En busca de sonrisas... [Privado]

Cerré el libro, con un nudo en mi garganta y una lagrima correr por mi mejilla, me levante del sofá rojo que era de mi difunta madre, estar en contacto con algo de ambos me hacia sentir un poco mas viva, los dias seguían pasando y mi sonrisa se había apocado por recuerdos. Pero leer aquellas lineas en el fondo sacaron una sonrisa en mi alma , aquel diario era mas que solo recuerdos y recetas secretas, estaba escrito la vida de mi padre quien guió cada paso que di mientras el estuvo con vida. Pase mi dedo indice por la tapa de terciopelo rojo del diario - Padre, Hoy buscare esa sonrisa y te aseguro que la encontrare - hable con algo de recogimiento en mis palabras. Tranquilice mi interior y luego de un par de minutos busque lo necesario para ir en busca de aquello que necesitaba.

Corrí por los pasadizos de la mansión en busca de mi nodriza nunca salia de la casa sin avisarle donde iría y ademas siempre iba en compañía de mi fiel chófer August. Grite ya cuando no la encontraba por ningún lado - ¡Darla! - escuche mi voz subir de tono y me dirigí hacia la cocina. - Viola, ¿Que son esos gritos? - corrí hacia ella y le di un abrazo algo eufórico - Iré al Jardín botánico, si llega el cartero sabes donde dejar el sobre - le di un beso en la frente y salí de la Mansión afuera me esperaba el carruaje y a pesar del frió que había subí ligeramente al carruaje y me acomode, no sin antes decirle a August el lugar donde nos dirigíamos.

El camino fue bastante rápido, no sabia si era por el temporal que había afuera o simplemente que había notado ese energía casi infantil que muy pocas veces solía presentar, ya que siempre era muy correcta, educada y no con tanta energía di un suspiro y revise si traía todo lo que necesitaba. Los minutos siguieron pasando hasta que el carruaje se detuvo. Y la voz ronca de mi chófer me decía que ya estábamos en el lugar a pedido. La puerta se abrió y note que en esta parte de la ciudad no corría demasiado viento - Gracias August - dije mientras le tomaba la mano para bajar. Sin mas me adentre al jardín que estaba cubierto por una especie de carpa, para aguardar las plantas en su interior. Mi corazón se acelero de la emoción al ver aquel espectáculo, si había algo que amaba de verdad era aquello, la naturaleza, la botánica, las flores y su inmensidad de olores me tome el tiempo y solo cerré los ojos dando paso a una inspiración profunda y la gran cantidad de olores me llenaron... me dieron, todo lo que necesitaba en ese momento. - Amo este lugar - dije al fin mientras caminaba lentamente por el lugar.

Cada paso que daba me llenaba aun mas de aquellos aromas que me embriagaban, podía distinguir la mayoría y agradecía saber aquellos ya que ahora que sabia que este lugar lo mantenían tan bien cuidado podría venir mas seguido para conseguir una que otra hierba que necesitase en caso de no encontrarla en el bosque, por que tampoco era mi idea venir y arrasar con este hermoso lugar, si era hermoso, un paraíso en este frió invierno. Mire a mi alrededor buscando las distintivas lavandas que con su especial aroma tranquilizaban hasta el corazón mas agitado, me puse en puntillas y vi en el pasillo paralelo al que me encontraba el color distintivo de aquella hierba. Abrí paso entre un pequeño romeral que estaba creciendo y di un paso para cruza aquel lugar sin dañar ni una sola hoja de ninguna flor, plata o árbol en crecimiento.

Mi vestido era algo pesado ya que con este frió era propio andar mas abrigado que de costumbre, deje caer la gruesa tela color carmesí, revise el diario de mi padre para ver donde se encontraban los pensamientos y luego ir por ellos, mientras buscaba la pagina en la que había escrito eso avanzaba a paso lento y sin darme cuenta me tropecé con ¿algo?, cerré de un impulso el diario del cual cayo una hoja amarillenta, - Monsieur, os pido me disculpe no lo vi - Dije algo nerviosa, bajando la mirada para ver al caballero con el cual había chocado - Yo, andaba... ¿se encuentra usted bien? - me percate que se encontraba sentado en el frió suelo y no cualquiera se tendería en un lugar tan húmedo como aquel suelo que era el mas fértil de todo París, al menos en invierno ya que no lo conocía en primavera pero el hecho de imaginármelo ya me hacia querer pasar mas tiempo en este peculiar jardín.

Me aferre del diario de terciopelo rojo y me incline un poco hacia el para poder verle con mayor claridad, mi mente comenzó a pensar muy rápidamente y a veces me confundía a mi misma, quizás se estaba escondiendo de alguien, pensé para mi mientras le dedicaba una sonrisa, para entrar en confianza, ademas una sonrisa siempre era bien recibida nunca había recibido malas caras por aquello y esperaba que esta no fuera la primera vez - El romero tiene muchas propiedades curativas y es muy aromático. - dije apuntando a las ramas que aquel joven estaba tocando. Si algo no podía hacer era quedarme en silencio, aunque muchas veces era necesario no encontraba que aquel fuera ese momento, a demás si estaba rodeada con toda esa energía, era algo que me daba mas vitalidad.

Con mucho cuidado saque una pequeña ramita del romero y la acerque a mi nariz para olfatearla, su olor era fuerte cuando sabias como extraer todo ese aceite que contenía pero así en su estado natural su olor era agradable para el olfato común.

Quede un instante en completo silencio en el interior de aquel jardín botánico los ruidos eran tan finos y agradables para escuchar, mas me sorprendió el tono de vos que aquel que tenia enfrente era notorio que no era un parisino, mas al ver sus rasgos acerté un extranjero mas por estas tierras, aquello me causo gracia por que aun no conocía un parisino, todos con los que me topaba eran extranjeros, ¿Casualidad?, quien sabe. Mire el romero que estaba en todo su esplendor sus ramas finitas y aromáticas eran esencial para lo que estaba buscando, pero antes quería encontrar a los pensamientos.

- Monsieur, también fue mi culpa no me fije que usted estaba por estos lugares - dije tranquilamente y acomode mi cabellera sobre uno de mis hombros, sin ningún momento soltar el diario que a veces lo cuidaba de sobre manera, era un pedacito de mi padre y definitivamente no quería que le pasara nada. Cuando me tendió aquella hoja amarillenta quede casi en shock ¿en que momento había ocurrido eso? estire mi mano para sostenerle y la puse sobre el libro y leí lo que estaba escrito ahí un poema no era la letra de mi padre, pero las palabras eran para el así lo sentí en ese momento y mientras leía me deje llevar por aquello, trague un poco de saliva y no pude quedarme en silencio -

Solo queda tu recuerdo
El recuerdo de tu amor
El recuerdo de tu perfume
El recuerdo de tu olor.

La memoria reside en el olfato
Tu recuerdo reside en mi alma
Mi alma camina a tu lado
Y mi cuerpo agoniza en las sombras.

- Solo había leído en voz alta los versos que había escuchado hace algún tiempo de los labios de mi padre mas ahí pude entender muchas cosas y una suave sonrisa volvió a posarse en mi rostro, en escasos segundos ya había sonreído mas que toda la semana que ya había pasado. Quede mirando al joven de ojos misteriosos y me sonroje al instante - Me he dejado llevar, lo siento. - dije desviando la mirada hacia el verde que nos rodeaba, di un suspiro algo notorio. - Soy Viola de Lesseps - me presente formalmente, en realidad mi vida se llenaba de formalidades y siempre decían mucho de las personas, tampoco quería que me viera como una mal educada, que llegaba y hablaba por hablar. - Disculpe mi intromisión pero ¿usted es el cuidador del jardín? - esa era la pregunta clave, ya que necesitaba hacer algunas preguntas al que cuidaba del lugar, a ver si me autorizaban a sacar algunas muestras o brotes para poder plantarlas en mi jardín personal.

Di un suspiro cuando me dijo que solo era un visitante en realidad anhelaba que fuera mas que solo eso, pero en fin era bueno saber que habían aun personas que les gustaba apreciar un buen jardín y mas aquel que era cuidado con sumo cuidado, aquello se podía ver en el orden del sembradío, en los colores que reflejaba cada hilera en que cada planta tenia el color justo para esa época, Invierno. Totalmente levantada recorrí el lugar con la mirada sin perder el hilo a lo que el Monsieur Bouquet, que así se había presentado decía. -Mucho gusto Monsieur - dijo con una suave sonrisa en mi rostro mientras terminaba por guardar aquella hoja amarillenta entre medio de las hojas del diario de mi padre.

- Seria grata su compañía, mas lo que tengo que hacer solo me puede ayudar el cuidador de este lugar - agregue mientras comenzaba a caminar por el lugar, llenándome de los aromas que cada especie tenia en particular, conocía la mayoría de las plantas y flores que ahí habían pero aun me faltaba mucho mas por conocer. - Claro mientras usted quiera hacerme compañía, no quiero interrumpirle en lo que estaba haciendo - añadí ya que aquel joven podría tener cosas que hacer y yo tenia unas sonrisas que buscar. Pero como no me podía quedar con la boca cerrada siempre tenia algo que decir sea el momento que fuese - ¿Usted sabe de plantas? - me atreví a preguntar mientras dejaba el libro bajo de uno de mis brazos, para así movilizarme mejor por el lugar e intentar no estropear nada.

En mi mente pasaba la dirección que tenia que seguir hasta los pensamientos, seguir las camelias... después las orquídeas y luego llegaría a mi destino ¿ Así era? en realidad no estaba del todo segura pero estaba segura que podría hallarlas aun sin aquel supuesto mapa que me había dejado mi padre en el diario, ademas no encontraba propicio volver abrirlo, no quería al menos en ese momento encontrarme con otra sorpresa reveladora.

Existían cosas que uno podía hacer perfectamente solo, como era en mi caso crear perfumes no necesitaba nada de ayuda, sabía bien como extraer las esencias de cada hierba y como tratarlas con aceite y acetonas para que tuvieran un aroma más duradero. Pero dar un simple paseo por aquel lugar era mucho mejor si se estaba acompañado y más por un joven tan misterioso como el que me seguía de cerca. En realidad no acostumbraba a pasear sola siempre y agradecía aquello me encontraba con alguien para dar un paseo ameno, a menos que fuese… moví la cabeza negando mi pensamiento pero haciéndolo tan sutil que solo se viera como si estuviera buscando algo entre las flores. Me gire para observarle – El que no hace nada, ya está haciendo algo… Nada – dije bromeando con aquel joven de rulos hermosos. – No se preocupe, ahora ya está haciendo algo, me está acompañando a dar un paseo por este hermoso jardín. – le sonreí con algo de más ánimo, si ya estaba más animada.

-No se preocupe si no sabe de plantas, hierbas y flores. Siempre puede aprender a distinguirlas – Apunta a unas margaritas que habían cerca – Esas son las margaritas y tienen pétalos blancos, por el contrario los girasoles tienen pétalos amarillentos – seguí caminando el ruido y la humedad del aquel lugar era un tanto incomoda pero ya estaba ahí y no me iría así nada más. Tenía que buscar lo que me habían mandado… aunque fuera escrito aquello hacía mucho tiempo atrás. – Yo sé de plantas porque he tenido que estudiarlas por largos años y ahora ando en busca de unas que se llaman pensamientos – le dije al caballero que se notaba algo ¿triste? Y esperaba que no lo estuviera ya que, la mayoría de las personas ninguna de ellas sabían siquiera el nombre de algunas más comunes.

-Los pensamientos Monsieur, son flores que tienen caras como de perro o gato, ¿Cómo se preguntara? En el interior de sus pétalos suelen mancharse con un tono oscuro formando una cara, eso si la mayoría por no decir todas tienen una cara triste. – levante mis hombros con lo último que pronuncie, sería un verdadero puzzle encontrar un pensamiento sonriente pensé para mí. Mi padre sabía que me gustaban los desafíos y este parecía uno entretenido por buscar.

Mientras avanzaba por el lugar repleto de flores me dedique a observar cada una por separado, cada flor era tan diferente una con otra, podían ser de la misma especia pero siempre había algo que las diferenciaba, ya sea la cantidad de pétalos, el color, la forma, la textura y una inmensidad de detalles que al simple ojo humano, por alguna razón sentía una necesidad de conocer cada flor más allá de que me sirvieran o no para mi trabajo, había algo de las flores y el mismo estudio de esta que llamaba mi entera atención. Yo había estudiado hasta cumplir la mayoría de edad aprendí como toda niña lo necesario y tuve las herramientas para seguir pero por la enfermedad de mi padre, no pude seguir más estudios…. Mi vista se posó en un rosal de flores blancas, acerque un poco mi nariz a los pétalos para inhalar aquel aroma tan característico, sonreí al escuchar lo que decía Louis me pareció gracioso el comentario sobre el nombre de las flores que buscaba. – Así es hay unas flores que se llaman pensamientos, se dice que cada color del pensamiento representa algo, las blancas la pureza, las violetas la modestia, si tienen tres colores juntos representan los recuerdos y así sucesivamente. Existen de variados colores y cada una es diferente a la otra. También se dice que un rey en la antigua roma le puso pensamientos ya que le traían a su pensar el recuerdo de su mujer y su hijo fallecidos por una peste que creció en aquella ciudad, en la tumba de estos creció esta singular flor que con caras tristes mostraban el dolor del rey – levante mis hombros y termine con un suspiro notorio. Aquello me trajo el recuerdo del porqué de mi nombre era algo curioso nadie o casi nadie sabía aquello y en ese momento me pareció justo para compartir. – Los pensamientos son también llamadas Violas Tricolor, el hecho de mi nombre es en honor a esa flor – no sabía cuánto había avanzado y lo peor no tenía ni idea si estaba por el camino correcto.

Una suave briza me envolvió he hizo que automáticamente mi cabeza girara hacia la izquierda y fue en ese momento donde un haz de luz ilumino aquellas flores tan, inusuales tenia frente a nosotros los famosos pensamientos. – Juzgue por usted mismo – dije señalando a la gran gama de pensamientos que habían por un sendero pequeño donde abundaban las flores tristes, estaba cerca de mi desafío encontrar una sonrisa en los pensamientos. Apresure el paso hasta quedar completamente cerca de aquellas flores coloridas deje el diario de mi padre en el suelo y me agache para observarlas de cerca – Son realmente unas flores diferentes – mi dedo toco un pensamiento violeta con blanco, mire al joven que me acompañaba y le sonreí ampliamente invitándolo a ver el espectáculo colorido que nos regalaba la naturaleza. – Ahora que las encontré, necesito encontrar una sonrisa en sus pétalos. – termine por decir.

Nunca había cuestionado mi nombre hasta que aquel jovencito había dicho ese pero, en realidad si me ponía a pensar era un nombre bien extraño y se podría muchas veces confundir con otro significado, pero no mi nombre pronunciado era Vaiola si así era, no Viola Dios mi nombre quizás por eso algunas personas se alejaban de mí, o tal vez pensaban que yo era una pervertida o tal vez; mi cabeza comenzó a dar vueltas mientras mis ojos estaban clavados en los pensamientos que con sus colores me hacían sonreír más de la cuenta. Escuche al joven y cuando dijo aquello de los colores me gire para verle y aun pensando en mi nombre hable – En realidad no, puede ser del color que sea, bicolor, tricolor o de un solo tono, la idea es que las manchas mas oscuras formulen una sonrisa. – Le dije con total calma y volví a girar mi cabeza hacia aquellas flores tan maravillosas.

¿Sabes? Siempre he intentado buscar sonrisas en los pensamientos y nunca he encontrado uno, pero aun asi ahora tengo la esperanza de que poder ver una así, sonriendo – Era cierto, desde que conocía aquellas flores mi padre me había incitado a buscarle una sonrisa; un verdadero desafío del cual buscaría hasta el fin de los tiempos. Acaricie algunos pétalos con mis dedos eran verdaderamente suaves como el terciopelo me deje guiar por la piel de aquellas flores y concentrada en cada uno busque y busque, pero no veía ninguna con las características que necesitaba. No me rendiría ni hoy ni mañana, si no encontraba lo que hoy buscaba vendría mañana y de fallar nuevamente vendría al día siguiente y al siguiente, si mi padre lo había descrito era porque de verdad existía.

Monsiuer Bouquet, ¿alguna vez ha tenido un sueño inalcanzable?- no sabía el porqué de mi pregunta pero ya la había lanzado así que no me retractaría y mirándole a los ojos me quede pesando en mis sueños, en los que había cumplido y en los que no. Suspire pensando en que hubiera respondido yo si me hicieran aquella pregunta, pues respondería "Que no hay sueño inalcanzable uno los hace imposible… porque el que de verdad deseaba algo siempre lo conseguía… pero si, si tengo un sueño inalcanzable conocer a mi madre", me dije para mí en completo silencio me quede desviando mi vista y quedando hipnotizada por aquellas flores tan sorprendente.

La forma en como me animaba aquel joven me hacían recordar a mi padre cuando comencé públicamente con mis creaciones, “Hija nunca pierdas las esperanzas, todo es posible en esta vida, tu puedes lograrlo solo ten fe y si pones tu corazón en lo que te apasiona llegaras muy alto, Hija no desistas de ningún sueño” una infinidad de palabras que me decía cada vez que me veía fracasar pero algo si se me había quedado grabado “aprendemos más de un fracaso que del éxito mismo” no podía estar más de acuerdo con ello, la esperanza siempre la tendría ahora y para siempre que sería mi vida sin aquella luz que guiaba mis pasos, en realidad no sería nada. Tenía fe que todos en el mundo teníamos una pisca de esperanza por muy mínima que fuera.

Di un suspiro y mirándole con ternura sonreí ampliamente – Vivo con esperanzas, nunca dejare un sueño si no que luchare si fuera necesario para cumplir todo lo que deseo – mi voz fue suave y mientras mis ojos se desviaban seguía mirando aquella pequeña pradera hecha por la mano de un hombre el cual había plantado cada pensamiento con sumo cuidado, dejando que sus colores se combinaran con lo hermoso que era este lugar – Los pensamientos… son bellos aun cuando hoy no encuentre uno con sonrisa volveré mañana para ver si esta. – Me levante y quede mirando el paisaje mismo, las flores en su máxima expresión un verdadero paraíso n medio de esta ciudad. Volví a ponerme en cuclillas pero luego cedí hasta quedar sentada en el suelo cubierto por tierra, no me importaba si me vestido se ensuciara era lo de menos. La compañía y el paisaje en si era lo que en realidad me importaba.

Quede completamente en silencio cuando aquel comenzó hablar, su voz sonó extraña y parecía hablar del mismísimo corazón, sus palabras salieron como si de un perfecto recuerdo se tratara yo como espectadora me quede en silencio aguardando que terminara, bellas eran sus palabras extraño era el sentimiento, suspire como si pudiera sentir lo que él decía cada palabra la tomaba como mía y aunque no eran las sentí como si así fueran. Cerré mis ojos y me deje llevar por mis propios sentidos, por mis sueños ahora tenía uno inalcanzable… Mi corazón comenzó a latir con fuerzas queriéndose arrancar de donde lo tenía enjaulado, pero eso solo quería decir que por más vendas que quiera colocar en mis ojos al final siempre vería lo que había dejado atrás, como el yo había experimentado algo similar una noche de invierno cuando tan solo llevaba días en Paris había conocido en cielo y el infierno en un segundo esa noche fue diferente, esa noche mi sueño se volvió inalcanzable entregar mi corazón que aún no estaba preparado y por más que lo intente jamás volvió a pasar, ahora un año más tarde todo había cambiado y ya conocía a la persona que lograba hacerme sonreír aun cuando todo estaba en mi contra.

Abrí los ojos, mis pensamientos habían sido tan diversos y confusos que ni yo misma quería reparar en aquellos, porque pensamientos eran nada mas que eso, aquel era mi consuelo… Ahora entendía lo que mi padre quería decir con eso de buscarle una sonrisa en los pensamientos, ingenua era yo que sería algo físico mas era totalmente diferente… - Gracias… dije en un hilo de voz – he encontrado una sonrisa en los pensamientos…

El alma regreso a mi cuerpo y una oleada de sensaciones sentí en ese momento que lo único que quería hacer era gritar de la emoción, saltar o hacer cuanta cosa saliera de mi cuerpo en ese momento, estaba ensimismada en mis pensamientos, pero aun así escuche lo que Louis hablo, era una pregunta y tenía mil formas para responderla pero me daría el tiempo, tenía que disfrutar de ese momento, que era solo mío, eran mis sonrisas, mis pensamientos y de nadie más ¿o no? – Si me dijeran que lo expresara en una palabra no tendría cual elegir para describir en encuentro de aquella sonrisa entre los pensamientos – pero ese no era el caso, el me escucharía si, lo había hecho del momento en que me lo había topado en el jardín, la pausa duro lo que tenía que durar un suspiro ahogado, una media sonrisa en mi rostro y el júbilo en mi interior comencé a ordenar mis ideas antes de que estas salieran de mi cabeza – Es como el día después de la lluvia, donde vas al campo y en las hojas de los arboles puedes ver que aun en ellas quedan rastros de aquellas gotas. También es, como el primer beso que no se olvida pero que te deja marcado por siempre – trague un poco de saliva o si no me pondría hablar mal y no se entendería mi francés – Es como, mi primer perfume… pensé que me regañarían por hacerlo a escondida pero a cambio recibí el apoyo y la sonrisa de mi padre… es saber que a pesar que la muerte calla a las personas hay cosas que las mantienen vivas… es como leer la carta de tu enamorado los primeros días de primavera – aquellas ultimas frases me llenaban de gozo – Monsieur Bouquet, esto ha sido más grandioso que cualquier tesoro que un pirata pudiera tener, porque es mi tesoro.

Como pude me levante de donde estaba y en un afán de sentirme viva tenía antes que agradecer al joven que tan solidario me había ayudado en una búsqueda que ni él ni yo sabíamos si tendríamos resultados, mi impulso duro hasta que con las rodillas apoyadas en el suelo me acerque a él y le di un abrazo y no pude contenerme, no podía aguantar más de otro segundo estaba en la montaña de las emociones ahora, me tocaba bajar apoye mi cabeza en su hombro y no pude contenerme, el llanto se hizo presente no había forma que lo ocultase, mi corazón gritaba toda la emoción que tenía en mí. No me quede mucho en esa posición para no incomodarlo y me separe desviando mi rostro a los pensamientos que ya no los podía ver, tras el mar de lágrimas en el que me encontraba era imposible distinguir siquiera alguna flor. Cerré mis ojos e intente contenerme, pero no podía era imposible, tenía ganas de llorar hace mucho tiempo y me había contenido, pero después de hoy no… ya no más lágrimas, por aquellos recuerdos que iban quedando atrás.

Escuchar mi propio llanto hizo que mi corazón se quebrara en mil pedazos, tantos años, tanto tiempo aguantando todo un dolor yo sola, sin nadie que me entienda, sin nadie que me dijera que no estaba sola, que el mundo no se acababa cuando perdías a un ser querido, que el mundo seguía, que seguir el sendero era lo más correcto, que a pesar de ser mujer, podía salir adelante sola. Habían tantas cosas que tenía guardadas en mi corazón y con solo aquel recuerdo todo se me había venido encima. – Louis – pude decir en medio del llanto que seguía sin cesar, en ese momento no me importaba que mi maquillaje se corriera, que mis lágrimas opacaran mi vista, ya había observado la gracia de aquellas flores de aquel jardín que tan bien cuidado estaba, mi corazón estaba liberándose de las ataduras que me había impuesto y aquel joven me estaba, consolando. A veces uno necesitaba palabras, otras necesitaba silencio pero esta vez yo necesitaba un abrazo y aquel joven tan grácilmente me estaba dando uno, ¡como necesitaba uno! Agradecerle quería, pero por más que intentara hablar mis sentimientos no me dejaban el llanto seguía y no pude detenerme y abrazada de aquel seguí llorando por todo. El silencio ahora era un fiel amigo pero silencioso, como el solo.

Los segundos pasaron, sentí que el peso de mis hombros se había vuelto más liviano, termine por cerrar mis ojos y controlar mi respiración para no volver a caer en llanto, podría decir que gracias a las hermosas palabras de Louis me había calmado; pero en parte aquello y mi propio dolor ya estaba prácticamente superado. Di un suspiro ahogado, abriendo los ojos , eché lentamente mi cuerpo hacia atrás y observe al joven Louis Bouquet, una mirada de dulzura mezclada con agradecimiento, le dedique unos segundos a mirar el bello rostro que tenía aquel y otra sonrisa salió de mis labios – Gracias, gracias por todo – no me importaba que en no supiese porque le agradecía, mi corazón lo sabía y muy en el fondo sabía que el también, una abrazo amigo valía más que un abrazo por cordialidad – Lamento este momento – otro suspiro continuo se asomó en mi pecho – lamento que hayas tenido que presenciar este dolor que tenía oculto tras mi rostro – era cierto, nunca nadie me había visto llorar y aquel desconocido ya había visto más que cualquiera de mis mejores amigos. El por qué era fácil de decir, siempre fui una mujer o niña muy solitaria, nunca me gusto mostrar mis debilidades, ni falencias, siempre he intentado ser la dama que mi padre crio, pero llega un momento que con una pequeña brisa el mundo se viene abajo, y esta brisa habían sido los pensamientos que tan hermosos se veían coloridos y manchados.

No era una mujer de quedarse callada por mucho tiempo y no lo haría ahora después de aquel arranque emocional lo menos que podía hacer era agradecer una y otra vez aquel hombre de ojos misteriosos y de gran corazón – Louis, ¿aceptarías una taza de té?- quería conocerle más, aquel tenia más historias que yo, lo podía ver en sus ojos, de alguna forma quería abrirle mi corazón, poder desahogarme con él, quizás el también tenía alguna pena oculta y quería estar para el como él lo estaba en ese momento para mí. Mi carruaje estaba afuera esperándome, así habían sido las indicaciones, no sería sorpresa que llevara alguien conmigo, solía ser como decía mi nodriza muy amigable con personas extrañas, pero Louis ya no era un extraño, al menos no para mí, y esperaba que él no me viera como tal. - ¿Qué dices? – volví a preguntas mientras de mi bolsa sacaba un pañuelo de seda blanco para limpiar mi rostro de los rastros de una pena ya pasada. Extendí mi mano para juntar ambas palmas {la ajena con la mía} y darle un suave apretón para que me siguiera, no aceptaría un no como respuesta.