Souvenirs de la Nuit (Naisha)

por **Niklaus Dunkelheit** Miér Ene 17, 2018 10:18 pm

Decidí, darme un paseo por aquel jardín buscando quizás un buen bocadillo, dado que tampoco mi sed era tan austera esa noche. Ya llevaba unas cuántas horas de tiempo carnal, a través del tierno jardín botánico.
Me quedé sentado en una banca mirando a algunos aristócratas pasar, al igual que los de media clase, aunque para mí todos parecian iguales. A su vez, a lo lejos sentí un aroma a sangre traspasando el límite de mis fosas nasales y seguí el rastro...

Entonces me detuve en el paraje de un gran cubo de césped que adornaba los alrededores del jardín y divisé a una muchacha distraída observando la fuente y jugando con sus dedos en el agua dulce...
Quizás a mis ojos parecía una joven muchacha intentando recuperar el sueño a través de las pequeñas olas que formaba con sus finas manos sobre al agua en esa fuente, un gesto tierno nació, pero muy oscuro y escondido tras de mi, y decidí no dejarme llevar...
Nunca le había visto antes, o en otra vida quizás... siendo que recorría este lugar en cada rincón, en cada visita...
Ella andaba a pies descalzos, mientras yo alzaba un poco más la vista para observar su mirada agacha y distraída y poder descifrarla, pero no pude. Era una simple muchacha distraída para mi.

Descansé mi cabeza inclinada, sobre aquella superficie sólida y a la vez suave, del césped en forma de cubo y me crucé de brazos mientras mis ojos desviaban la mirada hacia las estrellas y volvían cada cierto tiempo a mirar a la joven. Veía en ese momento, que la gente que paseaba por el jardín, iba desapareciendo poco a poco sin volver entonces comprendí que a altas horas de la noche no había tanta actividad nocturna en él. -¿Sería el frío que se avecinaba cada vez más en la noche?...¿Cuando se iría ella de allí?... - es lo que me daba curiosidad.

Entonces sentí como la mirada penetrante de la muchacha se encontraba con la mía bajo la oscura y silenciosa noche, donde podía escuchar el agua de la fuente caer y la respiración tranquila de ella. Quizás mi percepción era mucha, pero había una extraña conexión en ella junto con otro ente superior, que sentía presente justamente al observar el movimiento de sus manos jugando con el agua, casi como despreciando el tiempo. -“...Pero qué extraño ser”- pensé.

Me acerqué lentamente hasta a ella y le miré: -¿No tiene frío?- le pregunté sin apartar mi mirada profunda de sus cabellos largos y oscuros, cayendo por sus hombros, resaltados gracias al contraste de la luz de la luna. Su dulce cuello también era visible y fue lo que más disfruté. Era una mujer de otra etnia, de color, mujeres así normalmente son usadas para la esclavitud pero ella parecía rondar libremente por el jardín y eso me impresionó. Quedando frente a ella me incliné en una corta reverencia para saludar.

-Me llamo Niklaus, es un placer... disculpe mi incumbencia, o si la he sobresaltado de alguna forma pero me preguntaba, ¿Por qué usted deambula bajo esta fría noche, cerca de una fuente que no cumple ni un sueño?- reí ligeramente contemplando los exóticos rasgos de la mujer frente a mí. Me causaba demasiada curiosidad, pues su presencia me invitaba a sentir internamente, una conexión que no había experimentado nunca...

por **Naisha Kaapo** Sáb Ene 27, 2018 5:01 am

El día había sido tremendamente largo, llevaba días intentando buscar alguna casa dónde quedarme a vivir, pero el solo hecho de que los dueños vieran mi color de piel, los echaba para atrás automáticamente. Ser una princesa de ébano nunca me había dado problemas en mi pasís, pero aquí... Ser negra y honrada no iba de la mano. Todos pensaban que me había escapado de mi amo, o que simplemente había robado lo suficiente para poder permitirme una casa. Era estúpidamente ridículo, al menos así lo veía yo, claro.

Me senté sobre el borde y acomodé mi Sarí, de todos los que tenía ahora mismo era el que en mejor estaba, y por ello lo usaba para las "entrevistas". Pasé las manos sobre las telas y las alisé. Aquellos tejidos ni siquiera eran originarios de la India, eran... Simples copias, pero que a ojos de otras seguro colaban. Dejé una de mis manos acomodada encima de las piernas, y con la otra empecé a juguetear con el agua, observando atentamente las ondas que se producían al roce de mis dedos.

Todo a mi alrededor estaba tranquilo y en silencio, las parejas que había paseando se alejaban lentamente perdíendose en la oscuridad de la noche. Fue entonces cuando dejé mi cuerpo relajado y solté un suspiro. Seguí sumida en mi silencio, aunque hacía un rato que sentía la presencia de alguien, la cual no creí hostil. Miré nuevamente el agua y sonreí levemente recordando a mi madre, pero con un movimiento de cabeza alejé esos pensamientos antes de que mis ojos se humedecieran. Ahora tenía que ser fuerte, y salir adelante, eso era todo.

- Has tardado más de lo que creía en hablarme.-Respondía a su pregunta, pero aún sin mirarle.- ¿Frío? No la verdad..-Alejé mis dedos del agua y los sequé con delicadeza sobre las telas de mi traje. Fue entonces cuando le miré, ladeando levemente mi cabeza.- Me atrevería a decir que eres... Ligeramente diferente a los demás. Otro en tu lugar hubiera llamado a la guardía, o incluso se hubiera alejado al verme aquí.

Con un movimiento gentil, digno de cualquier dama de alta cuna, me acomodé en mi "asiento" y lo mire directamente a los ojos.- Es todo un placer, señor Niklaus.- Me levanté, quedándome a la "altura" de él.- ¿Acaso existe gente tan ilusa? Pedir deseos a una fuente sería una gran pérdida de tiempo, sin duda.-Tomé la tela y la acomodé sobre mi hombro, cubriéndome.- Simplemente intentaba aclarar mi mente, y este lugar tiene un aura de tranquilidad.-Respondí finalmente.- Me llamo Naisha

por **Niklaus Dunkelheit** Sáb Feb 17, 2018 8:44 pm

Naisha era su nombre y fue uno de esos que al escucharlos te dejaban una sensación adrenalínica en tu interior. Naisha era un nombre exótico, así como lo era ella. Su color no me molestaba en absoluto, la mujer poseía modales y ligeros movimientos que podrían encantar a cualquiera. Suspiré de repente, viendo cómo las personas nos miraban pues, habían algunos rostros que demostraban desconfianza ante mi osadía de entablar una conversación con alguien como ella. Divagué un poco más en mis pensamientos, cuando descubría momento a momento que el ser humano tiene una parte en si mismos, que no acepta lo desconocido. Ella no me parecía desconocida, es más, la sensación interna de conocimiento y curiosidad me invadía tocando las fibras más delegadas de este cadáver.

-Perdone, no quise incomodarla- dije esto porque en realidad, no sabía más que decir. Este palpitar extraño que tomaba dominio en mis sentires ante su presencia, era de lo más curioso en verdad. –Usted se me hace bastante conocida… o tal vez, debería perdonar todos mis disparates. – lancé una leve carcajada riéndome de mi mismo y nuevamente, me sentí un poco más confundido; ¿qué era aquello que me impulsaba a contemplarla como si fuera una especie de obra artística intocable? Había una pureza en esa mujer que me tocó en lo más profundo, con tan solo un intercambio de palabras nimias, la mirada en su rostro me parecía mística y conocida.

Caminé alrededor de la fuente, observando la claridad del agua pues parecía tener un excesivo mantenimiento que la hacía verse un poco más cristalina. Mi rostro se reflejó casi en detalle, un momento mágico al encontrarme conmigo mismo en ese instante. –Bueno aquí no es que haya gran tranquilidad, pero esas parejas al pasar parecieran darte una sensación de esperanza ante la compañía del otro. Quizás, nos hace sentirnos menos solos.– declaré sin titubeos pues la verdad, había una parte de mí que quería creer en ello. – De todas formas, es un placer conocerla señorita Neisha. – dije alzando la vista para encontrarme nuevamente con esa mirada que me traía recuerdos tan profundos, como el alma misma.

-Suponiendo que aún está en busca de su propia tranquilidad, la dejaré entonces. La observaré desde mi rincón nuevamente, quizás así mi presencia no ensucie su ritual de descanso. – dije en un modo de sarcasmo sano y a decir verdad, no quería alejarme. Quería acompañarla, como podría acompañar a cualquier otra persona pero de todas formas esta mujer cambiante era exóticamente exquisita a mi ojos y paladar, pero no quería herirla. Algo me impidió hacerlo en su primer momento.

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