AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Alejandría:El libro Mortal [Ane]
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Alejandría:El libro Mortal [Ane]
Recuerdo del primer mensaje :
Mar Mediterráneo
Barco "La mal Querida"
1:30 am
-•°•-
La brisa marina acariciaba de lleno el rostro del arqueólogo, ahí situado en la popa del barco observaba la luna llena que acontecia esa noche reflejada en las aguas del Mediterráneo no hacía mucho que habían zarpado y se mostraba entusiasta pues en sus manos sostenía una especie de daga que en la punta se volvía chata como si su función fuera abrir algo, en el mango podía verse grabado una leyenda en hierático que se podía traducir en : "Donde los muertos custodian, descansa eterno" no entendía muy bien aquello era una referencia al libro? Ya le había dado vueltas y solo llegó a la conclusión que si esas catacumbas en Alejandría existían, ahí debía estár el libro de los muertos o un indicio de dónde buscar, pero ese no era el mayor problema si no el tiempo, pues Bonaparte ya estaba por partir con su expedición militar apoyado por la corona así que prácticamente les estaban pisando los talones por ello no harían tantas paradas y se irían lo más directo posible, en eso acordó con Antonio y el pago que se le dio era justo.
Tenía intención de descansar un poco antes de aventurarse a otra expedición considerando que su ingreso al equipo de los hermanos Chandler le había traído demasiada acción provocando que postergará trabajo debido a lo agotador que resultaba armonizar ambas cosas ya que también por ser el más maduro de cierto modo le tocaba mantenerlos unidos ante disputas o desacuerdos y eso mentalmente lo cansaba; pero la verdad es que la razón principal por la que no pudo tomarse un respiro fue por el simple hecho que su colega Marie le hizo llegar la daga conseguida de la expedición que hizo la mujer unos dos meses atrás en el Cairo y en cuanto el arqueólogo sostuvo dicha daga en sus manos supo que aquello podía pertenecer a las catacumbas prohibidas que se relataban en los papiros encontrados en el valle de los reyes pues esa daga la pudo reconocer, era igual a la que se presentaba en dichos papeles antiguos.
Poco había dormido y aún así estaba de pie con los ojos puestos en el horizonte el cual le regalaba una maravillosa vista, la mayoría ya estaba durmiendo así que en cubierta solo estaba los hombres que tocaba la guardia y el capitán al timón.
Y no es que no tuviese en dónde descansar,ya que se le había acomodado el lugar donde el capitán solía leer las cartas de navegación( un espacio cerrado que cumplía con un decente resguardo, de hecho le recordaba a su estudio) que para nada le molestaba dormir en un catre improvisado por que por supuesto se había dispuesto el camarote principal para las únicas mujeres su colega y la menor de los cazadores a quien el experimentado hombre no dudo en pedirle le acompañará en esa travesía, el solo recordar cómo se suscitó todo le causaba una sonrisa ya que Ane era una mujer como ninguna que hubiese conocido antes, tan impulsiva y aguerrida, su fortaleza era de admirar por ello no le extraño su respuesta apesar de la negativa obvia de su hermano; si bien el quizo intervenir no tuvo opción cuando la cazadora puntualizó que no habría necesidad que intercediera por ella, no la iba a tratar como una niña por eso respeto su decisión manteniéndose al margen.
-Tampoco puede dormir?...espero el constante movimiento no le ocasione inconveniente.-
La voz varonil se dejó escuchar al compás de las olas resonar sobre el navío, no fue difícil ver la figura femenina subir por la escalera de un costado por ello y por su distintivo perfume supo de quién se trataba eso y que el barco no estuviera lleno de féminas.Le regaló una sonrisa pues justo acaba de pensar en ella.
-Siento que esto esconde más, incluso llámeme demente pero se puede sentir cierta energía casi negativa en el.-
Mencionó explicando por que él se encontraba despierto a tales horas, mientras dejaba a la vista de la joven castaña el arma que parecía tener un uso distinto al de ataque y con suma confianza la extendía hacia ella para que le viese mejor y diera su opinión.
Mar Mediterráneo
Barco "La mal Querida"
1:30 am
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La brisa marina acariciaba de lleno el rostro del arqueólogo, ahí situado en la popa del barco observaba la luna llena que acontecia esa noche reflejada en las aguas del Mediterráneo no hacía mucho que habían zarpado y se mostraba entusiasta pues en sus manos sostenía una especie de daga que en la punta se volvía chata como si su función fuera abrir algo, en el mango podía verse grabado una leyenda en hierático que se podía traducir en : "Donde los muertos custodian, descansa eterno" no entendía muy bien aquello era una referencia al libro? Ya le había dado vueltas y solo llegó a la conclusión que si esas catacumbas en Alejandría existían, ahí debía estár el libro de los muertos o un indicio de dónde buscar, pero ese no era el mayor problema si no el tiempo, pues Bonaparte ya estaba por partir con su expedición militar apoyado por la corona así que prácticamente les estaban pisando los talones por ello no harían tantas paradas y se irían lo más directo posible, en eso acordó con Antonio y el pago que se le dio era justo.
Tenía intención de descansar un poco antes de aventurarse a otra expedición considerando que su ingreso al equipo de los hermanos Chandler le había traído demasiada acción provocando que postergará trabajo debido a lo agotador que resultaba armonizar ambas cosas ya que también por ser el más maduro de cierto modo le tocaba mantenerlos unidos ante disputas o desacuerdos y eso mentalmente lo cansaba; pero la verdad es que la razón principal por la que no pudo tomarse un respiro fue por el simple hecho que su colega Marie le hizo llegar la daga conseguida de la expedición que hizo la mujer unos dos meses atrás en el Cairo y en cuanto el arqueólogo sostuvo dicha daga en sus manos supo que aquello podía pertenecer a las catacumbas prohibidas que se relataban en los papiros encontrados en el valle de los reyes pues esa daga la pudo reconocer, era igual a la que se presentaba en dichos papeles antiguos.
Poco había dormido y aún así estaba de pie con los ojos puestos en el horizonte el cual le regalaba una maravillosa vista, la mayoría ya estaba durmiendo así que en cubierta solo estaba los hombres que tocaba la guardia y el capitán al timón.
Y no es que no tuviese en dónde descansar,ya que se le había acomodado el lugar donde el capitán solía leer las cartas de navegación( un espacio cerrado que cumplía con un decente resguardo, de hecho le recordaba a su estudio) que para nada le molestaba dormir en un catre improvisado por que por supuesto se había dispuesto el camarote principal para las únicas mujeres su colega y la menor de los cazadores a quien el experimentado hombre no dudo en pedirle le acompañará en esa travesía, el solo recordar cómo se suscitó todo le causaba una sonrisa ya que Ane era una mujer como ninguna que hubiese conocido antes, tan impulsiva y aguerrida, su fortaleza era de admirar por ello no le extraño su respuesta apesar de la negativa obvia de su hermano; si bien el quizo intervenir no tuvo opción cuando la cazadora puntualizó que no habría necesidad que intercediera por ella, no la iba a tratar como una niña por eso respeto su decisión manteniéndose al margen.
-Tampoco puede dormir?...espero el constante movimiento no le ocasione inconveniente.-
La voz varonil se dejó escuchar al compás de las olas resonar sobre el navío, no fue difícil ver la figura femenina subir por la escalera de un costado por ello y por su distintivo perfume supo de quién se trataba eso y que el barco no estuviera lleno de féminas.Le regaló una sonrisa pues justo acaba de pensar en ella.
-Siento que esto esconde más, incluso llámeme demente pero se puede sentir cierta energía casi negativa en el.-
Mencionó explicando por que él se encontraba despierto a tales horas, mientras dejaba a la vista de la joven castaña el arma que parecía tener un uso distinto al de ataque y con suma confianza la extendía hacia ella para que le viese mejor y diera su opinión.
Richard Armstrong- Humano Clase Alta
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 01/10/2017
Re: Alejandría:El libro Mortal [Ane]
Al Ingles le era inevitable no sentirse dichoso al tener a la cazadora entre sus brazos, correspondiendo al amor que hace tanto había nacido en el y para alivio de su alma por fin sucedía. Los labios de la mujer eran tan suaves al igual que dulces que fue fácil centrarse en ella, en su aroma; por más que hubiese querido prolongar ese momento el carraspeo ajeno a los dos le hizo separarse de los labios jóvenes manteniendo el contacto ahora solo de las manos-Lo siento...esto se está volviendo una mala costumbre...-susurro quedo a la cazadora por la intervención tan inapropiada de Felipe y por las otras que habían tenido justo cuando se daba cercanía en ellos, pareciera que el tiempo conspirara para que momentos como el de hace segundos no duraran mucho, beso el dorso de la mano femenina manteniéndola cerca de si, como si ahora reinara el miedo de que se desvaneciera tras su confesión tan pública. Separo la vista por un momento de los ojos verdes para clavarlos en su colega.
-Lo lamento Richard, no quería interrumpirles, pero tienen que ver esto...-
- Imagino que es relevante, descuida ya estábamos por alcanzarles .-
La mirada en el hombre de tez clara que tenían delante mostraba...miedo?, y por el tono de voz no daba a imaginar nada bueno el arqueólogo asintió tras un largo suspiro mientras en conjunto con Aneu avanzaba siguiendo al hombre, su rostro por un momento se desencajo justo después de subir un banco de arena lo que aguardaba al bajar era el cuerpo empalado de Antonio?, No estaba del todo seguro por las quemaduras que la piel presentaba; sin ser consiente soltó el agarre de la cazadora y avanzo para inspeccionar, Martha ya se encontraba haciéndolo.
-No es Antonio, yo también pensé lo mismo cuando vi las ropas en el suelo y aunque el parecido oseo es similar, no cuenta con algunos rasgos, como la cicatriz en su brazo.-
-Un mensaje, eso representa. En la época de Ramésida utilizaban este método para castigar la alta traición...nos siguen el paso, ya saben a dónde vamos. -
-Pero eso es imposible. -
- Quizás tengas razón, de igual manera debemos darnos prisa, antes de que caiga la noche.-
Corto la conversación con la doctora, y tras cruzar algunas palabras con Felipe, este se puso a dirigir a la gente dejándolos nuevamente atrás pues Richard así se lo indico.
-Aun quedan infiltrados en el grupo, tendremos que separarnos de ellos, ya saben que tenemos la daga y ahora saben hacia dónde vamos, eso fue una advertencia para aquel que les está pasando información, no creo que nos ataquen dado que tenemos la pista de donde está el libro, supongo que su plan es dejarnos llegar y que encontremos por ellos la cámara para después emboscarnos.
Por supuesto que el Ingles era muy precavido y sus sospechas no las externo a nadie mas, solo a la cazadora pues era la única en la que confiaba ciegamente, caminando a la par que Aneu se quedó muy pensativo, tenían que ver todas las posibilidades, pues estaba seguro que no todos eran simples humanos como lo era su grupo o al menos eso creía el, por lo pronto podía descartar que ninguno era vampiro por lo obvio que resultaba ya que de ser así ya se hubiera calcinado por el sol. Estaban prácticamente solos, ahora aunque no fuera seguro tendrían que viajar por mar, al menos seria mas rápido, camuflajearse si iban solo ellos dos.
-Temo que debemos separarnos del grupo Aneu, por seguridad de todos. Si llegamos antes tendremos mas oportunidad. Le di la daga falsa a Felipe y le conté que seguro vendrían por mi. Solo queda encontrar el momento adecuado para separarnos del grupo. -
Se sentía frustrado, porque no solo estaba el hecho de su atropellada confesión hacia la cazadora, si no que además la estaba exponiendo y eso era lo último que se proponía.
-Tenerte a mi lado es lo mas grato en estos momentos y de verdad Aneu no existe nada que no haría por ti. La mano que ya marcaba muestras de edad tomo con fuerza la mano juvenil, denotando un poco su preocupacion.-Aunque no sea el lugar no puedo dejar de decirte que Te amo..-
Una tenue sonrisa apareció en el rostro del arqueólogo mientras guardaban distancia del resto, ya habían dejado varios kilómetros atrás las costas y la vegetación aunque era escasa ya se comenzaba a ver, no faltaba mucho para encontrarse con alguna aldea para poder descansar un momento porque aunque la joven no se quejara era evidente que todos necesitaban tomar un respiro.
Richard Armstrong- Humano Clase Alta
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 01/10/2017
Re: Alejandría:El libro Mortal [Ane]
Cuando el carraspeo de Felipe les interrumpió, la americana no pudo contener un bajo gruñido, al tiempo en que fulminaba de soslayo al que osaba cortar su momento íntimo con el inglés. Era consciente que estaban en mitad de una peligrosa expedición, pero, por una vez, hubiese deseado unos minutos de paz y tranquilidad para poder dar rienda suelta a todos esos sentimientos que ambos llevaban años conteniendo. Sólo pedía unos segundos más, disfrutar de un beso más largo, de un abrazo más tierno, de unas caricias más cálidas. Suspiró al terminar de separarse, sin soltar tampoco la mano del historiador.
Siguieron al hombre hasta pasado el montículo de arena y en cuanto vio el cuerpo allí empalado, arrugó el gesto. Ella, al contrario que los demás, no pensó que pudiera ser Antonio. Su lógica viajera le decía que era imposible que su cuerpo hubiese llegado allí antes que ellos, pues el barco había sido destruido para cuando saltaron y nada cerca había que pudiera transportarlos, menos aún a tanta velocidad. No había humo, ni olía a quemado reciente, el cuerpo estaba chamuscado, pero hacía al menos un día entero. Eran detalles que de lejos ya una mujer como ella, experta en rastros, podía ver, sin necesidad de examinar de cerca un cadáver que desconocía. Asintió entonces a las palabras del británico, estaba de acuerdo con él, aquello era un mensaje, no tenía muy claro para quién o lo que representaba, pero parecía ser una advertencia de lo que podía ocurrir a aquellos que traicionaran a Napoleón y sus esbirros.
Aguardó a estar a solas de nuevo con Richard. Escuchó sus suposiciones y tras meditarlas unos segundos, habló en tono bajo, pues aunque tuvieran al resto alejados, prefería no dar ni un ápice de pista o ventaja a aquel o aquellos que les estaban traicionando. -Creo que tienes razón, ahora prefieren dejarnos actuar. Quieren que seamos nosotros los que corramos los riesgos, los que pongan sus vidas al filo del abismo. Y cuando el libro esté seguro, entonces nos atacarán para arrebatárnoslo.-
Suspiró al sentir, de nuevo, la mano ajena sujetando la propia. Era un gesto sencillo, pero ahora tenía un nuevo significado y no sólo el de camaradería que se apoyaban. Eran más cómplices que nunca, y la confianza que siempre había depositado en el arqueólogo, parecía más firme que en toda su vida. -Aunque no sea el momento ni el lugar, no te voy a decir que no me lo sigas repitiendo, porque cada vez que lo oigo salir de tus labios, siento una inyección de energía recorrerme todo el cuerpo.- Rio, sabiendo que podía sonar infantil y cursi, pero poco le importaba eso a pesar de mostrarse siempre como una mujer dura. El inglés conocía bien el lado más calmado y tierno de la cazadora, al menos aquel que ella misma conocía hasta ahora. -Deberíamos separarnos cuando caiga la noche, en nuestro turno de guardia, aunque eso implique exponerlos a ellos.- Cambió el tema, pues era realmente importante que zanjaran el plan. Sabía que Richard se encargaría de organizar los turnos nocturnos y que les pondría juntos, pues era uno de aquellos detalles que siempre le dieron esperanza. El libro era más importante y, a fin de cuentas, no podían fiarse de nadie más en el grupo, así que poco antes de finalizar su guardia, escaparían para proseguir su camino a parte.
Siguieron al hombre hasta pasado el montículo de arena y en cuanto vio el cuerpo allí empalado, arrugó el gesto. Ella, al contrario que los demás, no pensó que pudiera ser Antonio. Su lógica viajera le decía que era imposible que su cuerpo hubiese llegado allí antes que ellos, pues el barco había sido destruido para cuando saltaron y nada cerca había que pudiera transportarlos, menos aún a tanta velocidad. No había humo, ni olía a quemado reciente, el cuerpo estaba chamuscado, pero hacía al menos un día entero. Eran detalles que de lejos ya una mujer como ella, experta en rastros, podía ver, sin necesidad de examinar de cerca un cadáver que desconocía. Asintió entonces a las palabras del británico, estaba de acuerdo con él, aquello era un mensaje, no tenía muy claro para quién o lo que representaba, pero parecía ser una advertencia de lo que podía ocurrir a aquellos que traicionaran a Napoleón y sus esbirros.
Aguardó a estar a solas de nuevo con Richard. Escuchó sus suposiciones y tras meditarlas unos segundos, habló en tono bajo, pues aunque tuvieran al resto alejados, prefería no dar ni un ápice de pista o ventaja a aquel o aquellos que les estaban traicionando. -Creo que tienes razón, ahora prefieren dejarnos actuar. Quieren que seamos nosotros los que corramos los riesgos, los que pongan sus vidas al filo del abismo. Y cuando el libro esté seguro, entonces nos atacarán para arrebatárnoslo.-
Suspiró al sentir, de nuevo, la mano ajena sujetando la propia. Era un gesto sencillo, pero ahora tenía un nuevo significado y no sólo el de camaradería que se apoyaban. Eran más cómplices que nunca, y la confianza que siempre había depositado en el arqueólogo, parecía más firme que en toda su vida. -Aunque no sea el momento ni el lugar, no te voy a decir que no me lo sigas repitiendo, porque cada vez que lo oigo salir de tus labios, siento una inyección de energía recorrerme todo el cuerpo.- Rio, sabiendo que podía sonar infantil y cursi, pero poco le importaba eso a pesar de mostrarse siempre como una mujer dura. El inglés conocía bien el lado más calmado y tierno de la cazadora, al menos aquel que ella misma conocía hasta ahora. -Deberíamos separarnos cuando caiga la noche, en nuestro turno de guardia, aunque eso implique exponerlos a ellos.- Cambió el tema, pues era realmente importante que zanjaran el plan. Sabía que Richard se encargaría de organizar los turnos nocturnos y que les pondría juntos, pues era uno de aquellos detalles que siempre le dieron esperanza. El libro era más importante y, a fin de cuentas, no podían fiarse de nadie más en el grupo, así que poco antes de finalizar su guardia, escaparían para proseguir su camino a parte.
Aneu Chadwick- Cazador Clase Media
- Mensajes : 64
Fecha de inscripción : 10/10/2017
Re: Alejandría:El libro Mortal [Ane]
Beso el dorso de la mano femenina ante sus palabras y es que aquella mujer podía ser de apariencia dura y carácter fuerte la mayor parte del tiempo pero no por ello abandonaba ese lado sensible que tenia, era difícil no enamorarse cada vez que miraba esas esmeraldas eclipsar todo su ser. Completamente de acuerdo con lo que proponia asintió sutil afirmando con la cabeza que estaba totalmente de acuerdo con ella, era lo mejor, partir en la noche aunque pudiese implicar cierto riesgo.-Eso haremos, tienes razón por ello debemos andarnos con cuidado y tratar de no llamar mucho la atención...nuestro objetivo es llegar al puerto sin que los secuaces de ese infeliz nos sigan el paso. -comento de manera modulada no quería levantar sospechas o que escuchasen su charla, aunque eso era poco probable pues el resto estaba a unos metro considerados de distancia.-Me alegra tenerte a mi lado, al menos se que puedo protegerte teniendote aqui conmigo.- el arqueólogo no queria ni pensar que hubiese sido si Aneu en un principio se negara a viajar con, sin duda no se podría concentrar imaginando que por su culpa le pasase algo desafortunado, Napoleón no se mediría para lograr sus objetivos queria conquistar al costo que fuese.
La extensa caminata bajo los últimos rayos del sol no resulto tan extenuante debido a la breve parada que hicieron en una de las aldeas para abastecerse de víveres y descansar un poco, notaba la tensión en el grupo gracias a el trabajo dedicado de Martha por querer ponerlos en contra de Aneu, pero se tenia que repetir mil veces que no debia intervenir pues era lo mas idóneo para que no trataran de buscarlos y los dieran mejor por pedidos. Por fin llegaron a la ruinas y no tardaron en acomodarse con las guardias de manera que a ellos les tocara hacer el tercer rondín cuando todos estuviesen dormido, justo como se lo comento a la cazadora el ya habia hablado con Felipe dándole la daga falsa aunque estaba claro que su colega no sabia que el Ingles ocultaba la verdadera, no le habia quedado mas remedio que hacerle creer eso y que estuviera consciente que si algo le pasaba al arqueólogo el debía asumir el mando; no era un experto mintiendo pero no tenia problema alguno cuando se trataba de proteger al mayor numero de personas posibles, por que sin duda el mapa que le dio Richard los traeria rodeando solamente las zonas cercas de alejandría retrasando su llegada.-Estas lista?, falta poco para nuestra guardia...-La noche prometía ser fría, pues por lo general así estaba el clima en estos lugares, calor infernal mientras el sol iluminaba todo y un frío que calaba los huesos por las noches en las que reinaba la luna, por ello la mayoría estaban es sus tiendas improvisadas otros descansaban junto a la pequeña fogata mientras el y la cazadora permanecían sentados en lo que quedaba de aquella estructura que alguna vez fue un hermoso arco.-Sera un viaje cansado...pero podemos recuperar fuerza una vez que lleguemos al puerto-El rostro del hombre se mostraba trasnochado, y sabia que la joven también se encontraba igual pero por fortuna eso no les detendría.
Richard Armstrong- Humano Clase Alta
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 01/10/2017
Re: Alejandría:El libro Mortal [Ane]
Sonrió ante las palabras del británico, pues aunque a él le gustara pensar que él cuidaba de ella, la cosa solía ser al revés y ambos lo sabían. Aún así, la cazadora no dijo nada, le agradaba la idea de ser protegida por Richard y a él le hacía sentir tranquilo considerar que así lo hacía. Y aunque, tal vez, no fuera más fuerte que ella físicamente o más ágil, sí era más inteligente, estaba más curtido en la vida y tenía mucha experiencia, lo que les convertía en una combinación perfecta para derrotar a Napoleón y sus esbirros sobrenaturales. -Era la primera vez que me pedías ir contigo a una expedición… Jamás me hubiese negado.- Dio un suave toque al hombro ajeno al ladear la cabeza, al tiempo en que ampliaba la sonrisa.
A la americana poco le importó que la mirasen mal o que la doctora la pusiera de vuelta y media. Sabía que eran puros celos lo que sentía y que se estaba comportando como si la niña fuera ella a su edad y no la joven Chandler. Aneu era mucho más madura de lo que pudiera aparentar, y aunque tuviera algunos momentos de debilidad en los que afloraba su inexperiencia, solía usar la cabeza antes de actuar, lo que la dotaba de un aspecto más adulto aún. Así que sencillamente prosiguió con su actuar como hasta el momento, ignorando por completo los inútiles intentos de Martha por hacerla enojar.
La idea de Richard de ponerles en una guardia en mitad de la noche había sido acertada, pues así se aseguraban de que los demás durmieran para cuando ellos emprendieran la marcha por su cuenta. No era una zona fácil por la que moverse, así que toda la ventaja de la que pudieran disponer sería más que bien recibida para su viaje de regreso al mar. Se apoyó contra el inglés mientras aguardaban a su turno, observando el firmamento, el manto de estrellas que se extendía sobre ellos. -Hemos superado cosas peores, Richard…- Comentó en un susurro a modo de animarles. Si habían podido contra licántropos, hechiceros y vampiros, un militar engreído no sería tan difícil de vencer.
Felipe y otro hombre, se acercaron a avisarles que les tocaba a ellos hacer la guardia. La cazadora se levantó, sacudiéndose la arena del pantalón y le tendió ambas manos al historiador. -Paseemos un poco… Así cuando nos vayamos, no les extrañará el seguir escuchando pasos por la arena.- Murmuró muy bajo al inclinarse, esperando a que Richard tomara su invitación para alzarse con ella.
A la americana poco le importó que la mirasen mal o que la doctora la pusiera de vuelta y media. Sabía que eran puros celos lo que sentía y que se estaba comportando como si la niña fuera ella a su edad y no la joven Chandler. Aneu era mucho más madura de lo que pudiera aparentar, y aunque tuviera algunos momentos de debilidad en los que afloraba su inexperiencia, solía usar la cabeza antes de actuar, lo que la dotaba de un aspecto más adulto aún. Así que sencillamente prosiguió con su actuar como hasta el momento, ignorando por completo los inútiles intentos de Martha por hacerla enojar.
La idea de Richard de ponerles en una guardia en mitad de la noche había sido acertada, pues así se aseguraban de que los demás durmieran para cuando ellos emprendieran la marcha por su cuenta. No era una zona fácil por la que moverse, así que toda la ventaja de la que pudieran disponer sería más que bien recibida para su viaje de regreso al mar. Se apoyó contra el inglés mientras aguardaban a su turno, observando el firmamento, el manto de estrellas que se extendía sobre ellos. -Hemos superado cosas peores, Richard…- Comentó en un susurro a modo de animarles. Si habían podido contra licántropos, hechiceros y vampiros, un militar engreído no sería tan difícil de vencer.
Felipe y otro hombre, se acercaron a avisarles que les tocaba a ellos hacer la guardia. La cazadora se levantó, sacudiéndose la arena del pantalón y le tendió ambas manos al historiador. -Paseemos un poco… Así cuando nos vayamos, no les extrañará el seguir escuchando pasos por la arena.- Murmuró muy bajo al inclinarse, esperando a que Richard tomara su invitación para alzarse con ella.
Aneu Chadwick- Cazador Clase Media
- Mensajes : 64
Fecha de inscripción : 10/10/2017
Re: Alejandría:El libro Mortal [Ane]
No dudo en tomar la mano de la joven y se levantó sin dejarle el peso a la cazadora, le sonrió, Aneu era muy precavida así que era de esperarse que se le adelantara la mayoría del tiempo.
-Me parece excelente idea, se debe aprovechar un cielo despejado como este-
Una vez levantado entrelazo su brazo con el de Aneu para caminar juntos, a pesar del frío la noche les regalaba una bella vista en apariencia tranquila pues el único ruido que se podía percibir era el chasquido de las ramas ceder al fuego de aquella improvisada fogata. Pasaron con andar discreto y calmado por donde la mayoría del grupo estaba descansando, Felipe ya se encontraba acomodándose para dormir y tras verlos solo sonrió notando aquella complicidad en ellos que seguro conociéndolo malinterpretaría, así que el Ingles solo negó con la cabeza. Por supuesto no le agradaba engañar a sus colegas a pesar del comportamiento que Martha había mostrado, después de todo tenia años trabajando con ellos, pero esto era importante no se podían permitir fallar y si con ello los ponía a salvo valía la pena, ahora solo quedaba buscar la manera de poner fuera de peligro a la cazadora lo cual tenía sumamente difícil ya que esa joven a la que tanto adoraba no era alguien que se dejara persuadir menos si era para evitar algún tipo de enfrentamiento.
-Si no te invite antes a una expedición fue porque no quería que tu hermano pensara que tenía malas intenciones.- comento trayendo el tema mientras caminaban en línea recta.- Y a pesar del tiempo que tiene conociéndome se que no le habrá hecho muy en gracia que en esta ocasión me atreviera a pedirtelo.-El arqueólogo era un tradicionalista de costumbres arraigadas y para el era importante obtener la aprobación de Ryuu pues era el único familiar de Aneu, no quería causar una separación o disputa entre ellos por ese motivo una vez que salieran de todo este embrollo le pediria la mano de Aneu como era propio, por que el estaba seguro de querer pasar el resto de su vida a lado de esa mujer. Se dio cuenta que entre tanto pensamiento se habia quedado callado a si que sonrío, de verdad se sentía como un adolescente.
Sin decir aun palabra, le hizo una seña a Aneu indicando que tomaran sus cosas una vez que dieron dos vueltas al lugar marcado como el recorrido que debían dar. No tardaron en dejar atrás al grupo cubiertos por el manto de la noche con rumbo a Misratah, pues era obvio que no seguirían el curso de los demás y tomarían una embarcación partiendo de ahí y no de Banghazi como se planeó en un principio conforme avanzaban el clima iba tomando fuerza en ventiscas de arena, llego un punto en que tuvieron que cubrir sus bocas -Nos detendremos en Tarhunah a descansar un poco y buscar un medio para movernos mas rápido hasta Misratah, has montado camellos?-dijo el ingles con una sonrisa oculta tras el paño que tapaba su boca.
Richard Armstrong- Humano Clase Alta
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 01/10/2017
Re: Alejandría:El libro Mortal [Ane]
Una vez ambos de pie, emprendieron el paseo por las dunas, sin prisa, tranquilamente estudiando el terreno mientras charlaban entre susurros. Siempre había sido muy cercana con el inglés, pero caminar cogidos de aquella manera era la primera vez y, aunque no era nada del otro mundo, era suficiente para acelerar los latidos del corazón de la cazadora que, además, no podía dejar de sonreír de manera nerviosa. Escuchó con atención las explicaciones del historiador, arrugando la frente y la nariz ante los motivos por los que no la había invitado con anterioridad a una expedición con él. -Richard, aunque pasasen mil años, a mi hermano siempre le parecería mal que me fuera sin él. Pero en cambio Ryuu sí se va de viaje solo o con esa vampiresa… No me puede tratar como a una niña toda la vida, ¡ya tengo veintiocho años!- Resopló, molesta e intentó calmarse, sacudiendo la cabeza. -Se acabaron los dobles raseros. Sé que tú respetas mucho a mi hermano, tanto como líder de la liga como hombre y cazador, pero no es mi dueño ni mi padre. Él está haciendo su vida y yo tengo derecho a hacer la mía.. a elegir con quién la quiero vivir.-
Se habían acercado de nuevo al campamento y la muchacha guardó silencio, sumándose a Richard que llevaba ya unos minutos callado mientras ella hablaba y hablaba. Se acercaron sigilosamente a por sus cosas y se alejaron, siguiendo primero el mismo camino que las vueltas anteriores, para luego desviarse y dirigirse hacia donde guiaba el británico, que era el que se conocía la cartografía del lugar y tenía estudiados los puntos clave para el viaje.
Cuando les alcanzó la tormenta de arena, tuvieron que buscar refugio, pues no sólo era difícil seguir avanzando por la dificultad de visión, sino que podía volverse muy peligroso si la cosa empeoraba en fuerza. Cubiertos con pañuelos palestinos para filtrar el aire que respiraban, caminaron en contra de la ventisca. Al escuchar la pregunta de Richard, la cazadora negó, pues al no haber pisado jamás tierras como aquellas, los únicos camellos que había visto estaban dibujados en libros. No tardaron mucho más en llegar a Tarhunah, poco más de una hora y para cuando lo hicieron ya se veía a lo lejos la cresta del sol asomar tras las dunas. Amanecía muy temprano allí debido a la falta de montañas altas y el exceso de territorio plano, aunque, por suerte, el viento había cubierto de sobra sus huellas y al resto del grupo les resultaría imposible saber a dónde se habían dirigido. Ahora necesitaban descansar, aunque sólo fueran un par de horas y luego proseguirían su camino, al parecer montando a camello. Aneu jamás rechazaba un reto y montarse en un animal con dos jorobas le parecía de lo más aventurero. -Cojamos una habitación en esa posada y durmamos un rato, en cuanto ya el sol brille amarillento, reanudaremos nuestro camino.-
Se habían acercado de nuevo al campamento y la muchacha guardó silencio, sumándose a Richard que llevaba ya unos minutos callado mientras ella hablaba y hablaba. Se acercaron sigilosamente a por sus cosas y se alejaron, siguiendo primero el mismo camino que las vueltas anteriores, para luego desviarse y dirigirse hacia donde guiaba el británico, que era el que se conocía la cartografía del lugar y tenía estudiados los puntos clave para el viaje.
Cuando les alcanzó la tormenta de arena, tuvieron que buscar refugio, pues no sólo era difícil seguir avanzando por la dificultad de visión, sino que podía volverse muy peligroso si la cosa empeoraba en fuerza. Cubiertos con pañuelos palestinos para filtrar el aire que respiraban, caminaron en contra de la ventisca. Al escuchar la pregunta de Richard, la cazadora negó, pues al no haber pisado jamás tierras como aquellas, los únicos camellos que había visto estaban dibujados en libros. No tardaron mucho más en llegar a Tarhunah, poco más de una hora y para cuando lo hicieron ya se veía a lo lejos la cresta del sol asomar tras las dunas. Amanecía muy temprano allí debido a la falta de montañas altas y el exceso de territorio plano, aunque, por suerte, el viento había cubierto de sobra sus huellas y al resto del grupo les resultaría imposible saber a dónde se habían dirigido. Ahora necesitaban descansar, aunque sólo fueran un par de horas y luego proseguirían su camino, al parecer montando a camello. Aneu jamás rechazaba un reto y montarse en un animal con dos jorobas le parecía de lo más aventurero. -Cojamos una habitación en esa posada y durmamos un rato, en cuanto ya el sol brille amarillento, reanudaremos nuestro camino.-
Aneu Chadwick- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/10/2017
Re: Alejandría:El libro Mortal [Ane]
Mientras las huellas de su andar se perdían por la tormenta, el arqueólogo contemplo a Aneu, entendía los sentimientos de la cazadora, pero quizás ella debía ponerse un poco en el lugar de su hermano mayor porque él lo hacía; tenía claro que le costaría sobrellevar el temperamento y más que eso para que el mayor de los Chandler congeniara con la relación, pero por la castaña lo haría, no quería apartar de ella la única familia que le quedaba, aunque ese par pecaban de testarudos y orgullosos. El trayecto no dio para más conversación por la arena que golpeaba sus rostros así que lejos de ser un silencio incomodo resulto benéfico para repasar el mapa mentalmente, como era de esperarse el Ingles ya se había memorizado las cartas aunque claro una que otra vez se le iba la brújula y no era exento a equivocarse; el sol ya destellaba sus primeros rayos haciendo visible el paisaje y la pequeña ciudadela que se cernía frente a sus ojos, no fue difícil encontrar posada, el arqueólogo estaba pensando en una de bajo perfil donde no hubiese oportunidad de cruzarse con alguien de su campo que lo reconociese aunque la posibilidad de que este hecho ocurriera era muy remota más le valía irse con cuidad y al parecer la menor de los Chandler también pensó en ello pues le gano al hablar, este le sonrió asintiendo mientras continuaban su andar hasta la posada. Pidió dos habitaciones contiguas para poder descansar dando nombres falsos al casero por obvias razones.
-Pedí habitaciones comunicadas, espero no te incomode es solo como precaución por si ocurre una emergencia nos podamos ayudar. -
Le informo mientras caminaban por el largo pasillo por demás solitario pues la mayoría de los inquilinos seguro apenas se estaba levantando, se le escapo un bostezo al inglés que tras una disculpa le mostro cuál sería su habitación tras abrirla la de Aneu primero y entregarle la llave amablemente.
-Cualquier cosa que necesites házmelo saber, partiremos antes de que el sol se ponga si estás de acuerdo. -Lo comento esperando si a la cazadora le parecía bien o tenía una sugerencia porque ella siempre le ampliaba el panorama y las posibilidades. Tras besar su mano como despedida espero a que esta entrara al cuarto para el entrar al propio, el espacio era reducido solo un catre y una mesita con el respectivo lugar para asearse, dejo su mochila sobre la cama observando la puerta junto a esta, la cual conectaba con la habitación de Aneu que estaría haciendo?, seguro al igual que el se daría un baño porque en su caso el sudor, el sol y la arena lo hacían sentir pegosteoso como engrudo. La temperatura era tan alta que el agua fría en la tina le cayó como gloria, se sentía hasta tibia después de un rato y se hubiese quedado allí de no ser por el sueño que en esos instantes le amenazaba así que no le quedo de otra más que irse a la cama tras vestirse y ceder al cansancio de su humano cuerpo siendo aquella castaña el ultimo pensamiento que tuvo antes de dormir.
El cuerpo del hombre maduro se revolvió en el poco espacio que aquel lecho le ofrecía, sentía que había dormido horas, tomo su reloj de bolsillo que descansaba en el buro de noche, 5 horas durmió de corrido. Una de sus manos fue a dar a su rostro tratando de quitarse la pesadez que en ese momento le acarreo dando como resultada final que lograra sentarse con la vista en aquella puerta divisora, se puso en pie y se acercó hasta ella poniendo su oreja sobre la madera tratando de escuchar si Aneu estaba ya despierta, alejo el rostro y puso una mano en aquella puerta meditando si debía o no tocar.
-Aneu…estas despierta. -
Menciono tras tocar levemente la puerta, lo cual se arrepintió pronto una vez que medito sus palabras pues qué clase de pregunta era aquella, se sintió un tanto ridículo, preocupado y ansioso, mientras restiraba la mano y la llevaba a su espalda. No obtuvo respuesta, debía entrar?.
-Pedí habitaciones comunicadas, espero no te incomode es solo como precaución por si ocurre una emergencia nos podamos ayudar. -
Le informo mientras caminaban por el largo pasillo por demás solitario pues la mayoría de los inquilinos seguro apenas se estaba levantando, se le escapo un bostezo al inglés que tras una disculpa le mostro cuál sería su habitación tras abrirla la de Aneu primero y entregarle la llave amablemente.
-Cualquier cosa que necesites házmelo saber, partiremos antes de que el sol se ponga si estás de acuerdo. -Lo comento esperando si a la cazadora le parecía bien o tenía una sugerencia porque ella siempre le ampliaba el panorama y las posibilidades. Tras besar su mano como despedida espero a que esta entrara al cuarto para el entrar al propio, el espacio era reducido solo un catre y una mesita con el respectivo lugar para asearse, dejo su mochila sobre la cama observando la puerta junto a esta, la cual conectaba con la habitación de Aneu que estaría haciendo?, seguro al igual que el se daría un baño porque en su caso el sudor, el sol y la arena lo hacían sentir pegosteoso como engrudo. La temperatura era tan alta que el agua fría en la tina le cayó como gloria, se sentía hasta tibia después de un rato y se hubiese quedado allí de no ser por el sueño que en esos instantes le amenazaba así que no le quedo de otra más que irse a la cama tras vestirse y ceder al cansancio de su humano cuerpo siendo aquella castaña el ultimo pensamiento que tuvo antes de dormir.
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El cuerpo del hombre maduro se revolvió en el poco espacio que aquel lecho le ofrecía, sentía que había dormido horas, tomo su reloj de bolsillo que descansaba en el buro de noche, 5 horas durmió de corrido. Una de sus manos fue a dar a su rostro tratando de quitarse la pesadez que en ese momento le acarreo dando como resultada final que lograra sentarse con la vista en aquella puerta divisora, se puso en pie y se acercó hasta ella poniendo su oreja sobre la madera tratando de escuchar si Aneu estaba ya despierta, alejo el rostro y puso una mano en aquella puerta meditando si debía o no tocar.
-Aneu…estas despierta. -
Menciono tras tocar levemente la puerta, lo cual se arrepintió pronto una vez que medito sus palabras pues qué clase de pregunta era aquella, se sintió un tanto ridículo, preocupado y ansioso, mientras restiraba la mano y la llevaba a su espalda. No obtuvo respuesta, debía entrar?.
Richard Armstrong- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/10/2017
Re: Alejandría:El libro Mortal [Ane]
Entró a la posada junto al inglés y dejó que fuera él quien hablara, pues ella no conocía el idioma hablado, aunque entendía bastante bien su escritura. Así que permitió que él se encargada de cualquier cosa que requiriera algo de diálogo con gente que no supiera inglés o francés, pues que allí nadie era ducho en alemán o español, las otras dos lenguas que la americana dominaba casi al completo. Sonrió cuando regresó a su lado y le explicó que había pedido estancias comunicantes. Richard era un caballero y lo sería toda la vida, una de las muchas cosas que había enamorado a la cazadora, sin duda alguna.
Recorrieron el pasillo hasta alcanzar las habitaciones cuyas puertas tenían pintado el número que correspondía al de las llaves que el británico portaba en su mano. Él parecía conformarse con un beso en la mano, pero Aneu quiso algo más y le dio uno en la mejilla, cerca de la comisura de los labios. -Descansa, Richard.- Le dedicó una cálida, a la vez que cansada, sonrisa y se metió en su cuarto. Lo primero que hizo, casi como acto reflejo, fue dejarse caer de bruces en la cama, pero pasados unos segundos se levantó como un resorte. Tenía que darse un baño primero, tenía arena hasta dentro de las orejas. Así que eso hizo, se aseó, intentando no dormirse dentro de la tina y tras secarse a conciencia el cabello para no enfermar, se coló bajo la ropa de cama, envolviéndose con ella como si fuera una pequeña oruga. A pesar de lo agotada que estaba, del sueño que tenía y de la necesidad de recuperar fuerzas, le costó dormirse, rememorando el momento en que el arqueólogo se le había declarado. Mordió el dorso de su propia mano para no liberar un grito de euforia. Estuvo bastante rato imaginando cómo serían las cosas una vez terminaran con la expedición, soñando despierta. Al final, Morfeo vino a buscarla y cayó rendida.
Si algo tenía la cazadora muy arraigado por el modo de vida que había llevado, era el estar siempre alerta, incluso durmiendo. Su sueño era muy ligero y enseguida se despertaba cuando escuchaba algún sonido sospechoso o alguien la llamaba, pues a veces su hermano lo hacía para asegurarse que realmente ella estaba vigilante por si alguien les atacaba en plena noche, una mala costumbre que le había ganado varios capones a lo largo de los años al mayor de los Chandler. Así que cuando el historiador susurró su nombre, los verdes orbes de la americana se abrieron de repente. -¿Richard? ¿Ocurre algo?- Se incorporó hasta quedar sentada y terminó por levantarse, envuelta con la colcha, pues debajo sólo llevaba una camisa que le iba algo grande y la prenda inferior de la lencería. Se aproximó a la puerta y giró el pomo para abrirla, encontrándose con el inglés despeinado y expresión de preocupación en el rostro. -¿Estás bien?- Extendió la mano con la que no sostenía la ropa de cama a acariciar la mejilla foránea, aguardando a su contestación.
Recorrieron el pasillo hasta alcanzar las habitaciones cuyas puertas tenían pintado el número que correspondía al de las llaves que el británico portaba en su mano. Él parecía conformarse con un beso en la mano, pero Aneu quiso algo más y le dio uno en la mejilla, cerca de la comisura de los labios. -Descansa, Richard.- Le dedicó una cálida, a la vez que cansada, sonrisa y se metió en su cuarto. Lo primero que hizo, casi como acto reflejo, fue dejarse caer de bruces en la cama, pero pasados unos segundos se levantó como un resorte. Tenía que darse un baño primero, tenía arena hasta dentro de las orejas. Así que eso hizo, se aseó, intentando no dormirse dentro de la tina y tras secarse a conciencia el cabello para no enfermar, se coló bajo la ropa de cama, envolviéndose con ella como si fuera una pequeña oruga. A pesar de lo agotada que estaba, del sueño que tenía y de la necesidad de recuperar fuerzas, le costó dormirse, rememorando el momento en que el arqueólogo se le había declarado. Mordió el dorso de su propia mano para no liberar un grito de euforia. Estuvo bastante rato imaginando cómo serían las cosas una vez terminaran con la expedición, soñando despierta. Al final, Morfeo vino a buscarla y cayó rendida.
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Si algo tenía la cazadora muy arraigado por el modo de vida que había llevado, era el estar siempre alerta, incluso durmiendo. Su sueño era muy ligero y enseguida se despertaba cuando escuchaba algún sonido sospechoso o alguien la llamaba, pues a veces su hermano lo hacía para asegurarse que realmente ella estaba vigilante por si alguien les atacaba en plena noche, una mala costumbre que le había ganado varios capones a lo largo de los años al mayor de los Chandler. Así que cuando el historiador susurró su nombre, los verdes orbes de la americana se abrieron de repente. -¿Richard? ¿Ocurre algo?- Se incorporó hasta quedar sentada y terminó por levantarse, envuelta con la colcha, pues debajo sólo llevaba una camisa que le iba algo grande y la prenda inferior de la lencería. Se aproximó a la puerta y giró el pomo para abrirla, encontrándose con el inglés despeinado y expresión de preocupación en el rostro. -¿Estás bien?- Extendió la mano con la que no sostenía la ropa de cama a acariciar la mejilla foránea, aguardando a su contestación.
Aneu Chadwick- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/10/2017
Re: Alejandría:El libro Mortal [Ane]
Parecía que el arqueólogo se habia quedado mudo pues en el reino el silencio limitándose solamente a observar a la cazadora una vez que esta abrió la puerta, intento no se tan obvio desviando la mirada hacia un costado no es que estuviera desnuda pero no era propio incomodarla, suficiente habia hecho con levantarle.-Lamento irrumpir de esta manera, estoy bien, solo quería asegurarme que tu también lo estuvieras, de nuevo te ofrezco una disculpa, no debí.- La caricia le hizo cual hechizo descansar en aquel par de esmeraldas. Su temor por perderla iba creciendo conforme mas se acercaban a su destino y poco lo apaciguaba saber que ella incluso era mas hábil que el en combate, por mucho cabe resaltar; la adoraba profundamente que solo imaginarle en circunstancias peligrosas le causaba malestar. Sin afán de ser grosero beso la mano que momentos atrás le habia regalado un gesto cálido y puso espacio entre ellos llevando una mano a su frente tapando un poco su vista con los dedos no se sentía bien mirar de aquella manera a la castaña a pesar que la sabana le cubriera.-Te gustaría bajar conmigo a comer, de ser asi te puedo esperar afuera sin problema alguno...- menciono sin mirarle ni siquiera los pies y es que no se veía nada bien tomarse algún tipo de confianzas sin haber hecho lo propio y formalizar aquello como se debía, simplemente para el Ingles no era correcto; hasta que Aneu no tuviera un anillo en mano dejaría de sentirse de esa manera, como si fuera un rufián persiguiendo la virtud de una joven casadera.
Tras cruzar aquellas palabras con la americana y su respuesta positiva a acompañarlo, dejo la habitación como si en ella hubiera un incendio para darle el espacio necesario que el tan deliberadamente habia importunado con sus miedos infundados pues Aneu estaba hermosamente bien, nada irrumpía su seguridad como el empezaba a suponer cuando no obtuvo respuesta a la primera; una vez afuera en el pasillo la imagen efímera golpeo sus pensamientos mientras la esperaba y es que verla recién levantada le resulto tan grato pues los ojos se mostraban vivaces a pesar de haberse abierto de golpe por su causa y su cabello luciendo como el mejor marco para un rostro tan bello, seria muy afortunado de tener esa imagen el resto de sus mañanas.A pesar que el viaje no era sencillo la compañia tenia el efecto de volverlo mas ligero, debían descansar tanto física como mentalmente por que lo verdaderamente complicado los esperaba en Alejandría, por ello disfrutar los pequeños momentos con Aneu eran importantes y si bien el lujar que habían escogido no era lujoso por precauciones que debían tomar, por lo menos si tenia pinta de que al menos la comida en aquella posada no era tan mala. Si de algo estaba seguro es que la comida tan distintiva a la cazadora le iba a encantar; sonrió pensando en todo lo que vendría cuando salieran de esta, por que estaba seguro que lograrian tener el libro y ocultarlo no solo de Bonaparte si no de todo aquel que tuviera intenciones oscuras.-Si me disculpo de nuevo por despertarte seria demasiado?- dijo el ingles con una sonrisa ligera en el rostro, mostrándose de buen humor ante la llegada de la castaña que cerraba la puerta detrás de si, le extendió el brazo de manera formal para que le acompañara. Si, era muy fácil imaginarse con aquella mujer viajando por el mundo compartiendo mas que habitaciones y apellido.
Tras cruzar aquellas palabras con la americana y su respuesta positiva a acompañarlo, dejo la habitación como si en ella hubiera un incendio para darle el espacio necesario que el tan deliberadamente habia importunado con sus miedos infundados pues Aneu estaba hermosamente bien, nada irrumpía su seguridad como el empezaba a suponer cuando no obtuvo respuesta a la primera; una vez afuera en el pasillo la imagen efímera golpeo sus pensamientos mientras la esperaba y es que verla recién levantada le resulto tan grato pues los ojos se mostraban vivaces a pesar de haberse abierto de golpe por su causa y su cabello luciendo como el mejor marco para un rostro tan bello, seria muy afortunado de tener esa imagen el resto de sus mañanas.A pesar que el viaje no era sencillo la compañia tenia el efecto de volverlo mas ligero, debían descansar tanto física como mentalmente por que lo verdaderamente complicado los esperaba en Alejandría, por ello disfrutar los pequeños momentos con Aneu eran importantes y si bien el lujar que habían escogido no era lujoso por precauciones que debían tomar, por lo menos si tenia pinta de que al menos la comida en aquella posada no era tan mala. Si de algo estaba seguro es que la comida tan distintiva a la cazadora le iba a encantar; sonrió pensando en todo lo que vendría cuando salieran de esta, por que estaba seguro que lograrian tener el libro y ocultarlo no solo de Bonaparte si no de todo aquel que tuviera intenciones oscuras.-Si me disculpo de nuevo por despertarte seria demasiado?- dijo el ingles con una sonrisa ligera en el rostro, mostrándose de buen humor ante la llegada de la castaña que cerraba la puerta detrás de si, le extendió el brazo de manera formal para que le acompañara. Si, era muy fácil imaginarse con aquella mujer viajando por el mundo compartiendo mas que habitaciones y apellido.
Richard Armstrong- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/10/2017
Re: Alejandría:El libro Mortal [Ane]
Richard era encantador con su actitud y la cazadora no pudo evitar sonreír débilmente mientras éste le besaba la mano. Verle tan tímido, tan cuidadoso y temeroso de ver algo del cuerpo de la americana que no debiera ver, hizo que se enamorara aún más del historiador. -Claro, saldré enseguida. Deja que me ponga algo de ropa y me reúno contigo de inmediato.- Le dio un fugaz beso en la mejilla y en cuanto el inglés abandonó la habitación, ella cerró la puerta que comunicaba ambas estancias para vestirse y peinarse un poco, recogiéndose el cabello en una coleta alta. Se calzó las botas y salió fuera a reunirse con el británico que la aguardaba, aún avergonzado por su comportamiento, por haberla despertado y visto cubierto con una sábana. Rio bajo, negando y se cogió del brazo ajeno para juntos dirigirse al comedor de la posada para poder desayunar algo. Tenían hambre, llevaban horas sin comer y les aguardaba aún mucho camino, así que cuanto más energías recargaran, mejor para ambos.
La sala no era muy grande y alguna de las sillas cojeaba, pero el olor que llegaba de la cocina era agradable y logró arrancar un rugido del estómago de la muchacha que rio, intentando disimular, mientras con a mano libre se daba friegas en la panza. -Nunca tuve unas tripas muy silenciosas cuando de comer se trata...- Bromeó, tomando asiento en la mesa que eligieron y esperó a que viniera la mesera a preguntarles lo que querrían tomar. -No conozco muy bien lo que se come en la zona, y si le pido que me lo explique, no la voy a entender… Así que mejor elige tú por mí, Richard, ¿te parece bien?.- Le dedicó una tierna sonrisa, mirándole con la esperanza de que accediera a su petición. -Ya sabes que no tengo problemas con el picante y que como casi de todo… Menos piña, que soy alérgica, pero dudo que aquí sirvan una fruta como esa.- Observó a la mujer y le sonrió también, aunque de manera distinta, afable. Era su manera de disculparse por no hablar el idioma y no poder dirigirle la palabra directamente. De ser un hombre seguramente hasta lo agradecería, pero de mujer a mujer podía saberle mal a pesar de la cultura que allí reinaba.
La sala no era muy grande y alguna de las sillas cojeaba, pero el olor que llegaba de la cocina era agradable y logró arrancar un rugido del estómago de la muchacha que rio, intentando disimular, mientras con a mano libre se daba friegas en la panza. -Nunca tuve unas tripas muy silenciosas cuando de comer se trata...- Bromeó, tomando asiento en la mesa que eligieron y esperó a que viniera la mesera a preguntarles lo que querrían tomar. -No conozco muy bien lo que se come en la zona, y si le pido que me lo explique, no la voy a entender… Así que mejor elige tú por mí, Richard, ¿te parece bien?.- Le dedicó una tierna sonrisa, mirándole con la esperanza de que accediera a su petición. -Ya sabes que no tengo problemas con el picante y que como casi de todo… Menos piña, que soy alérgica, pero dudo que aquí sirvan una fruta como esa.- Observó a la mujer y le sonrió también, aunque de manera distinta, afable. Era su manera de disculparse por no hablar el idioma y no poder dirigirle la palabra directamente. De ser un hombre seguramente hasta lo agradecería, pero de mujer a mujer podía saberle mal a pesar de la cultura que allí reinaba.
Aneu Chadwick- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/10/2017
Re: Alejandría:El libro Mortal [Ane]
El inglés de rio un poco ante el comentario de la piña pues a la memoria se le vino como fue que descubrió el desagrado de la castaña por esa particularmente ácida fruta y como no, si le causaba alergia. De cierta forma conocía perfectamente a Aneu de algún modo sin pretenderlo se memorizaba sus gestos, sus gustos...sus manías, le resultaba totalmente fascinante su modo de ser, espontánea genuinamente ella, porque si algo tenia era que no se callaba lo que le parecía injusto; no supo cuanto tiempo se quedó contemplando en silencio durante varios segundos la verdad aun no entendía que ella le correspondiera. Pudo haberse quedado asi por tiempo indefinido pero la persona que les otorgaron para ofrecerles el servicio esperaba alguna indicación de su parte.
-Creo que este platillo te gustara es parecido al arroz y lo mejor es que no le ponen piña ni nada que te desagrade.-
Sonrio mirando a la castaña por ultima vez antes de girar su rostro ante la mujer que les atendía.
-sabah alkhyr , 'urid 'atbaq kaskas mae lahm aldaan...shay' muneash-
Pronunció con buen acento a lo que su interlocutora asintió y sin decir palabra alguna se retiró dejándolos de nueva cuenta solo, a medida que se pudiera pues no eran los únicos en la sala destinada a lo que se podia llamar restaurant,sabia que la americana no tenia problema con el picante pero la verdad el si, no le sentaba muy bien ya que por lo general la comida inglesa no era tan folclórica como la de otras regiones, asi que siempre que podia lo evitaba si no quería terminar ahogándose,sin poder evitarlo barrido con la mirada el lugar, desconfiado como siempre derivado a los sucesos acontecidos de manera domino. Solo pedía al cielo un pequeño respiro para recargar fuerzas y tener la mente descansada para no cometer imprudencias que los delataran, que más podían hacer?, dejara atras al grupo de personas (entre ellos dos de sus colegas) no fue lo mas placentero que hubiera hecho pero por seguridad era lo que correspondía pues dejar ese libro en manos equivocadas resultaba mas que catastrofico, y de sobremanera, porque no se conocia con certeza el alcance que escondían las líneas de ese libro.
-Si no traen cubiertos no creas que se los han olvidado, por lo general se acostumbra comer con los dedos ayudándose con un pan generalmente de pita.- le informo a la ojiverde amablemente pues sabia que no estaba relacionada al 100 con la cultura del lugar e incluso el no era un experto pero tenia conocimiento suficiente para poder moverse sin problema.- Y el te aquí lo sirven frío, es muy bueno te gustara- tras sus palabras otro personal del servicio les trajo un cesta con pan y una jarra de barro con el te junto con dos vasos del mismo material.-Encerio me hubiese gustado que la situación fuera otra, pero prometo recompensarte, si todo sale bien iremos al lugar que tu decidas, asi que piensa en el destino de nuestra siguiente aventura.-
La comida no tardo en ser servida, un plato ovalado con la sémola de trigo en medio rodeado de verduras y trozos de cordero, olia bien, la verdad no habia peros que ponerle de manera educada agradeció en el idioma natal del lugar - Provecho señorita- dijo con una sonrisa mirando a Aneu mientras agarraba un poco de pan como si este fuera el tenedor.
-Creo que este platillo te gustara es parecido al arroz y lo mejor es que no le ponen piña ni nada que te desagrade.-
Sonrio mirando a la castaña por ultima vez antes de girar su rostro ante la mujer que les atendía.
-sabah alkhyr , 'urid 'atbaq kaskas mae lahm aldaan...shay' muneash-
Pronunció con buen acento a lo que su interlocutora asintió y sin decir palabra alguna se retiró dejándolos de nueva cuenta solo, a medida que se pudiera pues no eran los únicos en la sala destinada a lo que se podia llamar restaurant,sabia que la americana no tenia problema con el picante pero la verdad el si, no le sentaba muy bien ya que por lo general la comida inglesa no era tan folclórica como la de otras regiones, asi que siempre que podia lo evitaba si no quería terminar ahogándose,sin poder evitarlo barrido con la mirada el lugar, desconfiado como siempre derivado a los sucesos acontecidos de manera domino. Solo pedía al cielo un pequeño respiro para recargar fuerzas y tener la mente descansada para no cometer imprudencias que los delataran, que más podían hacer?, dejara atras al grupo de personas (entre ellos dos de sus colegas) no fue lo mas placentero que hubiera hecho pero por seguridad era lo que correspondía pues dejar ese libro en manos equivocadas resultaba mas que catastrofico, y de sobremanera, porque no se conocia con certeza el alcance que escondían las líneas de ese libro.
-Si no traen cubiertos no creas que se los han olvidado, por lo general se acostumbra comer con los dedos ayudándose con un pan generalmente de pita.- le informo a la ojiverde amablemente pues sabia que no estaba relacionada al 100 con la cultura del lugar e incluso el no era un experto pero tenia conocimiento suficiente para poder moverse sin problema.- Y el te aquí lo sirven frío, es muy bueno te gustara- tras sus palabras otro personal del servicio les trajo un cesta con pan y una jarra de barro con el te junto con dos vasos del mismo material.-Encerio me hubiese gustado que la situación fuera otra, pero prometo recompensarte, si todo sale bien iremos al lugar que tu decidas, asi que piensa en el destino de nuestra siguiente aventura.-
La comida no tardo en ser servida, un plato ovalado con la sémola de trigo en medio rodeado de verduras y trozos de cordero, olia bien, la verdad no habia peros que ponerle de manera educada agradeció en el idioma natal del lugar - Provecho señorita- dijo con una sonrisa mirando a Aneu mientras agarraba un poco de pan como si este fuera el tenedor.
Richard Armstrong- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/10/2017
Re: Alejandría:El libro Mortal [Ane]
Ante la risa del inglés, la americana ladeó un instante la cabeza y se lo quedó mirando. Fue ella la que, pasados unos largos segundos de silencio, carraspeó, intentando que el historiador regresara al presente y le ayudara con lo de elegir un plato. Sonrió al ver que éste se había quedado embobado con ella, pues no podía negar que era una acción que si bien en otras ocasiones no había sabido interpretar, después de la declaración de amor del arqueólogo, ya no tenía duda alguna al respecto. -Perfecto, entonces pídeme ese.- Asintió y se quedó escuchando como el contrario hablaba con la mesera que les atendía. Apoyó el mentón sobre la palma de su diestra y a su vez, ésta se sujetaba con el codo en la mesa. -Me encanta cuando hablas en otras lenguas. Aunque no entienda nada de lo que dices...- Añadió lo último con una breve risa.
Arqueó las cejas al escuchar el comentario sobre los cubiertos y asintió a sus indicaciones sobre utilizar el pan para empujar la comida y llevársela a la boca como si éste fuera una cuchara. -Entonces es como en la India, allí también se come con los dedos o unas hojas de parra que usan a modo de cucharón para coger cosas como el arroz o los pequeños gusanos.- No era quisquillosa con la comida y tenía la mente abierta a lo de intentar cosas nuevas. Y tenía claro que, si se le presentaba la ocasión, probaría sin dudar los insectos.
Negó ante las excusas del británico y le buscó la mano para acariciar sus nudillos con la yema de los dedos. -No te preocupes, Richard. No olvides lo que soy y a lo que me dedico… Mi vida siempre está plagada de peligros y me encanta la acción. Creo que si todo hubiese estado apacible y tranquilo, no hubiese sido tan estimulante tu declaración.- Fue a alzarse para darle un beso en la frente, pero trajeron la comida y se detuvo cuando a penas despegaba el trasero de la silla, así que lo disimuló como acomodándose. -Aunque reconozco que la presencia de cierta doctora durante el viaje, sí ha sido de lo más inoportuna...- No se lo pudo callar, necesitaba soltarlo. Además, había sido más que obvio que las intenciones de aquella mujer para con Aneu habían sido, desde el principio, de lo más deshonestas. Le tenía celos y de poder, seguro que hasta la hubiese empujado por la borda del barco de no estar siempre presente el egiptólogo.
-Buen provecho.- Le dedicó una amplia sonrisa y tal y como le había dicho el inglés, no había cubiertos, así que cortó un trozo de pita y con ésta agarró el arroz, llevándoselo a los labios. Usó la zurda como recolector justo debajo, por si hasta que le cogía el truco se le caían algunos granos. No quería desperdiciar nada, menos aún con el hambre que traían. Tragó despacio después de masticar, se relamió y le dio unos sorbos al té frío. -Está muy bueno. La comida y el té.- Asintió, dándole otro trago a la bebida. Aquella comida le estaba sentando de maravilla. Y después del breve descanso y eso, seguro estarían ambos con renovadas energías.
Arqueó las cejas al escuchar el comentario sobre los cubiertos y asintió a sus indicaciones sobre utilizar el pan para empujar la comida y llevársela a la boca como si éste fuera una cuchara. -Entonces es como en la India, allí también se come con los dedos o unas hojas de parra que usan a modo de cucharón para coger cosas como el arroz o los pequeños gusanos.- No era quisquillosa con la comida y tenía la mente abierta a lo de intentar cosas nuevas. Y tenía claro que, si se le presentaba la ocasión, probaría sin dudar los insectos.
Negó ante las excusas del británico y le buscó la mano para acariciar sus nudillos con la yema de los dedos. -No te preocupes, Richard. No olvides lo que soy y a lo que me dedico… Mi vida siempre está plagada de peligros y me encanta la acción. Creo que si todo hubiese estado apacible y tranquilo, no hubiese sido tan estimulante tu declaración.- Fue a alzarse para darle un beso en la frente, pero trajeron la comida y se detuvo cuando a penas despegaba el trasero de la silla, así que lo disimuló como acomodándose. -Aunque reconozco que la presencia de cierta doctora durante el viaje, sí ha sido de lo más inoportuna...- No se lo pudo callar, necesitaba soltarlo. Además, había sido más que obvio que las intenciones de aquella mujer para con Aneu habían sido, desde el principio, de lo más deshonestas. Le tenía celos y de poder, seguro que hasta la hubiese empujado por la borda del barco de no estar siempre presente el egiptólogo.
-Buen provecho.- Le dedicó una amplia sonrisa y tal y como le había dicho el inglés, no había cubiertos, así que cortó un trozo de pita y con ésta agarró el arroz, llevándoselo a los labios. Usó la zurda como recolector justo debajo, por si hasta que le cogía el truco se le caían algunos granos. No quería desperdiciar nada, menos aún con el hambre que traían. Tragó despacio después de masticar, se relamió y le dio unos sorbos al té frío. -Está muy bueno. La comida y el té.- Asintió, dándole otro trago a la bebida. Aquella comida le estaba sentando de maravilla. Y después del breve descanso y eso, seguro estarían ambos con renovadas energías.
Aneu Chadwick- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/10/2017
Re: Alejandría:El libro Mortal [Ane]
Los sabores le eran familiares pues no era la primera vez que degustaba aquel platillo así que de buena gana se dió a la tarea de comer cada porción de alimento servido en el plato, haciendo una pausa tomo un poco de té para apaciguar la sequedad en su garganta. No había necesidad de ser adivino o clarividente para conocer el humor que gobernaba al inglés en esos momentos, pues la sonrisa discreta no ocultaba la admiración y afecto que la mujer frente a él le provocaba; era una joven excepcional con numerosas aptitudes claramente no solo diestra en defensa, pues la comparativa que dió fue muy acertada y acordé con el choque de culturas. La mirada le cambio un poco a la mención de su colega, un tema que empezaba a incomodarle ya que en algún punto de su pasado estos habían tenido una historia que al parecer para su colega y amiga seguía pesando lamentablemente así que considerando que Aneu y su carácter no serian tan tolerantes con aquella mujer si volvia a molestarle, prefirió omitir la estrecha relación que habia sostenido con Martha ya que en realidad a como estaban las cosas no era de importancia entrar en confesiones con la cazadora.
-Es un tanto especial, tenemos demasiados años de conocernos que temo se atribuye el derecho de aprobar a las personas que me rodean con evidente furor, por ello te pido una disculpa, su actitud no fue correcta, debí ponerle un alto desde el principio.- Una media sonrisa apareció en el rostro del arqueólogo mientras alargaba su diestra para tomar la mano femenina, sus ojos mostraban que en realidad la situación le sobrepaso pues en un principio si previno que su colega estaria a la defensiva pero no tan directa y hostil como habia manifestado en cuanto reparo en que Aneu les acompañaría.Por fortuna solo tendrás que lidiar con una persona madura y achacosa a la vez.-dijo con ese tinte de humor en sus ultimas palabras antes de volver a beber de aquel vaso aun sin soltar la mano de la castaña, quien habia confirmado que los alimentos eran de su agrado por fortuna. Su mano, que por unos momentos habia eclipsado la de la cazadora se retiro despacio para proseguir con desaparecer lo ultimo que quedaba en su plato pues no podían dejar nada ya que dada las costumbres se podia tomar a mal, sonrio, pues no era necesario decirle a Aneu que acabara sus alimentos dado que la americana era de muy buen comer casi igual que el y a eso sumándole que tenían hora sin probar aperitivo alguno.
-Deseas acompañarme al mercado?, es necesario hacernos de algunas cosas para nuestro trayecto- comento el ingles llevandose el ultimo trozo de pan a la boca, se sentía sumamente satisfecho que hasta estaba considerando desabotonarse aquel chaleco. Las intenciones eran claras debía aprovechar el ajetreo y el tumulto para moverse y conseguir ropa adecuada pues muchas de las cosas se habían quedado en aquel barco, que a estas horas debía estar mas que hundido y por otra parte debían buscar quien les ayudara a hacerse de un par de camellos sin llamar mucho la atención mientras el astro rey iluminaba las calles. Dejo de manera educada el plato aun costado con la servilleta encima de este para que pudiesen retirarlo. -Aunque si lo deseas puedes quedarte a descansar, pero si soy sincero, yo recomiendo que te quedes a mi lado.-Comento con rostro afable tendiendole la mano mientras tomaba su sombrero listo para el siguiente recorrido, entre mas rápido resolvieran lo de su trasporte y las ropas tendrían un poco mas de tiempo para descansar.
-Es un tanto especial, tenemos demasiados años de conocernos que temo se atribuye el derecho de aprobar a las personas que me rodean con evidente furor, por ello te pido una disculpa, su actitud no fue correcta, debí ponerle un alto desde el principio.- Una media sonrisa apareció en el rostro del arqueólogo mientras alargaba su diestra para tomar la mano femenina, sus ojos mostraban que en realidad la situación le sobrepaso pues en un principio si previno que su colega estaria a la defensiva pero no tan directa y hostil como habia manifestado en cuanto reparo en que Aneu les acompañaría.Por fortuna solo tendrás que lidiar con una persona madura y achacosa a la vez.-dijo con ese tinte de humor en sus ultimas palabras antes de volver a beber de aquel vaso aun sin soltar la mano de la castaña, quien habia confirmado que los alimentos eran de su agrado por fortuna. Su mano, que por unos momentos habia eclipsado la de la cazadora se retiro despacio para proseguir con desaparecer lo ultimo que quedaba en su plato pues no podían dejar nada ya que dada las costumbres se podia tomar a mal, sonrio, pues no era necesario decirle a Aneu que acabara sus alimentos dado que la americana era de muy buen comer casi igual que el y a eso sumándole que tenían hora sin probar aperitivo alguno.
-Deseas acompañarme al mercado?, es necesario hacernos de algunas cosas para nuestro trayecto- comento el ingles llevandose el ultimo trozo de pan a la boca, se sentía sumamente satisfecho que hasta estaba considerando desabotonarse aquel chaleco. Las intenciones eran claras debía aprovechar el ajetreo y el tumulto para moverse y conseguir ropa adecuada pues muchas de las cosas se habían quedado en aquel barco, que a estas horas debía estar mas que hundido y por otra parte debían buscar quien les ayudara a hacerse de un par de camellos sin llamar mucho la atención mientras el astro rey iluminaba las calles. Dejo de manera educada el plato aun costado con la servilleta encima de este para que pudiesen retirarlo. -Aunque si lo deseas puedes quedarte a descansar, pero si soy sincero, yo recomiendo que te quedes a mi lado.-Comento con rostro afable tendiendole la mano mientras tomaba su sombrero listo para el siguiente recorrido, entre mas rápido resolvieran lo de su trasporte y las ropas tendrían un poco mas de tiempo para descansar.
Richard Armstrong- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/10/2017
Re: Alejandría:El libro Mortal [Ane]
La cazadora tenía claro que la doctora estaba enamorada de Richard, y aunque no sabía si todo era sólo cosa de la mujer o si en el pasado había habido algo más entre ellos que mera amistad, no le importaba. El inglés era un hombre hecho y derecho, con una vida ya a medio hacer e incluso tenía un hijo, además de ser viudo. Lo que a la americana le importaba era el presente, no lo que había podido ocurrir o no años atrás, a no ser que influyera en la actualidad, en el punto en el que ambos se encontraban y en el que compartían sentimientos. -No son necesarias tus disculpas, Richard. La única persona que debería pedir perdón es la única que no piensa hacerlo y eso demuestra la clase de gente que es.- Se encogió de hombros, dándole un nuevo sorbo al té y se relamió. Ella era muy impulsiva, no en vano era lo que era, pero cuando se equivocaba sabía reconocerlo. Bueno, a excepción de cuando discutía con su hermano, con él le costaba bastante ceder, pero era algo mutuo. Rio, arrugando la nariz, ante el comentario sobre lo achacoso que era y negó. -Y tú sólo tendrás que lidiar con una adolescente alocada.- Añadió en respuesta, siguiendo su juego.
Terminaron de comer todo lo que había en sus platos, incluso el pan de pita que no habían usado para rebañar, se lo habían comido a mordiscos solo, porque estaba bueno y el hambre de los dos feroz. Se relamía, justo cuando le hizo la pregunta y ella asintió. -Claro, además me apetece estirar un poco las piernas y que nos dé el aire de nuevo. Si bien estaba muy cansada ayer cuando llegamos, sabes que me cuesta mucho estarme quieta…- Comentó con una sonrisa. Pasó a ser ella la que sujetara la mano de él y no a la inversa, estrechándola con algo de fuerza entre sus dedos. -¿Para protegerme o para que yo te proteja?- De nuevo bromeó, levantándose de la mesa para dar por finalizado el festín que acababan de darse. -¿Necesitas coger algo de tu habitación? Yo ya sabes que lo llevo siempre todo encima, por precaución…- Miró de soslayo a los presentes, todos estaban a sus cosas, nadie les observaba a ellos, pero aún así, nunca estaba de más la desconfianza. Especialmente en un lugar que no conocían bien y siendo perseguidos por Bonaparte y sus hombres.
Ella llevaba sus armas ocultas, pero siempre a mano. No se separaba de ellas ni para dormir, dejándolas dispersas por distintos puntos de la cama, bajo el colchón, la almohada o en el primer cajón de la mesita de noche. Pero todas ellas a distancia prudencial para poder alcanzarlas cuando le fuera necesario. Desde pequeña había sido instruida para estar alerta incluso mientras descansaba.
Terminaron de comer todo lo que había en sus platos, incluso el pan de pita que no habían usado para rebañar, se lo habían comido a mordiscos solo, porque estaba bueno y el hambre de los dos feroz. Se relamía, justo cuando le hizo la pregunta y ella asintió. -Claro, además me apetece estirar un poco las piernas y que nos dé el aire de nuevo. Si bien estaba muy cansada ayer cuando llegamos, sabes que me cuesta mucho estarme quieta…- Comentó con una sonrisa. Pasó a ser ella la que sujetara la mano de él y no a la inversa, estrechándola con algo de fuerza entre sus dedos. -¿Para protegerme o para que yo te proteja?- De nuevo bromeó, levantándose de la mesa para dar por finalizado el festín que acababan de darse. -¿Necesitas coger algo de tu habitación? Yo ya sabes que lo llevo siempre todo encima, por precaución…- Miró de soslayo a los presentes, todos estaban a sus cosas, nadie les observaba a ellos, pero aún así, nunca estaba de más la desconfianza. Especialmente en un lugar que no conocían bien y siendo perseguidos por Bonaparte y sus hombres.
Ella llevaba sus armas ocultas, pero siempre a mano. No se separaba de ellas ni para dormir, dejándolas dispersas por distintos puntos de la cama, bajo el colchón, la almohada o en el primer cajón de la mesita de noche. Pero todas ellas a distancia prudencial para poder alcanzarlas cuando le fuera necesario. Desde pequeña había sido instruida para estar alerta incluso mientras descansaba.
Aneu Chadwick- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/10/2017
Re: Alejandría:El libro Mortal [Ane]
–Muy bien me ha descubierto bella dama, le necesito fervientemente para mantenerme con vida.– respondió de manera cálida ofreciéndole el brazo para andar juntos a la salida de la modesta posada; noto que la cazadora al igual que el, se mantenía alerta y es que ambos tenían razón para desconfiar del entorno después de todo estaban siendo asediados por un enemigo bastante impredecible. Negó afianzando el dulce agarre, pues antes de bajar ya tenía contemplado ir al mercado y por ende cargo con lo que ocuparía; se permitió disfrutar por un momento el tacto con la cazadora, su mano se sentía como la piel de un fruto,tan suave y tersa apesar de la rudeza con la que se manejaba la mayor parte del tiempo la joven de melena castaña; sonrió imaginando que seguramente traía armas entre las ropas y el solo con una pistola...bueno ya se sabía que de los dos ella era la más preparada por mucho. Depósito un pequeño beso sobre la coronilla femenina oliendo el perfume que sus cabellos desprendian, aunque está respingara la quería protejer y como no, si la adoraba con el alma.
El sol estaba en todo su esplendor luciendose con un clima totalmente seco, tanto que incomodaba respirar estando ya afuera, así que el trayecto entre tanta gente fue casi infernal a comparación de cuando habían llegado (que las calles estaban despejadas) y ahora ni un alma cabía, no era de extrañar que caminarán pegando hombros con otras personas entre un sin fin de conversaciones y gritos de la personas promocionando sus mercancías, era una locura. Su mano se apretó sobre la femenina como si está pudiera perderse entre tanta gente, así se abrieron paso a como el inglés pudo guiando hasta un puesto que parecía les iba a ser útil por la variedad de ropas que tenían y por fortuna no se miraba tan lleno, solo unas cuantas personas revisando lo que había.
–Ven...con cuidado no me sueltes, creo que aquí podemos encontrar algo de tu agrado–
Elevo la voz, cosa que nunca hacia pero que fue necesario ya que evidentemente entre tanto parlanchín vendedor su tono habitual se perdería. No sé adentraron siquiera al puesto cuando les asalto uno de los encargados, usando el término esposa para sugerirle al inglés que le comprara aquello a la castaña, este sonrió y sin desmentir simplemente le mostró aquella túnica de color jade a Aneu provocando la mirada arisca del vendedor y el sabía perfectamente porque el recelo pues en ese lugar el machismo iba a los extremos, por supuesto eso ya era decir mucho dada la opresión de genero que ya existía y pareciera no tener fin , así que por lógica al ver que el inglés consultaba le causó malestar.
–Si no te parece, de aquel lado tienen más velos y vestidos .–
El arqueólogo no era un experto pero conocía las vestimentas de los lugares, después de todo era parte de la cultura y por ende debía saber cosas tan básicas como esas. Tambien sabía que Aneu preferia andar de pantalones pues era evidente que batallar con frondosos vestidos como mandaba la exigente París no era lo más cómodo a la hora de enfrentar sobrenaturales, así que por lo menos el usar vestidos tan olgados como los que el país ofrecía por costumbre, le agradaría a la cazadora, contemplando que sin duda les favorecería a ambos para despistar y poder mezclarse con la gente con mayor facilidad al llevar la mayor parte del rostro tapado en el caso de Aneu.
Richard Armstrong- Humano Clase Alta
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 01/10/2017
Re: Alejandría:El libro Mortal [Ane]
Sonrió al tomar la mano del inglés, alzando la vista cuando los labios ajenos se posaron en su pelo. Richard era muy diferente a cualquier otro hombre con el que se hubiera cruzado nunca y, evidentemente, era el polo opuesto a su hermano. Saleh carecía de modales, tenía la lengua afilada y trataba a las mujeres como si no tuvieran valía, excepto a ella, obviamente. Porque Aneu era su única familia y eso la convertía en alguien especial, porque eso la excluía del término femenino para convertirla en una aliada, en un vínculo. Afianzó el agarre antes de abandonar la posada y unirse al gentío en el exterior. Las calles de aquel lugar estaban abarrotadas, nadie lo hubiese dicho cuando llegaron la noche anterior. Claro que a las horas que lo hicieron, excepto por los vampiros y los búhos, tampoco hubiese habido mucho movimiento en París. La caza dora era muy ágil y estaba acostumbrada a esquivar árboles a la carrera, saltar arbustos, rocas y troncos caídos, pero en aquel poblado era imposible avanzar sin chocarse con todo el mundo.
El británico se veía apurado intentando tirar de Aneu para tenerla cerca y que el cúmulo de gente no se interpusiera entre ellos, separándoles e incluso llegando a perderse el uno al otro. La americana jamás se había encontrado en una situación semejante y el peligro al que estaba acostumbrada, nada tenía que ver con aquello.
Ya desde el principio, la castaña sabía de la misoginia del país y no reparó en las miradas que le dedicaban a su paso, tantos hombres como mujeres, por las ropas que llevaba. Allí las féminas debían cubrir su cabello y si aún no estaban casadas, incluso su rostro. Mas ella vestía pantalones y su cabellera parda ondeaba con el viento seco de la zona. Eso no estaba bien visto y no se le perdonaba ni aunque fuera extranjera. Ella ignoraba a todo el mundo, centrándose únicamente en Richard y en el posible peligro que acechaba en cada esquina. Las charlas que no comprendía y las malas miradas, no tenían ningún valor para la cazadora y menos aún importancia.
Se acercó a ver lo que el historiador le mostraba y sonrió al tocar la fina tela. Era suave, nada que ver con el calor seco y áspero que les rodeaba. Debía intentar pasar desapercibida, no por lo que los demás opinaran, sino por mantener a salvo al inglés. -No, no. Este me gusta. Las telas parecen todas muy similares, pero este color es agradable a la vista y parece que no llamará mucho la atención, ¿no crees?- Le sonrió al contrario, ignorando por completo al vendedor que se sentía ofendido por la situación al completo. -Deberíamos buscar también una chilaba, aunque la llevaré encima de mi ropa normal...- Puntualizó, porque sólo así se sentiría cómoda, aunque tanta tela pudiera provocarle el sentir aún más calor.
El británico se veía apurado intentando tirar de Aneu para tenerla cerca y que el cúmulo de gente no se interpusiera entre ellos, separándoles e incluso llegando a perderse el uno al otro. La americana jamás se había encontrado en una situación semejante y el peligro al que estaba acostumbrada, nada tenía que ver con aquello.
Ya desde el principio, la castaña sabía de la misoginia del país y no reparó en las miradas que le dedicaban a su paso, tantos hombres como mujeres, por las ropas que llevaba. Allí las féminas debían cubrir su cabello y si aún no estaban casadas, incluso su rostro. Mas ella vestía pantalones y su cabellera parda ondeaba con el viento seco de la zona. Eso no estaba bien visto y no se le perdonaba ni aunque fuera extranjera. Ella ignoraba a todo el mundo, centrándose únicamente en Richard y en el posible peligro que acechaba en cada esquina. Las charlas que no comprendía y las malas miradas, no tenían ningún valor para la cazadora y menos aún importancia.
Se acercó a ver lo que el historiador le mostraba y sonrió al tocar la fina tela. Era suave, nada que ver con el calor seco y áspero que les rodeaba. Debía intentar pasar desapercibida, no por lo que los demás opinaran, sino por mantener a salvo al inglés. -No, no. Este me gusta. Las telas parecen todas muy similares, pero este color es agradable a la vista y parece que no llamará mucho la atención, ¿no crees?- Le sonrió al contrario, ignorando por completo al vendedor que se sentía ofendido por la situación al completo. -Deberíamos buscar también una chilaba, aunque la llevaré encima de mi ropa normal...- Puntualizó, porque sólo así se sentiría cómoda, aunque tanta tela pudiera provocarle el sentir aún más calor.
Aneu Chadwick- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/10/2017
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