Veritatis | Privado

por **Shoshanna Lindner** Mar Jul 25, 2017 11:36 pm

Los fragmentos de visiones iban y venían en un vaivén interminable, fluyendo sobre las corrientes violentas en mi cabeza. El torrente de imágenes a veces era claro, a veces borroso, diciéndome muchas cosas y a la vez nada. Se estaba volviendo una tortura y terminaría loco seguramente si no lo estaba ya. Traté de apaciguar esas ansias fumando, di un paseo largo a solas por las calles de Paris, dejé que el viento empujara mis pasos desganados con rumbo a lo desconocido. Con el cigarrillo moribundo en mi mano izquierda salí de los altos suburbios, me aleje de aquellas manzanas enormes con decorados elegantes y pláticas artificiales para sumergirme en el mundo de las letras, no quería contacto con nadie.

Mantuve la compostura y luchando contra mis deseos de beber un trago, di la última bocanada y decidí adentrarme en la biblioteca, apagué el emboquillado e hice un ademán al caballero que se encontraba en la entrada, mi aspecto un poco desalineado esa tarde poco me importó y fui recibido de forma inmediata. Con demasiados cuestionamientos supuse que solo encontraría solaz en el silencio que brinda un lugar como ese. Si mi abuelo estuviera conmigo, no tardaría en hacerle partícipe de mis dudas, él me ayudaría sin chistar y yo podría haber seguido con mi camino, pero las cosas no son así de fáciles y tarde o temprano hay que aprender a valerse por sí mismos, tenía que aprender a dominar esta anatema en mí para utilizarla a mi favor.

Demasiadas cosas habían movido en mí el hecho de que mi padre desapareciera si más cuando era pequeño y aunque ahora solo podía verlo en sueños era suficiente para que yo iniciara esta búsqueda imposible. Camine a través de los gigantescos estantes buscando algo que pudiera darme una respuesta. ¿Estaba maldito? ¿Acaso era normal capturar las vibraciones de todos esos extraños al mínimo roce? Observé mis manos enguantadas y suspiré. Noté que un caballero de edad un tanto avanzada me observaba con cautela, le saludé y este respondió a mi cortesía. Agaché la mirada y cambié de sitio, no quería verme en la necesidad de charlar con nadie por ahora, avancé dos pasos más a la izquierda y después hacia adelante.

En un abrir y cerrar de ojos me encontré frente a una sección desconocida para mi hasta ese entonces. Si bien la gran biblioteca en casa de mi abuelo en Berlín poseía múltiples volúmenes de historias y postulados, estaba casi seguro de que algo novedoso estaba esperándome en este lugar. Levanté las mangas de mi camisa y tomé entre mis manos un manual empastado con letras doradas, los guantes hacían un tanto difícil la tarea de hojearlo con facilidad, desnudé mi diestra con temor a sentir algo en cuanto acariciara las hojas. Nada. Sonreí en la venidera penumbra del salón, pues eran pocas las veces que podía disfrutar de esa sensación como cualquier otro mortal lo haría. Repasé las frases y aseveraciones ahí incluidas sin lograr el éxito esperado, un ligero suspiro emanó de mis labios y coloqué aquel ejemplar en su lugar nuevamente la verdad se negaba a ser revelada ante mí.