AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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En busca de... // Privado - Ryuu
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En busca de... // Privado - Ryuu
Habían alquilado un par de caballos para la travesía, ya que ir a pie al otro lado de las montañas les hubiese dejado agotados para la batalla a la que deberían enfrentarse una vez alcanzado su destino. Aneu le había insistido a su hermano en diversas ocasiones que debían tener sus propias monturas, pero éste siempre le respondía que era demasiada responsabilidad, que él no tenía tiempo de cuidar de los animales y que ella debía centrarse en la alquimia en vez de buscar otras cosas con las que entretenerse. Llevaban un rato en silencio, principalmente porque la cazadora estaba enfadada, ya que acababan de volver a tocar el tema de los caballos y siempre le dolía no salirse con la suya. Sólo con Ryuu sacaba su lado ligeramente caprichoso e infantil, era su privilegio y su condena al mismo tiempo. Al final, cuando ya se le había pasado el enojo, fue ella la que rompió el hielo al volver a hablar. -¿Estás seguro que deberíamos ir por aquí? En el mapa se veía otro camino más directo aunque escarpado.- De los hermanos Chandler Arkensow, el mayor era de los dos el más sensato. La pequeña era más alocada y se arriesgaba a la mínima por nada. La sensación de peligro la tenía prácticamente anulada y era el hombre el que ponía los puntos sobre las íes en muchas ocasiones. Aunque no siempre, claro estaba.
La yegua que montaba la joven pisó una piedra y patinó, haciendo que la chica clavara las rodillas a ambos lados de la silla de montar y se aferrara a la crin más que a las riendas. El animal recobró el paso normal y antes incluso de que su hermano pudiera refutar su idea de cambiar la ruta, ella ya se había percatado que no era una buena idea. Resopló a sabiendas de que seguramente lo ocurrido sería usado en su contra para una especie de reprimenda, pero ya estaba acostumbrada a los sermones de “padre” que le daba su hermano en algunas ocasiones.
Sin embargo, antes de que nadie pudiera decir nada más y en mitad de un sendero poco transitable, escucharon un aullido y el correr de varios animales en el bosque de las inmediaciones a su punto actual. Aneu, rápidamente, llevó una mano al arma que estaba atada detrás de su montura y soltó su lazo con increíble habilidad, llevándose la culata al hombro y apuntando hacia los arbustos. No pretendía disparar, no de momento, sino fijar la vista a través de una mira que ella misma había fabricado e incorporado al rifle. Aquello le proporcionaba una cercanía visual de lo más útil en zonas espesas donde la maleza lo cubría prácticamente todo. Se movieron unas ramas y ella acarició el gatillo, lista para apretarlo si fuera necesario. De un salto, salió un lobezno persiguiendo a una rata y la muchacha se relajó con una sonrisa. -Vaya, falsa alarma.- Miró a su hermano que aún seguía atento a la espesura y aguardó en silencio. Sabía que si seguía concentrado era mejor dejarle hacer, a fin de cuentas le sacaba nueve años de experiencia.
La yegua que montaba la joven pisó una piedra y patinó, haciendo que la chica clavara las rodillas a ambos lados de la silla de montar y se aferrara a la crin más que a las riendas. El animal recobró el paso normal y antes incluso de que su hermano pudiera refutar su idea de cambiar la ruta, ella ya se había percatado que no era una buena idea. Resopló a sabiendas de que seguramente lo ocurrido sería usado en su contra para una especie de reprimenda, pero ya estaba acostumbrada a los sermones de “padre” que le daba su hermano en algunas ocasiones.
Sin embargo, antes de que nadie pudiera decir nada más y en mitad de un sendero poco transitable, escucharon un aullido y el correr de varios animales en el bosque de las inmediaciones a su punto actual. Aneu, rápidamente, llevó una mano al arma que estaba atada detrás de su montura y soltó su lazo con increíble habilidad, llevándose la culata al hombro y apuntando hacia los arbustos. No pretendía disparar, no de momento, sino fijar la vista a través de una mira que ella misma había fabricado e incorporado al rifle. Aquello le proporcionaba una cercanía visual de lo más útil en zonas espesas donde la maleza lo cubría prácticamente todo. Se movieron unas ramas y ella acarició el gatillo, lista para apretarlo si fuera necesario. De un salto, salió un lobezno persiguiendo a una rata y la muchacha se relajó con una sonrisa. -Vaya, falsa alarma.- Miró a su hermano que aún seguía atento a la espesura y aguardó en silencio. Sabía que si seguía concentrado era mejor dejarle hacer, a fin de cuentas le sacaba nueve años de experiencia.
Aneu Chadwick- Cazador Clase Media
- Mensajes : 64
Fecha de inscripción : 10/10/2017
Re: En busca de... // Privado - Ryuu
-Pero tener dos caballos sería una ventaja y además...
-He dicho que no. No podemos cuidar de esos animales, tú estás investigando y yo rastreando, y tenemos la tienda, ¿donde vas a meterlos?
-Podemos comprar unas cuadras, y podriamos turnarnos para cuidarlos.
-¿Te crees que el dinero llueve del cielo? Esta es mi última palabra respecto al tema: No.
Aquella había sido parte de una discusión con la que Aneu y yo llevabamos tiempo lidiando, en la cual ella estaba empeñada en que deberíamos tener un caballo para cada uno, ¿cual era el motivo? Simple capricho, como muchas cosas que se le pasaban a mi hermana por la cabeza. Aquella discusión la había enfadado, y yo había optado por esperar a que finalmente ella diera su brazo a torcer... No teníamos tiempo suficiente para cuidar a otros animales a parte de cuidarnos a nosotros mismos y al resto de personas de monstruos peligrosos.
Finalmente, como hacíamos otras veces, alquilamos dos caballos para desplazarnos hasta una de las montañas que había algo lejos de la ciudad.
El enfado de Aneu era duradero, y durante todo el viaje no hubo ningún intercambio de palabras, únicamente rompían el silencio los pasos y respiraciones de los caballos, los cuales sí que caminaban a la misma altura.
Alguna vez, miraba de reojo a mi hermana, pensando en romper yo el hielo, pero entonces recordaba cuán orgullosa era Aneu, y terminaba por no decir nada, y símplemente centrarme en la misión.
Misión que llevabamos preparando tres dias, buscando información sobre el posible paradero de un licántropo que parecía vivir cerca de las montañas, entre los bosques, y bajaba de vez en cuando a las afueras de la ciudad, a los barrios de campesinos, para sembrar el caos y saciar su hambre. Licántropo que ya se había cobrado la vida de diez personas, sin duda una cantidad a tener en cuenta.
Finalmente, al llevar caminando durante un rato por un camino escarpado, Aneu habló, únicamente para preguntarme si estaba seguro de si aquél camino era el correcto, asentí, sin dejar de mirar al frente, analizando el terreno y observando el bosque que empezaba a alzarse ante nosotros.
La yegua de la chica resbaló, haciendo que se agarrase a su crín para no caer, la miré fijamente, serio, y antes de que mi boca pronunciara la frase "Ten cuidado." Un aullido no muy lejano nos puso en alerta a ambos, entrecerré los ojos, y traté de visualizar a través de los inmensos árboles, buscando al causante de aquél aullido. Y, para mi sorpresa, algo se movió entre unos matorrales que estaban cerca de nosotros. Aneu sacó su rifle y apuntó hacia ellos, dispuesta a disparar a lo que fuera que hubiera ahí. Pero después de unos intensos segundos, un pequeño cachorro de lobo salió de entre ellos, el cual perseguía a un roedor. Aneu dijo algo al respecto, pero yo me mantuve firme, observando más allá de esos matorrales, analizando.
-No te relajes tan rápido.-Dije con un tono serio, indicando que estaba concentrado, aunque ella ya lo sabía de sobra. Me bajé del caballo y lo até de las riendas a un árbol que había al lado, cogí el arco, el cual plegué pulsando un botón, haciéndolo más pequeño y ligero, y lo llevé en la mano.-Seguiremos a pie: No estamos lejos.-Dije caminando hasta uno de los árboles que rodeaban el arbusto, donde había visto desde el árbol una marca familiar y, al acercarme y verla más de cerca, supe que, efectivamente, se trataba de un arañazo de unas garras. Volví a mirar a mi hermana y le señalé la marca.
-Está esperándonos, quiere que le encontremos.-Avisé, en un susurro. Al saber rastrear, sabía reconocer cuando era un rastro falso o cualquier otro, por ello, era bueno que avisara a mi hermana de aquello, para que no la pillara por sorpresa.
Me coloqué el carcaj ajustado y listo para acceder a él rápido y con la mano libre tantee el mango de la espada, que estaba debajo del carcaj, sustituyendo al cuchillo, el cual había cambiado de sitio a una vaina en mi pierna. Una vez revisado parte de mis armas, seguí avanzando entre los árboles, buscando más posibles rastros.
-He dicho que no. No podemos cuidar de esos animales, tú estás investigando y yo rastreando, y tenemos la tienda, ¿donde vas a meterlos?
-Podemos comprar unas cuadras, y podriamos turnarnos para cuidarlos.
-¿Te crees que el dinero llueve del cielo? Esta es mi última palabra respecto al tema: No.
Aquella había sido parte de una discusión con la que Aneu y yo llevabamos tiempo lidiando, en la cual ella estaba empeñada en que deberíamos tener un caballo para cada uno, ¿cual era el motivo? Simple capricho, como muchas cosas que se le pasaban a mi hermana por la cabeza. Aquella discusión la había enfadado, y yo había optado por esperar a que finalmente ella diera su brazo a torcer... No teníamos tiempo suficiente para cuidar a otros animales a parte de cuidarnos a nosotros mismos y al resto de personas de monstruos peligrosos.
Finalmente, como hacíamos otras veces, alquilamos dos caballos para desplazarnos hasta una de las montañas que había algo lejos de la ciudad.
El enfado de Aneu era duradero, y durante todo el viaje no hubo ningún intercambio de palabras, únicamente rompían el silencio los pasos y respiraciones de los caballos, los cuales sí que caminaban a la misma altura.
Alguna vez, miraba de reojo a mi hermana, pensando en romper yo el hielo, pero entonces recordaba cuán orgullosa era Aneu, y terminaba por no decir nada, y símplemente centrarme en la misión.
Misión que llevabamos preparando tres dias, buscando información sobre el posible paradero de un licántropo que parecía vivir cerca de las montañas, entre los bosques, y bajaba de vez en cuando a las afueras de la ciudad, a los barrios de campesinos, para sembrar el caos y saciar su hambre. Licántropo que ya se había cobrado la vida de diez personas, sin duda una cantidad a tener en cuenta.
Finalmente, al llevar caminando durante un rato por un camino escarpado, Aneu habló, únicamente para preguntarme si estaba seguro de si aquél camino era el correcto, asentí, sin dejar de mirar al frente, analizando el terreno y observando el bosque que empezaba a alzarse ante nosotros.
La yegua de la chica resbaló, haciendo que se agarrase a su crín para no caer, la miré fijamente, serio, y antes de que mi boca pronunciara la frase "Ten cuidado." Un aullido no muy lejano nos puso en alerta a ambos, entrecerré los ojos, y traté de visualizar a través de los inmensos árboles, buscando al causante de aquél aullido. Y, para mi sorpresa, algo se movió entre unos matorrales que estaban cerca de nosotros. Aneu sacó su rifle y apuntó hacia ellos, dispuesta a disparar a lo que fuera que hubiera ahí. Pero después de unos intensos segundos, un pequeño cachorro de lobo salió de entre ellos, el cual perseguía a un roedor. Aneu dijo algo al respecto, pero yo me mantuve firme, observando más allá de esos matorrales, analizando.
-No te relajes tan rápido.-Dije con un tono serio, indicando que estaba concentrado, aunque ella ya lo sabía de sobra. Me bajé del caballo y lo até de las riendas a un árbol que había al lado, cogí el arco, el cual plegué pulsando un botón, haciéndolo más pequeño y ligero, y lo llevé en la mano.-Seguiremos a pie: No estamos lejos.-Dije caminando hasta uno de los árboles que rodeaban el arbusto, donde había visto desde el árbol una marca familiar y, al acercarme y verla más de cerca, supe que, efectivamente, se trataba de un arañazo de unas garras. Volví a mirar a mi hermana y le señalé la marca.
-Está esperándonos, quiere que le encontremos.-Avisé, en un susurro. Al saber rastrear, sabía reconocer cuando era un rastro falso o cualquier otro, por ello, era bueno que avisara a mi hermana de aquello, para que no la pillara por sorpresa.
Me coloqué el carcaj ajustado y listo para acceder a él rápido y con la mano libre tantee el mango de la espada, que estaba debajo del carcaj, sustituyendo al cuchillo, el cual había cambiado de sitio a una vaina en mi pierna. Una vez revisado parte de mis armas, seguí avanzando entre los árboles, buscando más posibles rastros.
Tyler Chandler- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/09/2017
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Re: En busca de... // Privado - Ryuu
Siguió observando a su hermano que desmontó del caballo. Ella permaneció aún en su silla, acariciando el cuello del caballo para relajarlo, pues aún estaba algo tenso y lo notaba en cómo se le hinchaban y deshinchaban rápidamente las costillas al respirar, moviendo consigo las piernas de la cazadora. Era una buena yegua, bastante mansa, pero como buen animal, estaba acostumbrado a vivir alerta y que el miedo guiara sus instintos. Y no fue hasta que su hermano hizo el comentario sobre seguir a pie, que ella también se bajó de su montura. Tomó las riendas cerca del bocado y tiró suavemente para llevar consigo a la hembra hasta el mismo árbol en que Ryuu había amarrado a la suya. Una vez se había preguntado por qué solían ser yeguas las que más abundaban y el propietario le dijo que era porque corrían más y no se peleaban entre ellas. Sonrió, pensando que en los humanos solía suceder a la inversa, pero no le dio más importancia.
Siguió los pasos del mayor, arreglando las armas primero, el rifle a su espalda con la embocadura hacia abajo por si se ponía a llover y para que fura cogerlo y apuntar, el machete atado al exterior del muslo izquierdo con una ligera funda de cuero, la espada gemela de la de su hermano a la cintura con una vaina hecha a medida y una ballesta de mano de tamaño medio ya a punto para disparar. Se detuvo al escuchar la advertía de la presencia de algo mucho más grande que un lobezno, lo que hizo que ralentizara sus pasos y al mismo tiempo pisara con más fuerza, aunque sin hacer ruido. Hundía la suela de la bota en el terreno, plenamente consciente de que un buen agarre al suelo facilitaba un tiro certero y evitaba recular por la fuerza de disparo. -¿Es un lycan?- Preguntó a su hermano que ya avanzaba entre la maleza para adentrarse poco a poco en la espesura del bosque. Ella fue tras él, controlando la retaguardia, entre dos se cubría mucho mejor el perímetro, aunque a veces echaba de menos ser alguno más y poder centrarse con más ahínco en cada fracción de los trescientos sesenta grados. Estaba atenta, cada sonido la mantenía alerta. Intentaba controlar sus impulsos, porque a veces según qué tipo de sonido, hacía que su corazón diera un vuelco. Sin embargo, tras años de experiencia, había aprendido a diferenciar los potenciales riesgos y amenazas de los que no debían ser tenidos en cuenta. Giró y comenzó a caminar de medio lado, asegurándose de que nada ni nadie les seguía en sigilo. Podía oír su propia respiración y también la de Ryuu, ambos la mantenían pesada, lenta y tranquila para que ésta misma no les estorbara a la hora de rastrear, además que les permitía estar relajados previo a un posible ataque y conservar energías.
Siguió los pasos del mayor, arreglando las armas primero, el rifle a su espalda con la embocadura hacia abajo por si se ponía a llover y para que fura cogerlo y apuntar, el machete atado al exterior del muslo izquierdo con una ligera funda de cuero, la espada gemela de la de su hermano a la cintura con una vaina hecha a medida y una ballesta de mano de tamaño medio ya a punto para disparar. Se detuvo al escuchar la advertía de la presencia de algo mucho más grande que un lobezno, lo que hizo que ralentizara sus pasos y al mismo tiempo pisara con más fuerza, aunque sin hacer ruido. Hundía la suela de la bota en el terreno, plenamente consciente de que un buen agarre al suelo facilitaba un tiro certero y evitaba recular por la fuerza de disparo. -¿Es un lycan?- Preguntó a su hermano que ya avanzaba entre la maleza para adentrarse poco a poco en la espesura del bosque. Ella fue tras él, controlando la retaguardia, entre dos se cubría mucho mejor el perímetro, aunque a veces echaba de menos ser alguno más y poder centrarse con más ahínco en cada fracción de los trescientos sesenta grados. Estaba atenta, cada sonido la mantenía alerta. Intentaba controlar sus impulsos, porque a veces según qué tipo de sonido, hacía que su corazón diera un vuelco. Sin embargo, tras años de experiencia, había aprendido a diferenciar los potenciales riesgos y amenazas de los que no debían ser tenidos en cuenta. Giró y comenzó a caminar de medio lado, asegurándose de que nada ni nadie les seguía en sigilo. Podía oír su propia respiración y también la de Ryuu, ambos la mantenían pesada, lenta y tranquila para que ésta misma no les estorbara a la hora de rastrear, además que les permitía estar relajados previo a un posible ataque y conservar energías.
Aneu Chadwick- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/10/2017
Re: En busca de... // Privado - Ryuu
Mi respuesta ante la pregunta de mi hermana fue un simple gesto con la cabeza, asintiendo, no quería hacer ningún tipo de ruido, aún a sabiendas de que aquél licántropo nos estaba esperando. Pero algo me decía que él no sabía cuando vendríamos y donde estabamos en aquél momento, sin embargo estaba en ventaja: Pues sabía que eramos dos personas las que le estábamos dando caza, lo que significaba, a su vez, que nos conocía, cosa que, en parte, no me gustaba.
Me paré un momento, e hice un gesto con la mano a Aneu para que hiciera lo mismo. Cerré los ojos y me concentré en cualquier sonido que pudiera provenir de aquel bosque, omitiendo nuestras propias respiraciones.
Un golpe.
Un arañazo.
Pasos lejanos y rápidos, que se hacían más sonoros a cada segundo.
Volví a abrir los ojos, y replegué el arco a la vez que sacaba una flecha y apuntaba al frente, para después mover el arco hacia uno de los laterales, esperé unos cuantos segundos y entonces apareció de la nada: Un licántropo de pelaje oscuro, un tamaño algo más pequeño de lo normal, pero con una fiera mirada, saltó hacia nosotros, apunté a su pecho, muy cerca de donde estaba su corazón, y sin pensarlo un momento, solté la cuerda. A lo cual la flecha salió volando, cortando el aire, hacia la trayectoria que había escogido. Empujé a mi hermana para hacerla a un lado y después yo di un salto hacia el lado contrario. La flecha impactó en el cuerpo de la criatura, la cual rugía con maldad, pasó entre medias de donde anteriormente Aneu y yo estábamos situados y aterrizó de forma pesada, estampándose contra un árbol. Y entonces aulló de dolor.
-Rápido, ayúdame.-Corrí hacia el lobo malherido, tirando el arco a un lado y desenvainando la espada, y ántes de que pudiera volver a levantarse, la hoja de mi arma ya estaba rozando su cuello, amenazante, y yo estaba situado frente a él, dispuesto a acabar con su vida si se movía. Lo analicé más tranquilamente, ahora que estaba quieto, y observé sus garras, y su tamaño. Las cuales no coincidían con las marcas del árbol que encontramos al principio.
-No es el que buscamos, no está solo.-Avisé a Aneu, sin dejar de mirar al licántropo. Entrecerré los ojos e hice fuerza con la espada, cortándole un poco y haciéndole gruñir de dolor.-¿Cuántos sois?El lobo, entonces, comenzó a volver lentamente a su forma humana, mostrando un cuerpo semidesnudo (ya que parte del pelaje le cubría algunas partes) y con una flecha, esta vez más notable, clavada en su pecho. Respiraba entrecortadamente, y de su boca goteaba un fino hilillo de sangre, y entonces sonrió.
-Somos demasiados... Cazador... Y Él os estaba esperando...
-¿Quien es "Él"?-Cogí la flecha con la mano libre y la retorcí, provocándole de nuevo un dolor más intenso al hombre, el cual soltó un grito de dolor y abrió los ojos completamente, para después volver a su rostro de burla.
-Él es vuestra perdición...-Entonces un aullido lejano sonó en aquél bosque, al cual hicieron eco otros tantos. El hombre comenzó a reir debilmente, y yo le dediqué una mirada de odio, que fue acompañada por dos movimientos: Primero, mi hoja se deslizó horizontalmente sobre su cuello, cortándoselo, y por último, la mano que sostenía la flecha, ejerció fuerza sobre ella, hundiéndola aún más, en uno de sus pulmones. El hombre comenzó a soltar sangre por la boca, acompañado de gorgoteos que poco a poco le hicieron ahogarse en su propia sangre. Cuando finalmente murió, volví a coger el arco y envainé la espada, caminé hacia Aneu para colocarme a su lado y preparé una nueva flecha en el arco.
-Prepárate.-Dije mientras escuchaba como multitud de pasos se hacían cada vez más fuertes, como si de un montón de tambores empezaran a hacer un gran redoble.
Iba a ser una dura lucha.
Me paré un momento, e hice un gesto con la mano a Aneu para que hiciera lo mismo. Cerré los ojos y me concentré en cualquier sonido que pudiera provenir de aquel bosque, omitiendo nuestras propias respiraciones.
Un golpe.
Un arañazo.
Pasos lejanos y rápidos, que se hacían más sonoros a cada segundo.
Volví a abrir los ojos, y replegué el arco a la vez que sacaba una flecha y apuntaba al frente, para después mover el arco hacia uno de los laterales, esperé unos cuantos segundos y entonces apareció de la nada: Un licántropo de pelaje oscuro, un tamaño algo más pequeño de lo normal, pero con una fiera mirada, saltó hacia nosotros, apunté a su pecho, muy cerca de donde estaba su corazón, y sin pensarlo un momento, solté la cuerda. A lo cual la flecha salió volando, cortando el aire, hacia la trayectoria que había escogido. Empujé a mi hermana para hacerla a un lado y después yo di un salto hacia el lado contrario. La flecha impactó en el cuerpo de la criatura, la cual rugía con maldad, pasó entre medias de donde anteriormente Aneu y yo estábamos situados y aterrizó de forma pesada, estampándose contra un árbol. Y entonces aulló de dolor.
-Rápido, ayúdame.-Corrí hacia el lobo malherido, tirando el arco a un lado y desenvainando la espada, y ántes de que pudiera volver a levantarse, la hoja de mi arma ya estaba rozando su cuello, amenazante, y yo estaba situado frente a él, dispuesto a acabar con su vida si se movía. Lo analicé más tranquilamente, ahora que estaba quieto, y observé sus garras, y su tamaño. Las cuales no coincidían con las marcas del árbol que encontramos al principio.
-No es el que buscamos, no está solo.-Avisé a Aneu, sin dejar de mirar al licántropo. Entrecerré los ojos e hice fuerza con la espada, cortándole un poco y haciéndole gruñir de dolor.-¿Cuántos sois?El lobo, entonces, comenzó a volver lentamente a su forma humana, mostrando un cuerpo semidesnudo (ya que parte del pelaje le cubría algunas partes) y con una flecha, esta vez más notable, clavada en su pecho. Respiraba entrecortadamente, y de su boca goteaba un fino hilillo de sangre, y entonces sonrió.
-Somos demasiados... Cazador... Y Él os estaba esperando...
-¿Quien es "Él"?-Cogí la flecha con la mano libre y la retorcí, provocándole de nuevo un dolor más intenso al hombre, el cual soltó un grito de dolor y abrió los ojos completamente, para después volver a su rostro de burla.
-Él es vuestra perdición...-Entonces un aullido lejano sonó en aquél bosque, al cual hicieron eco otros tantos. El hombre comenzó a reir debilmente, y yo le dediqué una mirada de odio, que fue acompañada por dos movimientos: Primero, mi hoja se deslizó horizontalmente sobre su cuello, cortándoselo, y por último, la mano que sostenía la flecha, ejerció fuerza sobre ella, hundiéndola aún más, en uno de sus pulmones. El hombre comenzó a soltar sangre por la boca, acompañado de gorgoteos que poco a poco le hicieron ahogarse en su propia sangre. Cuando finalmente murió, volví a coger el arco y envainé la espada, caminé hacia Aneu para colocarme a su lado y preparé una nueva flecha en el arco.
-Prepárate.-Dije mientras escuchaba como multitud de pasos se hacían cada vez más fuertes, como si de un montón de tambores empezaran a hacer un gran redoble.
Iba a ser una dura lucha.
Tyler Chandler- Cazador Clase Alta
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Re: En busca de... // Privado - Ryuu
Se detuvo tras ver el gesto que le hizo su hermano y aguardó en absoluto silencio. Esta vez incluso contuvo la respiración para facilitarle la tardea al mayor, mientras ella se mantenía inmóvil como una estatua. Cerró muy lentamente los ojos, pensando en el batir de las alas de una mariposa que podían alterar las corrientes de viento según una leyenda y pacientemente esperó a que Ryuu diera un paso o abriera la boca, lo que indicaría que ella también podía avanzar o hablar de nuevo. Sin embargo, el sonido de unos pasos o más bien unas zancadas a toda prisa y acercándose la alertó y rápidamente abrió los ojos para ver al hombre preparar su arco y apuntar, a lo que ella hizo lo mismo con su ballesta de mano. Sus oídos parecían querer indicarle el camino, pero el eco de las montañas le hacían difícil localizar el origen de aquellas garras al pisar. Giró justo a tiempo, pero su hermano fue más rápido y tras alcanzar al enorme animal con una flecha, la empujó y ella terminó de saltar, viendo pasar al monstruo entre ambos y aterrizar en caída. Ella estaba de rodillas sobre el terreno cuando el cazador reclamó su ayuda y enseguida se puso en pie, situándose a su lado y mientras éste le amenazaba con la espada, ella apuntó con la ballesta al cráneo del licántropo. Estaba dispuesta a acabar con él de inmediato, pero Ryuu quería sonsacarle información, más aún al descubrir que no estaba solo, lo que hizo que la chica girara y se volviera a poner a hacer guardia. Sumó el machete a las armas que sostenía, alerta, a la expectativa, mientras escuchaba la conversación que el mayor mantenía con el tipo caído y malherido. -Yo vigilo la retaguardia.- Le dejó saber a su hermano, queriendo darle algo de paz de mente para hacer lo que creyera conveniente con el que acababa de intentar acabar con sus vidas.
El hincapié que hizo el lobo en aquel “él” a Aneu no le gustó nada, alguien les estaba esperando, les buscaba y por el ataque gratuito de ese desgraciado, no tenía precisamente intenciones de charlar y tomar el té. Estrechó la mirada y separó las piernas, adhiriéndose mejor al terreno con las suelas de sus botas de montaña. El aullido la alteró y rápidamente dio varios pasos al norte, de donde éste provenía con más fuerza, aunque los otros alaridos que le siguieron hicieron que todo el cuerpo de la muchacha se tensara. Eran muchos, tal vez demasiados, ¿podrían con ellos? Miró a su alrededor y se le ocurrió una idea, así que colgando la ballesta a su espalda y con sólo el machete a la diestra, le sonrió a su hermano e hizo un gesto con la cabeza. -Sígueme y échame una mano.- Corrió hacia una zona más espesa y con árboles, dándole un corte a una rama larga y medio caída por una pasada tormenta, se preparó una especie de bastón largo improvisado. En cuanto tuvo a Ryuu a su costado, señaló otro de los árboles, uno bastante alto. -Ayúdame a trepar a lo alto de su copa, desde allí tendré mejor perspectiva y será un buen punto de ataque a distancia.- Amplió la sonrisa, esperando que el mayor reconociera su avidez mental y le reconociera el mérito.
El hincapié que hizo el lobo en aquel “él” a Aneu no le gustó nada, alguien les estaba esperando, les buscaba y por el ataque gratuito de ese desgraciado, no tenía precisamente intenciones de charlar y tomar el té. Estrechó la mirada y separó las piernas, adhiriéndose mejor al terreno con las suelas de sus botas de montaña. El aullido la alteró y rápidamente dio varios pasos al norte, de donde éste provenía con más fuerza, aunque los otros alaridos que le siguieron hicieron que todo el cuerpo de la muchacha se tensara. Eran muchos, tal vez demasiados, ¿podrían con ellos? Miró a su alrededor y se le ocurrió una idea, así que colgando la ballesta a su espalda y con sólo el machete a la diestra, le sonrió a su hermano e hizo un gesto con la cabeza. -Sígueme y échame una mano.- Corrió hacia una zona más espesa y con árboles, dándole un corte a una rama larga y medio caída por una pasada tormenta, se preparó una especie de bastón largo improvisado. En cuanto tuvo a Ryuu a su costado, señaló otro de los árboles, uno bastante alto. -Ayúdame a trepar a lo alto de su copa, desde allí tendré mejor perspectiva y será un buen punto de ataque a distancia.- Amplió la sonrisa, esperando que el mayor reconociera su avidez mental y le reconociera el mérito.
Aneu Chadwick- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/10/2017
Re: En busca de... // Privado - Ryuu
Antes de que empezara la batalla, para mi sorpresa, Aneu tuvo una idea que, desde luego, era digna de tener en cuenta. La seguí, tal y como me dijo, y esperé a que terminase de hacer aquella especie de bastón, mientras yo vigilaba con el arco preparado para el primer licántropo que apareciese, cuando acabó, volvió a mi lado y me señaló un árbol alto, de los más grandes de aquel bosque. Y entonces, fue cuando llegó aquella sorpresa de la que hablaba: Me pidió que la ayudase a trepar hasta él, por lo que tendría una buena vista para atacar a distancia y preparar algo parecido a una emboscada.
-Está bien, es una buena idea, Ann.-Solté la flecha y la sujeté con la misma mano que tenía el arco, y con la mano libre la revolví el cabelli cariñosamente, indicándola que estaba orgulloso de ella en aquél momento.
Me acerqué al árbol y apoyé la espalda en él, dejé el arco a un lado, en el suelo, y entrelacé los dedos de las manos para ayudarla a subir de una forma sencilla, ya que de aquella forma podría impulsarla hacia las ramas, que estaban algo altas.
Cuando ya subió, recuperé mi arco y me separé unos cuantos metros del árbol, los pasos ahora eran mucho más sonoros, y pronto empecé a ver alguna que otra mancha oscura y peluda no muy lejos de nuestra zona. Aquella empezaba a ser la distancia adecuada para comenzar a disparar.
Miré hacia arriba, al árbol, a mi hermana: Estaba a una altura algo peligrosa si caía, pero confiaba en ella, en su puntería, y en su idea.
-Ten cuidado.-De nuevo, un coro de aullidos, ahora más estridente, volvió a hacerse eco en el bosque, seguido de multitud de gruñidos y ladridos. Aquello comenzaba a ser un caos, y ni siquiera había empezado.
Tensé el arco y apunté a una de aquellas manchas oscuras, tomé aire y lentamente lo fui expulsándolo por la boca, cuando vacié mis pulmones, solté la cuerda, y la flecha viajó a gran velocidad hacia su destino. Impactando en el licántropo y dejándolo atrás, agonizando. Cargué de nuevo otra flecha y apunté a otra criatura, disparando de nuevo.
-Ya llegan, ¿estás lista, Ann?
-Está bien, es una buena idea, Ann.-Solté la flecha y la sujeté con la misma mano que tenía el arco, y con la mano libre la revolví el cabelli cariñosamente, indicándola que estaba orgulloso de ella en aquél momento.
Me acerqué al árbol y apoyé la espalda en él, dejé el arco a un lado, en el suelo, y entrelacé los dedos de las manos para ayudarla a subir de una forma sencilla, ya que de aquella forma podría impulsarla hacia las ramas, que estaban algo altas.
Cuando ya subió, recuperé mi arco y me separé unos cuantos metros del árbol, los pasos ahora eran mucho más sonoros, y pronto empecé a ver alguna que otra mancha oscura y peluda no muy lejos de nuestra zona. Aquella empezaba a ser la distancia adecuada para comenzar a disparar.
Miré hacia arriba, al árbol, a mi hermana: Estaba a una altura algo peligrosa si caía, pero confiaba en ella, en su puntería, y en su idea.
-Ten cuidado.-De nuevo, un coro de aullidos, ahora más estridente, volvió a hacerse eco en el bosque, seguido de multitud de gruñidos y ladridos. Aquello comenzaba a ser un caos, y ni siquiera había empezado.
Tensé el arco y apunté a una de aquellas manchas oscuras, tomé aire y lentamente lo fui expulsándolo por la boca, cuando vacié mis pulmones, solté la cuerda, y la flecha viajó a gran velocidad hacia su destino. Impactando en el licántropo y dejándolo atrás, agonizando. Cargué de nuevo otra flecha y apunté a otra criatura, disparando de nuevo.
-Ya llegan, ¿estás lista, Ann?
Tyler Chandler- Cazador Clase Alta
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Re: En busca de... // Privado - Ryuu
Sonrió, encogiendo ligeramente los hombros al recibir el afable gesto de su hermano al revolverle el cabello, sonriendo. Se situó junto a él una vez éste hincó una rodilla en el suelo y, tras clavar el bastón que se había hecho en la tierra, se impulsó tanto por la ayuda que Ryuu le ofrecía como por la especie de pértiga ligeramente flexible que suponía la largo leño de árbol, logrando con ambas cosas aferrarse a una rama y de allí trepar a otra aún más alta, donde se colocó con sumo cuidado en cuclillas, apoyada con la zurda al tronco y con la diestra sacó su ballesta, que además de cómo arma le daba uso para apuntar mejor al mirar.
Vio a los licántropos acercarse a toda prisa, corriendo y rebotando en piedras y árboles, chocando incluso entre ellos mismos al querer avanzar con mirada ciega hacia sus presas, los dos cazadores. Rodeó el tronco con el brazo para mayor sujeción y disparó, acertándole a uno de los monstruos en el hombro, aunque aquello sólo le hizo recular unos segundos antes de volver a la carga aún más furioso. Estaba claro que con las flechas de aquel objeto y a tanta distancia, sólo podía apuntar a un lugar y que surtiera efecto. El siguiente disparo fue directo y certero, clavándose en el ojo de uno de los lobos, lo que le hizo caer de lado entre aullidos y le retrasó de verdad. No estaba muerto y acabaría por llegar junto al resto, pero ya no sería el mismo contrincante que pudiendo percibir la profundidad. Sonrió y miró a su hermano desde arriba. -Siempre estoy lista, hermanito.- A pesar del peligro y de la tensión del momento, el tono de la chica fue ligeramente divertido. La adrenalina que corría por sus venas la tenía encendida. Guardó la ballesta y sacó el rifle, asegurándose primero que las balas cargadas eran las correctas: De plata con acónito mezclado en la pólvora.
Pronto les alcanzarían y no podía dejar solo a su hermano, así que tras contarlos, descendió a toda prisa, dando pequeños saltos para que los guantes no se quemaran contra la corteza y se cortaran sus palmas de las manos, con el arma ya lista colgando del hombro. -Son cuatro los que vienen hacia aquí y un quinto que llegará rezagado y tuerto.- Estaba a punto de empezar la pelea y Aneu ya sentía hervir la sangre con virulencia. Se situó junto al mayor, ligeramente hacia un costado, casi espalda con espalda para cubrir todo el frente y parte de los flancos.
Vio a los licántropos acercarse a toda prisa, corriendo y rebotando en piedras y árboles, chocando incluso entre ellos mismos al querer avanzar con mirada ciega hacia sus presas, los dos cazadores. Rodeó el tronco con el brazo para mayor sujeción y disparó, acertándole a uno de los monstruos en el hombro, aunque aquello sólo le hizo recular unos segundos antes de volver a la carga aún más furioso. Estaba claro que con las flechas de aquel objeto y a tanta distancia, sólo podía apuntar a un lugar y que surtiera efecto. El siguiente disparo fue directo y certero, clavándose en el ojo de uno de los lobos, lo que le hizo caer de lado entre aullidos y le retrasó de verdad. No estaba muerto y acabaría por llegar junto al resto, pero ya no sería el mismo contrincante que pudiendo percibir la profundidad. Sonrió y miró a su hermano desde arriba. -Siempre estoy lista, hermanito.- A pesar del peligro y de la tensión del momento, el tono de la chica fue ligeramente divertido. La adrenalina que corría por sus venas la tenía encendida. Guardó la ballesta y sacó el rifle, asegurándose primero que las balas cargadas eran las correctas: De plata con acónito mezclado en la pólvora.
Pronto les alcanzarían y no podía dejar solo a su hermano, así que tras contarlos, descendió a toda prisa, dando pequeños saltos para que los guantes no se quemaran contra la corteza y se cortaran sus palmas de las manos, con el arma ya lista colgando del hombro. -Son cuatro los que vienen hacia aquí y un quinto que llegará rezagado y tuerto.- Estaba a punto de empezar la pelea y Aneu ya sentía hervir la sangre con virulencia. Se situó junto al mayor, ligeramente hacia un costado, casi espalda con espalda para cubrir todo el frente y parte de los flancos.
Aneu Chadwick- Cazador Clase Media
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Re: En busca de... // Privado - Ryuu
La última flecha que disparé viajó hasta una de las patas de un licántropo, la cual se clavó con tanta fuerza que le hizo tropezar, pero no sirvió más que para enfurecerle, arrancársela con las fauces y seguir corriendo como si aquella flecha no le hubiera hecho nada. Solté una maldición y cargué un nuevo proyectil, entonces Aneu apareció a mi lado, cuando ya los lobos estaban a punto de echársenos encima, con su rifle preparado y, pese a su humor, parecía estar tensa, tal y como solía pasarla en muchas cacerías. Pero aquello era diferente, pues nunca habíamos enfrentado un número tan grande de criaturas.
Pero, para colmo, aquello no era nada con lo que en realidad estaba ocurriendo.
Cuando Aneu se colocó a mi lado, casi cubriendo un flanco contrario al mio, y me informó de que eran cinco en total los licántropos, miré en frente de mi, donde empezaban a aparecer lentamente más manchas enormes y peludas, con ojos ambarinos clavados en los mios. Conté seis más, miré a mi derecha y emergieron más licántropos: cuatro. Dos de ellos comenzaron a trepar los árboles cercanos a ellos con facilidad, para situarse a unos metros de altura.
-Me cago en la puta...-Llegué a decir, antes de comprender qué estaban haciendo. Tiré el arco a un lado, el cual no me serviría en aquellas distancias, le puse una mano en el brazo a mi hermana, lentamente, dándola la espalda para cubrir el flanco del que habían aparecido aquellos nuevos licántropos. Y algo me decía que, frente a Aneu, habría más.-Nos están rodeando...-Los licántropos ahora nos observaban, mientras, lentamente, iban cercándonos cada vez más entre gruñidos y ladridos.-Buena noche para morir, ¿eh, hermanita?-Comenté con mi característico humor que nunca faltaba en momentos críticos, como lo era aquél. Sin duda, si fuéramos personas corrientes, nada podríamos hacer frente a aquél pequeño ejército, y probablemente daría igual de todas formas siendo cazadores como eramos, pero luchariamos. Eso estaba claro.
-Espero que tengas munición de sobra y hayas afilado la espada, Ann.-Lentamente, sin separarme de mi hermana, llevé ambas manos a los dos revólveres, listos para disparar y matar.
Entonces, el silencio entre los licántropos dejó en aquél lugar un momento inquietante, en el que solo nuestras respiraciones, la de Aneu y la mía, se oían. Y finalmente, el primer licántropo que tenía delante de mi se abalanzó con sus fauces y garras dispuestas a desgarrarme, saqué los revólveres, aún más veloz, y comencé a descargar plomo sobre él y sobre los siguientes que fueran capaces de ir a por nosotros.
Pero, para colmo, aquello no era nada con lo que en realidad estaba ocurriendo.
Cuando Aneu se colocó a mi lado, casi cubriendo un flanco contrario al mio, y me informó de que eran cinco en total los licántropos, miré en frente de mi, donde empezaban a aparecer lentamente más manchas enormes y peludas, con ojos ambarinos clavados en los mios. Conté seis más, miré a mi derecha y emergieron más licántropos: cuatro. Dos de ellos comenzaron a trepar los árboles cercanos a ellos con facilidad, para situarse a unos metros de altura.
-Me cago en la puta...-Llegué a decir, antes de comprender qué estaban haciendo. Tiré el arco a un lado, el cual no me serviría en aquellas distancias, le puse una mano en el brazo a mi hermana, lentamente, dándola la espalda para cubrir el flanco del que habían aparecido aquellos nuevos licántropos. Y algo me decía que, frente a Aneu, habría más.-Nos están rodeando...-Los licántropos ahora nos observaban, mientras, lentamente, iban cercándonos cada vez más entre gruñidos y ladridos.-Buena noche para morir, ¿eh, hermanita?-Comenté con mi característico humor que nunca faltaba en momentos críticos, como lo era aquél. Sin duda, si fuéramos personas corrientes, nada podríamos hacer frente a aquél pequeño ejército, y probablemente daría igual de todas formas siendo cazadores como eramos, pero luchariamos. Eso estaba claro.
-Espero que tengas munición de sobra y hayas afilado la espada, Ann.-Lentamente, sin separarme de mi hermana, llevé ambas manos a los dos revólveres, listos para disparar y matar.
Entonces, el silencio entre los licántropos dejó en aquél lugar un momento inquietante, en el que solo nuestras respiraciones, la de Aneu y la mía, se oían. Y finalmente, el primer licántropo que tenía delante de mi se abalanzó con sus fauces y garras dispuestas a desgarrarme, saqué los revólveres, aún más veloz, y comencé a descargar plomo sobre él y sobre los siguientes que fueran capaces de ir a por nosotros.
Tyler Chandler- Cazador Clase Alta
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Re: En busca de... // Privado - Ryuu
Cuando vio aparecer más licántropos por otros flancos, la cazadora se maldijo a sí misma, haciendo rechinar los dientes con rabia con la boca cerrada. ¿Cómo podía ser que no los hubiera visto? Era algo que no le cabía en la cabeza, era decepcionante, una deshonra para con sus padres que les cuidaban y observaban desde el más allá. Sintió un gran enojo, una ira que demostró al agarrar la escopeta con firmeza desmedida hasta que los nudillos de ambas manos se le pusieron blancos por falta de riego sanguíneo. El ácido sentido del humor que había mostrado segundos antes, se había esfumado por completo, dejando sólo a una Aneu amargada y con ganas de repartir mucha leña. Recargó la culata del arma contra el hombro al apuntar y antes de que su hermano dijera nada, disparó a un lobo entre los ojos. El tiro fue certero, pero con la gruesa piel y el espeso pelaje del maldito animal, tardó varios segundos en caer desplomado al suelo. Tomó aire profundamente, notando como la fría humedad le dolía en los pulmones, además de empezar a calarle los huesos ahora que ya no estaban a lomo de sus monturas. -Siempre es buen momento para morir.- Respondió con un tono casi tan helado como el aliento que escapaba de su boca en forma de nubes. Pareciera que con la llegada de aquellos monstruos, hubiesen traído consigo una tremenda bajada de temperatura, lo cual era completamente incongruente dado el calor que aquellas bestias desprendían.
Cuanto más se acercaban a ellos, más claro tenía que debería dejar los disparos y centrarse en la espada y el machete. Eran demasiados y corrían muy deprisa, en menos de un minuto los tendrían, literalmente, encima y no iban a poder con ellos. Y a pesar de ser consciente de que aquel era su final, no tenía pensado dejar el mundo sin luchar con uñas y dientes, como lo hicieron su madre y su padre aquel lluvioso día de hacía veinte años. Jamás olvidaría lo que ellos le enseñaron, por pequeña que fuera entonces. Un cazador vive para proteger al mundo de los ataques de los demonios y luchará hasta su último aliento si con ello logra salvar una vida más. Eran palabras que llevaba grabadas a fuego en la memoria y el corazón. Hizo un disparo más, el último que por distancia lograría dar en un blanco, aunque tan de cerca el movimiento era mucho más brusco y sólo le rozó el omóplato al lican, dejándole un corte superficial. Dejó caer el arma al suelo, lejos para que no lo pisaran al llegar, por si en algún momento de la pelea lo lograba recuperar aunque fuera como bate para golpear. Y seguidamente sacó su espada de hoja clara, afilada y con la rigidez justa para ensartar a un bicho de aquellos sin que ésta se partiera o mellara al asestar un toque con el lateral. -De nada va a servir mi munición ahora. Debería haber cogido la colmena.- Así era como la chica llamaba a un pequeño revólver de muslo que tenía con recámara para diez balas en vez de seis, como era habitual, y perfecta para disparos a bocajarro, extremado corto alcance. En cuanto se abalanzó el primero, alzó el machete y de un golpe de cadera apartó a su hermano antes de cortarle una oreja al lobo que derrapó sobre el terreno pedregoso para encararles de nuevo, momento en que lo que agarró fue la espada, enfundando la hoja más corta de nuevo en su cinto.
Cuanto más se acercaban a ellos, más claro tenía que debería dejar los disparos y centrarse en la espada y el machete. Eran demasiados y corrían muy deprisa, en menos de un minuto los tendrían, literalmente, encima y no iban a poder con ellos. Y a pesar de ser consciente de que aquel era su final, no tenía pensado dejar el mundo sin luchar con uñas y dientes, como lo hicieron su madre y su padre aquel lluvioso día de hacía veinte años. Jamás olvidaría lo que ellos le enseñaron, por pequeña que fuera entonces. Un cazador vive para proteger al mundo de los ataques de los demonios y luchará hasta su último aliento si con ello logra salvar una vida más. Eran palabras que llevaba grabadas a fuego en la memoria y el corazón. Hizo un disparo más, el último que por distancia lograría dar en un blanco, aunque tan de cerca el movimiento era mucho más brusco y sólo le rozó el omóplato al lican, dejándole un corte superficial. Dejó caer el arma al suelo, lejos para que no lo pisaran al llegar, por si en algún momento de la pelea lo lograba recuperar aunque fuera como bate para golpear. Y seguidamente sacó su espada de hoja clara, afilada y con la rigidez justa para ensartar a un bicho de aquellos sin que ésta se partiera o mellara al asestar un toque con el lateral. -De nada va a servir mi munición ahora. Debería haber cogido la colmena.- Así era como la chica llamaba a un pequeño revólver de muslo que tenía con recámara para diez balas en vez de seis, como era habitual, y perfecta para disparos a bocajarro, extremado corto alcance. En cuanto se abalanzó el primero, alzó el machete y de un golpe de cadera apartó a su hermano antes de cortarle una oreja al lobo que derrapó sobre el terreno pedregoso para encararles de nuevo, momento en que lo que agarró fue la espada, enfundando la hoja más corta de nuevo en su cinto.
Aneu Chadwick- Cazador Clase Media
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Re: En busca de... // Privado - Ryuu
El primer licántropo que se abalanzó hacia mi cayó abatido a pocos metros, agujereado por seis partes diferentes, por seis balas distintas. Aquello había hecho retroceder a las demás bestias un poco, ya que normalmente era difícil hacer caer a uno solo con disparos, pero eso solo ocurría si no sabías donde apuntar y si no utilizabas la munición adecuada. Cosa que yo sí sabía.
Me quedaban tres balas en cada revólver, por lo que debía utilizarlas con cabeza antes de volver a recargar, lo que me tomaría solo unos segundos, pero era un tiempo que permanecería indefenso.
Sentí un empujón de Aneu, que me avisó de un posible peligro, di un salto hacia un lado y entonces vi que se trataba de otro licántropo, el cual no tenía oreja, pues la chica se la había cortado. Ahora le teníamos frente a nosotros, dispuesto a abalanzarse sobre nosotros en cualquier momento, y ahora más rabioso, ya que había sido herido.
-Mándale saludos aVan Gogh-Dije antes de descargar sobre él las seis balas restantes que me quedaban, dejándole con ello media cabeza colgando: Aquello era destreza y puntería.
Me quité la chaqueta con rápido movimiento dejando ver el resto de mis armas con claridad, además de varias correas que rodeaban mi cintura y las cuales guardaban extensas balas de mi revólver.
-Que empiece el juego.-Empezaba a disfrutar con aquello, en general, solía hacerlo con todas las peleas y cacerías en las que me metía, pero aquello era mucho mejor: Eran más enemigos, y menos probabilidades de salir con vida, por lo que era a su vez un mayor esfuerzo que hacer.
Giré el tambos de los revólveres por las correas, cargándolos, tal y como había dicho, en segundos, ya que las balas se metían automáticamente mediante un mecanismo inventado por Aneu. Cuando ya volvía a estar listo para el combate, otros dos licántropos se aventuraron a atacar, aprovechando mi momento de recarga, y me obligaron a deslizarme debajo de ellos cuando saltaron. Giré en el suelo sobre mi mismo, y los apunté a ambos, disparándolos en diferentes partes de sus enormes cuerpos, uno de ellos cayó al suelo, agonizando, y el otro se levantó, malherido, conté las doce balas gastadas en los revólveres, lo que me hacía estar de nuevo sin munición. Volví a recargar y me levanté, al mismo tiempo que el lobo volvía a encararse y corría hacia mi, hice lo mismo, y cuando ya casi le tenía encima, salté sobre él, apoyando una pierna en su cabeza y utilizando aquel punto de apoyo para impulsarme y darme la vuelta para apuntarle, disparé dos veces más, directamente donde había apoyado en el pie, acabando finalmente con él, y aún en el aire apunté a los arboles, donde varios licántropos esperaban su turno para unirse al combate. Les disparé, acertando en las patas de uno y haciéndole caer del árbol, y al otro, por desgracia, solo rozándole una de las balas. Aterricé en el suelo, con habilidad, y conté la munición que me quedaba en ambas armas: Tres y dos.
-¿Cómo lo llevas hermanita?-Pregunté tranquílamente, pero sin perder la concentración, mientras ya apuntaba a otra bestia que corría hacia mi.
Me quedaban tres balas en cada revólver, por lo que debía utilizarlas con cabeza antes de volver a recargar, lo que me tomaría solo unos segundos, pero era un tiempo que permanecería indefenso.
Sentí un empujón de Aneu, que me avisó de un posible peligro, di un salto hacia un lado y entonces vi que se trataba de otro licántropo, el cual no tenía oreja, pues la chica se la había cortado. Ahora le teníamos frente a nosotros, dispuesto a abalanzarse sobre nosotros en cualquier momento, y ahora más rabioso, ya que había sido herido.
-Mándale saludos aVan Gogh-Dije antes de descargar sobre él las seis balas restantes que me quedaban, dejándole con ello media cabeza colgando: Aquello era destreza y puntería.
Me quité la chaqueta con rápido movimiento dejando ver el resto de mis armas con claridad, además de varias correas que rodeaban mi cintura y las cuales guardaban extensas balas de mi revólver.
-Que empiece el juego.-Empezaba a disfrutar con aquello, en general, solía hacerlo con todas las peleas y cacerías en las que me metía, pero aquello era mucho mejor: Eran más enemigos, y menos probabilidades de salir con vida, por lo que era a su vez un mayor esfuerzo que hacer.
Giré el tambos de los revólveres por las correas, cargándolos, tal y como había dicho, en segundos, ya que las balas se metían automáticamente mediante un mecanismo inventado por Aneu. Cuando ya volvía a estar listo para el combate, otros dos licántropos se aventuraron a atacar, aprovechando mi momento de recarga, y me obligaron a deslizarme debajo de ellos cuando saltaron. Giré en el suelo sobre mi mismo, y los apunté a ambos, disparándolos en diferentes partes de sus enormes cuerpos, uno de ellos cayó al suelo, agonizando, y el otro se levantó, malherido, conté las doce balas gastadas en los revólveres, lo que me hacía estar de nuevo sin munición. Volví a recargar y me levanté, al mismo tiempo que el lobo volvía a encararse y corría hacia mi, hice lo mismo, y cuando ya casi le tenía encima, salté sobre él, apoyando una pierna en su cabeza y utilizando aquel punto de apoyo para impulsarme y darme la vuelta para apuntarle, disparé dos veces más, directamente donde había apoyado en el pie, acabando finalmente con él, y aún en el aire apunté a los arboles, donde varios licántropos esperaban su turno para unirse al combate. Les disparé, acertando en las patas de uno y haciéndole caer del árbol, y al otro, por desgracia, solo rozándole una de las balas. Aterricé en el suelo, con habilidad, y conté la munición que me quedaba en ambas armas: Tres y dos.
-¿Cómo lo llevas hermanita?-Pregunté tranquílamente, pero sin perder la concentración, mientras ya apuntaba a otra bestia que corría hacia mi.
Tyler Chandler- Cazador Clase Alta
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Re: En busca de... // Privado - Ryuu
La joven había nacido para aquello, para enfrentarse a monstruos de la naturaleza, seres que a pesar de su posible aspecto humano en ocasiones, carecían de cualquier cosa semejante a lo llamado “humanidad”. Sin embargo, haber nacido para algo no te convertía automáticamente en el mejor, no te volvía invencible ni hacía que fuera imposible tocarte un pelo. Sencillamente significaba que por tus venas corría la adrenalina de la lucha, la inherente fe en que darías tu vida por cargarte a uno más. Y ese era el caso de Aneu, era impulsiva y salvaje cuando se trataba de cazar, era buena con la espada y tenía puntería, pero al mismo tiempo ese ímpetu la volvía peligrosa para sí misma, inconsciente y torpe a veces, cegada por el ansia de cargarse a uno, perdía de vista a otro.
Así que mientras su hermano se encargaba de aquel licántropo al que ella había sesgado la oreja, la joven buscó a otro animal al que enfrentar y no tardó ni un segundo en hacerlo. Un lobo se lanzó sobre ella y aunque le esquivó, rodando por el suelo, antes de poder levantarse otro bicho saltó y la acorraló entre sus patas. Era demasiado grande para apartarle de un empujón con ambos pies, así que buscó a tientas el machete y tan rápido como pudo lo sacó, notando la baba canina cayéndole en la cara. Algo le parecía extraño, a pesar de todo, la podría haber mordido en aquel impás de tiempo y no lo hizo. Pero no lo pensó, estaba demasiado sumida en la pelea para darle vueltas a algo así, algo que más tarde cobraría sentido. Agarró con firmeza la empuñadura con la zurda a pesar de estar apuntando desde la derecha y con la palma derecha asestó un golpe a la culata del cuchillo para hundirlo en el lado de la cabeza del lican por la zona del ojo, la más blanda y que permitiría que la hoja penetrara con mayor facilidad, aunque ésta se melló contra el duro hueso del cráneo y lo pudo ver al sacar el arma de donde estaba hundida y limpiar la sangre contra sus propias ropas, mientras con las plantas de los pies sostenía el pesado cuerpo que sólo se pudo sacar de encima hacia un lado, pues no tenía fuerza suficiente para empujarlo. Tosió, porque del enorme peso se había golpeado con ambas rodillas en el pecho y tras liberarse del yugo de aquella mole, se fue incorporando a cuatro patas y finalmente se puso de pie, buscando a Ryuu con la mirada. -Son demasiados y no nos atacan a la vez.- Fue entonces que algo hizo conexión en su cabeza. ¿Por qué iban por turnos? Pudiendo agredirles todos a una y terminar con ellos con facilidad, se tomaban su tiempo, parecían jugar. No le gustó nada la idea, en absoluto. Gruñó, agarrando la espada con ambas manos y miró a su alrededor, intentando hacer recuento de nuevo. Era difícil saber cuántos había, estaban demasiado cerca y había mucho movimiento. Sus ojos ambarinos destelleaban con furia y sus babosas dentaduras parecían reírse de ellos.
Así que mientras su hermano se encargaba de aquel licántropo al que ella había sesgado la oreja, la joven buscó a otro animal al que enfrentar y no tardó ni un segundo en hacerlo. Un lobo se lanzó sobre ella y aunque le esquivó, rodando por el suelo, antes de poder levantarse otro bicho saltó y la acorraló entre sus patas. Era demasiado grande para apartarle de un empujón con ambos pies, así que buscó a tientas el machete y tan rápido como pudo lo sacó, notando la baba canina cayéndole en la cara. Algo le parecía extraño, a pesar de todo, la podría haber mordido en aquel impás de tiempo y no lo hizo. Pero no lo pensó, estaba demasiado sumida en la pelea para darle vueltas a algo así, algo que más tarde cobraría sentido. Agarró con firmeza la empuñadura con la zurda a pesar de estar apuntando desde la derecha y con la palma derecha asestó un golpe a la culata del cuchillo para hundirlo en el lado de la cabeza del lican por la zona del ojo, la más blanda y que permitiría que la hoja penetrara con mayor facilidad, aunque ésta se melló contra el duro hueso del cráneo y lo pudo ver al sacar el arma de donde estaba hundida y limpiar la sangre contra sus propias ropas, mientras con las plantas de los pies sostenía el pesado cuerpo que sólo se pudo sacar de encima hacia un lado, pues no tenía fuerza suficiente para empujarlo. Tosió, porque del enorme peso se había golpeado con ambas rodillas en el pecho y tras liberarse del yugo de aquella mole, se fue incorporando a cuatro patas y finalmente se puso de pie, buscando a Ryuu con la mirada. -Son demasiados y no nos atacan a la vez.- Fue entonces que algo hizo conexión en su cabeza. ¿Por qué iban por turnos? Pudiendo agredirles todos a una y terminar con ellos con facilidad, se tomaban su tiempo, parecían jugar. No le gustó nada la idea, en absoluto. Gruñó, agarrando la espada con ambas manos y miró a su alrededor, intentando hacer recuento de nuevo. Era difícil saber cuántos había, estaban demasiado cerca y había mucho movimiento. Sus ojos ambarinos destelleaban con furia y sus babosas dentaduras parecían reírse de ellos.
Aneu Chadwick- Cazador Clase Media
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Re: En busca de... // Privado - Ryuu
Ante mi pregunta, recibí como respuesta una buena observación, la cual era algo obvia, pero tuve en cuenta aquello a la hora de aprendizaje de Aneu. Sin embargo, pese a aquello, yo disfrutaba de la pelea, de matar a aquellos monstruos que, días atrás se habían cobrado vidas inocentes. Ahora éramos nosotros los que les vengábamos.
-Están esperando algo...-Dije, casi para mí mismo, acabando con el nuevo licántropo que corría hacia mi. Cuando volví a gastar la munición, enfundé los revólveres y volví junto a mi hermana, espalda contra espalda.
Me llevé las manos a la cintura, por detrás, y saqué de dos pequeñas bolsas dos puños de acero, los cuales estaban hechos de plata.-Sigue luchando, pensaré en un plan.-De nuevo, otro licántropo, corrí hacia él y salté para darme impulso, y le golpee en el hocico, con tanta fuerza que varios dientes salieron volando, rasgándole incluso la piel. Como respuesta a aquello, recibí un zarpazo en el hombro, no demasiado profundo, ya que por suerte conseguí esquivarlo dando un pequeño salto hacia atrás.
Volví a cargar contra él, combinando varios puñetazos en su cabeza, haciéndole caer al suelo, malherido, le propiné una patada, de nuevo en la cabeza, partiéndole el cuello y matándole al instante.
Entonces, un aullido, no muy lejano, hizo parar de pronto a los lobos, haciéndoles retroceder y dándose la vuelta. Observé cómo se retiraban, algo confundido, y empecé a sentir que algo no iba bien, que algo nos observaba. Guiándome por aquél instinto, dirigí la mirada hacia la espesura de los árboles, y lo vi: Aquella mirada ámbar, más inteligente de lo normal, una mirada que no reconocí al principio. Hasta que empecé a sentir un hormigueo que subía desde mis piernas hasta las manos, haciéndome incluso temblar por un momento.
Aquella mirada esbozó una sonrisa, una sonrisa que también empecé a recordar, y que me hizo viajar veinte años atrás, en América.
-No...-El lobo se dio la vuelta y se retiró de aquél lugar, junto al resto de lo que parecía ser su manada. Caí de rodillas, con la respiración acelerada, mirando al suelo. Y después de unos segundos, acabé gritando, de rabia intensa, ocultando el ruido de los licántropos que tocaban a retirada.
Aquél era el asesino de mis padres.
-Están esperando algo...-Dije, casi para mí mismo, acabando con el nuevo licántropo que corría hacia mi. Cuando volví a gastar la munición, enfundé los revólveres y volví junto a mi hermana, espalda contra espalda.
Me llevé las manos a la cintura, por detrás, y saqué de dos pequeñas bolsas dos puños de acero, los cuales estaban hechos de plata.-Sigue luchando, pensaré en un plan.-De nuevo, otro licántropo, corrí hacia él y salté para darme impulso, y le golpee en el hocico, con tanta fuerza que varios dientes salieron volando, rasgándole incluso la piel. Como respuesta a aquello, recibí un zarpazo en el hombro, no demasiado profundo, ya que por suerte conseguí esquivarlo dando un pequeño salto hacia atrás.
Volví a cargar contra él, combinando varios puñetazos en su cabeza, haciéndole caer al suelo, malherido, le propiné una patada, de nuevo en la cabeza, partiéndole el cuello y matándole al instante.
Entonces, un aullido, no muy lejano, hizo parar de pronto a los lobos, haciéndoles retroceder y dándose la vuelta. Observé cómo se retiraban, algo confundido, y empecé a sentir que algo no iba bien, que algo nos observaba. Guiándome por aquél instinto, dirigí la mirada hacia la espesura de los árboles, y lo vi: Aquella mirada ámbar, más inteligente de lo normal, una mirada que no reconocí al principio. Hasta que empecé a sentir un hormigueo que subía desde mis piernas hasta las manos, haciéndome incluso temblar por un momento.
Aquella mirada esbozó una sonrisa, una sonrisa que también empecé a recordar, y que me hizo viajar veinte años atrás, en América.
-No...-El lobo se dio la vuelta y se retiró de aquél lugar, junto al resto de lo que parecía ser su manada. Caí de rodillas, con la respiración acelerada, mirando al suelo. Y después de unos segundos, acabé gritando, de rabia intensa, ocultando el ruido de los licántropos que tocaban a retirada.
Aquél era el asesino de mis padres.
Tyler Chandler- Cazador Clase Alta
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Re: En busca de... // Privado - Ryuu
Mientras su hermano corría, saltaba y se enfrentaba a otro lobo, ella decidió quedarse quieta, observar. Por una vez, no sería la cazadora impulsiva, la loca que atacaba sin pensar. Había algo raro en esa emboscada, olía a chamusquina y no era la pólvora de los revólveres de Ryuu. Apretó los labios, entrecerró los ojos y ladeó la cabeza muy despacio, analizando a una de las bestias que agitada respiraba a cierta distancia. La estaban midiendo, los medían a ambos. ¿Qué pretendían, exactamente? ¿Por qué estaban allí? Y la mayor pregunta de todas, la realmente importante, ¿por qué no les mataban? Estaba claro que podían con ellos, que si realmente se organizaban y atacaban a la vez, les harían trizas, no dejarían más que jirones de ropa y piel y grandes manchas de sangre en la tierra, las piedras. Y, sin embargo, allí estaban, dándoles ventaja a costa de sus propias vidas. Porque cada vez que se les abalanzaba uno en solitario, lo liquidaban. ¿A caso eran licántropos suicida? La idea era una locura, Aneu lo sabía, era consciente. Así que… ¿qué estaba ocurriendo?
La respuesta a tantas dudas llegó pasados unos minutos, cuando un aullido cortó el viento e hizo temblar la tierra. Ambos hermanos desviaron la vista hasta el origen de tan atronadora llamada observando por el rabillo del ojo como el resto de lobos se alejaban con las cabezas gachas y las colas a media asta. La chica había sido muy pequeña cuando todo ocurrió y no pudo atar cabos, no fue capaz de reconocer aquel monstruo de tamaño desproporcionado ni su mirada más intensa de lo normal. Sólo supo que aquel bicho era el líder y que, estaba claro, los había querido poner a prueba con sus soldados. Pero, ¿por qué? Aquella incógnita quedó prendida en el aire, mientras Ryuu se desplomaba de rodillas a su lado, dejando a la muchacha desconcertada. Se agachó junto a él, posando una mano en el hombro ajeno. -¿Qué ocurre?- Estaba convencida que no se lamentaba por haber quedado a medias la lucha, aquel alarido ocultaba mucho más, pero ella sola no lo pudo identificar. Necesitaba respuestas y parecía ser que su hermano, aunque tal vez no pudiera dárselas todas, seguro que la podía al menos orientar en cómo intentar comprender lo que les acababa de ocurrir. -¿Qué quieren de nosotros? ¿Por qué nos estuvieron midiendo?-
La respuesta a tantas dudas llegó pasados unos minutos, cuando un aullido cortó el viento e hizo temblar la tierra. Ambos hermanos desviaron la vista hasta el origen de tan atronadora llamada observando por el rabillo del ojo como el resto de lobos se alejaban con las cabezas gachas y las colas a media asta. La chica había sido muy pequeña cuando todo ocurrió y no pudo atar cabos, no fue capaz de reconocer aquel monstruo de tamaño desproporcionado ni su mirada más intensa de lo normal. Sólo supo que aquel bicho era el líder y que, estaba claro, los había querido poner a prueba con sus soldados. Pero, ¿por qué? Aquella incógnita quedó prendida en el aire, mientras Ryuu se desplomaba de rodillas a su lado, dejando a la muchacha desconcertada. Se agachó junto a él, posando una mano en el hombro ajeno. -¿Qué ocurre?- Estaba convencida que no se lamentaba por haber quedado a medias la lucha, aquel alarido ocultaba mucho más, pero ella sola no lo pudo identificar. Necesitaba respuestas y parecía ser que su hermano, aunque tal vez no pudiera dárselas todas, seguro que la podía al menos orientar en cómo intentar comprender lo que les acababa de ocurrir. -¿Qué quieren de nosotros? ¿Por qué nos estuvieron midiendo?-
Aneu Chadwick- Cazador Clase Media
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Re: En busca de... // Privado - Ryuu
Las imagenes del asesinato de mis padres se repetían una y otra vez en mi mente, como un búcle, junto a nuevas imágenes en las que aquél licántropo acababa con la vida de mi hermana, sin borrar aquella sonrisa atrevida y burlona, como si le divertiera aquello. Y seguro que era así.
Una lágrima amenazó con bajar por mi rostro y recorrerlo hasta caer al suelo, y la dejé hacerlo, pensando que aquello pudiera aliviar todo el dolor y toda la ira que tenía acumuladas en aquel momento. Pero entonces, la voz de Aneu me hizo volver al mundo real, fuera de mi cabeza, y me sequé aquella lágrima con una manga, antes de que se acercase a mi. La miré, serio, pero aún con un brillo de rabia en los ojos.
-Ese licántropo...-Estaba dudoso de si de verdad debía dejar que ella supiera la verdad sobre aquél animal. De nuevo, otra imágen, similar a las que antes estuvieron en mi mente, acudió a mi, recordándome nuevamente la posible muerte de Aneu.
-Tiene que saberlo, es tu hermana.
La vocecilla de mi mente me dió una sola razón para decírselo, una razón totalmente cierta y justa. Pero... Ella era muy pequeña cuando aquello ocurrió... Y posíblemente aquello le hubiera causado un trauma que, de ser así, ocultaba muy bien.
Respiré hondo, tratando de amainar la terrible tormenta que era mi mente en ese momento, además de la presión en el pecho que me dificultaba la respiración. Sacudí la cabeza ligeramente y miré al frente. Por donde los licántropos se habían ido, como si aquello pudiera servirme para saber donde se dirigían.
-Era él, Ann... Él mató a papá y a mamá...-De nuevo, sentí como mis ojos intentaban llenarse de lágrimas, y golpeé al suelo a la par que volvía la mirada al suelo, intentando evitar que pudiera derramar una lágrima más.
-Lo siento... Os he fallado a los tres... No tuve fuerzas para acabar con él...
Una lágrima amenazó con bajar por mi rostro y recorrerlo hasta caer al suelo, y la dejé hacerlo, pensando que aquello pudiera aliviar todo el dolor y toda la ira que tenía acumuladas en aquel momento. Pero entonces, la voz de Aneu me hizo volver al mundo real, fuera de mi cabeza, y me sequé aquella lágrima con una manga, antes de que se acercase a mi. La miré, serio, pero aún con un brillo de rabia en los ojos.
-Ese licántropo...-Estaba dudoso de si de verdad debía dejar que ella supiera la verdad sobre aquél animal. De nuevo, otra imágen, similar a las que antes estuvieron en mi mente, acudió a mi, recordándome nuevamente la posible muerte de Aneu.
-Tiene que saberlo, es tu hermana.
La vocecilla de mi mente me dió una sola razón para decírselo, una razón totalmente cierta y justa. Pero... Ella era muy pequeña cuando aquello ocurrió... Y posíblemente aquello le hubiera causado un trauma que, de ser así, ocultaba muy bien.
Respiré hondo, tratando de amainar la terrible tormenta que era mi mente en ese momento, además de la presión en el pecho que me dificultaba la respiración. Sacudí la cabeza ligeramente y miré al frente. Por donde los licántropos se habían ido, como si aquello pudiera servirme para saber donde se dirigían.
-Era él, Ann... Él mató a papá y a mamá...-De nuevo, sentí como mis ojos intentaban llenarse de lágrimas, y golpeé al suelo a la par que volvía la mirada al suelo, intentando evitar que pudiera derramar una lágrima más.
-Lo siento... Os he fallado a los tres... No tuve fuerzas para acabar con él...
Tyler Chandler- Cazador Clase Alta
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Re: En busca de... // Privado - Ryuu
Aquella escena no era, para nada, una a la que la joven cazadora estuviera acostumbrada. Jamás había visto tan abatido a su hermano desde que vivían en Francia y la silueta compungida, casi temblorosa de un hombre como Ryuu, no auguraba nada bueno como respuesta a la pregunta que le acababa de formular. Quedó allí, de pie, a la espera, pero poco a poco se fue acuclillando junto a la única familia que tenía, con la mano aún en su hombro. Le dejó sopesar las cosas, no le apremió para que contestara, para que prosiguiera. Y menos mal que no lo hizo, porque en cuanto las palabras ajenas alcanzaron sus oídos, crearon un gran impacto en la mente de Aneu. Fue como si una puerta al infierno se abriera en sus recuerdos y las pesadillas que la acosaban en noches de tormenta, de pronto la poseyeron estando despierta. El rostro de la muchacha empalideció de repente e incluso le bajó la temperatura del cuerpo. Imágenes terribles de lo ocurrido veinte años atrás parpadearon frente a sus verdes ojos y éstos se anegaron en lágrimas. Cayó de culo, pero no despertó de aquel sueño horrendo, su cuerpo parecía inerte con los brazos tendidos hasta que las manos se rasparon con las piedras del suelo.
A pesar de toda la sangre y muerte que había presenciado en la última década, nada la había marcado como aquel día cuando sólo tenía seis años. La sangre salpicando, los cuerpos de sus padres, destrozados, desmembrados… Enterrarlos, reconstruyendo sus figuras para que volvieran a parecer humanos y no amasijos de carne… Recordó sus rostros desfigurados por mordidas y zarpazos y el intenso olor férrico impregnando las ropas de ambos hermanos. Y en trance como estaba, no pudo reprimir un grito que le desgarró la garganta e hizo temblar hasta las hojas de los árboles que les rodeaban. No era consciente de la realidad que les envolvía en aquellos momentos, sólo de un momento puntual de su pasado, el punto de inflexión de sus vidas, aquel que tanto les había marcado. El día en que dos niños felices pasaron a ser dos huérfanos desolados, obligados a madurar antes de tiempo, a crecer y a buscar algo que ningún infante debería buscar: venganza.
A pesar de toda la sangre y muerte que había presenciado en la última década, nada la había marcado como aquel día cuando sólo tenía seis años. La sangre salpicando, los cuerpos de sus padres, destrozados, desmembrados… Enterrarlos, reconstruyendo sus figuras para que volvieran a parecer humanos y no amasijos de carne… Recordó sus rostros desfigurados por mordidas y zarpazos y el intenso olor férrico impregnando las ropas de ambos hermanos. Y en trance como estaba, no pudo reprimir un grito que le desgarró la garganta e hizo temblar hasta las hojas de los árboles que les rodeaban. No era consciente de la realidad que les envolvía en aquellos momentos, sólo de un momento puntual de su pasado, el punto de inflexión de sus vidas, aquel que tanto les había marcado. El día en que dos niños felices pasaron a ser dos huérfanos desolados, obligados a madurar antes de tiempo, a crecer y a buscar algo que ningún infante debería buscar: venganza.
FIN DEL TEMA
Aneu Chadwick- Cazador Clase Media
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