Recorriendo callejones

por **Ashelle L´Aurelianne** Vie Nov 19, 2010 9:06 am

¿Como en el nombre de Dios, podía haber alguien tan sumamente malvado como para dejar a un miembro de su familia, de tan solo once años campando a sus anchas por París, ciudad que ni siquiera conoce? Esa fue la pregunta que me hice tras haber andado por calles, callejones y callejuelas y caí al suelo agotada.

Hacía dos meses que un "misterioso" incendio en casa de mis abuelos paternos se llevara a mis padres de mi lado. Curiosamente tan solo murieron ellos, en una fiesta en la cual había casi 500 personas. Muy sospechoso. Sin embargo no hubo nadie que me escuchara a mi, la nieta pequeña del famoso señor L´Aurelianne, cuando dije que el les mató. Despues de todo, era simple cuestión de lógica. Alvar L´Aurelianne odiaba a su hijo por no haberse casado con la mujer mas adecuada, escogiendo a una mujer de clase baja, y aun por encima con fama de bruja.

Pero lo que menos me había gustado fue que, mi tía Jo-Jo, ella que tanto me querá, me mantuvo encerrada en una habitación hasta hace 4 días cuando partimos hacia París.

Y aquí estoy yo, perdida por las calles de París, sin saber que hacer, con mi pelo negro tapándome la cara. Maldita sea toda mi familia, terminaré con ellos aunque sea lo último que haga. Me deslicé por una pared hasta el suelo, y allí me quedé, en una patética imagen, con una mezcla de autocompasión y enfado.

por **Ander Vlad** Vie Nov 26, 2010 9:53 am

Caminaba como siempre entre los callejones de París. Me gustaba perderme entre caminos que no iban a ninguna parte, entre la oscuridad, entre laberintos empedrados... Allí el viento era menos fuerte y no sentía aquellos duros escalofríos que me recordaban mi soledad.

De pronto comencé a caminar más despacio. Una niña tirada en el suelo me impidió seguir pensando en mis absurdos asuntos. Me acerqué a ella. Parecía cansada. Me acuclillé a su lado mirándola fijamente y susurré:

-¿Qué hace aquí, pequeña mademoiselle?-
Los rasgos de la niña llamaron muchísimo mi atención. Parecía una muñequita de porcelana, delicada, pero fría... notaba en ella las energías de aquellos que ven más allá de lo existente... aquellos que ven las esencias y las almas perdidas. Me asusté.

por **Ashelle L´Aurelianne** Dom Dic 19, 2010 5:42 am

Malditos señores arrogantes... ¿Porqué habiendo tantísima gente malvada en el mundo no mandaba el Señor Todopoderoso, o al menos todopoderoso decían que era, una nueva inundación? ¿O una plaga? ¿O algo? Pues porque era un vago, si señor, un vago redomado que seguro que estaba alli arriba, en su trono celestial si hacer naa por solucionar las injusticias y problemas del mundo.

Pensé en como me había mirado el señor de antes, ofreciéndome un caramelo, intentado llevarme hacia otro de los callejones que en aquella enorme ciudad había. Y claro, me volvía a asustar pensando en aquello, y al borde de las lágrimas apareció un chico, no mucho mayor que yo... Bueno, si mayor que yo era y bastante pero quería crecer ya, lo mas pronto posible. ¿Querría lo mismo que aquel otro hombre? Agarré con rapidez un palo y me puse en pie de un salto empuñándolo como si fuera una espada:

-No te acerques o hago pinchos morunos con usted-mi mirada denotaba una fortaleza interior que debía asustar, no en vano era una bruja, igual que mi madre, y bastante poderosa a decir verdad.

por **Ander Vlad** Dom Ene 02, 2011 4:44 pm

Sonreí al escuchar aquello de la niña, y su modo de actuar me pareció bastante gracioso. No quería asustarla, así que decidí no actuar bruscamente. Me quedé de cuclillas frente a ella, sin mover un solo dedo... uhm... convertirse en un pincho moruno era bastante serio, y me preocupaba. Sonreí al imaginarme a mí mismo, en mi forma lobuna atravesado por un palo, sobre una hoguera.
-¿Pinchos morunos?- pregunté fingiendo que estaba asustado.
-Vaya... solo quería hablar un ratito, pero si te apetece atacarme, no me voy a defender- dije con ternura. Me pregunté si la niña tenía un lugar donde pasar la noche. Pensé en llevarla a mi apartamento, pero pensé en que quizás la niña pensaría algo extraño de mí, y yo no quería eso por nada del mundo. Me dió pena verla ahí, me quedaría con ella hasta que me dejase ayudarla.

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