AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Månens Blomst {Privado}
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Månens Blomst {Privado}
El bosque de Aokigahara, ahí era donde debíamos de ir para encontrar la flor de luna, una flor muy extraña que solo crecía en ese bosque maldito del que había oído hablar de pasada mientras escuchaba a Höor contándome cosas sobre aquel lugar, sabía del bosque porque era un lugar conocido donde la gente solía ir a suicidarse, un lugar misterioso a la par que peligroso donde se había prohibido la entrada para que no se sucedieran más suicidios, sin embargo a pesar de las advertencias sobre el lugar la gente seguía acudiendo al mismo como si algo los empujara hacia ese lugar que, sin duda alguna, estaba más que maldito. Formado el bosque por la misma lava expulsada del Fuji este se había hecho camino por el lugar hasta formar aquel bosque, para los nipones según decía Höor, lo consideraban como la entrada al cielo o al menos una de las entradas, después las leyendas que se habían ido formando sobre el lugar dieron origen al bosque y comenzó a ser famoso, los suicidios cada vez eran más frecuentes y muy pocos, realmente muy pocos, eran los que lograban salir con vida del bosque una vez se adentraban en su interior... decían que los susurros de los que allí habían muerto te volvían loco, te hacían creer cosas que no eran jugando con tu mente con la única intención de que acabaras suicidándote, o si ibas con más gente, que mataras al resto para luego terminar con tu vida. No es que me hiciera especial ilusión hacer aquel viaje pero si era la única forma que tenía de poder salvar a Thyra, lo haría. No me gustaba porque el viaje no iba a ser corto, tendríamos que coger un barco y dirigirnos hacia la ciudad de Shizouka, que era donde se encontraba aquel bosque. Según me había dicho el conde mandaría a alguien a que encontrara el colmillo de basilisco mientras nosotros nos dirigíamos hacia Japón en busca de esa flor de luna para poder salvar a mi melliza, sabía que eso nos llevaría meses y me jodía enormemente tener que dejar así a Thyra con el demonio en su interior, sabiendo que podría tomar el control de su cuerpo y controlarla, era lo que menos quería pero no teníamos más remedio que confiar en que nos diera tiempo, confiaba en que Atharal pudiera calmar a mi melliza cuando llegara el momento, era lo que más me jodía de partir pero era por una buena causa, no podíamos dejar que el demonio tomara posesión de su cuerpo y que Randulf lo utilizara en una guerra, no podíamos dejar que eso pasara bajo ningún concepto.
Recopilamos toda la información que nos fue posible sobre aquel lugar, quería asegurarme de que lo teníamos todo más o menos estudiado, una vez allí contrataríamos a alguien para que nos llevara hasta la linde del bosque y, a partir de ese momento, solo estaríamos frente al bosque que seguramente intentaría volvernos locos y que nos matáramos acabando con nuestras vidas, iba a ser un desafío complicado y bastante duro pero yo no era de las que me echaba hacia atrás bajo ningún concepto. Sabía que el viaje nos demoraría un par de meses, entre ir hacia Japón y volver ya solo nos restaría ese tiempo y contaba con que en menos de una semana hubiéramos obtenido la flor y de vuelta al barco, primero debíamos de llegar al bosque y este era muy extenso, debíamos de atravesarlo para llegar al lugar donde crecía la planta. Pedí a Höor permiso para poder ver a Thyra, no iba a largarme de allí sin al menos verla y hablar con ella para calmarla, necesitaba saber lo que íbamos a hacer y al menos despedirme de ella, no le gustó la idea pero ¿acaso tenía opción? No se trataba de un par de días o de unas semanas, hablábamos de meses y cabía la posibilidad de que cuando volviéramos el demonio hubiera controlado su cuerpo, no correría el riesgo. Thyra entendió lo que debíamos de hacer y me hizo prometerle que volvería a tiempo, que intentaría aguantar todo lo que pudiera y que la presencia de Atharal lograba tranquilizarla y calmarla, luchaba contra el demonio en su interior y la admiraba por ello muchísimo. Ya tenía lista todas mis cosas preparadas, entre ellas aquel cofre que había pertenecido a mi padre y que no iba a dejar en Akershus, no ahora que sabía qué escondían los libros y cómo podía leerlos, quizás en los demás libros pudiera encontrar algo que nos ayudara a sacar al demonio del interior de su cuerpo, aprovecharía la travesía hacia Japón para descubrirlo y estudiarlo con detenimiento, además, los días eran largos y habría que invertir el tiempo en algo.
Dos días más tarde después de haber descubierto aquel ingrediente partimos hacia Japón, la travesía sería larga por lo que más nos valía acostumbrarnos al barco y al tiempo que pasaríamos a bordo, teníamos más o menos trazado un plan para cuando llegáramos al bosque, ambos sabíamos que el bosque querría jugar con nuestra mente y contra eso no podríamos hacer mucho, pero intentaríamos resistir y aguantar todo lo que pudiéramos. Decir que la travesía fue larga no era mentir en absoluto, no estaba acostumbrada a viajes tan largos y menos a estar tanto tiempo sin hacer nada, no era normal en mí y debía de descargar adrenalina de alguna forma, mi preocupación además por mi melliza tampoco ayudaba en absoluto y fue precisamente ese estado el que me llevó a pedirle a Höor que entrenara conmigo, de los allí presentes la verdad es que no me fiaba de nadie, me había costado bastante confiar en el conde como para fiarme de alguien más dado mi carácter y mi forma de ser, además siempre me estaba haciendo alusión a mi forma de luchar y me había cansado de que en cierto modo me tocara la moral con ese tema que me enervaba, así que, ¿qué mejor que entrenar para descargar adrenalina? Así que todas las mañanas cuando el sol estaba en lo más alto subíamos a cubierta para entrenar un poco y no perder práctica, algunos miembros de la tripulación se quedaban observándonos de lejos. Tenía que decir que el conde era implacable y me atacaba con fiereza, fue duro pero también estaba acostumbrada a que me entrenaran de esa forma. Los primeros días fueron los peores, después de entrenar y que me diera alguna que otra paliza tenía que aguantar su sonrisa altiva durante el resto del día que me enervaba de sobremanera, nuestra relación no es que fuera a peor pero tampoco iba excesivamente a mejor, agradecía que se prestara a ayudarme y de alguna forma pensaba que se lo cobraba con los entrenamientos. Después de tantas semanas a bordo y de estar entrenando diariamente con él había mejorado, me conocía sus movimientos y sus patrones y eso hacía la lucha más igual, aunque claro, no se olvidaba de decirme que aunque no fuera en la lucha como condesa aún me quedaba mucho por aprender. Esa mañana no fue distinta y de nuevo nos encontrábamos entrenando en cubierta, el sol nos daba de lleno sobre nuestras cabezas y el sudor perlaba nuestros cuerpos mientras nos movíamos, me giré esquivando por los pelos uno de sus feroces ataques con la espada mientras teníamos toda la cubierta como campo de batalla, seguimos peleando hasta que hubo un momento en el cual falló el golpe y yo aproveché el momento, hice que su espada cayera de su mano al suelo y la punta de mi alabarda rozó su cuello mientras sonreía de lado.
-¿Qué pasa Höor? ¿No estarás empezando ahora a ser algo blando conmigo, verdad? Porque te lo podría hacer pagar muy caro, conde –ladeé la sonrisa mientras algunos de los tripulantes volvían a sus quehaceres tras la lucha, me había acostumbrado a que nos miraran e incluso sabía que alguno que otro hacía apuestas sobre quien ganaría aquel día, como nosotros ellos también encontraron su propia diversión y tuvimos que ser nosotros, bajé el filo de la alabarda para apoyarla en el suelo mientras quitaba el sudor de mi frente, fue en ese momento cuando avistaron tierra avisándonos de que estábamos llegando a la costa este de Japón donde se encontraba el bosque- por fin –dije mientras me encaminaba hacia la proa del barco desde donde a lo lejos se podía divisar tierra, como bien habrían dicho la costa este ya que en esa parte se encontraba la ciudad de Shizouka- deberíamos de darnos un baño y prepararnos para cuando lleguemos, coger lo necesario y buscar a alguien que nos lleve hasta la linde del bosque, dudo que con las leyendas que tiene el lugar alguien se atreva a cruzarlo con nosotros –me giré para mirarlo- voy a prepararlo todo –me alejé volviendo al camarote que ocupaba y me di un baño rápido quitando el sudor de mi cuerpo, me vestí y recogí lo necesario subiendo de nuevo a cubierta, estábamos llegando al puerto y pronto desembarcaríamos, en cierta manera lo necesitaba, necesitaba ponerme en marcha tras todas esas semanas de travesía. Cuando el barco atracó en el puerto y pisamos tierra sentí que estábamos más cerca de poder liberar a mi melliza, miré al conde que estaba a mi lado y le hice una seña con la cabeza- busquemos a alguien para que nos lleve, ¿o prefieres que lo encontremos por nuestra cuenta? –Pregunté enarcando una ceja mientras esperaba su respuesta, yo solo quería llegar cuanto antes para poder coger esa flor y volver a Akershus.
Recopilamos toda la información que nos fue posible sobre aquel lugar, quería asegurarme de que lo teníamos todo más o menos estudiado, una vez allí contrataríamos a alguien para que nos llevara hasta la linde del bosque y, a partir de ese momento, solo estaríamos frente al bosque que seguramente intentaría volvernos locos y que nos matáramos acabando con nuestras vidas, iba a ser un desafío complicado y bastante duro pero yo no era de las que me echaba hacia atrás bajo ningún concepto. Sabía que el viaje nos demoraría un par de meses, entre ir hacia Japón y volver ya solo nos restaría ese tiempo y contaba con que en menos de una semana hubiéramos obtenido la flor y de vuelta al barco, primero debíamos de llegar al bosque y este era muy extenso, debíamos de atravesarlo para llegar al lugar donde crecía la planta. Pedí a Höor permiso para poder ver a Thyra, no iba a largarme de allí sin al menos verla y hablar con ella para calmarla, necesitaba saber lo que íbamos a hacer y al menos despedirme de ella, no le gustó la idea pero ¿acaso tenía opción? No se trataba de un par de días o de unas semanas, hablábamos de meses y cabía la posibilidad de que cuando volviéramos el demonio hubiera controlado su cuerpo, no correría el riesgo. Thyra entendió lo que debíamos de hacer y me hizo prometerle que volvería a tiempo, que intentaría aguantar todo lo que pudiera y que la presencia de Atharal lograba tranquilizarla y calmarla, luchaba contra el demonio en su interior y la admiraba por ello muchísimo. Ya tenía lista todas mis cosas preparadas, entre ellas aquel cofre que había pertenecido a mi padre y que no iba a dejar en Akershus, no ahora que sabía qué escondían los libros y cómo podía leerlos, quizás en los demás libros pudiera encontrar algo que nos ayudara a sacar al demonio del interior de su cuerpo, aprovecharía la travesía hacia Japón para descubrirlo y estudiarlo con detenimiento, además, los días eran largos y habría que invertir el tiempo en algo.
Dos días más tarde después de haber descubierto aquel ingrediente partimos hacia Japón, la travesía sería larga por lo que más nos valía acostumbrarnos al barco y al tiempo que pasaríamos a bordo, teníamos más o menos trazado un plan para cuando llegáramos al bosque, ambos sabíamos que el bosque querría jugar con nuestra mente y contra eso no podríamos hacer mucho, pero intentaríamos resistir y aguantar todo lo que pudiéramos. Decir que la travesía fue larga no era mentir en absoluto, no estaba acostumbrada a viajes tan largos y menos a estar tanto tiempo sin hacer nada, no era normal en mí y debía de descargar adrenalina de alguna forma, mi preocupación además por mi melliza tampoco ayudaba en absoluto y fue precisamente ese estado el que me llevó a pedirle a Höor que entrenara conmigo, de los allí presentes la verdad es que no me fiaba de nadie, me había costado bastante confiar en el conde como para fiarme de alguien más dado mi carácter y mi forma de ser, además siempre me estaba haciendo alusión a mi forma de luchar y me había cansado de que en cierto modo me tocara la moral con ese tema que me enervaba, así que, ¿qué mejor que entrenar para descargar adrenalina? Así que todas las mañanas cuando el sol estaba en lo más alto subíamos a cubierta para entrenar un poco y no perder práctica, algunos miembros de la tripulación se quedaban observándonos de lejos. Tenía que decir que el conde era implacable y me atacaba con fiereza, fue duro pero también estaba acostumbrada a que me entrenaran de esa forma. Los primeros días fueron los peores, después de entrenar y que me diera alguna que otra paliza tenía que aguantar su sonrisa altiva durante el resto del día que me enervaba de sobremanera, nuestra relación no es que fuera a peor pero tampoco iba excesivamente a mejor, agradecía que se prestara a ayudarme y de alguna forma pensaba que se lo cobraba con los entrenamientos. Después de tantas semanas a bordo y de estar entrenando diariamente con él había mejorado, me conocía sus movimientos y sus patrones y eso hacía la lucha más igual, aunque claro, no se olvidaba de decirme que aunque no fuera en la lucha como condesa aún me quedaba mucho por aprender. Esa mañana no fue distinta y de nuevo nos encontrábamos entrenando en cubierta, el sol nos daba de lleno sobre nuestras cabezas y el sudor perlaba nuestros cuerpos mientras nos movíamos, me giré esquivando por los pelos uno de sus feroces ataques con la espada mientras teníamos toda la cubierta como campo de batalla, seguimos peleando hasta que hubo un momento en el cual falló el golpe y yo aproveché el momento, hice que su espada cayera de su mano al suelo y la punta de mi alabarda rozó su cuello mientras sonreía de lado.
-¿Qué pasa Höor? ¿No estarás empezando ahora a ser algo blando conmigo, verdad? Porque te lo podría hacer pagar muy caro, conde –ladeé la sonrisa mientras algunos de los tripulantes volvían a sus quehaceres tras la lucha, me había acostumbrado a que nos miraran e incluso sabía que alguno que otro hacía apuestas sobre quien ganaría aquel día, como nosotros ellos también encontraron su propia diversión y tuvimos que ser nosotros, bajé el filo de la alabarda para apoyarla en el suelo mientras quitaba el sudor de mi frente, fue en ese momento cuando avistaron tierra avisándonos de que estábamos llegando a la costa este de Japón donde se encontraba el bosque- por fin –dije mientras me encaminaba hacia la proa del barco desde donde a lo lejos se podía divisar tierra, como bien habrían dicho la costa este ya que en esa parte se encontraba la ciudad de Shizouka- deberíamos de darnos un baño y prepararnos para cuando lleguemos, coger lo necesario y buscar a alguien que nos lleve hasta la linde del bosque, dudo que con las leyendas que tiene el lugar alguien se atreva a cruzarlo con nosotros –me giré para mirarlo- voy a prepararlo todo –me alejé volviendo al camarote que ocupaba y me di un baño rápido quitando el sudor de mi cuerpo, me vestí y recogí lo necesario subiendo de nuevo a cubierta, estábamos llegando al puerto y pronto desembarcaríamos, en cierta manera lo necesitaba, necesitaba ponerme en marcha tras todas esas semanas de travesía. Cuando el barco atracó en el puerto y pisamos tierra sentí que estábamos más cerca de poder liberar a mi melliza, miré al conde que estaba a mi lado y le hice una seña con la cabeza- busquemos a alguien para que nos lleve, ¿o prefieres que lo encontremos por nuestra cuenta? –Pregunté enarcando una ceja mientras esperaba su respuesta, yo solo quería llegar cuanto antes para poder coger esa flor y volver a Akershus.
Eyra Hagebak- Humano Clase Alta
- Mensajes : 123
Fecha de inscripción : 15/09/2017
Re: Månens Blomst {Privado}
Tres largos meses de viaje es lo que me quedaba por delante, un viaje al que muchos tildaban de locura, entre ellos Ulf, que no escatimó esfuerzos en hacerme cambiar de opinión.
Era consciente de que era necesario en Akershus pero no enviaría a la muerte a nadie, esto era algo que tenia que hacer yo y ademas era consciente que la condesa nunca cedería un ápice en no ir, de echo por eso ni lo intenté, le debía a su padre cuidar de ella y es es lo que haría.
La idea de pegar un tiro a la otra condesa no había pasado por alto a nadie de los míos, pero eso hubiera implicado dos cosas, la primera y mas importante acabar con la vida de un inocente, si fuera mi hija me gustaría que alguien hiciera por ella lo que yo estaba dispuesto a hacer, luchar y la segunda, porque mi palabra era valiosa y juré en su lecho de muerte a su padre que las protegería y eso es exactamente lo que haría.
Embarcamos en un pesquero que logre se desviara de su ruta pasando por Akershus, el viaje seria largo, Dani me había aconsejado que hacer para no coger ciertas enfermedades muy proclives al parecer en los barcos, así que intenté tomar las medidas oportunas.
Aunque lo peor era lo lento que pasaba el tiempo allí adentro, encerrado en aquel lugar pensaba que enloquecería y no saber nada de mis hijos, de Akershus no ayudaba de ninguna de las maneras.
Por suerte parte del tedio nos los quitábamos en cubierta enfrentándonos en duelo singular, cada mañana entrenábamos como si nos fuera la vida en ello.
La condesa era lista demasiado impulsiva pero tenaz, cogía rápido los movimientos, era una buena pupila y me gustaba aquel brío que ponía en vencerme como si esa fuera su meta, convertirse en alguien como yo algún día.
Ella pensaba que mi sonrisa altiva era por vencerla cada día, peor en parte no todo era eso, si no mas bien el verla crecer, evolucionar y empezar a convertirse en una mujer, atisbaba esa madurez que busqué desde el primer día y que tantas veces le recriminé.
Sabia que no seria fácil, los dos teníamos carácter y chocaríamos tantas veces como dificultades encontráramos a nuestro paso.
Pasado un mes el capataz gritó tierra, admito que una sensación agridulce me embargo, por un lado porque nada ansiaba mas que pisarla, coger la puta flor y volver junto a los míos, por contra porque sabia que aquel viaje iba a enfrentar algo que no podía vencer con el acero en la mano.
Miedos, terrores, el bosque rebuscaría en mis entrañas y lo peor es que yo guardaba demasiado en ellas como para poder salir de allí cuerdo, desde una infancia muy complicada donde me intentaron quebrar tantas veces que recordarlo me llevaba a Hel directamente a mis demonios mas recientes, una separación, la perdida de un hijo, Akershus, Dani...
La condesa y yo nos preparamos para bajar en Japón, a partir de ahora la aventura comenzaba y no podríamos detenernos hasta conseguir esa flor
-Nadie va a guiarnos por el bosque Eyra, nadie esta tan loco -le aseguré -pero pueden hacerlo hasta las inmediaciones de este.
Busquemos una posada donde pasar la noche y preguntemos allí por un guía y toda la información que podamos recopilar sobre el lugar...pero estamos solos Eyra, no lo olvides.
Era consciente de que era necesario en Akershus pero no enviaría a la muerte a nadie, esto era algo que tenia que hacer yo y ademas era consciente que la condesa nunca cedería un ápice en no ir, de echo por eso ni lo intenté, le debía a su padre cuidar de ella y es es lo que haría.
La idea de pegar un tiro a la otra condesa no había pasado por alto a nadie de los míos, pero eso hubiera implicado dos cosas, la primera y mas importante acabar con la vida de un inocente, si fuera mi hija me gustaría que alguien hiciera por ella lo que yo estaba dispuesto a hacer, luchar y la segunda, porque mi palabra era valiosa y juré en su lecho de muerte a su padre que las protegería y eso es exactamente lo que haría.
Embarcamos en un pesquero que logre se desviara de su ruta pasando por Akershus, el viaje seria largo, Dani me había aconsejado que hacer para no coger ciertas enfermedades muy proclives al parecer en los barcos, así que intenté tomar las medidas oportunas.
Aunque lo peor era lo lento que pasaba el tiempo allí adentro, encerrado en aquel lugar pensaba que enloquecería y no saber nada de mis hijos, de Akershus no ayudaba de ninguna de las maneras.
Por suerte parte del tedio nos los quitábamos en cubierta enfrentándonos en duelo singular, cada mañana entrenábamos como si nos fuera la vida en ello.
La condesa era lista demasiado impulsiva pero tenaz, cogía rápido los movimientos, era una buena pupila y me gustaba aquel brío que ponía en vencerme como si esa fuera su meta, convertirse en alguien como yo algún día.
Ella pensaba que mi sonrisa altiva era por vencerla cada día, peor en parte no todo era eso, si no mas bien el verla crecer, evolucionar y empezar a convertirse en una mujer, atisbaba esa madurez que busqué desde el primer día y que tantas veces le recriminé.
Sabia que no seria fácil, los dos teníamos carácter y chocaríamos tantas veces como dificultades encontráramos a nuestro paso.
Pasado un mes el capataz gritó tierra, admito que una sensación agridulce me embargo, por un lado porque nada ansiaba mas que pisarla, coger la puta flor y volver junto a los míos, por contra porque sabia que aquel viaje iba a enfrentar algo que no podía vencer con el acero en la mano.
Miedos, terrores, el bosque rebuscaría en mis entrañas y lo peor es que yo guardaba demasiado en ellas como para poder salir de allí cuerdo, desde una infancia muy complicada donde me intentaron quebrar tantas veces que recordarlo me llevaba a Hel directamente a mis demonios mas recientes, una separación, la perdida de un hijo, Akershus, Dani...
La condesa y yo nos preparamos para bajar en Japón, a partir de ahora la aventura comenzaba y no podríamos detenernos hasta conseguir esa flor
-Nadie va a guiarnos por el bosque Eyra, nadie esta tan loco -le aseguré -pero pueden hacerlo hasta las inmediaciones de este.
Busquemos una posada donde pasar la noche y preguntemos allí por un guía y toda la información que podamos recopilar sobre el lugar...pero estamos solos Eyra, no lo olvides.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Månens Blomst {Privado}
Atraqué en el puerto de tierras niponas, llevaba un buen cargamento de esclavos, así que esperaba sacarme pasta suficiente como para reparar parte del casco que se quebrado en el ultimo enfrentamiento del Dolly Roger.
Cerca había un astillero donde podría dejarlo, me habían dado precio y como tiempo estimado un par de semanas que me tomaría de vacaciones en esas tierras de japonesas serviciales, geishas las llamaban.
En mi mente creé el mundo idílico de todo pirata rodeado de ron y de bellas damas exóticas preocupadas en complacerme a todas horas, mas las cosas quizás no salieron exactamente como esperaba.
Vendí los esclavos en el mercado, saque una buena cantidad de dinero, aunque me di el pequeño lujo de quedarme con una de ellas, una de buenos atributos que me hacia ojitos, o quizás no, pero ¿que importaba? A mi me gustaba y la convertiría en mi geisha personal, al menos hasta que me cansara.
El caso es que acabé en la taberna, una cercana al monte Fuji, mi preciosa esclava tenia el ceño fruncido, iba atada de manos, algo que al parecer la sacaba de quicio, una pequeño detalle que la atormentaba, no se bien porque motivo.
Había unos hombres jugando a las cartas, bebían sake y decidí unirme a la partida.
Dicen que es fácil engañar a un chino, no caí en la cuenta de que aunque tenían los ojos rasgados los cabrones eran japoneses.
Bebí mucho, muchísimo, tanto que no recuerdo en que momento perdí casi la consciencia, el caso es que la esclava se me escapó, tambaleándome corrí tras ella.
Esa mujer estaba loca ¿donde cojones creía que iba? Pues la respuesta fue sencilla, malditas las mujeres y os problemas que acarrean.
Ni mas ni menos la señorita decidió sumergirse en el bosque Aokigahara, el puto bosque de los suicidios donde era fácil entrar e imposible salir.
De ir sobrio hubiera dejado que la muy zorra se perdiera, pero supongo que mi grado de ebriedad y la imaginación de tenerla bailando sobre mi entrepierna aquella noche me hizo seguirla....
-No corras tanto mujer, no sea que tropieces -le grité enredando las palabras.
Cerca había un astillero donde podría dejarlo, me habían dado precio y como tiempo estimado un par de semanas que me tomaría de vacaciones en esas tierras de japonesas serviciales, geishas las llamaban.
En mi mente creé el mundo idílico de todo pirata rodeado de ron y de bellas damas exóticas preocupadas en complacerme a todas horas, mas las cosas quizás no salieron exactamente como esperaba.
Vendí los esclavos en el mercado, saque una buena cantidad de dinero, aunque me di el pequeño lujo de quedarme con una de ellas, una de buenos atributos que me hacia ojitos, o quizás no, pero ¿que importaba? A mi me gustaba y la convertiría en mi geisha personal, al menos hasta que me cansara.
El caso es que acabé en la taberna, una cercana al monte Fuji, mi preciosa esclava tenia el ceño fruncido, iba atada de manos, algo que al parecer la sacaba de quicio, una pequeño detalle que la atormentaba, no se bien porque motivo.
Había unos hombres jugando a las cartas, bebían sake y decidí unirme a la partida.
Dicen que es fácil engañar a un chino, no caí en la cuenta de que aunque tenían los ojos rasgados los cabrones eran japoneses.
Bebí mucho, muchísimo, tanto que no recuerdo en que momento perdí casi la consciencia, el caso es que la esclava se me escapó, tambaleándome corrí tras ella.
Esa mujer estaba loca ¿donde cojones creía que iba? Pues la respuesta fue sencilla, malditas las mujeres y os problemas que acarrean.
Ni mas ni menos la señorita decidió sumergirse en el bosque Aokigahara, el puto bosque de los suicidios donde era fácil entrar e imposible salir.
De ir sobrio hubiera dejado que la muy zorra se perdiera, pero supongo que mi grado de ebriedad y la imaginación de tenerla bailando sobre mi entrepierna aquella noche me hizo seguirla....
-No corras tanto mujer, no sea que tropieces -le grité enredando las palabras.
J. Hook- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 40
Fecha de inscripción : 19/12/2017
Re: Månens Blomst {Privado}
Hacía ya un par de semanas que una embarcación pirata asaltó el navío en el que se transportaba camino hacia el nuevo mundo. América era la tierra más lejana a su hogar en la que pudo pensar, el lugar donde tenía planeado asentarse y comenzar una nueva vida lejos de todo lo que englobaba su pasado, especialmente la ira de su madre; Sin embargo, la situación en la que se encontraba distaba considerablemente de sus planes y por como pintaban las cosas, no auguraba ponerse mejor.
Hasta la noche en la que su barco fue asaltado, el viaje transcurrió con total normalidad. La temperatura descendía considerablemente tras el ocaso, pero los vientos soplaban calmos y la marea fluía baja; Poseidón parecía favorecer su travesía y con la bendición del dios de todos los mares, Asteria casi pudo saborear su libertad. En aquella tranquila velada, la mitad de la tripulación descansaba bajo cubierta y la otra mitad se embriagaba en algún rincón de la embarcación, uno donde pudiesen beber hasta desplomarse sin ser molestados. Aprovechando, el descuido de la gente a bordo y la niebla que se asentaba sobre las gélidas aguas, nublando la vista del espacio por el cual navegaban, no fue trabajo para los delincuentes invadir el navío.
Un instante bastó para que se desatara el caos; los hombres del mar primero actuaban y luego hacían las preguntas. Aunque hubo quienes opusieron resistencia y pelearon una batalla cruenta —incluida ella misma entre la minoría— fue aquel un esfuerzo vano pues pronto les superaron en número sin darles otra opción que no fuera la rendición o la muerte; una decisión bastante simple considerando que la mayor parte de la tripulación prefería conservar la cabeza sobre el cuello. Los más débiles y aquellos que fueron lo suficientemente obstinados —o necios, no estaba segura— de continuar desafiando a los piratas y su capitán, fueron obligados a caminar por la plancha y abandonados a su suerte en la inmensidad del océano mientras que quienes quedaron en pie y admitieron su derrota fueron tomados como prisioneros.
El ambiente en el Dolly Roger era bastante hostil y las costumbres de aquellos hombres le recordaban terriblemente a las de su propia gente pues compartían métodos y una cadena de mando similar. Aquellos hombres, como las mujeres de su pueblo, eran crueles, sanguinarios y no temían arrasar con todo cuanto se opusiera a su paso; respondían a una única autoridad, el capitán, así como las amazonas respondían ante su reina, y al al sexo opuesto, tal y como en casa, se le concebía en una posición de inferioridad, dispuestos a servir un propósito dictado por la naturaleza de los opuestos, en este caso complacer el libido, pues a diferencia de su pueblo, estos individuos no guardaban otro deseo que la propia satisfacción.
Odiaba estar atrapada en altamar, e confinada a un pequeño barco donde el contenido de su estómago se revolvía constantemente como consecuencia de los movimientos de la marea. Tuvo alguna que otra oportunidad de escapar de su celda mas resistió el impulso pues en medio de la nada, a parte del fondo del mar, el océano no proveía muchos otros caminos por los cuales escapar, por ende, cuando escuchó un rumor de que arribarían a tierra firme, Asteria supo que aquella era su oportunidad. No tenía idea hacia donde se dirigían, pero mientras pudiera correr guardaba un chance de escapar.
Nunca fue buena prisionera, por lo que, considerando incidentes como aquella vez en la que de un tarascazo casi le arranca la nariz a uno de los piratas que intentó propasarse con ella, o esa otra en la que propinó una salvaje golpiza a otro de aquellos hombres que osó burlarse en su cara, fue atada de manos al arribar a tierras niponas. A los prisioneros del barco los vendieron como esclavos y, aunque aquella opción no se escuchaba mucho mejor que su situación actual Asteria no guardaba intención de volver a los mares por lo que, mientras la subasta continuó en pie, constantemente busco la mirada del hombre al mando esperando ser ofrecida; vaya decepción se llevó cuando su turno nunca llegó… aquel desagradable hombre había decidido conservarla vaya a saber por qué motivo.
Gruñó, rugió, pataleó, pero nada de ello sirvió para otra cosa que no fuera entretener al capitán, por lo que el resto de la noche se limitó a mantener el entrecejo fruncido, maquinando otro plan de escape. Sin embargo, un rayo de esperanza brilló sobre ella cuando Hook, el legendario pirata de los siete mares, como lo llamaba su tripulación —Títulos de los que dudaba pues nunca escuchó de él, no hasta ser capturada— se dispuso a apostar su dinero y a beber como si no hubiera un mañana.
Paciente la amazona aguardó a que su captor estuviera lo suficientemente ebrio como para poseer ventaja y tan pronto como vio una oportunidad echó a correr sin rumbo como si su vida dependiera de ello. Ni corto ni perezoso, enredando las palabras entre avisos, el hombre se lanzó tras ella y aunque le había agarrado ya buena ventaja, este no parecía darse por vencido. Sin ceder un ápice, la castaña se precipitó entre la maleza, ignorando por completo las innumerables señales de aviso que cercaban los límites del bosque.
Como las ominosas palabras que le vociferaba el capitán desde lejos lo predijeron, en medio de su aparatosa y desenfrenada huida, Asteria tropezó dando de bruces contra la húmeda hierba. Quizá si hubiese aceptado la mordida de su madre antes de abandonar su hogar su situación sería muy diferente. Negó con la cabeza y se puso en pie de inmediato, no había tiempo para arrepentimientos, mas cuando se irguió y se encontró de frente con el hombre que la perseguía, vaya que se sintió frustrada. ¿Cómo le había alcanzado tan rápido? No lo sabía, lo único que tenía importancia en aquel instante era huir, así que beneficiándose del pobre estado del capitán, le arrebató la espada que llevaba en el cinto, asiéndola con firmeza.
— Aléjate de mí — Advirtió — O juro por todos los dioses que decoraré el bosque con tus entrañas.
Hasta la noche en la que su barco fue asaltado, el viaje transcurrió con total normalidad. La temperatura descendía considerablemente tras el ocaso, pero los vientos soplaban calmos y la marea fluía baja; Poseidón parecía favorecer su travesía y con la bendición del dios de todos los mares, Asteria casi pudo saborear su libertad. En aquella tranquila velada, la mitad de la tripulación descansaba bajo cubierta y la otra mitad se embriagaba en algún rincón de la embarcación, uno donde pudiesen beber hasta desplomarse sin ser molestados. Aprovechando, el descuido de la gente a bordo y la niebla que se asentaba sobre las gélidas aguas, nublando la vista del espacio por el cual navegaban, no fue trabajo para los delincuentes invadir el navío.
Un instante bastó para que se desatara el caos; los hombres del mar primero actuaban y luego hacían las preguntas. Aunque hubo quienes opusieron resistencia y pelearon una batalla cruenta —incluida ella misma entre la minoría— fue aquel un esfuerzo vano pues pronto les superaron en número sin darles otra opción que no fuera la rendición o la muerte; una decisión bastante simple considerando que la mayor parte de la tripulación prefería conservar la cabeza sobre el cuello. Los más débiles y aquellos que fueron lo suficientemente obstinados —o necios, no estaba segura— de continuar desafiando a los piratas y su capitán, fueron obligados a caminar por la plancha y abandonados a su suerte en la inmensidad del océano mientras que quienes quedaron en pie y admitieron su derrota fueron tomados como prisioneros.
El ambiente en el Dolly Roger era bastante hostil y las costumbres de aquellos hombres le recordaban terriblemente a las de su propia gente pues compartían métodos y una cadena de mando similar. Aquellos hombres, como las mujeres de su pueblo, eran crueles, sanguinarios y no temían arrasar con todo cuanto se opusiera a su paso; respondían a una única autoridad, el capitán, así como las amazonas respondían ante su reina, y al al sexo opuesto, tal y como en casa, se le concebía en una posición de inferioridad, dispuestos a servir un propósito dictado por la naturaleza de los opuestos, en este caso complacer el libido, pues a diferencia de su pueblo, estos individuos no guardaban otro deseo que la propia satisfacción.
Odiaba estar atrapada en altamar, e confinada a un pequeño barco donde el contenido de su estómago se revolvía constantemente como consecuencia de los movimientos de la marea. Tuvo alguna que otra oportunidad de escapar de su celda mas resistió el impulso pues en medio de la nada, a parte del fondo del mar, el océano no proveía muchos otros caminos por los cuales escapar, por ende, cuando escuchó un rumor de que arribarían a tierra firme, Asteria supo que aquella era su oportunidad. No tenía idea hacia donde se dirigían, pero mientras pudiera correr guardaba un chance de escapar.
Nunca fue buena prisionera, por lo que, considerando incidentes como aquella vez en la que de un tarascazo casi le arranca la nariz a uno de los piratas que intentó propasarse con ella, o esa otra en la que propinó una salvaje golpiza a otro de aquellos hombres que osó burlarse en su cara, fue atada de manos al arribar a tierras niponas. A los prisioneros del barco los vendieron como esclavos y, aunque aquella opción no se escuchaba mucho mejor que su situación actual Asteria no guardaba intención de volver a los mares por lo que, mientras la subasta continuó en pie, constantemente busco la mirada del hombre al mando esperando ser ofrecida; vaya decepción se llevó cuando su turno nunca llegó… aquel desagradable hombre había decidido conservarla vaya a saber por qué motivo.
Gruñó, rugió, pataleó, pero nada de ello sirvió para otra cosa que no fuera entretener al capitán, por lo que el resto de la noche se limitó a mantener el entrecejo fruncido, maquinando otro plan de escape. Sin embargo, un rayo de esperanza brilló sobre ella cuando Hook, el legendario pirata de los siete mares, como lo llamaba su tripulación —Títulos de los que dudaba pues nunca escuchó de él, no hasta ser capturada— se dispuso a apostar su dinero y a beber como si no hubiera un mañana.
Paciente la amazona aguardó a que su captor estuviera lo suficientemente ebrio como para poseer ventaja y tan pronto como vio una oportunidad echó a correr sin rumbo como si su vida dependiera de ello. Ni corto ni perezoso, enredando las palabras entre avisos, el hombre se lanzó tras ella y aunque le había agarrado ya buena ventaja, este no parecía darse por vencido. Sin ceder un ápice, la castaña se precipitó entre la maleza, ignorando por completo las innumerables señales de aviso que cercaban los límites del bosque.
Como las ominosas palabras que le vociferaba el capitán desde lejos lo predijeron, en medio de su aparatosa y desenfrenada huida, Asteria tropezó dando de bruces contra la húmeda hierba. Quizá si hubiese aceptado la mordida de su madre antes de abandonar su hogar su situación sería muy diferente. Negó con la cabeza y se puso en pie de inmediato, no había tiempo para arrepentimientos, mas cuando se irguió y se encontró de frente con el hombre que la perseguía, vaya que se sintió frustrada. ¿Cómo le había alcanzado tan rápido? No lo sabía, lo único que tenía importancia en aquel instante era huir, así que beneficiándose del pobre estado del capitán, le arrebató la espada que llevaba en el cinto, asiéndola con firmeza.
— Aléjate de mí — Advirtió — O juro por todos los dioses que decoraré el bosque con tus entrañas.
Asteria- Cazador Clase Alta
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Re: Månens Blomst {Privado}
Por fin tras un mes de travesía habíamos avistado tierra, el capitán nos había avisado de que pronto llegaríamos a aquel puerto en la zona costera de Japón donde más próximo estaríamos de llegar y que pasaba por ir a la ciudad de Shizouka, donde se encontraba el bosque de los suicidios. Tan sólo con escuchar cómo le decían al bosque de Aokigahara hacía que un escalofrío te recorriera el cuerpo, por lo que habíamos podido averiguar allí era donde una gran cantidad de gente iba para suicidarse. Decían que entrar al bosque conllevaba muchos riesgos y peligros y que era una total imprudencia porque algo maligno y oscuro tenía aquel bosque que rebuscaba en lo más profundo de uno, se adentraba en el subconsciente y sacaba todo lo que se llevaba escondido dentro, todos los miedos, todas las dudas, todos los temores... el propio bosque te hacía perder la cabeza y nos enfrentábamos a ese problema, uno que no podría resolver con espadas en nuestras manos. Podría darnos por suicidarnos, o podría darnos por matarnos el uno al otro... y dado el carácter que teníamos que chocaba tanto más bien apostaba por ambas cosas. Había sido un mes demasiado largo en el que había podido soportarlo medianamente gracias a que habíamos entrenado cada día, no entendía cómo había hombres que se hacían a la mar y podían pasar tanto tiempo confinados en un baro surcando el mar, yo me había desesperado y si no hubiera sido porque habíamos descargado tensión con los entrenamientos y nos habíamos seguido manteniendo en forma me habría vuelto loca antes de llegar al maldito bosque. Sabía que no solo yo tenía fantasmas, como él mismo me había dicho alguna que otra vez también portaba mucho peso y carga sobre sus hombros, quizás parte de esa carga saliera a la luz en el bosque... pero yo no me quedaba muy atrás tampoco. Todos teníamos nuestros propios fantasmas que no queríamos que vieran la luz del día, seguramente el bosque los sacarían y tendríamos que lidiar con ello... pero era un riesgo que estaba dispuesta por el bien de mi melliza. No iba a abandonar a Thyra a su suerte.
Por fin pisamos tierra tras aquel largo mes en el barco en aquella tierra tan extraña y tan diferente a nuestras costumbres que nada tenían que ver la una con la otra, allí la gente iba vestida de una forma que parecía demasiado recatada y sus maneras eran mucho más educadas que las nuestras, nuestra presencia se notaba entre toda aquella gente y miré al conde lanzando un suspiro cogiendo aire, ya sabía que estábamos solos en aquello y no hacía falta que me lo dijera para reafirmármelo, contemplé el lugar con mis ojos y pronto nos pusimos en marcha para encontrar una posada donde pasar aquella noche y al día siguiente partir hacia el bosque preguntando a la gente. No hacía falta saber que nadie se adentraría con nosotros en ese bosque porque las leyendas eran bastante claras, por todo el bosque habían puesto carteles previniendo el peligro y aun así la gente se adentraba en aquel lugar. Nadie nos acompañaría dentro pero sí podríamos preguntar y que nos llevaran hasta los lindes, el resto sería cosa nuestra. Sabía que la gente de allí no estaba loca como para guiar a dos desconocidos por el bosque por mucho que le pagáramos y en verdad yo no lo quería, ya sería bastante con nosotros dos por mitad de aquel bosque como para preocuparnos de que un tercero no nos intente hacer nada... si es que le daba tiempo, claro. Decidimos buscar una posada donde pasaríamos la noche, no nos costó demasiado encontrar una ya que nuestra pinta de viajeros hacía bastante fácil el suponer que buscábamos alojamiento, nos ofrecieron un lugar en una de las posadas donde podríamos quedarnos, incluso sus estructuras eran muy diferentes a las nuestras. ¿Puertas de papel? Tuve que contener la risa al ver las puertas correderas que tenían, con el suelo de madera y aquella ¿cama? que había y que prácticamente era como si durmiéramos en el suelo. Dejé todo lo que llevaba encima mirando aquella bata que nos habían dejado junto a la cama y que me hizo enarcar una ceja, al abrir la otra puerta daba a un pequeño jardín que comunicaba con las otras habitaciones, necesitaba beber y comer así que al dejar las cosas bajé encontrándome con el conde que iba también a lo mismo.
-He oído que aquí la bebida que tienen es el sake y que es bastante fuerte –dije sentándonos en la mesa- ya que estamos aquí, habrá que comprobarlo –dije mientras nos servían dos vasos y nos dejaban la botella de sake, serví para probarlo y tras dar el primer trago de golpe aquello quemaba como el mismo Hel- no se habían equivocado –dije mientras nos traían algo de comer- quiero volver a casa tanto como tú así que mañana preguntaremos para que nos guíen por el bosque, nos adentraremos para cruzarlo y llegar hasta donde crece la maldita flor a los pies del monte Fuji, no quiero quedarme más tiempo del necesario –me preocupaba Thyra, sabía que Atharal la protegería pero ese demonio que llevaba dentro no sabíamos cuándo tomaría su cuerpo y de hacerlo dudaba que incluso el pájaro lograra detenerla en algún momento. La estrategia estaba clara y debatimos sobre los pasos a seguir mientras comíamos y bebíamos aunque no demasiado porque al día siguiente teníamos que partir con plenas facultades. Nos retiramos a descansar tras tomarnos un par de jarras dejando el sake a un lado ya que era bastante fuerte, si hubiera ido por otro motivo allí hubiera dado una vuelta pero mi cabeza estaba en atravesar ese bosque maldito. Nos retiramos a descansar cuando me enteré de que aquel lugar tenía aguas termales divididas en dos zonas para que no se encontraran hombres con mujeres, lo cierto es que a mí me daba igual encontrarme con hombres bastante acostumbrada a como éramos nosotros, me di un baño en las aguas termales que relajó un poco mi cuerpo y que me ayudó a conciliar el sueño en esa extraña cama. A la mañana siguiente partimos preguntando a la gente que nos indicara hacia el bosque, muchos de ellos cuando lograban entendernos no querían decirnos nada dado lo maldito que estaba el lugar como si no quisieran ser los culpables de nuestras muertes, nos costó porque aunque eran gente amable no querían indicarnos, pero encontramos a un par que nos fue guiando en dirección hacia el bosque. Hacia el medio día ya nos encontrábamos en el linde del mismo y tal y como decían habían señales por todos lados en varios idiomas que alertaban del peligro para que la gente no pasara, incluso había una cuerda que parecía prohibir el paso pero nadie vigilando el lugar. Se notaba, de lejos, que aquel bosque debía de tener algo especial porque una carga negativa estaba por el ambiente, algo que te hacía poner la piel de gallina pero que nosotros, vikingos que no temíamos a nada en nuestra vida, no nos echarían para atrás. Estábamos preparados para atravesar el bosque sabiendo lo que conllevaba y los peligros que pasaríamos, miré al conde antes de dar un paso hacia el interior del bosque- no tienes por qué hacerlo Höor, sé que la presencia de Thyra pone en peligro a los tuyos y que te es más fácil dejar que la maten a ayudarla. Esto debería de ser cosa mía –dije mientras aferraba la alabarda entre mis dedos, arma que no nos ayudaría mucho ahí dentro pero que debíamos de estar preparados para todo lo que pudiera pasar. Me miró de forma que, claramente, me decía un “cállate” y miré hacia el bosque que no traía buen presagio en ningún momento- está bien, allá vamos –dije pasando por la cuerda que habían puesto saltándola con facilidad poniendo un pie en aquel lugar, un lugar tenebroso y oscuro donde ni en la linde la luz del sol llegaba al suelo, donde no podías escuchar la vida que tenía un bosque porque todo estaba apagado, todo estaba muerto y maldito.
Por fin pisamos tierra tras aquel largo mes en el barco en aquella tierra tan extraña y tan diferente a nuestras costumbres que nada tenían que ver la una con la otra, allí la gente iba vestida de una forma que parecía demasiado recatada y sus maneras eran mucho más educadas que las nuestras, nuestra presencia se notaba entre toda aquella gente y miré al conde lanzando un suspiro cogiendo aire, ya sabía que estábamos solos en aquello y no hacía falta que me lo dijera para reafirmármelo, contemplé el lugar con mis ojos y pronto nos pusimos en marcha para encontrar una posada donde pasar aquella noche y al día siguiente partir hacia el bosque preguntando a la gente. No hacía falta saber que nadie se adentraría con nosotros en ese bosque porque las leyendas eran bastante claras, por todo el bosque habían puesto carteles previniendo el peligro y aun así la gente se adentraba en aquel lugar. Nadie nos acompañaría dentro pero sí podríamos preguntar y que nos llevaran hasta los lindes, el resto sería cosa nuestra. Sabía que la gente de allí no estaba loca como para guiar a dos desconocidos por el bosque por mucho que le pagáramos y en verdad yo no lo quería, ya sería bastante con nosotros dos por mitad de aquel bosque como para preocuparnos de que un tercero no nos intente hacer nada... si es que le daba tiempo, claro. Decidimos buscar una posada donde pasaríamos la noche, no nos costó demasiado encontrar una ya que nuestra pinta de viajeros hacía bastante fácil el suponer que buscábamos alojamiento, nos ofrecieron un lugar en una de las posadas donde podríamos quedarnos, incluso sus estructuras eran muy diferentes a las nuestras. ¿Puertas de papel? Tuve que contener la risa al ver las puertas correderas que tenían, con el suelo de madera y aquella ¿cama? que había y que prácticamente era como si durmiéramos en el suelo. Dejé todo lo que llevaba encima mirando aquella bata que nos habían dejado junto a la cama y que me hizo enarcar una ceja, al abrir la otra puerta daba a un pequeño jardín que comunicaba con las otras habitaciones, necesitaba beber y comer así que al dejar las cosas bajé encontrándome con el conde que iba también a lo mismo.
-He oído que aquí la bebida que tienen es el sake y que es bastante fuerte –dije sentándonos en la mesa- ya que estamos aquí, habrá que comprobarlo –dije mientras nos servían dos vasos y nos dejaban la botella de sake, serví para probarlo y tras dar el primer trago de golpe aquello quemaba como el mismo Hel- no se habían equivocado –dije mientras nos traían algo de comer- quiero volver a casa tanto como tú así que mañana preguntaremos para que nos guíen por el bosque, nos adentraremos para cruzarlo y llegar hasta donde crece la maldita flor a los pies del monte Fuji, no quiero quedarme más tiempo del necesario –me preocupaba Thyra, sabía que Atharal la protegería pero ese demonio que llevaba dentro no sabíamos cuándo tomaría su cuerpo y de hacerlo dudaba que incluso el pájaro lograra detenerla en algún momento. La estrategia estaba clara y debatimos sobre los pasos a seguir mientras comíamos y bebíamos aunque no demasiado porque al día siguiente teníamos que partir con plenas facultades. Nos retiramos a descansar tras tomarnos un par de jarras dejando el sake a un lado ya que era bastante fuerte, si hubiera ido por otro motivo allí hubiera dado una vuelta pero mi cabeza estaba en atravesar ese bosque maldito. Nos retiramos a descansar cuando me enteré de que aquel lugar tenía aguas termales divididas en dos zonas para que no se encontraran hombres con mujeres, lo cierto es que a mí me daba igual encontrarme con hombres bastante acostumbrada a como éramos nosotros, me di un baño en las aguas termales que relajó un poco mi cuerpo y que me ayudó a conciliar el sueño en esa extraña cama. A la mañana siguiente partimos preguntando a la gente que nos indicara hacia el bosque, muchos de ellos cuando lograban entendernos no querían decirnos nada dado lo maldito que estaba el lugar como si no quisieran ser los culpables de nuestras muertes, nos costó porque aunque eran gente amable no querían indicarnos, pero encontramos a un par que nos fue guiando en dirección hacia el bosque. Hacia el medio día ya nos encontrábamos en el linde del mismo y tal y como decían habían señales por todos lados en varios idiomas que alertaban del peligro para que la gente no pasara, incluso había una cuerda que parecía prohibir el paso pero nadie vigilando el lugar. Se notaba, de lejos, que aquel bosque debía de tener algo especial porque una carga negativa estaba por el ambiente, algo que te hacía poner la piel de gallina pero que nosotros, vikingos que no temíamos a nada en nuestra vida, no nos echarían para atrás. Estábamos preparados para atravesar el bosque sabiendo lo que conllevaba y los peligros que pasaríamos, miré al conde antes de dar un paso hacia el interior del bosque- no tienes por qué hacerlo Höor, sé que la presencia de Thyra pone en peligro a los tuyos y que te es más fácil dejar que la maten a ayudarla. Esto debería de ser cosa mía –dije mientras aferraba la alabarda entre mis dedos, arma que no nos ayudaría mucho ahí dentro pero que debíamos de estar preparados para todo lo que pudiera pasar. Me miró de forma que, claramente, me decía un “cállate” y miré hacia el bosque que no traía buen presagio en ningún momento- está bien, allá vamos –dije pasando por la cuerda que habían puesto saltándola con facilidad poniendo un pie en aquel lugar, un lugar tenebroso y oscuro donde ni en la linde la luz del sol llegaba al suelo, donde no podías escuchar la vida que tenía un bosque porque todo estaba apagado, todo estaba muerto y maldito.
Eyra Hagebak- Humano Clase Alta
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Re: Månens Blomst {Privado}
La amazonas era una fiera guerrera y yo me tambaleaba tanto que veía a dos de ellas, lo que me llevó a enarcar una ceja señalando después de dudar un poco con la espada a una de ellas.
-Rindete y podrás disfrutar del placer de mi verga -dije con una sonrisa triunfal que se borró en el mismo instante que la otra, la que no señalaba me arrancaba la espada de la mano.
-Vale, era tu amiga la peligrosa -dije empezando a reírme de mi mismo por la cogorza que llevaba mientras esta decía no se que gilipolleces de esparcir mis entrañas por el bosque.
-Sin riesgo de resultar pedante -apunté apoyando mis manos en las rodillas y alzando la cabeza para mirarlas -diría que estamos perdidos.
Fue entonces cuando la mujer miró a su alrededor, nos habíamos adentrado tanto en el bosque que ahora mismo no veía camino luminoso que señalara hacia donde empezar a caminar para salvar nuestros culos de los fantasmas que decían anidaban en ese lugar.
Alcé mi cuerpo colocando mi mano en la frente para mirar el firmamento, pero pronto me eche a reír de nuevo dándome cuenta que ese gesto era inútil, no había sol que me deslumbrara los ojos si no una preciosa media luna.
Ahora esa posición me daba cierto aire arrogante, así que..tampoco podía quejarme.
La espada seguía en mi cuello, negué con la cabeza llevando mi garfio a su filo para apartarla de mi gaznate
-Bien preciosa mujer de pelo dorado, ten cuidado no te hagas daño, y lo mas importante, no me hagas a mi sangre.
Podia ver su soberano cabreo por como la ignoraba, pero era mi esclava ¿por que tenerla en cuenta? -Bueno, quizás porque lleva la espada. -dijo la voz de mi conciencia
-Calla, estas borracho -gruñí ante la mirada interrogante de la rubia.
-A ti no, a él -dije como si algo tuviera sentido mientras esta resoplaba.
Me rasqué la sien con la punta del garfio pensando.
-Sabes lo peor de todo esto -dije buscando su mirada -¡que tengo una esclava pero ni una sola gota de ron!
Me tambaleé caminando hacia ella con una sonrisa socarrona y los labios brillantes por el alcohol.
-Y ahora se buena chica y volvamos a la taberna, podemos pasarlo bien tu y yo...te dejo que traigas a tu amiga gemela dije riéndome señalando a la doble que había a su lado ¿que me dices?
Saqué la brújula del bolsillo interior de la casaca y fije mi mirada en al aguja mientras daba vueltas sobre mi mismo.
-No se está quieta ¿tu ves el norte?
-Rindete y podrás disfrutar del placer de mi verga -dije con una sonrisa triunfal que se borró en el mismo instante que la otra, la que no señalaba me arrancaba la espada de la mano.
-Vale, era tu amiga la peligrosa -dije empezando a reírme de mi mismo por la cogorza que llevaba mientras esta decía no se que gilipolleces de esparcir mis entrañas por el bosque.
-Sin riesgo de resultar pedante -apunté apoyando mis manos en las rodillas y alzando la cabeza para mirarlas -diría que estamos perdidos.
Fue entonces cuando la mujer miró a su alrededor, nos habíamos adentrado tanto en el bosque que ahora mismo no veía camino luminoso que señalara hacia donde empezar a caminar para salvar nuestros culos de los fantasmas que decían anidaban en ese lugar.
Alcé mi cuerpo colocando mi mano en la frente para mirar el firmamento, pero pronto me eche a reír de nuevo dándome cuenta que ese gesto era inútil, no había sol que me deslumbrara los ojos si no una preciosa media luna.
Ahora esa posición me daba cierto aire arrogante, así que..tampoco podía quejarme.
La espada seguía en mi cuello, negué con la cabeza llevando mi garfio a su filo para apartarla de mi gaznate
-Bien preciosa mujer de pelo dorado, ten cuidado no te hagas daño, y lo mas importante, no me hagas a mi sangre.
Podia ver su soberano cabreo por como la ignoraba, pero era mi esclava ¿por que tenerla en cuenta? -Bueno, quizás porque lleva la espada. -dijo la voz de mi conciencia
-Calla, estas borracho -gruñí ante la mirada interrogante de la rubia.
-A ti no, a él -dije como si algo tuviera sentido mientras esta resoplaba.
Me rasqué la sien con la punta del garfio pensando.
-Sabes lo peor de todo esto -dije buscando su mirada -¡que tengo una esclava pero ni una sola gota de ron!
Me tambaleé caminando hacia ella con una sonrisa socarrona y los labios brillantes por el alcohol.
-Y ahora se buena chica y volvamos a la taberna, podemos pasarlo bien tu y yo...te dejo que traigas a tu amiga gemela dije riéndome señalando a la doble que había a su lado ¿que me dices?
Saqué la brújula del bolsillo interior de la casaca y fije mi mirada en al aguja mientras daba vueltas sobre mi mismo.
-No se está quieta ¿tu ves el norte?
J. Hook- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 19/12/2017
Re: Månens Blomst {Privado}
Llegamos a un pequeño “hostal” un tanto extraño, lo primero que aprecié enarcando una ceja es que las paredes eran de papel, aquí o la guerra no corría por sus venas proteger estos lugares era misión imposible, pues atravesarla requería menos esfuerzo que bordearla.
Lo segundo que sobre un lecho casi invisible, mas bien un colchón sobre el suelo, había un “kimono” y unos zuecos.
La japonesa me miraba silenciosa indicándome con la cabeza que me lo pusieron.
-Señor, puede después seguirme y lo llevaré ante su acompañante y podrán degustar la cena.
Volví a mirar aquello y después a ella ¿en serio? Negué con la cabeza iba mucho mas cómodo con la ropa maloliente que llevaba, la pobre mujer no replicó ,se limitó a agachar la cabeza como si la sumisión corriera por sus venas y a guiarme hasta un jardín exterior donde muchas mesas bajas quedaban repartidas sobre tatamis y flores de cerezo y jazmín.
El lugar era paradisíaco, no así el comer sentado sobre cojones, no sabia como ponerme lo que despertó la risa de alguna doncella que perfectamente enfundada en su kimono, nos servia una bebida llamada Sake.
-Creo que lo hacen para que no comamos mucho, es imposible que la comida baje si tenemos le estomago arrugado.
Eyra se reía por las cosas que le decía, sabia que la tensión de la misión que nos esperaba era mas que suficiente para tenernos alicaídos y prefería por esta noche tener un rato de risas, tranquilidad, en el que no pensáramos en nada de lo que nos esperaba y menos en lo que atrás habíamos dejado.
Ella a su hermana con un demonio dentro, yo a mis hijos una relación incipiente de tres días que conociendo a la pirata bien podía terminar al quinto, levar ancla y no volver a verla en la vida.
Bebimos, cenamos, la verdad es que el pescado estaba bueno, crudo, lo llamaban sushi. El sake era fuerte, estaba bueno, bebimos lo suficiente como para entrar en calor y que la conversación cada vez fuera mas discernida y llegado el momento cada uno se retiró a su cámara.
Yo decidí darme un baño en unas termas naturales que me comentó el encargado no quedaban demasiado lejos, según el hombre a estas horas no habría nadie y me parecía bastante mejor que hacerlo en no se bien donde lleno de hombres y sin ninguna mujer, era cosa de lógica...¿que hombre que no esté desviado se quiere meter con otros en un baño de aguas cálidas?
Tras bañarme en aquel lugar donde la naturaleza parecía dar respiro a todo guerrero que buscara un poco de paz volví a la habitación de papel y dormí del tirón hasta la mañana siguiente.
Un guía nos llevó justo hasta el linde del bosque, allí una colección de señales en idiomas distintos advertían del peligro de saltarnos esa cuerda que golpeaba nuestros tobillos.
-No te preocupes, aquí no han llegado los vikingos -bromeé guiñándole un ojo para que guardara silencio.
Poco o nada me conocía si pensaba por un momento que había llegado tan lejos para darme la vuelta.
Salvar a su hermana era su prioridad, encerrar al demonio para que no pudiera dañar a nadie de Akershus y que Randulf no lo controlara la mía, ambos nos jugábamos lo suficiente como para adentrarnos en el bosque de los suicidios y dar con la flor de luna.
Lo segundo que sobre un lecho casi invisible, mas bien un colchón sobre el suelo, había un “kimono” y unos zuecos.
La japonesa me miraba silenciosa indicándome con la cabeza que me lo pusieron.
-Señor, puede después seguirme y lo llevaré ante su acompañante y podrán degustar la cena.
Volví a mirar aquello y después a ella ¿en serio? Negué con la cabeza iba mucho mas cómodo con la ropa maloliente que llevaba, la pobre mujer no replicó ,se limitó a agachar la cabeza como si la sumisión corriera por sus venas y a guiarme hasta un jardín exterior donde muchas mesas bajas quedaban repartidas sobre tatamis y flores de cerezo y jazmín.
El lugar era paradisíaco, no así el comer sentado sobre cojones, no sabia como ponerme lo que despertó la risa de alguna doncella que perfectamente enfundada en su kimono, nos servia una bebida llamada Sake.
-Creo que lo hacen para que no comamos mucho, es imposible que la comida baje si tenemos le estomago arrugado.
Eyra se reía por las cosas que le decía, sabia que la tensión de la misión que nos esperaba era mas que suficiente para tenernos alicaídos y prefería por esta noche tener un rato de risas, tranquilidad, en el que no pensáramos en nada de lo que nos esperaba y menos en lo que atrás habíamos dejado.
Ella a su hermana con un demonio dentro, yo a mis hijos una relación incipiente de tres días que conociendo a la pirata bien podía terminar al quinto, levar ancla y no volver a verla en la vida.
Bebimos, cenamos, la verdad es que el pescado estaba bueno, crudo, lo llamaban sushi. El sake era fuerte, estaba bueno, bebimos lo suficiente como para entrar en calor y que la conversación cada vez fuera mas discernida y llegado el momento cada uno se retiró a su cámara.
Yo decidí darme un baño en unas termas naturales que me comentó el encargado no quedaban demasiado lejos, según el hombre a estas horas no habría nadie y me parecía bastante mejor que hacerlo en no se bien donde lleno de hombres y sin ninguna mujer, era cosa de lógica...¿que hombre que no esté desviado se quiere meter con otros en un baño de aguas cálidas?
Tras bañarme en aquel lugar donde la naturaleza parecía dar respiro a todo guerrero que buscara un poco de paz volví a la habitación de papel y dormí del tirón hasta la mañana siguiente.
Un guía nos llevó justo hasta el linde del bosque, allí una colección de señales en idiomas distintos advertían del peligro de saltarnos esa cuerda que golpeaba nuestros tobillos.
-No te preocupes, aquí no han llegado los vikingos -bromeé guiñándole un ojo para que guardara silencio.
Poco o nada me conocía si pensaba por un momento que había llegado tan lejos para darme la vuelta.
Salvar a su hermana era su prioridad, encerrar al demonio para que no pudiera dañar a nadie de Akershus y que Randulf no lo controlara la mía, ambos nos jugábamos lo suficiente como para adentrarnos en el bosque de los suicidios y dar con la flor de luna.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Månens Blomst {Privado}
Completamente desconcertada Asteria observó al pirata con los ojos entrecerrados, el entrecejo fruncido y la nariz arrugada, tratando de comprender por qué diantres se había tomado tantas molestias para huir cuando el pirata a penas y podía mantenerse en pie. Si despojarlo de su espada fue tan sencillo como arrebatarle un dulce a un niño, matarlo lo sería aún más. Resopló y rodó los ojos exasperada viendo como el hombre apoyaba las manos sobre las rodillas para no perder el equilibrio mientras se carcajeaba sin control; cerca estuvo ella de oscilar la espada para cortarle la cabeza de un único tajo de no ser porque este apuntó a recordarle que estaban perdidos.
La amazona hizo un paneo del lugar con sus verdeazulados orbes, sólo percatándose hasta ese preciso momento de lo estúpida que había sido y cuán jodida ahora se encontraba. Todo cuanto les rodaba era la espesura de la madre tierra y una oscuridad tan densa que de perderse en ella no podría distinguir ni su propia silueta. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal ¿Qué clase de karma estaba pagando? Rugió cabreada, manteniendo firme el filo de la espada contra la yugular del lobo, replegando el labio superior y mostrándole los dientes en señal de advertencia, en un gesto tan salvaje como su esencia; no obstante, lejos de tomarla enserio, apartó el acero con el garfio como si no se le diera nada mientras escupía los delirios dignos de un borracho.
¿Cómo había terminado en el bosque de los suicidios con semejante payaso? Había escuchado un par de relatos —poco agradables, debía admitir— sobre aquel maldito lugar y los supuestos peligros que lo merodeaban; si bien era cierto que no tenía miedo, tampoco guardaba deseos de morir. Según la tradición muchos allí entraban, pero sólo pocos encontraban la salida y ahora que la adrenalina no se esparcía por su cuerpo, llegaba el momento de pensar con cabeza fría.
Tambaleándose, Hook se aproximó a ella, ensanchando una sonrisa solapada sin dejar de parlotear como cotorra. Ese hombre ya le había colmado la paciencia, pero su realidad era compleja: se paraba sobre terreno desconocido, precedido de una reputación que de alguna forma tuvo que ser sustentada y aunque su autosuficiencia hacía de ella extremadamente terca, debía reconocer que en solitario sus posibilidades de sobrevivir se reducían de pocas a ninguna. Al pirata lo utilizaría para encontrar el camino de vuelta y en caso de que este no demostrara utilidad en la labor, lo conservaría a su lado únicamente para ofrecerlo de carnada en caso de que los supuestos peligros del bosque atentaran contra su vida.
Cuando sintió que el lobo acortó la distancia más de lo debido, esta vez, Asteria apostó a colocarle la punta de la espada sobre la entrepierna.
— Digo que si das un paso más te la corto — Le advirtió con temple severo— Desátame — Ordenó enseñándole las muñecas. El se mofó de ella, por supuesto ni borracho iba a tolerar que su “esclava” hiciera demandas, mas no le quedaron muchas opciones cuando ella lo empujó contra un árbol e hizo presión. — Y si me llamas esclava de nuevo te arranco la lengua también.
Entonces el hijo de la luna extrajo de uno de sus bolsillos una brújula, mientras la rubia se sobó la piel adolorida por la presión de la cuerda.
— A esta hora eso de nada nos servirá y así como vas dudo que lleguemos muy lejos. Andar así es peligroso, deberíamos hacer una fogata y esperar a que amanezca.
Las réplicas no tardaron en hacerse escuchar; el lobo no estaba dispuesto a dejarse mandar por una mujer, mucho menos por su prisionera, incluso aunque era evidente que estaba en lo cierto. Asteria poco caso le hizo e ignorando las mordaces quejas procedió a cortar un par de ramas para armar la pila que encendería la lumbre. Al final, los dioses escucharon sus súplicas y el hombre terminó por cerrar el pico, después de todo, si se había tomado la molestia de seguirle hasta allí, probablemente no se iría sin ella; sin embargo, el muy holgazán, orgulloso como él sólo, se limitó a plantar el culo en el suelo y a verla trabajar.
Una vez acogidos por la calidez de las llamas, Hook se dejó vencer por los efectos del alcohol y el sueño. Asteria, por su parte, hizo guardia por un par de horas. Pero como resultado de la delgada tela de sus raidas ropas, el paso del tiempo y el estado de quietud, pronto el frío caló en sus huesos y las brasas no parecieron ser suficientes para mantener en calor su corporeidad. De mala gana y sin más opciones, Asteria, tiritando, se recostó contra el cuerpo lobo y allí permaneció hasta que su consciencia se fundió.
La amazona hizo un paneo del lugar con sus verdeazulados orbes, sólo percatándose hasta ese preciso momento de lo estúpida que había sido y cuán jodida ahora se encontraba. Todo cuanto les rodaba era la espesura de la madre tierra y una oscuridad tan densa que de perderse en ella no podría distinguir ni su propia silueta. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal ¿Qué clase de karma estaba pagando? Rugió cabreada, manteniendo firme el filo de la espada contra la yugular del lobo, replegando el labio superior y mostrándole los dientes en señal de advertencia, en un gesto tan salvaje como su esencia; no obstante, lejos de tomarla enserio, apartó el acero con el garfio como si no se le diera nada mientras escupía los delirios dignos de un borracho.
¿Cómo había terminado en el bosque de los suicidios con semejante payaso? Había escuchado un par de relatos —poco agradables, debía admitir— sobre aquel maldito lugar y los supuestos peligros que lo merodeaban; si bien era cierto que no tenía miedo, tampoco guardaba deseos de morir. Según la tradición muchos allí entraban, pero sólo pocos encontraban la salida y ahora que la adrenalina no se esparcía por su cuerpo, llegaba el momento de pensar con cabeza fría.
Tambaleándose, Hook se aproximó a ella, ensanchando una sonrisa solapada sin dejar de parlotear como cotorra. Ese hombre ya le había colmado la paciencia, pero su realidad era compleja: se paraba sobre terreno desconocido, precedido de una reputación que de alguna forma tuvo que ser sustentada y aunque su autosuficiencia hacía de ella extremadamente terca, debía reconocer que en solitario sus posibilidades de sobrevivir se reducían de pocas a ninguna. Al pirata lo utilizaría para encontrar el camino de vuelta y en caso de que este no demostrara utilidad en la labor, lo conservaría a su lado únicamente para ofrecerlo de carnada en caso de que los supuestos peligros del bosque atentaran contra su vida.
Cuando sintió que el lobo acortó la distancia más de lo debido, esta vez, Asteria apostó a colocarle la punta de la espada sobre la entrepierna.
— Digo que si das un paso más te la corto — Le advirtió con temple severo— Desátame — Ordenó enseñándole las muñecas. El se mofó de ella, por supuesto ni borracho iba a tolerar que su “esclava” hiciera demandas, mas no le quedaron muchas opciones cuando ella lo empujó contra un árbol e hizo presión. — Y si me llamas esclava de nuevo te arranco la lengua también.
Entonces el hijo de la luna extrajo de uno de sus bolsillos una brújula, mientras la rubia se sobó la piel adolorida por la presión de la cuerda.
— A esta hora eso de nada nos servirá y así como vas dudo que lleguemos muy lejos. Andar así es peligroso, deberíamos hacer una fogata y esperar a que amanezca.
Las réplicas no tardaron en hacerse escuchar; el lobo no estaba dispuesto a dejarse mandar por una mujer, mucho menos por su prisionera, incluso aunque era evidente que estaba en lo cierto. Asteria poco caso le hizo e ignorando las mordaces quejas procedió a cortar un par de ramas para armar la pila que encendería la lumbre. Al final, los dioses escucharon sus súplicas y el hombre terminó por cerrar el pico, después de todo, si se había tomado la molestia de seguirle hasta allí, probablemente no se iría sin ella; sin embargo, el muy holgazán, orgulloso como él sólo, se limitó a plantar el culo en el suelo y a verla trabajar.
Una vez acogidos por la calidez de las llamas, Hook se dejó vencer por los efectos del alcohol y el sueño. Asteria, por su parte, hizo guardia por un par de horas. Pero como resultado de la delgada tela de sus raidas ropas, el paso del tiempo y el estado de quietud, pronto el frío caló en sus huesos y las brasas no parecieron ser suficientes para mantener en calor su corporeidad. De mala gana y sin más opciones, Asteria, tiritando, se recostó contra el cuerpo lobo y allí permaneció hasta que su consciencia se fundió.
Última edición por Asteria el Vie Feb 16, 2018 12:13 am, editado 1 vez
Asteria- Cazador Clase Alta
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Localización : Desconocida
Re: Månens Blomst {Privado}
Intenté enfocarla con la mirada mientras me reía, al parecer tenia muy mala hostia porque no dejaba de parlotear lanzando amenazas que me daban cada vez mas risa.
Me di por vencido y de un golpe cerré la tapa de la brújula devolviéndola a mi bolsillo mientras me acercaba a las sogas que sujetaban sus manos y con el cuchillo en mi mano sajaba las cuerdas tambaleándome.
-Bien esclavas -dije señalando a ambas -¿quien quiere empezar? -pregunté juntando los labios para que supieran a lo que me refería -calma señoritas tengo para las dos.
De nuevo intenté enfocarla cuando una de las gemelas dijo que había que hacer una hoguera para pasar allí la noche.
Llevé mi brazo al cuello de su hermana que parecía mas callada y como por arte de magia desapareció haciendo que casi me fuera de bruces al suelo, pues mi peso se había volcado hacia su cuerpo.
-¿no estaba aquí tu hermana la callada? -pregunté mientras la amazonas negaba bufando alegado que estaba borracho.
-Ademas de guapa lista, podre venderte por un buen precio -alegué sonriendo como un beodo -¿y la otra? -pregunté llevando mi mano a los ojos para ver si es que había salido corriendo.
La mujer empezó a recoger leña, yo no estaba muy de acuerdo con la idea de pasar la noche al raso, allí eramos carne de cañón y no me quedaba ron, al final me había salido el tiro por la culata y mi noche de pasión metido entre las piernas de la esclava se había trasformado en una noche en el bosque de los suicidios, a mala hora no cogí a la esclava gorda, esas eran mas agradecidas y sin duda hubiera corrido menos que esta y ahora estaría sumergido entre sus carnes.
Me dejé caer en el suelo turbándome boca arriba mirando las estrellas, la escuchaba quejare moviendo maderos a mi alrededor.
-No se de que te quejas si eres tu la que ha insistido en una velada romántica cerca del crepitar de las llamas, a mi me valía con follarte en una habitación maltrecha y venderte mañana, pero bueno...podría ser peor.. -dije riéndome -oh tal vez no -apuntillé mirándola de soslayo si dejar de reírme.
Empecé a tararear una canción mientras esta buscaba el modo de prender el fuego, ella me miraba negando con la cabeza mientras yo de vez en cuando le lanzaba algún bocado que otro.
Al final acabé sucumbiendo al sueño, no se si tanto por el sopor del alcohol o de puro aburrimiento.
No se el tiempo que había pasado cuando la hembra orillo tembloroso su cuerpo contra el mio, mi sonrisa se ensanchó mientras mi garfio se paseaba por las telas de su camisola aflojando las cintas que sus tetas dentro de la camisola.
-Veo has cambiado de opinión -susurré contra sus labios -solo quiero por riqueza..la belleza sin igual... -canturreé
Me di por vencido y de un golpe cerré la tapa de la brújula devolviéndola a mi bolsillo mientras me acercaba a las sogas que sujetaban sus manos y con el cuchillo en mi mano sajaba las cuerdas tambaleándome.
-Bien esclavas -dije señalando a ambas -¿quien quiere empezar? -pregunté juntando los labios para que supieran a lo que me refería -calma señoritas tengo para las dos.
De nuevo intenté enfocarla cuando una de las gemelas dijo que había que hacer una hoguera para pasar allí la noche.
Llevé mi brazo al cuello de su hermana que parecía mas callada y como por arte de magia desapareció haciendo que casi me fuera de bruces al suelo, pues mi peso se había volcado hacia su cuerpo.
-¿no estaba aquí tu hermana la callada? -pregunté mientras la amazonas negaba bufando alegado que estaba borracho.
-Ademas de guapa lista, podre venderte por un buen precio -alegué sonriendo como un beodo -¿y la otra? -pregunté llevando mi mano a los ojos para ver si es que había salido corriendo.
La mujer empezó a recoger leña, yo no estaba muy de acuerdo con la idea de pasar la noche al raso, allí eramos carne de cañón y no me quedaba ron, al final me había salido el tiro por la culata y mi noche de pasión metido entre las piernas de la esclava se había trasformado en una noche en el bosque de los suicidios, a mala hora no cogí a la esclava gorda, esas eran mas agradecidas y sin duda hubiera corrido menos que esta y ahora estaría sumergido entre sus carnes.
Me dejé caer en el suelo turbándome boca arriba mirando las estrellas, la escuchaba quejare moviendo maderos a mi alrededor.
-No se de que te quejas si eres tu la que ha insistido en una velada romántica cerca del crepitar de las llamas, a mi me valía con follarte en una habitación maltrecha y venderte mañana, pero bueno...podría ser peor.. -dije riéndome -oh tal vez no -apuntillé mirándola de soslayo si dejar de reírme.
Empecé a tararear una canción mientras esta buscaba el modo de prender el fuego, ella me miraba negando con la cabeza mientras yo de vez en cuando le lanzaba algún bocado que otro.
Al final acabé sucumbiendo al sueño, no se si tanto por el sopor del alcohol o de puro aburrimiento.
No se el tiempo que había pasado cuando la hembra orillo tembloroso su cuerpo contra el mio, mi sonrisa se ensanchó mientras mi garfio se paseaba por las telas de su camisola aflojando las cintas que sus tetas dentro de la camisola.
-Veo has cambiado de opinión -susurré contra sus labios -solo quiero por riqueza..la belleza sin igual... -canturreé
J. Hook- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 19/12/2017
Re: Månens Blomst {Privado}
Japón era muy diferente a como me lo había imaginado en un principio, sus lugareños parecían tener una vida mucho más tranquila, calmada y cómoda de la que nosotros llevábamos. No parecían que hubieran pasado por muchas guerras y sus ciudadanos poco tenían que ver con parecerse a guerreros a diferencia de con nuestro pueblo donde todos eran guerreros o sabían manejar un hacha por muy granjero que fuera. Se respiraba calma y tranquilidad en al ambiente algo que hacía tiempo que nosotros no teníamos por la guerra que librábamos y que parecía que no iba a tener un final nunca y que siempre iba a estar a pie de guerra, su gente iba vestida con ropa extraña sobre todo las mujeres con esos kimonos ceñidos a su cuerpo y que parecía que era dificultoso para andar subidas en esos zancos, lo cierto es que no entendía como no se caían más veces porque no parecían ser demasiado cómodos. Nos instalamos en un pequeño hotel para pasar esa noche antes de ponernos en marcha, mis pensamientos solo estaban en salvar a Thyra y en encontrar esa maldita flor que crecía en el monte Fuji, para ello teníamos que atravesar aquel bosque maldito donde seguramente seríamos puestos a prueba enfrentándonos a nuestros más secretos y oscuros miedos que no podríamos vencer con nuestras armas, no iba a ser fácil pero nadie dijo que fuera a serlo. Después de una cena y un baño en las aguas termales que había en el hotel me acosté con la esperanza de encontrar pronto dicha flor y volver a casa, me fiaba de Atharal pero no así del demonio que tenía mi melliza en su interior y que podía tomar posesión de su cuerpo en cualquier momento. No descansé todo lo que me hubiera gustado esa noche pero al día siguiente me preparé para partir hacia el bosque, por el camino preguntábamos para que nos guiaran hasta dicho lugar pero como ya intuíamos la gente no quería inmiscuirse en esos asuntos y menos para guiarnos a un bosque de suicidas, suponía que no querían tener en sus conciencias nuestras muertes. Finalmente aunque más de lo que habíamos pensado logramos dar con la linde del bosque y, desde fuera, lo cierto es que tenía un aspecto aterrador y ya se notaban las vibraciones que transmitía dicho lugar. Había muchos carteles en varios idiomas que prohibían la entrada con la intención de que la gente no llegara a hacerlo, un fino cordón era todo cuanto restaba e “impedía” que nos adentráramos en su interior.
Por otra parte de sobra era yo quien tenía que adentrarme en ese lugar ya que mi melliza era la más implicada del todo, él no tendría por qué hacerlo ya que aunque su gente también peligraba para él sería mucho más fácil dejar que la mataran sabiendo del peligro que corrían a su lado, sim embargo sabía que después de haber llegado hasta allí no se quedaría tras esa fina cuerda que impedía todo paso, así que finalmente traspasamos dicha cuerda adentrándonos en aquel bosque peligroso y tenebroso. Era tan espeso que los rayos del sol apenas lograban llegar con lo cual era una desventaja para nosotros ya que no podríamos guiarnos por el cielo, allí parecía que siempre era de noche y cuanto más nos íbamos adentrando una extraña sensación me recorría por completo. El bosque era inmenso, estaba lleno de peligros y tendríamos que atravesarlo casi por entero si queríamos ir a buscar la flor que crecía en el monte Fuji, un monte que incluso con lo alto que era ni podíamos ver porque el bosque era demasiado espeso y sus copas tapaban toda luz y toda visibilidad. Mientras avanzábamos seguíamos encontrándonos carteles y más carteles advirtiéndonos, pidiendo que diéramos media vuelta y que volviéramos por donde habíamos entrado... pero hacerlo supondría condenar a mi melliza a una muerte segura y después de la larga travesía no pensaba permitirlo. No tardamos demasiado en encontrarnos con el primer cadáver colgado de un árbol con una soga, el cuerpo mecía levemente de un lado a otro como si hubiera sido hacía poco que hubiera pasado. Un hombre joven colgado de aquel árbol y no sería el primero, ni el último, que viéramos en aquel lugar maldito. Huesos, calaveras y esqueletos había por la tierra como recordatorio de la gente que se había quitado allí la vida, en algunos árboles colgaban sus cuerpos de lo que solo quedaba ropa y huesos, el lugar apestaba a maldición y a muerte, parecía que había como un aire que estaba enrarecido y seguramente fuera por la poca ventilación que tenía y el hecho de que no llegara nada de luz en el lugar... sin duda hacía que se me pusiera los vellos de punta, no por miedo, sino por lo que el mismo bosque desprendía.
-Entiendo por qué la gente no quería guiarnos hasta aquí, este lugar rezuma oscuridad, muerte y maldición por todos lados –también se podían ver cuerdas atadas a los árboles como si fuera una guía para no perderse, los árboles tenían algunas marcas hechas pero las cuerdas aparecían cortadas perdiéndose en la inmensidad del lugar. Llevábamos ya un buen rato en aquel bosque, sin saber exactamente qué dirección debíamos de tomar aunque nos habían dicho que había un pequeño río que llevaba directo hacia el monte, así que nuestra prioridad sería encontrarlo, pero sentía que desde hacía un tiempo era como si nos estuvieran observando- debemos de encontrar ese río, si lo hacemos nos será más fácil llegar al monte y no nos perderemos por mitad del bosque –era consciente de lo que ese lugar provocaba y no tenía ese nombre por nada, así que cuanto menos tiempo pasáramos allí mejor. Sin embargo la sensación de que nos observaban iba creciendo lentamente, hubo un momento en el que el conde iba delante de mí que escuché un ruido a mis espaldas, el leve crujir de una rama, y me quedé quieta aferrando la alabarda con fuerza escuchando a mi alrededor. Ladeé levemente el rostro para escuchar mejor mientras, tras mi espalda, no había absolutamente nada. Me quedé un par de segundos así hasta que él llamó mi atención y fijé mis ojos en su persona, negué con la cabeza porque seguramente fuera cosas del bosque que quería jugar con mi cabeza, pero no debía de permitírselo porque sería nuestra perdición.
Por otra parte de sobra era yo quien tenía que adentrarme en ese lugar ya que mi melliza era la más implicada del todo, él no tendría por qué hacerlo ya que aunque su gente también peligraba para él sería mucho más fácil dejar que la mataran sabiendo del peligro que corrían a su lado, sim embargo sabía que después de haber llegado hasta allí no se quedaría tras esa fina cuerda que impedía todo paso, así que finalmente traspasamos dicha cuerda adentrándonos en aquel bosque peligroso y tenebroso. Era tan espeso que los rayos del sol apenas lograban llegar con lo cual era una desventaja para nosotros ya que no podríamos guiarnos por el cielo, allí parecía que siempre era de noche y cuanto más nos íbamos adentrando una extraña sensación me recorría por completo. El bosque era inmenso, estaba lleno de peligros y tendríamos que atravesarlo casi por entero si queríamos ir a buscar la flor que crecía en el monte Fuji, un monte que incluso con lo alto que era ni podíamos ver porque el bosque era demasiado espeso y sus copas tapaban toda luz y toda visibilidad. Mientras avanzábamos seguíamos encontrándonos carteles y más carteles advirtiéndonos, pidiendo que diéramos media vuelta y que volviéramos por donde habíamos entrado... pero hacerlo supondría condenar a mi melliza a una muerte segura y después de la larga travesía no pensaba permitirlo. No tardamos demasiado en encontrarnos con el primer cadáver colgado de un árbol con una soga, el cuerpo mecía levemente de un lado a otro como si hubiera sido hacía poco que hubiera pasado. Un hombre joven colgado de aquel árbol y no sería el primero, ni el último, que viéramos en aquel lugar maldito. Huesos, calaveras y esqueletos había por la tierra como recordatorio de la gente que se había quitado allí la vida, en algunos árboles colgaban sus cuerpos de lo que solo quedaba ropa y huesos, el lugar apestaba a maldición y a muerte, parecía que había como un aire que estaba enrarecido y seguramente fuera por la poca ventilación que tenía y el hecho de que no llegara nada de luz en el lugar... sin duda hacía que se me pusiera los vellos de punta, no por miedo, sino por lo que el mismo bosque desprendía.
-Entiendo por qué la gente no quería guiarnos hasta aquí, este lugar rezuma oscuridad, muerte y maldición por todos lados –también se podían ver cuerdas atadas a los árboles como si fuera una guía para no perderse, los árboles tenían algunas marcas hechas pero las cuerdas aparecían cortadas perdiéndose en la inmensidad del lugar. Llevábamos ya un buen rato en aquel bosque, sin saber exactamente qué dirección debíamos de tomar aunque nos habían dicho que había un pequeño río que llevaba directo hacia el monte, así que nuestra prioridad sería encontrarlo, pero sentía que desde hacía un tiempo era como si nos estuvieran observando- debemos de encontrar ese río, si lo hacemos nos será más fácil llegar al monte y no nos perderemos por mitad del bosque –era consciente de lo que ese lugar provocaba y no tenía ese nombre por nada, así que cuanto menos tiempo pasáramos allí mejor. Sin embargo la sensación de que nos observaban iba creciendo lentamente, hubo un momento en el que el conde iba delante de mí que escuché un ruido a mis espaldas, el leve crujir de una rama, y me quedé quieta aferrando la alabarda con fuerza escuchando a mi alrededor. Ladeé levemente el rostro para escuchar mejor mientras, tras mi espalda, no había absolutamente nada. Me quedé un par de segundos así hasta que él llamó mi atención y fijé mis ojos en su persona, negué con la cabeza porque seguramente fuera cosas del bosque que quería jugar con mi cabeza, pero no debía de permitírselo porque sería nuestra perdición.
Eyra Hagebak- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/09/2017
Re: Månens Blomst {Privado}
Aquel lugar era fantasmagórico, el aire apestaba a muerte, denso apenas permitía tomar un poco de aliento para llenar los pulmones.
Caminaba intentando mantener mi cabeza ocupada, omitir las mil y una señales que nos indicaban que diéramos la vuelta, muchas marcas en los arboles, todas ellas para guiar a los viajeros que pretendían volver con vida.
Cuerdas anudadas tal y como nos sumergíamos en la espesura de aquel lugar que mecido por el viento y donde ni los rayos del sol era capaces de entrar soplaba entre las ramas del lugar.
Desvié mi mirada hacia Eyra que ahora sacaba su alabarda pues decía que nos seguían, que nos observaban, notaba el miedo en su mirada y no la culpaba.
Me acerqué a ella despacio, de los arboles colgaban cuerpos que enganchados de una soga por el cuello delataban que se habían suicidado, huesos quedaban sobre la tierra formando un tétrico lecho.
-Escuchame Eyra -le dije acercándome a ella y tomando su rostro entre mis manos para que me mirara -estamos solos en este bosque..nadie nos matará si no nos permitimos enloquecer. Somos nuestros peores enemigos, este lugar jugará con nuestras debilidades, nos torturara hasta que no quede de nosotros nada de cordura y entonces nuestra salida con suerte será pender de una cuerda.
Sus ojos se hundieron en mis pardos, sabia que confiaba en mi, su padre la había dejado en mis manos y protegería a la condesa en todo momento.
Ladeé la sonrisa intentando sacarla de sus amargos pensamientos.
-¿sabes? Hace poco he empezado creo que algo con Dani -apunté enlazando msi dedos en los ajenos tirando de ella para que olvidara aquello que creía perseguirnos y guardara la albarda – es una pirata -apunté, llevamos dos días y me voy tres meses a Japon. Soy unico en esto de las relaciones -apunté ocn cierto sarcasmo. Cualquier mujer saldría corriendo ante un hombre lleno de hijos y de responsabilidades como yo.
Eyra sonreía, supongo que consciente de que estaba intentando distraerla para que dejara de pensar .-Buscaremos ese rio, no se donde crecerá la flor, pero si necesita agua seguro que será en sus inmediaciones y solucionaremos esto juntos ¿de acuerdo?
Ella asintió así continuamos caminando, fui marcando con la espada la corteza de los arboles, si queríamos regresar necesitaríamos saber por donde, aunque algo me decía que yo no era el único que había pensado en eso y de nada les había servido...
Cayó la noche y entre los arboles el viento pareció convertirse en voces, muchas de ellas conocidas, la de mi madre entre ellas, mas hice oídos sordos, aunque mi corazón se encogió al escuchar su llanto, murió en el castillo de Randulf, no quería ni imaginar su sufrimiento.
Caminaba intentando mantener mi cabeza ocupada, omitir las mil y una señales que nos indicaban que diéramos la vuelta, muchas marcas en los arboles, todas ellas para guiar a los viajeros que pretendían volver con vida.
Cuerdas anudadas tal y como nos sumergíamos en la espesura de aquel lugar que mecido por el viento y donde ni los rayos del sol era capaces de entrar soplaba entre las ramas del lugar.
Desvié mi mirada hacia Eyra que ahora sacaba su alabarda pues decía que nos seguían, que nos observaban, notaba el miedo en su mirada y no la culpaba.
Me acerqué a ella despacio, de los arboles colgaban cuerpos que enganchados de una soga por el cuello delataban que se habían suicidado, huesos quedaban sobre la tierra formando un tétrico lecho.
-Escuchame Eyra -le dije acercándome a ella y tomando su rostro entre mis manos para que me mirara -estamos solos en este bosque..nadie nos matará si no nos permitimos enloquecer. Somos nuestros peores enemigos, este lugar jugará con nuestras debilidades, nos torturara hasta que no quede de nosotros nada de cordura y entonces nuestra salida con suerte será pender de una cuerda.
Sus ojos se hundieron en mis pardos, sabia que confiaba en mi, su padre la había dejado en mis manos y protegería a la condesa en todo momento.
Ladeé la sonrisa intentando sacarla de sus amargos pensamientos.
-¿sabes? Hace poco he empezado creo que algo con Dani -apunté enlazando msi dedos en los ajenos tirando de ella para que olvidara aquello que creía perseguirnos y guardara la albarda – es una pirata -apunté, llevamos dos días y me voy tres meses a Japon. Soy unico en esto de las relaciones -apunté ocn cierto sarcasmo. Cualquier mujer saldría corriendo ante un hombre lleno de hijos y de responsabilidades como yo.
Eyra sonreía, supongo que consciente de que estaba intentando distraerla para que dejara de pensar .-Buscaremos ese rio, no se donde crecerá la flor, pero si necesita agua seguro que será en sus inmediaciones y solucionaremos esto juntos ¿de acuerdo?
Ella asintió así continuamos caminando, fui marcando con la espada la corteza de los arboles, si queríamos regresar necesitaríamos saber por donde, aunque algo me decía que yo no era el único que había pensado en eso y de nada les había servido...
Cayó la noche y entre los arboles el viento pareció convertirse en voces, muchas de ellas conocidas, la de mi madre entre ellas, mas hice oídos sordos, aunque mi corazón se encogió al escuchar su llanto, murió en el castillo de Randulf, no quería ni imaginar su sufrimiento.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Månens Blomst {Privado}
Asteria había sucumbido ya al cansancio, entregándose a los brazos de Morfeo mientras la calidez tanto del cuerpo ajeno como de las brasas, mantenían estable la temperatura de su cuerpo. A pesar de que las circunstancias en las que se veía envuelta eran irrefutablemente infortunadas y no auguraban buen futuro, esa fue la primera vez en un buen par de días que logró conciliar el sueño en paz.
No supo exactamente cuánto alcanzó a descansar cuando se percató del movimiento del garfio desenlazando las ataduras de su camisola. Medio dormida, la castaña lo apartó con la mano murmurando palabras ininteligibles mientras se acurrucaba, arrimándose un poco más a la corporeidad del lobo, pero ante la persistencia del pirata y el aliento del mismo calcinándole los labios, sus párpados se entreabrieron cansinos, con sus nubosos orbes tratando se fijar la borrosa silueta de quien se encontraba a escasos centímetros de distancia; no obstante, su conciencia, aún aturdida, no se encontró de frente con el rostro del licántropo sino con la imagen del hombre al que amó.
Somnolienta, la amazona curvó media sonrisa y le permitió al Hook continuar desanudando los lazos que sostenían su busto. Para entonces no lo comprendía, su razón le fallaba, pero el maligno influjo del maldito bosque ya comenzaba a afectarla. Entreabrió su humedad, su aliento colisionó con el del pirata quien tarareaba a una proximidad peligrosa, íntima, una que friccionaba etérea sus labios. Necesitada de aquel tórrido contacto sus bocas colisionaron en un beso que pronto delató su salvaje naturaleza, un encuentro ávido y voraz que a penas y le permitía respirar.
Hook se montó sobre su menudo cuerpo, repasando su figura con las manos, contorneando sus curvas. Ella depositó un mordisco en el labio inferior del hombre y apartándose ligeramente, desenlazó las pestañas, esta vez con la poco complaciente sorpresa de su realidad; despabilando de inmediato, desconcertada, sacudió la cabeza y lo apartó de un fuerte empujón.
— ¡¿Qué crees que haces?! — chilló, sentándose de golpe, frunciendo el entrecejo mientras se reacomodaba las ropas.
El lobo la observó confundido, los efectos del alcohol aún parecían hacer estragos en él, pero contrariado por su comportamiento le espetó que debió haberse quedado con la esclava gorda y se apartó sin más, abandonándola a su suerte mientras mascullaba entre dientes alguna que otra maldición; sin embargo, tan pronto como este se alejó y con él que calor que emanaba, la castaña supo que había cometido un error pues el frío del que había rehuido caló de nuevo bajo su piel. Se Restregó el rostro exasperada, no acostumbraba a depender de nadie pues creció acostumbrada a valerse únicamente de sí misma, mas a pesar de ser bastante obstinada, no lo era lo suficiente como para caer en la necedad. Juntos tenían mejor chance de salir de allí.
— ¡Espera! — Le retuvo por el brazo tras ponerse en pie de un salto — Está bien, de acuerdo, follaré contigo sin réplicas… pero primero hay que salir de aquí ¿sí? — No estaba acostumbrada a que semejante tipo de peticiones cruzara la barrera de sus labios, mucho menos hacia un hombre, por lo cual las palabras emergieron mucho más agresivas de lo que esperaba, mas bien sirvieron al propósito— ¿quédate, quieres?
De verdad no fue difícil convencerlo, él aún estaba ebrio y sólo fue cuestión de hacerle ojitos para que cediera. La verdad el sexo no era un problema, haría lo necesario para sobrevivir y si eso implicaba enrollarse con el lobo pues que así fuera; en su pueblo aquello era bastante común, las amazonas se acostaban con los esclavos sólo por la supervivencia de su estirpe… un medio para un fin ¿acaso aquello difería? De cualquier forma, el hombre no era mal parecido y realmente no tenía que sentir nada por él. Ya se había enamorado de un hombre antes y ese maldito sentimiento se había convertido en el principio de su fin, su vida entera se había jodido desde entonces y en ese preciso momento tocaba fondo. Era lista, no cometería el mismo error dos veces.
Asteria tiró suavemente del brazo de Hook y lo atrajo hacia ella, dejándose caer cerca de la lumbre. No le importó que la toqueteara, calculaba que sólo faltaban un par de horas para el alba y una vez la oscuridad se disipara podrían recorrer el bosque en busca de la salida.
Ya se había acomodado de nuevo junto al pirata cuando, repentinamente, escuchó un susurro cercano a su oído. Levantó la mirada, no había sido Hook, él estaba muy ocupado acariciando su cuerpo. Entonces el mismo susurro ininteligible hizo eco en su oreja opuesta. Se volvió con rapidez, pero no encontró nada más allá de la espesura del bosque amalgamada con una densa e impenetrable oscuridad. Resopló y se consoló a si misma al considerar lo sucedido como respuesta de un posible episodio sugestión; nada bueno había escuchado de aquel lugar, peor no significaba que fuera cierto, sólo debía resistir un par de horas.
Sacudió la cabeza y con ella las ideas que le asaltaron mas de nuevo los murmullos, como el molesto zumbido de un mosquito, retumbaron en los recovecos de su oído.
— ¿Escuchas eso? — Inquirió, pero Hook nula atención le prestó.
En un santiamén, los susurros que antes fueron individuales se combinaron y se multiplicaron, generando un ruido tan desesperante y estridente que ganas no le faltaron de estrellar la cabeza contra la corteza de algún árbol hasta acallarlos. Se separó del lobo y se cubrió las orejas con ambas manos, él le contemplaba extrañado, quizá el alcohol que lo inhibía de la perversa influencia, o simplemente no le afectaba porque nada le importaba; como fuera, permaneció silente, no era capaz de atender sus pensamientos y estaba segura que de intentar hablar para explicarse, tampoco podría escuchar su propia voz.
Súbitamente, de la misma forma en la que le asaltaron aquellas voces así mismo desaparecieron. Sus manos cayeron relajadas a sus costados. Parecía que todo había acabado ya, mas bien supo lo equivocada que estaba cuando escuchó la voz de su amado llamándola desde la penumbra. Estaba enojado, le acusaba, le culpaba de su muerte. Los celestiales orbes de la castaña se cristalizaron, negaba con la cabeza rechazando la nefasta denuncia. Entonces un grito interrumpió el discurso de la voz invisible.
Asteria se agarró la espada del pirata y se colocó el pie, blandiendo el acero en dirección a la inmensa y oscura nada, desde donde emergió la voz de su hermana. Se mofaba de ella, comunicándole que había puesto la cabeza de su hombre en una pica y que estaba a punto de reclamar la suya. Aturdida, ofuscada y con el corazón golpeando violentamente su pecho, arrastró la mirada de un lado a otro sin saber exactamente qué buscaba.
El crujido de un par de hojas secas a sus espaldas le hizo virarse con rapidez.
— ¡No! — vociferó ondeando el espada, cortando el aire con violencia.
Se detuvo en seco cuando el filo del acero acarició el cuello de un hombre de cabello azabache y ojos verdes. Lo contempló por un instante completamente desconcertada; un poco más y lo dejaba sin cabeza. Dejó caer la espada y apretó las manos en dos puños para que no fuera evidente lo mucho que estas retemblaban.
— Lo siento — se le escapó en un hilo de voz — Lo siento muchísimo.
No supo exactamente cuánto alcanzó a descansar cuando se percató del movimiento del garfio desenlazando las ataduras de su camisola. Medio dormida, la castaña lo apartó con la mano murmurando palabras ininteligibles mientras se acurrucaba, arrimándose un poco más a la corporeidad del lobo, pero ante la persistencia del pirata y el aliento del mismo calcinándole los labios, sus párpados se entreabrieron cansinos, con sus nubosos orbes tratando se fijar la borrosa silueta de quien se encontraba a escasos centímetros de distancia; no obstante, su conciencia, aún aturdida, no se encontró de frente con el rostro del licántropo sino con la imagen del hombre al que amó.
Somnolienta, la amazona curvó media sonrisa y le permitió al Hook continuar desanudando los lazos que sostenían su busto. Para entonces no lo comprendía, su razón le fallaba, pero el maligno influjo del maldito bosque ya comenzaba a afectarla. Entreabrió su humedad, su aliento colisionó con el del pirata quien tarareaba a una proximidad peligrosa, íntima, una que friccionaba etérea sus labios. Necesitada de aquel tórrido contacto sus bocas colisionaron en un beso que pronto delató su salvaje naturaleza, un encuentro ávido y voraz que a penas y le permitía respirar.
Hook se montó sobre su menudo cuerpo, repasando su figura con las manos, contorneando sus curvas. Ella depositó un mordisco en el labio inferior del hombre y apartándose ligeramente, desenlazó las pestañas, esta vez con la poco complaciente sorpresa de su realidad; despabilando de inmediato, desconcertada, sacudió la cabeza y lo apartó de un fuerte empujón.
— ¡¿Qué crees que haces?! — chilló, sentándose de golpe, frunciendo el entrecejo mientras se reacomodaba las ropas.
El lobo la observó confundido, los efectos del alcohol aún parecían hacer estragos en él, pero contrariado por su comportamiento le espetó que debió haberse quedado con la esclava gorda y se apartó sin más, abandonándola a su suerte mientras mascullaba entre dientes alguna que otra maldición; sin embargo, tan pronto como este se alejó y con él que calor que emanaba, la castaña supo que había cometido un error pues el frío del que había rehuido caló de nuevo bajo su piel. Se Restregó el rostro exasperada, no acostumbraba a depender de nadie pues creció acostumbrada a valerse únicamente de sí misma, mas a pesar de ser bastante obstinada, no lo era lo suficiente como para caer en la necedad. Juntos tenían mejor chance de salir de allí.
— ¡Espera! — Le retuvo por el brazo tras ponerse en pie de un salto — Está bien, de acuerdo, follaré contigo sin réplicas… pero primero hay que salir de aquí ¿sí? — No estaba acostumbrada a que semejante tipo de peticiones cruzara la barrera de sus labios, mucho menos hacia un hombre, por lo cual las palabras emergieron mucho más agresivas de lo que esperaba, mas bien sirvieron al propósito— ¿quédate, quieres?
De verdad no fue difícil convencerlo, él aún estaba ebrio y sólo fue cuestión de hacerle ojitos para que cediera. La verdad el sexo no era un problema, haría lo necesario para sobrevivir y si eso implicaba enrollarse con el lobo pues que así fuera; en su pueblo aquello era bastante común, las amazonas se acostaban con los esclavos sólo por la supervivencia de su estirpe… un medio para un fin ¿acaso aquello difería? De cualquier forma, el hombre no era mal parecido y realmente no tenía que sentir nada por él. Ya se había enamorado de un hombre antes y ese maldito sentimiento se había convertido en el principio de su fin, su vida entera se había jodido desde entonces y en ese preciso momento tocaba fondo. Era lista, no cometería el mismo error dos veces.
Asteria tiró suavemente del brazo de Hook y lo atrajo hacia ella, dejándose caer cerca de la lumbre. No le importó que la toqueteara, calculaba que sólo faltaban un par de horas para el alba y una vez la oscuridad se disipara podrían recorrer el bosque en busca de la salida.
Ya se había acomodado de nuevo junto al pirata cuando, repentinamente, escuchó un susurro cercano a su oído. Levantó la mirada, no había sido Hook, él estaba muy ocupado acariciando su cuerpo. Entonces el mismo susurro ininteligible hizo eco en su oreja opuesta. Se volvió con rapidez, pero no encontró nada más allá de la espesura del bosque amalgamada con una densa e impenetrable oscuridad. Resopló y se consoló a si misma al considerar lo sucedido como respuesta de un posible episodio sugestión; nada bueno había escuchado de aquel lugar, peor no significaba que fuera cierto, sólo debía resistir un par de horas.
Sacudió la cabeza y con ella las ideas que le asaltaron mas de nuevo los murmullos, como el molesto zumbido de un mosquito, retumbaron en los recovecos de su oído.
— ¿Escuchas eso? — Inquirió, pero Hook nula atención le prestó.
En un santiamén, los susurros que antes fueron individuales se combinaron y se multiplicaron, generando un ruido tan desesperante y estridente que ganas no le faltaron de estrellar la cabeza contra la corteza de algún árbol hasta acallarlos. Se separó del lobo y se cubrió las orejas con ambas manos, él le contemplaba extrañado, quizá el alcohol que lo inhibía de la perversa influencia, o simplemente no le afectaba porque nada le importaba; como fuera, permaneció silente, no era capaz de atender sus pensamientos y estaba segura que de intentar hablar para explicarse, tampoco podría escuchar su propia voz.
Súbitamente, de la misma forma en la que le asaltaron aquellas voces así mismo desaparecieron. Sus manos cayeron relajadas a sus costados. Parecía que todo había acabado ya, mas bien supo lo equivocada que estaba cuando escuchó la voz de su amado llamándola desde la penumbra. Estaba enojado, le acusaba, le culpaba de su muerte. Los celestiales orbes de la castaña se cristalizaron, negaba con la cabeza rechazando la nefasta denuncia. Entonces un grito interrumpió el discurso de la voz invisible.
Asteria se agarró la espada del pirata y se colocó el pie, blandiendo el acero en dirección a la inmensa y oscura nada, desde donde emergió la voz de su hermana. Se mofaba de ella, comunicándole que había puesto la cabeza de su hombre en una pica y que estaba a punto de reclamar la suya. Aturdida, ofuscada y con el corazón golpeando violentamente su pecho, arrastró la mirada de un lado a otro sin saber exactamente qué buscaba.
El crujido de un par de hojas secas a sus espaldas le hizo virarse con rapidez.
— ¡No! — vociferó ondeando el espada, cortando el aire con violencia.
Se detuvo en seco cuando el filo del acero acarició el cuello de un hombre de cabello azabache y ojos verdes. Lo contempló por un instante completamente desconcertada; un poco más y lo dejaba sin cabeza. Dejó caer la espada y apretó las manos en dos puños para que no fuera evidente lo mucho que estas retemblaban.
— Lo siento — se le escapó en un hilo de voz — Lo siento muchísimo.
Asteria- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/12/2017
Localización : Desconocida
Re: Månens Blomst {Privado}
La amazonas entraba ahora en si, fijándose en mi, me encontró irresistible, su cuerpo se arqueaba buscando mi calor, mi aliento penetraba entre sus labios bañado en alcohol. La joven como si se sintiera necesitada de ellos murmuraba en su búsqueda aun adormilada, tras abrir los ojos de forma pesada, vio al pirata que calentó su centro y ella misma atajó la ínfima distancia batallando con su sinhueso de forma deliciosa dentro y fuera de mi boca.
-Si, que tetas -susurré deslizando mi mano por sus dos montañas alzadas y endurecidas, mi garfio presionaba uno de sus pezones que al entrar en contacto con el acero se puso tieso llevando a la amazonas a gemir de placer. Sin mediar palabra volteé su cuerpo para quedar sobre el ajeno, quería montarla y sus caderas no dudaron en moverse friccionando con el baile su sexo contra mi abultado pantalón.
Nuestras bocas colisionaron entre mordiscos, mi diestra se deslizó por sus muslos subiendo la tela para poder adentrarme en su humedad, pero en ese instante y como si acabara de despertarse de su ensoñación, me empujo para sacarme de encima de ella.
-¡estas loca! -rugí ebrio poniéndome en pie tambaleando mi cuerpo con ese vaivén al que mas que acostumbrado me hallaba y que yo ni notaba -tenia que haberme quedado con la gorda, son mas agradecidas, tus tetas son pequeñas y las de la otra como jarras -gruñí dispuesto a dejarla allí.
Primero me pide guerra y cuando entro a matar quiere parar, se puede ser mas calienta braguetas, las mujeres hablan un idioma incomprensible, colgaría a todas ellas del palo mayor, eso si, antes me las pasaría por la piedra, los piratas tendemos a no malgastar nada.
Maldije mientras me largaba, yo mismo encontraría la salida de ese puto bosque, mas en ese instante la bipolar volvió a cambiar de opinión y zalamera me busco.
Enarqué una ceja buscando el truco que había en sus palabras, lo había, peor a mi no me importaba
-yo-ho!! -dije dejando que tirara de mi para llevarme de nuevo a la lumbre, no dude en tocarla con mi diestra esperando que la esclava se animara y me la cascara, pero ella parecía mas bien uno de seso animales disecados que el capitán barba negra tenia para decorar su camarote.
El mono ultimo enseñando sus dientes era un tanto tétrico, una vez trate de robárselo, pensé que podría cobrar un buen rescate por tan preciada estatuilla, pero al parecer ese animal se cagaba aun muerto porque olía a mierda y lo acabe lanzando por la borda, eso si, con un sentido funeral, era un pirata, no un degenerado.
La morenita volvió a sus locuras, oía ruidos, pero yo no escuchaba nada de nada.
-Déjate de chorradas y bájame los pantalones -pedí negando con la cabeza por su actuación ya ofuscado por que sus interrupciones no me dejaban acabar.
Cuando se llevó las manso a la cabeza, tiré de ella abrazándola.
-Estamos solos -susurré tratando de calmarla, en ese instante si escuche las pisadas a mi izquierda, desenvaino mi espada en un gesto furibundo y la dejo a escasa distancia de un hombre de apariencia ruda, con pieles sobre los hombros y una bastarda a su espalda.
El moreno llevó su mano a la empuñadura con presteza dispuesto a enfrentar aquel ataque.
-Esta demente -le advertí poniéndome en pie mientras me abrochaba los pantalones.
-¿Dani? -dijo el bárbaro apartando su mano de la empuñadura y atajando la distancia con la esclava incrédulo de lo que veía.
Miré a la guapa morena que lo acompañaba y que por la cara que ponía no entendía nada.
-Creo te quiere poner los cuernos con esta, yo no tengo inconveniente en hacer un cambio de pareja.
Me acerqué a ella con una ladeada sonrisa mientras deslizaba mi garfio por su trasero sopesando la carnaza.
-Entre nosotros, la esclava esta un tanto demente, pero creo que tu y yo nos podemos entender bien -le lancé un mordisco.
-Si, que tetas -susurré deslizando mi mano por sus dos montañas alzadas y endurecidas, mi garfio presionaba uno de sus pezones que al entrar en contacto con el acero se puso tieso llevando a la amazonas a gemir de placer. Sin mediar palabra volteé su cuerpo para quedar sobre el ajeno, quería montarla y sus caderas no dudaron en moverse friccionando con el baile su sexo contra mi abultado pantalón.
Nuestras bocas colisionaron entre mordiscos, mi diestra se deslizó por sus muslos subiendo la tela para poder adentrarme en su humedad, pero en ese instante y como si acabara de despertarse de su ensoñación, me empujo para sacarme de encima de ella.
-¡estas loca! -rugí ebrio poniéndome en pie tambaleando mi cuerpo con ese vaivén al que mas que acostumbrado me hallaba y que yo ni notaba -tenia que haberme quedado con la gorda, son mas agradecidas, tus tetas son pequeñas y las de la otra como jarras -gruñí dispuesto a dejarla allí.
Primero me pide guerra y cuando entro a matar quiere parar, se puede ser mas calienta braguetas, las mujeres hablan un idioma incomprensible, colgaría a todas ellas del palo mayor, eso si, antes me las pasaría por la piedra, los piratas tendemos a no malgastar nada.
Maldije mientras me largaba, yo mismo encontraría la salida de ese puto bosque, mas en ese instante la bipolar volvió a cambiar de opinión y zalamera me busco.
Enarqué una ceja buscando el truco que había en sus palabras, lo había, peor a mi no me importaba
-yo-ho!! -dije dejando que tirara de mi para llevarme de nuevo a la lumbre, no dude en tocarla con mi diestra esperando que la esclava se animara y me la cascara, pero ella parecía mas bien uno de seso animales disecados que el capitán barba negra tenia para decorar su camarote.
El mono ultimo enseñando sus dientes era un tanto tétrico, una vez trate de robárselo, pensé que podría cobrar un buen rescate por tan preciada estatuilla, pero al parecer ese animal se cagaba aun muerto porque olía a mierda y lo acabe lanzando por la borda, eso si, con un sentido funeral, era un pirata, no un degenerado.
La morenita volvió a sus locuras, oía ruidos, pero yo no escuchaba nada de nada.
-Déjate de chorradas y bájame los pantalones -pedí negando con la cabeza por su actuación ya ofuscado por que sus interrupciones no me dejaban acabar.
Cuando se llevó las manso a la cabeza, tiré de ella abrazándola.
-Estamos solos -susurré tratando de calmarla, en ese instante si escuche las pisadas a mi izquierda, desenvaino mi espada en un gesto furibundo y la dejo a escasa distancia de un hombre de apariencia ruda, con pieles sobre los hombros y una bastarda a su espalda.
El moreno llevó su mano a la empuñadura con presteza dispuesto a enfrentar aquel ataque.
-Esta demente -le advertí poniéndome en pie mientras me abrochaba los pantalones.
-¿Dani? -dijo el bárbaro apartando su mano de la empuñadura y atajando la distancia con la esclava incrédulo de lo que veía.
Miré a la guapa morena que lo acompañaba y que por la cara que ponía no entendía nada.
-Creo te quiere poner los cuernos con esta, yo no tengo inconveniente en hacer un cambio de pareja.
Me acerqué a ella con una ladeada sonrisa mientras deslizaba mi garfio por su trasero sopesando la carnaza.
-Entre nosotros, la esclava esta un tanto demente, pero creo que tu y yo nos podemos entender bien -le lancé un mordisco.
J. Hook- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 19/12/2017
Re: Månens Blomst {Privado}
Ese bosque era una completa locura de la cual como tardáramos mucho en buscar la flor que nos ayudaría acabaríamos por matarnos el uno al otro, eso en el mejor de los casos si es que no nos arrebatábamos la vida directamente a consecuencia de aquel maldito bosque. Incluso antes de que entraras se podía notar el aura que desprendía y el ambiente lúgubre y tétrico, como si de alguna forma te fuera robando poco a poco las energías y es que no me extrañaría que parte de lo que hacía aquel bosque fuera eso, consumirte lentamente hasta que no quedaban fuerzas para seguir adelante y la única salida pasaba por la muerte. Allí había un ambiente tenso y oscuro que te hacía poner la piel de gallina, no había que estar más de un minuto para comprobar como si esa misma sensación que desprendía el bosque calara en lo más profundo de cada uno. Jugaba con nuestras mentes y nos hacía caer ante nuestras debilidades, buscaba en lo más profundo de cada uno en las heridas que tenías y las sacaba a relucir... cuanto antes nos largáramos de aquel lugar antes podríamos volver a Akershus con mi melliza, rezaba a nuestros dioses porque Atharal pudiera contenerla el tiempo que estuviéramos fuera porque no quería ni pensar que llegábamos tarde por culpa de aquel maldito bosque... si era así juraba que lo vería arder para que nadie más pudiera caer presa de la magia oscura que desprendía. El lugar estaba lleno de cadáveres que colgaban de los árboles, sus cuellos envueltos en sogas, el suelo lleno de cuerpos de lo que solo quedaban huesos por el paso del tiempo. Habían marcas en los árboles como si la gente hubiera pensado que de esa forma hallarían la salida o, en su defecto, podrían volver de vuelta al principio. Muchos árboles tenían cuerdas que iban de un árbol a otro como si mostrara un camino que seguir pero en muchos casos la cuerda se perdía a mediante camino dejándoles perdidos en mitad del bosque. Seguía sin estar convencida de que dejar marcas, como estaba dejando Höor, nos ayudara a hallar el camino de vuelta pero sin embargo no dije nada al respecto. Incluso allí dentro las brújulas no funcionaban, era como si todo el lugar fuera algo extraño y misterioso en donde no se sabía dónde estaba el norte ni el sur pues las copas de los árboles eran tan espesas que era imposible distinguir el cielo, íbamos completamente a ciegas.
No fue hasta pasados varios minutos que escuché un ruido a mis espaldas, iba con los cinco sentidos más que activados y el escuchar el ruido de una rama quebrarse no debía de ser una coincidencia. Podría pensar que algún animal pero desde que habíamos entrado parecía que solo la muerte acompañaba el lugar y que hasta los animales parecían huir. Sentí un escalofrío que recorrió mi espalda y me quedé quieta dejando que el conde diera un par de pasos más continuando en su camino mientras yo esperaba poder descubrir, u oír, algo más que procediera de mi espalda. Estaba convencida de que no estábamos solos en aquel lugar y sentía como si alguien nos estuviera observando, alguien que se ocultaba en la oscuridad del bosque y que no se mostraba pero que nos estaba siguiendo sin duda alguna. Era una cazadora y sabía interpretar las señales, estaba convencida de que no éramos los únicos en ese lugar y aferré con fuerza la alabarda entre mis manos dispuesta a una ofensiva si veía una silueta que se acercaba en nuestra dirección. Ni siquiera iba a pensar en las posibilidades porque no me fiaba de aquel lugar en absoluto, nada se interpondría en la búsqueda de la flor para poder salvar a Thyra. No fue hasta que llegó frente a mi llamándome por mi nombre que desvié mis ojos de la negra espesura que vigilaba a sus ojos, me decía que estábamos solos en aquel bosque y que no debíamos de permitir caer en la locura pues de hacerlo acabaríamos ambos muertos. Fruncí ligeramente el ceño como si me costara comprender sus palabras pero acabé asintiendo concordando con él, si dejábamos que sacara nuestros miedos a la luz estábamos perdidos, pero sabíamos que era lo que pasaría tarde o temprano. Tiró de mí para ponernos en marcha de nuevo y no pude evitar echar la vista atrás una vez más, luego ladeé mi rostro mientras seguía los pasos del vikingo que se abría camino a través del bosque dejando marcas que esperaba que nos pudieran ayudar a la vuelta. Me contó que había empezado una relación siendo algo que ya sabía, al parecer las noticias volaban cuando eso incluía al conde, que apenas llevaban un tiempo juntos y que él se había enrolado en aquella misión de unos tres meses para ir a por una flor que salvara a mi melliza.
-Ya te dije que tienes complejo de suicida –distracción, sí, eso es lo que necesitaba para dejar de pensar que nos seguían y que estábamos siendo observados en todo momento y supe que me había contado precisamente eso para que dejara de pensar. Lancé una risa corta, de forma irónica, cuando dijo que no sabía sobre relaciones- y me lo dices a mí que huyo de ellas... si esperas consejo por mí parte he de decirte que ahí has pinchado –pronto la noche se cernería sobre nosotros y debíamos de buscar un lugar seguro donde poder pasarla- ahora que caigo en tus tendencias, este bosque no es que sea un buen lugar para ti –comenté con un toque de ironía y asintiendo con la cabeza- debemos de buscar ese río, creo que la flor crece cerca del monte Fuji, por lo que si encontramos el río solo tenemos que seguirlo –el plan en la teoría era fácil, llevarlo a la práctica era lo que más iba a costarnos. La noche llegó y no teníamos sitio donde quedarnos por lo que sería un problema, las hojas eran azotadas por una leve brisa que parecía traer susurros, voces de conocidos que me hizo fruncir el ceño cuando reconocí la de mi madre... y no pude evitar que la rabia me embargara. Poco antes de que mi padre muriera me había enterado de que no murió por enfermedad como nos hicieron creer de pequeñas, sino que fue asesinada. Siempre tuvieron sospechas de quien fue pero nunca lo encontraron pues se esfumó... escuchar su voz en esos momentos solo acrecentaba mi ira y mi odio, pues el día que lo supe juré que cobraría venganza por su muerte. Íbamos a encender una hoguera para calentarnos cuando escuché voces, voces que no reconocía para nada y elevé mi vista hacia el conde ya que nos habíamos quedado parados escuchando- te dije que no estábamos solos, aquí hay alguien más –me moví dispuesta a seguir el sonido de las voces sin hacer caso a las palabras del mismo que me pedía que no fuera, pero cada vez escuchaba con más intensidad y antes de que pudiéramos llegar del todo identificando que eran dos voces mientras íbamos hacia ellos cuando al pisar una rama llamamos la atención y, el filo de una espada, quedó frente al conde. Eran un hombre y una mujer y había sido ella quien blandió la espada aunque la dejó caer disculpándose, miré a ambos por unos momentos y luego al conde como si pretendiera decirle que yo tenía razón en un principio mas este llevó su mano a la empuñadura con intención de blandir su espada llamando a la mujer con la que estaba acercándose a ella mientras yo lo miraba, ¿qué narices le pasaba ahora? El hombre enseguida habló captando mi atención alegando que estaría bien hacer un cambio de parejas, fruncí el ceño por sus palabras sin entender nada todavía y no aparté mi vista de él cuando se acercó como si me evaluara, gruñí al sentir su garfio deslizarse por mi trasero y cuando lo tuve delante ni siquiera pensé el puñetazo que estampé en su rostro- ten más cuidado la próxima vez o haré que vayas a juego con ese garfio que tienes –apreté la alabarda entre mis manos y me acerqué al conde tomando su brazo para que me mirara- Höor –lo llamé captando su atención pero como parecía no escucharme giré su rostro para que me mirara- no es ella –puntualicé cada palabra para que le quedara claro- estamos en Japón, estamos lejos de casa –pareció que volvió un poco en sí y llevando mi mirada al hombre de nuevo no dudé en poner la punta de mi alabarda contra su pecho- y vosotros, ¿quiénes sois y qué hacéis aquí? ¿Habéis estado siguiéndonos?
No fue hasta pasados varios minutos que escuché un ruido a mis espaldas, iba con los cinco sentidos más que activados y el escuchar el ruido de una rama quebrarse no debía de ser una coincidencia. Podría pensar que algún animal pero desde que habíamos entrado parecía que solo la muerte acompañaba el lugar y que hasta los animales parecían huir. Sentí un escalofrío que recorrió mi espalda y me quedé quieta dejando que el conde diera un par de pasos más continuando en su camino mientras yo esperaba poder descubrir, u oír, algo más que procediera de mi espalda. Estaba convencida de que no estábamos solos en aquel lugar y sentía como si alguien nos estuviera observando, alguien que se ocultaba en la oscuridad del bosque y que no se mostraba pero que nos estaba siguiendo sin duda alguna. Era una cazadora y sabía interpretar las señales, estaba convencida de que no éramos los únicos en ese lugar y aferré con fuerza la alabarda entre mis manos dispuesta a una ofensiva si veía una silueta que se acercaba en nuestra dirección. Ni siquiera iba a pensar en las posibilidades porque no me fiaba de aquel lugar en absoluto, nada se interpondría en la búsqueda de la flor para poder salvar a Thyra. No fue hasta que llegó frente a mi llamándome por mi nombre que desvié mis ojos de la negra espesura que vigilaba a sus ojos, me decía que estábamos solos en aquel bosque y que no debíamos de permitir caer en la locura pues de hacerlo acabaríamos ambos muertos. Fruncí ligeramente el ceño como si me costara comprender sus palabras pero acabé asintiendo concordando con él, si dejábamos que sacara nuestros miedos a la luz estábamos perdidos, pero sabíamos que era lo que pasaría tarde o temprano. Tiró de mí para ponernos en marcha de nuevo y no pude evitar echar la vista atrás una vez más, luego ladeé mi rostro mientras seguía los pasos del vikingo que se abría camino a través del bosque dejando marcas que esperaba que nos pudieran ayudar a la vuelta. Me contó que había empezado una relación siendo algo que ya sabía, al parecer las noticias volaban cuando eso incluía al conde, que apenas llevaban un tiempo juntos y que él se había enrolado en aquella misión de unos tres meses para ir a por una flor que salvara a mi melliza.
-Ya te dije que tienes complejo de suicida –distracción, sí, eso es lo que necesitaba para dejar de pensar que nos seguían y que estábamos siendo observados en todo momento y supe que me había contado precisamente eso para que dejara de pensar. Lancé una risa corta, de forma irónica, cuando dijo que no sabía sobre relaciones- y me lo dices a mí que huyo de ellas... si esperas consejo por mí parte he de decirte que ahí has pinchado –pronto la noche se cernería sobre nosotros y debíamos de buscar un lugar seguro donde poder pasarla- ahora que caigo en tus tendencias, este bosque no es que sea un buen lugar para ti –comenté con un toque de ironía y asintiendo con la cabeza- debemos de buscar ese río, creo que la flor crece cerca del monte Fuji, por lo que si encontramos el río solo tenemos que seguirlo –el plan en la teoría era fácil, llevarlo a la práctica era lo que más iba a costarnos. La noche llegó y no teníamos sitio donde quedarnos por lo que sería un problema, las hojas eran azotadas por una leve brisa que parecía traer susurros, voces de conocidos que me hizo fruncir el ceño cuando reconocí la de mi madre... y no pude evitar que la rabia me embargara. Poco antes de que mi padre muriera me había enterado de que no murió por enfermedad como nos hicieron creer de pequeñas, sino que fue asesinada. Siempre tuvieron sospechas de quien fue pero nunca lo encontraron pues se esfumó... escuchar su voz en esos momentos solo acrecentaba mi ira y mi odio, pues el día que lo supe juré que cobraría venganza por su muerte. Íbamos a encender una hoguera para calentarnos cuando escuché voces, voces que no reconocía para nada y elevé mi vista hacia el conde ya que nos habíamos quedado parados escuchando- te dije que no estábamos solos, aquí hay alguien más –me moví dispuesta a seguir el sonido de las voces sin hacer caso a las palabras del mismo que me pedía que no fuera, pero cada vez escuchaba con más intensidad y antes de que pudiéramos llegar del todo identificando que eran dos voces mientras íbamos hacia ellos cuando al pisar una rama llamamos la atención y, el filo de una espada, quedó frente al conde. Eran un hombre y una mujer y había sido ella quien blandió la espada aunque la dejó caer disculpándose, miré a ambos por unos momentos y luego al conde como si pretendiera decirle que yo tenía razón en un principio mas este llevó su mano a la empuñadura con intención de blandir su espada llamando a la mujer con la que estaba acercándose a ella mientras yo lo miraba, ¿qué narices le pasaba ahora? El hombre enseguida habló captando mi atención alegando que estaría bien hacer un cambio de parejas, fruncí el ceño por sus palabras sin entender nada todavía y no aparté mi vista de él cuando se acercó como si me evaluara, gruñí al sentir su garfio deslizarse por mi trasero y cuando lo tuve delante ni siquiera pensé el puñetazo que estampé en su rostro- ten más cuidado la próxima vez o haré que vayas a juego con ese garfio que tienes –apreté la alabarda entre mis manos y me acerqué al conde tomando su brazo para que me mirara- Höor –lo llamé captando su atención pero como parecía no escucharme giré su rostro para que me mirara- no es ella –puntualicé cada palabra para que le quedara claro- estamos en Japón, estamos lejos de casa –pareció que volvió un poco en sí y llevando mi mirada al hombre de nuevo no dudé en poner la punta de mi alabarda contra su pecho- y vosotros, ¿quiénes sois y qué hacéis aquí? ¿Habéis estado siguiéndonos?
Eyra Hagebak- Humano Clase Alta
- Mensajes : 123
Fecha de inscripción : 15/09/2017
Re: Månens Blomst {Privado}
Ladeé la sonrisa al escuchar su broma de que este lugar no era le perfecto para ese gen suicida que me gastaba, le lancé el brazo por encima de los hombros soltando un par de carcajadas.
-dijo la vikinga que se abalanzó contra una horda de trolls que casi me matan porque necesitaba desfogarse, joder, para eso esta el sexo.
Eyra me saco la lengua y yo le lancé un bocado riéndome. La verdad es que nos llevabamos bien, nos reiamos juntos y a veces, muchas, también nos peleábamos como titanes incapaces de ver un nuevo día. Yo prometí a su padre que la cuidaría y en parte eso había atado su vida a la mía, pero nuestra relación después de todo lo ocurrido se había estrechado, no solo por lo que ocurrió en el lago, si no porque la veía una mujer integra, que iba de frente y que si es cierto la perdían las formas, digamos que la consideraba alguien importante para mi, una buena amiga como lo era Khayla
Caminamos un rato pro el bosque hasta alcanzar una zona que hacía recoveco , las voces la asolaban durante todo el camino, ambos teníamos demasiados fantasmas que enfrentar y el bosque parecía retorcer nuestras entrañas y utilizarlas en nuestra contra y eso que esto solo había empezado.
Íbamos a prender un fuego en ese pequeño remanso, cuando escuchamos voces, en esta ocasión los dos, lo que dio veracidad a la idea de que no estamos solos y sin dudar nos pusimos en marcha.
Seguimos las voces a través del bosque con cautela, estas nos llevaron frente a una lumbre donde dos tipos dormían. La mujer sobresaltada se lazó sacando del cinto del borracho un sable que esgrimió frente a mi pecho, deslicé mis ojos por el acero del arma de Dani, al levar la mirada era ella ¿que hacía allí?
-Dani -susurré atajando la distancia mientras esta dejaba el arma caer al suelo al reconocerme y sollozaba al sentir que me podía haber atacado.
Rodeé su cuerpo con mis brazos, apoyando mis labios en su pelo.
-Shhhh, ya esta Dani, es el bosque que nos vuelve locos.
Su pelo lacio se entrelazaba entre mis dedos, hundí mi cabeza en su cuello con los ojos cerrados, llevaba un mes sin verla, la echaba de menos. ¿Que hacía allí? ¿quien era ese con el que compartía lecho?
Fruncí en ese momento el ceño, iba a recriminarle que durmiera con otro cuando escuche mi nombre a las espaldas.
Fue Eyra la que acortó la distancia entre ambos y atrapando mi mentón me hizo mirarla saliendo de mi ensoñación asegurándome que no era Dani.
Cuando le devolví la mirada, vi una mujer distinta, su pelo largo era mecido por el viento, casi de forma instintiva puse distancia entre nuestros cuerpos, mi mano atajó la distancia hasta el mango de la bastarda, la vikinga apuntaba con su alabarda l borracho del garfio que se descojonaba no se bien de que.
-Calmémonos -dije intentando centrarme de nuevo sacudiendo la cabeza -¿que hacéis aquí? -pregunté mirando a la chica.
-dijo la vikinga que se abalanzó contra una horda de trolls que casi me matan porque necesitaba desfogarse, joder, para eso esta el sexo.
Eyra me saco la lengua y yo le lancé un bocado riéndome. La verdad es que nos llevabamos bien, nos reiamos juntos y a veces, muchas, también nos peleábamos como titanes incapaces de ver un nuevo día. Yo prometí a su padre que la cuidaría y en parte eso había atado su vida a la mía, pero nuestra relación después de todo lo ocurrido se había estrechado, no solo por lo que ocurrió en el lago, si no porque la veía una mujer integra, que iba de frente y que si es cierto la perdían las formas, digamos que la consideraba alguien importante para mi, una buena amiga como lo era Khayla
Caminamos un rato pro el bosque hasta alcanzar una zona que hacía recoveco , las voces la asolaban durante todo el camino, ambos teníamos demasiados fantasmas que enfrentar y el bosque parecía retorcer nuestras entrañas y utilizarlas en nuestra contra y eso que esto solo había empezado.
Íbamos a prender un fuego en ese pequeño remanso, cuando escuchamos voces, en esta ocasión los dos, lo que dio veracidad a la idea de que no estamos solos y sin dudar nos pusimos en marcha.
Seguimos las voces a través del bosque con cautela, estas nos llevaron frente a una lumbre donde dos tipos dormían. La mujer sobresaltada se lazó sacando del cinto del borracho un sable que esgrimió frente a mi pecho, deslicé mis ojos por el acero del arma de Dani, al levar la mirada era ella ¿que hacía allí?
-Dani -susurré atajando la distancia mientras esta dejaba el arma caer al suelo al reconocerme y sollozaba al sentir que me podía haber atacado.
Rodeé su cuerpo con mis brazos, apoyando mis labios en su pelo.
-Shhhh, ya esta Dani, es el bosque que nos vuelve locos.
Su pelo lacio se entrelazaba entre mis dedos, hundí mi cabeza en su cuello con los ojos cerrados, llevaba un mes sin verla, la echaba de menos. ¿Que hacía allí? ¿quien era ese con el que compartía lecho?
Fruncí en ese momento el ceño, iba a recriminarle que durmiera con otro cuando escuche mi nombre a las espaldas.
Fue Eyra la que acortó la distancia entre ambos y atrapando mi mentón me hizo mirarla saliendo de mi ensoñación asegurándome que no era Dani.
Cuando le devolví la mirada, vi una mujer distinta, su pelo largo era mecido por el viento, casi de forma instintiva puse distancia entre nuestros cuerpos, mi mano atajó la distancia hasta el mango de la bastarda, la vikinga apuntaba con su alabarda l borracho del garfio que se descojonaba no se bien de que.
-Calmémonos -dije intentando centrarme de nuevo sacudiendo la cabeza -¿que hacéis aquí? -pregunté mirando a la chica.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Månens Blomst {Privado}
De todas las formas en la que la situación pudo haberse desenvuelto, de todos los desenlaces en los que su efímero acto de locura pudo haber desembocado, la forma en la que actuó el desconocido fue, quizá, la última reacción que hubiese esperado o, por lo menos, alcanzado a imaginar. Sin reparo o recato alguno el hombre se aproximó y la estrechó con fuerza entre sus brazos, meciéndole los cabellos con la calidez de su aliento, situando la cabeza en la curvatura que le ofrecía su cuello, siseando en lo que parecía un intento por calmar sus inquietudes. A la joven amazona le tomó un instante despabilar de la turbación provocada por las alucinaciones e instintivamente, al verse aprisionada en la cárcel de carne y hueso que rodeaba su menudo cuerpo, ella se removió tratando zafarse.
Entre más fuerte se sacudía en su intento por liberarse, más férreo se ceñía el agarre del extraño a su alrededor. Se había resignado a acostarse con el pirata como un acto desesperado de supervivencia mas con este no había accedido a nada. Ese tipo contacto, esa clase de cercanía, era completamente ajena a las formas con las que fue criada y, a decir verdad, le incomodaba considerablemente.
De vuelta en casa, cualquier individuo del género opuesto que intentase proeza semejante con una de su clase, sería picado en trocitos y sus restos decorarían las fronteras de sus territorios, un destino que bien conoció su último y único amante. Asteria estaba confundida, no comprendía el por qué de aquella actitud, pero incluso de haberla comprendo no por ello su intento de escapar sería diferente; la única razón por la que no lo golpeó fue porque quizá aquel hombre y la mujer que lo acompañaban conocían el camino de salida y de lastimarlo probablemente no se lo confiaría.
Fue cuando aquel joven guerrero la llamó por otro nombre que la amazona se detuvo en su desesperado intento, tomándose un breve instante para meditar lo sucesos.
— ¿Quién es Dani? — Musitó, torciendo sus facciones en un gesto de completo desconcierto.
La mujer de cabellos azabaches y mirada esmeralda se aproximó a su compañero de travesía y dedicándole un par de pacientes palabras lo hizo volver en sí. Instantáneamente, el desconocido meneó la cabeza y como si fueran dos imanes de polos semejantes, opuso cuanta distancia le fue posible. Asteria se limitó a darle un fugaz vistazo con el entrecejo fruncido y volvió la vista hacia la mujer que suspicaz empuñaba la espada.
— ¿Seguirlos? —gruñó medianamente ofendida. No intentaba sonar agresiva, pero aún se encontraba alterada por el influjo del bosque y las alucinaciones— No sé cómo funcione tu lógica, pero creo que la fogata dice que llegamos aquí primero.
El bárbaro intervino tratando de calmar los ánimos, era cierto que todos se encontraban tensos, bueno, todos menos el pirata que sólo sabrían los dioses por qué se carcajeaba sin control; quizá la borrachera que llevaba encima lo inhibía del oscuro poder que envolvía la densidad del bosque, o quizá era inmune a ello por el simple hecho de que era un cretino insensible. Asteria se cruzó de brazos, no podía sacudirse de encima la presencia siniestra, casi tangible, de todos sus miedos acechándole desde la oscuridad. Apretó la mandíbula, rehuyéndole la mirada al guerrero, mas no tuvo otra opción que enfrentarlo al reconocer que ella era la única que podía darle respuestas.
— No importa el por qué estamos aquí — No quería admitir el sinsentido que los había colocado en esa situación. Había sido capturada, casi vendida como esclava, en su desespero por huir corrió en dirección al jodido bosque de los suicidios y estuvo a punto de ofrecer su cuerpo para sobrevivir; de nada de aquello estaba orgullosa, de hecho, en conjunto la historia le haría sonar como una reverenda tonta— Sólo importa el cómo podemos salir ¿conocen el camino de vuelta? —Inquirió impaciente, su cuerpo tiritaba bajo la fina tela de su vestido, mas ya no podía discernir si el temblor era causado por las bajas temperatura o la ansiedad. Quería salir de allí, las voces aún hacían eco en su cabeza en irritantes murmullos y sentía que de no encontrar la salida con prontitud se saldría de sus cabales— Y sólo para que conste, no soy la esclava de este payaso.
Los desconocidos de acento nórdico mencionaron haber marcado el camino con el símbolo de Gungnir, la lanza de Odín, una equis cercada por un rombo que habían tallado en la corteza de algunos árboles. Asteria no aguardó por mayor explicación y se precipitó en dirección al último tronco que supuestamente fue señalizado, buscando desesperada por susodicha marca sin éxito alguno. Más allá de las hendiduras propias de la madera, allí no había sido labrado ningún distintivo.
— ¡Aquí no hay nada! — Espetó entre frustrada y enfadada.
Entre más fuerte se sacudía en su intento por liberarse, más férreo se ceñía el agarre del extraño a su alrededor. Se había resignado a acostarse con el pirata como un acto desesperado de supervivencia mas con este no había accedido a nada. Ese tipo contacto, esa clase de cercanía, era completamente ajena a las formas con las que fue criada y, a decir verdad, le incomodaba considerablemente.
De vuelta en casa, cualquier individuo del género opuesto que intentase proeza semejante con una de su clase, sería picado en trocitos y sus restos decorarían las fronteras de sus territorios, un destino que bien conoció su último y único amante. Asteria estaba confundida, no comprendía el por qué de aquella actitud, pero incluso de haberla comprendo no por ello su intento de escapar sería diferente; la única razón por la que no lo golpeó fue porque quizá aquel hombre y la mujer que lo acompañaban conocían el camino de salida y de lastimarlo probablemente no se lo confiaría.
Fue cuando aquel joven guerrero la llamó por otro nombre que la amazona se detuvo en su desesperado intento, tomándose un breve instante para meditar lo sucesos.
— ¿Quién es Dani? — Musitó, torciendo sus facciones en un gesto de completo desconcierto.
La mujer de cabellos azabaches y mirada esmeralda se aproximó a su compañero de travesía y dedicándole un par de pacientes palabras lo hizo volver en sí. Instantáneamente, el desconocido meneó la cabeza y como si fueran dos imanes de polos semejantes, opuso cuanta distancia le fue posible. Asteria se limitó a darle un fugaz vistazo con el entrecejo fruncido y volvió la vista hacia la mujer que suspicaz empuñaba la espada.
— ¿Seguirlos? —gruñó medianamente ofendida. No intentaba sonar agresiva, pero aún se encontraba alterada por el influjo del bosque y las alucinaciones— No sé cómo funcione tu lógica, pero creo que la fogata dice que llegamos aquí primero.
El bárbaro intervino tratando de calmar los ánimos, era cierto que todos se encontraban tensos, bueno, todos menos el pirata que sólo sabrían los dioses por qué se carcajeaba sin control; quizá la borrachera que llevaba encima lo inhibía del oscuro poder que envolvía la densidad del bosque, o quizá era inmune a ello por el simple hecho de que era un cretino insensible. Asteria se cruzó de brazos, no podía sacudirse de encima la presencia siniestra, casi tangible, de todos sus miedos acechándole desde la oscuridad. Apretó la mandíbula, rehuyéndole la mirada al guerrero, mas no tuvo otra opción que enfrentarlo al reconocer que ella era la única que podía darle respuestas.
— No importa el por qué estamos aquí — No quería admitir el sinsentido que los había colocado en esa situación. Había sido capturada, casi vendida como esclava, en su desespero por huir corrió en dirección al jodido bosque de los suicidios y estuvo a punto de ofrecer su cuerpo para sobrevivir; de nada de aquello estaba orgullosa, de hecho, en conjunto la historia le haría sonar como una reverenda tonta— Sólo importa el cómo podemos salir ¿conocen el camino de vuelta? —Inquirió impaciente, su cuerpo tiritaba bajo la fina tela de su vestido, mas ya no podía discernir si el temblor era causado por las bajas temperatura o la ansiedad. Quería salir de allí, las voces aún hacían eco en su cabeza en irritantes murmullos y sentía que de no encontrar la salida con prontitud se saldría de sus cabales— Y sólo para que conste, no soy la esclava de este payaso.
Los desconocidos de acento nórdico mencionaron haber marcado el camino con el símbolo de Gungnir, la lanza de Odín, una equis cercada por un rombo que habían tallado en la corteza de algunos árboles. Asteria no aguardó por mayor explicación y se precipitó en dirección al último tronco que supuestamente fue señalizado, buscando desesperada por susodicha marca sin éxito alguno. Más allá de las hendiduras propias de la madera, allí no había sido labrado ningún distintivo.
— ¡Aquí no hay nada! — Espetó entre frustrada y enfadada.
Asteria- Cazador Clase Alta
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Localización : Desconocida
Re: Månens Blomst {Privado}
Los bárbaros estaban locos, si bien la mujer de las pieles me había arreado una buena hostia, la risa no dejaba de escapar de mis labios, todos estábamos jodidos, muy jodidos, porque por muy loco que a mi me creyeran, pronto sería el mas cuerdo de todos, a fin de cuentas ¿se puede joder con la locura a uno que ya le falta una tuerca?
Miré al señor pacifista de la espada en la espalda, con esa cara “soy el héroe” pintada en la frente.
-Si es mi esclava -repliqué con cierta indiferencia -pero eso es lo de menos si no conseguimos salir de aquí, y no saldremos de aquí mirándonos las caras -apunté alzando la mirada hacía las estrellas.
-Deja de buscar preciosa marcas en las cortezas ¿crees que vas a encontrar algo que te guie en los arboles de este bosque maldito? Eres una necia.
Me dejé caer al lado del fuego ante la mirada de los dos bárbaros que creo no entendían mi actitud para nada
-¿queréis morir? Andar por la noche, perderos, cada vez estaréis mas y mas lejos de la salida. No soy un hombre sensato, pero si he salido de muchos periplos y no precisamente usando la espada como tu cabeza hueca -dije señalando al hombre que frunció el ceño y gruñó creo que incapaz de aguantar a los bocazas mientras yo golpeaba mi sien un par de veces para dejarle claro como salía yo de los problemas.
-Pasemos la noche frente al fuego y enfrentemos a nuestros fantasmas, mañana cuando salga la luz del día trataremos de volver sobre nuestros pasos, pero si lo hacemos a oscuras, moriremos como ya lo han hecho muchos otros.
Saqué mi brújula muerto de la risa viendo como la aguja giraba y giraba y de nuevo elevé la mirada hacía las estrellas.
-Parece que no se ponen de acuerdo. Ven preciosa conmigo junto al fuego, que no se diga que pasas la primera noche en el infierno sola.
El vikingo me miraba con cara de no creerse mis palabras no entendía porque ponía esa cara.
-Lo que yo no entiendo es como no llevas alcohol en la petaca ¿o si? -pregunté enarcando la ceja por si sonaba la flauta y los dioses me enviaban ademas de un gilipollas algo de suerte.
Pero el tal Höor pasó de mi cara, lo que me llevo a escupir al suelo cagándome en todos los dioses.
-Siempre es todo por una mujer -dije señalando a mi esclava.
-¡Cállate! -rugieron los tres al unisono.
Al menos les había hecho ponerse de acuerdo en algo.
-A ver si el buen rollo dura ¿un brindis? -puse cara de desesperación -maldita sea no hay ron -me deje caer hacia atrás maldiciendo mi suerte.
Miré al señor pacifista de la espada en la espalda, con esa cara “soy el héroe” pintada en la frente.
-Si es mi esclava -repliqué con cierta indiferencia -pero eso es lo de menos si no conseguimos salir de aquí, y no saldremos de aquí mirándonos las caras -apunté alzando la mirada hacía las estrellas.
-Deja de buscar preciosa marcas en las cortezas ¿crees que vas a encontrar algo que te guie en los arboles de este bosque maldito? Eres una necia.
Me dejé caer al lado del fuego ante la mirada de los dos bárbaros que creo no entendían mi actitud para nada
-¿queréis morir? Andar por la noche, perderos, cada vez estaréis mas y mas lejos de la salida. No soy un hombre sensato, pero si he salido de muchos periplos y no precisamente usando la espada como tu cabeza hueca -dije señalando al hombre que frunció el ceño y gruñó creo que incapaz de aguantar a los bocazas mientras yo golpeaba mi sien un par de veces para dejarle claro como salía yo de los problemas.
-Pasemos la noche frente al fuego y enfrentemos a nuestros fantasmas, mañana cuando salga la luz del día trataremos de volver sobre nuestros pasos, pero si lo hacemos a oscuras, moriremos como ya lo han hecho muchos otros.
Saqué mi brújula muerto de la risa viendo como la aguja giraba y giraba y de nuevo elevé la mirada hacía las estrellas.
-Parece que no se ponen de acuerdo. Ven preciosa conmigo junto al fuego, que no se diga que pasas la primera noche en el infierno sola.
El vikingo me miraba con cara de no creerse mis palabras no entendía porque ponía esa cara.
-Lo que yo no entiendo es como no llevas alcohol en la petaca ¿o si? -pregunté enarcando la ceja por si sonaba la flauta y los dioses me enviaban ademas de un gilipollas algo de suerte.
Pero el tal Höor pasó de mi cara, lo que me llevo a escupir al suelo cagándome en todos los dioses.
-Siempre es todo por una mujer -dije señalando a mi esclava.
-¡Cállate! -rugieron los tres al unisono.
Al menos les había hecho ponerse de acuerdo en algo.
-A ver si el buen rollo dura ¿un brindis? -puse cara de desesperación -maldita sea no hay ron -me deje caer hacia atrás maldiciendo mi suerte.
J. Hook- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 19/12/2017
Re: Månens Blomst {Privado}
El bosque cada vez nos conducía más y más hacia su interior como si de alguna forma marcara el camino que debíamos de seguir, como si todo lo que pudiéramos hacer era seguir una senda invisible impuesta por el propio bosque, como si se riera de nosotros al ver que como dos kamikazes nos adentrábamos en su interior ignorando todas las señales de peligro que había por el camino, todas y cada una de las personas que pendían de los árboles y que habían perdido la vida en el camino por el bosque. Lo cierto es que parecía que cuanto más nos adentrábamos en el bosque algo más nos íbamos perdiendo, no físicamente, pero en mi cabeza comenzaba a escuchar murmullos que parecían provenir de una dirección en concreto, la sensación de que alguien nos seguía estaba presente y no me deshacía de ella por mucho que Höor me dijera lo contrario; era como si miles de ojos nos observaran en cada paso que dábamos, en cada respiración que tomábamos como si no perdieran ninguno de nuestros movimientos y nos estuvieran analizando. Sabíamos que aquella misión no sería para nada fácil pero no me rendiría y dejaría a Thyra abandonada a su suerte con ese maldito demonio en su interior, por lo que era la única opción que teníamos y los dos lo sabíamos. También sabíamos que era bastante fácil perderse en aquel bosque en el que era algo complicado guiarse por las estrellas porque las copas de los árboles tapaban el cielo y su vista... por lo que íbamos un poco a ciegas y no podíamos orientar con facilidad, pero si encontrábamos ese río podríamos seguirlo hasta llegar a la ladera de la montaña, una vez allí esperaba que nos fuera más fácil encontrar la flor. Las voces se oían con más nitidez y claridad y se lo dije al vikingo quien, como yo, parecía también escucharlas y sin esperarlo nos lanzamos para ver quién más había en aquel bosque porque quizás pudieran atacarnos, o quizás pudiéramos guiarnos o tuvieran alguna forma de saber en la dirección en la que se encontraba el río. Resultó ser un hombre y una mujer que no eran nipones y nada tenían que ver con aquel país, por lo que eran extranjeros como lo éramos nosotros. No supe qué pasó pero Höor se pensó que la pirata se encontraba allí cuando la joven nada tenía que ver con ella, el bosque ya comenzaba a pasarnos factura y él había caído presa del pequeño delirio. Tuve que hacerle ver que no era ella y cuando lo aparté pareció darse cuenta de ello, la mujer acompañada del hombre nos miró a ambos y enarqué una ceja por sus palabras cuando hizo alusión a que no era su esclava... francamente porque me importaba si lo era o no, me preocupaba más que nos hubieran estado siguiendo.
La punta de mi alabarda dio en el pecho del hombre quien se rió observándonos en lo que yo enarqué una ceja sin saber qué le hacía tanta gracia, quizás fuera el mismo ambiente enrarecido del bosque lo que la había provocado ya que jugaba con nuestras mentes. La joven tenía razón, no podrían habernos estado siguiendo si tenían la hoguera encendida y habían acampado allí por lo que no dije nada al respecto, sin embargo el hombre no me inspiraba demasiada confianza y parecía que estaba medio loco porque su actuar era un tanto extraño mientras Höor parecía poner algo de calma ya que era necesaria en esos momentos. En lo que intentábamos adivinar quiénes eran no podía dejar de escuchar los pequeños susurros y murmullos que oía a mí alrededor, como si estuvieran dentro de mi cabeza sacando, o intentándolo al menos, a relucir aquellos miedos que había dejado guardados mientras me quedaba pensando en ellos hasta que la pregunta de la joven me hizo salir de mi pequeño trance para mirarla de forma leve, habíamos marcado los troncos de algunos árboles dejando así un camino para luego poder regresar, sabíamos que ese bosque sacaba lo peor de quien se aventuraba a adentrarse por lo que marcar la corteza había sido una de las ideas que se nos había ocurrido, y fue lo que le dijimos como única opción que habíamos encontrado para no perdernos y saber por dónde habíamos pasado. Habíamos visto los hilos que rodeaban los árboles pero que estos, sin que supiéramos el motivo, habían acabado cortados y enredados en el cuello de aquellos que pensábamos que los habían puesto, por lo que marcar los árboles con un símbolo nórdico era la manera más sencilla de saber por dónde habíamos pasado. No tardó demasiado en acercarse al árbol más cercano para comprobar que, efectivamente, habíamos hecho las marcas pero sin embargo cuando dijo que no había nada me extrañé y fruncí ligeramente el ceño. ¿Cómo que no había nada? Dejé a Höor con aquel hombre que no paraba de reírse, como si estuviera loco, para comprobar por mí misma que no existía tal marca en el tronco... ni en ese, ni en los que estaban cerca... ¿cómo podría ser aquello posible? ¿Las demás marcas estarían? ¿Cómo se habían quitado? Ya no sabía si las habíamos puesto realmente o no así que volví con el conde y lo miré acercándome a él para en un tono bajo, y en nórdico para que no nos entendiera, le hablé sin apartar la mirada de aquella pareja un tanto extraña.
-Las marcas que hemos hecho en la corteza de los árboles... no están –sus ojos me miraron con duda, con la misma duda que había tenido yo al revisar varios árboles- he revisado varios y no hay nada, ninguna marca... –fruncí ligeramente el ceño observándolo- hicimos varias marcas, tú recuerdas eso también ¿verdad? –De hecho, habíamos sido ambos quienes nos habíamos ido turnando para dejar las marcas, yo recordaba haberlas hecho y recordaba que él las había hecho... ¿o era cosa de mi mente? Miré al hombre quien se había sentado y decía que luchando no saldríamos de allí, que era mejor quedarnos esa noche allí y retomar camino al día siguiente... había que decir que no paró de decir tontería tras tontería y al final los tres le gritamos que se callara. Lancé un suspiro cuando parecía que quería alcohol y no tenía y volví a mirar al conde- no me gusta darle la razón a ese loco pero sería mejor que pasemos la noche aquí, adentrarnos ahora en el bosque sería perdernos más, mañana retomaremos camino e intentaremos encontrar el río para seguirlo –mis ojos volvieron a ambos de nuevo- haremos guardias –que no tuvieran pinta de ser personas peligrosas no quería decir que no lo fueran, de hecho, no me fiaba de nada de lo que pudiera pasar en aquel bosque y el hombre no es que me inspirara demasiada confianza. Nos sentamos junto al fuego y supe que sería una larga noche porque, al parecer el “pirata”, no hacía más que hablar y hablar y llegaba un punto en el que te cargaba la cabeza bastante, miré a la joven y entendí por qué no quería tener nada con aquel hombre quien parecía tener la capacidad para sacar a los demás de sus casillas- ¿por qué os habéis adentrado vosotros en el bosque? ¿Os habéis encontrado con un pequeño río en vuestro camino? –Quizás buscáramos en la dirección equivocada, allí no teníamos una pista exacta de dónde nos encontrábamos pero cuando vi que él tenía una brújula lo miré extrañada- llevas una brújula, ¿cómo es que no sabéis dónde os encontráis y os habéis perdido? –Eran diferentes a las brújulas que por siglos habíamos utilizado los vikingos, así que no entendía por qué no la usaban para poder salir de allí. Decidimos turnarnos para hacer guardias, no sabíamos lo que podría haber en aquel bosque, así podríamos descansar todos y que no pasara nada. A mí me tocaba hacer la segunda guardia y me encontraba durmiendo cuando mis sueños empezaron a ser como pesadillas, todas sacadas de las preocupaciones y de los miedos que llevaba enterrados en mi mente aunque mostrados de una forma sutil... pero lo que más vi con claridad fue sin duda la muerte de mi padre, como si estuviera de nuevo en nuestro hogar podía ver como la espada se hundía en el costado de mi padre, la sangre que brotaba de la herida y él desplomándose al suelo. Todo derrumbándose a mi alrededor, las personas a las que quería y tanto conocía yacían muertas en un charco de sangre, muecas de dolor en sus rostros mientras yo me revolvía en sueños. Un grito mientras todo parecía tornarse como si estuviera envuelto en llamas, un grito que reconocí siendo el de mi melliza, en lo alto de una colina apresada por una sombra oscura y negra, de largos miembros y dedos que parecían garras afiladas bastante largas. Corrí hacia ella para salvar pero parecía que mis piernas apenas se movían, angustiada vi como las garras atravesaban su cuerpo y se llenaba todo de sangre, sus ojos en los míos mientras perdía la vida hasta que solamente quedó la nada, la oscuridad y el vacío- ¡Thyra! –Grité incorporándome tras despertarme de forma abrupta, mi cuerpo estaba perlado en sudor, mi respiración errática y mi corazón bombeando con rapidez retumbando en mi cabeza... todo había sido una pesadilla que se había apoderado de mi mente.
La punta de mi alabarda dio en el pecho del hombre quien se rió observándonos en lo que yo enarqué una ceja sin saber qué le hacía tanta gracia, quizás fuera el mismo ambiente enrarecido del bosque lo que la había provocado ya que jugaba con nuestras mentes. La joven tenía razón, no podrían habernos estado siguiendo si tenían la hoguera encendida y habían acampado allí por lo que no dije nada al respecto, sin embargo el hombre no me inspiraba demasiada confianza y parecía que estaba medio loco porque su actuar era un tanto extraño mientras Höor parecía poner algo de calma ya que era necesaria en esos momentos. En lo que intentábamos adivinar quiénes eran no podía dejar de escuchar los pequeños susurros y murmullos que oía a mí alrededor, como si estuvieran dentro de mi cabeza sacando, o intentándolo al menos, a relucir aquellos miedos que había dejado guardados mientras me quedaba pensando en ellos hasta que la pregunta de la joven me hizo salir de mi pequeño trance para mirarla de forma leve, habíamos marcado los troncos de algunos árboles dejando así un camino para luego poder regresar, sabíamos que ese bosque sacaba lo peor de quien se aventuraba a adentrarse por lo que marcar la corteza había sido una de las ideas que se nos había ocurrido, y fue lo que le dijimos como única opción que habíamos encontrado para no perdernos y saber por dónde habíamos pasado. Habíamos visto los hilos que rodeaban los árboles pero que estos, sin que supiéramos el motivo, habían acabado cortados y enredados en el cuello de aquellos que pensábamos que los habían puesto, por lo que marcar los árboles con un símbolo nórdico era la manera más sencilla de saber por dónde habíamos pasado. No tardó demasiado en acercarse al árbol más cercano para comprobar que, efectivamente, habíamos hecho las marcas pero sin embargo cuando dijo que no había nada me extrañé y fruncí ligeramente el ceño. ¿Cómo que no había nada? Dejé a Höor con aquel hombre que no paraba de reírse, como si estuviera loco, para comprobar por mí misma que no existía tal marca en el tronco... ni en ese, ni en los que estaban cerca... ¿cómo podría ser aquello posible? ¿Las demás marcas estarían? ¿Cómo se habían quitado? Ya no sabía si las habíamos puesto realmente o no así que volví con el conde y lo miré acercándome a él para en un tono bajo, y en nórdico para que no nos entendiera, le hablé sin apartar la mirada de aquella pareja un tanto extraña.
-Las marcas que hemos hecho en la corteza de los árboles... no están –sus ojos me miraron con duda, con la misma duda que había tenido yo al revisar varios árboles- he revisado varios y no hay nada, ninguna marca... –fruncí ligeramente el ceño observándolo- hicimos varias marcas, tú recuerdas eso también ¿verdad? –De hecho, habíamos sido ambos quienes nos habíamos ido turnando para dejar las marcas, yo recordaba haberlas hecho y recordaba que él las había hecho... ¿o era cosa de mi mente? Miré al hombre quien se había sentado y decía que luchando no saldríamos de allí, que era mejor quedarnos esa noche allí y retomar camino al día siguiente... había que decir que no paró de decir tontería tras tontería y al final los tres le gritamos que se callara. Lancé un suspiro cuando parecía que quería alcohol y no tenía y volví a mirar al conde- no me gusta darle la razón a ese loco pero sería mejor que pasemos la noche aquí, adentrarnos ahora en el bosque sería perdernos más, mañana retomaremos camino e intentaremos encontrar el río para seguirlo –mis ojos volvieron a ambos de nuevo- haremos guardias –que no tuvieran pinta de ser personas peligrosas no quería decir que no lo fueran, de hecho, no me fiaba de nada de lo que pudiera pasar en aquel bosque y el hombre no es que me inspirara demasiada confianza. Nos sentamos junto al fuego y supe que sería una larga noche porque, al parecer el “pirata”, no hacía más que hablar y hablar y llegaba un punto en el que te cargaba la cabeza bastante, miré a la joven y entendí por qué no quería tener nada con aquel hombre quien parecía tener la capacidad para sacar a los demás de sus casillas- ¿por qué os habéis adentrado vosotros en el bosque? ¿Os habéis encontrado con un pequeño río en vuestro camino? –Quizás buscáramos en la dirección equivocada, allí no teníamos una pista exacta de dónde nos encontrábamos pero cuando vi que él tenía una brújula lo miré extrañada- llevas una brújula, ¿cómo es que no sabéis dónde os encontráis y os habéis perdido? –Eran diferentes a las brújulas que por siglos habíamos utilizado los vikingos, así que no entendía por qué no la usaban para poder salir de allí. Decidimos turnarnos para hacer guardias, no sabíamos lo que podría haber en aquel bosque, así podríamos descansar todos y que no pasara nada. A mí me tocaba hacer la segunda guardia y me encontraba durmiendo cuando mis sueños empezaron a ser como pesadillas, todas sacadas de las preocupaciones y de los miedos que llevaba enterrados en mi mente aunque mostrados de una forma sutil... pero lo que más vi con claridad fue sin duda la muerte de mi padre, como si estuviera de nuevo en nuestro hogar podía ver como la espada se hundía en el costado de mi padre, la sangre que brotaba de la herida y él desplomándose al suelo. Todo derrumbándose a mi alrededor, las personas a las que quería y tanto conocía yacían muertas en un charco de sangre, muecas de dolor en sus rostros mientras yo me revolvía en sueños. Un grito mientras todo parecía tornarse como si estuviera envuelto en llamas, un grito que reconocí siendo el de mi melliza, en lo alto de una colina apresada por una sombra oscura y negra, de largos miembros y dedos que parecían garras afiladas bastante largas. Corrí hacia ella para salvar pero parecía que mis piernas apenas se movían, angustiada vi como las garras atravesaban su cuerpo y se llenaba todo de sangre, sus ojos en los míos mientras perdía la vida hasta que solamente quedó la nada, la oscuridad y el vacío- ¡Thyra! –Grité incorporándome tras despertarme de forma abrupta, mi cuerpo estaba perlado en sudor, mi respiración errática y mi corazón bombeando con rapidez retumbando en mi cabeza... todo había sido una pesadilla que se había apoderado de mi mente.
Eyra Hagebak- Humano Clase Alta
- Mensajes : 123
Fecha de inscripción : 15/09/2017
Re: Månens Blomst {Privado}
Si algo tenia que quedarnos claros es que este bosque estaba maldito, almas errantes habían descendido desde el infiero para arrastrar a los torturados humanos con ellas al inframundo. Una parte de mi sabía que esto se parecía mas Hel que ningún otro sitio y que dejar que cundiera el pánico no iba a arreglar nada.
Eyra buscaba las marcas enloquecida, observando con estupefacción como habían desaparecido, estábamos perdidos y en parte no se equivocaba, sin esas señales no daríamos con la salida, al menos, no con esa.
Me acerqué a ella y acné u rostro entre las manos intentando que me devolviera la mirada, y sobre todo que se clamara.
-Juré a tu padre que te protegería, que os protegería y voy a hacerlo...lo hemos marcado, pero nuestra mente nos juega una mala pasada.
Deslicé mis dedos por el tronco, a simple vista carecía de marcas peor al tacto estaba llena de muchas de ellas, no eramos los únicos los que se les había ocurrido la misma brillante idea y seguramente no seríamos los únicos.
-No podremos guiarnos con esas marcas Eyra, tendremos que encontrar el modo de salir de otra manera, ahora centrémonos en dar con el rio y con la flor si no esto no tendrá sentido.
El loco borracho pirata no dejaba de reírse, no se exactamente que de esto le parecía tan divertido, peor la verdad no tenia tiempo de preguntárselo, le arranqué la brújula de la mano y me di cuenta de que esta viraba sin parar, seguramente consecuencia del mismo bosque, eso tampoco iba a funcionar.
-Descansaremos -sentencié mirando a la amazonas -poneros cerca del fuego, no debemos alejarnos de la hoguera ¿entendido? Da igual lo que veáis u oigáis, no podemos alejarnos de la hoguera.
Todos asintieron, todos menos Hook que se dejo caer bostezando como si esto no fuera con él, eso si llamando a la mujer para que le calentara la entrepierna pues ya que no había alcohol en algo tenia que ocupar su mente según él.
Eyra buscaba las marcas enloquecida, observando con estupefacción como habían desaparecido, estábamos perdidos y en parte no se equivocaba, sin esas señales no daríamos con la salida, al menos, no con esa.
Me acerqué a ella y acné u rostro entre las manos intentando que me devolviera la mirada, y sobre todo que se clamara.
-Juré a tu padre que te protegería, que os protegería y voy a hacerlo...lo hemos marcado, pero nuestra mente nos juega una mala pasada.
Deslicé mis dedos por el tronco, a simple vista carecía de marcas peor al tacto estaba llena de muchas de ellas, no eramos los únicos los que se les había ocurrido la misma brillante idea y seguramente no seríamos los únicos.
-No podremos guiarnos con esas marcas Eyra, tendremos que encontrar el modo de salir de otra manera, ahora centrémonos en dar con el rio y con la flor si no esto no tendrá sentido.
El loco borracho pirata no dejaba de reírse, no se exactamente que de esto le parecía tan divertido, peor la verdad no tenia tiempo de preguntárselo, le arranqué la brújula de la mano y me di cuenta de que esta viraba sin parar, seguramente consecuencia del mismo bosque, eso tampoco iba a funcionar.
-Descansaremos -sentencié mirando a la amazonas -poneros cerca del fuego, no debemos alejarnos de la hoguera ¿entendido? Da igual lo que veáis u oigáis, no podemos alejarnos de la hoguera.
Todos asintieron, todos menos Hook que se dejo caer bostezando como si esto no fuera con él, eso si llamando a la mujer para que le calentara la entrepierna pues ya que no había alcohol en algo tenia que ocupar su mente según él.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Månens Blomst {Privado}
Ese que se había elegido a si mismo como el mandamas no dejaba de dar ordenes, recuperé mi brújula y lo miré de soslayo cuando repitió mi sugerencia haciéndola suya.
Vaya, al final el loco tiene razón y lo mas sensato es quedarse a dormir junto al fuego. Ladeé la sonrisa divertido, bien me conocía yo a los tipos estos que iban de “soy el que manda” y luego solo eran bufones necesitados de ego.
Me deje cer en la tierra pero necesitado de alcohol o en su defecto tetas que tocar pedí m iesclaba que se acercar,a claro que ahora que el simio ese había llegado parecía mas entusiasmada en agasajar su buen hacer que en obedecer a su amo.
-Mujeres -dije fastidiado, entre la bruta y la “memetoenliosporquehealidocorriendometiendomeenelbosquedelossuicidios” estaba arreglado.
Ya me lo decía mi madre “las mujeres son muy malas hijo, te llevaran por el mal camino” pero claro tira mas un pelo de figa que una maroma de barco y allí estaba pensando con la verga para ver a cual tomaría primero.
Cerré los ojos decidido a pegar el primer sueño, ellos decían desconfiar de todo, ni que a mi me solucionara algo que ellos se quedaran despiertos, así que preferí cerrar los ojos y dejarme mecer por las olas, o en su defecto por aquel bosque que nos llevaría a la muerte tras una angustiosa condena.
-Deberíamos echarnos a suerte quien se acuesta con quien, al menos muramos felices.
-¡Cállate! -rugieron los tres al unisono.
-¿que lo tenéis ensayado? -pregunté, era la segunda vez que lo hacían y les salia muy entonado -podíais formar un coro -apunté ladeando la sonrisa antes de ponerme de lado para pegar una buena cabezada.
El bárbaro no parecía tener cara de muchos amigos, lago me decía que o estaba estreñido o mal follado, peor bueno preferí guardar mi opinión para mi porque tampoco parecía de esos que encajan las criticas con facilidad, así que acabe dormido asta que los gritos de la loca amiga del energúmeno me despertaron, le hubiera tirado la brújula a la cabeza para que guardara silencio, soñaba con una colección de sirenas todas pronunciando mi nombre entre jaleos cuando la muy puta me arranco mi realidad y escapó entre los dedos.
El hombre que la acompañaba trataba de calmarla, ya veo, ese quería follársela.
-Pues para mi la otra.
Los tres se giraron de golpe pero antes de que gritaran “cállate” elevé las manos.
-Ya, ya, ya -dije volviendo a tratar de dormirme.
Vaya, al final el loco tiene razón y lo mas sensato es quedarse a dormir junto al fuego. Ladeé la sonrisa divertido, bien me conocía yo a los tipos estos que iban de “soy el que manda” y luego solo eran bufones necesitados de ego.
Me deje cer en la tierra pero necesitado de alcohol o en su defecto tetas que tocar pedí m iesclaba que se acercar,a claro que ahora que el simio ese había llegado parecía mas entusiasmada en agasajar su buen hacer que en obedecer a su amo.
-Mujeres -dije fastidiado, entre la bruta y la “memetoenliosporquehealidocorriendometiendomeenelbosquedelossuicidios” estaba arreglado.
Ya me lo decía mi madre “las mujeres son muy malas hijo, te llevaran por el mal camino” pero claro tira mas un pelo de figa que una maroma de barco y allí estaba pensando con la verga para ver a cual tomaría primero.
Cerré los ojos decidido a pegar el primer sueño, ellos decían desconfiar de todo, ni que a mi me solucionara algo que ellos se quedaran despiertos, así que preferí cerrar los ojos y dejarme mecer por las olas, o en su defecto por aquel bosque que nos llevaría a la muerte tras una angustiosa condena.
-Deberíamos echarnos a suerte quien se acuesta con quien, al menos muramos felices.
-¡Cállate! -rugieron los tres al unisono.
-¿que lo tenéis ensayado? -pregunté, era la segunda vez que lo hacían y les salia muy entonado -podíais formar un coro -apunté ladeando la sonrisa antes de ponerme de lado para pegar una buena cabezada.
El bárbaro no parecía tener cara de muchos amigos, lago me decía que o estaba estreñido o mal follado, peor bueno preferí guardar mi opinión para mi porque tampoco parecía de esos que encajan las criticas con facilidad, así que acabe dormido asta que los gritos de la loca amiga del energúmeno me despertaron, le hubiera tirado la brújula a la cabeza para que guardara silencio, soñaba con una colección de sirenas todas pronunciando mi nombre entre jaleos cuando la muy puta me arranco mi realidad y escapó entre los dedos.
El hombre que la acompañaba trataba de calmarla, ya veo, ese quería follársela.
-Pues para mi la otra.
Los tres se giraron de golpe pero antes de que gritaran “cállate” elevé las manos.
-Ya, ya, ya -dije volviendo a tratar de dormirme.
J. Hook- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 19/12/2017
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