Heimdall nos mira desde el puente Bifröst. (privado)

La lluvia grazna como un millar de cuervos encima de la copa del Ygdrassil. William, ataviado con una capa de cuero de oso, lacerado hasta el más intrínseco detalle manejaba bordados de color dorado y la elegante forma de una Serpiente. Un Jormungadr, uno de los Hijos de Loki. Con sonrisa ladina llegaba por la calle principal de aquél pueblo “neutral” en el que había pactado un encuentro con alguien que no podía decir aún. El pueblo se llamaba Kaaljar, antaño fue un pueblo rico en el comercio de pieles y pescado que provenían del norte de Noruega e iban hacia la capital, pero hace tiempo que aquello dejó su gloria para ser un antro en el que se ven todo tipo de Piratas, Malhechores y aquellos que conspiran contra algo por que la vida no les da mas emoción que la de la trama.

La lumbre de las farolas alumbraba la prominente nariz que sobresalía de la capucha de Bones llegando a paso ligero a la puerta de la Taberna cuyo nombre no importaba lo más mínimo. El guardia apostado en dicho lugar dejó pasar al Pirata que trabajaba para Ysgramir Gunnarson el Coloso de Hielo, pero ahora venía solo. Su tripulación estaba en puerto, seguramente llenando las despensas y vaciándose los huevos.

El perro pasó por la barra. -Dos jarras de hidromiel, y que las traiga una buena rubia con las tetas mas grande que mis pelotas. -Dijo sin más, serio, directo al grano pero con la sonrisa dibujada en su rostro. Buscó con la mirada la última mesa del último rincón. Había alguien encapuchado y otra persona se sentó con un gruñido. Por el olor, el de la capucha era el citado. ¿El otro? Ni putísima idea tenia William pero lo iba a averiguar bien rápido.
Con paso ligero se acercó al sitio, unos ojos pardos se fijaron directamente en los suyos y una sensación le recorrió la espalda, no era miedo, era parecido al respeto pero sin serlo. ¿Admiración? ¿O simplemente sentía a los dioses? Desde luego podía sentir como Heimdall les observaba. Miró al del gruñido, no esperó a nada, le agarró de la cabellera.

-¿Un gruñido? ¿Es así como se saluda a alguien como este hombre? ¿No tienes nada mejor, pedazo de basura? No solo me quitas MI sitio, si no que le escupes. -Dijo de mal humor, posiblemente venga de perder alguna partida a las cartas o al Gwent en la taberna de Puerto y esta era una buena excusa para desfogarse a gusto sin llamar mucho la atención negativa de Hoor, con quien se había citado. No esperó respuesta, golpeó con violencia y repetidas veces la tez del hombre robusto contra la mesa, una, otra, otra vez mas hasta que los dientes saltaron y quedaron pegados con saliva a la ventana que estaba manchada por fuera por la lluvia y los relámpagos de Thor. La nariz había quedado desviada para siempre en aquél hombre y una de sus cejas presumiblemente había quedado partida. Con desprecio lo quitó de SU asiento y lo tiró al pasillo para que alguien recogiera los despojos y le robaran, de paso.

Clavó la mirada en el encapuchado, sentándose y siendo él el primero en descubrirse el rostro al completo. -Perfecto. ¿Que tal una de Información de Randulf, unas birras y unas putas después, Höor?

Otro tipo entro a la taberna, mis ojos se alzaron hacia su posición cuando pidió sendas jarras acompañadas de dos buenas perolas que las sirvieran. Tenia que reconocerle cierto merito, el tipo tenia su gracia. Aun no había llegado a mi posición y ya sabia que el que había frente a mi era un impostor.

Con calma aparté la jarra de la mesa justo a tiempo de que los golpes se sucedieran y los dientes saltaran disparados por todos lados. Un trago profundo y como si fuéramos los músicos de una orquesta sincronizada, el cuerpo del desgraciado impactó contra el suelo y mi jarra en el madero.

Ladeé la sonrisa al escuchar sus palabras, era un bocazas, pero uno con bastante estilo.

-Visto que tu mismo has hecho la presentación -dije con cierta parsimonia mientras bajaba la capucha y mostraba mi rostro.

Di una calada de la pipa dejando que el humo escapara lento observando entre el aire gris al informador que me había llevado hasta allí.

-Creo que el único que no se ha enterado de quien soy es ese de la mesa del fondo -dije señalando con una ladeada sonrisa uno de los rincones de la taberna. Un hombre acuchillado sobre los hombros yacía muerto.

Los ojos del perro se centraron en el cadáver, no era tan extraño ver ajustes de cuentas, lo que si resulto extraño fue que una mujer bajara su capucha tras él descubriéndose a la vez.

-Bien, hechas las presentaciones, os confesaré, que no estoy solo y que no vengo a follar putas si no a que tu gran bocaza me de la información esperada.

Los allí presentes estaban nerviosos, sus ojos me miraban ansiosos evaluando la situación, el precio de mi cabeza era elevado y algo me decía que no iba a dejar pasar la ocasión.

Me relamí los labios tranquilo, acomodándome mas sobre el asiento, mi arco reposaba al lado.

La puerta se abrió de par en par, un grupo de mercenarios entró en la tasca , blandiendo sus armas y gritando ruidosamente.

Khayla salto por encima de la mesa con una ágil voltereta, se colgó en la espalda de uno de los mercenarios y lo degolló, vi como el bárbaro se ahogaba en su propia sangre mientras ella bajaba tranquila y con elegancia de su chepa.

Me encogí de hombros, la fiesta empezaba antes de lo esperado. Varios encapuchados mas desvelaron su identidad.

Ulf dejó con fastidio su jarra cuando el segundo bárbaro se dirigió hacia mi con el espadón en alto apunto de descargarlo. El lobo acortó la distancia dando un salto sobre éste le dio un puñetazo en toda la cara hundiéndole el tabique nasal el bárbaro se tambaleo hacia tras cayendo muerto al suelo al tiempo que este le cogía la espada de su mano y se preparaba para recibir al siguiente.

Uno llego ante mí, alzo con furia su hacha intentando asestarme un golpe, pero lo esquive echando mi cuerpo a un lado con facilidad, una sonrisa irónica que cabreo mucho al mercenario apareció en mis labios, de nuevo levanto su pesada hacha mientras un grito de rabia salía de su garganta, de un salto me coloque sobre la mesa, volvió a intentar golpearme pero de nuevo lo esquive y su hacha se clavo en esta.

El bárbaro tiro de ella, mientras yo me acercaba y golpeaba su barbilla con una fuerte patada, le partí la mandíbula, el mercenario soltó el hacha y retrocedió unos pasos por el impacto, llevo su mano a su boca, sonreí mientras lo miraba y salte de la mesa dirigiéndome a su encuentro-Maldito.-grito te borrare esa sonrisa de un puñetazo. Creo que es lo que dijo no le entendía muy bien, alzo su puño contra mí, pero cogí su mano y me deslice por detrás de su espalda asestando un golpe seco con mi codo en su brazo retorcido. Un alarido salió de su garganta, acababa de partirle el brazo, cayó al suelo de rodillas malherido, me acerque de nuevo y con un rápido movimiento cogí su cuello y se lo partí. Este cayo inerte al suelo.

Mire de reojo hacia el lateral, Atharal en pie, un bárbaro yacía de rodillas frente a él, vi como golpeaba con su cabeza al frente de aquel desgraciado que cayó muerto al suelo de inmediato, parece que antes le había dado una buena paliza por los restos de sangre que llevaba en su cara.

-El siguiente -grito con esa ronca voz y moviendo sus brazos aspaventosamente.

Me apresure a coger mi arco, coloque el carcaj en mi espalda y saque dos flechas, mire al cabecilla que se había quedado atrás, tense el arco con rabia y deje volar mis dos flechas que impactaron con fuerza en sendos hombros haciéndole retroceder e impactar contra la fría pared donde quedo clavado emitiendo un alarido de dolor. Ulf con un movimiento de espada que sujetaba con sus dos manos hizo saltar por los aires la cabeza de otro de esos malditos.

Mire hacia la mesa donde el bocazas y yo habíamos estado sentados, en la silla del lado de la mía, apareció una doncella nada mas bajo la capucha de su capa de invisibilidad. Giuliana que todavía permanecía sentada tranquilamente saludó al perro mientras uno de los bárbaros se abalanzaba contra ella. Pérfida mi sonrisa cuando ella sin apenas inmutarse chasqueo los dedos y al instante la cabeza del mercenario desapareció en una lluvia de sangre. Nos miramos los unos a los otros, todos estábamos en pie, todos menos Atharal que estaba sobre un bárbaro pegándola un puñetazo tras otro, me acerque a él y mire al mercenario que sangraba por todas partes

-creo que ya está muerto.- Apunte antes de regresar de nuevo hasta la mesa dejándome caer y dando otro trago.

-Bien, por donde íbamos, a si, ibas a contarme algo sobre Randulf. Empieza -espeté.

Mi poder no residía en cuentos de niños que hablaban sobre el salvador del norte, si no en mi gente, fiel a una causa, a un norte libre del tirano que lo regentaba.

Nunca me hubieran permitido venir solo a una trampa.

La mirada de William se entonó con cierta malicia cuando Hoor le habló de aquella manera. Estaba claro que era un bocazas pero de ahí a que le faltaran el respeto de aquella forma y tan abierta, había un paso. Si no llega a saber que viene acompañado de todo un grupo de asalto, en pack, como los gitanos, seguramente se habría liado a hostias con él allí mismo, hasta matarlo si hiciese falta. -Igual que yo cuido mis palabras, Hoor, cuida tu las tuyas. -Atajó a decir finalmente. El Perro observó la tasca, y cómo entraban aquellos que juraron lealtad al estúpido de Noruega. Conforme pasaban los minutos, le caía en peor gracia si es que podía ser posible. Quería meterle la mano en la boca y arrancarle la lengua. Luego asarla y comérsela.

Se relamía los labios, bebiendo, tranquilo impasible y paciente mientras Hoor y sus compinches hacían el número de circo para el que habían sido entrenados. Hizo todo lo posible para no comenzar a partirse la caja allí mismo, puesto que no era estúpido y no iba a perder la cabeza por ello. No obstante, hubo algo que si gustó al perro. Una chica, a su lado, habiendose hecho invisible antes. Sonrió al verla, menudas berzas, pensó. Y le saludó con la jarra, ruborizado por la pasión que le indagaba. Acto seguido, notó el salpicón de sangre en su nuca. "Cómo no" Pensó, pues ya había oido hablar de las fantasmadas y fanfarronerías de aquél estúpido de Noruega. Que gordo le caía. -¿Por donde íbamos? Habríamos seguido sin más, de no ser por el número de circo que has tenido que montar, y todo para qué. ¿Meterme miedo? ¿Impresionarme? He visto demasiadas tetas como para dejarme arrastrar por la primera de las sorpresas, Hoor.  Me importa una mierda donde resida tu poder, tu mierda o tu polla. Y guárdate los comentarios sobre eso último, de verdad que me la trae al fresco. Lo que si has dejado claro es que no confías una mierda en mi, perfecto. Pero quien ha venido a esta mierda de taberna, con precio a su cabeza, soy yo, cruzando todo el puto mar. Si quisiera ver una masacre de circo, la habría hecho yo mismo en París.

Respiró suavemente, mirando a los integrantes. Khayla, menuda muñeca, tambien pensó. Sonrió finalmente y volvió a mirar a Hoor. -Tengo una idea mejor, lejos de la estúpida violencia de la que haces galardaneria. Si quieres impresionarme, tienes dos opciones. Ganarme en una competición de cerveza negra. -La que antes subía. -O liarnos a hostias hasta la última gota de sangre cobrada por Heimdall. Decidas lo que decidas, la información tendrá que esperar, puesto que yo he esperado por tu.. lo que sea lo que haya pasado aqui. Esas han sido tus condiciones, y ahora he puesto las mías. Hoor.

William escuchó toda la verborrea que soltó aquél indeseable en un momento. De ser un estúpido como lo era la mayoría de las veces, se habría abalanzado a partirle la cabeza a aquél hombre por todo lo que había escupido, pero no lo hará, hay mucha gente, y antes que Pirata y Hombre, era animal. Sabía ver cuando sobraba y cuando mejor no usar las manos. -Tan tirano como dicen las habladurías y tan obcecado como una mula. Nada que objetar. Está claro que no quieres la información que de buena gana, te venía a dar. He cruzado el mar, he pagado a unos hombres para que trajeran un barco hasta las costas, y no solo escupes en mi información, si no que tras empezar tu con la medida de polla sacando a toda esta gente de vete a saber donde, me cargas a mi el muerto de dicha medida. Asi no funcionan las cosas. -Bebió del trago que Hoor le invitó. -Y soy de la clase de hombre que ya no te ayudará. No te dará ni la hora. Ahora el que no quiere darte la información, soy yo. Pero, que mas da, ¿Verdad? Tu eres Hoor el invencible, el intocable. No la necesitas.

Se levantó, haciendo la misma acción que Hoor cuando le tocó el hombro y sonrió de medio lado. -Mucha suerte en el futuro, "Amigo", como todas las cosas las hagas como hoy, te vas a lucir siempre, campeón. -Sonrió una vez mas, marchándose, dirigiéndose hacia la puerta. Se giró una última vez y se rió como si recordara un antiguo chiste. -¿Que digo campeón? Eres un genio y figura. Un mastodonte, con razón vas diciéndole a la gente que es tu fan. Mucho ánimo en tu vida, y que Heimdall guie tu camino, por que lo que es tu manera de pensar y hacer las cosas..  no las salva ni el mejor de los guías.-Negó para sí mismo, William era alguien estúpido, básico, muy simple e incapaz de albergar ningún tipo de maldad en su interior, era un hombre corriente, de palabra y sin mayor dificultad. Pero no era gilipollas, y mucho menos, se arrastraría para dar algo que a él, ni le iba ni le venía. Ya ganará ese dinero por otra parte. Finalmente, cerró la puerta, dirigiéndose a la costa, donde el barco que le llevaría de vuelta a París, le estaba esperando. -Por suerte, me traje dos putas para el viaje.


William ya no estaba en la taberna. Y seguramente, ya no estuviera ni en tierra.