AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Pájaro enjaulado- Privado
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Pájaro enjaulado- Privado
“Cobarde es el que deja de creer en sí mismo. “
El nauseabundo olor apenas la dejaba dormir, rodeada de roedores y humedad, ponía en duda si era su propio olor corporal o algún cadáver que se pudría en algún rincón de aquel navío. Muchos días desde que partió, dejando la jaula de cristal vacía y retomar los pasos hacía un nuevo mundo totalmente desconocido.
Y en la jaula, dejó su antigua yo, mudando la piel como si fuese una serpiente y convertirse en una persona completamente diferente a la que conocieron. El estruendo que ocasionó el impacto del navío a la llegada a puerto, le sobresaltó devolviéndole a la realidad. Acababa de llegar a París, según había oído “la tierra de las oportunidades”, ¿acaso no esperaba eso? Una oportunidad de ser ella misma, dejar de huir y vivir en paz, lejos de sus hermanas pero...libre.
La libertad. Cada letra de esa palabra, la saborearía como plato de comida deliciosa. Sólo de pensarlo, su estómago rugía delatando que se encontraba escondida, tras un enorme barril de alcohol. En cuanto la puerta se abrió, escondió la cabeza, controlando la respiración y esperar a que comenzasen a bajar los bultos del almacén. Aprovecharía el descuido de los mozos para salir como alma que lleva el diablo y perderse por las calles de París.
Un plan perfecto que se vio truncado cuando al asegurarse de que no venía nadie, fue pillada al cruzar la puerta, en la pasarela del barco, sin salida. Miró a un lado y a otro, debía de reaccionar deprisa, lo antes posible de ser pillada. El primer impulso fue lanzarse al agua, siempre fue una excelente nadadora y dudaba que aquellos que gritaban señalando en su dirección, fuesen tras ella. Cuán equivocada estaba, uno de los jóvenes se lanzó al agua para darle caza, la joven intentó nadar más aprisa pero el cansancio, el hambre y el miedo de volver a ser encerrada le pudo más que cualquier otra cosa.
Al llegar a tierra, no miró atrás, corrió calle arriba alejándose de su condena. Dar las primeras bocanadas a la libertad. Una mirada por encima del hombro, un descuido por su parte. Empapada y perdida, sin rumbo... giró en una boca calle, de paso robó una barra de pan, el panadero se unió a aquella persecución. Un imán para los problemas pero ¿importaba lo que ocurriese? No, el hambre la reclamaba, la adrenalina de ser cazada. Una breve sonrisa, pisándole los talones... un impacto contra uno de los transeúntes, la barra de pan por los suelos...ella no llegó a caerse.
Los gritos, el alboroto. Se escondió tras la espalda enorme de aquel gigante, así al menos le pareció, como un muro irrompible, un refugio.
El nauseabundo olor apenas la dejaba dormir, rodeada de roedores y humedad, ponía en duda si era su propio olor corporal o algún cadáver que se pudría en algún rincón de aquel navío. Muchos días desde que partió, dejando la jaula de cristal vacía y retomar los pasos hacía un nuevo mundo totalmente desconocido.
Y en la jaula, dejó su antigua yo, mudando la piel como si fuese una serpiente y convertirse en una persona completamente diferente a la que conocieron. El estruendo que ocasionó el impacto del navío a la llegada a puerto, le sobresaltó devolviéndole a la realidad. Acababa de llegar a París, según había oído “la tierra de las oportunidades”, ¿acaso no esperaba eso? Una oportunidad de ser ella misma, dejar de huir y vivir en paz, lejos de sus hermanas pero...libre.
La libertad. Cada letra de esa palabra, la saborearía como plato de comida deliciosa. Sólo de pensarlo, su estómago rugía delatando que se encontraba escondida, tras un enorme barril de alcohol. En cuanto la puerta se abrió, escondió la cabeza, controlando la respiración y esperar a que comenzasen a bajar los bultos del almacén. Aprovecharía el descuido de los mozos para salir como alma que lleva el diablo y perderse por las calles de París.
Un plan perfecto que se vio truncado cuando al asegurarse de que no venía nadie, fue pillada al cruzar la puerta, en la pasarela del barco, sin salida. Miró a un lado y a otro, debía de reaccionar deprisa, lo antes posible de ser pillada. El primer impulso fue lanzarse al agua, siempre fue una excelente nadadora y dudaba que aquellos que gritaban señalando en su dirección, fuesen tras ella. Cuán equivocada estaba, uno de los jóvenes se lanzó al agua para darle caza, la joven intentó nadar más aprisa pero el cansancio, el hambre y el miedo de volver a ser encerrada le pudo más que cualquier otra cosa.
Al llegar a tierra, no miró atrás, corrió calle arriba alejándose de su condena. Dar las primeras bocanadas a la libertad. Una mirada por encima del hombro, un descuido por su parte. Empapada y perdida, sin rumbo... giró en una boca calle, de paso robó una barra de pan, el panadero se unió a aquella persecución. Un imán para los problemas pero ¿importaba lo que ocurriese? No, el hambre la reclamaba, la adrenalina de ser cazada. Una breve sonrisa, pisándole los talones... un impacto contra uno de los transeúntes, la barra de pan por los suelos...ella no llegó a caerse.
Los gritos, el alboroto. Se escondió tras la espalda enorme de aquel gigante, así al menos le pareció, como un muro irrompible, un refugio.
Elunay- Humano Clase Baja
- Mensajes : 13
Fecha de inscripción : 30/11/2017
Re: Pájaro enjaulado- Privado
Aquella noche era mas fría de lo normal para aquella época del año donde la primavera pronto se abriría paso llenando todo de luz y color. La nieve que hacia tan solo unas semanas cubría casi todo París de un blanco espectacular ya casi había desaparecido más aun una pequeña capa de hielo formada por la humedad y la gélida noche crujía a cada paso de mis botas desquebrajándose bajo mis pies.
La catedral de Notredam anunciaba la hora de mi retirada, había dejado de servir a la señora Cavy por un desencuentro y ahora me hospedaba en el hotel.
Las estrellas aun coronaban el firmamento pronto daría comienzo un nuevo día y junto a él, los seres inmortales y sumidos a la oscuridad quedábamos malditos y relegados a sus refugios eternos.
Una mujer había contratado mi servicio para dar muerte a uno de esos seres de las tinieblas, seguí al tipo de la gabardina hasta allí.
Mis pasos me llevaron al mercado de París, una calle concurrida durante el día pero que a esas horas tan solo era frecuentado por los distintos comerciantes que empezaban a acomodar sus puestos de venta ambulantes. Dotando así a París de esplendorosos colores con sus toldos de tela a cual mas llamativo para atraer la curiosa atención del viandante y como no también sus francos.
Fije mi atención en un pequeño caballo de madera tallado a navaja, que reposaba acompañado de otras obras de arte posiblemente del mismo escultor, sobre uno de las telas que tapaban el stand de madera robusta de un pobre anciano que se afanaba por recolocar todas sus obras de arte.
Sonreí admirándolo y extendí mi mano tomándolo entre mis dedos, aquello evoco a mi infancia, era tan parecido al que mi padre un día tallo para mi ,que no pude evitar sacar unos francos del bolsillo y depositarlos sobre la temblorosa mano del hombre que también muerto de frio agradeció mi gesto y mi dinero.
Continué mi camino tras el espectro, contemplando las distintas prendas y souvenirs que se acababan de colocar en cada puesto con disimulo, así como las piezas de fruta de distintos colores y formas.
Parece que ahora me adentraba en la zona destinada a la alimentación, el olor a pescado fresco que evocaba al mar, con aquel olor a salitre. Puestos de condimentos, con fuerte olor a especies distintas como azafrán, perejil, laurel, olores afrodisíacos de otras culturas.
Carne recien cortada, y comerciantes afilando los cuchillos con maña sobre piedras que los hacían rechinar con un ruido sordo y evocador al mismo tiempo.
El inmortal se introdujo en un callejón oscuro, posiblemente en alguna de las puertas que daba a ese edificio destartalado estaría su lecho, no vería un nuevo anochecer y yo cobraría mi recompensa.
Iba a seguirlo cuando una niñata se estampó contra mi.
-Maldita sea, mira por donde pisas.
La catedral de Notredam anunciaba la hora de mi retirada, había dejado de servir a la señora Cavy por un desencuentro y ahora me hospedaba en el hotel.
Las estrellas aun coronaban el firmamento pronto daría comienzo un nuevo día y junto a él, los seres inmortales y sumidos a la oscuridad quedábamos malditos y relegados a sus refugios eternos.
Una mujer había contratado mi servicio para dar muerte a uno de esos seres de las tinieblas, seguí al tipo de la gabardina hasta allí.
Mis pasos me llevaron al mercado de París, una calle concurrida durante el día pero que a esas horas tan solo era frecuentado por los distintos comerciantes que empezaban a acomodar sus puestos de venta ambulantes. Dotando así a París de esplendorosos colores con sus toldos de tela a cual mas llamativo para atraer la curiosa atención del viandante y como no también sus francos.
Fije mi atención en un pequeño caballo de madera tallado a navaja, que reposaba acompañado de otras obras de arte posiblemente del mismo escultor, sobre uno de las telas que tapaban el stand de madera robusta de un pobre anciano que se afanaba por recolocar todas sus obras de arte.
Sonreí admirándolo y extendí mi mano tomándolo entre mis dedos, aquello evoco a mi infancia, era tan parecido al que mi padre un día tallo para mi ,que no pude evitar sacar unos francos del bolsillo y depositarlos sobre la temblorosa mano del hombre que también muerto de frio agradeció mi gesto y mi dinero.
Continué mi camino tras el espectro, contemplando las distintas prendas y souvenirs que se acababan de colocar en cada puesto con disimulo, así como las piezas de fruta de distintos colores y formas.
Parece que ahora me adentraba en la zona destinada a la alimentación, el olor a pescado fresco que evocaba al mar, con aquel olor a salitre. Puestos de condimentos, con fuerte olor a especies distintas como azafrán, perejil, laurel, olores afrodisíacos de otras culturas.
Carne recien cortada, y comerciantes afilando los cuchillos con maña sobre piedras que los hacían rechinar con un ruido sordo y evocador al mismo tiempo.
El inmortal se introdujo en un callejón oscuro, posiblemente en alguna de las puertas que daba a ese edificio destartalado estaría su lecho, no vería un nuevo anochecer y yo cobraría mi recompensa.
Iba a seguirlo cuando una niñata se estampó contra mi.
-Maldita sea, mira por donde pisas.
Geralt- Humano Clase Baja
- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 11/10/2017
Re: Pájaro enjaulado- Privado
-¡Ahí está!
Los gritos se oyeron hasta el final de la calle, en donde la joven corrió despavorida buscando escondite. No servían los cubos de basura, se encontraban llenos a rebosar, no había sitio para ella. Sin saber dónde ir, resguardarse... se dejó llevar a la carrera por sus pasos sin destino. Los puestos comenzaban a realizar sus últimas ventas, los transeúntes retomaban sus pasos para acelerarlos y llegar pronto a sus hogares.
Un hogar. ¿Acaso recordaba lo que significaba tener uno? Demasiado tiempo alejado de los suyos, las echaba tan en falta... jamas olvidaría como nunca debería volver allá de dónde procede. Su libertad le costó cara, si se podía llamar así. La respiración entrecortada, apenas le dejaba dar un paso más, se detuvo de golpe al chocar violentamente con una mole, un hombre alto y corpulento, de mirada endurecida y por sus palabras, con muy malas pulgas.
El escondite perfecto, el muro de su cuerpo, la mantendría alejada de aquellos que la buscaban...por robar una misera barra de pan, encima estaba más dura que una piedra. Caso omiso a sus palabras, lo importante y como objetivo, buscar dónde esconderse... de esos hombres, del mundo. Cerró los ojos un instante, intentando no perder la conciencia...demasiados días sin comer, apenas beber...todo comenzó a darle vueltas y más vueltas.
Los gritos se oían cada vez más cerca, del impacto y sin querer, sus dedos se enredaron en la ropa del desconocido, temía si lo soltaba... ser juzgada y castigada por esos bárbaros. Se negó a soltarle, tras él, sus dedos se enredaron en la ropa, hundiéndose en la piel... temía ser encontrada, apenas acababa de llegar y saborear apenas un par de minutos de libertad, ese sería siempre su sino...estar condenada a ser de “alguien” y no poder tomar las riendas de su vida como deseaba.
Negó con la cabeza, apoyando la frente en la espalda del hombre, sus manos enredadas en la ropa, terminando por abrazarlo por la cintura como si fuese el único salvavidas encontrado en el camino. No esperaba nada, la barra de pan tiznada ante los pies de su salvavidas. No, no iba a soltarlo..no cuando pudo haber saboreado la libertad, apenas unos segundos.
-¡Señor! Ha robado -su estómago rugía, tenía tanto miedo... pues rendirse no era una opción, eligió su sitio... su punto exacto en la gran y bonita París. Ninguna palabra de sus labios, oculta tras él....
Los gritos se oyeron hasta el final de la calle, en donde la joven corrió despavorida buscando escondite. No servían los cubos de basura, se encontraban llenos a rebosar, no había sitio para ella. Sin saber dónde ir, resguardarse... se dejó llevar a la carrera por sus pasos sin destino. Los puestos comenzaban a realizar sus últimas ventas, los transeúntes retomaban sus pasos para acelerarlos y llegar pronto a sus hogares.
Un hogar. ¿Acaso recordaba lo que significaba tener uno? Demasiado tiempo alejado de los suyos, las echaba tan en falta... jamas olvidaría como nunca debería volver allá de dónde procede. Su libertad le costó cara, si se podía llamar así. La respiración entrecortada, apenas le dejaba dar un paso más, se detuvo de golpe al chocar violentamente con una mole, un hombre alto y corpulento, de mirada endurecida y por sus palabras, con muy malas pulgas.
El escondite perfecto, el muro de su cuerpo, la mantendría alejada de aquellos que la buscaban...por robar una misera barra de pan, encima estaba más dura que una piedra. Caso omiso a sus palabras, lo importante y como objetivo, buscar dónde esconderse... de esos hombres, del mundo. Cerró los ojos un instante, intentando no perder la conciencia...demasiados días sin comer, apenas beber...todo comenzó a darle vueltas y más vueltas.
Los gritos se oían cada vez más cerca, del impacto y sin querer, sus dedos se enredaron en la ropa del desconocido, temía si lo soltaba... ser juzgada y castigada por esos bárbaros. Se negó a soltarle, tras él, sus dedos se enredaron en la ropa, hundiéndose en la piel... temía ser encontrada, apenas acababa de llegar y saborear apenas un par de minutos de libertad, ese sería siempre su sino...estar condenada a ser de “alguien” y no poder tomar las riendas de su vida como deseaba.
Negó con la cabeza, apoyando la frente en la espalda del hombre, sus manos enredadas en la ropa, terminando por abrazarlo por la cintura como si fuese el único salvavidas encontrado en el camino. No esperaba nada, la barra de pan tiznada ante los pies de su salvavidas. No, no iba a soltarlo..no cuando pudo haber saboreado la libertad, apenas unos segundos.
-¡Señor! Ha robado -su estómago rugía, tenía tanto miedo... pues rendirse no era una opción, eligió su sitio... su punto exacto en la gran y bonita París. Ninguna palabra de sus labios, oculta tras él....
Elunay- Humano Clase Baja
- Mensajes : 13
Fecha de inscripción : 30/11/2017
Re: Pájaro enjaulado- Privado
La niña que contra mi había chocado resulto ademas de ser molesta ser una ladronzuela.
-Sabes que por menos bien podrían cortarte una mano -dije bajando la mirada hasta clavarla en sus pardos.
No tardaron en llegar los perseguidores, por una misera de pan se habían dado una carrera considerable, lo que me produjo cierta risa.
No pude evitar que esta se convirtiera en carcajadas, el gordo de nariz aguileña haba perdido el resuello apoyando sus manso en las rodillas, le mas joven pretendía cobrarse la deuda, aunque no sabia francamente bien como.
-Es mi sobrina, esta loca y roba porque al parecer no ha recibido la educación adecuada. Le he dicho mil veces que si roba, que sea queso y otros útiles no una mierda de pan con el que podría abriros la cabeza.
Los dos tipos me miraron con los ojos dilatados, no se si porque francamente pensaron que bien odia cumplir mi amenaza con la barra de pan en la mano o porque con el acero que sobresalía de mi espalda, mas que abrir su cabeza podía cercenar sus miembros y sacarles las tripas hasta dejarlas esparcidas por el suelo.
-Pero somos hombres razonables ¿cierto? -pregunté mirando a ambos que engullían su propia saliva pensando como salir airosos del entuerto -¿que vale el pan?
-Quédeselo señor, ya tiene bastante con una sobrina así, nosotros nos vamos.
Ensanché la sonrisa complacido ¿como lo decían aquí los cristianos? ¡ah si!
-vayan con Dios
Me hubiera reído a carcajadas, porque la verdad ¿para que cojones querían ir con su dios ¿para acabar en una cruz lanceados y con una corona de espinas en la cabeza?
No entendía mucho nada de esa religión, peor mostrar un dios tan débil no era algo muy inteligente si lo que esperabas era dar miedo y no pena.
-Bien mujer, recoge ese pan y sigue tu camino, tengo cosas que hacer.
Entre ellas dar caza a ese vampiro, ahora que la señora Cavey me había despedido, vendería mi espada por París una temporada, al menos hasta que en la próxima luna llena mi barco partiera hacia mis tierras.
-Sabes que por menos bien podrían cortarte una mano -dije bajando la mirada hasta clavarla en sus pardos.
No tardaron en llegar los perseguidores, por una misera de pan se habían dado una carrera considerable, lo que me produjo cierta risa.
No pude evitar que esta se convirtiera en carcajadas, el gordo de nariz aguileña haba perdido el resuello apoyando sus manso en las rodillas, le mas joven pretendía cobrarse la deuda, aunque no sabia francamente bien como.
-Es mi sobrina, esta loca y roba porque al parecer no ha recibido la educación adecuada. Le he dicho mil veces que si roba, que sea queso y otros útiles no una mierda de pan con el que podría abriros la cabeza.
Los dos tipos me miraron con los ojos dilatados, no se si porque francamente pensaron que bien odia cumplir mi amenaza con la barra de pan en la mano o porque con el acero que sobresalía de mi espalda, mas que abrir su cabeza podía cercenar sus miembros y sacarles las tripas hasta dejarlas esparcidas por el suelo.
-Pero somos hombres razonables ¿cierto? -pregunté mirando a ambos que engullían su propia saliva pensando como salir airosos del entuerto -¿que vale el pan?
-Quédeselo señor, ya tiene bastante con una sobrina así, nosotros nos vamos.
Ensanché la sonrisa complacido ¿como lo decían aquí los cristianos? ¡ah si!
-vayan con Dios
Me hubiera reído a carcajadas, porque la verdad ¿para que cojones querían ir con su dios ¿para acabar en una cruz lanceados y con una corona de espinas en la cabeza?
No entendía mucho nada de esa religión, peor mostrar un dios tan débil no era algo muy inteligente si lo que esperabas era dar miedo y no pena.
-Bien mujer, recoge ese pan y sigue tu camino, tengo cosas que hacer.
Entre ellas dar caza a ese vampiro, ahora que la señora Cavey me había despedido, vendería mi espada por París una temporada, al menos hasta que en la próxima luna llena mi barco partiera hacia mis tierras.
Geralt- Humano Clase Baja
- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 11/10/2017
Re: Pájaro enjaulado- Privado
En sus ojos pardos, totalmente vacíos y sin vida, se perdieron en el infinito al desviar la mirada y encontrar refugio en la espalda del desconocido. Ancha y fuerte, como un muro de piedra inquebrantable, incapaz de ser derribado, capaz...de protegerla. ¿Podría alguien aceptar a hacerlo sin pedir nada a cambio? ¿por qué realmente lo hiciese sin más? Nada era gratuito, lo sabía con creces. SI alguien daba algo por ti, tendrías que devolverlo tarde o temprano y en ese instante... ¿Acaso tenía opción? Resguardarse en el hueco de su cuerpo, dejando que sus dedos se aferrasen a la ropa ajena, su última esperanza...
Los hombres reclamaban el pan, los gritos la hicieron encogerse en el sitio, cerrando con fuerza los ojos...esperando el peor castigo de todos. Aún le dolían las manos, callosas por realizar duros trabajos y qué decir de su espalda, aún era incapaz de caminar derecha sin quejarse. El viaje fue duro, su cuerpo delgado mostraba las condiciones con las que acababa de desembarcar como una delincuente en la bonita y elegante París.
Ni siquiera sabía a ciencia cierta dónde se encontraba...pero debía ser Europa. Edificios tan altos como acantilados que dejó atrás en una vida que esperaba no volviese a retomar. El jaleo se disipó pero aún así siguió con los ojos cerrados, si ellos desistieron, aquel hombre no tenía porqué ser diferente y le reclamaría seguro haber dado la cara por ella, salvado la vida.
No abrió los ojos hasta oír el tono más calmado de aquel hombre. Apenas pudo distinguirlo entre la niebla que comenzaba a cubrir la noche parisina. Si esa gente era la más amable que se encontraría... ¿qué se encontraría después? Negó con la cabeza, intentando recuperar la visión perdida y cuando así fue, se quedó mirándole un instante, la pureza de su mirada, el desamparo se vio reflejado en los ojos perdidos de alguien que acababa de perder y dejar todo, sin nada a lo que aferrarse.
Antes de que se marchase, una de sus manos le atrapó por la ropa, tirando de él, siguiendo sus pasos. El pan carecía de sentido si iba a comerlo sola, quizás y seguramente...fuese su última cena. Si él acababa de aceptar aquel “trato” de velar por su bienestar...ella estaba en deuda, no podía irse sin más y dejarlo en el aire, además ¿a dónde iba a ir? Aferrada a él, negándose a soltarle...siguió sus pasos. Estaba claro que ahora ella le pertenecía.
Señaló a si misma con el dedo índice y seguidamente a él, ese era el trato, ahora era de su propiedad, aquel que podría ser su nuevo señor. Aún de rodillas, se abrazó a sus piernas, no dejándole dar un paso más si no era con ella, se aferraba a su única oportunidad, de seguir viva. El pacto de silencio le impedía hablar, hacía tanto que ya ni recordaba su propia voz.
Los hombres reclamaban el pan, los gritos la hicieron encogerse en el sitio, cerrando con fuerza los ojos...esperando el peor castigo de todos. Aún le dolían las manos, callosas por realizar duros trabajos y qué decir de su espalda, aún era incapaz de caminar derecha sin quejarse. El viaje fue duro, su cuerpo delgado mostraba las condiciones con las que acababa de desembarcar como una delincuente en la bonita y elegante París.
Ni siquiera sabía a ciencia cierta dónde se encontraba...pero debía ser Europa. Edificios tan altos como acantilados que dejó atrás en una vida que esperaba no volviese a retomar. El jaleo se disipó pero aún así siguió con los ojos cerrados, si ellos desistieron, aquel hombre no tenía porqué ser diferente y le reclamaría seguro haber dado la cara por ella, salvado la vida.
No abrió los ojos hasta oír el tono más calmado de aquel hombre. Apenas pudo distinguirlo entre la niebla que comenzaba a cubrir la noche parisina. Si esa gente era la más amable que se encontraría... ¿qué se encontraría después? Negó con la cabeza, intentando recuperar la visión perdida y cuando así fue, se quedó mirándole un instante, la pureza de su mirada, el desamparo se vio reflejado en los ojos perdidos de alguien que acababa de perder y dejar todo, sin nada a lo que aferrarse.
Antes de que se marchase, una de sus manos le atrapó por la ropa, tirando de él, siguiendo sus pasos. El pan carecía de sentido si iba a comerlo sola, quizás y seguramente...fuese su última cena. Si él acababa de aceptar aquel “trato” de velar por su bienestar...ella estaba en deuda, no podía irse sin más y dejarlo en el aire, además ¿a dónde iba a ir? Aferrada a él, negándose a soltarle...siguió sus pasos. Estaba claro que ahora ella le pertenecía.
Señaló a si misma con el dedo índice y seguidamente a él, ese era el trato, ahora era de su propiedad, aquel que podría ser su nuevo señor. Aún de rodillas, se abrazó a sus piernas, no dejándole dar un paso más si no era con ella, se aferraba a su única oportunidad, de seguir viva. El pacto de silencio le impedía hablar, hacía tanto que ya ni recordaba su propia voz.
Elunay- Humano Clase Baja
- Mensajes : 13
Fecha de inscripción : 30/11/2017
Re: Pájaro enjaulado- Privado
La jovencita se aferró a mi como si en ello le fuera la vid,a sucia, hambrienta acaba de encontrar en mi el flotador al que anclarse para que madre mar no la engullera.
Yo ya había sido padre antes, no era mi intención volver a serlo y la esclavitud no era algo en lo que creyera, resoplé intentado deshacer mi pierna de su abrazo.
-Mir,a me volveré al norte en breve, así que solo estoy de paso, ofrécete mejor en la casa de algún noble, seguro te dan trabajo en el servicio o siendo joven incluso puedes acabar en la corte acompañando a una de las doncellas para vestirla y esas cosas que hacen las jóvenes vírgenes yo que se, yo no soy una buena compañía -mascullé entre gruñidos.
Era un tipo rudo, lo mio nunca fue explicarme bien, pero esta me ganaba la partida, al menos era silenciosa, muda diría, no me extrañaría que le hubieran cortado la lengua por ladrona.
Al final, visto que mi presa a estas alturas se habría ya escabullido y que no iba a cobrar ni de lejos la recompensa establecida lacé a la niñata por el antebrazo y tiré de ella para ir la motel donde me hospedaba, al menos hoy cenaría y dormiría caliente hasta que decidiera que era lo mejor para hacer con ella.
Llegamos al motel, en recepción pedí me subieran algo de cena, con el menú del día bastaria, eso si, quería una botella de vino, lo necesitaría, la bebida de París comparada con la norteña era francamente mala, pero bueno, supongo que podría conformarme.
Subimos por la escalinata de madera envejecida que bajo nuestros pies crujía y mostraba sus betas mas oscurecidas hasta alcanzar el piso superior y en el, la puerta de mi humilde habitación.
La abrí con un leve rechinar y con la mano le indiqué a la chica que entrara.
Una vez ambos dentro cerré la puerta a mis espaldas.
-¿y si fuera un violador de niñas? -pregunté ladeando la sonrisa -eres demasiado confiada y eso ha de cambiar.
Le indiqué donde estaba la tina mientras yo me acercaba al mueble bar y me servia una copa de whisky acercándome después al ventanal para contemplar la ruidosa ciudad...
Yo ya había sido padre antes, no era mi intención volver a serlo y la esclavitud no era algo en lo que creyera, resoplé intentado deshacer mi pierna de su abrazo.
-Mir,a me volveré al norte en breve, así que solo estoy de paso, ofrécete mejor en la casa de algún noble, seguro te dan trabajo en el servicio o siendo joven incluso puedes acabar en la corte acompañando a una de las doncellas para vestirla y esas cosas que hacen las jóvenes vírgenes yo que se, yo no soy una buena compañía -mascullé entre gruñidos.
Era un tipo rudo, lo mio nunca fue explicarme bien, pero esta me ganaba la partida, al menos era silenciosa, muda diría, no me extrañaría que le hubieran cortado la lengua por ladrona.
Al final, visto que mi presa a estas alturas se habría ya escabullido y que no iba a cobrar ni de lejos la recompensa establecida lacé a la niñata por el antebrazo y tiré de ella para ir la motel donde me hospedaba, al menos hoy cenaría y dormiría caliente hasta que decidiera que era lo mejor para hacer con ella.
Llegamos al motel, en recepción pedí me subieran algo de cena, con el menú del día bastaria, eso si, quería una botella de vino, lo necesitaría, la bebida de París comparada con la norteña era francamente mala, pero bueno, supongo que podría conformarme.
Subimos por la escalinata de madera envejecida que bajo nuestros pies crujía y mostraba sus betas mas oscurecidas hasta alcanzar el piso superior y en el, la puerta de mi humilde habitación.
La abrí con un leve rechinar y con la mano le indiqué a la chica que entrara.
Una vez ambos dentro cerré la puerta a mis espaldas.
-¿y si fuera un violador de niñas? -pregunté ladeando la sonrisa -eres demasiado confiada y eso ha de cambiar.
Le indiqué donde estaba la tina mientras yo me acercaba al mueble bar y me servia una copa de whisky acercándome después al ventanal para contemplar la ruidosa ciudad...
Geralt- Humano Clase Baja
- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 11/10/2017
Re: Pájaro enjaulado- Privado
Los rasgados ojos de la joven, buscaron leer los ajenos, en una mirada intensa, fija y desconfiada pero no asustada. Siguió cada uno de sus pasos, a cierta distancia, no sobrepasando ni un sólo centímetro en todo el trayecto. Todo a su paso era totalmente nuevo pero no desconocido, la miraban del mismo modo que de dónde venía, con intriga y duda, nadie se fiaría de una muchacha que no emite palabra y sólo sabe meterse en líos.
Y los líos le llevaron hasta él, el muro donde refugiarse al menos por esa noche. Tenía hambre, días sin dormir por miedo, si cerraba los ojos perdería la guardia y sería descubierta, acostumbrada a no tener nada, hacer y deshacer al antojo del que fue su dueño pero ya no era de nadie. Podía volver a tomar las riendas de su vida, conseguir esa libertad que le fue arrebatada y ahora parecer un sueño, uno del que tantos había fantaseado.
Bajo la ropa, en el borde de la cinturilla del pantalón, una navaja afilada escondida. Ir por ahí sin protección sería de inconscientes, más cuando acababa de huir de su infierno. Al subir las escaleras, sus ojos se perdieron en la inmensidad de su espalda, un hombre fuerte capaz de ser más que ese muro en el que refugiarse.
Sin mediar palabra, se detuvo en medio de la habitación, clavando sus orbes en la tina. Hacía tanto que no tomaba un baño que podía parecer hasta imposible. Muchos años, tantos que ni recordaba y realmente necesitaba, volver a sentir esa sensación de bienestar. La ropa cayó a sus pies, sucia y rasgad. El índice, bordeó el borde de la tina, entrando despacio, de cara a él y buscarle con la mirada hasta tenerle localizado en la habitación.
Un suspiro de alivio, el sonido de la lluvia impactar contra la ventana de la acogedora habitación, él bebiendo una copa y ella... volviendo a ser la que fue en un pasado. O al menos intentarlo. La navaja compartió el baño, enredada en su mano, la mano libre se extendió, pidiéndole de manera silenciosa que le acompañase, ni una palabra... tampoco hacían falta.
El cabello moreno caía como una cascada en su espalda, la suciedad abandonando cada centímetro de su piel, una joven hermosa y llena de vida, al que debía estar viva, tener aún todos sus miembros en su sitio.
Insistió, llamándole con los dedos, su única manera de comunicarse. No era una simple invitación para que la acompañase, aún tenía mucho por agradecerle. Ella sería quien lo ayudase con el baño, a olvidar, ambos lo necesitaban.
Y los líos le llevaron hasta él, el muro donde refugiarse al menos por esa noche. Tenía hambre, días sin dormir por miedo, si cerraba los ojos perdería la guardia y sería descubierta, acostumbrada a no tener nada, hacer y deshacer al antojo del que fue su dueño pero ya no era de nadie. Podía volver a tomar las riendas de su vida, conseguir esa libertad que le fue arrebatada y ahora parecer un sueño, uno del que tantos había fantaseado.
Bajo la ropa, en el borde de la cinturilla del pantalón, una navaja afilada escondida. Ir por ahí sin protección sería de inconscientes, más cuando acababa de huir de su infierno. Al subir las escaleras, sus ojos se perdieron en la inmensidad de su espalda, un hombre fuerte capaz de ser más que ese muro en el que refugiarse.
Sin mediar palabra, se detuvo en medio de la habitación, clavando sus orbes en la tina. Hacía tanto que no tomaba un baño que podía parecer hasta imposible. Muchos años, tantos que ni recordaba y realmente necesitaba, volver a sentir esa sensación de bienestar. La ropa cayó a sus pies, sucia y rasgad. El índice, bordeó el borde de la tina, entrando despacio, de cara a él y buscarle con la mirada hasta tenerle localizado en la habitación.
Un suspiro de alivio, el sonido de la lluvia impactar contra la ventana de la acogedora habitación, él bebiendo una copa y ella... volviendo a ser la que fue en un pasado. O al menos intentarlo. La navaja compartió el baño, enredada en su mano, la mano libre se extendió, pidiéndole de manera silenciosa que le acompañase, ni una palabra... tampoco hacían falta.
El cabello moreno caía como una cascada en su espalda, la suciedad abandonando cada centímetro de su piel, una joven hermosa y llena de vida, al que debía estar viva, tener aún todos sus miembros en su sitio.
Insistió, llamándole con los dedos, su única manera de comunicarse. No era una simple invitación para que la acompañase, aún tenía mucho por agradecerle. Ella sería quien lo ayudase con el baño, a olvidar, ambos lo necesitaban.
Elunay- Humano Clase Baja
- Mensajes : 13
Fecha de inscripción : 30/11/2017
Re: Pájaro enjaulado- Privado
Miré a la joven que desde el baño y con su diestra apoyada en el borde de la tina me llamaba con la siniestra para que la acompañara en el baño.
Enarque una ceja sin comprender, apenas llegaría a 16 años, no pesaba ponerle un dedo encima, para mi solo era una niña y aunque podía admitir que estaba para abrir, no era su momento al menos no conmigo, podía ser su padre.
Negué con la cabeza llevando el vaso a mis labios para darle un buen trago, vi el desconcierto en la mirada ajena, seguramente mas acostumbrada a que los hombres se aprovecharan de ella que a que no lo hicieran.
Me di la vuelta para acercarme a la lumbre, había dejado la copa en el mueble bar y acuclillado coloque unos cuantos troncos en forma piramidal, un lecho de hojarasca y con la yesca y el pedernal y un poco de aceite de quemar la prendí.
Cuando me giré sus ojos estaban anclados a mi espalda, como si no comprendiera el motivo por el que no acudía a su encuentro.
-Báñate -le dije con cierta rudeza -eres una niña y yo un hombre, no voy a montar a una niña -dije sin mas volviendo a la barra para rellenar nuevamente el vaso.
Camine hacia el sofá que había frente a la lumbre y ahí me dejé caer dejando que las llamas y sus tonos anaranjados lamieran mi piel.
A mis espaldas el chapoteo del agua, seguramente porque la joven se había adentrado en la tina obediente para darse un baño necesitado, en mi armario podría encontrar una camisola, le vendría enorme, por como vestido hasta que lavara sus ropas y pudiéramos ir a comprar nuevas tendría que servirle.
Enarque una ceja sin comprender, apenas llegaría a 16 años, no pesaba ponerle un dedo encima, para mi solo era una niña y aunque podía admitir que estaba para abrir, no era su momento al menos no conmigo, podía ser su padre.
Negué con la cabeza llevando el vaso a mis labios para darle un buen trago, vi el desconcierto en la mirada ajena, seguramente mas acostumbrada a que los hombres se aprovecharan de ella que a que no lo hicieran.
Me di la vuelta para acercarme a la lumbre, había dejado la copa en el mueble bar y acuclillado coloque unos cuantos troncos en forma piramidal, un lecho de hojarasca y con la yesca y el pedernal y un poco de aceite de quemar la prendí.
Cuando me giré sus ojos estaban anclados a mi espalda, como si no comprendiera el motivo por el que no acudía a su encuentro.
-Báñate -le dije con cierta rudeza -eres una niña y yo un hombre, no voy a montar a una niña -dije sin mas volviendo a la barra para rellenar nuevamente el vaso.
Camine hacia el sofá que había frente a la lumbre y ahí me dejé caer dejando que las llamas y sus tonos anaranjados lamieran mi piel.
A mis espaldas el chapoteo del agua, seguramente porque la joven se había adentrado en la tina obediente para darse un baño necesitado, en mi armario podría encontrar una camisola, le vendría enorme, por como vestido hasta que lavara sus ropas y pudiéramos ir a comprar nuevas tendría que servirle.
Geralt- Humano Clase Baja
- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 11/10/2017
Re: Pájaro enjaulado- Privado
Había vivido mucho a tan corta edad, hacer sacrificios por el bienestar de una familia que seguramente no se lo agradecerían nunca y todo por lo pasado y sufrido, nadie se acordó de ella entre aquellas cuatro paredes en las que pasó de ser una niña normal a una esclava. Ese ser le destrozó la vida en varios aspectos, la alejó de su familia a cambio de su propia vida, una que murió nada más entrar en aquel lugar del que logró escapar pero no se sentía libre a pesar de estar lejos de esos muros.
Y como era la costumbre, le invitó al baño para contentarlo, servirle. Algunas cosas no cambiaban, Elunay se había acostumbrado tan sólo a servirle, ser aquella manos pequeñas y frágiles la esponja que enjabonase la piel ajena, regalándole bienestar y tranquilidad, complacer...ese fue su trabajo durante años desde que apenas era una niña ¿nueve años? Ya ni lo recordaba, su infancia se acabó de golpe en cuanto los ojos de ese hombre se cruzaron con los de una feliz niña que jugaba con sus hermanas.
Risas infantiles apagadas, a Elunay nadie iba a devolverle tal cosa pero ¿acaso tenía algo de valor en su vida? Nada, solo ella misma y lo que era nada para muchos, lo era todo para la superviviente. “Báñate”, fue una orden y la acató sin rechistar, sin perderle de vista, ni a él ni a la navaja que dentro de la tina, descansaba muy cerca de su muslo por si tenía que usarla. No se fiaba ni de su propia sombra, menos en alguien que acababa de alegar que podría ser un violador como nombró.
En cuanto el agua y el jabón comenzó a deshacerse de los retos de mugre del bonito cuerpo de la joven, tuvo que detenerse al llegar a sus muñecas. Las cadenas seguían adornando su fina piel, recordándole lo que seguía siendo: una prisionera de su pasado. Salió en busca de su salvador, quedando a su espalda...observándole en silencio, no era como cualquier otro hombre que hubiese conocido antes, se hubiese lucrado de su desgracia y ahora mismo, estaría a su merced de otro modo muy diferente, la cuidaba...y era tan desconocido para ella que no sabía cómo reaccionar ante eso.
Cabello húmedo que pese al haberlo retorcido para dejar sus gotas caer en la tina, dejó el camino mojado hasta que se detuvo. El agradable calor de la lumbre, le invitó a unirse a él tras ponerse la camisola y los pantalones, le quedaban enormes pero no importaba. La primera vez en mucho tiempo que fue tratada como persona. Las cadenas la señalaban, imposibles de quitar con tirones... mucho daño al intentar quitársela incluso a mordiscos.
Extendió los brazos, ante él, descubriendo la vergüenza del hierro que la apresaba, la libertad no se ganaba al huir, sabía que su deuda debía ser pagada. Bajó la mirada un instante, sin saber bien qué hacer, menos que decir, el voto de silencio ya no era necesario. Las heridas de los grilletes, le hicieron herida, no dejaba de sangrar, demasiado fuerte...
-Duele. Por favor, mi señor -sí, para Elunay, él se había convertido en su señor, le pertenecía.
Y como era la costumbre, le invitó al baño para contentarlo, servirle. Algunas cosas no cambiaban, Elunay se había acostumbrado tan sólo a servirle, ser aquella manos pequeñas y frágiles la esponja que enjabonase la piel ajena, regalándole bienestar y tranquilidad, complacer...ese fue su trabajo durante años desde que apenas era una niña ¿nueve años? Ya ni lo recordaba, su infancia se acabó de golpe en cuanto los ojos de ese hombre se cruzaron con los de una feliz niña que jugaba con sus hermanas.
Risas infantiles apagadas, a Elunay nadie iba a devolverle tal cosa pero ¿acaso tenía algo de valor en su vida? Nada, solo ella misma y lo que era nada para muchos, lo era todo para la superviviente. “Báñate”, fue una orden y la acató sin rechistar, sin perderle de vista, ni a él ni a la navaja que dentro de la tina, descansaba muy cerca de su muslo por si tenía que usarla. No se fiaba ni de su propia sombra, menos en alguien que acababa de alegar que podría ser un violador como nombró.
En cuanto el agua y el jabón comenzó a deshacerse de los retos de mugre del bonito cuerpo de la joven, tuvo que detenerse al llegar a sus muñecas. Las cadenas seguían adornando su fina piel, recordándole lo que seguía siendo: una prisionera de su pasado. Salió en busca de su salvador, quedando a su espalda...observándole en silencio, no era como cualquier otro hombre que hubiese conocido antes, se hubiese lucrado de su desgracia y ahora mismo, estaría a su merced de otro modo muy diferente, la cuidaba...y era tan desconocido para ella que no sabía cómo reaccionar ante eso.
Cabello húmedo que pese al haberlo retorcido para dejar sus gotas caer en la tina, dejó el camino mojado hasta que se detuvo. El agradable calor de la lumbre, le invitó a unirse a él tras ponerse la camisola y los pantalones, le quedaban enormes pero no importaba. La primera vez en mucho tiempo que fue tratada como persona. Las cadenas la señalaban, imposibles de quitar con tirones... mucho daño al intentar quitársela incluso a mordiscos.
Extendió los brazos, ante él, descubriendo la vergüenza del hierro que la apresaba, la libertad no se ganaba al huir, sabía que su deuda debía ser pagada. Bajó la mirada un instante, sin saber bien qué hacer, menos que decir, el voto de silencio ya no era necesario. Las heridas de los grilletes, le hicieron herida, no dejaba de sangrar, demasiado fuerte...
-Duele. Por favor, mi señor -sí, para Elunay, él se había convertido en su señor, le pertenecía.
Elunay- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/11/2017
Re: Pájaro enjaulado- Privado
La niña se dio un baño, lo suficiente para que toda la suciedad tiñera el agua dejando su piel limpia y perfumada.
Yo mantenía mi mente ocupada, mi mirada en las llamas que frente a mi crepitaban cuando de nuevo la escuché a mis espaldas llamándome amo. ¿una esclava? No buscaba esclavos, en poco tiempo regresaría al norte o al menos eso es lo que tenia pensado.
-Prepara algo de cena -ordené sin tan siquiera dedicarle la mirada.
Yo estaba hambriento, mis tripas rugían y ella estaba allí para algo mas que darse un baño, mientras estuviera a mi cargo tendría que trabajar duro.
Fue entonces cuando dijo que le dolía, mis ojos se centraron en sus muñecas, sangraban al parecer porque el hierro de las argollas que habían aferrado sus muñecas se le habían clavado en la piel lastimandola.
Me alcé tomando su antebrazo con cuidado para poder ver bien las heridas que llevaba, deslicé mis dedos con cuidado por encima.
-Voy a desinfectarlas, no necesitas puntos, las vendaré y te cicatrizaran sin mas.
Tome la botella que había abre el mueble bar y sobre las heridas deje que el alcohol quedara vertido empapandolas bien.
Ella aulló de dolor mientras yo la miaba fijamente ladeando la sonrisa.
-No te quejes tanto mujer, apenas es un rasguño -bromeé.
Tomé del baño un par de vendas limpias y con ellas envolví sus muñecas para que n ose infectaran.
-Listo – añadí alzando mis pardos hasta sus ojos anegados en lagrimas por el dolor de la cura -ahora ya me puedes hacer la cena dije ladeando la sonrisa.
Preparó un buen potaje, estaba hambriento ,así que empecé a meter la cuchara con gula empujando con el pan la comida y bebiendo cada dos por tres de la jarra.
-Esta muy bueno, al menos así te ganas el pan que comes y me eres útil, come mujer estas en los huesos.
Ella se encargaría de mantener la casa limpia, yo no había pedido una esclava peor ya que la tenia la utilizaría.
-¿Como has llegado a estas tierras? ¿como has escapado? ¿cual es tu nombre? Habla niña
Yo mantenía mi mente ocupada, mi mirada en las llamas que frente a mi crepitaban cuando de nuevo la escuché a mis espaldas llamándome amo. ¿una esclava? No buscaba esclavos, en poco tiempo regresaría al norte o al menos eso es lo que tenia pensado.
-Prepara algo de cena -ordené sin tan siquiera dedicarle la mirada.
Yo estaba hambriento, mis tripas rugían y ella estaba allí para algo mas que darse un baño, mientras estuviera a mi cargo tendría que trabajar duro.
Fue entonces cuando dijo que le dolía, mis ojos se centraron en sus muñecas, sangraban al parecer porque el hierro de las argollas que habían aferrado sus muñecas se le habían clavado en la piel lastimandola.
Me alcé tomando su antebrazo con cuidado para poder ver bien las heridas que llevaba, deslicé mis dedos con cuidado por encima.
-Voy a desinfectarlas, no necesitas puntos, las vendaré y te cicatrizaran sin mas.
Tome la botella que había abre el mueble bar y sobre las heridas deje que el alcohol quedara vertido empapandolas bien.
Ella aulló de dolor mientras yo la miaba fijamente ladeando la sonrisa.
-No te quejes tanto mujer, apenas es un rasguño -bromeé.
Tomé del baño un par de vendas limpias y con ellas envolví sus muñecas para que n ose infectaran.
-Listo – añadí alzando mis pardos hasta sus ojos anegados en lagrimas por el dolor de la cura -ahora ya me puedes hacer la cena dije ladeando la sonrisa.
Preparó un buen potaje, estaba hambriento ,así que empecé a meter la cuchara con gula empujando con el pan la comida y bebiendo cada dos por tres de la jarra.
-Esta muy bueno, al menos así te ganas el pan que comes y me eres útil, come mujer estas en los huesos.
Ella se encargaría de mantener la casa limpia, yo no había pedido una esclava peor ya que la tenia la utilizaría.
-¿Como has llegado a estas tierras? ¿como has escapado? ¿cual es tu nombre? Habla niña
Geralt- Humano Clase Baja
- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 11/10/2017
Re: Pájaro enjaulado- Privado
Unos simples rasguños que contaban parte de su historia, del pasado y presente pues escocía. El cuidado con el que curaba las heridas le extrañó , tan acostumbrada a la presión de los grilletes, la sensación de arrancarle la piel cada vez que tiraban de la cadena, a merced de aquel que seguramente ya hubiese iniciado su búsqueda. Le observó en silencio, inconscientemente él fruncía el ceño e incluso le oyó gruñir por lo bajo, una risa se habría escapado de sus labios en otra ocasión pero el dolor quemaba, las heridas se curarían por última vez...eso esperaba, un deseo imposible. Si él la encontrase, volvería a servirle, terminar siendo quien aquel hombre desease que fuera...era su sino pero ¿por qué no podría cambiarse ? Lejos de dónde procedía, el norte había oído de los labios de su salvador.
-En barco. -no apartó la mirada del plato, comía con ansia y rapidez, mucho tiempo alimentándose de simples migajas y la mayoría de veces, ni eso. Lo justo para mantenerla con vida, con tan poco, la joven parecía feliz y contenta, no hablaba mucho, lo justo pero con él no parecía tan reacia como al principio. La desconfianza a flor de piel, no tenía nada por lo que ¿por qué no arriesgar ? Ya lo hizo al escaparse, al estar sentada frente aquel quien lanzaba preguntas que no sabía responder.
Guardó silencio durante unos segundos, los suficientes para tomar una cucharada del guiso y saborearlo, estaba tan delicioso como recordaba. Antes de hablar, dejó los cubiertos apoyados en el plato y las manos en el borde de la mesa, los dedos marcaron un ritmo no muy acompasado...pensaba las palabras exactas, muy cuidadosa con lo que decía. Temía equivocarse y ser castigada, así había sido su vida hasta ahora.
-Así me llamaba, niña. Y por ser una niña sigo viva -se encogió de hombros, habían acabado, recogió los platos de ambos y los vasos, sin soltarlos , se giró para encontrar su mirada pero antes de hacerlo, bajó la cabeza, las costumbres no se perdían...para ella seguía siendo la esclava que fue hasta hace poco -El nombre no importa, puede llamarme niña si le place. ¿Cómo escapé ? En cuanto tuve la ocasión, busqué en el puerto un barco que partiera esa misma noche...¿me va a devolver ? -hundió las yemas en la cerámica, temiendo por su vida. Volvió en sus pasos, hasta quedar de rodillas ante él, tenía miedo... volver no era una opción, cuanto más lejos, más lo estaría de su captor -Iba al norte ¿no lo dijo ? Lléveme, a dónde sea pero no me devuelva a ese lugar. -
Las marcas de las muñecas no sólo eran sólo rasguños de los grilletes, en varias ocasiones intentó desangrarse ella misma, intentos en vano. Le tomó de las muñecas, aferrándose a su única oportunidad de huir de verdad, rehacer una vida perdida. Era joven pero en esa mirada había tanto sufrimiento, tanto por conocer.
-Elunay-susurró bajito, sin soltarlo. Acababa de desvelarle su condena, él tenía su propia vida en sus manos.
-En barco. -no apartó la mirada del plato, comía con ansia y rapidez, mucho tiempo alimentándose de simples migajas y la mayoría de veces, ni eso. Lo justo para mantenerla con vida, con tan poco, la joven parecía feliz y contenta, no hablaba mucho, lo justo pero con él no parecía tan reacia como al principio. La desconfianza a flor de piel, no tenía nada por lo que ¿por qué no arriesgar ? Ya lo hizo al escaparse, al estar sentada frente aquel quien lanzaba preguntas que no sabía responder.
Guardó silencio durante unos segundos, los suficientes para tomar una cucharada del guiso y saborearlo, estaba tan delicioso como recordaba. Antes de hablar, dejó los cubiertos apoyados en el plato y las manos en el borde de la mesa, los dedos marcaron un ritmo no muy acompasado...pensaba las palabras exactas, muy cuidadosa con lo que decía. Temía equivocarse y ser castigada, así había sido su vida hasta ahora.
-Así me llamaba, niña. Y por ser una niña sigo viva -se encogió de hombros, habían acabado, recogió los platos de ambos y los vasos, sin soltarlos , se giró para encontrar su mirada pero antes de hacerlo, bajó la cabeza, las costumbres no se perdían...para ella seguía siendo la esclava que fue hasta hace poco -El nombre no importa, puede llamarme niña si le place. ¿Cómo escapé ? En cuanto tuve la ocasión, busqué en el puerto un barco que partiera esa misma noche...¿me va a devolver ? -hundió las yemas en la cerámica, temiendo por su vida. Volvió en sus pasos, hasta quedar de rodillas ante él, tenía miedo... volver no era una opción, cuanto más lejos, más lo estaría de su captor -Iba al norte ¿no lo dijo ? Lléveme, a dónde sea pero no me devuelva a ese lugar. -
Las marcas de las muñecas no sólo eran sólo rasguños de los grilletes, en varias ocasiones intentó desangrarse ella misma, intentos en vano. Le tomó de las muñecas, aferrándose a su única oportunidad de huir de verdad, rehacer una vida perdida. Era joven pero en esa mirada había tanto sufrimiento, tanto por conocer.
-Elunay-susurró bajito, sin soltarlo. Acababa de desvelarle su condena, él tenía su propia vida en sus manos.
Elunay- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/11/2017
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