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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Raven G. Wallace Miér Nov 01, 2017 2:52 pm

Inmediatamente después de la conversación mantenida con Lance Raven corrió escaleras abajo para preparar su –escasísimo- equipaje. No tardó ni media hora en cargar con la maleta hasta la entrada, con cuidado dejó en la mesa central del hall el cheque que el conde la había dado para el viaje. No quiso contrariarle en el momento en que se lo entregó pero no quería abusar de su ayuda y generosidad, y para ese viaje llevaba ahorrando los nueve años que llevaba en París. Así pues, con poco más que lo puesto, se embarcó en el viaje de regreso a casa.

Escuchar de nuevo su idioma, el particular acento de los escoceses, notar el frío  húmedo contra las mejillas al bajar del barco… eran sensaciones que la embargaron por completo. El camino hasta el palacio fue largo, más de dos días tan solo descansando para comer y dormir tardó en llegar a su antigua casa. Sabía que nadie de su familia vivía allí desde que su padre falleció pero eran las únicas personas que podrían informarla sobre el paradero del resto. Tras una larga conversación, con los nuevos dueños, para demostrar que era la hija de Lord Wallace; consiguió una dirección. Se trataba de una casa de campo, si bien bastante amplia en absoluto comparable con Falkland. Delante de la puerta se quedó durante minutos antes de atreverse a llamar y ver el cansado rostro de su madre. -¿…de verdad eres tú?-, la voz temblorosa de la mujer delataba el desconcierto de ver de nuevo a su hija. Nueve larguísimos años sin noticias, nueve años en los que habían contratado detectives sin éxito y finalmente habían celebrado un entierro simbólico para conseguir algo de paz. Horas y horas pasaron hablando de lo ocurrido, del secuestro, del cautiverio de servidumbre, de la muerte de su padre y por desgracia también de su hermano. Si hubiera muerto su hermana ahora continuarían viviendo con la misma comodidad de antes, pero el estado retenía su fortuna por ser una fémina sin desposar quien heredaría la suma.

Si bien la idea de quedarse con ellas había cruzado su mente, Raven sabía que no podían seguir viviendo con tan poco dinero cada mes… ¡ah! y estaba Lance, lo cierto es que quería volver a verle, no había podido agradecerle realmente lo que había hecho por ella y por todo el servicio, ¿cómo seguirían las cosas por París? Parecía tener el corazón dividido entre su familia y su nuevo amo, -Os mandaré dinero cada mes, os lo prometo y volveré en cuanto me sea posible-, por supuesto que la dolía tener que separarse una vez más de ambas mujeres pero ahora la situación era diferente, ella lo estaba escogiendo –de verdad- por voluntad propia, era más fuerte; se notaba más fuerte y ahora al menos podría mantener correspondencia.

El viaje de vuelta no fue tan placentero, tenía la continua sensación de estar reviviendo en que tuvo que realizar años atrás y no era agradable. La casa parecía estar totalmente a oscuras cuando llegó, pero parecía ser solo la parte del señor pues el ala de los sirvientes rebosaba vida. La recibieron con alegría y la informaron de los cambios que se estaban haciendo en la casa, durante los días el señor no salía de allí, era de noche cuando parecía encontrar divertida la ciudad y normalmente dejaba dicho que iba a la prisión por si alguien preguntaba por él. Después de vaciar el equipaje, asearse y cambiarse de ropa salió de allí, necesitaba buscar al conde y contarle todo tal cual había ocurrido, saber si la quería en el servicio de la casa… en definitiva aclarar su situación con él.

Como la habían informado de la asiduidad con que este visitaba la prisión decidió probar suerte allí, lo cierto es que tanto el camino como el sitio en sí mismo daban algo de miedo. Apenas había iluminación y los gritos de los presos no ayudaban a crear un ambiente tranquilizador que digamos, -buenas noches, discúlpeme por la hora busco al conde Galahad. Me han comentado que suele venir, ¿está aquí?-, después de una pausa en que el cancerbero la estudió de arriba abajo hizo un gesto afirmativo y la mandó seguirle por los pasillos entre verja y verja. -Ahí le tiene. Dios se apiade de usted-, soltó una carcajada y cerró la puerta tras ella que tragó saliva y avanzó buscando enfocar por la poca luz que había. -¿Lance?¿Excelencia?-, achinó la mirada y finalmente le localizó de pie, en camisa con las mangas remangadas delante de un hombre atado por las muñecas colgado del techo y con los pies apenas rozando el suelo. -No pretendía interrumpir… Le esperaré fuera-, los ojos del preso la rogaban ayuda pero para entonces sabía de sobra que no podía hacer nada por él.


Última edición por Raven Wallace el Lun Nov 20, 2017 11:08 am, editado 1 vez
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Mensaje por Lance Galahad Vie Nov 03, 2017 11:06 am

La marcha de Raven le afectó, aunque no lo llegó a aceptar nunca. Se pasaba las noches en la cama con una o dos mujeres, por el día solía leer y visitar la bodega con asiduidad. Había re-acondicionado toda la finca y la había transformado a su gusto. Pero desde hacía unas semanas todo aquello le parecía sórdido, ni las mujeres le satisfacían, ni el licor… la pérdida de los señores de la casa a causa de la tortura era lo único que le tranquilizaba. Así que eso era lo que tenía que hacer, poco tardó en contactar con el celador de la cárcel de parís donde se alojaba toda la chusma posible. Sobornó al celador para que le dejara desquitar su lado sádico con los prisioneros, y eso hizo la tarde en la que ella volvió.

Estaba frente a la figura casi muerta de un hombre que colgaba, con la camisa remangada y el pelo descolocado. Como un carnicero que estuviera trabajando una gran pieza, una digna de respeto. El olor de Raven le petrificó y se giró poco a poco para encontrarse directamente con sus ojos- Has vuelto- fue el que rompió el silencio incómodo por el contacto visual- Después de todo no sabía si volverías, pajarillo- le dijo aseándose y colocándose la chaqueta que cerraba su uniforme - ¿Encontraste lo que buscabas en Escocía? - dijo guiando a la chica hasta fuera. No era el lugar para mantener una conversación como esa y menos, un lugar donde una mujer debería estar- Déjame adivinar. Vienes a trabajar… a conseguir reunir dinero. A tu antiguo puesto- anunció en voz suave consciente de los pasos que ahora iba a seguir Raven- Iremos andando, seguramente te resulte reconfortante pasear y respirar el aire parisino- la verdad es que se sentía pletórico con la presencia de Raven a su lado- Tenía una pequeña certeza de que no volvieras, si te soy sincero. Imaginé que, al venir de una familia acomodada, te reconocerían y no necesitarías volver para vivir como doncella en el servicio de un gran señor-

Lance sabía todo antes de que ella hablara, no lo evidente de lo que le había ocurrido a su familia, pero sabía que el código napoleónico de la época no amparaba a las mujeres, y menos a las mujeres solteras. Eran consideradas menores de edad y no podían hacer nada sin el consentimiento de un padre, un marido o un tutor cercano. De no ser así las mujeres podrían dominar aquel mundo de hombres con un abrir y cerrar de ojos. Era cuestión de tiempo que eso sucediera.

-¿Has cenado ya? Seguro que no. Tienes los pómulos marcados, estás delgada y no puedo consentir que piensen que no te cuido- dijo Lance mirando a Raven y buscando un buen restaurante de camino. La condujo por las calles hasta un edificio blanco, de piedra, un bistro que servía una buena comida y buena música de salón. El piano les dio la bienvenida y un maitre les llevó hasta un reservado bien decorado. La gente hablaba en bajo, se escuchaba el ruido de los cubiertos sobre la cerámica y alguna que otra conversación acalorada por el alcohol- Y bien…- dijo sin mirar la carta para pedir para comer. Ya sabía que lo único que quería era alargar ese tiempo con Raven y que esta le dijera lo evidente, que le necesitaba- Una botella de mejor Cavernet que tengan y lo que quiera la dama- dijo sonriendo al maitre, que pareció caer encandilado por su encanto. Los vampiros despertaban ese deseo oculto en ambos sexos, por eso eran considerados unos de los peores depredadores del mundo- Espero que te guste la residencia. Hemos hecho muchos cambios, e incluso hemos ampliado la biblioteca- su lengua afilada supo utilizar el recurso que llamaría la atención a Raven y le diera esa sensación de confort para que confiara en él y se dejara llevar. Al fin y al cabo, lo único que Lance había hecho era ayudarla, de momento.
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Mensaje por Raven G. Wallace Vie Nov 03, 2017 4:57 pm

Aún y pese a su edad no estaba acostumbrada a que nadie la tocase, por lo que el hecho de que Lance la guiara al exterior hizo que su espalda se tensara. -No. Bueno sí, encontré a mi familia pero ya no están todos los que la formaban-, era consciente de que tendría que contarle todo lo sucedido, a fin de cuentas, ¿por qué estaba allí si no? -Mi padre murió hace años y era consciente de ello pero mi hermano también ha fallecido, aun quedamos mi madre, mi hermana pequeña y yo-, para el conde era bastante evidente el motivo de su vuelta y así se lo hizo saber en cuanto esta le contó cómo estaban las cosas. -Sí, señor. Pensaba regresar de todas maneras, le di mi palabra, pero necesito enviarlas dinero. El estado ha congelado la herencia hasta que una de nosotras se case-, se cerró nuevamente la chaqueta al salir a la calle y continuó el camino que Lance iba marcando con sus pasos. -Lo cierto es que no, no he cenado. Fui a la casa para dejar las cosas y hablar con usted pero me dijeron que había salido y donde era posible que le encontrara, por eso vine hasta aquí-, no estaba segura de haber comido menos el tiempo que estuvo en Escocia, de hecho seguramente habría engordado algo por los potajes de su madre.

¡Ah, esos restaurantes! En ellos se podía encontrar a lo más selecto de la sociedad, al círculo al que ella había pertenecido y que ahora la repudiaba. Pero no podía negarse a tal invitación por parte del conde, sería un desplante por su parte y él parecía preocupado realmente por todo lo sucedido, ¿sería así con todas las sirvientas de la casa? -¿Ha estado bien atendido durante mi ausencia?-, si hubiera sabido algo más sobre relaciones seguramente habría identificado esa duda como celos, pero tan solo notaba cierto malestar por lo que hubiera podido ocurrir. Idiota. -Whiskey escocés si tiene, si no sólo agua. ¡Ah! Si pudiera conseguirme tabaco…-, seguramente a una mujer con una estola de piel no la habrían mirado de la manera en que lo hizo el camarero, pero estaba claro que Raven no iba vestida correctamente para un lugar como aquel; así que simplemente bajó la mirada al mantel hasta que se fue y pudo retomar la conversación con Lance.

-¡¿De verdad?!-, los ojos le hicieron chiribitas con tan anuncio, -me parece una idea estupenda, la de… los anteriores señores no era muy amplia, por eso iba tanto a la biblioteca pública-, quizás había hablado de más, seguro que había hablado de más, ese era uno de sus escasísimos secretos. -Iré mañana a verla si le parece bien, ¿qué más cambios se han hecho? Me pareció que el área de los sirvientes sigue como estaba, he dejado mis cosas en la que siempre fue mi habitación-, ahora que era un nuevo hombre el que gobernaba la casa quizás el orden y la distribución de la misma cambiaba…

De repente se dio cuenta de que no había pedido nada para cenar, cabecita loca. Esperó a que se acercase el camarero con las bebidas y su tabaco y –muerta de vergüenza- le hizo tomar nota de lo que quería, como era lógico no pidió nada excesivo, ensalada tibia de garbanzos y lubina a la sal, -puedo cancelarlo si le parece excesivo, me preparé algo en la casa sin problema-, dijo en voz baja al conde que la observaba desde el otro lado de la mesa con gesto serio. Estaba empezando a ponerse nerviosa así que recurrió a lo único que podría relajarla en un momento así, el tabaco. Se sirvió de una de las velas de la mesa para prenderlo y empezar a disfrutar de su sabor, -aun no me ha dicho si quiere que me reincorpore a su servicio o no… Si es molestia o no le interesa buscaré alguna familia que esté contratando personal, de camino a la cárcel he visto un cartel de un tal… ¿señor Faure-Dumont?-, no sabía si le había molestado el hecho de mencionar a ese hombre en particular o el de la opción de dejarle y trabajar para otro fuera quien fuera, pero la mandíbula del conde parecía a punto de reventar. La cena no tardó en llegar para suerte de Wallace que así al menos podía mirar al plato en vez de buscar puntos ciegos entre ella y Lance, que parecía una estatua de hielo.
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Mensaje por Lance Galahad Mar Nov 07, 2017 12:39 pm

La velada no transcurrió como Lance había planeado, era una persona muy tranquila hasta determinados momentos, en los que generalmente por un detonante externo, perdía lo papeles. En esta ocasión se trató del camarero, ya que, a pesar de su eficiencia, se olvidó el tabaco que había pedido Raven, lo cual crispó su humor. Después la conversación fue minando más su humor sin poder evitar una mueca y tensar la mandíbula- Cuando te fuiste te dije que tenías que volver. Te dije también que valoraba la lealtad, Raven. ¿Estás pensando en abandonarme? - preguntó en voz baja, inclinándose hacia delante como recriminando su actitud. Sabía que la muchacha no quería causar problemas, es más, era muy precavida y bien educada, pero Lance era muy volátil en cuanto a los pocos pilares morales que tenía.

-Antes de que se retire- dijo apoyando los codos en la mesa y cruzando los dedos de su mano. Clavó sus ojos en los del camarero que poco a poco fue haciéndose más pequeño- Le ha pedido unos Lubina a la sal. Y no puede tomarse con vino tinto. El pescado exige un vino blanco para acompañarlo ¿Qué espera que lo tome sin nada?¿O con un vino tinto?- el camarero ante tales palabras, se quedó en silencio y agachó la cabeza dispuesta a disculparse e irse a por ello. Lance había pagado con él hombre la frustración de que Raven se haya planteado marcharse. Cuando este volvió casi lanzó la botella abierta y después Lance se recostó en la silla- ¿Quieres algo más? Volveremos a casa pronto, tendrás que instalarte- dijo apurando la copa y levantándose indicando al Maitre que se acercara. Le ofreció la dirección de la mansión y se reunió con Raven en la puerta, olía a ese tabaco típico de ella. Sonrió y vio que la chica había visto el intercambio- No te preocupes, prefiero que envíen por correo la cuenta o que abran una a mi nombre. Presiento que vengamos más a menudo, visto que te ha gustado la calidad de la comida- dijo esperando al coche de caballos para que les llevara hasta casa.

- Raven…- dijo una vez dentro y con el vaivén del carro acompañando su conversación- Ahora que estamos solos tengo que decirte algo. No quiero que te plantees marcharte nunca más porque yo tengo todo lo que tu quieras. No hay nada que no pueda conseguir, dentro de lo humanamente razonable- dijo mirando distraído por la ventana- Trabajarás en el servicio, pero las cosas han cambiado. Tienen tiempo libre, pueden visitar partes de la mansión salvo mi estudio. Eso está prohibido- señaló dejando claro ese punto. Ahí tendría su espacio, para hacer lo que quiera y cómo lo quiera, sin que nadie se entere. No quería que nadie husmeara sobre todo en los placeres ocultos, fetichistas o estrambóticos que el conde tenía- Podrás acomodar tu habitación. Tendrás un presupuesto para hacerla más habitable y por tu circunstancia, he ordenado que las mujeres del servicio tengan la llave de su cuarto. Una copia la tendré yo y otra el ama de llaves. Así evitaremos que se repitan ciertas cosas- dijo refiriéndose al momento en el que todo se torció y Lance dio ese pequeño golpe de estado en casa de esos nobles.

No tardaron en llegar más de media hora, se había tomado el camino largo, pero más bonito. Como todas las casas de la gente importante, esta se encontraba a las afueras de la ciudad. Así el olor de la ciudad no llegaba a la nariz de la nobleza. A Lance eso le daba igual, lo que le gustaba era la paz absoluta de la finca y que lo único circundante era un bosque pequeño. Bajaron del carruaje y Lance ofreció la mano para que bajara también Raven- Deberías ir a descansar. El viaje ha debido de ser largo- lo sabía, había hecho un viaje parecido cuando tuvo que ir a París.  

Nada más entrar el servicio que no había podido saludar a Raven se acercó para hacerlo, aunque no recibió la calurosa bienvenida que Lance esperaba a lo que enarcó una ceja y decidió marcharse directo a la biblioteca. Sabía que una vez Raven se instalara en la habitación, le picaría la curiosidad por la reforma de la biblioteca. Así que se sirvió una copa de Whisky, cogió un ejemplar que hablaba sobre el derecho romano y se sentó en el sofá disfrutando la lectura hasta la llegada de la fémina.
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Mensaje por Raven G. Wallace Vie Nov 10, 2017 9:46 am

No pudo evitar encogerse a medida que Lance se acercaba a ella con expresión de enfado en la mirada, -no es que pensase abandonarle es que mi familia está allí… He pasado la mitad de mi vida lejos de ellos y al verles…-, no sabía si ese tema le interesaba lo más mínimo o si tan siquiera podría empatizar con su situación pues había momentos en que parecía más un bloque de hielo que un ser humano. -Pero ya estoy aquí, a su disposición aunque no parece que sea de su servicio dado el recibimiento-, era un poco chocante el hecho de que la invitase a cenar en un buen restaurante, jamás había oído hablar de un señor que hiciera eso con sus criadas, como mucho las llevaban a un hotel si eran sus amantes y querían mimarlas durante alguna noche.

El silencio reinó en la mesa durante y tras la riña del conde al camarero que se retiró de allí tan pronto como le fue posible, estaba enfadado y eso no era buena señal; los hombres una vez pasaban a un estado de desasosiego eran mucho más volátiles, lo tenía más que comprobado. Durante el resto de la cena apenas hablaron, se limitó a tomar su segundo plato con el vino ya corregido –como para no- y justo cuando se estaba limpiando los labios Lance pareció volver a la vida. -No, muchas gracias, no podría haber sido más generoso-, trato de sonreír buscando en él un poco de relajación aunque sin saber si había tenido éxito o no. -Sí excelencia, estaba muy rico pero no es necesario que pague más comidas aquí para mi, con la de la casa me sobra, ¿por qué no viene usted a comer? Seguro que le gustaría-, vio como torcía el gesto al oírla, dios… era difícil conseguir saber qué decirle a ese hombre.

Se volvió hacia él cuando llamó su atención para que le escuchara, -no tengo pensado irme, pero tampoco quedarme toda mi vida aquí, en algún momento volveré a vivir a Escocia, pero no en un futuro cercano-, estaba claro que esa idea no quedaba bien en el diseño que había hecho Lance de su propia existencia pero a él prefería no mentirle, él había sido honesto y justo con ella, intentaría actuar de la misma manera con él. -Pero insisto en que no espero más de lo que merezco por el trabajo que haga en la casa, ya ha hecho mucho por mi-. Asintió ante la norma prohibitiva acerca de su estudio, -¿se encarga usted del mantenimiento de esa habitación?-, pudiera ser que no quisiera que nadie entrase pero no quisiera limpiarlo y tuviera que pedir a alguna sirvienta que fuera un par de veces a la semana. -Oh… muchas gracias excelencia-, podría tener libros sin tener que esconderlos, una manta para el frío y quizás una alfombra, una habitación al fin y al cabo, no un cuartucho de mala muerte.

De nuevo le dieron escalofríos al ver la fachada de la casa, los malos recuerdos eran como fantasmas en su mente, pero la presencia del conde conseguía calmarla en cierta manera; como si él pudiera controlar todo lo malo que pudiera pasarla. -Gracias excelencia, descanse usted también-, sonrió agradecida realmente por todo lo que ese hombre le había dado y permitido y fue a reencontrarse con el resto del servicio que enseguida la ayudó con todos los temas con los que debía ponerse al día.

Era ya noche cerrada cuando tan solo las velas de los candelabros de Raven iluminaban el pasillo del servicio, por alguna extraña razón a pesar del extenuante viaje no conseguía dormir; recordó entonces que tenía permiso para recorrer la casa y eso hizo. Se acercó primero a las antiguas habitaciones de sus amos, completamente vacías como si todo hubiera sido un mal sueño, la mazmorra limpia de sangre, alguien se había esmerado en hacer desaparecer todo lo relativo a la familia pues tampoco encontró cuadros o retratos de ninguno en salones o pasillos. Caminando llegó a la puerta de la biblioteca, cuyo olor la recibió con los brazos abiertos, las paredes estaban tapizadas de estanterías con libros y más libros, la chimenea alumbraba la sala y le daba una tibieza que invitaba a sentarse toda la noche a leer, se dio un susto de muerte cuando asomó del sofá la cabeza de Lance, -no le había visto-, dijo aun acelerada con la mano en el pecho. Aceptó la invitación de este de recorrer cada balda y coger los libros que más la interesase leer, -bueno, creo que para eso haría falta llevar todos a mi habitación así que escogeré solo uno…-, comentó ya algo distraída mientras paseaba los dedos por ellos. -No había oído hablar de este…-, cogió la obra ”Las amistades peligrosas” y fue a sentarse junto a Lance mientras leía la sinopsis, -es de hace ocho años. “Duelo perverso, libertino y seductor de dos miembros de la nobleza francesa” quizás conociera a los amos, ex amos quiero decir-, comentó en un intento de ser jocosa.

-¿Le ha leído?¿De verdad me lo presta? -, estaba entusiasmada con su nueva lectura, podría empezar a leerle en ese preciso momento pero prefirió posarlo en la mesita auxiliar y rellenar la copa casi vacía del conde. -No ha cenado nada en el restaurante ni en casa, ¿quiere que le prepare algo?-, era curioso que no estuviera ya casado, al estar solos y en un ambiente tan relajado se dio cuenta de lo atractivo que era, -disculpe la indiscreción pero, ¿por qué no está usted casado? Supongo que más de una señorita de su clase haya deseado una pedida de mano por su parte-, no sabía exactamente qué era pero había algo en el conde que la hacía estar menos cerrada en sí misma y atreverse más a interactuar con él.
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Mensaje por Lance Galahad Vie Nov 10, 2017 5:53 pm

Con actitud relajada en el sofá, Lance había apoyado la cabeza en su mano mientras escuchaba a Raven ir y venir por la biblioteca hasta que finalmente se decidió por un libro. Se había sentado a su lado, ensimismada por la sinopsis y lo contaba con alegría, como si fuera un tesoro para ella- No lo he leído, pero imagino que será todo un éxito entre las mujeres- siguió el hilo jocoso de la joven mientras cerraba el suyo- Estaba leyendo un libro sobre el derecho romano… por pura inquietud-le dijo cerrándolo y apartándolo a un lado- Es interesante como muchas de esas leyes aún continúan vigentes hoy en día- se volteó para recibir la copa que le había servido y la cogió agradecido. Raven estaba intentando ese pequeño muro que los separaba, se había asomado para ver un poco el círculo o a lo que estaba acostumbrado el conde y las preguntas personales eran lo mejor para saltarlo- No es indiscreción- respondió mirando el contenido de la copa y meditando bien las palabras que iba a decir- Lo cierto, es que nunca se ha esperado eso de mí. No me educaron para buscar una esposa, ni en los planes de mi padre entraba el hecho de que yo tuviera descendencia- su voz terminó casi en un susurro que se vio ahogado por un trago de la copa.

Carraspeó y volvió su mirada al libro que había elegido y que descansaba en la mesita auxiliar- Puedes quedártelo- le ofreció el libro- Considéralo una muestra de gratitud por quedarte en mi casa y no buscar otro trabajo- dijo sacando de un cajón de la mesilla una caja de fósforos y una pitillera de oro blanco. Se lo colocó delante de sus narices a Raven esperando a que tomara uno de ellos- Son Ingleses, no franceses- indicó por si no le gustaban- No acostumbro a fumar, pero hay invitados que si lo hacen- excusó el tener ese tabaco ahí – Y bien… ahora me toca a mi hacerte una pregunta personal, Raven. ¿No has recibido ninguna petición de mano?- aunque sabía la respuesta al estar sometida al control de los antiguos amos esperaba escucharlo de su boca. Miró el rostro de la chica, había sido raptada y arrastrada un mundo de decadencia. Aquellos hombres se habían divertido con las chicas y les habían quitado la razón biológica de su existencia. Era una muñeca rota, les habían quitado a todas su honra y las habían mancillado, con tal de alardear y tenerlas sometidas. ¿Quién iba a querer casarse con mujeres deshonrosas? Nadie. Las mujeres que habían pasado por algo parecido tenían dos alternativas, la costosa y la que tenía dinero podía ir a un convento al que la familia biológica o por la que trabajaba pagaba; o por el contrarío acababa ejerciendo la prostitución. Ninguna de las dos opciones eran mejores que en las que se encontraban.

La mente de Lance seguía dando vueltas a toda esa situación de la mujer, además después de haber leído el derecho romano, la situación legal tampoco era buena. Estaban consideradas menores de edad e incluso para pasarse necesitaban el consentimiento de pater familias o cabeza de familia. Sintió pena por Raven, pero a Lance le gustaba así. El también estaba roto. Y se alegraba de haber encontrado a alguien como él- Raven…- susurró mirándole a los ojos, cerca de ella- Siento no haber llegado antes- quizá sonara fuera de lugar para la chica, pero después de todo lo que había pensado eso tenía sentido para él. Esa chica se merecía ser pura, ser intocable hasta que llegara alguien que la mereciera y se lo habían arrebatado. Se acercó hasta ella y dejó un beso suave en su mejilla, sintiendo peligrosamente el latir y el fervor de la sangre en el cuerpo de Raven- Y por cierto no debes preocuparte por mi horario de comidas, soy muy selectivo con ella- se excusó y pidió para que no prestara mucha atención a sus ingestas y poder beber de la gente. Por el momento había podido hacerlo en las mazmorras, sin problemas. Había un gran abanico de posibilidades para beber, pero de igual forma que se sentía atraído por Raven también lo hacía por su sangre.

El conde tenía un temperamento muy volátil, Raven ya debía saberlo y también estar acostumbrada a ese tipo de gente, pero Lance estaba igual o más roto que ella y eso era un problema- No quiero dejarte sola. Sé que es difícil para ti volver a esta casa. Debe ser un museo de recuerdos bastante funestos. Y ahora que estamos solos puedo admitirte que miro por tu seguridad y me preocupo por ti y por tu bienestar, no sé por qué lo hago- y era sincero en sus palabras-Estoy acostumbrado a tener todo lo que quiero y coger lo que me apetezca. Y tu debilidad… tu estás rota- se explayó mientras se acercaba a ella, a su rostro- Y yo también lo estoy. En otras circunstancias hubiera saciado el deseo irrefrenable de lanzarme sobre ti. Y no sería diferente a tus anteriores amores, eso debes tenerlo en cuenta. No soy un santo. Soy un demonio. Necesito que lo tengas claro. Y es la primera vez que en vez de destruir algo hermoso, lo que estoy haciendo el protegerlo- reprimió las ganas de besar esos labios. El contacto humano no era lo de ella y tampoco quería que se sintiera como sus anteriores amos. Pero si que quería poseerla, quería ser su amo. Quería que se lo llamara, sentir que era de su propiedad y que era lo más valioso que tenía y lo único que le importaba. De momento así era.
Se dispuso a marcharse por la puerta-Deberías leer alguna de las novelas del Rey Arturo- le dio una pista curiosa de él. Su nombre provenía de allí, y aunque solo fueran leyendas, había mucho de ellas en él y en su historia personal- Volveré mañana a la biblioteca. Espero verte aquí-y dejó a la chica atrás. Entre todas esas historias escritas, el olor a tinta y la calidez de la chimenea. No sabía Lance que aquel encuentro sería una tradición entre ellos dos.

***

La mañana se le hizo eterna, tuvo que atender de primera mano muchísima correspondencia atrasada. Tenía que poner la propiedad a su nombre, se reunió con los abogados, con el notario y el albacea de la familia anterior para arreglar que su fortuna fuera a parar a sus manos. Justo cuando el reloj marcó las 7 de la tarde, Lance se dispuso a bajar a la biblioteca para ver si se encontraba con Raven. Esta vez sirvió dos copas, preparó un cenicero y una caja de pitillos; franceses e ingleses y se sentó en el sofá nuevamente con su libro. Sonrió al escuchar la puerta abrirse y el olor de Raven inundó la sala como si fuera su presentación- Veo que las noches intensas te gustan…- dijo levantando la mirada del libro para recibirla con una mirada de alivio reprimido. Ahora estaba a gusto- Se me ha ocurrido que podemos hacernos preguntas políticamente incorrectas, el uno al otro. Así te conozco más y tu a mi- ofreció a Raven ofreciéndole la copa y los cigarros- Hoy he pensado en ti- era una frase de doble sentido, bien camuflada por el ofrecimiento.
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Mensaje por Raven G. Wallace Sáb Nov 11, 2017 10:58 am

Lo cierto es que era raro que alguien de la condición social de Lance no hubiera contraído matrimonio ni que su familia lo presionase para ello, era la manera de preservar los apellidos y el estatus en la sociedad. -Es curioso, debe de ser el único noble soltero que conozco, mayor de edad claro-. Debió seguir mirando el libro con interés desbordado pues lo siguiente que hizo Lance fue regalárselo, sabía que algo como un libro quizás para él carecía de valor pero para ella eran tan importantes… eran lo que la había mantenido cuerda todos esos años por lo que no había mejor regalo para ella que un tomo como aquel, -no debería consentirme tanto, ya le dije que estaba agradecida por todo lo que había hecho por mi-, pero ante el gesto convencido del conde acabó por ceder y sonrió como muestra de agradecimiento. Era tan extraña esa sensación, había tenido que salir adelante sin cariño o protección y parecía que realmente él notaba esa falta en ella y se lo entregaba a su manera.

No pudo sino echarse a reír ante su pregunta, -tiene que saber que nadie querría casarse conmigo teniendo en cuenta lo que me ocurría a diario y bueno… que no puedo tener hijos-, los hombres querían casarse principalmente por dos razones: dinero y descendencia, ella no podía asegurarles ninguna de ellas. -Hubo alguien, un chico que parecía interesado en mi. Me lo dijeron las chicas cuando me acompañaron al mercado, yo soy mala captando mensajes subliminales-, pues ella era nula tratando de adivinar las segundas intenciones que pudieran tener los demás, el chico siempre la reservaba las mejores futas y verduras, salía a atenderla en vez de dejar que se encargase su padre o su madre, detalles que alertaron al resto de féminas de la casa y preguntaron a Raven si salía con él. Resumió toda la historia a Lance poco a poco ya que este no pronunció palabra durante el monólogo de la joven, -pero queda ahí la cosa, nunca me ha dicho nada fuera de lugar ni me ha invitado a salir-. Para ella no tenía la menor importancia, no era un joven que la atrajese, parecía… blando.

No dejaba de sorprenderla, ¿cómo podía disculparse si lo único que había hecho era ayudarla desde que llegó? -No debería disculparse, al contrario. Lo único que me ha ofrecido desde que llegó es ayuda y cosas positivas, gracias a usted pude liberarme de los amos, pude volver a ver a mi familia, ahora tengo un cuarto decente, libros para leer cuando quiera… No podría pedirle más-, gratitud era lo que sentía hacia él y no hubiera esperado escuchar ese ”siento no haber llegado antes” de sus labios. Empezaba a estar cómoda con él, situación que no solía darse siendo Raven de quien hablamos. Muchacha sin familia allí, sin amigos… ahora Lance se estaba convirtiendo en su pilar personal y ni se daba cuenta. -Está bien, supongo que el ama de llaves o la cocinera estén al tanto de eso pero hablare con ellas por la mañana para que solo se le sirva si lo pide-, cada señor tenía sus peculiaridades y si resultaba que Lance comía poco, a deshoras o fuera de casa no era particularmente raro. El momento “cariñoso” parecía haber pasado ya pero de repente pareció retomarlo como si tal cosa, como si en realidad quisiese hacer hincapié en ciertos aspectos de ella y su relación con él. -Yo tampoco se qué es lo que le impulsa a actuar así conmigo, no he sufrido más que el resto de mujeres del servicio. Supongo que en algún momento pensaba preguntárselo pero si no lo sabe…-, la situación se estaba volviendo un poco más densa de lo que Raven sabía manejar así que encendió uno de los cigarrillos. No sabía qué contestar a aquella confesión, no tenía ni idea, ¿debía darle permiso para hacerlo? ¿Agradecerle que no lo hiciera? Estaba empezando a bloquearse por lo que solo le miraba mientras el cigarro iba consumiéndose, -para mi no es un demonio, me liberó de ellos-, eso era lo mejor que podía decir sin titubear o parecer ridícula, pues su mente seguía dando vueltas a ”en otras circunstancias hubiera saciado el deseo irrefrenable de lanzarme sobre ti”, porque hablaba de sexo, ¿no? ¿Cómo iba a preguntarle a que se refería? Pensaría que era tonta.

Se levantó cuando este se dispuso a macharse y esperó hasta que lo hizo para dejarse caer nuevamente en el sofá durante un rato, simplemente mirando la chimenea que tenía delante. Por más que pensaba y repasaba lo que acababa de ocurrir no estaba segura de nada, si la tenía cariño, si hacía eso para ganarse su confianza, si lo haría con todas…  ese último pensamiento la doió, una sensación totalmente nueva para Raven y que –gracias a sus lecturas- pudo identificar como celos. -Vaya…-, era tan nuevo que la resultaba sorprendente e incluso interesante. Siguiendo el consejo del conde reviso las estanterías en busca de las historias del rey Arturo y cuando lo encontró se lo llevó, junto con el que la había regalado, pasó el resto de la noche leyendo y parte del día siguiente, horas y más horas hasta que lo acabó. No era de sus favoritos pero resultaba entretenido con esa mezcla de magia y religión.  La verdad es que estaba agotada, pues cuando no había tenido que trabajar en la casa o ir a comprar, había aprovechado para leer sin descanso, así que descanso mínimo y muy pocas horas de sueño la llevaron a dormirse en cuando se tumbó en la cama; motivo por el que llegó tarde a la biblioteca esa noche.

-Siento el retraso, me dormi…-, dejó el libro sobre la mesita de siempre y sonrió al ver los cigarros allí para ella. Tomó asiento y asintió ante su idea, -me parece bien, aunque poco hay que no sepa ya de mi-, notó las mejillas rojas por su comentario –parecía ser muy normal en él decir ese tipo de cosas-, -si quiere verme no tiene más que llamarme, trabajo para usted-. De hecho había deseado durante el día que la pidiera algo, que la hiciera llamar para algún recado… pero parecía que solo tenía esas horas de la noche disponibilidad para ella. Empezaría ella con las pregundas esa noche ya que parecía haberla dado el permiso para ello, -¿con cuantas sirvientas se ha acostado de la casa?-, había oído a alguna fanfarronear sobre el tema pero no sabía hasta que punto era cierto o era simplemente para fardar por el hecho de ser conde y atractivo. -¿Qué es lo que espera de mi? No sé si quiere que le sirva, que sea su amiga o su amante, o todo a la vez, se me escapan este tipo de cosas y estoy confundida-, esas eran las dos principales dudas que venían revoloteando en su cabeza desde que llegó. -Por cierto, leí el libro, el rey Arturo y usted es mucho más como Lancelot. Quiero decir… no le conozco mucho pero le identifico más con él, quizás fuera por el nombre-, ¿por qué era tan mala para iniciar conversaciones? Misterio. Y más cuando estaba nerviosa por las posibles respuestas que Lance la diera.
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Mensaje por Lance Galahad Dom Nov 12, 2017 4:56 am

Tomó asiento y observó el contenido de la copa cuando Raven lanzó la pregunta sobre con cuántas doncellas se había acostado. Levantó la cabeza- Dos- dijo dando un trago a la copa, el también tenía que digerir las palabras que se le atragantaban como “Si hubieras estado aquí, hubieras sido la única”- Raven, tengo una serie de necesidades que procuro aplacar y mantener al margen de mi vida para poder llevarla con normalidad- intentó consolarla, aunque en vano. Ninguna mujer quería escuchar que un hombre por el que se sentía atraída había estado con dos mujeres, pero tampoco podía decirle las necesidades que tenía. Cada vez que torturaba en las mazmorras volvía excitado, y cuándo no podía ir a la mazmorra, por apariencias, debía saciarse de alguna forma y era dominando a las mujeres. El conde se divertía despojándolas de la ropa, practicando nudos por todo su cuerpo, colgándolas. Les ponía la soga al cuello y las paseaba incluso llegó a utilizar a una como mesa sobre la que posar su copa, mientras leía. Porque sus gustos no eran normales ¿Cómo podían serlo? Si había estado la mayor parte de su vida dominando a la gente a base de miedo, la sodomía al menos aplacaba eso- No puedo pedirte que vengas a mi cama, y o que menos necesitas es que yo me presente en la tuya. Cuándo llegue el momento sabrás. Con ellas es fácil, las pago dinero porque sacien algo que no puedo controlar- dijo finalmente, dando por finalizada la respuesta a esa pregunta.

Sabía del enojo de Raven, pero ella tenía que comprender que no eran nada, por el momento su relación era la de señor y servicio, y sobre ello estaban afianzando los pilares de una amistad. El reproche no tenía cabida en esa situación, aunque el ego de Lance se alimentó de los celos ajenos, así por lo menos sabía que tenía interés en él.

Pensó detenidamente la pregunta que iba a hacerla- ¿Has yacido con alguien más, aparte de tus amos?- la pregunta era perfecta. No sólo porque así Lance conocería el historial de Raven, sino porque sabría qué tipo de relaciones había tenido. Sentía curiosidad en ello y cada vez estaba más seguro de que Raven sería para él- Sonaré Avaricioso. Pero te quiero para mi. Ya te dije que no sabría decirte lo que espero de ti, pero si estas aquí. Interpreto que mi compañía te agrada de igual forma que a mi la tuya. Podríamos ver a dónde podemos ir juntos- concluyó. No había dado una respuesta cerrada, pero es que ni el sabía la respuesta a esa pregunta. No sabía lo que quería de Raven y no lo sabía precisamente, porque no conocía los límites de Raven.


-De hecho mi padrastro fue Lord Galahad, un descendiente de Lanzarote del Lago. Sobre quien basaron las leyendas artúricas- le reconoció- Supongo que por eso me dio el nombre de Lancelot, aunque a penas lo uso y prefiero Lance- le respondió con media sonrisa en los labios. Ya le había dado más información con la que hacer preguntas, “un padrastro”, si era una chica inteligente, preguntaría por su familia biológica. Pero ahora el turno de preguntas le correspondía a Lance- Cuéntame tu mayor fantasía, erótica, romántica, sexual…- preguntó el conde cogiendo la botella y sirviendo un vino de cosecha española en las copas. El motivo de la pregunta era saber que deseaba el subconsciente de Raven. Muchas veces no somos conscientes de lo que queremos, pero los impulsos primarios, siendo un vestigio de nuestra naturaleza animal, nos lleva a desear unas cosas u otras. También era consciente de que Raven el mayor contacto social que había tenido, era a través de los libros que leía. Las recepciones oficiales y libros como el que Lance le regaló la noche pasada en el que el libertinaje estaba a la orden del día. Necesitaba conocer lo que habitaba dentro de Raven para saber si se asustaría ante lo que habitaba dentro de Lance. Ahora mismo lo único que pasaba por su cabeza, era probar y cumplir toda fantasía que tuviera, ahí en la biblioteca o en cualquier parte. No sabía si se estaba enamorando, pero esto iba más allá de un capricho pasajero. El enamoramiento era algo desconocido para él, pero estaba versado en los caprichos femeninos para saber que esto no era así.
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Mensaje por Raven G. Wallace Dom Nov 12, 2017 9:40 am

¿Debía decir algo tras aquello? Sentía un nudo en el estómago e incluso un leve mareo al imaginarse la escena de él con las que eran dos de sus compañeras de vida en la casa. Habían estado con él, con un hombre que ella consideraba especial  y para el que creía ser diferente a las demás. Dolía saber la verdad, más de lo que la gustaría y quería admitir. Largo debió ser su silencio y evidente su malestar pues no hizo falta que contestase para que Lance justificara su comportamiento en ciertas necesidades. -No son prostitutas. Si han aceptado ese dinero es porque creen que si se niegan a tomarlo se enfadará y no volverá a llamarlas-, sentía ira hacia él, celos por ellas y consigo misma por creer que alguna de sus novelas pudiera volverse real. Pero, ¿acaso eran algo? Era su criada por el amor de dios… no sabía por qué estaba actuando tan erróneamente, siempre se había sabido mantener en un segundo plano, con Lance la resultaba imposible; y a pesar del malestar no podía levantarse e irse de allí, porque lo positivo pesaba más que sus celos.

-No, nunca he tenido relación amorosa con nadie ni he dado mi consentimiento para que alguien me posea-, era triste pero era la realidad, toda su experiencia sexual se limitaba a las violaciones sufridas durante casi diez años. -Normalmente me ordenaban que estuviera quieta mientras me azotaban hasta que sangraba y entonces me tomaban-, no sabía si quería saber tanto pero la rabia interior hacía que hablase más, que se expresara y soltase así su ira y su frustración, -cuando no pude tener relaciones sexuales por… porque me pudrieron por dentro para que no tuviera hijos, se limitaban a mirarme mientras me ahogaban cuando me ponían de rodillas delante de ellos. Me hacían chupársela y llevarme al límite hasta que no podía respirar, así hasta que se corrían y me mandaban salir de allí-. No la había preguntado acerca de esos temas, quizás por si era demasiado doloroso para ella pero por una parte deseaba que él se sintiera mal al oírla, como ella al saber de su relación con las otras dos chicas. -Si era una de sus futuras preguntas lament haberme adelantado-, comentó mientras desviaba la mirada de los ojos ajenos hacia la pitillera y sacaba uno. -No me gusta beber así que puede tomarse el vaso que me sirvió cuando se le acabe el suyo.-

Necesitaba fumar, nunca había estado enfadada de esa manera y era frustrante, no tenía razón alguna para poder reprocharle su actitud y era lo único que deseaba hacer, no estaba preparada para encontrarse en semejante encrucijada y tampoco tenía tiempo sola para procesar todo y relajarse. Su rostro se transformó de taciturno a asombrado en un instante, ”te quiero para mi”, ¿qué significaba eso? Que la quería solo para él, que quería hacer lo mismo con ella que con las otras mujeres, que… ¿qué? -Sí, claro que me gusta pero eso no quiere decir que no esté confundida con esta relación. Sólo le veo por las noches aquí, como si no quisiera verme aparecer durante el día-, soltó el humo retenido antes de continuar, -es mi señor y no soy estúpida, es usted el que da las órdenes pero no quiero volver a la vida que ya tuve, ser llamada y luego echada a patadas. No digo que me sienta así-, aclaró antes de que él lo entendiese mal, -pero si eso se diera ya no lo aguantaría.-

Madre mía, esos temas la daban vergüenza, por supuesto que había tenido sus fantasías pero era un tema que jamás había compartido con nadie ni sabía cómo explicarlo, podía sonar contradictorio dada su vida y lo que había pasado. -No sé muy bien como explicarlo sin contradecirme…-, sabía que estaba roja pero esperaba que o bien no lo notara o culpara al calor de la chimenea de ello, -lo que tengo claro es que quiero entregarme solo a una persona pero que eso sea reciproco, tener ambos todo lo que necesitamos en el otro y no tener que buscarlo fuera de la relación, se que es un tópico romántico pero es lo que me gustaría conseguir-, esa era su respuesta en el ámbito romántico como él deseaba saber, aunque parecía ser que no cuadraba con su estilo de vida. -Y respecto al sexo, no sé si es por cómo he vivido pero me gustaría poder confiarme completamente a alguien, dejar que me hiciera lo que deseara pero sin miedo, sabiendo que no busca sólo su placer sino el mío también. Una especia de balanza entre protección y reto-, si se habría explicado bien o no, no lo sabía pero el semblante de Lance era totalmente serio con la copa apoyada en los labios sin dejar de mirarla, parecía estar analizando palabra a palabra todo lo que había dicho. -¿A usted le queda alguna fantasía sin realizar?-, posiblemente no, pero quería desviar nuevamente la atención hacia él.

-¿Alguna vez ha mantenido una relación monógama con alguien o siempre ha vivido solo pagando cuando le apetecía compañía?-, por alguna razón sentía cierta conexión con ese hombre desde que le vio, como si hubiera estado esperando por él durante toda su vida y quisiera-y sintiese- que era él quien iba a conseguir que sintiera algo positivo por una vez. El miedo al sexo era ya intrínseco en ella y nunca la había apetecía o se había planteado tenerlo voluntariamente con nadie, entregarse, con él era diferente. -Hoy debería retirarme rápido, mañana tengo que madrugar mucho para ir al mercado, nos hace falta casi de todo en la casa y a primera hora es cuando mejor comida venden…-, la tensión aumentaba y aún no sabía si estaba preparada para dejarse llevar a otro escalón con Lance. No quería que fuera algo fugaz y pasajero, la rompería el corazón.
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Mensaje por Lance Galahad Lun Nov 13, 2017 1:06 pm

¿Era una mueca por celos eso del rostro de Raven? Puede que dudara pero su tono lo confirmó y eso alentó a Lance lo suficiente a confiar en el afecto ajeno. Escuchar ese testimonio era espeluznante, no quería que le comparara con esos malnacidos, porque Lance no podía catalogarse, o aún no había concepto para él. Sin embargo las palabras de Raven le anunciaron lo que esperaba de él, del amor y del sexo, aunque solo conocía el sexo pasivo, era receptiva a ello- ¿Me crees capaz de hacerte lo que ellos?- fue una pregunta retórica, de hecho no esperó a obtener respuesta de ella cuando continuó- No te utilizaría para el sexo cuando necesitara saciarme. Esto tiene que ser una relación simbiótica, de momento lo único que he hecho ha sido liberarte. No creo que amarrarte y condenarte a una vida de esclavitud sexual esté en esa línea de acciones u órdenes por mi parte. Yo no obligo a nadie- esta última frase parecía más un reproche a un ataque, pero se calmó en un parpadeo. Comprendía los celos de Raven por las otras chicas y decidió dejar el tema ahí.

¿Aún le quedaba al conde una fantasía que realizar? Era una pregunta muy buena, en la que sonrió fugazmente y de forma sincera. Le había arrancado una sonrisa y empezaba a gustarle esa falta de filtro que tenía hacia él lo cual le hizo recordar que siempre le llamaba excelencia- Puedes llamarme Lance, no hace falta que usemos el protocolo en todo momento. Creo que si hablamos de sexo, podemos hablarnos de tu a tu. Además, así me siento más cerca de ti, no como si mi título se interpusiera entre ambos. Y respecto a lo de la fantasía, se me ocurren muchas. Supongo que hacerlo en un lugar público…. Al igual que con la comida, soy muy exquisito con el sexo, Raven- soltó una pequeña carcajada y apuró la copa que ella no se tomó-No he tenido una relación monógama, porque nadie me ha llamado la atención para ello. De hecho he estado muchas veces con la misma mujer, pero no había nada serio- pensó que dios sabía cuánto tiempo había pasado de eso- Como ya te he dicho, tengo gustos muy peculiares y no todas las mujeres son capaces de aceptarlo- esperó que fuera la última pregunta.

Cuando Raven anunció que debía retirarse, Lance miró el reloj de cuerda que se encontraba en un escritorio, marcaba la madrugada ya y el tiempo parecía pasar volando cuando estaba con Raven. Era algo digno de mención, pues para un vampiro centenario como él, el concepto del tiempo y velocidades eran muy difusos.

Al día siguiente no sólo Raven y el grupo de doncellas se fue a hacer los recados al mercado, sino que habían encargado comida que llegó en una gran carreta para suministrar los víveres a la casa. A Lance poco le importaban ese tipo de intercambios, de hecho nunca escatimó en gastos, si había algo que quisiera lo obtenía, pero en esa tarde fue diferente. Se encontraba en el despacho, el lugar prohibido de todo el servicio. Especulaban sobre lo que hacía allí, pero era su santuario. De hecho se dedicaba a hacer ejercicio y meditación, como había leído en libros orientales, también disfrutaba de la lectura y de un arte muy peculiar. Había invertido en un invento de un tal Daguerre, que prometía captar la luz y el momento en un papel especial, un Daguerrotipo, el primer procedimiento fotográfico y quería ponerlo en marcha. Al principio empezó con objetos inanimados, después con bodegones y finalmente lo probaría con mujeres. También coleccionaba arte, tenía buen ojo para eso, pero siempre enfocado a la temática oscura, de ahí que tuviera especial interés en Caravaggio. Estaba ojeando un catálogo de arte cuando, el mayordomo llamó a la puerta del despacho- Siento molestarle señor, no insistiría si no fuera importante- Donald el mayordomo era un hombre severo, de voz grave y de pelo canoso, sus cejas sobresalían en los extremos y su nariz era ancha, ese hombre le producía respeto y calor, como si fuera una figura paterna para él y junto a Raven, era al único al que tenía un poco de aprecio.

-Ahora salgo, iré al salón- dijo pidiendo que se fuera. No quería que nadie entrara ahí, había cosas que eran solo suyas, cosas que tampoco comprenderían. Un arte muy negro y oscuro que daría lugar a cuchicheos y chismes del servicio. Lance cerró tras de sí la puerta del despacho y bajó las escaleras para reunirse con Donald. Este estaba de pie, delante de un hombre de unos veinte años, tenía la gorra en las manos y la cabeza agachada como una leve reverencia. Lance ni lo miró, se acercó hasta Donald y firmó el recibo de la carreta del mercado- Este es el señor Ferrec, es el hijo del hombre que suministra la mayor parte de la comida a esta casa, excelencia. Ha tenido la insistencia y la desfachatez de pedir una audiencia con usted, mi lord- presentó Ronald, mientras Lance levantó la mirada y clavó los ojos en el joven. Se veía que se armaba de valor para pedir algo- Sr. Ferrec, le escucho- ofreció asiento en un sofá frente a él y Lance se acomodó en el suyo.

Poco duró la comodidad porque en cuanto el chico abrió la boca, el semblante de Lance, se volvió hierático – Excelencia, no tengo mucho, pero podría ofrecerle todo a la señorita Wallace- la voz de ese estúpido chirriaba en los oídos de Lance e inconscientemente miró hacia el recibidor, donde sabía que estaban todas las mujeres- Ya le responderé Sr. Ferrect- se levantó como si el asiento le quemara y subió las escaleras- Donald. Dile a Raven que venga a mi habitación. Ya. – el tono no daba opción a replica. El mayordomo despidió al joven y fue en busca de Raven, era la primera vez que se le veía correr por la casa y Lance, mientras esperaba en su habitación de un lado para otro. Pensando y comido por los celos. ¿Qué debía hacer?

La puerta se abrió y vio a Raven, como siempre servicial y preciosa. Apretó los labios e hizo un gesto para que cerrara la puerta- Me ha llegado una proposición de matrimonio para ti, del frutero. Raven- y buscó en sus ojos una respuesta- ¿Quieres ser la mujer de un frutero?- y esperó que la respuesta fuera negativa. Ojalá estuviera en la bodega con ese frutero de pacotilla, se lo imaginaba llorando y suplicando, pero no quería hacer daño a Raven es lo único que no quería en ese mundo. ¿Pero qué se creía él?¿No había más mujeres en su casa?¿Tenía que ir a por ella?- No puedo dejarte hacerlo, Raven. No es que no pueda, es que no quiero. No quiero, porque él no te dará lo que mereces. Y yo sí- se movía de un lado para otro, estaba alterado- No puedo. Te quiero para mi- repitió el canalla. Maldito canalla. Se acercó hasta ella y la llevó contra la puerta, a milímetros que no centímetros de su boca- Te quiero para mi…- susurró- ¿Qué es lo que tu quieres, Raven?- volvió susurrar y antes de que respondiera, Lance besó sus labios. No de forma suave y delicada. Bebió de ellos, como un condenado en el desierto un jarro de agua fría. Ella era el oasis en el desierto, era la pasión Cleopatra para Marco Antonio y la luz en su sombra.
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Mensaje por Raven G. Wallace Lun Nov 13, 2017 5:03 pm

¿De verdad estaba Lance hablando de una relación entre ellos? Parecía que quería más de lo que ya tenían, más de la relación de trabajo y más de la amistad, quizás tenía alguna oportunidad de gustarle. -Claro que no creo que sea así, usted me sacó de esa vida, confío en usted-, aun no sabía cuán importante era para la relación que ella confiase en él pero acabaría por darse cuenta tarde o temprano.

-Oh… vale-, eso sí que la gustaba aunque le sería difícil cambiar su manera de referirse a él, -Lance-, sonaba bien, pero se sentía algo más desnuda cuando no estaba ese “excelencia” de por medio. -¿No es lo que buscas entonces? Tener una relación solo con una mujer quiero decir…-, si no era capaz de comprometerse y acababan siendo más que amigos no pasaría de ser una simple amante y no quería ese estilo de vida nunca más. -¿A qué gustos te refieres? No dejas de hacer hincapié en que no eres como la mayoría y que son peculiares, tengo curiosidad.- El tiempo se le había echado encima y se tuvo que ir con la duda a la cama esa noche, como le había dicho el día siguiente sería muy movido y debía descansar si no quería arrastrarse por las esquinas a medio día.

La mañana se presentó templada y con el sol posicionándose en lo más alto, tanto ella como las otras chicas cogieron tan solo un chal antes de salir pues seguramente para cuando regresaran la temperatura sería elevada. Recorrieron el mercado escogiendo verduras, frutas, carne, pescado… y demás cosas para la casa que los propietarios de los puestos iban colocando en el carro. Raven sintió una extraña sensación cuando pasó por delante del puesto de fruta y no encontró al joven que siempre la atendía, tan servicial y atento, era dulce y encantador pero no generaba nada en Wallace, era…blando. Para medio día ya estaban todas de regreso en casa descargando las cajas en la parte trasera, -¡Señorita Wallace, señorita Wallace!-, el mayordomo jamás daba gritos y apareció incluso acalorado como si hubiera corrido hasta allí. -Tranquilícese, ¿qué ocurre?-, le hizo sentarse en una banqueta y le acercó un vaso de agua antes de que este pudiera darle el mensaje del señor.

No sabía si le había pasado algo a Lance o es que –tal y como había querido días atrás- solicitado pasar tiempo con ella a lo largo del día, -¿Lance?-, cerró la puerta tras ella al ver el gesto del conde y se quedó quita mirándole, esperando a que la dijera qué era lo que pasaba. -¿Qué?-, sabía que no era la respuesta más locuaz del mundo pero no se esperaba algo así del joven ni mucho menos, no parecía tener el valor como para solicitarle su mano a un conde, lo debía haber pasado fatal. -No, no es lo que quiero pero si lo consideras adecuado lo valoraré-, no sabía qué estaba pasando por la mente de Lance y por tanto qué respuesta a esa pregunta le podría enfadar u ofender. Suspiró feliz ante la negativa de Lance, ahora parecía él estar molesto y celoso de ella y era agradable verle alterado en ese sentido, -…-, no tuvo tiempo de contestar, él así lo quiso. Fue un beso duro, largo y profundo; el conde despertaba el lado pasional de Raven y esta parecía mantequilla en las manos ajenas, podía moldearla a su antojo pues parecía bailar al son que este tocaba. No quería despegarse de él, ni cortar ese contacto pero debía contestar y debían hablar acerca de ello. -Mi corazón no le pertenece si es lo que te preocupa, está hace tiempo en otro lugar y no se moverá de ahí-, sonaría a novela pero era una realidad que había ido asimilando con el tiempo.

Se separó aun más de él pues era difícil concentrarse cuando lo único que Lance miraba era su boca. -Yo sentí algo por ti cuando me presentaron pero lo atajé a que me parecías atractivo. Sin embargo, con el tiempo he ido conociéndote y ese sentimiento ha ido creciendo-, moría de vergüenza al exponerse así pero si no era en ese momento, ¿cuándo? -Me siento protegida pero también intuyo que hay un gran reto al compartir la vida contigo y me gustan ambas cosas. No sé si es mutuo hasta tal punto y entendería que no fuera así, siendo conde y yo una criada, una muñeca rota como dices. Pero creo que después de lo ocurrido merecias saberlo todo-, ahora era lógico que Lance debía valorar la situación, Raven no seguiría una relación que fuera simplemente de amantes, podría sobrellevar una amistad porque le tenía en muy alta estima, pero todo dependía de lo que Lance quisiera y sintiera. -Tengo que acabar mis tareas de hoy, esta noche iré a la biblioteca si no estás entenderé que no quieres o no puedes ir tan allá-, no quería reproches así que salió rápido de la habitación y siguió su jornada como siempre, aunque dando vueltas y más vueltas a su monologo.

La noche se le echó encima y los nervios con ella. Todo el mundo dormía cuando su candelabro alumbraba el pasillo, nunca se le había hecho tan difícil abrir una puerta.
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Mensaje por Lance Galahad Mar Nov 14, 2017 11:39 am

Después de lo que había pasado en la habitación Lance se dio cuenta de que las tornas habían cambiado. Ahora era él el que tenía que tomar una decisión al respecto de su relación. Le pedía algo serio y monógamo, y no sólo eso. Le pedía algo nuevo en su vida ¿Alguna vez alguien había clamado por la atención o el afecto de Lance? No. De hecho desconocía ese tipo de comportamiento más allá del interés ajeno en él o, por el contrario, del suyo hacia las mujeres. Se pasó las próximas horas tumbado boca arriba en la cama, envuelto en la oscuridad de su habitación, sin dejar de pensar en ella. Su perfume particular parecía haber empapado por completo en la habitación y su presencia se había calcado en la puerta. Estaba en una encrucijada. Por primera vez no sabía lo que quería.

La hora límite se le echó encima y como movido por un resorte decidió que ya era hora de echarle huevos al asunto. Tenía que fiarse de su instinto, ese instinto tan humano y tan primitivo que le indicaba que tenía que bajar hasta la biblioteca para reunirse con ella. Como siempre llegó primero y estaba vez no la esperaría en el sofá, sino de pie. Con la mirada igual de perdida que él. La luz del candelabro ajeno se coló por el pequeño espacio que había entre la puerta y el suelo. Ahí, si hubiera tenido un corazón que latiera, se le habría parado en seco, al igual que la respiración. Cuando encontró a Raven en la puerta, se quedó en silencio, pues ninguno de los dos hablaban y el conde se encogió de hombros, rindiéndose a la situación. Todo antes de que se fundieran en un abrazo que duró menos de la eternidad que querían ambos. Lance suspiró aliviado y escondió el rostro en la curva del cuello ajeno, mientras Raven colgaba de su cuello, seguramente contenta por estar juntos. Nunca un silencio había dicho tanto por parte de Lance. Cuando se separaron el rubor de Raven volvió a sus mejillas y una sonrisa bobalicona apareció en el semblante hierático que caracterizaba al vampiro.

-No quiero estropear el momento. Estoy seguro de la decisión que he tomado, pero dado que tenemos esto-dijo señalando el espacio que había entre ambos, como si ahí residiera el motivo de su relación- Tengo que serte sincero- se lo debía. Porque ella pensaba que él era un humano atractivo y corriente, un chico consentido y de buena familia que había venido a París a vivir la vida en rosa y a torturar a la gente. Lance cogió la mano de Raven mientras le explicaba la aterradora verdad. Los vampiros existían en esa tierra al igual que otras bestias de las fábulas. Llevaba vivo alrededor de 500 años y mantenía el aspecto de su conversión. No podía tener hijos, ni linaje. Había estado solo toda su vida, y aunque hubiera deseado contarle la historia de su vida, por esa noche, lo primero era que ella fuera consciente de su verdadera naturaleza- Para mantenerme vivo necesito la sangre de otras personas-le explicó una parte de su naturaleza sádica. Mientras el rostro sonrojado de Raven pasaba de ser adorable y digno de un retraro renancentista, a el semblante de una estatua de mármol blanca. Fría. Sentía como el cariño que le sentía se hacía pequeño en los ojos ajenos y, el miedo que hacía casi 400 años que no sentía, le recorrió la espalda como la sensación de una muerte repentina. Cerró los ojos siendo consciente en ese momento de que “la muerte por amor” era eso. Una sensación terrible y negra que se te incrustaba en los huesos, el temor a la pérdida de a quién depositabas toda tu esperanza, y en el caso de Lance, la esperanza de retomar a los cincos siglos, una relación de verdad.

-Te debía la verdad. Y siempre la tendrás por mi parte, desde ahora hasta el día en que me…- se cortó. ¿Iba a decir “el día en que me muera”? Ya estaba muerto, pero aquella situación era más dramática de lo que estaba acostumbrado y estaba sufriendo por amor. Por el amor de Raven- Escúchame, se que es algo difícil de digerir. Pero conmigo estarás a salvo de todo. Y eres mi ventana a una vida humana. Algo que nunca he tenido- ¿Era posible que el hombre de hielo tuviera un corazón que ofrecer? Buscó el afecto en los ojos ajenos, la comprensión y después miró a un lado- Sé que no eres de relaciones. Yo tampoco lo soy. Por eso… te he buscado todas las leyendas que hay sobre la gente como yo. Todo lo que existe, toda la información…que he podido reunir. Hasta las fábulas de Fontaine, que están basadas en personajes de verdad- le ofreció una montaña de libros. Unos más ajados que otros, otros habían perdido hasta el brillo dorado de la portada.

Lance se había tomado la molestia de ofrecerle a Raven algo que si comprendería, el poder de la información en la palabra escrita.

-Ahora de ti depende. Raven. Yo he venido esta noche para aceptar lo que necesitas, lo que esperas de mi. La pregunta es… si tu estás dispuesta a aceptarme como soy. Y si serás capaz de soportar mis demonios, mi oscuridad y la muerte que siempre camina conmigo.
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Mensaje por Raven G. Wallace Mar Nov 14, 2017 4:56 pm

Los nervios no se fueron pero se unió a ellos el alivio de verle allí, de saberse por fin segura de que había algo real entre ambos y podían hacerlo funcionar, poco la importaba ya lo que pudieran decir sobre ella el resto de jóvenes de la casa, Lance era suyo como ella era de él. A pesar de haber tomado esa decisión de empezar una historia compartida, apenas habían tenido contacto físico más allá del impulsivo beso del conde horas antes, por lo que para Raven ese abrazo era como una segunda toma de contacto con el que era ¿su novio? Ambos vivían aquello como algo novedoso pero de maneras muy diferentes pues Lance era diestro en las relaciones con otras mujeres mientras que la joven, a pesar de sus desdichas, podría fácilmente pasar por virgen. -¿Qué ocurre?-, los nervios aumentaron al ver a Lance nervioso, jamás le había visto de esa manera, siempre era más bien distante y controlaba las situaciones mientras que esa no parecía hacerlo. Agradeció que la hubiera llevado hasta el sofá para contarla aquella historia, misma que no hubiera creído de no ser por ver en los ojos ajenos el miedo a lo que estoy provocara en ella. Supo que un cigarro no calmaría la ansiedad que sentía así que por primera vez se sirvió una copa junto a él, su garganta ardía tras pasar el líquido ambarino pero prefería eso al mareo por culpa de la nueva realidad.

-Yo también te la diré siempre-, no sentía la capacidad de poner responder nada a su nueva condición de no-humano y parecía que él lo había supuesto dada la cantidad de lectura que tenía preparada para ella. -Te lo agradezco, ¿puedo excusarme de las tareas mañana para leerlo y hablar sobre ello por la noche?-, a pesar de su relación seguía trabajando en la casa para él y necesitaba su permiso para eso y para todo prácticamente, cosa que –en realidad- no la molestaba en absoluto. Sonrió  a sus palabras, resultaba que era tierno además de un torturador nato y era suyo. Esas palabras revoloteaban en su mente mucho más que el “es un vampiro”. -No quiero dejarme llevar por el momento ni lo que siento, prefiero saber de lo que me estás hablando y preguntarte todo lo que se me vaya ocurriendo a lo largo del día-, dijo ojeando los libros que debería leer al día siguiente. -Me iré a dormir y vendré temprano para ponerme a investigar sobre ti-, trató de ser graciosa aunque seguramente no lo consiguió dado el gesto triste del vampiro. -¿Mañana a la misma hora?-, sonrió antes de salir de allí y regresar a su cuarto.

La esperaba un día muy largo sin levantar la vista del papel por lo que desayunó bastante antes de desaparecer de la vista de todos. Resultaba obvio para el resto de empleados de que algo se cocía entre el señor y la criada pues esta se comportaba distinto y toda la casa había oído al mayordomo diciendo a Raven que debía ir a la habitación de Lance. Debería comentárselo esa noche por si quería atajar el tema confirmándolo o bien siendo más discretos. Apartó esos pensamientos, al fin y al cabo la había liberado de sus tareas para que estudiara cierto tema no los cuchicheos de la casa. Con todo lo que había leído en su vida parecía increíble que no hubiera caído en sus manos ninguno de esos ejemplares, ni hubiera leído fantasías –que ahora parecían basarse en hechos reales-. Lance había tenido que morir para convertirse en lo que era ahora, había estado viviendo –y así seguiría- a base de la sangre de otras personas, ¿bebería de los que torturaba o mataría a gente inocente? Lo apuntó para preguntárselo entre otras cosas, tenía tanta información que tan solo quedaban detalles personales que solo él podría aclararla.

-Hola…-, se levantó cuando Lance cerró la puerta tras él, volviendo a reunirse como cada noche, pero esa era diferente no había tensión sino ganas de estar juntos y el beso de este al llegar lo dejaba claro, como también que no quería adelantarse a los comentarios de Raven. -No me ha dado tiempo a leerlo todo pero sí la mayoría y creo que tengo una idea de lo que eres-, le preparó su copa y la dejó en sus manos, -quiero saber cosas personales, no generales de la raza, como… ¿matas gente inocente o bebes de las personas de la cárcel? ¿Tienes intención de morder a alguien de la casa? ¿Lo has hecho ya? A mi no me gustaría que lo hicieras, ¿solo muerdes a la gente que no te gusta, no?-, sabía que eran muchas preguntas pero una vez que empezó no podía parar. -También quería avisarte de que empiezan a sospechar que pasa algo entre tú y yo, aunque desconocen el qué, por si quieres hablar con ellos y zanjarlo-, comentó sobre el resto de los sirvientes. Tras un rato hablando del tema principal, de esto y de aquello quedó claro que a pesar de todo el enganche de Raven era demasiado fuerte como para dejarle ir, -no sé si seré ingenua pero no te tengo más miedo que antes de saber que eras vampiro, siento lo mismo y me siento igual al estar contigo. Me gusta, estoy cómoda y nerviosa a la vez- y esa vez fue ella la que se atrevió a acercarse para darle un beso suave–aunque rápido- en los labios.
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Mensaje por Lance Galahad Vie Nov 17, 2017 5:43 am

Pesaban como el plomo  los minutos que faltaban para bajar a la biblioteca. Tenía un montón de correspondencia de la corona, de su condado y de la administración de esa casa. Odiaba el papeleo, pero su sello y su firma era lo único que validaba su palabra, por tanto no podía delegar en nadie ese cometido. Pensó en que Raven estaría como él, devorando esas hojas, una tras otra, investigando el tema y que sería un mar de preguntas. La curiosidad de femenina pensó Lance para sí. En ese momento el mayordomo llegó con un taco de cartas que requerirían su atención, el periódico planchado para evitar la tinta en los dedos y un té. Lance sonrió ante la servidumbre de Ronald, parecía qué, al ser inglés, debía ser aficionado al té- Ronald ¿Por qué me sube té todas las tardes?- preguntó el conde con una sonrisa amable, ese mayordomo era el único que recibía ese tipo de sonrisas a parte de Raven, claro- Porque aún es pronto para el vino, incluso para un inglés como usted- - bromeó el hombre erguido junto a la puerta- -¿Quiere que deje de traerlo, mi lord?- preguntó con la mano en el picaporte-Está bien así, gracias- respondió Lance dejando que se marchara. A decir verdad no tomaba té, ya le costaba encontrar el gusto a las bebidas alcohólicas, como para encontrárselo a una planta en remojo, pero el olor si que le gustaba, le traía la nostalgia de su tierra.

En cuanto el reloj de cuerda que llevaba abotonado en su chaleco, marcó las 8, bajó directo a la biblioteca para encontrarse con Raven. Seguramente el servicio se diera cuenta de que ambos pasaban mucho tiempo juntos, pero a él le daba igual lo que pensaran. A partir de esa hora solo tenía tiempo, cabeza y ganas de estar con ella en la biblioteca. Cuando la vio se acercó a dejar un beso de bienvenida y recibió la copa acompañada de una metralla de preguntas que le hicieron asomar una sonrisa abierta en su rostro- - Espera, porque creo que voy a necesitar más de una copa. Ha sido un día horrible de papeleo- se excusó y de un trago tomó toda la copa, listo para la segunda--  Dispara- - pidió que le repitiera la pregunta- Torturo a la gente culpable, pero me alimento de inocentes y culpables por igual. No he mordido a nadie de esta casa, salvo a los anteriores dueños. Y no fue agradable, creo que mordí hasta que mis dientes encontraron la clavícula- y dicho esto dio un mordisco al aire, sellando el recuerdo y esa línea de conversación-  Muerdo a la gente indistintamente, necesito sangre. Pero tienes que pensar que al ser mi único alimento, es también mi único sustento. Ninguna persona sabe igual, pero ciertas razas, personas… saben de una forma u otra. Los hombres saben diferente a las mujeres, los rubios no saben igual que los morenos, los negros tampoco. Es como la comida, seguramente haya comida que a ti no te guste, aunque puedas alimentarte de ella. A nosotros, nos pasa lo mismo. Además hay que juntarlo con una sed que no termina de saciarse- hizo una pausa- Prefiero la sangre femenina a la masculina. Cuánto más joven mejor, en el caso de los hombres, también. Siento predilección por las mujeres de pelo castaño, moreno o pelirrojo. La comida entra por los ojos también- respondió.

Después de hablar de comida, se sentía sediento. Devolvió su atención a la copa mientras, que la de Raven ahora se había posado en los tejemanejes del servicio y su opinión sobre ellos- Lo dices como si tuviéramos que dar explicaciones de lo que hacemos, Raven- opinó él- -  No tengo que decir ni aclarar nada. Mi ritmo de vida y nuestra relación no les supone nada a ellos y por lo visto mantienes tu labores, a pesar de que te he pedido que te relajes en ellas- puntualizó. Entendía que Raven estuviera subordinada a la mayor parte del servicio, pero él no. El estaba por encima y no veía el momento ni la justificación de que tuviera que rendir cuentas a nadie-  Me alegro de escuchar eso Raven, me reconforta tu presencia y que estés cómoda a mi lado después de conocer la verdad. Quizá porque me ves cómo alguien que te ayuda no como que te hace daño, pero el peligro es relativo. Tu lo ves desde este punto de vista, para mis víctimas soy un monstruo- tenía que asegurarse que no era buena persona. Llevaba cuatro siglos y algo más siendo como era y una mujer, además humana, no podía intentar cambiarlo. Ya había hecho mucho dejando clara la relación tradicional y monógama que tendrían.

- Aún es pronto, pero dentro de poco será inevitable que nos vean juntos, como una pareja Raven. Además, tendrás que ir de mi brazo a reuniones sociales, recepciones en sociedad- dijo enumerando los quehaceres aburridos que dictaban su condición noble- Tendremos que ir a comprarte ropa. Personalmente te encontraría mucho más apetecible sin ella o cómo estás ahora. Sin pomposidad ni esos vestidos enormes, que no hay por dónde cogerlos- comentó la moda parisina del momento- Pero el protocolo y la etiqueta mandan. Si en algún momento nos presentamos como pareja ante la sociedad, tendrás que ir del brazo de un conde y con todo lo que ello conlleva. [/color]

Seguramente a Raven todo eso del protocolo social le daba igual, a él también y de hecho muchas familias habían rehusado recibirle porque le encontraban un peligro para las mujeres de la casa y porque, con la edad que tenía, ya debería estar prometido o casado. Estaba a punto de introducir a Raven en la alta sociedad-  Creo que es más importante eso, que que se entere el servicio. Y por cierto, habrá que visitar a tu familia en Escocia. Quizá la palabra de un conde avale suficiente como para presentarte como una digna heredera de Walla y optar a tu herencia- no es que ella se lo hubiera dicho, sino que Lance era consciente de la situación femenina en la sociedad, sobre todo en la situación legal. Además, el hecho de que volviera a su casa a trabajar, le indicaba que no andaban sobrados de dinero-  Creo que en el periódico quedaría mejor mi apellido junto al de tu familia, pero como se merece realmente- dijo orgulloso por sus palabras y por hacer algo que beneficiaría a Raven y a su familia.
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Mensaje por Raven G. Wallace Vie Nov 17, 2017 2:57 pm

Tiempo después.



A pesar de no querer dejar sus labores en la casa por motivos obvios, Raven vio con el tiempo que no se podía mantener una relación como la que llevaban. A pesar de que para ellos funcionaba, tanto el resto del servicio como los invitados de la casa estaban más que extrañados de que el conde tuviera intenciones serias con alguien de su estatus. Fue en particular en una cena que este se vio obligado a dar en la casa cuando Raven primero ayudó a servir la mesa y después se sentó a ella, generando comentarios que hicieron enfurecer a Lance. Ese fue el punto de inflexión en que ambos decidieron que había que cambiar su manera de vivir y llevar adelante el noviazgo. Raven, al venir de una familia noble no tenía problemas para saber comportarse y, por tanto, sería relativamente fácil para Lance reintroducirla en ese mundo de vestidos, joyas y pomposidad; una vez en casa ambos seguirían siendo como siempre, dos seres extraños que se entendían a la perfección entre humo, alcohol y libros.

Las compras fueron abundantes tanto para su nuevo vestidor como para la habitación que ahora ocuparía, era casi tan grande como la del conde y aunque en algún momento compartirían una, de momento cada cual tendría su espacio personal para descansar. Escogió desde los doseles, hasta el escritorio y las estanterías para colocar los libros que este la iba regalando, él se ocupó de comprar ciertas joyas que quería que Raven luciera en las cenas y fiestas a las que debían acudir; y ella –junto a una mujer experta en moda- recorrió las boutiques en busca de modelos perfectos para cada momento y evento. Tardó al menos una semana en tener la habitación y el vestidor listos para comenzar esa nueva etapa, todo parecía volver al cauce natural que hubiera sido su vida y era gracias a él. No se lo había dicho pero estaba completamente fascinada por él, era incluso más que amor, estaba ciega y sería capaz de hacer cualquier cosa que este la pidiera; no podía negarle nada y esa sensación la generaba cierto placer que no había experimentado anteriormente. De vez en cuando, sin embargo, la gustaba sacarle de quicio, se ponía tan guapo cuando se enfadaba… Tan solo tenía que mencionar por encima en puesto de frutas y ¡bang! La cara de Lance cambiaba por completo. Nunca la dijo que había hecho al pobre chaval pero desde entonces el joven no hacía más que saludar a Raven, cuando antes siempre se paraba a preguntarle por su vida.

Aunque Lance había prometido ir a Escocia junto a Raven, aún no habían conseguido que este quedara liberado de sus quehaceres en París por lo que habían tenido que posponerlo. La joven ya había escrito a su madre acerca de todo lo ocurrido y esta la rogaba conocer a tan encantador hombre cuanto antes. No solo la había salvado a ella, lo haría también con su familia y solo por eso le veneraría de por vida.

Esa noche tenían una fiesta, la primera a la que asistiría con Raven como pareja oficial y por tanto esta debía estar perfecta. Él se había encargado de elegir su ropa, le gustaba hacer ese tipo de cosas, y cuando Raven entró a la habitación se encontró con el vestido rojo y un collar de diamantes sobre la cama; sería rara pero ese tipo de cosas la excitaban y no acababa de saber el motivo. Se cambió de ropa con rapidez y apenas se maquilló, solo recogió su melena y el collar adornó lo suficiente, no necesitaba más. Ambos se encontraron en la escalera de la entrada y Raven notó el estómago encogerse nada más verle, ese hombre era suyo, tan guapo, tan perfecto… recibió el beso que siempre la daba cuando se veían y fue levitando hasta el coche de caballos que les esperaba fuera. -Cuando podamos escaparnos me avisas, tengo una sorpresa para luego-, sonrió nerviosa por poder llevarle a donde tenía ya planeado hacía días. -No me dejes sola, por favor-, se agarró a la mano del vampiro, cual niña pequeña, estaba nerviosa no por “debutar” sino por la cantidad de gente con la que tendría que relacionarse cuando se la daba tan mal.
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Mensaje por Lance Galahad Sáb Nov 18, 2017 7:49 am

Lo había dispuesto todo para Raven, tenía buen gusto, pero él que quería que fuera de una forma específica y el conde era fácil de complacer y muy severo cuando se le llevaba la contraria. Lo había dejado claro en muchas ocasiones, las cosas hay que hacerlas y hay que hacerlas bien a la primera. Las medias tintas no le gustaban y por tanto, con Raven mantenía firme esa filosofía. El dinero nunca fue un problema y colmó a Raven de todo lo que necesitaba, tenía un bastísimo vestuario, incluso mayor que él. En ese aspecto, los hombres salían perdiendo en cuestión de moda.

La fiesta tenía lugar en un pequeño palacete a las afueras de París. La alta sociedad europea había acudido al encuentro por diferentes motivos, algunos intentaban entablar nuevas relaciones entre los países. Otros simplemente por cortesía o porque era lo que se esperaba de ellos, en cambio para Lance y Raven suponía una presentación en sociedad. El conde se había tomado muy en serio ese debut, daría lugar a palabrería banal y muchísimos rumores, pero la polémica era algo que le acompañaba desde que obtuvo su título nobiliario. Había comprado la joyería perfecta para que Raven fuera el centro de atención esa noche. También preparó el traje de gala con la casaca y todas esas medallas conmemorativas sobre su título. Se miró al espejo y daba gracias por mantener esa figura, de lo contrario odiaría ver ese uniforme con una enorme tripa. Se encontró con Raven en el recibidor y juntos subieron al carruaje. La ofrenda de Raven le despertó la curiosidad, ya que normalmente se mantenía pasiva a los deseo de Lance, en esta ocasión demostró iniciativa y la sonrisa del conde coronó aquella idea de la joven.

No tardaron en llegar en carruaje, de hecho, la fiesta ya había empezado. La gente llegaba en pareja y un hombre leía el nombre, los apellidos y los títulos de los presentes. Lance apretó la mano de Raven para infundirle el valor suficiente para enfrentarse a la situación. El joven se acercó a la pareja para preguntar el nombre y Lance se los dio, al contrario de lo común, en esa fiesta la presentada era Raven no él, por tanto, leyeron el nombre de "Lady Raven Wallace" añadiendo un “acompañada por Lord Galahad de Inglaterra”. Hicieron una reverencia ante los anfitriones y llegaron a lo alto del gran salón.  Las escaleras les bajaban a una inmensa pista de baile marmórea, perfectamente pulido. Y al contrario de lo que muchos pensaban, el conde Lecrerc tenía buen gusto. Los grandes ventanales coronaban tres alturas, las cortinas eran de terciopelo rojo y el mármol era de color arenoso, intercalando diferentes tonalidades de lo más claro a lo más oscuro. Las paredes estaban adornadas con enormes cuadros al óleo, muchos de ellos paisajes o de recreaciones bíblicas, y junto a ellos podían encontrarse candelabros dorados que portaban velas altas. Era una ambiente cálido y Lance dejó que aquella sensación le impregnara, quizá no sería otra fiesta que olvidar.

-¿Quieres bailar?- preguntó Lance a Raven con una sonrisa tímida, tomó la mano de ella y bajaron a paso lento por las escaleras que estaban cubiertas por una moqueta granate, al igual que las cortinas. Cuando llegaron siguieron el ritmo de las parejas absortas en un vals, Lance posó la mano derecha sobre la cintura ajena, ofreció la izquierda para la mano de Raven y empezaron a girar junto a la gente. Lance clavó los ojos en los de Raven, deseando acercarle más- Estás levantando pasiones entre el público masculino- le susurró. Lance tenía el oído mucho más agudizado que el de Raven, escuchaba hasta los susurros de la gente y muchos hablaban de la misteriosa pareja del conde inglés- De hecho creo que te pedirán un baile dentro de poco…- dirigió la mirada de Raven hacia un pequeño grupo de hombres jóvenes que se aseguraban el trabaje de gala para acercarse y relevar del baile al conde, el cual decidió hacer oídos sordos mientras bailaba con su pareja. Una vez el vals terminó y todos los bailarines aplaudieron dando las gracias a la orquesta, Lance buscó dos copas, una para él y otra para ella. Raven no acostumbraba a beber pero algo le decía que esa noche necesitaba una copa- ¿Es una buena noche para hacer una excepción?-preguntó mientras dejaba la copa frente a sus ojos. El líquido amarillo lleno de burbujas indicaba que se trataba de champagne- Es champagne, en las celebraciones es lo que suele tomarse. Más adelante, saldrá algo de comida y luego la gente se dividirá. Los hombres empezarán con los puros y el coñac y las mujeres, seguirán con los dulces y los cotilleos locales. En ese momento, nos iremos de aquí- se cruzó de brazos junto a ella esperando que le pareciera bien-  Ya sé que preferirías ir a fumar con los hombres- bromeó a favor de su faceta fumadora- Pero eso lo puedes hacer en casa, conmigo. Estoy expectante ante la sorpresa…- sonrió y dejó un beso en el dorso de su mano, en señal de respeto- Hoy estás preciosa. Los diamantes se hicieron para tu piel. De eso no hay duda- acabó de hablar justo en el momento que uno de los jóvenes se acercaba pidiendo, con permiso, un baile con Raven- La dama decide, suya es la noche-contestó y buscó la respuesta en los ojos femeninos.
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Mensaje por Raven G. Wallace Dom Nov 19, 2017 9:57 am

El lugar escogido para la fiesta era precioso, la luz se reflejaba en los espejos y las superficies perfectamente pulidas, hacienda del salón una estancia ideal para el baile. La cantidad de gente que se había congregado allí era incontable y se dividía en grupos, la mayor parte hacían corrillos en torno a la pista de baile y el resto estaban emparejados ajenos a murmullos y críticas de muchas de las mujeres mayores invitadas. Ese mundo era el suyo, era en el que había nacido y sin embargo no encajaba en él. Notaba las miradas de las ancianas, siempre críticas y creadoras de bulos casi nunca positivos, las miradas de las mujeres jóvenes eran igualmente reprobables pero en un sentido más encaminado al propio ego, había una chica nueva y eso hacía a sus novios, prometidos o maridos dejar de prestarlas la atención que querían. Fuera como fuera tanto ella como Lance sabían desde el principio que eso ocurriría por lo que intentaron estar más aislados que el resto, cosa que era lo único que ella quería.

Que si quería bailar, sonrió como una quinceañera con su primer amor y asintió, no se hubiera imaginado que al conde le agradara la danza, siempre tan serio y tieso como era; pero la sorprendió positivamente. -Mientras mi pareja de baile se incluya en ese público masculino me doy por satisfecha-, le costaba cierto esfuerzo soltarse con Lance pero iba dando pasos pequeños en la dirección correcta para no ser tan cohibida, no la daba nunca razones para no atreverse a expresar lo que sentía respecto a él y al resto del mundo, era estricto pero extremadamente respetuoso con ella y sus límites, por lo que sabía que debía alentarle a seguir avanzando con ella. -No sabía que bailaba tan bien excelencia-, le habló igual que como había hecho hasta hacía no tanto tiempo, de vez en cuando le era divertido recordar ese tiempo y cómo fue avanzando la relación poco a poco.

Ignoró su comentario sobre la solicitud de bailes por parte de otros de los invitados y le siguió fuera del pista en cuanto acabó la pieza. Asintió y tomó la copa, con el primer trago notó el gas subirse por la nariz y la arrugó hacia el conde en protesta, -al menos tu whisky no hace que me pique la nariz-, susurró para que solo él la escuchase. Puso cara de alerta en cuanto mencionó que se dividirían los invitados en función de sus sexos, -lo recuerdo de las fiestas en el palacio, pero no quiero quedarme con todas ellas-, apenas dijo eso –como si hubiera leído su mente- Lance comentó que se irían de allí. -Escogiste muy bien mi vestuario, ¿será siempre así? ¿Jugarás a las muñecas conmigo?-, era divertido tener que hablar bajo por las bromas de doble sentido, tenía cierto aspecto morboso que desapareció cuando les interrumpieron.  ¿Qué la dama decide? Lanzó una mirada de queja a Lance, le daba igual que bailara con otros hombres y eso la molestaba, solo quería hablar, bailar y estar con él; ¿a qué venía ese pasotismo? -muchas gracias pero he venido con pareja y mi idea es permanecer con él la velada entera-, el tono de reproche iba dirigido a Lance pero fue el joven quien lo recibió que se retiró tras una breve reverencia. Cualquier otra mujer hubiera agradecido esa libertad e incluso lo hubiera aceptado encantada pero para Raven más parecía un castigo que una ventaja. No hacía falta que le dijera nada pues con su respuesta y su gesto estaba más que segura de que Lance se había percatado de su molestia. -¿Quieres que te de la sorpresa yo o cualquier otra mujer del salón, o quizás que se la dé a otro hombre?-, sabía que esa impertinencia tendría repercusiones pero no pudo aguantárselo.

Era el momento de salir de allí así que ambos esperaron a que les entregaran sus abrigos y llegara el coche que les llevaría hasta su destino. Cuando llegaron a la entrada del edificio nada alertaba a Lance de lo que iban a ver, era una edificación antigua de piedra con un portón de madera, tan solo un hombre iluminaba la entrada, -muchas gracias por el favor François-, sonrió y pasó ante Lance por la puerta abierta solo para ellos. -Conozco a François de la biblioteca, es el guarda y también trabaja aquí. Le pedi que nos dejase pasar esta noche para que no hubiera más gente, pensé que te gustaría-, explicó antes de entrar en la primera de las salas. Estaba repleta de máquinas y utensilios para torturar, cada cual con un papel informativo de su uso. -Podemos estar todo el tiempo que quieras, tengo la llave, con dejar cerrado cuando nos vayamos no habrá problema-, Lance se había adelantado por la sala y parecía distraído mirándolo todo por lo que se sentó en lo que ponía que era un potro de tortura. -¿qué… qué miras así?-, preguntó al ver que la miraba ladeando la cabeza.
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Mensaje por Lance Galahad Lun Nov 20, 2017 11:01 am

Era difícil complacer a Raven y eso era un hecho que Lance empezó a tener claro en el momento que le crucificó con la mirada al ofrecérsela a otros hombres, en concreto al lord que pidió su baile. Miró como la joven eludía la responsabilidad y rechazaba con una elegancia, que otras mujeres, no habrían demostrado. ¿Era consciente Raven de la impresión que le daba? Lance procuraba darle la libertad que le había sido vetada por sus dueños anteriores, pero si devoción por él empezaba a ejercer una relación basada, al menos en su parte de sumisión. Aquello le excitó, no en el sentido físico, sino en el mental. El deseo le inundó al comprender que esa mujer quería entregar su libertad a Lance, el conde no era abierto a las caricias y las muestras de afecto, de hecho, era un témpano de hielo, pero sonrió al ver la determinación de alguien como Raven.

Nunca estuvo más feliz de abandonar una fiesta que esa noche junto a Raven, el momento en el que el cochero llegó después de darles los abrigos solo era la bienvenida a la sorpresa que la chica había preparado para él. Permaneció en silencio en el trayecto, era una de las ventajas que tenía la relación entre ambos, eran parcos en palabras, pero sus silencios decían muchas cosas. Tardaron un poco en llegar al lugar y cuando Raven habló con el tal François, Lance apretó la mandíbula tenso, no tardó en eliminar los escasos centímetros que les separaban y cruzó el portón de madera entrando a la cámara llena de objetos de tortura. En un segundo, agachó la cabeza mordiéndose una sonrisa al ver la sorpresa- Tu sorpresa es una cámara de tortura… solo para nosotros dos- cogió con ambas manos el rostro ajeno y besó aquellos labios que le volvían loco. Tardó más de un minuto en separarse de ella y soltar su rostro, fue un beso intenso como los otros pocos que se habían dado. Miró a su alrededor y vio un montón de utensilios, objetos que había usado durante mucho tiempo gracias a su Sire. Caminó en silencio contemplando con respeto todos los objetos, ahí estaban todos los anillos de su infierno particular. Cualquier hombre hubiera jurado amor eterno y hubiera llevado a su pareja al baile, después irían a dar un paseo por los jardines y allí tendrían más que palabras, pero Raven y él no. Ellos sabían que el mundo era un lugar hostil, un infierno y lo habían experimentado lo suficiente para aprender a disfrutar de él- ¿Te da miedo?- preguntó Lance, lo cierto era que entrada la noche y con la tenue luz de las velas, aquello era una mazmorra que no inspiraba nada de comodidad. Entrelazó la mano con la ajena para inspirarle confianza-  Hay algunas cosas que no son nada prácticas, el reo moría antes de experimentar la tortura- dijo disconforme con las fichas de información- Al final la mejor tortura es la psicológica…porque la mente domina al cuerpo y la imaginación es la mejor aliada. Si a una persona le explicas el dolor que va a experimentar y cómo lo va a hacer, su mente lo imagina y se aterra. Es…ese momento el mejor, ahí puedes respirar hasta el miedo- dijo con una voz ronca que se quebró al encontrarse con la mirada de Raven. Se quedó callado y continuó el camino de la visita, pasó por la pirámide de madera, la dama de hierro, el toro de Falaris y otras tantas, incluso por los artilugios más pequeños como la cigüeña que inmovilizaba a la victima, utensilios para rasgar los senos y los miembros sexuales- Nunca me ha gustado mutilar a las mujeres- meditó en voz alta contemplando aquellos utensilios- Me parece algo atroz… cuándo lo que me gusta en venerar el cuerpo femenino, no destruirlo- apuntó y se imagino el cuerpo desnudo de Raven sobre la cruz de san Andrés, estirada y desnuda para él. Imaginó aquellos utensilios punzantes y fríos acariciando la piel suave de la joven y se mordió el labio- Raven. ¿Estarías dispuesta a entregarte a mi? Pero yo no soy el señor que tenías antes, a mi no me excita tratarte solo como un cacho de carne- dijo mientras deslizaba la mano por su hombro hasta su cuello. Apartó la melena que descansaba sobre su cuello y dejó un beso suave, incitando a la joven.

La tomó de los hombros obligando a mirarle a él, la besó con fuerza y esta vez su lengua buscaba la ajena con fervor- Si consientes, arrodíllate- dijo erguido frente a ella, en mitad de una sala que encendía todos los sentidos de Lance- Al contrario que en las sesiones de tortura, Raven esto quiero que lo hagas porque tú te entregas a mí. Porque voy a ser el dueño de tu cuerpo, de tus labios, de tus manos…seré tu dueño- dijo mientras buscaba el consentimiento contrario- Te haré cosas que probablemente te lleven al límite, físico y mental, con todo esto- dijo señalando los utensilios de tortura. Si consientes, serás mía y necesito que lo seas…desde ahora- la voz del conde fue como un latigazo que reivindicaba la sumisión de Raven. Espero con impaciencia el momento en el que Raven se arrodillara frente a él.

La imagen era apocalíptica. Ambos vestidos de gala, rodeados de objetos lúgubres y muerte. Los brillantes del collar ajeno vibraban con la luz del fuego.

-Me perteneces- dijo Lance dando una vuelta alrededor del cuerpo sumiso de Raven- Soy tu amo y así me llamarás. Te voy a destrozar el alma, Raven- dijo agachándose para buscar los labios ajenos- Ahora siéntate ahí- señaló la silla del Garrote Vil y la condujo hasta allí- Y por complacerme, ahora te complaceré yo- esperó a que se sentará, arrancó el vestido y la abrió las piernas. Hizo lo mismo con la ropa interior y sumergió la boca hasta el sexo ajeno para lamerlo entero. Empezando por el clítoris y terminar penetrándola ligeramente con su lengua.  
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Mensaje por Raven G. Wallace Lun Nov 20, 2017 1:21 pm

Le había gustado la sorpresa y a ella la reacción que este había tenido. Poseía la capacidad de hacer que la flaquearan las rodillas, tan solo se había besado en tres o cuatro ocasiones y todas ellas había notado su estómago contraerse; esa noche no era precisamente el estómago lo que notó reaccionar. No dijo nada pero seguramente el color de sus mejillas le alertaría de su cambio de temperatura corporal, -contigo no-; era la respuesta más sencilla y fiel a cómo se sentía con él –allí o dónde fuera-. Agradeció, sin embargo, la muestra de cariño y protección del vampiro y caminó por la sala con él cogidos de la mano, esos detalles –tan simples para cualquiera- eran los que había hecho que le confiara todo lo que era y tenía, y así seguiría mientras él lo permitiera y deseara. Atendió a todo lo que él iba diciendo, estaba serio pero le notaba de buen humor, como estaría cualquier otro hombre en una taberna o en un burdel seguramente. -¿Nunca has torturado a una mujer?-, sabía que al ama anterior de la casa sí, pero se refería a otras, desconocía si sus quehaceres en la cárcel se limitaban a los hombres.

¿Cómo iba a decirle que no? Ni se la pasó por la cabeza, pero Lance parecía tener un interés muy concreto en que aceptara y eso le llevó a acariciarla más de lo que había hecho hasta entonces. Tanto el beso en el cuello como los posteriores fueron lascivos y provocadores, no se limitaba a demostrarla lo que sentía sino lo que deseaba de ella, lo notaba, estaba sediento de ella y ella de él, como nunca había estado de nadie. El conde tuvo que retirarse unos centímetros para que Raven pudiera recuperar el aliento y el habla, -siempre-.

Si él no se había dado cuenta para entonces, esa noche lo tendría más que claro, Raven había decidido hacía mucho, le había escogido a él y había escogido entregarle su libertad, le pertenecía en cuerpo y alma –pero esta vez por decisión propia-. Se colocó en el suelo, como la había indicado y mantuvo silencio mientras hablaba, estaba feliz como si todo cuadrara ahora en su vida y su mundo. Le había estado esperando sin saberlo. ¿Qué la iba a destrozar el alma? Se lo iba a llenar. No la dio tiempo ni a acceder a sus términos, tenía de nuevo la boca ajena pegada a la propia y cada vez disfrutaba más de ese contacto íntimo entre ambos.

No se había imaginado que la noche iría por esos derroteros, pensó que sería una visita que le alegraría pero no hasta ese punto de excitarle y estar a punto de tener sexo en una sala llena de cacharros para torturar. Si eso era parte del sexo, ¿qué mierda era lo que había vivido hasta entonces? No hubiera podido explicar las sensaciones que Lance generaba por su cuerpo tan solo con su lengua, era una mezcla de desesperación y placer que hacía que sus piernas temblaran, jamás había gemido hasta esa noche y no pudo reprimir el impulso de sujetar el pelo del vampiro instándole a seguir con su tarea, su primer orgasmo llegó tan rápido que la supo a poco. Temblaba y sentía como su interior bombeaba aun extasiado.

-¿Puedo hacerte lo mismo amo?-, que significado tan diferente tenía ahora esa palabra cuando se refería a él… Se dio la vuelta para que la soltase las tiras del corsé, la molestaba la presión y el peso del vestido, quería estar desnuda ante y para él. Una vez estuvo libre de ataduras, se deshizo de la ropa de Lance, era la primera vez que le veía así y no pudo gustarle más. Volvió a su postura inicial y esa vez fue Lance quien se sentó en el sitio de Raven mientras ella permanecía de rodillas ante él. Jamás había hecho eso de manera voluntaria pero sí conocía la manera de hacer que se corrieran rápido; esa noche no lo haría así, se recrearía. Quería que disfrutara gracias a ella, lamió desde la parte baja de su bolsa hasta la punta y tardó el rodear su polla completamente con la boca pero cuando lo hizo no le dio tregua, la metió y saco dejando que tocara la parte inicial de su garganta a pesar de que esto la hiciese casi llorar; y no paró hasta que notó los espasmos en él y el líquido amargo llenar su boca.
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Mensaje por Lance Galahad Mar Nov 21, 2017 2:40 pm

El respeto y la reciprocidad eran los pilares sobre los que se estaba asentando esa relación. Lance empezó a fascinarse por ella, no le importaba dar su cuerpo, entregar su alma por complacerle. Y si además conocía los gustos tan excéntricos del conde sin huir de él o juzgarlo, lo cual solo significaba que estaban hechos el uno para el otro. En circunstancias normales, Lance tendría que agasajar a la mujer, pasar el tiempo suficiente para poder pedir la mano en matrimonio y después llegar al acto sexual. En cambio, Raven iba en la dirección contraría o mejor dicho, había empezado al revés. Lance quería que al menos pudiera disfrutar del hecho de presentarla en sociedad y verse como una pareja a los ojos de los demás. El cortejo había sido anormal y la relación era sodomita y muy rocambolesca, tenían que comprender poco a poco que no pertenecían a ese mundo que les rodeaba, sino que se pertenecían el uno al otro.

Salieron de la mazmorra avanzada la noche, con la ropa mal puesta y aspecto desaliñado. Seguramente su ropa interior estaría manchada, pero procuraron dejarlo todo limpio y ordenado antes de salir de allí, dispuestos a no separarse en toda la noche. Sería la primera noche que pasarían en la misma habitación, si excluimos las noches en vela en la biblioteca. Pero esa noche era especial, Lance había probado su cuerpo y no podía dejar de desearla, ni a ella ni el calor de su cuerpo. No soltó la mano de la joven en todo el trayecto, ni la dejó quitarse la ropa, la llevó en brazos hasta la habitación principal y la tumbó en ella. No quiso acostarse con ella, la tapó entre las pieles y las sábanas, se tumbó encima de ella, de su vientre y después de besarla en cada parte de piel desnuda que se escapaba de las sábanas dejó que los dedos ajenos acariciaran su pelo.

Era el final de una noche perfecta. Una noche oscura en el que dos almas rotas que encajaban perfectamente.


-Fin-
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