AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Silence? What i'm doing here?! { Rhys }
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Silence? What i'm doing here?! { Rhys }
El sol caminaba por el oscuro y encapotado cielo, pocas veces lograba verse, pese a todas las grisáceas y espesas nubes que lo cubrían con su grueso manto, sin permitir ver su espléndor, apartándo al resto de su hermosura, que brindaba luz a cada rincón de la Tierra, hasta el más oscuro, que parecía invadido por Lucifer. Pero, hoy no, hoy, todo eso era distinto, desde los ojos de Mariella, todo parecía pertenecer al rey del infierno, como si este, se hubiéra apoderado de todo, hasta del alma de Mariella. ¿Pero que decía? Si el alma de ella, ya estaba más que invadida por él ¿Pero que sabemos de almas? ¡Nada!, ella ya no era la persona que sus padres siempre quisieron que fuera, esa era Isobella, la chiquilla ahora consentid de su padre, le concedía todo lo que ella quisiera, pero a través de un simple y humilde ayudante de su padre, el Señor Van Trousse, ya no tenía tiempo para ninguna de sus "queridas" hijas, que hasta ahora, ya no parecían más que simples chicas que vivían bajo su resguardo, bajo su mismo techo, pero eso era todo.
Un oscuro lugar, donde no había ni rastro de humanidad, de vida, tan solo el frío soplo del viento, que helaba hasta la sangre, perforaba los huesos, entumecía cada musculo del cuerpo de Mariella.
Una voz en su cabeza, le gritaba que corriera, que estar ahi no era buen indicio y menos un buen lugar para pasar la noche, que ya se avecinaba, al ver como los tenues rayos del sol se iban volviéndo aun más tenues.
El cielo, comenzó a tornarse negro, como boca de lobo, del cual, era dificil salir. Si con la tenue luz del sol, le había costado camianr y moverse de su antiguo sitio ¿Acaso podría hacer lo mismo con esa oscuridad abrazadora? Que ya se había adueñado de ella y de su alrededor.
El viento, se tornó, ya no era solo un suave soplo, una brisa que no dañaba, se tornó violenta, fuerte, como si odiara a cada cosa de aquél tenebroso lugar.
¿Cómo había llegado aquí? ¿Tan rápido? Mariella, simplemente, se había metido, por un sendero de tierra, no muy marcado, pero lo podía reconocer, incluso, al momento que desera regresar a su residencia. Pero esta vez, se adentró demasiado, hasta perderse.
Encontró unas casas por el camino, pero todas... abandonadas, con rastro de no haberse ocupado por años, incluso décadas. Pero, en todas tocó, con frénetismo, espantada, el tiempo se agotaba, gritaba desesperada, buscándo ayuda por doquier, pero ya nada ni nadie podría ayudarla.
El único sonido que sus oídos lograban escuchar, era el aire, nada más.
En su trayectoria sin rumbo, encontró una pequeña cabaña, corrió hasta ella, se veía muy humilde, pero no le importaba, esperaba que alguien pudiera estar dentro de ella y le brindara asilo, golpeó a la puerta, pero nadie contestaba.
Suspiró con frustración, enojo, tristeza, muchos sentimientos. Se sentó en las escaleras del reducido porche, recargándose en la barandilla, cerrándo los ojos con temor.
Un oscuro lugar, donde no había ni rastro de humanidad, de vida, tan solo el frío soplo del viento, que helaba hasta la sangre, perforaba los huesos, entumecía cada musculo del cuerpo de Mariella.
Una voz en su cabeza, le gritaba que corriera, que estar ahi no era buen indicio y menos un buen lugar para pasar la noche, que ya se avecinaba, al ver como los tenues rayos del sol se iban volviéndo aun más tenues.
El cielo, comenzó a tornarse negro, como boca de lobo, del cual, era dificil salir. Si con la tenue luz del sol, le había costado camianr y moverse de su antiguo sitio ¿Acaso podría hacer lo mismo con esa oscuridad abrazadora? Que ya se había adueñado de ella y de su alrededor.
El viento, se tornó, ya no era solo un suave soplo, una brisa que no dañaba, se tornó violenta, fuerte, como si odiara a cada cosa de aquél tenebroso lugar.
¿Cómo había llegado aquí? ¿Tan rápido? Mariella, simplemente, se había metido, por un sendero de tierra, no muy marcado, pero lo podía reconocer, incluso, al momento que desera regresar a su residencia. Pero esta vez, se adentró demasiado, hasta perderse.
Encontró unas casas por el camino, pero todas... abandonadas, con rastro de no haberse ocupado por años, incluso décadas. Pero, en todas tocó, con frénetismo, espantada, el tiempo se agotaba, gritaba desesperada, buscándo ayuda por doquier, pero ya nada ni nadie podría ayudarla.
El único sonido que sus oídos lograban escuchar, era el aire, nada más.
En su trayectoria sin rumbo, encontró una pequeña cabaña, corrió hasta ella, se veía muy humilde, pero no le importaba, esperaba que alguien pudiera estar dentro de ella y le brindara asilo, golpeó a la puerta, pero nadie contestaba.
Suspiró con frustración, enojo, tristeza, muchos sentimientos. Se sentó en las escaleras del reducido porche, recargándose en la barandilla, cerrándo los ojos con temor.
Mariella E. Van Trousse- Humano Clase Alta
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 17/11/2010
Edad : 31
Localización : Behind You #
Re: Silence? What i'm doing here?! { Rhys }
Soledad... es todo cuanto le llenaba, todo cuanto entendía. Era la única sensación que le había acompañado desde su más tierna infancia, cuando el dolor se instaló en su familia y rompió todo atisvo de felicidad. La soledad había ido de su mano desde entonces, su más fiel compañera, acompañándole en los buenos momentos y dándole consuelo en los peores. La amaba tanto como la odiaba, pues aunque tratara de huír de ella era incapaz de vivir sin ella, pues la soledad era parte de él. Sin ella, no tendría identidad alguna, se consumiría en la nada y desaparecería.
La gente, las multitudes, le incomodaban tanto como le asqueaban. Sentir el contacto de todas esas personas al pasar o chocar con él, rozándole con mirada de superioridad o sonriéndole con absurda falsedad, Rhys odiaba sus almas vacías y mentes llenas de sádica fantasía. Por ello esperaba las noches para poder desterrarse a solas en las zonas más abandonadas, donde nadie le molestaría, donde podría mostrar su verdadero rostro sin falsas máscaras de complicidad para no desencajar en una sociedad donde las apariencias son lo primero.
En esta ocasión se había resguardado en una cabaña abandonada, instalándose en su interior solamente con una vela y su fiel violín, aún enfundado sin haber sido tocado. No se sentía con fuerzas para tomarlo, la melodía que podría salir con su estado de ánimo sería demasiado para su corazón. Así que simplemente permanecía tumbado en el suelo de madera, con los ojos cerrados tratando de dejar la mente en blanco.
Colores tras sus párpados que se iban convirtiendo en imágenes; el azul era su madre, el rojo su padre... tan intempestivo reproduciéndose como un cáncer por su mente recordándole quién era.
Abrió los ojos de repente, tanto por el miedo de ser juzgado por el fantasma de su padre como por el ruido estridente que escuchó en el exterior. Se levantó alarmado, caminando con cuidado de no hacer crugir los tablones, y se acercó a la ventana, viendo el hasta ahora solitario porche. Se fijó en la figura allí sentada, analizando mentalmente qué debería hacer. ¿Pasar desapercibido y esperar a que se fuera... u ofrecer ayuda a otra alma solitaria como él?
Finalmente tomó la decisión de abrir la puerta y, recargándose en el marco, miró a la chica. - La oscura noche llama a las más peligrosas criaturas... ¿qué hace una chica a solas tomando ese riesgo? - Preguntó con voz suave, mirando a la nada.
La gente, las multitudes, le incomodaban tanto como le asqueaban. Sentir el contacto de todas esas personas al pasar o chocar con él, rozándole con mirada de superioridad o sonriéndole con absurda falsedad, Rhys odiaba sus almas vacías y mentes llenas de sádica fantasía. Por ello esperaba las noches para poder desterrarse a solas en las zonas más abandonadas, donde nadie le molestaría, donde podría mostrar su verdadero rostro sin falsas máscaras de complicidad para no desencajar en una sociedad donde las apariencias son lo primero.
En esta ocasión se había resguardado en una cabaña abandonada, instalándose en su interior solamente con una vela y su fiel violín, aún enfundado sin haber sido tocado. No se sentía con fuerzas para tomarlo, la melodía que podría salir con su estado de ánimo sería demasiado para su corazón. Así que simplemente permanecía tumbado en el suelo de madera, con los ojos cerrados tratando de dejar la mente en blanco.
Colores tras sus párpados que se iban convirtiendo en imágenes; el azul era su madre, el rojo su padre... tan intempestivo reproduciéndose como un cáncer por su mente recordándole quién era.
Abrió los ojos de repente, tanto por el miedo de ser juzgado por el fantasma de su padre como por el ruido estridente que escuchó en el exterior. Se levantó alarmado, caminando con cuidado de no hacer crugir los tablones, y se acercó a la ventana, viendo el hasta ahora solitario porche. Se fijó en la figura allí sentada, analizando mentalmente qué debería hacer. ¿Pasar desapercibido y esperar a que se fuera... u ofrecer ayuda a otra alma solitaria como él?
Finalmente tomó la decisión de abrir la puerta y, recargándose en el marco, miró a la chica. - La oscura noche llama a las más peligrosas criaturas... ¿qué hace una chica a solas tomando ese riesgo? - Preguntó con voz suave, mirando a la nada.
Rhys Kynaston- Humano Clase Media
- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 13/11/2010
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