AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¡Que te parta un rayo! (privado)
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¡Que te parta un rayo! (privado)
Mis hermanos y primos andaban por la taberna, como de costumbre, salían, se divertían, se acostaban con mujeres y regresaban al lecho saciados por completo tras una buena noche de juerga.
No puedo negar que en mas de una ocasión intentaron arrastrarme con ellos ,su empeño en tratarme como uno mas era sin duda digno de alabar, mas la realidad se imponía al sin sentido. No era como ellos, algo en mi estaba mal, no era capaz de controlar mi magia y aunque había hecho grandes progresos cuando bebía mas de la cuenta todos ellos se iban al traste convirtiéndome en un arma de doble filo.
Es por eso que me negaba a acudir con ellos, prefería pasar las noches leyendo un buen libro en la biblioteca, o simplemente paseando a la orilla del rio observando con cierto interés las distintas vertientes que tomaba el agua, su cauce siempre incesante, inalterable pero cada día distinto al anterior.
Sus aguas fluyen sin ningún orden ni descanso, pero dentro de su caos siempre existe una razón, quizás debería aprender del rio y sus aguas vivas, pues yo no era tan distinto.
Me dejé caer bajo un árbol, los haces plata de la luna se colaban entre las frondosas ramas. La paz que se respiraba allí era difícilmente igualable, abrí el libro que estaba leyéndome en ese momento.
Hablaba de magia negra, del modo de controlar a los muertos, de alzarlos de sus tumbas y usarlos a tu merced en todo momento.
La capacidad de ello la tenia, conocía muchos de los conjuros, el problema era el de siempre, que con mi falta de auto-control se volvían mas violentos de lo que esperaba y a veces acababa aquello en un desastre de magnitudes épicas.
Cerré los ojos un instante memorizando las lineas del viejo libro. Las repetía en mi cabeza una y otra vez.
Fue un ruido lo que me sacó de mi letargo ,cerré el libro de golpe guardándolo en el interior de mi chaleco y contemplé fijamente lo arbustos donde varias ramas habían sido quebradas.
Si era una alimaña su tamaño era lo suficientemente grande como para ponerme en alerta, llevé mi mano al mango de la bastarda y alcé el escudo que había apoyado en el árbol.
-¿quien va? -pregunté con la mandíbula apretada y el rostro tenso.
No puedo negar que en mas de una ocasión intentaron arrastrarme con ellos ,su empeño en tratarme como uno mas era sin duda digno de alabar, mas la realidad se imponía al sin sentido. No era como ellos, algo en mi estaba mal, no era capaz de controlar mi magia y aunque había hecho grandes progresos cuando bebía mas de la cuenta todos ellos se iban al traste convirtiéndome en un arma de doble filo.
Es por eso que me negaba a acudir con ellos, prefería pasar las noches leyendo un buen libro en la biblioteca, o simplemente paseando a la orilla del rio observando con cierto interés las distintas vertientes que tomaba el agua, su cauce siempre incesante, inalterable pero cada día distinto al anterior.
Sus aguas fluyen sin ningún orden ni descanso, pero dentro de su caos siempre existe una razón, quizás debería aprender del rio y sus aguas vivas, pues yo no era tan distinto.
Me dejé caer bajo un árbol, los haces plata de la luna se colaban entre las frondosas ramas. La paz que se respiraba allí era difícilmente igualable, abrí el libro que estaba leyéndome en ese momento.
Hablaba de magia negra, del modo de controlar a los muertos, de alzarlos de sus tumbas y usarlos a tu merced en todo momento.
La capacidad de ello la tenia, conocía muchos de los conjuros, el problema era el de siempre, que con mi falta de auto-control se volvían mas violentos de lo que esperaba y a veces acababa aquello en un desastre de magnitudes épicas.
Cerré los ojos un instante memorizando las lineas del viejo libro. Las repetía en mi cabeza una y otra vez.
Fue un ruido lo que me sacó de mi letargo ,cerré el libro de golpe guardándolo en el interior de mi chaleco y contemplé fijamente lo arbustos donde varias ramas habían sido quebradas.
Si era una alimaña su tamaño era lo suficientemente grande como para ponerme en alerta, llevé mi mano al mango de la bastarda y alcé el escudo que había apoyado en el árbol.
-¿quien va? -pregunté con la mandíbula apretada y el rostro tenso.
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: ¡Que te parta un rayo! (privado)
Nunca conocía mi destino. Mis pasos libres, me llevaban a lugares que aún desconozco pues para mí no había más hogar el cual me encerraron. La libertad, ni por asomo era como imaginé tantas veces. Un lugar en donde estabas en peligro constante y tú mismo tenías que protegerte...en mi caso, de mí misma. Llegué allí después de meses, de dejar pistas falsas para que no me encontrasen... pero lo harían, estaba segura de ello.
Me daría el tiempo suficiente para conocer el mundo tal como era, saber... cual era mi sitio. No tenía hogar, nadie que me esperase y muchos que me querían muerta, así que poco tenía que ofrecer. Ni siquiera sé porqué existo, podían haberme hecho desaparecer y no mantenerme con vida ¿quién en su sano juicio lo haría? Soy el caos y la destrucción, o eso al menos siempre me han recordado.
Mis emociones, tan incontrolables como la salida al mundo exterior. No voy sola y sí al mismo tiempo, para nada es fácil convivir con otras almas que me atormentan día y noche. Mi castigo, mi sino y seguramente mi muerte. Tan acostumbrada a ello, mis pasos se pierden sin pensar en otra cosa que llegar a ninguna parte, a no encontrarme con nadie y pasar totalmente desapercibida, así... no seré ese peligro constante, un huracán a punto de explotar.
El agua. Ese elemento me causaba fascinación pues me relajaba. Desde que lo conocí en todo su esplendor, extenderse ante mis ojos como si el cielo y el mar se diferenciasen tan solo por una línea la cual era imposible hacerla desaparecer...ante mis ojos, parecía que podían tocarse tan solo con alzar un dedo. Claro que, algunas cosas no eran tan fáciles.
Me relajé en el sonido del agua mecerse, alentándome a seguir caminando. La paz que me producía era una muy diferente al horror que pasé allí...entre aquellas cuatro mugrientas paredes de piedra. Me abracé a mí misma y dejé escapar un suspiro, un suspiro que se entrecortó al oír una voz ajena. Fue innato, me puse a la defensiva, clavando mis orbes en aquella maleza que cobraba vida y de la que pude vislumbrar una silueta.
Era la primera persona a la que me encontraba, la que parecía buscar quién era la dueña de los pasos y en vez de correr como hice siempre, esta vez no fui capaz. Me frené por el poder, el aura que aquella figura poseía. Aparté la maleza con un simple gesto con la mano y busqué quién era el dueño de semejante fuente de poder. No nos diferenciamos tanto, entreabrí los labios sin saber qué hacer...era fuerte y poderosa, no sabía cómo afrontar aquello.
-Ventusatum...-no dije bien las palabras, no llegué a pronunciarlas todas cuando una fuerza inexistente me lanzó contra mi adversario, impactando contra él y caer al suelo. Me asusté, me bloqueé e intenté levantarme pero era imposible, mis palabras habían hecho un efecto muy diferente, anclarme aquel desconocido que al igual que yo...estaba tan perdido. Mi maraña de pelo me ocultaba el rostro, mis esfuerzos por despegarme eran inútiles... bien sabía que solo deseaba ...desaparecer.
Me daría el tiempo suficiente para conocer el mundo tal como era, saber... cual era mi sitio. No tenía hogar, nadie que me esperase y muchos que me querían muerta, así que poco tenía que ofrecer. Ni siquiera sé porqué existo, podían haberme hecho desaparecer y no mantenerme con vida ¿quién en su sano juicio lo haría? Soy el caos y la destrucción, o eso al menos siempre me han recordado.
Mis emociones, tan incontrolables como la salida al mundo exterior. No voy sola y sí al mismo tiempo, para nada es fácil convivir con otras almas que me atormentan día y noche. Mi castigo, mi sino y seguramente mi muerte. Tan acostumbrada a ello, mis pasos se pierden sin pensar en otra cosa que llegar a ninguna parte, a no encontrarme con nadie y pasar totalmente desapercibida, así... no seré ese peligro constante, un huracán a punto de explotar.
El agua. Ese elemento me causaba fascinación pues me relajaba. Desde que lo conocí en todo su esplendor, extenderse ante mis ojos como si el cielo y el mar se diferenciasen tan solo por una línea la cual era imposible hacerla desaparecer...ante mis ojos, parecía que podían tocarse tan solo con alzar un dedo. Claro que, algunas cosas no eran tan fáciles.
Me relajé en el sonido del agua mecerse, alentándome a seguir caminando. La paz que me producía era una muy diferente al horror que pasé allí...entre aquellas cuatro mugrientas paredes de piedra. Me abracé a mí misma y dejé escapar un suspiro, un suspiro que se entrecortó al oír una voz ajena. Fue innato, me puse a la defensiva, clavando mis orbes en aquella maleza que cobraba vida y de la que pude vislumbrar una silueta.
Era la primera persona a la que me encontraba, la que parecía buscar quién era la dueña de los pasos y en vez de correr como hice siempre, esta vez no fui capaz. Me frené por el poder, el aura que aquella figura poseía. Aparté la maleza con un simple gesto con la mano y busqué quién era el dueño de semejante fuente de poder. No nos diferenciamos tanto, entreabrí los labios sin saber qué hacer...era fuerte y poderosa, no sabía cómo afrontar aquello.
-Ventusatum...-no dije bien las palabras, no llegué a pronunciarlas todas cuando una fuerza inexistente me lanzó contra mi adversario, impactando contra él y caer al suelo. Me asusté, me bloqueé e intenté levantarme pero era imposible, mis palabras habían hecho un efecto muy diferente, anclarme aquel desconocido que al igual que yo...estaba tan perdido. Mi maraña de pelo me ocultaba el rostro, mis esfuerzos por despegarme eran inútiles... bien sabía que solo deseaba ...desaparecer.
Dubh- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 06/08/2017
Re: ¡Que te parta un rayo! (privado)
Me habían llovido muchas cosas a lo largo de mi vida, principalmente agua, relámpagos, truenos, flechas de todos los tamaños y formas, prendidas y sin prender.
Aceite hirviendo cuando asaltábamos las fortalezas, bolas impulsadas por catapultas, cuchillos e inclusive pequeñas hachas de mano.
Lo que jamas me llovió fue una mujer que golpeó mi cuerpo de un modo tan abrupto que ambos caímos al suelo rodando.
En ese proceso vivido a cámara lenta mi mano sacó el cuchillo en el aire para colocarlo en sus costillas nada mas caímos a tierra.
Mis ojos centelleaban tormentosos frente a los suyos y un agua fina empezaba a caer sobre nosotros.
Inútiles los intentos de la mujer de levantarse, esa morena al parecer mas torpe que yo en el uso de la magia había lanzado un hechizo que nos vinculaba de un modo u otro, aunque desconocía los efectos exactos.
Bufé, maldije a Loqui y el caos al que me sometía mientras la lluvia tomaba intensidad ante mis ojos.
-Levántate mujer -gruñí aun con la daga en mi mano mirándola de forma desafiante.
Finalmente y tras varios intentos fallidos logramos ponernos en pie, una fuerza invisible pegaba nuestros cuerpos una y otra vez.
No llevaba bien el contacto físico con una mujer...sobre todo si era una desconocida, aunque en esta ocasión estaba mas preocupado por descubrir como liberarme de esto que de apreciar la belleza de la dama.
Entre nuestros cuerpos creé un vórtice de viento, lo que nos permitió al menos crear un metro o dos de distancia, ahora era el momento de las preguntas y sobre todo de las respuestas o no dudaría en degollarla.
De seguir así seria el modo mas rápido de acabar con esta patraña.
-¿quien eres? ¿que haces aquí? Y lo mas importante ¿por que nos has echado un conjuro de unión?
Quizás uno de mis hermanos se hubiera reído de la situación, es mas casi podía saber las palabras que Niels hubiera utilizado con ella. “¿Soy tan irresistible que no has podido contenerte bruja?” pero en mi caso aquello no me hacia ninguna gracia.
Ya era yo bastante propenso a meterme en problemas como para arrastrar conmigo a una mujer por todos lados.
Necesitaba paz y ella me la estaba arrebatando.
-Contesta -gruñí inquisitivo, no tengo todo el día pero si muy mala hostia.
Aceite hirviendo cuando asaltábamos las fortalezas, bolas impulsadas por catapultas, cuchillos e inclusive pequeñas hachas de mano.
Lo que jamas me llovió fue una mujer que golpeó mi cuerpo de un modo tan abrupto que ambos caímos al suelo rodando.
En ese proceso vivido a cámara lenta mi mano sacó el cuchillo en el aire para colocarlo en sus costillas nada mas caímos a tierra.
Mis ojos centelleaban tormentosos frente a los suyos y un agua fina empezaba a caer sobre nosotros.
Inútiles los intentos de la mujer de levantarse, esa morena al parecer mas torpe que yo en el uso de la magia había lanzado un hechizo que nos vinculaba de un modo u otro, aunque desconocía los efectos exactos.
Bufé, maldije a Loqui y el caos al que me sometía mientras la lluvia tomaba intensidad ante mis ojos.
-Levántate mujer -gruñí aun con la daga en mi mano mirándola de forma desafiante.
Finalmente y tras varios intentos fallidos logramos ponernos en pie, una fuerza invisible pegaba nuestros cuerpos una y otra vez.
No llevaba bien el contacto físico con una mujer...sobre todo si era una desconocida, aunque en esta ocasión estaba mas preocupado por descubrir como liberarme de esto que de apreciar la belleza de la dama.
Entre nuestros cuerpos creé un vórtice de viento, lo que nos permitió al menos crear un metro o dos de distancia, ahora era el momento de las preguntas y sobre todo de las respuestas o no dudaría en degollarla.
De seguir así seria el modo mas rápido de acabar con esta patraña.
-¿quien eres? ¿que haces aquí? Y lo mas importante ¿por que nos has echado un conjuro de unión?
Quizás uno de mis hermanos se hubiera reído de la situación, es mas casi podía saber las palabras que Niels hubiera utilizado con ella. “¿Soy tan irresistible que no has podido contenerte bruja?” pero en mi caso aquello no me hacia ninguna gracia.
Ya era yo bastante propenso a meterme en problemas como para arrastrar conmigo a una mujer por todos lados.
Necesitaba paz y ella me la estaba arrebatando.
-Contesta -gruñí inquisitivo, no tengo todo el día pero si muy mala hostia.
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: ¡Que te parta un rayo! (privado)
Maldición y mil veces maldición.
Los nervios me jugaron una mala pasada y pronuncié palabras que no debí, más bien... no todo el conjuro que me protegería de aquel al que ahora parecía no poder separarme. Me puse nerviosa, la magia la controlaba pero no mis emociones y me llevó a este punto inexacto. ¿Por qué?
Podía sentir no solo la presión que ejercía con la otra persona, su olor, el calor y ...lo que más me molestaba, el contacto piel con piel. Me removí como una culebra sin éxito, y él...lo mismo. Siseé para que se mantuviese quieto, si los dos estábamos haciendo lo mismo...al final terminaríamos aún más cerca, más contacto ¡y no! No, no no no no no no no y no.
-¡Deamhain!-murmuré en mi idioma natal, que no significaba otra cosa que la expresión: demonios. -Éist suas, deamhain...-él no contribuía, tan nerviosa que no recordaba que ya no me encontraba en Irlanda...no me entendería lo más mínimo. Murmuré unas palabras, me acoplaría a su idioma en cuanto abriese los labios -Guarda tu arma, caballero. No salgas herido o... puedes intentarlo-instigué, lo desafié sin tener que tentar a la suerte...menos después de haber pronunciado esas palabras que serían un castigo mutuo para los dos.
Suspiré aliviada al sentir que aunque fuese un poco nos habíamos separado pero aún así me era imposible separarme más de unos metros. Intenté peinarme el cabello con los dedos, estaba oscuro y mis rasgos como mi tez morena... dudaba que él pudiese ver más que una montaña de cabello oscuro. Apenas con un saco envolviendo mi cuerpo, pues no tenía más ropa que esa. Muchas preguntas, muchas que no supe responder...y por ello, guardé silencio...bajando la mirada.
-No lo sé -dije en general, intentaba alejarme pero no podía moverme, era totalmente imposible. No recordaba tan siquiera las palabras que dije, demasiadas emociones juntas...miedo, la sensación de estar perdida, desesperación...y tristeza. No lo miré a los ojos, ni siquiera sabía cual era su aspecto y no me importaba lo más mínimo, solo quería huir, emprender mi camino en las sombras. Negué con la cabeza desesperada, pasando los dedos por mi rostro, echando hacia atrás mi cabello -No lo sé...-repetí, su gruñido despertó en mí algo que no debió.
Gruñí del mismo modo y de un simple movimiento de muñeca, lo alcé. Mis ojos se tornaron negros como la noche y mi voz, cambió a una mucho más grave. Él era fuerte, su aura poderosa pero mis fantasmas lo eran más. Luchaba porque lo soltase, una parte de mí tembló...empujando a ese ser no tomar las riendas de mi control.
-Guarda tu arma, guárdala si no sabes usarla -mis dedos se acortaron, como si mis manos lo estrangulasen, yo luchaba, mi yo interior quería que dejara de hacer eso y... con mucho esfuerzo lo conseguí, cayendo de rodillas ante él. Alzando las manos a modo de rendición -No me enfades, no es una amenaza... ellos...¡no sé qué ha ocurrido! Te quiero igual de lejos que tú a mí... ¿por qué tuviste que acercarte maldita sea? No sé arreglarlo, no te quiero cerca...es...peligroso -aún de rodillas, escondí tras mi espalda las manos... mis manos quedarían esposadas con este conjuro, no le haría nada si él volvía a mi cuerpo -Te daré tu paz si me das la mía -bajé la mirada, él me rehuía , yo más..
Los nervios me jugaron una mala pasada y pronuncié palabras que no debí, más bien... no todo el conjuro que me protegería de aquel al que ahora parecía no poder separarme. Me puse nerviosa, la magia la controlaba pero no mis emociones y me llevó a este punto inexacto. ¿Por qué?
Podía sentir no solo la presión que ejercía con la otra persona, su olor, el calor y ...lo que más me molestaba, el contacto piel con piel. Me removí como una culebra sin éxito, y él...lo mismo. Siseé para que se mantuviese quieto, si los dos estábamos haciendo lo mismo...al final terminaríamos aún más cerca, más contacto ¡y no! No, no no no no no no no y no.
-¡Deamhain!-murmuré en mi idioma natal, que no significaba otra cosa que la expresión: demonios. -Éist suas, deamhain...-él no contribuía, tan nerviosa que no recordaba que ya no me encontraba en Irlanda...no me entendería lo más mínimo. Murmuré unas palabras, me acoplaría a su idioma en cuanto abriese los labios -Guarda tu arma, caballero. No salgas herido o... puedes intentarlo-instigué, lo desafié sin tener que tentar a la suerte...menos después de haber pronunciado esas palabras que serían un castigo mutuo para los dos.
Suspiré aliviada al sentir que aunque fuese un poco nos habíamos separado pero aún así me era imposible separarme más de unos metros. Intenté peinarme el cabello con los dedos, estaba oscuro y mis rasgos como mi tez morena... dudaba que él pudiese ver más que una montaña de cabello oscuro. Apenas con un saco envolviendo mi cuerpo, pues no tenía más ropa que esa. Muchas preguntas, muchas que no supe responder...y por ello, guardé silencio...bajando la mirada.
-No lo sé -dije en general, intentaba alejarme pero no podía moverme, era totalmente imposible. No recordaba tan siquiera las palabras que dije, demasiadas emociones juntas...miedo, la sensación de estar perdida, desesperación...y tristeza. No lo miré a los ojos, ni siquiera sabía cual era su aspecto y no me importaba lo más mínimo, solo quería huir, emprender mi camino en las sombras. Negué con la cabeza desesperada, pasando los dedos por mi rostro, echando hacia atrás mi cabello -No lo sé...-repetí, su gruñido despertó en mí algo que no debió.
Gruñí del mismo modo y de un simple movimiento de muñeca, lo alcé. Mis ojos se tornaron negros como la noche y mi voz, cambió a una mucho más grave. Él era fuerte, su aura poderosa pero mis fantasmas lo eran más. Luchaba porque lo soltase, una parte de mí tembló...empujando a ese ser no tomar las riendas de mi control.
-Guarda tu arma, guárdala si no sabes usarla -mis dedos se acortaron, como si mis manos lo estrangulasen, yo luchaba, mi yo interior quería que dejara de hacer eso y... con mucho esfuerzo lo conseguí, cayendo de rodillas ante él. Alzando las manos a modo de rendición -No me enfades, no es una amenaza... ellos...¡no sé qué ha ocurrido! Te quiero igual de lejos que tú a mí... ¿por qué tuviste que acercarte maldita sea? No sé arreglarlo, no te quiero cerca...es...peligroso -aún de rodillas, escondí tras mi espalda las manos... mis manos quedarían esposadas con este conjuro, no le haría nada si él volvía a mi cuerpo -Te daré tu paz si me das la mía -bajé la mirada, él me rehuía , yo más..
Dubh- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/08/2017
Re: ¡Que te parta un rayo! (privado)
No se en que momento su magia me pilló desprevenido, solo se que me alzó por los aires como si una mano fantasmagórica sujetara mi cuello ahogándome con violencia.
Se había equivocado de enemigo, rugí abriendo mis palmas de par en par. El viento abrió la mano dejándome caer al suelo.
Mi sonrisa se torció sádica, ojos del color del mismo relámpago anaranjado. Una fuerte tormenta empezó a caer sobre nuestros cuerpos empapándonos por completo, el viento mecía las ropas de ambos, aquello era el infierno en la tierra, uno al que yo estaba muy acostumbrado.
Un ventisca sacudió nuestro cabello, latigazos su pelo de cuervo contra su rostro. Incapaz de controlarme, quizás porque no queria hacerlo, el suelo se inundó del agua desbordada del rio.
Sobre la mojada hierba caían rayos a mi alrededor casi formando un peligroso escudo eléctrico que separaba nuestros cuerpos.
Sentí su poder subir por mi cuerpo, vibraba fruto de una energía inusitada, en mis manos atesoré esa peligrosa corriente eléctrica creando una bola de fuego.
Aullé, con un grito desgarrador dispuesto a lanzarsela, nada quedaría de su cuerpo. Sus cenizas volverían a fundirse con la tierra, la mandaría al infierno del que nunca debió haber salido la muy zorra.
¿Que me detuvo? Su rendición, la vi alzar las manos, como si no hubiera sido dueña de sus ataques cuando apresó mi cuello.
Mis manso temblaban, me costaba mucho controlarme, gruñía sin tregua intentando contar, respirar mientras mi pecho subía y bajaba con violencia.
Poco a poco la bola de fuego fue desapareciendo, mi cuerpo la iba asimilado despacio.
Jadeé por el esfuerzo cayendo sentado al suelo agotado.
-Si vuelves a atacarme, no voy a esforzarme en detenerme ni un ápice -le aseguré dejando caer mi cuerpo completamente sobre el lecho de hierba mojada. Tumbado iba relajándome poco a poco.
Las nubes negras se iban disipando, solo una fina lluvia caía sobre mi rostro aun con los ojos cerrados.
-Intenta recordar las palabras, tenemos que deshacer esta mierda que te ha atado a mi. O lo hace la magia o lo hará mi acero -amenacé de nuevo.
Se había equivocado de enemigo, rugí abriendo mis palmas de par en par. El viento abrió la mano dejándome caer al suelo.
Mi sonrisa se torció sádica, ojos del color del mismo relámpago anaranjado. Una fuerte tormenta empezó a caer sobre nuestros cuerpos empapándonos por completo, el viento mecía las ropas de ambos, aquello era el infierno en la tierra, uno al que yo estaba muy acostumbrado.
Un ventisca sacudió nuestro cabello, latigazos su pelo de cuervo contra su rostro. Incapaz de controlarme, quizás porque no queria hacerlo, el suelo se inundó del agua desbordada del rio.
Sobre la mojada hierba caían rayos a mi alrededor casi formando un peligroso escudo eléctrico que separaba nuestros cuerpos.
Sentí su poder subir por mi cuerpo, vibraba fruto de una energía inusitada, en mis manos atesoré esa peligrosa corriente eléctrica creando una bola de fuego.
Aullé, con un grito desgarrador dispuesto a lanzarsela, nada quedaría de su cuerpo. Sus cenizas volverían a fundirse con la tierra, la mandaría al infierno del que nunca debió haber salido la muy zorra.
¿Que me detuvo? Su rendición, la vi alzar las manos, como si no hubiera sido dueña de sus ataques cuando apresó mi cuello.
Mis manso temblaban, me costaba mucho controlarme, gruñía sin tregua intentando contar, respirar mientras mi pecho subía y bajaba con violencia.
Poco a poco la bola de fuego fue desapareciendo, mi cuerpo la iba asimilado despacio.
Jadeé por el esfuerzo cayendo sentado al suelo agotado.
-Si vuelves a atacarme, no voy a esforzarme en detenerme ni un ápice -le aseguré dejando caer mi cuerpo completamente sobre el lecho de hierba mojada. Tumbado iba relajándome poco a poco.
Las nubes negras se iban disipando, solo una fina lluvia caía sobre mi rostro aun con los ojos cerrados.
-Intenta recordar las palabras, tenemos que deshacer esta mierda que te ha atado a mi. O lo hace la magia o lo hará mi acero -amenacé de nuevo.
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: ¡Que te parta un rayo! (privado)
El enfrentamiento lo ocasionó ...uno de ellos. Fui capaz de evitar una catástrofe. No podía devolver la vida a todas aquellas personas que destruí, menos mis recuerdos...ya se preocuparon de hacerlos desaparecer. El caos nos encontró, uno frente al otro. Luchaba con todas mis fuerzas para que dejase de llevarme la muerte, al abismo y terminase siendo polvo como muchos habían deseado que ocurriese con mi persona.
Mi control para calmar a las bestias de mi interior, me pilló totalmente desprevenida aquella bola de fuego que pretendía lanzarme. Me esperaba cualquier cosa, cada segundo podía ser mi fin. No podía controlar mis emociones, él había removido en mi interior sacando una de las peores almas...destructiva y sin remordimientos. Ambos éramos poderosos, mis orbes oscuras como la misma noche...buscaron encontrarse por primera vez con aquel ser excepcional, un ser mágico como yo...era al primero al que me enfrentaba.
Le observé en silencio, aún me costaba respirar, las voces interiores me susurraban palabras que ignoré...con el tiempo había conseguido evadirlas aunque ya se encargaban de gritarme , torturarme interiormente para que ni siquiera pudiese echar una cabezada. Intentaban despertar la bruja oscura que según la leyenda...habitaba dentro de mí. Me negaba a rendirme, no lo hice hasta ahora y lo evitaría...prefería ser eso, polvo.
Aún de rodillas, le observé en silencio, mi cabello oscuro danzaba calmado cayendo a un lado de mi hombro. Mi rostro poco a poco comenzaba a limpiarse de aquella suciedad que me proporcionaba pasar totalmente desapercibida. Mi mirada no era tan fiera, la curiosidad que me provocó aquel joven... me hizo callar, observándole en completo silencio. Asentí, no esperaba menos ¿quién iba a quedarse de brazos cruzados cuando le atacaban?
-No las recuerdo. Quise conseguir lo opuesto, alejarte de mí -giré el rostro, quedando de perfil, miré al cielo y por primera vez, sentí la lluvia mojar mi rostro. Tan placentero, pequeñas gotas que golpeaban mi rostro en pequeñas caricias, unas que no recibí. Mis dedos acariciaron mi mejilla... cerré los ojos y sonreí alzando los brazos, intentando coger lo imposible...esa lluvia que caía y él indirectamente me había regalado -¿Qué es? Es hermoso -sonreí de forma tierna, dejando de ser ese ser oscuro...conocer lo que me impidieron conocer -Eres capaz de hacer cosas increíbles como esto pero no controlar cuando se detengan...aunque esta vez...prefiero que no lo hagas -me senté a su lado, echando la cabeza hacia atrás...sentir esta sensación.
Mi control para calmar a las bestias de mi interior, me pilló totalmente desprevenida aquella bola de fuego que pretendía lanzarme. Me esperaba cualquier cosa, cada segundo podía ser mi fin. No podía controlar mis emociones, él había removido en mi interior sacando una de las peores almas...destructiva y sin remordimientos. Ambos éramos poderosos, mis orbes oscuras como la misma noche...buscaron encontrarse por primera vez con aquel ser excepcional, un ser mágico como yo...era al primero al que me enfrentaba.
Le observé en silencio, aún me costaba respirar, las voces interiores me susurraban palabras que ignoré...con el tiempo había conseguido evadirlas aunque ya se encargaban de gritarme , torturarme interiormente para que ni siquiera pudiese echar una cabezada. Intentaban despertar la bruja oscura que según la leyenda...habitaba dentro de mí. Me negaba a rendirme, no lo hice hasta ahora y lo evitaría...prefería ser eso, polvo.
Aún de rodillas, le observé en silencio, mi cabello oscuro danzaba calmado cayendo a un lado de mi hombro. Mi rostro poco a poco comenzaba a limpiarse de aquella suciedad que me proporcionaba pasar totalmente desapercibida. Mi mirada no era tan fiera, la curiosidad que me provocó aquel joven... me hizo callar, observándole en completo silencio. Asentí, no esperaba menos ¿quién iba a quedarse de brazos cruzados cuando le atacaban?
-No las recuerdo. Quise conseguir lo opuesto, alejarte de mí -giré el rostro, quedando de perfil, miré al cielo y por primera vez, sentí la lluvia mojar mi rostro. Tan placentero, pequeñas gotas que golpeaban mi rostro en pequeñas caricias, unas que no recibí. Mis dedos acariciaron mi mejilla... cerré los ojos y sonreí alzando los brazos, intentando coger lo imposible...esa lluvia que caía y él indirectamente me había regalado -¿Qué es? Es hermoso -sonreí de forma tierna, dejando de ser ese ser oscuro...conocer lo que me impidieron conocer -Eres capaz de hacer cosas increíbles como esto pero no controlar cuando se detengan...aunque esta vez...prefiero que no lo hagas -me senté a su lado, echando la cabeza hacia atrás...sentir esta sensación.
Dubh- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/08/2017
Re: ¡Que te parta un rayo! (privado)
El ambiente se fue calmando por parte de uno y otro, la joven aseguró tener la misma motivación que la mía, es decir, anular ese hechizo que nos convertía en presos, esclavos y prisioneros de nuestros cuerpos.
Abrí los ojos al sentir que se tumbaba a mi lado, parecía fascinada por algo tan nimio como era la lluvia y sinceramente empezaba a preguntarme si esa mujer me estaba mintiendo y esto no era fruto de la casualidad, si no un plan trazado por el rey del norte para capturarme, algo que había ya intentado en mas de una ocasión o solo era una desgraciada hechicera que estaba perdida.
-Es lluvia -aseguré.
Pensaba estar alerta, no tenia la menor intención de sucumbir ante esa mujer, si el rey del norte pensaba que tenia debilidades, se equivocaba conmigo.
Ladeé la cabeza hacia ella cuando dijo que era hermoso, pero que no podía controlar que se detuviera.
-Si, si puedo, cuando estoy tranquilo, puedo controlarlo -aseguré con una ladeada sonrisa -es mas... puedo mejorarlo ¿quieres verlo? -pregunté con cierta altivez.
Elevé de nuevo mis ojos hacia el cielo, con una mano disipé las nubes de una parte permitiendo que el astro sol emergiera poderoso de entre la oscuridad.
Sus haces de luz acariciaron nuestros cuerpos mientras las gotas de lluvia seguían cayendo suaves sobre nosotros.
La joven hechicera sonrió, como si tuviera razón, la lluvia y el calor del sol mejorara mucho la situación, pero yo negué con la cabeza señalandole el cielo con un enorme arco iris.
-Era a eso a lo que me refería -le dije guiñándole un ojo.
Alcé sendas manos deteniendo la lluvia, el arco iris se difumino en el azul del cielo y el sol reinó de nuevo como indiscutible dueño del día.
-Y ahora, a trabajar, no es el momento de ver puestas de sol, ni arco iris..hay que encontrar el modo de deshacer esto, mi vida no puede quedar ligada a la tuya, créeme.
Nos pusimos en pie, tire de cierto modo de ella al echar a andar hacia el castillo.
-Allí hay una biblioteca enorme, quizás encontremos algo entre sus libros de magia.
Mi padre había conseguido una gran colección de material mágico, su preocupación por mi no conocía parangón y yo solo queria estar a su altura en cada situación.
Abrí los ojos al sentir que se tumbaba a mi lado, parecía fascinada por algo tan nimio como era la lluvia y sinceramente empezaba a preguntarme si esa mujer me estaba mintiendo y esto no era fruto de la casualidad, si no un plan trazado por el rey del norte para capturarme, algo que había ya intentado en mas de una ocasión o solo era una desgraciada hechicera que estaba perdida.
-Es lluvia -aseguré.
Pensaba estar alerta, no tenia la menor intención de sucumbir ante esa mujer, si el rey del norte pensaba que tenia debilidades, se equivocaba conmigo.
Ladeé la cabeza hacia ella cuando dijo que era hermoso, pero que no podía controlar que se detuviera.
-Si, si puedo, cuando estoy tranquilo, puedo controlarlo -aseguré con una ladeada sonrisa -es mas... puedo mejorarlo ¿quieres verlo? -pregunté con cierta altivez.
Elevé de nuevo mis ojos hacia el cielo, con una mano disipé las nubes de una parte permitiendo que el astro sol emergiera poderoso de entre la oscuridad.
Sus haces de luz acariciaron nuestros cuerpos mientras las gotas de lluvia seguían cayendo suaves sobre nosotros.
La joven hechicera sonrió, como si tuviera razón, la lluvia y el calor del sol mejorara mucho la situación, pero yo negué con la cabeza señalandole el cielo con un enorme arco iris.
-Era a eso a lo que me refería -le dije guiñándole un ojo.
Alcé sendas manos deteniendo la lluvia, el arco iris se difumino en el azul del cielo y el sol reinó de nuevo como indiscutible dueño del día.
-Y ahora, a trabajar, no es el momento de ver puestas de sol, ni arco iris..hay que encontrar el modo de deshacer esto, mi vida no puede quedar ligada a la tuya, créeme.
Nos pusimos en pie, tire de cierto modo de ella al echar a andar hacia el castillo.
-Allí hay una biblioteca enorme, quizás encontremos algo entre sus libros de magia.
Mi padre había conseguido una gran colección de material mágico, su preocupación por mi no conocía parangón y yo solo queria estar a su altura en cada situación.
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: ¡Que te parta un rayo! (privado)
“Lluvia”
Cada letra que escapaba de mis labios, me daba la misma sensación que al sentirla acariciar mi rostro. Al menos, parte de la tierra y suciedad del camino, aquello tan maravilloso llamado lluvia me limpió el rostro. No conocía nada de la vida, estuve encerrada toda mi existencia. Sonreí, a tal increíble espectáculo, me abracé a mis propias piernas y admiré cada paso que él daba. Para el brujo sería un conjuro sencillo pero al no conocer los elementos, dudaba pudiese realizar tal cosa.
La fascinación que mostraron mis orbes al presenciar ese fenómeno fue simplemente...indescriptible. Mis ojos brillaron como los de una niña y por primera vez, una sonrisa se dibujó en mis labios. Nadie había conseguido tal cosa, se alumbró mi rostro e incluso se me escapó una sonrisa. Quise atraer el arco iris... pero él lo disipó antes por lo que volví a agachar la mirada, volver... a mi posición en la oscuridad, entre las sombras.
No, no debíamos estar ligados de ninguna manera. Era peligroso por mi parte, también al parecer por la suya. Dejé escapar un suspiro y asentí, no me moví, seguía asimilándolo todo. Lo que veía a mi alrededor era nuevo para mí, no conocía la vida...solo muros de piedra pero ¿por qué tenía que creerme? Involuntariamente, me levanté tras él. Observé su espalda, caminar hacia un sitio totalmente desconocido para mí, no entendía nada, menos sabía qué era eso a lo que llamaba “biblioteca” pero callé, iba a tomarme por... ni sabía cómo actuar.
-¿Cómo lo haces? -no esperé respuesta...completé la frase-Estar... tranquilo, controlarte...las emociones me refiero para mí había algo más importante que manejar el clima o lo que fuese aquello, aprendía deprisa y sabía los elementos que había usado para hacer eso llamado arco iris, un hermoso abanico de colores...algo que fascinante, para mí no significaba nada, mis colores eran otros más lúgubres en donde podía pasear desapercibida.
Acababa de arrastrar a otra persona a mi maldita existencia, negué con la cabeza, no quería conversación. Mi interés en terminar con aquello era el mismo que el suyo...no lo conocía de nada y él a mí tampoco pero ambos teníamos algo en común.
-Ventisaum-murmuré , probando si eran las palabras pero lo que provoqué fue un golpe de aire que me impulsó hacia arriba y caer al suelo ante él, mi vano intento de deshacer aquella unión. Apoyé las manos en el suelo, dejando escapar una maldición en mi idioma -No te acerques a mí. Crea ese vórtice, mil si puedes pero no … no te acerques -le advertí con voz temblorosa, podía notar como por dentro las personas aquellas que convivían conmigo...comenzaban a susurrar, advertirme en silencio que lo alejase de mí -A ti pueden ayudarte...a mí no, es tarde . Vamos, antes de que lo lamentemos
Cada letra que escapaba de mis labios, me daba la misma sensación que al sentirla acariciar mi rostro. Al menos, parte de la tierra y suciedad del camino, aquello tan maravilloso llamado lluvia me limpió el rostro. No conocía nada de la vida, estuve encerrada toda mi existencia. Sonreí, a tal increíble espectáculo, me abracé a mis propias piernas y admiré cada paso que él daba. Para el brujo sería un conjuro sencillo pero al no conocer los elementos, dudaba pudiese realizar tal cosa.
La fascinación que mostraron mis orbes al presenciar ese fenómeno fue simplemente...indescriptible. Mis ojos brillaron como los de una niña y por primera vez, una sonrisa se dibujó en mis labios. Nadie había conseguido tal cosa, se alumbró mi rostro e incluso se me escapó una sonrisa. Quise atraer el arco iris... pero él lo disipó antes por lo que volví a agachar la mirada, volver... a mi posición en la oscuridad, entre las sombras.
No, no debíamos estar ligados de ninguna manera. Era peligroso por mi parte, también al parecer por la suya. Dejé escapar un suspiro y asentí, no me moví, seguía asimilándolo todo. Lo que veía a mi alrededor era nuevo para mí, no conocía la vida...solo muros de piedra pero ¿por qué tenía que creerme? Involuntariamente, me levanté tras él. Observé su espalda, caminar hacia un sitio totalmente desconocido para mí, no entendía nada, menos sabía qué era eso a lo que llamaba “biblioteca” pero callé, iba a tomarme por... ni sabía cómo actuar.
-¿Cómo lo haces? -no esperé respuesta...completé la frase-Estar... tranquilo, controlarte...las emociones me refiero para mí había algo más importante que manejar el clima o lo que fuese aquello, aprendía deprisa y sabía los elementos que había usado para hacer eso llamado arco iris, un hermoso abanico de colores...algo que fascinante, para mí no significaba nada, mis colores eran otros más lúgubres en donde podía pasear desapercibida.
Acababa de arrastrar a otra persona a mi maldita existencia, negué con la cabeza, no quería conversación. Mi interés en terminar con aquello era el mismo que el suyo...no lo conocía de nada y él a mí tampoco pero ambos teníamos algo en común.
-Ventisaum-murmuré , probando si eran las palabras pero lo que provoqué fue un golpe de aire que me impulsó hacia arriba y caer al suelo ante él, mi vano intento de deshacer aquella unión. Apoyé las manos en el suelo, dejando escapar una maldición en mi idioma -No te acerques a mí. Crea ese vórtice, mil si puedes pero no … no te acerques -le advertí con voz temblorosa, podía notar como por dentro las personas aquellas que convivían conmigo...comenzaban a susurrar, advertirme en silencio que lo alejase de mí -A ti pueden ayudarte...a mí no, es tarde . Vamos, antes de que lo lamentemos
Dubh- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/08/2017
Re: ¡Que te parta un rayo! (privado)
Enarqué una ceja cuando la hechicera volvió a pronunciar una palabra y salir disparada en mi dirección, alcé la mano ahora precavido deteniéndola justo frente a mi.
-Voy a empezar a pensar que eres una inepta con la magia o una fan de los Cannif y tirarte encima de ellos es tu única obsesión, te aviso que si es lo segundo te equivocas de Cannif, mis hermanos o primos te saciaran con gusto -aseguré deslizando mis ojos por su cuerpo.
Continué mi camino hacia el castillo, seguido de la doncella que decía no se que rollo de que no podían ayudarla.
-Mira, si quieres contarme algo es el momento, pero si me hablas en clave no te entiendo, y créeme, aunque estoy mas versado en letras que el resto de mis hermanos, me debí saltar el capitulo de “entiende los silencios y las frases a medias” así que agradecería en este momento un poco de claridad -bufé con el ceño fruncido sin detener mi paso.
No tardamos en llegar ante la fortaleza de Akershus, los vigías hicieron sonar los cuernos ante la desconocida que me acompañaba, habían detectado su magia y pronto los arqueros desde las almenas le apuntaron voraces dispuestos a proteger a los míos de cualquier amenaza.
Entendía que las trazas negras de su aura no ayudaban en absoluto a convencer al general de que si no era una amiga, si era importante que me acompañara al interior del castillo.
Alcé la mano para que los arqueros dejaran de amenazarla, solo me faltaba que se descontrolara.
Por suerte Ubbe, el general, estaba en ese momento haciendo guardia y fue el personalmente quien bajo hasta donde nosotros estábamos.
-¿No tenemos ya bastante contigo Sirius? -me preguntó con una sonrisa mientras abrazaba mi cuello y pegaba su frente a la mía -¿en que lio te has metido ahora?
Resoplé, antes de echarme a reír, cierto era que tendía a meterme en líos menudo, pero ¿acaso ellos no?
-Esta mujer me ha llovido del cielo.
Ubbe se descojonaba en mi cara mientras yo fruncía el ceño dándole un empujón para que me soltara.
-¡Por Odin ya era hora le mandaras a este inútil una hembra que le abriera las piernas! -gritó Ubbe haciendo reír al resto.
-No cabeza hueca, no en ese sentido, tu sigue follándote a la loba enemiga que tu cabeza no da para mas -le replique dándole un meneo a su cabezón rubio mientras los dos nos reíamos.
-Mantén a esa mujer vigilada- me ordenó poniéndose serio -si veo que nos da problemas, matarla sera lo mínimo que le haga ¿te queda claro preciosa? -le preguntó
-Si es una espía del rey, seré yo mismo quien acabe con su vida, lo juro por Loqui -añadí.
Los dos nos adentramos en el castillo, no creía que fuera necesario la presentación de Ubbe, el general de nuestras tropas, mas aun así, lo hice.
-Es mi primo Ubbe Cannif. La biblioteca esta en el ala norte del castillo, creo recordar que leí hace un tiempo algo sobre los hechizos de unión, aunque no se si exactamente es lo que nos has echado -apunté enarcando una ceja mirándola -tendremos que ir probando.
-Voy a empezar a pensar que eres una inepta con la magia o una fan de los Cannif y tirarte encima de ellos es tu única obsesión, te aviso que si es lo segundo te equivocas de Cannif, mis hermanos o primos te saciaran con gusto -aseguré deslizando mis ojos por su cuerpo.
Continué mi camino hacia el castillo, seguido de la doncella que decía no se que rollo de que no podían ayudarla.
-Mira, si quieres contarme algo es el momento, pero si me hablas en clave no te entiendo, y créeme, aunque estoy mas versado en letras que el resto de mis hermanos, me debí saltar el capitulo de “entiende los silencios y las frases a medias” así que agradecería en este momento un poco de claridad -bufé con el ceño fruncido sin detener mi paso.
No tardamos en llegar ante la fortaleza de Akershus, los vigías hicieron sonar los cuernos ante la desconocida que me acompañaba, habían detectado su magia y pronto los arqueros desde las almenas le apuntaron voraces dispuestos a proteger a los míos de cualquier amenaza.
Entendía que las trazas negras de su aura no ayudaban en absoluto a convencer al general de que si no era una amiga, si era importante que me acompañara al interior del castillo.
Alcé la mano para que los arqueros dejaran de amenazarla, solo me faltaba que se descontrolara.
Por suerte Ubbe, el general, estaba en ese momento haciendo guardia y fue el personalmente quien bajo hasta donde nosotros estábamos.
-¿No tenemos ya bastante contigo Sirius? -me preguntó con una sonrisa mientras abrazaba mi cuello y pegaba su frente a la mía -¿en que lio te has metido ahora?
Resoplé, antes de echarme a reír, cierto era que tendía a meterme en líos menudo, pero ¿acaso ellos no?
-Esta mujer me ha llovido del cielo.
Ubbe se descojonaba en mi cara mientras yo fruncía el ceño dándole un empujón para que me soltara.
-¡Por Odin ya era hora le mandaras a este inútil una hembra que le abriera las piernas! -gritó Ubbe haciendo reír al resto.
-No cabeza hueca, no en ese sentido, tu sigue follándote a la loba enemiga que tu cabeza no da para mas -le replique dándole un meneo a su cabezón rubio mientras los dos nos reíamos.
-Mantén a esa mujer vigilada- me ordenó poniéndose serio -si veo que nos da problemas, matarla sera lo mínimo que le haga ¿te queda claro preciosa? -le preguntó
-Si es una espía del rey, seré yo mismo quien acabe con su vida, lo juro por Loqui -añadí.
Los dos nos adentramos en el castillo, no creía que fuera necesario la presentación de Ubbe, el general de nuestras tropas, mas aun así, lo hice.
-Es mi primo Ubbe Cannif. La biblioteca esta en el ala norte del castillo, creo recordar que leí hace un tiempo algo sobre los hechizos de unión, aunque no se si exactamente es lo que nos has echado -apunté enarcando una ceja mirándola -tendremos que ir probando.
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: ¡Que te parta un rayo! (privado)
No tenía ni la más remota idea de lo que estaba diciendo, menos a lo que se refería con eso de saciar. Intenté disolver el hechizo pero fue imposible, volví a chocar con él...y creo que lo reforcé, mi magia era fuerte y en este caso, no pude controlarla. Mis palabras no las recordaba, seguro pronto buscaríamos una solución pues.... ambos no deseábamos esa unión, nuestros caminos eran muy diferentes. Aunque... yo no sabía cuál era el mío, solo me guiaba por los pasos.
-Solo quiero deshacer esto -me abracé , pasando mis palmas por mis brazos. No confiaba, mi deseo de acabar con esta historia era el mismo que el de él. Lo seguí, en completo silencio, totalmente perdida.. ¿por qué tuvo que ocurrir? En silencio, le observé de espaldas y bajé la mirada, alguien que había hecho lo que acababa de ver...ahora me alejaba como si fuese el mal personificado y no podía culparle, así me habían tratado ¿por qué él iba a ser diferente? Tampoco esperaba que se obrase un milagro, ni nadie me ayudase... de esto tenía y debía salir sola..
Pensaba así hasta que … vi la conexión entre el brujo y aquel hombre alegre, o así me lo pareció. No entendía de lo que hablaban, menos cuando hizo referencia a abrir mis piernas. Parpadeé, clavando mis orbes en el brujo, esperando que me diera algún tipo de explicación. Apreté los labios, desafiante cuando aseguró que me mantuviese vigilada y no le quité razón. Ellos me descontrolaban, temía hacerles lo mismo a aquellos quien no tenían culpa de haberse cruzado mi camino.
Seguí sus pasos, esperando al destino fijado. Muchos me miraban extrañados, y yo... bajé la mirada a mi atuendo sucio y desaliñado. No conocía más de lo que llevaba, ni un baño desde hace...nunca. Olvidada en aquel lugar al que no iba a regresar jamás...ya me encargaría de que fuese así, tendrían que pasar por mi cadáver.
-¿Abrir las piernas? ¿para qué? Ni lo intentes... no quiero hacerte daño -no fue una amenaza, mi tono de voz se apagó con la última palabra, era un arma mortal si mi estado de ánimo cambiaba. -Si mantengo la calma, estoy tranquila...puedo recordar, o al menos lo intentaré...en cuanto pase el hechizo, dejaremos de estar unidos y desapareceré tal como llegué a tu vida...no sé cómo te llamas. Mi nombre es...bueno, me llaman Dubh -me sonrojé ligeramente, jamás le dije mi nombre a nadie pero con él compartía ahora mismo una¡ situación delicada, no quería guerra... dejé claro mis intenciones -Ese hombre...no sé a qué se refería con ser espía del rey...en realidad, no tengo idea de nada. -me sentía tan perdida que me volvía a abrazar a mí misma... echaba en estos momentos de menos a mis cuatro paredes, al fin y al cabo fueron las que me mantenían a salvo.
-Solo quiero deshacer esto -me abracé , pasando mis palmas por mis brazos. No confiaba, mi deseo de acabar con esta historia era el mismo que el de él. Lo seguí, en completo silencio, totalmente perdida.. ¿por qué tuvo que ocurrir? En silencio, le observé de espaldas y bajé la mirada, alguien que había hecho lo que acababa de ver...ahora me alejaba como si fuese el mal personificado y no podía culparle, así me habían tratado ¿por qué él iba a ser diferente? Tampoco esperaba que se obrase un milagro, ni nadie me ayudase... de esto tenía y debía salir sola..
Pensaba así hasta que … vi la conexión entre el brujo y aquel hombre alegre, o así me lo pareció. No entendía de lo que hablaban, menos cuando hizo referencia a abrir mis piernas. Parpadeé, clavando mis orbes en el brujo, esperando que me diera algún tipo de explicación. Apreté los labios, desafiante cuando aseguró que me mantuviese vigilada y no le quité razón. Ellos me descontrolaban, temía hacerles lo mismo a aquellos quien no tenían culpa de haberse cruzado mi camino.
Seguí sus pasos, esperando al destino fijado. Muchos me miraban extrañados, y yo... bajé la mirada a mi atuendo sucio y desaliñado. No conocía más de lo que llevaba, ni un baño desde hace...nunca. Olvidada en aquel lugar al que no iba a regresar jamás...ya me encargaría de que fuese así, tendrían que pasar por mi cadáver.
-¿Abrir las piernas? ¿para qué? Ni lo intentes... no quiero hacerte daño -no fue una amenaza, mi tono de voz se apagó con la última palabra, era un arma mortal si mi estado de ánimo cambiaba. -Si mantengo la calma, estoy tranquila...puedo recordar, o al menos lo intentaré...en cuanto pase el hechizo, dejaremos de estar unidos y desapareceré tal como llegué a tu vida...no sé cómo te llamas. Mi nombre es...bueno, me llaman Dubh -me sonrojé ligeramente, jamás le dije mi nombre a nadie pero con él compartía ahora mismo una¡ situación delicada, no quería guerra... dejé claro mis intenciones -Ese hombre...no sé a qué se refería con ser espía del rey...en realidad, no tengo idea de nada. -me sentía tan perdida que me volvía a abrazar a mí misma... echaba en estos momentos de menos a mis cuatro paredes, al fin y al cabo fueron las que me mantenían a salvo.
Dubh- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/08/2017
Re: ¡Que te parta un rayo! (privado)
La mire, sinceramente no se lo que se removió dentro de mi pero esa mujer parecía vivir al limite de sus fuerzas, tenia miedo, un miedo que la corroía y yo lo olía.
No se controlaba, en eso aun andaba mas perdida que yo y aparte desconocía todo, como si hubiera vivido recluida como un monstruo toda la eternidad.
Fue entonces cuando lo entendí, no necesité visiones, solo la imagen de ella acariciando la lluvia y sus ojos resplandeciendo al verme bromear con mi primo.
Iba camino a la biblioteca con ella de la mano cuando me detuve, dejé escapar el aire, puede que fuera un vil engaño pero tratarla como si fuera mi enemigo no era lo que hacíamos los Cannif, no si antes no se lo había ganado.
-Espera -la detuve – no hay prisa, no es tan malo esto de estar contigo -bromeé guiñándole un ojo -mi hermana Valeska te prestara un vestido, date un baño que hueles a orco, luego podemos echar un vistazo a esos libros.
No la deje replicar, caminé de su mano hasta la habitación de mi hermana y me colé en su cámara con la hechicera.
-Coge el que quieras, tiene muchos, luego se lo explico -aseguré.
La observé pasar con sus manos las perchas, acariciando las telas como si jamas hubiera visto algo parecido.
Finalmente se decidió por uno así que la llevé a mi habitación y preparé la tina para que pudiera limpiarse.
-Me quedaré aquí ya que me es imposible alejarme de ti -sonreí con picardia -ya sabes, el hechizo -le recordé- pero no miraré, te doy mi palabra.
Me gire dándole la espalda para que tuviera la intimidad necesaria.
-Sobre lo que me has preguntado antes, mi primo, el pazguato de ahí abajo hablaba de abrir las piernas para meter la verga, sexo...¿no sabes a lo que me refiero verdad? -pregunté con cierta diversión -y yo que pensaba que lo mio era malo -me eche a reír -dicen que mal de mucho consuelo de tontos - claro que no me consideraba precisamente un tonto -anda, lávate, después contestaré tus preguntas y tu harás lo mismo con las mías.
-¿de donde has salido? ¿donde te tenían encerrada? ¿por que? ¿y quien?
No se controlaba, en eso aun andaba mas perdida que yo y aparte desconocía todo, como si hubiera vivido recluida como un monstruo toda la eternidad.
Fue entonces cuando lo entendí, no necesité visiones, solo la imagen de ella acariciando la lluvia y sus ojos resplandeciendo al verme bromear con mi primo.
Iba camino a la biblioteca con ella de la mano cuando me detuve, dejé escapar el aire, puede que fuera un vil engaño pero tratarla como si fuera mi enemigo no era lo que hacíamos los Cannif, no si antes no se lo había ganado.
-Espera -la detuve – no hay prisa, no es tan malo esto de estar contigo -bromeé guiñándole un ojo -mi hermana Valeska te prestara un vestido, date un baño que hueles a orco, luego podemos echar un vistazo a esos libros.
No la deje replicar, caminé de su mano hasta la habitación de mi hermana y me colé en su cámara con la hechicera.
-Coge el que quieras, tiene muchos, luego se lo explico -aseguré.
La observé pasar con sus manos las perchas, acariciando las telas como si jamas hubiera visto algo parecido.
Finalmente se decidió por uno así que la llevé a mi habitación y preparé la tina para que pudiera limpiarse.
-Me quedaré aquí ya que me es imposible alejarme de ti -sonreí con picardia -ya sabes, el hechizo -le recordé- pero no miraré, te doy mi palabra.
Me gire dándole la espalda para que tuviera la intimidad necesaria.
-Sobre lo que me has preguntado antes, mi primo, el pazguato de ahí abajo hablaba de abrir las piernas para meter la verga, sexo...¿no sabes a lo que me refiero verdad? -pregunté con cierta diversión -y yo que pensaba que lo mio era malo -me eche a reír -dicen que mal de mucho consuelo de tontos - claro que no me consideraba precisamente un tonto -anda, lávate, después contestaré tus preguntas y tu harás lo mismo con las mías.
-¿de donde has salido? ¿donde te tenían encerrada? ¿por que? ¿y quien?
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: ¡Que te parta un rayo! (privado)
Mis pasos se detuvieron de golpe, estaba tan concentrada en recordar las fatídicas palabras que incluso me asustó. Suspiré de alivio, no me había descontrolado apenas fue un pequeño susto. No esperé sus palabras “no es tan malo esto de estar contigo”, me sonrojé y comencé a titubear palabras sin sentido... pues no supe reaccionar. No esperé eso, no esperaba nada en realidad...me tacharon como el mal y el caos personificado, si estuve en aquella isla aislada fue justo por el contrario...otros sí pensaban que era peligrosa, no quería dañarle por eso ansiaba tanto que aquel hechizo se desvaneciese y con ello, su obligación de estar unido a mí.
-No es necesario que me des nada...estoy bien. -no sabía qué era un vestido, menos un baño...me sentía estúpida por segundos. Mi ignorancia total y absoluta, desconocía todo lo referente a cosas normales...¿cómo explicarle que no sabía de lo que estaba hablando? Me limité a seguirlo, lo observaba todo con curiosidad... aquel lugar era tan impresionante que mis ojos se abrían aún más a cada habitación que conocía, nunca había visto algo ni remotamente parecido...era hermoso, tan desconocido para mí que no sabía si podría estar soñando.
-Es hermoso...-susurré al ver el abanico de colores que me ofrecía aquel armario. Un atuendo muy diferente al que llevaba, de vivos colores que me cautivaron...¿cómo podía haber tanta belleza allí dentro? Absorta, me perdí en cada uno de los vestidos que él me ofrecía, indicándome que escogiese uno pero... negué, no lo merecía...no quería deber nada o estropear aquello tan bello. Sonreí, ante uno verde agua, resaltaba mi tez morena y mis ojos. Giré el rostro señalando a dicho vestido para que me diese permiso a tomarlo aunque ya me lo hubiese dicho.
Temí haberlo manchado con mis manos mugrientas, las miré un instante ...habían hecho tanto mal y daño que en un impulso, las escondí tras mi espalda. Asentí, no vi problema en que se quedase pues lo comprendía pero... lo del baño...no. Miré la tina en silencio, no quería volver a sentirme tan necia pero eso que describía lo conocía demasiado bien. En medio de la habitación, me quedé en el sitio...en silencio, los recuerdos de aquel maldito hombre aprovechándose de mi cuerpo...yo me dejaba pues ¿qué iba a hacer? Me controlaban...era como una rata más de aquella cueva.
-No sé eso del baño. Nunca...-me acerqué a él, vuelto de espaldas...esperaba que me explicase cómo iba aquello o llamase a alguien, aún así él tendría que estar presente -Lo otro...eso que llamas “sexo”, sé lo que es. Mordt lo hacía, mi cuerpo se paralizaba y él me abría las piernas -para mí era algo completamente normal...así que no mostré ninguna emoción, solo lo contemplé desde mi posición como si nada más existiese...él para mí era como uno de esos ángeles con los que me comparaban -No me has dicho como te llamas... ¿eres un ángel? Decían que solo al demonio, podía salvarlo...un ángel-me relamí los labios, secos...tenía sed -No puedo responderte...no lo sé. Por eso estoy aquí, huí sin destino...
-No es necesario que me des nada...estoy bien. -no sabía qué era un vestido, menos un baño...me sentía estúpida por segundos. Mi ignorancia total y absoluta, desconocía todo lo referente a cosas normales...¿cómo explicarle que no sabía de lo que estaba hablando? Me limité a seguirlo, lo observaba todo con curiosidad... aquel lugar era tan impresionante que mis ojos se abrían aún más a cada habitación que conocía, nunca había visto algo ni remotamente parecido...era hermoso, tan desconocido para mí que no sabía si podría estar soñando.
-Es hermoso...-susurré al ver el abanico de colores que me ofrecía aquel armario. Un atuendo muy diferente al que llevaba, de vivos colores que me cautivaron...¿cómo podía haber tanta belleza allí dentro? Absorta, me perdí en cada uno de los vestidos que él me ofrecía, indicándome que escogiese uno pero... negué, no lo merecía...no quería deber nada o estropear aquello tan bello. Sonreí, ante uno verde agua, resaltaba mi tez morena y mis ojos. Giré el rostro señalando a dicho vestido para que me diese permiso a tomarlo aunque ya me lo hubiese dicho.
Temí haberlo manchado con mis manos mugrientas, las miré un instante ...habían hecho tanto mal y daño que en un impulso, las escondí tras mi espalda. Asentí, no vi problema en que se quedase pues lo comprendía pero... lo del baño...no. Miré la tina en silencio, no quería volver a sentirme tan necia pero eso que describía lo conocía demasiado bien. En medio de la habitación, me quedé en el sitio...en silencio, los recuerdos de aquel maldito hombre aprovechándose de mi cuerpo...yo me dejaba pues ¿qué iba a hacer? Me controlaban...era como una rata más de aquella cueva.
-No sé eso del baño. Nunca...-me acerqué a él, vuelto de espaldas...esperaba que me explicase cómo iba aquello o llamase a alguien, aún así él tendría que estar presente -Lo otro...eso que llamas “sexo”, sé lo que es. Mordt lo hacía, mi cuerpo se paralizaba y él me abría las piernas -para mí era algo completamente normal...así que no mostré ninguna emoción, solo lo contemplé desde mi posición como si nada más existiese...él para mí era como uno de esos ángeles con los que me comparaban -No me has dicho como te llamas... ¿eres un ángel? Decían que solo al demonio, podía salvarlo...un ángel-me relamí los labios, secos...tenía sed -No puedo responderte...no lo sé. Por eso estoy aquí, huí sin destino...
Dubh- Hechicero Clase Alta
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Re: ¡Que te parta un rayo! (privado)
Me giré al escuchar sus palabras, no diría que era pena lo que sentía pues padre me enseño que ese sentimiento era humillante para cualquiera y que jamas debía mirar así a nadie por triste que fuera su historia si no quería que algún día se voltearan las tornas.
La mire fijamente, hablaba de ser tomada como si fuera lo normal, algo por lo que tenia que pasar y no me costó entender que debían haberla tomado desde niña tantas veces que abrirse de piernas era un mero tramite mas para ella.
-Un baño es meterse dentro de esa tina que tiene agua para quitarte la suciedad que acumulas durante el día.
Tienes que desnudarte y meterte ahí dentro, enjabonarte con la esponja, lavar del mismo modo tu pelo y enjuagarte en esas aguas para salir y ponerte el vestido que has cogido del armario de mi hermana ¿entiendes? -le pregunté sin dejar de mirarla -si necesitas ayuda puedo llamar a Soleil.
Negó con la cabeza para que no la llamara, parecía querer hacerlo ella sola, pero en el momento que iba a darse la vuelta para empezar la detuve cogiéndola de la muñeca.
-Sobre el sexo, no tienes que abrir las piernas a quien te lo pida, si no a quien desees y esa siguiente pregunta es mas complicada de responder -le dije con una ladeada sonrisa intuyendo que ahora vendría eso de ¿que es desear? -lávate primero – le pedí -por cierto me llamo Sirius y no soy un ángel, de echo, yo no creo en ellos, eso pertenece a la religión cristiana, el cielo y el infierno, mi madrastra podrá explicarte mejor lo que se refiere a esas cosas.
Yo soy un hechicero, como tu, los dos podemos ver el aura del otro, en la mía ves trazas negras porque poseo el don de la nigromancia.
Me eche a reír ante la cara que ponía
-Te lo explico una vez te des el baño, bajaremos después a las cocinas a que te preparen algo de comer y de beber, debes estar sedienta.
Posiblemente ella era una esclava que comprada desde niña había caído en desgracia en alguna familia donde había sido usada a placer.
-Cuando te encuentres mejor ya hablaremos de tu procedencia.
Me di la vuelta de nuevo para darle intimidad, me agaché para atarme la bota que se me había desatado y me entretuve con la daga de mi cinto lanzandola al aire y recogiéndola mientras escuchaba a mis espaldas como la dama se desnudaba y se adentraba en el agua.
La mire fijamente, hablaba de ser tomada como si fuera lo normal, algo por lo que tenia que pasar y no me costó entender que debían haberla tomado desde niña tantas veces que abrirse de piernas era un mero tramite mas para ella.
-Un baño es meterse dentro de esa tina que tiene agua para quitarte la suciedad que acumulas durante el día.
Tienes que desnudarte y meterte ahí dentro, enjabonarte con la esponja, lavar del mismo modo tu pelo y enjuagarte en esas aguas para salir y ponerte el vestido que has cogido del armario de mi hermana ¿entiendes? -le pregunté sin dejar de mirarla -si necesitas ayuda puedo llamar a Soleil.
Negó con la cabeza para que no la llamara, parecía querer hacerlo ella sola, pero en el momento que iba a darse la vuelta para empezar la detuve cogiéndola de la muñeca.
-Sobre el sexo, no tienes que abrir las piernas a quien te lo pida, si no a quien desees y esa siguiente pregunta es mas complicada de responder -le dije con una ladeada sonrisa intuyendo que ahora vendría eso de ¿que es desear? -lávate primero – le pedí -por cierto me llamo Sirius y no soy un ángel, de echo, yo no creo en ellos, eso pertenece a la religión cristiana, el cielo y el infierno, mi madrastra podrá explicarte mejor lo que se refiere a esas cosas.
Yo soy un hechicero, como tu, los dos podemos ver el aura del otro, en la mía ves trazas negras porque poseo el don de la nigromancia.
Me eche a reír ante la cara que ponía
-Te lo explico una vez te des el baño, bajaremos después a las cocinas a que te preparen algo de comer y de beber, debes estar sedienta.
Posiblemente ella era una esclava que comprada desde niña había caído en desgracia en alguna familia donde había sido usada a placer.
-Cuando te encuentres mejor ya hablaremos de tu procedencia.
Me di la vuelta de nuevo para darle intimidad, me agaché para atarme la bota que se me había desatado y me entretuve con la daga de mi cinto lanzandola al aire y recogiéndola mientras escuchaba a mis espaldas como la dama se desnudaba y se adentraba en el agua.
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
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Re: ¡Que te parta un rayo! (privado)
Intentaba imaginar en mi cabeza, su explicación de cómo era un baño. Complicado si nunca lo habías hecho. No quería decepcionar, ni parecer aún más estúpida, así que asentí y...lo haría como él me indicó, tomar el jabón y pasarlo por todo el cuerpo, eliminar la suciedad...cosa que me iba a llevar su tiempo. Me pregunté si aquel objeto llamado jabón, podría limpiar mi alma... cosa que lo veía complicado pues a simple vista no parecía poseer magia.
Al tomarme de la muñeca, busqué su mirada hasta encontrarla. Lo miré a los ojos, advirtiéndole de que no era una buena idea tocarme, temía hacerle algún mal y es que no podía dejar de pensar en otra cosa que no fuese evitar causarle daño. Su tacto cálido y agarre suave, me erizó la piel, era la primera vez que alguien me tocaba desde hacía tiempo. Lo del deseo, era relativo...podías desear algo mucho y no querer ciertas cosas...el deseo era algo instintivo, ahora mismo solo deseaba una cosa...muy simple, sentirme a salvo.
Su risa, me provocó una breve sonrisa...era extraño, jamás oí algo tan remotamente parecido a la agradable risa de aquel hechicero. Hasta ahora, estaba intentando clasificar la información...demasiada de repente, en un lugar y gente que desconocida. Hacer ese hechizo, era lo mejor que le había podido ocurrir y lo sabía.
Y temblorosa, me acerqué a lo que llamaba...”tina”. Introduje primero la mano, tanteando lo desconocido. La sensación al sentir el calor que emanaba del agua, me invitó a adentrarme dentro...muy despacio. Los harapos quedaron en el suelo, mi cuerpo poco a poco comenzó a entrar en calor y en silencio, sonreí. Mi nuca se apoyó en el borde, mientras mis manos se dedicaban a esparcir el jabón por cada rincón de mi cuerpo. Me costó más el cabello, desenredándolo con mis propios dedos y lentamente quitarme restos de jabón, dejar allí a la antigua Dubh y renacer después de aquel maravilloso baño.
Un par de toallas me sirvieron para enredarla como pude en mi pelo, sequé mi cuerpo con cuidado...temía que me fuese a caer pues la verdad seguía un poco mareada después de lo ocurrido. Y ahora, venía la parte difícil...la de ponerme aquello llamado vestido. Carraspeé, no tenía ni la más remota idea, así que lo cogí y le di un par de palmadas en la espalda. Mis senos lo tapaban mi larga cabellera, desnuda ante él esperaba que me sirviese de guía.
-Vestido... creo que intenté meterlo por donde no es y... solo con que me digas por dónde, es suficiente...-sin duda aquella niña asustada, comida de mugre y con ganas de desaparecer...se quedó en la tina, ante él, mi imagen era una muy diferente. Le sonreía al volver a encontrarse nuestras miradas...me estaba ayundando demasiado -¿Me lo pones? -lo dije tan bajo... que dudaba me hubiese escuchado, tendría que haber llamado a la criada...
Al tomarme de la muñeca, busqué su mirada hasta encontrarla. Lo miré a los ojos, advirtiéndole de que no era una buena idea tocarme, temía hacerle algún mal y es que no podía dejar de pensar en otra cosa que no fuese evitar causarle daño. Su tacto cálido y agarre suave, me erizó la piel, era la primera vez que alguien me tocaba desde hacía tiempo. Lo del deseo, era relativo...podías desear algo mucho y no querer ciertas cosas...el deseo era algo instintivo, ahora mismo solo deseaba una cosa...muy simple, sentirme a salvo.
Su risa, me provocó una breve sonrisa...era extraño, jamás oí algo tan remotamente parecido a la agradable risa de aquel hechicero. Hasta ahora, estaba intentando clasificar la información...demasiada de repente, en un lugar y gente que desconocida. Hacer ese hechizo, era lo mejor que le había podido ocurrir y lo sabía.
Y temblorosa, me acerqué a lo que llamaba...”tina”. Introduje primero la mano, tanteando lo desconocido. La sensación al sentir el calor que emanaba del agua, me invitó a adentrarme dentro...muy despacio. Los harapos quedaron en el suelo, mi cuerpo poco a poco comenzó a entrar en calor y en silencio, sonreí. Mi nuca se apoyó en el borde, mientras mis manos se dedicaban a esparcir el jabón por cada rincón de mi cuerpo. Me costó más el cabello, desenredándolo con mis propios dedos y lentamente quitarme restos de jabón, dejar allí a la antigua Dubh y renacer después de aquel maravilloso baño.
Un par de toallas me sirvieron para enredarla como pude en mi pelo, sequé mi cuerpo con cuidado...temía que me fuese a caer pues la verdad seguía un poco mareada después de lo ocurrido. Y ahora, venía la parte difícil...la de ponerme aquello llamado vestido. Carraspeé, no tenía ni la más remota idea, así que lo cogí y le di un par de palmadas en la espalda. Mis senos lo tapaban mi larga cabellera, desnuda ante él esperaba que me sirviese de guía.
-Vestido... creo que intenté meterlo por donde no es y... solo con que me digas por dónde, es suficiente...-sin duda aquella niña asustada, comida de mugre y con ganas de desaparecer...se quedó en la tina, ante él, mi imagen era una muy diferente. Le sonreía al volver a encontrarse nuestras miradas...me estaba ayundando demasiado -¿Me lo pones? -lo dije tan bajo... que dudaba me hubiese escuchado, tendría que haber llamado a la criada...
Dubh- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/08/2017
Re: ¡Que te parta un rayo! (privado)
Sentí su mano en mi espalda llamarme, un leve carraspeo como indicándome que ya había terminado de adecentarse y que ya podía voltearme.
Me di la vuelta con una sonrisa dispuesto a decirle el siguiente paso a seguir, cuando choque contra la desnudez de su cuerpo.
Una ligera lluvia chocó contra el alfeice de la ventana acariciando el cristal, no me costó demasiado controlarme y que cesara, no era ni de lejos la primera vez que venia a una mujer como Odin la trajo al mundo y desde luego las había tenido mas cerca de lo que ahora mismo estábamos los dos.
Caminé hacia el vestido cogiendo la prenda mientras mis ojos repasaban mas el cuerpo de la mujer que la tela en si.
-Vamos a ver si recuerdo como me lo puse la ultima vez -bromeé con una picara sonrisa. Yo no había usado estas maquinas infernales de tortura que usaba mi hermana Valeska en mi vida, así que...
Le señalé las mangas, por ahí van los brazos, la cabeza la sacas por este agujero y las piernas han de salir por aquí abajo, fácil y en tres pasos -le dije guiñándole el ojo.
Le enseñé el corseé y esto va arriba para ponerte las tetas en la garganta y hacer que pervertidos como yo no apartemos los ojos de ellas -bromeé con picardia -si necesitas mas ayuda puedo llamar a Soleil. Me prestaría voluntario para echarte una mano o las dos pero entonces te acabaría partiendo un rayo -me eche a reír por la cara que ponía.
Reírme de mi mismo era lo único que podía hacer, no controlaba la magia en ciertas situaciones, así que para que ocultar la realidad.
Esta vez no me gire ¿para que si ya había repasado su curvilíneo cuerpo de arriba a bajo?
La dama siguió mis indicaciones mirándome fijamente en ocasiones mientras mi espada se recostaba en la puerta y mis ojos seguían anclados a su silueta.
Una vez vestida salimos del baño, iríamos a las cocinas a que le prepararan algo de comer, por la tarde teníamos trabajo en la biblioteca intentando descubrir que era ese conjuro que nos había echado.
Por el camino me encontré con mi hermano Niels que le dio un repaso con la mirada a mi acompañante y con un manotazo en el hombro me dijo que ya Ubbe le había contado que había traído a una mujer a casa.
Enarqué una ceja mirándolo mientras ladeaba la sonrisa, mi hermano no tenia remedio.
-Si no sabes que hacer con ella dile que venga a verme -me dijo entre risas.
-Claro hermano, si no sabes que hacer con tu ignorancia ven a verme, te enseñaré que hay una cámara en palacio que se llama biblioteca -hice énfasis en la palabra mientras Niels se descojonaba -es un mundo nuevo, en los estantes hay algo desconocido para ti, se llaman libros -le dije poniendo voz de ultratumba.
Mi hermano se reía, la verdad es que los dos nos llevábamos muy bien, eramos distintos pero encajabamso de un modo u otro.
Nos despedimos y cada uno siguió a lo suyo, en mi caso hacia las cocinas.
Entramos allí, las sirvientas iban y venían atareadas haciendo la comida para los Cannif que ya de por si era un gran trabajo porque devorábamos todo lo que nos ponían en el plato.
Alargué la mano para coger unos panecillos recién hechos cuando Romi me dio un manotazo de regalo.
-Bribón quita las zarpas de la comida, entre tu, tus hermanos, tus primos, la gata y vuestras incursiones a mi templo no tendré nada que servirle a tu padre y la señora Valeria, así que largo -dijo dándome una patada en el culo entre risas.
La oía maldecirnos a todos nosotros mientras alegaba que los saqueos se hacían en tierras enemigas.
Logre cazar un par de panes y algo de queso fresco, suficiente para que la hechicera llenara el estomago, pronto servirían la comida en el gran salón y pedí que se dispusiera un nuevo servicio para ella, este día nos acompañaría.
Me di la vuelta con una sonrisa dispuesto a decirle el siguiente paso a seguir, cuando choque contra la desnudez de su cuerpo.
Una ligera lluvia chocó contra el alfeice de la ventana acariciando el cristal, no me costó demasiado controlarme y que cesara, no era ni de lejos la primera vez que venia a una mujer como Odin la trajo al mundo y desde luego las había tenido mas cerca de lo que ahora mismo estábamos los dos.
Caminé hacia el vestido cogiendo la prenda mientras mis ojos repasaban mas el cuerpo de la mujer que la tela en si.
-Vamos a ver si recuerdo como me lo puse la ultima vez -bromeé con una picara sonrisa. Yo no había usado estas maquinas infernales de tortura que usaba mi hermana Valeska en mi vida, así que...
Le señalé las mangas, por ahí van los brazos, la cabeza la sacas por este agujero y las piernas han de salir por aquí abajo, fácil y en tres pasos -le dije guiñándole el ojo.
Le enseñé el corseé y esto va arriba para ponerte las tetas en la garganta y hacer que pervertidos como yo no apartemos los ojos de ellas -bromeé con picardia -si necesitas mas ayuda puedo llamar a Soleil. Me prestaría voluntario para echarte una mano o las dos pero entonces te acabaría partiendo un rayo -me eche a reír por la cara que ponía.
Reírme de mi mismo era lo único que podía hacer, no controlaba la magia en ciertas situaciones, así que para que ocultar la realidad.
Esta vez no me gire ¿para que si ya había repasado su curvilíneo cuerpo de arriba a bajo?
La dama siguió mis indicaciones mirándome fijamente en ocasiones mientras mi espada se recostaba en la puerta y mis ojos seguían anclados a su silueta.
Una vez vestida salimos del baño, iríamos a las cocinas a que le prepararan algo de comer, por la tarde teníamos trabajo en la biblioteca intentando descubrir que era ese conjuro que nos había echado.
Por el camino me encontré con mi hermano Niels que le dio un repaso con la mirada a mi acompañante y con un manotazo en el hombro me dijo que ya Ubbe le había contado que había traído a una mujer a casa.
Enarqué una ceja mirándolo mientras ladeaba la sonrisa, mi hermano no tenia remedio.
-Si no sabes que hacer con ella dile que venga a verme -me dijo entre risas.
-Claro hermano, si no sabes que hacer con tu ignorancia ven a verme, te enseñaré que hay una cámara en palacio que se llama biblioteca -hice énfasis en la palabra mientras Niels se descojonaba -es un mundo nuevo, en los estantes hay algo desconocido para ti, se llaman libros -le dije poniendo voz de ultratumba.
Mi hermano se reía, la verdad es que los dos nos llevábamos muy bien, eramos distintos pero encajabamso de un modo u otro.
Nos despedimos y cada uno siguió a lo suyo, en mi caso hacia las cocinas.
Entramos allí, las sirvientas iban y venían atareadas haciendo la comida para los Cannif que ya de por si era un gran trabajo porque devorábamos todo lo que nos ponían en el plato.
Alargué la mano para coger unos panecillos recién hechos cuando Romi me dio un manotazo de regalo.
-Bribón quita las zarpas de la comida, entre tu, tus hermanos, tus primos, la gata y vuestras incursiones a mi templo no tendré nada que servirle a tu padre y la señora Valeria, así que largo -dijo dándome una patada en el culo entre risas.
La oía maldecirnos a todos nosotros mientras alegaba que los saqueos se hacían en tierras enemigas.
Logre cazar un par de panes y algo de queso fresco, suficiente para que la hechicera llenara el estomago, pronto servirían la comida en el gran salón y pedí que se dispusiera un nuevo servicio para ella, este día nos acompañaría.
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: ¡Que te parta un rayo! (privado)
Parpadeé extrañada ¿de verdad se ponía ese atuendo? Me lo imaginé, el escote, tan entallado y con vuelo que tan solo imaginarlo, me eché a reír por lo bajo...nos reímos al unísono y fue extraño. Extraño porque no recordaba como sonaba mi propia risa, deslicé las yemas de mis dedos por mi garganta, sin perder la sonrisa...aquel sonido había sido maravilloso.
Atendí a las explicaciones y despacio, me fui colocando todo en su lugar. Lo denominado corsé era bastante incómodo pero una vez atado me olvidé de él, mantenía todo en su sitio y la espalda recta. Negué a ayuda, me bastaba sola para tal cosa, le agradecí asintiendo con la cabeza que me ayudase, no le di importancia a que me mirase, seguramente...para cerciorarse de que lo estaba haciendo bien. Y algo me llamó la atención, lo de que me partiese el rayo. Fue curioso pues yo iba a decirle algo prácticamente parecido.
-O te conviertes en piedra, al tocarme. -bajé la mirada, mi historial era igual o más oscura que la ajena. El vivo color verde, resaltaba tanto que era inevitable pasar desapercibida, quizás...debí escoger otro color que me representase, negro como la noche o gris como los mismos nubarrones que ahora poblaban el cielo. Sonreí, siguiendo sus pasos , no quería acercarme demasiado...vigilaba a cada segundo no descontrolarme, comenzaba a descubrir cosas que desconocía y la verdad, me encontraba por primera vez en mucho tiempo...a salvo.
Dejé mi “hogar” a kilómetros pero sabía que me encontraba en busca y captura. Si eso ocurría, debería irme y no poner en peligro a nadie pero antes tendríamos que deshacer este hechizo. Un joven se acercó , instintivamente, me escondí tras la espalda de Sirius. Me miraba de forma extraña pero al menos parecía tener alguna clave para deshacer este entuerto, o así lo entendí con ese “si no sabes hacer con ella...” ¡podría separarnos! Sería perfecto, pero al parecer a Sirius no le hacía gracia...no dejaba de hablar de esa biblioteca y de que la solución estaba allí.
-Pero...él nos puede servir de clave, dijo que sabía que hacer conmigo ¿por qué te niegas a que nos ayude? -no lo entendía, mi ignorancia no conocía parangón... tampoco discutí...no me venía bien. Me quedé fuera hasta que él cogió un poco de comida, la verdad solo me alimentaba de un poco de pan y agua...desconocía otro tipo de manjares.
En completo silencio, le seguí hacia la biblioteca, no sabía lo que buscaba... así que me senté frente a él, a uno de esos libros como él los llamaba. Quedé maravillada con aquella habitación, estantes repletos de libros de todos colores al igual que en el armario, salvo que aquel lugar me dio otra clase de sensación pues tal como lo pensé, lo dije en alto sin pensar.
-No me importaría quedarme encerrada aquí...-sonreí con la mirada perdida, recorriendo cada estante, ese lugar era el más mágico en donde había permanecido tanto tiempo -No entiendo porque ese joven no quiere venir aquí...es perfecto -apoyé los codos en la mesa, sujetando mi rostro. El cabello aún lo tenía húmedo, cayendo a un lado de uno de mis hombros -¿Qué es eso? -señalé la comida, no tomé nada si él no me lo ofrecía...no era ninguna interesada, mi curiosidad se avivaba a cada cosa que conocía.
Atendí a las explicaciones y despacio, me fui colocando todo en su lugar. Lo denominado corsé era bastante incómodo pero una vez atado me olvidé de él, mantenía todo en su sitio y la espalda recta. Negué a ayuda, me bastaba sola para tal cosa, le agradecí asintiendo con la cabeza que me ayudase, no le di importancia a que me mirase, seguramente...para cerciorarse de que lo estaba haciendo bien. Y algo me llamó la atención, lo de que me partiese el rayo. Fue curioso pues yo iba a decirle algo prácticamente parecido.
-O te conviertes en piedra, al tocarme. -bajé la mirada, mi historial era igual o más oscura que la ajena. El vivo color verde, resaltaba tanto que era inevitable pasar desapercibida, quizás...debí escoger otro color que me representase, negro como la noche o gris como los mismos nubarrones que ahora poblaban el cielo. Sonreí, siguiendo sus pasos , no quería acercarme demasiado...vigilaba a cada segundo no descontrolarme, comenzaba a descubrir cosas que desconocía y la verdad, me encontraba por primera vez en mucho tiempo...a salvo.
Dejé mi “hogar” a kilómetros pero sabía que me encontraba en busca y captura. Si eso ocurría, debería irme y no poner en peligro a nadie pero antes tendríamos que deshacer este hechizo. Un joven se acercó , instintivamente, me escondí tras la espalda de Sirius. Me miraba de forma extraña pero al menos parecía tener alguna clave para deshacer este entuerto, o así lo entendí con ese “si no sabes hacer con ella...” ¡podría separarnos! Sería perfecto, pero al parecer a Sirius no le hacía gracia...no dejaba de hablar de esa biblioteca y de que la solución estaba allí.
-Pero...él nos puede servir de clave, dijo que sabía que hacer conmigo ¿por qué te niegas a que nos ayude? -no lo entendía, mi ignorancia no conocía parangón... tampoco discutí...no me venía bien. Me quedé fuera hasta que él cogió un poco de comida, la verdad solo me alimentaba de un poco de pan y agua...desconocía otro tipo de manjares.
En completo silencio, le seguí hacia la biblioteca, no sabía lo que buscaba... así que me senté frente a él, a uno de esos libros como él los llamaba. Quedé maravillada con aquella habitación, estantes repletos de libros de todos colores al igual que en el armario, salvo que aquel lugar me dio otra clase de sensación pues tal como lo pensé, lo dije en alto sin pensar.
-No me importaría quedarme encerrada aquí...-sonreí con la mirada perdida, recorriendo cada estante, ese lugar era el más mágico en donde había permanecido tanto tiempo -No entiendo porque ese joven no quiere venir aquí...es perfecto -apoyé los codos en la mesa, sujetando mi rostro. El cabello aún lo tenía húmedo, cayendo a un lado de uno de mis hombros -¿Qué es eso? -señalé la comida, no tomé nada si él no me lo ofrecía...no era ninguna interesada, mi curiosidad se avivaba a cada cosa que conocía.
Dubh- Hechicero Clase Alta
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Re: ¡Que te parta un rayo! (privado)
Enarqué una ceja cuando la dama me hizo esa pregunta, francamente estuve a nada de descojonarme frente a ella, pero guarde las formas.
-Ese pazguato es Niels, mi hermano, toda la magia que tiene es follarse a las tías que quiere, cuando quiere y donde quiere. A eso se refería, a que si te cansas de no poder hacer nada conmigo en el lecho que por su parte no hay inconveniente en que calientes el suyo ¿no se si me explico?
Vamos que Niels como mucho puede usar un libro para sujetar una puerta, pero de magia no sabe una mierda.
Fuimos a la biblioteca, saqué unos cuantos libros y los dejé sobre la mesa, le pasé uno de ellos que hablaba sobre los conjuros de unión aunque creo que iba mas por ataduras amorosas, amarres y demás y no una unión tan física como la que nosotros experimentamos pero..nunca se sabia, quizás ahí pudiera encontrar algo.
Yo por el contrario cogí uno que hablaba de sogas, ligaduras para mantener a alguien preso a un lugar, desconocía si eso también se podía hacer con las personas, así que abrí la tapa de piel curtida y empecé a pasar las paginas para ver si encontraba algo que pudiera ayudarnos.
La hechicera miraba fascinada aquel lugar, la verdad es que yo no lo apreciaba con la misma cara porque desde niño me había criado estudiando esos libros, padre se ocupó de llenar la biblioteca de libros mágicos para mi.
El no sabia nada de magia, pero la verdad es que no solo se ocupó y preocupó de que mis hermanos supieran manejar la espada, pues era un guerrero y ahí residía su fuerza, si no que no olvido que uno de sus hijos era distinto y creó esto para mi, el lo llamaba “mi campo de batalla”
Elevé la mirada cuando me pregunto por la comida, sonreí de forma ladeada, creía que quedaba claro que era para ella.
-Es pan y queso, los panes los hace Soleil y están muy buenos, prueba los, están recién hechos.
El queso lo hacen nuestras cocineras con la leche de las vacas. Saqué una navaja de mi bota y corté un trozo de queso para la dama.
-Pruebalo, veras que bueno esta -la invité a comerselo -en un rato comeremos todos juntos en el salón.
-Ese pazguato es Niels, mi hermano, toda la magia que tiene es follarse a las tías que quiere, cuando quiere y donde quiere. A eso se refería, a que si te cansas de no poder hacer nada conmigo en el lecho que por su parte no hay inconveniente en que calientes el suyo ¿no se si me explico?
Vamos que Niels como mucho puede usar un libro para sujetar una puerta, pero de magia no sabe una mierda.
Fuimos a la biblioteca, saqué unos cuantos libros y los dejé sobre la mesa, le pasé uno de ellos que hablaba sobre los conjuros de unión aunque creo que iba mas por ataduras amorosas, amarres y demás y no una unión tan física como la que nosotros experimentamos pero..nunca se sabia, quizás ahí pudiera encontrar algo.
Yo por el contrario cogí uno que hablaba de sogas, ligaduras para mantener a alguien preso a un lugar, desconocía si eso también se podía hacer con las personas, así que abrí la tapa de piel curtida y empecé a pasar las paginas para ver si encontraba algo que pudiera ayudarnos.
La hechicera miraba fascinada aquel lugar, la verdad es que yo no lo apreciaba con la misma cara porque desde niño me había criado estudiando esos libros, padre se ocupó de llenar la biblioteca de libros mágicos para mi.
El no sabia nada de magia, pero la verdad es que no solo se ocupó y preocupó de que mis hermanos supieran manejar la espada, pues era un guerrero y ahí residía su fuerza, si no que no olvido que uno de sus hijos era distinto y creó esto para mi, el lo llamaba “mi campo de batalla”
Elevé la mirada cuando me pregunto por la comida, sonreí de forma ladeada, creía que quedaba claro que era para ella.
-Es pan y queso, los panes los hace Soleil y están muy buenos, prueba los, están recién hechos.
El queso lo hacen nuestras cocineras con la leche de las vacas. Saqué una navaja de mi bota y corté un trozo de queso para la dama.
-Pruebalo, veras que bueno esta -la invité a comerselo -en un rato comeremos todos juntos en el salón.
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: ¡Que te parta un rayo! (privado)
Preferí dejar pasar lo de ellos dos, no entendía nada y mejor así, ahora lo único que importaba era deshacer el hechizo. La biblioteca repleta de libros, me mostraba un mundo desconocido al que no tuve opción de conocer. Nunca me estuvo permitido consultar libros, ni un tutor o maestro que al menos me enseñase a controlar mis poderes, a esos seres que seguían enfrascados en mi interior. Apenas fui una niña, tres años , después de entrar allí...olvidé todo. No sabía de dónde procedía, quién era mi familia... nada, en blanco.
Le observé leer en silencio, para mí solo eran garabatos pues ni saber leer siquiera. Tomé el trozo de queso que me ofrecía, tenía tanta hambre que lo devoré. Podría haberme comido kilos y kilos de aquello tan rico, el hambre era así. Limitada a tan solo pequeñas onzas de pan y agua... sabores de otras comidas me fueron totalmente vetadas. No podría ayudarle demasiado a esta encrucijada, solo permanecer allí como unidos que estábamos.
-¿Y si...no encontramos la solución? No puedo estar unida a ti por más tiempo, pueden venir a buscarme, es un camino que he hecho sola...-”sola” relativamente... mis ojos se abrieron de golpe al nombrar a “comer todos” -¿Todos? Pero... -intenté decir las palabras correctas, me puse nerviosa y me sonrojé tanto que sentí mis mejillas arder -Si hay más gente solo te pido que... no me dejes sola. Aunque qué tontería...si no puedes. ¿Hay algo? -señalé con la cabeza los libros y suspiré, estaba inquieta y nerviosa...
la risa en mi cabeza resonaba como si estuviese burlándose de mí , cerré los ojos para no perderme...controlarme. Si no encontrábamos la solución íbamos a tener un problema, uno bien grande. En silencio, intentaba recordar las palabras...cuando algo me llamó la atención al pasar una página, un símbolo...lo señalé esperando que me dijese si podía ser posible.
-Sirius...¿por qué te consideras peligroso? -dibujé con el índice el triángulo inverso, ladeando la cabeza... podía ser cualquier cosa -Me escapé de aquella jaula, me costó años saber qué palabras empleaban. Leí los labios, contraresté con las mismas palabras el hechizo que me mantenía encerrada, si no recuerdo la palabra que utilicé poco vas a encontrar en esos libros -bajé la mirada, abatida...solo yo tenía la solución, acordarme...
Le observé leer en silencio, para mí solo eran garabatos pues ni saber leer siquiera. Tomé el trozo de queso que me ofrecía, tenía tanta hambre que lo devoré. Podría haberme comido kilos y kilos de aquello tan rico, el hambre era así. Limitada a tan solo pequeñas onzas de pan y agua... sabores de otras comidas me fueron totalmente vetadas. No podría ayudarle demasiado a esta encrucijada, solo permanecer allí como unidos que estábamos.
-¿Y si...no encontramos la solución? No puedo estar unida a ti por más tiempo, pueden venir a buscarme, es un camino que he hecho sola...-”sola” relativamente... mis ojos se abrieron de golpe al nombrar a “comer todos” -¿Todos? Pero... -intenté decir las palabras correctas, me puse nerviosa y me sonrojé tanto que sentí mis mejillas arder -Si hay más gente solo te pido que... no me dejes sola. Aunque qué tontería...si no puedes. ¿Hay algo? -señalé con la cabeza los libros y suspiré, estaba inquieta y nerviosa...
la risa en mi cabeza resonaba como si estuviese burlándose de mí , cerré los ojos para no perderme...controlarme. Si no encontrábamos la solución íbamos a tener un problema, uno bien grande. En silencio, intentaba recordar las palabras...cuando algo me llamó la atención al pasar una página, un símbolo...lo señalé esperando que me dijese si podía ser posible.
-Sirius...¿por qué te consideras peligroso? -dibujé con el índice el triángulo inverso, ladeando la cabeza... podía ser cualquier cosa -Me escapé de aquella jaula, me costó años saber qué palabras empleaban. Leí los labios, contraresté con las mismas palabras el hechizo que me mantenía encerrada, si no recuerdo la palabra que utilicé poco vas a encontrar en esos libros -bajé la mirada, abatida...solo yo tenía la solución, acordarme...
Dubh- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 06/08/2017
Re: ¡Que te parta un rayo! (privado)
Enarqué una ceja cuando me pidió que no la dejara sola en la comida, iba a echarme a reír, sinceramente no podría hacer eso ni siquiera queriendo, antes teníamos que lograr descubrir como deshacer el hechizo.
Volvimos a centrarnos en los libros, la yema de sus dedos se paseaba por un triangulo invertido que parecía resultarle familiar.
Contemple sus pardos, era como un conejo, alerta en todo momento, asustada, mas aun así parecía llena de ganas de vivir.
-Soy peligroso porque mi magia es poderosa y no la controlo en todo momento, pero supongo que todos los hechiceros tenemos nuestros hándicap, no concibo mi magia como algo malo, una maldición, para mi es un don.
Admito que he tenido la suerte de tener una familia, me arropan y me hacen sentir grande, son todos bárbaros, grandes con la espada y yo soy mediocre esgrimiendo el acero, pero todos luchan por una causa digna, entregan sus vidas para proteger el norte y yo he puesto mi magia a favor de esta guerra que no acaba.
Parecía abatida, su vida no pintaba como la mía, algo me decía que mas bien todo lo contrario.
Llevé mi mano sobre la suya acariciando despacio sus nudillos.
-No deberías vivir como si siguieras en esa jaula en la que te has criado
Pasamos una hora enfrascados en los libros, hasta que al fina una de las doncellas no pidió que fuéramos a la mesa pues todo estaba dispuesto para comer.
Nos fuimos al comedor, todos estaban ya comiendo, unos pegando manotazos a otros, la hidromiel corriendo y las carcajadas sonoras emergiendo de las grandes bocazas de mis hermanos.
Repasaron a la nueva de arriba a bajo, Ubbe le pegó un codazo a Niels, y este le lanzó un bocado al aire descojonandose después.
-No te asustes -le dije al verla intimidada -es que son así, toda mujer es carnaza que comer -añadí lanzandole un trozo de pan a la cabeza de Ubbe.
-Toda mujer que este buena -corrigió mi hermano entre sonoras risas.
Volvimos a centrarnos en los libros, la yema de sus dedos se paseaba por un triangulo invertido que parecía resultarle familiar.
Contemple sus pardos, era como un conejo, alerta en todo momento, asustada, mas aun así parecía llena de ganas de vivir.
-Soy peligroso porque mi magia es poderosa y no la controlo en todo momento, pero supongo que todos los hechiceros tenemos nuestros hándicap, no concibo mi magia como algo malo, una maldición, para mi es un don.
Admito que he tenido la suerte de tener una familia, me arropan y me hacen sentir grande, son todos bárbaros, grandes con la espada y yo soy mediocre esgrimiendo el acero, pero todos luchan por una causa digna, entregan sus vidas para proteger el norte y yo he puesto mi magia a favor de esta guerra que no acaba.
Parecía abatida, su vida no pintaba como la mía, algo me decía que mas bien todo lo contrario.
Llevé mi mano sobre la suya acariciando despacio sus nudillos.
-No deberías vivir como si siguieras en esa jaula en la que te has criado
Pasamos una hora enfrascados en los libros, hasta que al fina una de las doncellas no pidió que fuéramos a la mesa pues todo estaba dispuesto para comer.
Nos fuimos al comedor, todos estaban ya comiendo, unos pegando manotazos a otros, la hidromiel corriendo y las carcajadas sonoras emergiendo de las grandes bocazas de mis hermanos.
Repasaron a la nueva de arriba a bajo, Ubbe le pegó un codazo a Niels, y este le lanzó un bocado al aire descojonandose después.
-No te asustes -le dije al verla intimidada -es que son así, toda mujer es carnaza que comer -añadí lanzandole un trozo de pan a la cabeza de Ubbe.
-Toda mujer que este buena -corrigió mi hermano entre sonoras risas.
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: ¡Que te parta un rayo! (privado)
“No deberías vivir como siguieras en esa jaula en la que te has criado”
¿Cuánto tiempo estuve allí? El suficiente para olvidar en mis tres años de vida todo lo relacionado con la vida real. Mi magia era poderosa pero lo eran más esas almas que anidaban en mi interior. No comprendía porqué fui tan valiosa para esas personas. No dije nada al respecto, no tenía porqué dar explicaciones y menos hablar de algo que quería olvidar.
-Es lo único que conocí, aún tengo mucho que conocer...-en los libros, aún no había nada que pudiese acercarnos a romper lo que nos unía, cada segundo que pasaba... era una tortura en mi cabeza. Si me encontraban, el caos no lo sembraría yo precisamente. Di un respingo antes de ponernos en marcha a la mesa.
La mesa de madera oscura, estaba repleta de toda clase de bebida y comida...ambas en abundancia. Allí todos conversaban y reían, muchas personas...todas desconocidas, excepto aquel joven que nos encontramos por los pasillos. No escuché lo que dijeron , solo me senté a su lado y miré hacia el plato totalmente sonrojada, no estaba acostumbrada a todo esto y menos a tratar con personas...que seguramente me preguntarían y querrían saber cosas sobre mí.
-No tengo hambre , gracias...de verdad -estaba de lo más asustada y por debajo de la mesa, busqué la manga de su ropa para aferrarme a él, no sentirme sola...cosa imposible con tanta gente a mi alrededor . Una chica joven, dejó ante mí un plato con carne y patatas, con una enorme sonrisa...por como se dirigieron a ella, oí el nombre de Soleil. Si no recordaba mal era la de los panecillos. Se lo agradecí con un susurro pero no podía comer, todos me miraban y se preguntaban entre sí . No estaba cómoda y me empezaba a poner nerviosa -Creo que...debo salir un momento, ahora...regreso .-me levanté y salí de allí aprisa, no debía perder los papeles... estaba tan nerviosa...
desde allí podía verlos, en familia...en un ambiente cargado de aprecio y cariño , bromas. Nunca tuve eso, sin querer lo había vuelto a arrastrar a mi posición por lo que antes de girarme a enfrentar su mirada suspiré...
-No puedo entrar, no me controlo y...es mejor que esté tranquila si no el caos del que tanto hablas será nada a lo que pueda suceder -
¿Cuánto tiempo estuve allí? El suficiente para olvidar en mis tres años de vida todo lo relacionado con la vida real. Mi magia era poderosa pero lo eran más esas almas que anidaban en mi interior. No comprendía porqué fui tan valiosa para esas personas. No dije nada al respecto, no tenía porqué dar explicaciones y menos hablar de algo que quería olvidar.
-Es lo único que conocí, aún tengo mucho que conocer...-en los libros, aún no había nada que pudiese acercarnos a romper lo que nos unía, cada segundo que pasaba... era una tortura en mi cabeza. Si me encontraban, el caos no lo sembraría yo precisamente. Di un respingo antes de ponernos en marcha a la mesa.
La mesa de madera oscura, estaba repleta de toda clase de bebida y comida...ambas en abundancia. Allí todos conversaban y reían, muchas personas...todas desconocidas, excepto aquel joven que nos encontramos por los pasillos. No escuché lo que dijeron , solo me senté a su lado y miré hacia el plato totalmente sonrojada, no estaba acostumbrada a todo esto y menos a tratar con personas...que seguramente me preguntarían y querrían saber cosas sobre mí.
-No tengo hambre , gracias...de verdad -estaba de lo más asustada y por debajo de la mesa, busqué la manga de su ropa para aferrarme a él, no sentirme sola...cosa imposible con tanta gente a mi alrededor . Una chica joven, dejó ante mí un plato con carne y patatas, con una enorme sonrisa...por como se dirigieron a ella, oí el nombre de Soleil. Si no recordaba mal era la de los panecillos. Se lo agradecí con un susurro pero no podía comer, todos me miraban y se preguntaban entre sí . No estaba cómoda y me empezaba a poner nerviosa -Creo que...debo salir un momento, ahora...regreso .-me levanté y salí de allí aprisa, no debía perder los papeles... estaba tan nerviosa...
desde allí podía verlos, en familia...en un ambiente cargado de aprecio y cariño , bromas. Nunca tuve eso, sin querer lo había vuelto a arrastrar a mi posición por lo que antes de girarme a enfrentar su mirada suspiré...
-No puedo entrar, no me controlo y...es mejor que esté tranquila si no el caos del que tanto hablas será nada a lo que pueda suceder -
Dubh- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/08/2017
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