Bailes y plumas de charol (Libre)

por **Ruth** Jue Jul 27, 2017 8:35 pm

A veces hay que perderse para encontrar nuevos caminos y el Cabaret, era uno de los caminos que Ruth no esperaba encontrarse aquel día. Ella al parecer, en aquel trabajo que había conseguido, dormía tan bien que a veces se levantaba desorientada y la mayoría de las veces se perdía en el camino. No podemos evitar tener errores, pero sí podemos poner atención para tratar de evitarlos, los despistados no existen. Existen los despistes, y hay personas que los comenten con más frecuencia que otras, pero nadie nace despistado. Pero que mente más alocada tenia pues siempre del descanso a uno le costaba salir de la cama.

Seguia trabajando en aquella taberna tan llena de buena vida y de gente que apenas montaban alboroto y ella misma lo agradecía. Tenía un solo día a la semana de libertad y que nadie le juzgara de alguna manera. Con el tiempo ha conseguido comprarse por sí misma un poco de ropa. Uno o dos vestidos para poder cambiarlos durante la semana, alternando cada trozo de tela.

En cambio esa mañana era su día libre. No le tocaba trabajar por lo que se vistió con uno de sus pocos vestidos pero cuando la vida nos es demasiado fácil, debemos tener cuidado o quizá no estemos preparados para afrontar los golpes que tarde o temprano nos han de llegar. Seamos ricos o pobres. El karma repentinamente puede volverse en tu contra por el doble de efecto. Ella solamente rezaba para que no ocurriera nada y tuviera que volver a las calles de nuevo. Es algo que no le gustaría volver a estar rebuscando en los cubos de basura.

Había caminado por parís durante todo el dia. QUeria un descanso por lo que se quedó sentada en un banco cerca de un lugar en donde salían muchas mujeres de ligeras de ropa. Las manecillas del reloj estaban mirando tristes hacia el suelo. No sabía la hora que era, apenas había aprendido a hablar pero menos mal que las personas del orfanato la ayudaron hasta que la incriminaron injustamente y sin embargo ahora estaba aquí, esperando a que un milagro pudiera ocurrir, algo, lo más mínimo que pudiera hacer de su vida un poco más dichosa que sin darse cuenta llego a parar a un Cabaret.

¿Qué era? ¿Otro prostíbulo? A lo mejor tendría que hacerse prostituta ya que la única ventaja de Ruth era que aprendía demasiado bien rápido el oficio que se les pusiera en las manos.

por **Jong Bum Kim** Jue Ago 03, 2017 7:37 pm

Había pasado toda la mañana, esperando el momento oportuno para salir, apenas el sol comenzara su rápida carrera hacia el poniente, debía estar listo para seguir las pistas que lo llevaran a cobrar su venganza. Durante veinte años había esperado paciente aquel momento en que su turno llegara y lograra atrapar a los responsables de la muerte de su padre y de su pequeña hermana.

Como era de esperar, los contactos, sus espías, le habían informado que uno de los cabecillas de la secta heremética, de dudosa moral, solía frecuentar un tugurio, un antro de pecado, en el que mujeres y hombres se dedicaban a dar rienda suelta a sus mas ocultos vicios. Puesto que no era un burdel, pero eso no quería decir que en el interior de dicho local, no se pudiera encontrar los servicios de prostitutas y prostitutos, dispuestos a entregar horas de placer, por unos cuantos francos. Ademas de contar con fumaderos de opio, exclusivos para sus clientes mas importantes. Fue por ésta razón, que Aramis, se tomó su tiempo para prepararse, debía poder pasar inadvertido y así caer sobre su victima.

A la hora indicada, tomó su capa, su bastón y sombrero, dejó una escueta nota a su madre en la que le informaba que no podría cenar con ella, como era costumbre, desde que volviera a París, tras aquellos años de exilio auto impuesto, y tras observar meticulosamente su apariencia, en el espejo del vestíbulo, dejó su mansión, para dirigirse al cabaret. Apenas bajó del coche, pudo observar la fachada del edificio, Nadie podría haber afirmado que en el interior de dicha propiedad, se podían cometer crímenes de diferente magnitud, hasta asesinatos que quedarían impunes, si una buena suma de dinero callaba a los posibles testigos.

Cuando se dispuso a cruzar la calle y entrar al Cabaret, una mujer le llamó la atención, parecía estar perdida, como si no supiera realmente a donde ir o que hacer. Aunque su prioridad debería haber sido llevar a cabo su venganza, su parte de soldado, de militar, le impedía pasar por alto la necesidad de una mujer, aunque ésta se tratase solo de una mendiga. fue así, que se acercó, hasta donde la joven se encontraba, y le preguntó, si se encontraba bien.

por **Ruth** Dom Ago 27, 2017 9:19 pm

Sorprendiéndose de con quien se encontró en las calles, Ruth por poco se cae al suelo pero logra estar de pie y en su sitio. La pregunta no le sorprendió pues era normal preguntar por el estado de una persona. Era educado.

- Oh, si. Me dolían los pies por lo que decidí descansar un poco y me he encontrado con lo que parece un prostíbulo.

Riendo por lo bajo, encogió los hombros y quiso formular la misma pregunta a quien se le había acercado.

- ¿Y usted? ¿Se encuentra bien?

Preguntando lo mismo, Ruth ladeo su rostro mostrando plena curiosidad. Era curiosa, pero de vez en cuando su rango social apenas digamos que le dejaba serlo. Era una muchacha de clase baja, en la que la gente no se fija. Con suerte llega con algunos francos a casa y luego estaba la taberna en donde hacia turnos por la noche para servir aquellos beodos que continuamente estaban rompiendo mobiliario del local. Cuando ocurría aquello, su jefe siempre la defendía de cualquiera que pretendiera aprovecharse pero sin su jefe a su lado, Ruth era tan inocente que caía en los juegos de cualquiera.

- Dicen que en esa época del año, por la noche, se escuchan chirriar los grillos que en realidad te cantan una nana para dormir – Sonríe - ¿sabía eso?

Con su misma postura dulce e ingenua, Ruth observaba a las mujeres que vestían ropas elegantes, otras iban muy ligeras de ropas y el atardecer estaba haciendo su aparición junto con la próxima llamada de la noche. La noche que era oscura y temida por todos, para algunos era el comienzo de una noche divertida, para otra sentencia de muerte pues tales acciones no conseguían obtener nunca testigos. Ruth estaba observando al joven que la acompañaba, parecía que iba bien ataviado y que se le veía con disponibilidades que los demás soñarían en poder tener consigo. Entre ellos se encontraba Ruth. Una mujer que por una injusticia hace tiempo tiene que pagar las consecuencias como puede, buscando dinero para poder meterse algo a la boca y seguir sobreviviendo en el día a día.

por **Jong Bum Kim** Jue Sep 14, 2017 9:02 pm

Aramis, enarcó una ceja, aquella joven era extraña, pero no por su comportamiento de hacía un instante, algo errático y de duda o confusión, sino porque parecía ser un tanto ingenua, puesto que no solo había respondido a un extraño, sin parecer tener ni un ápice de temor, sino que había sido capaz de pensar si él se encontraba bien. Intentó ocultar una sonrisa de medio lado, ¿como podía una completa extraña, borrar de un plumazo, todo el odio y la ira que tenía en su ser? Mientras la joven continuaba hablando, se dedicó a contemplarla, esa ingenuidad, los cabellos obscuros, la mirada serena, cargada de ingenuidad y pureza, le habían recordado a la única mujer que había logrado dominar su iracunda personalidad siempre, su querida hermana, la responsable que en el presente solo intentara vengar su injusta muerte.

- En verdad, nunca me he detenido a escuchar los grillos, ni a pensar en que su canto es una nana para algunas personas - dijo con una voz serena y calmada, una que hacía décadas que no usaba, - si puedo decirle, que en reinos muy muy lejanos, los grillos son usados como adornos, prendidos a las ropas de las damas, enjaulados en pequeños cofres de oro y piedras preciosas... según las tradiciones, los grillos traen la felicidad a quien los cuida -, sonrió, por primera vez a la joven, - ¿le parece agradable esa leyenda? - se inclinó y extendió su mano, para que la joven le permitiera saludarla - me llamo Aramis - dijo esperando que ella se presentara.

En su cabeza, un plan estaba gestándose, por un lado, podría tal vez, conseguir una aliada, y por el otro ayudar a esa joven que le había hecho recordar a su difunta hermana. Ahora todo dependería de como pudiera llegar a conseguir la ayuda de la joven desconocida.

por **Ruth** Miér Sep 27, 2017 6:07 pm

Observo detenidamente la mano de aquel que se llamaba Aramis. No supo cuánto estuvo mirando aquella mano. No supo cuánto tiempo estuvo esperando a dar la mano de Aramis, pero algo en sí misma no podría estar bien, pero ella era una pobretona sin opinión alguna… ¿Qué más daba? Su muerte podría estar próxima y ella no se lo estaría esperando. Finalmente, sin hacer esperar más a Aramis esta estiro su mano para estrecharla con la de Aramis.

- Es un placer conocerte Aramis. Todos me llaman Ruth.

Ruth dijo aquello no como una sentencia de muerte, sino que al acabar de hablar, su voz repentinamente se había acallado de repente, sonriendo como de costumbre.

- Y menuda pena con lo de los grillos – Volvió a encoger los hombros sintiéndose decepcionada aun mientras estaba sentada en aquel banco – Siéntese a mi lado Aramis. Cuénteme que más sabe sobre los grillos o cualquier criatura fantástica que requiera de mi total atención – Sonriendo con tranquilidad, Ruth se colocó los cabellos a un lado, dejando que la sensualidad de su propia inocencia se reflejara en su insignificante apariencia de chica pobre de los barrios bajos.

Fue entonces cuando un niño se le acercó reconociéndola y acababa por darle la paga que tenía que recibir del tabernero. Cuando miraba aquellas monedas en su mano y veía al niño alejarse, sabía Ruth que tenía que buscarse otro empleo. Había sido echada de la taberna en la que arduamente había trabajado voluntariamente.

- En su relato de grillos ¿También dice algo sobre grillos echados de su propio oficio? - Se guardó sus monedas ganadas en un bolsillo de su propia falda. Se fijó mirando al frente a las mujeres de ligera ropa como ganaban dinero de una manera sencilla y eficaz, pero estas, estaban vendiendo su cuerpo a las tentaciones del diablo justo con alguien a quien estas no conocen. Fuertemente estaba pensándoselo de verdad, pero entonces recordó que no estaba sola. Aramis estaba a su lado, dios, mal rayo le parta a ella por ser tan distraída y tan poco dada a reaccionar pronto – Perdóneme Aramis. No sé dónde tengo la cabeza hoy y a decir verdad no estoy muy activa ahora mismo.

Encogió sus pies, subiéndolos al filo de aquel banco de madera en el que estaba para sentirse lo suficientemente encogida de pena. Estaba cansada de perder trabajos solamente porque los clientes solamente iban porque ella estaba presente cada noche…..o ¿no era por eso realmente? La verdad no tenía ni idea de porque la echaban de trabajo en trabajo. Ahora…. ¿Qué podría hacer?

¿Cómo iba a sobrevivir?

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