Bonsoir [Privado]

Irónicamente, ahora permanecía más tiempo en Akershus. Los niños eran su máxima prioridad, se dedicaba totalmente a ellos, atesorando cada minuto perdido. Cuando huyó se perdió demasiadas cosas, ver crecer a sus hijas fue algo que no se perdonaría jamás. Volver al pasado era imposible, lo hecho y dicho, ya no podía cambiarse y darse por vencida no estaba en sus planes.

Seguía tratando a heridos, realizar esos ungüentos que calmaban los dolores y ayudaba a acelerar la curación , cicatrizar. Prestaba una ayuda que nadie le pidió, menos se imaginarían que alguien como ella estuviese dispuesta a ofrecer pero como bien sabían los que la conocían, en este caso el Conde...no era la primera vez que trataba dolencias, heridas.

Entre dos ciudades, mantenía el contacto con París y sólo regresaba cuando no tenía más remedio. La mayor parte del tiempo, permanecía en el Norte, más en estos instantes cuando su vida corría peligro. No ser una guerrera como esas norteñas, seguir siendo esa mujer de hielo que sólo le importaba “hacer el bien” de ese modo , para ellos más cobarde. Permanecía al lado de su pueblo como Condesa, no sólo vestía vestidos bonitos y llamativos, permanecer al pie del cañón cuando la reclamaban , era lo más parecido a un médico en aquel lugar.

Acababa de dale un baño a los pequeños, tardó más por peinar el cabello largo de Valeska que dormida se quedó entre sus brazos. Los demás dormían desde hace un par de horas, cuando la dejó en su cama, volvió en sus pasos hacia la alcoba en donde se alojaba. Cruzó el pasillo empedrado, Aún con la ropa manchada de sangre seca, no esperaba que al otro lado de la puerta se encontrase, no solían coincidir y esa noche parecía no ser así.

Extrañada, se acercó a la puerta, golpeando ésta un par de veces , probaba suerte por si respondían al otro lado. La chimenea de la habitación estaba encendida, unos pasos de un lado para otro.. si llamaba y no estaba solo, sería algo extraño como normal y comprensible. La francesa negó con la cabeza, había llamado...estaba hecho.

La puerta de la habitación principal se abrió, en donde sólo podía estar el Conde. Se giró en sus pasos, buscó su mirada y tras mucho tiempo, volvieron a encontrarse. Todo era diferente pero la tensión había menguado, poco a poco aceptaban una vida en la que ambos seguían siendo los protagonistas pero por separado. Le dedicó una sonrisa y una breve reverencia con la cabeza, volvió en sus pasos, frente a frente..un silencio abrasador que ella misma interrumpió con su risa.

-Bonsoir. -susurró ladeando la cabeza, observando las ojeras en las cuencas de sus ojos..veía a ese hombre con el peso en sus hombros. Negó, no era vida para nadie...ni un respiro. -Creo que esto te aliviará, ven aquí. Y no te hagas ideas raras, sólo intento que te relajes. Siéntate en esa silla e intenta no moverte como un condenado gusano -buscó en los bolsillos de su traje, muy poco ostentoso a los que solía, un frasco pequeño color oliva -Y ahora quiero que dejes de refunfuñar y me dejes -siseó, echando aceite sobre la yema de sus dedos y hundir éstas en la piel de su cuello ,regalándole un placentero masaje... liberando tensión.

Sentado en la silla del escritorio, con una copa de whisky al lado repasaba las cuentas de los negocios que tenia fuera de Noruega, los papeleos me comían, las preocupaciones me devoraban y el de las almorranas no descansaban lo que a mi me mantenía en un eterno estado de alerta.
La puerta fue golpeada, en un principio imaginé que seria Ulf, algo que me hizo ladear la sonrisa con picarda, fijo que la bruja había sacado a pasear la sarten y mi amigo venia a colocar su culo peludo en mi sofá.
Me levanté riéndome y abrí la puerta, pero al otro lado la encontré a ella, mi sorpresa quedó reflejada en mi rostro.
-¿Pasa algo con los niños Valeria? -pregunté cuando caminó hacia mi.
En mi rostro se reflejaba la preocupación y la tensión hasta que negó con la cabeza.

Dejé escapar el aire pasado ahora mas tranquilo, hacia mucho que no estábamos juntos, solos y no esperaba que me buscara aquella noche.
Dijo que tenia lago para mi, enarque una ceja pues no veía paquete alguno en su mano, pero de aquella bata de seda sacó un pequeño frasco con un ungüento.

Sabia que había estado ayudando a los heridos en Akershus, no podía negar que eso me agradaba, no lo esperaba del demonio que convertí en mi mujer, pero valoraba su esfuerzo, que por fin entendiera que estábamos salvando las tierras de sus hijos, de nuestros hijos.
Me empujó hacia dentro, negué con la cabeza al cruzar el umbral de la habitación.
-No es buena idea -dije intentando detener su avance en la puerta.

Valeria no era de las que aceptaban un no como respuesta, así que no se bien como acabé sentado en la silla con sus dedos paseándose lentos por mis hombros y mi cuello.
Estaba muy tenso, así que la verdad es que tenia que reconocer que le masaje me estaba viniendo bien.
-Tengo mucho que hacer todavía Valeria y con este masaje me estoy quedando dormido -reconocí sintiendo que mis ojos se entrecerraban-¿que lleva eso que me estas poniendo?

No quise tocar temas que pudieran afectarnos, ella habia venido ,se que necesitaba hablar y no me negaba a que eso sucediera, pero prefería que empezara ella si algo me tenia que decir o recriminar.
-Geralt parece un buen hombre, se que te esta cuidando bien ¿verdad?

Al abrir, apreció la sonrisa en su rostro que se esfumó en cuanto supo quién fue el dueño de los golpes en la puerta. Seguramente creyó que era la pirata que se encargaba de cuidar a sus hijos, o Ulf, no desistió en pasar. En el pasillo hacía frío, “no es buena idea”. Le rehuía y no podía reprochárselo, le condenó en el pasado, le fue fiel, leal... y estuvo a su lado. Maduró antes, supo dónde y qué quería en su vida, a ella le costó comprenderlo y lo supo cuando lo tiró todo por la borda, sin pensar en las consecuencias.

La perdida le abrió los ojos, fue un hecho de que lo había querido, amado. El demonio amó, amaba a alguien más que su propia existencia, alguien a quien tuvo y sin embargo, parecían dos extraños. No perdió la sonrisa, cuando consiguió que se sentase, tuvo que tomar aire para soltarlo despacio, el contacto piel con piel, le erizó el vello , volvió a sentir esos calambres en las puntas de los dedos , ese magnetismo que desde el primer segundo habían tenido.

-Shhhhh, deja de pensar en lo que tienes que hacer. Es mejor que no hables, sólo déjate y ya está, maldito vikingo -a pesar de sus palabras, su tono fue mucho más bajo del que solía, acariciador y calmado. No tan a la defensiva, altanera y arrogante, necesitaban ese pequeño momento juntos en el que los reproches y las discusiones, llevaban siempre al mismo camino de la discordia en donde caían condenándose a no entenderse ni comprenderse...eso les faltó , les falló... sentarse frente a frente y conocerse realmente mirándose a los ojos, conocer dentro de lo más profundos de sus almas y no reaccionar de aquel modo tan impulsivo por ambas partes.

Él era un guerrero y ella alguien que lo tenía todo a su alcance, luchar no era algo que acostumbrase y debió haber puesto lo mismo por su parte. Era tarde pero lo comprendía y eso era lo más importante. Ante su gruñido, se le escapó una risa, al final se dormiría y cuando despertase, le echaría la culpa.

-Veneno pero tranquilo, si no te lo bebes no tiene efecto -siguió hundiendo las yemas en los puntos clave en donde la tensión acumulada no le dejaba descansar profundamente, mucho peso sobre sus hombros, fue algo que se le escapó de su entendimiento... no lo vio hasta permanecer en Akershus el tiempo que debía -Me lo agradecerás, aunque tampoco hace falta, con que dejes de gruñir como un orco me conformo -se inclinó a susurrar en su oido, más que nada porque se estaba durmiendo en la silla, siseó para despertarlo de golpe...y mantuviese los ojos abiertos -Sí, me está cuidando bien. Es un buen hombre y alto. Es tan enorme que los niños corren, Fio dice que es más feo que su padre. Esa enana es igual que tú. Valeska viene todas las mañanas a peinarme, me relaja y... no para de hablar de las hazañas que les cuentas, te admiran.  -se echó a reír, no podía evitar sonreír ampliamente al hablar de sus hijas -Eres Conde, norteño, guerrero y padre, pero de todo... creo que lo último es lo mejor que haces -bajó por su espalda, más que el masaje era una suave caricia, apartó las manos para no incomodarle.

-¿No ha sido buena idea? Es aceite de oliva, es importada de España le eché algo más pero es un secreto -cara a cara, lo miró a los ojos, nunca habían hablado y no sería el momento pero lo sintió de esa manera -¿Sabes? Nunca se me dio bien comprender nada en sí, no solo a ti. La labor que haces es digna de admirar, quiero que sepas... que sigo aquí y no como una esposa molesta e histérica. Esa niña ya no existe. Me gustaría que nuestros hijos, crezcan sabiendo que sus padres se respetan, se quieren aunque no sean como un matrimonio convencional. No te pido nada... bueno sí, una cosa. -aprovechó que ante él se encontraba la alfombra de pieles para tomar asiento, volvió a tomar aire, perdiendo sus esmeraldas en las llamas que bailaban ante sus ojos.

-No puedo deshacer el pasado, borrar ciertas cosas pero sí emendar mis errores. Erré, no debí irme. El Norte no es mi hogar pero cuando estoy aquí ellos, tú, Geralt...me hacen sentir que en parte lo es. París es mi ciudad de nacimiento, viví mucho allí pero mis hijos son lo más importante, Höor. Te respeto, sé que cualquier decisión que tomes será porque es la mejor opción y la aceptaré. Oh vamos, no estás soñando, ¿qué pasa? ¿no puedo parecer una mujer madura? -sonrió divertida, quizás sí era la misma Valeria que antes, esa sonrisa picara, ese tono travieso y no una mujer asustada que huyó sin más -No voy a irme. Estaré a tu lado y no porque un papel lo ponga, no fuimos compañeros de compartir ciertas cosas, no intenté comprenderlo...ni lo acepté pero ahora es mucho más distinto. Sólo quiero estar bien, no evadirnos del otro... no pensar en que si vengo a tu cuarto sea para algo malo u otros menesteres. -estaba tranquila, se notaba a gusto sentada frente a él, sonriendo como solía hacerlo antes -Que te quiera es un hecho por eso sé cuál es mi lugar

Valeria rodeó mi cuerpo para colocarse frente a mi, alcé la mirada hundiéndola en sus esmeraldas.
Decía estar arrepentida de la decisión que tomó aquel día y aunque sabia que así era, también sabia que de no haberse ido jamas hubiera sido feliz.
¿Lo era ahora? Posiblemente no, las cosas no eran tan fáciles, las heridas del alma no cierran como las de la carne y de normal siempre supuraban.

Algún día ella estaría preparada para una relación, aquí o en París y eso era algo que teníamos que acabar aceptando los dos.
Eramos jóvenes como para condenarnos a ser infelices o al menos no era mi idea condenarla a ella.
-Yo también me equivoqué, no porque no te retuve, si no porque debí haberte permitido irte mucho antes.
Esa era mi verdad, no sabia si le dolería o no, pero en los últimos tiempos de nuestra relación habían pasado muchas cosas y ninguna convertía el norte en su hogar.
Era cierto que ahora lo intentaba, la veía madurar ante mis ojos, pero ¿lo suficiente?
-dices que tus hijos son lo mas importante y te creo, pues entonces tienes que intentar ser feliz, recomponerte. Se que aceptas mi decisión aunque no la compartes -ladeé la sonrisa -y si, se me hace complicado esto de hablar con una Valeria capaz de razonar sin largarse sin mas -bromeé.

Me puse en pie sirviendo sendas copas escuchando como decía que aun me quería.
-Yo creo que siempre voy a quererte y a respetarte, eres la madre de mis hijos, peor es un hecho que no podemos estar juntos y desconozco si alguien podrá soportarme. Akershus me consume, soy guerreo, conde y del hombre apenas queda nada.
No me quejó, es el destino para el que nací, el norte merece libertad y yo luchare hasta que la ultima gota de mi sangre se derrame para dársela.

Di un trago del vaso y desvié mis ojos hacia la montaña de papeles que todavía tenia pendientes.
-Partiré en un par de semanas hacia Inglaterra , tengo asuntos que tratar allí.

"No importa cuántas vidas viviese, te volvería a elegir en todas ellas"





Nunca hablarons como adultos, sí como unos niños enfurruñados que no eran capaces de razonar y terminaba huyendo sin más, como una cobarde incapaz de afrontar la situación. La antigua Valeria seguramente, estaría gritando a pleno pulmón, diciendo palabras que no sentía tan sólo para herir al otro y quedar como quien llevaba la razón. Ante él, no tenía a la antigua Valeria, sí a la madre de sus hijos, la mujer que lo amó aún siendo esa niña asustada.

Porque el miedo, el temor a perder lo que más te importa, te hace cometer estupideces y en su caso, la estupidez ganó la batalla. No pensó y actuó sin pensar en las consecuencias. Y de todo esto, aprendió varias cosas aunque al principio pareciese algo muy diferente. Errores cometidos que ya no se pueden borrar pero sí  aprender. De su mano aprendió muchas cosas, en primera posición estaba “amar”, Valeria Cavey amó a alguien, sólo a una persona y la tenía delante en esos instantes.  Aprendió a conocerse mejor a sí misma, a encontrarse cuando más lo necesitaba y fue justo cuando ante sus ojos, vio cómo lo perdía.

Cuando pierdes el timón de tu barco, terminas perdida y sin rumbo, él era y sería siempre su timón. La quería, lo sabía pero la madurez te hacía ver la verdad y la realidad. Era un hecho, se había roto y no sólo la confianza, ella y él. Valeria se sentía rota, incapaz de sentir más que remordimiento y pesar, por no haber sabido abrazar la felicidad y haberla dejado escapar pero...¿no era mayor felicidad verle libre, bien? Lo era, su vida era el Norte y lo -aceptaba, siempre lo hizo a su modo. Y ella, siempre volvía en sus pasos a aquel lugar que se había convertido su hogar, el de sus hijos. No se había marchado, no volvió a hacerlo...siguió a su lado de algún modo aunque ya no estuviesen juntos.

Y lo extrañaba, lo añoraba y se sumergía en recuerdos pasados en donde realmente se sintió feliz, echando de menos esa sensación. Una sonrisa breve apareció en sus labios rojos como la sangre, aún no había dicho nada al respecto, alguien incapaz de quedarse callada, permanecía de lo más tranquila y razonable, oyendo lo que tuviese que decir, estando a su lado...como no supo estarlo cuando la necesitaba, eso cambiaría...ahora era diferente.

-La comparto. Tu decisión. La comparto y acepto. Y no, no voy a salir corriendo... no a menos que merezcas un buen azote por bocazas -las bromas de al principio, la risa de Valeria inundaba la estancia como aquella primera vez en la que se complementaban a la perfección. Su sonrisa permaneció en su rostro al oír lo de Inglaterra, sabía quién le acompañaría...era un hecho que esa pirata siguiese sus pasos, era parte de sus compañeros de batalla y no sólo eso.

Buscó su mirada un instante en silencio, sin mediar palabra...sólo asintió con la cabeza. La distancia entre ambos, volvió a acortarla, quedando frente a él y beber de su copa. Meditaba, pensaba lo que iba a decir y para qué negarlo, estar con él le calmaba...siempre tuvo ese poder en ella.

-Espero que tengas un buen viaje, todo salga bien. -se mordió el labio inferior, cierto que podía haber cometido una tontería y  buscarle pero esa vez no iba con ninguna intención, sólo quería su compañía...-Recomponer un vaso roto es imposible, pegar los trozos uno a uno hasta que vuelva a estar en pie, pero alguien puede recoger los pedazos y con cuidado y paciencia nos vuelva a recomponer -apenas fue un susurro, desvió la mirada hacia la chimenea, abrazándose a sí misma...le había dado frío de repente -Sigo aquí Höor, siempre seguiré aquí pase lo que pase, te hice una promesa y la cumpliré. Por y para siempre -tragó saliva, antes de dar un largo trago a su copa...no quería incomodarlo, sonrió y negó con la cabeza -Verte con ellos, reír y jugar, feliz... es lo que me recompone. Ellos son felices. Y nosotros podemos serlo, no ahora... ni después, algún día. Con alguien que sepa querernos cómo somos, nuestros defectos y virtudes... -alargó la mano para peinar su rebelde flequillo, lo había hecho tantas veces que sonrió ampliamente, aquel recuerdo le arrancó una sincera sonrisa -No somos los mismos. Hemos madurado. Y estamos aquí ahora, conversando por primera vez como debimos hacerlo, nunca es tarde ...aparte de que mi aceite te dejará dormir durante toda esta noche. Debes descansar para el viaje -fue sincera, cordial, manteniendo las distancias pero darse el capricho, de tocarle con un significante eso, seguía quemándole la piel como el primer día, sabía que jamás le olvidaría, los sentimientos cuando son verdaderos no pueden borrarse, las heridas del alma...tardan en curarse. -No es el momento para ninguno, tampoco buscamos nada en especial pero no somos ciegos. Si encuentras felicidad, abrázala, con fuerza y no la sueltes... huir no es la solución pues puede ser tarde y perder aquello que te llena, necesitas y no podrás tener más -no hablaba de ella, él sabía perfectamente a qué se refería.

Era extraño, le estaba diciendo a la persona que amaba que no cometiese sus propios errores, aunque el camino... fuese diferente. Dejó la copa en la mesa de roble y desvió la mirada hacia la puerta, decirle adiós de alguna forma era duro pero lo estaba llevando lo buenamente bien que podía. No perdió la sonrisa, cada palabra que le dedicó fue con cariño, deseándole lo mejor... y no a su lado, podía darle todo aquello que no supo en el momento que necesitó, tenía tanto dentro que calló pero no sus esmeraldas cuando se fundieron con su mirada. En esa mirada había más que ese deseo y atracción, lo quería y por eso mismo aceptaba, gritando en silencio que podía hacerlo feliz... nunca era tarde, se habían querido, amado. No le estaba pidiendo otra oportunidad, forzar las cosas no estaba en su mano, sólo necesitó ser sincera.

No sería el momento pero ese impulso lo anuló, aceleró el paso hasta no poder evitar abrazarlo con fuerza, perdió la nariz en su ropa, antes dolía...ahora ya no, una breve sonrisa y se apartó , volviendo a buscar su mirada, lo quería y sería así como bien le prometió por y para siempre.

Bird set free:

Valeria me hablaba con madurez, hacia demasiado tiempo que no conversábamos, siempre nos esquivábamos por los pasillos de Akershus. A mi no me costaba demasiado, siempre andaba enfrascado en un problema u otro, así que sacar tiempo para afrontar mis propios problemas era complicado.

Ella me empujaba a rehacer mi vida, a que otra recompusiera los trozos rotos.
-Valeria no se si esta conversación va ayudarnos. Yo quiero que seas feliz, quiero que te pongas fuerte, que rehagas tu vida, que vuelvas a ser esa mujer que conocí, quizás no del todo pero si en esencia. Yo no se si estoy preparado para rehacer la mía, tampoco creo que hablar de lo que podamos sentir por otras personas nos ayude, no han cicatrizado las heridas como para que hoy podamos ser amigos y darnos consejos ¿no crees?

Negué con la cabeza cuando me aseguró que siempre estaría ahí para mi, no era idiota conocía la intensidad que aun albergaban por mi sus sentimientos y joder, ojala hubiera salido bien, ojala no se hubiera largado tantas veces que me enseño a vivir sin ella...pero lo cierto es que el pasado había marcado nuestro sino, uno complicado para ambos.
-Siempre estaré para ti, no incumpliría nunca esa promesa, eres la madre de mis hijos, te quiero y te respeto por ello, pero no estoy enamorado de ti...

Esas palabras se que iban a doler, me dolió pronunciarlas, mentiría si dijera que por ella no sentía nada, pero seguir dándole vueltas solo le creaba esperanza y eso la dañaba.
Yo no sabia que seria de mi camino, desde que ella y yo lo habíamos dejado había estado con alguna mujer que otra, relaciones esporádicas, nada de compromisos, eso era fácil para mi...con Dani había algo mas y no tenia muy claro si era capaz de asumir ahora mismo esos sentimientos.

En parte creo que esto era una despedida y una promesa. Yo nunca iba a dejar de quererla, con ella viví un amor intenso y los recuerdos se sucedieron en mi mente creándome cierta nostalgia.
Posé mis labios en su mejilla, nuestros caminos no tenían porque separarse, al menos no por y para siempre.
Teníamos algo perfecto que había nacido de un amor fuerte, pasional y cierto...tenemos que ser padres y estar unidos para ellos.
Como pareja lo nuestro por desgracia no había funcionado, pero eso no podía robarle la felicidad, quizás no ahora, quizás ambos teníamos muchos demonios por enfrentar, pero algún día el destino tenia que depararnos algo distinto.

Sus brazos rodearon mi cuello, los míos su cintura, permanecimos allí, en silencio, recordando lo que pudo haber sido y no fue.
Dolía...pero si algo sabia es que ella era París y yo siempre seria norte.