Excelente marino, no solo por su extrema audacia y valor sino que también por su inigualable astucia e ingenio. Sin olvidarse de las riquezas que posee como conocimiento en la ciencia de la navegación. Conocido como Dragut o Darghouth, un villano, un monstruo a bestia que posee virtudes humanas entre las que cabe señalar su excepcional clemencia hacia los cautivos, muy a pesar de su crueldad y despiadadas acciones cuando le provocan, y esto es ante las batallas. Fue por su arrojo e inteligencia que a sus 17 años se le confió e mando de una fragata, logrando con su destreza ser propietario de un bergantín y también a comandar una pequeña flotilla de galeras con las que causaba grandes daños a los buques a esa edad. Odiado y calumniado por muchos, pero la realidad se halla en el mar. Haciéndose de una fama, que entre negocios es aceptada, pues e respeto de su gente proclama.

Soberbio y con espíritu indomable, especialmente cuando está en juego su orgullo personal. Más su furia, lo terrible y sádico es exclusivo para sus enemigos. Púes con ellos el demonio se muestra, más sus virtudes solo su gente las conocen. Así que con su ingeniosidad habilidad para atacar, protege, mantiene y sirve a su Imperio, un hombre que dieron por muerto, pero siempre ha vivido en las aguas. Y regreso para expandirse en el comercio.

Conocido como Dragut o Darghouth, el villano en los cuentos hablados sobre el mar, un monstruo que va y viene rugiendo en el fondo del mismo, una bestia que con su furia destruye los más equipados barcos, nadie ha podido ejecutar un motín como él, ni ha perdido ni una sola batalla, porque nacido como un corsario otomano le conocen en el Mediterráneo y en el Mar negro, tan terrible y sádico pirata de Berbería, él y su tripulación, buscan oro y plata, y más que eso, crearon toda una red de trata de esclavos, pidiendo por el rescate de estos o hasta venderlos como tal, nadie iba sin valor, estaban bien preparados, por algo es su capitán, pues vela por el interés de cada uno, que contaba con traductores y guías para las nuevas conquistas. Yendo a flota inferior, ganaron batallas marítimas, capturando y destruyendo buques, y haciéndose de más prisioneros, saqueando y cortando cabezas de sus enemigos, construyendo un monumento con sus cráneos. Sorpresas y más sorpresas dan estos corsarios, él y su ingeniosa habilidad para atacar, creo torres de vigilancia en lugares estratégicos y se fue extendiendo en el mar, siendo de manera redondeada para que las balas de los cañones que llegasen a dispararles desde los barcos, se deslizaran sobre su superficie, e hicieran un daño mucho menor. Donde la Isla de Rodas era suya, y amplió su flota con más de 15 barcos.

Nadie llegó a conocer en su totalidad su historia, si murmuraban trozos, pero lo suficiente para que lo catalogaran como el peor. Donde nos remontamos en la costa de egea de Anatolia, se convirtió en Islam y estuvo al servicio de la marina turca. Destacó como piloto y artillero, llegando a Capitán. Fue una vez galeote, y un lugarteniente del conocido como Barbarroja. Se dedicó a asaltar islas, terminando en los centros de piratería internacional. Una posibilidad de obtener dinero rápidamente y además con protección para ejercerla. Cuando ya se creía que el avance de la tecnología naval había dejado a sus barcos obsoletos, tuvieron un refuerzo vital que les salvó. La llegada del holandés Simón Dansen, aplicó cambios a los diseños de sus barcos, pasando de galeras a galeones. Con estos nuevos y modernos barcos, los berberiscos ya pudieron hacer incursiones a mucha mayor distancia de sus bases del Norte de África. En algunas ocasiones incluso llegaron hasta las Islas Británicas e Irlanda. Y en el camino no despreciaron la oportunidad de atacar Galicia en el Noroeste de España. Incontables batallas, que atrajeron riquezas. Por lo que muchos pagaban por su muerte, como Andrea Doria, Gianetti Doria, Bailiff Claude de la Sengle (los que más se aproximaron al intento de matarlo) porque no estaba subordinado a alguien, y que llegó a comercializar con moneda turca en puros franceses, hasta que la muerte de su mentor le hizo conquistar más posiciones, nadie había sabido de su naturaleza, y solo llegaron a saberlo y sin contarlo, por lo que no era sólo un despiadado pirata como parecía a ojos occidentales, sino un estudioso estratega. No aceptó rendición alguna; no tuvo piedad; Ordenó decapitar a los supervivientes sin órdenes de esclavitud, venta y demás. Ellos mataron a su mentor y caro lo pagaron, pues mandó a descarnar y limpiar sus cráneos, y junto con barro construyó una torre de adobe y calaveras españolas que pudiera ser vista desde el mar, a millas de distancia. Quizá así, la próxima vez que quisieran atacar su isla se lo pensarían dos veces.

Su carrera militar estuvo llena de éxitos, Italia, Sicilia, España, Albania asalto, pero siempre sirviendo al Imperio Otomano, como comandante naval y como bajá de Trípoli. Dedicándose a comercializar y generar riquezas para su tripulación, toda su vida se encuentra en el fondo del mar, ahí es donde solo vive. Aunque haya pisado tierra, su reino se ha cimentado en cadenas de islas y puertos más conocidos para sus ventas.  

Pero en una batalla en especial, lo dieron por muerto, no porque los españoles lo causarán sino porque el Imperio Otomano corría peligro, si fue gravemente herido pero se libró de la muerte, y en su lugar llevaron el cuerpo de su fiel amigo, venerado en su lugar, y con los honores recibidos. Desapareció por un tiempo, yendo a buscar a una bruja que ayudaba a perpetuar el alma, y mientras el tiempo pasaba, años transcurrieron pero la hallaron al final, pagando con una maldición, que debía viajar solo, durante 220 años en el fondo del océano índico, como un tiburón que nada podía matarlo púes las vidas que tomaba, (ya sean humanas o de animales) sus años los iba a ir consumiendo, y que al llegar el término de 220 años, se transformaría en humano y el tiempo correría de nueva cuenta, consumada la maldición, siendo mortal como el cambiante. Y ahí comenzó, dominando el mundo marino y buscando su nueva tripulación, con los hijos de los hijos de los hijos de quienes fueron comandados por su valor.