AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Dépendance || Lance Galahad
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Dépendance || Lance Galahad
Sólo se tenía una cosa en común esa boda con la que habían disfrutado en Escocia, y es que eran ellos mismos quienes se casaban. Si por Raven hubiera sido esta ceremonia no se habría llevado a cabo pero por formalismos debía hacerse por lo que puso la mejor disposición para ello, habían sido invitados nobles de toda Europa para asistir al enlace y su familia por supuesto. Tanto su madre como su hermana vivían al margen de la verdad, ignorando que la pareja era ya un matrimonio y que los papeles de la herencia estaban en marcha desde hacía semanas. Ambas mujeres habían llegado a París, para quedarse con ellos, una semana antes de la boda y esto hacía que la convivencia entre la pareja se viera algo minada por la necesidad de disimular ciertos comportamientos –naturales en ellos- delante de ellas. Meredith y Raven pasaron más tiempo que nunca juntas, iban y venían del palacio al centro de la ciudad –siempre acompañadas de algún hombre de confianza-, hicieron compras, ultimaron detalles de la boda, fueron a los retoques de sus vestidos… Beth –su madre-, por otro lado, prefería pasar el tiempo en el palacio del que había quedado prendada y se pasaba las horas paseando por los jardines y en el invernadero, en alguna ocasión supo que había tomado una copa con Lance pero jamás invadiendo la intimidad de este.
El gran día llegó y como si de una niña pequeña se tratase, Raven notó el estómago dado vueta. ¡Sería estúpida, si ya estaba casada! Ante todo lo que hacía le daba la risa y le costó horrores arreglarse para salir hacia la iglesia que habían escogido para el enlace. No se trataba de Notre Dame pero distaba mucho también del lugar donde contrajeron matrimonio en su país natal. El tamaño era perfecto para el número de invitados y la cercanía del lugar al palacio donde ya residían y sería la posterior fiesta hacía del sitio el ideal. No había visto a Lance desde hacía dos días, sabía que andaba por la casa pero al enfilar el pasillo hacia el altar sería la primera vez que le viera desde esos dos días atrás y deseaba verle, tocarle, besarle, no separarse más de él.
Cuando llegó junto a su madre y hermana a la iglesia las condujeron a un apartado para que esperaran a que todo el mundo estuviera en su sitio antes de comenzar el camino al altar. -Adelante señora Wallace, señoritas…-, les dio paso el auxiliar para que la ceremonia diera comienzo. En el momento en que la puerta se abrió, todos los rostros se giraron hacia ellas y Raven agradeció tener un velo cubriendo su rostro –moría de vergüenza-, pero allí al fondo estaba él, estático y tan perfecto como siempre. -Tú también estás nervioso amo-, susurró al llegar a su lado. Toda la ceremonia se llevó a cabo sin complicaciones, lo cual era un lujo tratándose de ellos y su historial en lo que a problemas se refiere. Se intercambiaron las alianzas de oro y el beso protocolario ante los invitados antes de recorrer del pasillo en sentido inverso, hacia la salida. -Habrá que hacer que se aburran pronto para que pueda aprovecharme de mi marido-, no sabía si era por el morbo de estar solos en el coche, si por haberse hecho oficial su casamiento o por llevar dos días sin verle pero tenía la lívido por las nubes.
El gran día llegó y como si de una niña pequeña se tratase, Raven notó el estómago dado vueta. ¡Sería estúpida, si ya estaba casada! Ante todo lo que hacía le daba la risa y le costó horrores arreglarse para salir hacia la iglesia que habían escogido para el enlace. No se trataba de Notre Dame pero distaba mucho también del lugar donde contrajeron matrimonio en su país natal. El tamaño era perfecto para el número de invitados y la cercanía del lugar al palacio donde ya residían y sería la posterior fiesta hacía del sitio el ideal. No había visto a Lance desde hacía dos días, sabía que andaba por la casa pero al enfilar el pasillo hacia el altar sería la primera vez que le viera desde esos dos días atrás y deseaba verle, tocarle, besarle, no separarse más de él.
Cuando llegó junto a su madre y hermana a la iglesia las condujeron a un apartado para que esperaran a que todo el mundo estuviera en su sitio antes de comenzar el camino al altar. -Adelante señora Wallace, señoritas…-, les dio paso el auxiliar para que la ceremonia diera comienzo. En el momento en que la puerta se abrió, todos los rostros se giraron hacia ellas y Raven agradeció tener un velo cubriendo su rostro –moría de vergüenza-, pero allí al fondo estaba él, estático y tan perfecto como siempre. -Tú también estás nervioso amo-, susurró al llegar a su lado. Toda la ceremonia se llevó a cabo sin complicaciones, lo cual era un lujo tratándose de ellos y su historial en lo que a problemas se refiere. Se intercambiaron las alianzas de oro y el beso protocolario ante los invitados antes de recorrer del pasillo en sentido inverso, hacia la salida. -Habrá que hacer que se aburran pronto para que pueda aprovecharme de mi marido-, no sabía si era por el morbo de estar solos en el coche, si por haberse hecho oficial su casamiento o por llevar dos días sin verle pero tenía la lívido por las nubes.
Raven G. Wallace- Esclavo de Sangre/Clase Alta
- Mensajes : 93
Fecha de inscripción : 16/10/2017
Re: Dépendance || Lance Galahad
Recordaría ese momento toda la eternidad, el momento en el que le fue entregada Raven como una mujer libre, de su familia directamente a sus manos y su cuidado. Eran un todo, un círculo en el que no sabían dónde estaba el final ni el principio, un círculo en el que se habían unido y se habían completado el uno al otro.
Los gritos de la gente y vítores de júbilo por la pareja les acompañaron hasta que montaron en la calesa que les llevaría hacia el palacio, allí estaba preparado el digno banquete de un conde. Lance miró a su mujer, ahora estaba sentada a su lado con una sonrisa en el rostro y un aire risueño que le hizo sonreír a él también. Además, notaba la demanda de caricias y calor por parte de ella, lo cual Lance era lo único que no podía obviar en la vida, el cuerpo de Raven y menos su suplicaba por el placer- Tienes toda la vida ahora para disfrutar para mí, disfruta de una fiesta en tu honor- dijo contra su oído. Llegaron a tiempo junto a los demás invitados y juntos llenaron el palacio, la música estaba sonando y Lance condujo entre la gente hasta el salón de baile a Raven, con la que tendría que iniciar el vals. Sonó la canción que bailaron la primera vez que estuvieron juntos, la primera vez que se presentaron en sociedad como pareja y empezaron a dar vueltas por la pista, mientras entre el público muchas lloraban y otros sonreían.
Cuando acabaron la música terminó deshaciéndose entre el aplauso del público y por fin empezaron todos a bailar, ahora es cuando tenían algo más de libertad y Lance buscó una copa para ofrecerle a Raven un refrigerio. Cuando volvió la encontró con su hermana y con su madre, ambas se acercaron dispuestas a darles un beso de bienvenida y de alegría y Lance estático como siempre lo recibió entre dientes, cuando se separaron y fueron a saludar a otros de los presentes, Lance miró a Raven- ¿Es cómo te esperabas? - preguntó pasando la mano por su espalda y acercando su boca al cuello desnudo de esta- Ahora no tengo que reprimirme…ni tu tampoco- susurró mientras buscaba la mano ajena y entrelazaba sus dedos. No le gustaban las muestras de cariño en público, pero en aquel momento lo único que deseaba es no perder el contacto con Raven- Es hora de darte tu regalo de bodas…- dijo llevándola fuera del gentío y subiendo las escaleras que daban lugar a la zona residencial del palacio y por consiguiente, a su habitación.
Sobre la mesa reposaban varios objetos de valor incalculable- Esto….lo he mandado diseñar especialmente para ti- dijo cogiendo lo que parecía un pequeño abanico de mujer y de aspecto lujoso- Está hecho de plata y madera- le ofreció mientras lo abría- Eso es cortante para cualquier sobrenatural, quizá no puedas matarlo, pero sí que te pueda servir para huir. Va siendo hora de que estés preparada, dadas las circunstancias- explicó Lance preocupado por su seguridad- Ya encontraremos a alguien que te enseñe a utilizarlo…- después pasó al siguiente y último regalo- Toda biblioteca tiene que tener una obra clave y pensé que estaría sería la tuya: El libro de los muertos- la encuadernación era frágil al igual que el papiro que sobresalía- ¿Te gusta?- preguntó sin poder descifrar el rostro de Raven- Si está en mi mano hacerlo….haré todo lo que me pidas.
Los gritos de la gente y vítores de júbilo por la pareja les acompañaron hasta que montaron en la calesa que les llevaría hacia el palacio, allí estaba preparado el digno banquete de un conde. Lance miró a su mujer, ahora estaba sentada a su lado con una sonrisa en el rostro y un aire risueño que le hizo sonreír a él también. Además, notaba la demanda de caricias y calor por parte de ella, lo cual Lance era lo único que no podía obviar en la vida, el cuerpo de Raven y menos su suplicaba por el placer- Tienes toda la vida ahora para disfrutar para mí, disfruta de una fiesta en tu honor- dijo contra su oído. Llegaron a tiempo junto a los demás invitados y juntos llenaron el palacio, la música estaba sonando y Lance condujo entre la gente hasta el salón de baile a Raven, con la que tendría que iniciar el vals. Sonó la canción que bailaron la primera vez que estuvieron juntos, la primera vez que se presentaron en sociedad como pareja y empezaron a dar vueltas por la pista, mientras entre el público muchas lloraban y otros sonreían.
Cuando acabaron la música terminó deshaciéndose entre el aplauso del público y por fin empezaron todos a bailar, ahora es cuando tenían algo más de libertad y Lance buscó una copa para ofrecerle a Raven un refrigerio. Cuando volvió la encontró con su hermana y con su madre, ambas se acercaron dispuestas a darles un beso de bienvenida y de alegría y Lance estático como siempre lo recibió entre dientes, cuando se separaron y fueron a saludar a otros de los presentes, Lance miró a Raven- ¿Es cómo te esperabas? - preguntó pasando la mano por su espalda y acercando su boca al cuello desnudo de esta- Ahora no tengo que reprimirme…ni tu tampoco- susurró mientras buscaba la mano ajena y entrelazaba sus dedos. No le gustaban las muestras de cariño en público, pero en aquel momento lo único que deseaba es no perder el contacto con Raven- Es hora de darte tu regalo de bodas…- dijo llevándola fuera del gentío y subiendo las escaleras que daban lugar a la zona residencial del palacio y por consiguiente, a su habitación.
Sobre la mesa reposaban varios objetos de valor incalculable- Esto….lo he mandado diseñar especialmente para ti- dijo cogiendo lo que parecía un pequeño abanico de mujer y de aspecto lujoso- Está hecho de plata y madera- le ofreció mientras lo abría- Eso es cortante para cualquier sobrenatural, quizá no puedas matarlo, pero sí que te pueda servir para huir. Va siendo hora de que estés preparada, dadas las circunstancias- explicó Lance preocupado por su seguridad- Ya encontraremos a alguien que te enseñe a utilizarlo…- después pasó al siguiente y último regalo- Toda biblioteca tiene que tener una obra clave y pensé que estaría sería la tuya: El libro de los muertos- la encuadernación era frágil al igual que el papiro que sobresalía- ¿Te gusta?- preguntó sin poder descifrar el rostro de Raven- Si está en mi mano hacerlo….haré todo lo que me pidas.
Lance Galahad- Vampiro/Realeza
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Re: Dépendance || Lance Galahad
Poco acostumbrada como estaba a los lujosos y pomposos vestidos de la clase alta, no fue fácil para la ahora condesa abrirse paso entre los invitados hasta la pista de baile. Una vez en ella todo cambió, se formó una especie de círculo a su alrededor dejando el espacio justo para que la pareja de recién casados tuviera su primer baile, -¡Lance!-, se echó a reír de felicidad al escuchar el mismo vals que habían bailado en su primera salida oficial como pareja, eso había sido cosa suya y no la podía gustar más. A pesar de ser un hombre serio a más no poder de vez en cuando salían a relucir esos detalles que hacían que se enamorara más de él si es que eso era posible. Más o menos a la mitad de la pieza las demás parejas se unieron a ellos y el salón pareció cobrar vida, los suelos y las paredes relucían a la luz de los candelabros y el movimiento de la gente hacía que todo pareciera titilar.
Con la copa de vino dulce aún en la mano recibió saludos y felicitaciones de todos los invitados que se fueron acercando a la mesa principal al verla sola, a Lance habían debido atraparle también algunos de los políticos a los que había invitado porque regresó junto a ella echando pestes por lo bajo, cosa que hizo reír a Raven. Disfrutó viendo como su hermana y sobre todo su madre, un poco ebria ya, abrazaba y besaba a su marido. Notaba la incomodidad de Lance pero era la única, le conocía demasiado como para no saber que aquella sonrisa era más fingida que nunca, deseaba que le soltaran pero jamás le haría ese feo a su ya suegra. -Es más… Aunque no sé cuál de las dos bodas me gusta más-, esa era opulenta, grandiosa y todo había pedido a salir de boca pero la primera… Había sido tan perfecto prometerse eternidad a solas que no lo cambiaría por nada. Se le hacía extraño mostrar sus sentimientos en público, ya eran un matrimonio pero aun así las muestras de afecto debían estar reservadas a los momentos de privacidad y recibieron alguna mirada crítica de los sectores más conservadores a los que habían invitado.
Salió del salón riendo, riendo por felicidad, por las miradas recriminatorias de aquellos que estaban demasiado aburridos para comprender su amor… Esa noche no importaba nada y nunca lo haría ya, salvo la familia. -Es pesado-, comentó al coger el abanico que la entregaba, no se parecía a los que tenía ya en su colección pero entendía el por qué, ese debería llevarle consigo siempre si no iba acompañada por él, era una buena idea aunque no tanto para abanicarse realmente. -Muchas gracias, espero no tener que usarlo, pero ándate con ojo, si me tratas mal ahora ya tengo un arma letal-, bromeó antes de posarlo nuevamente en el tocador. -¿Es en serio?-, ¿cuántos años podía tener aquel documento que ahora tenía al alcance de la mano? Tenía incluso miedo de tocarlo, sentía que podría romperse en cualquier momento pero no pudo evitar rozarlo con los dedos, -¡tiene más de tres mil años! ¿De dónde lo has sacado?-, tenía ganas de gritar, saltar, no lo sabía bien pero la emoción tenía que salir por algún lado y acabó saltando sobre él haciéndole caer contra el sofá. -Es perfecto, no podía ser mejor regalo-.
Ahora le tocaba el turno a ella, sabía que no iba a igualarle pero igualmente tenía ilusión por enseñarle sus regalos. -Bien, este es el primero-, sonrió destapando una jaula en la que descansaba un cuervo negro con reflejos azulados en las alas, -es muy útil para mensajería, más rápido que las palomas y está adiestrado para no escapar, sabe regresar al punto desde el que parte por lo que si lo llevas contigo de viaje no tendrás problemas para tener que pedir palomas, siempre podrás usarle-, abrió la jaula para que pudiera sacarle y darle de comer unos trozos de pan duro que tenían allí preparados. La gracia era que fuera un cuervo, como su propio nombre, -ahora tienes dos cuervos en casa-, sonrió al ver que le gustaba y divertía la idea. Tiró de él ahora hasta su escritorio, donde descansaba un bastón, solo que no era uno normal como los que llevaba la mayoría de los caballeros, -gira y después tira-, indicó, al hacerlo salió una hoja de metal de él, -yo también pienso en tu seguridad-, sonrió orgullosa por aquel artilugio.
Con la copa de vino dulce aún en la mano recibió saludos y felicitaciones de todos los invitados que se fueron acercando a la mesa principal al verla sola, a Lance habían debido atraparle también algunos de los políticos a los que había invitado porque regresó junto a ella echando pestes por lo bajo, cosa que hizo reír a Raven. Disfrutó viendo como su hermana y sobre todo su madre, un poco ebria ya, abrazaba y besaba a su marido. Notaba la incomodidad de Lance pero era la única, le conocía demasiado como para no saber que aquella sonrisa era más fingida que nunca, deseaba que le soltaran pero jamás le haría ese feo a su ya suegra. -Es más… Aunque no sé cuál de las dos bodas me gusta más-, esa era opulenta, grandiosa y todo había pedido a salir de boca pero la primera… Había sido tan perfecto prometerse eternidad a solas que no lo cambiaría por nada. Se le hacía extraño mostrar sus sentimientos en público, ya eran un matrimonio pero aun así las muestras de afecto debían estar reservadas a los momentos de privacidad y recibieron alguna mirada crítica de los sectores más conservadores a los que habían invitado.
Salió del salón riendo, riendo por felicidad, por las miradas recriminatorias de aquellos que estaban demasiado aburridos para comprender su amor… Esa noche no importaba nada y nunca lo haría ya, salvo la familia. -Es pesado-, comentó al coger el abanico que la entregaba, no se parecía a los que tenía ya en su colección pero entendía el por qué, ese debería llevarle consigo siempre si no iba acompañada por él, era una buena idea aunque no tanto para abanicarse realmente. -Muchas gracias, espero no tener que usarlo, pero ándate con ojo, si me tratas mal ahora ya tengo un arma letal-, bromeó antes de posarlo nuevamente en el tocador. -¿Es en serio?-, ¿cuántos años podía tener aquel documento que ahora tenía al alcance de la mano? Tenía incluso miedo de tocarlo, sentía que podría romperse en cualquier momento pero no pudo evitar rozarlo con los dedos, -¡tiene más de tres mil años! ¿De dónde lo has sacado?-, tenía ganas de gritar, saltar, no lo sabía bien pero la emoción tenía que salir por algún lado y acabó saltando sobre él haciéndole caer contra el sofá. -Es perfecto, no podía ser mejor regalo-.
Ahora le tocaba el turno a ella, sabía que no iba a igualarle pero igualmente tenía ilusión por enseñarle sus regalos. -Bien, este es el primero-, sonrió destapando una jaula en la que descansaba un cuervo negro con reflejos azulados en las alas, -es muy útil para mensajería, más rápido que las palomas y está adiestrado para no escapar, sabe regresar al punto desde el que parte por lo que si lo llevas contigo de viaje no tendrás problemas para tener que pedir palomas, siempre podrás usarle-, abrió la jaula para que pudiera sacarle y darle de comer unos trozos de pan duro que tenían allí preparados. La gracia era que fuera un cuervo, como su propio nombre, -ahora tienes dos cuervos en casa-, sonrió al ver que le gustaba y divertía la idea. Tiró de él ahora hasta su escritorio, donde descansaba un bastón, solo que no era uno normal como los que llevaba la mayoría de los caballeros, -gira y después tira-, indicó, al hacerlo salió una hoja de metal de él, -yo también pienso en tu seguridad-, sonrió orgullosa por aquel artilugio.
Raven G. Wallace- Esclavo de Sangre/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/10/2017
Re: Dépendance || Lance Galahad
Después de la gran celebración de su boda, habían planeado un viaje bastante largo de luna de miel, el problema es que disponían del problema de la luz para viajar, ya que Lance no podía Estar bajo la luz del sol. El conde para que no hubiera problema, había solicitado una calesa bastante amplia que le daba espacio para tumbarse y relajarse y un barco para la travesía. Llevaban un pequeño séquito de servicio para que les ayudara, el servicio que más confianza tenían y por supuesto, Lance insistió en llevarse su regalo de boda, tanto el cuervo como el bastón, ahora ya no se separaba de él-Venga, tenemos que irnos Raven- dijo bajando el pequeño baúl de ropa que había empaquetado, mientras no sabía que hacía su mujer en el estudio- ¿Otra vez con la biblioteca?- preguntó el conde poniendo los ojos en blanco, aquella mujer debía tenerlo todo atado y de hecho empezaba a pensar que tenía un transtornos obsesivo con el orden y su trabajo, pero nunca dijo nada- Iremos al sur, a Egipto y después pondremos rumbo a la India- le explicó una vez en la calesa de camino al sur de Francia para coger el barco que les cruzaría el mediterráneo.
Lance mientras tanto daba de comer al cuervo y se leía libros sobre cetrería, incluso libros medievales que Raven le había llevado de la biblioteca para que pudiera confraternizar con el cuervo que tenía. Habían dispuesto víveres y una pequeña caravana para el camino, obviamente iban seguros, pues nadie se atrevería a asaltarles, después de todo, Lance era peligroso y más cuando tenía hambre- Raven… tendré que beber de ti en lo que dure el viaje…- dijo el vampiro una vez estuvieran los dos en su calesa para viajar. Lance se había tumbado cuan largo era en la pequeña cama improvisada por cojines y mantas, mientras los calentadores de brasas caldeaban el interior para Raven, hacía frío y llevaban mucho tiempo de viaje- Ven aquí….- ronronéo el vampiro con la única intención de que su mujer fuera a su lecho, así pasaban la mayor parte del tiempo, encamados, desnudos y fornicando como si no hubiera un mañana, ahora no tenían que mostrar reparos e incluso, al servicio, se le hacía incómodo en circunstancias escucharles.
Lance miró el barco que habían fletado una vez habían llegado al sur, El Sauvage estaba atracado, era de madera robusta y había sido uno de los más lujosos, de hecho, el camarote era digno de la nobleza de igual forma que la tripulación. No se trataba de gente de clase baja, marineros harapientos y malhablados, parecían corsarios al servicio de su majestad francesa, iban con casacas como los militares y les recibieron con el protocolo y la calurosa bienvenida que le habían prometido al conde- Soy el capitán Lefrent, un placer conocerles- dijo mientras subían de noche ambos recién casados. Lance cargaba en brazos a Raven, con el único pretexto de que cruzara en sus brazos cualquier nuevo umbral que se encontraran.
Cuando llegaron al camarote, sonrió al ver que habían dejado atrás la calesa de viaje, que más adelante retomaría y ahora disponían de una habitación y un espacio amplio para disfrutar. Cuando el servicio dejó en el camarote el equipaje y les dejaron solos, Lance se aseguró de que el cuervo estaba bien, de hecho, este acostumbraba a posarse sobre el hombre de Lance cuando le dejaba volar y Raven hacía alguna mueca en desaprobación- Eres tu quien me lo regaló, no voy a dejarlo solo en aquella mansión de piedra- dijo el conde dándole comida de nuevo. El cuervo agitó las alas y se llevó la comida a la jaula que era suya. Cuando acabó Lance decidió darse un refrigerio y se encontró con Raven, que había tenido la misma idea. Cuando vislumbró la silueta desnuda de su mujer, el conde la miró devorando con sus ojos lo que luego devoraría con su boca- Te juro por dios que no me importaría quedarme ciego ahora mismo, teniendo el recuerdo de tu cuerpo desnudo en mis ojos- susurró acercándose hasta ella y hundiendo la mano en su larga y sedosa melena, llevó sus labios hasta los de él para besarlos con intensidad, recreándose en el juego y el vaivén de su lengua para separase jadeante- No me cansaré de ti nunca- dijo mientras dejaba que sus dedos divagaran por el cuerpo desnudo de Raven y la obligaba a ponerla de rodillas, como amo y sumisa, como siempre. Esa noche la tomaría con fuerza, con doma y con lágrimas si hacía falta. Ese barco ahora era la prisión del sexo entre los recién casados.
os recién casados. [/justify]Lance mientras tanto daba de comer al cuervo y se leía libros sobre cetrería, incluso libros medievales que Raven le había llevado de la biblioteca para que pudiera confraternizar con el cuervo que tenía. Habían dispuesto víveres y una pequeña caravana para el camino, obviamente iban seguros, pues nadie se atrevería a asaltarles, después de todo, Lance era peligroso y más cuando tenía hambre- Raven… tendré que beber de ti en lo que dure el viaje…- dijo el vampiro una vez estuvieran los dos en su calesa para viajar. Lance se había tumbado cuan largo era en la pequeña cama improvisada por cojines y mantas, mientras los calentadores de brasas caldeaban el interior para Raven, hacía frío y llevaban mucho tiempo de viaje- Ven aquí….- ronronéo el vampiro con la única intención de que su mujer fuera a su lecho, así pasaban la mayor parte del tiempo, encamados, desnudos y fornicando como si no hubiera un mañana, ahora no tenían que mostrar reparos e incluso, al servicio, se le hacía incómodo en circunstancias escucharles.
Lance miró el barco que habían fletado una vez habían llegado al sur, El Sauvage estaba atracado, era de madera robusta y había sido uno de los más lujosos, de hecho, el camarote era digno de la nobleza de igual forma que la tripulación. No se trataba de gente de clase baja, marineros harapientos y malhablados, parecían corsarios al servicio de su majestad francesa, iban con casacas como los militares y les recibieron con el protocolo y la calurosa bienvenida que le habían prometido al conde- Soy el capitán Lefrent, un placer conocerles- dijo mientras subían de noche ambos recién casados. Lance cargaba en brazos a Raven, con el único pretexto de que cruzara en sus brazos cualquier nuevo umbral que se encontraran.
Cuando llegaron al camarote, sonrió al ver que habían dejado atrás la calesa de viaje, que más adelante retomaría y ahora disponían de una habitación y un espacio amplio para disfrutar. Cuando el servicio dejó en el camarote el equipaje y les dejaron solos, Lance se aseguró de que el cuervo estaba bien, de hecho, este acostumbraba a posarse sobre el hombre de Lance cuando le dejaba volar y Raven hacía alguna mueca en desaprobación- Eres tu quien me lo regaló, no voy a dejarlo solo en aquella mansión de piedra- dijo el conde dándole comida de nuevo. El cuervo agitó las alas y se llevó la comida a la jaula que era suya. Cuando acabó Lance decidió darse un refrigerio y se encontró con Raven, que había tenido la misma idea. Cuando vislumbró la silueta desnuda de su mujer, el conde la miró devorando con sus ojos lo que luego devoraría con su boca- Te juro por dios que no me importaría quedarme ciego ahora mismo, teniendo el recuerdo de tu cuerpo desnudo en mis ojos- susurró acercándose hasta ella y hundiendo la mano en su larga y sedosa melena, llevó sus labios hasta los de él para besarlos con intensidad, recreándose en el juego y el vaivén de su lengua para separase jadeante- No me cansaré de ti nunca- dijo mientras dejaba que sus dedos divagaran por el cuerpo desnudo de Raven y la obligaba a ponerla de rodillas, como amo y sumisa, como siempre. Esa noche la tomaría con fuerza, con doma y con lágrimas si hacía falta. Ese barco ahora era la prisión del sexo entre los recién casados.
Lance Galahad- Vampiro/Realeza
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Re: Dépendance || Lance Galahad
No sabía cómo lo había hecho él, siendo conde, para dejarlo todo listo en dos días que habían pasado desde la boda. Había finalizado todo el papeleo y cada uno de sus subordinados sabía perfectamente qué tarea le había sido asignada, ella –en cambio- aún estaba dando las últimas pinceladas a dicha preparación; acababa de adquirir, como quien dice, la biblioteca y era el peor de los momentos para alejarse de París siendo objetiva. Ante los gritos de insistencia de Lance firmó a todo correr la última de las cartas que debían ser enviadas a los empleados de la biblioteca y salió corriendo del palacio al encuentro del vampiro que esperaba ante el coche de caballos impaciente. -Tampoco he tardado tanto-, protestó al sentarse, teniendo que recolocar los mechones de su pelo debido a la carrera. Poco la duró el mosqueo al escuchar el viaje que había preparado para ella, podría ver todas aquellas maravillas en persona, la egipcia y la india eran dos de las antiguas culturas más ricas y soberbias que había visto el mundo, ahora podría disfrutarlas junto a él. Se acomodó en el suelo de la calesa y rebuscó entre los libros que había cogido hasta dar con el atlas al que tanto aprecio tenía, era obviamente un libro que tenía que llevarse consigo pues fuesen a donde fuesen allí tendría la información más relevante.
Poco tiempo la duró la lectura pues cuando el vampiro se cansó de atender a su nueva mascota la reclamó a ella. Daba gracias de tomar la sangre de su marido pues de lo contrario no habría podido aguantar la incansable lascivia de este, pero cada vez se le hacía más necesario beber de él y las dosis la parecían ridículas en comparación a sus ganas de sangre ajena. Todos los días apuntaba en el cuarderno que él la regaló sus experiencias referentes a la sangre, su sed, sus ganas de más y los cambios que notaba en sí misma. Desde el primer día sus sentidos se habían ido intensificando, notaba que escuchaba más y mejor, al igual que olía y distinguía olores que antes se la pasaban por completo; era más fuerte y resistía al dolor de una manera soberbia; y cada vez que Lance la mordía las heridas que creaba en su piel parecían cerrarse más rápido de lo normal… -¿Quieres leerlo? Puede que sea bueno que sepas cómo ha ido adaptándose mi cuerpo y mi mente a tu sangre-, le ofreció el cuaderno cuando acabó de escribir por ese día.
-Buenas noches capitán, el placer el nuestro-, sonrió y pasó en brazos de Lance hacia la zona de los camarotes. El principal, el que habían reservado y preparado para ellos era precioso. Las vidrieras decoraban dos de las cuatro paredes, la enorme cama con doseles era preciosa y aún tenían espacio para una bañera, escritorio y los baúles en los que llevaban sus ropajes. Rodó los ojos al ver al vampiro de nuevo preocupado por el pájaro que había decidido llevarse de viaje, -al final me arrepentiré-, dijo medio en broma medio en serio dejándoles solo y yendo al apartado que hacía las veces de baño. Se dio la vuelta cuando, a punto te meterse en la tina, no escuchó absolutamente nada en la habitación y se encontró con Lance tras ella apoyado en la pared, -eres tonto-, se echó a reír por la ocurrencia del vampiro y se dejó toquetear y besar por él gustosa. Lo que siguió no fue nada nuevo para ninguno de ellos pero sí probablemente la más intensa de las sesiones que habían tenido, al menos a solas. No hubo manera de escapar a las manos y la boca de Lance, pareciera como si tuviera más maneras de tocarla de las que realmente poseía. Disfrutó y sufrió los castigos por acabar antes de que él se lo permitiera, no una ni dos veces, sino toda la noche. A la mañana siguiente su cuerpo estaba tan cansado que lo pasó junto a él durmiendo, huyendo de la luz del sol y echa un ovillo en la cama.
Cuando aún quedaba algún rayo de sol pero empezaba a ponerse salió a cubierta, qué escena más maravillosa ver el sol empezar a esconderse en la línea del horizonte, sintió lástima de Lance, de que no pudiera disfrutarlo como ella y decidió que intentaría hacerle un cuadro con esa misma escena. Todos los farolillos del barco estaban encendidos y se reflejaban en el oscurísimo agua que los rodeaba, los más jóvenes de la tripulación estaban mascullando algo que no lograba entender y parecía que por su presencia se habían visto impedidos de hacer algo que deseaban, -¿qué ocurre capitán?-. La informó que era tradición en su tripulación que la primera noche en alta mar se lanzaran desde cubierta, lo consideraban un buen augurio para el resto de días navegando, una ofrenda al mar por decirlo así. -Saltemos entonces-, animó a los jóvenes que miraron al capitán dudosos; al ver que no arrancaban se quitó la bata que posó en la baranda y subió a la misma antes de dejarse caer al agua la primera de todos los que la siguieron. -¡está helada!-
Poco tiempo la duró la lectura pues cuando el vampiro se cansó de atender a su nueva mascota la reclamó a ella. Daba gracias de tomar la sangre de su marido pues de lo contrario no habría podido aguantar la incansable lascivia de este, pero cada vez se le hacía más necesario beber de él y las dosis la parecían ridículas en comparación a sus ganas de sangre ajena. Todos los días apuntaba en el cuarderno que él la regaló sus experiencias referentes a la sangre, su sed, sus ganas de más y los cambios que notaba en sí misma. Desde el primer día sus sentidos se habían ido intensificando, notaba que escuchaba más y mejor, al igual que olía y distinguía olores que antes se la pasaban por completo; era más fuerte y resistía al dolor de una manera soberbia; y cada vez que Lance la mordía las heridas que creaba en su piel parecían cerrarse más rápido de lo normal… -¿Quieres leerlo? Puede que sea bueno que sepas cómo ha ido adaptándose mi cuerpo y mi mente a tu sangre-, le ofreció el cuaderno cuando acabó de escribir por ese día.
-Buenas noches capitán, el placer el nuestro-, sonrió y pasó en brazos de Lance hacia la zona de los camarotes. El principal, el que habían reservado y preparado para ellos era precioso. Las vidrieras decoraban dos de las cuatro paredes, la enorme cama con doseles era preciosa y aún tenían espacio para una bañera, escritorio y los baúles en los que llevaban sus ropajes. Rodó los ojos al ver al vampiro de nuevo preocupado por el pájaro que había decidido llevarse de viaje, -al final me arrepentiré-, dijo medio en broma medio en serio dejándoles solo y yendo al apartado que hacía las veces de baño. Se dio la vuelta cuando, a punto te meterse en la tina, no escuchó absolutamente nada en la habitación y se encontró con Lance tras ella apoyado en la pared, -eres tonto-, se echó a reír por la ocurrencia del vampiro y se dejó toquetear y besar por él gustosa. Lo que siguió no fue nada nuevo para ninguno de ellos pero sí probablemente la más intensa de las sesiones que habían tenido, al menos a solas. No hubo manera de escapar a las manos y la boca de Lance, pareciera como si tuviera más maneras de tocarla de las que realmente poseía. Disfrutó y sufrió los castigos por acabar antes de que él se lo permitiera, no una ni dos veces, sino toda la noche. A la mañana siguiente su cuerpo estaba tan cansado que lo pasó junto a él durmiendo, huyendo de la luz del sol y echa un ovillo en la cama.
Cuando aún quedaba algún rayo de sol pero empezaba a ponerse salió a cubierta, qué escena más maravillosa ver el sol empezar a esconderse en la línea del horizonte, sintió lástima de Lance, de que no pudiera disfrutarlo como ella y decidió que intentaría hacerle un cuadro con esa misma escena. Todos los farolillos del barco estaban encendidos y se reflejaban en el oscurísimo agua que los rodeaba, los más jóvenes de la tripulación estaban mascullando algo que no lograba entender y parecía que por su presencia se habían visto impedidos de hacer algo que deseaban, -¿qué ocurre capitán?-. La informó que era tradición en su tripulación que la primera noche en alta mar se lanzaran desde cubierta, lo consideraban un buen augurio para el resto de días navegando, una ofrenda al mar por decirlo así. -Saltemos entonces-, animó a los jóvenes que miraron al capitán dudosos; al ver que no arrancaban se quitó la bata que posó en la baranda y subió a la misma antes de dejarse caer al agua la primera de todos los que la siguieron. -¡está helada!-
Raven G. Wallace- Esclavo de Sangre/Clase Alta
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Re: Dépendance || Lance Galahad
El sonido llegaba a través de un estado onírico alternativo a los oídos de Lance, de hecho abrió los ojos para percatarse de que estaba despierto y no soñando. El ruido y las risas de los marineros y el chapoteo del agua resonaban en la lejanía mientras Lance se incorporaba en la cama que aún tenía el calor y olor de su mujer. Elevó una ceja al alargar la mano y ver que estaba vacío y se incorporó, cogió un vaso vacío y tomó un whisky doble de un trago, un desayuno de campeones. Se puso una camisa blanca de lino, los pantalones de recreo y salió al encuentro de las primeras horas de noche. Cuando salió escuchó la risa de Raven entre el chapoteo y el capitán y todos se giraron ante el conde. Cuando se percató de que Raven chapoteaba junto a todos los marineros, esperó a que todos se quedaran en silencio y se percataran de su presencia, así era Lance, por mucho que quisera pasar desapercibido su presencia se notaba en cualquier parte. Una vez se encontró con la mirada de Raven, su rostro no cambió, siguió hierático y serio mientras volvía dentro del camarote, no sin antes coger un cabo enrollado y abandonado en el estribor del barco.
Se quedó sentado en una silla, practicando nudos con el cabo cuando vio llegar a Raven, levantó la mirada lentamente – Esto es para ti ¿qué pasó con la Raven tímida que conocí?¿Ahora le da por bañarse con una veintena de hombres sin su marido?¿Te he dado permiso para que otros puedan mirarte? Eres mía Raven y parece que has olvidado que me perteneces en cuerpo y alma- dijo acercándose hasta ella y pasando el cabo por sus muñecas para atarla. La dio azotes y la hizo el amor, fuerte, entre lágrimas y llegando casi a los límites. Crudo y fuerte, pero parecía poder aguantarlo lo cual le llamó la atención a Lance. Cuando terminaron, ofreció un cigarrillo a Raven y cuando fue a cogerlo lo alejó- Que no vuelva a ocurrir- dijo Lance dándole el cigarro después y besando su boca con la misma posesión que al principio.
En ese momento, el barco parecía estar en silencio, la mayoría debía estar durmiendo y el turno de noche estaba al mando. Elevó una ceja al notar que el barco no se movía mucho y se giró sobresaltado cuando empezó a sonar una campana de alerta- ¡Nos abordan!- gritó el capitán que estaba en el puente, los marineros llevaban pocas armas para defenderse, era un barco de travesía, pero los asaltantes parecían saber qué tipo de barco podían o no abordar. Miró a Raven y se llevó la mano a la boca para que guardara silencio. Cerró la puerta y cogió su bastón en la mano- Han decidido abordar el único barco que no pueden abordar- sonrió a Raven consciente de que aquellas palabras la tranquilizarían- Vístete y prepárate. No quiero que nadie más vea lo que me pertenece. Yo te protegeré- sentenció.
En ese momento escuchó el vaivén frenético de los pasos en la cubierta, un tragín muy ruidoso y el sonido del metal chocar, algún sonido de pólvora y justo en ese momento la puerta fue abierta con violencia. Lance estaba de pie sonriendo y mirando los detalles de su bastón, el capitán estaba siendo usado de escudo y con una espada en su cuello. Cuando Lance se abalanzó sobre ellos lo hizo con el bastón en mano y se zafó de dos de los que les atacaban y cuando entraron en la habitación los asaltantes se abalanzaron sobre Raven y sobre él. Para su sorpresa Raven parecía no necesitar ayuda, estaba siendo letal y usaba el abanico que le había regalado por la boda. Vio sus reflejos, su fuerza y resistencia y pensó que eso era nuevo en ella.
Cuando acabaron con todos los asaltantes, obviamente, Lance se acercó y ayudó a incorporarse al capitán y cuando le preguntó cómo era posible que les asaltaran, el capitán confesó que se acercaron para traer víveres, que empezaban a escasear por la larga travesía. Se disculpó y Lance le ordenó que registraran el otro barco, que saquearan lo que necesitaran y que le dieran la información del barco, en el primer puerto lo denunciarían.
Cuando estuvieron solos Lance se acercó a Raven para comprobar que estaba intacta y bien y una vez lo hizo se acercó al pequeño escritorio del camarote- Déjame leer tu diario, Raven. Hay algo que me escama de todo esto- dijo señalando a su alrededor, lleno de gente muerta o noqueada.
Se quedó sentado en una silla, practicando nudos con el cabo cuando vio llegar a Raven, levantó la mirada lentamente – Esto es para ti ¿qué pasó con la Raven tímida que conocí?¿Ahora le da por bañarse con una veintena de hombres sin su marido?¿Te he dado permiso para que otros puedan mirarte? Eres mía Raven y parece que has olvidado que me perteneces en cuerpo y alma- dijo acercándose hasta ella y pasando el cabo por sus muñecas para atarla. La dio azotes y la hizo el amor, fuerte, entre lágrimas y llegando casi a los límites. Crudo y fuerte, pero parecía poder aguantarlo lo cual le llamó la atención a Lance. Cuando terminaron, ofreció un cigarrillo a Raven y cuando fue a cogerlo lo alejó- Que no vuelva a ocurrir- dijo Lance dándole el cigarro después y besando su boca con la misma posesión que al principio.
En ese momento, el barco parecía estar en silencio, la mayoría debía estar durmiendo y el turno de noche estaba al mando. Elevó una ceja al notar que el barco no se movía mucho y se giró sobresaltado cuando empezó a sonar una campana de alerta- ¡Nos abordan!- gritó el capitán que estaba en el puente, los marineros llevaban pocas armas para defenderse, era un barco de travesía, pero los asaltantes parecían saber qué tipo de barco podían o no abordar. Miró a Raven y se llevó la mano a la boca para que guardara silencio. Cerró la puerta y cogió su bastón en la mano- Han decidido abordar el único barco que no pueden abordar- sonrió a Raven consciente de que aquellas palabras la tranquilizarían- Vístete y prepárate. No quiero que nadie más vea lo que me pertenece. Yo te protegeré- sentenció.
En ese momento escuchó el vaivén frenético de los pasos en la cubierta, un tragín muy ruidoso y el sonido del metal chocar, algún sonido de pólvora y justo en ese momento la puerta fue abierta con violencia. Lance estaba de pie sonriendo y mirando los detalles de su bastón, el capitán estaba siendo usado de escudo y con una espada en su cuello. Cuando Lance se abalanzó sobre ellos lo hizo con el bastón en mano y se zafó de dos de los que les atacaban y cuando entraron en la habitación los asaltantes se abalanzaron sobre Raven y sobre él. Para su sorpresa Raven parecía no necesitar ayuda, estaba siendo letal y usaba el abanico que le había regalado por la boda. Vio sus reflejos, su fuerza y resistencia y pensó que eso era nuevo en ella.
Cuando acabaron con todos los asaltantes, obviamente, Lance se acercó y ayudó a incorporarse al capitán y cuando le preguntó cómo era posible que les asaltaran, el capitán confesó que se acercaron para traer víveres, que empezaban a escasear por la larga travesía. Se disculpó y Lance le ordenó que registraran el otro barco, que saquearan lo que necesitaran y que le dieran la información del barco, en el primer puerto lo denunciarían.
Cuando estuvieron solos Lance se acercó a Raven para comprobar que estaba intacta y bien y una vez lo hizo se acercó al pequeño escritorio del camarote- Déjame leer tu diario, Raven. Hay algo que me escama de todo esto- dijo señalando a su alrededor, lleno de gente muerta o noqueada.
Lance Galahad- Vampiro/Realeza
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Re: Dépendance || Lance Galahad
Cuando vio a Lance observarles desde lo alto del barco toda la euforia dejó paso a la vergüenza absoluta y al sentimiento de culpa. Sabía que le había hecho enfadar con aquella actitud, ni ella misma se reconocía. Salió del agua pensando en una disculpa adecuada para una actuación poco adecuada para una mujer y menos de la que era ahora su condición de condesa. La ayudaron a regresar a cubierta y calada como estaba regresó a un camarote nada acogedor. La mirada de su marido dejaba claro su disgusto y ella se mantuvo en silencio acatando la reprimenda que se había ganado, lo que tuviera que decirle o pudiera explicar aquello lo tendría que guardar para más tarde. Lo recibió todo, cada azotaina, golpe, pellizco y mordisco; esa noche no estaban haciendo el amor, la estaba follando, la castigaba y había una gran diferencia. A pesar de ser amo y sumisa, de practicar un tipo de sexo que quizás a la mayoría de personas le horrorizaría, a su manera Lance era dulce y generoso con ella. Cada vez que tenían una sesión y azotaba alguna parte del cuerpo de Raven para sensibilizarlo luego se ocupaba de calmarla, sin embargo esa noche sería ella quien lamiera sus propias heridas. Cuando aquello finalizó, Raven sentía las piernas temblar, necesitaba recomponerse y agradeció poder echar mano a uno de sus cigarros, asintió tras la advertencia de Lance y le dio una profunda calada aún sentada en la cama, -no, amo-.
Apenas la dio tiempo a vestirse cuando el grito cortó el silencio de la noche, se irguió de golpe y miró a Lance, tragó saliva y recogió el abanico que este le había regalado tras la boda, con él en una mano y en la otra el único cuchillo que había en el camarote –el del queso- esperó tras su marido. Más que miedo era una sensación de impotencia al no ver qué ocurría en cubierta, al no poder hacer nada y simplemente esperar, hasta que la puerta del camarote se abrió de un golpe y comenzaron a entrar hombres. Sus atacantes parecían expertos en abordar barcos de travesía, iban bien armados y se notaba que no tenían otra profesión que la de piratear. Lance evitaba que la mayoría de ellos llegara a donde ella estaba, al fondo del camarote, pero eran demasiados incluso para él por lo que tuvo que hacer acopio de fuerzas y valor y defenderse de unos cuantos ella sola. Al contrario de lo que pensaba no era demasiado difícil noquearlos, herirlos o incluso matarlos, se movía más rápido que ellos y tenía la sensación de ver venir sus golpes a un ritmo lo suficientemente lento como para poder apartarse antes de que muchos de ellos la alcanzasen. Tanto Lance como el capitán y el resto de los marineros estaban luchando cuerpo a cuerpo por salvar el navío y a sus ocupantes, no parecía irles demasiado mal…
Cuando se deshizo del último de los piratas estaba ya en un estado de alteración y euforia poco aconsejable para cualquier humano, temblaba de la tensión que había acumulado y tenía una taquicardia considerable. Tan solo con el cuidado y la atención del vampiro fue recuperando su ritmo cardíaco normal, dejó el cuchillo ensangrentado y el abanico, en mismas condiciones, sobre una mesita y se sentó en la butaca. -No soy igual-, susurró, no sabía si para sí misma o como respuesta a las dudas de Lance. En el diario que le entregó aparecían detallados todos los cambios que había notado en algún momento desde que tomaba su sangre, lo descansada que estaba aún durmiendo solo dos horas, la resistencia que tenía al dolor… y ahora habría que añadir reflejos y fuerza. -Me está cambiando de alguna manera, creo que por eso antes me atreví a saltar con ellos a nadar, me hace ser más lanzada, menos temerosa-, trató de explicarse, -además de… esto-, añadió señalando a los hombres que ella sola había tumbado.
-Pero no vas a dejar de darme, ¿verdad? Yo quiero seguir tomándola, me hace bien…-, ¿era verdad o estaba simplemente tratando de manipular a la fuente de lo único que la hacía sentirse libre? Sin embargo y a pesar de sus esfuerzos por chantajear a Lance para que no retirara su dosis de sangre cayó dormida en cuanto se hizo un hueco en la butaca. Cuando amaneció estaba en la cama con Lance rodeando su cintura y el diario lleno de notas y líneas subrayadas, ahora el que estaba completamente dormido era Lance y por ello aprovechó la joven para comprar sus propias notas con las del conde. Las había sacado de uno de los libros que ella misma había decidido llevarse al viaje y por tanto sabía lo que significaba aquello. Lance se estaba planteando si era buena idea seguir con aquel intercambio de sangre, a él no le afectaba para nada negativo la de Raven, pero en ella surtía efectos variados y que no podían controlar del todo, eso no lo soportaba; pero según su lectura no era algo negativo del todo, no podría tener hijos, pero ¿acaso no era ya estéril, acaso no lo era Lance? Por lo demás solo parecía hacerla más fuerte, más longeva… No permitiría que la retirara su dosis.
Dispuesta a salirse con la suya y asegurar al vampiro el mejor de los despertares, le bajó el pantalón con sumo cuidado viendo maravillada como ya estaba duro, era increíble aquel hombre. Se cubrió con la sábana y se propuso que el primer sonido que saliera de los labios de su marido fuera un jadeo.
Apenas la dio tiempo a vestirse cuando el grito cortó el silencio de la noche, se irguió de golpe y miró a Lance, tragó saliva y recogió el abanico que este le había regalado tras la boda, con él en una mano y en la otra el único cuchillo que había en el camarote –el del queso- esperó tras su marido. Más que miedo era una sensación de impotencia al no ver qué ocurría en cubierta, al no poder hacer nada y simplemente esperar, hasta que la puerta del camarote se abrió de un golpe y comenzaron a entrar hombres. Sus atacantes parecían expertos en abordar barcos de travesía, iban bien armados y se notaba que no tenían otra profesión que la de piratear. Lance evitaba que la mayoría de ellos llegara a donde ella estaba, al fondo del camarote, pero eran demasiados incluso para él por lo que tuvo que hacer acopio de fuerzas y valor y defenderse de unos cuantos ella sola. Al contrario de lo que pensaba no era demasiado difícil noquearlos, herirlos o incluso matarlos, se movía más rápido que ellos y tenía la sensación de ver venir sus golpes a un ritmo lo suficientemente lento como para poder apartarse antes de que muchos de ellos la alcanzasen. Tanto Lance como el capitán y el resto de los marineros estaban luchando cuerpo a cuerpo por salvar el navío y a sus ocupantes, no parecía irles demasiado mal…
Cuando se deshizo del último de los piratas estaba ya en un estado de alteración y euforia poco aconsejable para cualquier humano, temblaba de la tensión que había acumulado y tenía una taquicardia considerable. Tan solo con el cuidado y la atención del vampiro fue recuperando su ritmo cardíaco normal, dejó el cuchillo ensangrentado y el abanico, en mismas condiciones, sobre una mesita y se sentó en la butaca. -No soy igual-, susurró, no sabía si para sí misma o como respuesta a las dudas de Lance. En el diario que le entregó aparecían detallados todos los cambios que había notado en algún momento desde que tomaba su sangre, lo descansada que estaba aún durmiendo solo dos horas, la resistencia que tenía al dolor… y ahora habría que añadir reflejos y fuerza. -Me está cambiando de alguna manera, creo que por eso antes me atreví a saltar con ellos a nadar, me hace ser más lanzada, menos temerosa-, trató de explicarse, -además de… esto-, añadió señalando a los hombres que ella sola había tumbado.
-Pero no vas a dejar de darme, ¿verdad? Yo quiero seguir tomándola, me hace bien…-, ¿era verdad o estaba simplemente tratando de manipular a la fuente de lo único que la hacía sentirse libre? Sin embargo y a pesar de sus esfuerzos por chantajear a Lance para que no retirara su dosis de sangre cayó dormida en cuanto se hizo un hueco en la butaca. Cuando amaneció estaba en la cama con Lance rodeando su cintura y el diario lleno de notas y líneas subrayadas, ahora el que estaba completamente dormido era Lance y por ello aprovechó la joven para comprar sus propias notas con las del conde. Las había sacado de uno de los libros que ella misma había decidido llevarse al viaje y por tanto sabía lo que significaba aquello. Lance se estaba planteando si era buena idea seguir con aquel intercambio de sangre, a él no le afectaba para nada negativo la de Raven, pero en ella surtía efectos variados y que no podían controlar del todo, eso no lo soportaba; pero según su lectura no era algo negativo del todo, no podría tener hijos, pero ¿acaso no era ya estéril, acaso no lo era Lance? Por lo demás solo parecía hacerla más fuerte, más longeva… No permitiría que la retirara su dosis.
Dispuesta a salirse con la suya y asegurar al vampiro el mejor de los despertares, le bajó el pantalón con sumo cuidado viendo maravillada como ya estaba duro, era increíble aquel hombre. Se cubrió con la sábana y se propuso que el primer sonido que saliera de los labios de su marido fuera un jadeo.
Raven G. Wallace- Esclavo de Sangre/Clase Alta
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Re: Dépendance || Lance Galahad
Soñaba con Raven cuando lograba conciliar el sueño. La imaginaba, sus gestos, su melena y sus labios. Y cuando abrió los ojos poco a poco, el que parecía el más extenso de los letargos le transportó a la realidad. Vio a Raven sobre sus piernas, el amo iba a protestar, pero ¿quién en su sano juicio lo haría? Ayudó con sus manos la cabeza ajena y el movimiento hasta que terminó. Empezaban a ser adictos el uno al otro en todos los aspectos, y el hecho de Raven empezaba a depender de su sangre resultó una sorpresa agradable. Su cuerpo se estaba manteniendo joven y su resistencia era admirable, e incluso Lance juraría que se estaba volviendo aún más hermosa ¿acaso eso era posible?
Estuvieron largo tiempo en la cama, en silencio, el olor del mar se filtraba en las grietas de la madera del barco y se mezclaba con el olor del tabaco de Raven, un olor que jamás podría olvidar en toda la eternidad. Les sacaron de su nube de felicidad cuando el capitán llamó a la puerta del camarote anunciando que habían llegado hasta Egipto. Lance había notado las temperaturas extremas de esa zona, las que había leído por libros y empezaba a anochecer cuando llegaron al puerto. Lance se vistió con colores neutros, y miró a Raven que había hecho lo mismo, aunque tenía que cubrir sus atributos femeninos. Fueron recibidos por un gran séquito que les llevó a la residencia en la que pasarían unos días, en Alejandría. Habían mantenido la esencia antigua de la cultura, estaba todo decorado pero manteniendo los lujos de la nobleza europea. Cuando llegaron a la habitación de piedra cálida, aún desprendía el calor que había absorbido por el día, olía a piedra caliente y junto al incienso encendido en la entrada de la habitación, fue una cálida bienvenida. En el centro había una mesa baja llena de dulces, té caliente y frutas. La cama era grande, llena de cojines de colores y con una pequeña cortina transparente, que Lance supuso que se trataba de darle un toque erótico a la cama, pero que en realidad lo que hacía era evitar que los mosquitos les picaran. Se instalaron rápido y una vez dejaron el equipaje, paseó por la estancia hasta llegar al baño. Una gran pila de agua templada estaba esperándoles, el calor de la habitación se podía notar en la humedad. Una vez allí, Lance se acercó a Raven que estaba en el balcón, en el que se veía el mar, la ciudad encendida y respirando cansada por el ajetreo del día- Voy a darme un baño, nos han preparado el agua- dijo sonriendo- Te sabe la piel a sal- susurró dejando un beso en el hombro antes de separarse- Había pensado en subir el Nilo, una pequeña travesía…- sugirió mientras se quitaba la ropa y entraba en el baño. Automáticamente el calor relajó y despejó su mente, y notó que a Raven también le ocurrió- Creo que han echado algún tipo de aceite al agua…-notaba el olor en la habitación- Pensaba que iban a prepararnos un baño de leche de burra- bromeó. Según parecía se había extendido la creencia de que la Reina Cleopatra tomaba baños en leche de burra. Era extravagante, pero no tanto como las leyendas de Bathory, una condesa bastante sangrienta. Habían descubierto muchas leyendas de ese tipo entre las fábulas mientras buscaban información de los vampiros y las diferentes relaciones que estos podían mantener.
Sentó a Raven en su regazo, dentro del baño y se quedó callado. Le gustaba que hablara con él, era una ratoncilla de biblioteca, se había pasado más tiempo entre libros que entre gente y estaba repleta de información valiosa y curiosa. Lance solía quedarse mirando a Raven, sobre todo esos labios que le volvían loco, en cada nueva historia que le contaban- Podemos intentar concertar alguna cena con alguno de esos arqueólogos que están de moda- volvió a sugerir el conde- He oído que hacen muchos descubrimientos entre las ruinas antiguas, e incluso muchos tesoros- dijo distraído mientras jugaba con sus dedos- Con uno de esos arqueólogos es con quien hablé por tu regalo de boda- dijo orgulloso- Las realezas de Europa se están volviendo locos por adquirir algún tesoro valioso del desierto- entornó la mirada. Era de dominio público que los Ingleses y los Franceses estaban venga a ir y venir, con un gran cargamento de tesoros, en algunas ocasiones trozo de paredes que estaban grabas con jeroglíficos, empezaba a ser una locura.
Estuvieron largo tiempo en la cama, en silencio, el olor del mar se filtraba en las grietas de la madera del barco y se mezclaba con el olor del tabaco de Raven, un olor que jamás podría olvidar en toda la eternidad. Les sacaron de su nube de felicidad cuando el capitán llamó a la puerta del camarote anunciando que habían llegado hasta Egipto. Lance había notado las temperaturas extremas de esa zona, las que había leído por libros y empezaba a anochecer cuando llegaron al puerto. Lance se vistió con colores neutros, y miró a Raven que había hecho lo mismo, aunque tenía que cubrir sus atributos femeninos. Fueron recibidos por un gran séquito que les llevó a la residencia en la que pasarían unos días, en Alejandría. Habían mantenido la esencia antigua de la cultura, estaba todo decorado pero manteniendo los lujos de la nobleza europea. Cuando llegaron a la habitación de piedra cálida, aún desprendía el calor que había absorbido por el día, olía a piedra caliente y junto al incienso encendido en la entrada de la habitación, fue una cálida bienvenida. En el centro había una mesa baja llena de dulces, té caliente y frutas. La cama era grande, llena de cojines de colores y con una pequeña cortina transparente, que Lance supuso que se trataba de darle un toque erótico a la cama, pero que en realidad lo que hacía era evitar que los mosquitos les picaran. Se instalaron rápido y una vez dejaron el equipaje, paseó por la estancia hasta llegar al baño. Una gran pila de agua templada estaba esperándoles, el calor de la habitación se podía notar en la humedad. Una vez allí, Lance se acercó a Raven que estaba en el balcón, en el que se veía el mar, la ciudad encendida y respirando cansada por el ajetreo del día- Voy a darme un baño, nos han preparado el agua- dijo sonriendo- Te sabe la piel a sal- susurró dejando un beso en el hombro antes de separarse- Había pensado en subir el Nilo, una pequeña travesía…- sugirió mientras se quitaba la ropa y entraba en el baño. Automáticamente el calor relajó y despejó su mente, y notó que a Raven también le ocurrió- Creo que han echado algún tipo de aceite al agua…-notaba el olor en la habitación- Pensaba que iban a prepararnos un baño de leche de burra- bromeó. Según parecía se había extendido la creencia de que la Reina Cleopatra tomaba baños en leche de burra. Era extravagante, pero no tanto como las leyendas de Bathory, una condesa bastante sangrienta. Habían descubierto muchas leyendas de ese tipo entre las fábulas mientras buscaban información de los vampiros y las diferentes relaciones que estos podían mantener.
Sentó a Raven en su regazo, dentro del baño y se quedó callado. Le gustaba que hablara con él, era una ratoncilla de biblioteca, se había pasado más tiempo entre libros que entre gente y estaba repleta de información valiosa y curiosa. Lance solía quedarse mirando a Raven, sobre todo esos labios que le volvían loco, en cada nueva historia que le contaban- Podemos intentar concertar alguna cena con alguno de esos arqueólogos que están de moda- volvió a sugerir el conde- He oído que hacen muchos descubrimientos entre las ruinas antiguas, e incluso muchos tesoros- dijo distraído mientras jugaba con sus dedos- Con uno de esos arqueólogos es con quien hablé por tu regalo de boda- dijo orgulloso- Las realezas de Europa se están volviendo locos por adquirir algún tesoro valioso del desierto- entornó la mirada. Era de dominio público que los Ingleses y los Franceses estaban venga a ir y venir, con un gran cargamento de tesoros, en algunas ocasiones trozo de paredes que estaban grabas con jeroglíficos, empezaba a ser una locura.
Lance Galahad- Vampiro/Realeza
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Re: Dépendance || Lance Galahad
Había leído lo suficiente como para saber que debía ir aún más cubierta en Egipto de lo que ya iba en Francia. Allí no eran bien vistas las mujeres descocadas, apenas se podía enseñar más que el rostro o las manos, eran fácilmente impresionables y nada quería menos que llamar la atención de alguien que no fuera su marido. Dicho lo cual, aun usando un vestido de algodón fino por el calor, se cubrió con un velo tanto el cabello como el escote y los hombros. A pesar de haber sido una travesía en las mejores condiciones y con un camarote más que perfecto ambos necesitaban descansar del vaivén del barco, permanecer un tiempo en tierra firme y poder pasear más de veinte metros. Miró desde la puerta de la terraza como los sirvientes dejaban sus cosas en la habitación y Lance curioseaba por la que sería su casa durante un tiempo, sonrió al verle con el ceño fruncido como siempre que estaba concentrado en algo y acabó por salir sola a la terraza. Nunca olvidaría aquella vista, ni el olor, el bullicio o la sensación de calor aun siendo ya de noche, se había enamorado de Egipto y acababa de llegar. No quería moverse del sitio, incluso cuando Lance salió a buscarla le costó un tiempo convencerse de que tendría más momentos como aquel, que no se lo iban a arrebatar, -adoro este lugar-. Le siguió al interior para darse ese baño de bienvenida junto a él, ambos se quitaron la ropa y rápidamente estaban sumergidos en un agua que olía como jamás había olido un baño que Raven hubiera tomado. -Puedes volver a París, yo me quedo aquí-, soltó antes de hundirse por completo en el agua y salir salpicándole con un chorro directo a su cara.
-¡Sí! He leído que es la major forma de poder visitar la mayoría de templos y yacimientos, mañana pediré que nos busquen un guía y un barco-, poco le había durado la idea de estar en tierra por tiempo indefinido. Vale, Raven era una lectura voraz, de cualquier cosa pero en cuanto a historia siempre la habían fascinado las culturas opuestas a la suya y por tanto los países como Egipto o India eran su perdición, podía ver in situ todo de lo que había leído tanto. -¿Tú crees que querrán venir con nosotros en el barco mañana?-, por supuesto que la idea era brillante pero un hombre que se dedicara a la arqueología, que buscara tesoros milenarios dudaba que quisiera hacer de guía para unos turistas en su luna de miel. -El barco es cosa mía, tú ocúpate de captar a alguno de esos que tienes más poder de convicción-, salió antes que él del baño y extendió la toalla para secarle con calma aunque hacía falta poco esfuerzo pues la temperatura ayudaba bastante. -Sé que no te hace falta pero yo necesito comer algo que no sea fruta, pan o queso… ¿Bajamos a cenar algo?-, puso su mejor cara de cachorro para que no pudiera negarse y cuando accedió dio un brinco y fue a escoger la ropa. La salida no solo suponía una cena sino poder conocer algo más de Alejandría.
Alucinó cuando abrió el armario y vio prendas que no eran suyas, se giró hacia Lance señalándolo, -¿esto es cosa tuya?-, podía ser del hotel… Eran vestidos, o mejor dicho kaftanes bordados con hilo de oro de todos los colores, lisos y estampados; todos con su pañuelo a juego para poder cubrirse en público. Escogió uno estampado con motivos florales de tonos rosados y granates, recogió el pelo en un moño bajo para que la fuera fácil cubrirlo y se puso un par de pulseras rígidas de oro, -¿estoy guapa?-, se dio una vuelta ante él antes de salir ambos por la puerta en busca de algún sitio bonito donde comer, Raven ya sabía lo que quería, algún lugar no turístico, de esos rincones mágicos con cojines en el suelo, velas, incienso… Y lo cierto es que no fue difícil encontrarlo, a dos calles del hotel pararon y tomaron sitio entre los cojines que abundaban en el suelo, -debes pedir tú-, susurró a Lance que normalmente esperaba a que lo hiciera ella primero, allí no era adecuado por lo que debería ser él quien hablase con el mesero. En esos países no estaban acostumbrados a las pieles claras, como la pálida de Raven y era lógico que les llamase la atención pero no era del todo cómodo, ahora entendía por qué se tapaban las mujeres, aquellos hombres parecían estar a la caza de una presa apetecible continuamente, miró a Lance pidiendo en silencio que la reclamara como suya para que se acabara aquel momento de incomodidad y pudieran disfrutar de la cena que tanto la apetecía.
-¡Sí! He leído que es la major forma de poder visitar la mayoría de templos y yacimientos, mañana pediré que nos busquen un guía y un barco-, poco le había durado la idea de estar en tierra por tiempo indefinido. Vale, Raven era una lectura voraz, de cualquier cosa pero en cuanto a historia siempre la habían fascinado las culturas opuestas a la suya y por tanto los países como Egipto o India eran su perdición, podía ver in situ todo de lo que había leído tanto. -¿Tú crees que querrán venir con nosotros en el barco mañana?-, por supuesto que la idea era brillante pero un hombre que se dedicara a la arqueología, que buscara tesoros milenarios dudaba que quisiera hacer de guía para unos turistas en su luna de miel. -El barco es cosa mía, tú ocúpate de captar a alguno de esos que tienes más poder de convicción-, salió antes que él del baño y extendió la toalla para secarle con calma aunque hacía falta poco esfuerzo pues la temperatura ayudaba bastante. -Sé que no te hace falta pero yo necesito comer algo que no sea fruta, pan o queso… ¿Bajamos a cenar algo?-, puso su mejor cara de cachorro para que no pudiera negarse y cuando accedió dio un brinco y fue a escoger la ropa. La salida no solo suponía una cena sino poder conocer algo más de Alejandría.
Alucinó cuando abrió el armario y vio prendas que no eran suyas, se giró hacia Lance señalándolo, -¿esto es cosa tuya?-, podía ser del hotel… Eran vestidos, o mejor dicho kaftanes bordados con hilo de oro de todos los colores, lisos y estampados; todos con su pañuelo a juego para poder cubrirse en público. Escogió uno estampado con motivos florales de tonos rosados y granates, recogió el pelo en un moño bajo para que la fuera fácil cubrirlo y se puso un par de pulseras rígidas de oro, -¿estoy guapa?-, se dio una vuelta ante él antes de salir ambos por la puerta en busca de algún sitio bonito donde comer, Raven ya sabía lo que quería, algún lugar no turístico, de esos rincones mágicos con cojines en el suelo, velas, incienso… Y lo cierto es que no fue difícil encontrarlo, a dos calles del hotel pararon y tomaron sitio entre los cojines que abundaban en el suelo, -debes pedir tú-, susurró a Lance que normalmente esperaba a que lo hiciera ella primero, allí no era adecuado por lo que debería ser él quien hablase con el mesero. En esos países no estaban acostumbrados a las pieles claras, como la pálida de Raven y era lógico que les llamase la atención pero no era del todo cómodo, ahora entendía por qué se tapaban las mujeres, aquellos hombres parecían estar a la caza de una presa apetecible continuamente, miró a Lance pidiendo en silencio que la reclamara como suya para que se acabara aquel momento de incomodidad y pudieran disfrutar de la cena que tanto la apetecía.
Raven G. Wallace- Esclavo de Sangre/Clase Alta
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Re: Dépendance || Lance Galahad
Cuando escuchó a Raven en la habitación con todos los vestidos y respondió a la pregunta con una sonrisa, apareció con una copa dorada en la mano que contenía un licor que bebían allí y dio un trago antes de explicarse- Solo desembolsé el dinero, no sabía que ropa sería la adecuada o no aquí- se encogió de hombros. Era tan europeo que entre la palidez de su rostro y su contraste en cultura y forma de vestir destacaba muchísimo. Contraste que fue eclipsado por la belleza de Raven al salir vestida de esa manera. Lance entrelazó la mano de su mujer y juntos fueron al lugar que les eligieron. Se sentía como pez fuera del agua, una vez se sentaron en esos cojines miró a su alrededor, siempre era elegante y estaba a la altura de las circunstancias, pero aquella cultura le costaba mucho y su humor empezaba a crisparse con tanta diferencia entre hombres y mujeres- Pues dime que quieres y lo pediré yo….- susurró mientras miraba al camarero que les fue a pedir la comanda- Tráiganos también unos dátiles- dijo recordando que a Raven le gustaron como bienvenida y después esperó a que se retirara- No entiendo esta cultura, es todo tan diferente. Me cuesta adaptarme… llevo cuatrocientos años siendo como soy- le confesó a su mujer, pero al ver que se quedaba callada y le estaba pidiendo con la mirada que le ayudara. Vio a los hombres mirándola con deseo y nada le molestó más que eso, estaban mirando algo que era suyo, que era de su propiedad. Apretó la mandíbula y entrelazó los dedos con los de Raven, tiró de ella y dio un beso en sus labios. Acaba de marcar y sellar lo que le pertenecía y si tenía que masacrarles a todos, por ella, estaría dispuesto a hacerlo.
Cuando llegó el camarero dispuso una serie de bandejas delante de ellos, utilizaban el latón y los metales dorados, a Lance le parecía incluso de mal gusto, servían té caliente como bebida y daba igual la hora que fuera- Cuando volvamos, pediré que haya una jarra de agua fresca solo para ti- dijo arrugando la nariz. Al conde también parecía molestarle los olores tan fuertes que usaban, además de tener los sentidos más desarrollados, solían echarle especias a todo, incluso al té. Miró como su mujer disfrutaba de la comida y vio que también levantaba alguna mirada, cuando el camarero pasó junto a ellos le llamó para explicarle qué estaba pasando. Al parecer no estaba bien visto que las mujeres tuvieran tanto apetito. Elevó una ceja y miró a Raven incrédulo por lo que estaba viendo de esa cultura- Menos mal que tienen arte, porque en cuanto a costumbres y protocolo esta gente sigue en la Edad Media- comentó.
Su mujer le conocía lo suficiente como saber que no podían alagar la cena, era preferible que hubieran ido a casa de algún diplomático o alguna de las personas influyentes. Cuando volvieron al hotel recibieron el correo que les había llegado desde su viaje, parecía que Raven tenía varias cartas, por la caligrafía parecía de su familia y probablemente la otra fuera de la biblioteca. En cambio, Lance, recibió alguna correspondencia del su delegado en el condado que le explicaba cómo había ido la semana y un comunicado que no tenía remitente. Al parecer, el conde había hablado en un momento con el guía y este se había puesto en contacto con uno de los arqueólogos que estaba llevando a cabo un estudio de los jeroglíficos cerca de las grandes pirámides. Les invitaba a visitarles y esperaban poder saciar su curiosidad así que Lance sonrió contento por que perderían de vista Alejandría- El arqueólogo ha accedido a recibirnos, tendremos que comprar una tienda para poder dormir cerca de la excavación, así que habrá que ir preparados. Mañana preguntaré que es lo que necesitamos y que nos lo preparen- Alargó la mano hacia su mujer y le entregó el papel para que lo leyera.
Cuando llegó el camarero dispuso una serie de bandejas delante de ellos, utilizaban el latón y los metales dorados, a Lance le parecía incluso de mal gusto, servían té caliente como bebida y daba igual la hora que fuera- Cuando volvamos, pediré que haya una jarra de agua fresca solo para ti- dijo arrugando la nariz. Al conde también parecía molestarle los olores tan fuertes que usaban, además de tener los sentidos más desarrollados, solían echarle especias a todo, incluso al té. Miró como su mujer disfrutaba de la comida y vio que también levantaba alguna mirada, cuando el camarero pasó junto a ellos le llamó para explicarle qué estaba pasando. Al parecer no estaba bien visto que las mujeres tuvieran tanto apetito. Elevó una ceja y miró a Raven incrédulo por lo que estaba viendo de esa cultura- Menos mal que tienen arte, porque en cuanto a costumbres y protocolo esta gente sigue en la Edad Media- comentó.
Su mujer le conocía lo suficiente como saber que no podían alagar la cena, era preferible que hubieran ido a casa de algún diplomático o alguna de las personas influyentes. Cuando volvieron al hotel recibieron el correo que les había llegado desde su viaje, parecía que Raven tenía varias cartas, por la caligrafía parecía de su familia y probablemente la otra fuera de la biblioteca. En cambio, Lance, recibió alguna correspondencia del su delegado en el condado que le explicaba cómo había ido la semana y un comunicado que no tenía remitente. Al parecer, el conde había hablado en un momento con el guía y este se había puesto en contacto con uno de los arqueólogos que estaba llevando a cabo un estudio de los jeroglíficos cerca de las grandes pirámides. Les invitaba a visitarles y esperaban poder saciar su curiosidad así que Lance sonrió contento por que perderían de vista Alejandría- El arqueólogo ha accedido a recibirnos, tendremos que comprar una tienda para poder dormir cerca de la excavación, así que habrá que ir preparados. Mañana preguntaré que es lo que necesitamos y que nos lo preparen- Alargó la mano hacia su mujer y le entregó el papel para que lo leyera.
Lance Galahad- Vampiro/Realeza
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Re: Dépendance || Lance Galahad
Notaba el humor de Lance cambiando y no precisamente a mejor, el calor y la diferencia culturar hacían meya en él y eso que acababan de llegar. Quería calmarle, colocarse entre sus piernas y cenar apoyada en su pecho pero lo más seguro es que les hubieran llamado la atención por lo que se mantuvo a distancia y procuró no levantar la vista de la mesa que compartían. A pesar del disgusto de su marido por el destino escogido para su luna de miel ella estaba en la gloria, toda la comida era deliciosa –y eso que ella no era conocida precisamente por su buen apetito-, la mezcla de sabores hacía de cada bocado una explosión en la boca y siempre encontraba un regustillo diferente en cada bocado. -Se llama té moruno y pienso comprarme bolsas para llevar a París y tomar allí-, la mezcla de la hierbabuena y el té en sí mismo era dulce pero sin recargar, delicioso y eso por no hablar de los dátiles, ¿cómo es que no se vendían en Francia? Si ella siempre había tenido tendencia a comer poco y para una vez que disfrutaba argumentaban que era de mal gusto, entendió el mal genio del conde pero le tranquilizó intentando explicar el porqué de esa diferencia entre hombres y mujeres. -Todo viene por su religión, tienen unas creencias muy arraigadas y el hombre es el soporte de la familia, el que debe ser respetado-, no distaba tanto del catolicismo europeo, -pero de un modo bastante más estricto que en Europa, no se las puede ver más que el rostro –en los mejores casos, ya que normalmente solo muestran los ojos-, y el cabello se entiende como una parte erótica del cuerpo femenino-. No era una experta en el tema ni mucho menos pero sí había leído sobre ello y si podía compartirlo con Lance lo haría.
Una vez acabaron la cena y fueron dando un paseo de vuelta al hotel, Raven continuó charlando con el vampiro, -en cierto modo y dejando de lado la inferioridad de la mujer, puede ser romántico-, ante la mirada de incredulidad de Lance no pudo más que reír, -me refiero a que solo se dejan ver realmente ante sus maridos o familiares, ningún hombre puede disfrutar de ellas. ¿Eso también te parece mal?-, preguntó de manera algo más coqueta. Quizás había puesto la información en la mesa de una manera diferente a cómo solía verse y así Lance planteárselo sin prejuicios. Una vez en la recepción les entregaron sus correspondientes cartas recibidas y ambos subieron a la habitación a leer y contestar si era necesario. Ahora que era una mujer de negocios gran parte de su tiempo se iba en organizar la distribución de espacios en la biblioteca, la contratación de personal, buscar financiación… Y en esos días que no iba a estar en París personalmente había dejado los datos de los lugares en los que sabía que se hospedaría para que enviaran carta si había algún problema o simplemente dudas en el modo de proceder. Cada uno se puso en uno de los escritorios, pluma en mano listos para responder las misivas. Las referentes la llevaron algo más de tiempo, ya que sin los documentos delante para poder organizarse tenía que tirar de memoria, pero la que le habían enviado su madre y hermana fue tan amorosa que terminó de escribirla en diez minutos.
En el momento en que estaba guardando las cartas Lance posó una sobre el escritorio para que la leyera, -¿de verdad? ¡Es maravilloso!-, saltó de la silla para lanzarse sobre él. Eso sí que sería una aventura. -Vamos a poder hablar con un arqueólogo y vamos a poder ver la excavación, ¿crees que nos dejarán ayudarles? Me encantaría entrar en alguna tumba o desenterrar algo-, volvía a sentir esa excitación por puro amor al país en el que se encontraban. Sin embargo, el cansancio acumulado del viaje hizo meya en ella antes de lo deseado y acabó dormida al minuto de haberse tumbado en la cama.
A la mañana siguiente sintió una debilidad que no había experimentado antes y al ver a Lance recostado junto a ella supo de qué se trataba. -Lance-, le movió con suavidad esperando despertarle pero no de mala manera, -tengo hambre-, por su nerviosismo y la manera en que lo dijo no dejaba posibilidad de dudas; no se refería a comida sino a la sangre de su amo y marido. Empezaba a necesitarla, ya no era un intercambio meramente sexual, romántico o de entrega; era adicta a sus dosis de sangre. -No, no me pongas esa cara, ya hablaremos de ello si quieres pero ahora ¡dámela!-, estaba ansiosa por beberla, rabiosa y no tenía paciencia para las charlas de Lance sobre qué era lo correcto. Una vez que la obtuvo se fue al año a darse un baño y al regresar al saloncito de la suite encontró todo tipo de frutas para desayunar y a una pareja que les había llevado todo lo necesario para los días que pasarían en la excavación, -¿vendrán con nosotros?-, preguntó a su marido cuando les despidió y se puso a mirar la ropa que le habían llevado con mal gesto.
Una vez acabaron la cena y fueron dando un paseo de vuelta al hotel, Raven continuó charlando con el vampiro, -en cierto modo y dejando de lado la inferioridad de la mujer, puede ser romántico-, ante la mirada de incredulidad de Lance no pudo más que reír, -me refiero a que solo se dejan ver realmente ante sus maridos o familiares, ningún hombre puede disfrutar de ellas. ¿Eso también te parece mal?-, preguntó de manera algo más coqueta. Quizás había puesto la información en la mesa de una manera diferente a cómo solía verse y así Lance planteárselo sin prejuicios. Una vez en la recepción les entregaron sus correspondientes cartas recibidas y ambos subieron a la habitación a leer y contestar si era necesario. Ahora que era una mujer de negocios gran parte de su tiempo se iba en organizar la distribución de espacios en la biblioteca, la contratación de personal, buscar financiación… Y en esos días que no iba a estar en París personalmente había dejado los datos de los lugares en los que sabía que se hospedaría para que enviaran carta si había algún problema o simplemente dudas en el modo de proceder. Cada uno se puso en uno de los escritorios, pluma en mano listos para responder las misivas. Las referentes la llevaron algo más de tiempo, ya que sin los documentos delante para poder organizarse tenía que tirar de memoria, pero la que le habían enviado su madre y hermana fue tan amorosa que terminó de escribirla en diez minutos.
En el momento en que estaba guardando las cartas Lance posó una sobre el escritorio para que la leyera, -¿de verdad? ¡Es maravilloso!-, saltó de la silla para lanzarse sobre él. Eso sí que sería una aventura. -Vamos a poder hablar con un arqueólogo y vamos a poder ver la excavación, ¿crees que nos dejarán ayudarles? Me encantaría entrar en alguna tumba o desenterrar algo-, volvía a sentir esa excitación por puro amor al país en el que se encontraban. Sin embargo, el cansancio acumulado del viaje hizo meya en ella antes de lo deseado y acabó dormida al minuto de haberse tumbado en la cama.
A la mañana siguiente sintió una debilidad que no había experimentado antes y al ver a Lance recostado junto a ella supo de qué se trataba. -Lance-, le movió con suavidad esperando despertarle pero no de mala manera, -tengo hambre-, por su nerviosismo y la manera en que lo dijo no dejaba posibilidad de dudas; no se refería a comida sino a la sangre de su amo y marido. Empezaba a necesitarla, ya no era un intercambio meramente sexual, romántico o de entrega; era adicta a sus dosis de sangre. -No, no me pongas esa cara, ya hablaremos de ello si quieres pero ahora ¡dámela!-, estaba ansiosa por beberla, rabiosa y no tenía paciencia para las charlas de Lance sobre qué era lo correcto. Una vez que la obtuvo se fue al año a darse un baño y al regresar al saloncito de la suite encontró todo tipo de frutas para desayunar y a una pareja que les había llevado todo lo necesario para los días que pasarían en la excavación, -¿vendrán con nosotros?-, preguntó a su marido cuando les despidió y se puso a mirar la ropa que le habían llevado con mal gesto.
Raven G. Wallace- Esclavo de Sangre/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/10/2017
Re: Dépendance || Lance Galahad
Se había percatado de la necesidad inminente que tenía Raven hacia la sangre de Lance. Se había vuelto dependiente, adicta a su sangre, como él lo estaba de la de ella. Le había contagiado el frenesí por la sangre y cuando vio la necesidad en sus ojos, no pudo negárselo. ¿De verdad Lance se iba a plantear saciar la sed de Raven? Eso jamás pasaría- Raven, tenemos que hablar de ello. No porque lo recrimine, sino porque esto te está afectando a todos los niveles, tanto físicos como mentales- la voz de Lance no anunciaba preocupación, sino curiosidad- Estoy contento de haber encontrado otro lazo de unión contigo- besó los labios ajenos para terminar la conversación que parecía incomodarla y le dio el diario que le había mandado- Escribe todo esto- señaló justo cuando se levantaba e iba a la puerta. Al parecer ya estaba todo previsto y listo para la expedición arqueológica- No vendrán, se quedarán aquí. Iremos con el guía del otro día y los únicos que nos encontraremos serán los arqueólogos y su equipo- analizó la mirada de Raven y llevó el índice a la frente ajena, señaló el ceño fruncido de su mujer y después observó la ropa que había - ¿Qué le pasa?- dijo sin comprender. Era fácil para él no ver que ocurría, pues se pondría una camisa, unos pantalones cómodos y unas botas cómodas. A diferencia de Raven, que parecía disfrutar cada vez más de la moda y de la libertad que le había sido vetada en su vida anterior.
Después de un cambio de ropa, unas compras rápidas y adecentar la cobertura solar para Lance, ambos se dirigieron directos al barco que les llevaría Nilo arriba. Ya hacía calor y aún no había alcanzado el sol la mayor temperatura, pero una vez que estaban en el barco, Lance miró de reojo a su mujer- Esta vez ni se te ocurra saltar al agua. Puede haber cocodrilos y no puedo tirarme a salvarte- y todo lo que había dicho era verdad, no intentaba hacerla sentir culpable por lo que pasó el otro día, sino hacerle ver que ese comportamiento estaba fuera de lugar ahí porque podría ser peligroso.
Cuando llevaron a tierra, había pasado el mediodía, se pusieron la ropa para montar, la cual cubría la totalidad de la piel de Lance, e incluso habían encontrado esas lentes oscuras para evitar los rayos de sol. Parecía que funcionaba, pero aun así, el vampiro lo pasó mal hasta que se escondió el sol. Las temperaturas extremas tampoco parecían importar al conde, pero si incomodar a Raven y a los que viajaban con ellos- Estamos aún lejos, llegaremos de noche- dijo uno de los guías. Lance asintió y no dijo palabra, los camellos que montaban tenían un vaivén y un paso lento, pero se había acostumbrado a ello, al fin y al cabo, un vampiro no tenía ninguna prisa, para él el tiempo no era lineal, era superfluo- Ven conmigo- dijo Lance a Raven, que estaba agotada por el viaje. Esperó a que accediera, ahora el camello de Lance les llevaba a los dos, Raven estaba abrazada a él y podía dormir hasta que llegaran, mientras que el camello de Raven ahora servía de animal de carga.
Era muy entrada la madrugada y hacía mucho frío, cuando vieron a lo lejos las hogueras del campamento arqueológico- Despierta pequeña- llamó con suavidad a su mujer. A lo lejos un pequeño grupo de hombres se estaban agolpando delante de ellos, algunos estaban armados pero los guías empezaron a hablar en árabe y estos rápidamente se relajaron- Soy el Profesor Blackwell- se presentó un hombre mayor, vestido con ropas claras y con gafas de contacto. Su acento era británico- Ruego que nos disculpe mi lord. Hay mucho forastero por aquí, el primer día perdimos a dos muchachos, por eso tuvimos que armarnos- se excusó el hombre mientras ayudaba a bajar a Raven y después a él- Soy Lancelot Galahad y esta es mi mujer, Raven. Ambos somos seguidores de su trabajo y nos gustaría conocerlo de primera mano- dijo el conde, pero en cuanto presentó a Raven la mirada del profesor rápidamente se posó en ella- ¿Hay algo que podamos hacer para que su estancia sea más confortable? Por favor, acérquese al fuego-indicó el profesor con cierta ansiedad y excitación- Mis muchachos ahora mismo montarán su tienda para que descansen. Sé por experiencia que el viaje es largo- volvió a decir. Y en ese momento, Lance sintió un mal presentimiento, aquel profesor le traería problemas, lo sabía. Y más tarde tendría que hablar con Raven para advertirla, a no ser que ella tuviera la misma intuición que él.
Después de un cambio de ropa, unas compras rápidas y adecentar la cobertura solar para Lance, ambos se dirigieron directos al barco que les llevaría Nilo arriba. Ya hacía calor y aún no había alcanzado el sol la mayor temperatura, pero una vez que estaban en el barco, Lance miró de reojo a su mujer- Esta vez ni se te ocurra saltar al agua. Puede haber cocodrilos y no puedo tirarme a salvarte- y todo lo que había dicho era verdad, no intentaba hacerla sentir culpable por lo que pasó el otro día, sino hacerle ver que ese comportamiento estaba fuera de lugar ahí porque podría ser peligroso.
Cuando llevaron a tierra, había pasado el mediodía, se pusieron la ropa para montar, la cual cubría la totalidad de la piel de Lance, e incluso habían encontrado esas lentes oscuras para evitar los rayos de sol. Parecía que funcionaba, pero aun así, el vampiro lo pasó mal hasta que se escondió el sol. Las temperaturas extremas tampoco parecían importar al conde, pero si incomodar a Raven y a los que viajaban con ellos- Estamos aún lejos, llegaremos de noche- dijo uno de los guías. Lance asintió y no dijo palabra, los camellos que montaban tenían un vaivén y un paso lento, pero se había acostumbrado a ello, al fin y al cabo, un vampiro no tenía ninguna prisa, para él el tiempo no era lineal, era superfluo- Ven conmigo- dijo Lance a Raven, que estaba agotada por el viaje. Esperó a que accediera, ahora el camello de Lance les llevaba a los dos, Raven estaba abrazada a él y podía dormir hasta que llegaran, mientras que el camello de Raven ahora servía de animal de carga.
Era muy entrada la madrugada y hacía mucho frío, cuando vieron a lo lejos las hogueras del campamento arqueológico- Despierta pequeña- llamó con suavidad a su mujer. A lo lejos un pequeño grupo de hombres se estaban agolpando delante de ellos, algunos estaban armados pero los guías empezaron a hablar en árabe y estos rápidamente se relajaron- Soy el Profesor Blackwell- se presentó un hombre mayor, vestido con ropas claras y con gafas de contacto. Su acento era británico- Ruego que nos disculpe mi lord. Hay mucho forastero por aquí, el primer día perdimos a dos muchachos, por eso tuvimos que armarnos- se excusó el hombre mientras ayudaba a bajar a Raven y después a él- Soy Lancelot Galahad y esta es mi mujer, Raven. Ambos somos seguidores de su trabajo y nos gustaría conocerlo de primera mano- dijo el conde, pero en cuanto presentó a Raven la mirada del profesor rápidamente se posó en ella- ¿Hay algo que podamos hacer para que su estancia sea más confortable? Por favor, acérquese al fuego-indicó el profesor con cierta ansiedad y excitación- Mis muchachos ahora mismo montarán su tienda para que descansen. Sé por experiencia que el viaje es largo- volvió a decir. Y en ese momento, Lance sintió un mal presentimiento, aquel profesor le traería problemas, lo sabía. Y más tarde tendría que hablar con Raven para advertirla, a no ser que ella tuviera la misma intuición que él.
Lance Galahad- Vampiro/Realeza
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Re: Dépendance || Lance Galahad
¿Qué le pasaba a la ropa? Pues que se iba a morir de calor con absolutamente cada centímetro de su cuerpo cubierto. Negó ante su pregunta pues no quería sacar pegas a algo tan nimio como eso teniendo en cuenta el viaje que emprenderían para saciar su curiosidad. Raven no podía dejar de valorar el riesgo que suponía para Lance moverse en un país como aquel durante el día, a pesar de que llevaban siempre sombrillas o eran porteados en literas móviles siempre existía el riesgo de que una de las telas se volase o alguien lo moviera sin querer; y aun así no le escuchó quejarse ni una vez, habría de compensarle en algún momento por ello.
Conocía de sobra los peligros que albergaba Egipto, la fauna era tan maravillosa como letal y los cocodrilos del Nilo eran conocidos mundialmente –para aquellos que leían- como los más grandes del mundo. No pensaba poner un pie en aquellas aguas pero fue tierna la preocupación del vampiro por ella. Era curioso como a pesar de no ser el caballero que todas deseaban como maridos, y sin él mismo saberlo acababa siendo el más protector y atento que nadie podía querer.
Era alucinante el cambio de temperatura que experimentaron desde que se puso el sol. Pasaron de cerca de treinta y cinco grados a estar por debajo de cero, los guías estaban más que acostumbrados y con ponerse una capa más de ropa parecían haber solucionado el tema del frío pero Raven empezaba a sentirse mal, tanto por la temperatura como por el cansancio acumulado del viaje; por lo que agradeció la llamada de Lance y no tardó en colocarse entre sus piernas y hacer el resto del camino resguardada y dormida. La recepción a su llegada no fue, de entrada, lo que ninguno de los dos hubiera esperado pero rápidamente las cosas se calmaron y pudieron cenar algo mientras se preparaba su tienda. -Es tarde profesor, debería retirarse, ha sido un detalle que nos recibiera personalmente-, lo que quería era irse con Lance a descansar y no ponerse a charlar junto a la hoguera. Seguramente si eso mismo lo hubiera dicho Lance, el profesor se lo habría tomado como una excusa para perderle de vista pero parecía tener cierta preferencia o fascinación por Raven y enseguida estuvieron solos. Tapó la boca al vampiro en cuanto fue así y le sonrió, a pesar de todo el cansancio y el sueño que tenía, -se lo que vas a decir. Tendré cuidado-, para ella era fácil leer el rostro de Lance y viceversa. Raven había pasado la mayor parte de su vida sometida a los deseos de sus amos y conocía muy bien la diferencia entre generosidad y educación, y deseo encubierto.
Cuando llegaron a la tienda, sin bien no tenía nada que ver con el hotel, ambos se llevaron una agradable sorpresa. La cama era bastante amplia, aunque casi a ras de suelo, con mosquiteras y contaban con un armario para dejar sus cosas, así como con una tina que llenarían de agua cuando lo pidieran; el suelo estaba cubierto por alfombras por completo por lo que ni una gota de arena se notaba al pisar. -Tiene su encanto-, colocó las mantas que habían dejado junto a la cama sobre esta y se metió lista para dormir las pocas horas que les quedaban hasta el amanecer. Una vez la luz nuevamente inundó todo, y aunque aun notaba el cansancio, se levantó de la cama a pedir que les llenaran la tina para asearse antes de salir. -Buenos días conde Galahad-, saludó desde la bañera cuando le vio desperezarse en la cama, no tardó en unirse al baño ajeno y tuvo que cortarle para que aquello no se alargara más de lo debido. -Hoy van a entrar en las tumbas e iré con ellos, no me puedo entretener más. Ya me están esperando-, explicó mientras se secaba y vestía. De nuevo se encontró con aquella mirada seria y taciturna del vampiro, la misma de la noche anterior, -Lance, me viste en el barco, nos atacaron y pude defenderme. Estaré bien si pasa algo-, le prometió junto con un beso antes de salir de la tienda. -Buenos días profesor, cuando digáis-.
Conocía de sobra los peligros que albergaba Egipto, la fauna era tan maravillosa como letal y los cocodrilos del Nilo eran conocidos mundialmente –para aquellos que leían- como los más grandes del mundo. No pensaba poner un pie en aquellas aguas pero fue tierna la preocupación del vampiro por ella. Era curioso como a pesar de no ser el caballero que todas deseaban como maridos, y sin él mismo saberlo acababa siendo el más protector y atento que nadie podía querer.
Era alucinante el cambio de temperatura que experimentaron desde que se puso el sol. Pasaron de cerca de treinta y cinco grados a estar por debajo de cero, los guías estaban más que acostumbrados y con ponerse una capa más de ropa parecían haber solucionado el tema del frío pero Raven empezaba a sentirse mal, tanto por la temperatura como por el cansancio acumulado del viaje; por lo que agradeció la llamada de Lance y no tardó en colocarse entre sus piernas y hacer el resto del camino resguardada y dormida. La recepción a su llegada no fue, de entrada, lo que ninguno de los dos hubiera esperado pero rápidamente las cosas se calmaron y pudieron cenar algo mientras se preparaba su tienda. -Es tarde profesor, debería retirarse, ha sido un detalle que nos recibiera personalmente-, lo que quería era irse con Lance a descansar y no ponerse a charlar junto a la hoguera. Seguramente si eso mismo lo hubiera dicho Lance, el profesor se lo habría tomado como una excusa para perderle de vista pero parecía tener cierta preferencia o fascinación por Raven y enseguida estuvieron solos. Tapó la boca al vampiro en cuanto fue así y le sonrió, a pesar de todo el cansancio y el sueño que tenía, -se lo que vas a decir. Tendré cuidado-, para ella era fácil leer el rostro de Lance y viceversa. Raven había pasado la mayor parte de su vida sometida a los deseos de sus amos y conocía muy bien la diferencia entre generosidad y educación, y deseo encubierto.
Cuando llegaron a la tienda, sin bien no tenía nada que ver con el hotel, ambos se llevaron una agradable sorpresa. La cama era bastante amplia, aunque casi a ras de suelo, con mosquiteras y contaban con un armario para dejar sus cosas, así como con una tina que llenarían de agua cuando lo pidieran; el suelo estaba cubierto por alfombras por completo por lo que ni una gota de arena se notaba al pisar. -Tiene su encanto-, colocó las mantas que habían dejado junto a la cama sobre esta y se metió lista para dormir las pocas horas que les quedaban hasta el amanecer. Una vez la luz nuevamente inundó todo, y aunque aun notaba el cansancio, se levantó de la cama a pedir que les llenaran la tina para asearse antes de salir. -Buenos días conde Galahad-, saludó desde la bañera cuando le vio desperezarse en la cama, no tardó en unirse al baño ajeno y tuvo que cortarle para que aquello no se alargara más de lo debido. -Hoy van a entrar en las tumbas e iré con ellos, no me puedo entretener más. Ya me están esperando-, explicó mientras se secaba y vestía. De nuevo se encontró con aquella mirada seria y taciturna del vampiro, la misma de la noche anterior, -Lance, me viste en el barco, nos atacaron y pude defenderme. Estaré bien si pasa algo-, le prometió junto con un beso antes de salir de la tienda. -Buenos días profesor, cuando digáis-.
Raven G. Wallace- Esclavo de Sangre/Clase Alta
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Re: Dépendance || Lance Galahad
Cuando la vio marchar supo que algo iba a ir mal. La luz era cálida y se filtraba por la tela porosa de la tienda. Eso retroceder al vampiro y apretar la mandíbula de importancia. No soportaba perder el control de una situación y menos por una debilidad suya. Cerró los ojos intentando concentrarse y se dejó caer en la cama que minutos antes había compartido con Raven. La escuchaba hablar con el murmullo de los hombres y del arqueólogo. Sacó un libro para entretener la mente, pero su subconsciente hizo que se rindieran los sentidos para no perder atención de lo que sucedía con Raven. Cerró los ojos y se sentó de piernas cruzadas en el suelo de la tienda. Ahora solo su oído le servía y eso le ponía de mal humor. De hecho, para estar concentrado en el sentido auditivo, sus manos se cerraban sobre sus rodillas de una forma violenta y tensa. Siempre que Raven se separaba de él pasaba algo malo. Recordó lo que le dijo antes de marcharse, sabía cuidarse y gracias a su sangre estaba empezando a obtener muchas de las habilidades de los vampiros sin convertirse en uno de ellos. Lo cual le planteó ahora una duda terrible, dada la situación. ¿Quería condicionar a Raven con el sol? Se preguntó a sí mismo. Él tenía que ir envuelto en telas gruesas que no permitieran pasar el sol. Tenía una barrera de debilidad entre el mundo de Raven y el suyo y eso no le gustaba nada.
Escuchó los pasos alejarse hasta que se quedó solo en el campamento. Escuchaba el murmullo del viento chocar con las cuerdas de las tiendas y cómo estas se sacudían al contacto. Se dejó caer con un suspiro de sumisión ante aquel problema.
Como el tiempo era relativo para un vampiro, tardó en darse cuenta lo tarde que era. Había empezado anochecer y cuando notó que el sol se ocultaba por la última duna, por fin salió de la tienda y miró a su alrededor. Estaba completamente solo, el campamento estaba desértico y el clima inamovible. Se paseó entre la pira que usaban para calentarlo y se le ocurrió hacerlo a él, pensó en que Raven estaría fría y cansada después de todo el día por ahí y empezó a notar la sed eterna en su garganta. Una vez el fuego empezó a avivarse se alejó de allí para encontrar un par de arcones de madera de pino, en su interior había paja que mantenía lo que fuera que hubiese fresco. Miró la marca a fuego del arcón y vio que se trataba de armas. Mosquetes en su mayoría. Elevó una ceja y cogió una de esas armas, eran nuevas y británicas. Estaban bien engrasadas y la mecha estaba nueva. ¿Para qué querían unos arqueólogos armas de un regimiento? Se preguntó. De nuevo ese escalofrío recorrió su espalda augurando un mal presagio.
Se volteó y fue hasta la tienda del profesor. Paseó la mirada por encima de la tienda, parecía impecable, así que se acercó hasta el pequeño arcón con cajoncitos y empezó a rebuscar. Entre las anotaciones de excavaciones y mapas, aparecía una serie de cartas, sin remitente. Parecían entregadas en mano y la caligrafía era perfecta
Cerró el puño en su mano, arrugó el papel y cerró los ojos. Era una trampa desde el principio y no sólo eso. La persona que escribió eso tenía consciencia de la naturaleza del vampiro y de sus debilidades. Así que la única carta que tenía era el “ataque sorpresa”. Sin embargo, escuchó el silbido de una bala perforando el aire que rasgó la tienda de la campaña y partió uno de los mástiles que le elevaban. El sonido de un disparo le hizo agacharse y guardar la carta en su traje. Salió corriendo de la tienda y de una patada apagó el fuego que había encendido, ahora la oscuridad le amparaba- ¿Dónde está mi mujer?- preguntó con una voz autoritaria y terrible.
Recibió otro disparo como contestación y entre las sombras apareció el profesor Blackwell- Me temo que su esposa no le acompañará más. Ahora mismo está en una cripta encerrada en vida. Esperando a que mi benefactor venga a por ella- el profesor hablaba con calma, mientras introducía una serie de bolas en el mosquete y las empujaba- ¿Sabe lo que es esto, conde? - preguntó mientras se lo ponía delante a Lance- Son balas de plata- chasqueó la lengua- Es increíble que haya podido pasar inadvertida su naturaleza. Por eso es usted quien es y los mortales somos como somos…- dijo cargando la mecha y apuntando directamente al pecho del vampiro.
-¿Dónde está mi esposa?- preguntó de nuevo, esta vez lleno de ira. Empezaba a perder el control y utilizó sus reflejos aumentados para esquivar la bala del profesor y lanzarse sobre él. Pero la del tirador del principio le dio de lleno en el costillar. Sintió como su piel se abrasaba al contacto y rugió- Voy a desollarte vivo. Pintaré el desierto con tu sangre y buscaré a cualquier familiar vivo que tengas para matarles también- le amenazó el vampiro colérico. Dio un puñetazo directo a la cara del hombre, que notó como su mandíbula crujía y se dislocaba. Zarandeó al hombre y enseñó sus colmillos- ¡DIME DÓNDE ESTA!- gritó. Mientras el hombre casi al punto de desmallarse levantó la mano derecha apuntando en dirección al este.
Hundió los dientes en su cuello y mientras bebía su sangre le arrancó media garganta. Corrió hasta la tienda del profesor y cogió todas las cartas y mapas, esperando dar con algo que le llevara hasta Raven. Tenía que estar hacia el este. Pero el tirador había sido certero y le obstaculizaba mucho el movimiento si intentaba exponerse. Además, por su fuera poco, la mitad de los hombres del profesor llegaron armados y con antorchas en mano corriendo. Cerró los ojos intentando escuchar de dónde venía y lo hicieron desde el este. El profesor le había dicho la verdad, tenía que darse prisa y tenía fe en que Raven sabía sacarse las castañas del fuego. Pero tenían que hacerlo rápido, solo tenían 8 horas de oscuridad para encontrarse y ocultarse del sol o él moriría.
Escuchó los pasos alejarse hasta que se quedó solo en el campamento. Escuchaba el murmullo del viento chocar con las cuerdas de las tiendas y cómo estas se sacudían al contacto. Se dejó caer con un suspiro de sumisión ante aquel problema.
Como el tiempo era relativo para un vampiro, tardó en darse cuenta lo tarde que era. Había empezado anochecer y cuando notó que el sol se ocultaba por la última duna, por fin salió de la tienda y miró a su alrededor. Estaba completamente solo, el campamento estaba desértico y el clima inamovible. Se paseó entre la pira que usaban para calentarlo y se le ocurrió hacerlo a él, pensó en que Raven estaría fría y cansada después de todo el día por ahí y empezó a notar la sed eterna en su garganta. Una vez el fuego empezó a avivarse se alejó de allí para encontrar un par de arcones de madera de pino, en su interior había paja que mantenía lo que fuera que hubiese fresco. Miró la marca a fuego del arcón y vio que se trataba de armas. Mosquetes en su mayoría. Elevó una ceja y cogió una de esas armas, eran nuevas y británicas. Estaban bien engrasadas y la mecha estaba nueva. ¿Para qué querían unos arqueólogos armas de un regimiento? Se preguntó. De nuevo ese escalofrío recorrió su espalda augurando un mal presagio.
Se volteó y fue hasta la tienda del profesor. Paseó la mirada por encima de la tienda, parecía impecable, así que se acercó hasta el pequeño arcón con cajoncitos y empezó a rebuscar. Entre las anotaciones de excavaciones y mapas, aparecía una serie de cartas, sin remitente. Parecían entregadas en mano y la caligrafía era perfecta
“Tráigame a la mujer. Y en cuanto al conde, no se trata de un hombre al uso como usted y como yo. Es una raza extraordinaria, el fuego y la plata son sus mejores aliados para matarle”
Cerró el puño en su mano, arrugó el papel y cerró los ojos. Era una trampa desde el principio y no sólo eso. La persona que escribió eso tenía consciencia de la naturaleza del vampiro y de sus debilidades. Así que la única carta que tenía era el “ataque sorpresa”. Sin embargo, escuchó el silbido de una bala perforando el aire que rasgó la tienda de la campaña y partió uno de los mástiles que le elevaban. El sonido de un disparo le hizo agacharse y guardar la carta en su traje. Salió corriendo de la tienda y de una patada apagó el fuego que había encendido, ahora la oscuridad le amparaba- ¿Dónde está mi mujer?- preguntó con una voz autoritaria y terrible.
Recibió otro disparo como contestación y entre las sombras apareció el profesor Blackwell- Me temo que su esposa no le acompañará más. Ahora mismo está en una cripta encerrada en vida. Esperando a que mi benefactor venga a por ella- el profesor hablaba con calma, mientras introducía una serie de bolas en el mosquete y las empujaba- ¿Sabe lo que es esto, conde? - preguntó mientras se lo ponía delante a Lance- Son balas de plata- chasqueó la lengua- Es increíble que haya podido pasar inadvertida su naturaleza. Por eso es usted quien es y los mortales somos como somos…- dijo cargando la mecha y apuntando directamente al pecho del vampiro.
-¿Dónde está mi esposa?- preguntó de nuevo, esta vez lleno de ira. Empezaba a perder el control y utilizó sus reflejos aumentados para esquivar la bala del profesor y lanzarse sobre él. Pero la del tirador del principio le dio de lleno en el costillar. Sintió como su piel se abrasaba al contacto y rugió- Voy a desollarte vivo. Pintaré el desierto con tu sangre y buscaré a cualquier familiar vivo que tengas para matarles también- le amenazó el vampiro colérico. Dio un puñetazo directo a la cara del hombre, que notó como su mandíbula crujía y se dislocaba. Zarandeó al hombre y enseñó sus colmillos- ¡DIME DÓNDE ESTA!- gritó. Mientras el hombre casi al punto de desmallarse levantó la mano derecha apuntando en dirección al este.
Hundió los dientes en su cuello y mientras bebía su sangre le arrancó media garganta. Corrió hasta la tienda del profesor y cogió todas las cartas y mapas, esperando dar con algo que le llevara hasta Raven. Tenía que estar hacia el este. Pero el tirador había sido certero y le obstaculizaba mucho el movimiento si intentaba exponerse. Además, por su fuera poco, la mitad de los hombres del profesor llegaron armados y con antorchas en mano corriendo. Cerró los ojos intentando escuchar de dónde venía y lo hicieron desde el este. El profesor le había dicho la verdad, tenía que darse prisa y tenía fe en que Raven sabía sacarse las castañas del fuego. Pero tenían que hacerlo rápido, solo tenían 8 horas de oscuridad para encontrarse y ocultarse del sol o él moriría.
Lance Galahad- Vampiro/Realeza
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Re: Dépendance || Lance Galahad
Tanto ella como Lance se habían percatado de que algo escapaba a su conocimiento, ninguno de los dos acababa de fiarse del profesor y por eso mismo estaba más atenta de lo normal a todo lo que la rodeaba. Los hombres que les acompañaban hablaban con el profesor en egipcio por lo que no podía entender lo que decían pero sí captar el tono con el que lo hacían; la atención de todos estaba centrada en ella y no le era para nada agradable. Era la diana de miradas y comentarios, y no por ser mujer –eso lo había vivido ya- esto era diferente. Sin embargo, a pesar de sus preocupaciones, la jornada parecía avanzar sin problemas, habían cargado con el equipo necesario para estar todo el día en la tumba y Raven estaba pletórica ante la majestuosidad de aquel lugar. Los detalles llenaban tanto las paredes como el techo de la sala del sarcófago, las tinajas se apilaban contra las paredes, así como joyas y dinero, todo lo que había leído acerca de las tumbas de los faraones era cierto, maravilloso. La tarea a realizar durante esa jornada era conseguir sacar el sarcófago de allí en perfectas condiciones, nada fácil dado su tamaño y peso. Una a una fueron sacando las vasijas y demás acompañamiento de la momia para dejar espacio de maniobra. Tan solo veía la luz del día cuando subía a la superficie alguna de las cosas que cargaba para etiquetar posteriormente, todo parecía estar tranquilo con el paso de las horas y –aunque no del todo- consiguió relajarse.
Era ya de noche cuando consiguieron sacar de allí al embalsamado, -señora Galahad, ¿me haría el favor de comprobar que no queda nada? Estas piernas de viejo no aguantan más paseos por hoy-, la joven asintió y volvió sobre sus pasos a la habitación en la que había pasado todo el día, a la tumba. Fue el ruido, el fortísimo golpe lo que la alertó de que algo iba mal, para cuando quiso girarse una enorme losa de piedra caliza había taponado la única salida, -¡volveremos a por usted querida!-, risas y silencio. El silencio lo llenó todo, sus pulsaciones se aceleraron y tras una mirada a su alrededor se cercioró de que estaba atrapada allí, que la dijeran que iban a regresar no era positivo para ella, ya nada lo era. ”Por Dios, Lance…” Si ella estaba atrapada, ahora tendrían que lidiar con él y no parecía que tuvieran problema con ello. Tan solo contaba con una antorcha alumbrando aquella estancia, todos los objetos habían desaparecido, era como un león enjaulado dando vueltas de un lado a otro pensando de qué manera podía salir de allí. Recordó lo que había hablado con Lance, todo lo que había apuntado en su diario y miró la enorme losa que taponaba la salida, ¿podría hacerlo? Apoyó ambas manos sobre esta e hizo toda la fuerza que pudo, notó la piedra ceder levemente pero eso fue lo único que consiguió mientras sus pies se resbalaban sobre el suelo, chilló de rabia y le dio un puñetazo que hizo sangrar sus nudillos. Tenía tanta rabia que no era capaz de sentir el dolor de la mano, tenía que salir de allí YA.
El tronco de madera iba a sacarla de allí. Le vio tirado en el suelo, justo a la entrada y era uno de los que habían usado para subir los objetos pesados por la rampa. El corte sesgado que tenía en uno de los extremos la vendría de lujo para poder meterlo todo lo posible entre la pared y la piedra antes de hacer palanca, -¡Yallah, yallah!-, los gritos en el exterior la hicieron parar de golpe. Se escuchaban pasos por la rampita de acceso y a dos hombres hablar, debería saber esperar al momento preciso para hacer fuerza y derribar la losa; de lo contrario podrían dispararla nada más despejar el camino. Se mantuvo en silencio y totalmente quieta hasta notar un ligero movimiento de la piedra, fue entonces cuando hizo toda la fuerza que pudo y consiguió que esta cayera sobre los dos hombres que quedaron inmovilizados y seguramente malheridos por su peso. Al pasar por encima recogió la pistola que uno de ellos aun tenía en la mano y el machete del otro, ahora debía regresar al campamento y rezar para que Lance estuviera bien. La adrenalina era lo único que la mantenía corriendo en ese momento, entre el vestido y lo difícil que era moverse sobre la arena sus piernas estaban más que resentidas cuando vio una sombra avanzar hacia ella, no había nada donde poder esconderse y por ello lo único que pudo hacer fue tumbarse en el suelo esperando que así no la viese. Amartilló la pistola y apuntó hacia el hombre hasta ver de quien se trataba, -¡Lance!-, se tropezó con los bajos del vestido al echar a correr pero consiguió llegar hasta él y nunca había sentido más alivio en toda su vida, -estás bien, amor… -. Bien no estaba pero en un primer vistazo verle en pie ya le había dado toda la tranquilidad que requería, después fue cuando vio la mano de Lance tapando la herida que no dejaba de sangrar. -Tenemos que ir al campamento, tengo que sacarte la bala-, dijo preocupada cuando este la contó lo ocurrido. Estaba claro que no podrían quedarse allí pero al menos hasta retirarle la plata no podrían avanzar, debían ser rápidos tanto para curarle como para irse y encontrar algún sitio donde pasar el día sin que el sol diera al vampiro de lleno. Tarea nada fácil teniendo en cuenta que estaban en mitad del desierto.
Era ya de noche cuando consiguieron sacar de allí al embalsamado, -señora Galahad, ¿me haría el favor de comprobar que no queda nada? Estas piernas de viejo no aguantan más paseos por hoy-, la joven asintió y volvió sobre sus pasos a la habitación en la que había pasado todo el día, a la tumba. Fue el ruido, el fortísimo golpe lo que la alertó de que algo iba mal, para cuando quiso girarse una enorme losa de piedra caliza había taponado la única salida, -¡volveremos a por usted querida!-, risas y silencio. El silencio lo llenó todo, sus pulsaciones se aceleraron y tras una mirada a su alrededor se cercioró de que estaba atrapada allí, que la dijeran que iban a regresar no era positivo para ella, ya nada lo era. ”Por Dios, Lance…” Si ella estaba atrapada, ahora tendrían que lidiar con él y no parecía que tuvieran problema con ello. Tan solo contaba con una antorcha alumbrando aquella estancia, todos los objetos habían desaparecido, era como un león enjaulado dando vueltas de un lado a otro pensando de qué manera podía salir de allí. Recordó lo que había hablado con Lance, todo lo que había apuntado en su diario y miró la enorme losa que taponaba la salida, ¿podría hacerlo? Apoyó ambas manos sobre esta e hizo toda la fuerza que pudo, notó la piedra ceder levemente pero eso fue lo único que consiguió mientras sus pies se resbalaban sobre el suelo, chilló de rabia y le dio un puñetazo que hizo sangrar sus nudillos. Tenía tanta rabia que no era capaz de sentir el dolor de la mano, tenía que salir de allí YA.
El tronco de madera iba a sacarla de allí. Le vio tirado en el suelo, justo a la entrada y era uno de los que habían usado para subir los objetos pesados por la rampa. El corte sesgado que tenía en uno de los extremos la vendría de lujo para poder meterlo todo lo posible entre la pared y la piedra antes de hacer palanca, -¡Yallah, yallah!-, los gritos en el exterior la hicieron parar de golpe. Se escuchaban pasos por la rampita de acceso y a dos hombres hablar, debería saber esperar al momento preciso para hacer fuerza y derribar la losa; de lo contrario podrían dispararla nada más despejar el camino. Se mantuvo en silencio y totalmente quieta hasta notar un ligero movimiento de la piedra, fue entonces cuando hizo toda la fuerza que pudo y consiguió que esta cayera sobre los dos hombres que quedaron inmovilizados y seguramente malheridos por su peso. Al pasar por encima recogió la pistola que uno de ellos aun tenía en la mano y el machete del otro, ahora debía regresar al campamento y rezar para que Lance estuviera bien. La adrenalina era lo único que la mantenía corriendo en ese momento, entre el vestido y lo difícil que era moverse sobre la arena sus piernas estaban más que resentidas cuando vio una sombra avanzar hacia ella, no había nada donde poder esconderse y por ello lo único que pudo hacer fue tumbarse en el suelo esperando que así no la viese. Amartilló la pistola y apuntó hacia el hombre hasta ver de quien se trataba, -¡Lance!-, se tropezó con los bajos del vestido al echar a correr pero consiguió llegar hasta él y nunca había sentido más alivio en toda su vida, -estás bien, amor… -. Bien no estaba pero en un primer vistazo verle en pie ya le había dado toda la tranquilidad que requería, después fue cuando vio la mano de Lance tapando la herida que no dejaba de sangrar. -Tenemos que ir al campamento, tengo que sacarte la bala-, dijo preocupada cuando este la contó lo ocurrido. Estaba claro que no podrían quedarse allí pero al menos hasta retirarle la plata no podrían avanzar, debían ser rápidos tanto para curarle como para irse y encontrar algún sitio donde pasar el día sin que el sol diera al vampiro de lleno. Tarea nada fácil teniendo en cuenta que estaban en mitad del desierto.
Raven G. Wallace- Esclavo de Sangre/Clase Alta
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Re: Dépendance || Lance Galahad
Notaba como le ardía la piel y las entrañas a cada paso que daba, hacía tiempo que no experimentaba un dolor así, tuvo que cerrar los ojos ya que todos sus sentidos se habían centrado en el dolor punzante- Es plata- comentó Lance apoyándose en Raven para caminar. No tardaron en llegar y Lance se dejó caer en la pila de cojines que habían usado para dormir- Tienes que extraerlo sin tocar la piel, la plata quema- y se interrumpió por un gruñido de dolor. Empezaba a tener el ánimo crispado y cuanto más tiempo pasaba la bala ahí, más riesgo corría de matarle.
Miró a Raven, parecía preparada y segura de sí misma. Se había remangado y se había recogido el pelo, iba de un lado para otro seguramente buscando todo lo necesario para ello y repasando algunas notas que encontraba por el camino y que Lance le había indicado momentos antes que había encontrado en la tienda del profesor- Alguien ha pagado una suma de dinero por matarnos. Y además han encontrado a un cazador o alguien que…- notó la mano ajena echarla hacia abajo con fuerza para que dejara de hablar y se quedara quieto- Confío en ti- dijo el vampiro. En su interior quería perder el conocimiento para no sentir nada, pero en cuanto Raven se puso a hurgar en el interior de Lance, este no pudo ni gritar. La bala iba quemando capa tras capa de piel, de tejido y cuando Raven introdujo la mano y las herramientas, notó como el dolor se pronunciaba hasta hacerle insoportable.
Por primera vez el tiempo parecía haberse detenido. Había pasado alrededor de hora y media cuando Raven por fin, se separó de él. Lance se quedó bocarriba y miró la bala perfecta de plata en el cuenco, lleno de su sangre. Apretó la mandíbula y después miró a Raven. Sus manos estaban cubiertas de sangre, su tez estaba pálida y había pequeñas motas de sudor recorriendo su frente y su cuello. Lance se acercó hasta ella, aguantándose la herida como podía y le puso en las manos una botella de licor- Mejor tu que yo- dedicó una sonrisa a su mujer y después besó su frente- Tenemos que coger todo lo que podamos- ahora no tenían tiempo que perder- Cogeremos dos camellos, cargaremos uno con lo necesario y el otro nos llevará a nosotros- dijo cerrando los petates con ropa. Después corrió a por las cantimploras y el pequeño saco que cargaban los camellos para llevar el agua. Se aseguró que estaba lleno, aunque él no lo necesitase, Raven sí- Vamos- y con el esfuerzo notó la punzada a su lado- Tenemos que buscar algún sitio para refugiarnos. Seguramente vengan al campamento tarde o temprano- subió a duras penas al camello y usando su fuerza sobrehumana ayudó a Raven a colocarse justo delante de él. Espoleó al camello que comenzó a caminar dejando atrás aquel campamento que casi acababa con ellos.
Al principio iban en silencio, pero Lance le preguntó por su situación. Sabía que Raven era una mujer de armas tomar, pero aun así le preocupaba que pudieran haberle hecho daño. Empezaban a asomar los primeros rayos del sol. Los ojos de Lance se volvieron susceptibles y se tuvieron que aumentar el paso. Finalmente consiguieron refugio cerca de una montaña, los recovecos formaban pequeñas cuevas y el terreno abrupto les ayudaría a pasar desapercibidos. Lance se bajó del camello y se dejó caer con la piedra, aguantando la herida- Tendremos que viajar de noche- dijo a Raven mientras cerraba los ojos. A pesar de estar a cubierto, el reflejo de la luz sobre la arena fina y amarilla le dolía- Con las prisas no he cogido las lentes- rasgó un trozo de tela negra y se lo colocó en los ojos- Deberías descansar y dormir un poco, yo haré guardia por ahora- le indicó a su mujer mientras cogía las cosas del camello y las esparcía por la cueva, haciendo un pequeño hueco de telas, y una cama improvisada- Además el día parece que va a ser especialmente caluroso- comentó ahora el invidente Lance sentándose y concentrándose en el resto de sentidos mientras, escuchaba la respiración de Raven. No había nada en el mundo que le relajara más que la presencia de Raven y su respiración.
Miró a Raven, parecía preparada y segura de sí misma. Se había remangado y se había recogido el pelo, iba de un lado para otro seguramente buscando todo lo necesario para ello y repasando algunas notas que encontraba por el camino y que Lance le había indicado momentos antes que había encontrado en la tienda del profesor- Alguien ha pagado una suma de dinero por matarnos. Y además han encontrado a un cazador o alguien que…- notó la mano ajena echarla hacia abajo con fuerza para que dejara de hablar y se quedara quieto- Confío en ti- dijo el vampiro. En su interior quería perder el conocimiento para no sentir nada, pero en cuanto Raven se puso a hurgar en el interior de Lance, este no pudo ni gritar. La bala iba quemando capa tras capa de piel, de tejido y cuando Raven introdujo la mano y las herramientas, notó como el dolor se pronunciaba hasta hacerle insoportable.
Por primera vez el tiempo parecía haberse detenido. Había pasado alrededor de hora y media cuando Raven por fin, se separó de él. Lance se quedó bocarriba y miró la bala perfecta de plata en el cuenco, lleno de su sangre. Apretó la mandíbula y después miró a Raven. Sus manos estaban cubiertas de sangre, su tez estaba pálida y había pequeñas motas de sudor recorriendo su frente y su cuello. Lance se acercó hasta ella, aguantándose la herida como podía y le puso en las manos una botella de licor- Mejor tu que yo- dedicó una sonrisa a su mujer y después besó su frente- Tenemos que coger todo lo que podamos- ahora no tenían tiempo que perder- Cogeremos dos camellos, cargaremos uno con lo necesario y el otro nos llevará a nosotros- dijo cerrando los petates con ropa. Después corrió a por las cantimploras y el pequeño saco que cargaban los camellos para llevar el agua. Se aseguró que estaba lleno, aunque él no lo necesitase, Raven sí- Vamos- y con el esfuerzo notó la punzada a su lado- Tenemos que buscar algún sitio para refugiarnos. Seguramente vengan al campamento tarde o temprano- subió a duras penas al camello y usando su fuerza sobrehumana ayudó a Raven a colocarse justo delante de él. Espoleó al camello que comenzó a caminar dejando atrás aquel campamento que casi acababa con ellos.
Al principio iban en silencio, pero Lance le preguntó por su situación. Sabía que Raven era una mujer de armas tomar, pero aun así le preocupaba que pudieran haberle hecho daño. Empezaban a asomar los primeros rayos del sol. Los ojos de Lance se volvieron susceptibles y se tuvieron que aumentar el paso. Finalmente consiguieron refugio cerca de una montaña, los recovecos formaban pequeñas cuevas y el terreno abrupto les ayudaría a pasar desapercibidos. Lance se bajó del camello y se dejó caer con la piedra, aguantando la herida- Tendremos que viajar de noche- dijo a Raven mientras cerraba los ojos. A pesar de estar a cubierto, el reflejo de la luz sobre la arena fina y amarilla le dolía- Con las prisas no he cogido las lentes- rasgó un trozo de tela negra y se lo colocó en los ojos- Deberías descansar y dormir un poco, yo haré guardia por ahora- le indicó a su mujer mientras cogía las cosas del camello y las esparcía por la cueva, haciendo un pequeño hueco de telas, y una cama improvisada- Además el día parece que va a ser especialmente caluroso- comentó ahora el invidente Lance sentándose y concentrándose en el resto de sentidos mientras, escuchaba la respiración de Raven. No había nada en el mundo que le relajara más que la presencia de Raven y su respiración.
Lance Galahad- Vampiro/Realeza
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Re: Dépendance || Lance Galahad
Como ocurría con casi todos los temas posibles, Raven había leído acerca de operaciones y los instrumentos que se utilizaban para ello, la importancia de que estuviera todo perfectamente limpio… No es que tuviesen en mejor de los equipos en el campamento para llevar a cabo su tarea pero buscó algo que se pareciera a lo que sabía que debía utilizar y lo colocó todo sobre la bandeja que les había servido para tener el agua fresca y el whisky de Lance; whisky que utilizó para limpiar las pinzas que iba a usar. Era consciente de que el cuerpo de Lance estaba realmente muerto y una infección no podía matarle pero no era médico, no tenía las nociones necesarias para realizar esa tarea y si podía al menos seguir los pasos que recordaba haber leído se sentiría levemente más tranquila. ¡Por dios! Si no dejaba de hablar iba a acabar por pegarle así que le tapó la boca e hizo que se tumbara nuevamente, estaba histérica pero no era necesario que el vampiro viese la herida que ella tenía delante. No había visto nada así en su vida, parecía ir matando el interior de su marido poco a poco, la carne se pudría como si fuera la de un humano normal. Nunca le había visto tan débil o mejor dicho tan vulnerable, dependía enteramente de que ella le sacara aquel metal del cuerpo.
El primer intento fue con las pinzas, con ellas llegaba bien a la bala pero cuando trataba de sacarla el choque de ambos metales mezclados con la sangre hacía que esta se resbalase, -lo siento…-, Lance no se quejaba pero le veía sufrir y lo único que quería era evitárselo. A la segunda fue la vencida, se ayudó de las pinzas para localizar la bala y tirar levemente de ella pero esa vez metió los dedos en la carne para sujetarla bien antes de tirar, -¡la tengo!-, exclamó enseñándosela. De nuevo aquella preocupación suya por hacer las cosas bien… cogió la botella que este la tendía y vertió parte del contenido sobre la herida, dejando después la bala en la bandeja con el resto de cosas. Estaba exhausta, si bien esa tortura no había durado demasiado el miedo a hacerlo mal y sobre todo a perderle, le habían pasado factura. Antes de dejar que se levantase tapó la herida con unas vendas y se aseguró de coger unas cuantas más para durante el camino poder ir cambiándoselas. Ya parecía ser el mandón de siempre y le vio volar por las tiendas cogiendo todo lo que podrían necesitar hasta llegar al río y poder regresar a la ciudad. Viéndole tan ocupado, Raven aprovechó para guardarse una de las pistolas de los hombres del campamento.
Ninguno de los dos sabía cómo o quería hablar del tema así que se dedicaron a dirigir a los camellos tratando de seguir el mismo recorrido que había hecho pero a la inversa. Fue Lance quien rompió el silencio para saber lo ocurrido, -el profesor me engañó para que regresase a la tumba y la tapiaron-, explicó aun apoyada en él, -me cercioré de que esa era la única salida de la tumba pero pude hacer palanca con uno de los palos que habíamos usado durante el día de excavación y aplasté bajo ella a los dos hombres encargados de sacarme de allí-, no había mucho más que contar. La versión de Lance era mucho más dramática que la propia y era por él por quien estaba preocupada, no estuvo de acuerdo con que fuese él quien hiciera la primera guardia pero sabía que discutir no la serviría de nada por lo que descansaría un rato –que mal tampoco la venía- y en cuanto se despertase dejaría que fuese él quien descansara.
Cuando abrió los ojos lo primero que notó fue el calor casi asfixiante que hacía, y eso teniendo en cuenta que estaban en el interior de una cueva, no quería imaginarse en el exterior; incluso los camellos se habían resguardado en la entrada de la misma y estaba plácidamente tumbados. -¿Lance?-, debía estar exhausto, le vio acercarse tapado completamente. -Túmbate, saldré yo ahora-, esta vez la que no daba pie a réplica era ella, -¿el agua dónde está?-, si iba a estar allí iba a necesitar toda la hidratación posible, cogió la bolsa llena de agua y la pistola que llevaba bajo la ropa y se aseguró de ver a Lance tumbado en la improvisada cama. Una vez se fuera acercando la noche le limpiaría la herida y cambiaría las vendas. Pasaron las horas y no parecía que los hombres del campamento les hubieran seguido o al menos no dónde estaban, dejó la guardia y regresó al interior, -voy a cambiarte la venda-, susurró al encontrarle dormido. Tampoco hacía falta que se despertase del todo para hacerlo por lo que se movió en silencio dejándole descansar, -necesitas sangre…-, él no se lo había pedido pero los dos sabían que era la única manera real de que se recuperase, -Lance es preferible que yo esté débil a que lo estés tú-, no podía quitarla la razón. Una vez accediera a beber de ella recorrerían el último tramo hasta el Nilo.
El primer intento fue con las pinzas, con ellas llegaba bien a la bala pero cuando trataba de sacarla el choque de ambos metales mezclados con la sangre hacía que esta se resbalase, -lo siento…-, Lance no se quejaba pero le veía sufrir y lo único que quería era evitárselo. A la segunda fue la vencida, se ayudó de las pinzas para localizar la bala y tirar levemente de ella pero esa vez metió los dedos en la carne para sujetarla bien antes de tirar, -¡la tengo!-, exclamó enseñándosela. De nuevo aquella preocupación suya por hacer las cosas bien… cogió la botella que este la tendía y vertió parte del contenido sobre la herida, dejando después la bala en la bandeja con el resto de cosas. Estaba exhausta, si bien esa tortura no había durado demasiado el miedo a hacerlo mal y sobre todo a perderle, le habían pasado factura. Antes de dejar que se levantase tapó la herida con unas vendas y se aseguró de coger unas cuantas más para durante el camino poder ir cambiándoselas. Ya parecía ser el mandón de siempre y le vio volar por las tiendas cogiendo todo lo que podrían necesitar hasta llegar al río y poder regresar a la ciudad. Viéndole tan ocupado, Raven aprovechó para guardarse una de las pistolas de los hombres del campamento.
Ninguno de los dos sabía cómo o quería hablar del tema así que se dedicaron a dirigir a los camellos tratando de seguir el mismo recorrido que había hecho pero a la inversa. Fue Lance quien rompió el silencio para saber lo ocurrido, -el profesor me engañó para que regresase a la tumba y la tapiaron-, explicó aun apoyada en él, -me cercioré de que esa era la única salida de la tumba pero pude hacer palanca con uno de los palos que habíamos usado durante el día de excavación y aplasté bajo ella a los dos hombres encargados de sacarme de allí-, no había mucho más que contar. La versión de Lance era mucho más dramática que la propia y era por él por quien estaba preocupada, no estuvo de acuerdo con que fuese él quien hiciera la primera guardia pero sabía que discutir no la serviría de nada por lo que descansaría un rato –que mal tampoco la venía- y en cuanto se despertase dejaría que fuese él quien descansara.
Cuando abrió los ojos lo primero que notó fue el calor casi asfixiante que hacía, y eso teniendo en cuenta que estaban en el interior de una cueva, no quería imaginarse en el exterior; incluso los camellos se habían resguardado en la entrada de la misma y estaba plácidamente tumbados. -¿Lance?-, debía estar exhausto, le vio acercarse tapado completamente. -Túmbate, saldré yo ahora-, esta vez la que no daba pie a réplica era ella, -¿el agua dónde está?-, si iba a estar allí iba a necesitar toda la hidratación posible, cogió la bolsa llena de agua y la pistola que llevaba bajo la ropa y se aseguró de ver a Lance tumbado en la improvisada cama. Una vez se fuera acercando la noche le limpiaría la herida y cambiaría las vendas. Pasaron las horas y no parecía que los hombres del campamento les hubieran seguido o al menos no dónde estaban, dejó la guardia y regresó al interior, -voy a cambiarte la venda-, susurró al encontrarle dormido. Tampoco hacía falta que se despertase del todo para hacerlo por lo que se movió en silencio dejándole descansar, -necesitas sangre…-, él no se lo había pedido pero los dos sabían que era la única manera real de que se recuperase, -Lance es preferible que yo esté débil a que lo estés tú-, no podía quitarla la razón. Una vez accediera a beber de ella recorrerían el último tramo hasta el Nilo.
Raven G. Wallace- Esclavo de Sangre/Clase Alta
- Mensajes : 93
Fecha de inscripción : 16/10/2017
Re: Dépendance || Lance Galahad
Se sentía exhausto y hacía mucho tiempo que no se sentía así. Era un sentimiento tan humano…que le recordaba con amargura que no era inmortal. Cuando Raven con voz autoritaria le “invitó” a que descansara, no quiso ni replicarlo. Era desperdiciar tiempo y saliva intentado convencer a su mujer de que cambiara de idea, cuando ya había tomado la decisión de que ahora le tocaba a ella hacer guardia. Además, la falta de sangre y la herida estaban mermando no sólo la capacidad regenerativa del vampiro sino su resistencia, el calor y el peligro del sol le mantenían en tensión. Aquella luna de miel más bien era un viaje de supervivencia, así que la mejor decisión era tumbarse a descansar.
El aroma de Raven fue lo primero que le llegó, abrió los ojos al notarla junto a él y le dedicó una sonrisa amable. Por primera vez, el conde que permaneció aislado emocionalmente de todo durante meses, tenía a alguien que velaba y cuidaba por él, y era gratificante.
La vio hacer con destreza, parecía que había estudiado cirugía, medicina o cuidados médicos en cuestión de segundos. Siempre se había dedicado a los cuidados de la casa, pero su mente era maravillosa y era terriblemente injusto que las mujeres no tuvieran el reconocimiento intelectual que se merecían, pero claro, eso lo decía porque ahora era consciente por su mujer. Cuando terminó de vendarle se incorporó- Necesito beber, pero tu estás cansada y débil. Hace mucho calor y podría bajarte la presión sanguínea o incluso podrías tener algún tipo de complicación… por mucho que estés mejor por mi sangre. Estamos ahora mismo en un punto muerto- dijo cruzándose de brazos, en aparente posición defensiva- Tenemos que viajar de noche…- se incorporó y se notó mejor de la herida, pero débil por la sangre, le quedaba un día y medio antes de tener que beber. Quizá la sangre de Raven o podría saciarse con un asqueroso camello- ¿Los camellos están bien? – preguntó preocupado ya que el camino era largo y los necesitaban para salir de allí.
Estaban cargando todo de nuevo en los camellos cuando levantó la vista, el sonido de una bengala surcó el cielo estrellado y negro y eso les hizo alertarse- ¿qué diabl…- iba a preguntar cuando Raven tiró de él para llamar su atención. Al otro lado de la montaña donde estaban, había un grupo de camellos, tenían unos turbantes en la cabeza y estaban armados, parecían mercenarios, pero no de los buenos. Nadie les esperaba a ellos, estaban de luna de miel tras un casamiento. Lo lógico era pensar que eran los que pedirían cuentas al profesor y al no recibir noticias fueron a buscarles- Si salimos con los camellos puede que nos vean…- dijo preocupado. Dos camellos cargados y dos personas no pasaban desapercibidas en mitad del desierto y menos si les estaban rastreando o buscando mercenarios que parecían moverse bien por el desierto- Pero si dejamos los camellos y vamos a pie, tardaremos más- le susurró a su mujer mientras maquinaban juntos un plan para escapar.
Los mercenarios hablaban en lengua extranjera, tenían los ojos pintados de negro y eran lo único que se veía. Estos iban en camello, pero estaban armados, algunos de ellos tenía fusiles de largo alcance y eso también suponía un problema.
El aroma de Raven fue lo primero que le llegó, abrió los ojos al notarla junto a él y le dedicó una sonrisa amable. Por primera vez, el conde que permaneció aislado emocionalmente de todo durante meses, tenía a alguien que velaba y cuidaba por él, y era gratificante.
La vio hacer con destreza, parecía que había estudiado cirugía, medicina o cuidados médicos en cuestión de segundos. Siempre se había dedicado a los cuidados de la casa, pero su mente era maravillosa y era terriblemente injusto que las mujeres no tuvieran el reconocimiento intelectual que se merecían, pero claro, eso lo decía porque ahora era consciente por su mujer. Cuando terminó de vendarle se incorporó- Necesito beber, pero tu estás cansada y débil. Hace mucho calor y podría bajarte la presión sanguínea o incluso podrías tener algún tipo de complicación… por mucho que estés mejor por mi sangre. Estamos ahora mismo en un punto muerto- dijo cruzándose de brazos, en aparente posición defensiva- Tenemos que viajar de noche…- se incorporó y se notó mejor de la herida, pero débil por la sangre, le quedaba un día y medio antes de tener que beber. Quizá la sangre de Raven o podría saciarse con un asqueroso camello- ¿Los camellos están bien? – preguntó preocupado ya que el camino era largo y los necesitaban para salir de allí.
Estaban cargando todo de nuevo en los camellos cuando levantó la vista, el sonido de una bengala surcó el cielo estrellado y negro y eso les hizo alertarse- ¿qué diabl…- iba a preguntar cuando Raven tiró de él para llamar su atención. Al otro lado de la montaña donde estaban, había un grupo de camellos, tenían unos turbantes en la cabeza y estaban armados, parecían mercenarios, pero no de los buenos. Nadie les esperaba a ellos, estaban de luna de miel tras un casamiento. Lo lógico era pensar que eran los que pedirían cuentas al profesor y al no recibir noticias fueron a buscarles- Si salimos con los camellos puede que nos vean…- dijo preocupado. Dos camellos cargados y dos personas no pasaban desapercibidas en mitad del desierto y menos si les estaban rastreando o buscando mercenarios que parecían moverse bien por el desierto- Pero si dejamos los camellos y vamos a pie, tardaremos más- le susurró a su mujer mientras maquinaban juntos un plan para escapar.
Los mercenarios hablaban en lengua extranjera, tenían los ojos pintados de negro y eran lo único que se veía. Estos iban en camello, pero estaban armados, algunos de ellos tenía fusiles de largo alcance y eso también suponía un problema.
Lance Galahad- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 16/10/2017
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Re: Dépendance || Lance Galahad
Cuando parecía que la vida no podía irles peor pasaba algo que les dejaba claro que se equivocaban. Raven tenía claro que uno de los dos debía hacer un sacrificio y tanto por corazón como por razón sabía que era ella. La fuerza de Lance era imprescindible para conseguir alejarse de allí y ya tenía bastante con la herida, por lo que que bebiera era el plan numero uno de su mujer. -Se que vas a decir que no así que...-, se hizo con corte con rapidez saliendo la sangre de la herida a la misma velocidad, -puedes desperdiciarla o puedes beber, es más valiosa tu fuerza en este momento-, trató de convencerle. El olor del líquido fue, sin duda, lo que acabo por lanzar los colmillos de Lance contra la piel de Raven que aguantó en silencio dejando que este se saciara, tras ello estaría de nuevo al cien por ciento y ella... pues haría lo que pudiera.
Tuvo que sentarse para no caer por la falta de fuerzas, bebió agua y tranquilizó a Lance con una sonrisa aunque el tono de su piel era más blanco que de costumbre y las ojeras incipientes. -Tenemos que cargar un camello y hacer que galope, usarle de cebo-, dijo al fin cuando las nauseas por el mareo se pasaron, -nosotros saldremos en el otro en cuanto les perdamos de vista, con suerte llegaremos al Nilo antes de que se den cuenta y nos den alcance.- Dejó que Lance valorase la situación y si tenía otra idea estaba dispuesta a escucharla pero parecía que estaba seco por primera vez.
Colocaron las mantas y cosas que menos necesitaban de manera que pudiera pasar, de lejos, por dos figuras a lomos del animal. Si aquello salía mal, conseguirían empeorar la situación ya que delatarían su situación, palmearon con fuerza los cuartos traseros del animal que emprendió el galope, -¡sí!-, exclamó la joven al ver que llamaba la atención de los mercenarios y salian tras él. Con rapidez la pareja subió sobre el animal restante y en cuanto perdieron de vista el grupo galoparon en busca del río. Las fuerzas de Lance estaban recobradas por completo y era el que llevaba las riendas del camello y así mismo sujetaba el cuerpo de Raven que iba y venía entre ellos cada vez con menos conciencia. Ahora era ella la que necesitaba con urgencia atención médica y su marido lo sabía.
Pasaron horas hasta que abrió los ojos, el vaivén la dejó claro que estaba en un barco por lo que respiró tranquila y buscó con la mirada a su marido, -¿Lance?-, estaba junto a ella pero no parecía haberse percatado de que estaba despierta. Sonrió cuando notó cómo todos sus sentidos se centraron en ella alterado, -estoy bien, era cansancio...-, trató de relajarle aunque seguramente la habrían hecho un estudio médico y sabría más el vampiro que ella misma de lo que le había ocurrido. -¿Volvemos a Alejandría o vamos a irnos de aqui?-, preguntó suponiendo lo que querría hacer Lance pero tambien con una suposición de lo que habría dicho el medico que ella necesitaba.
Tuvo que sentarse para no caer por la falta de fuerzas, bebió agua y tranquilizó a Lance con una sonrisa aunque el tono de su piel era más blanco que de costumbre y las ojeras incipientes. -Tenemos que cargar un camello y hacer que galope, usarle de cebo-, dijo al fin cuando las nauseas por el mareo se pasaron, -nosotros saldremos en el otro en cuanto les perdamos de vista, con suerte llegaremos al Nilo antes de que se den cuenta y nos den alcance.- Dejó que Lance valorase la situación y si tenía otra idea estaba dispuesta a escucharla pero parecía que estaba seco por primera vez.
Colocaron las mantas y cosas que menos necesitaban de manera que pudiera pasar, de lejos, por dos figuras a lomos del animal. Si aquello salía mal, conseguirían empeorar la situación ya que delatarían su situación, palmearon con fuerza los cuartos traseros del animal que emprendió el galope, -¡sí!-, exclamó la joven al ver que llamaba la atención de los mercenarios y salian tras él. Con rapidez la pareja subió sobre el animal restante y en cuanto perdieron de vista el grupo galoparon en busca del río. Las fuerzas de Lance estaban recobradas por completo y era el que llevaba las riendas del camello y así mismo sujetaba el cuerpo de Raven que iba y venía entre ellos cada vez con menos conciencia. Ahora era ella la que necesitaba con urgencia atención médica y su marido lo sabía.
Pasaron horas hasta que abrió los ojos, el vaivén la dejó claro que estaba en un barco por lo que respiró tranquila y buscó con la mirada a su marido, -¿Lance?-, estaba junto a ella pero no parecía haberse percatado de que estaba despierta. Sonrió cuando notó cómo todos sus sentidos se centraron en ella alterado, -estoy bien, era cansancio...-, trató de relajarle aunque seguramente la habrían hecho un estudio médico y sabría más el vampiro que ella misma de lo que le había ocurrido. -¿Volvemos a Alejandría o vamos a irnos de aqui?-, preguntó suponiendo lo que querría hacer Lance pero tambien con una suposición de lo que habría dicho el medico que ella necesitaba.
Raven G. Wallace- Esclavo de Sangre/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/10/2017
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