Old feelings (Cinnia)

O l D F E E L I N G S

-¿Erkki? ¿Errrkiiiii? - Era la tercera vez que Soren lo llamaba - ¿Estás escuchándome? - El Vampiro más viejo se había vuelto hacía su joven vástago que le miraba con cierto reproche, aquella noche temprano había recibido una visita inesperada de Soren, el Vampiro que había convertido 200 años atrás y que se había convertido en el hijo que nunca había tenido cuando era humano, aunque obviamente no lo había criado desde pequeño y no era el padre biológico, se había acostumbrado a verlo como como tal. Soren no solía visitarlo muy a menudo, a pesar de que vivían en la misma ciudad y era que, para dos seres inmortales, el tiempo tomaba un significado distinto y no hacía tanta falta verse con frecuencia.

Soren le había visitado justamente la noche en la que debía ir al teatro a buscar a Cinnia para medirse el traje y le había tomado desprevenido ya que, extrañamente se encontraba nervioso por el encuentro, aún cuando no tenía motivos para estarlo. Por supuesto no podía dejar que el Vampiro más joven lo supiera, no sabía por qué pero le daba vergüenza tan sólo pensar en que, una dama pudiese descomponerlo de esa manera sólo con un par de coqueteos, por que había estado pensando en el encuentro desde hacía días, había repasado en su mente el como Cinnia le había hablado, el tono de su voz, las miradas, las sonrisas ¿Le había estado coqueteando?.

No podía evitar preguntarse y tenía que aceptar que la idea de que una mujer le prestara atención le era muy grata y le hacía añorar su juventud. Soren le había contado que por fin había conseguido dinero suficiente para alquilar un loca en la zona comercial y abrir su tienda de antigüedades, le había tomado un par de años volver a recuperarse, pero parecía estar logrando algo de estabilidad, Erkki le habría prestado toda la atención que aquello ameritaba pero su mente seguía pensando en Cinnia y en lo que significaría su comportamiento.

-¿Qué... es lo más apropiado para llevar a la casa de una dama cuando se va de visita? - Preguntó al fin - Me pregunto... cual será la etiqueta hoy en día – Agregó intentando que su voz sonara casual, el Vampiro más joven lo miró ladeando la cabeza con cierta intriga en la mirada.

-Pfff ¿Me preguntas a mi? - Replicó Soren acomodándose las gafas – Él único que tiene más chance de ser invitado a la casa de una dama que yo es probablemente tu... y eso es mucho que decir – Explicó encogiéndose de hombros – No recuerdo haber estado en la casa de una dama en los últimos cien años... ¿Pero supongo que flores? -

-Las flores son para los enamorados – Aclaró Erkki frunciendo el entrecejo – No... es ese tipo de visita – Carraspeó, ¿Porqué le estaba dando tanta vergüenza hablar del tema? Parecía un adolescente inexperto, por el amor a Dios. Soren se quedó mirándole con esa inocencia que le caracterizaba en los ojos y Erkki se recordó así mismo que estaba hablando con quizás el Vampiro más ingenuo que existía, no iba a conseguir un buen consejo de parte de él.

-Si la dama fuera alguien que realmente me importara... - Comenzó a decir Soren luego de un corto silencio – Le llevaría algo que a ella le guste, algo que... tuviera significado para ella – Finalizó con una media sonrisa. Erkki dejó escapar un suspiro y decidió ser honesto y contarle rápidamente que debía visitar a la costurera que le estaba elaborando un traje para una cena de caridad del hospital que se realizaría muy pronto en el Hotel de Arenes, con la presencia del mismísimo rey de Francia.

Al cabo de una media hora salió de su apartamento, había escogido esa noche para visitar a Cinnia pues no tenía turno en el hospital, era su noche libre técnicamente, a pesar del poco sentido común que Soren solía tener, le había dado una buena idea sobre que llevar y mientras caminaba por las calles, se preguntaba si, ¿Realmente le importaba Cinnia lo suficiente como para pensar en tener que llevarle un presente? O ¿Era simplemente caballerosidad y etiqueta?.

Cuando llegó al teatro y mientras esperaba a que ella abriera la puerta comenzó a sentir un cosquilleo en el estomago que había creído haber olvidado cientos de años atrás. Era una sensación agradable y al mismo tiempo aterradora.

Traía un vestido gris oscuro simple como el de cualquier caballero de la época, nada pomposo ni extravagante un el sombrero encintado de copa bien puesto. En la mano traía el maletín que solía cargar todo doctor cuando iba de consulta.

- Buenas noches Madame – Exclamó con una medio sonrisa, cuidando de no mostrar sus colmillos.

Aquella noche había ido a buscar algunos accesorios y telas para unas confecciones, pero para su mala fortuna se encontró con un malhechor de poca monta el cual al ver a una mujer sola a esas horas de la noche con algunas cajas de llamativos empaques. Quizás pensó que sería una presa fácil, lo que no contaba era con que la dama aquella estaba costumbrada a vivir bajo el amparo de la noche  con todos los peligros y siempre llevaba consigo una sombrilla la cual contaba con un mango de gruesa y firme madera.
El enfrentamiento no duró más que unos insultos e intentos de golpearla por parte del malhechor y unos firmes golpes por parte de ella, aunque aquello fue suficiente como para poner a la sastre de mal humor, aunque no fue hasta que casi llegaba a la Opera que se dió cuenta de que uno de los golpes de aquella alimaña de las calles le había alcanzado en su pómulo dejando la zona enrojecida.

Entró apresuradamente tratando de poner algo de orden a su taller ya que con la trifulca callejera se había atrasado y no quería que aquel distinguido doctor la viera con el cabello todo revuelto, toda agitada y con aquel golpe firmemente marcado en su rostro. Aunque la mala suerte estaba en su contra ya que apenas había puesto en orden los paquetes tocaron a la puerta. Cinnia respiró hondo sintiéndose avergonzada por como lucía y al mismo tiempo extrañada ya que no era de las que se preocupara por la opinión del resto hacia su persona, pero con este caballero era diferente. Quería verse bien, joven y reluciente....y eso le chocaba un poco.

Cuando sintió que volvían a tocar a su puerta volvió a suspirar alisándose el vestido de terciopelo color burdeo y abrió la puerta mientras se acomodaba el cabello de forma apresurada.

-Buenas noches, adelante por favor...-Dijo de forma rápida mientras se daba la vuelta tratando de evitar de que el caballero viera el golpe en su rostro.-...Le agradezco que viniera, sabrá perdonar el desorden, tuve que ir por unos encargos y...bueno, tuve un percance en el camino que me a retrasado y no he tenido tiempo de ordenar un poco este desastre.

Si bien su voz sonaba normal, alegre y jovial, se podía adivinar algo de la rabia residual debido al mal momento vividos antes de llegar. Finalmente y una vez  en el taller sacó todo lo necesario para comenzar con la medición para el traje, una vez tuvo todo encima de la mesita de trabajo posó ambas manos en esta con la certeza de que no podía ocultar su rostro por mucho más, finalmente volteó a mirarle a los ojos con una sonrisa de ánimo. Pero al ver su rostro expuesto al apuesto caballero sintió como los rubores acudieron a sus mejillas intensificando el morado y el dolor del pómulo el cual latía dolorosamente al ritmo de su corazón.

-Bien...hora de comenzar, por favor, necesito que quede solamente en camisa y pantalón.- Tomó la cinta de medir entre sus manos antes de colocar su libreta abierta en la mesa y el lápiz sujeto en su cabello.

- No tiene porqué preocuparse por el desorden, es lo de menos - Comentó cuando notó el nerviosismo y quizás vergüenza por como se encontraba el taller. Había visto peores desordenes en el refugio de Soren así que estaba acostumbrado. Aunque él prefería mantener todo meticulosamente organizado, una práctica que le había hecho eficiente en su consultorio y que se había vuelto un hábito en todos los aspectos de su vida.

En cuestión de minutos ella estaba ya organizando la mesa y disponiéndose a hacer las mediciones, cuando Erkki notó el pómulo más rojo que de costumbre. De inmediato pudo identificar que se trataba de la magulladura causada por un golpe (Llevaba casi 400 años ejerciendo la medicina y podía reconocer es tipo de cosas con solo mirarlas), se quedó unos momentos en silencio mientras ella esperaba a que se quitara el abrigo para tomarle las medidas.

- ¿Qué le sucedió en la mejilla madame? - Preguntó quizás demasiado directamente, pero la pregunta le salió de los labios sin que pudiera contenerse - Soy Doctor... puedo reconocer un golpe a leguas - Agregó con un tono más amable - Espero que pueda confiar en mi al respecto - No quería mostrarse entrometido o con falto de tacto, pero sentía curiosidad además de una creciente preocupación por el tipo de respuesta que ella le pudiera dar.

La pregunta llegó más rápido de lo que esperaba y con un suspiro se acomodó el cabello detrás de la oreja dejando al descubierto el pómulo golpeado.

-No es la gran cosa....Un maleante trató de robarme cuando volvía de recoger unas cosas que había encargado... Pero no soy una mujer desvalida y sé defenderme perfectamente.-Sonrió levemente señalando la sombrilla de grueso mango de madera.- Y le aseguro que el individuo en cuestión no querrá volver a abordar a una mujer sola en un buen tiempo, aunque lamentablemente no me percaté del golpe hasta que llegué aquí.- Rozó apenas el golpe con sus dedos haciendo un gesto para restarle importancia al asunto.- Pero como ya dije anteriormente, no a sido nada importante...

Miró la mesita con las cosas como si repasara mentalmente si tenía todo lo necesario, tomó la cinta de medir y la pasó por su cuello mientras colocaba un lápiz tras una oreja volviendo a mirarle con una sonrisa alegre.

-Bueno mi estimado caballero, no quiero hacerle perder el tiempo demorando más de la cuenta.- Le guiña un ojo haciendo gala nuevamente de aquella coquetería innata en ella, de la cual parecía no darse cuenta en lo más mínimo.

Le alivió en cierta forma escuchar la explicación ya que sospechaba que fuera un marido borracho quien le hubiese golpeado, sin embargo que hubiese sido atacada en la calle no dejaba de ser preocupante y se encontró sorprendido de sentirse preocupado por una desconocida, al fin y al cabo la relación que tenían era exclusivamente profesional ¿Porqué se preocupaba entonces?.

La historia le hizo sonreír con incredulidad, no se hubiera imaginado nunca que Cinnia pudiese defenderse sola e una situación como esa, se la imaginaba más gritando, llamando a la policía mientras el malhechor tiraba de su bolso. Le agradó infinitamente escuchar que ella se había defendido y aunque una dama distinguida no debería haber actuado de tal desvergonzada manera, le recordaba al tipo de mujer que abundaba en el norte, en Helsinki donde vivió tantos años.

-De haber estado ahí, le habría dado su merecido a ese bribón – Comentó sin poder contenerse ¿Porqué sentía la necesidad de hacerse el caballeroso y decir algo como eso? Él no era ese tipo de hombre que se preocupaba por impresionar a las mujeres – Pero imagino que con la sorpresa que se habrá llevado el malhechor, no volverá a intentar pasarse de listo – Se acercó a la mesa donde ella estaba y alzó la mano pero se detuvo a medio camino – Si me permite... - Agregó antes de posar sus dedos en la mejilla de ella, la carne de Cinnia se sintió tibia y suave – Es un golpe bastante fuerte a pesar de todo... si me permite tengo algo de medicina en mi maletín, para que no valla a dejarle marca o cicatriz -

Retiró la mano y se giró hacía el maletín que había dejado en el suelo, no quería recibir un “no” como respuesta, después de todo era lo único medianamente caballeroso que podía hacer en esa situación.

La sorpresa en los ojos de él le causó gracia. La gente siempre se sorprendía, aunque no de buena manera, solían mirarla como un si de repente le hubiera salido cuernos y un tercer ojo y comenzaban los "consejos" y comentarios sobre que una mujer no podía surgir o tener un "Buen vivir" sin un hombre que la mantenga. Según las mentes comunes una mujer estaba condenada a mendigar por las calles.

Pero Erkki, este misterioso caballero, reaccionó de una forma que Cinnia no esperaba e incluso hizo una broma al respecto. La mujer sonrió repentinamente cohibida por su cercanía cuando él quiso examinar su mejilla.
Asintió con suavidad cuando preguntó si podía examinarla mas al sentir el delicado toque una sensación de alivio invadió la zona, pero no fue hasta un segundo después de que se dio cuenta el porqué....la zona golpeada estaba afiebrada al punto de que la piel le ardía, pero la mano de él estaba agradablemente fría...quizás demasiado, aunque la verdad no se importó aquel pequeño detalle, su tacto era agradable.

-No..No es nece....- Dejó la frase a la mitad cuando ofreció atenderla por su golpe, pero él hizo caso omiso a su intento de negativa.- En verdad usted lleva su trabajo donde va, eh?.- Sonrió nuevamente.- Deberían haber más médicos como usted.... los que he tenido la desagradable fortuna de conocer no son más que unas ratas...- Mantuvo un tono neutro cuando hablaba, pero no podía ocultar la repulsión que sentía.

Dio un profundo suspiro tratando de dejar atrás aquellos monstruos vestidos como médicos que le habían arruinado toda su vida.

-Olvide lo que dije.....es usted muy amable conmigo.-Murmuró mientras él atendía su mejilla lastimada sintiendo como el rubor subía a su rostro.

Cierto que era que siempre traía algo de medicina en su maletín, casi siempre cargaba vendas, gazas, un frasco con desinfectante y hasta hiervas, en sus 400 años había vivido mucho tiempo de emergencias y sabía que, en cualquier momento podía surgir una situación en la que tuviese que atender a un herido fuera del hospital, de hecho se lamentaba de todas las veces en las que, por falta de implementos no había podido atender a pacientes en las calles cuando había surgido algún accidente. Por lo tanto había cogido la costumbre de cargar algo de medicina en su maletín sin importar el lugar a donde fuese.

- He tenido muchas situaciones en las que he tenido que atender pacientes en la calle - Le explicó mientras untaba una crema sobre la piel lacerada con delicadeza - Nunca se sabe cuando ocurrirá un accidente, por eso es mejor estar prevenido - Notó algo de cohibición de parte de ella, no sabía si el sonrojo era sólo por el golpe o por algo más, pero su opinión sobre los médicos le llamó más la atención.

-... ¿ratas? - Preguntó incrédulo. - Perdóneme, pero es la primera vez que escucho a alguien referirse a mis colegas de esa manera - Agregó con sorpresa, su voz no era molesta, aún sonreía - ¿Puedo saber que experiencia tan nefasta le llevó a opinar de esa forma sobre mi profesión?- Por supuesto que tenía curiosidad, Cinnia era una mujer inteligente y al parecer muy independiente, no se la imaginaba insultando a la gente sin ninguna razón - Espero poder cambiar su opinión al respecto - Agregó terminando la improvisada curación.

- Si siente dolor de cabeza en las siguientes horas, lo cual es probable debido a la golpe, le aconsejo tomar un té de Manzanilla antes de irse a dormir - Le indicó volviendo a guardar el frasco con el ungüento en el maletín.

Siguió mirándolo en silencio mientras él atendía su herida con tanto cuidado, tampoco respondió a sus interrogantes mas cuando lo hizo bajó la mirada y no volvió a mirarle a los ojos hasta que terminó. Su expresión mientras fue de absoluto dolor, de aquellos dolores que atormentan el alma y jamás desisten.
Aunque todo aquel dolor guardado dentro de ella por años desapareció casi al instante tras una alegre y jovial sonrisa.

-No quiero ser grosera, gentil caballero, pero no. No puede saber las razones de mi opinión hacia sus colegas.- Lo miró nuevamente a los ojos donde ya no había rastro alguno del dolor que mostrara hace un momento.- Pero créame que no hago una acusación de esta magnitud sin tener las razones necesarias para hacerla válida.- Finalizó con solemnidad mientras comenzaba a tomar las medidas y a hacer notas.- Aunque me alegra que con el tiempo algunos médicos estén recobrando su humanidad.- Guiñó un ojo con cierto encanto mientras estaba frente a él midiendo el diámetro de su pecho.

Se evocó a su labor de hacer las medidas necesarias y posterior prueba de telas con eficiencia y pasión en cada movimiento, si bien la mujer ya estaba en el ocaso de su vida para esta época, al trabajar rezumaba energía, pasión y amor por su trabajo, como su no tuviera nada más en el mundo por la cual sentir estas emociones....y si uno analizaba bien la vida de Cinnia, se daba cuenta de que así era...sólo tenía la sastrería.

-Mmm...creo tener por ahí algunas hierbas y al parecer tengo manzanilla...le agradezco su atención, no debió molestarse.- Volvía a ser la mujer que era una extraña mezcla de madurez de los años y la candidez de la juventud.

Quizás había sido ingenuo de su parte esperar que ella de repente le contara algo que parecía ser muy personal. No le sorprendió que dijera que no podía confesar sus razones, pero se sintió decepcionado, pues realmente sentía curiosidad al respecto. Cinnia era una mujer fascinante en muchos aspectos y se encontró deseoso de saber más de ella con cada momento que pasaba a su lado.

Se dejó hacer, sintiéndose algo incómodo y al mismo tiempo atraído por la cercanía de ella cuando le hacía las medidas, Cinnia parecía ser una mujer reservada, ese misterio que la envolvía le gustaba. Esperó unos momentos a que ella terminara lo que estaba haciendo y luego de que ella dijera que tenía te de manzanilla y le diera las gracias, carraspeó y tomó de nuevo su maletín colocándolo sobre la mesa a un lado de los bocetos y anotaciones que ella había dejado para los diferentes vestidos.

-Espero no le parezca demasiado atrevido de mi parte – Dijo al fin, mientras sacaba un libro del maletín, era un libro no muy grueso de pasta blanca, empastado pulcramente para que las hojas se mantuvieran en su lugar, volvió a carraspear ¿Porqué se sentía de repente tan nervioso? Si aquello resultaba mal, Soren pagaría por ello, de eso se iba a segurar – Le he traído un obsequio – Agregó, no recordaba cuando había sido la última vez que le había dado algo a una mujer.

- Es... un libro de anatomía para artistas – Le explicó ofreciéndole el libro – Me dijo que había aprendido a dibujar por si misma y pensé que le podría interesar este tipo de libro... - Se apresuró a agregar – En realidad no sabía si debía traer flores... pero me pareció que usted es el tipo de mujer que le agradaría más algo como esto -

Cinnia agradeció que el caballero desistiera de seguir preguntando sobre el asunto, no quería ser grosera con él, pero no lo conocía lo suficiente como para exponer algo tan delicado para ella.
Se distrajo con su trabajo, recuperando su bien ánimo ya que mientras hacía las medidas hacía comentario sobre el buen porte de Erkki y de lo bien que luciría con la combinación que tenía en mente. Lucía como una chiquilla entusiasmada ante un nuevo logro.

Cuando terminó le dijo que podía volver a colocarse la chaqueta si estaba muy incómodo sólo en camisa mientras mientras ella discretamente le daba la espalda inclinándose sobre sus apuntes para hacer correcciones y nuevas anotaciones sobre el traje en progreso, se movía con agilidad entre las nuestras de telas y encajes que guardaba celosamente en pequeños gabinetes los cuales cubrían casi toda una pared, colocaba una tela encima de otra o este o aquel encaje para comparar como se veían. También tocaba cada combinación como si acariciara la tela como si fuera una parte esencial en la fabricación de la prenda, le gustaba saber tanto como luciría cierta combinación de telas, así como las texturas y como se sentirían al tacto.

Para Cinnia, el crear un traje era crear todo un conjunto visual y sensorial. Para Cinnia era crear algo más allá de simple ropa.

Tras dar un largo suspiro se volvió a mirar a Erkki como si se le hubiera olvidado que estaba presente y,al hacerlo lo vió con algo en las manos. Al oír lo que decía volvió a sonrojarse violentamente, pero lo miraba con ojos brillántes de entusiasmo y una sonrisa amplia y honesta.

-Mon Diu!...-Pasó sus manos por el borde del libro rosando apenas las manos de él antes de tomar el libro con tanto cuidado como si fuera una delicada escultura de cristal.-... es hermoso, pero no puedo aceptarlo...-Dijo dejando el libro con sumo cuidado sobre la mesa cerca de ellos.- En demasiado, le agradezco enormemente, no me crea ingrata.... pero es muy valioso para aceptarlo, no sería correcto.

Se veía claramente la lucha interna que se estaba librando en ella. Más que el libro, era el hecho de que él le hiciera un obsequio así. Que le hubiera traído ese hermoso libro. Que hubiera pensado en ella...
Se hubiera sonrojado más si hubiera sido posible y la verdad es que no sabía como reaccionar. Habían pasado muchos años desde que alguien le hubiera regalado algo y esa última persona había sido su difunto esposo.

Notó la sorpresa en la expresión de ella y se encontró cautivado por su mirada y por el color que le subió a las mejillas que aún bajo la luz de los candelabros podía apreciar perfectamente. Notó la contradicción en ella, se negaba a aceptar el libro, pero al mismo tiempo podía notar que le había gustado enormemente el obsequio.

-¿Si le hubiese traído un ramo de flores, las hubiera recibido? - Inquirió con curiosidad – ¿O es sólo porqué el libro le parece quizás muy costoso? - Agregó, Cinnia podía ser una mujer modesta en ese sentido y era probable que no quisiera hacer la relación con un cliente más complicada de lo necesario, después de todo, hasta el momento eran sólo cliente y costurera.

Empujó el libro suavemente hacía ella en la mesa con una sonrisa (procurando no revelar sus colmillos claramente).

-Insisto – Comentó y con mucho cuidado agregó – Quizás... le sea más fácil aceptar el obsequio si no piensa en mi como un cliente más... quiero decir – De repente cayó en cuenta que sonaba demasiado pretencioso y que ella podría malinterpretar sus palabras – Quiero decir... no quiero que lo vea como un soborno o como parte del pago, o algo por el estilo para que mi traje quede mejor... quiero decir...- Se detuvo, ahora el avergonzado era él, a pesar de su piel pálida, el sonrojo había subido a sus mejillas y se encontró sin saber como arreglar la situación para que ella no pensara mal de sus intenciones.

- El libro no tiene nada que ver con el costo del traje...- Dijo al fin con ligeros movimientos de su muñeca – Lo pagaré sin importar el precio de todas formas -

Aun sentía contrariada ante tan precioso obsequio y no dejaba de pasear la mirada entre el hermoso libro y los ojos del caballero. Aunque sonrió levemente ante la pregunta de él y su sonrisa se amplió al ver la genuina curiosidad en sus ojos.

-O no, no...no soy una mujer de flores, el polen que sueltan arruina algunos de mis materiales más delicados, además, una flor ha de estar bajo el amparo del sol y aquí sólo las iluminarían las velas las cuales las harían morir aun más pronto.- Contestó escuchando las palabras que siguieron.

Alzó una ceja cuando escuchó lo primero sin poder evitar mirarle con cierta desconfianza, ya que sin duda aquellas palabras sonabas bastante mal dada la situación. Pero luego se percató de que el caballero intentaba salir den embrollo sin mucho éxito lo que desató una ola de risas divertidas de la sastre.

-Descuide, le entiendo...- Dijo entre risas mientras le daba unas delicadas palmabas en el brazo antes de alisar la fina tela de la manga con una mano alzando la mirada hacia él.- Aceptaré el libro ya que insiste con tanto ahínco, aunque no sabría como retribuirle tan gentil gesto... Pero...- Volvió a sonreírle con picardia.-...Ya se me ocurrirá alguna forma.

De improviso se percató que aun mantenía su mano en el brazo de él, por lo que se alejó con rapidez comenzando a ordenar su estudion ahora que las medidas ya estaban tomadas.

off:

Le alegró descubrir que ella no se estaba tomando la torpeza de sus palabras para mal, la sonrisa en los labios de ella lo tranquilizó, así como el pequeño gesto en su brazo.

-Bueno... entonces, supongo que nos volveremos a ver cuando venga por el traje – Agrego rompiendo el silencio, normalmente un sastre mandaría a un mensajero con el paquete directo hacía la casa del cliente, especialmente los ricos que no querían hacer nada por si mismos y esperaban que todo les llegara a las manos, pero Erkki quería tener una excusa para volver a verla y por eso había dicho aquello para asegurarse de poder hacerlo.

- No la incomodo más, es tarde en la noche y se ve que tiene mucho trabajo por hacer – Comentó con una media sonrisa – Buenas noches Madame – Finalizó, haciendo una venia pronunciada y respetuosa como se acostumbraba en la época.

Off rol:

Spoiler: