Réunion Pleasant [Katherine R. B]

Una noche que se prestaba para todo, menos para que los humanos salieran desabrigados. Les observé desde el piso en el que estaba alojando por el momento, me encontraba a gusto y obtenía las atenciones que deseaba de quienes quería como había sido siempre... Bebía de cuanto cuello me encontraba. Suspiré, estar metída entre cuatro paredes en las unicas horas que podía ser libre, no era exactamente mi idea de diverción.
Me paré frente al espejo, revisando el estado de mi vestido. Acomodé algunos detalles, para despues ir hasta el aparador donde tenía otro espejo, cepillé mi cabello mientras me sentaba en una modesta silla. Levanté un poco mi cabello haciendo que mis ondas naturales en las puntas, adornaras mis hombros y algunas los costados de mi rostro.

Esta era una de esas clásicas noches en las que un vampiro podía sentirse solitario... Resaltando que realmente si lo estaba. Desde que había asesinado a mi ultimo, ¿como llamarlo?, ¿amor?, ¿amante?, ¿compañero de la noche?. Sencillamente no encontraba la talla para mis pies, y hasta entonces seguría asesinando a mis acompañantes. Un precio justo a pagar por no satisfacer mis exigencias. Observé mi mirada al espejo, sonriendome casi diabólica, ¿Los años me habrían vuelto demente?, ¿O nada mas lo había sido desde siempre?.

Salí del hotel en donde me hospedo, tuve que pelear por un momento con el portero para que dejase de insistir con pedir una carroza. Esta noche quería utilizar mis pies, el insistió con el peligro de las calles parisinas, lo que no entendía era que el peligro era yo para los demás... Caminé con elegancia por las calles, rompiendo a las clásicas reglas que imponia la época. Siempre lo habia hecho y este siglo no sería la excepción para mi.
Tenía pensado salir de cazería a esos lugares alejados, donde los fugases enamorados osaban por tener noches de lujuria esperando no ser descubiertos, adoro ver esa sorpresa en sus ojos cuando son pillados.

Continué caminando, con mis tipicos aires de arrogancia y superioridad entre los mortales, entre aquellos que se decian ser peligrosos rateros, pobre de esos si osaban en siquiera poner un solo dedo sobre mis pertenencias, porque nada mas no cuentan el cuento...
Un aroma poco particular llego a mis narices, relajando mis turbios pensamientos. Las flores al igual que el sonido del mar en el puerto era una de las cosas que me sedaban de una forma única. Pero, ello no quería decir que fuese menos peligrosa. Justo enfrente de donde me encontraba se levantaba un Jardin botánico. Con mucha mala suerte estaba cerrado pero, quizás podría forzar la entrada...

Cruce la calle, y pude sentir el olor a humano dentro, un problema minúsculo. Observé la cuadra carente de presencias cercanas. Y con unos toques acelerados llamé a la puerta y asi no tener que forzar la cerradura, o arruinar mi vestido por treparme un muro. Esperé unos instantes hasta que el hombre abrió la puerta y me vió tras esta, giré enseñando una sonrisa de sastifacción y certeramente provocativa. - Buenas noches caballero, he venido a dar una visita al Jardín. - y a pesar de mi buena educacion, el hombre a duras penas se negó. No acepto "no" por respuesta, y no iba a ponerme a negociar con un insipido humano. - No soy de una época de gran diplomacia, asique... Lo lamento pero tendrá que morir. - haciendo uso de mi agilidad lo metí dentro abruptamente, mientras mis ojos dejaban de tener ese toque sensual y llenarlo de odio.

El hombre hizo hacia atrás volcando algunas cerámicas que reventaron contra el piso, y empezo a rogar como lo hacen todas las ratas humanas por su vida. Muy tarde, yo ya estaba desplegando mis colmillos para encarnarlos en su mullidito cuello. Estaba sacando dos por uno... Un paseo redeada de lo que me gustaba, y una cena rapida... El hombre apenas si podía gritar, pero lo hacia.
Obligada a tener un segundo contacto con este, lo acorralé contra la pared. - Deja de gritar o tendré que desperdiciar la comida si acaso aparecen otros... - y con otros me refería a una media docena mas de humanos acudiendo a su cobardia.