AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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It all started with a pair of boots // Privado - Dimitry
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It all started with a pair of boots // Privado - Dimitry
Todo apuntaba a que sería un día como otro cualquiera, nada nuevo truncaría su monótona vida. Se levantó temprano, a eso de las seis, no sabía la hora exacta porque desde la cabaña en la que vivía no se podía escuchar la campana de la catedral, ni siquiera con el poderoso oído de una licántropa. Fue a asearse con un poco de agua al río, llevando una camisa larga como única prenda de vestir. Se sentó sobre una piedra y retiró la prótesis de madera para que no se dañara. Estaba tratada con aceites y Reya la mantenía muy bien cuidada, pero aun así evitaba que se mojara todo lo posible, nunca estaba de más la precaución y ella lo sabía muy bien desde hacía años. Una vez ya relativamente decente y tras dejar que fuese el propio sol, que ya había salido, el que secase su piel, abrochó nuevamente las correas de la pierna falsa a su cinturón y regresó a casa. Allí se vistió de manera más adecuada con una camisa más oscura, casi negra, unos pantalones color mostaza y unas botas altas de cuero muy desgastadas, el único calzado útil que tenía. Debía llevar a arreglar el otro par. Cogió una bolsa de arpillera con esos zapatos estropeados y se encaminó hacia el mercado ambulante de la ciudad, actualmente había allí un hombre que se encargaba de arreglar suelas y herrajes, eso le serviría pues no se podía permitir comprar otro par. Tardó bastante, más de una hora en realidad, pero de algo tenía que servir madrugar. Daban las ocho en el campanario cuando enfilaba la calle que la llevaba a su destino. Una vez allí se aproximó a la caseta de su interés y dejó caer la bolsa sobre el mostrador. –Te traigo un par de botas, buen hombre.– Aguardó a que la atendiera. –Veamos que lleva ahí, jovencita.– Comentó el hombre que debía rondar los sesenta años. Muy mayor para la esperanza de vida, pero extrañamente se conservaba bastante bien. –Las tendrá listas pasado mañana y serán dos francos.– A la chica le pareció algo caro, pero no tanto como comprarse unas botas nuevas. –¿Y me durarán al menos otros cinco años?– El hombre rio antes de contestarle. –Si las trata bien incluso diez.– Sacó una moneda y la dejó sobre la mesa. –Le daré la otra cuando las venga a recoger.– El anciano asintió y con ello la chica se alejó.
Pasaría allí el resto del día atendiendo su propio puesto de ebanistería a un par de calles del zapatero. Se quedó hasta que anocheció y, para su desgracia, ningún cliente la vino a ver en toda la jornada, excepto para verla trabajar. Había gastado más de lo que se había podido embolsar. La cosa no iba bien. Recogió sus utensilios y los guardó a buen recaudo tras una piedra en la pared y la cubrió con arcilla fresca que traía siempre del río, lo que hacía que pareciera que nada se podía mover en el muro y pesaba mucho menos que sus herramientas de tallar para transportarlas cojeando y sin ganas día tras día. Se puso en pie y arregló su pantalón. Casi todos los tenderetes atendidos por mujeres habían cerrado hacía un par de horas, excepto el suyo y un par regentado por gitanas. Ellas no les temían a las criaturas de la noche, así que intentaban aguantar todo lo posible por conseguir una venta más. Ya lista para regresar, se despidió de un joven muchacho que vendía especias y siempre estaba a su lado, era de los pocos que le daban algo de conversación a pesar de todo, pero tampoco eran amigos, simplemente conocidos. Le dejó allí a sus menesteres y ella inició el camino para salir cuando le llegó un olor conocido, olía a sangre fresca. Sus ojos parecieron cambiar de color, pero fue sólo por un instante. Su lado animal despertaba de vez en cuando, a pesar de estar casi opacado desde que no tenía manada. Algo la alertaba, no eran buenas noticias. Giró con disimulo, intentando buscar el origen de aquel llamativo aroma. ¿Había alguien herido o, por el contrario, era el atacante el que estaba cerca? Estaba a nada de averiguarlo.
Pasaría allí el resto del día atendiendo su propio puesto de ebanistería a un par de calles del zapatero. Se quedó hasta que anocheció y, para su desgracia, ningún cliente la vino a ver en toda la jornada, excepto para verla trabajar. Había gastado más de lo que se había podido embolsar. La cosa no iba bien. Recogió sus utensilios y los guardó a buen recaudo tras una piedra en la pared y la cubrió con arcilla fresca que traía siempre del río, lo que hacía que pareciera que nada se podía mover en el muro y pesaba mucho menos que sus herramientas de tallar para transportarlas cojeando y sin ganas día tras día. Se puso en pie y arregló su pantalón. Casi todos los tenderetes atendidos por mujeres habían cerrado hacía un par de horas, excepto el suyo y un par regentado por gitanas. Ellas no les temían a las criaturas de la noche, así que intentaban aguantar todo lo posible por conseguir una venta más. Ya lista para regresar, se despidió de un joven muchacho que vendía especias y siempre estaba a su lado, era de los pocos que le daban algo de conversación a pesar de todo, pero tampoco eran amigos, simplemente conocidos. Le dejó allí a sus menesteres y ella inició el camino para salir cuando le llegó un olor conocido, olía a sangre fresca. Sus ojos parecieron cambiar de color, pero fue sólo por un instante. Su lado animal despertaba de vez en cuando, a pesar de estar casi opacado desde que no tenía manada. Algo la alertaba, no eran buenas noticias. Giró con disimulo, intentando buscar el origen de aquel llamativo aroma. ¿Había alguien herido o, por el contrario, era el atacante el que estaba cerca? Estaba a nada de averiguarlo.
Reya- Licántropo Clase Media
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Re: It all started with a pair of boots // Privado - Dimitry
"I will not tolerate you, I will go down beside you,
I must go down beside you. No one is innocent".
I must go down beside you. No one is innocent".
Noches desperdiciadas, así lo sentía Dimitry cada vez que le da vueltas al asunto de permanecer ahí. Después de haber vivenciando noches sangrientas y batallas que realmente valían la pena, ahora solo se mantenía al margen del mercado aguardando por una victima, como si estás cayeran solas a las trampas. Aunque para su sorpresa así sería.
Esa noche había escogido un lugar diferente, uno mas próximo a la salida sur del mercado, ¿razón? Solo su instinto, y esperaba que éste mismo no le fallara ahora, ya suficientes noches había perdido.
Que turbio puede ser el destino con aquellos que se fían de él. Lástima que aquella noche la sed se hacía presente, y bien sabía que no podría disfrutar del todo con aquello carcomiéndole la garganta, por lo que el desvío o tal vez simple mala suerte
sería para aquella hechicera que caminaba sola, delatándose frente a los ojos del condenado. Su sonrisa no tardó en aparecer, estaba claro que aquella sería la primera víctima, después de todo su ardua espera bien valdría la pena.
Aguardó sigilosamente entre las sombras hasta tener a la joven casi frente a él, no esperaba alargar más el asunto, considerando que la bruja bien podría reconocer su aura, y el iniciar una pelea con ella no vendría al caso. Los movimientos fueron rápidos y precisos, sin darle tiempo de reaccionar, rodeó la cabeza ajena con ambas manos y girando las mismas consiguió el crujido que acabaría con la existencia de la joven, la cual debía bordear los dieciocho años, una hereje menos. Los brazos del hombre sostuvieron en vilo el cuerpo que aún conservaba su calor y antes de dejarlo oculto entre la maleza, cortó su muñeca para alimentarse, lo que para su beneficio haría que la escena pareciera un triste suicidio.
Estuvo a punto de retirarse del lugar, solo una milésima de segundo bastó antes de que aquel aroma tan particular llegara a su olfato y le hiciera clavarse al piso; Un licántropo. Ahora ya podría decirse que sería una noche espléndida para él, claramente no iba a moverse de ahí cuando tenía a una presa tan provocativa a pocos metros, su sádica fascinación y preferencia por los seres de la luna le obligó a buscar el origen de aquella esencia.
No tardó en ubicarla, resaltaba frente a las pocas personas que aún permanecían en el mercado, su forma de avanzar era tosca, algo no estaba bien con la mujer y quizás sería una ventaja para él, aunque no pensaba fiarse de eso. Se mantuvo tras de ella, aguardando que se alejara lo más posible para no crear un innecesario alboroto, pero cuando estuvo a punto de salir de su resguardo, observó como la fémina se volteaba, algo había llamado su atención. No tuvo más remedio que reírse de si mismo, que detalle tan importante había pasado por alto, bajó la vista y ahí encontró pequeñas manchas de sangre, mismas que pertenecía a su primera víctima, sangre fresca que claramente había alertado a la que tan ansiosamente esperaba se convirtiera en otra más de su innumerable lista.
Si se mantenía oculto la mujer escaparía, por otro lado si la atacaba a vista y paciencia de los demás sería exponerse demasiado, una parte de él ya sabía lo que debía hacer.
— Que oportuna podría considerarse mi presencia aquí, ya que una mujer tan indefensa como usted no debería caminar sola por este lugar... — su voz sonó suave, hablaba mientras iba abandonando su lugar y avanzaba lento pero seguro hasta la que sería su "compañera" esta noche.
Se detuvo a una distancia prudente y solo ahí mostró una mirada siniestra acompañada de una tétrica sonrisa plasmada en sus labios.
— ... Algo muy malo podría ocurrirle.—
Última edición por Dimitry L. Rudakov el Vie Nov 17, 2017 8:58 pm, editado 3 veces
Dimitry L. Rudakov- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: It all started with a pair of boots // Privado - Dimitry
En cuanto aquella voz alcanzó sus oídos, un escalofrío recorrió la espina dorsal de la muchacha. Sin duda, era un mal presagio al que debería haber hecho caso, tal vez no pudiera huir dada su condición, pero aquel primer instinto jamás debió ignorarlo. Y aunque entonces no lo sabía, ni posiblemente se percatara en mucho tiempo, en el futuro se arrepentiría de haber tomado aquella decisión. Arrugó la nariz ante el olor a sangre que aún inundaba sus fosas nasales, algo que le desagradaba cuando no estaba en su forma animal. Obviamente comía carne, pero la cocinaba en las brasas de la pequeña chimenea de lo que ella llamaba hogar, una pequeña choza con poco más que un catre, un sofá, una mesa y dos sillas. Giró sobre uno de sus talones, el del pie bueno y con la mano ayudó a la prótesis a girar. Era el momento de encarar al que parecía mofarse de su presencia, pues el tono utilizado no le recordó al de alguien que realmente pudiera preocuparse de su bienestar, sino que se jactaba de la oportunidad que la noche y solitud de aquel lugar le brindaban. Se topó entonces con un hombre alto y corpulento de barba espesa y ojos azules, no era francés, eso estaba claro. Una de las ventajas de ser una lican, era que su vista era mucho mejor que la de cualquier ser humano, así que le resultó fácil distinguir bien los rasgos del desconocido incluso a cierta distancia. Aún y con la alerta levantada, decidió no terminar de juzgar al individuo y preguntar antes de tacharlo de culpable. –¿Algo muy malo como qué?– Inquirió con cierto deje de curiosidad.
El olor férrico del plasma humano camuflaba la peste del condenado, o al menos lo hizo hasta que le tuvo más cerca y enseguida se percató. Pasó de estar solamente vigilante a ponerse a la defensiva, no había tenido buenas experiencias con los chupa sangres y dudaba que aquella fuera ninguna excepción. –Eres un vampiro.– El tono que ella utilizó fue acusatorio, le estaba sentenciando, ahora sí. Ser de aquella raza significaba algo horrible para Reya, le hacía recordar lo mucho que había sufrido años atrás. El dolor, la tristeza, el abandono... y su propia traición. Reculó sin pensárselo dos veces, dando varios pasos atrás, torpes y poco certeros, pues al estar pendiente de los movimientos ajenos, fue a topar con una pared justo a su espalda. Giró la cabeza en un reflejo, como si quisiera comprobar que realmente había un muro y no topaba con alguien más al que, por estar centrada en quien tenía delante, no se habría fijado. Regresó la vista al frente y como cualquier animal acorralado, mostró su perlada y afilada dentadura, aún teniendo aspecto humano. –¿Qué es lo que pretendes, exactamente?– La voz sonó casi como un gruñido y los claros ojos de la loba se oscurecieron al dilatarse sus pupilas. Estaba en guardia, lista para defenderse con uñas y dientes si era necesario.
El olor férrico del plasma humano camuflaba la peste del condenado, o al menos lo hizo hasta que le tuvo más cerca y enseguida se percató. Pasó de estar solamente vigilante a ponerse a la defensiva, no había tenido buenas experiencias con los chupa sangres y dudaba que aquella fuera ninguna excepción. –Eres un vampiro.– El tono que ella utilizó fue acusatorio, le estaba sentenciando, ahora sí. Ser de aquella raza significaba algo horrible para Reya, le hacía recordar lo mucho que había sufrido años atrás. El dolor, la tristeza, el abandono... y su propia traición. Reculó sin pensárselo dos veces, dando varios pasos atrás, torpes y poco certeros, pues al estar pendiente de los movimientos ajenos, fue a topar con una pared justo a su espalda. Giró la cabeza en un reflejo, como si quisiera comprobar que realmente había un muro y no topaba con alguien más al que, por estar centrada en quien tenía delante, no se habría fijado. Regresó la vista al frente y como cualquier animal acorralado, mostró su perlada y afilada dentadura, aún teniendo aspecto humano. –¿Qué es lo que pretendes, exactamente?– La voz sonó casi como un gruñido y los claros ojos de la loba se oscurecieron al dilatarse sus pupilas. Estaba en guardia, lista para defenderse con uñas y dientes si era necesario.
Reya- Licántropo Clase Media
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Re: It all started with a pair of boots // Privado - Dimitry
"I'm gonna take you down to the real world
so you can watch it burn".
so you can watch it burn".
Que placer significaba para él que la mujer le enfrentara de esa forma, ya con el solo hecho de no salir despavorida del lugar había conseguido captar aún más la atención del inquisidor quien había comenzado a caminar a su alrededor, la estaba acechando y analizando. A simple vista no parecía una amenaza en lo absoluto, era menuda y poseía una belleza misteriosa, de seguro atrayente para cualquiera, pero ni eso era capaz de borrar la imagen bestial que estaba plasmada en la retina del vampiro. Ella era su presa, su juguete, nada más.
Se detuvo a un costado del cuerpo ajeno, y terminó por dedicarle una última mirada, estaba claro que no conseguiría hacer nada si ella se plantaba en su sitio. Tendría que ser más ingenioso y conseguir llevársela de ahí.
— ¿Acaso no conoces los muchos peligros que hay en el mundo? — su referencia era claramente generalizada, pero en ese preciso momento él era el mayor peligro que le contemplaba.
Su sonrisa se ensanchó cuando reveló su naturaleza, por lo visto ya no jugarían escondido tras sus pieles, aquello podía convertirse en un punto valioso.
Avanzó casi dando zancadas hasta la mujer, inclinándose a su oído.
— Y tú una lycan, y yo no lo revelé a los cuatro vientos. Cuida tus palabras.— fue una amenaza sutil, para ir inculcando en ella -al menos por el tiempo que estuvieran ahí- la forma en que debía comportarse.
Retomó su postura, inhalando profundamente, y ésto solo lo hacía para conservar el aroma de la fémina, en caso de que las cosas no salieran como lo había planeado. Si por algún motivo lograba escapar, sabría como encontrarla, y volvería por ella.
— ¿Qué pretendo? Limpiar las calles de seres tan desagradables, peligrosos... Simples animales.— su voz fue tajante, fulminante contra la castaña que no hacía más que mirarlo con un profundo odio, al cual Dimitry pensaba corresponder con gusto.
Los ojos del vampiro viajaron nuevamente a la parte baja del cuerpo ajeno, finalmente pudo captar la falla proveniente de ahí, una de sus piernas no emanaba calor. Que suerte para ella, y gran desgracia para él, tendría que dejar de lado las ansias que tenía de enfrentarse con ella, ¿Cómo iba a hacerlo cuando su victima ya traía encima una evidente desventaja?
Se llevó la diestra a frotar su sien, alzando sus orbes de vuelta a los ajenos, en silencio le reprochaba y culpaba de su precaria situación. Aunque en ese momento fue exclusivamente eso, lo que evitó que el condenado se lanzara a destriparla.
— Debe ser una broma, ¿Hace cuánto perdiste la jodida pierna? — buscó saber, necesitaba calcular tiempo en cuanto a eso, tal vez sería él quien le daría una respuesta precisa, o más fácil aún, la que él deseaba escuchar.
Última edición por Dimitry L. Rudakov el Sáb Nov 18, 2017 9:51 pm, editado 2 veces
Dimitry L. Rudakov- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: It all started with a pair of boots // Privado - Dimitry
Ver al vampiro moverse de un lado al otro como si la midiera en la distancia, era algo que a la joven loba no le gustaba. Crispaba sus nervios la altanería con la que andaba, el tono impertinente y cortante de su voz que cruzaba el aire como una flecha para impactar en los finos oídos de la muchacha. Entrecerró los ojos por un instante, enfurecida, mas los abrió de inmediato al notar que así sólo lograba reducir su campo de visión, ya que un condenado como aquel podía atacar por muchos flancos más que sólo a ras de suelo, podía dar un tremendo salto y plantarse frente a ella o, tal vez, directamente caerle encima. La actitud de la joven, aún alerta y precavida, rozó una fina línea que ella misma se encargó de no llegar a cruzar. Desde que había perdido la manada había pasado por épocas de pura inestabilidad, en las que el lobo había salido de pronto sin siquiera tener tiempo de poderlo controlar. Y no era ni el lugar ni el momento para exponerse, aún había gente rondando las calles, y aunque nos les estuvieran observando directamente, ver aparecer un animal semejante de ninguna parte, no llevaría nada bueno consigo, menos aún dejando atrás su prótesis de madera como prueba.
De pronto, tuvo al hombre pegado a ella, no había hecho sino caminar, pero a una velocidad rápida y sin que ella pudiera apartarse. No era una cobarde, pero sabía que con su hándicap, difícilmente podría ganarle a un ser como aquel, tal alto y fuerte y con dos piernas. El susurro junto a la oreja, hizo temblar a Reya de una manera distinta al miedo, aunque parte de la indescriptible sensación que le causó estaba teñida de pánico. Pero pronto todo cambió y lo que sintió fue pura repulsión, asco visceral. La manera en que se dirigía a ella, el trato que le daba como si no fuera más que una inmundicia, revolvió el estómago de la muchacha que no dudó en responder, pues rara vez se callaba algo cuando la atacaban verbalmente. -Aquí el más animal eres tú, que hueles a sangre y no es la tuya.- Por el rabillo del ojo había visto la mancha en la bota ajena y desde que sintiera el olor a vampiro, supo que la víctima era un mortal.
Después de todo, llegó la condescendencia y una dolorosa acusación. La manera en que la miraba, como si perder la pierna fuera culpa de ella, la irritó. Sobre todo teniendo en cuenta que el culpable incluso podría ser él, un maldito esclavo de la inquisición. No necesitó ni contar, recordaba perfectamente cuánto tiempo hacía, los meses y los días contados, aunque no pensaba ser tan explícita. De hecho, por el momento, no tenía intención alguna de contentar la curiosidad del chupa sangres. -¿A ti qué te importa?- Espetó, aferrándose con fuerzas a su maltrecha dignidad.
De pronto, tuvo al hombre pegado a ella, no había hecho sino caminar, pero a una velocidad rápida y sin que ella pudiera apartarse. No era una cobarde, pero sabía que con su hándicap, difícilmente podría ganarle a un ser como aquel, tal alto y fuerte y con dos piernas. El susurro junto a la oreja, hizo temblar a Reya de una manera distinta al miedo, aunque parte de la indescriptible sensación que le causó estaba teñida de pánico. Pero pronto todo cambió y lo que sintió fue pura repulsión, asco visceral. La manera en que se dirigía a ella, el trato que le daba como si no fuera más que una inmundicia, revolvió el estómago de la muchacha que no dudó en responder, pues rara vez se callaba algo cuando la atacaban verbalmente. -Aquí el más animal eres tú, que hueles a sangre y no es la tuya.- Por el rabillo del ojo había visto la mancha en la bota ajena y desde que sintiera el olor a vampiro, supo que la víctima era un mortal.
Después de todo, llegó la condescendencia y una dolorosa acusación. La manera en que la miraba, como si perder la pierna fuera culpa de ella, la irritó. Sobre todo teniendo en cuenta que el culpable incluso podría ser él, un maldito esclavo de la inquisición. No necesitó ni contar, recordaba perfectamente cuánto tiempo hacía, los meses y los días contados, aunque no pensaba ser tan explícita. De hecho, por el momento, no tenía intención alguna de contentar la curiosidad del chupa sangres. -¿A ti qué te importa?- Espetó, aferrándose con fuerzas a su maltrecha dignidad.
Reya- Licántropo Clase Media
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Re: It all started with a pair of boots // Privado - Dimitry
"Desperate to control all and everything.
Unable to forgive your scarlet lettermen.".
Unable to forgive your scarlet lettermen.".
Por un instante todo aquel indicio de indiscutible maldad por parte del condenado careció de importancia y entusiasmo. La caza de aquella mujer ya no le parecía atrayente, siendo lo peor el hecho de que existía un problema de doble moral, estaba conteniéndose porque veía que la mujer no contaba ni siquiera con un cuerpo en condiciones óptimas para un enfrentamiento. Su autoconfianza era desmesurada y era lógico que en su mente la fémina no lograría ni siquiera defenderse, ¿qué diversión podría considerarse de aquello?
Tal vez con la muerte de la bruja había calmado la sed de sangre por la noche, bien podría tratarse de eso. O no.
Resopló al notar la forma altanera que tenía la castaña para con él, sin saber la compasión que estaba teniendo, aún cuando ésta no había sido pedida.
— Deberías sentirte tan afortunada, porque precisamente la linfa que traigo encima te está dando más tiempo del que mereces.— farfulló, atento a ver si ella comprendía un poco la situación en la que estaban, ella no era quien decidiría nada ahí, y por su parte Dimitry ya se sentía con la autoridad de exponerlo sin titubeos.
— Me importa, claro que me importa. Ya estás dañada, eso arruina mi deber y la diversión que podríamos a haber compartido juntos, hermosos momentos arruinados.— el sarcasmo era filoso en sus palabras, más cuando existía también una desilusión en él, misma que ya podría ser captada por la Lycan.
Comenzó a golpetear con su pie sobre la tierra, se encontraba impaciente, necesitaba contar vertiginosamente con respuestas.
— Deja de desviarte con más preguntas, es sumamente irritable, solo limítate a responder mis preguntas.— hablaba con urgencia, el lugar ya le estaba molestando, no era una de sus aficiones trabajar a campo abierto prácticamente .
— ¿Hace cuánto la perdiste? Y creo que lo más importante es saber cómo.— el vampiro no iba a sacar conclusiones antes de tiempo. Bien podría haber perdido su extremidad en un accidente, o sencillamente haber nacido así, las posibilidades eran amplias.
— De momento puedes guardar las garras, no te harán falta, porque créeme que no acostumbro a embestir a seres tan defectuosos.— le aseguró, estando consciente de cuan hondo podían calar sus palabras en ella, si bien no iba a dañarla físicamente, se encargaría de afectar levemente su mente con la falta de empatía, y esperaba que al menos con eso la mujer le entregara una efímera muestra de entretenimiento.
Última edición por Dimitry L. Rudakov el Miér Nov 22, 2017 9:27 am, editado 2 veces
Dimitry L. Rudakov- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: It all started with a pair of boots // Privado - Dimitry
Sentía como el olor a sangre le penetraba más allá de las fosas nasales y se le metía en la cabeza. Nublaba ligeramente su juicio y bastante tocado estaba ya por la presencia, no sólo de un vampiro, sino que de un inquisidor. Porque sí, no se lo había dicho, pero lo notaba en su forma de hablar, de moverse, de referirse a los demás, porque no discriminaba sólo a los licántropos, aquel hombre acababa incluso con los de su propia especie y bajo el pretexto de servir a Dios. Una arcada se le atoró en la garganta y desvió la mirada, asqueada, pensando incluso en vomitar a un lado, en un rincón. Pero dudaba que aquel condenado le dejara hacer tal cosa, por el momento ni siquiera parecía querer dejarle espacio para respirar. Le tenía excesivamente cerca, el aroma a hojas secas de tabaco y a algo parecido al romero empezaron a opacar el férrico olor del plasma sanguíneo y la mirada de la loba ascendió en busca del rostro foráneo. -Tu sentido de la diversión es algo retorcido que no tengo intención de satisfacer.- Su voz sonó ligeramente ahogada, como si las palabras se sintieran cohibidas, mientras la actitud aparente de la lican intentaba ser más relajada. Obviamente tenía miedo, pero no quería que se pudiera ver, menos aún el culpable de tal estado de ánimo. Sólo lo usaría como moneda de juego y ella no quería participar en sus apuestas.
Arrugó la nariz y levantó los labios al mostrar sus dientes, no en sentido amenazante, sino más bien defensivo. La proximidad ajena la tenía nerviosa y no le gustaba nada estar así. -No te debo ninguna explicación y si no te gusta que me falte una pierna, ve a buscar a otra presa con la que divertirte.- No le gustaba la idea de mandarle a torturar a otra persona en su lugar, pero desde que no tenía manada se había vuelto algo más egoísta y el instinto de supervivencia le hacía inclinar la balanza a la hora de elegir por quién luchar. Y si bien no dudaría en interponerse si le viera atacando a un niño o a alguien en mayor desventaja que ella, tras las palabras dichas por el vampiro, dudaba que fuera a elegir a alguien débil. Aquel tipo buscaba un reto, pasárselo bien. Si a ella la descartaba por lisiada, a los otros también.
Y aun así, aquel ego que parecía brillar en su interior y salía a relucir en los momentos menos oportunos, hicieron que abriera la boca de nuevo sin poderlo remediar. -Perro ladrador...-
Arrugó la nariz y levantó los labios al mostrar sus dientes, no en sentido amenazante, sino más bien defensivo. La proximidad ajena la tenía nerviosa y no le gustaba nada estar así. -No te debo ninguna explicación y si no te gusta que me falte una pierna, ve a buscar a otra presa con la que divertirte.- No le gustaba la idea de mandarle a torturar a otra persona en su lugar, pero desde que no tenía manada se había vuelto algo más egoísta y el instinto de supervivencia le hacía inclinar la balanza a la hora de elegir por quién luchar. Y si bien no dudaría en interponerse si le viera atacando a un niño o a alguien en mayor desventaja que ella, tras las palabras dichas por el vampiro, dudaba que fuera a elegir a alguien débil. Aquel tipo buscaba un reto, pasárselo bien. Si a ella la descartaba por lisiada, a los otros también.
Y aun así, aquel ego que parecía brillar en su interior y salía a relucir en los momentos menos oportunos, hicieron que abriera la boca de nuevo sin poderlo remediar. -Perro ladrador...-
Reya- Licántropo Clase Media
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Re: It all started with a pair of boots // Privado - Dimitry
"We have no sympathy for the lost souls,
We've chosen the path of disgrace".
We've chosen the path of disgrace".
Estaba claro, ella no pensaba cooperar en lo más mínimo, pasaba por alto su desventaja como si esta realmente no significara gran cosa, pero para Dimitry era un factor absolutamente relevante, mismo que le mantenía ahí, firme con su insistencia por saber más de ella, sin duda la curiosidad se estaba implantando, sin mencionar las similitudes que la falla ajena le traía a la cabeza.
Su mirada buscaba indagar más allá de aquel rostro fiero que le soltaba una que otra palabra de autodefensa, lograba sentir el miedo en ella, aunque le otorgaba crédito por no demostrarlo del todo.
Le fulminó con la mirada cuando escuchó la orden que nació altanera de sus labios. No terminaba de creerse tanta ingenuidad por parte de ella.
— Aquí el único que da órdenes y toma decisiones soy yo, tú estás en una posición bastante arriesgada ahora, y justamente por esa razón deberías cuidar tu lengua si es que quieres consevarla.— solo una advertencia se daría el lujo de darle, la segunda vez solo actuaría y ahí llegarían fácilmente a un punto sin retorno, en el cual, ya poco le importaría la carencia de su extremidad.
Un resoplido fue lo último que seguramente la fémina habría alcanzado a escuchar, puesto que los movimientos del inquisidor fueron rápidos, y sin errores.
Su diestra se cerró sobre el cuello femenino con vigor, usando su propio brazo para alzar el cuerpo ajeno unos cuantos centímetros del suelo.
— Te lo advertí, aunque veo que te gusta hacer las cosas bruscas... No eres más que una simple cachorra desesperada por defenderse de alguien que te lleva siglos de ventaja.— le bramó en el rostro, aguardando por lo que intentaría hacer para librarse de él. Ya que por su parte no le daría oportunidad alguna, finalmente fue ella quién decidió pasar por alto todas las preguntas y advertencias que el hombre le dio, y claro, su paciencia era extremadamente limitada.
— Última oportunidad, y elige tus palabras con extremo cuidado, o te aseguro que serán las últimas, ¿Hace cuánto perdiste la pierna? — inquirió tajante conforme su diestra iba realizando una nueva fuerza en cada palabra. Si no se animaba a darle la información que buscaba por las buenas, él se encargaría de arrancarle las verdades desde lo más profundo de su garganta.
Última edición por Dimitry L. Rudakov el Miér Nov 01, 2017 11:42 am, editado 1 vez
Dimitry L. Rudakov- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: It all started with a pair of boots // Privado - Dimitry
En cuanto sintió los dedos ajenos rodearle el cuello, ya era demasiado tarde para intentar escapar. Si bien no hubiese servido de mucho la mera pretensión de hacerlo, pues era plenamente consciente que estaba en desventaja, que aún con sus dos piernas en forma humana no era tan rápida como un vampiro, y aun así su mente se empeñaba en negarle muchas veces la realidad.
Llevó ambas manos a sujetar las falanges ajenas, intentando apartar aquella soga de carne y huesos que le apretaba cada vez más la laringe. Sus ojos seguían desafiando al condenado con la mirada, como si con ella pretendiera atravesarle, quemarle y hacerle sufrir. ¿Quién se creía que era para darle órdenes a ella? Nadie. Sólo un maldito chupasangre más en un mundo en el que ya había demasiados. Arrugó el gesto, volviendo a mostrarle los dientes, viéndose cada vez más lobuna aunque siguiera en su forma humanizada. -Maldito…- Fue lo único que alcanzó a murmurar antes de que le faltara el aliento y se le acumulara la saliva en la boca, incapaz de poderla tragar. Pasó de intentar romperle los dedos a base de tirones a arañarle el dorso de la mano tras hacer crecer sus propias uñas, rasgando la piel fría del vampiro en cada pasada desesperada. Su pierna buena intentaba impulsarse con la pared que tenía detrás para alzar su propio cuerpo y que aquella mano la estrangulara menos, pero era inútil, él era mucho más alto y corpulento, no podía luchar así y menos en las condiciones actuales, cuando llevaba años sin enfrentarse a nadie.
Sacó la lengua en un exasperado intento por respirar, intentando que aquel gesto facilitara la entrada de una brizna de aire a sus pulmones. Finalmente optó por algo más radical, aunque seguramente le traería más problemas que una solución. Flexionó la pierna y clavó un rodillazo en el centro del torso foráneo, justo a la altura del abdomen. Aquello le dio un leve respiro, por ínfimo que fuera, literal. -Años… tame…- Parte de sus palabras fueron mudas, pero mostró signos de querer cooperar. Aunque más de una vez hubiera pensado en su muerto, aquella no era la manera y, en el fondo, tampoco quería que fuera el momento.
Llevó ambas manos a sujetar las falanges ajenas, intentando apartar aquella soga de carne y huesos que le apretaba cada vez más la laringe. Sus ojos seguían desafiando al condenado con la mirada, como si con ella pretendiera atravesarle, quemarle y hacerle sufrir. ¿Quién se creía que era para darle órdenes a ella? Nadie. Sólo un maldito chupasangre más en un mundo en el que ya había demasiados. Arrugó el gesto, volviendo a mostrarle los dientes, viéndose cada vez más lobuna aunque siguiera en su forma humanizada. -Maldito…- Fue lo único que alcanzó a murmurar antes de que le faltara el aliento y se le acumulara la saliva en la boca, incapaz de poderla tragar. Pasó de intentar romperle los dedos a base de tirones a arañarle el dorso de la mano tras hacer crecer sus propias uñas, rasgando la piel fría del vampiro en cada pasada desesperada. Su pierna buena intentaba impulsarse con la pared que tenía detrás para alzar su propio cuerpo y que aquella mano la estrangulara menos, pero era inútil, él era mucho más alto y corpulento, no podía luchar así y menos en las condiciones actuales, cuando llevaba años sin enfrentarse a nadie.
Sacó la lengua en un exasperado intento por respirar, intentando que aquel gesto facilitara la entrada de una brizna de aire a sus pulmones. Finalmente optó por algo más radical, aunque seguramente le traería más problemas que una solución. Flexionó la pierna y clavó un rodillazo en el centro del torso foráneo, justo a la altura del abdomen. Aquello le dio un leve respiro, por ínfimo que fuera, literal. -Años… tame…- Parte de sus palabras fueron mudas, pero mostró signos de querer cooperar. Aunque más de una vez hubiera pensado en su muerto, aquella no era la manera y, en el fondo, tampoco quería que fuera el momento.
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Re: It all started with a pair of boots // Privado - Dimitry
"The killers are between us.
The time of death come every year".
The time of death come every year".
Que situación más inoportuna para la mujer. ¿Hasta que niveles de terquedad es posible soportar antes de arrullar la posibilidad de exponerse frente a un peligro inminente? Considerando el panorama que estaba presente, toda desconsideración recaería solo en la fémina, aunque en fracciones de segundos fue el mismo condenado quien aguardó antes de comenzar con sus tácticas más despiadadas, ella aún no había recibido nada, Dimitry tenía unas altamente peores y bestiales.
No significaba esfuerzo alguno mantener el cuerpo ajeno suspendido, aún cuando su victima se retorcía producto de la falta de aire, aquello era una situación ya casi desconocida para el vampiro, en su interior gozaba de ver la desesperación en los feroces orbes ajenos, el temor que se dejaba entrever en su rostro. Todo era un deleite ante él.
El contraataque era algo que ya había presupuestado mucho antes de éste tuviera su espacio, era molesto pero soportable, nada comparado con antiguas torturas que tuvo que soportar. Se limitaba a observar y sujetar, mientras su carne iba quedando expuesta.
— Te felicito, bastante acertado a tu naturaleza.— musitó, a la par que la mujer continuaba con sus estúpidos intentos por liberarse.
Lo que vino segundos después podría considerarse como la única sorpresa que recibió, el golpe logró desestabilizarlo, pero jamás lo suficiente para aflojar su mano del todo.
— Sigues cometiendo errores, cachorra.— le aseguró, y al conseguir la respuesta que buscaba, estampó el menudo cuerpo contra la pared que tenían tras de ellos, y solo ahí le permitió regresar los pies al suelo y de paso que recuperara el aire, su mano dio pasó pero no le liberó por completo.
Le fulminó por lapso de tiempo, al parecer ya podía descartar una de sus teorías, y para su desgracia había otra que cobraba fuerza en su interior. Maldito el momento que no arremetió contra ella horas atrás.
— ¿Años?.. Dudo que se haya tratado de un accidente.— sonrió con frustración, sabiendo que no debía preguntar más, ya no le sería difícil llegar a la conclusión de todo y aún así se estaba engañando a si mismo.
— Espero que el día de hoy haya resultado provechoso y enriquecedor para ti...— sus palabras comenzaron bajas, lúgubres. Había tomado una decisión y estaba dispuesto a cargar con eso, era casi imposible que la situación o incluso la mujer le hiciera cambiar de parecer.
— ...Porque estoy absolutamente seguro de que será el último.— finalizó, soltando bruscamente la garganta ajena, dando unos cuantos pasos hacia atrás.
— Pero tranquila, no soy injusto, te daré la oportunidad de hacerme frente. Te obsequiaré un par de minutos y tú al menos dame el placer de sentir que ésta no fue una noche perdida.— añadió de forma pedante y aguardó, mientras en su mente se arremolinaban pensamientos vagos y sin sentido, pero los tomaría en cuenta, no tenía opción.
Última edición por Dimitry L. Rudakov el Mar Nov 21, 2017 11:15 pm, editado 1 vez
Dimitry L. Rudakov- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: It all started with a pair of boots // Privado - Dimitry
En cuanto sus pies tocaron finalmente el suelo, volvió a tirar de los dedos que le rodeaban el cuello, porque aunque ahora lo hicieran con menos fuerza, la sensación de ahogo seguía allí y su tráquea permanecía constreñida como si las falanges foráneas aún apretaran firmemente la carne que la envolvía. Su mente se nubló en busca de aire, por un momento incluso ensordeció, ajena a todo lo que la rodeaba, pensando únicamente en el dolor que sentía en sus pulmones que parecían resentirse con cada necesitada bocanada de oxígeno que entraba a través de la boca, pues la nariz sólo la utilizaba para resollar.
Para cuando volvió en sí, las palabras que alcanzaron sus oídos la desconcertaron por completo, ¿qué iba a ser lo último? ¿De qué demonios le estaba hablando aquel vampiro ahora? Alzó la vista buscando su rostro, la expresión que portaba, por si ésta le daba alguna pista, por si lograba arrancar algún tipo de información del modo en que la miraba. Mas no hubiese hecho falta tal cosa, las palabras que brotaron de aquellos labios a continuación lo dejaron todo bien claro: Acababa de decidir que la sentenciaba a muerte. Por mucho que presumiera de darle ventaja, de cederle tiempo para que huyera y él así poder divertirse dándole caza, ella seguía teniendo un marcado hándicap, le faltaba una pierna, una pata, y ni dos minutos ni una hora cambiarían aquel hecho. El tono de voz usado por el vampiro le daba escalofríos, la hacía sentir menuda y ridícula, lo que la enervaba mucho, pero en su estado físico poco iba a poder hacer. Miró a un lado y al otro, buscando la mejor escapatoria y antes de que el condenado cambiara de idea, arrancó a medio correr, porque por obvias razones, le resultaba imposible hacerlo bien. Se metió por un callejón muy estrecho, lleno de basura, pero le serviría, era su única escapatoria. Se lanzó de cabeza al montón de porquería, hundiéndose bajo los desperdicios y dejó escapar un alarido de dolor al transformar su cuerpo en el de una loba. Perdió valioso tiempo en el proceso, pero lo recuperaría galopando a tres patas mejor que avanzando a una.
Olisqueó el aire pútrido antes de salir por el otro lado y tan deprisa como le permitieron sus extremidades, huyó a toda prisa del lugar en el que había dejado al moreno de ojos azules como el mar. Intentó escabullirse por zonas pequeñas donde un cuerpo humano no pudiese pasar, pero era consciente de que su rastro la podía delatar. Aún así, el monto de porquería había ayudado a camuflar su olor y aquello era una ventaja extra con la que el vampiro seguramente no había contado. La consideraba inferior, tonta, y ella estaba haciendo uso de su ingenio y agilidad lobuna para escapar de sus garras y buscar la libertad.
Para cuando volvió en sí, las palabras que alcanzaron sus oídos la desconcertaron por completo, ¿qué iba a ser lo último? ¿De qué demonios le estaba hablando aquel vampiro ahora? Alzó la vista buscando su rostro, la expresión que portaba, por si ésta le daba alguna pista, por si lograba arrancar algún tipo de información del modo en que la miraba. Mas no hubiese hecho falta tal cosa, las palabras que brotaron de aquellos labios a continuación lo dejaron todo bien claro: Acababa de decidir que la sentenciaba a muerte. Por mucho que presumiera de darle ventaja, de cederle tiempo para que huyera y él así poder divertirse dándole caza, ella seguía teniendo un marcado hándicap, le faltaba una pierna, una pata, y ni dos minutos ni una hora cambiarían aquel hecho. El tono de voz usado por el vampiro le daba escalofríos, la hacía sentir menuda y ridícula, lo que la enervaba mucho, pero en su estado físico poco iba a poder hacer. Miró a un lado y al otro, buscando la mejor escapatoria y antes de que el condenado cambiara de idea, arrancó a medio correr, porque por obvias razones, le resultaba imposible hacerlo bien. Se metió por un callejón muy estrecho, lleno de basura, pero le serviría, era su única escapatoria. Se lanzó de cabeza al montón de porquería, hundiéndose bajo los desperdicios y dejó escapar un alarido de dolor al transformar su cuerpo en el de una loba. Perdió valioso tiempo en el proceso, pero lo recuperaría galopando a tres patas mejor que avanzando a una.
Olisqueó el aire pútrido antes de salir por el otro lado y tan deprisa como le permitieron sus extremidades, huyó a toda prisa del lugar en el que había dejado al moreno de ojos azules como el mar. Intentó escabullirse por zonas pequeñas donde un cuerpo humano no pudiese pasar, pero era consciente de que su rastro la podía delatar. Aún así, el monto de porquería había ayudado a camuflar su olor y aquello era una ventaja extra con la que el vampiro seguramente no había contado. La consideraba inferior, tonta, y ella estaba haciendo uso de su ingenio y agilidad lobuna para escapar de sus garras y buscar la libertad.
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Re: It all started with a pair of boots // Privado - Dimitry
"Angels on the sideline, baffled and confused.
Father blessed them all with reason, and this is what they choose.".
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Sus ojos se centraron en los movimientos ajenos, la observó alejarse con evidente dificultad, sus deficiencias eran un punto que no podía evitar considerar, por ende, sí deseaba que aquello se transforma en un verdadero juego, una macabra caza, debía darle tiempo al menos de alejarse lo suficiente. Su aroma aún podía percibirlo con claridad, escuchaba cada paso tembloroso que daba con aquella prótesis de madera. Cada segundo se fue haciendo más efímero hasta que casi no lograba escucharle en lo absoluto. Incluso ahí no perdió su posición, sus brazos se mantuvieron cruzados y su espalda había ido a dar contra la pared contigua a él, cerró sus ojos y comenzó a buscarle. No fue complicado que la imagen femenina se formara en su mente, observó con suma claridad sus pasos. Hasta consiguió hacer que el condenado sonriera ligeramente al verla meterse en los desperdicios.
— Ingeniosa, rata... Pero eso no te ayudará en lo absoluto. — comentó en voz alta, concentrándose en no perder el rastro.
Así estuvo por unos minutos, hasta cuando pudo comprender el trayecto de su acelerada carrera, estaba saliendo, se dirigía a las afueras. El cuerpo del condenado finalmente se irguió para dar pasos ligeros, y sin prisa aún, le bastarían apenas unos minutos para alcanzar a la joven y no deseaba que aquello se volviera una situación tan reducida.
Aguardó el tiempo que consideró prudente, para finalmente avanzar a grandes zancadas tras el rastro ajeno. Conforme se acercaba el aroma de la Lycan mezclado con la basura que traía encima inundaba con mayor fuerza todo a su alrededor, un hedor que lograba hacer que Dimitry frunciera el ceño con sumo desagrado, era altamente sensible con aquellos aromas que no soportaba.
Sus pasos se detuvieron al ver una choza a unos pocos metros de distancia, fue entonces que se dio cuenta que su trayecto le había llevado a lo que parecía ser un humilde refugio.
— Que pintoresco. — comentó para si mismo con cinismo, aquel lugar parecía venirse al suelo en cualquier momento. Pero en cuanto estuvo ahí lo supo, aquel lugar era ocupado por la joven y él, como era lógico que lo haría, había conseguido una ventaja de pocos segundos, por lo que se acomodó con su espalda contra la choza en un sitio que los rayos de luna no lo alcanzaban, se había vuelto una sombra más en la oscuridad.
Así la esperaría y por lo visto no tardaría en llegar, en su interior sabía que mientras más rápido terminara con ella haría todo más fácil, esperando que aquella acción borrara aquel peso que sentía en su pecho, el cual buscaba desesperadamente pasarlo por ansiedad, disfraz de emoción que sentía cada vez que estaba a puertas de un enfrentamiento.
Estaba consciente que si bien, él podría esconderse perfectamente, su aroma sería un delator innato, y aún así eso no era un punto relevante, para cuando ella se tomara la molestia de olfatear detenidamente el ambiente, Dimitry ya estaría prácticamente sobre ella, estrangulándola o peor. Solo imaginar la escena le erizaba los vellos de la nuca, moviendo sus dedos con impaciencia.
Segundos, solo eso faltaba.
Dimitry L. Rudakov- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: It all started with a pair of boots // Privado - Dimitry
Sus pasos, ágiles como era propio de su raza, aún y con su hándicap, fueron cruciales para que la loba lograra alejarse del mercado, del centro, de la mismísima ciudad. Le fue difícil avanzar entre callejuelas y agujeros, evitando encontrarse con la gente, porque allí las damas a la mínima se escandalizaban, gritaban, y aquello la delataría y atraería a su encuentro al vampiro del que huía. No podía permitirse un error de principiante igual, tenía que ser asusta, aunque el pánico le calaba los huesos y su sangre pareciera helarse a cada zancada de sus largas patas.
No fue hasta alcanzar la arboleda que se sintió ligeramente más tranquila, más calmada. Ya no tenía la presión de poder cruzarse con nadie, pocos habitaban aquella zona y los que lo hacían, al igual que ella, solían trabajar fuera todo el día y aquellas horas ya descansaban en sus chozas. Los jadeos del animal se volvieron visibles, formando pequeñas nubes que con el aire frío se desvanecían. Su lengua empezaba a colgar más de la cuenta, señal inequívoca de que estaba cansada. Llevaba tantos años sin tener que correr, que escapar de algo o de alguien, que había perdido la forma. Por no hablar de la diferencia entre correr a cuatros patas y hacerlo a tres. Pero eso sí lo había más o menos superado, aunque los recuerdos la siguieran atormentando las noches de lluvia intensa en las que los relámpagos iluminaban el firmamento y hacían temblar los endebles cimientos de su casa. Sacudió su peluda cabeza, notando como las orejas le latigueaban a los costados, heladas por el frío nocturno de París. Ese mismo frío dificultaba su respiración y al mismo tiempo su olfato, atrofiándolo ligeramente, pero ni aún con esas, evitó que percibiera un olor que se le había metido en la cabeza rato antes: Ese aroma a hojas secas de tabaco y romero, a sangre… ¡El condenado la había encontrado! Rápidamente detuvo su carrera y gruñó en dirección a la cabaña, el único lugar habitable de los alrededores y donde seguro había intuido el dichoso vampiro que ella se refugiaría, pues olía a ella y nada más.
En su forma actual era imposible que hablara y, por tanto, hacerse entender, pero mostrar sus afilados y grandes dientes era más que suficiente aviso. No era un lobo de tamaño normal, a fin de cuentas no era una cambiante, sino que le doblaba el tamaño a cualquier animal parecido, casi triplicaba. Sus patas eran grandes como puños y las garras afiladas como cuchillos. Si necesitaba defenderse, lo haría, aunque ella no fuese pródiga de la violencia. Muchas veces podía haber deseado su propia muerte, pero no sería aquella noche, no sería a manos de un maldito inquisidor y, desde luego, no sería frente a su hogar.
No fue hasta alcanzar la arboleda que se sintió ligeramente más tranquila, más calmada. Ya no tenía la presión de poder cruzarse con nadie, pocos habitaban aquella zona y los que lo hacían, al igual que ella, solían trabajar fuera todo el día y aquellas horas ya descansaban en sus chozas. Los jadeos del animal se volvieron visibles, formando pequeñas nubes que con el aire frío se desvanecían. Su lengua empezaba a colgar más de la cuenta, señal inequívoca de que estaba cansada. Llevaba tantos años sin tener que correr, que escapar de algo o de alguien, que había perdido la forma. Por no hablar de la diferencia entre correr a cuatros patas y hacerlo a tres. Pero eso sí lo había más o menos superado, aunque los recuerdos la siguieran atormentando las noches de lluvia intensa en las que los relámpagos iluminaban el firmamento y hacían temblar los endebles cimientos de su casa. Sacudió su peluda cabeza, notando como las orejas le latigueaban a los costados, heladas por el frío nocturno de París. Ese mismo frío dificultaba su respiración y al mismo tiempo su olfato, atrofiándolo ligeramente, pero ni aún con esas, evitó que percibiera un olor que se le había metido en la cabeza rato antes: Ese aroma a hojas secas de tabaco y romero, a sangre… ¡El condenado la había encontrado! Rápidamente detuvo su carrera y gruñó en dirección a la cabaña, el único lugar habitable de los alrededores y donde seguro había intuido el dichoso vampiro que ella se refugiaría, pues olía a ella y nada más.
En su forma actual era imposible que hablara y, por tanto, hacerse entender, pero mostrar sus afilados y grandes dientes era más que suficiente aviso. No era un lobo de tamaño normal, a fin de cuentas no era una cambiante, sino que le doblaba el tamaño a cualquier animal parecido, casi triplicaba. Sus patas eran grandes como puños y las garras afiladas como cuchillos. Si necesitaba defenderse, lo haría, aunque ella no fuese pródiga de la violencia. Muchas veces podía haber deseado su propia muerte, pero no sería aquella noche, no sería a manos de un maldito inquisidor y, desde luego, no sería frente a su hogar.
Reya- Licántropo Clase Media
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Re: It all started with a pair of boots // Privado - Dimitry
"Withering my intuition, missing opportunities and I must.
Feed my will to feel my moment drawing way outside the lines".
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Estuvo contando los segundos en su cabeza, a esos extremos podía llegar su concentración en ocasiones, había sido entrenado para escenarios que solo podrían verse en pesadillas, y ahora se encontraba jugando, correteando a una desvalida Lycan solo por una noche de diversión. Cuanto habían cambiado las cosas desde entonces.
Entre sus dedos se paseaba un franco, el cual rodaba entre las falanges de su diestra, todo aquello eran simples técnicas para mantener su alterada mente ocupada mientras esperaba. Y estaba claro que no estaba dando resultado.
— Finalmente.— su voz, rozando el susurro, se abrió paso entre la oscuridad que le envolvía. Fue capaz de escuchar a la perfección las patas de la bestia que venía a refugiarse a su "hogar", que gran sorpresa le daría. Con solo pensarlo en los labios de Dimitry se trazaba una sonrisa maliciosa, dejando a la vista cuan despiadado podía llegar a ser.
Al sentir como las zancadas ajenas se detuvieron en seco, supo que ya se había percatado de su presencia, era la hora de poner su macabro plan en acción. Usó los gruñidos de la Lycan para abandonar las sombras y acomodarse a brazos cruzados frente al gigantesco animal.
— He perdido un lapso de tiempo importante aquí, no deberías hacer esperar tanto a tus invitados... Se considera de mala educación.— le regañó con voz fría y calculadora, y aún así el condenado no mentía, aborrecía profundamente las largas demoras.
El sonido seco que provocaron las palmas del castaño al juntarse, fue lo que el consideró como su propia señal al ambiente, iniciando con movimientos lentos pero firmes de sus pies hacia la fiera, quien por su parte se limitaba a gruñir, al menos hasta ese momento. Los pies de Dimitry solo se clavaron al suelo cuando su distancia con ella era muy reducida, incluso arriesgada, no la podía perder de vista, conocía a la perfección los protocolos a la hora de iniciar un enfrentamiento, misma razón que no le permitiría cometer ni el más mínimo error. Sus falencias en el pasado lo protegían en la actualidad.
— Y así es como los ángeles se convierten en demonios.— comentó observando fijamente a su enemigo, aunque para cuando las palabras terminaran su recorrido hasta los oídos ajenos, él ya se encontraría a un costado del animal, dando un golpe de antebrazo a su cabeza, veloz y preciso, el cual hizo vibrar su extremidad con fuerza y le hizo retroceder unos pasos, acompasando ésto con un salto que dio el cuerpo del condenado, buscando ampliar su campo visual nuevamente.
— Defiéndete, defiende esta pocilga que de seguro llamas hogar...— le alentó, acomodándose en una posición de enfrentamiento inevitable. Su diestra atenta frente a su cuerpo y la zurda rozando el arma que traía dentro de su abrigo. No importaba la forma en que ella le atacara, estaba listo y expectante. Solo uno de ellos podría quedar de pie.
Dimitry L. Rudakov- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: It all started with a pair of boots // Privado - Dimitry
Escuchó la voz del vampiro, y aunque ya era plenamente consciente de su presencia, un escalofrío le erizó todo el pelo de la espalda, recorriéndole desde la nuca hasta la punta de la cola, sin saltarse ni una sola vértebra. Sus patas estaban tensas, notaba como cada músculo de su cuerpo se agarrotaba por momentos, pero debía relajarse o no perdería su agilidad, sus reflejos. Y dado su estado, necesitaba todo su instinto animal preparado, alerta y en plenas funciones.
Volvió a gruñir, haciendo temblar los belfos por sobre sus encías. Los dientes brillaban aún en la oscuridad por el reflejo de la clara luna en cuarto creciente que se reflejaba sobre su saliva que lubricaba cada colmillo. Había escondido la lengua desde que se percatara de que no estaba sola y la hacía resollar dentro de la boca, siseando al paso de la respiración, silbando suavemente contra el sonido del viento.
El cuerpo de la lican se fue echando hacia atrás, casi como si fuera a tumbarse, intentando alejarse del condenado que se le acercaba, pero, hasta el momento, incapaz de despegar las almohadillas de la tierra húmeda y fría que le cortaba la piel bajo el pelaje. Pero cuando éste ya se le detuvo excesivamente cerca, tanto que podía oler su prepotencia, al fin las extremidades de la loba respondieron y empezó a recular, muy despacio, al tiempo en que se desplazaba hacia la derecha, como si intentara ocultar el hecho de que se estaba alejando poco a poco. Eran uno contra uno, pero Reya se sentía acorralada, aún con todo el terreno despejado que les rodeaba, era fácil sortear los árboles y las grandes piedras, pero ahora se le hacían un mundo insondable.
Tropezó con una de sus propias patas delanteras al recibir aquel inesperado golpe que hizo reverberar todo en su mente, girando la cabeza justo después para morder al tiempo en que gruñía. La frente del lobo estaba arrugada y sus ojos parecían haber empequeñecido por la fiereza oscura de su mirada. Sacudió su peludo cráneo, aún notando el calor del punto de impacto. Flexionó las articulaciones principales de sus tres patas para coger impulso y se abalanzó sobre el condenado, cayendo directamente sobre él con todo su peso para lanzarlo al suelo y seguidamente se volvió a apartar. Aún intentaba que aquello no terminara en una piscina de sangre y aquel era el único motivo por el que no le había enmarcado la cara con sus fauces.
Volvió a gruñir, haciendo temblar los belfos por sobre sus encías. Los dientes brillaban aún en la oscuridad por el reflejo de la clara luna en cuarto creciente que se reflejaba sobre su saliva que lubricaba cada colmillo. Había escondido la lengua desde que se percatara de que no estaba sola y la hacía resollar dentro de la boca, siseando al paso de la respiración, silbando suavemente contra el sonido del viento.
El cuerpo de la lican se fue echando hacia atrás, casi como si fuera a tumbarse, intentando alejarse del condenado que se le acercaba, pero, hasta el momento, incapaz de despegar las almohadillas de la tierra húmeda y fría que le cortaba la piel bajo el pelaje. Pero cuando éste ya se le detuvo excesivamente cerca, tanto que podía oler su prepotencia, al fin las extremidades de la loba respondieron y empezó a recular, muy despacio, al tiempo en que se desplazaba hacia la derecha, como si intentara ocultar el hecho de que se estaba alejando poco a poco. Eran uno contra uno, pero Reya se sentía acorralada, aún con todo el terreno despejado que les rodeaba, era fácil sortear los árboles y las grandes piedras, pero ahora se le hacían un mundo insondable.
Tropezó con una de sus propias patas delanteras al recibir aquel inesperado golpe que hizo reverberar todo en su mente, girando la cabeza justo después para morder al tiempo en que gruñía. La frente del lobo estaba arrugada y sus ojos parecían haber empequeñecido por la fiereza oscura de su mirada. Sacudió su peludo cráneo, aún notando el calor del punto de impacto. Flexionó las articulaciones principales de sus tres patas para coger impulso y se abalanzó sobre el condenado, cayendo directamente sobre él con todo su peso para lanzarlo al suelo y seguidamente se volvió a apartar. Aún intentaba que aquello no terminara en una piscina de sangre y aquel era el único motivo por el que no le había enmarcado la cara con sus fauces.
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Re: It all started with a pair of boots // Privado - Dimitry
"And following our will and wind we may just go where no one's been.
We'll ride the spiral to the end and may just go where no one's been".
We'll ride the spiral to the end and may just go where no one's been".
Las palabras que nacieron de los gélidos labios, fueron lo último volátil en el ambiente, antes de ser reemplazadas por un gruñido ensordecedor por parte de su rival, acompañado del primer ataque por parte de ella, o al menos eso buscaba deducir.
El peso del animal se le vino encima con velocidad, y lo habría esquivado de no ser por quedarse observándole demasiado tiempo, analizaba similitudes ilógicas y fue aquello lo que provocó que diera un fallido paso atrás doblando su rodilla cuando el Lycan se desplomó sobre su cuerpo, y para su sorpresa, solo se conformó con dejarlo tendido y se alejó. Ella no lo estaba atacando, solo buscaba contenerlo, ésto solo hizo que se arremolinaran cuantiosas dudas en la mente del vampiro.
No se levantó inmediatamente, esperó hasta que la alimaña se quedara quieta frente a él, y sacando su arma disparó, apuntando a su pecho, pero algo ocurrió, y fue su propia mano la que tembló, como si su cuerpo buscara detenerle y la bala de plata solo pasaría por su costado, con suerte realizando un corte diagonal en el hombro de su enemiga.
— Maldición. — gruñó frustrado, molesto con si mismo, ¿qué le ocurría? Si lo único que deseaba era despedazarle de una vez, y ahora que el castaño tenía la oportunidad... ¿Fallaba a propósito? Estaba claro que algo no estaba bien.
Golpeó el suelo con su puño y se incorporó, quitándose el abrigo que ahora solo se había convertido en un estorbo y lo lanzó lejos. Observó con su mirada embravecida al Lycan, estaba furioso, con ella y con él, su cabeza retumbaba producto de sus macabros deseos. Abrió su diestra, dejando que la pistola cayera al suelo también, estaba decidido a enfrentarse a ella solo como le había entrenado, sin armas, sin nada... Solo ellos, cuerpo a cuerpo.
— La luna está de tu lado hoy. — murmuró con un tono que sería apenas inaudible para la loba, y quizás no llegaría entender a lo que se refería precisamente. Y hasta él mismo estaba por descubrir la veracidad de esa frase.
Las brazos del vampiro descansaban en sus costados, su cabeza ligeramente levantada para llegar a sostener la mirada de la bestia, misma que si llegaba a ponerse de pie, fácilmente le doblaría en tamaño. Frunció el ceño, y en segundos decidió recurrir a su técnica más predilecta, y antes de lanzarse contra ella, se encomendó a su Dios, ofreciéndole anticipadamente el alma de la Lycan.
La combinación de actuar fue prolija, sin errores, lo había hecho exactamente igual por años, mismo salto de frente, llevando hacia atrás la cabeza del animal al golpearle por su mandíbula hacia arriba y exponer el denso cuello que pronto se vería rodeado por los brazos del condenado, mientras sus piernas se aferraban al tupido cuerpo. Comenzó a ejercer presión, quería ahogarle, quebrar su cuello y finalmente arrancar su cabeza hasta verla rodar junto a sus pies. Pero titubeó, y en solo esa milésima de segundo, le regalaría un oportunidad a ella, una que podría costarle muy caro.
Última edición por Dimitry L. Rudakov el Mar Nov 21, 2017 11:01 am, editado 1 vez
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Re: It all started with a pair of boots // Privado - Dimitry
Mirándole a una distancia prudencial, aún con aura amenazante a pesar de no estar buscando pelea, sino únicamente defender su propio pellejo, vio como el vampiro la volvía a fulminar con su gélida mirada y acto seguido sacaba algo que tardó demasiados segundos en reconocer. Se movió a un lado tan rápido como pudo, pero no logró esquivar por completo el impacto y la bala de plata cortó de manera lacerante su piel, justo a la altura de la escápula, lo que era problemático por la articulación y que le haría sisear a cada paso. Ardía, dolía como mil demonios y aquel tipo de disparo no curaría con la misma rapidez que uno de un proyectil de cualquier otro tipo de metal. Apoyó la pata con reparo y gruñó, liberó un quejumbroso alarido y se preparó para un nuevo ataque. Y aún sumida en esa tensión y con el tortuoso latir del corazón que se exasperaba por bombear más sangre, lo que sólo la perjudicaba al emanar ésta de la herida, pudo detenerse a intentar averiguar por qué el condenado estaba maldiciendo y tan cabreado. ¿Por qué no era un rival digno sin su pata? ¿Por qué a pesar de todo aún no había acabado con ella? ¿Por qué había logrado esquivar su disparo? Obviamente, ella no tuvo la lucidez para verle errar, para fijarse en si su pulso era certero o le tembló. Sólo sabía lo que podía percibir a través del miedo que la recorría, porque aunque era un animal salvaje dejándose llevar por el instinto, gran parte de esa intuición lobuna le decía que saliera corriendo, aunque su lado más racional le dijera que era inútil, que ese inquisidor daría con ella fuera a donde fuera, la perseguiría, le daría caza y cuánto más huyera ella, más cansada estaría, mientras que el inmortal sólo se cargaría de furia.
Resolló, notando la respiración agitada, por el temor, por el daño, por sus ganas de hablar y la imposibilidad que en aquella forma tenía para hacerlo. Aunque discutir con aquel hombre tenía claro que sería en vano, que nada le haría entrar en razón, que estaba obsesionado con su misión o la estúpida idea de que todos los de su raza eran una amenaza. Ni siquiera se había molestado en conocerla y ya la había condenado y decidido cuál sería su pena: la muerte.
Dio un par de pasos a la izquierda y de nuevo saltó hacia la silueta, pero el vampiro era excesivamente rápido para ella, la evitaría sin a penas esfuerzo y a ella la dejaría a su merced, demasiado cerca. Pero cayó en ello demasiado tarde, a medio camino y en el aire. Y para cuando pudo reaccionar, ya tenía al moreno agarrándola del cuello, intentando estrangularla. Sentía el tirón en el esternón, casi podía oír cómo le crujían las cervicales. Pero algo cambio, fue como si la fuerza ajena flaqueara por un instante y la licántropa aprovechó ese instante para darle un firme y brusco golpe de cola que la liberó de su estrangulamiento y le permitió alejarse de nuevo, gruñendo, babeando y con la mirada llena de fuego.
Resolló, notando la respiración agitada, por el temor, por el daño, por sus ganas de hablar y la imposibilidad que en aquella forma tenía para hacerlo. Aunque discutir con aquel hombre tenía claro que sería en vano, que nada le haría entrar en razón, que estaba obsesionado con su misión o la estúpida idea de que todos los de su raza eran una amenaza. Ni siquiera se había molestado en conocerla y ya la había condenado y decidido cuál sería su pena: la muerte.
Dio un par de pasos a la izquierda y de nuevo saltó hacia la silueta, pero el vampiro era excesivamente rápido para ella, la evitaría sin a penas esfuerzo y a ella la dejaría a su merced, demasiado cerca. Pero cayó en ello demasiado tarde, a medio camino y en el aire. Y para cuando pudo reaccionar, ya tenía al moreno agarrándola del cuello, intentando estrangularla. Sentía el tirón en el esternón, casi podía oír cómo le crujían las cervicales. Pero algo cambio, fue como si la fuerza ajena flaqueara por un instante y la licántropa aprovechó ese instante para darle un firme y brusco golpe de cola que la liberó de su estrangulamiento y le permitió alejarse de nuevo, gruñendo, babeando y con la mirada llena de fuego.
Reya- Licántropo Clase Media
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Re: It all started with a pair of boots // Privado - Dimitry
"I held out my hand and slowly waved goodbye.
I turned now my eyes up to the sky.".
I turned now my eyes up to the sky.".
Estaba consciente de su propio error y aún así no supo anticiparse al golpe que la bestia le dio con su cola, y simplemente se le escabulló nuevamente de sus brazos, alejándose de él mientras le observaba con la mirada llena de furia, misma que el vampiro mantenía sobre ella. La estaba odiando más de la cuenta, su misma ira nublaba su actuar y eso no era algo que acostumbraba a ocurrir con él, ¿Por qué le tenía compasión? Si acabar con ella era aún más simple producto de su desventaja, unos simples movimientos bastarían para ello, y no, el mismo condenado estaba llegando a pensar que era precisamente eso lo que detenía sus actos, así mismo como había conseguido la falsa ventaja que le había dado antes en el mercado.
Se lo estaba pensando demasiado, su mente era maraña de pensamientos volátiles y contradictorios. Un sin número de ideas, una más macabra que la anterior y aún así no era suficiente para que su cuerpo tomara la decisión.
Resopló, incorporándose nuevamente, había sido suficiente de juegos para él, estaba perdiendo tiempo en el lugar mientras la noche pasaba sobre ambos, su tiempo como siempre, era limitado.
Avanzó con su mente en blanco, amenazando a la Lycan con su sola presencia, la rodeaba buscando sus flaquezas, más allá de su evidente discapacidad, Dimitry no buscaba colgarse de aquello, ya que por el contrario, lo único que conseguía al ver la falta de su extremidad era sentir lástima por el desgraciado animal.
No tuvo suerte con su búsqueda, cuando encima de todo ella no buscaba atacarlo pese a toda la exigencia que él ponía sobre el tablero. Él era el verdugo ahí, y ella simplemente la victima que negaba a aceptar su inevitablem destino.
Exhaló, liberando así parte de su misma impaciencia, no se dejaría dominar por ella. No más errores.
Se precipitó, abalanzándose sobre el gigantesco animal, usando su propio peso e impulso para derribarlo y quedar sobre el, aferrando sus piernas a los costados de sus costillas, sintiendo como incluso un par de éstas cedían ante la presión. Su antebrazo quedó en el cuello de la alimaña estrangulándole contra el suelo. Paralelo a ésto, la zurda contuvo las patas delanteras del animal.
— Intenta algo y te juro que te irás de aquí con una nueva amputación. — le amenazó con furia, sintiendo un aire familiar naciendo de sus propias palabras, un recuerdo que se esfumó tan rápido como llegó.
— Vuelve a tu humanidad, ¡Ahora! — le bramó, cerrándo sus ojos con fuerza, con rabia encegecida, mientras su brazo iba ejerciendo más presión conforme los segundos pasaban. No soportaba seguir viendo al Lycan a los ojos, había algo en ellos que no lo dejaba en paz, algo que silenciosamente trizaba su ya maltrecha alma.
Dimitry L. Rudakov- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: It all started with a pair of boots // Privado - Dimitry
No hacía falta ser un gran observador para saber que el vampiro estaba analizando a su presa y la loba se percató de inmediato. Parecía que le tomaba las medidas, buscando sus flaquezas, aquellas debilidades que le podían resultar ventajosas. Y claro estaba, el hecho de faltarle una pata era el hándicap más grande para un animal de su tamaño, porque aunque ágil y fuerte, aquello mermaba su capacidad de reacción por muy buenos reflejos que tuviera. Un traspiés era todo lo que necesitaba para perder el equilibrio y ser reducida de inmediato. Se movió despacio pero con pisadas firmas sobre el lodo, su ventaja era que conocía bien el terreno, que lo había recorrido y tratado durante los últimos dos años. Sabía usar a su favor las inclemencias del tiempo, los claros, las arboledas, incluso el barro. Pero su mayor fallo fue pensar demasiado, darle muchas vueltas a algo que debería ser instintivo, y es que la gran flaqueza de la lycan era esa, que ya no se dejaba llevar por su lado animal, sino que intentaba razonarlo todo como si fuese un simple humano.
Le vio saltar e intentó apartarse, girar sobre las patas y enfrentarle una vez más, pero fue demasiado tarde que inició el voltearse y el condenado le cayó encima y parecía que pesara diez veces más de lo que debía hacerlo. El impacto obligó a sus patas a ceder y cayó tendida sobre el terreno húmedo. Intentó zafarse, revolverse, pero el inquisidor le tenía atrapadas las patas delanteras y con la trasera solamente, no podía más que desplazarse sobre la tierra sin llegar siquiera a voltearse e intentar aplastarlo con su cuerpo. Aún así lo probó varias veces, pero sin éxito alguno.
Cedió, más porque le resultaba imposible hacer otra cosa que porque se lo mandara el maldito inmortal, pero poco a poco fue recuperando su forma humana. Desapareció el pelaje espeso, sus extremidades mermaron, las orejas decrecieron, su hocico se esfumó hasta que, al final, sólo quedó una pequeña figura femenina cubierta de fango, aullando aún tras el cambio, pero el sonido pasó a ser cada vez más débil, más lastimero, y los ambarinos y desafiantes ojos de la lycan, se volvieron dos charcos azules de desesperación y dolor. Rendirse no era algo de lo que sentirse orgulloso en una manada, pero ella no tenía de eso, no tenía nadie ante quién presumir, nadie a quién defender, nada que proteger. Estaba sola en el mundo y sola moriría aquella noche. Al final había llegado el momento, aunque nunca pensó que sería de aquel modo.
Giró el rostro y miró al contrario de soslayo, lo que le permitía la postura en la que ambos se encontraban. -Adelante. Quítame la otra pierna. O mejor aún, ¿por qué no me desmiembras? Deja sólo mi tronco y mi cabeza, para que aún muerta en vida, pueda oír las burlas y ver el asco con el que me miren.- Cerró los ojos, resignada a cualquiera que fuera el destino que junto a aquel vampiro le aguardaba.
Le vio saltar e intentó apartarse, girar sobre las patas y enfrentarle una vez más, pero fue demasiado tarde que inició el voltearse y el condenado le cayó encima y parecía que pesara diez veces más de lo que debía hacerlo. El impacto obligó a sus patas a ceder y cayó tendida sobre el terreno húmedo. Intentó zafarse, revolverse, pero el inquisidor le tenía atrapadas las patas delanteras y con la trasera solamente, no podía más que desplazarse sobre la tierra sin llegar siquiera a voltearse e intentar aplastarlo con su cuerpo. Aún así lo probó varias veces, pero sin éxito alguno.
Cedió, más porque le resultaba imposible hacer otra cosa que porque se lo mandara el maldito inmortal, pero poco a poco fue recuperando su forma humana. Desapareció el pelaje espeso, sus extremidades mermaron, las orejas decrecieron, su hocico se esfumó hasta que, al final, sólo quedó una pequeña figura femenina cubierta de fango, aullando aún tras el cambio, pero el sonido pasó a ser cada vez más débil, más lastimero, y los ambarinos y desafiantes ojos de la lycan, se volvieron dos charcos azules de desesperación y dolor. Rendirse no era algo de lo que sentirse orgulloso en una manada, pero ella no tenía de eso, no tenía nadie ante quién presumir, nadie a quién defender, nada que proteger. Estaba sola en el mundo y sola moriría aquella noche. Al final había llegado el momento, aunque nunca pensó que sería de aquel modo.
Giró el rostro y miró al contrario de soslayo, lo que le permitía la postura en la que ambos se encontraban. -Adelante. Quítame la otra pierna. O mejor aún, ¿por qué no me desmiembras? Deja sólo mi tronco y mi cabeza, para que aún muerta en vida, pueda oír las burlas y ver el asco con el que me miren.- Cerró los ojos, resignada a cualquiera que fuera el destino que junto a aquel vampiro le aguardaba.
Reya- Licántropo Clase Media
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Localización : La choza
Re: It all started with a pair of boots // Privado - Dimitry
"This light is not my own and...
A million light reflections pass over me ".
A million light reflections pass over me ".
Cuando finalmente los orbes del vampiro se abrieron, aquella presión que se había instalado en su pecho solo se volvió más intensa al notar las convulsiones del cuerpo que yacía aplastado y contenido por su contextura. Las grandes patas que sostenía pasaron a ser las diminutas muñecas de la joven, el pelo cedió para dar paso a la tersa, y ahora enlodada piel, y al disminuir considerablemente su tamaño las rodillas del condenado terminaron apoyadas sobre el barro, cargando su peso sobre la espalda ajena.
Aún con esa deplorable imagen no la soltó, e incluso fue capaz de sostenerle la mirada cuando le desafió a prácticamente descuartizarla, y claro que podría, ¿Qué lo detenía?
Su propio silencio otorgó, y en cuanto la fémina le privó de la claridad de sus orbes, supo que se había resignado, no iba a seguir luchando contra él, era realista y sabía que ya no podría hacerle frente. El verdugo finalmente había reducido a su presa, pero, ¿A qué costo?
La mirada de Dimitry se volvió sombría, conocía los movimientos, sabía que aplicando un ápice más de fuerza terminaría rompiendo su cuello con facilidad. Aún así dudaba, su antebrazo jugaba con la presión sobre su nuca y su mente no lograba separar la realidad, ya que aquella joven que ahora se veía tan indefensa, tan frágil, era un monstruo, no podía ceder ante lo que sus ojos se empeñaban en mostrarle.
Lentamente se inclinó hasta el oído ajeno, entreabrió sus labios y dejó que sus párpados cayeran, al igual que los de su víctima.
— Que Dios se apiade de tu alma...— le susurró, haciendo la presión necesaria para destrozar cada vértebra de la cervical. Escuchaba los quejidos, los lamentos... Y sabía que ella solo estaba buscando jugar con su mente, o al menos eso deseaba creer. No podría hacerlo de eso modo.
— ¡Basta, maldita sea!— sus palabras iban cargadas de rabia pura y descontrolada. Vertiginosamente se incorporó y tomando a la joven por el mismo cuello la lanzó contra la choza, asegurándose que fuera su cabeza la que impactara primeramente contra la madera. Escuchó el crujir de ésta y luego silencio.
El cuerpo femenino se encontraba inerte junto al que ella consideraba su hogar, y el vampiro no dejaba de recriminarse a si mismo su debilidad para acabar con todo de una vez, sabía que aquel golpe no la había matado, solo le arrebataría el conocimiento un par de horas.
Los pasos que acercaron al inmortal junto a la Lycan fueron inseguros, prácticamente la inercia había controlado cada uno de ellos hasta encontrarse de pie junto a la miserable. E incluso en ese momento, en el cual ya ni siquiera podría pedirle clemencia, no fue capaz de terminar su trabajo. Contra todo pronóstico el castaño se puso de cuclillas, sosteniendo el cuerpo ajeno en vilo para entrar con él a la choza. Conforme avanzaba hasta el catre malgastado no paraba de pensar en el desmán que estaba cometiendo, en ese momento ya ni él mismo se reconocía.
Depositó con suavidad entrañable a la joven sobre la cama, cubriéndole con una de las mantas que se encontraban a los pies, estando a centímetros de retirar un par de cabellos que le cubrían el rostro, más no lo hizo y se alejó hasta el otro extremo del lugar, oculto en las sombras que los vértices de la humilde construcción le entregaban.
Esperaría hasta que despertara.
Dimitry L. Rudakov- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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