The silver ligning {priv.}

por **Hania Doe** Vie Jun 16, 2017 6:50 am

Recuerdo del primer mensaje :

Tras dejarle el diario y la carta a Assur, se despidió de aquella mansión, la abandonó en silencio y se marchó sin equipaje alguno. La noche estaba clara, la luna reinaba en el cielo sin llegar a ser plena, sabía que Héctor la estaría contemplando de la misma forma que ela podía contemplarla ahora, vagando por las calles, sintiéndose un poco más sola y un poco más desgraciada.

Su decisión le había costado media alma, pero no podía seguir viendo como Assur se autodestruía, tenía que dejarle evolucionar, seguir adelante, soltar el lastre y buscar su camino. Ella debía encontrar su lugar en el mundo, aprender su historia, saberlo todo sobre sus orígenes y su raza, los titanes. Y quizás así, pudiera encontrar un rayito de esperanza, un haz de luz en su vida.

No quería ver a Héctor, era su antepasado, sí, pero uno que no prestó mucha atención a los suyos y permitió que los persiguieran y cazaran, porque a ella le habían dado caza. Ni siquiera sabía si tenía más familia, igual que ella había permanecido humana y oculta de los vampiros, podrían haber más miembros perdidos de su estirpe...porque si ella era la única, con ella se extinguía su raza. Los vampiros habían ganado, pues no podía engendrar más herederos de los titanes ni podía regresar con ellos. Aún así, encaminó sus pasos hacia la mansión de Lebeau, no iba a refugiarse en las alcantarillas, ni a poner en peligro a Uryan y a Esthia. La masacre del Consejo también la salpicaba de refilón y seguramente habría muchos ojos puestos en ella. ¿Qué opinaría Drakul al respecto? él cazaba vampiros, especialmente a los que se volvían crueles y sanguinarios, pero en este caso Assur había matado a seis de los peores de ellos. Era una situación complicada. Le haría una visita una noche de estas.

Se detuvo frente a la verja de la imponente mansión, llevaba puesto el abrigo morado, pero sentía un frío terrible que venía de adentro, no de la noche primaveral de París. Reflexionó un instante de nuevo, porque las fuerzas le empezaban a flaquear y apenas había salido de su nido. Pero no, no recularía, había tomado aquella decision y era por el bien de Assur, mantendría su palabra. Mentalmente pronució las palabras que Héctor le recordó y que eran el santo y seña. "Mi padre es el cielo, mi madre es la tierra, el viento me lleva a donde le ordeno y la muerte no me toca." Y esperó que el anciano titán apareciese en la verja para darle cobijo antes del amanecer.

por **Hania Doe** Miér Oct 04, 2017 4:05 am

Salió de la mente de Héctor y se quedó un rato en silencio. El recuerdo estaba lleno de calidez, del sabor de los días felices, del aroma de las cosas buenas y los días de sol. Él había podido disfrutarlos y lo echaba terriblemente de menos, de ahí su amargura y su resquemor. Ella había suspirado por llegar a saber cómo eran esos días, pero no le dio tiempo de averiguarlo en su corta y patética vida humana. Lo deseó día tras día y noche tras noche...pero fue un vampiro quien le arrebató la posibilidad de saber qué se siente cuando alguien te mira como Febe a Héctor.

Se le hizo un nudo en la garganta y su reacción fue levantarse del asiento y sentarse en las rodillas del titán abrazándolo y paseando su mano por la espalda cubierta con la elegante camisa. Sí, le habían arrebatado eso, pero al menos ella lo sabía y estaba allí...pobre consuelo, burda imitación de lo que Ceo había tenido en sus mejores tiempos...pero al menos era algo.

— No fueron los lobos...fue quien te atrapó aquí, contra ese es contra quien debemos dirigir nuestra furia. Ojalá hubiera podido sentir eso que me has mostrado alguna vez...pero ya no será posible. Ahora más que nunca siento lo monstruosa que soy porque jamás podré tener algo asi y no culpo a nadie más que aquel que me mató y me hizo renacer con esta vida.

Ya no podía recuperar a Febe, ni ella su humanidad, estaban atrapados en ese interludio hacia ningun lugar, pero el tiempo seguiría pasando y por salud mental necesitaban colocar la ira del titán en algun lugar o explotaría. Phoebe no tenía culpa, eso podía verlo, y además agitaba a Héctor de una forma algo extraña. Estaba pasando algo y quería descubrir qué era.

Siguió abrazándolo hasta que él decidiera que ya había tenido suficiente contacto con la rubia. Le habló mentalmente, porque las palabras pronunciadas romperían ese silencio devastador que ahora los mecia. "Ahora no estás solo...buscaremos la forma de regresar juntos. Tenemos toda la eternidad ¿no? ese será mi nuevo objetivo."

por **Ceo Lebeau-Fortier** Sáb Oct 07, 2017 5:26 am

La invasión de Hania en sus recuerdos, lejos de enfadarle, de agitar la hoguera de su odio y de hacer que le gritara hasta obligarla a correr a esconderse en el rincón más oscuro de París hasta que se aplacara la furia del titán, le dejó expuesto. Hania era la tímida gota de agua que se colaba por esa rendija casi inapreciable y, cuando quería darse cuenta, ya le había empapado el alma.

El peso de Hania sobre sus piernas, las caricias de aquellos inocentes dedos en su espalda, lo anclaron a esos momentos pasados en los que el mundo entero estaba a sus pies. Rodeó su cuerpo con ambos brazos, reteniendola contra su pecho, mientras hundía la cabeza en el hueco de su hombro.

Dejó los labios apoyados contra la fría y pálida piel, salvando el borde de la tela de su vestido. Era una muñeca preciosa, con la piel de porcelana y la carita tan perfecta que podría pasarse las horas mirándola, del mismo modo que miraba la estatua de Febe que tenía en su balcón. Con ese sentimiento de amor infinito. Quizás no tan grande como el que Ceo había compartido con su hermana. Pero sí mostraba el mismo cariz, como el cabo de un hilo del que se puede tirar para desentrañar toda la madeja y convertirla en un perfecto ovillo.

El primer beso casi podría confundirse con el roce de los labios contra su piel al mover la cabeza. El segundo cayó cayó justo donde acababa el primero. Y hubo otro. Y otro más. En una escalada por el cuello de Hania, hasta su mentón.

En un instante que podía durar menos de un segundo o toda la eternidad, Héctor clavó los ojos en los de la rubia, taladrándole el alma, porque brillaba en ellos lo mismo que en el recuerdo. Muy al fondo, muy pequeño, pero el mismo brillo.

Y la besó. No en la frente o la mejilla, con ese deje paternal que había tenido con ella otras veces. No. Ése era un beso distinto. El beso que un hombre le da a una mujer, no a una chiquilla. Acarició sus labios con los propios, los recorrió con la lengua y, finalmente, invadió su boca, buscando la de la rubia para beber de ella aquellos sentimientos olvidados.

Pero ese beso era mucho más que la unión física de sus labios. Era un puente entre sus mentes, entre sus almas. Acababa de dejar entrar a la pequeña rubia hasta el final. Hasta donde acababa el vampiro y empezaba el titán. No la besaba Héctor, lo hacía Ceo.

por **Hania Doe** Dom Oct 08, 2017 3:50 pm

Memory of heart:

En los recuerdos de Héctor había tocado por un momento la felicidad, la calidez que acariciaba el corazón cuando el calor de una familia te envolvía. Ahora sólo estaban ellos dos, sin la luz que los uniera, perdidos en ese mundo grande y oscuro.

¿Cómo hubiera sido regresar a casa? tener una casa en realidad. El corazón guardaba sus recuerdos como tesoros y ella más que nadie sabía del valor de éstos, la niña callada, la solitaria, la perdida en su propia cabeza, la que no tenía amigos. Si no pudiera volver a esos instantes fugaces se volvería loca, más de lo que ya lo estaba. Ahora entendía a Héctor, su recelo, su frialdad, su armadura.

El momento fue intenso, pero se apagó con el retorno a la realidad, salvo que estaban abrazados y que el titán descansaba sus labios en su cuello. Habían compartido un momento especial y se alegraba por ello, Ceo no era dado a regalar algo así con frecuencia. Sintió sus labios ascender, sus dedos acariciar el óvalo de su rostro y el beso cálido y jugoso que le dio. Como Assur, salvo que éste estaba cabreado cuando lo hizo y Ceo melancólico. Su rubia melena, sus claros ojos y la calidez de su voz le habían recordado a Febe. ¿Alguna vez la besaría alguien sólo por ser ella misma? ¿por que le gustase lo que veía? ¿porque la habría echado de menos? No podía decir que su cuenta de besos fuera una maravilla, pero hasta ella podía darse cuenta de que ninguno de ambos significaba lo mismo y los dos estaban lejos de hacerla sentir como se suponía que debía ser. Había leído en infinidad de libros que los besos de amor hacían temblar los cimientos, perder la razón y la cordura. No había sentido eso precisamente, así que pasó las yemas de sus dedos por la mejilla algo rasposa de Héctor ladeando la cara.

— ¿Esto es eso que llaman Incesto? sonaba mucho más terrible de lo que es..— frunció el ceño pensativa y miró al techo, hilando algunos cabos.— Ya sé por qué la gente cree que no está bien el incesto. Porque un amor así, como el que tienes por Febe, no debería ser propiedad de una sola familia.

por **Ceo Lebeau-Fortier** Sáb Oct 14, 2017 8:17 pm

El titán rió. Suave y sinceramente. Como sólo hacía con los más cercanos. La risa del recuerdo, la de su familia, la que le mostraba a Hania.
-Sí, mi niña. Esto es algo incestuoso. Pero créeme, todavía tendría mucho incesto que descubrirte.

Lo dejó estar, porque notaba que la muchacha no estaba receptiva para ese tipo de contacto y, realmente, él tampoco lo necesitaba desesperadamente. Horas más tarde estaría disfrutando de los placeres de la noche parisina, porque lo que en esos momentos lo que realmente prefería era el acercamiento con Hania. No sexual, sino emocional, intelectual y afectivo. No importaba el contacto de sus cuerpos cuando había un puente entre sus mentes.

-Plantéatelo así. ¿No debería querer a Febe así, sólo porque sus padres son los mismos que los míos? ¿Crees que ese amor es malo o sucio? Porque eso es lo que los mortales defienden. -Acarició la espalda de la rubia, manteniéndola en su regazo, frente contra frente, muy cerca, creando una intimidad especial entre ellos-. Por suerte los titanes tenemos el privilegio de no guiarnos por las leyes de los hombres, así que tú eres totalmente libre de disfrutar con quien quieras, os corra la misma sangre o no.

por **Hania Doe** Dom Oct 15, 2017 10:19 am

No lo había pensado así, pero tenía algo de razón en el fondo, y al decirle que era libre de disfrutar con quien quisiera dijo sin pensar:

— ¿Aunque fuera un lobo? ¿Y si fuera humano como el señor Clyven?.— estaba haciendo clara referencia a Phoebe y al capataz, porque ambos había irrumpido en sus oscuras vidas como una veta de oro en la mundana piedra de una mina. Héctor le había dicho que Clyven era peligroso, que defendería a sus hijos a muerte y cuando descubriera lo que ella era no habría palabras bonitas. Eso era algo que le pesaba enormemente, no quería mentirles, pero la verdad era aterradora y podía entender que no quisieran a un monstruo cerca. Se sentía atrapada porque la luz que le brindaban esos niños era demasiada como para renunciar a ella, era una yonki del amor, lo necesitaba como una droga para aferrarse a la cordura y Elba y Stan se lo ofrecían sin condiciones.— ¿Y si encontrases ese amor de nuevo en alguien que no esperas? ¿Quién dice que no puede ser? he visto cosas imposibles...tan imposibles que yo misma sigo sin creer, como por ejemplo que existan los titanes y yo sea una, o que puedas vivir más de seis mil años y no volverte loco...¿por qué no podría suceder algo asi?

Quizás era una forma muy optimista de ver las cosas, pero Hania era puro sentimiento y Ceo puro pensamiento y lógica, a ella le vendría bien su consejo y a él le vendría bien soltarse un poco que con la edad se estaba agriando.

por **Ceo Lebeau-Fortier** Lun Oct 16, 2017 1:20 pm

Preguntas trampa. Tenía que reconocer que la pequeña rubia era inteligente. Pero qué cabía esperar, si llevaba su sangre. Sonrió de medio lado, porque sabía que contestara lo que contestara, estaría atrapado. O tal vez no.
-Tú puedes hacerlo con quien quieras. Del mismo modo que yo puedo elegir si quiero eliminar a una raza completa de mi lista de opciones.

Clyven. Ese nombre asomaba mucho en la cabeza de la rubia últimamente. Lo dejaría estar por el momento. Porque no sería él quien pusiera trabas a que la muchacha experimentase los placeres que el mundo podía ofrecerle. Y tenía que reconocer que el capataz tenía todos los atributos para llamar la atención aún sin proponérselo. Porque estaba claro que no se lo proponía. Era uno de esos hombres que no valoran su aspecto, a pesar de ser atractivos. No como él, que era arrebatadoramente guapo y lo sabía.

-El amor de Febe no se puede reemplazar, mi niña. No voy a mentirte, he sentido cosas por otras personas, me han dado placer, compañía, me he encariñado y se ha creado una especie de conexión. Pero nunca, jamás, ha sido como Febe. Ten en cuenta que ella era mi mitad. Sin embargo... cuento con miles de años... ¿crees de veras que no he encontrado consuelo? Febe es un recuerdo maravilloso, algo que anhelo recuperar. Pero mientras ella esté en el cielo y yo en la tierra... nuestras vidas siguen. Tú te has convertido en mi rayito de luna en este mundo, no trates de echarme a los brazos de otra tan desesperadamente.

por **Hania Doe** Miér Oct 18, 2017 4:01 pm

— No es que quiera echarte a los brazos de otra porque si, pero si encontrases quien te hiciera feliz, yo nunca sería un impedimento ni una molestia. Ya lo fui una vez y creo que he aprendido de mis errores. Me alegraría que fueras feliz de nuevo tan intensamente como lo fuiste. Yo realmente creo que... no sé lo que es eso. Me gustaría saberlo. Pero no he tenido muchas oportunidades de... en realidad de nada. Creí que la felicidad absoluta era cuando Assur me sacó de las alcantarillas, y me dolió mucho tener que apartarme de él para que pudiera ser feliz realmente. Ahora creo que no es ese tipo de amor el que puede conseguir lo que he sentido al estar en tu cabeza.

Se levantó de encima de las rodillas del titán y se recogió los bajos de la falda para no tropezar con la mullida alfombra de aquella estancia. Se acercó al fuego y se sentó frente a él.

— Me gusta darle un bocadito de vez en cuando a Tyler. Las botellas están bien pero su sabor es... es como la navidad.— se estremeció al recordarlo. Era una persona, no quería hacerle daño, pero el grandullón disfrutaba de sus mordiscos, le daban placer y cuando ella probaba su sangre era como cuando celebraban la navidad en el Orfanato, a veces habían galletas, rosquillas o un enorme pavo relleno.— A veces me pregunto a qué sabrá el señor Clyven. Pero no quiero probarlo, me da miedo no ser capaz de parar. Creo que me gusta y...es como si todavía se me acelerase el corazón en el pecho cuando hablamos.

No tenía a nadie a quien confesarle sus confusiones, sus deseos, sus sueños y Héctor lo sabría de todos modos porque podía escucharla pensar tanto como ella a él. Hablar era una forma de estrechar más su relación, de coger la confianza suficiente para expresar en alto cosas que de noermal se guardaban bajo llave en su fuero interno.

por **Ceo Lebeau-Fortier** Miér Oct 25, 2017 4:54 pm

-Tú nunca serás un impedimento ni una molestia. -Besó su frente, con un gesto mucho menos incestuoso y bastante más paternal-. Si llegara a encontrar un amor como el de Febe, esa persona tendría que asumir el espacio que tú ocupas en mi existencia. No voy a renunciar a ti ahora que te he encontrado.

Dejó que se alejara de él y se acercara al fuego. Tenía que reconocer que era una muchacha preciosa y que exa inocencia suya, esas candidez... Mentiría si dijera que no había pensado más de una vez en quebrantarla y mostrarle todos los placeres que el mundo les ofrecía. Mentiría si dijera que no había tenido el pensamiento de despojarla de aquellos vestidos y poseer su cuerpo. Pero luego ella le había tocado ese muerto corazón y esa vena incestuosa se había dormido para generarle un sentimiento de protección.
Aunque seguía ahí, subyacente. Después de todo, se había desposado con su propia hermana; tener pensamientos eróticos con alguien en su línea de sangre era el pan de cada día.

Quizás debería haberle dicho que algún día le llegaría a ella, que sentiría ese amor, que sería total y absolutamente feliz y dichosa por los siglos de los siglos. Quizás debería crear para ella un mundo utópico donde reinaran los unicornios y el cielo fuera siempre azul. Pero esas mentiras carecían de sentido, de motivo y fundamento, no le generaban ningún provecho a ninguno de los dos. Así que no dijo nada al respecto. Hania debía estar preparada para lo peor, aunque esperase lo mejor.

Sonrió cuando ese nombre volvió a aparecer. Últimamente lo mencionaba mucho. En parte era bueno, porque quizás ese hombre le enseñara cosas que él no debía. En parte era peligroso, porque si se descontrolaba, él podría hacerle daño. Y entonces el titán tendría que matarle. A él y a sus dos pequeños pelirrojos.
-Ya veo que te gusta, mi niña. Y no seré yo el que te dé el discurso de que una señorita debe mantener su honra y su recato. Al contrario; si tienes la oportunidad, disfruta de ella. Eres una señorita, eres mi heredera, tienes una imagen que mantener de cara a llevar el orfanato. Pero nadie tiene que saber lo que ocurre en la intimidad de una alcoba.

por **Hania Doe** Miér Nov 01, 2017 5:45 am

—No te enfades... pero una vez probé a Uryan, quería saber a qué sabía y...su sangre me enfermó. La sangre de los lobos es como...no sé, no he probado las drogas pero creo que sería algo así; es densa, cálida, hizo que mi cabeza enloqueciera y mi cuerpo vibrara de algo a medio camino entre el placer y las náuseas. No sé, fue extraño, pero tan potente que creí morirme. No es igual con Tyler, ni tampoco con la sangre de vampiro. La primera que probé fue la de Assur, estaba muy débil y me dio un subidón tan fuerte que me quedé aturdida durante horas. Sé que no debo, porque si no, no sabré cuando parar, no sabré detenerme porque temo perder la noción de lo que está bien. ¿Morder a un adulto está bien, pero a un niño no? dónde está el límite? son preguntas que me consumen, y no quiero sobrepasar esa barrera por si dejo de verla y me convierto en el monstruo que no quiero ser.

Miró a Héctor, y en sus verdosos ojos se reflejaba las llamas de la lumbre. ¿Cuántas cosas habrían visto esas pupilas?

— Me preguntas por qué me gustan los lobos cuando tú los odias y son tu enemigo natural. Una de las razones es porque...desearía que el señor Clyven y sus hijos fueran licántropos, así no me atrevería a morderlos, el veneno de su sangre sería el impedimento para mi bestia interior, que sabe bien que eso me mata. Con los lobos puedo estar tranquila, ser yo misma sin más, porque no necesito reprimir la voz que me grita que salte a su yugular, que beba su vida a sorbos. Con los humanos...soy una mentira. Miento diciendo que tengo una rara enfermedad de alergia al sol, miento cuando digo que no tengo hambre, miento a todas horas porque no quiero dañarlos y romper su frágil vida. Los lobos me lo ponen todo más fácil, por eso me gusta Phoebe, y porque es como si fuera mi hermana mayor, o mi madre...siento esa sensación desde que la conocí y no quiero hacerla a un lado.

por **Ceo Lebeau-Fortier** Jue Nov 02, 2017 1:53 pm

-El límite está donde tú lo quieras poner. Personalmente creo que ir dejando un reguero de humanos muertos es contraproducente, porque reduces las opciones de comida, atraes a cazadores y acabas en posiciones bastante incómodas. Pero mira como están aquí Tyler y los demás. Malvivían en las calles, sin un hogar, a merced de otras criaturas... Ahora tienen una casa, buenos trabajos, ropa de abrigo y comida... Todo a cambio de un poquito de sangre, que estando bien alimentados y sanos pueden regerar sin ningún problema. ¿No crees que es mucho mejor opción? Ellos son nuestros protegidos, nosotros les cuidamos y ellos nos cuidan. Son libres de irse si quieren, desde luego, aunque si lo hicieran, la condición que les puse al llegar es que únicamente pueden llevarse lo que trajeron. De momento nadie me ha pedido abandonar la mansión Fortier. -Sonrió a Hania, meneando la cabeza-. Esas mentiras que contamos son por su propio bien, pero ya ves que muchos de ellos no nos temen, sino que conviven con nosotros. Sólo hay que saber hacer un trato justo. Los lobos... entiendo que para ti sean una especie de seguro, porque son más fuertes que los humanos y porque no tienes el instinto de morderles. Estoy haciendo un esfuerzo por no descuartizarlos, sólo por ti. Pero no voy a quedar con ellos para tomar el té. Ni siquiera con esa... Phoebe.

por **Hania Doe** Jue Nov 09, 2017 5:11 am

Miró a Héctor con una expresión indescifrable en el rostro. ¿Ternura? ¿resignación? había muchas mezclas en ella.

— Te agradezco el esfuerzo y que lo hagas por mi. Nadie había hecho nada por mi hasta que conocí a Assur, aunque él solía hacer las cosas pensando en si mismo. No soy quien para juzgar a los demás, ni siquiera a alguien como él...—a veces se enredaba en el hilo de sus propios pensamientos.— lo que quería decir es que... sea el motivo que sea or el que lo hagas...gracias.

Ciertamente Héctor estaba haciendo mucho por ella, la habia animado a sacar adelante el proyecto del Orfanato poniendo su fortuna y sus contactos para facilitarle la empresa; la había dejado ir al hospital acompañándola cada noche que podía, estaba poniendo de su parte aunque fuera poco, para llevarse bien con los lobos a los que conocía...no podía decir que no estuviera siendo un buen tío, abuelo, ancestro o lo que fuera. Seguía sentada en sus rodillas, paseó los dedos por el óvalo de su perfecto rostro, cincelado con las proporciones exactas como si fuera una estatua de bronce griega.

— ¿Hay algo que yo pueda hacer por ti?.— a parte de intentar llevar un poco de calor a su analítica vida. Sin quererlo se había colado en ese corazón resentido y frío que llevaba milenios siendo pragmático y disfrutando del juego de tronos que siempre había en marcha.

por **Ceo Lebeau-Fortier** Vie Nov 10, 2017 3:12 pm

El titán se echó a reír abiertamente, con esa voz de barítono que le vibraba desde el pecho.
-Se me ocurren muchas cosas, mi niña. Y todas ellas harían que te escandalizaras. Pero creo que me conformaré con que aceptes venir de mi brazo a la próxima cena de la Cámara de Comercio. Va a ser una reunión algo aburrida, pero estoy más que seguro que podremos convencer a algunas de las esposas, hijas, sobrinas y demás familia de los empresarios las ventajas de colaborar con el proyecto del orfanato.

Esperó a que Hania se levantase de sus piernas para ponerse en pie y ofrecerle la mano.
-Ven. Comamos algo y descansemos. Y luego podrás contarme algo más de ese capataz cuyo nombre flota constantemente en tus pensamientos. Ni siquiera he tenido que invadir tu mente para verlo. Casi puedo verlo revolotear escrito en el aire, alrededor de tu cabeza.

por **Hania Doe** Mar Nov 14, 2017 8:29 am

Con la excusa de esa cena de la Cámara de Comercio, Hania le pidió a Héctor que le enseñase cómo comer y beber comida humana sin vomitar. Había pasado tanto tiempo en las alcantarillas que había desarrollado mala tolerancia a lo que realmente le hacía bien. La sangre de rata o gato apenas la enfermaba, incluso el veneno rojo de los licántropos, sin embargo un trago de sangre fresca de la vena o de otro inmortal le producía un pelotazo digno de ser mencionado. Con la comida humana sucedía lo mismo. Había visto en infinidad de veces a Assur comer o beber, a Héctor también, y parecía como si fueran humanos, pero ella era incapaz de morder una galleta y no acabar echándola al momento.

No sólo era necesario que lo hiciera para disimular en esas fiestas, es que el señor Clyven le habia dicho que también le gustaría repetir la velada del circo y lo cierto es que si le ofrecían comida, no quería parecer descortés o elitista. S¡ no la comía era por esas razones que no podía contar pero podían malinterpretarse como que no le gustaba la comida de pobres cuando no era así.

Se sentó en la mesa, se colocó la servilleta y cogió los cubiertos. Le habían llenado la copa de vino y frente a ella había una fina perdiz en salsa de ciruelas acompañada de panecillos blancos y un postre refinado con un aspecto delicioso. Levantó los ojos hacia Héctor con la angustia reflejada en la cara.

— No voy a poder, en cuanto lo pruebe me darán las náuseas...

por **Ceo Lebeau-Fortier** Miér Nov 22, 2017 5:10 pm

Al otro lado de la mesa, frente a ella, delante de un servicio igual, con los cubiertos ya en las manos, dispuesto a trinchar la carne, Héctor la miró con esa expresión cargada de seguridad y orgullo que no admitía réplica.
-Puedes. Y lo harás. -Dejó los cubiertos en la mesa, pues aún no habían tocado alimento, se retiró la servilleta del regazo, dejándola arrugada a un lado del plato y se levantó de la silla que ocupaba para caminar hasta Hania. Se detuvo tras ella y colocó las manos en sus hombros, dejando que sus pulgares acariciasen la parte posterior de su cuello entre el nacimiento del cabello y el borde del vestido-. Cierra los ojos. Escucha sólo mi voz y déjame entrar.

Se coló en su mente, lo justo para arrastrarla a la propia y guiarla hacia unas imágenes concretas. Escenas que se sucedían contando una historia demasiado vieja para que hubiera llegado hasta esos días sin perder gran parte de su verdad. Le mostró los días antiguos, el origen de ese mundo que la había visto nacer, cómo titanes y dioses modelaron cada criatura, cómo les dieron vida, cómo hicieron nacer ríos y plantas.
-¿Ves esto? Tus ancestros fueron capaces de crear cosas maravillosas. Así que tú puedes perfectamente comerte una perdiz. O cualquier otra cosa. Sólo tienes que ser consciente de tu poder y dejar que tu mente tome el control sobre tu cuerpo.

Apartó las manos de la piel de Hania, tras dejar un beso casto en su cabeza, un gesto que se estaba volviendo habitual. Regresó a su asiento y esperó a que la rubia le mirase.
-No tienes que conseguirlo a la primera. Me basta con que lo intentes. El truco está en no obligarse más de lo que puedas soportar. Si aguantas dos bocados y te sientes mal, no tomes un tercero. Te acabarás acostumbrando, pero no es necesario que pases de no poder probarlo a devorar un banquete de bodas.

por **Hania Doe** Dom Nov 26, 2017 6:40 am

Cuando Héctor entró en su mente y le mostró todo aquello que siempre había querido saber, como por ejemplo quién creó los ríos y mares, o cómo nació la primera flor, se maravilló con ese mundo de recuerdos. Habían sido una raza poderosa pero tanto para destruir como para crear y eso era algo tan enorme que la hizo sentir parte de algo bueno. Seguramente su poder no alcanzama ni las mínimas cotas del que ostentaba Héctor o del que tuvo cuando reinaba en su cielo, pero si algo de él corría por sus venas, entonces tenía que ser capaz de sentirse algo más que una rata de cloaca.

Abrió los ojos y miró el plato; ¡cuánto hubiera deseado comerlo cuando podía hacerlo! Pues ahora lo haría por otro motivo y no sería ningun drama. Tomó aire y dejó la mente en blanco, cortó un pedazo y lo comió, masticándolo y tragándolo. Era mejor que no se centrase en el sabor, porque sabían a cenizas o a barro. Centró sus pensamientos en aquello que había visto y dejó su mente vagar por esos recuerdos de tiempos inmemoriales. Cortó otro pedazo y repitió el proceso, mirando a Héctor que también estaba cenando como si aquello fuera manjar de dioses. Le sonrió y probó un sorbo de vino, que inundó su nariz con aquel cosquilleo del alcohol haciéndola sentir un poco más "normal". Dejó los cubiertos sobre la mesa y corrió hacia el titán para abrazarse a su cuello y sentarse sobre él.

— Lo he conseguido!! eres el mejor!! Pero mejor no abusar, ahora tengo hambre de verdad. ¿Puedo?

Le apetecía darle un bocadito a Héctor, lo había probado una vez y era una sangre absolutamente delirante.

por **Ceo Lebeau-Fortier** Lun Nov 27, 2017 4:37 pm

El titán la recibió en su regazo con satisfacción. Apartó un poco la silla de la mesa para que cupiera con comodidad y empujó el plato lejos de él para que no se manchase el vestido por accidente.
-Estoy muy orgulloso de ti, mi niña. ¿Has visto como puedes hacerlo? Cuando tengas algo más de práctica con el control mental, podrás incluso enmascarar el sabor horrible que tiene la comida. -Le apartó el pelo de la cara y se lo colocó tras la oreja, con mimo-. Es más, podrás hacer que sepa a lo que quieras, porque todas esas cosas que vemos y olemos y saboreamos, son así porque así es como las ve nuestra mente. Todo lo que tu mente perciba como real, será real, aunque no sea más que una ilusión.

Quizás no era la mejor explicación, pero era algo complejo y Hania lo entendería cuando pudiera dominar todo ese potencial subyacente que tenía en esa preciosa cabecita de melena dorada.

Y, como no podía negarle nada desde que había conseguido colarse entre sus barreras, Héctor le ofreció su cuello, directamente la yugular. Con cada sorbo de sangre que intercambiaban su unión se hacía más profunda, compartían recuerdos, sentimientos, percepciones. Cada vez que Hania se alimentaba de él, se le abría una puerta hacia el verdadero titán. Y cuánto más fuerte era esa unión, más fuerte era la conexión entre ellos.

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por **Hania Doe** Jue Nov 30, 2017 12:57 pm

Poco a poco se acostumbraba a ese modo de vida, a beber un traguito de vez en cuando de Tyler, al que parecía gustarle su mordisco, aunque su dieta fuera básicamente la de las botellas. Aprendía cada dia algunas cosas necesarias para su supervivencia, como aparentar ser humana, o perder un poco el miedo a hablar con la gente y más teniendo un poder tan enorme como el de escuchar sus pensamientos para poder anticiparse en las conversaciones. La construcción del Orfanato iba viento en popa y recientemente había aparecido un joven en la vida de Héctor que ella desconocía, pero había escuchado su nombre en los pensamientos del titán.

Esa noche estaba cepillándose el pelo antes de vestirse para salir hacia la casa del señor Clyven a ver a los niños antes de ir al orfanato, esas pequeñas personitas se habían colado tan profundo en su corazón, que no podía pensar en dejar de ir a verlos cada día. Ni qué decir tenía que su padre también se había colado de alguna manera distinta entre sus pensamientos, pero sobre estro aun tenía que entender algunas cosas. Apareció en el umbral de la puerta de Héctor que se estaba colocando una camisa impoluta. Dejó el cepillo sobre la mesita y fue directa a abrocharle los botones de los puños y el último del cuello. Estaba claro que él podía solito, pero a ella no le costaba nada hacerlo.

— ¿Quién es Hastur? te he escuchado pensarlo varias veces.

También había escuchado que era un lobo, con lo cual sentía curiosidad por saber qué tenia de especial para que su "tío" quisiera quedar con él tan a menudo. Hacía días que no sabía nada de Phoebe, supuso que estaría ocupada en sus cosas y no le dio más importancia. Además la cabeza le daba vueltas una y otra vez pensando en Clyven, aquella noche en su casa fue extraña pero a la vez le despertó muchas cosas. Lo había escuchado pensar, al parecer ella no le era indiferente pero se reprimía porque pertenecían a dos clases sociales diferentes. Cuando tuviera otra charla con el titán le preguntaría acerca de eso.

por **Ceo Lebeau-Fortier** Sáb Dic 02, 2017 5:30 pm

Le sorprendió la pregunta. O más bien lo directa que era. Aunque tenía que asumir que era una conversación que llegaría tarde o temprano. Se tomó unos segundos para pensar cómo explicarle a Hania lo que significaba Hastur. Finalmente decidió que lo mejor era la verdad. Hania era su familia, su sangre, su princesa. La única que conocía su verdadero nombre, aunque no lo usara.

-Hastur es mi protegido. ¿Recuerdas aquellas historias que te conté sobre Zeus protegiendo a Hércules o Atenea favoreciendo a Ulises? -Esperó ver un asentimiento por parte de la rubia-. Pues Hastur es el mío. Sé que ya no soy una deidad; estoy muy lejos de serlo en realidad. Pero ese chico... le conocí siendo apenas un niño que se enfrentaba a una vida difícil. El sol estuvo a punto de alcanzarme y él me ofreció refugio. Mantuvimos contacto un tiempo, más, finalmente, nuestros caminos se separaron.

Era una versión bastante escueta, pero tampoco era necesario entrar en más detalles por el momento. No quería escandalizar a Hania, porque ella había crecido en un mundo humano, donde el tiempo que habían compartido Hastur y él era una aberración que les arrastraría a ambos a las llamas del infierno. La moral de los mortales a veces era muy complicada.

Según sus cánones de comportamiento, los que mantenía de cuando él y sus hermanos regían el cielo, no había nada malo en la forma en la que había tratado a Hastur. Le había besado, le había tocado, le había abierto las puertas a un universo de sensaciones desconocidas y fascinantes. Y lo había hecho cuidando de él, sin forzarle a nada, protegiéndolo.

-Hace unas semanas nos encontramos por casualidad. Había sido mordido y ahora es un licántropo. Lo cual me hace odiar a esas bestias un poquito más. Hastur era un tesoro, mi tesoro, como lo eres tú ahora. Tenía una curiosidad insaciable y un ávido afán por el conocimiento. Y uno de esos perros se atrevió a mancillarlo.

Debería odiarle por ser un lobo, sí. Pero pesaba más que fuera Hastur.

-Quiere ser médico y yo voy a dárselo. Lo que me recuerda que tengo que hablar contigo de eso. Cuando Hastur acabe sus estudios, será el doctor a cargo del orfanato.

por **Hania Doe** Mar Dic 26, 2017 4:55 am

Así que Héctor tenía otro "hijo". Lejos de producirle celos, sólo sintió curiosidad, ella no había tenido nunca amigos ni familia y tener más miembros en aquel peño núcleo familiar se le antojaba una idea fantástica.

— ¿Médico? me parece estupendo, los niños siempre andan resfriados, con dolencias de piel y huesos por haber crecido sin recursos y mal alimentados. Será de grandísima utilidad en el orfanato.

Esto le llevó a pensar en que la gente pobre no tenía acceso a la medicina, eso era una crueldad, porque sólo los ricos podían costearse doctores, no dejaba de ser un negocio más.

— ¿Hastur podría atender también a las familias del barrio? sé que debe hacerse una clientela que le paguen por sus servicios, pero...¿algún día podría? la gente pobre no puede costearse médicos, muchos de los niños que acogeremos serán huérfanos debido a que sus padres han fallecido por enfermedades que con dinero se habrían podido salvar. Siento no ser tan avispada como tú para los negocios, pero es que no puedo soportar ver el sufrimiento de quienes me rodean. Yo misma podría haber muerto cientos de veces por las gripes y los alimentos en mal estado.

Ya tenía ganas de conocer al joven médico, compartía con ella esa preocupación por las personas, por su bienestar, por dejar el mundo un poquito mejor que cuando lo encontraron.

por **Ceo Lebeau-Fortier** Lun Ene 08, 2018 5:13 pm

Sopesó la idea y supuso que el lobo estaría de acuerdo. Hastur era idealista y tenía un alma noble, deseosa de ayudar a otros. Además, sus propios orígenes condicionarían su decisión.

-Eso tendrás que preguntárselo a él. De momento sólo ha empezado a estudiar; falta que apruebe todos los cursos y obtenga el título de doctor que le permita ejercer.

Hasta ese momento no se había planteado la posibilidad de Hania y Hastur compartiendo el mismo espacio. Le parecía algo bastante lejano, que finalmente ocurriría, pero cuando el lobo fuera ya doctor. Pero, de repente, comprendió que los dos pasarían mucho tiempo bajo su techo y que acabarían por encontrarse, así que prefería ser él quien hiciera las presentaciones.

-¿Quieres conocerle? Es posible que empiece a venir bastante a menudo; le he ofrecido espacio en la biblioteca para que pueda estudiar y tenga a mano libros de consulta.

Sonrió y acarició la mejilla de la rubia.

-Deberías estar contenta, ¿sabes? Estoy dejando entrar a un licántropo bajo mi techo y otorgándole mi protección. Es la única excepción que voy a hacer.

No entendía esa debilidad de Hania por los hombres lobo, pero al menos con Hastur estaba tranquilo. Seguía sin gustarle la idea, pero el muchacho era una debilidad para él. Era su protegido y al único que le otorgaba privilegios en aquella casa a un nivel equiparable al de Hania.

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