Lux in tenebris ~ Privado

por **Gael Lutz** Miér Feb 14, 2018 6:20 pm

Noche lluviosa, olor a tierra mojada, a hierba, a bosque. Eso es lo que tengo delante, todo cuanto me rodea en esta noche de invierno. Pero sé que no es lo único. El bosque no es un lugar tan tranquilo como aparenta. Esconde demonios en su interior, dispuestos a arrancar cada uno de mis miembros al mínimo descuido. Ni siquiera sopla viento en esta noche hambrienta. Me muevo entre los árboles, atento a cada ruido. Solamente escucho mi propia respiración, mis pasos y el pequeño ulular de las aves nocturnas. Me falta ella. No la veo, no la escucho, pero sé que está cerca. Han pasado varias semanas desde lo ocurrido en el palacio Royal y aún noto el roce de sus labios contra los míos, como si todo hubiera sido un espejismo, algo fruto de mi imaginación, un sueño demasiado real que me ha llevado a la locura. Pero esto es real. Ella es real.

Sigo caminando entre el bosque, metiéndome aún más en su interior. Todo se vuelve más oscuro conforme las copas más altas de los árboles tapan la luz de la luna. Una clara desventaja para simples mortales como nosotros, pero estamos entrenados para pelear hasta en el abismo. ¿Quién dijo miedo? Ni los licántropos, ni los vampiros me infunden tanto terror como su huída. ¿Vendrá a mí esta noche? Las dudas empiezan a asaltarme en la cabeza y hacen que me distraiga y mi pie derecho rompa una rama del suelo. Un leve click, que resuena por todo el bosque. Un error. Aprieto la mandíbula, me quedo quieto en el sitio, con el pie sobre la rama partida y apunto hacía la derecha con la ballesta. Escucho pasos, un movimiento de hojas en la dirección en la que estoy apuntando. ¿Quién vendrá a reunirse conmigo esta noche? ¿Un vampiro? ¿Un lobo? Mi mente solo quiere que se trate de ella. Esta noche, solo puede venir ella... Aunque sé, que no somos los únicos con ganas de matar hoy.

por **Astrid J. Bergès** Mar Feb 20, 2018 4:40 pm

Mis manos no deberían de estar temblando, no cuando avanzo por el bosque a media noche; no cuando sujeto mis armas de caza y la muerte acecha mis pasos. El vaho de mi respiración es el único indicio de que estoy presente, mis pasos son ligeros sobre los restos de nieve embarrada. Pronto acabará el invierno y el vacío dentro de mi ya no tendrá justificación.

Sé que él está aquí esta noche. Lo siento a cada paso y a cada bocanada de aire que doy, mi cuerpo reacciona como polilla a la luz, tan ciega y desesperada que me dejo llevar. Mentiría si dijese que no tengo miedo. Después de lo ocurrido aquella noche todo se siente ajeno, la marca de sus labios aún queman en los míos y el dolor en la garganta aún cicatriza. La muerte por un beso. Gael jamás había sido tan valiente y tan frágil al mismo tiempo. Ha pasado un tiempo considerable desde entonces y aún siento que respiro en aquella habitación, no nos hemos vuelto a ver desde entonces, quizás conscientes de que ambos cruzamos una línea de la que pocos regresan. A la mañana siguiente desaparecí, sólo una taza caliente en su mesilla para su despertar y la promesa no dicha de volver a vernos.

Avanzo despacio, alargando el momento de nuestro encuentro. Gael es como una constelación en el cielo, para mi es fácil de leer el rastro que deja y, casi con anhelo empiezo a pisar donde él ha pisado, zancadas firmes y largas. Fue él quién me enseñó cómo hacerlo. Entonces lo escucho, leve pero real, el crujir de una rama. Mi cuerpo se tensa pero nada ocurre. Es él. Estoy segura. El ojo inexperto habría tenido que mirar dos veces antes de percatarse de su presencia letal, de forma grácil me coloco al otro lado del tronco donde él se encuentra con mi pulso a punto de delatarme.

-Pierdes facultades, cazador.

Apenas un susurro que él escuchará. Tengo las mejillas ardiento, por el frío, quiero creer, mientras mantengo el arco es pocisión baja, siempre alerta.

por **Gael Lutz** Lun Mar 05, 2018 4:47 am

Contengo la respiración conforme los pasos se van acercando más y más. Mi dedo índice se posa delicadamente sobre el gatillo de la ballesta, por si fuera necesario disparar, por si no fuera Jane. Los demás sonidos del bosque dejan de existir para mí. Me concentro en los pasos y en la respiración casi inaudible. El corazón me va veloz dentro del pecho, estoy nervioso, está tardando demasiado en llegar, tanto si es un depredador, como si es ella. Noto como los pasos se paran y por la dirección en la que estoy mirando no ocurre nada. ¿Ha sido una ilusión mía? ¿Estoy perdiendo la cabeza? Pero su voz, en un susurro llega a mis oídos por el otro lado del árbol. Entonces, respiro. Bajo la ballesta un poco y rodeo el árbol, para así, estar cara a cara, frente a ella. Y este echo, me provoca más miedo que estar frente a un Nosferatu. -Quizá la alumna ya haya superado hace mucho al maestro.- Le digo clavando mis ojos en los suyos y sonrío. No se imagina cuánto la he echado de menos estos días. -Te abrazaría, pero me lo reservo para cuando terminemos. ¿Lista? Enséñame como vuelas, pajarito.- Giro sobre mi mismo en un movimiento rápido y comienzo a correr.

Mis pasos no son para nada cautelosos, estoy haciendo demasiado ruido, tanto que los búhos de las copas de los árboles echan el vuelo por encima de nuestras cabezas, si es que Jane me está siguiendo, tampoco voy a girar la cabeza para comprobarlo, pero sé que me seguiría al fin del mundo. Al igual que yo a ella, por muy loco que sea todo esto. Dejo escapar una carcajada en medio de la negrura. ¿Así es como se atraen a los depredadores? No es la mejor manera si no quieres una pelea a muerte, pero... Hoy hemos venido a jugar. Desciendo la velocidad conforme mis pulmones no pueden más e intento recobrar el aliento. -¿Que te gustaría hoy? ¿Lobos o murciélagos? - Humedezco mis labios con la lengua, y comienzo a escuchar que el bosque vive. Y sea lo que sea que vive en él, viene directo a por nosotros.

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