AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Ruins of Despair [Privado]
2 participantes
Página 1 de 1.
Ruins of Despair [Privado]
Slang estaba de los nervios y esa siempre una señal horrenda, no hacía mucho que estaban allí pero desde el primer momento notó que la cabaña cumplía las funciones que necesitaba. Un buen refugio sin demasiada necesidad de arreglos para ser funciona y excepcionalmente cerca de la mansión donde Elora vivía.
La mujer estaba un poco histérica, tal vez era cosa de hormonas, tenía que serlo porque Slang estaba como loco reaccionando a ellas. Uryan dejó la cabaña y al cachorro dormido cuando ya no pudo evitar por más tiempo los mordiscos del lobo rojo, intentó hacerlo lo más sigilosamente que pudo y se puso los pantalones, se calzó las botas y la camisa azul marino ya de camino a la casa. Se sabía el rumbo de memoria, había marcado varias zonas, sobre todo por los vampiros y los animales salvajes, para que quedase bien claro lo que allí vivía y de paso, alejar a los posibles enemigos del foco de Elora y el cachorro.
Caminó por el bosque arreglándose perezosamente la ropa, hasta llegar al límite, donde sabía que el viento no le traicionaría y rebelaría su presencia. Se cruzó de brazos y frunció el ceño, podía ver a Elora ir y venir de habitación en habitación, lo mismo estaban discutiendo..O se estaba meando.- Qué te pasa ahora, mujer…-Gruñó, de mal humor, estaba cómodo con el cachorro y ahora tenía que estar allí, Slang no estaba del todo calmado pero al menos se relajaba cuando tenía a la bruja al alcance de su olfato y su vista.
La mujer estaba un poco histérica, tal vez era cosa de hormonas, tenía que serlo porque Slang estaba como loco reaccionando a ellas. Uryan dejó la cabaña y al cachorro dormido cuando ya no pudo evitar por más tiempo los mordiscos del lobo rojo, intentó hacerlo lo más sigilosamente que pudo y se puso los pantalones, se calzó las botas y la camisa azul marino ya de camino a la casa. Se sabía el rumbo de memoria, había marcado varias zonas, sobre todo por los vampiros y los animales salvajes, para que quedase bien claro lo que allí vivía y de paso, alejar a los posibles enemigos del foco de Elora y el cachorro.
Caminó por el bosque arreglándose perezosamente la ropa, hasta llegar al límite, donde sabía que el viento no le traicionaría y rebelaría su presencia. Se cruzó de brazos y frunció el ceño, podía ver a Elora ir y venir de habitación en habitación, lo mismo estaban discutiendo..O se estaba meando.- Qué te pasa ahora, mujer…-Gruñó, de mal humor, estaba cómodo con el cachorro y ahora tenía que estar allí, Slang no estaba del todo calmado pero al menos se relajaba cuando tenía a la bruja al alcance de su olfato y su vista.
Uryan Lockwood- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 22/02/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Ruins of Despair [Privado]
Esthia había nacido en el seno de una manada. Había sido criado en sus costumbres y la transformación era algo que había estado esperando, aunque finalmente llegase de una forma diferente. Le habían enseñado desde niño cómo convivir con el lobo, cómo ser el lobo. El influjo de la luna no desataba la tormenta en su interior, sino que le hacía sentirse bien, completo, poderoso.
Y por eso supo perfectamente lo que estaba pasando. Sabía lo que era el instinto, sabía ese afán de vigilar y proteger a los cachorros, al compañero. Porque los lobos eran animales demasiado fieles, demasiado leales, demasiado nobles. O al menos él lo era.
Noble y estúpido, porque le había vuelto a pasar. Había vuelto a empeñar su corazón para perderlo a manos de los convencionalismos sociales, de un modelo de familia donde sus sentimientos no tenían cabida. Sobraba. Y lo peor de todo es que lo sabía. Había tenido por un momento la esperanza, pero era sólo eso, esperanza.
El rastrear los pasos de Uryan no tenía secretos para él, mucho menos con el viento a su favor, trayéndole el olor del lobo rojo y llevándose el suyo donde él no pudiera percibirlo. Esa ventaja que él tenía sobre Elora era la misma que Esthia tenía sobre él.
La observó a lo lejos. Era preciosa. Y valiente, porque vivía con una mujer y no le importaba el qué dirán o lo que pudieran intentar hacerle. Él era un poco así. Pero no le parecía propio de Uryan. Mucho menos cuando lo veía acecharla de ese modo... Slang reconocía a la madre de su cachorro.
Un cachorro que había sido concebido hacía menos tiempo del que él llevaba durmiendo en la cabaña, con todo lo que eso implicaba. Clavó sus ojos azules en la silueta de Uryan. Conocía esa mirada, porque era la que había visto en otros lobos en la manada de sus padres, la que ahora era de su hermano mayor.
Esbozó una sonrisa a caballo entre la tristeza y el sarcasmo y regresó a la cabaña. ¿Qué más pruebas necesitaba de que había llegado el momento de marcharse? Quería a Uryan, lo quería para sí, sin tener que compartirlo con esa mujer. No quería verle jugar a las casitas mientras él esperaba en el bosque para que el lobo rojo pudiera saciarse de él antes de volver a su hogar feliz.
Preparó un hatillo con las cuatro cosas que tenía en la cabaña. Aunque había algunas prendas que no tenía claro si eran suyas o de Uryan, porque las usaban indistintamente, así que las dejó. Tampoco quería llevar demasiado equipaje, no era necesario.
Al cruzar el umbral, echó un último vistazo a la cabaña.
-Hasta siempre, Uryan -dijo al aire antes de marcharse.
Sobre las pieles entre las que tantas veces se habían devorado mutuamente hasta la extenuación, una escueta nota.
"Ha llegado el momento de decir adiós. Y no puedo decírtelo de frente o no podré irme. Buena suerte, Grandullón."
Y por eso supo perfectamente lo que estaba pasando. Sabía lo que era el instinto, sabía ese afán de vigilar y proteger a los cachorros, al compañero. Porque los lobos eran animales demasiado fieles, demasiado leales, demasiado nobles. O al menos él lo era.
Noble y estúpido, porque le había vuelto a pasar. Había vuelto a empeñar su corazón para perderlo a manos de los convencionalismos sociales, de un modelo de familia donde sus sentimientos no tenían cabida. Sobraba. Y lo peor de todo es que lo sabía. Había tenido por un momento la esperanza, pero era sólo eso, esperanza.
El rastrear los pasos de Uryan no tenía secretos para él, mucho menos con el viento a su favor, trayéndole el olor del lobo rojo y llevándose el suyo donde él no pudiera percibirlo. Esa ventaja que él tenía sobre Elora era la misma que Esthia tenía sobre él.
La observó a lo lejos. Era preciosa. Y valiente, porque vivía con una mujer y no le importaba el qué dirán o lo que pudieran intentar hacerle. Él era un poco así. Pero no le parecía propio de Uryan. Mucho menos cuando lo veía acecharla de ese modo... Slang reconocía a la madre de su cachorro.
Un cachorro que había sido concebido hacía menos tiempo del que él llevaba durmiendo en la cabaña, con todo lo que eso implicaba. Clavó sus ojos azules en la silueta de Uryan. Conocía esa mirada, porque era la que había visto en otros lobos en la manada de sus padres, la que ahora era de su hermano mayor.
Esbozó una sonrisa a caballo entre la tristeza y el sarcasmo y regresó a la cabaña. ¿Qué más pruebas necesitaba de que había llegado el momento de marcharse? Quería a Uryan, lo quería para sí, sin tener que compartirlo con esa mujer. No quería verle jugar a las casitas mientras él esperaba en el bosque para que el lobo rojo pudiera saciarse de él antes de volver a su hogar feliz.
Preparó un hatillo con las cuatro cosas que tenía en la cabaña. Aunque había algunas prendas que no tenía claro si eran suyas o de Uryan, porque las usaban indistintamente, así que las dejó. Tampoco quería llevar demasiado equipaje, no era necesario.
Al cruzar el umbral, echó un último vistazo a la cabaña.
-Hasta siempre, Uryan -dijo al aire antes de marcharse.
Sobre las pieles entre las que tantas veces se habían devorado mutuamente hasta la extenuación, una escueta nota.
"Ha llegado el momento de decir adiós. Y no puedo decírtelo de frente o no podré irme. Buena suerte, Grandullón."
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Ruins of Despair [Privado]
Uryan estaba siendo muy descuidado, tenía los sentidos llenos de su cachorro, porque Elora era completamente secundaria como él lo era en la vida de esas dos, pero Slang no lo entendía y si lo hacía, le importaba una reverenda mierda. Si lo pensaba con frialdad, a él le daba todavía más igual, no había pensado nunca en ser padre, de hecho, si las redes cósmicas fueran inteligentes habrían privado a semejante ser de la posibilidad de concebirlos y le hubieran hecho un gran favor. A él y al mundo. Pero no era algo que él pudiera evitar ya, por mucho que detestase la situación, Slang era muy agresivo con su comportamiento, no le permitía un no como respuesta y los dos se sentían infinitamente mejor cada vez que cedía a la voluntad del lobo, si Uryan se revelaba contra su yo interior, al final no salía nada bueno de ello.
Aun así no se sentía dividido, de todas formas a Slang nunca le gustó el cachorro y sabía que no tenía que estar en sus vidas. Ese era su lugar, vigilando y procurando que el niño estuviese bien y mientras estuviese cociéndose a fuego lento,el horno también. Se frotó la mejilla, gruñendo, no le gustaba nada la situación, sentirse encadenado a los instintos de Slang, cuando no eran de caza o de destrucción era agotador para él y un sin sentido. Así como era capaz de comer carne humana por el simple hecho de disfrutar de la caza, no podía entender cómo la bestia se volvía mansa como un cordero si se trataba de cachorros. De lo contrario esa mujer le hubiera traído al pairo. Cada uno tenían su vida, totalmente separadas. Cogió aire y lo soltó con firmeza. Aun tenía que decidir si le proponía el trato al Paine o no, a él le parecía una ventaja, ellos tendrían una masa de carne en primera línea de fuego y el cachorro tendría su dichosa manada. Además de que estaría en mejor disposición de vigilar a la bruja.
Se dio la vuelta para volver a casa. Últimamente no hacía más que dar vueltas de un lado para otro como un gilipollas, odiaba la situación, si tuviera suerte, la bruja acabaría con la vida que crecía en su vientre. En cuanto ese pensamiento pasó fugaz por su mente sintió que se le ponía la piel de gallina y la tensión le invadió. No. Mataría a cualquiera que tocase un maldito pelo a esa criatura, comería a la mujer si atentara contra la vida del cachorro, así tuviera que mantenerla encerrada hasta verla parir. No sabría qué hacer luego con el crío, pero tal vez Esthia si..
Notó el olor del griego y su carga se aligeró un poco, una especie de calma de la que Slang también se veía contagiado. Era volver a casa, a una casa que nunca había tenido desde que su padre murió. Al entrar en la cabaña arqueó una ceja. Un mal presentimiento se apoderó de él y al ver la nota la rabia estrujó su cabeza. Apretó la mandíbula con todas sus fuerzas y salió. No sabía qué ponía la carta, ni lo sabría, porque no tenía ni puta idea de leer, pero no era buena señal. Esthia nunca dejaba notas si se iba a la ciudad, lo hacía y punto, sacándole de quicio en el proceso, pero nunca le había dejado nada.
Empezó a buscarle, a seguir el rastro, aunque estaba en forma humana y por si fuera poco, Slang estaba alerta, guiándole. No sabía cuando, ni cómo, pero acabó corriendo por el bosque, a grandes zancadas, podría decirse que rabioso. Le costó dar con él, pero en cuanto lo hizo le cogió del brazo para detenerle y darle la vuelta. Jadeando, miró el hatillo, luego a él y de nuevo el hatillo con sus cosas.- ¿A dónde cojones vas, cachorro?
Aun así no se sentía dividido, de todas formas a Slang nunca le gustó el cachorro y sabía que no tenía que estar en sus vidas. Ese era su lugar, vigilando y procurando que el niño estuviese bien y mientras estuviese cociéndose a fuego lento,el horno también. Se frotó la mejilla, gruñendo, no le gustaba nada la situación, sentirse encadenado a los instintos de Slang, cuando no eran de caza o de destrucción era agotador para él y un sin sentido. Así como era capaz de comer carne humana por el simple hecho de disfrutar de la caza, no podía entender cómo la bestia se volvía mansa como un cordero si se trataba de cachorros. De lo contrario esa mujer le hubiera traído al pairo. Cada uno tenían su vida, totalmente separadas. Cogió aire y lo soltó con firmeza. Aun tenía que decidir si le proponía el trato al Paine o no, a él le parecía una ventaja, ellos tendrían una masa de carne en primera línea de fuego y el cachorro tendría su dichosa manada. Además de que estaría en mejor disposición de vigilar a la bruja.
Se dio la vuelta para volver a casa. Últimamente no hacía más que dar vueltas de un lado para otro como un gilipollas, odiaba la situación, si tuviera suerte, la bruja acabaría con la vida que crecía en su vientre. En cuanto ese pensamiento pasó fugaz por su mente sintió que se le ponía la piel de gallina y la tensión le invadió. No. Mataría a cualquiera que tocase un maldito pelo a esa criatura, comería a la mujer si atentara contra la vida del cachorro, así tuviera que mantenerla encerrada hasta verla parir. No sabría qué hacer luego con el crío, pero tal vez Esthia si..
Notó el olor del griego y su carga se aligeró un poco, una especie de calma de la que Slang también se veía contagiado. Era volver a casa, a una casa que nunca había tenido desde que su padre murió. Al entrar en la cabaña arqueó una ceja. Un mal presentimiento se apoderó de él y al ver la nota la rabia estrujó su cabeza. Apretó la mandíbula con todas sus fuerzas y salió. No sabía qué ponía la carta, ni lo sabría, porque no tenía ni puta idea de leer, pero no era buena señal. Esthia nunca dejaba notas si se iba a la ciudad, lo hacía y punto, sacándole de quicio en el proceso, pero nunca le había dejado nada.
Empezó a buscarle, a seguir el rastro, aunque estaba en forma humana y por si fuera poco, Slang estaba alerta, guiándole. No sabía cuando, ni cómo, pero acabó corriendo por el bosque, a grandes zancadas, podría decirse que rabioso. Le costó dar con él, pero en cuanto lo hizo le cogió del brazo para detenerle y darle la vuelta. Jadeando, miró el hatillo, luego a él y de nuevo el hatillo con sus cosas.- ¿A dónde cojones vas, cachorro?
Uryan Lockwood- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 22/02/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Ruins of Despair [Privado]
Esthia ni siquiera notó que le seguían hasta que fue demasiado tarde, tan metido en sí mismo iba. No llevaba ese aura brillante y luminosa que mostraba siempre y que parecía nacer de su sonrisa, sino que su ánimo parecía apagado y gris como un cielo encapotado antes de una tormenta.
El lobo blanco estaba triste y hasta el sol se solidarizaba con su pena.
Sintió el tirón del brazo y fue entonces cuando todo se le vino encima. Allí, delante de él, con el gesto malhumorado, el ceño fruncido, la rabia en los ojos y ese punto salvaje que tanto le gustaba, estaba Uryan. La vida era cruel. Con lo que le había costado tomar la decisión de marcharse y tenía que ir a ponérselo aún más difícil. ¿No le había dejado una nota para evitar precisamente eso?
Le sostuvo la mirada un momento. Cogió aire y lo soltó despacio.
-Uryan... No me lo hagas más difícil. Por favor.
Le miró con los ojos suplicantes. Le dolía marcharse, porque estaba acostumbrándose a despertar pegado a él, a oler a él, a esa cabaña en el bosque, a cazar juntos, a correr, a que se enfadase si iba a la ciudad y le recibiera con un bufido celoso, arrancándole la ropa para comprobar que todo estaba en su sitio y que no había más marcas en su piel que las que él dejaba.
Marcas como las que aún llevaba en algunas partes, donde los dedos de Uryan apretaban su carne con fuerza mientras se enterraba en su interior. La mirada del lobo rojo le abrasaba y le hizo sucumbir a los instintos. Dejó caer el hatillo con las cuatro cosas que llevaba y atacó la boca de Uryan en un último beso.
Un beso intenso, furioso, que reflejaba las nulas ganas que tenía de dejarle ir. La forma en la que su cuerpo le buscaba, cómo se pegaba a él, cómo una de sus manos se aferró a su espalda y la otra a su melena, en la nuca.
Cuando se separaron, Esthia tenía los labios rojos, la respiración agitada y la inseguridad en la mirada.
-Es un adiós, Uryan. Las circunstancias han cambiado y yo no quiero quedarme esperando en la cabaña del bosque a que tú tengas un hueco en tu nueva vida de familia feliz para venir, echar un polvo y dejarme con la sensación de ser sólo un oscuro secreto que del que nadie puede enterarse.
El lobo blanco estaba triste y hasta el sol se solidarizaba con su pena.
Sintió el tirón del brazo y fue entonces cuando todo se le vino encima. Allí, delante de él, con el gesto malhumorado, el ceño fruncido, la rabia en los ojos y ese punto salvaje que tanto le gustaba, estaba Uryan. La vida era cruel. Con lo que le había costado tomar la decisión de marcharse y tenía que ir a ponérselo aún más difícil. ¿No le había dejado una nota para evitar precisamente eso?
Le sostuvo la mirada un momento. Cogió aire y lo soltó despacio.
-Uryan... No me lo hagas más difícil. Por favor.
Le miró con los ojos suplicantes. Le dolía marcharse, porque estaba acostumbrándose a despertar pegado a él, a oler a él, a esa cabaña en el bosque, a cazar juntos, a correr, a que se enfadase si iba a la ciudad y le recibiera con un bufido celoso, arrancándole la ropa para comprobar que todo estaba en su sitio y que no había más marcas en su piel que las que él dejaba.
Marcas como las que aún llevaba en algunas partes, donde los dedos de Uryan apretaban su carne con fuerza mientras se enterraba en su interior. La mirada del lobo rojo le abrasaba y le hizo sucumbir a los instintos. Dejó caer el hatillo con las cuatro cosas que llevaba y atacó la boca de Uryan en un último beso.
Un beso intenso, furioso, que reflejaba las nulas ganas que tenía de dejarle ir. La forma en la que su cuerpo le buscaba, cómo se pegaba a él, cómo una de sus manos se aferró a su espalda y la otra a su melena, en la nuca.
Cuando se separaron, Esthia tenía los labios rojos, la respiración agitada y la inseguridad en la mirada.
-Es un adiós, Uryan. Las circunstancias han cambiado y yo no quiero quedarme esperando en la cabaña del bosque a que tú tengas un hueco en tu nueva vida de familia feliz para venir, echar un polvo y dejarme con la sensación de ser sólo un oscuro secreto que del que nadie puede enterarse.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Ruins of Despair [Privado]
Cuando le encontró, estaba dispuesto a partirle las piernas y llevarle de vuelta a la cabaña, a atarle si hiciera falta, tal cual le había amenazado tantas veces. Hubo un lapso de tiempo en el que las palabras eran solo eso, al principio lo decía en serio, lo que consideraba suyo no tenía libertad y se acabó, luego se encontró cediendo a los caprichos del maldito cachorro y le volvía loco, porque no sabía a cuento de qué contenía a Slang para que no le arrancase la piel a mordiscos, pero ahora volvía a resurgir esa necesidad de encerrarle, de dejarle sin nada, de dejarle claro que para él solo existía él y que no había nada ni nadie que le esperase fuera.
Pensaba que se pondrían a discutir, como siempre, que Esthia volviera a soltarle la cantinela de que podía ir donde le diera la gana, que hacía lo que quería, le metería un par de hostias por sacarle de quicio y le arrastraría de vuelta a la cabaña, le haría olvidar las estupideces retorciéndose entre las pieles de su lecho y pondría fin al asunto, pero la mirada del copo de nieve era distinta, no sabía qué significaba el cambio y no pudo indagar en él porque el beso le dejó totalmente descolocado. Sin embargo, al ser quien era, correspondió a él con la misma pasión, imprimiendo cierta furia y gruñendo en el proceso, porque por un momento había pensado que el muy idiota se estaba largando. Apretó sus brazos al rededor de su espalda y le atrajo contra su cuerpo devorando su boca. Slang había empezado a tranquilizarse y él también, pero al terminar el beso, de nuevo volvió la confusión. Es un adiós, Uryan. . ¿Qué? Apenas era una frase, directa, concisa y aun así su cabeza se atoró en algún punto. ¿Qué capítulo se había perdido? ¿Oscuro secreto? Él nunca le había tenido como tal, le importaba una mierda lo que los demás pensasen de ellos, era SU Cachorro y al que no le gustase podía mirar a otro lado o intentar separarlos si tenía redaños. Era consciente de que no podían pasear dandose arrumacos, pero tampoco pensó que Esthia necesitase ese tipo de atenciones, que, por otro lado, él no estaba acostumbrado a dar y tampoco era muy natural en él mostrar nada más allá de un cabreo monumental. ¿Quería que pasearan juntos de la mano? Eso era imposible, incluso en el hipotético caso de que existiera un lugar en el que su relación no estuviera condenada. Ni se le había pasado por la cabeza.
Pero había algo más que le estaba volviendo loco. No sabía de qué estaba hablando. ¿Familia feliz? Qué familia feliz.-..Hasta ahora eso no te había importado. ¿Qué tiene de malo que estés en la cabaña?- No entendía absolutamente nada. Le había gustado la cabaña al verla, se la había comprado para él, él no necesitaba esas chorradas, vivía de refugio en refugio, tenía zonas por la ciudad, por las alcantarillas y las catacumbas, en el bosque e incluso en otras ciudades cuando las cosas se ponían muy difíciles en París. Nunca había pensado en tener un lugar fijo al que tomar aprecio. ¿Cuál era el problema?-Vas y vienes cuando te da la gana.- Frunció el ceño, cabreado.- No te voy conceder nada más.- Porque su paciencia tenía un límite y su instinto de posesión también, bastante manga ancha tenía dejando que se largara con a saber quién. ¿Qué más quería?
Pensaba que se pondrían a discutir, como siempre, que Esthia volviera a soltarle la cantinela de que podía ir donde le diera la gana, que hacía lo que quería, le metería un par de hostias por sacarle de quicio y le arrastraría de vuelta a la cabaña, le haría olvidar las estupideces retorciéndose entre las pieles de su lecho y pondría fin al asunto, pero la mirada del copo de nieve era distinta, no sabía qué significaba el cambio y no pudo indagar en él porque el beso le dejó totalmente descolocado. Sin embargo, al ser quien era, correspondió a él con la misma pasión, imprimiendo cierta furia y gruñendo en el proceso, porque por un momento había pensado que el muy idiota se estaba largando. Apretó sus brazos al rededor de su espalda y le atrajo contra su cuerpo devorando su boca. Slang había empezado a tranquilizarse y él también, pero al terminar el beso, de nuevo volvió la confusión. Es un adiós, Uryan. . ¿Qué? Apenas era una frase, directa, concisa y aun así su cabeza se atoró en algún punto. ¿Qué capítulo se había perdido? ¿Oscuro secreto? Él nunca le había tenido como tal, le importaba una mierda lo que los demás pensasen de ellos, era SU Cachorro y al que no le gustase podía mirar a otro lado o intentar separarlos si tenía redaños. Era consciente de que no podían pasear dandose arrumacos, pero tampoco pensó que Esthia necesitase ese tipo de atenciones, que, por otro lado, él no estaba acostumbrado a dar y tampoco era muy natural en él mostrar nada más allá de un cabreo monumental. ¿Quería que pasearan juntos de la mano? Eso era imposible, incluso en el hipotético caso de que existiera un lugar en el que su relación no estuviera condenada. Ni se le había pasado por la cabeza.
Pero había algo más que le estaba volviendo loco. No sabía de qué estaba hablando. ¿Familia feliz? Qué familia feliz.-..Hasta ahora eso no te había importado. ¿Qué tiene de malo que estés en la cabaña?- No entendía absolutamente nada. Le había gustado la cabaña al verla, se la había comprado para él, él no necesitaba esas chorradas, vivía de refugio en refugio, tenía zonas por la ciudad, por las alcantarillas y las catacumbas, en el bosque e incluso en otras ciudades cuando las cosas se ponían muy difíciles en París. Nunca había pensado en tener un lugar fijo al que tomar aprecio. ¿Cuál era el problema?-Vas y vienes cuando te da la gana.- Frunció el ceño, cabreado.- No te voy conceder nada más.- Porque su paciencia tenía un límite y su instinto de posesión también, bastante manga ancha tenía dejando que se largara con a saber quién. ¿Qué más quería?
Uryan Lockwood- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 22/02/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Ruins of Despair [Privado]
-No me lo hagas más difícil, Uryan -suplicó.
Le costaba tanto irse. Porque sabía que nunca volvería a encontrar a alguien como Uryan. Con él se sentía realmente como un cachorro, mimado y protegido. Y qué decir de esa maravillosa tara que le volvía completamente loco. Le gustaba su olor, el calor de su cuerpo, esa violencia subyacente cada vez que se enfadaba, que lo hacía verse como un volcán a punto de entrar en erupción y, en su impulsividad, siempre intentaba hacer saltar.
Pero iba a ser un estorbo en su vida, lo sabía, ya había pasado antes, conocía la historia y prefería irse ahora que todavía se creía capaz de remendarse las entrañas y vendarse el corazón. No podía sonreír, como una vela recién apagada, que sólo tiene el humillo como señal de que un instante antes estuvo viva.
No quería irse, claro que no. O sí, pero con Uryan de la mano. Sin embargo, Uryan no podía ni quería irse, él no podía ni quería quedarse y no tenía corazón para separar al lobo rojo de su cría. Esthia había crecido en manada, ansiaba encontrar otra, aunque fuera pequeña, aunque fuera sólo Uryan y él... Pero quizás la mejor opción fuera regresar a Grecia y volver a la manada de su hermano, donde siempre sería bien recibido, donde podría lamerse la herida, donde ese gigante rubio sería sólo un buen recuerdo difícil de superar.
-Por favor -suplicó de nuevo.
Necesitaba que le dejara marcharse, porque si no lo hacia, sentía que se le acabarían las fuerzas y se quedaría, convertido en una sombra gris, escondido en la cabaña, conformándose con las migajas, consumiéndose de celos. Esperando que Uryan se compadeciera de él, comenzó a dar los primeros pasos para alejarse de él, con el hatillo que le pesaba tanto o más que un atún.
Le costaba tanto irse. Porque sabía que nunca volvería a encontrar a alguien como Uryan. Con él se sentía realmente como un cachorro, mimado y protegido. Y qué decir de esa maravillosa tara que le volvía completamente loco. Le gustaba su olor, el calor de su cuerpo, esa violencia subyacente cada vez que se enfadaba, que lo hacía verse como un volcán a punto de entrar en erupción y, en su impulsividad, siempre intentaba hacer saltar.
Pero iba a ser un estorbo en su vida, lo sabía, ya había pasado antes, conocía la historia y prefería irse ahora que todavía se creía capaz de remendarse las entrañas y vendarse el corazón. No podía sonreír, como una vela recién apagada, que sólo tiene el humillo como señal de que un instante antes estuvo viva.
No quería irse, claro que no. O sí, pero con Uryan de la mano. Sin embargo, Uryan no podía ni quería irse, él no podía ni quería quedarse y no tenía corazón para separar al lobo rojo de su cría. Esthia había crecido en manada, ansiaba encontrar otra, aunque fuera pequeña, aunque fuera sólo Uryan y él... Pero quizás la mejor opción fuera regresar a Grecia y volver a la manada de su hermano, donde siempre sería bien recibido, donde podría lamerse la herida, donde ese gigante rubio sería sólo un buen recuerdo difícil de superar.
-Por favor -suplicó de nuevo.
Necesitaba que le dejara marcharse, porque si no lo hacia, sentía que se le acabarían las fuerzas y se quedaría, convertido en una sombra gris, escondido en la cabaña, conformándose con las migajas, consumiéndose de celos. Esperando que Uryan se compadeciera de él, comenzó a dar los primeros pasos para alejarse de él, con el hatillo que le pesaba tanto o más que un atún.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Ruins of Despair [Privado]
Lo normal hubiera sido responder con agresividad, como siempre lo hacía, en cuanto algo se le revolvía por dentro él lo asociaba con furia y estalla en ira, pero esta vez solo era capaz de observar a Esthia mientras sus puños se abrían y se cerraban. No entendía todavía qué ocurría y por tanto no sabía cómo reaccionar, debería estar furioso y lo estaba, debería estar golpeándole, obligándole a quedarse, pero su cuerpo no le respondía. Quería dejarle claro que él no podía irse, pero eso sería admitir que no quería estar solo y no se había dado cuenta del poder que tenía el cachorro sobre él hasta ese momento. Slang se había dado cuenta desde el principio, por eso intentó alejarle del copo de nieve, rechazándolo, pero cuando Uryan más se resistía a su lobo más terreno había ganado Esthia y sin darse cuenta hasta Slang se había acostumbrado a él, había aceptado su presencia y había cambiado para adaptarse al otro lobo. ¿Cuándo había ocurrido eso?
Se sentía...Confuso, perdido y no sabía qué hacer, solo era capaz de mirar a Esthia, con esos ojos sin luz, apagados y oscuros que no eran nada parecidos al cachorro que había encontrado en aquel callejón, ese no parecía ser el mismo de siempre y él no sabía cómo hacerle volver, ni si quiera comprendía qué le pasaba, qué sentía o cómo debería interpretar la tensión de su cuerpo y el dolor que repentinamente se había instalado en la boca de su estómago. Tenía la sensación de no poder respirar, se ahogaba y no sabía en qué.
Al ver que Esthia empezó a recular, su reacción fue dar un paso hacia él, pero no le siguió más. En cuanto sintió una punzada de...¿Dolor?..¿De miedo? Le miró mientras se marchaba, totalmente mudo, paralizado.
Se sentía...Confuso, perdido y no sabía qué hacer, solo era capaz de mirar a Esthia, con esos ojos sin luz, apagados y oscuros que no eran nada parecidos al cachorro que había encontrado en aquel callejón, ese no parecía ser el mismo de siempre y él no sabía cómo hacerle volver, ni si quiera comprendía qué le pasaba, qué sentía o cómo debería interpretar la tensión de su cuerpo y el dolor que repentinamente se había instalado en la boca de su estómago. Tenía la sensación de no poder respirar, se ahogaba y no sabía en qué.
Al ver que Esthia empezó a recular, su reacción fue dar un paso hacia él, pero no le siguió más. En cuanto sintió una punzada de...¿Dolor?..¿De miedo? Le miró mientras se marchaba, totalmente mudo, paralizado.
Uryan Lockwood- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 22/02/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Ruins of Despair [Privado]
Sintió miedo y alivio al mismo tiempo cuando Uryan le dejó marcharse. Alivio, porque realmente necesitaba huir de él, esconderse en un agujero y olvidarse del mundo hasta que dejara de doler. Miedo... porque podía no dejar de doler nunca. Sabía que el tiempo lo curaba todo, no era la primera vez que se enfrentaba a una ruptura. Había pasado por cosas mucho peores. Pero era diferente...
Cuando dejó Lesbos le habían arrancado el corazón del pecho. Su pareja había muerto en sus brazos y eso le había dejado totalmente destrozado. Tanto, que había perdido el control.
Pero ahora era distinto. No era un dolor tan intenso y repentino, no era tan explosivo y visceral. Pero era mucho más consciente de él, no podía liberarlo con la rabia o la violencia. Era un dolor que le empezaba en el pecho y se extendía hasta los dedos de los pies. Era una herida autoinfligida. Uryan seguiría allí, vivo, con su vida perfecta mientras él seguiría preguntándose eternamente qué hubiera pasado si hubieran podido permanecer juntos.
Le pesaban los pies, pero se obligó a seguir y no mirar atrás. Porque si miraba atrás, si veía a Uryan allí, mirándole... No se marcharía. Y debía hacerlo.
Avanzó y avanzó, sin un rumbo predeterminado. Sólo siguió hacia adelante, poniendo distancia, hacia el norte. Hasta que encontró un pueblecito pequeño y tranquilo. Tenía monedas para pagar una noche de posada y tal vez, encontrar algún trabajillo que hacer. Era un hombre con suerte, después de todo. Así que empezaría allí.
¿Por qué no se iba más lejos? Se lo preguntó repetidas veces las primeras noches. Y no podía verbalizar la respuesta. No quería irse más lejos porque todavía no había muerto su esperanza. Agonizaba, sí, pero no había muerto.
Quizás para cuando muriera del todo, él ya hubiera pasado la página.
Cuando dejó Lesbos le habían arrancado el corazón del pecho. Su pareja había muerto en sus brazos y eso le había dejado totalmente destrozado. Tanto, que había perdido el control.
Pero ahora era distinto. No era un dolor tan intenso y repentino, no era tan explosivo y visceral. Pero era mucho más consciente de él, no podía liberarlo con la rabia o la violencia. Era un dolor que le empezaba en el pecho y se extendía hasta los dedos de los pies. Era una herida autoinfligida. Uryan seguiría allí, vivo, con su vida perfecta mientras él seguiría preguntándose eternamente qué hubiera pasado si hubieran podido permanecer juntos.
Le pesaban los pies, pero se obligó a seguir y no mirar atrás. Porque si miraba atrás, si veía a Uryan allí, mirándole... No se marcharía. Y debía hacerlo.
Avanzó y avanzó, sin un rumbo predeterminado. Sólo siguió hacia adelante, poniendo distancia, hacia el norte. Hasta que encontró un pueblecito pequeño y tranquilo. Tenía monedas para pagar una noche de posada y tal vez, encontrar algún trabajillo que hacer. Era un hombre con suerte, después de todo. Así que empezaría allí.
¿Por qué no se iba más lejos? Se lo preguntó repetidas veces las primeras noches. Y no podía verbalizar la respuesta. No quería irse más lejos porque todavía no había muerto su esperanza. Agonizaba, sí, pero no había muerto.
Quizás para cuando muriera del todo, él ya hubiera pasado la página.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Ruins of Despair [Privado]
No era más sencillo para Uryan, lo normal se le estaba escapando de entre los dedos, él no tenía sentimientos profundos, no era capaz de sentir y si lo había hecho no sabía cuándo había empezado todo, ahora más que nunca se daba cuenta de que debió hacer caso a Slang y no dejar que el cachorro entrase en su vida, debió dejarle marchar hacía tiempo o tal vez matarle, el lobo rojo lo sabía...Sabía que no le convenía pero en esos momentos hasta él estaba confuso, tanto que mostraba los dientes sin un motivo aparente, por la frustración, daba vueltas de un lado a otro en su cabeza, como si estuviera decidiendo qué debía hacer ahora.
No siguió al copo de nieve porque sabía que si lo hacía esos sentimientos nunca se apagarían, no estaba acostumbrado a tenerlos y no sabía qué hacer con ellos, se sentía..Mal. Y como siempre que sentía algo que escapaba de su control, fuera lo que fuera, se traducía tarde o temprano. Poco a poco pasó de la más absoluta impotencia, a una rabia oprimida. Si se quería marchar, bien, que se largara, nunca tendría que haberle seguido de todas formas, así era como debía ser, el orden natural de las cosas. A la mierda con el cachorro, no le necesitaba para nada, volvería a su vida de siempre. A las malas compañías, a los días de locura y a las noches de festín.
Lo que no tenía calculado era que le carcomía el rastro de Esthia en el bosque, podía seguirle todavía, no era el mejor rastreados ni mucho menos pero cuanto más sentía la pérdida más podía notar la presencia del licántropo en las cosas más absurdas, el mismísimo color blanco le ponía de los nervios. Intentó durante unas cuantas noches dormir en la cabaña que había construido para él, imposible, el olor estaba en cada rincón, su presencia y con ello avivaba su rabia, su ira. Le había abandonado, le había dejado solo, no debió dejarle marchar, tenía que haberle despedazado allí mismo, o con él o con nadie.
Los días se le hacían amargos, la única forma de no ir detrás del rastro era mantener su hocico ocupado rastreando otras presas, saciando su ira matando y comiendo carne, como siempre había hecho, pero ya ni siquiera eso le daba consuelo, ya no sentía esa emoción por triturar, por el sabor del tuétano o el fuerte olor de las vísceras, nada era capaz de alejar esa sensación de...De..Vacío. Algo faltaba en él y lo intentaba sustituir sembrando muerte. Tanto como para no pasar inadvertido por nadie, ni siquiera por las autoridades y los periódicos empezaron a advertir de un problema en los barrios bajos, una vez que este se trasladó a un barrio de mayor importancia, en la que una dama acabó apenas irreconocible y fue tal la cantidad de sangre encontrada y el horror del asesinato, que la prensa se regodeó en el macabro suceso.
Sin la aguja señalandole el norte ya nada tenía sentido, ni siquiera comer, ni matar, estaba perdiendo la esencia, ya no sabía quién era.
No siguió al copo de nieve porque sabía que si lo hacía esos sentimientos nunca se apagarían, no estaba acostumbrado a tenerlos y no sabía qué hacer con ellos, se sentía..Mal. Y como siempre que sentía algo que escapaba de su control, fuera lo que fuera, se traducía tarde o temprano. Poco a poco pasó de la más absoluta impotencia, a una rabia oprimida. Si se quería marchar, bien, que se largara, nunca tendría que haberle seguido de todas formas, así era como debía ser, el orden natural de las cosas. A la mierda con el cachorro, no le necesitaba para nada, volvería a su vida de siempre. A las malas compañías, a los días de locura y a las noches de festín.
Lo que no tenía calculado era que le carcomía el rastro de Esthia en el bosque, podía seguirle todavía, no era el mejor rastreados ni mucho menos pero cuanto más sentía la pérdida más podía notar la presencia del licántropo en las cosas más absurdas, el mismísimo color blanco le ponía de los nervios. Intentó durante unas cuantas noches dormir en la cabaña que había construido para él, imposible, el olor estaba en cada rincón, su presencia y con ello avivaba su rabia, su ira. Le había abandonado, le había dejado solo, no debió dejarle marchar, tenía que haberle despedazado allí mismo, o con él o con nadie.
Los días se le hacían amargos, la única forma de no ir detrás del rastro era mantener su hocico ocupado rastreando otras presas, saciando su ira matando y comiendo carne, como siempre había hecho, pero ya ni siquiera eso le daba consuelo, ya no sentía esa emoción por triturar, por el sabor del tuétano o el fuerte olor de las vísceras, nada era capaz de alejar esa sensación de...De..Vacío. Algo faltaba en él y lo intentaba sustituir sembrando muerte. Tanto como para no pasar inadvertido por nadie, ni siquiera por las autoridades y los periódicos empezaron a advertir de un problema en los barrios bajos, una vez que este se trasladó a un barrio de mayor importancia, en la que una dama acabó apenas irreconocible y fue tal la cantidad de sangre encontrada y el horror del asesinato, que la prensa se regodeó en el macabro suceso.
Sin la aguja señalandole el norte ya nada tenía sentido, ni siquiera comer, ni matar, estaba perdiendo la esencia, ya no sabía quién era.
Uryan Lockwood- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 22/02/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Ruins of Despair [Privado]
Esthia estaba algo mejor, pero únicamente porque su caracter era diferente. Él era quien había tomado la decisión y quien parecía tener claro que era lo necesario, lo que debía hacer, lo que permitiría que Uryan fuera feliz en su mundo normalizado, con una mujer y un cachorro, con una manada, con todo lo que él desearía poder ofrecer.
Pero al igual que ocurría en la manada de su hermano, sólo era el beta gracioso, el tío de los cachorros, el que vería su estirpe morir con él y cuyo apellido sólo perduraría en la historia a través de sus sobrinos.
Se había refugiado unos días en las grutas de la profundidad del bosque. Había llorado como un niño la primera noche, hecho una bolita de pelo blanco y evitando aullarle sus penas a la luna para que Uryan no le escuchase.
Finalmente, cuando había comprendido que quedarse allí sólo servía para tener la tentación de volver a los brazos del lobo rojo, Esthia había tomado la decisión cobarde: huir, poner tierra de por medio y tratar de olvidar.
Pero sería muy difícil olvidar esa cara, ese cuerpo, esos gestos. ¿Cómo borrar de su mente el recuerdo de esos abrazos tan posesivos mientras dormían? ¿Cómo deshacerse del olor pegado a su piel? ¿Cómo?
Tal vez debería volver a casa. A Lesbos. Allí le recibirían con los brazos abiertos y le permitirían lamerse las heridas. Sí, volvería a casa. Y todo comenzaba con unos cuantos pasos hacia el sur.
Pero al igual que ocurría en la manada de su hermano, sólo era el beta gracioso, el tío de los cachorros, el que vería su estirpe morir con él y cuyo apellido sólo perduraría en la historia a través de sus sobrinos.
Se había refugiado unos días en las grutas de la profundidad del bosque. Había llorado como un niño la primera noche, hecho una bolita de pelo blanco y evitando aullarle sus penas a la luna para que Uryan no le escuchase.
Finalmente, cuando había comprendido que quedarse allí sólo servía para tener la tentación de volver a los brazos del lobo rojo, Esthia había tomado la decisión cobarde: huir, poner tierra de por medio y tratar de olvidar.
Pero sería muy difícil olvidar esa cara, ese cuerpo, esos gestos. ¿Cómo borrar de su mente el recuerdo de esos abrazos tan posesivos mientras dormían? ¿Cómo deshacerse del olor pegado a su piel? ¿Cómo?
Tal vez debería volver a casa. A Lesbos. Allí le recibirían con los brazos abiertos y le permitirían lamerse las heridas. Sí, volvería a casa. Y todo comenzaba con unos cuantos pasos hacia el sur.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Ruins of Despair [Privado]
----TIEMPO DESPUÉS----
Esthia: El viaje de regreso se le había hecho enterno, tal era el ansia por llegar. No veía el momento de tener delante por fin a Uryan y decirle todo aquello que ya había conseguido aclarar con Corbin. Las conversaciones con su cuñado -se rió solo al pensar en esa extraña relación- habían arrojado mucha luz sobre lo suyo con Uryan. Tal vez hubiera alguna esperanza. Y siendo como era, una minima esperanza era algo a lo que agarrarse para lanzarse al vacío, así que tenía que regresar y ver si era factible con sus propios ojos. En su cabeza había imaginado el reencuentro de mil maneras, pero ninguna le parecía lo bastante emocionante o buena o pasional o todo a la vez. Estaba hecho un manojo de nervios, no dejaba de parlotear a todas horas y no paraba quieto. Más de lo normal. Hasta que echó a correr por el bosque, hacia la cabaña donde habían vivido, con ese sentimiento de estar volviendo a casa, al hogar. Tenía unas ganas locas de saltarle al cuello a Uryan, así que, como buen rastreador que era, siguió su rastro hasta el origen.
Uryan: La cabaña se había vuelto un desastre, la ampliación para añadirle un cobertizo para la leña se había quedado a mitad y se notaba ya desde fuera que no estaba siendo atendida aunque tampoco estaba tan mal como cuando la encontraron. El rastro de Uryan tampoco era tan intenso en esa parte del bosque, su olor se había difuminado, pero el que tenía algo más de fuerza le llevaba a través del bosque. A orillas del río se encontraba de espaldas con los brazos cruzados y mirando al infinito, era inconfundible incluso de espaldas, era menos rubio que su hermano, tal vez por al cantidad de roña que llevaba de por si encima, al parecer había perdido el gusto por la cabaña tanto como a la higiene desde que él se fue.
Esthia: No pudo evitarlo y se echó a reír nada más verlo. Pensó en llamarle, pero prefirió acercarse a la carrera y saltarle encima. No estaba siendo para nada sigiloso, así que sus pasos se escuchaban desde bien lejos. Su intención era clara, encaramarse a esa espalda, rodearle el cuello con los brazos y las caderas con las piernas y decirle lo mucho que lo había echado de menos.
Uryan estaba pendiente de algo o debía estarlo, porque no notó la risa ni la presencia de Esthia hasta que no estuvo casi encima de él. Se fue a girar, con el ceño fruncido peo antes de poder hacerlo notó el peso sobre la espalda y se tuvo que descruzar los brazos para guardar el equilibro. - ¡Dork..-Se quedó callado a medio grito, porque obviamente, esperaba a alguien más y no a Esthia. Lo supo antes de verle, lo supo por el olor que le golpeó en la nariz como un sopapo, lo supo por cómo reaccionaba su cuerpo a su contacto, como si millones de agujas diminutas fueran presionando cada uno de sus puntos nerviosos. No se atrevió a darse la vuelta, pero al final giró un poco la cabeza para mirar por encima del hombro.
Esthia: Y le recibió una sonrisa más radiante que el sol, que subía hasta unos ojos azules que le miraban con una mezcla de emociones que apenas podía clasificar. Era algo visceral. Sin embargo, la sonrisa se perdió un poco cuando vio que no había reacción. Había montado mil escenarios para ese encuentro, pero ninguno era ése, que Uryan se le quedara mirando como si fuera un fantasma. -He vuelto. -Evidente, por otra parte.
Uryan: Era evidente pero uryan no sabía cómo reaccionar, totalmente inmóvil aun notando el peso del cuerpo de Esthia contra su espalda, su imaginación y su mente le había engañado incontables veces, pero no su olfato. Se empezó a girar despacio sin pestañear, rígido y muy tenso, con el tendón del cuello tenso como la cuerda de una guitarra. Cuando le tuvo frente a frente, aun no dijo nada, solo le miraba fijamente.
Esthia: Bajó de su espalda para dejarle libertad de movimiento, pero no aumentó la distancia. No entendía por qué no decía nada, por qué no reaccionaba, por qué no estaban ya besándose como si no hubiera un mañana. Porque era lo que él estaba esperando desde que se encontró con Corbin unas semanas atrás. -Ury...
Uryan: Todavía estaba intentando colocar las cosas en su sitio. Había vuelto, ¿Qué significan esas palabras? Lo primero que a él se le pasaba por la mente era para qué...Hasta cuándo. ¿Estaba ahí? Empezó una maniobra para cogerle del brazo, pero en ese momento notó un golpe en la piena derechay se detuvo, miró hacia atrás.- Te pillé..!No digas que no te he..-El moco que tenía abrazado a la pierna se quedó mirando hacia arriba, hacia Esthia, con unos ojos muy enormes, llenos de curiosidad y también de miedo. Sería una niña de no más de cinco años, pero era pequeña hasta para su edad, obviamente desnutrida con ojos que habían visto más de lo que debería.
Esthia bajó los ojos y dio un paso atrás. Era... era demasiado pronto para que el cachorro de Uryan fuera tan grande. Él no se había ido tanto tiempo. Pero el pánico inundó los pozos azules cuando subió de nuevo los ojos hacia el lobo rojo. Había rehecho su vida en ese tiempo, tenía a alguien, a alguien que venía con un regalo. O quizás es que esa bruja tenía más hijos. O que había hecho crecer al cachorro con magia y por eso era tan grande. Todas esas ideas absurdas estallaron en su cerebro. Y todas le llevaban a la misma pregunta... ¿Corbin le había mentido y era realmente tarde?
Uryan miró a la chiquilla, que se echó hacia atrás y se separó de él bastante cohibida. Le iba a estallar la cabeza, estaba viendo cómo la cara e Esthia y la de la niña cambiaban en cuestión de segundos y él no sabía decidirse a quién atender primero. Empezó a ponerse nervioso, apretando la mandíbula. Cogió con demasiada fuerza a Esthia por la muñeca y se giró hacia la chica.- No vayas a echar a correr, sabes que voy a cogerte, ven aquí.- La niña escondió las manos contra su pecho y negó con la cabeza.- ¡Dorcas, ven!- Empezaba a cabrearse, si los dos empezaban a correr cada uno hacia un lado se iba a cargar a alguien. Apretó con más fuerza la muñeca de Esthia.- Es..-y ahora qué. Qué era.- Un amigo. Es un..Es bueno.- la niña miró a Esthia, como si no se fiara mucho, como si pudiera calcular de un vistazo si era bueno o no.
Esthia: Un amigo. Au. Sí, era la excusa típica y tópica de los hombres como él cuando había terceros. Un amigo. Porque el mundo no estaba preparado para que dos hombres se vieran como algo más que amigos. -Sí, claro. Soy... un amigo -murmuró con la voz rota. ¿Por qué sentía ganas de llorar como la primera noche que pasó lejos de él? Pero el nudo en la garganta se escondió tras la sonrisa que dedicó a la niña al agacharse para quedar a su altura y extenderle la mano que Uryan no tenía cogida. -Soy Esthia.
Uryan: La chica parecía bastante cohibida pero no huyó, solo se quedó mirando a Esthia, intentando convencerse de si era bueno o no.
- ¿Es como tu?
Uryan gruñó, con el ceño fruncido.- No.
-¿No come?
-...Come pero no como yo.
- No entiendo.
Uryan cogió aire despacio.- Preséntate.- La niña no estaba muy de acuerdo, pero miró a Esthia y se acercó estirándose, más que caminando, para coger la mano de Esthia.- Hola soy Dorcas. Essscia. Que nombre más raro. ¿Es de chica?..No pareces chica.-...Es un chico.- Pero tiene nombre de chica.- No lo tiene.- Si lo tiene.- No.- Si.
Esthia: -Es un nombre griego. Por eso es raro. Tú tienes un nombre muy bonito. -levantó los ojos hacia Uryan, en una muda pregunta sobre quién era esa niña y por qué la tenía con él.
Uryan:- ¿Griego? Qué es eso.- Uryan cogió aire, obviamente buscando paciencia y miró a la cría con el ceño fruncido.- te prefiero huyendo.- ¿Ah, si?- Si.- ¡Pues eso se puede arreglar!- Dioses...-Uryan se inclinó y cogió al moco por el cuello de la camisa desde atrás, mientras la niña gritaba.- ¡Calla!- Miró a Esthia apretando los dientes.- Joder. ¡De uno en uno!- No se dice joder, joder está feo!
Esthia se echó a reír. A mandíbula batiente. Era una escena demasiado hilarante. Y desde luego, no encajaba para nada en su idea de un reencuentro con Uryan. Pero al menos no le había echado y eso dejaba la puerta abierta a una conversación que podía ser un reinicio o un final. -No deberías hacer enfadar a Uryan. Luego gruñe por las noches.
Uryan: - ¿Quién es uryan?- El susodicho rodeó a la niña con un brazo y la dejó colgando de su costado como si fuera un rollo de mantas, mirando así a Esthia mientras la niña se quedaba mirando al nuevo, como si ya estuviera acostumbrada a estar así.-..Yo.- ¿Tu?-.....-¿Tienes dos nombres? Y yo por qué no.- Y yo qué se.- La niña miró a Esthia, como quien habla en una mesa junto a una taza de té, gesticulando.- A mi me da igual si gruñe por las noches, por las noches se va.-...Más bien te vas tu.- Lo que sea.
Esthia: -¿No te quedas con él por las noches? -la idea de que la niña no viviera con él y que tuviera una familia le asaltó de repente. Eso tendría sentido. Aunque era raro que Uryan le prestase tanta atención, por lo que le habían contado, no estaba en la mejor predisposición para tratar con una chiquilla.
Uryan: La chica pestañeó mirando a Esthia como si fuera tonto o algo.-..Claro que no. La señorita Doe nos da de cenar y luego nos canta y luego dormimos..o la mayoría duerme yo a veces salgo a jugar y..-Y entonces llego yo y me cago en tu puta madre por tener que ir a buscarte.- ¡No te cagues!- ¡Me cago!- La niña empezó a retorcerse y a intentar alcanzarle la cara a Uryan para arañarsela.
Esthia: -Hania?? Vives con Hania?? Oh, claro. El orfanato. -Se había pedido mucho en aquellos meses, cuando se marchó, el orfanato estaba cerca de acabarse, pero no había abierto aún sus puertas.
Uryan mantenía a la niña lejos de su cara, parecía hasta divertirse viendo cómo la sanguijuela intentaba alcanzarle o morderle el brazo. Levantó la vista, notando el tono de Esthia..¿Era alivio?..-...¿Quién creías que era?
Esthia: Se encogió de hombros. -No lo sé, tenía muchas opciones. -de repente parecía mucho más tranquilo y sonreía de nuevo como si le hubiera robado la luz al sol. -Y dígame, señorita Dorcas, ¿me haría usted un favor muy muy grande?
Uryan: Dorcas le miró, totalmente concentrada. ¿Le había llsmado señorita?-¿Qué favor sería ese, señor..Esthia?-Uryan frunció el ceño. ¿Señor qué? A él nunca le había llamado señor, es más no le tenía ni un mínimo de respeto.
Esthia: -Pues necesitaría que le diera por mí un mensaje a la señorita Doe, que le diga que he vuelto y que mañana pasaré a verla para comer pastelitos. Y...- Esthia se acercó para hablarle al oído, poniendo la mano para que Uryan no pudiera oirle-. Necesitaría robarte a Uryan un ratito, porque está enfadado conmigo y quiero que me perdone.
Uryan: A Dorcas le gustaba más un secreto que un caramelo así que puso total atención a lo que le susurraba, pero lo que le dijo después le pareció de lo más soso. Uryan bajó a la chica al suelo que se posó como si nada aun mirando a Esthia e ignorando al gigantón.-...Siempre está enfadado. -Uryan puso los ojos en blanco y empujó a la chica por la espalda.- Vamos, lárgate.- ¿Y si no quiero?- Pues dudo mucho que..El señor Esthia comparta pasteles contigo.- La chica miró a Esthia, como pidiendo acreditación.
Esthia volvió a hablarle al oido a la muchacha -Siempre está enfadado cuando yo no estoy, pero espero que eso cambie. Si me guardas el secreto, prometo contarte los detalles cuando se los cuente a Hania. -se separó de ella, guiándole un ojo-. Oh, claro, por supuesto que no habrá pastelitos -aunque su voz dejaba claro que habría pastelitos para un regimiento.
Uryan: Entre el gusanito del secreto y los pasteles, pareció convencida, se dio la vuelta y echó a andar con más seguridad de la que debía tener un moco como aquel. Uryan siguió su paseo hasta que la perdió de vista y al girarse y ver a Esthia allí delante..Se dio cuenta de que seguía cogiendole de la muñeca.
Esthia también estaba siguiendo los pasos de Dorcas con la mirada, hasta que se percató de que Uryan le miraba a él. Giró la cabeza entonces y murmuró un "hola" que casi parecía ridículo.
Uryan oltó su muñeca, respirando más tranquilo y señaló hacia el lugar donde había desaparecido.-..Se escapa a menudo y hania me pidió que la vigilara durante el día.- Se frotó la nuca con el ceño fruncido, incómodo..¿Ahora qué..?-..¿Qué haces aquí..?
-Pues... se suponía que iba a llegar, saltar sobre ti, comerte a besos y que íbamos a acabar tirando la cabaña abajo y luego a tener una conversación algo extraña sobre nosotros, mi vuelta y ese hermano tuyo que tan calladito tenías. Pero imagino que podemos cambiar el orden.
Uryan: Otra vez ese ury...Uryan qué. Qué. Apretó la mandíbula y los puños. Cerró los ojos con fuerza y al final se lanzó sobre él cogiéndole de las mejillas y empezando a devorar su boca, gruñendo mientras tanto.
Esthia: Respondió a su ataque con gusto, aferrándose a sus costados y rindiéndose totalmente ante él. ¿Como había podido sobrevivir sin eso?
Uryan:Golpeó suavemente la frente contra la suya, se echó hacia atrás, con el corazón golpeando demasiado fuerte.- ..¿Mi hermano?..Yo no tengo un hermano, solo se parece a mi.- gruño.
Esthia: Subió las manos hasta los lados del cuello de Uryan, manteniendo frente con frente y no dijo nada sobre Corbin, ya tendrían tiempo de hablar de eso más adelante. -Te he echado mucho de menos, grandullón. No tienes ni idea de cuánto.
Uryan: Vale. Suficiente. No tenía muy claro hasta cuándo iba a quedarse Esthia, ni los planes que tenía pero no podía pensar en más de una cosa a la vez y en estos momentos la sangre ya no le corría por el cerebro. Rodeó a Esthia con los brazos y lo levantó en vilo.- Amigo..-Uryan Soltó a Esthia al momento, dejándolo en el suelo, se giró para mirar a la Dorcas, que estaba allí a unos cuantos metros.- ¡Largo!- Slaaang y Eeesthia se beeesabaaan.- Uryan hizo amago de ir a por ella y Dorcas gritó y echó a correr.
Esthia: Se quedó pasmado en un principio, pero luego sonrió de medio lado, le caía bien esa mocosa. -A lo mejor deberíamos hacerle caso. Total... ya que se lo va a contar a todos los niños del orfanato... -sabía cuán peligroso era que la voz se corriera. Podrían matarlos por desviados. Pero en esos momentos moriría igualmente si no volvía a estar enganchado a Uryan, sintiendo su olor y su calor.
Uryan: - ¿Hacerle caso?- Miró hacia la chica gruñendo, esperando no verla cerca y negó con la cabeza.-A qué.- Volvió a prestar atención a Esthia y se inclinó para recoger sus cosas, antes de caminar hacia la cabaña..No había vuelto allí desde que Esthia se fue y no sabía en qué estado se encontraría pero fue el único lugar que se le pasó por la cabeza para estar solos. Él había vuelto a sus refugios de lobo.
Esthia: Le siguió en silencio hasta la cabaña, entró tras él y fue directo a dejarse caer en el montón de pieles y mantas que tantas veces habían compartido. -Me equivoqué. Y lo siento. Eh, vamos, ven aquí. No quiero hablar de esto teniéndote lejos.
Uryan: No le tuvo lejos mucho tiempo, de hecho Uryan empezó a quitarse la ropa incluso mientras le besaba. No sabía qué había hecho que Esthia cambiase de opinión, estaba en medio de un sueño y no le importaba seguirlo hasta el final, últimamente lo había estado evitando, porque despertarse y no encontrar al cachorro enroscado a su cuerpo era mucho peor que el fútil alivio que le producía soñar.- Has estado lejos porque has querido, tu te fuiste. Tu.- Gruñó, cabreado, sin separarse de sus labios.
Esthia: Se removió hasta quedar a horcajadas sobre Uryan, todavía con todas sus prendas puestas, mientras se besaban. Le agarró con ambas manos de las mejillas y le miró a los ojos. -Lo sé. Lo siento. Pero he vuelto... Para quedarme, si quieres. -le explicó entre besos, mientras sus manos se lanzaban por fin a recorrer esa piel que tanto había anhelado.
Uryan: -...hasta cuándo.- Preguntó, al fin. No debería, de hecho le debería dar igual si Esthia se quedaba o no, era carne caliente dócilmente servida en su cama, ¿De qué quejarse? ¿Por qué preocuparse? pero aun estaba viviendo un infierno, como si su cabeza no hubiera asimilado todavía que Esthia estuviera allí realmente.
Esthia: -¿Para siempre? -o eso le gustaría. No quería pasar otra noche lejos de aquella cabaña, de aquella cama, de los brazos de Uryan.
Uryan: Apretó los dientes, nunca había sido sentimental, tampoco sabía que pudiera tener sentimientos en realidad, pero si eso no había sido lo que le había convertido en ese despojo depresivo y apático entonces no sabía lo que pasaba. Le ardieron los ojos y el pecho y lo trasladó todo al beso que le dio al incorporarse y rodearle el cuerpo con los brazos. Le volvió a colocar debajo y le desnudó con rapidez. El sitio olía a cerrado a humedad y seguramente las alimañas habrían vuelto a invadirlo todo, pero le daba completamente igual.
Esthia: Soltó una queda risa contra su boca. Adoraba esa fuerza dominante de Uryan, esa forma que tenía de marcar cada rincón de su cuerpo. Desprovistos de cualquier barrera que evitara el roce de piel con piel, Esthia sólo podía pensar en la ardiente necesidad que le recorría las entrañas. -Recuérdame de quien soy, Uryan. Fuerte. -Le miró a los ojos, con la mirada cargada de deseo-. Hazme sangrar.
Uryan dejó de respirar, pero cuántas veces había rememorado esas mismas palabras, ¿Por qué el cachorro sabía exactamente qué decirle para provocarle lo que él quería? ¿Desde cuándo podía manejarle a su antojo? Le miró a los ojos, comiéndoselo con ellos, no necesitaba palabras ni se las dijo, siempre había sido mejor demostrándolo y pensaba dejarle sangrando, sangrando exhausto y lleno de mordiscos por todas partes, quien no lo supiera podría adivinar fácilmente de quién era.
Esthia: La cabaña se llenó de risas, de jadeos, de gemidos y de un profundo olor a sangre que parecía tapar el rastro de cualquier otro olor. Las pieles manchadas olerían a Esthia varias semanas. Pero no parecía importarle, la sensación de tener a Uryan invadiendo su cuerpo, robándole hasta el último resquicio de locura, dejándolo hecho un amasijo de carne temblorosa, entre espasmos de placer, con la piel cubierta de marcas enrojecidas, amoratadas, con restos de sangre, sudor y semen, pero con esa sonrisa relajada y sincera y esa forma de hacerse bolita a su costado.
Esthia: Aunque no quisiera hacerse bolita Uryan le tenía obligado a hacerlo, estaba entrando en una especie de sopor, con el cuerpo envuelto en sudor y la cabeza todavía llena de Esthia, todo olía a él, igual que antes y por una vez sentía que podía quedarse dormido allí mismo, pero no quería encontrarse con una pesadilla al otro lado. Apretaba fuertemente el cuerpo del cachorro con un brazo, pegándole a él quisiera o no. Se estaba quedando dormido y no quería hacerlo pero había descargado toda la frustración, todas esas emociones raras y desconocidas que había experimentado cuando él se fue y ahora se había quedado vacío y aun más raro. - Esthia..-Notaba que se le cerraban los ojos incluso sin querer hacerlo. ¿Cuántos días llevaba sin dormir?-No te vayas.
Esthia: -Nunca -respondió, sin moverse más allá del leve apretón que dio con el brazo que tenía sobre el estómago de Uryan. Estaba agotado, dolorido y emocionalmente inseguro, pero jodidamente satisfecho. No tardó nada en quedarse dormido. Por suspuesto, al dia siguiente fue el primero en levantarse y salir de la cama, paseándose desnudo por la cabaña, rebuscando algo para comer.
Uryan: Si había algo sería lo poco que tuvieran en conserva todo lo demás se había perdido o se lo habían comido los demás, en cuanto él se fue no pudo soportar estar allí. Uryan siguió un buen rato dormido, pero en cuanto se movió y notó el hueco que había dejado Esthia abrió los ojos y se incorporó, aun medio dormido.
Esthia no se dio cuenta de que se despertaba, porque estaba muy ocupado intentando alcanzar algo que había sobre el último estante del desvencijado mueble que había en el rincón que hacía las veces de alacena. De espaldas a Uryan, ofreciéndole una buena panorámica de su espalda, en la que ya apenas quedaban marcas, y de su trasero. Todavía tenía restos de sangre reseca en la cara interior de los muslos.
Uryan: Se quedó mirando a Esthia, notando que le volvía a entrar el sueño, pero en vez de eso se arrastró medio dormido hasta alcanzarle, colocó las manos sobre el mueble que tenía delante a la altura de sus muslos y empezó a lamer la sangre de los muslos.
Lo que quiera que fuera que Esthia intentaba coger quedó total y absolutamente olvidado, porque necesitó ambas manos para sostenerse al mueble, mientras separaba las piernas para dejarle espacio suficiente a Uryan. -Grandullón, si empiezas así, vas a terminar haciéndome sangrar de nuevo.
- No..Solo voy a lavarte..-Gruñó, porque en principio era esa la intención, aunque a saber.- tengo que buscar a Dorcas...-Gruñó otra vez, no sabía si era de noche, de día, si habían pasado pocas horas o dos días, pero él seguía lamiendo y limpiando la sangre de forma ascendente, sin preocuparse porque la sangre no fuera suya.
Claro. Claro. Sólo lavarle. Porque el hecho de que lo estuviera calentando de aquella manera era irrelevante... Le temblaron las piernas y tuvo que clavar la mirada en una de las vetas de la madera del mueble para no pensar en que estaba allí, desnudo, con la cabeza de Uryan entre sus piernas, con esa lengua lasciva limpiando la sangre que él mismo le había provocado. Recordar la sensación de Uryan desgarrando su cuerpo, el dolor y el placer... -Ury... Si vas a irte, hazlo ya o voy a violarte esa maldita boca.
No le importó escucharle y no le pareció mala la idea, siguió lamiéndole, esta vez más profundo buscando entre sus muslos, usó una de sus manos para acogerle en la palma de su mano y acompasar los movimientos de su lengua a los de su mano.
Prffff. Maldito Uryan que estaba jugando a provocarle. Si ya estaba excitado sólo con la situación del lobo rojo limpiándole la sangre a lametones, cuando esa lengua húmeda y caliente se paseó sobre la carne aún herida e hipersensible, creyó morir de gusto. Estando de espaldas a él, lo único que podía hacer era sostenerse al mueble y llenar la cabaña de aquellos obscenos sonidos que escapaban de su boca, de palabras sucias pidiendo más con esa voz ronca y oscura de deseo.
Uryan Lockwood- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 22/02/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Ruins of Despair [Privado]
Finalmente, la sensión había acabado con Esthia teniendo razón, como CASI siempre. Le había dejado hecho nuevamente una rosca de carne ensangrentada encima del camastro prácticamente vacío y se fue a la ciudad. No le gustaba pensar y no era el más listo de la clase, por eso necesitaba más tiempo del normal para recapacitar y llegar a conclusiones, su cerebro no estaba muy entrenado, por decirlo finamente. Así que cuando volvió con leche fresca y una bandeja de pasteles, lo hizo todavía rumiando las muchas cosas que ahora necesitaba aclarar. ¿Qué ocurriría con Dorkas? ¿Y con la casa? Estaba hecha una mierda..Tendría que volver a empezar, por suerte tenía el techo ya prácticamente hecho, le faltaban algunos marcos pero más bien eran detalles sin importancia, no estructurales.
Necesitó unos segundos para entrar por la puerta, casi con miedo de mirar hacia el camastro y no encontrarle allí. No lo admitiría jamás, pero cada vez que se alejaba había una batalla en su cabeza entre lo que debía hacer y lo que no.
Pero alli estaba, todavía dormido, total y absolutamente agotado. Aún tenía restos de sangre y semen sobre la piel desnuda, pero no parecía importarle lo más mínimo. Tenía una expresión de felicidad en el rostro, un amago de sonrisa tranquila que daba a entender que tenia sueños agradables. Su cuerpo había sanado casi por completo tras aquella merecida noche de descanso, pero la energía para hacerlo había sido mucha y por ello las horas en brazos de morfeo se alargaban.
Se dio media vuelta, arrastrando con él las pieles con las que se cubría y dejando a la vista parte de la espalda, el culo y media pierna. La sangre reseca haría pensar que el pobre había sufrido la peor de las torturas.
Para él, todo estaba bien en el mundo, por eso dormía a pierna suelta. Había vuelto a casa, a los brazos de Uryan. Y éste le había recibido de la mejor manera posible, marcando como propio cada parte de su cuerpo.
Necesitó unos segundos para entrar por la puerta, casi con miedo de mirar hacia el camastro y no encontrarle allí. No lo admitiría jamás, pero cada vez que se alejaba había una batalla en su cabeza entre lo que debía hacer y lo que no.
Pero alli estaba, todavía dormido, total y absolutamente agotado. Aún tenía restos de sangre y semen sobre la piel desnuda, pero no parecía importarle lo más mínimo. Tenía una expresión de felicidad en el rostro, un amago de sonrisa tranquila que daba a entender que tenia sueños agradables. Su cuerpo había sanado casi por completo tras aquella merecida noche de descanso, pero la energía para hacerlo había sido mucha y por ello las horas en brazos de morfeo se alargaban.
Se dio media vuelta, arrastrando con él las pieles con las que se cubría y dejando a la vista parte de la espalda, el culo y media pierna. La sangre reseca haría pensar que el pobre había sufrido la peor de las torturas.
Para él, todo estaba bien en el mundo, por eso dormía a pierna suelta. Había vuelto a casa, a los brazos de Uryan. Y éste le había recibido de la mejor manera posible, marcando como propio cada parte de su cuerpo.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Ruins of Despair [Privado]
Dejó las chucherías y la leche sobre la mesa, pero estaba temblada, asi que tampoco quería dejar demasiado tiempo al dormilón. Había hecho una cocina y antes de que Esthia se fuera estaba bastante bien, sin embargo la humedad había estropeado la madera y no tenía ninguna que no estuviera a la intemperie, así que decidió pasar una mano por su hombro, no suavemente, con firmeza, hasta clavar los dedos en la carne y moverle un poco.- Esthia. Si te gusta la leche caliente, y tengo claro que si, despierta.
El aludido se revolvió en ese momento entre sueño y realidad d recién despertado y giró la cabeza para mirar a Uryan, con los ojos entrecerrados por la molestia que le producía la luz. Le agarró la mano que tenia en el hombro y tiró de ella hacia abajo, hasta tenerla apresada contra su pecho, como si pretendiera volverse a dormir con él así atrapado.
-Un poquito más.
- Un poco más y se enfriará la leche..Y los bollos.- Le volvió a mover, aprovechando que le había pasado la mano por el pecho para hundirla un poco más hasta rodear su cintura, acariciarle la piel y atraerle hacia su pecho para incorporarle de la cama.
Esthia se dejó mover como un peso muerto, pero Uryan podía con él sin problemas. Además, había perdido algo de peso en esos meses. Nada que no solucionaran unas buenas raciones de carne y unos dulces. Sonriendo ampliamente, el lobo blanco rodeó el cuello del otro con los brazos. -Buenos días -murmuró contra su boca, recuperando el equilibrio para mantenerse en pie por sí mismo.
Esperó a que se terminase de espabilar y sonrió de medio lado.- vamos, llego tarde a recoger a la niñata.- Se puso en pie, él se encargaba de Dorkas durante el día, Hania se encargaba de vigilarla por las noches, pero hacía horas que había amanecido y ahora tendría que buscar a la cría por todo París.
-Me gusta esa niña, es muy lista -comentó, alejándose del camastro para hacerse con uno de los bollos. Ya tendría tiempo de asearse y vestirse luego-. ¿Quieres que vaya contigo? -porque despues de todo ese tiempo separados, no sabía hasta qué punto todo estaba bien para Uryan.
Se encogió de hombros.- ¿Quieres hacerlo? No se qué pensará ella, es un coñazo de cría, todo lo molesta, lo odia todo...-Prácticamente como él, pero verlo reflejado en otra persona le sacaba de quicio.- Pero si eres mejor rastreador que yo ahorraré tiempo en encontrarla...Ahora ha cogio la manía e frotarse en mierda de caballo pensando que así no la huela..
El aludido se revolvió en ese momento entre sueño y realidad d recién despertado y giró la cabeza para mirar a Uryan, con los ojos entrecerrados por la molestia que le producía la luz. Le agarró la mano que tenia en el hombro y tiró de ella hacia abajo, hasta tenerla apresada contra su pecho, como si pretendiera volverse a dormir con él así atrapado.
-Un poquito más.
- Un poco más y se enfriará la leche..Y los bollos.- Le volvió a mover, aprovechando que le había pasado la mano por el pecho para hundirla un poco más hasta rodear su cintura, acariciarle la piel y atraerle hacia su pecho para incorporarle de la cama.
Esthia se dejó mover como un peso muerto, pero Uryan podía con él sin problemas. Además, había perdido algo de peso en esos meses. Nada que no solucionaran unas buenas raciones de carne y unos dulces. Sonriendo ampliamente, el lobo blanco rodeó el cuello del otro con los brazos. -Buenos días -murmuró contra su boca, recuperando el equilibrio para mantenerse en pie por sí mismo.
Esperó a que se terminase de espabilar y sonrió de medio lado.- vamos, llego tarde a recoger a la niñata.- Se puso en pie, él se encargaba de Dorkas durante el día, Hania se encargaba de vigilarla por las noches, pero hacía horas que había amanecido y ahora tendría que buscar a la cría por todo París.
-Me gusta esa niña, es muy lista -comentó, alejándose del camastro para hacerse con uno de los bollos. Ya tendría tiempo de asearse y vestirse luego-. ¿Quieres que vaya contigo? -porque despues de todo ese tiempo separados, no sabía hasta qué punto todo estaba bien para Uryan.
Se encogió de hombros.- ¿Quieres hacerlo? No se qué pensará ella, es un coñazo de cría, todo lo molesta, lo odia todo...-Prácticamente como él, pero verlo reflejado en otra persona le sacaba de quicio.- Pero si eres mejor rastreador que yo ahorraré tiempo en encontrarla...Ahora ha cogio la manía e frotarse en mierda de caballo pensando que así no la huela..
Uryan Lockwood- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 22/02/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Ruins of Despair [Privado]
-Oh, como si la mierda de caballo no fuera fácil de rastrear. Por dios, si huele a kilómetros.
Le dio un buen bocado al bollo. Tanto, que apenas podía masticarlo, pero poco a poco consiguió triturar la masa entre sus dientes y tragar. ¿Cómo podían gustarle tanto los dulces? Mientras daba otro mordisco algo más pequeño, barrió a Uryan con la mirada. Eso sí que era un buen bollo.
¡Eh! No podían culparle por eso. Acababa de volver y tenía mucho deseo atrasado. La culpa era de Uryan, por ser tan grande y tan fuerte y por someterlo de esa manera contra casi cualquier cosa.
-Iré contigo a buscar a Dorcas con una condición –dijo como quien no quería la cosa-. Esta noche, cuando la dejemos en el orfanato con Hania –se acercó hasta él y le dio con el dedo en el pecho-, tú y yo vamos a ir la feria de los Elíseos. Voy a ganarte en dos o tres juegos y luego comeremos manzanas de caramelo. Es algo así como una cita. Obviamente no vamos a ir de la mano ni a hacernos arrumacos, aprecio mi vida. Pero vamos a divertirnos, vamos a comer y a beber. Y voy a reírme mucho escuchando los comentarios de las “señoritas” babeando por ti. No podré decírselo, pero por dentro estaré pensando en que al llegar a casa vas a hacer conmigo toooooodas las cosas que querrían que hicieras con ellas.
Le dio un buen bocado al bollo. Tanto, que apenas podía masticarlo, pero poco a poco consiguió triturar la masa entre sus dientes y tragar. ¿Cómo podían gustarle tanto los dulces? Mientras daba otro mordisco algo más pequeño, barrió a Uryan con la mirada. Eso sí que era un buen bollo.
¡Eh! No podían culparle por eso. Acababa de volver y tenía mucho deseo atrasado. La culpa era de Uryan, por ser tan grande y tan fuerte y por someterlo de esa manera contra casi cualquier cosa.
-Iré contigo a buscar a Dorcas con una condición –dijo como quien no quería la cosa-. Esta noche, cuando la dejemos en el orfanato con Hania –se acercó hasta él y le dio con el dedo en el pecho-, tú y yo vamos a ir la feria de los Elíseos. Voy a ganarte en dos o tres juegos y luego comeremos manzanas de caramelo. Es algo así como una cita. Obviamente no vamos a ir de la mano ni a hacernos arrumacos, aprecio mi vida. Pero vamos a divertirnos, vamos a comer y a beber. Y voy a reírme mucho escuchando los comentarios de las “señoritas” babeando por ti. No podré decírselo, pero por dentro estaré pensando en que al llegar a casa vas a hacer conmigo toooooodas las cosas que querrían que hicieras con ellas.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Ruins of Despair [Privado]
---- Días después ----
Esthia sonreía como siempre, mientras la pelea en la arena continuaba. Iba a ser el siguiente y estaban subiendo las apuestas. Hacía un par de meses que no se le veía por allí, pero aún tenía cierto nombre. Muchos querían borrarle esa sonrisa de la cara. Se quitó la camisa y los zapatos y entro en el círculo entre vítores y cuchicheos.
Uryan sacaba el dinero para su mantenimiento en la arena, asi que no habia dejado de ir, no necesitaba lujos y su ropa era con mucho la peor del lugar, que ya era decir, pero llenar su estómago de.cosas cocinadas era realmente caro. Asi que cuando vio a Esthia llegar dejó de fumar lo que sea que le hubieran pasado y.tras unos instsntes clavó su mirada en el vampiro que le seguía. Instintivamente se tenso.
Los ojos azules del lobo se cruzaron con los de uryan. Le hizo un guiño y esgrimió la mejor de sus sonrisas. Su oponente lanzó el primer golpe, que fue directo al hombro. Esthia era un poco teatrero cuando peleaba con humanos. La vampira le observó un rato entusiasmada, pero luego se escabulló con uno de los presentes, seguramente a otros placeres.
Uryan se cruzó de brazos, no le gustaba ver a Esthia peleandose, por que...no lo sabia y no indago en lo que fuers que significase aquello. Sus musculos se apretaron en cusnto vio al humano alcanzarle, sabia que no podia hacerle nada, pero algo en su instinto le hacia querer despellejar a ese tipo.
El lobo blanco jugó un rato, hasta que encajó un golpe que le hizo sangrar la nariz. Se echó a reír y lamió la sangre que le caía por el labio.
-ja, como si tú pudieras hacerme sangrar de verdad.
En tres buenos golpes lo había dejado ko y estaba pidiendo jaleo al público mientras corrían las apuestas.
La gente gritaba y animaba, con el opio ybel alcohol corriendo por sus venas. Oler la sangre del lobo blanco cais le hizo perder todo el control, su cuello se tenso y la gente, tal vez al notar la hostilidad de Uryan, se empezó a alejar discretamente de él. No parecia contento, nada contento, a pesar de escuchar ese comentario que le trajo recuerdos sangrientos y dulces.
Esthia se retiró de la arena. No iba a pelear más. No contra uryan. Así que dejaría que cualquier otro infeliz sufriera su rabia. Se dirigió al cuartillo donde tenían agua y vendas para después de los combates. No cerró el pestillo.
Ni falta que le hacia, porque la energía con la que abrió Uryan la puerta ya se daba por sentado que la hubiera tirado abajo y si no lo hizo al abrir poco faltó para hacerlo al cerrar. Se lanzó a por él, hecho un basilisco.- Que se suponia que hacias ahi.-Gruño
-Divertirme un rato.
Nadie entraría allí si habían visto entrar a uryan enfadado. Pero Esthia solo sonreía. Se había limpiado la sangre de la nariz.
-vas a pelear ahora? Hace mucho que no te veo.
Casi le estalla la cabeza, por qué sonreía, no tenia ganas de sonreir, tenia él mismo ganas de partirle esa sonrisa. -'Divertirte? No tienes un lugar mejor al que ir al que ses que voy a estar yo?
-como si te molestara mi presencia. Vamos ury, solo ha sido un pelea. Hace meses que no peleo.
- Sigo sin entender psra que quieres pelear, para sacarme de quicio? No eres cqpqz de estarte quieto un segundo?
Se acercó a él y le cogió un mechón de pelo, jugueteando con el entre los dedos.
-No me voy a romper por unos cuantos golpes...
El problema no era que se rompiera él, si no que lo iba a hacer Uryan viéndole en peligro. Gruño, para no darle una respuesta, aun tenso y mirando de reojo hacia abajo, estaba cabreado. No podía quedarse quieto cuando le estaban atacando y punto. Quería destrozar q todo lo que le pasase rozando. Tan dificil era de entender?
Subió la mano rozando el pecho de uryan, hasta su nuca. Se pegó a el, poniéndose de puntillas para casi rozar sus labios.
-tu eres el único que me puede destrozar. Y me encanta. Así que sal ahí fuera, dale una paliza rápida al que sea, y vayamonos a casa.
Aun le miraba de reojo con los ojos entrecerrados no le gustaba su actitud, ni sus intenciones...Pero funcionaban y solo consiguió moverse de peso de un pie a otro y gruñir antes de inclinarse y devorar su boca, buscando el sabor de su sangre sobre la piel.
Uryan Lockwood- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 22/02/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Ruins of Despair [Privado]
Después del incidente del orfanato...
(que puede leerse aquí, en la página 3.)
Hastur y Esthia regresaron al bosque apoyándose el uno en el otro. La infección de la plata ya les estaba provocando fiebre. Por suerte, ningún virote de metal había quedado en su cuerpo, por lo que todavía tenían una posibilidad de sobrevivir, si conseguían llegar a tiempo al territorio de la manada, hasta Aletheia, quien llevaba desde que se había convertido en la compañera del Alfa, trabajando en una poción o ungüento que pudiera contrarrestar los efectos nocivos de la plata y pudiera aumentar sus opciones de sobrevivir.
Por el momento, había conseguido que los arañazos y rasguños infectados no resultaran mortales, pero aún quedaba mucho trabajo por delante para encontrar una verdadera solución. Hasta entonces, tendrían que limitarse a ese pequeño milagro embotellado que retrasaba la extensión de la infección y le daba la oportunidad a sus cuerpos de curarse, aunque fuera entre terribles dolores y altas fiebres o vomitando todo lo que llegaba a sus estómagos.
El olor de su sangre llegó hasta el claro donde se asentaba el núcleo de la manada antes de que ellos quedaran a la vista. Y el revuelo fue inmediato. Klaus y Pierre se apresuraron a ir a por ellos, cargando con su peso lo más rápido que pudieron hacia la casa del primero, donde llevaban a cualquier herido, pues Klaus tenía conocimientos de medicina.
La mujer de éste, fue al punto a buscar a Aletheia y entre las dos cargaron los botes necesarios para proporcionarles el antídoto. Y fue precisamente la bruja, la que se llevó a Leif y Uryan a un rincón, pasando por alto los gruñidos y las miradas de rabia, que presagiaban muerte y destrucción para los responsables. Tomó una mano de cada uno con las suyas, para anclarlos a ese lugar, a ese momento.
-No podeis ir a cortar cabezas por esto. No a lo loco. Miradme. Ambos. Vamos a ocuparnos hoy de ellos. Tú –dijo dirigiéndose en primer lugar a Uryan-, necesito que te quedes con Esthia. Eres el que mejor lo conoce. Tienes que vigilarlo esta noche y avisarme de cualquier cambio, por pequeño que sea. Eso puede salvarle la vida. –Le soltó la mano y se la colocó en la mejilla-. Te prometo que los culpables pagarán, pero ahora te necesitamos aquí. No es momento de venganza.
Con un gesto, le indicó que fuera a reunirse con Esthia, quedándose a solas con Leif.
-Leif, sé que quieres destrozar la orden entera por esto. Pero en el fondo sabes que Axel es un hombre de honor y no atacaría a uno de los nuestros sin motivo. Apenas esté segura de que Esthia y Hastur están atendidos, vamos a ir a ver qué ocurre, vamos a llegar al fondo de este asunto y, si tiene que correr la sangre, correrá.
(que puede leerse aquí, en la página 3.)
Hastur y Esthia regresaron al bosque apoyándose el uno en el otro. La infección de la plata ya les estaba provocando fiebre. Por suerte, ningún virote de metal había quedado en su cuerpo, por lo que todavía tenían una posibilidad de sobrevivir, si conseguían llegar a tiempo al territorio de la manada, hasta Aletheia, quien llevaba desde que se había convertido en la compañera del Alfa, trabajando en una poción o ungüento que pudiera contrarrestar los efectos nocivos de la plata y pudiera aumentar sus opciones de sobrevivir.
Por el momento, había conseguido que los arañazos y rasguños infectados no resultaran mortales, pero aún quedaba mucho trabajo por delante para encontrar una verdadera solución. Hasta entonces, tendrían que limitarse a ese pequeño milagro embotellado que retrasaba la extensión de la infección y le daba la oportunidad a sus cuerpos de curarse, aunque fuera entre terribles dolores y altas fiebres o vomitando todo lo que llegaba a sus estómagos.
El olor de su sangre llegó hasta el claro donde se asentaba el núcleo de la manada antes de que ellos quedaran a la vista. Y el revuelo fue inmediato. Klaus y Pierre se apresuraron a ir a por ellos, cargando con su peso lo más rápido que pudieron hacia la casa del primero, donde llevaban a cualquier herido, pues Klaus tenía conocimientos de medicina.
La mujer de éste, fue al punto a buscar a Aletheia y entre las dos cargaron los botes necesarios para proporcionarles el antídoto. Y fue precisamente la bruja, la que se llevó a Leif y Uryan a un rincón, pasando por alto los gruñidos y las miradas de rabia, que presagiaban muerte y destrucción para los responsables. Tomó una mano de cada uno con las suyas, para anclarlos a ese lugar, a ese momento.
-No podeis ir a cortar cabezas por esto. No a lo loco. Miradme. Ambos. Vamos a ocuparnos hoy de ellos. Tú –dijo dirigiéndose en primer lugar a Uryan-, necesito que te quedes con Esthia. Eres el que mejor lo conoce. Tienes que vigilarlo esta noche y avisarme de cualquier cambio, por pequeño que sea. Eso puede salvarle la vida. –Le soltó la mano y se la colocó en la mejilla-. Te prometo que los culpables pagarán, pero ahora te necesitamos aquí. No es momento de venganza.
Con un gesto, le indicó que fuera a reunirse con Esthia, quedándose a solas con Leif.
-Leif, sé que quieres destrozar la orden entera por esto. Pero en el fondo sabes que Axel es un hombre de honor y no atacaría a uno de los nuestros sin motivo. Apenas esté segura de que Esthia y Hastur están atendidos, vamos a ir a ver qué ocurre, vamos a llegar al fondo de este asunto y, si tiene que correr la sangre, correrá.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Ruins of Despair [Privado]
Uryan estaba vigilando la zona, pero no sabía nada de Esthia y eso le tenía con la cabeza en dos partes, aun así estaba centrado en proteger a Aletheia y a quien quiera que estuviera dentro del territorio, porque de hecho ese era su cometido, no sabía que lo era pero en cuanto entraron en la manada Slang se posicionó inmediatamente en una alejada zona donde podía observarlo todo de lejos, sus rondas por el territorio le permitían olfatearlo todo e identificar quién pasaba y quién no, por eso mismo el olor de la sangre y la plata mezclada con el olor de Esthia hicieron que se le pusiera la carne de gallina. Se empezó a tensar, notaba que Slang se volvía loco de rabia y comenzó a morderle la nuca empujándole a transformarse hasta el punto de perder el control. El frenesí no era buena idea en esos momentos, pero su mente no lograba comprender qué estaba ocurriendo, solo le llegaba el olor de la sangre y su furia se inflaba.
Cuando estuvo a punto d dar un paso hacia delante notó a Aletheia interponiéndose en su camino, gruñó, casi junto a Leif, Slang le impedía apartar a la bruja pero no le faltaban ganas. Apretó la mandíbula y los puños, tan fuerte como pudo porque la fuerza que tenía que usar para controlarse a sí mismo era inmensa. Dejó que la morena cogiera su mano y se mordió el interior de las mejillas hasta hacerse sangre, bufando miraba fijamente hacia la zona donde podía oler al cachorro, pero la frase de Aletheia le hizo mirarla y volver su atención a ella. Poco a poco se fue calmando, cogió aire varias veces con amplitud, notaba un dolor exagerado en el pecho, de la rabia condensada. - Como que SI tiene que correr la sangre. ALGUIEN tiene que sangrar.- Dijo casi con un rugido, no gritando, pero su voz ronca reverberaba en su pecho.
Cerró los ojos y miró a Aletheia cuando le tocó la mejilla, casi se podía notar cómo le bajaban las orejas.- Dónde está el cachorro.- necesitaba verle, estar seguro de que estaba vivo y vigilarle, tal y como le había indicado la hechicera, por esa misma razón en cuanto le indicó el lugar fue a por él. Primero se encargaría de protegerle, de hacer lo posible para que se mantuviera con vida y después...Después les mataría a todos.
Cuando estuvo a punto d dar un paso hacia delante notó a Aletheia interponiéndose en su camino, gruñó, casi junto a Leif, Slang le impedía apartar a la bruja pero no le faltaban ganas. Apretó la mandíbula y los puños, tan fuerte como pudo porque la fuerza que tenía que usar para controlarse a sí mismo era inmensa. Dejó que la morena cogiera su mano y se mordió el interior de las mejillas hasta hacerse sangre, bufando miraba fijamente hacia la zona donde podía oler al cachorro, pero la frase de Aletheia le hizo mirarla y volver su atención a ella. Poco a poco se fue calmando, cogió aire varias veces con amplitud, notaba un dolor exagerado en el pecho, de la rabia condensada. - Como que SI tiene que correr la sangre. ALGUIEN tiene que sangrar.- Dijo casi con un rugido, no gritando, pero su voz ronca reverberaba en su pecho.
Cerró los ojos y miró a Aletheia cuando le tocó la mejilla, casi se podía notar cómo le bajaban las orejas.- Dónde está el cachorro.- necesitaba verle, estar seguro de que estaba vivo y vigilarle, tal y como le había indicado la hechicera, por esa misma razón en cuanto le indicó el lugar fue a por él. Primero se encargaría de protegerle, de hacer lo posible para que se mantuviera con vida y después...Después les mataría a todos.
Uryan Lockwood- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 22/02/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Ruins of Despair [Privado]
-No lo dudes -respondió la hechicera antes de dejarle ir junto a Esthia y dedicarse a contener la rabia de Leif-. Está en la habitación del fondo -porque Esthia y Uryan tenían su propia cabaña, alejada del claro, pero también tenían una habitación para ellos allí, en la casa del alfa, como sus hombres más cercanos, sus pretorianos, casi sus iguales.
Ella misma hablaría con Axel al día siguiente, pero no antes de asegurarse de que los dos lobos estaban fuera de peligro.
Esthia estaba adormilado a causa de las pociones que le había dado Aletheia, pero mantenía la consciencia suficiente como para hablar, aunque fuera con esa voz enronquecida que tenía siempre al despertar.
-La he visto, Ury. Y es preciosa.
La Dama de Plata. Sabía que era ella. La Loba blanca, la encarnación de la Luna, la diosa protectora. Ésa que contaba la leyenda que los lobos blancos estaban llamados a proteger. Un mito que se había mantenido, aunque algo distorsionado en el tiempo. Él siempre había pensado que ser blanco era una cosa del azar, que tenía buena suerte y eso era todo. Decía lo de que era un elegido, contaba el mito y todo eso, pero por supuesto estaba claro que era parte de la leyenda y no se consideraba para nada especial hasta tal punto.
Y sin embargo, ahí estaba ella. No parecía tener nada de especial, pero ahí estaba. Había algo en su aura, en sus ojos, en el brillo de su sonrisa. Esa mujer era su diosa hecha humana. Y él había tenido el honor de defenderla. Aquellas heridas dolían, muchísimo, pero no se arrepentía en absoluto de haberlas sufrido.
-Pero tú me gustas más.
Como la otra vez que estuvo drogado, Esthia parecía olvidar que no era bueno soltar la lengua y reconocer en voz alta lo que sentía. Que su vida correría peligro. Aunque se ponía muy tierno.
Ella misma hablaría con Axel al día siguiente, pero no antes de asegurarse de que los dos lobos estaban fuera de peligro.
Esthia estaba adormilado a causa de las pociones que le había dado Aletheia, pero mantenía la consciencia suficiente como para hablar, aunque fuera con esa voz enronquecida que tenía siempre al despertar.
-La he visto, Ury. Y es preciosa.
La Dama de Plata. Sabía que era ella. La Loba blanca, la encarnación de la Luna, la diosa protectora. Ésa que contaba la leyenda que los lobos blancos estaban llamados a proteger. Un mito que se había mantenido, aunque algo distorsionado en el tiempo. Él siempre había pensado que ser blanco era una cosa del azar, que tenía buena suerte y eso era todo. Decía lo de que era un elegido, contaba el mito y todo eso, pero por supuesto estaba claro que era parte de la leyenda y no se consideraba para nada especial hasta tal punto.
Y sin embargo, ahí estaba ella. No parecía tener nada de especial, pero ahí estaba. Había algo en su aura, en sus ojos, en el brillo de su sonrisa. Esa mujer era su diosa hecha humana. Y él había tenido el honor de defenderla. Aquellas heridas dolían, muchísimo, pero no se arrepentía en absoluto de haberlas sufrido.
-Pero tú me gustas más.
Como la otra vez que estuvo drogado, Esthia parecía olvidar que no era bueno soltar la lengua y reconocer en voz alta lo que sentía. Que su vida correría peligro. Aunque se ponía muy tierno.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Temas similares
» A God in Ruins || Privado
» Despair and ecstasy {Privado} +18
» Blink your eyes just once and see everything in ruins {Fausto}
» The Voice of Freedom and Despair {Violette Ficha}
» Nothing as It Seems | Privado
» Despair and ecstasy {Privado} +18
» Blink your eyes just once and see everything in ruins {Fausto}
» The Voice of Freedom and Despair {Violette Ficha}
» Nothing as It Seems | Privado
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour