Escape → Libre

por **Zavannah Zöllner** Jue Jul 06, 2017 10:57 pm

Para muchos, los cambios son verdaderamente buenos, pero para su mala suerte, no es el caso de ella. Lamentaba haberse ido de su hogar, de ese donde las tierras estaban muy lejanas, lamentaba haberle hecho caso a su hermano, pues en ese lado del charco, había cambiado demasiado, ahora ya no era más el tierno Zigmund que sólo vivía para protegerla, mimarla, y adorarla. Odiaba tener que sentir amor por alguien que podría estar en peligro, y también que se encontraba negado por la bendición de su único familia ahora existente. Todo andaba mal, y su corazón estaba marchitándose, ya no parecía la misma jovencita de hace tiempo.

Ya no existía la sonrisa, tampoco ese brillo en sus ojos, las ganas de vivir, tampoco existía la bondad que buscaba para entregarle a los demás, la ayuda. O quizás si existía, pero dado que se la pasaba la mayor parte del tiempo encerrada, no había motivos para ser una buena persona, para ser ella ¿O si? No, no lo había, su único deseo, era poder salir ahora con libertad, no había modo en que su cuerpo cambiara al de un animal, pues incluso los pequeños huecos habían sido tapados para no verla escapar, porqué si, ella estaba comenzando a pensar que lo mejor sería escapar de ese mundo.

Aquella noche su hermano había cometido un descuido antes de dormir. Dado que hacía bastante calor, y que el espacio era reducido para dos personas, el joven había dejado abierta una de las ventanas. Zavannah sabía que era su día de suerte, y en cuanto supo que él estaba completamente perdido en el sueño, se transformó en gato, saltó por la ventana, cayó en cuatro patas al pasto, y después huyo al bosque, dónde escondía ropa para poder vestirse en estos casos.

- Si, aquí hay alguien, espere un momento - Se estaba terminando de vestir cuando la voz la sobresaltó. Terminó y salió de entre los arboles. Arqueó una ceja cuando observó al hombre, bastante distinto a los que transitaban por ahí. - ¿Pasó algo malo, mi señor? ¿En que puedo ayudarle? - Sonrió de medio lado, y con respeto creó una reverencia hermosa hacía el hombre, como símbolo de buena educación y respeto.