Escorpión no podían pasar mucho tiempo juntos, acababan picándose y mordiéndose y necesitaban tomarse una distancia.
Corbin se volvió algo más taciturno, y al parecer fue porque había pasado algo con su relación, Erline no lo presionaba a hablar, pero si no le contaba algo pronto, le preguntaría porque lo veía como un alma en pena por el jardín. Esa tarde se irían de compras y necesitaba que la acompañase, se le empezaban a notar los signos del embarazo y había decidido ir a comprar ropa para el bebé y algunos trastos necesarios, asi que llamó al rubio y ambos subieron al coche de caballos rumbo a la zona comercial de la ciudad.
Erline D'Amencourt- Prostituta Clase Alta
- Mensajes : 162
Fecha de inscripción : 27/04/2017
Re: Orchid. {priv.Corbin}
Corbin permanecía callado, contestando con monosílabos siempre que le hablaban, con la cabeza metida en el mundo miserable que se había buscado solo. Pasaba mucho tiempo en el jardín, solo, no quería hablar con nadie, bastante tenía con soportarse a sí mismo y no cometer una locura. Veía a Erline volviéndose una pequeña bola, hacía tiempo que no hablaba con ella y si lo hacía, no era en absoluto sobre él, a menudo le decía que no era buena compañía en ese momento. Cuando subió en al carro, pasó parte del camino en silencio, miró el abultado vientre de la mujer. Últimamente, su alrededor le recordaba lo que no iba a tener jamás. Aletheia, Ave, Erline..Cogió aire y miró a la mujer, era hora de romper el silencio que se había impuesto.
- ¿Cómo te encuentras? ¿Te sientes...extraña?- Se refería a su condición, su falta de sentimientos, ¿También le impedía comportarse como una embarazada normal? Él, por suerte, nunca se había visto en esa tesitura, pero sus compañeras a menudo tenían esos..Problemas. Se comportaban diferente, los cambios de humor eran atroces y a veces era difícil estar cerca de una embarazada. Para él, los niños eran sinónimos de problemas y nunca había sabido cómo comportarse ante la curiosidad de uno, en cuanto a relaciones humanas, era un completo ignorante, pero por alguna razón, las mujeres se sentían cómodas con él, tal vez por su exagerada parsimonia, contagiaba su tranquilidad y de ese modo buscaban su compañía, pero él nunca supo cómo tratarlas. Se quedaba quieto, callado, dejando que ellas se sintieran a gusto y para la única mujer que quería estar en esos momentos, no podía, porque ya no pertenecía a su mundo.- He perdido a Aveline.- Dijo, de pronto, levantando la vista hacia a Viuda de Seda.- Al parecer, ya no era necesario y no encajaba con la relación de esos dos..Soy imbécil, no soy capaz de permanecer aislado de lo que ocurre en su vida como si yo no fuera nadie, no puedo mirar de lejos cómo ellos tienen su vida y yo solo estoy para cuando el otro no le da los sentimientos que busca. No soporto que me aparten de ella y me recuerden mi posición, como si yo no mereciera estar allí..El único que sentía que pertenecía a la relación era yo, así que les he dejado solos. Estoy destrozado por dentro.- Y sonrió de medio lado.- Pero tengo que seguir adelante, siento no haber estado para ti estos días..Necesitaba..Pensar en mi nueva situación.
- ¿Cómo te encuentras? ¿Te sientes...extraña?- Se refería a su condición, su falta de sentimientos, ¿También le impedía comportarse como una embarazada normal? Él, por suerte, nunca se había visto en esa tesitura, pero sus compañeras a menudo tenían esos..Problemas. Se comportaban diferente, los cambios de humor eran atroces y a veces era difícil estar cerca de una embarazada. Para él, los niños eran sinónimos de problemas y nunca había sabido cómo comportarse ante la curiosidad de uno, en cuanto a relaciones humanas, era un completo ignorante, pero por alguna razón, las mujeres se sentían cómodas con él, tal vez por su exagerada parsimonia, contagiaba su tranquilidad y de ese modo buscaban su compañía, pero él nunca supo cómo tratarlas. Se quedaba quieto, callado, dejando que ellas se sintieran a gusto y para la única mujer que quería estar en esos momentos, no podía, porque ya no pertenecía a su mundo.- He perdido a Aveline.- Dijo, de pronto, levantando la vista hacia a Viuda de Seda.- Al parecer, ya no era necesario y no encajaba con la relación de esos dos..Soy imbécil, no soy capaz de permanecer aislado de lo que ocurre en su vida como si yo no fuera nadie, no puedo mirar de lejos cómo ellos tienen su vida y yo solo estoy para cuando el otro no le da los sentimientos que busca. No soporto que me aparten de ella y me recuerden mi posición, como si yo no mereciera estar allí..El único que sentía que pertenecía a la relación era yo, así que les he dejado solos. Estoy destrozado por dentro.- Y sonrió de medio lado.- Pero tengo que seguir adelante, siento no haber estado para ti estos días..Necesitaba..Pensar en mi nueva situación.
Corbin Lockwood- Humano Clase Baja
- Mensajes : 135
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Orchid. {priv.Corbin}
— Suponía que algo así debía haberte pasado, no soy muy de preguntar por la vida de los demás, así que lo siento si esperabas que lo hiciera. Realmente no sé mucho de tu relación ni lo que significaba para ti, pero sea como fuere, compartir nunca fue lo más ideal cuando hay sentimientos de por medio.
No todo el mundo era capaz de mantener una relacion tan clara y honesta, si con una persona era dificil, con dos lo era más. Ella podía hacerlo, si con "relación" se entendía un contrato en realidad. Para ella no había diferencia entre amar a dos personas o veintisiete, la diferencia ya era amar per se, algo que le era desconocido completamente. Le sabía mal por Corbin, se le veía un hombre grandullón, bueno, callado, uno de esos que cualquier muchacha querría para casarse y tener una pequeña casa y una bonita familia, y sin embargo estaba metido en ese juego de ajedrez donde él era el peón más sacrificable.
— Haces bien en tomarte unos momentos de reflexión. Supongo que aquello que te motivaba a llevar otra vida ahora ha desaparecido, pero si algo sé por experiencia es que cuando se cierra una puerta, se abre nuna ventana en otro lado..— Le había preguntado que cómo estaba. Puf. Era una montaña rusa.— pues... esto es peor que una enfermedad. Las náuseas son terribles, me duelen partes del cuerpo que no sabía que podían doler y me cambia el ánimo cada cinco minutos. Mi marido ha optado por irse una temporada a su casa, porque lo cierto es que estoy insoportable, ni yo misma me aguanto.
El cochero los dejó en la calle comercial que le había indicado la señora y se bajaron frente a una tienda de blanco escaparate y rótulo de madera. Allí Erline compró ropa para el bebé, todo en colores neutros como blanco, marfil o gris, ya que no sabían si sería niño o niña. Las bolsas y cajas las cargó Corbin porque para eso se lo había traido, y de paso charlaban de sus cosas. Repitieron la misma operación en otra tienda y los bultos rotulados con el anagrama de la misma quedaron bien visibles. Erlñine se detuvo en un café que tenía terraza al exterior y tomó asiento con el hombretón y todos los paquetes amontonados tras él.
— Necesito comer alguna cosa, es como tener un parásito o algo así que nunca duerme ni te deja saciarte. No entiendo como hay mujeres que disfrutan de esto.— pidió chocolante caliente, un surtido de pasteles y para Corbin lo que quiso beber.
No todo el mundo era capaz de mantener una relacion tan clara y honesta, si con una persona era dificil, con dos lo era más. Ella podía hacerlo, si con "relación" se entendía un contrato en realidad. Para ella no había diferencia entre amar a dos personas o veintisiete, la diferencia ya era amar per se, algo que le era desconocido completamente. Le sabía mal por Corbin, se le veía un hombre grandullón, bueno, callado, uno de esos que cualquier muchacha querría para casarse y tener una pequeña casa y una bonita familia, y sin embargo estaba metido en ese juego de ajedrez donde él era el peón más sacrificable.
— Haces bien en tomarte unos momentos de reflexión. Supongo que aquello que te motivaba a llevar otra vida ahora ha desaparecido, pero si algo sé por experiencia es que cuando se cierra una puerta, se abre nuna ventana en otro lado..— Le había preguntado que cómo estaba. Puf. Era una montaña rusa.— pues... esto es peor que una enfermedad. Las náuseas son terribles, me duelen partes del cuerpo que no sabía que podían doler y me cambia el ánimo cada cinco minutos. Mi marido ha optado por irse una temporada a su casa, porque lo cierto es que estoy insoportable, ni yo misma me aguanto.
El cochero los dejó en la calle comercial que le había indicado la señora y se bajaron frente a una tienda de blanco escaparate y rótulo de madera. Allí Erline compró ropa para el bebé, todo en colores neutros como blanco, marfil o gris, ya que no sabían si sería niño o niña. Las bolsas y cajas las cargó Corbin porque para eso se lo había traido, y de paso charlaban de sus cosas. Repitieron la misma operación en otra tienda y los bultos rotulados con el anagrama de la misma quedaron bien visibles. Erlñine se detuvo en un café que tenía terraza al exterior y tomó asiento con el hombretón y todos los paquetes amontonados tras él.
— Necesito comer alguna cosa, es como tener un parásito o algo así que nunca duerme ni te deja saciarte. No entiendo como hay mujeres que disfrutan de esto.— pidió chocolante caliente, un surtido de pasteles y para Corbin lo que quiso beber.
Erline D'Amencourt- Prostituta Clase Alta
- Mensajes : 162
Fecha de inscripción : 27/04/2017
Re: Orchid. {priv.Corbin}
- No, en realidad agradezco que no seas así, no se cómo habría reaccionado si hubieras preguntado. No tengo motivos para volver a mi vida anterior, estoy bien así, tengo un sueldo decente, un buen trabajo. No tengo queja, solo tengo que rehacer los pedazos, aunque se que no todos van a encajar. Supongo que es un proceso por el que todos pasamos, solo que yo nunca pensé que me encontraría en esta situación.
Sonrió de medio lado al escuchar la descripción de un embarazo y eso que la mayoría coincidía en que era la mejor experiencia de la vida. Desde luego él no había recibido ese tipo de elogios a la maternidad, teniendo en cuenta su antiguo oficio, donde un niño era solo un problema y nada más. Como hijo de una prostituta entendía también las desventajas de esa vida, a menudo hubiera preferido no nacer. Corbin siguió en silencio a la mujer mientras hacía sus compras, observaba todas esas ropas de bebés y objetos necesarios, que a él le parecían de otro universo, como si tocarlos hiciera salir al mismísimo Belcebú. Él iba acumulando cajas y paquetes de ropa. Cuando la mujer se sentó, él dejó las cosas a su alrededor, procurando que las tuviera al alcance por si a alguien se le ocurría alargar la mano, Erline no estaba para correr, pero a un ladrón poco experto le podría dar reparo si había una persona tan cerca de su objetivo.- No sabía que un niño necesitase tantas cosas..¿No ha comprado nada para usted?- A veces le resultaba difícil no tratarla con la cortesía que se merecía, sobre todo fuera de la mansión.
Se sentó cerca, bastante incómodo, porque nunca había estado en un lugar así. Pidió lo mismo que la señora, lo mismo era demasiado ridículo pero como no sabía qué podía tomar.- No se preocupe por su marido, mientras no esté yo puedo aguantarla, tengo mucha paciencia..-Sonrió de medio lado, si, había sido una especie de broma, que no tenía nada de mentira, pero no solía decir ese tipo de cosas.- Siento haber estado tan ensimismado, debí darme cuenta antes de que estaba incómoda.- Se refería al embarazo en general, que ahora además se notaba bastante, se quedó mirando la barriga extendida, como si aquello estuviera a punto de explotar.
Sonrió de medio lado al escuchar la descripción de un embarazo y eso que la mayoría coincidía en que era la mejor experiencia de la vida. Desde luego él no había recibido ese tipo de elogios a la maternidad, teniendo en cuenta su antiguo oficio, donde un niño era solo un problema y nada más. Como hijo de una prostituta entendía también las desventajas de esa vida, a menudo hubiera preferido no nacer. Corbin siguió en silencio a la mujer mientras hacía sus compras, observaba todas esas ropas de bebés y objetos necesarios, que a él le parecían de otro universo, como si tocarlos hiciera salir al mismísimo Belcebú. Él iba acumulando cajas y paquetes de ropa. Cuando la mujer se sentó, él dejó las cosas a su alrededor, procurando que las tuviera al alcance por si a alguien se le ocurría alargar la mano, Erline no estaba para correr, pero a un ladrón poco experto le podría dar reparo si había una persona tan cerca de su objetivo.- No sabía que un niño necesitase tantas cosas..¿No ha comprado nada para usted?- A veces le resultaba difícil no tratarla con la cortesía que se merecía, sobre todo fuera de la mansión.
Se sentó cerca, bastante incómodo, porque nunca había estado en un lugar así. Pidió lo mismo que la señora, lo mismo era demasiado ridículo pero como no sabía qué podía tomar.- No se preocupe por su marido, mientras no esté yo puedo aguantarla, tengo mucha paciencia..-Sonrió de medio lado, si, había sido una especie de broma, que no tenía nada de mentira, pero no solía decir ese tipo de cosas.- Siento haber estado tan ensimismado, debí darme cuenta antes de que estaba incómoda.- Se refería al embarazo en general, que ahora además se notaba bastante, se quedó mirando la barriga extendida, como si aquello estuviera a punto de explotar.
Corbin Lockwood- Humano Clase Baja
- Mensajes : 135
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Orchid. {priv.Corbin}
Las vueltas que daba la vida. Erline, la Viuda de Seda acarreando un bebé en sus entrañas, todo fruto de un contrato matrimonial, y Corbin, el prostituto más callado de todo París, ahora era jardinero y vivía encerrado en una relación a tres bandas. El karma era un guasón. Trajeron el chocolate y se pusieron a merendar como si fueran dos viejos amigos que se están poniendo al día.
— ¡ah! gracias Corbin, es un buen intento, pero creéme, si me pongo imbécil es mejor dejarme en paz y no tomártelo como algo personal, en esos momentos no razono, sólo soy insoportable, no me lo tengas en cuenta.— El azúcar la había puesto de mejor humor.
Unas mesas por detrás del grandullón había una mujer rubía que la observaba con detenimiento, casi exhaustivamente. La vio fruncir el ceño varias veces en especial cuando Corbin se inclinaba hacia ella para pasarle un plato con pastelitos o cualquier cosa similar. Entrecerró los ojos y cuando el camarero pasó le hizo agacharse para susurrarle algo, éste le contestó también en un susurro y Erline asintió dándole las gracias. Miró a Corbin detenidamente y decidió que la mejor forma de decirselo era asñí, sencillamente.
— Creo que sentada a tu espalda está la mujer que te roba el sueño. ¿Lady Blackmore? Es muy guapa, la he visto tocar en la Opera varias veces y es realmente buena.— Le restó importancia, porque aquello no era una competición, para Erline Corbin era como un cachorro adoptado, pero nada más.
— ¡ah! gracias Corbin, es un buen intento, pero creéme, si me pongo imbécil es mejor dejarme en paz y no tomártelo como algo personal, en esos momentos no razono, sólo soy insoportable, no me lo tengas en cuenta.— El azúcar la había puesto de mejor humor.
Unas mesas por detrás del grandullón había una mujer rubía que la observaba con detenimiento, casi exhaustivamente. La vio fruncir el ceño varias veces en especial cuando Corbin se inclinaba hacia ella para pasarle un plato con pastelitos o cualquier cosa similar. Entrecerró los ojos y cuando el camarero pasó le hizo agacharse para susurrarle algo, éste le contestó también en un susurro y Erline asintió dándole las gracias. Miró a Corbin detenidamente y decidió que la mejor forma de decirselo era asñí, sencillamente.
— Creo que sentada a tu espalda está la mujer que te roba el sueño. ¿Lady Blackmore? Es muy guapa, la he visto tocar en la Opera varias veces y es realmente buena.— Le restó importancia, porque aquello no era una competición, para Erline Corbin era como un cachorro adoptado, pero nada más.
Erline D'Amencourt- Prostituta Clase Alta
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Re: Orchid. {priv.Corbin}
Tampoco Corbin sentía nada por Erline salvo un profundo agradecimiento, no iba a olvidar que ella fue quien le sacó de su miserable vida en el burdel, pero era terriblemente temperamental y poco constante, nunca había pensado en ella como algo más que su jefa y, con el tiempo, como una amiga. Tal vez hubiera sido diferente si no hubiera conocido a Aveline o a Stein, pero no podrían saberlo nunca. Erline le daba envidia, pero también cierta lástima. No sentir nada debía ser igual o peor que hacerlo demasiado. Aun así la admiraba, era una mujer fuerte que cogía al toro por los cuernos hasta el punto de quedarse embarazada por un contrato. Pensar en niños le hacía quedarse paralizado y a menudo se preguntaba cómo iba a criar Erline al suyo, ¿Sentiría algo por el chico? Porque si no era así..No lo veía justo para la criatura, él sabía lo que era ser indiferente a los ojos de su propia madre y no se lo deseaba a nadie, creaba un vacío que nadie podría tapar jamás, no era justo.
- Sabe tan bien como cualquiera a qué clase de personas he tenido que aguantar, en realidad no creo que sea tan difícil aguantarle, puede decirme todo lo que quiera, bien puede no afectarme porque sean mentira y si son verdad, pues tendrá razón y no podré hacer otra cosa que asumirlo. Lo mismo es usted la que pierde la paciencia conmigo mi m..Ella lo hacía.- Y sobre todo Stein, ninguno de los dos soportaba cuando se resignaba, pero él había vivido así toda su vida, no sabía ser de otra forma.
Se tomó el chocolate, levantando una ceja porque estaba realmente bueno y no estaba acostumbrado a darse esos caprichos, procuró que la mujer tuviera los pasteles a mano y sonrió varias veces a fin de que estuviera cómoda y tranquila, podía estar roto por dentro pero disimular se le daba muy bien, en ese sentido era tan buen actor como cualquiera de su profesión y podía pasar un buen momento con Erline, se sentía bien y le afectaba positivamente cuando cuidaba de otra persona, al menos Erline, a pesar de ser una dama fuerte y segura de sí misma, se dejaba atender. Con el aumento del azúcar en el cuerpo de la mujer, hasta él notó un gesto de impaciencia en ella y la reacción de su vientre cuando el niño cambió de posición. Era la primera vez que veía algo así, así que sonrió divertido y le puso la enorme manaza en la panza. Por un momento pensó en el embarazo de Ave, en que querría ayudarla de la misma manera pero reaccionó como un idiota..Aunque no sabía muy bien cómo esperaba que reaccionase, la actitud de Stein le dejó fuera en una sola frase y ya no tenía nada que hacer allí, pero le habría gustado cuidar de ella. Movió el pulgar sobre el vientre de la mujer.- Calma, muchacho.- La voz grave y el tono tranquilo hizo que hasta el niño dejase de moverse, la actitud siempre sosegada de Corbin tranquilizaba a cualquiera. Cuando notó que dejaba de pegar patadas, Corbin se alejó con sentimientos encontrados. No le gustaban los críos, pero sabía que podía haber aceptado al de Faith. - No coma tanto dulce, le va a hacer saltar ahí dentro.- Sonrió de medio lado.
Ensimismado, levantó la vista hacia La Dama de Seda. Al principio no reaccionó, el nudo en su pecho se hizo tan profundo que se le notó en seguida, la sonrisa se apagó. Bajó un momento la mirada, quería largarse, rápidamente. No quería verla, pero al mismo tiempo deseaba darse la vuelta y contemplarla, como si algo le empujase a hacerlo. Tragó saliva, intentó serenarse, era irónico pensar que él podía transmitir una paz que no sentía.- ...Si..Ella..Ella era realmente..Es..-Suspiró, se estaba haciendo un lío, la mención a la Ópera le hizo pensar en la canción que ella hizo para él. Se presionó el puente de la nariz y de nuevo tragó saliva. ¿Por qué le afectaba tanto? ¿Debía acabar con esto de una vez? Quería salir corriendo, pero huir no era la solución, ya tomaron su decisión. No pensaba que fueran a coincidir y menos tan pronto pero..Con al suerte que tenía, lo seguirían haciendo, a no ser que se encerrase en las tierras de Erline. Miró a la mujer.- Disculpe. Solo será un segundo.
Se puso en pie, cogiendo aire, tenía que enfrentarse a la situación, no quería, pero no tenía más remedio, si quería seguir adelante. Caminó hasta colocarse al lado de Aveline, era un hombre libre y con un trabajo decente, aunque humilde, ya no tenía por qué esconderse. Apretó los puños, por la tensión, pero se inclinó un momento para saludarla.- Lady Blackmore. Me alegro de verla.- Mentira. Ya no era Ave, ya no sería Faith para él nunca más. Deseaba no volver a verla jamás.- ¿Se encuentra bien?
- Sabe tan bien como cualquiera a qué clase de personas he tenido que aguantar, en realidad no creo que sea tan difícil aguantarle, puede decirme todo lo que quiera, bien puede no afectarme porque sean mentira y si son verdad, pues tendrá razón y no podré hacer otra cosa que asumirlo. Lo mismo es usted la que pierde la paciencia conmigo mi m..Ella lo hacía.- Y sobre todo Stein, ninguno de los dos soportaba cuando se resignaba, pero él había vivido así toda su vida, no sabía ser de otra forma.
Se tomó el chocolate, levantando una ceja porque estaba realmente bueno y no estaba acostumbrado a darse esos caprichos, procuró que la mujer tuviera los pasteles a mano y sonrió varias veces a fin de que estuviera cómoda y tranquila, podía estar roto por dentro pero disimular se le daba muy bien, en ese sentido era tan buen actor como cualquiera de su profesión y podía pasar un buen momento con Erline, se sentía bien y le afectaba positivamente cuando cuidaba de otra persona, al menos Erline, a pesar de ser una dama fuerte y segura de sí misma, se dejaba atender. Con el aumento del azúcar en el cuerpo de la mujer, hasta él notó un gesto de impaciencia en ella y la reacción de su vientre cuando el niño cambió de posición. Era la primera vez que veía algo así, así que sonrió divertido y le puso la enorme manaza en la panza. Por un momento pensó en el embarazo de Ave, en que querría ayudarla de la misma manera pero reaccionó como un idiota..Aunque no sabía muy bien cómo esperaba que reaccionase, la actitud de Stein le dejó fuera en una sola frase y ya no tenía nada que hacer allí, pero le habría gustado cuidar de ella. Movió el pulgar sobre el vientre de la mujer.- Calma, muchacho.- La voz grave y el tono tranquilo hizo que hasta el niño dejase de moverse, la actitud siempre sosegada de Corbin tranquilizaba a cualquiera. Cuando notó que dejaba de pegar patadas, Corbin se alejó con sentimientos encontrados. No le gustaban los críos, pero sabía que podía haber aceptado al de Faith. - No coma tanto dulce, le va a hacer saltar ahí dentro.- Sonrió de medio lado.
Ensimismado, levantó la vista hacia La Dama de Seda. Al principio no reaccionó, el nudo en su pecho se hizo tan profundo que se le notó en seguida, la sonrisa se apagó. Bajó un momento la mirada, quería largarse, rápidamente. No quería verla, pero al mismo tiempo deseaba darse la vuelta y contemplarla, como si algo le empujase a hacerlo. Tragó saliva, intentó serenarse, era irónico pensar que él podía transmitir una paz que no sentía.- ...Si..Ella..Ella era realmente..Es..-Suspiró, se estaba haciendo un lío, la mención a la Ópera le hizo pensar en la canción que ella hizo para él. Se presionó el puente de la nariz y de nuevo tragó saliva. ¿Por qué le afectaba tanto? ¿Debía acabar con esto de una vez? Quería salir corriendo, pero huir no era la solución, ya tomaron su decisión. No pensaba que fueran a coincidir y menos tan pronto pero..Con al suerte que tenía, lo seguirían haciendo, a no ser que se encerrase en las tierras de Erline. Miró a la mujer.- Disculpe. Solo será un segundo.
Se puso en pie, cogiendo aire, tenía que enfrentarse a la situación, no quería, pero no tenía más remedio, si quería seguir adelante. Caminó hasta colocarse al lado de Aveline, era un hombre libre y con un trabajo decente, aunque humilde, ya no tenía por qué esconderse. Apretó los puños, por la tensión, pero se inclinó un momento para saludarla.- Lady Blackmore. Me alegro de verla.- Mentira. Ya no era Ave, ya no sería Faith para él nunca más. Deseaba no volver a verla jamás.- ¿Se encuentra bien?
Corbin Lockwood- Humano Clase Baja
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Re: Orchid. {priv.Corbin}
Había ido a tomar un té con pastas, en esa pastelería hacía scones ingleses bastante aceptables y tras haber hecho unas compras para su nueva casa, estaba hambrienta. Se había llevado a la cocinera con ella, ya que no tenían más servicio que ese, su nueva situación de ruina económica no les permitía más lujos. Stein había comprado una casa, sin grandes lujos pero bonita y con uhn pequeño jardín, y se encargaba de mantenerla. Con el sueldo de la Filarmónica aún podía pagar al servicio, alguien que limpiase un par de veces por semana y la cocinera, que hacía de todo la pobre mujer.
Se había desprendido de muchas joyas, de vestidos caros y de un montón de objetos que antes no tenían valor para ella, conservando sólo los necesarios hasta que todo volviera a ser como antes, porque necesitaba que su hijo llegase el mundo en condiciones. Tras ordenar la merienda, iba en busca de una mesa libre y alguien se topó con ella. Cual fue su sorpresa cuando se encontró con los profundos ojos azules de Corbin. Se quedó congelada por un instante, se le detuvo el corazón por unos segundos y cuando escuchó su voz dirigiéndose a ella como Lady Blackmore casi le dio un patatús.
— Cor...¿Corbin?.— pues claro que era él. Se recompuso de inmediato y tras observarlo unos instantes cerciorándose de que estaba bien, le puso las manos sobre los atebrazos.— ¡Corbin! me alegro tanto de verte!!.— eso era cierto, se alegraba de verlo bien, entero, paseando por la calle...pero una punzada de dolor le atravesó el pecho. Lo seguía amando, porque él despertó todos los sentimientos escondidos bajo ese corazón de piedra, pero entendía que la situación les había superado a los tres.— Estoy bien, gracias. Y por favor no me trates de usted, tú no.— Desvió los ojos por encima del hombro del grandullón localizando a la Viuda de Seda y entendió que la estaba acompañando. Ya no podrían recuperar lo que habían tenido, pero se seguía sintiendo en deuda con él, por su paciencia, por su bondad infinita, por su sacrificio...si de algo estaba orgullosa no era de su reinado en la Opera, ni de ser la mejor cazadora; estaba orgullosa de haberle devuelto una vida a Corbin, de lamido sus heridas y haberlo sacado del cieno donde estaba, aunque ahora le pesasen ciertas cosas todavía. Merecía ser feliz, es todo cuanto había deseado para el hombretón, ya fuera con ella o lejos de ella.— ¿Y tú estás bien? no dudes en buscarme siempre que me necesites, por favor te lo pido.
Se había desprendido de muchas joyas, de vestidos caros y de un montón de objetos que antes no tenían valor para ella, conservando sólo los necesarios hasta que todo volviera a ser como antes, porque necesitaba que su hijo llegase el mundo en condiciones. Tras ordenar la merienda, iba en busca de una mesa libre y alguien se topó con ella. Cual fue su sorpresa cuando se encontró con los profundos ojos azules de Corbin. Se quedó congelada por un instante, se le detuvo el corazón por unos segundos y cuando escuchó su voz dirigiéndose a ella como Lady Blackmore casi le dio un patatús.
— Cor...¿Corbin?.— pues claro que era él. Se recompuso de inmediato y tras observarlo unos instantes cerciorándose de que estaba bien, le puso las manos sobre los atebrazos.— ¡Corbin! me alegro tanto de verte!!.— eso era cierto, se alegraba de verlo bien, entero, paseando por la calle...pero una punzada de dolor le atravesó el pecho. Lo seguía amando, porque él despertó todos los sentimientos escondidos bajo ese corazón de piedra, pero entendía que la situación les había superado a los tres.— Estoy bien, gracias. Y por favor no me trates de usted, tú no.— Desvió los ojos por encima del hombro del grandullón localizando a la Viuda de Seda y entendió que la estaba acompañando. Ya no podrían recuperar lo que habían tenido, pero se seguía sintiendo en deuda con él, por su paciencia, por su bondad infinita, por su sacrificio...si de algo estaba orgullosa no era de su reinado en la Opera, ni de ser la mejor cazadora; estaba orgullosa de haberle devuelto una vida a Corbin, de lamido sus heridas y haberlo sacado del cieno donde estaba, aunque ahora le pesasen ciertas cosas todavía. Merecía ser feliz, es todo cuanto había deseado para el hombretón, ya fuera con ella o lejos de ella.— ¿Y tú estás bien? no dudes en buscarme siempre que me necesites, por favor te lo pido.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Re: Orchid. {priv.Corbin}
Desconocía la situación de los Blackmore, nunca había sido un hombre interesado en el folclore y lo estaba menos aun desde que se desvinculó de Aveline, de hecho huía de la gente y del barullo como de la peste. Las pocas veces que tuvo que ir a buscar algo al mercado para Erline o para el jardín siempre le llegaban habladurías de todo tipo, algunas ni siquiera tenían que ver con ellos en realidad, pero una palabra absurda o un comentario sobre algo que le recordase a Ave era suficiente para enterrarle en una profunda apatía. Había pensado que sería buena idea enfrentarse a la situación como adultos, pero estaba claro que no lo era tanto, porque la sensación que le estaba oprimiendo el pecho era insoportable y se debatía entre abrazarla o darse la vuelta sin decir nada más.
No pensaba que ella fuera a tocarle en ningún momento, sintió su tacto como ácido contra la piel y aunque quiso resistirse, movió ligeramente los brazos para apartarse de la quemazón y alejarse de ella. No debería ser tan cruel, no pensaba a menudo mal de otras personas, pero si tuviera un poco de compasión entendería que estaba intentando marcar unos límites, volver atrás en los sentimientos, entablar una relación de tolerancia, en la que si se veían por la calle fuera lo más cordial y lo menos doloroso para todos, pero así se le hacía cuesta arriba. Se sintió incómodo por haber reaccionado así a su muestra de confianza, pero si no lo hacía iba ahora ya no habría otra oportunidad, si quería seguir adelante, tenía que empezar por ahí y él ya había tomado su decisión, igual que Aveline, por doloroso que fuera ya no había nada que hacer.
Miró un momento hacia un lado y se pasó la mano por la nuca, extremadamente incómodo, antes de volver la vista a ella, después de unos segundos para tranquilizarse. Necesitaba distancia para mantener el torbellino de sentimientos que se revolvían en su pecho. - Si, estoy bien.- Al menos en cuanto a su vida laboral, pero prefería ceñirse a eso y punto. No le contestó a la petición, o más bien ni siquiera sabía qué decirle. No, obviamente no iba a pedirle ayuda, prefería no verla nunca más, de hecho, pero como iban a hacerlo de todos modos estaba intentando llevarlo de la forma más civilizada posible. Sonrió, todos esos años fingiendo iban a servirle para algo.- Claro, lo haré.- Mentira.- Puede hacer lo mismo si lo necesita, resulta que soy un buen jardinero.- Hablar de cosas sin importancia mejoraba la situación, además de que procuraba dejar claro que podía pedir su ayuda como jardinero pero para nada más, claro que si Ave alguna vez fuera en su busca sería incapaz de darle la espalda, si ella le conocía bien podría intuirlo.
Ya no podía más, había sido un idiota por enfrentarse a ella. Inclinó un poco la cabeza.- Solo quería desearle buen día, espero..Que tenga..Un embarazo tranquilo y sin complicaciones.. Sentía que se iba a desmoronar en cualquier momento, antes podía aguantar mucho más, pero ella se colaba por las rendijas de su alma.
No pensaba que ella fuera a tocarle en ningún momento, sintió su tacto como ácido contra la piel y aunque quiso resistirse, movió ligeramente los brazos para apartarse de la quemazón y alejarse de ella. No debería ser tan cruel, no pensaba a menudo mal de otras personas, pero si tuviera un poco de compasión entendería que estaba intentando marcar unos límites, volver atrás en los sentimientos, entablar una relación de tolerancia, en la que si se veían por la calle fuera lo más cordial y lo menos doloroso para todos, pero así se le hacía cuesta arriba. Se sintió incómodo por haber reaccionado así a su muestra de confianza, pero si no lo hacía iba ahora ya no habría otra oportunidad, si quería seguir adelante, tenía que empezar por ahí y él ya había tomado su decisión, igual que Aveline, por doloroso que fuera ya no había nada que hacer.
Miró un momento hacia un lado y se pasó la mano por la nuca, extremadamente incómodo, antes de volver la vista a ella, después de unos segundos para tranquilizarse. Necesitaba distancia para mantener el torbellino de sentimientos que se revolvían en su pecho. - Si, estoy bien.- Al menos en cuanto a su vida laboral, pero prefería ceñirse a eso y punto. No le contestó a la petición, o más bien ni siquiera sabía qué decirle. No, obviamente no iba a pedirle ayuda, prefería no verla nunca más, de hecho, pero como iban a hacerlo de todos modos estaba intentando llevarlo de la forma más civilizada posible. Sonrió, todos esos años fingiendo iban a servirle para algo.- Claro, lo haré.- Mentira.- Puede hacer lo mismo si lo necesita, resulta que soy un buen jardinero.- Hablar de cosas sin importancia mejoraba la situación, además de que procuraba dejar claro que podía pedir su ayuda como jardinero pero para nada más, claro que si Ave alguna vez fuera en su busca sería incapaz de darle la espalda, si ella le conocía bien podría intuirlo.
Ya no podía más, había sido un idiota por enfrentarse a ella. Inclinó un poco la cabeza.- Solo quería desearle buen día, espero..Que tenga..Un embarazo tranquilo y sin complicaciones.. Sentía que se iba a desmoronar en cualquier momento, antes podía aguantar mucho más, pero ella se colaba por las rendijas de su alma.
Corbin Lockwood- Humano Clase Baja
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Re: Orchid. {priv.Corbin}
Notó la incomodidad de Corbin y suspiró soltándolo. No tenía derecho a tocarlo, ya no eran "nada" y eso debería crear la barrera en la que ambos quedarían cada uno a un lado sin derecho a invadir el espacio del otro. Sintió que tenerlo cerca y no poder saborear sus labios ni notar la caricia de su piel era como si algo se desgarrara por dentro, como si una zarpa arañase sin piedad para recordarle que él había salido de su vida. Él. El que había conseguido sacar a flote a Faith, el que la había recuperado de entre tinieblas con su amor y su bondad infinita.
Recordó su actitud al principio, como la de un perro apaleado que desconfía de cualquiera, pues motivos no le faltan. Después recordó sus lágrimas, sus dolor, el estropicio que le hizo aquel médico bastardo con que el Stein acabó con gran sufrimiento. Recordó cómo poco a poco se fueron descubriendo y liberando de capas y escudos y finalmente...lo que debía suceder. Corbin merecía una vida, una plena, una donde él pudiera elegir sus pasos y sus compañias, una donde él fuera siempre el plato principal y que no tuviera que compartir con nadie.
Trató de sonreir, pero apenas le salió una leve sonrisa. Elevó la mano para acariciar su mejilla una última vez y la apartó en seguida.
— Me alegro entonces. Mereces una vida llena de oportunidades. De momento va bien, gracias.— Como no quería incomodarlo más, y vio que Erline tenia sobre la mesa una gran cantidad de pasteles y sendas tazas de chocolate, decidió abandonar el local y marcharse a otro, si él estaba así más cómodo, así sería.— Corbin... es igual.— iba a decirle algo más, pero era mejor no remover nada, no servía de nada que le dijera que sentía mucho haber acabado así, atrapados en una situación difícil. Iba a decirle que lo seguía amando, que lo querría siempre, pero no quería apresarlo en esa cárcel, no lo merecía. Merecía ser libre, olvidarla y empezar de nuevo con alguien que lo hiciera feliz.
Pensaba que el embarazo la ponía sensible, tonta, pero aquello trascendía a las hormonas, había querido a Corbin profundamente y perderlo le dolía terriblemente, así que abandonó el salón de té y puso rumbo a casa, prefería no compartir en ese momento con nadie las ganas que tenía de llorar. Algo que sí había exacerbado la gestación, y que llegados a ese punto, poder soltar las lágrimas sin aguantarse era muy liberador.
Recordó su actitud al principio, como la de un perro apaleado que desconfía de cualquiera, pues motivos no le faltan. Después recordó sus lágrimas, sus dolor, el estropicio que le hizo aquel médico bastardo con que el Stein acabó con gran sufrimiento. Recordó cómo poco a poco se fueron descubriendo y liberando de capas y escudos y finalmente...lo que debía suceder. Corbin merecía una vida, una plena, una donde él pudiera elegir sus pasos y sus compañias, una donde él fuera siempre el plato principal y que no tuviera que compartir con nadie.
Trató de sonreir, pero apenas le salió una leve sonrisa. Elevó la mano para acariciar su mejilla una última vez y la apartó en seguida.
— Me alegro entonces. Mereces una vida llena de oportunidades. De momento va bien, gracias.— Como no quería incomodarlo más, y vio que Erline tenia sobre la mesa una gran cantidad de pasteles y sendas tazas de chocolate, decidió abandonar el local y marcharse a otro, si él estaba así más cómodo, así sería.— Corbin... es igual.— iba a decirle algo más, pero era mejor no remover nada, no servía de nada que le dijera que sentía mucho haber acabado así, atrapados en una situación difícil. Iba a decirle que lo seguía amando, que lo querría siempre, pero no quería apresarlo en esa cárcel, no lo merecía. Merecía ser libre, olvidarla y empezar de nuevo con alguien que lo hiciera feliz.
Pensaba que el embarazo la ponía sensible, tonta, pero aquello trascendía a las hormonas, había querido a Corbin profundamente y perderlo le dolía terriblemente, así que abandonó el salón de té y puso rumbo a casa, prefería no compartir en ese momento con nadie las ganas que tenía de llorar. Algo que sí había exacerbado la gestación, y que llegados a ese punto, poder soltar las lágrimas sin aguantarse era muy liberador.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Re: Orchid. {priv.Corbin}
Corbin se puso tenso cuando vio la maniobra de caricia por parte de Ave, pero no se apartó, no tenía tanta voluntad, ya había ido a saludarla, ya había puesto los límites, que no le pidiera nada más porque por Dios que la besaba allí mismo y le suplicaba que no le dejase marchar de su vida, que las puertas de su habitación siempre estarían abiertas para lo que ella quisiera darle. Pero había decidido que no podía seguir así, tal como ella prefería dejar el local para ponerle las cosas fáciles él también lo veía, pero por parte de Stein y Ave, todo era más sencillo sin las sobras de por medio. Esperó a escuchar algo cuando volvió a llamarle, no necesitó palabras.
No había odiado tanto su talento como en ese momento, tal vez Aveline no quería decir nada, pero los ojos de Faith si lo hicieron y lo que significaban le destruía por dentro. Apenas tenía saliva en la boca para poder tragarla y no pudo enfrentar más su mirada, tuvo que bajarla. ¿Cómo era capaz de despertar tanto? ¿De romper tanto? Faith era como el agua, colándose por los recovecos y si no los había, los creaba hasta llenar el espacio que quisiera. Se sentía de nuevo lleno de ella y al mismo tiempo tan vacío y tan lejano. Incapaz de hacer lo que realmente quería, pero ambos lo habían sabido desde el principio, su relación era imposible, él seguiría siendo quien era y ella podía tener una vida sin complicaciones con Stein. Así de sencillo.
Se giró para no ver cómo se marchaba, temiendo que sus piernas le traicionasen y se echase a correr detrás de ella, no sabría qué decirle pero eso daba igual, quería detenerla y eso no era posible. Se sentó como un autómata de nuevo delante de la mesa, delante de Erline aunque sin verla. El dolor en el pecho, la opresión, todo eso era por ella. Por una parte quería culparla, pero se metió él mismo en ese berenjenal, la culpa era suya por no saber mantener la barrera siempre en primer lugar, antes que sus esperanzas. Si hubiera seguido siendo frío, su corazón seguiría siendo una cáscara bombeando sangre y no como ahora, que era todo agua, corriendo por sus venas.
Cogió aire y lo soltó muy lentamente, miró a Erline, podría echarse a llorar en ese mismo instante, derrumbarse, pero no lo hizo.- ...Dame un poco de tu apatía. ¿Podrías..?
No había odiado tanto su talento como en ese momento, tal vez Aveline no quería decir nada, pero los ojos de Faith si lo hicieron y lo que significaban le destruía por dentro. Apenas tenía saliva en la boca para poder tragarla y no pudo enfrentar más su mirada, tuvo que bajarla. ¿Cómo era capaz de despertar tanto? ¿De romper tanto? Faith era como el agua, colándose por los recovecos y si no los había, los creaba hasta llenar el espacio que quisiera. Se sentía de nuevo lleno de ella y al mismo tiempo tan vacío y tan lejano. Incapaz de hacer lo que realmente quería, pero ambos lo habían sabido desde el principio, su relación era imposible, él seguiría siendo quien era y ella podía tener una vida sin complicaciones con Stein. Así de sencillo.
Se giró para no ver cómo se marchaba, temiendo que sus piernas le traicionasen y se echase a correr detrás de ella, no sabría qué decirle pero eso daba igual, quería detenerla y eso no era posible. Se sentó como un autómata de nuevo delante de la mesa, delante de Erline aunque sin verla. El dolor en el pecho, la opresión, todo eso era por ella. Por una parte quería culparla, pero se metió él mismo en ese berenjenal, la culpa era suya por no saber mantener la barrera siempre en primer lugar, antes que sus esperanzas. Si hubiera seguido siendo frío, su corazón seguiría siendo una cáscara bombeando sangre y no como ahora, que era todo agua, corriendo por sus venas.
Cogió aire y lo soltó muy lentamente, miró a Erline, podría echarse a llorar en ese mismo instante, derrumbarse, pero no lo hizo.- ...Dame un poco de tu apatía. ¿Podrías..?
Corbin Lockwood- Humano Clase Baja
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Re: Orchid. {priv.Corbin}
La Viuda de Seda había observado la escena y en parte algo le había removido. Normalmente el sufrimiento ajeno no le afectaba en absoluto, era tan fría como un amanecer en Laponia. Pero de algún modo, Corbin representaba a todas y cada una de las putas del mundo, curtidas a base de palos, sin rastro alguno de ilusión, esperanzas vanas ni tonterías. Ellas sabían cómo de infrahumano era el hombre, cuan bajos sus instintos, cuanta podredumbre se escondía bajo chaquetas y polisones de seda. El mundo era una cloaca y sólo había algo que brillaba como cien soles: el amor verdadero, la felicidad verdadera. Esa que ella era incapaz de sentir pero sabóa identificar en los hombres honestos que amaban a sus esposas de verdad y que no la veían a ella con codicia. Corbin a pesar de ser una puta y conocer el regusto de la corrupción humana había amado profundamente, y diría que la inglesa también a él, por cómo se iluminaron sus ojos al verlo, por cómo expresaba su lenguaje corporal lo que sus labios eran incapaces.
Si un hombre como Corbin, destruido y despojado de toda humanidad durante su vida de burdel, era capaz de sentir amor y ahora lo había perdido, eso era injusto y la vida no debería castigarlo así, ya había entregado demasiado a quienes no lo merecían. Apartó su taza de chocolate a un lado y colocó la mano sobre la del grandullón mirándolo a los ojos con aquellas dos turmalinas de color verde cristal.
— No puedo, pero quizás mi marido sí. Si es tu deseo dejar de sentir, puede que la magia lo consiga, pero no te lo recomiendo. Eres fuerte y lo superarás, y quizás algun dia puedas recuperar a esa mujer, o quizás encuentres otro amor que te llene y estar completo. El dolor también hace sentir vivo, yo no siento absolutamente nada. Debería estar feliz por mi próxima maternidad, pero lo cierto es que me es indiferente.
Corbin no quería estar allí, tan cerca de su amada, aunque ésta se marchase para no importunarlo más, y Erline decidió levantarse también y poner fin al dia de compras. Se marcharon de allí y cuando regresaron a la mansión D'Amencourt le preguntó.
— ¿Quieres compañía o prefieres estar solo? estaré en el invernadero el resto de la tarde..— la invitación era clara, si el hombre se sentía con ganas de conversar de cualquier cosa, Erline estaba dispuesta a darle un rato de compañía, pero si por contra prefería la soledad, tampoco iba a insistir. Para eso la Viuda no era demandante.
Si un hombre como Corbin, destruido y despojado de toda humanidad durante su vida de burdel, era capaz de sentir amor y ahora lo había perdido, eso era injusto y la vida no debería castigarlo así, ya había entregado demasiado a quienes no lo merecían. Apartó su taza de chocolate a un lado y colocó la mano sobre la del grandullón mirándolo a los ojos con aquellas dos turmalinas de color verde cristal.
— No puedo, pero quizás mi marido sí. Si es tu deseo dejar de sentir, puede que la magia lo consiga, pero no te lo recomiendo. Eres fuerte y lo superarás, y quizás algun dia puedas recuperar a esa mujer, o quizás encuentres otro amor que te llene y estar completo. El dolor también hace sentir vivo, yo no siento absolutamente nada. Debería estar feliz por mi próxima maternidad, pero lo cierto es que me es indiferente.
Corbin no quería estar allí, tan cerca de su amada, aunque ésta se marchase para no importunarlo más, y Erline decidió levantarse también y poner fin al dia de compras. Se marcharon de allí y cuando regresaron a la mansión D'Amencourt le preguntó.
— ¿Quieres compañía o prefieres estar solo? estaré en el invernadero el resto de la tarde..— la invitación era clara, si el hombre se sentía con ganas de conversar de cualquier cosa, Erline estaba dispuesta a darle un rato de compañía, pero si por contra prefería la soledad, tampoco iba a insistir. Para eso la Viuda no era demandante.
Erline D'Amencourt- Prostituta Clase Alta
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