AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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En viento en calma (privado)
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En viento en calma (privado)
Recuerdo del primer mensaje :
Decidió hacerse a la mar por unos días, pero acabaron siendo dos meses. Recalaron en Amsterdam donde pudo vender los diamantes y enviar el dinero a Akershus junto a una carta para Höor comunicándole que seguiría fuera de Noruega por unas semanas. No esperaba que le saliera un negocio lucrativo en el Caribe, debía transportar un cargamento de opio hasta Francia e Inglaterra. A la Reina Ana no solían pararla en aduanas, primero porque no se acercaba a los puertos conflictivos, segundo porque al tener la patente de Corso generalmente inspeccionaban la parte de arriba de la bodega y no miraban más porque sabían que esos barcos eran usados por la Corona para traficar con cosas que no debían saberse ni salir a la luz. Todos los reinos tenían trapos sucios y todos aceptaban esas reglas del juego.
Tras descargar la sustancia de las amapola y cobrar una buena parte, sin más negocios a la vista, decidió darles descanso a sus hombres. Volverían a Akershus donde habían superado ya los estragos de la peste y donde Randulf al parecer estaba un poco más quieto y tranquilo.
En esos dos meses había tomado distancia de todo cuanto había pasado en Noruega; el enfrentamiento encarnizado con el Jotun Gunnarson, las dudas que habían hecho mella en su coraza, el adiós a Lund... Todo cambiaba y ella estaba cambiando, necesitaba tiempo para asimilarlo ya que las cosas no siempre salían como uno quería. Höor le dijo que pronto partirían hacia Inglaterra. Había estado pensando en ello. ¿Y si aprovechaba y hacía una visita a Wessex? allí tenían el astillero la familia Wellington; ver, aunque fuera de lejos a sus hermanos y a sus padres...era una idea tentadora. No tenía sentido intentar recuperar nada con su familia porque jamás la aceptarían como era, pero al menos verlos, quizás por añoranza o porque sabía que sus padres no durarian para siempre. Eran extraños pero compartían sangre y había visto en Akershus cómo de importante era eso, aunque por contra también había visto la destrucción que podían causar los familiares, el claro ejemplo era Randulf con su sobrino.
La Venganza de la Reina Ana atracó en el muelle de Akershus y Danielle desembarcó aspirando ese olor a leña quemada y salitre tan característico del puerto de la fortaleza. Mandó calafatear el barco, tardarían tres días en hacerlo, ya que necesitaba una renovación de su capa impermeable con cierta urgencia, y aunque pensó en registrarse en la posada, decidió primero hablar con el conde.
Encontró a Höor en su sala de guerra repasando los mapas con Ulf, siempre había estrategias que preparar, poblados que defender y planes que urdir, la guerra no descansaba nunca y menos con un enemigo tan dedicado a ello.
Se adentró en el despacho y apretó la mano de Ulf a modo de saludo, repitiendo la operación con Höor. Sacó de la bolsa un pergamino enrollado en un tubo de cuero y lo dejó sobre la mesa.
— Aquí tenéis la escritura del negocio del ron, es todo legal. Randulf no se molestará en atacar Cienfuegos, los españoles lo defienden a capa y espada. Es un buen negocio, renta al menos tres mil de oro al mes.
No sólo robaba a Randulf o realizaba negocios turbios, con el dinero que sacaba en vez de malgastarlo en vicios lo reinvertía en negocios legales que ponía a nombre de Höor o de testaferros de Akershus, porque esos negocios los hacían menos dependientes de los impuestos o cosechas. Höor no tenía mentalidad empresarial y ella sí. Él confiaba más en sus propias fuerzas, en pactos con otros nobles y cosas así, pero Danielle sabía que el dinero también movía el mundo, aunque había aprendido que era mejor no comparar la lealtad.
— ¿Cómo le va a a viejo Randulf? ¿le han salido más almorranas o qué?
"Todo hombre sabio teme tres cosas:
la tormenta en el mar,
la noche sin luna
y la ira de un hombre amable."
la tormenta en el mar,
la noche sin luna
y la ira de un hombre amable."
Decidió hacerse a la mar por unos días, pero acabaron siendo dos meses. Recalaron en Amsterdam donde pudo vender los diamantes y enviar el dinero a Akershus junto a una carta para Höor comunicándole que seguiría fuera de Noruega por unas semanas. No esperaba que le saliera un negocio lucrativo en el Caribe, debía transportar un cargamento de opio hasta Francia e Inglaterra. A la Reina Ana no solían pararla en aduanas, primero porque no se acercaba a los puertos conflictivos, segundo porque al tener la patente de Corso generalmente inspeccionaban la parte de arriba de la bodega y no miraban más porque sabían que esos barcos eran usados por la Corona para traficar con cosas que no debían saberse ni salir a la luz. Todos los reinos tenían trapos sucios y todos aceptaban esas reglas del juego.
Tras descargar la sustancia de las amapola y cobrar una buena parte, sin más negocios a la vista, decidió darles descanso a sus hombres. Volverían a Akershus donde habían superado ya los estragos de la peste y donde Randulf al parecer estaba un poco más quieto y tranquilo.
En esos dos meses había tomado distancia de todo cuanto había pasado en Noruega; el enfrentamiento encarnizado con el Jotun Gunnarson, las dudas que habían hecho mella en su coraza, el adiós a Lund... Todo cambiaba y ella estaba cambiando, necesitaba tiempo para asimilarlo ya que las cosas no siempre salían como uno quería. Höor le dijo que pronto partirían hacia Inglaterra. Había estado pensando en ello. ¿Y si aprovechaba y hacía una visita a Wessex? allí tenían el astillero la familia Wellington; ver, aunque fuera de lejos a sus hermanos y a sus padres...era una idea tentadora. No tenía sentido intentar recuperar nada con su familia porque jamás la aceptarían como era, pero al menos verlos, quizás por añoranza o porque sabía que sus padres no durarian para siempre. Eran extraños pero compartían sangre y había visto en Akershus cómo de importante era eso, aunque por contra también había visto la destrucción que podían causar los familiares, el claro ejemplo era Randulf con su sobrino.
La Venganza de la Reina Ana atracó en el muelle de Akershus y Danielle desembarcó aspirando ese olor a leña quemada y salitre tan característico del puerto de la fortaleza. Mandó calafatear el barco, tardarían tres días en hacerlo, ya que necesitaba una renovación de su capa impermeable con cierta urgencia, y aunque pensó en registrarse en la posada, decidió primero hablar con el conde.
Encontró a Höor en su sala de guerra repasando los mapas con Ulf, siempre había estrategias que preparar, poblados que defender y planes que urdir, la guerra no descansaba nunca y menos con un enemigo tan dedicado a ello.
Se adentró en el despacho y apretó la mano de Ulf a modo de saludo, repitiendo la operación con Höor. Sacó de la bolsa un pergamino enrollado en un tubo de cuero y lo dejó sobre la mesa.
— Aquí tenéis la escritura del negocio del ron, es todo legal. Randulf no se molestará en atacar Cienfuegos, los españoles lo defienden a capa y espada. Es un buen negocio, renta al menos tres mil de oro al mes.
No sólo robaba a Randulf o realizaba negocios turbios, con el dinero que sacaba en vez de malgastarlo en vicios lo reinvertía en negocios legales que ponía a nombre de Höor o de testaferros de Akershus, porque esos negocios los hacían menos dependientes de los impuestos o cosechas. Höor no tenía mentalidad empresarial y ella sí. Él confiaba más en sus propias fuerzas, en pactos con otros nobles y cosas así, pero Danielle sabía que el dinero también movía el mundo, aunque había aprendido que era mejor no comparar la lealtad.
— ¿Cómo le va a a viejo Randulf? ¿le han salido más almorranas o qué?
Danielle Morgan- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: En viento en calma (privado)
Lo maldijo en inglés, noruego y posiblemente en español porque algo sobre huevos o cabras salió de sus labios sin pudor. El agua estaba condenadamente fría pero en el fondo se había reido hasta dolerle las costillas; dos adultos olvidando que al día siguiente debían comandar hombres que podían morir, y simplemente riéndose a carcajadas por un par de bromas. Mojado como un perro no parecía el terrible conde, pero sobre todo, riéndose así de agusto parecía sencillamente el hombre que había bajo la armadura. De no estar completamente aterida de frío posiblemente se habría dejado llevar por el impulso tonto de besarlo, pero el hielo del norte hacía bien su trabajo como relajante de la líbido.
Subieron por la pasarela entre bufidos de Danielle y carcajadas de Höor. Antes de atravesar la puerta que descendía hacia camarotes, ella se quitó la casaca colgándola en un clavo de la pared y que escurriera toda el agua. Llevaba la ropa pegada al cuerpo y necesitaba quitársela o pillaría una pulmonía. Abrió el armario de su camarote y la puerta la cubrió de la vista de Höor.
— Toma!! quitate eso mojado, no sé como lo aguantáis, es horrible!!.— Le lanzó una camisa que seguramente le estaría algo apretada y unos pantalones, Henry era un poco más bajo y delagado que Höor y todavía guardaba algunas prendas por si rescataban algun náufrago o algo similar. Se envolvió en una toalla secándose mientras trasteaba en el armario en busca de ropa seca hasta que dio con unos pantalones cómodos y una camisola que se colocó por la cabeza, recortándose su silueta entre las rendijas de la veneciana del armario.— Ya te vale...aprovecharte así de una dama indefensa...— Asomó la cabeza y vio al moreno subiendose los pantalones. Ya lo había visto en el patio de la atalaya cuando tuvo que bañarlo en hielo para bajarle la fiebre pero en ese momento no se fijó en su anatomía y en ese momento sí. Enarcó una ceja, se recompuso rápidamente y sostuvo la puerta del armario con gesto burlón.
— A la cama, grumete. Que te dejo suelto un rato y me la lías más que Orn. Tienes ahí encima los papeles, para que los revises cuando tengas un rato.
Le indicó con un gesto la mesa de su enorme escritorio y con la toalla siguió secándose el pelo mientras se sentaba sobre la cama. Era amplia, era la del capitán, así que dio por sentado que se quedaría allí y se hizo a un lado bostezando. Habían pasado días enteros compartiendo catre en la atalaya, sólo que ahora no estaban enfermos ni moribundos; la situación era muy distinta, pero había una parte de ella que echaba de menos esa cercanía que se había esfumado al regresar a Akershus.
Subieron por la pasarela entre bufidos de Danielle y carcajadas de Höor. Antes de atravesar la puerta que descendía hacia camarotes, ella se quitó la casaca colgándola en un clavo de la pared y que escurriera toda el agua. Llevaba la ropa pegada al cuerpo y necesitaba quitársela o pillaría una pulmonía. Abrió el armario de su camarote y la puerta la cubrió de la vista de Höor.
— Toma!! quitate eso mojado, no sé como lo aguantáis, es horrible!!.— Le lanzó una camisa que seguramente le estaría algo apretada y unos pantalones, Henry era un poco más bajo y delagado que Höor y todavía guardaba algunas prendas por si rescataban algun náufrago o algo similar. Se envolvió en una toalla secándose mientras trasteaba en el armario en busca de ropa seca hasta que dio con unos pantalones cómodos y una camisola que se colocó por la cabeza, recortándose su silueta entre las rendijas de la veneciana del armario.— Ya te vale...aprovecharte así de una dama indefensa...— Asomó la cabeza y vio al moreno subiendose los pantalones. Ya lo había visto en el patio de la atalaya cuando tuvo que bañarlo en hielo para bajarle la fiebre pero en ese momento no se fijó en su anatomía y en ese momento sí. Enarcó una ceja, se recompuso rápidamente y sostuvo la puerta del armario con gesto burlón.
— A la cama, grumete. Que te dejo suelto un rato y me la lías más que Orn. Tienes ahí encima los papeles, para que los revises cuando tengas un rato.
Le indicó con un gesto la mesa de su enorme escritorio y con la toalla siguió secándose el pelo mientras se sentaba sobre la cama. Era amplia, era la del capitán, así que dio por sentado que se quedaría allí y se hizo a un lado bostezando. Habían pasado días enteros compartiendo catre en la atalaya, sólo que ahora no estaban enfermos ni moribundos; la situación era muy distinta, pero había una parte de ella que echaba de menos esa cercanía que se había esfumado al regresar a Akershus.
Danielle Morgan- Humano Clase Media
- Mensajes : 245
Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: En viento en calma (privado)
No podía dejar de reírme, ni siquiera cuando me lanzó la ropa seca que cacé al vuelo antes de que impactara en mi cara.
La puerta del armario me aisló de la pirata y así empecé a quitarme la ropa mojada para colocarme la seca que me venia bastante pequeña.
-ya entiendo porque te quieres quedar en Akershus -bromeé mirando hacia la puerta con picarda -al parecer vamos mejor calzados que los piratas -bromeé escuchándola refunfuñar al otro lado. No contenta con esto alego que me había aprovechado de una dama indefensa.
-Eres muchas cosas pirata, pero la verdad es que indefensa no es una de esas.
Mis ojos se centraban en esa pequeña grieta que quedaba en la puerta y que apenas me permitían ver nada mas que sombras, pero no se puede decir que no lo intenté.
Aparté la mirada cuando salió como si acabara de ser descubierto y eso me hizo ladear la sonrisa porque me sentí tan pazguato como Orn.
Yo era un hombre, tomaba lo que quería y la verdad, no solía cortarme, pero con ella era como si si ...no sabría explicarlo, no le entraba, habíamos establecido una distancia física entre nosotros, no se con que finalidad, pero existía.
Me acerqué a la mesa y cogí el papel donde había redactado aquello que le pedí sobre los barcos necesarios para empezar la flota de Akershus.
Dani se había tumbado en la cama haciéndome un sitio, así que con la mirada centrada en el papel me dejé caer a su lado con naturalidad abriendo el brazo para que se apoyara en mi pecho y poder leer juntos aquello repasando cada linea.
-Esto va a salir caro, si bien es cierto que se que Lena colaborará en la causa, tampoco creo que lo haga a cambio de nada.
Giré el rostro para enfrentar su mirada, demasiado cerca mis ojos bajaron nuevamente a sus labios, habíamos pasado dos semanas durmiendo juntos en la atalaya, pero en ese entonces estábamos enfermos, no es que las ganas de meterla en caliente fueran una prioridad, ahora, era distinto.
Me relamí los labios de forma instintiva y dejé escapar el aire pesado contra su boca devolviendo mi mirada a los documentos tratando de concentrarme de nuevo.
-Supongo que vamos a necesitar mucha tripulación para poder manejar estos barcos, se que me has dicho que conoces a varias personas, pero en esencia quiero que sean norteños, prefiero alimentar a mi gente que a extranjeros. No me gustaría llenar los barcos de mercenarios, quiero que entiendan mi causa, no se lucha igual por dinero que por salvar tu hogar, a tu familia ¿lo entiendes?
Ademas construir estos barcos va a llevar tiempo, la empresa es épica ¿estas preparada?
La puerta del armario me aisló de la pirata y así empecé a quitarme la ropa mojada para colocarme la seca que me venia bastante pequeña.
-ya entiendo porque te quieres quedar en Akershus -bromeé mirando hacia la puerta con picarda -al parecer vamos mejor calzados que los piratas -bromeé escuchándola refunfuñar al otro lado. No contenta con esto alego que me había aprovechado de una dama indefensa.
-Eres muchas cosas pirata, pero la verdad es que indefensa no es una de esas.
Mis ojos se centraban en esa pequeña grieta que quedaba en la puerta y que apenas me permitían ver nada mas que sombras, pero no se puede decir que no lo intenté.
Aparté la mirada cuando salió como si acabara de ser descubierto y eso me hizo ladear la sonrisa porque me sentí tan pazguato como Orn.
Yo era un hombre, tomaba lo que quería y la verdad, no solía cortarme, pero con ella era como si si ...no sabría explicarlo, no le entraba, habíamos establecido una distancia física entre nosotros, no se con que finalidad, pero existía.
Me acerqué a la mesa y cogí el papel donde había redactado aquello que le pedí sobre los barcos necesarios para empezar la flota de Akershus.
Dani se había tumbado en la cama haciéndome un sitio, así que con la mirada centrada en el papel me dejé caer a su lado con naturalidad abriendo el brazo para que se apoyara en mi pecho y poder leer juntos aquello repasando cada linea.
-Esto va a salir caro, si bien es cierto que se que Lena colaborará en la causa, tampoco creo que lo haga a cambio de nada.
Giré el rostro para enfrentar su mirada, demasiado cerca mis ojos bajaron nuevamente a sus labios, habíamos pasado dos semanas durmiendo juntos en la atalaya, pero en ese entonces estábamos enfermos, no es que las ganas de meterla en caliente fueran una prioridad, ahora, era distinto.
Me relamí los labios de forma instintiva y dejé escapar el aire pesado contra su boca devolviendo mi mirada a los documentos tratando de concentrarme de nuevo.
-Supongo que vamos a necesitar mucha tripulación para poder manejar estos barcos, se que me has dicho que conoces a varias personas, pero en esencia quiero que sean norteños, prefiero alimentar a mi gente que a extranjeros. No me gustaría llenar los barcos de mercenarios, quiero que entiendan mi causa, no se lucha igual por dinero que por salvar tu hogar, a tu familia ¿lo entiendes?
Ademas construir estos barcos va a llevar tiempo, la empresa es épica ¿estas preparada?
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: En viento en calma (privado)
— Lo entiendo. Bueno, sigo viéndole ventajas en un momento determinado a tener tripulación preparada aunque su motivación sólo sea el dinero. Pero se hará cómo tú digas. Tu armada...tus reglas.— Recogió los papeles una vez los terminó de leer Höor y los dejó sobre una mesilla que tenía al lado de la cama.— ¿Que si estoy preparada?.— chasqueó la lengua y mantuvo el gesto.— Debo estarlo, en mi imaginación flotó esa idea siempre pero la deseché por razones obvias, era algo que no podría suceder nunca. Y está pasando gracias a ti. No puedo no estar a la altura, así que... sí, estoy preparada, con los pies en el suelo y la cabeza en el mar.
En ese mismo instante estaba tentada de saltarse sus propias barreras, sus propias dudas e incertidumbres y culminar un gran día con una gran noche. Pero en última instancia algo la detuvo y simplemente fingió un bostezo y se echó tapándose con el edredón.
Al principio se acomodó como siempre hacía en la cama, pero era extraño porque no estaba sola y la verdad es que echaba de menos esa sensación de cercanía que experimentaron en la atalaya, la sensación de tener una mano que la sostendría si la oscuridad se cernía sobre ella. En las horas más oscuras ambos se habían apoyado y eso creaba algun tipo de vínculo invisible que seguía ahi, latente. Se dio la vuelta y se acomodó sobre el costado de Höor dejando salir el aire despacio en forma de exhalación.
— ssscccht. No digas nada. Mañana será otro día.
El sol despertó los sonidos habituales de la Reina Ana, las botas de los marineros repiqueteando sobre las tablas y unas risas infantiles acompañándoles. Los niños se habían despertado y el contramaestre los había llevado al comedor a darles desayuno. No esperaba dormir tan bien tal y como acabó la noche, con baño gélido icluido, pero lo cierto es que se quedó completamente dormida en cuanto se relajó al ritmo de la respiración del conde.
En ese mismo instante estaba tentada de saltarse sus propias barreras, sus propias dudas e incertidumbres y culminar un gran día con una gran noche. Pero en última instancia algo la detuvo y simplemente fingió un bostezo y se echó tapándose con el edredón.
Al principio se acomodó como siempre hacía en la cama, pero era extraño porque no estaba sola y la verdad es que echaba de menos esa sensación de cercanía que experimentaron en la atalaya, la sensación de tener una mano que la sostendría si la oscuridad se cernía sobre ella. En las horas más oscuras ambos se habían apoyado y eso creaba algun tipo de vínculo invisible que seguía ahi, latente. Se dio la vuelta y se acomodó sobre el costado de Höor dejando salir el aire despacio en forma de exhalación.
— ssscccht. No digas nada. Mañana será otro día.
El sol despertó los sonidos habituales de la Reina Ana, las botas de los marineros repiqueteando sobre las tablas y unas risas infantiles acompañándoles. Los niños se habían despertado y el contramaestre los había llevado al comedor a darles desayuno. No esperaba dormir tan bien tal y como acabó la noche, con baño gélido icluido, pero lo cierto es que se quedó completamente dormida en cuanto se relajó al ritmo de la respiración del conde.
Danielle Morgan- Humano Clase Media
- Mensajes : 245
Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: En viento en calma (privado)
Me tumbé de lado dándole la espalda, en mi cabeza daban vueltas sus palabras “tu armada...tus reglas” ¿no lo entendía? No estaba imponiendo mi criterio, quizás lo pareciera porque me pasaba el día dando ordenes y sabia que por contra eso ella lo llevaba muy mal, pues no estaba acostumbrada a recibirlas si no a darlas.
Nuestras armada, nuestras reglas, mi opinión era que un mercenario siempre puede tener un precio y Randulf era experto en ponerle precio a las cosas, por contra, a mi, a Ulf, a Atharal, a Khayla ¿nunca nos encontraría el precio, luchábamos por nuestro hogar, nuestras gentes y nada valía mas que eso.
Para mi Akershus era un ideal, una fortaleza donde todos pudieran sentirse a salvo y ser ellos mismos.
Cerré los ojos dejando escapar el aire de forma pesada cuando sentí su brazo pasar sobre mi costado, me pidió que me callara, francamente no iba a decir ni una sola palabra, no porque yo también la echaba de menos, desde lo de la Atalaya no habíamos hecho mas que discutir y ampliar esa distancia pactada entre nuestros cuerpos, esto era..una tregua, una que me llevó a ladear la sonrisa y ahora si, mucho mas calmado y desterrando aquello que daba vueltas a mi cabeza me sentí acompañado.
Así nos dormimos ambos, mecidos por el mar y arropados por un abrazo.
Con las primeras luces del alba adentrándose por el ojo de buey escuchamos no solo las risas de mis hijos correteando por el barco si no los ruidos de pisadas de los marinero ejecutando su trabajo.
Me estiré en la cama, había dormido muy bien, creo que hacia mucho tiempo que no dormía así , toda la noche del tirón, me sentía descansado, como si me hubieran quitado las preocupaciones de la cabeza, al menos por unas horas.
-Buenos días pirata
Mi mástil alzaba la tienda de campaña lo que la hizo reírse mientras yo negaba.
-No te emociones, me levanto así de preparado todas las mañanas -bromeé riéndome y poniéndome en pie -¿me llevas luego a los enanos a casa? Voy a entrenar y a ver como va todo.
Deposité un beso en su mejilla y salí por la puerta deprisa, Akershius no descansaba tampoco y muchas eran las obligaciones que me esperaban en tierra.
Así pasaron los días, en un continuo ir y venir de preparativos no solo para partir a Inglaterra, si no para dejarlo todo perfectamente organizado en mi ausencia.
Dupliqué la seguridad y varios eran los hombres que mandé de ruta pro las aldeas, sabia que no lo estaban pasando bien y quería escuchar las necesidades de la gente.
Por eso mandé construir una sala, en la que el trono no presidiría nada, una mesa redonda, donde Ulf, Khayla, Dani, Atharal, Lund y yo nos sentaríamos para tomar las decisiones que traerían la paz al norte. “ Tu armada, tus reglas” ya no seria así, Dani estaba cambiando mi forma de hacer algunas cosas.
Ademas un reguero de sillas alrededor daría cabida al representante de cada condado, así podríamos escucharlos, entenderlos y ayudarlos.
Con estas nuevas premisas, me despedí de mis hijos, de Valeria y caminé hacia el Reina Ana dodne Dani me esperaba dispuesta para partir.
Nuestras armada, nuestras reglas, mi opinión era que un mercenario siempre puede tener un precio y Randulf era experto en ponerle precio a las cosas, por contra, a mi, a Ulf, a Atharal, a Khayla ¿nunca nos encontraría el precio, luchábamos por nuestro hogar, nuestras gentes y nada valía mas que eso.
Para mi Akershus era un ideal, una fortaleza donde todos pudieran sentirse a salvo y ser ellos mismos.
Cerré los ojos dejando escapar el aire de forma pesada cuando sentí su brazo pasar sobre mi costado, me pidió que me callara, francamente no iba a decir ni una sola palabra, no porque yo también la echaba de menos, desde lo de la Atalaya no habíamos hecho mas que discutir y ampliar esa distancia pactada entre nuestros cuerpos, esto era..una tregua, una que me llevó a ladear la sonrisa y ahora si, mucho mas calmado y desterrando aquello que daba vueltas a mi cabeza me sentí acompañado.
Así nos dormimos ambos, mecidos por el mar y arropados por un abrazo.
Con las primeras luces del alba adentrándose por el ojo de buey escuchamos no solo las risas de mis hijos correteando por el barco si no los ruidos de pisadas de los marinero ejecutando su trabajo.
Me estiré en la cama, había dormido muy bien, creo que hacia mucho tiempo que no dormía así , toda la noche del tirón, me sentía descansado, como si me hubieran quitado las preocupaciones de la cabeza, al menos por unas horas.
-Buenos días pirata
Mi mástil alzaba la tienda de campaña lo que la hizo reírse mientras yo negaba.
-No te emociones, me levanto así de preparado todas las mañanas -bromeé riéndome y poniéndome en pie -¿me llevas luego a los enanos a casa? Voy a entrenar y a ver como va todo.
Deposité un beso en su mejilla y salí por la puerta deprisa, Akershius no descansaba tampoco y muchas eran las obligaciones que me esperaban en tierra.
Así pasaron los días, en un continuo ir y venir de preparativos no solo para partir a Inglaterra, si no para dejarlo todo perfectamente organizado en mi ausencia.
Dupliqué la seguridad y varios eran los hombres que mandé de ruta pro las aldeas, sabia que no lo estaban pasando bien y quería escuchar las necesidades de la gente.
Por eso mandé construir una sala, en la que el trono no presidiría nada, una mesa redonda, donde Ulf, Khayla, Dani, Atharal, Lund y yo nos sentaríamos para tomar las decisiones que traerían la paz al norte. “ Tu armada, tus reglas” ya no seria así, Dani estaba cambiando mi forma de hacer algunas cosas.
Ademas un reguero de sillas alrededor daría cabida al representante de cada condado, así podríamos escucharlos, entenderlos y ayudarlos.
Con estas nuevas premisas, me despedí de mis hijos, de Valeria y caminé hacia el Reina Ana dodne Dani me esperaba dispuesta para partir.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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