AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Månens Blomst {Privado}
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Månens Blomst {Privado}
Recuerdo del primer mensaje :
El bosque de Aokigahara, ahí era donde debíamos de ir para encontrar la flor de luna, una flor muy extraña que solo crecía en ese bosque maldito del que había oído hablar de pasada mientras escuchaba a Höor contándome cosas sobre aquel lugar, sabía del bosque porque era un lugar conocido donde la gente solía ir a suicidarse, un lugar misterioso a la par que peligroso donde se había prohibido la entrada para que no se sucedieran más suicidios, sin embargo a pesar de las advertencias sobre el lugar la gente seguía acudiendo al mismo como si algo los empujara hacia ese lugar que, sin duda alguna, estaba más que maldito. Formado el bosque por la misma lava expulsada del Fuji este se había hecho camino por el lugar hasta formar aquel bosque, para los nipones según decía Höor, lo consideraban como la entrada al cielo o al menos una de las entradas, después las leyendas que se habían ido formando sobre el lugar dieron origen al bosque y comenzó a ser famoso, los suicidios cada vez eran más frecuentes y muy pocos, realmente muy pocos, eran los que lograban salir con vida del bosque una vez se adentraban en su interior... decían que los susurros de los que allí habían muerto te volvían loco, te hacían creer cosas que no eran jugando con tu mente con la única intención de que acabaras suicidándote, o si ibas con más gente, que mataras al resto para luego terminar con tu vida. No es que me hiciera especial ilusión hacer aquel viaje pero si era la única forma que tenía de poder salvar a Thyra, lo haría. No me gustaba porque el viaje no iba a ser corto, tendríamos que coger un barco y dirigirnos hacia la ciudad de Shizouka, que era donde se encontraba aquel bosque. Según me había dicho el conde mandaría a alguien a que encontrara el colmillo de basilisco mientras nosotros nos dirigíamos hacia Japón en busca de esa flor de luna para poder salvar a mi melliza, sabía que eso nos llevaría meses y me jodía enormemente tener que dejar así a Thyra con el demonio en su interior, sabiendo que podría tomar el control de su cuerpo y controlarla, era lo que menos quería pero no teníamos más remedio que confiar en que nos diera tiempo, confiaba en que Atharal pudiera calmar a mi melliza cuando llegara el momento, era lo que más me jodía de partir pero era por una buena causa, no podíamos dejar que el demonio tomara posesión de su cuerpo y que Randulf lo utilizara en una guerra, no podíamos dejar que eso pasara bajo ningún concepto.
Recopilamos toda la información que nos fue posible sobre aquel lugar, quería asegurarme de que lo teníamos todo más o menos estudiado, una vez allí contrataríamos a alguien para que nos llevara hasta la linde del bosque y, a partir de ese momento, solo estaríamos frente al bosque que seguramente intentaría volvernos locos y que nos matáramos acabando con nuestras vidas, iba a ser un desafío complicado y bastante duro pero yo no era de las que me echaba hacia atrás bajo ningún concepto. Sabía que el viaje nos demoraría un par de meses, entre ir hacia Japón y volver ya solo nos restaría ese tiempo y contaba con que en menos de una semana hubiéramos obtenido la flor y de vuelta al barco, primero debíamos de llegar al bosque y este era muy extenso, debíamos de atravesarlo para llegar al lugar donde crecía la planta. Pedí a Höor permiso para poder ver a Thyra, no iba a largarme de allí sin al menos verla y hablar con ella para calmarla, necesitaba saber lo que íbamos a hacer y al menos despedirme de ella, no le gustó la idea pero ¿acaso tenía opción? No se trataba de un par de días o de unas semanas, hablábamos de meses y cabía la posibilidad de que cuando volviéramos el demonio hubiera controlado su cuerpo, no correría el riesgo. Thyra entendió lo que debíamos de hacer y me hizo prometerle que volvería a tiempo, que intentaría aguantar todo lo que pudiera y que la presencia de Atharal lograba tranquilizarla y calmarla, luchaba contra el demonio en su interior y la admiraba por ello muchísimo. Ya tenía lista todas mis cosas preparadas, entre ellas aquel cofre que había pertenecido a mi padre y que no iba a dejar en Akershus, no ahora que sabía qué escondían los libros y cómo podía leerlos, quizás en los demás libros pudiera encontrar algo que nos ayudara a sacar al demonio del interior de su cuerpo, aprovecharía la travesía hacia Japón para descubrirlo y estudiarlo con detenimiento, además, los días eran largos y habría que invertir el tiempo en algo.
Dos días más tarde después de haber descubierto aquel ingrediente partimos hacia Japón, la travesía sería larga por lo que más nos valía acostumbrarnos al barco y al tiempo que pasaríamos a bordo, teníamos más o menos trazado un plan para cuando llegáramos al bosque, ambos sabíamos que el bosque querría jugar con nuestra mente y contra eso no podríamos hacer mucho, pero intentaríamos resistir y aguantar todo lo que pudiéramos. Decir que la travesía fue larga no era mentir en absoluto, no estaba acostumbrada a viajes tan largos y menos a estar tanto tiempo sin hacer nada, no era normal en mí y debía de descargar adrenalina de alguna forma, mi preocupación además por mi melliza tampoco ayudaba en absoluto y fue precisamente ese estado el que me llevó a pedirle a Höor que entrenara conmigo, de los allí presentes la verdad es que no me fiaba de nadie, me había costado bastante confiar en el conde como para fiarme de alguien más dado mi carácter y mi forma de ser, además siempre me estaba haciendo alusión a mi forma de luchar y me había cansado de que en cierto modo me tocara la moral con ese tema que me enervaba, así que, ¿qué mejor que entrenar para descargar adrenalina? Así que todas las mañanas cuando el sol estaba en lo más alto subíamos a cubierta para entrenar un poco y no perder práctica, algunos miembros de la tripulación se quedaban observándonos de lejos. Tenía que decir que el conde era implacable y me atacaba con fiereza, fue duro pero también estaba acostumbrada a que me entrenaran de esa forma. Los primeros días fueron los peores, después de entrenar y que me diera alguna que otra paliza tenía que aguantar su sonrisa altiva durante el resto del día que me enervaba de sobremanera, nuestra relación no es que fuera a peor pero tampoco iba excesivamente a mejor, agradecía que se prestara a ayudarme y de alguna forma pensaba que se lo cobraba con los entrenamientos. Después de tantas semanas a bordo y de estar entrenando diariamente con él había mejorado, me conocía sus movimientos y sus patrones y eso hacía la lucha más igual, aunque claro, no se olvidaba de decirme que aunque no fuera en la lucha como condesa aún me quedaba mucho por aprender. Esa mañana no fue distinta y de nuevo nos encontrábamos entrenando en cubierta, el sol nos daba de lleno sobre nuestras cabezas y el sudor perlaba nuestros cuerpos mientras nos movíamos, me giré esquivando por los pelos uno de sus feroces ataques con la espada mientras teníamos toda la cubierta como campo de batalla, seguimos peleando hasta que hubo un momento en el cual falló el golpe y yo aproveché el momento, hice que su espada cayera de su mano al suelo y la punta de mi alabarda rozó su cuello mientras sonreía de lado.
-¿Qué pasa Höor? ¿No estarás empezando ahora a ser algo blando conmigo, verdad? Porque te lo podría hacer pagar muy caro, conde –ladeé la sonrisa mientras algunos de los tripulantes volvían a sus quehaceres tras la lucha, me había acostumbrado a que nos miraran e incluso sabía que alguno que otro hacía apuestas sobre quien ganaría aquel día, como nosotros ellos también encontraron su propia diversión y tuvimos que ser nosotros, bajé el filo de la alabarda para apoyarla en el suelo mientras quitaba el sudor de mi frente, fue en ese momento cuando avistaron tierra avisándonos de que estábamos llegando a la costa este de Japón donde se encontraba el bosque- por fin –dije mientras me encaminaba hacia la proa del barco desde donde a lo lejos se podía divisar tierra, como bien habrían dicho la costa este ya que en esa parte se encontraba la ciudad de Shizouka- deberíamos de darnos un baño y prepararnos para cuando lleguemos, coger lo necesario y buscar a alguien que nos lleve hasta la linde del bosque, dudo que con las leyendas que tiene el lugar alguien se atreva a cruzarlo con nosotros –me giré para mirarlo- voy a prepararlo todo –me alejé volviendo al camarote que ocupaba y me di un baño rápido quitando el sudor de mi cuerpo, me vestí y recogí lo necesario subiendo de nuevo a cubierta, estábamos llegando al puerto y pronto desembarcaríamos, en cierta manera lo necesitaba, necesitaba ponerme en marcha tras todas esas semanas de travesía. Cuando el barco atracó en el puerto y pisamos tierra sentí que estábamos más cerca de poder liberar a mi melliza, miré al conde que estaba a mi lado y le hice una seña con la cabeza- busquemos a alguien para que nos lleve, ¿o prefieres que lo encontremos por nuestra cuenta? –Pregunté enarcando una ceja mientras esperaba su respuesta, yo solo quería llegar cuanto antes para poder coger esa flor y volver a Akershus.
El bosque de Aokigahara, ahí era donde debíamos de ir para encontrar la flor de luna, una flor muy extraña que solo crecía en ese bosque maldito del que había oído hablar de pasada mientras escuchaba a Höor contándome cosas sobre aquel lugar, sabía del bosque porque era un lugar conocido donde la gente solía ir a suicidarse, un lugar misterioso a la par que peligroso donde se había prohibido la entrada para que no se sucedieran más suicidios, sin embargo a pesar de las advertencias sobre el lugar la gente seguía acudiendo al mismo como si algo los empujara hacia ese lugar que, sin duda alguna, estaba más que maldito. Formado el bosque por la misma lava expulsada del Fuji este se había hecho camino por el lugar hasta formar aquel bosque, para los nipones según decía Höor, lo consideraban como la entrada al cielo o al menos una de las entradas, después las leyendas que se habían ido formando sobre el lugar dieron origen al bosque y comenzó a ser famoso, los suicidios cada vez eran más frecuentes y muy pocos, realmente muy pocos, eran los que lograban salir con vida del bosque una vez se adentraban en su interior... decían que los susurros de los que allí habían muerto te volvían loco, te hacían creer cosas que no eran jugando con tu mente con la única intención de que acabaras suicidándote, o si ibas con más gente, que mataras al resto para luego terminar con tu vida. No es que me hiciera especial ilusión hacer aquel viaje pero si era la única forma que tenía de poder salvar a Thyra, lo haría. No me gustaba porque el viaje no iba a ser corto, tendríamos que coger un barco y dirigirnos hacia la ciudad de Shizouka, que era donde se encontraba aquel bosque. Según me había dicho el conde mandaría a alguien a que encontrara el colmillo de basilisco mientras nosotros nos dirigíamos hacia Japón en busca de esa flor de luna para poder salvar a mi melliza, sabía que eso nos llevaría meses y me jodía enormemente tener que dejar así a Thyra con el demonio en su interior, sabiendo que podría tomar el control de su cuerpo y controlarla, era lo que menos quería pero no teníamos más remedio que confiar en que nos diera tiempo, confiaba en que Atharal pudiera calmar a mi melliza cuando llegara el momento, era lo que más me jodía de partir pero era por una buena causa, no podíamos dejar que el demonio tomara posesión de su cuerpo y que Randulf lo utilizara en una guerra, no podíamos dejar que eso pasara bajo ningún concepto.
Recopilamos toda la información que nos fue posible sobre aquel lugar, quería asegurarme de que lo teníamos todo más o menos estudiado, una vez allí contrataríamos a alguien para que nos llevara hasta la linde del bosque y, a partir de ese momento, solo estaríamos frente al bosque que seguramente intentaría volvernos locos y que nos matáramos acabando con nuestras vidas, iba a ser un desafío complicado y bastante duro pero yo no era de las que me echaba hacia atrás bajo ningún concepto. Sabía que el viaje nos demoraría un par de meses, entre ir hacia Japón y volver ya solo nos restaría ese tiempo y contaba con que en menos de una semana hubiéramos obtenido la flor y de vuelta al barco, primero debíamos de llegar al bosque y este era muy extenso, debíamos de atravesarlo para llegar al lugar donde crecía la planta. Pedí a Höor permiso para poder ver a Thyra, no iba a largarme de allí sin al menos verla y hablar con ella para calmarla, necesitaba saber lo que íbamos a hacer y al menos despedirme de ella, no le gustó la idea pero ¿acaso tenía opción? No se trataba de un par de días o de unas semanas, hablábamos de meses y cabía la posibilidad de que cuando volviéramos el demonio hubiera controlado su cuerpo, no correría el riesgo. Thyra entendió lo que debíamos de hacer y me hizo prometerle que volvería a tiempo, que intentaría aguantar todo lo que pudiera y que la presencia de Atharal lograba tranquilizarla y calmarla, luchaba contra el demonio en su interior y la admiraba por ello muchísimo. Ya tenía lista todas mis cosas preparadas, entre ellas aquel cofre que había pertenecido a mi padre y que no iba a dejar en Akershus, no ahora que sabía qué escondían los libros y cómo podía leerlos, quizás en los demás libros pudiera encontrar algo que nos ayudara a sacar al demonio del interior de su cuerpo, aprovecharía la travesía hacia Japón para descubrirlo y estudiarlo con detenimiento, además, los días eran largos y habría que invertir el tiempo en algo.
Dos días más tarde después de haber descubierto aquel ingrediente partimos hacia Japón, la travesía sería larga por lo que más nos valía acostumbrarnos al barco y al tiempo que pasaríamos a bordo, teníamos más o menos trazado un plan para cuando llegáramos al bosque, ambos sabíamos que el bosque querría jugar con nuestra mente y contra eso no podríamos hacer mucho, pero intentaríamos resistir y aguantar todo lo que pudiéramos. Decir que la travesía fue larga no era mentir en absoluto, no estaba acostumbrada a viajes tan largos y menos a estar tanto tiempo sin hacer nada, no era normal en mí y debía de descargar adrenalina de alguna forma, mi preocupación además por mi melliza tampoco ayudaba en absoluto y fue precisamente ese estado el que me llevó a pedirle a Höor que entrenara conmigo, de los allí presentes la verdad es que no me fiaba de nadie, me había costado bastante confiar en el conde como para fiarme de alguien más dado mi carácter y mi forma de ser, además siempre me estaba haciendo alusión a mi forma de luchar y me había cansado de que en cierto modo me tocara la moral con ese tema que me enervaba, así que, ¿qué mejor que entrenar para descargar adrenalina? Así que todas las mañanas cuando el sol estaba en lo más alto subíamos a cubierta para entrenar un poco y no perder práctica, algunos miembros de la tripulación se quedaban observándonos de lejos. Tenía que decir que el conde era implacable y me atacaba con fiereza, fue duro pero también estaba acostumbrada a que me entrenaran de esa forma. Los primeros días fueron los peores, después de entrenar y que me diera alguna que otra paliza tenía que aguantar su sonrisa altiva durante el resto del día que me enervaba de sobremanera, nuestra relación no es que fuera a peor pero tampoco iba excesivamente a mejor, agradecía que se prestara a ayudarme y de alguna forma pensaba que se lo cobraba con los entrenamientos. Después de tantas semanas a bordo y de estar entrenando diariamente con él había mejorado, me conocía sus movimientos y sus patrones y eso hacía la lucha más igual, aunque claro, no se olvidaba de decirme que aunque no fuera en la lucha como condesa aún me quedaba mucho por aprender. Esa mañana no fue distinta y de nuevo nos encontrábamos entrenando en cubierta, el sol nos daba de lleno sobre nuestras cabezas y el sudor perlaba nuestros cuerpos mientras nos movíamos, me giré esquivando por los pelos uno de sus feroces ataques con la espada mientras teníamos toda la cubierta como campo de batalla, seguimos peleando hasta que hubo un momento en el cual falló el golpe y yo aproveché el momento, hice que su espada cayera de su mano al suelo y la punta de mi alabarda rozó su cuello mientras sonreía de lado.
-¿Qué pasa Höor? ¿No estarás empezando ahora a ser algo blando conmigo, verdad? Porque te lo podría hacer pagar muy caro, conde –ladeé la sonrisa mientras algunos de los tripulantes volvían a sus quehaceres tras la lucha, me había acostumbrado a que nos miraran e incluso sabía que alguno que otro hacía apuestas sobre quien ganaría aquel día, como nosotros ellos también encontraron su propia diversión y tuvimos que ser nosotros, bajé el filo de la alabarda para apoyarla en el suelo mientras quitaba el sudor de mi frente, fue en ese momento cuando avistaron tierra avisándonos de que estábamos llegando a la costa este de Japón donde se encontraba el bosque- por fin –dije mientras me encaminaba hacia la proa del barco desde donde a lo lejos se podía divisar tierra, como bien habrían dicho la costa este ya que en esa parte se encontraba la ciudad de Shizouka- deberíamos de darnos un baño y prepararnos para cuando lleguemos, coger lo necesario y buscar a alguien que nos lleve hasta la linde del bosque, dudo que con las leyendas que tiene el lugar alguien se atreva a cruzarlo con nosotros –me giré para mirarlo- voy a prepararlo todo –me alejé volviendo al camarote que ocupaba y me di un baño rápido quitando el sudor de mi cuerpo, me vestí y recogí lo necesario subiendo de nuevo a cubierta, estábamos llegando al puerto y pronto desembarcaríamos, en cierta manera lo necesitaba, necesitaba ponerme en marcha tras todas esas semanas de travesía. Cuando el barco atracó en el puerto y pisamos tierra sentí que estábamos más cerca de poder liberar a mi melliza, miré al conde que estaba a mi lado y le hice una seña con la cabeza- busquemos a alguien para que nos lleve, ¿o prefieres que lo encontremos por nuestra cuenta? –Pregunté enarcando una ceja mientras esperaba su respuesta, yo solo quería llegar cuanto antes para poder coger esa flor y volver a Akershus.
Eyra Hagebak- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/09/2017
Re: Månens Blomst {Privado}
Los símbolos tallados en las cortezas que marcaban el camino hacia una posible salida habían desaparecido como por arte de magia y ahora que el último rayo de esperanza se disipaba entre sus dedos, podía sentir como una especie de agujero negro se situaba en la boca de su estómago fruto de la desesperación, consumiendo todo cuanto llevaba dentro.
Pasó saliva e inspiró hondo en un acertado intento por contener las agitadas respiraciones que extendían y distendían su pecho violentamente, entonces suspiró resignada; debía pensar con cabeza fría, de todas formas, ya habían comenzado a alucinar, lo que implicaba que no podían fiarse de todo cuanto veían y, por el lado amable, ahora eran que cuatro su instinto de supervivencia lo entendía como tres vidas que ofrecer al bosque antes que la propia.
Si era sincera la idea no le daba mucho consuelo, en ese lugar cientos y quizá miles se suicidaban al año, pero a pesar de la innumerable cantidad de vidas extinguidas sobre aquellas tierras, ni siquiera la suma de todos aquellos fantasmas parecía ser suficiente para saciar el cuota de muerte que demandaba el maldito lugar. Sin embargo, si con ello aumentaban sus posibilidades de subsistir, incluso en el más mínimo de los porcentajes, entonces existían razones para mantenerse cuerda.
La Amazona se volvió hacia la mujer de cabellos azabaches y tomó la iniciativa en responder las preguntas que esta formulaba; como era de esperarse, el pirata no se encontraba en disposición a colaborar y tampoco parecía haberse ganado la simpatía de sus nuevos acompañantes en aquel camino de perdición.
Las respuestas que otorgó fueron vagas pero concisas y aparentemente suficientes para satisfacer las dudas de la señorita. No especificó, tampoco le obsequió la verdad de cómo habían llegado hasta allí, simplemente aseveró que el motivo por el cual se encontraban atrapados en ese predicamento no había sido otro que el resultado de una mala borrachera, tan terrible que terminaron por extraviarse del camino principal. Tampoco habían avistado ningún río, solo kilómetros y kilómetros de boscosa extensión y densa e inquietante oscuridad.
Finalmente, por acuerdo mutuo, decidieron que lo mejor era esperar junto al fuego a que amaneciera, total, ya se habían adentrado en el infierno y para entonces no había mucho que perder. Hook, se echó en el piso con semblante despreocupado y entre las varias imprudencias que se escapaban de su boca, le pidió que se le aproximara a terminar lo que había iniciado.
— No voy a ir a ningún lado cerca de tu minúscula polla — Bufó tomando asiento cerca de las fogata, tan lejos del lobo como le fue posible pero donde aún el de las brasas entibiaba su piel, entonces abrazó las piernas, encogiéndose entre sus brazos y con las palmas de sus manos friccionó contra los mismos, intentando darse calor a sí misma.
El pirata, lejos de enojarse se mostró divertido por su comentario y por supuesto, aquello no fue impedimento para que continuara haciendo insinuaciones sexuales; gracias a los dioses no transcurrió mucho tiempo antes de que finalmente cerrara el pico vencido por el cansancio. Eyra no tardó en caer en los brazos de Morfeo también, pero ella, por mucho que lo intentó, no pudo conciliar el sueño. Höor, por su parte, había tomado el primer turno de guardia, ella estaba lista para relevarlo, mas quizá porque no se fiaba de ellos, o quizá porque no se fiaba del bosque, una corazonada le decía que ese hombre no tenía intención alguna de pegar el ojo, al menos no por más tiempo del necesario.
Habían intercambiado alguna que otra palabra con el pasar de la noche, pero la mayoría del tiempo Asteria se mantuvo silente, dando vueltas sobre la yerba para colocar cerca de las brasas las partes de su cuerpo entumidas por el frío que cada vez calaba más profundo bajo su piel. Su mirada esmeralda se elevó cansina hasta encontrar el contraluz de la figura del hombre cuya silueta era contorneada por el refulgir naranja de las llamas, mientras él perdía sus pantanosas esferas entre la infinita oscuridad.
Resopló y elevó el torso frustrada.
— Oye — Lo llamó, logrando que despabilara y se volviera de inmediato hacia ella — ¿te molestaría prestarme tu piel un rato?
El noruego la miró de arriba abajo, su cuerpo tiritaba sutilmente, sus labios se habían amoratado por la gélida temperatura y la tela de sus ropas, a parte de ser tenue, estaba bastante desgastada por el ajetreo y las pésimas condiciones a las que había sido expuesta como prisionera en el barco del pirata. Höor meditó su petición unos instantes, se deshizo de la capa y se la entregó, ella no vaciló en recibirla e inmediatamente envolvió su menudo cuerpo entre la pesada felpa.
— ¿Es tu novia? — Inquirió, señalando con la mirada a Eyra, quien reposaba, no especialmente plácida, pero si profunda junto a ella. Tan pronto como él respondió la pregunta ella asintió — ¿Qué hacen aquí? —Ella no era de irse por las ramas, así que fue directamente al grano. La prudencia no era la más destacable de sus cualidades. — Digo, ya les he dicho por qué estamos aquí —No realmente— Pero ustedes….
No alcanzó a terminar la oración cuando Eyra se despertó de golpe, vociferando el nombre de una mujer. Höor inmediatamente se precipitó a reconfortarla pues ella temblaba y respiraba agitada; Hook adormecido, maldijo al ser despertado, mas la molestia no le duró mucho ya que pronto volvió a caer en el letargo y ella, por su parte, se recostó sobre césped, se reacomodó entre la capa y finalmente cedió al cansancio, absorta en el etéreo danzar de las llamar.
En sus sueños la esbelta silueta de una mujer emergió lentamente de la penumbra. A paso cadencioso la figura de movimientos gráciles se aproximaba en su dirección, pero ella, por el contrario, se encontraba completamente petrificada y por más que intentó sacudirse, ni uno sólo de sus músculos obedeció más allá del raudo galope de su corazón. Pasmada se quedó cuando, al ser iluminada por un haz de luz, pudo distinguir el rostro de la mujer y se vio a sí misma. Era como si pudiese verse a un espejo, aterrador, pues ahora su doble se le acercaba ladeando una maliciosa que no dejaba nada bueno que esperar.
Su reflejo se plantó frente suyo y tras ensanchar la curvatura de los labios, la mano de esta, convertida en zarpa se incrustó en su pecho lentamente y le arrancó el corazón de un solo tirón, dedicándole un gesto perverso mientras estrujaba su órgano vital con fuerza. Pudo sentirlo, el dolor de las garras atravesando su carne, la encarnizada punzada en su pecho, su piel calcinante al rojo vivo, el oxígeno abandonando sus pulmones y la vida escapándosele entre los dedos.
Sus párpados se abrieron de par en par y la luz del sol escoció directo en sus ojos. Se colocó en pie de un único salto, su pecho se elevaba y distendía con violencia, pestañó reiteradas veces intentando aclarar su mirada, opacada por manchas violeta intermitentes. Desplazó sus ojos de un lado a otro y dio varias vueltas sobre su propio eje, pero no vio los restos de la fogata y tampoco encontró a nadie, ni al pirata, ni el noruego ni la mujer que lo acompañaba.
¿Qué había pasado? ¿dónde estaba? ¿se habían ido sin ella?
La capa cayó a sus pies y desesperada corrió entre los árboles sin rumbo alguno y sin saber que hacer. La carrera terminó cuando su cuerpo colisionó contra el del pirata, que de no ser por que la sostuvo entre sus brazos hubiese caído de culo al suelo. Asteria, completamente desubicada, repasó con sus gemas verdes el rostro de todos los presentes. Aparentemente todos habían despertado en lugares diferentes, no muy lejos de la ubicación de los otros; sin embargo ¿qué pasaría si volvían a quedarse dormidos?
Pasó saliva e inspiró hondo en un acertado intento por contener las agitadas respiraciones que extendían y distendían su pecho violentamente, entonces suspiró resignada; debía pensar con cabeza fría, de todas formas, ya habían comenzado a alucinar, lo que implicaba que no podían fiarse de todo cuanto veían y, por el lado amable, ahora eran que cuatro su instinto de supervivencia lo entendía como tres vidas que ofrecer al bosque antes que la propia.
Si era sincera la idea no le daba mucho consuelo, en ese lugar cientos y quizá miles se suicidaban al año, pero a pesar de la innumerable cantidad de vidas extinguidas sobre aquellas tierras, ni siquiera la suma de todos aquellos fantasmas parecía ser suficiente para saciar el cuota de muerte que demandaba el maldito lugar. Sin embargo, si con ello aumentaban sus posibilidades de subsistir, incluso en el más mínimo de los porcentajes, entonces existían razones para mantenerse cuerda.
La Amazona se volvió hacia la mujer de cabellos azabaches y tomó la iniciativa en responder las preguntas que esta formulaba; como era de esperarse, el pirata no se encontraba en disposición a colaborar y tampoco parecía haberse ganado la simpatía de sus nuevos acompañantes en aquel camino de perdición.
Las respuestas que otorgó fueron vagas pero concisas y aparentemente suficientes para satisfacer las dudas de la señorita. No especificó, tampoco le obsequió la verdad de cómo habían llegado hasta allí, simplemente aseveró que el motivo por el cual se encontraban atrapados en ese predicamento no había sido otro que el resultado de una mala borrachera, tan terrible que terminaron por extraviarse del camino principal. Tampoco habían avistado ningún río, solo kilómetros y kilómetros de boscosa extensión y densa e inquietante oscuridad.
Finalmente, por acuerdo mutuo, decidieron que lo mejor era esperar junto al fuego a que amaneciera, total, ya se habían adentrado en el infierno y para entonces no había mucho que perder. Hook, se echó en el piso con semblante despreocupado y entre las varias imprudencias que se escapaban de su boca, le pidió que se le aproximara a terminar lo que había iniciado.
— No voy a ir a ningún lado cerca de tu minúscula polla — Bufó tomando asiento cerca de las fogata, tan lejos del lobo como le fue posible pero donde aún el de las brasas entibiaba su piel, entonces abrazó las piernas, encogiéndose entre sus brazos y con las palmas de sus manos friccionó contra los mismos, intentando darse calor a sí misma.
El pirata, lejos de enojarse se mostró divertido por su comentario y por supuesto, aquello no fue impedimento para que continuara haciendo insinuaciones sexuales; gracias a los dioses no transcurrió mucho tiempo antes de que finalmente cerrara el pico vencido por el cansancio. Eyra no tardó en caer en los brazos de Morfeo también, pero ella, por mucho que lo intentó, no pudo conciliar el sueño. Höor, por su parte, había tomado el primer turno de guardia, ella estaba lista para relevarlo, mas quizá porque no se fiaba de ellos, o quizá porque no se fiaba del bosque, una corazonada le decía que ese hombre no tenía intención alguna de pegar el ojo, al menos no por más tiempo del necesario.
Habían intercambiado alguna que otra palabra con el pasar de la noche, pero la mayoría del tiempo Asteria se mantuvo silente, dando vueltas sobre la yerba para colocar cerca de las brasas las partes de su cuerpo entumidas por el frío que cada vez calaba más profundo bajo su piel. Su mirada esmeralda se elevó cansina hasta encontrar el contraluz de la figura del hombre cuya silueta era contorneada por el refulgir naranja de las llamas, mientras él perdía sus pantanosas esferas entre la infinita oscuridad.
Resopló y elevó el torso frustrada.
— Oye — Lo llamó, logrando que despabilara y se volviera de inmediato hacia ella — ¿te molestaría prestarme tu piel un rato?
El noruego la miró de arriba abajo, su cuerpo tiritaba sutilmente, sus labios se habían amoratado por la gélida temperatura y la tela de sus ropas, a parte de ser tenue, estaba bastante desgastada por el ajetreo y las pésimas condiciones a las que había sido expuesta como prisionera en el barco del pirata. Höor meditó su petición unos instantes, se deshizo de la capa y se la entregó, ella no vaciló en recibirla e inmediatamente envolvió su menudo cuerpo entre la pesada felpa.
— ¿Es tu novia? — Inquirió, señalando con la mirada a Eyra, quien reposaba, no especialmente plácida, pero si profunda junto a ella. Tan pronto como él respondió la pregunta ella asintió — ¿Qué hacen aquí? —Ella no era de irse por las ramas, así que fue directamente al grano. La prudencia no era la más destacable de sus cualidades. — Digo, ya les he dicho por qué estamos aquí —No realmente— Pero ustedes….
No alcanzó a terminar la oración cuando Eyra se despertó de golpe, vociferando el nombre de una mujer. Höor inmediatamente se precipitó a reconfortarla pues ella temblaba y respiraba agitada; Hook adormecido, maldijo al ser despertado, mas la molestia no le duró mucho ya que pronto volvió a caer en el letargo y ella, por su parte, se recostó sobre césped, se reacomodó entre la capa y finalmente cedió al cansancio, absorta en el etéreo danzar de las llamar.
En sus sueños la esbelta silueta de una mujer emergió lentamente de la penumbra. A paso cadencioso la figura de movimientos gráciles se aproximaba en su dirección, pero ella, por el contrario, se encontraba completamente petrificada y por más que intentó sacudirse, ni uno sólo de sus músculos obedeció más allá del raudo galope de su corazón. Pasmada se quedó cuando, al ser iluminada por un haz de luz, pudo distinguir el rostro de la mujer y se vio a sí misma. Era como si pudiese verse a un espejo, aterrador, pues ahora su doble se le acercaba ladeando una maliciosa que no dejaba nada bueno que esperar.
Su reflejo se plantó frente suyo y tras ensanchar la curvatura de los labios, la mano de esta, convertida en zarpa se incrustó en su pecho lentamente y le arrancó el corazón de un solo tirón, dedicándole un gesto perverso mientras estrujaba su órgano vital con fuerza. Pudo sentirlo, el dolor de las garras atravesando su carne, la encarnizada punzada en su pecho, su piel calcinante al rojo vivo, el oxígeno abandonando sus pulmones y la vida escapándosele entre los dedos.
Sus párpados se abrieron de par en par y la luz del sol escoció directo en sus ojos. Se colocó en pie de un único salto, su pecho se elevaba y distendía con violencia, pestañó reiteradas veces intentando aclarar su mirada, opacada por manchas violeta intermitentes. Desplazó sus ojos de un lado a otro y dio varias vueltas sobre su propio eje, pero no vio los restos de la fogata y tampoco encontró a nadie, ni al pirata, ni el noruego ni la mujer que lo acompañaba.
¿Qué había pasado? ¿dónde estaba? ¿se habían ido sin ella?
La capa cayó a sus pies y desesperada corrió entre los árboles sin rumbo alguno y sin saber que hacer. La carrera terminó cuando su cuerpo colisionó contra el del pirata, que de no ser por que la sostuvo entre sus brazos hubiese caído de culo al suelo. Asteria, completamente desubicada, repasó con sus gemas verdes el rostro de todos los presentes. Aparentemente todos habían despertado en lugares diferentes, no muy lejos de la ubicación de los otros; sin embargo ¿qué pasaría si volvían a quedarse dormidos?
Asteria- Cazador Clase Alta
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Re: Månens Blomst {Privado}
Las cosas se estaban complicando por momentos y eso que apenas llevábamos un día en aquel maldito bosque y no habíamos avanzado demasiado, allí al parecer las brújulas no funcionaban por algún extraño motivo y tampoco podíamos guiarnos por las estrellas del cielo porque al parecer las copas de los árboles eran tan altas y espesas que no dejaban ver bien el cielo, por lo que íbamos un poco a ciegas y solamente teníamos como referencia el río, una vez lo encontráramos las cosas irían mejor y podríamos avanzar hacia el interior que era donde se encontraba la flor de luna para poder recogerla, salir de ese maldito bosque y volver junto a mi melliza donde esperaba que aguantara el tiempo que íbamos a permanecer fuera para poder llevarle lo que haría que el demonio de su interior saliera de su cuerpo y no volviera a osar apoderarse de nuevo. En lo que habíamos hecho de camino desde que habíamos entrado al bosque, Höor y yo habíamos marcado la corteza de los árboles para no perdernos haciendo marcas de runas vikingas que indicaban el camino por donde habíamos pasado, era una de las formas que habíamos encontrado más prácticas para tener una guía y saber por dónde habíamos pasado. Sin embargo tras encontrarnos a la peculiar pareja formada por un pirata y una amazona, y las palabras de esta última sobre que no había visto en las cortezas de los árboles nada que significara que habíamos hecho marcas fue lo que hizo que revisara varios árboles donde estaba convencida de que había dejado marca, sin embargo en ninguna de las cortezas encontré dichas marcas mientras negaba con la cabeza y me ponía un tanto nerviosa por ello, ¿había sido todo un sueño? No podía ser porque recordaba a la perfección marcarlas con mi propia daga igual que Höor había dejado también marcas... y sin embargo allí no había absolutamente nada. Fue cuando el conde se acercó hasta donde yo me encontraba observando que no estaban dichas marcas, tal y como la amazonas había avisado. Aquello era lo que marcaba el camino y la única guía que teníamos, sin ellas estábamos perdidos en la inmensidad de ese bosque... ¿cómo podía haber sucedido todo aquello? Mis preguntas fueron hacia él si, como yo, recordaba haber dejado dichas marcas o ya era cosa de mi mente que empezaba a jugarme malas pasadas como consecuencia de lo que ese bosque significaba.
Sus manos alzaron mi rostro para que mis ojos fueran a los suyos, de nuevo las mismas palabras que había escuchado de sus labios varias veces: que había jurado a mi padre que nos protegería y eso es precisamente lo que iba a hacer, protegernos. Aseguró que sí los habíamos marcado pero que nuestra mente, producto de estar en aquel bosque, nos jugaban malas pasadas. Decidimos pasar la noche en la lumbre que habían encendido ellos y hacer guardias para ir descansando, de los dos fui yo la que le tocó descansar primero y hacer la segunda guardia más tarde, sin embargo aunque el sueño lo tardé en coger sin dejar de darle vueltas a todo el sueño no es que fuera demasiado alentador, porque había visto su muerte a manos de una figura demoníaca negra, enorme con garras afiladas que atravesaron su cuerpo matándola sin que yo pudiera hacer nada. Desperté gritando su nombre empapada en sudor mientras miraba a todos lados sin saber bien dónde me encontraba, fue Höor el que se acercó para calmarme asegurándome que estábamos en el bosque y que no le había pasado nada a mi melliza. Con la respiración agitada y el sudor perlando mi rostro apoyé la cabeza en su pecho cerrando los ojos mientras me calmaba de nuevo, el pirata no hacía más que decir tonterías y todos volvimos a increparle para que se callara hartos de escuchar sus tonterías. Fue el primero en que se quedó durmiendo de nuevo, la amazona se tumbó en el césped tapándose con las pieles y una vez me sentí mejor y algo más calmada por pesadilla que me había asolado miré al conde.
-Descansa tú un poco, yo dudo que pueda volver a dormir de nuevo... haré la siguiente guardia –sabía que convencerlo no era tarea fácil, sobre todo porque era terco y cabezota pero necesitaba algo de descanso y lo que menos me apetecía era volver a dormir de nuevo. Cedió porque sabíamos que necesitábamos estar bien para seguir adelante y se tumbó a mi lado pegado a la hoguera para descansar un poco. Observé a los tres que descansaban viendo lo variopinto que era el grupo; un pirata algo loco, una amazona que no sabía muy bien qué hacía junto al pirata y dos vikingos en un bosque lleno de misterios y de un ambiente enrarecido que pretendía volvernos locos. Pasaron los minutos y me abrigué con las pieles calentando mis manos junto al fuego, no estaba pasando demasiado cuando de pronto vi que la amazona parecía removerse e incorporarse, todavía quedaba un buen rato para que le tocaran la próxima guardia- aún no os toca montar guardia, puedes seguir durmiendo –sin embargo no me escuchó y se siguió incorporando a lo que enarqué una ceja- ¿no me has oído? –Pero me di cuenta, una vez en pie, que sus ojos estaban cerrados y que parecía seguir dormida, ¿sería sonámbula quizá? Me acerqué a ella para intentar convencerla de que no debía de moverse, hacer que se quedara en el grupo y para cuando miré a los otros dos también al igual que ella estaban de pie con los ojos cerrados. La amazona se escapó corriendo hacia el interior del bosque como si huyera de algo o persiguiera a alguien, sin embargo los otros dos comenzaron también a moverse quizás producto de lo que estaban soñando- joder –dije viendo como el pirata también se perdía por el bosque y el conde hacía lo mismo. Tomé la alabarda y salí corriendo tras el conde llamándolo para ver si de esa forma despertaba o conseguía hacer que parara, sin embargo hasta que no lo alcancé no pude pararlo- ¡Höor! –Lo llamé tomándolo del brazo haciendo que se girara en mi dirección, como movido por un resorte su mano fue a mi cuello tomándolo con fuerza estampándome contra el tronco de un árbol- vamos, ¡despierta! –Pero no parecía hacerme caso, mi mano fue a su rostro donde dejé un pequeño golpe que lo hizo volver en sí aunque algo desubicado- soy yo conde, suéltame –pedí en un tono calmo porque quizás de otra manera habría podido apretar y finalmente logró soltarme. Preguntó qué había pasado y me encogí de hombros porque no lo tenía claro- estabais los tres durmiendo y comenzasteis a levantaros y alejaros corriendo, quizás hayan despertado también como tú... volvamos para ver qué ha ocurrido –para cuando llegamos solo estaba el pirata que parecía tan desconcertado como nosotros dos, faltaba la amazona aunque oímos unos pasos que se acercaban corriendo y nos preparamos por si era algún enemigo, de entre la oscuridad salió su cuerpo corriendo que se estampó contra el del pirata y de no ser porque este la cogió hubiera caído al suelo- ¿estás bien? –Pregunté porque parecía bastante confusa- ¿qué os ha pasado? ¿Qué estabais soñando para haber desaparecido así de la nada? Ya no estamos seguros ni siquiera durmiendo –cada vez el bosque me daba más y más mala espina.
Sus manos alzaron mi rostro para que mis ojos fueran a los suyos, de nuevo las mismas palabras que había escuchado de sus labios varias veces: que había jurado a mi padre que nos protegería y eso es precisamente lo que iba a hacer, protegernos. Aseguró que sí los habíamos marcado pero que nuestra mente, producto de estar en aquel bosque, nos jugaban malas pasadas. Decidimos pasar la noche en la lumbre que habían encendido ellos y hacer guardias para ir descansando, de los dos fui yo la que le tocó descansar primero y hacer la segunda guardia más tarde, sin embargo aunque el sueño lo tardé en coger sin dejar de darle vueltas a todo el sueño no es que fuera demasiado alentador, porque había visto su muerte a manos de una figura demoníaca negra, enorme con garras afiladas que atravesaron su cuerpo matándola sin que yo pudiera hacer nada. Desperté gritando su nombre empapada en sudor mientras miraba a todos lados sin saber bien dónde me encontraba, fue Höor el que se acercó para calmarme asegurándome que estábamos en el bosque y que no le había pasado nada a mi melliza. Con la respiración agitada y el sudor perlando mi rostro apoyé la cabeza en su pecho cerrando los ojos mientras me calmaba de nuevo, el pirata no hacía más que decir tonterías y todos volvimos a increparle para que se callara hartos de escuchar sus tonterías. Fue el primero en que se quedó durmiendo de nuevo, la amazona se tumbó en el césped tapándose con las pieles y una vez me sentí mejor y algo más calmada por pesadilla que me había asolado miré al conde.
-Descansa tú un poco, yo dudo que pueda volver a dormir de nuevo... haré la siguiente guardia –sabía que convencerlo no era tarea fácil, sobre todo porque era terco y cabezota pero necesitaba algo de descanso y lo que menos me apetecía era volver a dormir de nuevo. Cedió porque sabíamos que necesitábamos estar bien para seguir adelante y se tumbó a mi lado pegado a la hoguera para descansar un poco. Observé a los tres que descansaban viendo lo variopinto que era el grupo; un pirata algo loco, una amazona que no sabía muy bien qué hacía junto al pirata y dos vikingos en un bosque lleno de misterios y de un ambiente enrarecido que pretendía volvernos locos. Pasaron los minutos y me abrigué con las pieles calentando mis manos junto al fuego, no estaba pasando demasiado cuando de pronto vi que la amazona parecía removerse e incorporarse, todavía quedaba un buen rato para que le tocaran la próxima guardia- aún no os toca montar guardia, puedes seguir durmiendo –sin embargo no me escuchó y se siguió incorporando a lo que enarqué una ceja- ¿no me has oído? –Pero me di cuenta, una vez en pie, que sus ojos estaban cerrados y que parecía seguir dormida, ¿sería sonámbula quizá? Me acerqué a ella para intentar convencerla de que no debía de moverse, hacer que se quedara en el grupo y para cuando miré a los otros dos también al igual que ella estaban de pie con los ojos cerrados. La amazona se escapó corriendo hacia el interior del bosque como si huyera de algo o persiguiera a alguien, sin embargo los otros dos comenzaron también a moverse quizás producto de lo que estaban soñando- joder –dije viendo como el pirata también se perdía por el bosque y el conde hacía lo mismo. Tomé la alabarda y salí corriendo tras el conde llamándolo para ver si de esa forma despertaba o conseguía hacer que parara, sin embargo hasta que no lo alcancé no pude pararlo- ¡Höor! –Lo llamé tomándolo del brazo haciendo que se girara en mi dirección, como movido por un resorte su mano fue a mi cuello tomándolo con fuerza estampándome contra el tronco de un árbol- vamos, ¡despierta! –Pero no parecía hacerme caso, mi mano fue a su rostro donde dejé un pequeño golpe que lo hizo volver en sí aunque algo desubicado- soy yo conde, suéltame –pedí en un tono calmo porque quizás de otra manera habría podido apretar y finalmente logró soltarme. Preguntó qué había pasado y me encogí de hombros porque no lo tenía claro- estabais los tres durmiendo y comenzasteis a levantaros y alejaros corriendo, quizás hayan despertado también como tú... volvamos para ver qué ha ocurrido –para cuando llegamos solo estaba el pirata que parecía tan desconcertado como nosotros dos, faltaba la amazona aunque oímos unos pasos que se acercaban corriendo y nos preparamos por si era algún enemigo, de entre la oscuridad salió su cuerpo corriendo que se estampó contra el del pirata y de no ser porque este la cogió hubiera caído al suelo- ¿estás bien? –Pregunté porque parecía bastante confusa- ¿qué os ha pasado? ¿Qué estabais soñando para haber desaparecido así de la nada? Ya no estamos seguros ni siquiera durmiendo –cada vez el bosque me daba más y más mala espina.
Eyra Hagebak- Humano Clase Alta
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Re: Månens Blomst {Privado}
Eyra insistió en hacer la guardia, francamente estaba cansado y aunque en principio me negué en rotundo a dormirme, la norteña replico con esa tozudez de la que hacía gala asegurando que tenia los ojos rojos y que se me cerraban casi sin quererlo.
Asentí ,no le faltaba razón, necesitábamos dormir o nos volveríamos completamente locos.
-Esta bien, pero si pasa cualquier cosa quiero que me despiertes ¿de acuerdo?
Me dejé caer junto al fuego, dándole la espalda al pirata que había hecho de aquel infierno su particular juego, supongo que al ya estar algo demente las cosas no le afectaban del mismo modo.
Desperté al escuchar el llanto desesperado de Sirius, afiancé mi espada y salí corriendo en busca de mi hijo ¿que hacía en aquel maldito bosque? Si hubiera sido capaz de razonar me hubiera percatado del engaño mas lejos de eso, como si las fuerzas mas oscuras tiraran de mi me adentré entre la neblina siguinedo la voz de mi hijo, cada vez mas lejana.
-¡Sirius!- Bramé -hasta que frente a mi el mismo Randulf aaprecio ocn una osnrisa diabolica y claras intenciones de detenerme.
Desde hacía tiempo que buscaba poner sus zarpas encima de mi vástago y no iba a permitírselo, atrapé su cuello rugiendo, apretando tan fuerte que bien pude quebrarselo hasta que sus asquerosos manos acariciaron mi rostro despertando en mi una mueca de asco que desapareció al sentir como la voz que emergía era la de Eyra, y poco a poco pude enfocar lo que era la realidad.
La solté de inmediato dejando caer mi frente contra la corteza del árbol al ver como ella se revolvía tosiendo por mi ataque inesperado.
-Lo siento alcancé a decir ahora buscándola con la mirada.
Debía protegerla y a punto estuve de matarla.
Regresamos al fuego, mis ojos se perdieron en los del pirata que miraba a su alrededor algo aturdido.
-¿Que ha pasado?
Simplemente se encogió de hombros con cara de no comprender mi pregunta.
-Yo he ido a regar los arboles, me meaba -aseguró como quien no quiere la cosa.
Ese tipo era un tanto desesperante peor de momento parecía ser el menos peligroso de los presentes.
No tardó en llegar la amazonas que como yo debió haber vivido su propio infierno.
-Darme las armas -pedí mirando a los presentes.
Eyra se negó, bien sabía la importancia que tenia su alabarda, también la tenía para mi la bastarda que pendía a mi espalda -No lo entiendes, nos mataremos los unos a los otros y de un tajo es mas fácil que a puñetazos. Si tenemos que enfrentarnos a los peligros del bosque tendrá que ser desarmados hasta ahora lo único que se ha demostrado es que nosotros somos nuestro peor enemigo.
Asentí ,no le faltaba razón, necesitábamos dormir o nos volveríamos completamente locos.
-Esta bien, pero si pasa cualquier cosa quiero que me despiertes ¿de acuerdo?
Me dejé caer junto al fuego, dándole la espalda al pirata que había hecho de aquel infierno su particular juego, supongo que al ya estar algo demente las cosas no le afectaban del mismo modo.
Desperté al escuchar el llanto desesperado de Sirius, afiancé mi espada y salí corriendo en busca de mi hijo ¿que hacía en aquel maldito bosque? Si hubiera sido capaz de razonar me hubiera percatado del engaño mas lejos de eso, como si las fuerzas mas oscuras tiraran de mi me adentré entre la neblina siguinedo la voz de mi hijo, cada vez mas lejana.
-¡Sirius!- Bramé -hasta que frente a mi el mismo Randulf aaprecio ocn una osnrisa diabolica y claras intenciones de detenerme.
Desde hacía tiempo que buscaba poner sus zarpas encima de mi vástago y no iba a permitírselo, atrapé su cuello rugiendo, apretando tan fuerte que bien pude quebrarselo hasta que sus asquerosos manos acariciaron mi rostro despertando en mi una mueca de asco que desapareció al sentir como la voz que emergía era la de Eyra, y poco a poco pude enfocar lo que era la realidad.
La solté de inmediato dejando caer mi frente contra la corteza del árbol al ver como ella se revolvía tosiendo por mi ataque inesperado.
-Lo siento alcancé a decir ahora buscándola con la mirada.
Debía protegerla y a punto estuve de matarla.
Regresamos al fuego, mis ojos se perdieron en los del pirata que miraba a su alrededor algo aturdido.
-¿Que ha pasado?
Simplemente se encogió de hombros con cara de no comprender mi pregunta.
-Yo he ido a regar los arboles, me meaba -aseguró como quien no quiere la cosa.
Ese tipo era un tanto desesperante peor de momento parecía ser el menos peligroso de los presentes.
No tardó en llegar la amazonas que como yo debió haber vivido su propio infierno.
-Darme las armas -pedí mirando a los presentes.
Eyra se negó, bien sabía la importancia que tenia su alabarda, también la tenía para mi la bastarda que pendía a mi espalda -No lo entiendes, nos mataremos los unos a los otros y de un tajo es mas fácil que a puñetazos. Si tenemos que enfrentarnos a los peligros del bosque tendrá que ser desarmados hasta ahora lo único que se ha demostrado es que nosotros somos nuestro peor enemigo.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Månens Blomst {Privado}
En todo grupo tenía que haber una mujer guapa, que sin dudas era mi prisionera y esclava, la bruta que sería la primera que moriría, el líder fanfarrón el que la seguiría y después el protagonista indiscutible que se quedaba con la guapa sobreviviría, osease, ese era yo.
Otorgados los papeles presté atención a la escena, el guayon con sus aires de “se lo que hago” pero olvidando que casi mata a su amiga en un arrebato, se había propuesto despojarnos de las armas.
Le tiré la brújula a la cabeza, pero el cabrón era rápido y esquivo.
-Ups, perdón -dije con un vaivén de cuerpo mientras alzaba mi mano -quería cogerla con el garfio -dije mostrándoselo mientras este me ponía cara de asco.
La cosa es que mientras esos dos discutían sobre lo de dejar atrás o no las armas, y la amazonas seguía la conversación como si lo que dijera el norteño tuviera importancia aparecieron en escena dos nuevos compañeros de viaje, bueno o mas bien lo que quedaba de ellos.
Carraspeé ligeramente a ver si mis tres graciosos acompañantes se fijaban en la buena nueva, o quizás es que en esta ocasión solo lo veía yo, pero no, cuando se giraron me di cuenta de que realmente la mujer apuñalada estaba allí, en brazos de un marido que suplicaba nuestra ayuda.
Hice una mueca mirándola de soslayo.
-Esta muerta -sentencie sin acercarme demasiado no fuera a ser que aun resucitara, me mordiera y me convirtiera en zombi, con estas cosas nunca se sabe, hay que estar alerta.
El héroe fue a ayudarlos, peor el hombre en un arranque de locura sacó el cuchillo de carnicero del vientre de su inerte esposa y intento clavárselo al fantasma que según el era Höor ahora.
El cabrón del vikingo se movía con presteza y cogiéndole la mano con una artimaña digna de un gladiador lo doblegó en el suelo como si aquel acto no lo hubiera hecho ni siquiera sudar.
Ahora debía ser cuando ladeaba la sonrisa para mostrarse perfecto ante las féminas, aunque para mi decepción pasó de ellas ¿seria gay? eso me cuadraba, no le había visto intentar meter mano a ninguna.
Claro que eso me llevó a mi siguiente conclusión y al correspondiente apretar el culo y buscar un tronco donde apoyarlo, había que cubrir las espaldas ante el sopla nucas.
-Perfecto hombreton -dije sonriendole y guiñándole un ojo -que apretara el culo no quería decir que no fuera la mejor idea ganarme su favor para que me cuidara y yo saliera airoso de todo esto.
Höor me miró de refilon y con desprecio ¿seria asexual? La cosa es que alzó al hombre del suelo que parecía recuperar de nuevo la razón mientras la vikinga inspeccionaba a la muerta y la amazonas se acercaba a mi buscando mi calor..vale, no, estaba con el bravucón del norteño, pero también tenía derecho a soñar despierto ¿no?
Otorgados los papeles presté atención a la escena, el guayon con sus aires de “se lo que hago” pero olvidando que casi mata a su amiga en un arrebato, se había propuesto despojarnos de las armas.
Le tiré la brújula a la cabeza, pero el cabrón era rápido y esquivo.
-Ups, perdón -dije con un vaivén de cuerpo mientras alzaba mi mano -quería cogerla con el garfio -dije mostrándoselo mientras este me ponía cara de asco.
La cosa es que mientras esos dos discutían sobre lo de dejar atrás o no las armas, y la amazonas seguía la conversación como si lo que dijera el norteño tuviera importancia aparecieron en escena dos nuevos compañeros de viaje, bueno o mas bien lo que quedaba de ellos.
Carraspeé ligeramente a ver si mis tres graciosos acompañantes se fijaban en la buena nueva, o quizás es que en esta ocasión solo lo veía yo, pero no, cuando se giraron me di cuenta de que realmente la mujer apuñalada estaba allí, en brazos de un marido que suplicaba nuestra ayuda.
Hice una mueca mirándola de soslayo.
-Esta muerta -sentencie sin acercarme demasiado no fuera a ser que aun resucitara, me mordiera y me convirtiera en zombi, con estas cosas nunca se sabe, hay que estar alerta.
El héroe fue a ayudarlos, peor el hombre en un arranque de locura sacó el cuchillo de carnicero del vientre de su inerte esposa y intento clavárselo al fantasma que según el era Höor ahora.
El cabrón del vikingo se movía con presteza y cogiéndole la mano con una artimaña digna de un gladiador lo doblegó en el suelo como si aquel acto no lo hubiera hecho ni siquiera sudar.
Ahora debía ser cuando ladeaba la sonrisa para mostrarse perfecto ante las féminas, aunque para mi decepción pasó de ellas ¿seria gay? eso me cuadraba, no le había visto intentar meter mano a ninguna.
Claro que eso me llevó a mi siguiente conclusión y al correspondiente apretar el culo y buscar un tronco donde apoyarlo, había que cubrir las espaldas ante el sopla nucas.
-Perfecto hombreton -dije sonriendole y guiñándole un ojo -que apretara el culo no quería decir que no fuera la mejor idea ganarme su favor para que me cuidara y yo saliera airoso de todo esto.
Höor me miró de refilon y con desprecio ¿seria asexual? La cosa es que alzó al hombre del suelo que parecía recuperar de nuevo la razón mientras la vikinga inspeccionaba a la muerta y la amazonas se acercaba a mi buscando mi calor..vale, no, estaba con el bravucón del norteño, pero también tenía derecho a soñar despierto ¿no?
J. Hook- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 19/12/2017
Re: Månens Blomst {Privado}
Cada minuto la situación se ponía más peliaguda; no tenían idea de dónde estaban parados o de cómo salir, todo lo que había hacia los cuatro puntos cardinales era la inmensa extensión de ese maldito bosque, no podían confiar en sí mismos, mucho menos en los demás y ahora resultaba que tampoco podían pegar el ojo sin que las cosas se salieran de control. Tenían los minutos contados, con el transcurrir del tiempo las alucinaciones se tornaban más agresivas y no había forma en el infierno en la que pudiesen pasar más de tres días despiertos sin que no se les cruzaran los cable. Si no encontraban la salida en menos de una semana probablemente acabarían muertos.
Mientras Höor y Eyra discutían acerca de la viabilidad del deshacerse o no de las armas que portaban, Asteria miró de reojo al pirata, examinándolo fugazmente, antes que se percatara de que ponía su atención en él. Ciertamente, de los cuatro, era él quien menos había sufrido los estragos —si es que los había sufrido en lo absoluto— del oscuro poder que asentaba raíces entre la espesura del bosque y como ponzoña se volvía más y más letal hacia el interior. La magia entre la que se sumergían era oscura y engañosa, jugaba con ellos, con sus deseos y con sus mayores miedos, mas por algún al lobo no parecía afectarle ¿acaso se debía a su naturaleza? Parecía improbable, era factible que sus dones le hicieran más resistente, mas aquello no explicaba la extraña inmunidad ¿acaso no temía a nada? ¿acaso no tenía nada que perder? ¿Realmente lo único que le preocupaba era el alcohol que bebía y las mujeres con las que se acostaba? No… tenía que ser más que eso.
En el momento en el que el pirata se volvió en su dirección, probablemente al sentir el peso de sus gemas esmeralda, si bien frunció el entrecejo y agudizó la mirada, no apartó sus ojos del objetivo. El hijo de la luna ladeó las comisuras, extendiendo en los labios una curva engreída que ella decidió ignorar por completo; intentaba estudiarlo, comprenderlo… leerlo al menos, pero todo lo que veía era un cascarón vacío.
La aparición de un hombre que cargaba el cadáver ensangrentado de una mujer, resquebrajó la conexión de sus miradas. Instintivamente Asteria dio un paso atrás mientras el sujeto, tambaleante, daba pequeños pasos inestables en dirección a ellos, con la mirada perdida entre el todo y en la nada, casi como si se ya se hubiese extraviado a sí mismo en la infinidad de aquel boscoso universo y estuviese flotando a la deriva.
La verdad sentía empatía por el sujeto, era imposible no hacerlo cuando ella misma había sentido la culpa de la muerte de su amado estrujándole el corazón y pulsando corrosiva por sus venas; sin embargo por mucho que la escena le afectó y a pesar del impulso que la incitaba a dar un paso adelante para ayudar, la amazona se mantuvo con los pies anclados en la tierra como si su vida dependiera de ello, únicamente dispuesta a recular. Lastimosamente era una estrategia de supervivencia y no podía arriesgarse. Lo cierto era que sabía como defenderse a sí misma, había sido criada por un grupo de, antiguas y poderosas guerreras, así que sabía bien cómo hacerlo, lo había hecho toda su vida; no obstante, era difícil confiar en sí misma en aquel lugar, mucho menos en sus habilidades, así que si bien podía pelear, por seguridad, prefería no verse obligada a hacerlo en absoluto.
Por supuesto, sin pensarlo, el noruego se precipitó en auxilio del hombre. A ella no le sorprendió, mas como lo supuso, la inestabilidad mental del extraño lo empujó a atacar. Tan pronto como aquel hombre enloqueció, la castaña se limitó a retroceder brevemente, mientras el vikingo, sin mayor dificultad, desarmó al hombre y lo redujo, sosteniéndolo con fuerza contra el piso mientras este se revolvía fiero en busca de libertad.
Pasaron dos o tres minutos antes de que el individuo despertara de la peligrosa ensoñación; eventualmente los movimientos salvajes y agresivos se tornaron en sutiles contracciones bajo el peso del vikingo. El hombre sollozaba de pena y dolor cayendo en cuenta del delito cometido, mientras, Höor liberaba con cautela el agarre con el que lo tenía sometido. Asteria sintió pena cuando, el hombre, completamente destruido, se abrazó las piernas y hundió la cabeza entre ellas, cuestionándose a sí mismo y las acciones cometidas entre desgarradores llantos.
Repentinamente, sus pies comenzaron a ceder y de un momento a otro se encontró a sí misma, avanzando a pasos precavidos y vacilantes hacia el desconocido. No podía evitarlo, verlo allí, recogido y afligido, culpable de la muerte de su amor, era como ver un reflejo de si misma. Tan pronto como se encontró frente a él, se agachó y haciendo caso omiso a su instinto, le colocó la mano sobre el hombro, tratando de brindarle conforte a pesar de que probablemente era la primera vez que lo hacía en lo que llevaba de vida; de todas formas, por terrible que fuera su intento, probablemente sería mejor que recibirlo del pirata insensible o del hombre que lo acababa de taclear. Grave equivocación.
Tan pronto como su tacto reposó sobre el desconocido, este elevó la cabeza con una sonrisa demoniaca esbozada en los labios, la observó con orbes convertidas en dos esferas oscuras, turbias e infernales, y se lanzó colérico sobre ella, ajustando las manos sobre su cuello y presionando su garganta con fuerza sobrenatural. Asteria se removió salvajemente intentando escapar del depredador, quien hundía los dedos en su piel con tanta fuerza que parecía dispuesto a arrancarle la cabeza con las manos desnudas.
La amazona sintió el esfuerzo de los presentes por quitárselo de encima, mas el hombre, poseído por una energía sobrehumana, se afianzaba como perro rabioso a su cuerpo. El aire comenzaba a faltarle, su rostro se coloreaba de un rosa intenso y la esclerótica de sus ojos comenzaba a teñirse de rojo, la expresión endiablada del hombre comenzó a tornarse en una imagen nebulosa, la vida se le escapaba…
Mientras Höor y Eyra discutían acerca de la viabilidad del deshacerse o no de las armas que portaban, Asteria miró de reojo al pirata, examinándolo fugazmente, antes que se percatara de que ponía su atención en él. Ciertamente, de los cuatro, era él quien menos había sufrido los estragos —si es que los había sufrido en lo absoluto— del oscuro poder que asentaba raíces entre la espesura del bosque y como ponzoña se volvía más y más letal hacia el interior. La magia entre la que se sumergían era oscura y engañosa, jugaba con ellos, con sus deseos y con sus mayores miedos, mas por algún al lobo no parecía afectarle ¿acaso se debía a su naturaleza? Parecía improbable, era factible que sus dones le hicieran más resistente, mas aquello no explicaba la extraña inmunidad ¿acaso no temía a nada? ¿acaso no tenía nada que perder? ¿Realmente lo único que le preocupaba era el alcohol que bebía y las mujeres con las que se acostaba? No… tenía que ser más que eso.
En el momento en el que el pirata se volvió en su dirección, probablemente al sentir el peso de sus gemas esmeralda, si bien frunció el entrecejo y agudizó la mirada, no apartó sus ojos del objetivo. El hijo de la luna ladeó las comisuras, extendiendo en los labios una curva engreída que ella decidió ignorar por completo; intentaba estudiarlo, comprenderlo… leerlo al menos, pero todo lo que veía era un cascarón vacío.
La aparición de un hombre que cargaba el cadáver ensangrentado de una mujer, resquebrajó la conexión de sus miradas. Instintivamente Asteria dio un paso atrás mientras el sujeto, tambaleante, daba pequeños pasos inestables en dirección a ellos, con la mirada perdida entre el todo y en la nada, casi como si se ya se hubiese extraviado a sí mismo en la infinidad de aquel boscoso universo y estuviese flotando a la deriva.
La verdad sentía empatía por el sujeto, era imposible no hacerlo cuando ella misma había sentido la culpa de la muerte de su amado estrujándole el corazón y pulsando corrosiva por sus venas; sin embargo por mucho que la escena le afectó y a pesar del impulso que la incitaba a dar un paso adelante para ayudar, la amazona se mantuvo con los pies anclados en la tierra como si su vida dependiera de ello, únicamente dispuesta a recular. Lastimosamente era una estrategia de supervivencia y no podía arriesgarse. Lo cierto era que sabía como defenderse a sí misma, había sido criada por un grupo de, antiguas y poderosas guerreras, así que sabía bien cómo hacerlo, lo había hecho toda su vida; no obstante, era difícil confiar en sí misma en aquel lugar, mucho menos en sus habilidades, así que si bien podía pelear, por seguridad, prefería no verse obligada a hacerlo en absoluto.
Por supuesto, sin pensarlo, el noruego se precipitó en auxilio del hombre. A ella no le sorprendió, mas como lo supuso, la inestabilidad mental del extraño lo empujó a atacar. Tan pronto como aquel hombre enloqueció, la castaña se limitó a retroceder brevemente, mientras el vikingo, sin mayor dificultad, desarmó al hombre y lo redujo, sosteniéndolo con fuerza contra el piso mientras este se revolvía fiero en busca de libertad.
Pasaron dos o tres minutos antes de que el individuo despertara de la peligrosa ensoñación; eventualmente los movimientos salvajes y agresivos se tornaron en sutiles contracciones bajo el peso del vikingo. El hombre sollozaba de pena y dolor cayendo en cuenta del delito cometido, mientras, Höor liberaba con cautela el agarre con el que lo tenía sometido. Asteria sintió pena cuando, el hombre, completamente destruido, se abrazó las piernas y hundió la cabeza entre ellas, cuestionándose a sí mismo y las acciones cometidas entre desgarradores llantos.
Repentinamente, sus pies comenzaron a ceder y de un momento a otro se encontró a sí misma, avanzando a pasos precavidos y vacilantes hacia el desconocido. No podía evitarlo, verlo allí, recogido y afligido, culpable de la muerte de su amor, era como ver un reflejo de si misma. Tan pronto como se encontró frente a él, se agachó y haciendo caso omiso a su instinto, le colocó la mano sobre el hombro, tratando de brindarle conforte a pesar de que probablemente era la primera vez que lo hacía en lo que llevaba de vida; de todas formas, por terrible que fuera su intento, probablemente sería mejor que recibirlo del pirata insensible o del hombre que lo acababa de taclear. Grave equivocación.
Tan pronto como su tacto reposó sobre el desconocido, este elevó la cabeza con una sonrisa demoniaca esbozada en los labios, la observó con orbes convertidas en dos esferas oscuras, turbias e infernales, y se lanzó colérico sobre ella, ajustando las manos sobre su cuello y presionando su garganta con fuerza sobrenatural. Asteria se removió salvajemente intentando escapar del depredador, quien hundía los dedos en su piel con tanta fuerza que parecía dispuesto a arrancarle la cabeza con las manos desnudas.
La amazona sintió el esfuerzo de los presentes por quitárselo de encima, mas el hombre, poseído por una energía sobrehumana, se afianzaba como perro rabioso a su cuerpo. El aire comenzaba a faltarle, su rostro se coloreaba de un rosa intenso y la esclerótica de sus ojos comenzaba a teñirse de rojo, la expresión endiablada del hombre comenzó a tornarse en una imagen nebulosa, la vida se le escapaba…
Asteria- Cazador Clase Alta
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Re: Månens Blomst {Privado}
Allí todos estaban como cabras, putos locos, el héroe con sus ínfulas de grandeza que parecía dispuesto a salvarlos a todos, incluido aquel hombre que ahora sollozaba pero que hacía nada había tratado de matarlo.
Negué con la cabeza y luego me llamaban a mi demente, sería porque no conocían a esas dos preciosidades que miraban al hacho alfa dispuestas a obedecerle.
Gruñí porque no tener ron me ponía de bastante mala leche, no era para menos dadas las circunstancias en las que mis acompañantes parecían ser las doctoras Jekyll y el señor Hyde
Entonces mi precisa rea se puso en pie caminando atontda hacia el hombre que acaba de perder a su mujer, iba a tirar de su muñeca cuando me di cuenta que su mirada estaba perdida ¿de nuevo Hyde?
Mi cuerpo se tensó, mi instinto lobuno decía que algo iba a suceder, les hubiera avisado, pero de seguro no me hubieran prestado la menor atención ¿quien escucha al pirata borracho?
El humano se revolvió apresando a mi chica pro el cuello, el tonto del héroe intentaba reducir a esa bestia que no se bien como había cogido unas fuerzas inauditas, de seguir así perdería a mi presa y odiaba perder.
Caminé con calma hacia esos tres y sin mediar palabra lejos de intentar sacarselo de encima, mis garras crecieron y le saqué la yugular de cuajo dándole muerte en el acto.
Su cuerpo convulsionaba ahogándose con su propia sangre bajo la mirada del Héroe que ahora parecía decidido a culparme.
Se abalanzó sobre mi diciéndome que era un sádico, que con mi ayuda podríamos haberlo reducido, que la muerte de ese hombre era innecesaria.
-Ella es mía -rugí señalándola mientras esta tosía volviendo en si al insuflar aire a sus pulmones y la barbara trataba de sacarme de encima al norteño que estaba enfurecido por lo que decía era un acto sanguinario.
-Así no saldremos de aquí -rugí – no podemos hacer nuevos amiguitos dementes, con vosotros tres he cumplido mi cupo.
Negué con la cabeza y luego me llamaban a mi demente, sería porque no conocían a esas dos preciosidades que miraban al hacho alfa dispuestas a obedecerle.
Gruñí porque no tener ron me ponía de bastante mala leche, no era para menos dadas las circunstancias en las que mis acompañantes parecían ser las doctoras Jekyll y el señor Hyde
Entonces mi precisa rea se puso en pie caminando atontda hacia el hombre que acaba de perder a su mujer, iba a tirar de su muñeca cuando me di cuenta que su mirada estaba perdida ¿de nuevo Hyde?
Mi cuerpo se tensó, mi instinto lobuno decía que algo iba a suceder, les hubiera avisado, pero de seguro no me hubieran prestado la menor atención ¿quien escucha al pirata borracho?
El humano se revolvió apresando a mi chica pro el cuello, el tonto del héroe intentaba reducir a esa bestia que no se bien como había cogido unas fuerzas inauditas, de seguir así perdería a mi presa y odiaba perder.
Caminé con calma hacia esos tres y sin mediar palabra lejos de intentar sacarselo de encima, mis garras crecieron y le saqué la yugular de cuajo dándole muerte en el acto.
Su cuerpo convulsionaba ahogándose con su propia sangre bajo la mirada del Héroe que ahora parecía decidido a culparme.
Se abalanzó sobre mi diciéndome que era un sádico, que con mi ayuda podríamos haberlo reducido, que la muerte de ese hombre era innecesaria.
-Ella es mía -rugí señalándola mientras esta tosía volviendo en si al insuflar aire a sus pulmones y la barbara trataba de sacarme de encima al norteño que estaba enfurecido por lo que decía era un acto sanguinario.
-Así no saldremos de aquí -rugí – no podemos hacer nuevos amiguitos dementes, con vosotros tres he cumplido mi cupo.
J. Hook- Licántropo Clase Baja
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Re: Månens Blomst {Privado}
Cuando el último vestigio de aire desapareció de sus pulmones, cuando el mundo comenzó a desvanecerse tras sus turbias esmeraldas y estuvo segura de que la llama de su existencia se extinguía, las garras del lobo se hundieron profundamente en la garganta del hombre que la asfixiaba, rasgándola con extrema violencia y sentenciándolo a una muerte segura; evidente una decisión contundente e irremediable pero que, evaluando las circunstancias, había sido necesaria para salvarle la vida, especialmente considerando que es esfuerzo del norteño por reducir al extraño fue en vano.
Una cascada de sangre emergió tibia y torrencial de la yugular del hombre y cayó sobre ella, salpicándole el torso y el rostro; no obstante, a ella poco le importó, lo único que necesitaba era colmar de aire sus pulmones. Asteria se arrastró hacia un lado, con sus verdes esferas cristalizadas, tosiendo y acariciando la piel de su cuello justo dónde habían quedado marcadas, en un tono violáceo, las huellas de su asaltante. Su pecho de extendía y distendía agitado, respiraba tan fuerte que podía sentir el aire calcinando sus vías respiratorias antes de atiborrar sus pulmones, mas lo sentía agradable pues estaba viva.
Por supuesto, el vikingo no tardó en mostrar su desacuerdo ante la acción del pirata y por lo enfurecido que se mostraba, de no ser porque su compañera se esmeró en retenerlo, seguramente no hubiera dudado en desenvainar la espada. De nuevo, el influjo maligno del bosque se cernía sobre ellos, haciéndoles perder toda razón y control.
— Quizá deberíamos hacernos a la idea de que no podemos salvarlos a todos —Su voz entrecortada resonó fantasmal en medio de la discusión.
Era la primera vez que concordaba con el pirata, quien, aparentemente tenía mejores instintos de supervivencia que el noruego. Era cierto que Höor era más sensato pero ¿acaso la sensatez los sacaría con vida de ese maldito lugar? Ese lugar crecía de lógica y razón, por ende lo más coherente debía ser lo menos cuerdo. Como animales dependían meramente de su naturaleza y había sido la del hijo de la luna la que la había salvado de una muerte inminente. Realmente no tenía mucha práctica en el asunto de la gratitud, mas ciertamente estaba agradecida.
Gracias a los dioses la situación se calmó con prontitud. Para entonces la amazonas ya se había recuperado, así que mientras los demás discutían acerca de cómo proceder, ella optó por esculcar el cadáver del lunático en busca de cualquier cosa que pudieran utilizar. No cargaba mucho, solamente una cadena de oro con la cruz cristiana y una especie de diario en el bolsillo interno de la cazadora.
Asteria dio una ojeada a las páginas de la bitácora, aparentemente el hombre llevaba perdido en el bosque aproximadamente tres semanas, en las primeras páginas la caligrafía era bastante buena y el discurso coherente, mas entre más avanzaba los trazos se volvían inestables y las frases comenzaban a carecer de sentido. La última página estaba manchada de sangre y en letra temblorosa estaba garabateada la palabra “mátala”. Tenía sentido, sin embargo, entre la cubierta del cuadernillo y susodicha hoja, la joven encontró doblado cuidadosamente un mapa, hecho a mano, de las constelaciones. Ese podría ser un comienzo para saber hacia dónde desplazarse.
Al no encontrar nada más relevante de lo que se pudieran beneficiar, despojó al cuerpo inerte de la cazadora y se la colocó; cuando llegara el ocaso el frío calaría de nuevo bajo su piel y al muerto no le haría falta. Entonces se levantó, le entregó su hallazgo a Höor y se acomodó al lado del pirata.
— Gracias — Masculló entre dientes avergonzada.
Una cascada de sangre emergió tibia y torrencial de la yugular del hombre y cayó sobre ella, salpicándole el torso y el rostro; no obstante, a ella poco le importó, lo único que necesitaba era colmar de aire sus pulmones. Asteria se arrastró hacia un lado, con sus verdes esferas cristalizadas, tosiendo y acariciando la piel de su cuello justo dónde habían quedado marcadas, en un tono violáceo, las huellas de su asaltante. Su pecho de extendía y distendía agitado, respiraba tan fuerte que podía sentir el aire calcinando sus vías respiratorias antes de atiborrar sus pulmones, mas lo sentía agradable pues estaba viva.
Por supuesto, el vikingo no tardó en mostrar su desacuerdo ante la acción del pirata y por lo enfurecido que se mostraba, de no ser porque su compañera se esmeró en retenerlo, seguramente no hubiera dudado en desenvainar la espada. De nuevo, el influjo maligno del bosque se cernía sobre ellos, haciéndoles perder toda razón y control.
— Quizá deberíamos hacernos a la idea de que no podemos salvarlos a todos —Su voz entrecortada resonó fantasmal en medio de la discusión.
Era la primera vez que concordaba con el pirata, quien, aparentemente tenía mejores instintos de supervivencia que el noruego. Era cierto que Höor era más sensato pero ¿acaso la sensatez los sacaría con vida de ese maldito lugar? Ese lugar crecía de lógica y razón, por ende lo más coherente debía ser lo menos cuerdo. Como animales dependían meramente de su naturaleza y había sido la del hijo de la luna la que la había salvado de una muerte inminente. Realmente no tenía mucha práctica en el asunto de la gratitud, mas ciertamente estaba agradecida.
Gracias a los dioses la situación se calmó con prontitud. Para entonces la amazonas ya se había recuperado, así que mientras los demás discutían acerca de cómo proceder, ella optó por esculcar el cadáver del lunático en busca de cualquier cosa que pudieran utilizar. No cargaba mucho, solamente una cadena de oro con la cruz cristiana y una especie de diario en el bolsillo interno de la cazadora.
Asteria dio una ojeada a las páginas de la bitácora, aparentemente el hombre llevaba perdido en el bosque aproximadamente tres semanas, en las primeras páginas la caligrafía era bastante buena y el discurso coherente, mas entre más avanzaba los trazos se volvían inestables y las frases comenzaban a carecer de sentido. La última página estaba manchada de sangre y en letra temblorosa estaba garabateada la palabra “mátala”. Tenía sentido, sin embargo, entre la cubierta del cuadernillo y susodicha hoja, la joven encontró doblado cuidadosamente un mapa, hecho a mano, de las constelaciones. Ese podría ser un comienzo para saber hacia dónde desplazarse.
Al no encontrar nada más relevante de lo que se pudieran beneficiar, despojó al cuerpo inerte de la cazadora y se la colocó; cuando llegara el ocaso el frío calaría de nuevo bajo su piel y al muerto no le haría falta. Entonces se levantó, le entregó su hallazgo a Höor y se acomodó al lado del pirata.
— Gracias — Masculló entre dientes avergonzada.
Asteria- Cazador Clase Alta
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Re: Månens Blomst {Privado}
Parece que la amazonas iba comprendiendo la gravedad del asunto y el que en inicio parecía su salvavidas había dejado de serlo. El honor esta muy bien cuando tu cuello no pendé de la soga, pero cuando lo hace es mejor encontrar falacias que te permitan seguir viviendo ¿para que tanto honor si una vez muerto solo te comen los gusanos?
La amazonas se acerco a mi, ahora sabía que yo era la hoguera que mas calienta.
-¿Perdona? -dije con picardia llevando mi mano al pabellón de la oreja para forzarla a repetir eso que había dicho entre dientes.
Ella me había agradecido lo que había hecho por ella, sinceramente mas que por eso es porque era mi esclava, no me había olvidado aunque ella así lo creyera.
-De nada, siempre puedes agradecérmelo con gestos... -apunté lanzándole un mordisco.
Los dos norteños parecían discutir la mejor técnica a seguir, enarqué una ceja mirándolos.
-Aquí nada tiene lógica, esos dos tratan de buscar una guja en un pajar. Instinto, eso nos mantendrá vivos, ser animales, no pensar.
Para esa gente nada de l oque yo decía tenía sentido, peor bueno, a mi eso me daba igual, al final sería el único que saldría vivo de este lugar.
-Tu acercate a mi preciosa y pronto estarás moviéndote sobre mi verga en un lecho calentito.
La chica negó por la cabeza al verme buscar las ultimas gotas de alcohol de la petaca, por desgracia ya no quedaba nada de nada, la resaca sería épica.
-No es por molestar pero..no llevareis algo de beber no.
El conde sacó una bota de agua, enarqué una ceja mirándolo con desprecio.
-¿Bebida de hombres?
La mirada del héroe se desvió de nuevo hacia su acompañante ignorándome, al parecer ya había decidido que yo era caso perdido.
Finalmente el honorable se levanto para darnos las indicaciones a seguir ¿ese tipo no aprendía?
-Le daremos las armas a ese loco -dijo señalándome -es el único al que esto no parece afectarle, seguramente porque es el único demente.
Hice una reverencia mientras ladeaba la sonrisa, empezábamos a entendernos.
-Tenemos que avanzar, quedarnos aquí nos llevará a matarnos entre nosotros, en ese cuaderno queda claro el efecto que le bosque tiene sobre las personas, puedes en inicio mantener la cordura, pero después saca lo peor de ti, así que tratemos de que eso no suceda. Hay que darse prisa.
La amazonas se acerco a mi, ahora sabía que yo era la hoguera que mas calienta.
-¿Perdona? -dije con picardia llevando mi mano al pabellón de la oreja para forzarla a repetir eso que había dicho entre dientes.
Ella me había agradecido lo que había hecho por ella, sinceramente mas que por eso es porque era mi esclava, no me había olvidado aunque ella así lo creyera.
-De nada, siempre puedes agradecérmelo con gestos... -apunté lanzándole un mordisco.
Los dos norteños parecían discutir la mejor técnica a seguir, enarqué una ceja mirándolos.
-Aquí nada tiene lógica, esos dos tratan de buscar una guja en un pajar. Instinto, eso nos mantendrá vivos, ser animales, no pensar.
Para esa gente nada de l oque yo decía tenía sentido, peor bueno, a mi eso me daba igual, al final sería el único que saldría vivo de este lugar.
-Tu acercate a mi preciosa y pronto estarás moviéndote sobre mi verga en un lecho calentito.
La chica negó por la cabeza al verme buscar las ultimas gotas de alcohol de la petaca, por desgracia ya no quedaba nada de nada, la resaca sería épica.
-No es por molestar pero..no llevareis algo de beber no.
El conde sacó una bota de agua, enarqué una ceja mirándolo con desprecio.
-¿Bebida de hombres?
La mirada del héroe se desvió de nuevo hacia su acompañante ignorándome, al parecer ya había decidido que yo era caso perdido.
Finalmente el honorable se levanto para darnos las indicaciones a seguir ¿ese tipo no aprendía?
-Le daremos las armas a ese loco -dijo señalándome -es el único al que esto no parece afectarle, seguramente porque es el único demente.
Hice una reverencia mientras ladeaba la sonrisa, empezábamos a entendernos.
-Tenemos que avanzar, quedarnos aquí nos llevará a matarnos entre nosotros, en ese cuaderno queda claro el efecto que le bosque tiene sobre las personas, puedes en inicio mantener la cordura, pero después saca lo peor de ti, así que tratemos de que eso no suceda. Hay que darse prisa.
J. Hook- Licántropo Clase Baja
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Re: Månens Blomst {Privado}
No lo había olvidado. Era consciente de que nada había cambiado, que no porque el pirata hubiese intercedido en su favor dejaría de ser su captor y que la única razón por la que se tomaba la molestia de salvarla, era la misma por la cual le había seguido hasta las profundidades de ese maldito lugar: pensaba con la cabeza equivocada… quizá esa era la verdadera razón por la que el influjo del bosque no le afectaba. Como fuera, su plan continuaba siendo el mismo, tomar su mejor chance para sobrevivir y aprovecharlo a toda costa, incluso si eso implicaba recurrir a métodos poco agradables y/o honorables, como en tal caso era el tener que complacer los deseos del lobo.
Resopló con hastío, tenía que salir de allí a toda costa y si vivir requería sacrificios ella estaba dispuesta a rendirlos. No replicó, estaba de acuerdo con el héroe, lo mejor era que Hook llevara las armas o de otra forma terminarían como el lunático que había asesinado a su mujer, o aún peor, como la mujer. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal, si no encontraban la salida pronto, aquella suposición se convertiría en una realidad inevitable.
Una vez entregaron las armas al lobo, inmediatamente se pusieron en marcha. El tiempo era un factor esencial, cada minuto que pasaba estaban más cerca de enloquecer y es que cerca habían estado de hacerlo ya ¿habría salvación una vez se perdieran a sí mismos? Probablemente no.
Caminaron un buen par de kilometros a través de la verde y espesa arboleda. Durante todo el camino Höor y Eyra se la pasaron murmurando entre ellos, sólo los dioses sabrían acerca de qué; pronto a Asteria comenzaron a irritarle los constantes cuchicheos, pero optó por morderse la lengua y guardarse las réplicas. Hook lejos de darle importancia a los secreteos de sus ahora compañeros, cuando no estaba quejándose porque no había ron o diciendo alguna payasada, se entretenía a sí mismo manoseándola. Ella no se opuso, ahora que le había quedado clara la severidad de la situación sabía lo que tenía que hacer para salir de allí, o al menos sobrevivir.
Finalmente llegaron al borde de un pequeño lago y fue allí donde llegaron a la conclusión de que requerían una pausa. Habían caminado por horas y todos, a excepción del licántropo, estaban exhaustos; ser bendecido por la luna tenía sus ventajas. Los últimos rayos del sol se colaban entre las enrevesadas ramas, mas a consecuencia de los sucesos acontecidos la noche anterior acordaron que lo mejor era tomar un receso breve y seguir de largo toda la noche, las estrellas les servirían de guía y entre menos tiempo desperdiciaran más posibilidades tenían de salir con vida.
Una vez se asentaron, el pirata y el vikingo no parecían ponerse de acuerdo en nada y la amazonas, irritada por las constantes discusiones de los hombres, decidió mantenerse al margen y procedió a asearse. Tanto su ropa como su piel estaban untadas de la sangre seca de su atacante y el aroma ferroso que la envolvía comenzaba a repugnarle.
En silencio se retiró unos pocos metros y tras la sombra de un árbol se desnudó para sumergirse en las calmas y frías aguas del lago. Tuvo cuidado en no apartarse demasiado de la orilla, de momento ningún imprevisto se había interpuesto en su travesía, pero bajar la guardia no era una opción. Suspiró y cuidadosamente, se ocupó de lavar las manchas Vinotinto que le tiznaban la piel, pero como el agua no le llegaba más alto de la cintura tuvo acunar pequeñas cantidades del líquido entre sus manos para limpiar la parte superior de su cuerpo.
Cuando sintió el peso invisible de la presencia que le custodiaba las espaldas, la castaña volvió la mirada por encima del hombro. Era Hook, que entre divertido y lascivo la fisgoneaba. Enarcó una ceja y tras meditarlo un breve instante se dio media vuelta, obsequiándole al hombre la imagen de sus pechos desnudos.
— ¿Te vas a quedar ahí? — Ladeó la cabeza y acomodándose los cabellos rebeldes tras las orejas.
Resopló con hastío, tenía que salir de allí a toda costa y si vivir requería sacrificios ella estaba dispuesta a rendirlos. No replicó, estaba de acuerdo con el héroe, lo mejor era que Hook llevara las armas o de otra forma terminarían como el lunático que había asesinado a su mujer, o aún peor, como la mujer. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal, si no encontraban la salida pronto, aquella suposición se convertiría en una realidad inevitable.
Una vez entregaron las armas al lobo, inmediatamente se pusieron en marcha. El tiempo era un factor esencial, cada minuto que pasaba estaban más cerca de enloquecer y es que cerca habían estado de hacerlo ya ¿habría salvación una vez se perdieran a sí mismos? Probablemente no.
Caminaron un buen par de kilometros a través de la verde y espesa arboleda. Durante todo el camino Höor y Eyra se la pasaron murmurando entre ellos, sólo los dioses sabrían acerca de qué; pronto a Asteria comenzaron a irritarle los constantes cuchicheos, pero optó por morderse la lengua y guardarse las réplicas. Hook lejos de darle importancia a los secreteos de sus ahora compañeros, cuando no estaba quejándose porque no había ron o diciendo alguna payasada, se entretenía a sí mismo manoseándola. Ella no se opuso, ahora que le había quedado clara la severidad de la situación sabía lo que tenía que hacer para salir de allí, o al menos sobrevivir.
Finalmente llegaron al borde de un pequeño lago y fue allí donde llegaron a la conclusión de que requerían una pausa. Habían caminado por horas y todos, a excepción del licántropo, estaban exhaustos; ser bendecido por la luna tenía sus ventajas. Los últimos rayos del sol se colaban entre las enrevesadas ramas, mas a consecuencia de los sucesos acontecidos la noche anterior acordaron que lo mejor era tomar un receso breve y seguir de largo toda la noche, las estrellas les servirían de guía y entre menos tiempo desperdiciaran más posibilidades tenían de salir con vida.
Una vez se asentaron, el pirata y el vikingo no parecían ponerse de acuerdo en nada y la amazonas, irritada por las constantes discusiones de los hombres, decidió mantenerse al margen y procedió a asearse. Tanto su ropa como su piel estaban untadas de la sangre seca de su atacante y el aroma ferroso que la envolvía comenzaba a repugnarle.
En silencio se retiró unos pocos metros y tras la sombra de un árbol se desnudó para sumergirse en las calmas y frías aguas del lago. Tuvo cuidado en no apartarse demasiado de la orilla, de momento ningún imprevisto se había interpuesto en su travesía, pero bajar la guardia no era una opción. Suspiró y cuidadosamente, se ocupó de lavar las manchas Vinotinto que le tiznaban la piel, pero como el agua no le llegaba más alto de la cintura tuvo acunar pequeñas cantidades del líquido entre sus manos para limpiar la parte superior de su cuerpo.
Cuando sintió el peso invisible de la presencia que le custodiaba las espaldas, la castaña volvió la mirada por encima del hombro. Era Hook, que entre divertido y lascivo la fisgoneaba. Enarcó una ceja y tras meditarlo un breve instante se dio media vuelta, obsequiándole al hombre la imagen de sus pechos desnudos.
— ¿Te vas a quedar ahí? — Ladeó la cabeza y acomodándose los cabellos rebeldes tras las orejas.
Asteria- Cazador Clase Alta
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Re: Månens Blomst {Privado}
La amazonas parecía estar hastiada, no me extrañaba la petulancia del conde y su amiga eran insoportables, claro que yo tenía otras preocupaciones, si, salir era importante, peor que mi bota de ron estuviera vacía era una desgracia mayor y por mas que arrimaba mi nariz a la boquilla no conseguía colocarme.
Hastiado al final lo di por inútil y fijé mi atención en lo segundo mas importante, mi esclava.
Mi sonrisa se ensancho cuando vi que iba a lavarse, no podía permitir que una mujer tan bonita y que me había salido tan cara andará sola por estos peligrosos bosques de bestias así que la seguí.
Mis ojos se abrieron como platos al ver como se quitaba la camisola y froté las manos desencajando la mandíbula al ver el dulce manjar que iba a degustar.
Pero el cazador fue pillado por la presa, admito eso me fastidio un poco, pero se me pasó en cuanto le vi las dos perolas mojadas emergiendo del agua para reclamarme.
Sin mediar palabra y por supuesto aceptando una invitación que ni de lejos necesitaba me hundí en las cristalinas aguas del rio para acercarme a la amazonas que me esperaba sin apartar de mi esos dos faros que parecían buscar respuestas.
-No te has podido resistir a mi encanto personal -le dije guiñándole un ojo al llegar frente a ella.
La mujer iba a hablar, no se que estupidez se le pasaría por la cabeza porque antes de que lo hiciera dos pasos acortaron la distancia furtiva entre nuestros cuerpos y mis labios presionaron la entrada para que la abriera.
Como sierpes nuestras lenguas danzaron, se acariciaron húmedas entre el vaho blanquecino de nuestros alientos encendidos.
Mis manos se deslizaron por el curvilíneo cuerpo de la sirena, la pregunta era ¿me haría encallar en las rocas o la arponearía yo a ella?
El juego siempre resultó divertido para un hombre como yo, los piratas disfrutábamos del peligro, y esa mujer lo era.
Mi mano se apodero de sus dos alzadas montañas, picudos los pezones me invitaron a tomarlos, emborracharme de su piel y perder la cordura si es que un día la hallé. Mi boca coronaba sus picos mientras la guerrera se arqueaba sumida en el placer sintiendo mi verga brillante rezumar contra su bajo vientre cuando un ruido nos forzó a detenernos.
-¿has oído eso? -pregunté girando la cabeza en dirección a unos matorrales.
Los nórdicos hablaban todavía, podía escucharlos desde mi posición así que fuere lo que fuere no era el bocazas del héroe ni su amiga.
Hastiado al final lo di por inútil y fijé mi atención en lo segundo mas importante, mi esclava.
Mi sonrisa se ensancho cuando vi que iba a lavarse, no podía permitir que una mujer tan bonita y que me había salido tan cara andará sola por estos peligrosos bosques de bestias así que la seguí.
Mis ojos se abrieron como platos al ver como se quitaba la camisola y froté las manos desencajando la mandíbula al ver el dulce manjar que iba a degustar.
Pero el cazador fue pillado por la presa, admito eso me fastidio un poco, pero se me pasó en cuanto le vi las dos perolas mojadas emergiendo del agua para reclamarme.
Sin mediar palabra y por supuesto aceptando una invitación que ni de lejos necesitaba me hundí en las cristalinas aguas del rio para acercarme a la amazonas que me esperaba sin apartar de mi esos dos faros que parecían buscar respuestas.
-No te has podido resistir a mi encanto personal -le dije guiñándole un ojo al llegar frente a ella.
La mujer iba a hablar, no se que estupidez se le pasaría por la cabeza porque antes de que lo hiciera dos pasos acortaron la distancia furtiva entre nuestros cuerpos y mis labios presionaron la entrada para que la abriera.
Como sierpes nuestras lenguas danzaron, se acariciaron húmedas entre el vaho blanquecino de nuestros alientos encendidos.
Mis manos se deslizaron por el curvilíneo cuerpo de la sirena, la pregunta era ¿me haría encallar en las rocas o la arponearía yo a ella?
El juego siempre resultó divertido para un hombre como yo, los piratas disfrutábamos del peligro, y esa mujer lo era.
Mi mano se apodero de sus dos alzadas montañas, picudos los pezones me invitaron a tomarlos, emborracharme de su piel y perder la cordura si es que un día la hallé. Mi boca coronaba sus picos mientras la guerrera se arqueaba sumida en el placer sintiendo mi verga brillante rezumar contra su bajo vientre cuando un ruido nos forzó a detenernos.
-¿has oído eso? -pregunté girando la cabeza en dirección a unos matorrales.
Los nórdicos hablaban todavía, podía escucharlos desde mi posición así que fuere lo que fuere no era el bocazas del héroe ni su amiga.
J. Hook- Licántropo Clase Baja
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