AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Afectos secundarios {Priv.}
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Afectos secundarios {Priv.}
- Mi frío:
Cuando el extremo de tu cama se acorte y llegue la noche
tus pies notarán mi frío y entraré por tu ventana.
Con forma de sueño roto agrietaré tus sábanas,
y como no habrá luz tú no sabrás lo que pasa.
Porque seré del aire, entraré en tus pulmones
y serán las canciones las que hagan de tu sangre.
Correrán por tu cuerpo, te llamarán cobarde
y no tendrás ni tiempo para poder salvarte,
para poder salvarte...
¿No notas el olor a muerte que hay en todo el mundo?.
Está en los ojos de la gente, por nosotros están de luto.
Como la primera vez en que te quise atar,
inevitable y brutal, a tu vida me até.
Porque seré del aire, entraré en tus pulmones
y serán las canciones las que hagan de tu sangre.
Correrán por tu cuerpo, te llamarán cobarde
y no tendrás ni tiempo para poder salvarte,
para poder salvarte...
Cierra bien la puerta de tu balcón,
puede que no tengas mañana corazón.
Porque seré del aire, entraré en tus pulmones
y serán las canciones las que hagan de tu sangre.
Correrán por tu cuerpo, te llamarán cobarde
y no tendrás ni tiempo para poder salvarte,
para poder salvarte...
Porque seré del aire...
tus pies notarán mi frío y entraré por tu ventana.
Con forma de sueño roto agrietaré tus sábanas,
y como no habrá luz tú no sabrás lo que pasa.
Porque seré del aire, entraré en tus pulmones
y serán las canciones las que hagan de tu sangre.
Correrán por tu cuerpo, te llamarán cobarde
y no tendrás ni tiempo para poder salvarte,
para poder salvarte...
¿No notas el olor a muerte que hay en todo el mundo?.
Está en los ojos de la gente, por nosotros están de luto.
Como la primera vez en que te quise atar,
inevitable y brutal, a tu vida me até.
Porque seré del aire, entraré en tus pulmones
y serán las canciones las que hagan de tu sangre.
Correrán por tu cuerpo, te llamarán cobarde
y no tendrás ni tiempo para poder salvarte,
para poder salvarte...
Cierra bien la puerta de tu balcón,
puede que no tengas mañana corazón.
Porque seré del aire, entraré en tus pulmones
y serán las canciones las que hagan de tu sangre.
Correrán por tu cuerpo, te llamarán cobarde
y no tendrás ni tiempo para poder salvarte,
para poder salvarte...
Porque seré del aire...
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Los días se sucedían vertiginosamente, se acercaba la fecha del enlace y todo se precipitada como una vóragine: flores, regalos, cartas y más cartas, imprevistos, mil cosas que tener en cuenta, citas, visitas, familia, amigos... Sentía que la cabeza la iba a estallar. Menos mal que su madre era una perfecta organizadora y sabía cómo hacerlo todo como debía ser. Quinientos invitados. ¿En serio? si no conocía a tanta gente... pero es lo que sucedía con las bodas de los nobles, que menos de 300 era un insulto.
Habían decidido celebrarlo en una castillo fuera de París en el Château de Vaux le Vicomte, en Maincy, que había sido propiedad de la Corona francesa. La prepiedad era espectacular. De haberlo celebrado en Inglaterra habría sido en la mansión familiar, pero Aveline se quería casar en París donde residía y donde seguramente se quedase a vivir definitivamente si nada lo impedía.
- Chateau:
Su padre y sus hermanos habían llegado a la capital francesa unos días atrás y en la casa que habitaban Axel y ella el trajín era considerable. Toda la familia se daba cita en el desayuno, la comida y la cena si no les secuestraban los compromisos, ya que aprovechaban para reunirse con la Orden, con sus socios en los negocios y otros compromisos sociales, no siempre se podía invitar a Melinda Blackmore a un té, o a Lord Stuart a visitar la fábrica que necesitaba socios capitalistas.
Apenas veía a Stein, y Corbin estaba desaparecido. No podía culpar a ninguno, aquello era una locura, entrar a formar parte de aquel clan comportaba esos efectos secundarios, que ella había rebautizado como "afectos secundarios" entre risas.
Y finalmente... llegó el día. Había visto a Stein el día anterior por la mañana y ya no había sabido nada más de él, pero tampoco es que ella tuviera un dia tranquilo, así que se fue a dormir tarde tras tomarse una copa con Axel junto al fuego y charlar un rato. Los hermanos no habían tenido tiempo de charlar tranquilamente desde hacía dias.
— ¿Estás nerviosa?
— Estoy... atacada. No pensaba que esto podría conmigo...prefiero mil veces ir a liquidar un nido de vampiros.
— Venga ya! no es para tanto, tú eres la reina de los eventos sociales, todo saldrá estupendamente bien.— Aveline se quedó pensativa mirando la copa y después clavó sus ojos verdeazulados en su hermano mayor.
— ¿Estoy haciendo lo correcto? a veces creo que todo esto es una locura y que algún día me arrepentiré...
— ¿qué te dice el corazón?
— ahora mismo...que me acabe esa botella...pfffff...está bien.— miró a Axel y rodó los ojos.— Que no lo deje escapar.— su hermano sonrió de medio lado mientras se levantaba del sillón para abandonar la estancia.
— Pues ya tienes tu respuesta, Faith. Ponte ese vestido magnífico y la mejor de tus sonrisas, y disfruta de ese día, porque va a ser muy especial.
Melinda la despertó antes del amanecer, tenían mucho que hacer, se dio un baño y comenzaron a peinarla, entre dos manos fueron trenzando y recogiendo sus mechones rubios para retirarle el pelo de la cara y sujetarlo recogido en la nuca. Su vestido era muy moderno, se salía de los cánones de la época, pero nadie esperaba otra cosa de Aveline Faith, la estrella de la ópera, la mujer que había esperado hasta los 30 para comprometerse y buscar marido. Desayunaron todos juntos antes de empezar a vestirse, y los nervios empezaron a carcomerla. Trajeron el vestido del atelier y se lo puso comprobando que le estaba como un guante. ¿Y si Stein no aparecía? ¿Y si se lo había pensado mejor y decidía no acudir? Le ha había prometido que estaría allí con ella aunque fuese lo último que hiciera. Se sacudió los pensamientos negativos y subió al coche de caballos que la llevó al Chateau.
Los 500 invitados esperaban en los jardines del castillo, donde se había dispuesto largas mesas con comida y bebida para matar el rato hasta que llegasen los novios, La Orquesta Filarmónica al completo interpretaba piezas que había escogido Aveline personalemente, entreteniendo a la concurrencia y haciendo las delicias de la alta sociedad. Aquella boda iba a ser recordada por mucho tiempo por la exquisitez de la decoración, el lugar escogido, la abundancia de comida y bebida y todos los detalles cuidados al mínimo.
- detalles:
El coche de la novia llegó al Chateau, y los invitados acudieron a sus sitios para que comenzara la ceremonia. El cura y el juez estaban esperando en lo que sería el altar que habían montado al final de un pasillo de flores. La novia descendió del coche y de inmediato comenzaron los murmullos. ¿No era muy escotado el vestido? ¿seguro que no era una provocación más de lady Blackmore? Ciertamente estaba muy guapa y le sentaba muy bien, pero como siempre, un diseño adelantado a su tiempo.
- el secreto mejor guardado:
William se le acercó y le susurró al oído que Stein no había llegado. ¡Maldición! el puñetero brujo no había llegado. Sintió el pánico atenazarse en la boca de su estómago. ¿La habría engañado todo ese tiempo para asestarle la puñalada final de esa forma? si era así, tendría que felicitarlo, porque la iba a hundir en la miseria. Se sintió idiota con ese vestido blanco, con las flores en las manos y sonando Las cuatro Estaciones de Vivaldi de fondo. Seguramente su familia podría atajar la crisis, mantener a los invitados contentos y que con el tiempo se olvidase el asunto, pero ella... ella jamás se recuperaría de una herida así. Había confiado en Stein, le había confesado sus sentimientos, había aceptado su anillo, que ahora brillaba en su dedo...y él no había aparecido.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/01/2017
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Re: Afectos secundarios {Priv.}
El alba rompió el silencio de la noche. Ya no quedaban lágrimas, tenía el alma seca. Mientras velaba por su demonio personal había estado rezando hasta comprender lo que Corbin hizo aquel día. La Luz le había llegado. Era momento de hacer lo más conveniente para todos... para los demás. Reunió las pocas fuerzas que le quedaban para acicalar a Stein, despropiando su cuerpo maltrecho de las ensangrentadas ropas que guardarían para siempre el recuerdo de aquella noche de locura. Gracias a la hermana Bernadette y sus conocimientos curativos, lograron detener el sangrado y mantener en vida al brujo. Sus ungüentos le dieron la energía necesaria para ponerse en pie, ayudado por Dominic -quien no se apartó ni un instante de su lado- y poner rumbo a su destino: la boda.
Mantuvo el silencio durante todo el trayecto en carruaje hasta el lugar de la ceremonia. No quería hablar, pues estaba tan roto por dentro que cualquier mirada, cualquier intento de palabra, desatarían de nuevo la tormenta en su interior. Se comportó por primera vez como el cura que debía ser: célibe, humilde y anulando cualquier vestigio de ego. Sus cuerpos solo volvieron a tocarse al bajar del vehículo, pasando un brazo por debajo de sus axilas ayudó al brujo a seguir el camino que la gente fue abriendo. Entre murmuros y habladurías, mantuvo la vista al frente fija en la persona a quien más envidiaba en ese instante: Aveline Blackmore. La mujer que aquel mismo día iba a convertirse en la más afortunada. A ella le entregó su amor, su corazón y sus esperanzas. En su rostro, una máscara, construida con el fin de soportar la despedida.
-No lo odies por llegar tarde al día más importante de vuestras vidas. Lo principal es que él está aquí. Desea estar aquí. Y va a estarlo siempre... - sonrió, con el corazón en un puño cuando sus cuerpos se separaron al fin. - Se pondrá bien, pero tened cuidado con la Inquisición, tarde o temprano sabrán lo que ha ocurrido y puede que vengan a por él. Os... - cogió aire - os deseo toda la felicidad del mundo... - dijo de corazón y se inclinó como toda despedida, dándoles la espalda para deshacer sus pasos.
Le llevó consigo desde sus más jóvenes recuerdos aún sin saber todavía su nombre. Le acompañó en cada tropiezo, en cada experiencia... un velador personal al que siempre rechazó por no llegar a comprender el por qué de su existencia, el por qué Dios lo creó. Fue de su mano física y espiritualmente desde el día que nació hasta convertirse en un amigo leal cuando al fin lo comprendió: era tan parte de él como sus manos o sus pies; le complementaba y le daba su identidad. Sin él no sería Dominic. Tal vez no sería nada y terminaría desapareciendo en medio de la multitud. Dolor, así se llamaba su fiel amante. Más constante en su vida que la misma sombra pegada a sus pies. Aceptar aquel compañero le había permitido mantenerse anclado al camino que cada vez carecía de más sentido. Nuevamente dejaría que el dolor le meciera en soledad tras despedirse de otro ser amado.
Dio un paso y miró al cielo. Estaba seguro de que aquello era lo correcto, aunque estuviera en contra de todo deseo que emanara por cada poro de su cuerpo.
-Adiós, Stein Ackerman...
Y mientras el susurro moría en el viento, Dominic Custler desapareció.
Mantuvo el silencio durante todo el trayecto en carruaje hasta el lugar de la ceremonia. No quería hablar, pues estaba tan roto por dentro que cualquier mirada, cualquier intento de palabra, desatarían de nuevo la tormenta en su interior. Se comportó por primera vez como el cura que debía ser: célibe, humilde y anulando cualquier vestigio de ego. Sus cuerpos solo volvieron a tocarse al bajar del vehículo, pasando un brazo por debajo de sus axilas ayudó al brujo a seguir el camino que la gente fue abriendo. Entre murmuros y habladurías, mantuvo la vista al frente fija en la persona a quien más envidiaba en ese instante: Aveline Blackmore. La mujer que aquel mismo día iba a convertirse en la más afortunada. A ella le entregó su amor, su corazón y sus esperanzas. En su rostro, una máscara, construida con el fin de soportar la despedida.
-No lo odies por llegar tarde al día más importante de vuestras vidas. Lo principal es que él está aquí. Desea estar aquí. Y va a estarlo siempre... - sonrió, con el corazón en un puño cuando sus cuerpos se separaron al fin. - Se pondrá bien, pero tened cuidado con la Inquisición, tarde o temprano sabrán lo que ha ocurrido y puede que vengan a por él. Os... - cogió aire - os deseo toda la felicidad del mundo... - dijo de corazón y se inclinó como toda despedida, dándoles la espalda para deshacer sus pasos.
- Good bye and Good Luck:
- I don't belong here:
When you were here before
Couldn't look you in the eye
You're just like an angel
Your skin makes me cry
You float like a feather
In a beautiful world...
I wish I was special
You're so fucking special
But I'm a creep, I'm a weirdo
What the hell am I doing here?
I don't belong here
I don't care if it hurts
I want to have control
I want a perfect body
I want a perfect soul
I want you to notice
When I'm not around
You're so fucking special
I wish I was special
But I'm a creep, I'm a weirdo
What the hell am I doing here?
I don't belong here...
Couldn't look you in the eye
You're just like an angel
Your skin makes me cry
You float like a feather
In a beautiful world...
I wish I was special
You're so fucking special
But I'm a creep, I'm a weirdo
What the hell am I doing here?
I don't belong here
I don't care if it hurts
I want to have control
I want a perfect body
I want a perfect soul
I want you to notice
When I'm not around
You're so fucking special
I wish I was special
But I'm a creep, I'm a weirdo
What the hell am I doing here?
I don't belong here...
Le llevó consigo desde sus más jóvenes recuerdos aún sin saber todavía su nombre. Le acompañó en cada tropiezo, en cada experiencia... un velador personal al que siempre rechazó por no llegar a comprender el por qué de su existencia, el por qué Dios lo creó. Fue de su mano física y espiritualmente desde el día que nació hasta convertirse en un amigo leal cuando al fin lo comprendió: era tan parte de él como sus manos o sus pies; le complementaba y le daba su identidad. Sin él no sería Dominic. Tal vez no sería nada y terminaría desapareciendo en medio de la multitud. Dolor, así se llamaba su fiel amante. Más constante en su vida que la misma sombra pegada a sus pies. Aceptar aquel compañero le había permitido mantenerse anclado al camino que cada vez carecía de más sentido. Nuevamente dejaría que el dolor le meciera en soledad tras despedirse de otro ser amado.
Dio un paso y miró al cielo. Estaba seguro de que aquello era lo correcto, aunque estuviera en contra de todo deseo que emanara por cada poro de su cuerpo.
-Adiós, Stein Ackerman...
Y mientras el susurro moría en el viento, Dominic Custler desapareció.
Dom Custler- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 86
Fecha de inscripción : 09/11/2016
Re: Afectos secundarios {Priv.}
La tensa espera la había carcomido, corroyendo los cimientos de la confianza que había adquirido recientemente con Stein. Realmente llegó a pensar que era una broma macabra del hechicero, una de esas jugadas maestras que realmente era capaz de hacer... pero se resistía a creerlo, habían llegado a tocar el alma del otro, las habían conectado, habían quedado al descubierto sus verdaderos sentimientos... y creer que hubiera sido capaz de algo así, era demasiado que digerir.
Soltó el ramo sin ningún miramiento cuando lo vio bajar del carruaje apoyandose en Dominic y con el inconfundible rastro de la sangre en su camisa. ¡Estaba herido! salió corriendo sin importarle nada, ni el vestido, ni la gente, ni los murmullos, ni siquiera de la presencia del cura. Llegó hasta él justo cuando le fallaban las piernas y necesitaba sentarse en el suelo.
— Stein!! Stein!!! por dios!! que te han hecho?? Un médico!!!! que alguien traiga a un médico!!!!
Axel tomó las riendas de la situación y se llevó al brujo al interior del Chateau con la ayuda de Faith, que no pensaba separarse de él ni con agua caliente, el resto de la familia se dedicó a dispersar a la gente, calmarlos y que se dedicaran a pasear, comer y charlar mientras se arreglaba aquel entuerto. Acomodaron a Stein en un cuarto y entraron con él varios médicos, porque entre los 500 invitados era fácil que se reuniesen algunos de los mejores de París.
Soltó el ramo sin ningún miramiento cuando lo vio bajar del carruaje apoyandose en Dominic y con el inconfundible rastro de la sangre en su camisa. ¡Estaba herido! salió corriendo sin importarle nada, ni el vestido, ni la gente, ni los murmullos, ni siquiera de la presencia del cura. Llegó hasta él justo cuando le fallaban las piernas y necesitaba sentarse en el suelo.
— Stein!! Stein!!! por dios!! que te han hecho?? Un médico!!!! que alguien traiga a un médico!!!!
Axel tomó las riendas de la situación y se llevó al brujo al interior del Chateau con la ayuda de Faith, que no pensaba separarse de él ni con agua caliente, el resto de la familia se dedicó a dispersar a la gente, calmarlos y que se dedicaran a pasear, comer y charlar mientras se arreglaba aquel entuerto. Acomodaron a Stein en un cuarto y entraron con él varios médicos, porque entre los 500 invitados era fácil que se reuniesen algunos de los mejores de París.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/01/2017
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Re: Afectos secundarios {Priv.}
El viaje fue, para Stein, una tortura. La hermana Bernadette consiguió de alguna manera detener la hemorragia que seguramente habría acabado con su vida en pocas horas, pero consiguió sacar la bala y cerrar temporalmente la herida. Dominic estuvo a su lado todo el tiempo, pero el brujo sólo podía concentrarse en permanecer consciente. Se sentía el más ruin del mundo al hacerle aquello a Dom pero... ni él mismo sabía lo que le pasaba con ellos... con los sentimientos que le despertaban. Dominic y... Aveline. Hasta él mismo entendía que aquellos serían los últimos momentos con el hombre que le ayudaba a llegar hasta el carruaje, transporte para llegar a aquel sitio donde habría tantos invitados... y demasiadas miradas indiscretas.
Tenía que llegar a la boda como fuera, no podía fallar a Aveline... no ahora, que se había ganado su confianza a base de tiempo y esfuerzo, uno de los dones más preciados que aquella cazadora irónica podría otorgarle nunca. Aveline era fuerte, una dama de hierro, la misma Parca, pero Faith... Faith era frágil y si llegaba a decepcionarle, nunca volvería a abrirse de nuevo a nadie. Y aunque noentendiera cómo ni por qué... amaba a aquella mujer que era acero y seda al mismo tiempo.
El traqueteo del carruaje reabrió su herida, que comenzó a sangrar de nuevo. Mientras, el hechicero luchaba por mantener sus tripas dentro de su cuerpo y por no desmayarse antes de llegar por la pérdida de sangre. Se notaba muy débil, aquel cabrón de la Inquisición le había disparado a bocajarro y no lo había visto venir, lo que le enfurecía. ¿Cómo había podido cometer ese error? Por fin el carruaje paró, y antes de que pudiera despedirse de Dominic, la visión de un ángel de blanco al bajar a trompicones del carruaje nubló su mente. Era ella.
Aveline estaba preciosa; no podía encontrar palabras que pudieran describir a aquella criatura celestial, que parecía gritar algo mientras las manos que hasta hace un momento sujetaban su maltrecho cuerpo le soltaban, cayendo al suelo de rodillas. En un segundo de lucidez consiguió fijar la mirada, de un zafiro ahora nublado por la semiinconsciencia, en el rostro de su prometida y susurrar:
- Te dije... que vendría.
Sonrió notando que le echaban en una cama y percibía varias personas a su alrededor, pero de repente, un recuerdo cobró vida de nuevo en su mente y le hizo tragar saliva y sentarse, lo que le provocó un intenso mareo. Pero aguantó, fijando la mirada en el cura, que observaba aterrorizado la sangre que manchaba la camisa de Stein. Con una voz más fuerte de lo que realmente creía que pudiera articular en aquel momento, sentenció:
- Padre, cásenos. Ahora. - Y tendría que ser pronto, porque la cabeza empezaba a darle vueltas. Miró a Faith y le dedicó la mejor sonrisa posible, citándose a sí mismo. - Antes me arrancaría la piel a tiras que destrozar lo que me has entregado.
Tenía que llegar a la boda como fuera, no podía fallar a Aveline... no ahora, que se había ganado su confianza a base de tiempo y esfuerzo, uno de los dones más preciados que aquella cazadora irónica podría otorgarle nunca. Aveline era fuerte, una dama de hierro, la misma Parca, pero Faith... Faith era frágil y si llegaba a decepcionarle, nunca volvería a abrirse de nuevo a nadie. Y aunque noentendiera cómo ni por qué... amaba a aquella mujer que era acero y seda al mismo tiempo.
El traqueteo del carruaje reabrió su herida, que comenzó a sangrar de nuevo. Mientras, el hechicero luchaba por mantener sus tripas dentro de su cuerpo y por no desmayarse antes de llegar por la pérdida de sangre. Se notaba muy débil, aquel cabrón de la Inquisición le había disparado a bocajarro y no lo había visto venir, lo que le enfurecía. ¿Cómo había podido cometer ese error? Por fin el carruaje paró, y antes de que pudiera despedirse de Dominic, la visión de un ángel de blanco al bajar a trompicones del carruaje nubló su mente. Era ella.
Aveline estaba preciosa; no podía encontrar palabras que pudieran describir a aquella criatura celestial, que parecía gritar algo mientras las manos que hasta hace un momento sujetaban su maltrecho cuerpo le soltaban, cayendo al suelo de rodillas. En un segundo de lucidez consiguió fijar la mirada, de un zafiro ahora nublado por la semiinconsciencia, en el rostro de su prometida y susurrar:
- Te dije... que vendría.
Sonrió notando que le echaban en una cama y percibía varias personas a su alrededor, pero de repente, un recuerdo cobró vida de nuevo en su mente y le hizo tragar saliva y sentarse, lo que le provocó un intenso mareo. Pero aguantó, fijando la mirada en el cura, que observaba aterrorizado la sangre que manchaba la camisa de Stein. Con una voz más fuerte de lo que realmente creía que pudiera articular en aquel momento, sentenció:
- Padre, cásenos. Ahora. - Y tendría que ser pronto, porque la cabeza empezaba a darle vueltas. Miró a Faith y le dedicó la mejor sonrisa posible, citándose a sí mismo. - Antes me arrancaría la piel a tiras que destrozar lo que me has entregado.
Stein Ackerman- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/11/2016
Re: Afectos secundarios {Priv.}
El cura los miro atónitos. La cazadora todavía no se creía lo que había sucedido, esperaba cualquier cosa del brujo excepto que apareciese el día de su boda bañado en sangre. El estado de Stein se agravaba por momentos pero apreció cómo hizo un esfuerzo titánico por permanecer consciente. Aveline enarcó las cejas, mirando al brujo de hito en hito.
— ¿de qué demonios estás hablando? la pérdida de sangre te hace delirar. No podemos casarnos ahora!!! estás muy grave!!!
El médico que lo atendía le dio la razón a la inglesa, que estaba sentada al lado de Stein y lo sujetaba con fuerza, pasándole las yemas de los dedos por el mentón, asegurándose de que estaba vivo y cuerdo.
— Ahora debes descansar y…— pero el brujo interrumpió con un gesto de la mano y miró intensamente al cura, que se dispuso a empezar la ceremonia. ¿Control mental? quizás no hizo falta por la expresión de su cara era asesina.
— Queridos hermanos nos reunimos hoy aquí para unir en santo matrimonio a estas dos personas que…— Así que con que esas tenía Ackerman. Hasta en eso se quería salir con la suya.
— Abrevie, cura.— rugió Faith apretando los dientes y luego le siseó al oido a Stein.— cuando estés repuesto me deberás una boda de verdad, apúntalo.— el hombre se apresuró a seguir tras carraspear.
— Stein Ackerman, ¿aceptas a Aveline Faith Blackmore como tu esposa para amarla y respetarla hasta que la muerte os separe?…— esperó la contestación y siguió.— Aveline Faith Blackmore ¿aceptas a Stein Ackerman como tu esposo para amarlo y respetarlo hasta que la muerte os separe?
— acepto, y más te vale que no nos separe hoy.— dijo mirando a Stein con el ceño fruncido de preocupación y de enfado por su tozudez, estaban perdiendo un tiempo precioso para atender sus heridas.
— Pues por el poder que me ha sido concedido, yo os declaro marido y mujer.— los que estaban en aquel cuarto se miraron y Aveline tomó la cara de Stein entre sus manos de forma decidida y lo besó, pidió los anillos que los llevaba su hermano y se los pusieron, y al acabar su voz de mando atronó en la sala.
— ¡Todo el mundo fuera!! que se queden los médicos y tú, William. Llama a Axel cuando puedas.
Cuando se marcharon, entre ella y su hermano acomodaron a Stein de nuevo en la cama obligándolo a acostarse mientras los médicos preparaban el escaso material que llevaban consigo para quitar esa bala y cerrar las heridas.
— ¡Maldita sea, Stein! ahora que ya estamos unidos para siempre, no te mueras, no me dejes viuda, joder. No te atrevas a reirte de mi de esa forma o te perseguiré desde el más allá a donde quiera que estés. me debes una muy gorda, te voy a hacer beber té cada mañana hasta el fin de tus días para que no se te olvide.
— ¿de qué demonios estás hablando? la pérdida de sangre te hace delirar. No podemos casarnos ahora!!! estás muy grave!!!
El médico que lo atendía le dio la razón a la inglesa, que estaba sentada al lado de Stein y lo sujetaba con fuerza, pasándole las yemas de los dedos por el mentón, asegurándose de que estaba vivo y cuerdo.
— Ahora debes descansar y…— pero el brujo interrumpió con un gesto de la mano y miró intensamente al cura, que se dispuso a empezar la ceremonia. ¿Control mental? quizás no hizo falta por la expresión de su cara era asesina.
— Queridos hermanos nos reunimos hoy aquí para unir en santo matrimonio a estas dos personas que…— Así que con que esas tenía Ackerman. Hasta en eso se quería salir con la suya.
— Abrevie, cura.— rugió Faith apretando los dientes y luego le siseó al oido a Stein.— cuando estés repuesto me deberás una boda de verdad, apúntalo.— el hombre se apresuró a seguir tras carraspear.
— Stein Ackerman, ¿aceptas a Aveline Faith Blackmore como tu esposa para amarla y respetarla hasta que la muerte os separe?…— esperó la contestación y siguió.— Aveline Faith Blackmore ¿aceptas a Stein Ackerman como tu esposo para amarlo y respetarlo hasta que la muerte os separe?
— acepto, y más te vale que no nos separe hoy.— dijo mirando a Stein con el ceño fruncido de preocupación y de enfado por su tozudez, estaban perdiendo un tiempo precioso para atender sus heridas.
— Pues por el poder que me ha sido concedido, yo os declaro marido y mujer.— los que estaban en aquel cuarto se miraron y Aveline tomó la cara de Stein entre sus manos de forma decidida y lo besó, pidió los anillos que los llevaba su hermano y se los pusieron, y al acabar su voz de mando atronó en la sala.
— ¡Todo el mundo fuera!! que se queden los médicos y tú, William. Llama a Axel cuando puedas.
Cuando se marcharon, entre ella y su hermano acomodaron a Stein de nuevo en la cama obligándolo a acostarse mientras los médicos preparaban el escaso material que llevaban consigo para quitar esa bala y cerrar las heridas.
— ¡Maldita sea, Stein! ahora que ya estamos unidos para siempre, no te mueras, no me dejes viuda, joder. No te atrevas a reirte de mi de esa forma o te perseguiré desde el más allá a donde quiera que estés. me debes una muy gorda, te voy a hacer beber té cada mañana hasta el fin de tus días para que no se te olvide.
Última edición por Aveline Blackmore el Miér Ago 16, 2017 3:55 pm, editado 1 vez
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Re: Afectos secundarios {Priv.}
Una sola mirada de sus ojos de hilo bastó para que el cura comenzara la ceremonia, ante la mirada atónita de los pocos presentes en aquella sala a la que le habían llevado para curarle. Pero a Stein no podía darle más igual el sitio, o la gente que les observaba como si aquella situación fuera lo más subrrealista que habían vivido. Aunque para algunos, seguramente lo fuera. El sacerdote comenzó a hablar, pero en realidad el brujo no podía prestarle atención. Estaba dirigiendo las últimas fuerzas que tiraban de su frágil consciencia hacia el rostro de Aveline, que le miraba entre aterrada y enfadada. Justo como era ella.
Veía en el fruncir de su ceño a la Parca, pero en aquellos ojos como dos esmeraldas puras incrustadas en la piedra, veía también a Faith. Y eran ambas, a su manera, quienes le sostenían de caer en la oscuridad más profunda. Ahora y desde que cruzaron los primeros comentarios ácidos en la biblioteca de la Orden. Porque el brujo sabía en el fondo que no podría ser de otra manera. Porque el necesitaba aquella acidez que destilaba esa lengua. Esa lengua que había recorrido cada fibra de su ser y había llegado a tocar su alma negra y retorcida.
Cuando el cura hizo la pregunta, Stein tragó saliva. No por la duda, porque no tenía ninguna en aquel momento, sino porque quería que se le oyera bien. Dijo firme:
- Sí, quiero. - volvió a hacerle la misma pregunta a Aveline, que dijo sin dudar lo mismo que él. Y fue entonces cuando les declararon marido y mujer. Los labios de Faith se posaron sobre los suyos, y puso todo su empeño en permanecer consciente, pero ya había aguantado demasiado. Probablemente un hombre común se hubiera desmayado o desangrado horas atrás, pero Stein no era un hombre corriente.
Era Stein Ackerman, el mentalista más peligroso de París, y lo que era más importante... el marido de Aveline Faith Blackmore. Stein sonrió a la cazadora como pudo e hizo un amago de risa ante el comentario del té que terminó en un gemido de dolor. Pero justo antes de caer en la oscuridad más profunda, tuvo fuerzas para sonreír de lado y soltar burlón:
- ¿Morirme? No tendrás esa suerte. Tendrás que aguantarme mucho tiempo, cazadora. Como... para siempre...
La voz se le quebró, y por fin, se desmayó entre los brazos de Aveline... con media sonrisa en el rostro.
Veía en el fruncir de su ceño a la Parca, pero en aquellos ojos como dos esmeraldas puras incrustadas en la piedra, veía también a Faith. Y eran ambas, a su manera, quienes le sostenían de caer en la oscuridad más profunda. Ahora y desde que cruzaron los primeros comentarios ácidos en la biblioteca de la Orden. Porque el brujo sabía en el fondo que no podría ser de otra manera. Porque el necesitaba aquella acidez que destilaba esa lengua. Esa lengua que había recorrido cada fibra de su ser y había llegado a tocar su alma negra y retorcida.
Cuando el cura hizo la pregunta, Stein tragó saliva. No por la duda, porque no tenía ninguna en aquel momento, sino porque quería que se le oyera bien. Dijo firme:
- Sí, quiero. - volvió a hacerle la misma pregunta a Aveline, que dijo sin dudar lo mismo que él. Y fue entonces cuando les declararon marido y mujer. Los labios de Faith se posaron sobre los suyos, y puso todo su empeño en permanecer consciente, pero ya había aguantado demasiado. Probablemente un hombre común se hubiera desmayado o desangrado horas atrás, pero Stein no era un hombre corriente.
Era Stein Ackerman, el mentalista más peligroso de París, y lo que era más importante... el marido de Aveline Faith Blackmore. Stein sonrió a la cazadora como pudo e hizo un amago de risa ante el comentario del té que terminó en un gemido de dolor. Pero justo antes de caer en la oscuridad más profunda, tuvo fuerzas para sonreír de lado y soltar burlón:
- ¿Morirme? No tendrás esa suerte. Tendrás que aguantarme mucho tiempo, cazadora. Como... para siempre...
La voz se le quebró, y por fin, se desmayó entre los brazos de Aveline... con media sonrisa en el rostro.
Stein Ackerman- Hechicero Clase Media
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Re: Afectos secundarios {Priv.}
Los médicos se afanaron a extraer los plomos y coser las lesiones que dejaban a su paso, la pérdida de sangre se detuvo, pero ya había perdido mucha en el camino. Los órganos vitales no estaban afectados, medio centímetro mas y la bala en el hígado lo hubiera matado en menos de diez minutos.
Tardaron más de dos horas en recomponer los estropicios y durante ese tiempo, uno de los doctores que tenía su consulta a veinte kilómetros del Chateau, mando a buscar su bomba de transfusiones. Necesitarían infundirle sangre a Stein, y voluntarios ya había varios. Axel, William, la propia Faith... pero fue Rex Braco el elegido, el gigantón que estaba más sano que una manzana y miembro de la Orden, invitado a la boda por parte de la novia, no dio oportunidad de queja. Él pesaba 150 kg, podía permitirse perder un par de litros de sangre sin pasarlo muy mal. Después una semana comiendo carne roja en doble ración y como si nada.
Montaron el kit de transfusión sobre una mesa, las ampollas de cristal estériles, las gomas, jeringas metálicas y la bomba de vacío que creaba la succión necesaria para estraer el liquido, todo tenía una pinta extraña y macabra, pero era lo que debían hacer. Rex se sentó en un sillón y se arremangó el brazo dejando a la vista una vena que era casi como un meñique. Le colocaron los tubos y a los pocos segundos la ampolla empezó a llenarse, cuando alcanzó el siguiente tubo, la sangre comenzó a fluir hacia el organismo de Stein.
— No sé como agradecerte esto, Rex...te debo una...
— Esta por aquella vez en las afueras de Courbevoie.— Aveline asintió, esa noche sacó a Braco de un atolladero importante, pero era lo normal, se debían favores, se debían la vida...era parte de su día a día.
Cuando el doctor estimó que había recuperado al menos lo necesario para no morir de anemia aguda, retiraron todos los cables y tubos y limpiaron la estancia. Durante las tres o cuatro horas que aquello fue un festival de gente yendo y viniendo, Aveline no le soltó la mano a Stein. Ahora sólo restaba esperar. Ya brillaban los farolillos, y la fiesta afuera estaba animada, su familia se había encargado de transmitir el parte a todo el mundo, de tranquilizarlos y convencerlos para que celebrasen el matrimonio, ya que finalmente sí se habia llevado a cabo, pero sin la presencia de los novios. De vez en cuando le susurraba cosas para romper algo el silencio tan sepulcral que habia en la habitacion.
— Deberías estar bailando conmigo y no con la muerte...ya me estoy poniendo celosa.
Tardaron más de dos horas en recomponer los estropicios y durante ese tiempo, uno de los doctores que tenía su consulta a veinte kilómetros del Chateau, mando a buscar su bomba de transfusiones. Necesitarían infundirle sangre a Stein, y voluntarios ya había varios. Axel, William, la propia Faith... pero fue Rex Braco el elegido, el gigantón que estaba más sano que una manzana y miembro de la Orden, invitado a la boda por parte de la novia, no dio oportunidad de queja. Él pesaba 150 kg, podía permitirse perder un par de litros de sangre sin pasarlo muy mal. Después una semana comiendo carne roja en doble ración y como si nada.
Montaron el kit de transfusión sobre una mesa, las ampollas de cristal estériles, las gomas, jeringas metálicas y la bomba de vacío que creaba la succión necesaria para estraer el liquido, todo tenía una pinta extraña y macabra, pero era lo que debían hacer. Rex se sentó en un sillón y se arremangó el brazo dejando a la vista una vena que era casi como un meñique. Le colocaron los tubos y a los pocos segundos la ampolla empezó a llenarse, cuando alcanzó el siguiente tubo, la sangre comenzó a fluir hacia el organismo de Stein.
— No sé como agradecerte esto, Rex...te debo una...
— Esta por aquella vez en las afueras de Courbevoie.— Aveline asintió, esa noche sacó a Braco de un atolladero importante, pero era lo normal, se debían favores, se debían la vida...era parte de su día a día.
Cuando el doctor estimó que había recuperado al menos lo necesario para no morir de anemia aguda, retiraron todos los cables y tubos y limpiaron la estancia. Durante las tres o cuatro horas que aquello fue un festival de gente yendo y viniendo, Aveline no le soltó la mano a Stein. Ahora sólo restaba esperar. Ya brillaban los farolillos, y la fiesta afuera estaba animada, su familia se había encargado de transmitir el parte a todo el mundo, de tranquilizarlos y convencerlos para que celebrasen el matrimonio, ya que finalmente sí se habia llevado a cabo, pero sin la presencia de los novios. De vez en cuando le susurraba cosas para romper algo el silencio tan sepulcral que habia en la habitacion.
— Deberías estar bailando conmigo y no con la muerte...ya me estoy poniendo celosa.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Re: Afectos secundarios {Priv.}
Aquellas horas fueron interminables para los de fuera, pero en la mente de Stein apenas parecían haber pasado los minutos. Entre brumas y neblina, las imágenes de su subconsciente cambiaban y se retorcían, como serpientes de humo de los que apenas podía captar segundos antes de pasar al siguiente. Pudo reconocer el rostro de Faith, a Corbin, a Dom... incluso a su hermana
Estaba inconsciente, pero hasta en esas circunstancias la mente del brujo era capaz de hilar recuerdos y pensamientos como si de una película se tratara. Como si fuera a morir. ¿Era eso? Su vida estaba pasando ante sus ojos porque iba a morir? Muchos poetas lo habían descrito así, y aunque no se sentía como si fuera a morir, sí que estaba viendo aquello. Algunos recuerdos incluso dolían. El incidente de Nahia, la sangre de su hermana, todas las vidas que había arrebatado con trucos y control mental. ¿De verdad era aquello lo que quedaría de él? ¿Le recordarían como el mentalista más malvado y ruín de París? Hubo un tiempo en el que lo hubiera querido así pero... en esos instantes ni siquiera estaba seguro. Joder, ni siquiera sabía si estaba muerto ya.
Se dio cuenta de que las imágenes empezaban a desvanecerse, y una fría oscuridad que sacudió su alma de arriba a abajo empezó a aletargar su conciencia. Así que aquello era la muerte. Joder, qué muerte más indigna. Un tiro en las tripas por un Inquisidor. Justicia poética, casi podría decirse. Incluso Faith se reiría de una muerte como aquella. De hecho, casi podría jurar que escuchaba su voz entre la niebla. No, aún no estaba muerto del todo. Escuchó la voz de Faith gritando algo y de pronto notó cómo algo caliente empezaba a inundarle, llenándole por completo de vida. Un calor casi insoportable, interno, que se extendía por sus venas y pareció darle un soplo a su débil corazón, que empezó a latir con fuerza.
El brujo se dio cuenta de que volvía a tener cuerpo, y extremidades. Joder, incluso podía notar... un intenso dolor en el estómago que casi le hizo gritar. Pero aún no sentía la cara, sólo la voz de Faith diciendo algo, esta vez en tono más calmado. ¿Estaba celosa de la muerte? Si pudiera decirle lo que se siente al borde de la muerte, no lo estaría tanto. Notó cómo su mano, cálida y firme, apretaba lo que parecía ser la suya. Tenía que hacerle saber que estaba bien. Que le estaba escuchando.
Reunió toda su voluntad en mover los dedos de la mano, pero era incapaz de hacerlo. "Joder Stein, ¿obligas a gente a suicidarse y no eres capaz de mover ni tus propios dedos?" - se reprochó a sí mismo mientras seguía intentándolo hasta que... lo consiguió. Consiguió apretar débilmente la mano de Faith, y con ese contacto, todo pareció volver de golpe. El disparo, el viaje, la boda... ¿Se habían casado al final? Sí, juraría haber oído el sí quiero de sus labios. De esos labios que ahora mismo se moría por besar. Empezaba a ser consciente de su propio dolor pero hizo un esfuerzo para abrir los ojos. La luz le dio un pinchazo horrible en la cabeza, pero no le importó. Dirigió sus ojos azul océano a Aveline, más hermosa que cualquier otro segundo que la hubiera mirado, y sonrió débilmente con algo que esperaba que le hiciera reír. Ya valía de dramas por un día.
- ¿Celosa... de la muerte? Créeme... la he visto y... no tiene ese culo.
Estaba inconsciente, pero hasta en esas circunstancias la mente del brujo era capaz de hilar recuerdos y pensamientos como si de una película se tratara. Como si fuera a morir. ¿Era eso? Su vida estaba pasando ante sus ojos porque iba a morir? Muchos poetas lo habían descrito así, y aunque no se sentía como si fuera a morir, sí que estaba viendo aquello. Algunos recuerdos incluso dolían. El incidente de Nahia, la sangre de su hermana, todas las vidas que había arrebatado con trucos y control mental. ¿De verdad era aquello lo que quedaría de él? ¿Le recordarían como el mentalista más malvado y ruín de París? Hubo un tiempo en el que lo hubiera querido así pero... en esos instantes ni siquiera estaba seguro. Joder, ni siquiera sabía si estaba muerto ya.
Se dio cuenta de que las imágenes empezaban a desvanecerse, y una fría oscuridad que sacudió su alma de arriba a abajo empezó a aletargar su conciencia. Así que aquello era la muerte. Joder, qué muerte más indigna. Un tiro en las tripas por un Inquisidor. Justicia poética, casi podría decirse. Incluso Faith se reiría de una muerte como aquella. De hecho, casi podría jurar que escuchaba su voz entre la niebla. No, aún no estaba muerto del todo. Escuchó la voz de Faith gritando algo y de pronto notó cómo algo caliente empezaba a inundarle, llenándole por completo de vida. Un calor casi insoportable, interno, que se extendía por sus venas y pareció darle un soplo a su débil corazón, que empezó a latir con fuerza.
El brujo se dio cuenta de que volvía a tener cuerpo, y extremidades. Joder, incluso podía notar... un intenso dolor en el estómago que casi le hizo gritar. Pero aún no sentía la cara, sólo la voz de Faith diciendo algo, esta vez en tono más calmado. ¿Estaba celosa de la muerte? Si pudiera decirle lo que se siente al borde de la muerte, no lo estaría tanto. Notó cómo su mano, cálida y firme, apretaba lo que parecía ser la suya. Tenía que hacerle saber que estaba bien. Que le estaba escuchando.
Reunió toda su voluntad en mover los dedos de la mano, pero era incapaz de hacerlo. "Joder Stein, ¿obligas a gente a suicidarse y no eres capaz de mover ni tus propios dedos?" - se reprochó a sí mismo mientras seguía intentándolo hasta que... lo consiguió. Consiguió apretar débilmente la mano de Faith, y con ese contacto, todo pareció volver de golpe. El disparo, el viaje, la boda... ¿Se habían casado al final? Sí, juraría haber oído el sí quiero de sus labios. De esos labios que ahora mismo se moría por besar. Empezaba a ser consciente de su propio dolor pero hizo un esfuerzo para abrir los ojos. La luz le dio un pinchazo horrible en la cabeza, pero no le importó. Dirigió sus ojos azul océano a Aveline, más hermosa que cualquier otro segundo que la hubiera mirado, y sonrió débilmente con algo que esperaba que le hiciera reír. Ya valía de dramas por un día.
- ¿Celosa... de la muerte? Créeme... la he visto y... no tiene ese culo.
Stein Ackerman- Hechicero Clase Media
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Re: Afectos secundarios {Priv.}
No esperaba que abriera los ojos tan pronto, no le habían dado opiáceos porque estaba muy débil y suponía que el dolor lo mantenia en shock e inconsciente, pero a la que despertase debía horrible. Le acercó un pequeño frasco a los labios para darle un poco de ese elixir que le calmase un poco el intenso dolor.
Le acarició los rizos negros y se inclinó a besar sus labios suavemente.
— pues que se joda esa perra de culo feo, porque me he quedado con su amorcito y con su nombre. Ahora tienes que descansar ¿de acuerdo? me quedaré contigo todo el tiempo que haga falta.
La noche dio paso al día, los invitados se marcharon y Faith sólo salió de aquella habitación por un ratito para despedirlos y agradecerles su apoyo, comunicandoles que Stein se recuperaba lentamente. Una boda cuanto menos curiosa, con tiro en el estómago incluido y casi para celebrar el entierro en un dos por uno. Estaban todos agotados, pero de allí no la iban a mover hasta que fuera seguro para Stein el poder trasladarlo, cosa que sucedió al dia siguiente.
Se acomodaron en su casa, donde toda la familia estaba alojada, y aprovechó para pasar mucho tiempo con su marido, que falta les hacía. Se sentó a su lado en la cama dándole sorbitos de agua poco a poco, que había tenido un agujero en el estómago y no era cosa de broma.
— ¿qué pasó esa noche Stein? quién te disparó? tenemos que preocuparnos porque vayan a por ti de nuevo?.— estaba preocupada por su futuro, no entraba en sus planes casarse con un cadáver con fecha de muerte.— te juro que cuando te vi...pensé que me daba algo.— torció media sonrisa de lado.— No me vengas con que estabas muy malito cuando dijiste "si quiero", que no sabías lo que decías... esto ya es para siempre ¿eh? así que tendremos que hacer justicia con lo que te hicieron.
William Chase, el hermano de Faith experto en negocios y leyes entró después de llamar a la puerta.
— ¿qué pasa cuñado? tienes mejor cara. Cuando tengas un rato necesito que firmes estos papeles, son vuestras actas matrimoniales y un par de asuntos que debéis saber. Como le dije a mi hermana, si queréis conservar el título, cosa que yo os recomiendo, ella debería conservar su apellido y añadir el tuyo como uno compuesto. Son sólo términos legales, pero bueno, es para que lo sepáis. Además ahí tenéis un borrador de testamento, que visto lo visto, no está mal que lo hagáis. Y por último, antes de hacer las ecrituras vengo a preguntaros qué preferís ¿la villa de Canterbury o la fábrica de Darstford?
— yo prefiero la villa de Canterbury, es uno de los pueblos más embrujados de Inglaterra, seguro que a Stein le gustará más que una fábrica de conservas que huele a pis. ¿Tú que opinas? tampoco es que me interesen mucho los negocios conserveros, pero si te apetece a ti...
— La villa de Canterbury es un refugio de cazadores cuando lo solicitan.— Interrumpió Lord Stuart, el padre de Aveline y Axel.— ¿como estás, yerno? eres duro de pelar. Dice mi hijo que nos convienes más en nuestro bando que en el otro.— el inglés fulminaba a todo el mundo con su azul mirada penetrante y su presencia intimidatoria. Se acercó a Faith y le puso una mano en el hombro, nada de besos en el pelo ni muestras de cariño como cabría esperar de un padre a su hija.
Le acarició los rizos negros y se inclinó a besar sus labios suavemente.
— pues que se joda esa perra de culo feo, porque me he quedado con su amorcito y con su nombre. Ahora tienes que descansar ¿de acuerdo? me quedaré contigo todo el tiempo que haga falta.
La noche dio paso al día, los invitados se marcharon y Faith sólo salió de aquella habitación por un ratito para despedirlos y agradecerles su apoyo, comunicandoles que Stein se recuperaba lentamente. Una boda cuanto menos curiosa, con tiro en el estómago incluido y casi para celebrar el entierro en un dos por uno. Estaban todos agotados, pero de allí no la iban a mover hasta que fuera seguro para Stein el poder trasladarlo, cosa que sucedió al dia siguiente.
Se acomodaron en su casa, donde toda la familia estaba alojada, y aprovechó para pasar mucho tiempo con su marido, que falta les hacía. Se sentó a su lado en la cama dándole sorbitos de agua poco a poco, que había tenido un agujero en el estómago y no era cosa de broma.
— ¿qué pasó esa noche Stein? quién te disparó? tenemos que preocuparnos porque vayan a por ti de nuevo?.— estaba preocupada por su futuro, no entraba en sus planes casarse con un cadáver con fecha de muerte.— te juro que cuando te vi...pensé que me daba algo.— torció media sonrisa de lado.— No me vengas con que estabas muy malito cuando dijiste "si quiero", que no sabías lo que decías... esto ya es para siempre ¿eh? así que tendremos que hacer justicia con lo que te hicieron.
William Chase, el hermano de Faith experto en negocios y leyes entró después de llamar a la puerta.
— ¿qué pasa cuñado? tienes mejor cara. Cuando tengas un rato necesito que firmes estos papeles, son vuestras actas matrimoniales y un par de asuntos que debéis saber. Como le dije a mi hermana, si queréis conservar el título, cosa que yo os recomiendo, ella debería conservar su apellido y añadir el tuyo como uno compuesto. Son sólo términos legales, pero bueno, es para que lo sepáis. Además ahí tenéis un borrador de testamento, que visto lo visto, no está mal que lo hagáis. Y por último, antes de hacer las ecrituras vengo a preguntaros qué preferís ¿la villa de Canterbury o la fábrica de Darstford?
— yo prefiero la villa de Canterbury, es uno de los pueblos más embrujados de Inglaterra, seguro que a Stein le gustará más que una fábrica de conservas que huele a pis. ¿Tú que opinas? tampoco es que me interesen mucho los negocios conserveros, pero si te apetece a ti...
— La villa de Canterbury es un refugio de cazadores cuando lo solicitan.— Interrumpió Lord Stuart, el padre de Aveline y Axel.— ¿como estás, yerno? eres duro de pelar. Dice mi hijo que nos convienes más en nuestro bando que en el otro.— el inglés fulminaba a todo el mundo con su azul mirada penetrante y su presencia intimidatoria. Se acercó a Faith y le puso una mano en el hombro, nada de besos en el pelo ni muestras de cariño como cabría esperar de un padre a su hija.
- Lord Stuart Blackmore:
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Re: Afectos secundarios {Priv.}
La luz que le cegó después fue un bonito contraste a la neblina de la inconsciencia, pero vino acompañado de intenso dolor en el abdomen, punzante y ardiente, que le hizo apretar la mandíbula y gruñir como pudo. Aveline le dio un líquido amargo, pero poco a poco hizo que el dolor fuera remitiendo... al menos por un rato. Miró a su esposa y sonrió de lado cuando la escuchó refunfuñar sobre la muerte. No por nada estaba casado con La Parca... aunque en aquellos momentos era Faith la que le estaba cuidando.
Sus manos, si bien no eran suaves por el roce continuo con las armas y la batalla constante que sufrían, le trataban con una delicadeza que pocas veces le había visto. Sólo cuando estaba herido o enfermo, cosa que rara vez ocurrido. Aunque lo primero aumentaba de estadística alarmantemente, cuando hacía años que no le había rozado ni el cierzo. ¿Estaría perdiendo práctica o era sólo que se había relajado? Iba a decirle algo cuando su nuevo cuñado, William Chase, apareció. Se puso a hablar de apellidos y títulos, cosa que a Stein no le interesaba lo más mínimo, así que sólo se enderezó con dificultad en la cama para permanecer sentado antes de carraspear y decir con ojos de hielo:
- Lo que quieras,cuñado, no herirá mi hombría que no adopte mi apellido, de hecho, y no te ofendas, me da exactamente igual.
El brujo acababa de salir de una inconsciencia profunda y dolorosa y aún le duraba el dolor ene l estómago, por lo que no tenía ganas de aguantar fachadas cordiales. Sabía que Aveline se lo reprocharía más tarde, por eso había añadido el "no te ofendas", pero no iba a hacer el paripé con un tema que no le interesaba en ese momento, y menos en esas condiciones.
Para suavizar la frase le sonrió, aunque la sonrisa no le llegó a los ojos, antes de decir:
- Aunque lo de la Villa de Canterbury suena bien, me muero de ganas de añadir unas cuantas leyendas más a esas tierras. - se le ocurrían muchas cosas con las que aterrorizar a la población, pero al hermano de su esposa no le parecerían... políticamente correctos.
Esperaba que con el asunto zanjado el hombre se fuera, ya que lo único que quería era tumbarse a descansar el horrible dolor de cabeza que se le estaba poniendo junto a Faith y dejarse de charlas burocráticas. Pero de nuevo, su gozo se metió en un pozo profundo cuando Lord Stuart Blackmore hizo acto de presencia. El Lord inglés era imponente, allí erguido y con posición de seguridad, porque sabía que podía y así lo hacía ver. Un caballero de los pies a la cabeza, de la misma manera que su hijo Axel, que parecía haber salido de aquel molde rubio y de expresión seria. Saludó a su hija con un apretón en el hombro, aunque sus ojos se fijaron en los del brujo, y Stein no pudo más que plantarle cara.
Sus ojos volvieron a enfriarse al color del océano helado, y por unos segundos se aguantaron la mirada, midiéndose en silencio y con las intenciones más que claras. Lord Blackmore comentó que era duro de pelar, pero no era más que una amenaza velada ante la amenaza que sabía que supondría el brujo si fuera su enemigo, como así lo insinuó. Estaba más que claro que no aprobaba aquella unión para su hija, pero aunque a Stein personalmente le daba lo mismo, sabía que para Aveline la aprobación de su familia, y más de su padre, lo era todo.
Así que tragó saliva con esfuerzo y se sentó lo más erguido que pudo, inclinando la cabeza ligeramente como señal de respeto y saludo hacia su suegro.
- Buenas tardes, Lord Blackmore. Le agradezco la visita y sí, ya me encuentro mejor. No tardaré en estar en mis plenas... facultades. - "Así que si quieres matarme aprovecha ahora". Le sugirió el alemán con la mirada, desafiante ante la penetrante mirada azul del inglés.
Stein cogió la mano de Aveline, entrelazando sus dedos con los de ella sin quitar ojo a su padre, en un gesto más que claro. No cedería ante el Lord en ninguna faceta ni se dejaría amedrentar por él ni por su estatus.
Sus manos, si bien no eran suaves por el roce continuo con las armas y la batalla constante que sufrían, le trataban con una delicadeza que pocas veces le había visto. Sólo cuando estaba herido o enfermo, cosa que rara vez ocurrido. Aunque lo primero aumentaba de estadística alarmantemente, cuando hacía años que no le había rozado ni el cierzo. ¿Estaría perdiendo práctica o era sólo que se había relajado? Iba a decirle algo cuando su nuevo cuñado, William Chase, apareció. Se puso a hablar de apellidos y títulos, cosa que a Stein no le interesaba lo más mínimo, así que sólo se enderezó con dificultad en la cama para permanecer sentado antes de carraspear y decir con ojos de hielo:
- Lo que quieras,cuñado, no herirá mi hombría que no adopte mi apellido, de hecho, y no te ofendas, me da exactamente igual.
El brujo acababa de salir de una inconsciencia profunda y dolorosa y aún le duraba el dolor ene l estómago, por lo que no tenía ganas de aguantar fachadas cordiales. Sabía que Aveline se lo reprocharía más tarde, por eso había añadido el "no te ofendas", pero no iba a hacer el paripé con un tema que no le interesaba en ese momento, y menos en esas condiciones.
Para suavizar la frase le sonrió, aunque la sonrisa no le llegó a los ojos, antes de decir:
- Aunque lo de la Villa de Canterbury suena bien, me muero de ganas de añadir unas cuantas leyendas más a esas tierras. - se le ocurrían muchas cosas con las que aterrorizar a la población, pero al hermano de su esposa no le parecerían... políticamente correctos.
Esperaba que con el asunto zanjado el hombre se fuera, ya que lo único que quería era tumbarse a descansar el horrible dolor de cabeza que se le estaba poniendo junto a Faith y dejarse de charlas burocráticas. Pero de nuevo, su gozo se metió en un pozo profundo cuando Lord Stuart Blackmore hizo acto de presencia. El Lord inglés era imponente, allí erguido y con posición de seguridad, porque sabía que podía y así lo hacía ver. Un caballero de los pies a la cabeza, de la misma manera que su hijo Axel, que parecía haber salido de aquel molde rubio y de expresión seria. Saludó a su hija con un apretón en el hombro, aunque sus ojos se fijaron en los del brujo, y Stein no pudo más que plantarle cara.
Sus ojos volvieron a enfriarse al color del océano helado, y por unos segundos se aguantaron la mirada, midiéndose en silencio y con las intenciones más que claras. Lord Blackmore comentó que era duro de pelar, pero no era más que una amenaza velada ante la amenaza que sabía que supondría el brujo si fuera su enemigo, como así lo insinuó. Estaba más que claro que no aprobaba aquella unión para su hija, pero aunque a Stein personalmente le daba lo mismo, sabía que para Aveline la aprobación de su familia, y más de su padre, lo era todo.
Así que tragó saliva con esfuerzo y se sentó lo más erguido que pudo, inclinando la cabeza ligeramente como señal de respeto y saludo hacia su suegro.
- Buenas tardes, Lord Blackmore. Le agradezco la visita y sí, ya me encuentro mejor. No tardaré en estar en mis plenas... facultades. - "Así que si quieres matarme aprovecha ahora". Le sugirió el alemán con la mirada, desafiante ante la penetrante mirada azul del inglés.
Stein cogió la mano de Aveline, entrelazando sus dedos con los de ella sin quitar ojo a su padre, en un gesto más que claro. No cedería ante el Lord en ninguna faceta ni se dejaría amedrentar por él ni por su estatus.
Stein Ackerman- Hechicero Clase Media
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Re: Afectos secundarios {Priv.}
Como buen cazador y noble de alta de cuna británico, había aprendido el arte del desdén, de la ironía y del fino sarcasmo del famoso humor inglés. Lord Blackmore sonrió de medio lado apreciando el tono frío y cortante de Stein y su gesto soberbio y desafiante.
— Vaya... Melinda me habló de ti, pero compruebo que eres justo lo que yo no deseaba como yerno pero sabía que mi hija elegiría. Tal para cual.— Se giró hacia Faith que lo miraba con los ojos entornados y los labios fruncidos.— No te podías conformar con un pelele, me alegro por ti, vais a tener una vida muy... movida..— Miró de nuevo a Stein y le tendió la mano estrechándosela con fuerza.— Bienvenido a la familia.
Aveline terminó por sonreirle a Stein y los mandó a todos fuera, descansarían unas horas y trasladarían al brujo a su casa en París, ya era hora de abandonar aquel palacete.
— ¿Te sientes con fuerzas para regresar a París? has estado muy cerca... no me des más sustos así, ahora ya estamos empatados, no hay necesidad de morirse más ¿de acuerdo?
Con el fluir de las horas los Blackmore fueron regresando a la capital y los invitados se instalaron en las habitaciones para las visitas, mientras a Stein lo acomodaron en la de Aveline, al menos hasta que estuviera lo suficientemente repuesto para hacer vida más o menos normal. Esa cama ya la conocía bien el brujo, y seguramente allí estuviera más cómodo y relajado. Los siguientes días pasaron bastante tranquilos, tenían que superar el periodo de infección, y Aveline se pasaba su luna de miel charlando con Stein, tocando algunas piezas para él o simplement recostada a su lado acariciándole los rizos oscuros. No podían intimar, estaba todo muy reciente pero eso no le impedía besarlo y ciertamente lo hacía con ganas.
— parecemos dos adolescentes dándose el lote... jajajajaja. Cuando estés repuesto me debes una luna de miel como dios manda.
Lord Stuart aprovechó para pasar algo de tiempo con Axel en la Orden, poner al día ciertos asuntos, cerrar algunas visitas y negocio en París y antes de marcharse de nuevo a Londres, pasó por la habitación de su hija, que en ese momento estaba abajo con su madre. Cerró la puerta tras de si y se sentó en una silla frente a Stein clavando sus inquisitivos ojos en él.
— Stein Ackerman... no voy a insultar tu inteligencia con palabras corteses. Estás en nuestros archivos desde hace años, en los prioritarios. No me pasa por alto que tienes un poder sugestivo sin igual, sé que podrías obligarme ahora mismo a rebuznar si quisieras. Permíteme que desconfíe de ti, te diría que no es personal, pero lo es. Eres uno de los más poderosos hechiceros de la Logia y ella es mi unica hija.— hizo una pequeña pausa.— ¿Sabes lo bueno de llegar a mi edad? que he visto tantas cosas que cuando me sorprenden normalmente es para mal, pero en esas raras ocasiones que es para bien, renuevo la fe en el ser humano. Apostaría a que me vas a sorprender para mal, que llegará el dia que te canses, que pierdas el interés por un hueso tan duro de roer como Faith. Pero a estas alturas ya no apuesto, ha perdido la emoción hacerlo. Enseñé a mis hijos a ser implacables y a Axel a ser magnánimo, a dar segundas oportunidades...porque él es un líder, porque él puede lidiar con la decepción, pero Faith no. A ella la destruiría, pero eso tú ya lo sabes. De la misma forma que sabes que si eso pasa no dormirás tranquilo ni una noche más en tu vida porque te persegurié hasta el último rincón del mundo ¿verdad?.— estaba serio, pero bailaba en sus ojos esa chispa del cazador, esa soberbia mezclada con la infinita determinación que ostentaba también su hija, realmente se parecían mucho.— Sorpéndeme, muchacho. Pero hazlo para bien, y sabrás lo que es tener una familia de verdad, porque no hay mujer más valiente ni más peleona que mi hija.
Se levantó de la silla acabada la conversación y bajó a despedirse, lo requerían en Londres y debía marcharse.
— Vaya... Melinda me habló de ti, pero compruebo que eres justo lo que yo no deseaba como yerno pero sabía que mi hija elegiría. Tal para cual.— Se giró hacia Faith que lo miraba con los ojos entornados y los labios fruncidos.— No te podías conformar con un pelele, me alegro por ti, vais a tener una vida muy... movida..— Miró de nuevo a Stein y le tendió la mano estrechándosela con fuerza.— Bienvenido a la familia.
Aveline terminó por sonreirle a Stein y los mandó a todos fuera, descansarían unas horas y trasladarían al brujo a su casa en París, ya era hora de abandonar aquel palacete.
— ¿Te sientes con fuerzas para regresar a París? has estado muy cerca... no me des más sustos así, ahora ya estamos empatados, no hay necesidad de morirse más ¿de acuerdo?
Con el fluir de las horas los Blackmore fueron regresando a la capital y los invitados se instalaron en las habitaciones para las visitas, mientras a Stein lo acomodaron en la de Aveline, al menos hasta que estuviera lo suficientemente repuesto para hacer vida más o menos normal. Esa cama ya la conocía bien el brujo, y seguramente allí estuviera más cómodo y relajado. Los siguientes días pasaron bastante tranquilos, tenían que superar el periodo de infección, y Aveline se pasaba su luna de miel charlando con Stein, tocando algunas piezas para él o simplement recostada a su lado acariciándole los rizos oscuros. No podían intimar, estaba todo muy reciente pero eso no le impedía besarlo y ciertamente lo hacía con ganas.
— parecemos dos adolescentes dándose el lote... jajajajaja. Cuando estés repuesto me debes una luna de miel como dios manda.
Lord Stuart aprovechó para pasar algo de tiempo con Axel en la Orden, poner al día ciertos asuntos, cerrar algunas visitas y negocio en París y antes de marcharse de nuevo a Londres, pasó por la habitación de su hija, que en ese momento estaba abajo con su madre. Cerró la puerta tras de si y se sentó en una silla frente a Stein clavando sus inquisitivos ojos en él.
— Stein Ackerman... no voy a insultar tu inteligencia con palabras corteses. Estás en nuestros archivos desde hace años, en los prioritarios. No me pasa por alto que tienes un poder sugestivo sin igual, sé que podrías obligarme ahora mismo a rebuznar si quisieras. Permíteme que desconfíe de ti, te diría que no es personal, pero lo es. Eres uno de los más poderosos hechiceros de la Logia y ella es mi unica hija.— hizo una pequeña pausa.— ¿Sabes lo bueno de llegar a mi edad? que he visto tantas cosas que cuando me sorprenden normalmente es para mal, pero en esas raras ocasiones que es para bien, renuevo la fe en el ser humano. Apostaría a que me vas a sorprender para mal, que llegará el dia que te canses, que pierdas el interés por un hueso tan duro de roer como Faith. Pero a estas alturas ya no apuesto, ha perdido la emoción hacerlo. Enseñé a mis hijos a ser implacables y a Axel a ser magnánimo, a dar segundas oportunidades...porque él es un líder, porque él puede lidiar con la decepción, pero Faith no. A ella la destruiría, pero eso tú ya lo sabes. De la misma forma que sabes que si eso pasa no dormirás tranquilo ni una noche más en tu vida porque te persegurié hasta el último rincón del mundo ¿verdad?.— estaba serio, pero bailaba en sus ojos esa chispa del cazador, esa soberbia mezclada con la infinita determinación que ostentaba también su hija, realmente se parecían mucho.— Sorpéndeme, muchacho. Pero hazlo para bien, y sabrás lo que es tener una familia de verdad, porque no hay mujer más valiente ni más peleona que mi hija.
Se levantó de la silla acabada la conversación y bajó a despedirse, lo requerían en Londres y debía marcharse.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Lord Blackmore le estrechó la mano con fuerza y el le correspondió, aunque sus mirada en ningún momento dejaron de retarse. Aveline apenas le dejaba solo y la verdad era que le encantaba que se tumbara junto a él y dedicarse únicamente a disfrutar de los besos del otro. Entonces le escuchó decir que parecían dos adolescentes y se rió, lo que le costó un quejido del estómago pero que no ocultó su sonrisa. Le mordió el labio inferior y susurró:
- Y como dos adolescentes que somos, tendré que llevarte a casa a las nueve para que tu padre no me dé una paliza. - le miró burlón y la besó con ganas, inclinándose sobre ella. - Empiezo a deberte muchas cosas y nos acabamos de casar. ¿Ya va a rentarme esto del matrimonio? - se rió de nuevo, picándola.
Los días pasaron entre besos y dolor, aunque de lo segundo cada vez menos. La herida parecía ir sanando bien y el periodo de infección se iba alejando poco a poco. Stein apreciaba lo que Aveline estaba haciendo por él. La escuchaba tocar o la abrazaba cuando se tumbaba junto a él, la cazadora estaba encargándose de que al brujo no le faltase de nada y ayudándole con lo que necesitaba. Suponía que como debía ser en un matrimonio. Aunque su matrimonio era de todo menos convencional. Se trasladaron a París de nuevo y la fecha de partida de la familia Blackmore llegó por fin. Habían estado poco tiempo, pero se habían hecho notar, sobre todo por los comentarios cortantes de Lord Blackmore cada vez que le veía, las eternas charlas de negocios de Chase y las amables y correctas visitas de Axel. Al menos, Axel era el que mejor le caía de sus hermanos. Aunque esa tensión con su suegro le hacía gracia a la vez de parecerle estimulante.
El día de partir llegó y por supuesto, el Lord inglés no podía irse sin darle la merecida charla al hechicero en plan "papá oso protector". Cuando Stuart Blackmore entró, Stein se irguió lo que pudo y le mantuvo la mirada durante toda la conversación, sólo para añadir cuando terminó:
- No se preocupe Lord Blackmore, no hará falta que me persiga hasta el último rincón del mundo. Creo que Faith es totalmente capaz de cortarme las pelotas si algún día así lo decidiera. - le dirigió una irónica sonrisa al Lord, y zanjado el tema el inglés bajó a despedirse de su hija. Pero Stein quería darle un poco más de emoción al asunto.
Con al abdomen todavía vendado se aseó, se puso una camisa y unos pantalones y bajó a la puerta principal ante la asombrada mirada de las empleadas de la mansión, que insistían en que se quedara en la cama. Se despidió de Lady Melinda Blackmore con un correcto beso en el dorso de la mano y una encantadora sonrisa, antes de estrecharle la mano a William Chase asintiendo a algo que le estaba contando y que a Stein seguía sin interesarle por ser de índole burocrática. No obstante le prometió sus habilidades de persuasión cuando lo necesitara, y así el tiburón de los negocios quedó saciado. El último fue por supuesto el padre, al que estrechó la mano con firmeza. Inclinó ligeramente la cabeza en señal de despedida y sonrió de lado antes de decir:
- Que tengan buen viaje. Y que cuando nos veamos sean distintas circunstancias, pero sigamos en el mismo bando.
- Y como dos adolescentes que somos, tendré que llevarte a casa a las nueve para que tu padre no me dé una paliza. - le miró burlón y la besó con ganas, inclinándose sobre ella. - Empiezo a deberte muchas cosas y nos acabamos de casar. ¿Ya va a rentarme esto del matrimonio? - se rió de nuevo, picándola.
Los días pasaron entre besos y dolor, aunque de lo segundo cada vez menos. La herida parecía ir sanando bien y el periodo de infección se iba alejando poco a poco. Stein apreciaba lo que Aveline estaba haciendo por él. La escuchaba tocar o la abrazaba cuando se tumbaba junto a él, la cazadora estaba encargándose de que al brujo no le faltase de nada y ayudándole con lo que necesitaba. Suponía que como debía ser en un matrimonio. Aunque su matrimonio era de todo menos convencional. Se trasladaron a París de nuevo y la fecha de partida de la familia Blackmore llegó por fin. Habían estado poco tiempo, pero se habían hecho notar, sobre todo por los comentarios cortantes de Lord Blackmore cada vez que le veía, las eternas charlas de negocios de Chase y las amables y correctas visitas de Axel. Al menos, Axel era el que mejor le caía de sus hermanos. Aunque esa tensión con su suegro le hacía gracia a la vez de parecerle estimulante.
El día de partir llegó y por supuesto, el Lord inglés no podía irse sin darle la merecida charla al hechicero en plan "papá oso protector". Cuando Stuart Blackmore entró, Stein se irguió lo que pudo y le mantuvo la mirada durante toda la conversación, sólo para añadir cuando terminó:
- No se preocupe Lord Blackmore, no hará falta que me persiga hasta el último rincón del mundo. Creo que Faith es totalmente capaz de cortarme las pelotas si algún día así lo decidiera. - le dirigió una irónica sonrisa al Lord, y zanjado el tema el inglés bajó a despedirse de su hija. Pero Stein quería darle un poco más de emoción al asunto.
Con al abdomen todavía vendado se aseó, se puso una camisa y unos pantalones y bajó a la puerta principal ante la asombrada mirada de las empleadas de la mansión, que insistían en que se quedara en la cama. Se despidió de Lady Melinda Blackmore con un correcto beso en el dorso de la mano y una encantadora sonrisa, antes de estrecharle la mano a William Chase asintiendo a algo que le estaba contando y que a Stein seguía sin interesarle por ser de índole burocrática. No obstante le prometió sus habilidades de persuasión cuando lo necesitara, y así el tiburón de los negocios quedó saciado. El último fue por supuesto el padre, al que estrechó la mano con firmeza. Inclinó ligeramente la cabeza en señal de despedida y sonrió de lado antes de decir:
- Que tengan buen viaje. Y que cuando nos veamos sean distintas circunstancias, pero sigamos en el mismo bando.
Stein Ackerman- Hechicero Clase Media
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Re: Afectos secundarios {Priv.}
Los días pasaron y Stein se recuperó bien de la herida de bala, regresó a la Logia y Aveline a la Orden, a seguir con su día a día. Empezaron a buscar una casa para ellos, porque vivir con Axel a ella no le molestaba, llevaba haciéndolo desde que dejaron la casa familiar muchos años atrás, pero entendía que era hora de volar y de tener su propio lugar con su marido.
La anestesia de la rutina le sentaba bien, los entrenamientos, las cacerías, los conciertos... pero con la salvedad de llegar a casa y tener a Stein cada día para chincharse mutuamente, enredarse en la cama o enzarzarse en peleas dialécticas y provocaciones que solían acabar en bufidos y risas. Hasta que el huracán llegó devastando todo a su alrededor. La despertaron antes del alba con un correo urgente de Londres, carta de Chase. Se temió lo peor, que a su padre le hubiera pasado algo, o que su madre hubiera enfermado... cualquier cosa. Pero después de deslizar los ojos por la letras tuvo que sentarse y releerla dos veces más.
Stein la miraba con preocupación, Faith había perdido el color del rostro y murmuraba sin sonido las palabras escritas en esa carta. Finalmente elevó los ojos hacia el brujo con la expresión incrédula y desencajada.
— estamos... arruinados.— le cedió el pliego de papel al hechicero para que pudiera leerla él mismo.
Según Chase, algunos vampiros poderosos se habían unido para dalres un golpe conjunto, habían hundido los negocios de los Blackmore en una enrevesada operación mercantil que había reducido a cenizas las fuentes de ingresos de los Blackmore, que no eran pocas. Les quedaban algunas cosas en pie, pero de poca monta, lo suficiente para mantener la casa familiar y la villa del campo. Pelearían en los juzgados hasta deshacer el entuerto, pero hasta que eso sucediese, la Orden se vería seriamente afectada sin la financiación indirecta que le proporcionaban dicha red de negocios. Los socios de los Blackmore que también pertenecían a la Orden, los apoyarían y les ayudarían, pero los que no tenían nada que ver, abandonarían el barco como ratas. Sus dos hermanos iban a tener que trabaja rmuy duro para recomponer su patrimonio. Axel y ella tenían ahora como misión mantener unida a la Orden aunque no pudieran pagar ciertas cosas.
La anestesia de la rutina le sentaba bien, los entrenamientos, las cacerías, los conciertos... pero con la salvedad de llegar a casa y tener a Stein cada día para chincharse mutuamente, enredarse en la cama o enzarzarse en peleas dialécticas y provocaciones que solían acabar en bufidos y risas. Hasta que el huracán llegó devastando todo a su alrededor. La despertaron antes del alba con un correo urgente de Londres, carta de Chase. Se temió lo peor, que a su padre le hubiera pasado algo, o que su madre hubiera enfermado... cualquier cosa. Pero después de deslizar los ojos por la letras tuvo que sentarse y releerla dos veces más.
Stein la miraba con preocupación, Faith había perdido el color del rostro y murmuraba sin sonido las palabras escritas en esa carta. Finalmente elevó los ojos hacia el brujo con la expresión incrédula y desencajada.
— estamos... arruinados.— le cedió el pliego de papel al hechicero para que pudiera leerla él mismo.
Según Chase, algunos vampiros poderosos se habían unido para dalres un golpe conjunto, habían hundido los negocios de los Blackmore en una enrevesada operación mercantil que había reducido a cenizas las fuentes de ingresos de los Blackmore, que no eran pocas. Les quedaban algunas cosas en pie, pero de poca monta, lo suficiente para mantener la casa familiar y la villa del campo. Pelearían en los juzgados hasta deshacer el entuerto, pero hasta que eso sucediese, la Orden se vería seriamente afectada sin la financiación indirecta que le proporcionaban dicha red de negocios. Los socios de los Blackmore que también pertenecían a la Orden, los apoyarían y les ayudarían, pero los que no tenían nada que ver, abandonarían el barco como ratas. Sus dos hermanos iban a tener que trabaja rmuy duro para recomponer su patrimonio. Axel y ella tenían ahora como misión mantener unida a la Orden aunque no pudieran pagar ciertas cosas.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/01/2017
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Re: Afectos secundarios {Priv.}
Corbin tenía uno de esos días extraños en los que se sentía exageradamente bien, optimista. Su trabajo marchaba bien, nadie le molestaba, aunque las miradas a veces eran inevitables, hasta cierto punto no le molestaba, la gente podía mirar lo que quisiera porque ahora tenía el derecho de negarles algo más que eso. le gustaba pasar los días oliendo a tierra y a sudor, no le importaba trabajar duro, aunque eso le permitiera dar demasiadas vueltas en su cabeza. La boda de Faith y Stein le había afectado más de lo que hubiera podido admitir y jamás contaría qué diablos estaba haciendo ese día, prefería no darle vueltas o se le contaminaría la tristeza. No sabía por qué era tan egoísta, estaba bien como estaba, qué más podía pedir.
Suspirando llegó al punto de encuentro y procuró estar tranquilo, para no arruinar el ambiente, tenía algo bueno que contar por una vez, con ayuda de su jefa finalmente había podido dar con una casita que cumplía con sus expectativas, aunque hubiera tenido que pedirle un adelanto para poder cumplir con el trato que había llegado. Era modesta, no muy grande, pero a las afueras, donde nadie pudiera molestarles, al fin podría aportar algo a esos dos, al fin podría disfrutar de un lugar que llamar propio.
A medida que se fue acercando a ellos, notó que Ave estaba extraña..preocupada, tal vez, como si todo el cielo estuviese gris. Inclinó la cabeza hacia un lado, olvidándose de sus mundanas preocupaciones y celos, se acercó a ella y besó su frente, por una vez sin importarle lo que pudieran pensar los demás.-...¿Faith..? ¿Va todo bien?- Miró a Stein, también, buscando una explicación de la situación. Debía ser grave y cuando escuchó lo sucedido se quedó bastante callado. Nunca había tenido fortuna ni reputación, así que no alcanzó a entender lo mucho que podía afectar eso a Aveline y a los Blackmore en general.-..¿Quieres decir que os habéis quedado sin nada?
Suspirando llegó al punto de encuentro y procuró estar tranquilo, para no arruinar el ambiente, tenía algo bueno que contar por una vez, con ayuda de su jefa finalmente había podido dar con una casita que cumplía con sus expectativas, aunque hubiera tenido que pedirle un adelanto para poder cumplir con el trato que había llegado. Era modesta, no muy grande, pero a las afueras, donde nadie pudiera molestarles, al fin podría aportar algo a esos dos, al fin podría disfrutar de un lugar que llamar propio.
A medida que se fue acercando a ellos, notó que Ave estaba extraña..preocupada, tal vez, como si todo el cielo estuviese gris. Inclinó la cabeza hacia un lado, olvidándose de sus mundanas preocupaciones y celos, se acercó a ella y besó su frente, por una vez sin importarle lo que pudieran pensar los demás.-...¿Faith..? ¿Va todo bien?- Miró a Stein, también, buscando una explicación de la situación. Debía ser grave y cuando escuchó lo sucedido se quedó bastante callado. Nunca había tenido fortuna ni reputación, así que no alcanzó a entender lo mucho que podía afectar eso a Aveline y a los Blackmore en general.-..¿Quieres decir que os habéis quedado sin nada?
Corbin Lockwood- Humano Clase Baja
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Re: Afectos secundarios {Priv.}
No quería preocupar a Corbin, pero era así, estaban en bancarrota, no tenían nada y... No pudo ocultar su preocupación, se pasó las manos por la cara.
— Sí, estamos en la ruina, los vampiros han atacado las finanzas de nuestra organización sin piedad ninguna. Es una situación complicada pero más ahora que... Estoy embarazada.
¡¡BUUUUM!! noticia al canto para Corbin. ¿De quién sería el bebé? podía ser de cualquiera de los dos hombres, aunque había estado más con Stein últimamente. El brujo había notado la noche anterior una "presencia" extraña, y había tenido un momento tenso, porque pensaba que no sería buen padre, que no podía serlo dados sus antecedentes familiares. Faith lo calmó, seguro que lo sería, pero evidentemente no podían estar seguros de la autoría de ese hecho biológico al menos hasta que naciera y Corbin merecía saberlo, los amaba a ambos y no se avergonzaba de no saber de quién era su hijo.
— Siento decírtelo así y ahora...lo sé desde ayer, iba a hacerlo más tranquilamente pero...la situación se ha torcido y... todo se está yendo a la mierda.— Miró a Corbin con el rostro cansado y desencajado. No podía creer que las cosas sucediesen así. Contaba con poder ayudar a Corbin a tener mejor vida, con que los tres podrían disfrutar por una puñetera vez de algo de tranquilidad...pero parecía que el karma se ensañaba en devolverles sus malas acciones.
— Sí, estamos en la ruina, los vampiros han atacado las finanzas de nuestra organización sin piedad ninguna. Es una situación complicada pero más ahora que... Estoy embarazada.
¡¡BUUUUM!! noticia al canto para Corbin. ¿De quién sería el bebé? podía ser de cualquiera de los dos hombres, aunque había estado más con Stein últimamente. El brujo había notado la noche anterior una "presencia" extraña, y había tenido un momento tenso, porque pensaba que no sería buen padre, que no podía serlo dados sus antecedentes familiares. Faith lo calmó, seguro que lo sería, pero evidentemente no podían estar seguros de la autoría de ese hecho biológico al menos hasta que naciera y Corbin merecía saberlo, los amaba a ambos y no se avergonzaba de no saber de quién era su hijo.
— Siento decírtelo así y ahora...lo sé desde ayer, iba a hacerlo más tranquilamente pero...la situación se ha torcido y... todo se está yendo a la mierda.— Miró a Corbin con el rostro cansado y desencajado. No podía creer que las cosas sucediesen así. Contaba con poder ayudar a Corbin a tener mejor vida, con que los tres podrían disfrutar por una puñetera vez de algo de tranquilidad...pero parecía que el karma se ensañaba en devolverles sus malas acciones.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Re: Afectos secundarios {Priv.}
Lo de la ruina no le afectó tanto, confiaba en los Blackmore, podrían seguir adelante y de todos modos, ahora no tenía que preocuparse por él, Stein también era autosuficiente. Estaba a punto de decirle que eso no importaba, que saldrían de esta como fuera, así tuviera que poner el culo por las esquinas de nuevo y suplicar por trabajo, no iba a permitir que Ave pasara por ese tipo de situación. Su color fue cambiando, cuadró los hombros y miró a Aveline un largo rato. Era imposible que fuera suyo, había tenido cuidado, nadie había venido a dejarle un bastardo en la puerta durante todos los años que estuvo ejerciendo, pero...Sabía mejor que cualquiera que aquello era una lotería.
Su mirada se quedó en el infinito. Se podían escuchar los engranajes de su cerebro intentando procesar la información. Bueno, qué era lo peor que podía pasar, que fuera suyo..pero qué más daba..Un hijo, no era nada del otro mundo, la gente tenía hijos con frecuencia y, últimamente, parecía tener una ristra de preñadas pegadas a la espalda así que, qué diferencia había. Corbin perdió todo color y se dio la vuelta, se alejó lo suficiente como para inclinarse, apoyar las manos en sus rodillas y empezar a vomitar toda la tensión que se le había acumulado repentinamente en el estómago.
Cuando no hubo nada más que echar, se incorporó jadeando, hasta mareado. Antes de darles la cara se limpió e intentó no pensar, pero su cabeza iba a mil por hora. ¡Un hijo! ¡Joder, un hijo! Si le daban alergia los niños. Maldita sea. ¡Cómo había podido pasar!...Sabía cómo pero...Cogió aire, varias veces y cerró los ojos, tragó saliva. Aveline no necesitaba esto, Ave necesitaba estar tranquila, ahora más que nunca. Se giró despacio, humedeciéndose los labios antes de mirarla. Debía pensar, sin dejarse llevar, tenía que mantener la calma..Por ella.-...Ave...-Apretó los labios y se acercó, pero no demasiado.- Saldremos como sea de esta..Al niño no le va a faltar de nada..Ni a ti tampoco. Stein y yo estamos aquí. Puedo pedir más trabajo a Erline..El que sea..-Bajó la mirada un momento, él ilusionado, por haber conseguido la maldita casa y..Últimamente, no se enteraba de nada.- He conseguido al fin una casa a mi gusto..Está a las afueras, pretendía enseñárosla hoy. Olvídate del dinero..Y sobre todo, olvídate de los vampiros y deja que nosotros te cuidemos..- No sabía ni qué cojones estaba diciendo, si no sabía ni por dónde empezar, pero si la situación era tan grave, lo primero de todo era que Faith y el niño no corriesen peligro y estuviera cómoda.- Es un sitio alejado..me recordó a la pequeña isla..¿Recuerdas?- Sonrió de medio lado.- Nadie nos molestará allí. No es muy grande..No contaba con..-Pues con el parásito.- ..Pero podemos acondicionarla hasta que pueda permitirme algo mejor.
Su mirada se quedó en el infinito. Se podían escuchar los engranajes de su cerebro intentando procesar la información. Bueno, qué era lo peor que podía pasar, que fuera suyo..pero qué más daba..Un hijo, no era nada del otro mundo, la gente tenía hijos con frecuencia y, últimamente, parecía tener una ristra de preñadas pegadas a la espalda así que, qué diferencia había. Corbin perdió todo color y se dio la vuelta, se alejó lo suficiente como para inclinarse, apoyar las manos en sus rodillas y empezar a vomitar toda la tensión que se le había acumulado repentinamente en el estómago.
Cuando no hubo nada más que echar, se incorporó jadeando, hasta mareado. Antes de darles la cara se limpió e intentó no pensar, pero su cabeza iba a mil por hora. ¡Un hijo! ¡Joder, un hijo! Si le daban alergia los niños. Maldita sea. ¡Cómo había podido pasar!...Sabía cómo pero...Cogió aire, varias veces y cerró los ojos, tragó saliva. Aveline no necesitaba esto, Ave necesitaba estar tranquila, ahora más que nunca. Se giró despacio, humedeciéndose los labios antes de mirarla. Debía pensar, sin dejarse llevar, tenía que mantener la calma..Por ella.-...Ave...-Apretó los labios y se acercó, pero no demasiado.- Saldremos como sea de esta..Al niño no le va a faltar de nada..Ni a ti tampoco. Stein y yo estamos aquí. Puedo pedir más trabajo a Erline..El que sea..-Bajó la mirada un momento, él ilusionado, por haber conseguido la maldita casa y..Últimamente, no se enteraba de nada.- He conseguido al fin una casa a mi gusto..Está a las afueras, pretendía enseñárosla hoy. Olvídate del dinero..Y sobre todo, olvídate de los vampiros y deja que nosotros te cuidemos..- No sabía ni qué cojones estaba diciendo, si no sabía ni por dónde empezar, pero si la situación era tan grave, lo primero de todo era que Faith y el niño no corriesen peligro y estuviera cómoda.- Es un sitio alejado..me recordó a la pequeña isla..¿Recuerdas?- Sonrió de medio lado.- Nadie nos molestará allí. No es muy grande..No contaba con..-Pues con el parásito.- ..Pero podemos acondicionarla hasta que pueda permitirme algo mejor.
Corbin Lockwood- Humano Clase Baja
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Re: Afectos secundarios {Priv.}
Enarcó una ceja cuando vio a Corbin vomitar. ¿Tan terrible era para él esa noticia? joder!! estaba embarazada no tenía un tumor!! Respiró hondo. No era el momento para pensar en nadie más que no fuera ella. Los dos hombres de su vida tenían serias dudas sobre aquella nueva situación, uno porque temía sucumbir a una oscuridad que lo llevaría a ser un monstruo; el otro porque era incapaz de asumir ese hecho que le empujaba a madurar a nivel sentimental, a quitar todavía más capas de su enclaustrado corazón.
Se levantó despacio, caminando de un lado a otro pensativa. Ahora más que nunca necesitaba ser fría y analítica, pensar con claridad, tomar las riendas de aquel infortunio.
— Bien... calma. Todo se arreglará. Tengo que hablar con Axel, nuestro futuro y el de la Orden depende de nosotros, no puedo tomar decisiones a lo loco.— Miró a ambos con el ceño fruncido.— os conozco...a los dos. Os prohibo que hagáis cosas que sabéis que yo desaprobaría. Nada de volver al burdel.— Miró a Corbin.— Nada de matar gente por dinero.— Miró a Stein.— hemos conseguido una vida mejor y no quiero que la arruinéis con malas decisiones. Saldremos de esta, pero no hagáis que me decepcione.
Se acercó a la ventana y se mordisqueó el pulgar apretando la mandibula, había muchas cosas que hacer, decir y averiguar.
— Sé que ahora es cuando me diréis que nada de ir a dar caza a esos vampiros, que nada de venganza en mi estado. Y seguramente en otras circunstancias no habría hecho caso. Pero prometo no hacerlo si me prometéis que tampoco haréis nada por vuestra cuenta.
Se levantó despacio, caminando de un lado a otro pensativa. Ahora más que nunca necesitaba ser fría y analítica, pensar con claridad, tomar las riendas de aquel infortunio.
— Bien... calma. Todo se arreglará. Tengo que hablar con Axel, nuestro futuro y el de la Orden depende de nosotros, no puedo tomar decisiones a lo loco.— Miró a ambos con el ceño fruncido.— os conozco...a los dos. Os prohibo que hagáis cosas que sabéis que yo desaprobaría. Nada de volver al burdel.— Miró a Corbin.— Nada de matar gente por dinero.— Miró a Stein.— hemos conseguido una vida mejor y no quiero que la arruinéis con malas decisiones. Saldremos de esta, pero no hagáis que me decepcione.
Se acercó a la ventana y se mordisqueó el pulgar apretando la mandibula, había muchas cosas que hacer, decir y averiguar.
— Sé que ahora es cuando me diréis que nada de ir a dar caza a esos vampiros, que nada de venganza en mi estado. Y seguramente en otras circunstancias no habría hecho caso. Pero prometo no hacerlo si me prometéis que tampoco haréis nada por vuestra cuenta.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Re: Afectos secundarios {Priv.}
Stein se despertó de golpe cuando escuchó a una de las criadas entrar en la habitación para darle la carta a Aveline.¿Tan importante era el mensaje que no podía esperar hasta el amanecer? Se incorporó un poco en la cama sobre un codo, pasándose la mano por la cara. Entonces se fijó en el rostro desencajado de Aveline. Se levantó, desnudo de cintura para arriba, dispuesto a quitarle hierro al asunto que parecía que le había afectado tanto cuando escuchó sus palabras. Frunció el ceño de inmediato. ¿Cómo que arruinados?
Cogió la carta de sus manos y la leyó con rapidez, quedándose con lo esencial ya que apenas entendía de terminología técnica financiera. Pero captó el mensaje. Los vampiros debían de habérsela jugado bien a Lord Blackmore y compañía, ya que aquel chanchullo no se podía haber realizado en un par de días. Parecía una trama enrevesada que tardaría en resolverse. Sin embargo, se enfrentaban a una de las familias más influyentes de Inglaterra y eso tampoco era cualquier cosa. William Chase era el tiburón de los negocios, sabría sacarles de ese entuerto. Pero hasta entonces...
Fue a decir algo, pero entonces apareció Corbin. El grandullón rubió entró en el cuarto metido en sus pensamientos y dispuesto a decir algo, tan turbio como de costumbre, aunque menos oscuro desde que salió de la vida del burdel. Besó a Faith en la frente y entonces... Aveline lo soltó todo. La ruina y el embarazo, de golpe. Y como Stein había previsto, lo que más impactó al grandullón fue lo segundo. Echó hasta la primera papilla en la palangana que guardaban bajo la cama y el alemán le dio un poco de tiempo para recomponerse. No mostró emoción alguna ni dijo una palabra hasta que terminaron de diatribar sobre el futuro que vendría, tanto para ellos como para los Blackmore.
La mente de Stein maquinaba como si una locomotora llena de engranajes se tratara. Corbin había comprado una casa, lo que le quitaba el asunto pendiente de buscar una con tanta prisa, y el niño... porque algo le decía que era niño, no iba a ser tanto problema. O al menos él no lo veía así. Aunque por la cara de pánico absoluto que había puesto Corbin, a él no le agradaba tanto la idea. Entonces decidió hablar.
- El niño es mío, así que quítate eso de la cabeza y serénate de una vez. - Una parte de él lo presentía, notaba su presencia dentro de Aveline y le era familiar, y si bien no podía estar seguro al 100% de haberlo engendrado hasta que no naciera, con sus palabras y su gesto serio estaba dejando claro que, lo fuera o no lo fuera, él ejercería como padre y no había más que hablar de aquel tema. Su mirada de hielo sentó aquellas palabras mirándoles fijamente a ambos.
- Y en cuanto a las tonterías que podemos o no hacer, yo me comprometo a no matar gente por dinero. Tienes mi palabra. - miró a Aveline con franqueza, sus palabras eran sinceras, pero ya tenía otro plan en mente. - Saldremos de esta, y Corbin, estaremos en esa casa hasta que encuentre una más grande. Ahora debes descansar, Ave. Los tres..
- No se incluyó a él mismo, sino a Corbin, Ave y el bebé. No veía a Corbin muy entusiasmado por el tema, pero sabía que Aveline sufriría si él rechazaba esa parte de ella que había dado por perdida tras la puñalada y que por alguna casualidad había resultado. - Dormid un rato, aún es temprano. - Se dio la vuelta y encendió un cigarrillo, poniéndose a fumar asomado a la ventana y apoyado en los codos. Tenía que seguir pensando.
Cogió la carta de sus manos y la leyó con rapidez, quedándose con lo esencial ya que apenas entendía de terminología técnica financiera. Pero captó el mensaje. Los vampiros debían de habérsela jugado bien a Lord Blackmore y compañía, ya que aquel chanchullo no se podía haber realizado en un par de días. Parecía una trama enrevesada que tardaría en resolverse. Sin embargo, se enfrentaban a una de las familias más influyentes de Inglaterra y eso tampoco era cualquier cosa. William Chase era el tiburón de los negocios, sabría sacarles de ese entuerto. Pero hasta entonces...
Fue a decir algo, pero entonces apareció Corbin. El grandullón rubió entró en el cuarto metido en sus pensamientos y dispuesto a decir algo, tan turbio como de costumbre, aunque menos oscuro desde que salió de la vida del burdel. Besó a Faith en la frente y entonces... Aveline lo soltó todo. La ruina y el embarazo, de golpe. Y como Stein había previsto, lo que más impactó al grandullón fue lo segundo. Echó hasta la primera papilla en la palangana que guardaban bajo la cama y el alemán le dio un poco de tiempo para recomponerse. No mostró emoción alguna ni dijo una palabra hasta que terminaron de diatribar sobre el futuro que vendría, tanto para ellos como para los Blackmore.
La mente de Stein maquinaba como si una locomotora llena de engranajes se tratara. Corbin había comprado una casa, lo que le quitaba el asunto pendiente de buscar una con tanta prisa, y el niño... porque algo le decía que era niño, no iba a ser tanto problema. O al menos él no lo veía así. Aunque por la cara de pánico absoluto que había puesto Corbin, a él no le agradaba tanto la idea. Entonces decidió hablar.
- El niño es mío, así que quítate eso de la cabeza y serénate de una vez. - Una parte de él lo presentía, notaba su presencia dentro de Aveline y le era familiar, y si bien no podía estar seguro al 100% de haberlo engendrado hasta que no naciera, con sus palabras y su gesto serio estaba dejando claro que, lo fuera o no lo fuera, él ejercería como padre y no había más que hablar de aquel tema. Su mirada de hielo sentó aquellas palabras mirándoles fijamente a ambos.
- Y en cuanto a las tonterías que podemos o no hacer, yo me comprometo a no matar gente por dinero. Tienes mi palabra. - miró a Aveline con franqueza, sus palabras eran sinceras, pero ya tenía otro plan en mente. - Saldremos de esta, y Corbin, estaremos en esa casa hasta que encuentre una más grande. Ahora debes descansar, Ave. Los tres..
- No se incluyó a él mismo, sino a Corbin, Ave y el bebé. No veía a Corbin muy entusiasmado por el tema, pero sabía que Aveline sufriría si él rechazaba esa parte de ella que había dado por perdida tras la puñalada y que por alguna casualidad había resultado. - Dormid un rato, aún es temprano. - Se dio la vuelta y encendió un cigarrillo, poniéndose a fumar asomado a la ventana y apoyado en los codos. Tenía que seguir pensando.
Stein Ackerman- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 01/11/2016
Re: Afectos secundarios {Priv.}
Iba recobrando la tranquilidad a medida que pasaban los minutos, la impresión había sido grande, inmensa, pero en cuanto tomaba una decisión la llevaba a cabo, pese a que tomarla normalmente le costaba mucho tiempo. Necesitaría tiempo para hacerse a la idea, tiempo a solas, rodeado de la tranquilidad que de daba su trabajo. No se le había pasado por la cabeza volver al burdel, pero lo mismo podía pedir más trabajo del que tenía para poder aumentar sus propias ganancias.
Todo hilo de pensamiento se cortó en cuanto escuchó a Stein. No supo qué fue, las propias palabras o el tono mismo del brujo. Miró en silencio al hombre unos cuantos minutos, antes de mirar también a Faith, se presionó el puente de la nariz y asintió con la cabeza, captando el mensaje. El día había llegado, sabía que tarde o temprano ocurriría. Sobraba. La idea le golpeó como un mazazo pero tantísimos años ocultando todo lo que sentía no fueron el balde, aunque si permaneció exageradamente silencioso durante más tiempo del necesario.- Está bien, os entregaré las llaves para que podáis ir y venir como deseéis.- No veía la necesidad de montar ningún drama, les dejaría la casa mientras la necesitasen, pediría a Erline el favor de quedarse en una de las habitaciones.
La presión en su pecho aumentó con furia. Le había hecho ilusión tener su casa por primera vez, un lugar que fuera suyo, pero como siempre había imaginado eso no iba a ocurrir, no con ellos. Miró a Faith cuando el brujo se cerró en su propio mundo, mientras miraba por la ventana. Casi salieron de sus labios una despedida, casi. No fue capaz. Se acercó a ella y besó su frente, hasta se obligó a sonreír.- Todo saldrá bien.- Y sin decir nada más salió de la habitación. Necesitaba hacerlo si no quería estallar por primera vez en su vida.
Todo hilo de pensamiento se cortó en cuanto escuchó a Stein. No supo qué fue, las propias palabras o el tono mismo del brujo. Miró en silencio al hombre unos cuantos minutos, antes de mirar también a Faith, se presionó el puente de la nariz y asintió con la cabeza, captando el mensaje. El día había llegado, sabía que tarde o temprano ocurriría. Sobraba. La idea le golpeó como un mazazo pero tantísimos años ocultando todo lo que sentía no fueron el balde, aunque si permaneció exageradamente silencioso durante más tiempo del necesario.- Está bien, os entregaré las llaves para que podáis ir y venir como deseéis.- No veía la necesidad de montar ningún drama, les dejaría la casa mientras la necesitasen, pediría a Erline el favor de quedarse en una de las habitaciones.
La presión en su pecho aumentó con furia. Le había hecho ilusión tener su casa por primera vez, un lugar que fuera suyo, pero como siempre había imaginado eso no iba a ocurrir, no con ellos. Miró a Faith cuando el brujo se cerró en su propio mundo, mientras miraba por la ventana. Casi salieron de sus labios una despedida, casi. No fue capaz. Se acercó a ella y besó su frente, hasta se obligó a sonreír.- Todo saldrá bien.- Y sin decir nada más salió de la habitación. Necesitaba hacerlo si no quería estallar por primera vez en su vida.
Corbin Lockwood- Humano Clase Baja
- Mensajes : 135
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Afectos secundarios {Priv.}
Stein había sido lo que Faith necesitaba: práctico, sereno y fuerte. En ese momento se habían juntado todas las circunstancias posibles que eran capaces de sacarla de su zona de confort. Un embarazo inesperado y de riesgo, la consecuente prohibición de cazar que era su modo de vida y el motor de su existencia, la ruina de los Blackmore, el renacer de Corbin a una vida nueva...La banca hacía su juego y ella tenía que apostarlo todo a una carta.
La reacción de Corbin fue algo desalentadora, pero entendió que había sido la impresión y el vértigo. Sin embargo fue su silencio y sus palabras las que le dieron la respuesta alta y clara: era el momento de dejarlo marchar, de que hiciera su vida, esa que tanto merecía. Era el momento que temía, pero en su fuero interno siempre había pensado que llegaría un día u otro. Arrancarlo del sórdido mundo en el que vivía había sido más o menos fácil, la adaptación a su nueva vida era cuestión de tiempo...pero nadie se quedaba eternamente al lado de alguien que no podía dárselo todo y ahora Corbin había entendido esa verdad. El hijo sólo podía ser de uno, el matrimonio sólo podría ser cosa de dos, y por mucho que lo qusiera, siempre tendría que elegir. Él no merecía salir perdiendo, estar en segundo plano o ser el tercero en una cama para dos.
Ella siempre estuvo hecha de tres partes: fuego, hielo y aire, que correspondían a La Parca, Lady Blackmore y Faith. Le había entregado a Faith, pero las otras dos no podía dárselas y Stein sin duda podía lidiar con ellas y quizás con el tiempo entender a Faith.
Corbin le había enseñado lo que era ese amor puro, incondicional y sin exigencias y le estaría eternamente agradecida por rescatar a Faith de sus propias cenizas. Pero él merecía una pareja completa, fuera hombre o mujer, alguien que pudiera corresponderle con lo mismo y aunque ella lo sabía desde el principio, por puro egoismo se dejó convencer de las palabras del rubio cuando le dijo "No necesito nada más". Lo dejó marchar sintiendo cómo algo se rompía en su interior, pero contenta por otro lado porque eso significaba que por fin Corbin podría ser el dueño completo de su vida y elegir a su compañero o compañera de viaje.
Se levantó y se acercó a Stein por detrás abrazándolo y pegando su mejilla a su espalda. En esos momentos de incertidumbre necesitaba su fortaleza, su endiablado carácter.
— Eso ha sido un adiós...— suspiró.— es lo más justo para él.
No necesitaba decirle nada más al brujo, porque lo había entendido perfectamente. Ahora sólo estaban ellos dos en esa aventura de traer un bebé al mundo, y de superar ese bache a costa de lo que fuera.
La reacción de Corbin fue algo desalentadora, pero entendió que había sido la impresión y el vértigo. Sin embargo fue su silencio y sus palabras las que le dieron la respuesta alta y clara: era el momento de dejarlo marchar, de que hiciera su vida, esa que tanto merecía. Era el momento que temía, pero en su fuero interno siempre había pensado que llegaría un día u otro. Arrancarlo del sórdido mundo en el que vivía había sido más o menos fácil, la adaptación a su nueva vida era cuestión de tiempo...pero nadie se quedaba eternamente al lado de alguien que no podía dárselo todo y ahora Corbin había entendido esa verdad. El hijo sólo podía ser de uno, el matrimonio sólo podría ser cosa de dos, y por mucho que lo qusiera, siempre tendría que elegir. Él no merecía salir perdiendo, estar en segundo plano o ser el tercero en una cama para dos.
Ella siempre estuvo hecha de tres partes: fuego, hielo y aire, que correspondían a La Parca, Lady Blackmore y Faith. Le había entregado a Faith, pero las otras dos no podía dárselas y Stein sin duda podía lidiar con ellas y quizás con el tiempo entender a Faith.
Corbin le había enseñado lo que era ese amor puro, incondicional y sin exigencias y le estaría eternamente agradecida por rescatar a Faith de sus propias cenizas. Pero él merecía una pareja completa, fuera hombre o mujer, alguien que pudiera corresponderle con lo mismo y aunque ella lo sabía desde el principio, por puro egoismo se dejó convencer de las palabras del rubio cuando le dijo "No necesito nada más". Lo dejó marchar sintiendo cómo algo se rompía en su interior, pero contenta por otro lado porque eso significaba que por fin Corbin podría ser el dueño completo de su vida y elegir a su compañero o compañera de viaje.
Se levantó y se acercó a Stein por detrás abrazándolo y pegando su mejilla a su espalda. En esos momentos de incertidumbre necesitaba su fortaleza, su endiablado carácter.
— Eso ha sido un adiós...— suspiró.— es lo más justo para él.
No necesitaba decirle nada más al brujo, porque lo había entendido perfectamente. Ahora sólo estaban ellos dos en esa aventura de traer un bebé al mundo, y de superar ese bache a costa de lo que fuera.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 07/01/2017
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