Deuda de sangre

por Invitado Lun Jul 03, 2017 2:31 pm

Ha pasado un poco de tiempo desde que estoy en París, los negocios me impiden regresar a Londres tan rápido como deseo y hasta que eso suceda me veo invitado a varias reuniones. Aquellas en las que puedo conocer a futuros socios son las que más me interesan, pero a veces solo hay fiestas circunstanciales de las que empiezo a aburrirme. Es cierto que al principio encontré una que otra perla en esas situaciones, algo que me sorprendió, pero dudo que vuelva a tener un hallazgo particular nuevamente. Es por ese motivo por el que casi decido declinar la invitación a la abadía de los dueños de las mejores fábricas de vinos de la región. Acepté por el solo hecho de disfrutar de esa bebida. Los de mi especie no teníamos demasiados gustos después de la muerte, en especial de aquellos que favorecen al paladar, por lo que una cata de vinos privada resultaba atractiva.

La reunión empezaba durante la tarde, pero por obvias razones no pude asistir hasta el anochecer. Me excusé diciéndoles a los anfitriones, una pareja de ancianos muy influyente, que tenía un importante negocio que atender. Lo entendieron y no tuvieron reparo en recibirme después del atardecer. En el lugar no había una infinidad de personas, sino algunos amigos cercanos de los dueños y otras personas que de alguna forma eran muy influyentes. Pronto me encontré bebiendo del manjar de los dioses griegos, disfrutando de las texturas y sabores de varios tipos de vid. Junto a un grupo de nobles de otros partes de Europa, empezamos a recordar un poco de historia y geografía para amenizar la noche. Entre los cuatro caballeros que estaban cerca, uno, al igual que yo, era un inmortal, por lo que tuvimos que controlar nuestra antigüedad para no caer en lo que para los mortales sería un absurdo.

Una hora después, la charla nos guió hacia los nombres de las familias reconocidas e influyentes. Cada uno empezó recordando los lugares de los que provenían y las castas de las que descendían. Esa parte de la conversación intenté esquivarla, pero el otro vástago fue mucho más inteligente y desvió la atención hacia alguien de la sala. Entre los rostros ajados, había un joven que decían descendía de la familia Kaarkarogf. Ese nombre me resultaba más que familiar, como si lo hubiera tenido en mi memoria los suficientes años para no olvidarlo. De hecho, conocía a esa familia, pero no al joven sino a alguien que vivió antes que él. Fue la excusa perfecta para excluirme de la conversación alegando que estaba en la obligación de ir a saludar al muchacho.

—Buenas noches, Monsieur Kaarkarogf. ¿Está disfrutando de la cata de vinos?— dije presentándome frente a él. Un sirviente acercó una nueva ronda de copas y tomé una de ellas dispuesto a disfrutar de una nueva delicia.

por **Soren Kaarkarogf** Mar Jul 04, 2017 5:06 am

Era la primera vez en más de 200 años que asistiría a un evento tan elegante, los recuerdos de lugares por el estilo eran lejanos en su memoria y se remontaban a sus días como humano en el castillo Kaarkarogf. Una vez convertido en Vampiro había renunciado a todos esos placeres que traía la clase alta y había vivido su vida de manera mucho más humilde. No era que quisiera castigarse así mismo o convertirse en un mártir, tampoco era debido a una creencia religiosa, simplemente le gustaba pasar desapercibido y nunca fue muy bueno socializando.

¿Entonces como había terminado en una cata de vinos en una de las mansiones más lujosas de París?

Estaba allí por que había conseguido un trabajo como tutor de la nieta de uno de los anfitriones, una niña de 9 años bastante inquieta pero con una mente vivaz deseosa por aprender cosas nuevas. Apenas llevaba dos semanas dándole clase y al parecer los padres estaban contentos con su desempeño pues le habían invitado a ese evento tan distinguido. Soren por supuesto, no pudo negarse, así que vistiéndose con su mejor traje (que no era para nada al nivel de la situación) había acudido al lugar cuando la noche había caído tan pronto como había podido.

Se sorprendió sobremanera cuando una voz masculina le habló y se giró para encontrarse con un hombre de distinguida apariencia y penetrante mirada. Tenía un cierto aire misterioso e intenso, común en los de su raza, pero no quizo adelantarse y juzgarlo sin estar seguro de que no se tratara de un humano.

- En realidad no se mucho de vinos - Le respondió con sinceridad - Discúlpeme, pero es usted, Adrien D. Blake ¿verdad? - Preguntó en caso de que se equivocara con el nombre, en algún punto de la noche habían mencionado su nombre un par de veces, pero Soren no había prestado mucha atención - Prefiero el café - Continuó aún con la copa de vino entre los dedos enguantados - Creo que podría distinguir muchos cafés de la misma forma en como usted parece conocer de vinos -

Se dio cuenta que quizás necesitaba una presentación más directa y estiró la mano que tenía libre.

- Un gusto conocerlo Monsieur - Exclamó con una respetuosa venia - Soy el tutor de la nieta del señor de la casa, le estoy enseñando a pintar -

por Invitado Lun Ago 07, 2017 10:10 pm

En medio de toda esa gente era fácil pasar desapercibido e incluirse en cualquier conversación. Además, no era el único inmortal invitado a esa reunión social, lo que de hecho me complacía ya que siempre se podía mantener complicidad con los de mi especie. En las conversaciones que surgieron sobre los antiguos linajes de Europa, saltaron algunos nombres y recuerdos que me guiaron a acercarme a un vampiro un tanto solitario. El nombre del vástago era Soren Kaarkarogf y su apellido era más que familiar para mí. Le saludé y respondió de inmediato, reconociendo también quién era yo. —Así es, ese es el nombre del que soy portador— respondí a la pregunta de aquel que tenía una apariencia jovial. Claro que no teníamos los mismos gustos en cuanto a bebidas, pues Soren me hizo saber que él prefería el café. Nunca había escuchado tal cosa, por lo que lo miré con curiosidad e intenté disimular otro gesto.

—Espero que algún día pueda aceptar una invitación a Inglaterra para que pueda explicarme bien qué de maravilloso encuentra en el café— proseguí para no dejar el tema en la indiferencia. A menudo escuchaba cosas extrañas de las que luego quería saber más solo por distraerme. Sin duda, aquel vampiro estaba lleno de enigmas y en ese sentido se parecía un poco a su padre. —Entonces la nieta es una jovencita afortunada. No puedo recordar de alguna otra persona que haya tenido el privilegio de tener un tutor de la familia Kaarkarogf. Su padre es alguien a quien guardo en gran estima— expliqué bajando un poco el tono de la voz para que nadie más que él pudiera escucharme. En el salón las charlas grupales continuaban, cada una en esquinas diferentes, pero habiendo otros inmortales presentes nada podía darse por seguro, incluso a distancia.

Antes de escuchar la respuesta de Soren, cambié de copa por una ronda nueva que los sirvientes empezaron a distribuir y bebí el primer sorbo. El vino sabía mucho más seco. —Bien, creo que se está perdiendo de algunas cosechas dignas de ser bebidas— agregué antes de volver a beber. En mi mente ya tenía los nombres de los mejores vinos que había probado ese día para ordenar que luego los llevaran hasta Inglaterra. —¿Ejerce hace mucho como pintor?— pregunté por último para pasar a otro tema de conversación que no fuera ni el vino, ni el café.

por **Soren Kaarkarogf** Jue Ago 10, 2017 4:00 am

Abrió los ojos de par en par y su expresión pareció casi cómica. Soren era un libro abierto, era realmente fácil descifrar cualquier expresión en su rostro, tal y como cuando se mira a un niño. La mención de su padre lo dejó realmente sorprendido, era la primera vez que conocía a alguien que de alguna forma conociera a su familia. Estaban en Francia después de todo, y el apellido Kaarkarogf era sólo reconocido en su país natal.

Se quedó mudo quizás por más tiempo del necesario procesando lo que acababa de escuchar, mientras Adrien tomaba más vino y seguía hablando de cosechas. La nueva pregunta lo hizo salir de su estupor.

- No, no... no soy pintor, la verdad - Se apresuró a decir moviendo las manos en frente de él - En realidad soy historiador... me especializo en arte, así que se puede decir que se un poco sobre pintura, pero no me dedico a pintar como profesión - Le explicó y de inmediato frunció el ceño y se quedó mirando a Adrien con sus ojos cristalinos llenos de inquietud.

- ¿C...conoció a mi padre? - Preguntó aunque la respuesta fuera obvia, tenía en frente a otro ser inmortal como él no cabía duda - ¿Qué... edad tiene Monsieur? - Se atrevió a preguntar, claramente debía de ser mayor que él - Realmente me he quedado sorprendido... no esperaba conocer a alguien que tuviera alguna conexión con mi vida pasada -

por Invitado Dom Oct 29, 2017 7:34 pm

Me invadió la duda con respecto a la sangre que corría por esas venas, hablando en un sentido figurativo. El Kaarkarogf que había conocido distaba mucho de aquel joven que se veía con aire despreocupado. Claro que se lo tenía en alta estima en esa honorable residencia, pero estaba claro que su conocimiento sí lo había heredado de sus antecesores. Su porte, sin embargo, a pesar de los rasgos agradables, necesitaba pulirse. De hecho, Soren era el ejemplo perfecto de un joven vampiro y eso me causaba curiosidad, pues solo había tratado con antiguos casi durante toda mi vida. Se podía decir de él que tenía un par de cientos de años y aún así parecía que lo hubiera convertido solo hace una década.

—Entiendo, entonces ha estudiado historia y el arte le aficiona. Me sorprende que nuestros caminos no se hayan cruzado antes considerando sus gustos y su linaje.— comenté mirando alrededor por unos segundos. El ambiente empezaba a estar cada vez más lleno de gente y eso hacía que los sentidos pudieran distinguir toda clase de perfumes. Un grupo de féminas recién llegadas impregnaba el salón con un aroma demasiado dulce. Por un momento recordé a una socia perfumista y desee recomendarla a las mujeres francesas para que fueran más cautas a la hora de elegir.

Mi atención volvió a Soren Kaarkarogf cuando éste pregunto varias cosas. La primera pregunta tenía una respuesta obvia. —Así es, hace tres siglos tuve el placer de conocerle y le debo más de lo que los años me permitirían olvidar— respondí bajando el tono para que nadie más que él pudiera escucharme. En realidad tenía que ser cauto ya que no éramos los únicos inmortales entre los invitados. —Tengo los suficientes años como para conocer la historia de vuestra familia. Ha sido una grata sorpresa encontrarle en un lugar como este, debo decir, ya que no hay muchos hombres semejantes a nosotros cuya compañía disfrute en verdad…en especial en Francia— finalicé dejando en claro de que mi lugar de procedencia era otro.

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