AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Way Out Amongst The Madness | Privado
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Way Out Amongst The Madness | Privado
Había pasado noches enteras tratando de hallar respuestas o algún indicio que le permitiera tener una visión mucho más clara de lo que pudiera haber sucedido con su padre. La luz tenue de las velas era suficiente para que la atmosfera taciturna le cobijara con una atmosfera de nostalgia y remordimiento. Padecía de insomnio en esos espacios donde las memorias dolientes de su pasado le invadían por completo, armado más que con una taza de café muy cargado y su papeleo, cartas y demás cosas que su abuelo le había proporcionado antes de morir, donde hablaba sobre sus orígenes sobrenaturales y la manera en la cual su madre había muerto en el parto dando como prioridad su nacimiento. Eran demasiadas cosas que en tan poco tiempo cayeron como una lápida sobre el italiano. Suspiró con desgano. Estaba consciente de que demoraría mucho y que sería demasiado complicado aterrizar todas aquellas piezas a buen puerto, pero mientras su mente y su cuerpo le permitieran hacer el trabajo lo haría.
A últimas fechas su trabajo altruista en el hospital comunitario estaba tranquilo, salvo el caso del paciente con lepra a quien visitaba recurrentemente. Ese aspecto quizás era lo único que pudiera alejarle de esta titánica labor. Vincent era un hombre solitario por naturaleza, aun de pequeño cuando sus clases particulares eran impartidas por sus tutores nunca mostró interés por socializar con ellos o con otros jovencitos de su edad, si a ese detalle le sumamos su homosexualidad no podía permitirse el hecho de ver a un hombre con otros ojos o de charlar con ellos en un ámbito más personal. Así que a raíz de la muerte de su abuelo no podía pensar en otra cosa más que en hallar a su padre, y no había cabida para algo más. Dedicado y apesadumbrado, así lo podrían catalogar sus colegas de la facultad quienes eran reconocidos doctores. Pero el joven de cabellos oscuros prefirió mantenerse en un perfil bajo. Una casa de clase media con lo necesario, ropa común, dejando a un lado la opción de ser un niño rico más que solo curaba a sus pacientes como un pasatiempo.
No, en realidad él lo hacía de corazón.
De ese modo también podía salvaguardar sus secretos, sus conocimientos sobre los seres sobrenaturales y otros misterios que estaban condenados por la iglesia y la medicina misma. Si mismo padre había sido humillado y catalogado de loco cuando anunció su teoría sobre seres cambiantes, humanos que poseían ciertos dones para mutar en otras especies animales. Vincent poseía cada uno de esos tratados que fueron obsequiados por su abuelo y para ser honestos, él también creía que eso podía ser posible. Apartó por unos minutos los papeles y bebió el último sorbo a su café. Sería una noche larga. Repentinamente el sonido seco sobre su puerta le sorprendió, no esperaba visitas ni mucho menos pero debía cerciorarse. Llevaba el cabello desalineado y la camisa fuera de los pantalones con las mangas remangadas productos de las largas jornadas de trabajo las últimas noches. Cuando abrió la puerta se topó con la figura de un caballero bien vestido.
–Buenas noches Monsieur ¿En qué le puedo ayudar?–
A últimas fechas su trabajo altruista en el hospital comunitario estaba tranquilo, salvo el caso del paciente con lepra a quien visitaba recurrentemente. Ese aspecto quizás era lo único que pudiera alejarle de esta titánica labor. Vincent era un hombre solitario por naturaleza, aun de pequeño cuando sus clases particulares eran impartidas por sus tutores nunca mostró interés por socializar con ellos o con otros jovencitos de su edad, si a ese detalle le sumamos su homosexualidad no podía permitirse el hecho de ver a un hombre con otros ojos o de charlar con ellos en un ámbito más personal. Así que a raíz de la muerte de su abuelo no podía pensar en otra cosa más que en hallar a su padre, y no había cabida para algo más. Dedicado y apesadumbrado, así lo podrían catalogar sus colegas de la facultad quienes eran reconocidos doctores. Pero el joven de cabellos oscuros prefirió mantenerse en un perfil bajo. Una casa de clase media con lo necesario, ropa común, dejando a un lado la opción de ser un niño rico más que solo curaba a sus pacientes como un pasatiempo.
No, en realidad él lo hacía de corazón.
De ese modo también podía salvaguardar sus secretos, sus conocimientos sobre los seres sobrenaturales y otros misterios que estaban condenados por la iglesia y la medicina misma. Si mismo padre había sido humillado y catalogado de loco cuando anunció su teoría sobre seres cambiantes, humanos que poseían ciertos dones para mutar en otras especies animales. Vincent poseía cada uno de esos tratados que fueron obsequiados por su abuelo y para ser honestos, él también creía que eso podía ser posible. Apartó por unos minutos los papeles y bebió el último sorbo a su café. Sería una noche larga. Repentinamente el sonido seco sobre su puerta le sorprendió, no esperaba visitas ni mucho menos pero debía cerciorarse. Llevaba el cabello desalineado y la camisa fuera de los pantalones con las mangas remangadas productos de las largas jornadas de trabajo las últimas noches. Cuando abrió la puerta se topó con la figura de un caballero bien vestido.
–Buenas noches Monsieur ¿En qué le puedo ayudar?–
Patrice Lesauvage- Esclavo de Sangre/Clase Alta
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 05/10/2014
Re: Way Out Amongst The Madness | Privado
Hacía tres noches que Jacquin no dormía. La investigación estaba enloqueciéndole. Sí, así se sentía: loco, desencajado… no se reconocía ya cuando oía sus palabras ni la tonalidad sebera que les imprimía con su voz, su humor –usualmente calmo y reflexivo- había mutado, se hallaba irascible y susceptible a la mirada ajena. Tal vez… sí, quizás todo se debiese a que no tenía con quien hablar, no hallaba a nadie que se mostrase apasionado –hasta el punto de olvidarse de comer o dormir- como él lo estaba con los cambiantes.
Había logrado dar con la prueba que necesitaba, tenía en su poder la evidencia de que los cambiantes existían –por supuesto que eso él ya lo sabía, estaba casado con una, mas ahora ¡al fin tenía cómo demostrarlo ante el consejo de científicos de la ciudad!-, pero sentía que eso sólo era el principio. Había llegado a la meta y desde allí una nueva carrera se abría ante sus ojos. Y lejos de abrumarlo, eso –tener nuevos objetivos- le hacía sentir vivo, más que nunca y más que con ninguna otra cosa.
Hacía tiempo que barajaba la posibilidad de acercarse a la familia Sacheri, pues –si sus investigaciones habían llegado a lo correcto- padre e hijo parecían ser hombres de ciencia y eran justo lo que él necesitaba: pares a él que le comprendiesen, que hablasen el mismo idioma de ciencia que él manejaba. Jacquin supo de ellos gracias a que había dado con un manojo de informes escritos por Sacheri padre, varias de las teorías en ellos expuestas respaldaban –y a su vez eran respaldadas- por los recientes descubrimientos de Jacquin. Podría decirse que la investigación del hombre era complementaria a la suya.
Así y todo, Jacquin sentía que estaba en un punto sin retorno. Tenía el cuerpo de un cambiante en la improvisada morgue del departamento de ciencias de la Académie, tenía la veracidad de que los cambiantes existían y que sus cuerpos estaban modificados desde el comienzo de sus vidas, pero ¿cuándo y por qué mutaban por primera vez? ¿Qué determinaba que un persona fuese cambiante o que otras no? Esas preguntas le desvelaban, no podía parar de escribir en su libreta, de dibujar todo lo que ya había visto en la autopsia realizada…
Enloquecería si no hacía algo ya. Necesitaba buscar la guía de quienes pudiesen entenderlo. Preguntó aquí y allá, habló con sus colegas, quienes al estar más interesados que en el los círculos sociales podrían facilitarle datos acerca de los Sacheri… Asombrosamente, nadie parecía saber nada del autor de los escritos que tanto le habían ayudado en la investigación. ¿Qué había pasado con él? ¿Acaso había desistido? ¿Se había rendido ya?
-Vincent Sacheri –susurró Jacquin al momento de descender de su coche frente a la casa del joven. Solo ese dato habían podido darle, el médico italiano vivía en una casita solo… Y no tardó en abrir la puerta de su hogar-. Buenas noches, señor Sacheri –le dijo, inspirando, no había esperado que el muchacho fuese tan bello, pero ¿qué italiano no lo era?-. Disculpe que haya venido así, sin aviso previo. Pero me urge hablar con usted, es sobre algunas investigaciones que estoy llevando a cabo –miró a un lado y al otro con recelo, no quería hablar mucho más del tema allí en la puerta-. Mi nombre es Jacquin Toussaint y soy el rector de la facultad de ciencias de la Académie. ¿Podrá concederme algunos minutos? Le aseguro que no me demoraré, sé que es tarde y que debe estar pronto a descansar.
“Afortunados quienes pueden dormir”, pensó y se pasó las yemas de los dedos por los ojos para aclararse la vista ya cansada en extremo.
Había logrado dar con la prueba que necesitaba, tenía en su poder la evidencia de que los cambiantes existían –por supuesto que eso él ya lo sabía, estaba casado con una, mas ahora ¡al fin tenía cómo demostrarlo ante el consejo de científicos de la ciudad!-, pero sentía que eso sólo era el principio. Había llegado a la meta y desde allí una nueva carrera se abría ante sus ojos. Y lejos de abrumarlo, eso –tener nuevos objetivos- le hacía sentir vivo, más que nunca y más que con ninguna otra cosa.
Hacía tiempo que barajaba la posibilidad de acercarse a la familia Sacheri, pues –si sus investigaciones habían llegado a lo correcto- padre e hijo parecían ser hombres de ciencia y eran justo lo que él necesitaba: pares a él que le comprendiesen, que hablasen el mismo idioma de ciencia que él manejaba. Jacquin supo de ellos gracias a que había dado con un manojo de informes escritos por Sacheri padre, varias de las teorías en ellos expuestas respaldaban –y a su vez eran respaldadas- por los recientes descubrimientos de Jacquin. Podría decirse que la investigación del hombre era complementaria a la suya.
Así y todo, Jacquin sentía que estaba en un punto sin retorno. Tenía el cuerpo de un cambiante en la improvisada morgue del departamento de ciencias de la Académie, tenía la veracidad de que los cambiantes existían y que sus cuerpos estaban modificados desde el comienzo de sus vidas, pero ¿cuándo y por qué mutaban por primera vez? ¿Qué determinaba que un persona fuese cambiante o que otras no? Esas preguntas le desvelaban, no podía parar de escribir en su libreta, de dibujar todo lo que ya había visto en la autopsia realizada…
Enloquecería si no hacía algo ya. Necesitaba buscar la guía de quienes pudiesen entenderlo. Preguntó aquí y allá, habló con sus colegas, quienes al estar más interesados que en el los círculos sociales podrían facilitarle datos acerca de los Sacheri… Asombrosamente, nadie parecía saber nada del autor de los escritos que tanto le habían ayudado en la investigación. ¿Qué había pasado con él? ¿Acaso había desistido? ¿Se había rendido ya?
-Vincent Sacheri –susurró Jacquin al momento de descender de su coche frente a la casa del joven. Solo ese dato habían podido darle, el médico italiano vivía en una casita solo… Y no tardó en abrir la puerta de su hogar-. Buenas noches, señor Sacheri –le dijo, inspirando, no había esperado que el muchacho fuese tan bello, pero ¿qué italiano no lo era?-. Disculpe que haya venido así, sin aviso previo. Pero me urge hablar con usted, es sobre algunas investigaciones que estoy llevando a cabo –miró a un lado y al otro con recelo, no quería hablar mucho más del tema allí en la puerta-. Mi nombre es Jacquin Toussaint y soy el rector de la facultad de ciencias de la Académie. ¿Podrá concederme algunos minutos? Le aseguro que no me demoraré, sé que es tarde y que debe estar pronto a descansar.
“Afortunados quienes pueden dormir”, pensó y se pasó las yemas de los dedos por los ojos para aclararse la vista ya cansada en extremo.
Jacquin Toussaint- Humano Clase Alta
- Mensajes : 44
Fecha de inscripción : 17/01/2017
Re: Way Out Amongst The Madness | Privado
Se sorprendió ligeramente al ver a aquel hombre frente a su puerta. Un completo desconocido ¿O es que acaso la memoria le empezaba a fallar? Imposible. Pero entonces ¿Cómo había dado con él aquel sujeto elegante y bien parecido? ¿Qué buscaba en un hombre como Vincent? Estaba demasiado exhausto y sus facciones delataban el estrés del cual era esclavo esas últimas semanas. Trató de reponer ese semblante amable que siempre le caracterizaba o al menos hacía el esfuerzo, porque siempre decía que nadie debe pagar por los malos días que él pasaba.
–Me temo que no lo conozco–
Se atrevió a ser negativo ya que por más que lo intentó no ubicaba el rostro ajeno. Pero al escuchar su apellido en los labios ajenos se sobresaltó ligeramente. Pudiera ser que algún paciente o enfermera del hospital le dieran su dirección y no es que fuese algo malo, para eso estaba, para servir. Solo que esa noche, no era una buena oportunidad para conocerle. La retórica ajena cada vez le sorprendía más. El hasta entonces extraño se presentaba como el rector de la facultad de ciencias. Ciertamente la medicina estaba vinculada con la investigación, pero una corazonada le advertía que algo más estaba oculto en esa presentación. Vio el ademan del hombre para recuperar algo de energías después de haberse presentado y supo de inmediato que al igual que él, había estado pasando por noches en vela seguramente.
Estrechó la mano del hombre enseguida para después abrirle paso hacia el interior de la habitación.
–Disculpe mi poca hospitalidad, pase por favor Monsieur Toussaint, adelante–
Caminó hacia la cocina, un espacio reducido donde apenas resguardaba lo necesario para salir en la semana, no hacía falta tanta suntuosidad en su hogar puesto que la mayor parte del tiempo la pasaba en el hospital, de guardia en el orfanato o a lado de la cama de algún paciente de clase alta que pedía no le dejara dormir a solas. Las carpetas con las anotaciones de su padre yacían aún sobre una silla maltrecha, no reparó en levantarlas hasta que regresaba con un vaso de agua.
–Tome por favor ¿O gusta un poco de té, café? No me tomará mucho tiempo prepararlo–
Dijo con seguridad mientras entregaba el vaso.
–En verdad siento todo este desorden, no ha sido una semana fácil–
Encogió los hombros.
–Si sabe mi nombre es porque alguien le habló sobre mi trabajo, doy consultas a personas de bajos recursos y asisto un par de horas al hospital general de la capital, me imagino que alguien del personal le dio mi dirección. Si tiene algún malestar le atenderé enseguida, solo debo…–
Su explicación acelerada se interrumpió cuando cayeron al suelo dos carpetas amartilladas con información sobre especies sobrenaturales cuando intentaba acomodar el desorden apilado sobre las sillas.
–Demonios, disculpeme–
Vincent miró con cierta preocupación al hombre cuando este le ayudó a recoger los papeles, los orbes ajenos miraban inquietos y se apresuró a estirar la mano.
–¿Podría regresarme esos papeles por favor?–
Esos secretos le pudieron haber costado la vida a su padre y se estaba arriesgando mucho, todo por su descuido y el cansancio que estaba matándolo.
–Me temo que no lo conozco–
Se atrevió a ser negativo ya que por más que lo intentó no ubicaba el rostro ajeno. Pero al escuchar su apellido en los labios ajenos se sobresaltó ligeramente. Pudiera ser que algún paciente o enfermera del hospital le dieran su dirección y no es que fuese algo malo, para eso estaba, para servir. Solo que esa noche, no era una buena oportunidad para conocerle. La retórica ajena cada vez le sorprendía más. El hasta entonces extraño se presentaba como el rector de la facultad de ciencias. Ciertamente la medicina estaba vinculada con la investigación, pero una corazonada le advertía que algo más estaba oculto en esa presentación. Vio el ademan del hombre para recuperar algo de energías después de haberse presentado y supo de inmediato que al igual que él, había estado pasando por noches en vela seguramente.
Estrechó la mano del hombre enseguida para después abrirle paso hacia el interior de la habitación.
–Disculpe mi poca hospitalidad, pase por favor Monsieur Toussaint, adelante–
Caminó hacia la cocina, un espacio reducido donde apenas resguardaba lo necesario para salir en la semana, no hacía falta tanta suntuosidad en su hogar puesto que la mayor parte del tiempo la pasaba en el hospital, de guardia en el orfanato o a lado de la cama de algún paciente de clase alta que pedía no le dejara dormir a solas. Las carpetas con las anotaciones de su padre yacían aún sobre una silla maltrecha, no reparó en levantarlas hasta que regresaba con un vaso de agua.
–Tome por favor ¿O gusta un poco de té, café? No me tomará mucho tiempo prepararlo–
Dijo con seguridad mientras entregaba el vaso.
–En verdad siento todo este desorden, no ha sido una semana fácil–
Encogió los hombros.
–Si sabe mi nombre es porque alguien le habló sobre mi trabajo, doy consultas a personas de bajos recursos y asisto un par de horas al hospital general de la capital, me imagino que alguien del personal le dio mi dirección. Si tiene algún malestar le atenderé enseguida, solo debo…–
Su explicación acelerada se interrumpió cuando cayeron al suelo dos carpetas amartilladas con información sobre especies sobrenaturales cuando intentaba acomodar el desorden apilado sobre las sillas.
–Demonios, disculpeme–
Vincent miró con cierta preocupación al hombre cuando este le ayudó a recoger los papeles, los orbes ajenos miraban inquietos y se apresuró a estirar la mano.
–¿Podría regresarme esos papeles por favor?–
Esos secretos le pudieron haber costado la vida a su padre y se estaba arriesgando mucho, todo por su descuido y el cansancio que estaba matándolo.
Última edición por Vincent Sacheri el Lun Dic 25, 2017 8:35 pm, editado 1 vez
Patrice Lesauvage- Esclavo de Sangre/Clase Alta
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 05/10/2014
Re: Way Out Amongst The Madness | Privado
Aceptó de inmediato la invitación a ingresar, principalmente por motivos de seguridad. Jacquin era consciente de que se movía en territorios peligrosos –no en cuanto a las zonas de la ciudad, claro, sino a sus investigaciones-, haciendo preguntas que a más de uno podían incomodar y poner sobre aviso de lo que Toussaint tenía entre manos. El fantasma de la inquisición no le era ajeno y un hombre de su posición debía cuidarse especialmente, podía perder todo lo heredado, además de su familia, él era padre de dos pequeños que no deberían verse afectados jamás por las consecuencias de sus indagaciones. Además, podría usar muchas cosas para justificar sus teorías, sus investigaciones, pero nuevamente el temor a caer en las redes de la Santa Orden lo empujaba a callar, pues Jacquin jamás expondría a su mujer, una cambiante.
-No se disculpe por eso, por favor –dijo y tomó asiento tal y como Sacheri le había indicado, la casa era pequeña pero le parecía bastante funcional-, no tiene porqué hacerlo. No veo una casa desordenada, sino un hogar que se encuentra vivo. Muchas gracias –sonrió, aceptando el vaso de agua fresca que él le tendía y bebiendo poco a poco, a ver si con eso lograba despejarse un poco de tanto cansancio físico-, estoy bien así, aunque para ser sincero… mi cuerpo en verdad necesita una taza de café bien negro.
Estaba agotado, temía que las palabras no le saliesen correctamente ordenadas de la boca cuando expusiese finalmente qué estaba haciendo allí, buscando a aquel médico para hablar sobre cosas que tal vez ni siquiera tenían sentido para Vincent (porque sí, esa bien podía ser una de las opciones aunque a Jacquin le pesase haberse hecho el viaje hasta allí a esas horas para nada, para volver con la libreta vacía). Estaba meditando en la forma más propicia de responder sus dudas cuando a Sacheri se le cayeron algunos papeles y por impulso Jacquin se apuró a ayudarle.
Anatomía de Cambiantes felinos. Inmortalidad. Garras. Sanación acelerada. Palabras y conceptos sueltos que no le eran ajenos, por el contrario, que le reafirmaban lo bien que había hecho al llegarse a esa casa. Para bien o para mal –eso dependía del joven médico ahora-, estaba allí para hablar en el mismo idioma, el de la ciencia, sobre un tema que ambos dominaban.
-Al parecer, esta charla puede llegar a extenderse durante algunas horas pues es de esto de lo que deseo hablarle: de los cambiantes –le dijo y le tendió los papeles con deliberada lentitud, repasando los gestos y expresiones del rostro del otro hombre, necesitaba saber en qué estaba pensando él-. Sacheri, si le parece bien traer ese café cargado… creo que con eso podemos comenzar una charla que será importante para ambos, en confianza, de médico a científico y de científico a médico.
-No se disculpe por eso, por favor –dijo y tomó asiento tal y como Sacheri le había indicado, la casa era pequeña pero le parecía bastante funcional-, no tiene porqué hacerlo. No veo una casa desordenada, sino un hogar que se encuentra vivo. Muchas gracias –sonrió, aceptando el vaso de agua fresca que él le tendía y bebiendo poco a poco, a ver si con eso lograba despejarse un poco de tanto cansancio físico-, estoy bien así, aunque para ser sincero… mi cuerpo en verdad necesita una taza de café bien negro.
Estaba agotado, temía que las palabras no le saliesen correctamente ordenadas de la boca cuando expusiese finalmente qué estaba haciendo allí, buscando a aquel médico para hablar sobre cosas que tal vez ni siquiera tenían sentido para Vincent (porque sí, esa bien podía ser una de las opciones aunque a Jacquin le pesase haberse hecho el viaje hasta allí a esas horas para nada, para volver con la libreta vacía). Estaba meditando en la forma más propicia de responder sus dudas cuando a Sacheri se le cayeron algunos papeles y por impulso Jacquin se apuró a ayudarle.
Anatomía de Cambiantes felinos. Inmortalidad. Garras. Sanación acelerada. Palabras y conceptos sueltos que no le eran ajenos, por el contrario, que le reafirmaban lo bien que había hecho al llegarse a esa casa. Para bien o para mal –eso dependía del joven médico ahora-, estaba allí para hablar en el mismo idioma, el de la ciencia, sobre un tema que ambos dominaban.
-Al parecer, esta charla puede llegar a extenderse durante algunas horas pues es de esto de lo que deseo hablarle: de los cambiantes –le dijo y le tendió los papeles con deliberada lentitud, repasando los gestos y expresiones del rostro del otro hombre, necesitaba saber en qué estaba pensando él-. Sacheri, si le parece bien traer ese café cargado… creo que con eso podemos comenzar una charla que será importante para ambos, en confianza, de médico a científico y de científico a médico.
Jacquin Toussaint- Humano Clase Alta
- Mensajes : 44
Fecha de inscripción : 17/01/2017
Re: Way Out Amongst The Madness | Privado
Dubitativo ante la respuesta del hombre, Vincent no pudo hacer más que pedir los documentos le fueran regresados, aunque para ese entonces quizás su invitado había leído más de una palabra que podría ser comprometedora hasta cierto punto. Maldijo una y otra vez el ser tan descuidado, no solo por los términos y las teorías que su padre fundamentó quedaban ahora al descubierto, sino porque el apellido Sacheri carecía de peso ahora en la sociedad debido a las burlas que su padre recibió en ese entonces. Había elegido precisamente por ese percance, el oficio de la medicina, en un rango donde solo los más necesitados recibieran sus servicios, evitaba a como dé lugar el contacto con las altas esferas, pues debido a que ellos eran los contactos que su padre solía ocupar y al ver el extremo parecido con su padre quisieran negarle la entrada a sus hogares. Pero la acción estaba hecha, solo le bastó confiar en que Jacquin fuera prudente ahora que sabía lo que en realidad ocultaba entre tanto papeleo.
Entonces. Le escuchó hablar de un término que pocos conocían, el mismo lenguaje a través del cual su padre describía a esas criaturas en los escritos. Vincent se quedó ahí de pie, perplejo ante la respuesta, favorable hasta cierto punto. ¿Podría ser que la verdadera intención del rector no era solo visitarle por casualidad? ¿Habría escuchado de su padre previamente? Quizás. No existía otro modo por el cual él conociera la ubicación exacta de la residencia y sobre todo, el tema a desarrollar. Todo era muy extraño, no obstante trató de manejar la situación lo mejor posible y confió en su instinto. Tendió la mano para recibir los papeles y en ese contacto directo el joven médico pudo ver sinceridad en los ojos ajenos y aunque no hubiese sido de ese modo, ya no había marcha atrás. Carraspeó la garganta antes de responder pero desviando esta vez la mirada hacia la pila de documentos. Sonrió nostálgico y pudo recobrar la entereza para volver a su retórica.
Se quedó callado y le devolvió los mismos a Jacquin.
–Por favor– susurró –¿Le gustaría echar un vistazo? No tardo–
Caminó hacia la cocina y trabajó en ambas tazas de café. Al parecer sería una noche larga y aunque el agotamiento le pesaba en los ojos, estaba esperanzando que el esfuerzo valdría la pena. No le tomó más de 5 minutos volver y colocar en una mesita ambas tazas humeantes. Sentado frente a su interlocutor volvió a suspirar un poco cansado.
–¿Así que conoce el tema? Creo que si vamos a pasar un par de horas juntos es necesario sincerarnos desde un inicio. Soy Vincent Sacheri, hijo del desaparecido investigador Vincent Sacheri Espósito. Mi padre se dedicaba a estudiar casos de criaturas que él llamaba “sobrenaturales” y en efecto en esa documentación usted mismo puede corroborar que no sólo se limita a hablar de hechiceros y caminantes nocturnos, sino también de cadáveres donde se encontraron características muy peculiares. En efecto, los cambiantes son seres que pueden de algún modo mutar sus células para adaptar otras formas, aunque la verdadera interrogante que mi padre por desgracia tampoco pudo resolver es ¿Nacen con dichos genes? ¿O existe algo más que les provee de dicha habilidad?–
Su mirada pesarosa cayó de llenó sobre Jacquin.
Entonces. Le escuchó hablar de un término que pocos conocían, el mismo lenguaje a través del cual su padre describía a esas criaturas en los escritos. Vincent se quedó ahí de pie, perplejo ante la respuesta, favorable hasta cierto punto. ¿Podría ser que la verdadera intención del rector no era solo visitarle por casualidad? ¿Habría escuchado de su padre previamente? Quizás. No existía otro modo por el cual él conociera la ubicación exacta de la residencia y sobre todo, el tema a desarrollar. Todo era muy extraño, no obstante trató de manejar la situación lo mejor posible y confió en su instinto. Tendió la mano para recibir los papeles y en ese contacto directo el joven médico pudo ver sinceridad en los ojos ajenos y aunque no hubiese sido de ese modo, ya no había marcha atrás. Carraspeó la garganta antes de responder pero desviando esta vez la mirada hacia la pila de documentos. Sonrió nostálgico y pudo recobrar la entereza para volver a su retórica.
Se quedó callado y le devolvió los mismos a Jacquin.
–Por favor– susurró –¿Le gustaría echar un vistazo? No tardo–
Caminó hacia la cocina y trabajó en ambas tazas de café. Al parecer sería una noche larga y aunque el agotamiento le pesaba en los ojos, estaba esperanzando que el esfuerzo valdría la pena. No le tomó más de 5 minutos volver y colocar en una mesita ambas tazas humeantes. Sentado frente a su interlocutor volvió a suspirar un poco cansado.
–¿Así que conoce el tema? Creo que si vamos a pasar un par de horas juntos es necesario sincerarnos desde un inicio. Soy Vincent Sacheri, hijo del desaparecido investigador Vincent Sacheri Espósito. Mi padre se dedicaba a estudiar casos de criaturas que él llamaba “sobrenaturales” y en efecto en esa documentación usted mismo puede corroborar que no sólo se limita a hablar de hechiceros y caminantes nocturnos, sino también de cadáveres donde se encontraron características muy peculiares. En efecto, los cambiantes son seres que pueden de algún modo mutar sus células para adaptar otras formas, aunque la verdadera interrogante que mi padre por desgracia tampoco pudo resolver es ¿Nacen con dichos genes? ¿O existe algo más que les provee de dicha habilidad?–
Su mirada pesarosa cayó de llenó sobre Jacquin.
Patrice Lesauvage- Esclavo de Sangre/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/10/2014
Re: Way Out Amongst The Madness | Privado
Por supuesto que quería echar un vistazo, al parecer esos eran los manuscritos de las investigaciones de Sacheri, un colega al que admiraba por sus hipótesis arriesgadas. Pasó la parte de los caminantes nocturnos –como los denominaba el joven-, eran varias páginas y por lo que leyó había palabras que no le eran para nada familiares (¡ah, la curiosidad!), pero no podía detenerse en eso porque ellos no eran de su interés. Jacquin le había dedicado sus últimos años a la investigación de los cambiantes, estaba irremediablemente inmerso en ella, y en esos cambiantes debía centrarse, si se distraía con otros sobrenaturales podía correr el riesgo de desenfocarse en materia de investigación y no quería eso. Dejó las hojas que no le interesaban sobre la mesa y disfrutó del cosquilleo que sentía en el vientre producto de saberse cerca de algo nuevo –y solo un investigador que ha dedicado días y noches a recabar información sabe lo sensorialmente emocionante que puede ser hallarse frente a algo nuevo al fin-. Cambiantes, ahí estaban ellos…
-Gracias –le dijo cuando el muchacho regresó, solo para tomar la taza de café desvió la vista de aquellas páginas-, esto es justo lo que necesitaba, no recuerdo cuánto hace que no duermo una noche de corrido –suspiró sin saber por qué le comentaba aquello, quizás pudiera decir que Sacheri hijo le inspiraba confianza, principalmente por su profesión. Aunque no era investigador, Jacquin sí lo reconocía como un hombre de ciencia, un par suyo aunque en otra rama-. Veo que está muy informado sobre esto, al menos más de lo que me esperaba para serle sincero. ¿Acaso su padre le compartió algunas de sus experiencias? –Deseaba que en caso de ser así, Vincent quisiera compartirlas a su vez con él-. ¿O es que usted también ha hecho investigaciones? No lo culpo, es un mundo tan apasionante que cualquiera que haya estudiado anatomía caería en la tentación de conocer más y más.
Había un dibujo detallado, minucioso, de lo que parecía un hombre muerto pero las terminaciones de sus manos eran garras, como si hubiera muerto antes de volver del todo a su forma humana. ¡Lo que hubiera dado Jacquin Toussaint por presenciar algo así! Aunque no podía decir que aquel dibujo hecho en carbonilla fuese prueba de nada, algo lo llevaba a estar seguro de que quien había retratado aquello no lo había imaginado, sino que había dibujado lo visto. Volteó la hoja y detrás encontró anotaciones que daban detalles de colores y medidas, era lo que necesitaba para estar seguro de que Sacheri había atestiguado algo único, su colega era un privilegiado.
-Esto es… fabuloso. –Le había costado dar con un calificativo que hiciera honor a lo que él estaba sintiendo, por lo que habló luego de unos segundos de silencio. –Dígame, por favor, ¿qué sabe de esto? –le mostró el dibujo, aunque de seguro él ya lo había visto antes.
-Gracias –le dijo cuando el muchacho regresó, solo para tomar la taza de café desvió la vista de aquellas páginas-, esto es justo lo que necesitaba, no recuerdo cuánto hace que no duermo una noche de corrido –suspiró sin saber por qué le comentaba aquello, quizás pudiera decir que Sacheri hijo le inspiraba confianza, principalmente por su profesión. Aunque no era investigador, Jacquin sí lo reconocía como un hombre de ciencia, un par suyo aunque en otra rama-. Veo que está muy informado sobre esto, al menos más de lo que me esperaba para serle sincero. ¿Acaso su padre le compartió algunas de sus experiencias? –Deseaba que en caso de ser así, Vincent quisiera compartirlas a su vez con él-. ¿O es que usted también ha hecho investigaciones? No lo culpo, es un mundo tan apasionante que cualquiera que haya estudiado anatomía caería en la tentación de conocer más y más.
Había un dibujo detallado, minucioso, de lo que parecía un hombre muerto pero las terminaciones de sus manos eran garras, como si hubiera muerto antes de volver del todo a su forma humana. ¡Lo que hubiera dado Jacquin Toussaint por presenciar algo así! Aunque no podía decir que aquel dibujo hecho en carbonilla fuese prueba de nada, algo lo llevaba a estar seguro de que quien había retratado aquello no lo había imaginado, sino que había dibujado lo visto. Volteó la hoja y detrás encontró anotaciones que daban detalles de colores y medidas, era lo que necesitaba para estar seguro de que Sacheri había atestiguado algo único, su colega era un privilegiado.
-Esto es… fabuloso. –Le había costado dar con un calificativo que hiciera honor a lo que él estaba sintiendo, por lo que habló luego de unos segundos de silencio. –Dígame, por favor, ¿qué sabe de esto? –le mostró el dibujo, aunque de seguro él ya lo había visto antes.
Jacquin Toussaint- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/01/2017
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