AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Chasse au thon rouge [Privado Ryuu Chandler]
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Chasse au thon rouge [Privado Ryuu Chandler]
Una suave niebla cubría las callejuelas de París en una oscura noche que no invitaba a permanecer fuera del hogar a sus ciudadanos. Al parecer, durante todo el día una fina lluvia había humedecido sus adoquinados suelos, y a pesar de estar ya en primavera, esa velada era como si el invierno se negase a desaparecer del todo y dejar paso a la siguiente estación.
Solo un par de noches antes había llegado hasta aquella ciudad europea donde esperaba por fin darle caza al inmortal que me convirtió en el monstruo que era ahora, y es que, tras varios siglos de persecución, por fin había conseguido un rastro fiable de ese escurridizo ser de las tinieblas. Pero esa noche había decidido que mis pasos tomasen otro rastro bien distinto. Había llegado a mis oídos que cerca del hostal de la zona portuaria donde me alojaba, noches atrás se había cometido un crimen tan atroz que hasta las autoridades habían preferido mantenerlo bajo secreto de sumario. Lo que se podía traducir en que desconocían por completo que ser había podido ejecutar tal dantesco asesinato, imaginándose erróneamente que sería un hombre el culpable del mismo. Puesto que aún faltaban unas cuantas noches para luna llena, descarté inmediatamente que el sobrenatural responsable fuese un licántropo que se hubiese adentrado en la ciudad. Así que me resultó fácil deducir que se trataba de un inmortal que había hecho del puerto su lugar de caza, puesto que aunque no tenían más pistas sobre el asesino, si habían relacionado este crimen con otros sucedidos por esta zona semanas e incluso meses antes.
Subida a uno de los tejados de los talleres de los pescadores, agradecía sobremanera que el frío intempestivo fuese capaz de mantener las calles desiertas, exceptuando algunas prostitutas que buscaban clientes entre los marineros extranjeros, y alguno que otro cliente de alguna taberna que todavía permanecía abierta. Desde allí conseguía tener una perfecta visión de casi todo el puerto, incluyendo las posadas más concurridas por los trabajadores que terminaban su oficio y se tomaban una pinta antes de volver a casa. Una de las poca cosas buenas de haberme convertido en vampiresa, es alguna de las habilidades que me habían sido otorgadas con la maldición; y es que una de ellas me permitía identificar la naturaleza de aquel a quién veía solamente por su aura. De esta forma no tardé en encontrar al criminal que estaba buscando, el cual estaba camelándose a un pobre prostituta que contenta por tener un cliente una noche tan desoladora, insistía en apaciguar al caballero en un callejón cercano.
No tardé en saltar del tejado donde me encontraba, recorriendo con rapidez la distancia hasta ese lugar. Si me demoraba demasiado la chica se convertiría en una víctima más en la lista de ese desgraciado, y yo me culparía el resto de mi existencia (la cual era muy larga) no haber llegado a tiempo. Miré con cautela a ambos lados de la calle antes de cruzar, asegurándome de que nadie más pasaba por allí en esos momentos. No sería una cacería fácil si el vampiro había sido capaz de cometer tales atrocidades, así que probablemente llamaríamos la atención más de lo que desearía. A pesar de no ver a nadie que pudiese presenciar aquello, podía percibir un fuerte latido no muy lejano. Más tras echar un último vistazo rápido y no conseguir localizar al dueño del mismo, continué mi camino sin tiempo que perder.
Cuando me adentré en la oscuridad del callejón, supe que era de vital importancia que me moviese con rapidez. La joven se encontraba paralizada con la espalda apoyada en la pared, con los ojos abiertos por el shock mientras el vampiro se ocupaba de deslizar sus manos por debajo de su falda, al tiempo que succionaba con fuerza de la yugular de la joven. De un salto caí sobre él, consiguiendo que soltase así a la muchacha que se quedó inmóvil, con la mirada perdida e incapaz de reaccionar. Ambos caímos al suelo, con la mala suerte que no me esperaba encontrarme con un ser tan poderoso que fuese capaz de controlar mi fuerza, colocándose sobre mí.
Con una sonrisa ladina, sus manos se agarraron a mi cuello, apretando ese con fuerza tratando de inmovilizarme, mientras se inclinaba para morderme. Su fuerza era espectacular e intentar zafarme de su agarre me estaba costando horrores. Claro que yo no era una simple cazadora, y la experiencia además de mis habilidades vampíricas hacían de mí una depredadora a la que no había que subestimar. Lo miré fijamente a los ojos, y colocando una mano sobre su cabeza, comencé a infligirle con la mente un dolor tan intensó que lo obligó a detenerse, aunque desgraciadamente no era suficiente para que me soltase. Si aquello no funcionaba, no solo el inmortal podría terminar con mi existencia, sino que la chica correría después la misma suerte que el resto de las víctimas. Tenía que hacer algo rápido, pero ¿el qué?
Solo un par de noches antes había llegado hasta aquella ciudad europea donde esperaba por fin darle caza al inmortal que me convirtió en el monstruo que era ahora, y es que, tras varios siglos de persecución, por fin había conseguido un rastro fiable de ese escurridizo ser de las tinieblas. Pero esa noche había decidido que mis pasos tomasen otro rastro bien distinto. Había llegado a mis oídos que cerca del hostal de la zona portuaria donde me alojaba, noches atrás se había cometido un crimen tan atroz que hasta las autoridades habían preferido mantenerlo bajo secreto de sumario. Lo que se podía traducir en que desconocían por completo que ser había podido ejecutar tal dantesco asesinato, imaginándose erróneamente que sería un hombre el culpable del mismo. Puesto que aún faltaban unas cuantas noches para luna llena, descarté inmediatamente que el sobrenatural responsable fuese un licántropo que se hubiese adentrado en la ciudad. Así que me resultó fácil deducir que se trataba de un inmortal que había hecho del puerto su lugar de caza, puesto que aunque no tenían más pistas sobre el asesino, si habían relacionado este crimen con otros sucedidos por esta zona semanas e incluso meses antes.
Subida a uno de los tejados de los talleres de los pescadores, agradecía sobremanera que el frío intempestivo fuese capaz de mantener las calles desiertas, exceptuando algunas prostitutas que buscaban clientes entre los marineros extranjeros, y alguno que otro cliente de alguna taberna que todavía permanecía abierta. Desde allí conseguía tener una perfecta visión de casi todo el puerto, incluyendo las posadas más concurridas por los trabajadores que terminaban su oficio y se tomaban una pinta antes de volver a casa. Una de las poca cosas buenas de haberme convertido en vampiresa, es alguna de las habilidades que me habían sido otorgadas con la maldición; y es que una de ellas me permitía identificar la naturaleza de aquel a quién veía solamente por su aura. De esta forma no tardé en encontrar al criminal que estaba buscando, el cual estaba camelándose a un pobre prostituta que contenta por tener un cliente una noche tan desoladora, insistía en apaciguar al caballero en un callejón cercano.
No tardé en saltar del tejado donde me encontraba, recorriendo con rapidez la distancia hasta ese lugar. Si me demoraba demasiado la chica se convertiría en una víctima más en la lista de ese desgraciado, y yo me culparía el resto de mi existencia (la cual era muy larga) no haber llegado a tiempo. Miré con cautela a ambos lados de la calle antes de cruzar, asegurándome de que nadie más pasaba por allí en esos momentos. No sería una cacería fácil si el vampiro había sido capaz de cometer tales atrocidades, así que probablemente llamaríamos la atención más de lo que desearía. A pesar de no ver a nadie que pudiese presenciar aquello, podía percibir un fuerte latido no muy lejano. Más tras echar un último vistazo rápido y no conseguir localizar al dueño del mismo, continué mi camino sin tiempo que perder.
Cuando me adentré en la oscuridad del callejón, supe que era de vital importancia que me moviese con rapidez. La joven se encontraba paralizada con la espalda apoyada en la pared, con los ojos abiertos por el shock mientras el vampiro se ocupaba de deslizar sus manos por debajo de su falda, al tiempo que succionaba con fuerza de la yugular de la joven. De un salto caí sobre él, consiguiendo que soltase así a la muchacha que se quedó inmóvil, con la mirada perdida e incapaz de reaccionar. Ambos caímos al suelo, con la mala suerte que no me esperaba encontrarme con un ser tan poderoso que fuese capaz de controlar mi fuerza, colocándose sobre mí.
Con una sonrisa ladina, sus manos se agarraron a mi cuello, apretando ese con fuerza tratando de inmovilizarme, mientras se inclinaba para morderme. Su fuerza era espectacular e intentar zafarme de su agarre me estaba costando horrores. Claro que yo no era una simple cazadora, y la experiencia además de mis habilidades vampíricas hacían de mí una depredadora a la que no había que subestimar. Lo miré fijamente a los ojos, y colocando una mano sobre su cabeza, comencé a infligirle con la mente un dolor tan intensó que lo obligó a detenerse, aunque desgraciadamente no era suficiente para que me soltase. Si aquello no funcionaba, no solo el inmortal podría terminar con mi existencia, sino que la chica correría después la misma suerte que el resto de las víctimas. Tenía que hacer algo rápido, pero ¿el qué?
Última edición por Samara Alighieri el Dom Oct 15, 2017 6:21 pm, editado 1 vez
Samara Alighieri- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 14/04/2017
Localización : París
Re: Chasse au thon rouge [Privado Ryuu Chandler]
Llevaba varios días siguiendo el rastro de un vampiro que, según había oído, había cometido uno de los peores asesinatos de la zona: Matando a 6 personas en un mismo lugar, algo que llevaba sin ver en mucho tiempo. Sabiendo que los vampiros no necesitaban a más de una persona para alimentarse. Y era precísamente por eso que estaba allí, porque sabía que ese vampiro no era uno corriente.
Al principio, cuando escuché los rumores de que algo había pasado en el hostal portuario, y por ello me acerqué a la morgue para analizar uno de los cuerpos, el cual pertenecía a una mujer, y estaba totalmentr destrozado, además de tener varias marcas de mordiscos por todos lados, lo que me dió a pensar que si aquél cuerpo estaba así, los demás solo podrían estar igual o peor. Por lo que decidí largarme de allí y continuar mi investigación.
Investigación que no me llevó muy lejos de la primera escena del crímen: Estaba escondido en una esquina de una de las calles, en un barrio que se caracterizaba por estar repleto de prostitutas, al menos en noches normales. Pero aquella no lo era, pues una niebla (aunque espesa) y un frío congelador dominaba el puerto. Había conseguido saber quien era el vampiro gracias a que le había seguido desde su escondite hasta aquél lugar, que parecía ser muy transitado por él ultimamente. Ahora se encontraba hablando con una de las pocas prostitutas que se habían atrevido a salir a la calle y ganarse el pan de cada día, estaba convenciéndola para llevársela y encargarse de ella, tal y como hizo con las otras personas días atrás.
Finalmente empezaron a andar, y permanecí allí durante unos instantes, dejando una distancia de seguridad que me permitiría no ser detectado por el vampiro, hasta que no estuviera ya a punto de matarle.
La niebla y la conversación que vampiro y prostituta estaban teniendo me llevaron hasta un callejón, donde la escena que me recibió me pilló un tanto por sorpresa, puesto que el vampiro fue interferido en su caza por otra criatura que, por su apariencia y movimientos, deduje que era otra vampiresa. Ámbas criaturas se encontraban forcejeando mientras la prostituta se encontraba en estado de shock, con la mirada perdida. Me acerqué sigilosamente para que los otros dos no se dieran cuenta y cogí a la muchacha en brazos, alejándola del callejón y dejándola tumbada entre varias cajas y barriles apilados entre si, me quité la chaqueta y se la puse encima a modo de manta.
-Estás a salvo, aquí no te pasará nada.-Sabía que no me escucharía, pero tenía esperanzas, aunque no se pudiera mover de allí.
Entonces caí en la cuenta de que aquellas cajas desprendían un olor extraño, a mar, entrecerré los ojos y cogí una de ellas, la cual pesaba un tanto y tenía grabado en uno de los laterales la frase "Pescados y mariscos Recio, frescos y al mejor precio." Al leer aquél mensaje, no pude evitar sonreír de forma irónica y mirar de nuevo a la prostituta: El olor a pescado ocultaría el suyo, y si el vampiro se escapaba no podría encontrarla.
Entonces una idea en mi cabeza se materializó de forma repentina, volví a mirar la caja, y durante unos segundos estuve replanteando aquella idea, y apreté los labios mientras lo pensaba. Hasta que finalmente, de un golpe rompí aquella caja de madera alargada, dejando ver lo que parecía ser un pez espada.
-Extraño e inesperado, perfecto.-Cogí el pez de la cola con una sola mano y volví a dirigirme al callejón, donde aquellos vampiros seguían forcejeando. Dí un silbido sonoro, que hizo que el vampiro, que estaba encima de la mujer, se girase para mirarme. A lo cual yo ya estaba listo, sujetando el pez a modo de lanza, y se lo lancé directamente al pecho, con fuerza. El vampiro, que no se esperaba aquello, se movió hacia un lado, impactándole el largo aguijón del pez en el hombro y empujándole unos pocos metros más lejos de la mujer.
Entrecerré los ojos, soltando una maldición, y me acerqué a la vampiresa, la cual parecía estar bien y sin ninguna herida. Me coloqué a su lado, mirando al vampiro, con una mano sujetando la empuñadura de uno de los revólveres , preparado para disparar al vampiro en cualquier momento.
-Si te aprecias lo más mínimo, déjame darte una muerte rápida y sencilla.-Dije con un tono serio y firme, a lo cual el vampiro, que estaba maldiciendo en voz baja, se sacó del hombro el pez, tirándolo después a un lado y comenzó a levantarse lentamente.
Imaginaba su próximo movimiento, y empecé a desenfundar el revólver. A lo cual el vampiro se lanzó a por mí de un salto, terminé de desenfundar el arma y salté hacia un lado, a la par que disparaba hasta tres veces, dando en el blanco dos de los disparos: Uno en uno de costados del vampiro y otro en una de sus piernas. El vampiro profirió un grito de dolor, maldiciendo aquellas balas bañadas en agua bendita. El vampiro me miró, lleno de rabia, y yo le miré a él, dispuesto a dispararle de nuevo, pero éste echó a correr, fuera del callejón, cojeando y con una mano en el costado, estaba sangrando, y dejaba un rastro de color rojo en el suelo.
-No vas a escaparte.-Me levanté del suelo y miré de nuevo a la vampiresa.-La chica está escondida entre unas cajas y barriles a la vuelta de la esquina, ¿te importaría llevarla a un sitio seguro? Yo me encargo de él.-Sin esperar respuesta eché a correr tras el vampiro, recargando el revolver y después sacando el segundo. Me encargaría de aquél asesino igual que había hecho con los demás.
Al principio, cuando escuché los rumores de que algo había pasado en el hostal portuario, y por ello me acerqué a la morgue para analizar uno de los cuerpos, el cual pertenecía a una mujer, y estaba totalmentr destrozado, además de tener varias marcas de mordiscos por todos lados, lo que me dió a pensar que si aquél cuerpo estaba así, los demás solo podrían estar igual o peor. Por lo que decidí largarme de allí y continuar mi investigación.
Investigación que no me llevó muy lejos de la primera escena del crímen: Estaba escondido en una esquina de una de las calles, en un barrio que se caracterizaba por estar repleto de prostitutas, al menos en noches normales. Pero aquella no lo era, pues una niebla (aunque espesa) y un frío congelador dominaba el puerto. Había conseguido saber quien era el vampiro gracias a que le había seguido desde su escondite hasta aquél lugar, que parecía ser muy transitado por él ultimamente. Ahora se encontraba hablando con una de las pocas prostitutas que se habían atrevido a salir a la calle y ganarse el pan de cada día, estaba convenciéndola para llevársela y encargarse de ella, tal y como hizo con las otras personas días atrás.
Finalmente empezaron a andar, y permanecí allí durante unos instantes, dejando una distancia de seguridad que me permitiría no ser detectado por el vampiro, hasta que no estuviera ya a punto de matarle.
La niebla y la conversación que vampiro y prostituta estaban teniendo me llevaron hasta un callejón, donde la escena que me recibió me pilló un tanto por sorpresa, puesto que el vampiro fue interferido en su caza por otra criatura que, por su apariencia y movimientos, deduje que era otra vampiresa. Ámbas criaturas se encontraban forcejeando mientras la prostituta se encontraba en estado de shock, con la mirada perdida. Me acerqué sigilosamente para que los otros dos no se dieran cuenta y cogí a la muchacha en brazos, alejándola del callejón y dejándola tumbada entre varias cajas y barriles apilados entre si, me quité la chaqueta y se la puse encima a modo de manta.
-Estás a salvo, aquí no te pasará nada.-Sabía que no me escucharía, pero tenía esperanzas, aunque no se pudiera mover de allí.
Entonces caí en la cuenta de que aquellas cajas desprendían un olor extraño, a mar, entrecerré los ojos y cogí una de ellas, la cual pesaba un tanto y tenía grabado en uno de los laterales la frase "Pescados y mariscos Recio, frescos y al mejor precio." Al leer aquél mensaje, no pude evitar sonreír de forma irónica y mirar de nuevo a la prostituta: El olor a pescado ocultaría el suyo, y si el vampiro se escapaba no podría encontrarla.
Entonces una idea en mi cabeza se materializó de forma repentina, volví a mirar la caja, y durante unos segundos estuve replanteando aquella idea, y apreté los labios mientras lo pensaba. Hasta que finalmente, de un golpe rompí aquella caja de madera alargada, dejando ver lo que parecía ser un pez espada.
-Extraño e inesperado, perfecto.-Cogí el pez de la cola con una sola mano y volví a dirigirme al callejón, donde aquellos vampiros seguían forcejeando. Dí un silbido sonoro, que hizo que el vampiro, que estaba encima de la mujer, se girase para mirarme. A lo cual yo ya estaba listo, sujetando el pez a modo de lanza, y se lo lancé directamente al pecho, con fuerza. El vampiro, que no se esperaba aquello, se movió hacia un lado, impactándole el largo aguijón del pez en el hombro y empujándole unos pocos metros más lejos de la mujer.
Entrecerré los ojos, soltando una maldición, y me acerqué a la vampiresa, la cual parecía estar bien y sin ninguna herida. Me coloqué a su lado, mirando al vampiro, con una mano sujetando la empuñadura de uno de los revólveres , preparado para disparar al vampiro en cualquier momento.
-Si te aprecias lo más mínimo, déjame darte una muerte rápida y sencilla.-Dije con un tono serio y firme, a lo cual el vampiro, que estaba maldiciendo en voz baja, se sacó del hombro el pez, tirándolo después a un lado y comenzó a levantarse lentamente.
Imaginaba su próximo movimiento, y empecé a desenfundar el revólver. A lo cual el vampiro se lanzó a por mí de un salto, terminé de desenfundar el arma y salté hacia un lado, a la par que disparaba hasta tres veces, dando en el blanco dos de los disparos: Uno en uno de costados del vampiro y otro en una de sus piernas. El vampiro profirió un grito de dolor, maldiciendo aquellas balas bañadas en agua bendita. El vampiro me miró, lleno de rabia, y yo le miré a él, dispuesto a dispararle de nuevo, pero éste echó a correr, fuera del callejón, cojeando y con una mano en el costado, estaba sangrando, y dejaba un rastro de color rojo en el suelo.
-No vas a escaparte.-Me levanté del suelo y miré de nuevo a la vampiresa.-La chica está escondida entre unas cajas y barriles a la vuelta de la esquina, ¿te importaría llevarla a un sitio seguro? Yo me encargo de él.-Sin esperar respuesta eché a correr tras el vampiro, recargando el revolver y después sacando el segundo. Me encargaría de aquél asesino igual que había hecho con los demás.
Tyler Chandler- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 219
Fecha de inscripción : 15/09/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Chasse au thon rouge [Privado Ryuu Chandler]
Era consciente de que mis fuerzas iban mermando con cada segundo que pasaba, y es que a pesar de que el dolor infligido por mi mente causaba efecto en el poderoso cuerpo del inmortal, no era suficiente como para neutralizarlo y otorgarme la ventaja que necesitaba para clavarle una estaca en su frío corazón. Sopesando que no podía esperar más sin llamar la atención de posibles miradas indiscretas que alertadas por nuestros gruñidos se asomasen al callejón, deslicé mi mano por el contorno de mi cintura, aprovechando que su agarre era ahora menos intenso, para hacerme con una de las dagas que prendían de mi cinturón. Esperaba que causasen el daño suficiente como para cambiar las tornas y someterlo a mi merced, hasta que me fuese posible hacerme con las estacas que en esos momentos tenía entre el frío asfalto y mi espalda.
Más fue probablemente que estaba distraída con la evolución de mi plan de ataque, que no me percaté de que el corazón de la muchacha no era el único que latía en aquel lugar, sino que otro ajetreado palpitar se aproximaba de forma rauda hasta donde nosotros nos encontrábamos. Durante unos segundos dudé de si podría tratarse de las autoridades, que alertadas por algún vecino o cliente de la taberna hubiesen llegado hasta allí, o tal vez como había previsto algún entrometido que esperaba ver en aquel callejón una escena mucho más lasciva de lo que en realidad se iba a encontrar. Para mi sorpresa, el contorno de la silueta dibujada por el contraluz de la farola no dejaba lugar a dudas que se trataba de un cazador. Desconocía el por qué, pero todos nosotros poseíamos un porte y un aura muy distintas al resto de los mortales.
Sonreí ladina cuando éste se acercó a la joven que permanecía inmóvil en el mismo lugar donde yo la había dejado, de modo que con la intención de encubrir su presencia puesto que el vampiro no parecía haberla advertido, y que consiguiese poner a la muchacha a salvo mientras yo me ocupaba del inmortal, comencé a forcejear con todas mis fuerzas, asiendo las muñecas de mi agresor y clavando las uñas en las mismas hasta que pude notar como su sangre empapaba mi ropa. Entre gruñidos e insultos, retiró sus manos aunque su empeño por morderme no cesó. Pero por lo que podía observar, ambos humanos habían desaparecido, así que al menos la parte de salvar a la joven víctima había terminado bien.
Mis ojos cambiaron de color, y un rojo fuego se instaló en ellos. Mis colmillos doloridos clamaban venganza por todas esas víctimas cuyas almas vagaban ahora sin rumbo, y supe que el momento había llegado. Solo tenía que dejarle creer que podía vencerme y que se aproximase a mi yugular, para entonces atacarle yo con fiereza. Pero fue en este momento en el que me disponía a dar por zanjado el enfrentamiento, cuando de nuevo el joven cazador apareció en mi campo de visión. Pero, ¿por qué volvía para poner en riesgo su vida? ¿Es que acaso no veía que yo también era un vampiro?
Iba a gritarle que se marchase de allí cuando de pronto vi como un pescado volador cortaba el aire incrustándose en el hombro del inmortal, que entre aullidos de dolor fue arrastrado por el impacto de esta nueva arma de destrucción masiva. Enarqué una ceja confundida y totalmente desconcertada mientras observaba como el vampiro sacaba aquel animal de su hombro entre una serie de improperios que salían de su boca. Llevaba siendo cazadora muchos siglos y jamás había visto tal precisión lanzando atunes o que fuese aquello.
-Gracias. – apunté con una amplia sonrisa con la que me fue imposible esconder mis colmillos, cuando el cazador se colocó a mi lado sacando esta vez armas que si que conocía. Nuestras miradas se cruzaron en ese momento, y unos preciosos ojos azules se encontraron con los míos. Permanecí en silencio durante unos segundos, pensando si su intención sería terminar también con mi existencia, más por lo que podía deducir por sus palabras, no era yo quien había fijado como objetivo aquella noche.- Permítame reconocerle que tiene un estilo único de dar caza a inmortales.
El vampiro no tardó en reaccionar y arremeter contra nosotros, pero esta vez ambos estábamos preparados y las armas de fuego del cazador más que listas. Un sonoro estruendo dio paso a varias balas que cortaron el aire a gran velocidad, clavándose con tino en el inmortal. Observé con atención como éste sopesaba la situación, optando por salir corriendo ante mi estupefacta mirada. ¿Desde cuándo los vampiros eran tan cobardes? Comprendía que de pronto se veía en desventaja, pero hasta salir huyendo era demasiado lamentable incluso para un ser despreciable como aquel.
Asentí con la cabeza cuando el valiente cazador salió tras ese ser de las tinieblas convertido en fugitivo, mientras yo con la velocidad que me caracterizaba llegué sin problemas hasta la chica que abrazada a sus rodillas, permanecía sentada en estado catatónico. Su pálida aura era más que preocupante, y no solo por la pérdida de sangre, sino probablemente porque ver a su atacante la había llevado a entrar en esa especie de coma consciente. Mordí ligeramente mi muñeca, dejando que la sangre cubriese parte de ésta y se la acerqué a los labios. Al menos así recuperaría las fuerzas y esas pequeñas marcas de su cuello se borrarían con facilidad. Coloqué la mano en su barbilla y con suavidad elevé su rostro para que me mirase a los ojos. No podía permitir que aquel recuerdo atormentase su mente durante lo que le quedaba de existencia, así que haciendo gala de otra de mis habilidades vampíricas, conseguí sin mucho esfuerzo meterme en su mente y manipular su memoria.
-Recordarás que encontraste un apuesto cliente a la entrada del callejón, pero que antes de hacer uso de tus servicios tuvo que marcharse por una urgencia, aunque no por ello se marchó sin pagarte una cuantiosa cantidad de dinero. Por eso esta noche ni las venideras tendrás que trabajar.- apunté en tono neutro, esperando que atendiese a las órdenes mientras depositaba en su mano una bolsita con monedas suficientes para mantenerla fuera de las calles una temporada.
Levantándola con cuidado y guiándola después por la empedrada calzada, la acerqué hasta un carruaje privado que se encontraba a la entrada de la taberna.- Llevarás a esta joven al centro de la ciudad y te asegurarás de que se aloje en algún hostal. Después volverás a por tu señor y no recordarás nada de lo sucedido.- ordené al cochero cuando se giró para protestar por mi osadía de usar el carruaje de algún adinerado caballero que se encontraba probablemente en aquellos momentos entre litros de alcohol y las piernas de alguna mujer.
Así fue como vi como se marchaba la joven que parecía poco a poco ir recuperando el color de sus mejillas, y esperaba que un recuerdo bien distinto a lo que había sucedido en realidad. Mi encargo estaba más que concluido, así que solo me faltaba encontrar al joven cazador y ayudarle en su empeño por terminar con una lucha en las que solo tenía las de perder.
Cerré los ojos guiándome por los sonidos de la noche, guiando mis pasos hacia lo que parecían inequívocamente signos de lucha y que me llevaron a dar con el rastro de sangre del inmortal. Apostillado contra unas cajas pude ver como el cazador forcejeaba contra un vampiro sediento de venganza, el cual mantenía al joven contra la pared intentando hundir sus colmillos en la yugular. Un cuchillo no muy grande, parecido a una daga, sobresalía del hombro del vampiro, por lo que imaginé que no había sido tan fácil para éste enfrentarse a ese extraño y entrenado cazador, por lo que no pude evitar sonreír de lado mientras con rapidez acortaba la distancia que nos separaba.
Conseguí inmovilizarlo cogiéndolo por el cuello desde atrás. El enfrentamiento con el cazador le había debilitado lo suficiente como para facilitarme el trabajo. Así que, sin dudar ni un instante saqué con decisión el cuchillo que el inmortal prendía de su hombro para atravesarle el pecho desde atrás, rompiendo así su corazón y terminando con su vida. Un alarido desgarrador cubrió el silencio de la noche, dando paso a una nube de cenizas que nos dejó frente a frente al cazador y a mí.- ¿Estáis bien?- pregunté al percatarme que no toda la sangre que llevaba el cazador en sus ropajes era del vampiro, sino que éste también había sido capaz de herirlo.
Más fue probablemente que estaba distraída con la evolución de mi plan de ataque, que no me percaté de que el corazón de la muchacha no era el único que latía en aquel lugar, sino que otro ajetreado palpitar se aproximaba de forma rauda hasta donde nosotros nos encontrábamos. Durante unos segundos dudé de si podría tratarse de las autoridades, que alertadas por algún vecino o cliente de la taberna hubiesen llegado hasta allí, o tal vez como había previsto algún entrometido que esperaba ver en aquel callejón una escena mucho más lasciva de lo que en realidad se iba a encontrar. Para mi sorpresa, el contorno de la silueta dibujada por el contraluz de la farola no dejaba lugar a dudas que se trataba de un cazador. Desconocía el por qué, pero todos nosotros poseíamos un porte y un aura muy distintas al resto de los mortales.
Sonreí ladina cuando éste se acercó a la joven que permanecía inmóvil en el mismo lugar donde yo la había dejado, de modo que con la intención de encubrir su presencia puesto que el vampiro no parecía haberla advertido, y que consiguiese poner a la muchacha a salvo mientras yo me ocupaba del inmortal, comencé a forcejear con todas mis fuerzas, asiendo las muñecas de mi agresor y clavando las uñas en las mismas hasta que pude notar como su sangre empapaba mi ropa. Entre gruñidos e insultos, retiró sus manos aunque su empeño por morderme no cesó. Pero por lo que podía observar, ambos humanos habían desaparecido, así que al menos la parte de salvar a la joven víctima había terminado bien.
Mis ojos cambiaron de color, y un rojo fuego se instaló en ellos. Mis colmillos doloridos clamaban venganza por todas esas víctimas cuyas almas vagaban ahora sin rumbo, y supe que el momento había llegado. Solo tenía que dejarle creer que podía vencerme y que se aproximase a mi yugular, para entonces atacarle yo con fiereza. Pero fue en este momento en el que me disponía a dar por zanjado el enfrentamiento, cuando de nuevo el joven cazador apareció en mi campo de visión. Pero, ¿por qué volvía para poner en riesgo su vida? ¿Es que acaso no veía que yo también era un vampiro?
Iba a gritarle que se marchase de allí cuando de pronto vi como un pescado volador cortaba el aire incrustándose en el hombro del inmortal, que entre aullidos de dolor fue arrastrado por el impacto de esta nueva arma de destrucción masiva. Enarqué una ceja confundida y totalmente desconcertada mientras observaba como el vampiro sacaba aquel animal de su hombro entre una serie de improperios que salían de su boca. Llevaba siendo cazadora muchos siglos y jamás había visto tal precisión lanzando atunes o que fuese aquello.
-Gracias. – apunté con una amplia sonrisa con la que me fue imposible esconder mis colmillos, cuando el cazador se colocó a mi lado sacando esta vez armas que si que conocía. Nuestras miradas se cruzaron en ese momento, y unos preciosos ojos azules se encontraron con los míos. Permanecí en silencio durante unos segundos, pensando si su intención sería terminar también con mi existencia, más por lo que podía deducir por sus palabras, no era yo quien había fijado como objetivo aquella noche.- Permítame reconocerle que tiene un estilo único de dar caza a inmortales.
El vampiro no tardó en reaccionar y arremeter contra nosotros, pero esta vez ambos estábamos preparados y las armas de fuego del cazador más que listas. Un sonoro estruendo dio paso a varias balas que cortaron el aire a gran velocidad, clavándose con tino en el inmortal. Observé con atención como éste sopesaba la situación, optando por salir corriendo ante mi estupefacta mirada. ¿Desde cuándo los vampiros eran tan cobardes? Comprendía que de pronto se veía en desventaja, pero hasta salir huyendo era demasiado lamentable incluso para un ser despreciable como aquel.
Asentí con la cabeza cuando el valiente cazador salió tras ese ser de las tinieblas convertido en fugitivo, mientras yo con la velocidad que me caracterizaba llegué sin problemas hasta la chica que abrazada a sus rodillas, permanecía sentada en estado catatónico. Su pálida aura era más que preocupante, y no solo por la pérdida de sangre, sino probablemente porque ver a su atacante la había llevado a entrar en esa especie de coma consciente. Mordí ligeramente mi muñeca, dejando que la sangre cubriese parte de ésta y se la acerqué a los labios. Al menos así recuperaría las fuerzas y esas pequeñas marcas de su cuello se borrarían con facilidad. Coloqué la mano en su barbilla y con suavidad elevé su rostro para que me mirase a los ojos. No podía permitir que aquel recuerdo atormentase su mente durante lo que le quedaba de existencia, así que haciendo gala de otra de mis habilidades vampíricas, conseguí sin mucho esfuerzo meterme en su mente y manipular su memoria.
-Recordarás que encontraste un apuesto cliente a la entrada del callejón, pero que antes de hacer uso de tus servicios tuvo que marcharse por una urgencia, aunque no por ello se marchó sin pagarte una cuantiosa cantidad de dinero. Por eso esta noche ni las venideras tendrás que trabajar.- apunté en tono neutro, esperando que atendiese a las órdenes mientras depositaba en su mano una bolsita con monedas suficientes para mantenerla fuera de las calles una temporada.
Levantándola con cuidado y guiándola después por la empedrada calzada, la acerqué hasta un carruaje privado que se encontraba a la entrada de la taberna.- Llevarás a esta joven al centro de la ciudad y te asegurarás de que se aloje en algún hostal. Después volverás a por tu señor y no recordarás nada de lo sucedido.- ordené al cochero cuando se giró para protestar por mi osadía de usar el carruaje de algún adinerado caballero que se encontraba probablemente en aquellos momentos entre litros de alcohol y las piernas de alguna mujer.
Así fue como vi como se marchaba la joven que parecía poco a poco ir recuperando el color de sus mejillas, y esperaba que un recuerdo bien distinto a lo que había sucedido en realidad. Mi encargo estaba más que concluido, así que solo me faltaba encontrar al joven cazador y ayudarle en su empeño por terminar con una lucha en las que solo tenía las de perder.
Cerré los ojos guiándome por los sonidos de la noche, guiando mis pasos hacia lo que parecían inequívocamente signos de lucha y que me llevaron a dar con el rastro de sangre del inmortal. Apostillado contra unas cajas pude ver como el cazador forcejeaba contra un vampiro sediento de venganza, el cual mantenía al joven contra la pared intentando hundir sus colmillos en la yugular. Un cuchillo no muy grande, parecido a una daga, sobresalía del hombro del vampiro, por lo que imaginé que no había sido tan fácil para éste enfrentarse a ese extraño y entrenado cazador, por lo que no pude evitar sonreír de lado mientras con rapidez acortaba la distancia que nos separaba.
Conseguí inmovilizarlo cogiéndolo por el cuello desde atrás. El enfrentamiento con el cazador le había debilitado lo suficiente como para facilitarme el trabajo. Así que, sin dudar ni un instante saqué con decisión el cuchillo que el inmortal prendía de su hombro para atravesarle el pecho desde atrás, rompiendo así su corazón y terminando con su vida. Un alarido desgarrador cubrió el silencio de la noche, dando paso a una nube de cenizas que nos dejó frente a frente al cazador y a mí.- ¿Estáis bien?- pregunté al percatarme que no toda la sangre que llevaba el cazador en sus ropajes era del vampiro, sino que éste también había sido capaz de herirlo.
Última edición por Samara Alighieri el Dom Oct 15, 2017 4:21 pm, editado 1 vez
Samara Alighieri- Vampiro Clase Alta
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Re: Chasse au thon rouge [Privado Ryuu Chandler]
Perseguí al vampiro durante unas cuantas calles más lejos, el hecho de haberle herido me facilitó su persecución, ya que le había inutilizado la habilidad de correr a esas altas velocidades que alcanzaban normalmente los vampiros, además de que, al estar sangrando, si le perdía, podía rastrearle sin mayores problemas. Pero ésto último no había ocurrido en ningún momento.
Llegamos a una zona cerca del muelle, en una especie de callejuela abandonada y llena de cajas apiladas. El vampiro parecía no encontrar escapatoria ante mi, y por ello se había girado, con una mano en el costado y unos ojos rojos brillantes de furia. Nuestras miradas se cruzaron durante varios segundos, en un duelo silencioso por quien realizaba ántes el primer movimiento. Lentamente, enfundé los revólveres y me llevé una mano a la espalda, justo debajo de la vaina de mi espada, donde llevaba envainado mi preciado cuchillo, sujeté el mango, de forma que la hoja, al sacarlo, saliera desde el lado del dedo meñique.
-Adelante, estoy listo, monstruo.-Ante aquella provocación, el vampiro no dudó en abalanzarse sobre mi y, aprovechando mi ventaja en velocidad, salté hacia él, desenvainando a la vez el cuchillo y, con un agil movimiento, provocándole un corte justo en el costado, en el contrario al de la bala. Rodé sobre mi mismo en el suelo y me levanté con agilidad, sin embargo, sentí una punzada en el brazo que no sujetaba el cuchillo, y al mirarlo observé que tenía varios cortes similares a los que producía una garra: La garra del vampiro. Volví a mirar a la criatura y entrecerré los ojos, colocándome de nuevo en guardia.
Ésta vez fui yo el que se abalanzó hacia el vampiro, moviéndome rápido y ágil, produciéndole varios cortes en el cuerpo, pero el vampiro, sin saber como, sacó de pronto fuerzas de donde no parecía tener, y, de un golpe, me lanzó contra unas cajas apiladas, donde me vi a escasos centímetros del monstruo, que intentaba alcanzar mi cuello con sus dientes.
En un rápido movimiento de brazo, dirigí mi cuchillo hacia su hombro, donde lo clavé con fuerza, haciéndole gritar de dolor, sin embargo, el vampiro utilizó sus garras para hacer lo mismo, clavándolas también en mi hombro izquierdo, cerca del corazón. Solté una maldición al sentir aquél dolor, agarrando con fuerza a mi rival, tratando de buscar un plan mientras intentaba evitar que alcanzase mi cuello.
Pero entonces, algo ocurrió.
Como un ángel de la guarda, una sombra apareció detrás del vampiro, cogiéndolo del cuello para inmovilizarlo y acto seguido, sacando el cuchillo de su hombro y clavándoselo en el corazón, acabando finalmente con su existencia entre gritos de dolor, convirtiéndolo en cenizas.
Respiré hondo y observé a mi salvador, o en este caso: Salvadora. Se trataba de la vampiresa de aquél callejón a la que ántes había salvado yo, pero ahora había sido al revés.
-Estoy bien, no es nada, gracias.-Dije recuperando poco a poco el aliento. Sin embargo, no estaba del todo bien, aquella puñalada del vampiro había sido dolorosa, bastante más que si lo hubiera hecho con un arma blanca, sin embargo, evité quejarme de aquél dolor delante de aquella hermosa mujer.
-No, Ryuu, no es momento de distraerte, y menos con una vampiresa que puede acabar contigo ahora que estás más débil.-
La voz de la cordura habló en mi mente, y dejé de fijarme en el físico de aquella mujer, recuperando mi postura firme y seria.
Observé que la mujer aún tenía mi cuchillo, y lo señalé, mirándola fíjamente a los ojos.
-¿Me lo devuelves, por favor?
Llegamos a una zona cerca del muelle, en una especie de callejuela abandonada y llena de cajas apiladas. El vampiro parecía no encontrar escapatoria ante mi, y por ello se había girado, con una mano en el costado y unos ojos rojos brillantes de furia. Nuestras miradas se cruzaron durante varios segundos, en un duelo silencioso por quien realizaba ántes el primer movimiento. Lentamente, enfundé los revólveres y me llevé una mano a la espalda, justo debajo de la vaina de mi espada, donde llevaba envainado mi preciado cuchillo, sujeté el mango, de forma que la hoja, al sacarlo, saliera desde el lado del dedo meñique.
-Adelante, estoy listo, monstruo.-Ante aquella provocación, el vampiro no dudó en abalanzarse sobre mi y, aprovechando mi ventaja en velocidad, salté hacia él, desenvainando a la vez el cuchillo y, con un agil movimiento, provocándole un corte justo en el costado, en el contrario al de la bala. Rodé sobre mi mismo en el suelo y me levanté con agilidad, sin embargo, sentí una punzada en el brazo que no sujetaba el cuchillo, y al mirarlo observé que tenía varios cortes similares a los que producía una garra: La garra del vampiro. Volví a mirar a la criatura y entrecerré los ojos, colocándome de nuevo en guardia.
Ésta vez fui yo el que se abalanzó hacia el vampiro, moviéndome rápido y ágil, produciéndole varios cortes en el cuerpo, pero el vampiro, sin saber como, sacó de pronto fuerzas de donde no parecía tener, y, de un golpe, me lanzó contra unas cajas apiladas, donde me vi a escasos centímetros del monstruo, que intentaba alcanzar mi cuello con sus dientes.
En un rápido movimiento de brazo, dirigí mi cuchillo hacia su hombro, donde lo clavé con fuerza, haciéndole gritar de dolor, sin embargo, el vampiro utilizó sus garras para hacer lo mismo, clavándolas también en mi hombro izquierdo, cerca del corazón. Solté una maldición al sentir aquél dolor, agarrando con fuerza a mi rival, tratando de buscar un plan mientras intentaba evitar que alcanzase mi cuello.
Pero entonces, algo ocurrió.
Como un ángel de la guarda, una sombra apareció detrás del vampiro, cogiéndolo del cuello para inmovilizarlo y acto seguido, sacando el cuchillo de su hombro y clavándoselo en el corazón, acabando finalmente con su existencia entre gritos de dolor, convirtiéndolo en cenizas.
Respiré hondo y observé a mi salvador, o en este caso: Salvadora. Se trataba de la vampiresa de aquél callejón a la que ántes había salvado yo, pero ahora había sido al revés.
-Estoy bien, no es nada, gracias.-Dije recuperando poco a poco el aliento. Sin embargo, no estaba del todo bien, aquella puñalada del vampiro había sido dolorosa, bastante más que si lo hubiera hecho con un arma blanca, sin embargo, evité quejarme de aquél dolor delante de aquella hermosa mujer.
-No, Ryuu, no es momento de distraerte, y menos con una vampiresa que puede acabar contigo ahora que estás más débil.-
La voz de la cordura habló en mi mente, y dejé de fijarme en el físico de aquella mujer, recuperando mi postura firme y seria.
Observé que la mujer aún tenía mi cuchillo, y lo señalé, mirándola fíjamente a los ojos.
-¿Me lo devuelves, por favor?
Tyler Chandler- Cazador Clase Alta
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Re: Chasse au thon rouge [Privado Ryuu Chandler]
Las cenizas del inmortal se arremolinaban entre nosotros dos envueltas en un ligero torbellino que cortaba la húmeda niebla que nos envolvía. Frente a frente, nuestras miradas permanecían conectadas entre sí en un sepulcral silencio, como si un hechizo invisible nos impidiese desviar la vista hacia otro lado. Podía sentir el subir y bajar de su pecho al respirar, todavía de forma entrecortada por el esfuerzo realizado en su enfrentamiento contra el inmortal, e incluso su ajetreado palpitar que ante mi presencia no parecía apaciguarse.
Me mordí el labio inferior pensativa, observando esta vez con atención cada uno de sus movimientos. Si bien era cierto que me había ayudado minutos antes en el callejón, aquel joven cazador no dejaba de ser un humano que cada noche terminaba con la existencia de seres como yo. ¿Me daría la oportunidad de explicarle que no era muy distinta a él.? ¿Podría hacerle ver qué antaño había sido también cazadora y que continuaba siéndolo? Su grave voz me sacó de mis propios pensamientos, casi obligándome a buscar de nuevo esos ojos claros en la oscuridad de la noche.
-Las heridas que te ha infligido el inmortal son bastante graves aunque no lo creas. Puedo sentir como tu sangre sigue brotando por alguna de ellas.- ladeé la cabeza, desviando la mirada hasta ese preocupante incisión que tenía en el hombro izquierdo. Demasiado cerca, pensé al percatarme que tanto el corazón como otros vaso importantes pasaban cerca de donde el vampiro lo había ensartado con sus garras.- Si me lo permites puedo ayudarte.
Traté de mostrar sinceridad en mi mirada al buscar de nuevo la suya, a pesar de que sabía que en esos momentos ciertos reflejos rojizos ocuparían parte de ésta. No era fácil para mí mantenerlos a raya con su olor tan cerca; ese olor dulcemente férreo que inundaba mis fosas nasales, y que provocaba que mis colmillos se estremeciesen por una sed que hacía mucho que no había sido satisfecha.
Fruncí el ceño durante unos segundos ante su siguiente comentario, sin recordar que todavía empuñaba su arma. Con una sorprenderte destreza giré el cuchillo entre mis dedos, tomándolo esta vez de la afilada hoja para ofrecerle a él la empuñadura del mismo. Con un lento paso, acorté la distancia que nos separaba, elevando ligeramente el arma a sabiendas que si era lo suficientemente rápido podría usar mi confiada actitud en mi contra.- Este tipo de arma la conozco más que con la que derribaste anteriormente al vampiro.- apunté al devolvérsela esbozando una tímida sonrisa, aunque procurando controlar esos instintos tan primarios que iban surgiendo en mi interior al sentir ahora más de cerca el olor a su sangre. No sabría decir el por qué, pero hacía muchos siglos, tal vez demasiados, que la sangre de un humano me atraía tanto como la de aquel muchacho.- Te prometo que no te haré daño.- susurré cuando sus dedos rozaron los míos al recuperar su arma, cerrando los ojos durante unos segundos para que no pudiese darse cuenta de que si no se marchaba de allí su vida correría peligro.
Me mordí el labio inferior pensativa, observando esta vez con atención cada uno de sus movimientos. Si bien era cierto que me había ayudado minutos antes en el callejón, aquel joven cazador no dejaba de ser un humano que cada noche terminaba con la existencia de seres como yo. ¿Me daría la oportunidad de explicarle que no era muy distinta a él.? ¿Podría hacerle ver qué antaño había sido también cazadora y que continuaba siéndolo? Su grave voz me sacó de mis propios pensamientos, casi obligándome a buscar de nuevo esos ojos claros en la oscuridad de la noche.
-Las heridas que te ha infligido el inmortal son bastante graves aunque no lo creas. Puedo sentir como tu sangre sigue brotando por alguna de ellas.- ladeé la cabeza, desviando la mirada hasta ese preocupante incisión que tenía en el hombro izquierdo. Demasiado cerca, pensé al percatarme que tanto el corazón como otros vaso importantes pasaban cerca de donde el vampiro lo había ensartado con sus garras.- Si me lo permites puedo ayudarte.
Traté de mostrar sinceridad en mi mirada al buscar de nuevo la suya, a pesar de que sabía que en esos momentos ciertos reflejos rojizos ocuparían parte de ésta. No era fácil para mí mantenerlos a raya con su olor tan cerca; ese olor dulcemente férreo que inundaba mis fosas nasales, y que provocaba que mis colmillos se estremeciesen por una sed que hacía mucho que no había sido satisfecha.
Fruncí el ceño durante unos segundos ante su siguiente comentario, sin recordar que todavía empuñaba su arma. Con una sorprenderte destreza giré el cuchillo entre mis dedos, tomándolo esta vez de la afilada hoja para ofrecerle a él la empuñadura del mismo. Con un lento paso, acorté la distancia que nos separaba, elevando ligeramente el arma a sabiendas que si era lo suficientemente rápido podría usar mi confiada actitud en mi contra.- Este tipo de arma la conozco más que con la que derribaste anteriormente al vampiro.- apunté al devolvérsela esbozando una tímida sonrisa, aunque procurando controlar esos instintos tan primarios que iban surgiendo en mi interior al sentir ahora más de cerca el olor a su sangre. No sabría decir el por qué, pero hacía muchos siglos, tal vez demasiados, que la sangre de un humano me atraía tanto como la de aquel muchacho.- Te prometo que no te haré daño.- susurré cuando sus dedos rozaron los míos al recuperar su arma, cerrando los ojos durante unos segundos para que no pudiese darse cuenta de que si no se marchaba de allí su vida correría peligro.
Última edición por Samara Alighieri el Lun Oct 16, 2017 5:43 pm, editado 2 veces
Samara Alighieri- Vampiro Clase Alta
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Re: Chasse au thon rouge [Privado Ryuu Chandler]
La vampiresa siguió mostrándose "preocupada" por mis heridas, que claramente no tenían buena pinta, y mucho menos la del hombro, la cual había tenido suerte de que no me hubiera dañado alguna zona vital. Pero esa ya mencionada suerte había velado por mi, y solo se trataba de una herida y una futura cicatriz mas, como todas las que había sufrido a lo largo de los años (muchas de ellas más por correr riesgos innecesarios que otro motivo). La mujer se ofreció a ayudarme con las heridas, y me encogí de hombros, indiferente.
-No he olvidado lo que eres, siempre y cuando no aproveches para atacarme sin evitar tu sed de sangre.-Dije quitándome la chaqueta, dejando algo más descubierta la herida. No iba a quitarle el ojo de encima a aquella vampiresa, que, por lo que podía ver haciendo uso de mi capacidad de análisis, parecía estar tentada a lanzarse a por mi.
-Si lo intenta, la meto una bala entre ceja y deja, así de simple.
Con un hábil movimiento, me tendió el cuchillo, dejándome el mango a mano, lo cogí mientras escuchaba su comentario sobre el "arma" que había usado en el callejón: Aquél pez espada. Observé su sonrisa, la cual me pareció cuanto menos bonita... ¿Sería esa la palabra? Podría servir.
-Tenía que improvisar, ese mostruo estaba a punto de matarte, y viendo que intentaste salvar a aquella pobre niña, tenía que hacer algo.-Cogí el cuchillo, rozando ligeramente la fría piel de la chica, no dejaba de mirarla, aquellos ojos que podían volverse rojos y brillantes en cualquier momento. Moviendo el cuchillo entre mis dedos, lo volví a guardar en su vaina.
Al ver que cerraba los ojos al coger el cuchillo, fruncí el ceño, empezaba a ponerme tenso aquél comportamiento extraño de la vampiresa, y algo en ni interior, mi instinto, empezaba a avisarme de que tenía que salir de aquél lugar, eso, o prepararme para un posible ataque. Hice caso de lo segundo, con una mano posada en uno de los revólveres y listo para sacarlo y descargar un cargador entero en la mujer.
-¿Estás segura de querer ayudarme? No te veo muy preparada para estar cerca de tanta sangre...-Dije seriamente, apretando la mandíbula.
-No he olvidado lo que eres, siempre y cuando no aproveches para atacarme sin evitar tu sed de sangre.-Dije quitándome la chaqueta, dejando algo más descubierta la herida. No iba a quitarle el ojo de encima a aquella vampiresa, que, por lo que podía ver haciendo uso de mi capacidad de análisis, parecía estar tentada a lanzarse a por mi.
-Si lo intenta, la meto una bala entre ceja y deja, así de simple.
Con un hábil movimiento, me tendió el cuchillo, dejándome el mango a mano, lo cogí mientras escuchaba su comentario sobre el "arma" que había usado en el callejón: Aquél pez espada. Observé su sonrisa, la cual me pareció cuanto menos bonita... ¿Sería esa la palabra? Podría servir.
-Tenía que improvisar, ese mostruo estaba a punto de matarte, y viendo que intentaste salvar a aquella pobre niña, tenía que hacer algo.-Cogí el cuchillo, rozando ligeramente la fría piel de la chica, no dejaba de mirarla, aquellos ojos que podían volverse rojos y brillantes en cualquier momento. Moviendo el cuchillo entre mis dedos, lo volví a guardar en su vaina.
Al ver que cerraba los ojos al coger el cuchillo, fruncí el ceño, empezaba a ponerme tenso aquél comportamiento extraño de la vampiresa, y algo en ni interior, mi instinto, empezaba a avisarme de que tenía que salir de aquél lugar, eso, o prepararme para un posible ataque. Hice caso de lo segundo, con una mano posada en uno de los revólveres y listo para sacarlo y descargar un cargador entero en la mujer.
-¿Estás segura de querer ayudarme? No te veo muy preparada para estar cerca de tanta sangre...-Dije seriamente, apretando la mandíbula.
Tyler Chandler- Cazador Clase Alta
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Re: Chasse au thon rouge [Privado Ryuu Chandler]
Comprendía a la perfección la reticencia del cazador a confiar plenamente en mis intenciones puesto que yo, si hubiese estado en su lugar, jamás de los jamases habría confiado de las palabras de un vampiro. De hecho si los papeles estuviesen intercambiados, él ahora mismo podría presumir de una estaca clavada en su corazón. Como cazadora nunca había dado segundas oportunidades a seres de las tinieblas, y ahora, convertida en una de ellos, raras veces seguía haciéndolo.
Podía sentir como el olor de su sangre me llamaba de una forma particular, muy distinta a la que había sentido hasta entonces por ningún humano. Y es que, a pesar de tratar de alimentarme solo de los vampiros que después cazaba, en alguna que otra ocasión me había visto obligada a beber sangre humana. Más no por ello había tras de mí un gran número de cadáveres, sino que trataba de alimentarme sin dañarlos, manipulando su memoria después.
-Si continuáis con vida es porque controlo mi sed de sangre mejor de lo que imagináis, ¿no creéis?- susurré tratando de no parecer muy brusca, a pesar de que podía sentir como mis colmillos palpitaban por probar aquello que tanto deseaban. Tragué saliva con dificultad, acercándome un par de pasos hacia él para poder examinar la herida más de cerca, ahora que podía verla con claridad tras quitarse la chaqueta.
Mi mirada se desvió durante unos segundos desde sus ojos hasta aquello que podía vislumbrar de su cuerpo, que sin duda había formado por duros entrenamientos y enfrentamientos que habían dejado más de una marca en su fina piel. Podía imaginar sus músculos bien definidos continuando con las líneas que marcaban sus pectorales, respirando de forma entrecortada por las extrañas sensaciones que estaba comenzando a notar. Sus palabras me sacaron de mi ensimismamiento, esbozando una ladina sonrisa antes de recuperar la consciencia. – No me habría matado, hace falta mucho más que un vampiro cabreado para acabar con mi existencia. Aunque he de reconocer que subestimé su fuerza y me habría costado más esfuerzo de lo que estoy acostumbrada.- apunté volviendo a cruzar nuestras miradas, mientras colocaba mi mano sobre su herida con suavidad, pudiendo sentir la calidez de su piel bajo mis dedos.
El color de mis ojos fue cogiendo intensidad, convirtiéndose inevitablemente en un rojo vino que mostraba que mi sed de sangre estaba ganándole la batalla a mi voluntad conforme mis dedos se mojaban con la sangre del mortal que me miraba confundido.- Soy cazadora como vos, no es la primera vez que tengo que curar a un humano que ha sido herido por un sobrenatural.- expliqué entre jadeos acercando los dedos hasta mi nariz, los cuales olfateé cerrando los ojos y exhalando aire profundamente. Podía sentir como todo mi cuerpo se estremecía, sintiéndome incapaz de controlarme más tiempo. – El problema es tu sangre. Huele diferente y yo…yo…- abrí la boca exhibiendo mis afilados colmillos inclinándome ligeramente sobre él. Mi fuerza de voluntad había desaparecido por completo frente a él, sintiéndome incapaz de mantenerme alejada de su sangre más tiempo.
Entonces antes de perder de todo el control, hinqué con fuerza mis colmillos en mi muñeca, donde dos hileras de sangre comenzaron a brotar por las heridas causadas por éstos.- Tomad, bebed un poco.- apunté desviando la mirada mientras le ofrecía la muñeca, colocándola a la altura de su rostro. Jamás antes había sentido tal necesidad de beber la sangre de un humano. Su olor, su calor, todo me orillaba a él de una forma extraña, puesto que no deseaba solo beber su sangre, deseaba algo más.
Podía sentir como el olor de su sangre me llamaba de una forma particular, muy distinta a la que había sentido hasta entonces por ningún humano. Y es que, a pesar de tratar de alimentarme solo de los vampiros que después cazaba, en alguna que otra ocasión me había visto obligada a beber sangre humana. Más no por ello había tras de mí un gran número de cadáveres, sino que trataba de alimentarme sin dañarlos, manipulando su memoria después.
-Si continuáis con vida es porque controlo mi sed de sangre mejor de lo que imagináis, ¿no creéis?- susurré tratando de no parecer muy brusca, a pesar de que podía sentir como mis colmillos palpitaban por probar aquello que tanto deseaban. Tragué saliva con dificultad, acercándome un par de pasos hacia él para poder examinar la herida más de cerca, ahora que podía verla con claridad tras quitarse la chaqueta.
Mi mirada se desvió durante unos segundos desde sus ojos hasta aquello que podía vislumbrar de su cuerpo, que sin duda había formado por duros entrenamientos y enfrentamientos que habían dejado más de una marca en su fina piel. Podía imaginar sus músculos bien definidos continuando con las líneas que marcaban sus pectorales, respirando de forma entrecortada por las extrañas sensaciones que estaba comenzando a notar. Sus palabras me sacaron de mi ensimismamiento, esbozando una ladina sonrisa antes de recuperar la consciencia. – No me habría matado, hace falta mucho más que un vampiro cabreado para acabar con mi existencia. Aunque he de reconocer que subestimé su fuerza y me habría costado más esfuerzo de lo que estoy acostumbrada.- apunté volviendo a cruzar nuestras miradas, mientras colocaba mi mano sobre su herida con suavidad, pudiendo sentir la calidez de su piel bajo mis dedos.
El color de mis ojos fue cogiendo intensidad, convirtiéndose inevitablemente en un rojo vino que mostraba que mi sed de sangre estaba ganándole la batalla a mi voluntad conforme mis dedos se mojaban con la sangre del mortal que me miraba confundido.- Soy cazadora como vos, no es la primera vez que tengo que curar a un humano que ha sido herido por un sobrenatural.- expliqué entre jadeos acercando los dedos hasta mi nariz, los cuales olfateé cerrando los ojos y exhalando aire profundamente. Podía sentir como todo mi cuerpo se estremecía, sintiéndome incapaz de controlarme más tiempo. – El problema es tu sangre. Huele diferente y yo…yo…- abrí la boca exhibiendo mis afilados colmillos inclinándome ligeramente sobre él. Mi fuerza de voluntad había desaparecido por completo frente a él, sintiéndome incapaz de mantenerme alejada de su sangre más tiempo.
Entonces antes de perder de todo el control, hinqué con fuerza mis colmillos en mi muñeca, donde dos hileras de sangre comenzaron a brotar por las heridas causadas por éstos.- Tomad, bebed un poco.- apunté desviando la mirada mientras le ofrecía la muñeca, colocándola a la altura de su rostro. Jamás antes había sentido tal necesidad de beber la sangre de un humano. Su olor, su calor, todo me orillaba a él de una forma extraña, puesto que no deseaba solo beber su sangre, deseaba algo más.
Samara Alighieri- Vampiro Clase Alta
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Re: Chasse au thon rouge [Privado Ryuu Chandler]
La vampiresa colocó una de sus manos sobre mi herida, haciéndome absorber aire entre dientes de forma algo sonora, ya que su frío tacto contrastaba facilmente contra el mío, y me había causado algo de impresión. Entonces, al mirarla, pude ver que sus ojos se tornaban rojos, de la misma forma que lo hacian los de un vampiro sediento de sangre. Mis alarmas se dispararon aún más, pero me mantuve quieto, escuchándola: Era cazadora, según decía, y según ella, había curado a más humanos en más ocasiones.
Entonces ocurrió algo que mi instinto llevaba avisándome desde antes de iniciar la conversación: La chica intentó avisarme de que se trataba de mi sangre, y entonces se llevó los dedos que anteriormente habían tocado mi herida a la nariz, y pareció deleitarse con el olor de mi sangre. Entonces mostró sus colmillos y se inclinó hacia mi, con intención de morderme. Llevé mi mano a uno de los revólveres, y la apunté sin llegar a sacarlo de su funda.
Pero, por una vez, mi instinto se equivocó.
La vampiresa se mordió a si misma, haciendose dos agujeros en la muñeca, por los que salieron dos finos hilillos de sangre, la fémina me ofreció su muñeca, pidiéndome que bebiera de su sangre. Entrecerré los ojos y la miré, algo desconcertado, no entendía el por qué de aquello.
-¿Pero... Qué dices...?-No terminaba de comprender el extraño comportamiento que estaba teniendo la mujer... Entonces empecé a recordar lo que hace años me dijo un vampiro, sobre las propiedades que tenían su sangre, y por ello, la consecuencia de que existieran Esclavos de Sangre. Respiré hondo, y negué con la cabeza: No podía convertirme en algo así... Pero necesitaba curarme, o me desangraría en cuestión de momentos.
-Espero que sepas lo que haces...-Solté el arma, y la cogí con ambas manos la muñeca, miré la sangre que caía al suelo, gota a gota, y suspiré. No estaba del todo seguro... Pero tenía que hacerlo.
Acerqué la muñeca hasta mi boca, y el olor férreo de aquél líquido carmesí acudió hasta mi nariz, haciéndome arrugarla ligeramente. Cerré los ojos, y sin pensarlo una vez más, comencé a beber.
Pronto, empecé a sentir cómo unas energías que antes no tenía embriagaban mi cuerpo, de forma violenta e inesperada, unas energías que me hacían olvidar el dolor, como si nunca hubieran existido aquellas heridas provocadas por el difunto vampiro. Me sentía fuerte, poderoso, invencible. Y no podía dejar de beber, pues sentía cómo aquellas fuerzas aumentaban cuanto más bebía, y por ello, lo hacía de forma más impaciente.
Abrí los ojos, y mi mirada se había tornado roja, con un brillo azulado a la vez, algo que para la vampiresa (y por supuesto para mi) no esperábamos. Sin embargo, no dejaba de beber, y no era consciente de aquello.
Entonces ocurrió algo que mi instinto llevaba avisándome desde antes de iniciar la conversación: La chica intentó avisarme de que se trataba de mi sangre, y entonces se llevó los dedos que anteriormente habían tocado mi herida a la nariz, y pareció deleitarse con el olor de mi sangre. Entonces mostró sus colmillos y se inclinó hacia mi, con intención de morderme. Llevé mi mano a uno de los revólveres, y la apunté sin llegar a sacarlo de su funda.
Pero, por una vez, mi instinto se equivocó.
La vampiresa se mordió a si misma, haciendose dos agujeros en la muñeca, por los que salieron dos finos hilillos de sangre, la fémina me ofreció su muñeca, pidiéndome que bebiera de su sangre. Entrecerré los ojos y la miré, algo desconcertado, no entendía el por qué de aquello.
-¿Pero... Qué dices...?-No terminaba de comprender el extraño comportamiento que estaba teniendo la mujer... Entonces empecé a recordar lo que hace años me dijo un vampiro, sobre las propiedades que tenían su sangre, y por ello, la consecuencia de que existieran Esclavos de Sangre. Respiré hondo, y negué con la cabeza: No podía convertirme en algo así... Pero necesitaba curarme, o me desangraría en cuestión de momentos.
-Espero que sepas lo que haces...-Solté el arma, y la cogí con ambas manos la muñeca, miré la sangre que caía al suelo, gota a gota, y suspiré. No estaba del todo seguro... Pero tenía que hacerlo.
Acerqué la muñeca hasta mi boca, y el olor férreo de aquél líquido carmesí acudió hasta mi nariz, haciéndome arrugarla ligeramente. Cerré los ojos, y sin pensarlo una vez más, comencé a beber.
Pronto, empecé a sentir cómo unas energías que antes no tenía embriagaban mi cuerpo, de forma violenta e inesperada, unas energías que me hacían olvidar el dolor, como si nunca hubieran existido aquellas heridas provocadas por el difunto vampiro. Me sentía fuerte, poderoso, invencible. Y no podía dejar de beber, pues sentía cómo aquellas fuerzas aumentaban cuanto más bebía, y por ello, lo hacía de forma más impaciente.
Abrí los ojos, y mi mirada se había tornado roja, con un brillo azulado a la vez, algo que para la vampiresa (y por supuesto para mi) no esperábamos. Sin embargo, no dejaba de beber, y no era consciente de aquello.
Tyler Chandler- Cazador Clase Alta
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Re: Chasse au thon rouge [Privado Ryuu Chandler]
Al tiempo que mis afilados colmillos atravesaban mi amarfilada piel de forma más calma a como acostumbraba alimentarme de otros inmortales, observé con atención como el cazador deslizaba sus manos con rapidez hacia la empuñadura de sus armas de fuego, que no llegó a desenfundar al percatarse que mi intención no era atacarlo después de haberle salvado la vida.
Pasé la lengua con suavidad por mis labios, limpiando la sangre que allí permanecía tras haber abierto una herida considerable en mi muñeca, para darle tiempo al humano a beber lo suficiente para recuperar antes de que ésta se cerrase con rapidez. Antes de que pudiese pronunciar palabra alguna para explicarle con naturalidad cual era la razón por la que había hecho aquello, éste tomó mi muñeca con decisión, como si por iluminación divina hubiese recordado alguna historia que le hubiesen contado de niño.
-¿No cree que sería un poco estúpido por mi parte convertirlo en inmortal si lo que precisamente hago es matarlos? En ese caso lo hubiese matado directamente como humano, que supone mucho menos esfuerzo.- apunté con cierta tensión en la voz al sentir su cálida piel acariciando la mía, junto con la mezcla de nuestro líquido carmesí que se unían en uno.
Cerré los ojos durante unos instantes, dejando que el mortal tomase todo lo que gustase de mí, excitándome de una forma irracional por aquel gesto que tantas veces había repetido pero que jamás había tenido en mí dichas repercusiones tan profundas. Mi respiración comenzó a tornarse entrecortada y inaudibles jadeos salían de mis labios conforme iba sintiendo mi sangre recorriendo el cuerpo del mortal, como sus heridas se iban cerrando y como en ese preciso momento cierto olor a mí emanaba de su piel. Una sonrisa de medio lado se dibujó en mi rostro cuando pensé para mí misma que era como si lo hubiese marcado como mío cuando sus ojos destellearon durante unos segundos un extraño color rojizo.
-Debes detenerte, pequeño. Ha sido suficiente y yo necesito fuerzas para volver a mi alojamiento.- susurré aproximando del todo su cuerpo al mío, fundiéndonos en una especie de abrazo mientras retiraba mi mano con decisión. Tenía que reconocer que le había permitido beber más de la cuenta, y que aquello supondría que estaría más débil durante unas horas, pero sin saber porque, sentía que había merecido la pena.
Los efectos de mi sangre podrían ser increíbles para el cazador, pero sin duda percibiría tantos sentimientos al mismo tiempo que se sentiría abrumado.- ¿Estáis bien? Ese frenesí que ahora os hace querer enfrentaros a medio mundo se pasará en unas horas. Mientras tanto recordad que seguís siendo mortal.- apunté con una cálida sonrisa, apartándome un poco para mirarle a los ojos, de nuevo azules como ese cielo despejado que hacia siglos que llevaba sin ver.
Pasé la lengua con suavidad por mis labios, limpiando la sangre que allí permanecía tras haber abierto una herida considerable en mi muñeca, para darle tiempo al humano a beber lo suficiente para recuperar antes de que ésta se cerrase con rapidez. Antes de que pudiese pronunciar palabra alguna para explicarle con naturalidad cual era la razón por la que había hecho aquello, éste tomó mi muñeca con decisión, como si por iluminación divina hubiese recordado alguna historia que le hubiesen contado de niño.
-¿No cree que sería un poco estúpido por mi parte convertirlo en inmortal si lo que precisamente hago es matarlos? En ese caso lo hubiese matado directamente como humano, que supone mucho menos esfuerzo.- apunté con cierta tensión en la voz al sentir su cálida piel acariciando la mía, junto con la mezcla de nuestro líquido carmesí que se unían en uno.
Cerré los ojos durante unos instantes, dejando que el mortal tomase todo lo que gustase de mí, excitándome de una forma irracional por aquel gesto que tantas veces había repetido pero que jamás había tenido en mí dichas repercusiones tan profundas. Mi respiración comenzó a tornarse entrecortada y inaudibles jadeos salían de mis labios conforme iba sintiendo mi sangre recorriendo el cuerpo del mortal, como sus heridas se iban cerrando y como en ese preciso momento cierto olor a mí emanaba de su piel. Una sonrisa de medio lado se dibujó en mi rostro cuando pensé para mí misma que era como si lo hubiese marcado como mío cuando sus ojos destellearon durante unos segundos un extraño color rojizo.
-Debes detenerte, pequeño. Ha sido suficiente y yo necesito fuerzas para volver a mi alojamiento.- susurré aproximando del todo su cuerpo al mío, fundiéndonos en una especie de abrazo mientras retiraba mi mano con decisión. Tenía que reconocer que le había permitido beber más de la cuenta, y que aquello supondría que estaría más débil durante unas horas, pero sin saber porque, sentía que había merecido la pena.
Los efectos de mi sangre podrían ser increíbles para el cazador, pero sin duda percibiría tantos sentimientos al mismo tiempo que se sentiría abrumado.- ¿Estáis bien? Ese frenesí que ahora os hace querer enfrentaros a medio mundo se pasará en unas horas. Mientras tanto recordad que seguís siendo mortal.- apunté con una cálida sonrisa, apartándome un poco para mirarle a los ojos, de nuevo azules como ese cielo despejado que hacia siglos que llevaba sin ver.
Samara Alighieri- Vampiro Clase Alta
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Re: Chasse au thon rouge [Privado Ryuu Chandler]
Poco a poco, las heridas fueron cerrándose hasta incluso desaparecer sin dejar cicatriz, y aquellas fuerzas inundaban mi cuerpo como un jarro de agua fría en verano. Aquellas fuerzas incluso se asemejaban a una sensación típica a la excitación, siendo incluso más intensa.
La vampiresa finalmente me obligó a soltar su brazo, sin ejercer tampoco excesiva fuerza, juntando nuestros cuerpos tanto que llegabámos a rozarnos. Respiré hondo, tratando de encontrar la calma entre tanta energía renovada, mientras escuchaba a la mujer hablar, ya que me recordaba que, pese a aquellas fuerzas otorgadas por su sangre, seguía siendo humano, y volvería a estar normal en cuestión de horas. Aquella sensacion me dió una idea futura, la cual tendría que discutir con Aneu, pero que sin duda podría ser de gran ayuda a la hora de cazar.
-Gracias...-Susurré mirándola a los ojos, separándome un poco de ella para no causar incomodidad. Suspiré y busqué entre los bolsillos de la chaqueta una cajetilla plateada, de la cual saqué un cigarrillo y un mechero, lo encendí y volví a guardar la cajetilla, di una larga calada, sintiendo como el humo llegaba a mis pulmones y, de alguna manera, amainaba la sensación de "superfuerza" ligeramente, expulsé el humo por la boca, lentamente, y volví a mirar a la vampiresa, esta vez algo más concentrado.
-Ahora entiendo por qué muchos de los vampiros tenéis esclavos de sangre: Se sienten como nuevos, desde luego, es útil vuestra sangre.-Comenté estirándome y haciendo crujir algunos de mis huesos, como si hubiera estado sin moverme en días. Me miré las manos, imaginando qué podría hacer si utilizaba bien esa sangre, cómo morirían de rápido los sobrenaturales con mi fuerza y velocidad doblemente aumentados. Sin duda, sería un buen arma a tener en cuenta y que habría que poner en marcha lo antes posible, siempre con control, por supuesto.
-¿Dijiste que eras cazadora... Cierto?-Pregunté con curiosidad, antes de volver a dar una calada al cigarro.
La vampiresa finalmente me obligó a soltar su brazo, sin ejercer tampoco excesiva fuerza, juntando nuestros cuerpos tanto que llegabámos a rozarnos. Respiré hondo, tratando de encontrar la calma entre tanta energía renovada, mientras escuchaba a la mujer hablar, ya que me recordaba que, pese a aquellas fuerzas otorgadas por su sangre, seguía siendo humano, y volvería a estar normal en cuestión de horas. Aquella sensacion me dió una idea futura, la cual tendría que discutir con Aneu, pero que sin duda podría ser de gran ayuda a la hora de cazar.
-Gracias...-Susurré mirándola a los ojos, separándome un poco de ella para no causar incomodidad. Suspiré y busqué entre los bolsillos de la chaqueta una cajetilla plateada, de la cual saqué un cigarrillo y un mechero, lo encendí y volví a guardar la cajetilla, di una larga calada, sintiendo como el humo llegaba a mis pulmones y, de alguna manera, amainaba la sensación de "superfuerza" ligeramente, expulsé el humo por la boca, lentamente, y volví a mirar a la vampiresa, esta vez algo más concentrado.
-Ahora entiendo por qué muchos de los vampiros tenéis esclavos de sangre: Se sienten como nuevos, desde luego, es útil vuestra sangre.-Comenté estirándome y haciendo crujir algunos de mis huesos, como si hubiera estado sin moverme en días. Me miré las manos, imaginando qué podría hacer si utilizaba bien esa sangre, cómo morirían de rápido los sobrenaturales con mi fuerza y velocidad doblemente aumentados. Sin duda, sería un buen arma a tener en cuenta y que habría que poner en marcha lo antes posible, siempre con control, por supuesto.
-¿Dijiste que eras cazadora... Cierto?-Pregunté con curiosidad, antes de volver a dar una calada al cigarro.
Tyler Chandler- Cazador Clase Alta
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Re: Chasse au thon rouge [Privado Ryuu Chandler]
Sonreí ligeramente al escuchar el agradecimiento del cazador, succionando con suavidad mientras tanto mi muñeca para limpiar así los restos de sangre que pudiesen quedar en ésta. Agradecía profundamente que las heridas del joven hubiesen dejado de sangrar, aunque para mi inquietud, su olor todavía era palpable por mi agudo olfato y mi confusión por lo tanto perduraba.
-No tiene por qué dármelas, lo que he hecho es lo que haría cualquier otro por un igual.- apunté con cierta incomodidad cuando tras encenderse el cigarrillo el joven cazador puso de nuevo distancia entre nosotros. Desconocía a que era debida esa extraña reacción que se apoderaba de mi pecho cuando se alejó ligeramente de mí, suponiendo que seguía sin confiar en mí a pesar de haberle concedido durante unos segundos la capacidad de prácticamente ser indestructible.
Negué con la cabeza ante su siguiente conjetura, valorando cuantas veces había escuchado a esclavos de sangre hablar de la misma forma en que lo estaba haciendo aquel joven que frente a mí, ahora parecía un ser bien distinto.- Los esclavos de sangre en realidad no eligen estar con el vampiro que se convierte en su amo, pero no tienen más opción. Se hacen tan adictos a esa subida de adrenalina que tú has tenido, que tienen que recibir su dosis todos los días, sintiendo gran ansiedad si permanecen demasiado tiempo en su periodo de abstinencia.- expliqué mirándome las manos con inquietud, para colocarlas después sobre mi cintura, como si estuviese abrazándome a mí misma. Era como si ahora a su lado me encontrase vacía, como si al verlo hubiese recordado algo que me faltaba.
-Antes de convertirme en lo que soy era cazadora de sobrenaturales como vos. El día de mi enlace con otro cazador, iban a ascenderme a líder de mi gremio. Pero finalmente no pudo ser.- noté como mi tono de voz cambiaba conforme iba recordando aquella fatídica noche en la que perdí todo y a todos, obligándome a desviar la mirada para no denotar frente al humano dolor ninguno.
Cerré los ojos durante unos instantes, tomando después aire profundamente antes de abrirlos.- Mi nombre es Samara Alighieri, ¿y vos sois...?- pregunté ofreciéndole la mano para poder realizar las correctas presentaciones, sonriendo ladina cuando nuestras miradas se cruzaron de nuevo. ¿Se atrevería ese cazador a aceptar la mano de una inmortal?
-No tiene por qué dármelas, lo que he hecho es lo que haría cualquier otro por un igual.- apunté con cierta incomodidad cuando tras encenderse el cigarrillo el joven cazador puso de nuevo distancia entre nosotros. Desconocía a que era debida esa extraña reacción que se apoderaba de mi pecho cuando se alejó ligeramente de mí, suponiendo que seguía sin confiar en mí a pesar de haberle concedido durante unos segundos la capacidad de prácticamente ser indestructible.
Negué con la cabeza ante su siguiente conjetura, valorando cuantas veces había escuchado a esclavos de sangre hablar de la misma forma en que lo estaba haciendo aquel joven que frente a mí, ahora parecía un ser bien distinto.- Los esclavos de sangre en realidad no eligen estar con el vampiro que se convierte en su amo, pero no tienen más opción. Se hacen tan adictos a esa subida de adrenalina que tú has tenido, que tienen que recibir su dosis todos los días, sintiendo gran ansiedad si permanecen demasiado tiempo en su periodo de abstinencia.- expliqué mirándome las manos con inquietud, para colocarlas después sobre mi cintura, como si estuviese abrazándome a mí misma. Era como si ahora a su lado me encontrase vacía, como si al verlo hubiese recordado algo que me faltaba.
-Antes de convertirme en lo que soy era cazadora de sobrenaturales como vos. El día de mi enlace con otro cazador, iban a ascenderme a líder de mi gremio. Pero finalmente no pudo ser.- noté como mi tono de voz cambiaba conforme iba recordando aquella fatídica noche en la que perdí todo y a todos, obligándome a desviar la mirada para no denotar frente al humano dolor ninguno.
Cerré los ojos durante unos instantes, tomando después aire profundamente antes de abrirlos.- Mi nombre es Samara Alighieri, ¿y vos sois...?- pregunté ofreciéndole la mano para poder realizar las correctas presentaciones, sonriendo ladina cuando nuestras miradas se cruzaron de nuevo. ¿Se atrevería ese cazador a aceptar la mano de una inmortal?
Samara Alighieri- Vampiro Clase Alta
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Re: Chasse au thon rouge [Privado Ryuu Chandler]
La mujer me trató de explicar cómo funcionaba aquello de los esclavos de sangre, y yo mientras me mantuve en silencio, mirándola a los ojos, analizándola, buscando en ella si realmente era de confiar, o si solo trataba de ganarse exactamente mi confianza para luego atacarme cuando estuviera desprotegido. Sin embargo, si realmente ella fuera así, no me hubiera dado de beber de su sangre para curarme las heridas... ¿O sí?
De cualquier modo, volviendo a aquella explicación que me dió la vampiresa, entrecerré los ojos y le di una nueva calada al cigarrillo, expulsando simultaneamente el humo por la boca y por la nariz.
-Muchas veces son los propios esclavos de sangre los que eligen serlo, buscan la inmortalidad, y encuentran sufrimiento. Lo sé, lo he visto.-Dije una vez se disipó el humo, serio, seguro de lo que decía, pues sí que era cierto que yo mismo había visto y escuchado decir aquello mismo a algunos esclavos de sangre, antes de pedirme a veces incluso que les matara.
Después de aquello, me explicó que fue cazadora antes de convertirse en vampiresa, que estuvo a punto de casarse con otro cazador y ser líder de su gremio. Sus palabras, su tono, aunque ella intentase disimularlo, iban cargadas de dolor, y eso me hizo ladear la cabeza ligeramente y fruncir el ceño, antes de que desviase la mirada y cerrase los ojos.
-Lamento lo ocurrido, todos hemos pasado por un mal momento.-Dije en voz baja, solo para que ella me escuchase, pues no había necesidad de hablar alto tampoco: Estábamos solos.
Cuando volvió a abrir los ojos, respirando profundamente antes, se presentó como Samara Alighieri, ofrenciéndome su mano como muestra de educación y para que yo hiciera lo mismo.
-Me llamo Ryuu, Ryuu Chandler Arkensow. Un placer, Lady Alighieri.-Dije cogiéndola la mano con delicadeza e inclinándome para depositar un beso en ella, tal y como hacían los nobles de alta cuna, sin dejar de mirarla a los ojos. Era como si cuando nuestras miradas se cruzaban, había algo que se revolvía en mi interior, no para mal, ni mucho menos. Pero era diferente, como si algo dentro de mi quisiera despertar de pronto, algo nuevo.
Ignoré aquella sensación, y volví a mi posición inicial, apoyándome de nuevo en la pared y observando el lugar a mi alrededor, fumando de nuevo, acabando el cigarrillo en unos pocos segundos y formando alrededor de nosotros una enorme nube de humo que se disipaba muy poco a poco, pues el viento allí no soplaba apenas, y por ello, la situación era muy parecida a la de estar en una habitación cerrada. Tiré el cigarrillo lejos y observé a Samara a través del humo, como si éste la convirtiera en un ser fantasmagórico pero a la vez bello, sin infundar ningún terror en mi alma, si no al contrario. Y aquella escena me dejó sin palabras, es más, me mantuve en silencio, solo para observar la silueta ajena, serio, tranquilo, firme.
De cualquier modo, volviendo a aquella explicación que me dió la vampiresa, entrecerré los ojos y le di una nueva calada al cigarrillo, expulsando simultaneamente el humo por la boca y por la nariz.
-Muchas veces son los propios esclavos de sangre los que eligen serlo, buscan la inmortalidad, y encuentran sufrimiento. Lo sé, lo he visto.-Dije una vez se disipó el humo, serio, seguro de lo que decía, pues sí que era cierto que yo mismo había visto y escuchado decir aquello mismo a algunos esclavos de sangre, antes de pedirme a veces incluso que les matara.
Después de aquello, me explicó que fue cazadora antes de convertirse en vampiresa, que estuvo a punto de casarse con otro cazador y ser líder de su gremio. Sus palabras, su tono, aunque ella intentase disimularlo, iban cargadas de dolor, y eso me hizo ladear la cabeza ligeramente y fruncir el ceño, antes de que desviase la mirada y cerrase los ojos.
-Lamento lo ocurrido, todos hemos pasado por un mal momento.-Dije en voz baja, solo para que ella me escuchase, pues no había necesidad de hablar alto tampoco: Estábamos solos.
Cuando volvió a abrir los ojos, respirando profundamente antes, se presentó como Samara Alighieri, ofrenciéndome su mano como muestra de educación y para que yo hiciera lo mismo.
-Me llamo Ryuu, Ryuu Chandler Arkensow. Un placer, Lady Alighieri.-Dije cogiéndola la mano con delicadeza e inclinándome para depositar un beso en ella, tal y como hacían los nobles de alta cuna, sin dejar de mirarla a los ojos. Era como si cuando nuestras miradas se cruzaban, había algo que se revolvía en mi interior, no para mal, ni mucho menos. Pero era diferente, como si algo dentro de mi quisiera despertar de pronto, algo nuevo.
Ignoré aquella sensación, y volví a mi posición inicial, apoyándome de nuevo en la pared y observando el lugar a mi alrededor, fumando de nuevo, acabando el cigarrillo en unos pocos segundos y formando alrededor de nosotros una enorme nube de humo que se disipaba muy poco a poco, pues el viento allí no soplaba apenas, y por ello, la situación era muy parecida a la de estar en una habitación cerrada. Tiré el cigarrillo lejos y observé a Samara a través del humo, como si éste la convirtiera en un ser fantasmagórico pero a la vez bello, sin infundar ningún terror en mi alma, si no al contrario. Y aquella escena me dejó sin palabras, es más, me mantuve en silencio, solo para observar la silueta ajena, serio, tranquilo, firme.
Tyler Chandler- Cazador Clase Alta
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Re: Chasse au thon rouge [Privado Ryuu Chandler]
Sonreí de lado al escuchar al cazador mencionar la terrible verdad de como muchos esclavos de sangre habían tomado la decisión de convertirse en meros títeres a manos de sus dueños inmortales a cambio de una pequeña dosis diaria de vitae que anulaba por completo su voluntad, donde muchas ocasiones, todo comenzaba por una promesa que no se vería cumplida.
-No le negaré que la idea de la inmortalidad es muy apetitosa a los ojos de cualquier mortal, que sin darse cuenta de lo que dan a cambio, acceden a convertirse en esclavos de sangre de un vampiro con la esperanza de llegar a ser transformados algún día.- me mordí el labio inferior pensativa, percatándome de la cantidad de esclavos de sangre que había tenido que anular en alguna que otra ocasión por interponerse entre sus amos y mi estaca. Había conseguido salvar a algunos de tales funestos encuentros, pero otros muchos habían corrido la misma suerte que los inmortales a los que servían.
Negué con la cabeza al escuchar sus suaves condolencias por lo sucedido a mi familia, exhalando un suave suspiro antes de continuar hablando.- No se preocupe. Han pasado muchos siglos desde entonces y por desgracia he aprendido a vivir sola. En esta profesión de hecho acostumbra a ser algo bastante común perder a seres queridos cuando menos lo espera uno.- apunté tratando de quitarle importancia al asunto con la intención de aliviar la mala sensación de recordar aquella dantesca noche donde dos gremios enteros de cazadores fueron masacrados sin piedad.
La calidez de su mano sujetando la mía disipó por completo ese sentimiento de melancolía que habían dejado los recuerdos de mi vida pasada, provocando sin saber por qué un remolino de sensaciones en mí que llevaba muchos siglos sin dejar que aflorasen en mi pecho.- El placer es mío, maesse Chandler.- susurré sin poder evitar que un vacío ocupase mi pecho cuando se separó de nuevo de mí, tras depositar un casto beso en el dorso de mi mano.- Deduzco por su apellido que no sois de aquí. ¿Qué le ha hecho estar tan lejos de su hogar?.- pregunté con una tímida sonrisa, tratando sin saber por qué de alargar ese fortuito encuentro que debía de haber finalizado en cuanto el inmortal fue eliminado y la muchacha puesta a salvo. Pero había algo en ese cazador que me impedía marcharme todavía, quería conocer más de ese joven que había puesto su vida en peligro por defender a una mera vampiresa como yo.
-No le negaré que la idea de la inmortalidad es muy apetitosa a los ojos de cualquier mortal, que sin darse cuenta de lo que dan a cambio, acceden a convertirse en esclavos de sangre de un vampiro con la esperanza de llegar a ser transformados algún día.- me mordí el labio inferior pensativa, percatándome de la cantidad de esclavos de sangre que había tenido que anular en alguna que otra ocasión por interponerse entre sus amos y mi estaca. Había conseguido salvar a algunos de tales funestos encuentros, pero otros muchos habían corrido la misma suerte que los inmortales a los que servían.
Negué con la cabeza al escuchar sus suaves condolencias por lo sucedido a mi familia, exhalando un suave suspiro antes de continuar hablando.- No se preocupe. Han pasado muchos siglos desde entonces y por desgracia he aprendido a vivir sola. En esta profesión de hecho acostumbra a ser algo bastante común perder a seres queridos cuando menos lo espera uno.- apunté tratando de quitarle importancia al asunto con la intención de aliviar la mala sensación de recordar aquella dantesca noche donde dos gremios enteros de cazadores fueron masacrados sin piedad.
La calidez de su mano sujetando la mía disipó por completo ese sentimiento de melancolía que habían dejado los recuerdos de mi vida pasada, provocando sin saber por qué un remolino de sensaciones en mí que llevaba muchos siglos sin dejar que aflorasen en mi pecho.- El placer es mío, maesse Chandler.- susurré sin poder evitar que un vacío ocupase mi pecho cuando se separó de nuevo de mí, tras depositar un casto beso en el dorso de mi mano.- Deduzco por su apellido que no sois de aquí. ¿Qué le ha hecho estar tan lejos de su hogar?.- pregunté con una tímida sonrisa, tratando sin saber por qué de alargar ese fortuito encuentro que debía de haber finalizado en cuanto el inmortal fue eliminado y la muchacha puesta a salvo. Pero había algo en ese cazador que me impedía marcharme todavía, quería conocer más de ese joven que había puesto su vida en peligro por defender a una mera vampiresa como yo.
Samara Alighieri- Vampiro Clase Alta
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Re: Chasse au thon rouge [Privado Ryuu Chandler]
La mujer trató de quitarle importancia al asunto de su familia asesinada, apuntando que habían pasado siglos desde aquello. Su historia, en parte, me recordaba a la mía: Ambos habíamos perdido a nuestra familia, la mía había sido asesinada, pero aún tenía a Aneu. Y ella... No lo sabía, pero tampoco era algo cortés preguntar algo así.
Yo al menos, apenas presencié el asesinato de mis padres, pero ella con su gremio... Por sus palabras pude deducir que no solo lo vivió, si no que la persona que se encargó de la masacre fue la misma que le convirtió a ella en lo que era ahora: Una criatura inmortal que vagaba por la oscuridad. En parte, era como yo, solo que yo sí podía morir más fácilmente.
Después de presentarme de aquea forma caballerosa y formal, la vampiresa dedujo por mi apellido que yo no era de allí, y por eso, me preguntó que qué hacía en París. Sonreí ligeramente y me encogí de hombros, mirando al cielo, como si estuviera pensando. Y en realidad era lo que estaba haciendo: ¿Que me trajo hasta aquella ciudad? En realidad podía haberme quedado con Aneu en América... No, eran demasiados malos recuerdos, sobre todo para ella... Pero podíamos haber empezado una nueva vida en cualquier otro sitio, ¿por qué Paris? Desde luego era curioso.
-Sinceramente, no lo se... ¿Quizás porque es donde más sobrenaturales peligrosos hay? ¿Qué nos trae a todo el mundo a este lugar? Algunos por el atractivo de la ciudad, el dinero, las mujeres... La venganza.-Volví a mirarla, directamente a los ojos, como si tratase de buscar en lo más profundo de su mente el motivo que tenía ella para estar allí. Aunque realmente no debería importarme, pero era curiosidad, como la que tenía ella conmigo.
-Realmente, no tengo ningún motivo, símplemente sentí que aquí debía estar.-Declaré con un tono totalmente relajado e indiferente. Algo me decía que la mujer quería alargar el encuentro con aquellas preguntas, y no me importaba en absoluto, era agradable, y aquella sensación ya mencionada cuando nuestras miradas se cruzaban era... Extraña. Necesitaba saber qué era.
Yo al menos, apenas presencié el asesinato de mis padres, pero ella con su gremio... Por sus palabras pude deducir que no solo lo vivió, si no que la persona que se encargó de la masacre fue la misma que le convirtió a ella en lo que era ahora: Una criatura inmortal que vagaba por la oscuridad. En parte, era como yo, solo que yo sí podía morir más fácilmente.
Después de presentarme de aquea forma caballerosa y formal, la vampiresa dedujo por mi apellido que yo no era de allí, y por eso, me preguntó que qué hacía en París. Sonreí ligeramente y me encogí de hombros, mirando al cielo, como si estuviera pensando. Y en realidad era lo que estaba haciendo: ¿Que me trajo hasta aquella ciudad? En realidad podía haberme quedado con Aneu en América... No, eran demasiados malos recuerdos, sobre todo para ella... Pero podíamos haber empezado una nueva vida en cualquier otro sitio, ¿por qué Paris? Desde luego era curioso.
-Sinceramente, no lo se... ¿Quizás porque es donde más sobrenaturales peligrosos hay? ¿Qué nos trae a todo el mundo a este lugar? Algunos por el atractivo de la ciudad, el dinero, las mujeres... La venganza.-Volví a mirarla, directamente a los ojos, como si tratase de buscar en lo más profundo de su mente el motivo que tenía ella para estar allí. Aunque realmente no debería importarme, pero era curiosidad, como la que tenía ella conmigo.
-Realmente, no tengo ningún motivo, símplemente sentí que aquí debía estar.-Declaré con un tono totalmente relajado e indiferente. Algo me decía que la mujer quería alargar el encuentro con aquellas preguntas, y no me importaba en absoluto, era agradable, y aquella sensación ya mencionada cuando nuestras miradas se cruzaban era... Extraña. Necesitaba saber qué era.
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Re: Chasse au thon rouge [Privado Ryuu Chandler]
Mordí mi labio inferior ligeramente cuando el cazador se quedó pensativo durante unos segundos tras mi pregunta, que tal vez había sido demasiado atrevida teniendo en cuenta que apenas llevábamos hablando unos minutos
y que por así decirlo, éramos enemigos mortales. O al menos, es lo que deberíamos ser teniendo en cuenta de lo que yo me alimentaba. No sabía por qué pero aquel gesto de buscar en el estrellado firmamento una respuesta me pareció entrañable en un hombre como aquel, y una pequeña sonrisa se escapó de entre mis labios.
-Creo que comprendo a que se refiere, missie Chandler.- apunté casi entre dientes, notando como mis ojos destelleaban de un rojo intenso tras escuchar la palabra venganza. ¿Acaso no era aquello la razón por la que yo estaba allí? ¿La razón por la que llevaba siglos recorriendome el mundo tras un vampiro demasiado escurridizo? Exhalé aire tratando de calmar esa rabia tanto tiempo acumulada, entrelazando con nerviosismo las manos frente mis caderas.
-París tiene algo que atrae a todo el mundo de una forma u otra. Como si fuese un potente imán para todo lo mágico o sobrenatural.- afirmé suavizando esta vez un poco más la voz, pero sin dejar de sentir una presión en el pecho que no acostumbraba ser normal.
Una pequeña brisa comenzó a levantarse en aquella húmeda noche, hecho que provocó que el olor del cazador al que parecía haberme acostumbrado de nuevo flotase frente a mi olfato, provocando un fuerte quemazón en la garganta. Sabía perfectamente que significaba aquello, lo cual me extrañaba sobremanera, puesto que hacía muchos siglos que había conseguido mantener mi sed de sangre a raya.- Empieza a refrescar y tal vez debería guarecerse si no quiere enfermar. Espero que nuestros caminos vuelvan a cruzarse en algún momento. Debo confesarle que ha sido una grata sorpresa encontrar a alguien como vos .- dos pequeños pasos hacia atrás mostraron mi intención de marcharme, al menos una parte de mí era lo que tenía decidido; porque había otra parte, la humana, que parecía no haber muerto del todo, deseaba quedarse.
Revolví en el bolsillo de mi abrigo, recordando que si no lo había perdido durante el enfrentamiento con el inmortal, podría serle de utilidad al cazador en el caso de que desease que nos viésemos de nuevo.- Tome. Es la reseña del hotel donde me alojo. Si necesita alguna vez algo, o le han herido y requiere mi ayuda, no dude en dejar el aviso. Acudiré donde me cite.- apunté entregándole una pequeña hoja donde estaba apuntada la dirección de mi hotel.- Que tenga buena velada, maese Chandler.- concluí antes de desaparecer con la rapidez que me caracterizaba, pero sin alejarme demasiado. Subí con agilidad hasta uno de los tejados de un edificio colindante con la finalidad de seguir al cazador hasta que su ronda esa noche hubiese concluido y se encontrase a salvo en casa.
y que por así decirlo, éramos enemigos mortales. O al menos, es lo que deberíamos ser teniendo en cuenta de lo que yo me alimentaba. No sabía por qué pero aquel gesto de buscar en el estrellado firmamento una respuesta me pareció entrañable en un hombre como aquel, y una pequeña sonrisa se escapó de entre mis labios.
-Creo que comprendo a que se refiere, missie Chandler.- apunté casi entre dientes, notando como mis ojos destelleaban de un rojo intenso tras escuchar la palabra venganza. ¿Acaso no era aquello la razón por la que yo estaba allí? ¿La razón por la que llevaba siglos recorriendome el mundo tras un vampiro demasiado escurridizo? Exhalé aire tratando de calmar esa rabia tanto tiempo acumulada, entrelazando con nerviosismo las manos frente mis caderas.
-París tiene algo que atrae a todo el mundo de una forma u otra. Como si fuese un potente imán para todo lo mágico o sobrenatural.- afirmé suavizando esta vez un poco más la voz, pero sin dejar de sentir una presión en el pecho que no acostumbraba ser normal.
Una pequeña brisa comenzó a levantarse en aquella húmeda noche, hecho que provocó que el olor del cazador al que parecía haberme acostumbrado de nuevo flotase frente a mi olfato, provocando un fuerte quemazón en la garganta. Sabía perfectamente que significaba aquello, lo cual me extrañaba sobremanera, puesto que hacía muchos siglos que había conseguido mantener mi sed de sangre a raya.- Empieza a refrescar y tal vez debería guarecerse si no quiere enfermar. Espero que nuestros caminos vuelvan a cruzarse en algún momento. Debo confesarle que ha sido una grata sorpresa encontrar a alguien como vos .- dos pequeños pasos hacia atrás mostraron mi intención de marcharme, al menos una parte de mí era lo que tenía decidido; porque había otra parte, la humana, que parecía no haber muerto del todo, deseaba quedarse.
Revolví en el bolsillo de mi abrigo, recordando que si no lo había perdido durante el enfrentamiento con el inmortal, podría serle de utilidad al cazador en el caso de que desease que nos viésemos de nuevo.- Tome. Es la reseña del hotel donde me alojo. Si necesita alguna vez algo, o le han herido y requiere mi ayuda, no dude en dejar el aviso. Acudiré donde me cite.- apunté entregándole una pequeña hoja donde estaba apuntada la dirección de mi hotel.- Que tenga buena velada, maese Chandler.- concluí antes de desaparecer con la rapidez que me caracterizaba, pero sin alejarme demasiado. Subí con agilidad hasta uno de los tejados de un edificio colindante con la finalidad de seguir al cazador hasta que su ronda esa noche hubiese concluido y se encontrase a salvo en casa.
Samara Alighieri- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 14/04/2017
Localización : París
Re: Chasse au thon rouge [Privado Ryuu Chandler]
Tal vez la vampiresa tuviese razón y esa inexplicable atracción que poseía París en cuanto a extraños visitantes se refería, era lo que provocaba que un considerable número de seres sobrenaturales decidiesen visitar la ciudad, optando la mayoría de ellos por quedarse durante un tiempo indefinido en la capital francesa. Eso la convertía en una especie de parque de atracciones para los cazadores que, como yo, entregaban su existencia para proteger al resto de la humanidad de esos seres de las tinieblas que cada noche atentaban contra sus vidas. Seres como la mujer que tenía delante, solo que en esta ocasión lo que sentía en su presencia era muy distinto a la adrenalina que acostumbraba sentir cuando les daba caza. Ella era distinta, o al menos es lo que
No pude evitar sonreír de lado al escuchar la razón por la que había decidido terminar nuestro particular encuentro nocturno.- Debería informarle, mademosille Alighieri, que estoy acostumbrado a soportar temporales mucho más insostenibles que una suave brisa marina.- apunté divertido, sopesando si en realidad lo que le preocupaba a la inmortal era la posibilidad de que enfermase por la humedad del ambiente. Sus pasos dubitativos parecían indicarme que en realidad no quería marcharse, y quizás yo no quería que se fuese tan pronto; pero no estaba en mi naturaleza retener a nadie sin motivo, y mucho menos suplicar que se quedase un rato más hasta que descubriese el por qué de esa sensación tan extraña que embargaba todo mi ser.- Estoy seguro que nuestros caminos volverán a cruzarse en algún momento. París no es tan grande y algo me dice que volverá a necesitar mi ayuda en un oscuro callejón.- añadí guiñándole un ojo, al tiempo que metía las manos en el interior de los bolsillos de mis pantalones.
Enarqué una ceja desconcertado cuando me tendió aquella pequeña tarjeta con algo garabateado a mano. Una ligera sonrisa de dibujó en mi rostro cuando, con aquel impulsivo gesto, me demostró que a fin de cuentas no deseaba marcharse.
- No se preocupe. Si en algún momento necesito contactar con usted ya sé donde encontrarla.- sentencié con un tono neutro y una ligera inclinación de cabeza, observando como se marchaba con rapidez.- Para mí también ha sido un placer conocerla, Samara.- susurré para mí, esperanzado de que estuviese lo suficientemente lejos como para no escucharme, y deseando sin embargo que nuestros caminos en verdad se cruzasen de nuevo.
No pude evitar sonreír de lado al escuchar la razón por la que había decidido terminar nuestro particular encuentro nocturno.- Debería informarle, mademosille Alighieri, que estoy acostumbrado a soportar temporales mucho más insostenibles que una suave brisa marina.- apunté divertido, sopesando si en realidad lo que le preocupaba a la inmortal era la posibilidad de que enfermase por la humedad del ambiente. Sus pasos dubitativos parecían indicarme que en realidad no quería marcharse, y quizás yo no quería que se fuese tan pronto; pero no estaba en mi naturaleza retener a nadie sin motivo, y mucho menos suplicar que se quedase un rato más hasta que descubriese el por qué de esa sensación tan extraña que embargaba todo mi ser.- Estoy seguro que nuestros caminos volverán a cruzarse en algún momento. París no es tan grande y algo me dice que volverá a necesitar mi ayuda en un oscuro callejón.- añadí guiñándole un ojo, al tiempo que metía las manos en el interior de los bolsillos de mis pantalones.
Enarqué una ceja desconcertado cuando me tendió aquella pequeña tarjeta con algo garabateado a mano. Una ligera sonrisa de dibujó en mi rostro cuando, con aquel impulsivo gesto, me demostró que a fin de cuentas no deseaba marcharse.
- No se preocupe. Si en algún momento necesito contactar con usted ya sé donde encontrarla.- sentencié con un tono neutro y una ligera inclinación de cabeza, observando como se marchaba con rapidez.- Para mí también ha sido un placer conocerla, Samara.- susurré para mí, esperanzado de que estuviese lo suficientemente lejos como para no escucharme, y deseando sin embargo que nuestros caminos en verdad se cruzasen de nuevo.
Tyler Chandler- Cazador Clase Alta
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