goods and monster

por **Georgiana D'Aramitz** Miér Oct 04, 2017 8:23 pm

La delicada porcelana de un casi imperceptible tono rosado moldeada en una perfecta y exquisita taza con pequeños detalles de rosas que incluso adorna el aza de la exquisita pieza, descansa sobre un platito que hace perfecto juego a esta. En su contenido el té de durazno permanece quieto junto a la delgada rodaja de durazno. La mano de la delicada joven toma el aza y acerca la porcelana a sus labios rosados con delicadeza y elegancia de una joven de buena cuna, su gemela desliza el dedo índice por la inscripción en italiano que esta transcribiendo –… Transverberacion di Santa Teresa o el éxtasis de Santa Teresa, creado por Bernini… – Susurra en un perfecto acento italiano. Deja descansar la tacita en el plato y anota el cuadernillo con ágil, perfecta y elegante caligrafía.

El azul cIelo de sus ojos recorre por un momento lejos del libro que ha pasado la tarde leyendo y haciendo anotaciones. Mira un poco más allá del marco al que se ha estado concentrando y suspira recordando la invitación para la opera que se daría lugar dentro de una semana por la noche. Suspiro suavemente. Es un milagro que aun la inviten después de los tremendos escándalos en los que día a día se mete cualquiera de su familia, incluidos sus padres que pese a todo su presencia era respetables en la alta sociedad de París, parece incluso que apreciándolos en muchos aspectos, desde servir a la santa inquisición hasta proveer chismorreos a las damas de sociedad que no dudan en comentarlos en cualquier salón de té.

Y recordando chismorreos, suspiro recordando que en cualquier momento, cualquier de sus hermanas, deseando que fuera Dessiree, entrarían por su puerta informando que tenían cita con madame Hebert, la modista y junto a sus humanas, un puñado de hermosas mujeres, escandalosas, poco educadas y sobretodos casaderas, todas, excepto ella. Desfilaría en la boutique.

Tan solo quince minutos después los nudillos de una mano tocaron quedamente a espera de su respuesta – ¿Madame?– solo que la voz no era de ninguna de sus hermanas, era de su dama de compañía –¿Si?– la joven abrió la puerta y se asomo un poco –Tiene una visita, la espera en el saloncito principal– sonrió la joven encandilada, Georgiana alzo una ceja extrañada, ella no espera ninguna visita –Ya que le han hecho pasar, dile que iré en un momento– la puerta se cerro y Georgiana solo deseo que sus hermanas no empezaran a molestarle porque no lo olearia en absoluto, como ninguna de las anteriores.