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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Richard Armstrong Sáb Oct 21, 2017 5:24 am

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Mar Mediterráneo
Barco "La mal Querida"
1:30 am



-•°•-


La brisa marina acariciaba de lleno el rostro del arqueólogo, ahí situado en la popa del barco observaba la luna llena que acontecia esa noche reflejada en las aguas del Mediterráneo no hacía mucho que habían zarpado y se mostraba entusiasta pues en sus manos sostenía una especie de daga que en la punta se volvía chata como si su función fuera abrir algo, en el mango podía verse grabado una leyenda en hierático que se podía traducir en : "Donde los muertos custodian, descansa eterno" no entendía muy bien aquello era una referencia al libro? Ya le había dado vueltas y solo llegó a la conclusión que si esas catacumbas en Alejandría existían, ahí debía estár el libro de los muertos o un indicio de dónde buscar, pero ese no era el mayor problema si no el tiempo, pues Bonaparte ya estaba por partir con su expedición militar apoyado por la corona así que prácticamente les estaban pisando los talones por ello no harían tantas paradas y se irían lo más directo posible, en eso acordó con Antonio y el pago que se le dio era justo.

Tenía intención de descansar un poco antes de aventurarse a otra expedición  considerando que su ingreso al equipo de los hermanos Chandler le había traído demasiada acción provocando que postergará trabajo debido a lo agotador que resultaba armonizar ambas cosas ya que también por ser el más maduro de cierto modo le tocaba mantenerlos unidos ante disputas o desacuerdos y eso mentalmente lo cansaba; pero la verdad es que la razón principal por la que no pudo tomarse un respiro fue por el simple hecho que su colega Marie le hizo llegar la daga conseguida de la expedición que hizo la mujer unos dos meses atrás en el Cairo y en cuanto el arqueólogo sostuvo dicha daga en sus manos supo que aquello podía pertenecer a las catacumbas prohibidas que se relataban en los papiros encontrados en el valle de los reyes pues esa daga la pudo reconocer, era igual a la que se presentaba en dichos papeles antiguos.

Poco había dormido y aún así estaba de pie con los ojos puestos en el horizonte el cual le regalaba una maravillosa vista, la mayoría ya estaba durmiendo así que en cubierta solo estaba los hombres que tocaba la guardia y el capitán al timón.

Y no es que no tuviese en dónde  descansar,ya que se le había acomodado el lugar donde el capitán solía leer las cartas de navegación( un espacio cerrado que cumplía con un decente resguardo, de hecho le recordaba a su estudio) que para nada le molestaba dormir en un catre improvisado por que por supuesto se había dispuesto el camarote principal para las únicas mujeres su colega y la menor de los cazadores a quien el experimentado hombre no dudo en pedirle le acompañará en esa travesía, el solo recordar cómo se suscitó todo le causaba una sonrisa ya que Ane era una mujer como ninguna que hubiese conocido antes, tan impulsiva y aguerrida, su fortaleza era de admirar por ello no le extraño su respuesta apesar de la negativa obvia de su hermano; si bien el quizo intervenir no tuvo opción cuando la cazadora puntualizó que no habría necesidad que intercediera por ella, no la iba a tratar como una niña por eso respeto su decisión manteniéndose al margen.


-Tampoco puede dormir?...espero el constante movimiento no le ocasione inconveniente.-

La voz varonil se dejó escuchar al compás de las olas resonar sobre el navío, no fue difícil ver la figura femenina subir por la escalera de un costado por ello y por su distintivo perfume supo de quién se trataba eso y que el barco no estuviera  lleno de féminas.Le regaló una sonrisa pues justo acaba de pensar en ella.

-Siento que esto esconde más, incluso llámeme demente pero se puede sentir cierta energía casi negativa en el.-

Mencionó explicando por que él se encontraba despierto a tales horas, mientras dejaba a la vista de la joven castaña el arma que parecía tener un uso distinto al de ataque y con suma confianza la extendía hacia ella para que le viese mejor y diera su opinión.
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Mensaje por Aneu Chadwick Sáb Oct 21, 2017 11:19 am

Aún no se podía creer que estuviera en un barco rumbo a Alejandría con Richard, yendo en busca del libro de los muertos. Más que por el hecho de haber tenido que discutirse intensamente con el sobreprotector de su hermano para emprender el viaje, por la existencia misma de ese tomo codiciado y la posibilidad de encontrarlo, tocarlo, saborear su poder, su historia… La cazadora no lograba conciliar el sueño, demasiado emocionada por todo lo que estaba por suceder. Sin embargo, de vez en cuando, entre sus múltiples divagaciones y fantasías sobre lo que podría ocurrir una vez pisaran tierras forasteras, aparecía la imagen de Ryuu molesto con ella, gritándole incluso, y todo su mundo de ilusiones se derrumbaba. Si bien ya tenía veintiocho años y era una mujer que podía tomar sus propias decisiones, odiaba discutirse con la única familia que le quedaba. Pero la culpa no era de ella, el mayor debería comprender que no la podía tener amarrada ni oculta bajo su ala el resto de su vida, que Aneu necesitaba vivir sus propias experiencias, descubrir mundo y llevarse palos como cualquier persona, madurando y forjándose a sí misma.

Resopló en el silencioso camarote, apartando las sábanas que cubrían sus piernas desnudas y se sentó al borde de la cama para ponerse de nuevo los pantalones y sobre la camisa que ya portaba se colocó un chaleco de cuero atado con cintas del mismo material en el centro del pecho. Calzó finalmente sus botas de tallo medio, pasándolas por encima del bajo del pantalón y decidió subir a cubierta a que le diera un poco el aire. Estaba cansada de pensar a oscuras, prefería disfrutar de la brisa marina y el manto de estrellas que debía estar guiando a aquellas horas al capitán o su tripulado que llevara en aquellos momentos el timón.

Subió lentamente los escalones de maderas, disfrutando del crujir que cada paso provocaba y el lento pero marcado vaivén que la estructura del barco bajo sus pies. A penas nada iluminaba lo que había fuera, excepto el reflejo de una media luna que sonreía al navío. Aún así, reconoció la silueta recortada que observaba el mar en la distancia. Sonrió al escuchar que hablaba con ella, convencida de que el hombre era consciente de a quién se dirigía concretamente. -Me cuesta dormir con la emoción que tengo contenida. Es un viaje que, sin saberlo, llevo toda la vida esperando.- Siguió caminando en dirección a la figura, ampliando aún más la sonrisa al escuchar su opinión al tiempo en que le tendía el objeto para que ella lo examinara. Lo tomó con ambas manos y lo observó, sintió el frío del metal, humedecido por encontrarse ahora en alta mar, la forma, las marcas en la empuñadura y el final plano de la hoja. Todo contaba una historia, o más bien fragmentos, que la joven estaba deseosa de averiguar. Resiguió el filo romo con la yema del pulgar, intentando dibujar el trabajo que en su día habría hecho una piedra húmeda o habría sido amartillado junto a una fragua. Alzó la vista de nuevo a su compañero de viaje con las pupilas dilatadas para adaptarse mejor a la oscuridad. -Jamás te llamaría demente, menos aún por esto. Yo también puedo sentir esa energía fundida con el oro. Es como una corriente que te arrastra y reclama que la lleves al que es su lugar.- Devolvió al objeto al que era su dueño actual, aprovechando que volvía a tener las manos libres para apartarse el cabello detrás de la oreja, aunque el viento enseguida se encargó de volverlo a desordenar. Se colocó de lado junto a Richard, dirigiendo su vista al horizonte. -A estas alturas deberías dejar de hablarme de usted, ¿no crees?- Comentó en un tono afable y divertido, observándole por un instante de reojo. Ya hacía casi dos años que se conocían y ella hacía mucho que le tutueaba, y aunque él fuera un hombre muy correcto, sentía que aquel trato les alejaba.
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Mensaje por Richard Armstrong Mar Oct 24, 2017 3:02 pm

Las manos maduras tomaron con cuidado la daga, mientras sus ojos revelaban la sonrisa sincera de sus labios ante las palabras de aquella experta cazadora.Se podía oír las olas golpeando el navío y el olor salino que quedaba en el aire junto con la brisa, un buen tiempo sin duda; si nada cambiaba no demorarían lo previsto y de verdad rezaba por que fuera así.No por el reconocimiento mundial que le podia traer a su carrera el descubrimiento de las catacumbas, si no, por que ese libro no podía caer en manos equivocadas como lo era Bonaparte

-Es como si gritase ser regresada, esa misma sensación siento al sostenerle en mis manos y me alegra que no sean delirios de alta mar-

La risa varonil se dejó escuchar un tanto discreta pues no quería llamar la atención a esa hora, sus ojos siguieron cada movimiento de la joven observándola bajo esa luz de luna que solo adornaba más su belleza; negó levemente mientras le miraba fijo con cierta diversión

-Tiene...tienes razón, aunque no creo que a tu hermano le plazca tanta confianza de mi parte apesar del tiempo que hemos compartido -

Y es que no solo compartían mucho tiempo pues prácticamente su mansión  en París se transformó en una guarida para el grupo incluso cada uno tenía una habitación de la cual podían disponer como propia y apesar de ello el seguía tratando a todos de esa manera caballerosa al único que tuteaba era al hermano de Aneu, de ahí en fuera se mantenía muy respetuoso con las damas por más extrovertidas que algunas fueran el siempre se mantenía en esa línea. Pero con la menor de los Chandler era distinto, su trato era más cercano que con el resto y le era inevitable estar pendiente de ella aunque ese sentimiento no lo sentía correcto, sin duda pretendía convencerse que era un sentimiento paternal lo que le impulsaba a velar por ella cuando en el fondo sabía que no la veía de esa manera. Coloco el objeto que tenía en sus manos dentro de la funda que se encontraba en su cinturón, resguardandole nuevamente de cualquier ojo curioso.

-No habías hecho un viaje largo en barco antes?, Recuerdo la primera vez que subí a uno, era apenas un crío de 8 años acompañando a su padre. Termine amando lo que mi progenitor hacia y entendí su pasión por la arqueología, después de todo lo traía en la sangre...lo malo que tarde en acostumbrarme al movimiento de los navíos. Por fortuna deje tiempo atrás las náuseas por esa causa. -

Relato mostrándose afable por la presencia a su lado, riendo un poco al rememorar fragmentos de su lejana infancia siempre supo que seguiría los pasos de su padre lo supo cuando en su manos tomo una herramienta llamada piqueta. Siempre se mostraba totalmente entusiasta ante nuevos proyectos no lo podía evitar sabía que nunca era fácil siempre se exponían a diversas dificultades que lo dotaban de experiencia tanto de lucha como de conocimiento. Ane era sin duda una mujer capaz de hacerle frente a cuálquier evento, quizás no hubiese querido que le acompañara en un principio para no exponerla pero al saber que su viaje sería largo la espina de no estar presente por si algo sucedía en una misión de caza no le dejaba de rondar, en cambio si ella estaba a su lado por muy tonto que sonara podía protegerla aunque se le pudiese ir la vida en ello y así estar tranquilo en esa expedición sabiendola con el, aunque solo fuera como compañeros de viaje.

-Trabaje por un tiempo en la pista de donde podrían estar estás catacumbas...se que si la tumba de Akhenatón está en ese lugar el libro también. O por lo menos algo que nos lleve a él; tenemos mucho terreno por explorar al tocar tierra pues es muy probable que la arena ya haya sepultado la entrada.Tantas posibilidad que surgen si empiezo a especular.-

La emoción y la pasión se notaba en su hablar al explayarse en sus teorías, sabía que a la mujer no le molestaba sus platicas ni le aburria sus especulaciones lo cual el agradecía pues aquello era su segundo amor, un trabajo que para el no resultaba serlo pues ponía todo de sí en cada detalle. Difícilmente alguien ajeno a ese tipo de trabajos se mantenía tan atenta como ella se mostraba, una cosa más que adorar en la castaña.
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Mensaje por Aneu Chadwick Miér Oct 25, 2017 5:32 am

Asintió a las palabras del hombre, ciertamente había algo en esa daga que era mucho más de lo que aparentaba ser. Casi se podía palpar su historia con sólo rozar el metal precioso con el que se había fraguado y eso mandaba escalofríos a la espina dorsal de la cazadora, cuyo entusiasmo por la aventura era desmedido. Y el hecho de ser su primera expedición con Richard a solas, sin ninguno del grupo de cazadores con ellos, hacía que la euforia aún fuera mayor, aunque la contuviera por no asustar al mayor, que siempre se molestaba en mantener la compostura con ella a pesar de ser una joven alocada e impulsiva.

Aferrándose al esqueleto de madera del barco, dejó que el viento salino golpeara su rostro y alborotara más sus cabellos castaños, riendo por el cosquilleo que la brisa le produjo al entrar en sus fosas nasales y dejar allí el olor a mar. Giró entonces el rostro, despegando los párpados que con el golpe de aire había cerrado, buscando con sus ojos verdes la mirada ajena. -No es a mi hermano al que debes complacer al dirigirte a mí.- Se soltó con una de las manos y llevó la misma a acariciar el rostro foráneo con una agradable sonrisa en los labios, aunque la retiró al instante, no deseando incomodarle. -Ryuu no está aquí ahora, así que no te preocupes por lo que él podría pensar.- Observó entonces como el contrario guardaba la daga en una funda del cinturón y a continuación le escuchó hablar sobre su pasado. Aneu amaba las historias y el antropólogo conocía muchas, algunas las había vivido él mismo y otras muchas hablaban de conocidos o cosas que había leído en libros antiguos. Aquello fue lo que primero llamó la atención de la americana, el conocimiento de aquel hombre, tan vasto, y que además era un aventurero nato como ella. Se sentía sumamente cercana a él y de un modo muy distinto al que lo hacía con su hermano. Le admiraba, pero tampoco era de la misma manera. Y cuando le había ofrecido ir con él a Alejandría, ni siquiera dudó un segundo en dejar a los demás en Francia y partir en un viaje que duraría semanas.

Escucharle hablar era una delicia, la pasión que ponía en cada palabra, las experiencias que narraba con tanto detalle y aquella chispa que brillaba en los ojos de Armstrong cuando contaba las cosas, era algo que fascinaba a la cazadora, era casi como si la hipnotizara. Se lo quedaba mirando ida, atontada, sumida en sus historias y en las imágenes que sus descripciones plasmaban en las retinas de la muchacha. Volvió a sonreír, ésta vez con amplitud, imaginándose ya en tierras alejandrinas con las botas hundidas en la arena a cada paso dado. El tacto terroso de las piedras usadas para construir, las hendiduras de los grabados que cuentan leyendas… Sonaba todo maravilloso y peligroso, no lo iba negar. Pero ella estaba preparada para enfrentarse a lo que fuera necesario. Era una cazadora experta y defendería a Richard a costa de su vida si debía. Luchadora nata, impetuosa, fiera desbocada. Pero ante todo, él le importaba. Su mirada se ensombreció por un momento al pensar en lo que podría ocurrir si allí se topaban con seres sobrenaturales. Ella estaba preparada, pero también estaba sola. El inglés sabía defenderse y para tener cincuenta años estaba en muy buena forma, pero ella lo que quería era protegerle, no ponerle en peligro. Un suspiro escapó de sus labios sin que se percatara, sacudiendo la cabeza al querer apartar aquellos malos pensamientos de su mente. Apretó los labios y volvió a sonreír, aunque algo se ocultaba tras aquel gesto dulce que mostraba. -Lo encontraremos antes que Bonaparte, te lo prometo.- Posó su mano sobre una de las ajenas y la apretó con suavidad. Deseaba dar con aquel libro más que nada en el mundo, su primer descubrimiento con Richard. El corazón le dio un vuelco al verlo de aquella manera y se le paró un instante la respiración. Parpadeó, volviendo a su actitud anterior y regresó la mirada al mar, pero sin retirar la mano. -Juntos lo conseguiremos.- Pronunció como una afirmación y al mismo tiempo un mantra. Estaba segura de lograrlo y al mismo tiempo suplicaba que así fuera. No quería decepcionar a ese hombre.
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Mensaje por Richard Armstrong Lun Oct 30, 2017 3:00 am

Su postura vacilo un poco ante el dulce tacto de la joven en su mejilla, le había tomado por sorpresa y le fue inevitable anhelar que la mano hubiese reposado un poco más en su piel madura pero su gesto fue tan fugaz que no pudo retenerle. Ane se mostraba tan atenta a sus palabras que le hacía sentir un hombre importante, no había nada que le gustará más que ver esos jóvenes ojos llenos de brillo y apremio ante el relato de la aventura que les esperaba al pisar puerto, que compartiera sus pasiones sin aburrirse; por eso le resultaba imposible apartar la vista de la castaña, le eclipsaba con su presencia y el tanto que se esmeraba en refrenar su sentir.
Los ojos llenos de experiencia se clavaron en la mano que le apretaba la propia y por instinto poso la libre encima de la femenina guardandola de la brisa marina, cuántas ganas de abrazarla le albergaba al oírla hablar con esa complicidad que habían desarrollado gracias al paso del tiempo, una que jamás pensó e imagino cuando la vio por primera vez en aquella tienda donde se reunieron todos para dar paso a ese pequeño grupo; que más adelante se dedicaría a dar caza a seres sobrenaturales que no seguían normas y resultaran amenazantes para la sociedad. Por supuesto que desde entonces él se había exigido más ya que era el unico que no contaba con experiencia para ser un cazador como ellos, sumándole que las fuerzas no eran las mismas que hace 20 años pero tenia a favor su inteligencia y de cierta manera lo vivido le ayudaba a no ser una carga y valerse de el mismo para combatir cuanta bestia se le plantará aunque resultará más de una vez malherido.

Retiro la mano que tenía encima de la joven para hacer algo que el corazón le dictaba atreviéndose a tomarla del mentón de manera delicada para que sus ojos se cruzarán, haría bien? No estaría tomándose demasiada confianza y si ella se ofendía?o peor aún lo rechazaba?. Dejo de pensar por un instante, no, no podía fingir que le veía como una hija cuando se moría por besar esos tiernos labios y llenarla de ese amor que sabía el podía darle.

-Aneu...yo...-

Corto la distancia sin soltar el mentón femenino mostrándose un poco nervioso y titubeante como si fuese un crío, caramba, ni en su mejor época una mujer lo ponía tan desarmado, debía parecer un idiota intentando declararse. Mejor no decir nada y actuar cierto?, Por instinto cerro sus ojos acercando sus labios lentamente pudo sentir el aliento en su rostro y...

-MOTIN!!!-

El grito de un hombre les alertó y cuando Richard giro pudo ver a alguien apuntandoles desde el otro extremo su instinto fue más rápido tirándose al suelo encima de Ane, si la situación hubiese sido otra quizás se hubiese avergonzado por sentir la exquisita figura debajo suyo pero en ese momento estaba más preocupado por aquel motín, se supone que Antonio le aseguro que este tipo de cosas no pasaría. Podía oír la pólvora estallar y pronto las espadas chocando se oyeron en cubierta entre alaridos y gritos, maldijo por lo bajo.

-La aventura se nos adelantó...-

Miro por un momento a la menor de los Chandler y le dedicó una sonrisa, mientras ella estuviera a su lado tenía esa fuerza que le empujaría y llevaría a hacer lo imposible. Tenía que deshacerse de aquel que seguía disparando a lo mucho le quedarían dos tiros, así que se levantó rápido y tomando una daga de su chaleco la lanzó con fuerza provocando que el agresor tirará el arma, le pudo haber matado pero él no era muy a fin de cargar con muertes en su conciencia. Se giró tendiéndole una mano a Ane para ayudarle a levantarse, debían darse prisa si esos pillos tenían al capitán sería cuestión de pocos minutos para que les agarrasen, eran minoría.
Pudo ver cómo Felipe venía con la Doctora y esta última corrió a abrazarle de manera exagerada tomándolo por sorpresa mientras su otro colega le daba un puñetazo a un hombre que le venía dando caza dejándolo al pie de la escalera, bueno al menos era un alivio que a estos no les hubiesen agarrado.

-Gracias al cielo estas bien Rich.-

Richard solo atino a deshacer aquel abrazo de manera delicada sin ser grosero pues por el momento tenían casi el tiempo encima y Felipe ya había subido las escaleras alcanzandoles.

-Esto hareis..Felipe llévaros a Martha, usen el bote y ponedlo a la altura de la proa, Ane y yo irémos por los mapas y lo que hagais falta si son piratas no tardaremos en ver otro barco sin bandera entonces si no tendremos muchas opciones. Lo más seguro es que busquen la llave y no debe caer en esas manos. Andén marcharos ya.-

Los alentó con esa adrenalina golpeándole los sentidos, como lo supuso pudo ver otro barco que al grito de fuego les atacaron con cañones; las balas hicieron crujir a la malquerida provocando que todos en el navío se tambalearan, su mirada se clavo por un segundo en la cazadora que para nada parecía turbada.

-Juntos?-

Pregunto, esperando a que está tomara su mano no había de otra tendrian que cruzar para lograr llegar al camarote del capitán y de esa manera poder tomar sus pertenencias que estaban aguardadas en una caja fuerte. Con ella de su mano bajo las escaleras pero pronto le tuvo que soltar pues tomando una espada enterrada en el cuerpo de un desconocido se defendió del ataque que le lanzó un extraño repeliendo la espada que por poco le rebana el cuello, se volvio certero en cada golpe y cuando tuvo oportunidad le dio un puñetazo en el rostro desequilibrando a su oponente provocando que cayera por cubierta se giró y vio como Ane sin problema se abría camino.De nuevo la palabra fuego resonó llevándose el mástil con un estruendo, esta vez el arqueólogo cayó al suelo por lo fuerte del impacto y los oídos le pitaron dejándole un poco sordo,a pesar de ello se incorporo lo más rápido que pudo tratando de localizar a Ane entre el reciente fuego y la multitud que no dejaba de luchar ante sus ojos.


Última edición por Richard Armstrong el Vie Nov 17, 2017 9:41 am, editado 1 vez
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Mensaje por Aneu Chadwick Lun Oct 30, 2017 1:36 pm

Al notar la cálida mano del hombre cubrir la suya, volvió a sonreír, ladeando ligeramente la cabeza cuando le escuchó iniciar una frase, sintiendo rápidamente un hormigueo recorrerle alrededor de la cintura cuando las yemas ligeramente frías de los dedos ajenos rozaron su mentón. Los verdes ocelos de la cazadora se fijaron de inmediato en los ojos de Richard, pero contagiada por el gesto foráneo, dejó caer los párpados con lentitud mientras los rostros de ambos se acercaban. ¡No se lo podía creer! Después de tanto tiempo, al fin parecía que el inglés correspondía sus sentimientos, que bajaba aquel muro que había levantado de cordialidad y tratarla como si fuera una hermana pequeña o, peor aún, una hija. Pero cuando la respiración del arqueólogo rozó sus labios y creyó que, al fin, iban a besarse, una voz de alarma les sobresaltó, estropeando por completo el momento. Abrió los ojos de sopetón y miró en la dirección de la que provenía el grito. Antes de que pudiera reaccionar a aquella arma que les apuntaba, ya estaba cayendo de espalda sobre la cubierta con su protector encima. Se golpeó la cabeza, pero estaba acostumbrada a cosas peores en las cacerías, así que no hizo aspaviento alguno excepto una breve queja al tocarse con la mano en la zona del impacto.

Miró a Richard a los ojos y no pudo sino reír ante tal comentario. -Vino ella en busca de nosotros.- Añadió con tono ligeramente jocoso, pero enseguida se centró en la situación que les acontecía y en cuanto el mayor se apartó, apoyó el torso sobre los antebrazos al erguirlo y pronto se levantó por completo con la ayuda de aquella mano que el inglés le ofrecía. Aneu siempre iba con armas encima, era algo con lo que llevaba viviendo prácticamente toda la vida, el ser acechada, así que nunca se era suficientemente precavida. Alzó la pierna derecha y del forro de la bota sacó un par de cuchillas sin mango de madera, terminaban en un círculo de plata como el resto de la hoja, agarró una con el dedo índice y la otra la dejó colgando del meñique, lista para recargar en cuanto lanzara la primera. Vio a uno que se encaramaba al mástil para apuntarles con otra arma y ella lanzó la punta, acertándole entre los ojos. Al contrario que el británico, ella estaba entrenada para matar y sólo perdonaba a aquellos que no arrebataban otras vidas. No era el caso de aquel desgraciado. Cuando se giró para reencontrarse con la figura de Richard, la doctora estaba aferrada a él en un abrazo y la muchacha no pudo evitar fruncir el ceño ante la escena. Ni siquiera ella le había abrazado aún. Sacudió la cabeza, apartando aquella idea de la mente y se acercó a ellos. Una vez reunidos los cuatros, escuchó con atención las indicaciones del arqueólogo y asintió a su plan. -Me parece una buena idea.- De pronto, lo que les servía de suelo tembló al recibir un cañonazo, que no llegó a abrir el casco pero que de seguro lo haría en un próximo intento si acertaban a la zona más frágil.

Tomó la mano de Richard y se la apretó con firmeza, buscando no sólo acompañarle, sino demostrarle que estaba lista para luchar y afrontar lo que se les viniera encima. -Juntos.- Corrieron cubierta a través e iniciaron el descenso por las escaleras, pero tuvieron que soltarse porque les atacaron por dos flancos, ella se encargó de un tipo que les venía detrás e intentó saltarle encima, acorralándola contra la pared de madera, pero ella le impidió que se pegara al interponer su pierna flexionada, la izquierda y con un golpe con la base de la palma de la mano hizo que una de las puntas que allí guardaba atravesara el cuero y se clavara en el pecho del malhechor, cayendo este rodado escalones abajo. Se sacudió la sangre que le había salpicado en la cara y fue a reunirse con el inglés. Mas antes de alcanzarle, un nuevo temblor hizo que tropezara y con la sacudida incluso saliera despedida hacia la planta baja del barco, golpeándose el pecho contra los tablones en un choque seco y doloroso que le quitó la respiración durante unos segundos que se le hicieron eternos. Quedó tendida, inmóvil, pero en cuanto el aire regresó a sus pulmones como si se lo insuflaran por un diminuto orificio, se empujó con las manos para girar y quedar boca arriba. Se llevó una mano al pecho y la otra al cuello cuando empezaron las toses, por si fuera poco, empezaba a alcanzarles humo negro. Parpadeó muy despacio, como si el mundo de repente se moviera a cámara lenta, intentó buscar a Richard con la mirada, pero todo le daba vueltas. Finalmente pudo localizarle y tendió un brazo hacia él, mientras con el otro se empujaba contra la pared para irse inclinando hasta quedar sentada. -Tenemos que... coger los mapas… y largarnos a toda prisa…- Le costaba hablar, pero poco a poco iba recuperando el aliento y su mirada se centraba. De otras peores había salido, aquella no sería su última batalla, menos aún contra simples humanos y habiéndose quedado con las ganas del beso.
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Mensaje por Richard Armstrong Miér Nov 01, 2017 10:32 pm

Los ojos marrones por fin encontraron la figura de Ane y alarmado llegó hasta ella tomándola del brazo que tendia hacia el con cuidado, con el otro le tomo sin ser brusco de la cintura para levantarla manteniéndola cerca de el, temeroso que se hubiese hecho un daño grave le examino de manera rápida lo que el humo le permitió y giro el rostro hacia un lado tosiendo, lo que le bastó para reaccionar ante un nuevo atacante quien no dudo en soltarle un puñetazo al ingles, pero este aún tenía sus reflejos por lo que su mano le detuvo utilizando su fuerza para girar el brazo del intruso atrayendo la cara ajena a su rodilla en un movimiento  limpio que termino con el susodicho estampado en el suelo totalmente inconsciente. La respiración del arqueólogo se volvió agitada, no tenía la edad de su lado pero si las habilidades y experiencia.

-Tienes razón..ahí que darse prisa...-

La mano madura tomo una vez más la de Ane pero esta vez entrelazó los dedos con los de ella haciendo el agarre fuerte, no la soltaría por nada si tenía que luchar lo haría con ella a lado, donde le pudiera proteger. De esa manera atravesó la distancia repeliendo a cualquiera que quisiera detenerles estaban tan sincronizados que sus movimientos parecían uno amoldándose a la situación, no era la primera vez que luchaban juntos pero está ocasión se sentía tan diferente el estar tomados de la mano iba más haya de simple compañerismo la manera en que Richard le miraba no ocultaba su sentimiento ya no podia. Hace más de un año que se había dado cuenta de ello y desde entonces se atormentaba por que no lo sentía correcto, obligándose a tratarle como a una mas de su familia poniendo esa barrera que constantemente deseaba ignorar, estar en el mismo techo solo le había complicado el pensamiento. Debía tomar la situación como un augurio de no revelar lo que callaba su alma por la joven cazadora y quizás era lo mejor. Las llamas comenzaban a agravarse por lo que se apresuró tirando la puerta de una patada una vez llego al lugar y lo que sus ojos vieron no lo alentaron para nada, frente a él sentado en el escritorio estaba la mano derecha de Bonaparte, reconocía al almirante Ferdinando y no estaba solo, 6 hombres apuntandoles le hacían guardia a los lateral.

-Profesor, le estaba esperando, creí que era puntual. Vaya y no viene solo...bueno eso no importa nuestro buen amigo Antonio nos dijo que tú tenías  la combinación de cierta caja con unos objetos muy importartes quizas una daga?-

La mirada lasciva que aquel hombre le dedicó a la joven Chandlr le hizo hervir la sangre y en un acto protector la escondió de la vista ajena poniéndola tras de el, su ojos recorrieron el lugar cavilando las posibilidades que tenían a su lado derecho tras las puertas de un mueble estaba la caja fuerte y al otro Antonio en una esquina bien atado y amordazado, 7 contra dos, la suerte ya estaba echada. Bien, ya habían luchado contra seres inmortales, que eran simples humanos como el, peor le había ido en las misiones con el equipo, o eso era lo que creía por que aquellos eran esclavos de sangre del general Bonaparte cosa que Richard ignoraba pero que la cazadora podía identificar fácilmente. Saco una de sus armas de fuego y la apunto directo a la cabeza del almirante.

-Lamento haberos hecho esperar...a la izquierda Ane-

El ingles disparo al techo dejando que de este cayera lo que parecía ser una cantidad exagerada de ron, al menos con las armas mojadas no podrían utilizarlas, pues trataron dispararles pero ante la pólvora mojada se vieron frustrados, utilizo el látigo en su cinturón atrayendo a uno de los tres que le tocaba a él encargarse y con su puño lo golpeó hasta dejarlo aparentemente inconciente, pero pronto uno ya le tomaba por la espalda atrapandolo por el cuello intentando asfixiarlo, se dejó ir hacia la pared estampando el cuerpo del militar una y otra vez hasta que lo soltara. Quedaba uno, giro para ver a Ane y no le extraño que tuviera la situación bajo control pues no tardo nada en liberar al capitan. Lo que si no se esperaba es que este tuviera un arma y con ella apuntará la cabeza de la cazadora.

-Baja tus armas Richard o la niña muere-

-Bien hecho Antonio...Ahora bien, mi estimado Armstrong abre la maldita caja de una vez

No lo pensó y así lo hizo dejo en el suelo el látigo junto con el arma caminando hacia la caja haciendo la combinación pertinente mientras el militar que no había dejado inconciente le apuntaba la espalda con su propia espada, este tomo los pergaminos junto con los mapas del arqueólogo y la funda con la daga, una réplica de la original guardando todo en una bolsa de tela que lanzó a Ferdinando.

-Venga que fácil fue, ves Rich tu niña bonita está a salvo-

El arqueólogo solo le quedó reir de manera casi burlona ante las palabras del almirante, ese hombre no tenía idea de los alcances mortales que tenía la mujer de la que estaba enamorado y era cuestión de tiempo para que está se lo hiciera saber al traidor que resultó ser Antonio el cual había bajado el arma.


Última edición por Richard Armstrong el Vie Nov 17, 2017 9:43 am, editado 1 vez
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Mensaje por Aneu Chadwick Jue Nov 02, 2017 6:57 am

Se alzó con la ayuda del inglés, aún tosiendo un poco por el humo que ahora llenaba sus pulmones que aún se recuperaban del impacto al caer. No vio venir a aquel atacante y se maldijo, no podía perder la concentración ahora, estaban en mitad de un motín y debía volver al pleno rendimiento si querían salir de ahí con vida.

Apretó la mano ajena en cuanto el arqueólogo tomó la de Aneu entrelazando los dedos. Sintió como si aquel simple gesto, le diese una descarga de adrenalina, le devolviese la fuerza y el instinto. El mareo la había desorientado por un rato, pero ya se centraba de nuevo, volvía a estar en el campo de batalla lista para luchar. Se movió con Richard a la par, avanzaban al unísono, se guardaban las espaldas, él se movía de cara y ella lo hacía de espaldas, controlando la retaguardia por si aparecían más amotinados en su búsqueda. La cazadora no tenía ni idea del motivo por el que se encontraban en aquella situación, pero tampoco necesitaba conocer el origen, le bastaba con ser conocedora de su destino: Alejandría. Y de quien era su acompañante y por el que daría su vida si fuera necesario. Se detuvo en cuanto lo hizo el británico para tirar la puerta abajo de una patada, pero en cuanto escuchó una voz ajena a su memoria, giró para encontrarse con aquel hombre desconocido y los otros seis que le guardaban las espaldas, mientras el capitán del navío permanecía atado a un lado de la estancia. Se quedó de pie junto al inglés, mirando desafiante a aquel tipo cuyo rostro le desagradaba sumamente, además del tono de voz que utilizaba, como si pudiera conseguir lo que se le antojara. Cuando Richard se le puso delante, parpadeó confusa, ¿por qué la ocultaba? Ella podía con todos esos y más, ¡había eliminado licántropos, vampiros, cambiantes! Así que unos meros… Les miró mejor por encima del hombro del británico y se percató en uno de ellos que tenía un ligero tic, no dejaba de relamerse los labios, sediento. Sediento de algo que no podía saciar sin más. Eran esclavos de sangre, así que serían más fuertes que meros humanos, pero aún así, Aneu era una cazadora experta.

En cuanto recibió la indicación, soltó la mano foránea y se encaró con los tres que tenía a la derecha. Impulsándose tras flexionar las piernas, saltó sobre uno de los hombres, clavándole las rodillas en el pecho para hacerle caer de espaldas al suelo y una vez allí le rodeó la cabeza con los brazos con un firme y rápido gesto le rompió el cuello. No iba a andarse con tonterías, menos aún si no eran simples mortales. Otro apareció y la agarró del pelo, apartándola del cadáver que quedó tendido a un lado de la habitación. Se levantó tan rápido como pudo, pero recibió un rodillazo en el abdomen que le hizo perder el equilibrio con el pie en el que se estaba apoyando para alzarse y volvió a caer, tosiendo. Cada tirón le dolía, obviamente, pero en comparación al ardor que sentía en la boca del estómago y le provocaba arcadas, no era nada. La lanzaron contra la pared y fue allí donde aprovechó para rebuscar en la parte de atrás de su cinturón, dando con un par de pequeñas esferas creación de Wenkyel que se había encargado de pedirle antes de emprender aquel viaje. En cuanto el esclavo regresó sobre ella, gritando como un loco, con una mano le dio un golpe en la cara haciendo que una de las esferas se le colara en la boca y se desplazara hasta la garganta del bicho, que en contacto con la humedad caliente de la tráquea, creó una reacción que hizo que el cuello del hombre se enrojeciera hasta prender como las brasas hasta agujerearle la tráquea y matarle, cayendo desplomado hacia la derecha. El tercer tipo permanecía cerca del capitán, en cuanto se lo sacara de en medio podría liberarle. Rescató la última punta que le quedaba en la bota y la lanzó desde dos metros de distancia, atinándole en la yugular. Rápidamente el esclavo se la sacó, como si con ello fuera a evitar algo y lo único que logró fue que la sangre brotara aún más rápido, haciendo que se deslizara de costado sobre la pared hasta quedar sentado en el suelo, desangrándose y farfullando cosas sin sentido.

Ya con el camino libre, se agachó frente a Antonio y lo desató de pies y manos, pero al levantarse y girar para ir a ayudar a Richard de nuevo, se encontró de pronto con un arma apuntándole a la sien y un brazo rodeándole el cuello. Sabía bien cómo zafarse de aquello, pero antes quería ver lo que pretendía el capitán o el desconocido que les mandaba a todos. Observó a su aliado y le dedicó una disimulada sonrisa para que se quedara tranquilo. Esperó a que le entregara todos los papeles, sabiendo que la daga la llevaba él encima y no estaba en la caja, así que lo que le daba al enviado de Bonaparte no era sino una réplica y jamás funcionaría.

En cuanto lo consideró oportuno y Antonio había bajado el arma, cosa que no era ni necesaria, la cazadora dio un firme pisotón con el talón de madera de su bota, seguido de un codazo en la zona del esternón y agarró el brazo que aún le rodeaba el cuello para retorcerlo en la espalda del hombre que creía haber sido una amenaza para su vida, pobre iluso. Recuperó el mosquetón del capitán y con éste apuntó al único tipo que quedaba vivo y alejado de ambos. -Soy una niña bonita muy peligrosa que va a redecorar la estancia con tus sesos.- Entrecerró los ojos, dando un par de pasos al frente, aproximándose al tipo y dio una patada a la mesa que tenía delante, haciendo saltar las cosas que había encima por los aires, réplica y mapas incluidos, esperando que el británico los cogiera. Ella mataría a ambos, pero sabía que Richard no era propenso al asesinato, así que le dedicó una mirada, esperando a que le diera permiso, aunque realmente no lo necesitara.
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Mensaje por Richard Armstrong Mar Nov 21, 2017 1:19 am

Se apresuró a tomar los pergaminos que saltaron cuando la mesa cedió ante la fuerza de la castaña y de manera rápida los aseguro en su maletín pues sin ellos estaría a la deriva en alta mar, enfoco de nuevo su atención a la voz de Aneu que había sonado tan firme al igual que sus movimientos, de eso no tenía la menor duda, la joven había sido entrenada para hacerle frente a esta situación y a tantas mas, al igual que el hermano mayor de esta.
Negó ante la mirada que le dedicó la castaña que de manera hábil logro neutralizar en un movimiento al Capitán Antonio y el hizo lo mismo con aquel que le amenazaba la espalda solo dejándolo inconciente, renuente a matar se aferraba a esa ética lo más que podia y en caso de los seres sobrenaturales era una historia parecida .

Los estallidos y crujir de "la malquerida" anunciaban que no tardaría en hundirse y era cuestión de tiempo para que el fuego alcansace la bodega de pólvora haciendo estallar todo el navio.

-Dejemos que los capitanes se hundan en su barco...no le mates, no lo merece...-

Fernandino parecía estallar en cólera ante las palabras de richard, quien  no dudo en agarrar al aludido por el cuello de la camisa y arrastarlo hasta el lugar donde hace unos segundos se encontraba el inglés parado mientras la cazadora mantenía como objetivo la cabeza del enviado de Bonaparte. Con rapidez tomo de la caja fuerte unos grilletes colocándo uno en la mano del enviado de Bonaparte y otro en la manija de la misma caja dejándole prisionero. Se colgó el maletín de lado para después coger unas botellas vacías con la finalidad de resguardar los pergaminos junto con un mapa para evitar que estos se dañaran con el agua, terminada la tarea de tener todo lo necesario necesario  giro viendo a la oji verde ante el ruido feroz de lo que parecía ser el mástil cayendo; los ojos maduros abandonaron por un momento el rostro juvenil para enfocar su mirada hacia enfrente, apuntando con su revólver al enorme ventanal disparo hasta agotar los tiros provocando fracturas en este, tiro aún lado el arma tomando una de las sillas para estrellarla contra el cristal y madera debilitada provocando una abertura considerada para poder saltar ya que ir hacia el fuego no era opción; pudo ver el bote donde se encontraban sus colegas haciéndoles señas con los brazos alzados a unos cuantos metros. La altura era considerable, no quería ni pensar en la temperatura que estaría el agua a esas horas de la madrugada unió sus ojos maduros a la primavera que eran los verdes tendiéndole una vez más la mano.

-Lista?...es hora-

Dijo acercándose a ella mientras nuevamente tomaba de su mano y retrocedía un poco para tomar impulso junto con ella, que podía salir mal con ese amuleto que resultaba ser Aneu para el. Tomo aire y pronto sintio la brisa golpeando su rostro, pudo escuchar la gran explosión cuando su cuerpo se unió al mar y su mano grande envolvía con fuerza la femenina manteniéndola a su lado, su rostro salió volvió a tomar aire cuando junto a la cazadora se impulsaron a la superficie pero pronto tuvieron que volver a sumergirse pues pedazos de madera caían con fuerza. Abrió un poco los ojos asegurándose que Aneu no estuviera dañada y continuará consciente.
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Mensaje por Aneu Chadwick Mar Nov 21, 2017 9:23 am

La respuesta del inglés no le sorprendió, le conocía, sabía bien ese código ético que cumplía siempre que se le permitía y por ese mismo motivo era que le había preguntado antes de acabar con la vida de aquel bastardo. Gruñó antes de bajar el arma, aguardando primero a que Richard lo esposara a algo pesado. Lanzó el mosquetón porque en cuanto se mojara la pólvora ya no serviría de absolutamente nada. Se colocó junto al arqueólogo y aguardó a que hiciera estallar los cristales, cubriéndose el rostro con el brazo izquierdo por si algún fragmento le saltaba a la cara. Rio al verle tan lanzado disparando, arrojando la silla… Le observó con una media sonrisa y se mordió el labio, intentando centrarse en la seriedad del asunto. En cuanto se disipó algo del humo que rápidamente se arremolinó en el agujero que se había formado en el casco del barco, pudo ver el bote a varios metros de distancia y en él a la mujer que rato antes se abrazara al británico, lo que le hizo gruñir de nuevo, pero la mano ajena al tomar la propia hizo que todos esos celos se esfumaran. Subió con la vista de sus extremidades unidas hasta los orbes marrones del historiador y asintió. -Yo siempre estoy lista para la aventura.- Bromeó y cogió impulso con él para saltar al agua.

El impacto de la fría marea contra sus cuerpos vestidos fue como una gigantesca bofetada helada. Al empaparse las prendas sus figuras se hundieron y eso dificultó que volvieran a subir a la superficie. Tuvo que soltarse del hombre para impulsarse con ambos brazos y piernas, notando como si cientos de agujas se le clavaran en el pecho y atravesaran sus pulmones. Aquello era mucho peor que la caída de las escaleras. Una vez alcanzó el cénit de una ola y abrió la boca para recuperar el aliento, tragó espuma salada y tosió con violencia, pero al menos estaba ya flotando y la corriente no era demasiado fuerte. Buscó con la mirada a su compañero y en cuanto le vio le llamó. -¡Richard!- Nadó hacia él y se le abrazó, aunque en cuanto lo hizo empezaron a hundirse y terminó por soltarle de nuevo. -Vayamos al bote, antes de que el mar nos trague…- Giró, dando brazadas y localizó de nuevo la barca para dirigirse hacia ella, donde les ayudaron los que les esperaban en ella, tirando de sus muñecas y cinturones para pescarles a ambos y dejarlos a salvo en una zona más seca. Les dieron una manta, lo único que pudieron encontrar y la cazadora se la tendió primero al inglés para que se quitara él la humedad. No era que ella no tuviera un frío abrasador, pero quería que él estuviera antes a salvo, quería protegerle, cuidarle, aunque él pudiera hacer todo aquello por su cuenta, ella deseaba hacerlo de todos modos. Era una luchadora, una protectora de la humanidad y, a fin de cuentas, Richard era especial.
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Mensaje por Richard Armstrong Miér Nov 29, 2017 1:33 am

La mano femenina abandono por un momento la suya provocándole preocupación, aun podía ver como pedazos de aquel barco atravesaban el agua que como pudo esquivo deseando que Aneu hiciera lo mismo, no duro mucho tiempo sumergido cuando por fin sus pulmones fueron capaces de recuperar el aire faltante y la voz de aquella cazadora le lleno de nuevo mientras los brazos delgados lo encerraban en un abrazo fugaz que deseo no terminara; a manera de respuesta el ingles solo asintió a lo que dijo Aneu pues tenían que nadar cuanto antes hacia el bote, el mar era caprichoso y si bien pudieron nadar hasta la superficie eso no significaba que en cualquier momento del mismo modo el mar los tragara.  
Nado detrás de la cazadora igualando los movimientos de sus brazos sintiendo el golpe de la corriente en su cuerpo y el frió refugiándose en su piel, por fortuna pronto alcanzaron el bote y antes de que lo ayudasen se cercioro que el maletín estuviese cerrado percatándose que efectivamente estaban asegurados los mapas. Con ayuda de sus colegas, el ingles y Aneu estuvieron a salvo dentro de lo posible pues ahora solo quedaba remar hasta encontrar tierra para ponerse a salvo y continuar con la expedición, según sus cálculos debían estar por las costas de Trípoli.

con una mano cubrió su boca al toser aun sentía la sal en su garganta raspandole con cada pasar de saliva, pero pronto dejo aun lado sus incomodidades al ver que la joven castaña le tendía la manta para que se secase a pesar que ella estaba en la misma condición, sonrió tomándola y sin decir ninguna palabra la acomodo sobre los hombros femeninos, cubriéndole del frió, dando leves caricias sobre la tela para que esta hiciera lo suyo y absorbiera la humedad en la ropa de Aneu. Adoraba esa preocupación en la joven, pero para el arqueólogo era mas importante la seguridad y bienestar de la cazadora sobre cualquier cosa, ella era primero en cualquier aspecto.

-No te has hecho daño al saltar?, alguna herida? déjame ver-

Pregunto el hombre canoso con evidente preocupación en su voz mientras se permitía pasar un brazo por la espalda de la joven para cubrirla de manera protectora y así a traves del tacto cerciorarse que no estuviese lastimada, sentía las miradas en el con una infinidad de preguntas y una en especial que parecía reprocharle el acercamiento con la cazadora pero como era propio en el solo centro su atención en la castaña. Una vez comprobado que no estuviera herida de gravedad procedió a darles las explicaciones pertinentes.

-Bonaparte esta detrás de esto, los tenemos encima prácticamente y no tardan en ponerle precio a nuestras cabezas por que ahora ya saben que yo poseo la daga y Antonio resulto ser quien nos vendiera, no era un simple motín de la tripulación así que debemos apresurarnos para llegar a Trípolis, ahí descansaremos un poco y buscaremos quien nos ayude a transportarnos por tierra...- la voz de Richard se revelaba un poco titubeante por el frió, así que evitando hablar mas, resumió todo lo sucedido en el lapso que se separaron para al menos disipar lagunas de las dudas por ahora solo debían concentrarse en tocar tierra pues en altamar estaban a desventaja. La vista se volvió hacia atrás viendo los restos del barco arder a la distancia, la imagen se iba haciendo mas chica conforme se alejaban. Volvió su vista a la joven con la que aun mantenía el contacto a través del roce de su brazo con la espalda femenina, por fortuna no tardarían mas de la hora en ver el puerto de Trípolis.

-Puedo sugerir que descanse un poco...-

Susurro casi sobre los finos cabellos aprovechando la cercanía, sabia que aquello que enfrentaron era lo mas ligero que les esperaba pues ahora ya lo habían identificado , era cuestión de tiempo para que fueran objeto de otro ataque.Por ello solo se podía permitir confiar en la cazadora, solo en ella.
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Mensaje por Aneu Chadwick Vie Dic 01, 2017 12:24 pm

El inglés tomó la manta que ella le había ofrecido, pero en vez de secarse a sí mismo, la pasó por encima de los hombros de la cazadora en un gesto amable y protector. No era el lugar ni el momento para quejarse, pero aún así la muchacha soltó un leve gruñido que supo Richard sabría interpretar: Quería ser ella quien le cuidara y no que fuera a la inversa, pero aún así le agradecía que la antepusiera a todo lo demás. -Estoy bien, no te preocupes… ¿Lo estás tú?- Pero no apartó el brazo ajeno, le gustaba que la tocara, la abrazara, la acogiera. Apretó la manta entre sus manos, conteniendo las ganas que tenía de besarle. No deseaba que la primera vez fuera con espectadores y menos aún con aquella doctora, aunque bien serviría el acto para ponerla en su lugar. Y más cuando también sintió aquella mirada que no le gustó, pero que por cómo estaba con el británico de cerca le arrancó una sonrisa de victoria.

Entonces, todos escucharon las explicaciones del historiador que ponía al corriente, a los que no habían estado en el camarote, sobre la situación. Estaba claro que aquello acababa de empezar y que tenían mucho camino por delante, y que sería un sendero lleno de obstáculos y dificultades. Notó como temblaba el timbre de voz del hombre y sin preguntarle ni pensarlo dos veces, le rodeó con un brazo, envolviéndole también con la manta. Ahora estaban unidos en un abrazo bajo lo que les ejercía de toalla y, al mismo tiempo, les cobijaba del viento helado marino.

Asintió al comentario hecho por el arqueólogo y apoyó su cabeza en el hombro foráneo. -Los dos deberíamos descansar… Hemos tenido una pelea movidita ahí arriba y quién sabe lo que nos deparará al desembarcar.- Miró a quienes estaban con ellos a bordo del bote, dejando claro que ellos habían escapado sin mover un dedo y ahora, a cambio, les tocaba remar. Cerró los ojos, esperando que su acompañante decidiera hacer lo mismo y reposara un rato. No estaban muy lejos de la orilla, así que debían aprovechar el poco tiempo que tenían. Para empezar ya no habían dormido a penas aquella noche antes del motín, así que estaban acumulando cansancio.

***

El sonido de la arena al rascar bajo el bote despertó a la castaña que, sin darse cuenta, no sólo había descansado la vista sino que se había quedado completamente dormida. Estaba recostada sobre el asiento, sola en el bote, lo que hizo que se incorporara de golpe, buscando a su alrededor y vio a Richard tirando de la proa con los demás para atracar en la orilla. -Siento haberme dormido...- Se levantó enseguida y de un salto cayó en la arena mojada, hundiendo los talones de sus botas a cada paso, mirando, observando. Habían llegado a Trípoli. Con vida.
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Mensaje por Richard Armstrong Miér Dic 06, 2017 7:14 pm



El arqueólogo no oculto la pequeña risa que la joven le arranco al proferir un discreto gruñido, por supuesto que supo el motivo y aun así se dejo hacer compartiendo aquella manta con Aneu, ya le había indicado que el no se llevo ningún daño, al menos no por el momento, por que ya comenzaba a dudar si llegarían en una sola pieza a Alejandria. Asintió cuando la castaña menciono que los dos debían descansar y la observo en silencio cerrar los ojos mientras el trataba de ser el soporte de aquel cuerpo femenino para que descansara entre sus brazos, verla así tan tranquila era cosa de pocas pues esa mujer siempre estaba llena de arrebatadora energía que lograba cautivar al mas flojo, sonrió como adolescente mientras retiraba un mechón del fino cabello que tapaba el rostro apacible.

-Es familiar tuyo?, no tuve la oportunidad de preguntarlo antes por que decidiste traer a alguien mas.-

La voz de Martha lo saco de su ensoñación, le miro un poco confundido hasta que noto que ahora la mirada de su colega estaba puesta en la cazadora. No era despistado, notaba el reproche en las palabras femeninas y de cierto modo sabia el porque de la reacción ajena ante la presencia de la joven ya que hace mucho tiempo ellos fueron cercanos cuando apenas eran unos adolescentes y tras la separación con su ex mujer quizás ella pensase que tenían algún futuro a pesar que el ingles había sido muy claro que aquello no pasaría de ningún modo de la amistad que por años habían tenido independientemente del trabajo en común.

-No lo es, lo creí pertinente es una joven muy capaz.-
-Tenemos suficientes expertos-
-Martha, un poco de ayuda no nos viene mal.-
-Ayuda que por el momento no necesitamos, Richard traer gente ajena es muy peligroso, ya viste lo que Antonio hizo...-
-Yo la necesito. Prefiero, si eres tan amable no cuestiones mis motivos tenemos suficiente como para preocuparme por estas cosas, puedes estar tranquila Aneu es de mi absoluta confianza.-

El hombre canoso fue claro y sin perder esa educación que lo distinguía dio por terminada la pequeña conversación con su colega que parecía estar mas que inquieta por la presencia de Aneu, volvió su vista a la mujer entre sus brazos cerciorándose que aun estuviese dormida y al parecer así era. El sol comenzaba a salir tras unas horas de remo, y pronto se vieron llegando por fin a tierra, acomodo el cuerpo femenino para poder ayudar a encallar sin tener que despertar a la ojiverde.
La playa estaba sola o al menos eso parecía ya que para el gusto del arqueólogo una extraña calma se respiraba y precisamente eso era lo que le inquietaba mas, su atención pronto dejo de ocuparse en la tarea que ejecutaba y en la paranoia que comenzaba a sentir por la falta de descanso; el hombre maduro centro su vista en la figura de la cazadora que ya habia despertado bajando de inmediato a tierra firme, por lo menos había descansado un poco aunque sabia que no era suficiente pues el mismo se encontraba agotado por no haber cerrado los ojos en toda la noche, eso era lo que necesitaba el ingles.

-No te preocupes, fue poco tiempo. Tendremos un lapso para descansar por lo menos una noche y al salir el sol partir ya que debemos llegar cuanto antes al puerto de "Bengasi" calculo que eso nos llevara por lo menos una semana por via terrestre, por el momento no es seguro navegar de este punto hasta Alejandria.-

Le comento a la menor de los Chandler para ponerla al corriente de lo que se haría, dejo a sus compañeros para acercarse a tomar sus pertenecías, colgándose el maletín nuevamente y situarse al lado de la joven cazadora.-No caminaremos tanto, según el mapa encontraremos un asentamiento de ruinas donde podemos pasar la noche antes de llegar a la ciudad.-Comento viendo como sus colegas tomaban lo necesario en mochilas y Martha sin ninguna delicadeza le daba de manera brusca una de ellas a Aneu mientras susurraba un -se hace tarde- avanzando hacia delante donde se encontraba felipe.

-Dame eso, yo lo llevo, no tienes porque...- de inmediato Richard intento tomar la correa de dicha bolso, pues que mas podía hacer ante el gesto poco gentil de su colega.
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Mensaje por Aneu Chadwick Vie Dic 08, 2017 4:20 am

Avanzó hasta la posición que ocupaba el resto del grupo y saludó a los demás con un gesto de cabeza, dedicándole una sonrisa al inglés. A pesar de todo, él la hacía sentir segura y era por ello mismo que fue capaz de transmitir calidez en aquel gesto que le prestó sólo a él. Escuchó entonces sus explicaciones, asintiendo y usando una mano como visera, observó el horizonte más allá de las dunas de arena. Pero sólo había más montículos desérticos. -Nos esperan unos días de calor duros y unas noches muy frías…- Comentó más para sí misma que para el resto, antes de regresar la vista al historiador.

Fue a decirle algo al británico cuando se cruzó entre ellos la doctora y le dio de mala gana una de las bolsas. El siempre conciliador arqueólogo, quiso tomar la correa del paquete, pero la castaña se lo negó, cargando con ella sobre el hombro al cruzársela por el pecho. -No olvides que no soy ninguna damisela, Richard. Soy una luchadora, una cazadora.- No era un regaño, porque conocía suficientemente bien a aquel hombre como para saber que era su forma de ser, que le podían las formas. Pero aquello no quitaba que, en cierto modo, le doliera que la tratara a veces como a las demás. -Debemos abandonar la costa cuanto antes. Vamos.- Emprendió el paso y dejó que fueran los que conocían la zona quienes guiaran su camino.

Durante parte del sendero que marcaron las botas de los que iban delante, intentó mantenerse alejada del resto, especialmente de la odiosa mujer a la que ya tenía cruzada y del inglés. Se centró en pensar en lo ocurrido en el barco, en las sospechas que tenía de que no sólo Antonio estaba tras lo ocurrido. E intentaba que sus celos hacia la doctora no cegaran su juicio, que fuera insoportable no la convertía en traidora, aunque una parte de ella deseaba que así fuera, para poder alejarla de Richard. Tenía muchas cosas en las que meditar, gestos que observar y la distancia le otorgaba aquella pequeña ventaja. El historiador era la única persona de la que se fiaba, y no sólo porque era el único al que conocía de antes de la expedición, sino porque se había ganado aquel privilegio a pulso en el pasado. Siempre se había mostrado sincero con Aneu y eso era algo que ella valoraba por encima de todas las cosas. Incluso por encima del amor que sentía por el británico.

Suspiró, sintiendo el viento cortar la piel que recubría sus labios. Deseaba estar cerca de él, pero no se lo podía permitir. Su cercanía le nublaba el juicio y hacía que los celos tomaran control sobre su mente habitualmente despejada, centrada, al acecho. Echó un vistazo en la dirección donde avanzaban los demás, encontrándose con la mirada del hombre y sintió una punzada de culpabilidad atravesándole el pecho. Seguramente se sentía mal, porque ella no se había alejado de la forma más natural, precisamente. Había dado pie a un más que probable malentendido, en el que podía parecer que estaba enojada con él.
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Mensaje por Richard Armstrong Lun Dic 11, 2017 10:24 am

La mano varonil se mantuvo estirada por unos segundos a pesar del gesto negativo  que mostró la cazadora y siendo que el era un hombre elocuente esta vez opto por quedarse callado aunque la realidad era que no supo que decir pues noto en el voz de la cazadora ese sentimiento dolido, por supuesto que él no percibía esa imagen de ella si no todo lo contrario porque esa joven mostraba más valentía que muchos de los hombres con los que había tratado y aun así a él le nacía cuidarla, protegerla, aunque supiera que de todos los presentes precisamente ella era quien menos necesitaba protección eso lo tenía claro. Lo que no tuvo muy en claro fue el motivo por el cual tras el último cruce de palabras la cazadora se distancio un tanto del grupo, más de una vez tuvo la intención de acercarse, pero Martha le abordo bombardeándolo con preguntas obtusas.

-Si, aun mantengo contacto con Elisa sabes que ella siempre encuentra la manera de hacerse notar recordándome cuanto me odia, es su pasatiempo-

Sonrió con pesar respondiendole a Martha mientras negaba con la cabeza, sin duda su ex mujer no perdía ese toque ponzoñoso al pasar de los años, no era algo que el quisiera pero tras su divorcio aún se encargaba de sus cuentas a pesar que su hijo ya había hecho su vida, el ingles de buena gana acepto los términos para poder deshacer ese matrimonio aunque tuviese que pasarle una pensión de por vida a Elisa independientemente de las necesidades que tuviera su único hijo, para el era justo aunque no tanto el hecho de tener que ir personalmente a resolverle los problemas. Cubrió su vista con una mano, el sol estaba en todo su esplendor y el clima árido no ayudaba mucho con la falta de agua en su organismo, sentía seco los labios así que para evitar hablar con una sonrisa le indico a su colega que se adelantaría para dirigir el, aunque no tenía muy despejada la mente pues solo pensaba en la cazadora y en que le molestaba o que había hecho el. Se acerco a Felipe quien iba a la cabeza y con mapa en mano le indico que tendrían que hacer una parada en Alea un pequeño pueblo donde tendrían oportunidad de recolectar lo necesario antes de continuar este asintió quedándose con el mapa que señalaba ahora la desviación que tomarían. Se giro compartiendo mirada con la ojiverde y dando un suspiro pausado delibero acercarse hasta ella retrocediendo dando paso a que el grupo siguiera su camino.
Aclaro un poco la voz antes de hablar, cosa curiosa le pasaba con Aneu pues le hacia recordar su época de adolescencia, esos nervios, ese sentimiento genuino que nacía en el casi incontrolable  

-Se que eres una luchadora...de todas las que pueda haber la mejor, pero quiero que sepas, que aun si fueras inmortal e indestructible yo te seguiría protegiendo porque no concibo la idea de que algo te dañe o lo intente y mi trato a tu persona es distintivo Aneu, no te asumo con el resto de las damas, para mi eres...-

-Richard!!, no se queden tan atrás se pueden perder-  

El ingles cerro los ojos un tanto frustrado, porque creía que esta interrupción a diferencia de la pasada era totalmente meditada, levanto una mano señalando que enseguida se acoplaban otra vez al grupo, estiro la mano hacia la cazadora.

- Por favor, déjame cuidar de ti, Aneu-

Aquel nombre broto con sentimiento de sus labios como una plegaria que no podía ignorar por lo tanto siempre le repetia, no se permitiría tenerla lejos porque eso lo debilitaba le robaba la concentración y en este momento debían estar en todo pues iban tras ellos. En compañía de la castaña comenzó a caminar para darles alcance deseando que en el pueblo por lo menos tuvieran un poco de privacidad y poder expresarle a esa mujer lo tanto que le enloquecía desde hace tiempo.
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Mensaje por Aneu Chadwick Lun Dic 11, 2017 11:46 am

Se sintió tentada a rezagar su propio paso y así retrasar el encuentro con el inglés, pero al final no lo hizo y prosiguió con el ritmo que ya traía. Verle acercarse con el viento seco y frío revolviéndole el cabello pintado con canas le hizo pensar en todas aquellas aventuras que habían vivido juntos y las que, esperaba, aún estaban por venir. Que viniera a explicarse no la sorprendió, ya se había hecho a la idea de que él se había tomado su lejanía como un enfado, y aunque pudo haberlo aclarado en cuanto le tuvo suficientemente cerca como para que el resto no escuchara lo que se decían, decidió guardar silencio y dejarle hablar a él. Quería saber lo que tenía por decir, una parte de ella anhelaba oírle hablar bien de ella, que tranquilizara sus dudas y apaciguara aquellos celos que ella deseaba destruir.

La cazadora podía ser una chica distante y fría, sino no hubiese sido capaz de matar, por mucho que fueran monstruos, y no sufrir después algún tipo de locura o brote psicótico. Era capaz de separar su mente de su alma, de su corazón. Y, sin embargo, cuando se trataba del arqueólogo, le resultaba imposible hacer nada parecido. Atendió a las palabras del británico sin poder evitar que poco a poco se fuera dibujando una sonrisa en sus labios, pero antes de que ésta se apreciara suficiente, la voz de la doctora les interrumpió y la frente relajada de Aneu se tensó en una marcada arruga poco atractiva. Gruñó en dirección a la maldita mujer y luego llevó la mirada a los ojos avellana del historiador. -¿No había nadie más odioso para venir a la expedición?- Sabía que si Richard la había traído era porque era buena en su campo y tendría cosas que aportar, su mente era consciente de ello, pero en aquellos momentos su raciocinio brillaba por su ausencia.

Fijó entonces la vista en la mano del hombre que seguía tendida frente a ella e, ignorando a Martha, la tomó. -Pero voy a ser yo quien te proteja a ti.- Aseguró, sin duda alguna de que, de ser necesario, se sacrificaría por él, aunque éste se opusiera. Y en aquellos instantes no tenía intención de soltarle, sin importarle lo más mínimo que aquella bruja les dijera algo de nuevo. Aceleró el paso, buscando la provocación. Podía no haber confesado aún sus sentimientos por el inglés, pero estaba convencida de que él, en el fondo, sabía lo que había en el corazón de la americana. Pronto alcanzaron al resto del grupo y, como era de esperar, la doctora no tardó en recriminarles con la mirada por su desfachatez al ir cogidos de la mano sin ser familia y con la marcada diferencia de edad entre ambos. -Debería mirar al frente, señora, no se vaya a tropezar con un grano de arena.- Espetó con una maliciosa sonrisa y un claro tono que denotaba burla, pero una burla contenida y sin llegar a lo vulgar.
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Mensaje por Richard Armstrong Lun Dic 11, 2017 4:01 pm

El arqueólogo no pudo evitar soltar una risa que rápidamente disimulo con una tos discreta, tapando con la mano libre su boca, el siempre era discreto pero ese comentario que Aneu soltó tan natural simplemente le gano. -Martha es un tanto difícil cuando se trata de gente nueva, sumándole al hecho que suscito con Antonio, esta recelosa, no lo tomes personal en cuanto te conozca más seguro se le pasa esa actitud por lo pronto ya hablé con ella y espero se jacte de ser tan arisca. - no podía evitar sentirse apenado por la situación, Aneu no debía lidiar con eso de ningún modo y sin embargo, parecía ser más considerada y mesurada que Martha irónicamente siendo que esta última era la mayor de las dos y no mostraba la madurez que la cazadora. No quiso enfrascarse en una discusión por quien protegería a quien pues eso sería de nunca acabar bien sabía que lo terca que podía ser Aneu y no lograría hacerle cambiar de opinión.

La mirada bailo entre Aneu y la doctora tras las últimas palabras que dedico la cazadora ante la crítica silenciosa que Martha hizo notar sin siquiera disimular sus gestos.

-Gracias, pero la que corre el riesgo de tropezar no soy yo niña...solo espero que la caída no sea muy dura cielo. Así que trata de ubicar tu lugar.-

Richard no pudo evitar ese cruce de palabras que sin duda marcaban la evidente hostilidad entre ambas mujeres, era una bomba de tiempo aquello y si Martha seguía provocando de esa misma forma a Aneu, no tardaría en sacarle el tapón.

-Martha, para con esto por favor-

-No richard, no cuando expones al resto por una de tus aventuras pasajeras, no debiste traerla, que no ves que es una oportunista, te está embaucando! - y justo paso lo que el inglés no deseaba, la doctora ya no estaba hablando en un tono bajo había parado su andar y ahora con voz altiva le reclamaba abiertamente, enredando cosas que no iban juntas.

- No voy a permitir que sueltes difamaciones y des por hecho cosas que no son, asi que te pido encarecidamente te disculpes con Aneu, si quieres mantener la amistad que por años hemos tenido porque esto no lo voy a permitir Martha. - el arqueólogo fue claro y esta vez su semblante era serio, el era un caballero mostrándose respetuoso en todo momento con el género femenino porque solo eso impedía que pusiera como era debido en su lugar a su colega ya que para nada le agrado las calumnias que le estaba colgando a Aneu.

-No me voy a retractar y lamento que preferías a esta niña por encima de nuestra amistad y pongas en riesgo todo nuestro trabajo, el tiempo me dará la razón Richard-

- No te equivoques Martha, no mezcles lo laboral con lo personal y no voy a permitir ninguna clase de ofensa, duda o intriga por parte de nadie hacia la mujer que amo, espero que a todos les quede claro.-

Fue contundente y con eso pretendía dar por cerrado el tema de desconfianza hacia Aneu, que tan amablemente su colega se había encargado de sembrar con el resto del grupo. Lo respetaban demasiado como para decir algo respecto a lo suscitado así que el arqueólogo solo indico que siguieran con su andar pues ante el drama que había montado Martha todos se habían detenido.

-Ya veo que te tiene mas amarrado de lo que pensé, no digas que no te lo adverti richard-

-Dije basta Martha-

El grupo siguió, pero al parecer aquella necia mujer aún tenía veneno por soltar, de no ser porque el inglés estaba presenciando aquella actitud no se creería dicha hostilidad en la mujer que por años había sido una amistad sin problemas.
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Mensaje por Aneu Chadwick Mar Dic 12, 2017 12:00 pm

La joven quiso reír ante la contestación de la doctora, que claramente estaba muy alterada y no la soportaba, pero bien, ya eran dos entonces, porque la cazadora tenía cruzada a aquella mujer y con motivos más que evidentes. Pero las burradas que aquella persona empezó a soltar por la boca, fueron suficientes para que la presión que los dedos de Aneu ejercían sobre la mano del inglés, tuvieran que dolerle a éste. Podía insultarla cuanto quisiera que no le importaría, ¿pero insinuar claramente que estaba junto a Richard con segundas intenciones? Aquello no pensaba permitírselo, y de no ser porque el británico se interpuso entre ellas intentando mediar, la americana le hubiese cruzado la cara de un puñetazo a aquella vieja sabelotodo. Se mordió la lengua para no responderle un “tú sí que tienes intereses más allá de los que deberías y no me tragas porque soy tu mayor obstáculo”, pero era consciente que ni aún estando ella fuera de juego, una víbora como aquella no tendría nada que hacer con un hombre tan excepcional como el arqueólogo.

Le costó Dios y ayuda no lanzarse sobre ella y arrancarle la piel del rostro a tiras con las uñas, cual leona. Pero la presencia del historiador la tranquilizaba y mantenía en cordura, a pesar de la situación y de las intentonas de la bruja por sacarla de quicio. Abrió la boca para ir a responder, porque al final no pudo contenerse más, cuando, de pronto, escuchó la confesión ajena y se quedó con los labios partidos, sumamente sorprendida. Los demás les miraban, pero a la muchacha aquello le importaba nada y menos. ¡El hombre del que estaba enamorada, acababa de declarar públicamente lo que sentía por ella! Sí, no había sido el mejor momento, ni la manera más apropiada… Ni siquiera había sido en privado, ¡pero qué demonios! El cabreo que había acumulado se esfumó como si un vendaval se lo hubiese llevado. Ignoró a la malvada reina que se iba ofuscada hacia el resto del grupo y giró para colocarse frente al inglés con una sonrisa poco esperada por la sorpresa que pudo ver en el rostro ajeno. -¿Lo puedes repetir?- Tomó la mano ajena con ambas propias, instándole a hablar de nuevo. -Pero ésta vez sólo para mí. Y mirándome a los ojos…- Se mordió el labio inferior, esperando a que le diera aquel gusto. Quería escucharlo de nuevo, como medianamente correspondía, y luego le besaría, un beso de los de verdad, en los labios, despacio, cargado de emociones, de cariño, de ternura… lleno de amor.
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Mensaje por Richard Armstrong Mar Dic 26, 2017 11:49 am



El ingles se mostraba avergonzado por toda aquella escena que culmino en una poca ortodoxa declaración pública, se sentía como un adolescente abochornado cuando sus ojos se unieron con los verdes y es que este había planeado tantas veces abordar el tema con Aneu pero por supuesto nunca de esta manera, el era un romántico empedernido siempre cuidando los detalles pero sin duda esto se le había salido de control ante tal provocación pues el hecho que desconfiaran de la cazadora le producía malestar ya que ella era tan leal y menos tocar el tema de los adjetivos que Martha empleo tan libremente de Aneu, no la conocía para nada. Por un momento las manos del arqueólogo se cubrieron las femeninas y con cuidado las tomo entre sus manos ya maduras resguardándolas, ella quería que el repitiera su sentir.

- Aneu, hace mucho que yo comencé a desarrollar un sentimiento fuera de la camaradería que estar en el grupo de cazadores generaba...sabes que siempre me fue más fácil conectar contigo y con Ryuu. Pero en algún punto esto se transformó, por más distancia y formalidad que trataba de interponer, me supero...- Una de sus manos fue hasta la mejilla de la joven acariciándola con ternura, su piel era tan tersa y suave como un durazno.- Me robaste el corazón, cazadora. No tenía planeado decírtelo en estas circunstancias, pero supongo que es mejor así, que sepas cuanto me importas...cuanto te amo desde hace tiempo...- los ojos marrones se clavaron en los verdes dejándole saber que era sincero su sentir, que la adoraba en silencio desde hace unos años y que ella se había vuelto indispensable en su vida.

¿Podía reclamar aquellos jóvenes labios?, dudo un momento mientras su mano recorría la tierna mejilla, se atrevió por fin, todo su ser se lo pedía a gritos. Con calma se fue acercando a los finos labios uniéndose de igual manera dejándose llevar por ese enorme sentimiento, ahora sus dos manos estaban en la cara de la cazadora acunando sus mejillas mientras el beso se volvía de apoco con más ritmo sin rayar en lo irrespetuoso, la amaba tanto, que ni en sus sueños el sabor de los labios ajenos eran la mitad de dulces como los constataban ahora, era tan fácil perderse en ella que el tiempo se disolvía con facilidad a su lado.- Permíteme estar a tu lado porque no concibo verte como una compañera de trabajo solamente...Aneu Yo Te amo...como un adolescente enloquecido... - susurro sobre los labios rosáceos con una sonrisa tenue cargada de felicidad mientras unía su frente a la femenina sin quitarle la vista ni un segundo. ¿De verdad podía aspirar a un futuro con la joven?, deseaba que así fuera porque el añoraba formar una vida con la cazadora.
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Mensaje por Aneu Chadwick Miér Ene 03, 2018 1:33 pm

Dejó que el inglés la tomara de las manos, mientras ella le prestaba su completa atención. A su alrededor ya podía envolverles una tormenta de arena que, en aquellos momentos, a la cazadora nada que no fuera aquel hombre le importaba lo más mínimo. Las palabras que de aquellos labios brotaron, fueron directas al corazón de la americana, sin necesidad de pasar por sus oídos. Flechas directas a los sentimientos que la muchacha albergaba por aquel historiador.

Correspondió al suave apretón, ladeando el rostro en cuanto la palma foránea le ahuecó la mejilla. La piel maltrecha del que se pasaba la vida escarbando en busca de tesoros, se sentía sumamente bien en contacto con su rostro. Los dedos de ella también estaban hechos polvo de tratar con armas blancas, de preparar pólvora y de tratar con la alquimia. Estaban hechos a la medida, el uno para el otro, por mucho que su hermano se empeñara en hablar de Richard como si fuera un hombre mayor. Aneu sabía perfectamente de lo que el británico era capaz, de su fuerza, su vigor, su voluntad, su tesón y la sabiduría que albergaba de tantos libros leídos, tantos mapas estudiados y tantas aventuras vividas. Los latidos de la joven se aceleraban con cada sílaba y el labio que reprimía bajo los dientes, se fue tensando en una amplia sonrisa. No recordaba haber sido tan feliz en muchísimo tiempo, al menos desde que sus padres siguieran con vida, y de aquello hacía diecinueve años ya.

Al ver que el arqueólogo se acercaba a su rostro, se puso algo nerviosa, pero tomó aire lenta y profundamente, soltándolo poco después, al tiempo en que dejaba caer los párpados muy despacio. En cuanto los labios de ambos se tocaron, sintió como una calidez invadía todo su ser, iniciando en el punto en el que sus bocas se tocaron y se fue esparciendo hasta las yemas de sus dedos de pies y manos. Se le escapó un suspiro cuando sus cerezos dejaron de rozarse, volviendo a abrir los ojos, hasta que sus verdes esmeraldas se encontraron con los orbes avellana del inglés. Era hora de que ella hablara también, que dijera aquello que había mantenido resguardado en su pecho por tanto tiempo. -Yo también siento lo mismo, Richard… Hace ya mucho tiempo que sé que te amo, pero pensé que sólo me veías como a una joven alocada y guerrera…- Llevó la diestra a peinarle suavemente el cabello, llevando hacia atrás aquellos rizos que se le formaban en lo que debería ser el flequillo. Sonrió cuando, rebeldes, volvieron a su lugar. -En más de una ocasión me había hecho ilusiones pensando que, tal vez, pudieras albergar los mismos sentimientos que yo, pero siempre terminaba desechando tal idea sin sentido… Así que, ahora mismo, estoy que no quepo en mí.- Confesó y ésta vez fue ella quien buscó los labios foráneos para besarlos, despacio y de manera breve, pero no por ello dejaron de hacerle sentir aquellas chispas en el estómago.
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