AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Nocte, Frigus Et Tenebris, Semper Fidelis ~ Privado {+18}
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Nocte, Frigus Et Tenebris, Semper Fidelis ~ Privado {+18}
París, mis ojos contemplaron aquella ciudad que se extendía ante mis ojos estando en la cubierta de aquel barco, sin saber por qué estaba en Dublín y sin saber qué era lo que debía de encontrar en aquella ciudad. Poco, o más bien nada, recordaba de quién era, de dónde venía, quién era mi familia… ¿me estaría buscando esta? ¿Sabrían qué me había pasado? Cuando desperté hacía unas semanas en la habitación de aquel hospital no recordaba absolutamente nada, los médicos solo pudieron decirme que me encontraron unos hombres por la mañana, malherida, con un golpe muy fuerte en la cabeza del cual si no me hubieran encontrado habría perdido la vida seguramente. Intentaron hacerme recordar quien era, si sabía o podía recordar lo que me había pasado, quien era mi familia, incluso mi simple nombre… pero no recordaba nada en absoluto. “Noctis”, así me había puesto cuando no pude recordar nada, un nombre en latín que significaba “noche”, porque me sentía identificada con esta; fría y solitaria… pero siempre fiel.
Era como una niebla densa y oscura que se había instalado en mi cabeza y que cuando intentaba hallar algún recuerdo, algo que me hiciera saber quién era, se desvaneciera lentamente sin dejar ningún tipo de pista. En mis ropas no habían encontrado nada significativo que pudiera darme respuesta, tan solo me entregaron un colgante que llevaba al cuello, una medalla cuya inscripción trasera ponía “París”. ¿París? ¿Qué significaría aquello? No lo sabía, no sabía si es que era de allí, o tenía algún familiar allí… no tenía ni sabía nada, la única pista que podía utilizar era aquel medallón que colgaba de mí cuello, un destino al cual debía de ir para saber quién era realmente. Lo único que recordaba antes de que todo fuera oscuridad era que corría libre por el bosque, pero no en forma humana… sino en forma de lobo. Algo que no dije a los médicos porque me tacharan como a una loca y me encerraran… esa era la única imagen clara que tenía antes de perder la consciencia, antes de que la oscuridad me envolviera.
Miré de nuevo el colgante que apresaba entre mis dedos, durante los días que había durado aquel viaje mi naturaleza salió a flote sin poder evitarlo, la loba de nuevo tomó forma en aquel camarote dándome cuenta de que no había sido un sueño aquellas imágenes que recordaba, sino que todo había sido real. En aquel barco pude notar además varias auras diferentes a las de los humanos que habían, algunas brillantes con las que me sentía tranquila y que identifiqué como hechiceros, y otras algo más oscuras haciéndome ver las razas que eran. Además de eso, incluso sin transformarme, cada raza desprendía un olor característico que junto con su aura los delataban, por ejemplo; los vampiros. Estar cerca de uno de ellos hacía que se arrugara mi nariz sin poder evitarlo y los mirara de manera desafiante, como si la loba interna les avisara de que no se acercaran para nada.
Por suerte nada pasó en aquel viaje y ahora, en aquella noche, por fin tomábamos tierra en aquella tierra que desconocía, de la cual no sabía a dónde acudir, en qué lugares buscar… solo tenía un colgante con el nombre de la capital francesa, nada más. ¿Cómo se podía buscar y recuperar unos recuerdos rotos y fragmentados solamente con aquello? Tenía la vaga esperanza de que pasear por sus calles, fundirme con su gente y parecer una parisina más hiciera que poco a poco fuera recuperando la memoria. Los médicos dijeron que quizás con el paso del tiempo esta volviera de nuevo, pero no era algo que pudieran asegurar e incluso al pasar unos días allí sin que nadie fuera a buscarme me aconsejaron que lo mejor era ir a París, que quizás así encontrara de nuevo mis recuerdos perdidos, mi memoria que había quedado fragmentada en pequeños trozos y fragmentos…
Esa noche mis sentidos me pedían con cierta necesidad que fuera hacia el bosque, como si supiera donde podría estar pero que finalmente hallé como si hubiera estado anteriormente, aunque nada me hiciera recordarlo. Tras tantos días sin poder transformarme sentía la necesidad de sentirme libre tras el encierro que había sufrido en el barco y en el camarote, sin poder dejar que esa parte animal que tenía saliera para sentirse libre. La luna brillaba aquella noche especialmente con fuerza, como si me estuviera dando la bienvenida a aquella ciudad, luna llena que iluminaba con su nacarada luz mis pasos, mi sombra, mi pelo oscuro y mis ropajes como si quisiera acompañarme allá a donde fuera. Nada más adentrarme en el bosque la loba tomó forma, una loba de negro pelaje que comenzó a correr por el bosque descargando adrenalina, como si necesitara gastar energías tras aquel encierro que debía de admitir no me había gustado. No me gustó sentirme tan encerrada, tan “atrapada” a un lugar sin poder sentir la libertad que sentía en esos momentos, correr, el viento azotar mi rostro, mis patas pisando con fuerza sintiendo la tierra hundirse bajo mi peso por lo húmeda que estaba… mi visión era perfecta en la oscuridad, todos mis sentidos los tenía más aumentados cuando estaba en esa forma, podía oír que había un arroyo cerca, los animales que cobraban vida por la noche, las ramas crujiendo bajo mi carrea…
Pero no me di cuenta y no lo pude ver realmente cuando ya fue demasiado tarde, pisé en mi carrera sobre lo que debía de ser un cepo, una trampa puesta para cazar animales y presas que al sentir el peso de mi pata esta se cerró, cerniéndose sobre mi piel, las afiladas sierras clavándose en mi pelaje y atravesando la carne. Aullé cuando me sentí presa por el dolor, había sido en una pata trasera y sentía que no podía liberarme. El olor a sangre inundaba todo el lugar y si en esa forma no podía soltarme siendo humana menos podría hacerlo, el acero quemaba incrustado en mi piel mientras la sangre caía, gruñí rabiosa, enfadada por aquello y pensando que como el dueño de aquel cepo se acercara iba a descuartizarlo con mis colmillos. Era luna llena, no me extrañaba que algún cazador lo hubiera puesto para algún licántropo estando en la zona en la que estábamos.
Intenté como pude deshacerme de aquel cepo pero era imposible, cada movimiento era dolor en la zona y me revolvía intentando quitármelo… pero no me iba a dar por vencida, saldría de allí quitándome ese maldito cepo como fuera, y cerca aguardaría la llegada del pobre humano desgraciado que lo puso, acechándolo entre la oscuridad de la noche para convertirlo en mí presa por aquello… no iba a tener piedad alguna contra él y aquella noche sería su fin. Estaba intentando quítame el cepo cuando sentí un aura que se aproximaba al lugar, levante la cabeza mirando en la dirección de donde sentía el aura para darme cuenta del color que tenía, y no solo eso, sino el olor que acompañaba a dicha aura… y gruñí. Mis ojos, oscuros como la misma noche, fijándose en aquel lugar notando que se aproximaba más y más, mi hocico se arrugó ante el olor y mis colmillos ya asomaban en claro aviso de lo que haría si intentaba hacerme algo.
“Mierda, un vampiro” Porque su aura era muy característica, pero era el olor lo que me desagradaba. Cuando lo tuve a la vista gruñí de nuevo, un gruñido que nació desde mi pecho mostrando los afilados colmillos en posición de defensa, pero al mismo tiempo, de ataque. Mi pelo encrespado, “engrifado” denotando que no era ningún juego… porque podría estar herida y desangrándome, pero no iba a dejar que aquel vampiro me tocara, mucho menos sin pelear, y mis colmillos estaban deseando clavarse en la carne de alguien… quizás el vampiro probara lo que era tener el mordisco de una loba.
Era como una niebla densa y oscura que se había instalado en mi cabeza y que cuando intentaba hallar algún recuerdo, algo que me hiciera saber quién era, se desvaneciera lentamente sin dejar ningún tipo de pista. En mis ropas no habían encontrado nada significativo que pudiera darme respuesta, tan solo me entregaron un colgante que llevaba al cuello, una medalla cuya inscripción trasera ponía “París”. ¿París? ¿Qué significaría aquello? No lo sabía, no sabía si es que era de allí, o tenía algún familiar allí… no tenía ni sabía nada, la única pista que podía utilizar era aquel medallón que colgaba de mí cuello, un destino al cual debía de ir para saber quién era realmente. Lo único que recordaba antes de que todo fuera oscuridad era que corría libre por el bosque, pero no en forma humana… sino en forma de lobo. Algo que no dije a los médicos porque me tacharan como a una loca y me encerraran… esa era la única imagen clara que tenía antes de perder la consciencia, antes de que la oscuridad me envolviera.
Miré de nuevo el colgante que apresaba entre mis dedos, durante los días que había durado aquel viaje mi naturaleza salió a flote sin poder evitarlo, la loba de nuevo tomó forma en aquel camarote dándome cuenta de que no había sido un sueño aquellas imágenes que recordaba, sino que todo había sido real. En aquel barco pude notar además varias auras diferentes a las de los humanos que habían, algunas brillantes con las que me sentía tranquila y que identifiqué como hechiceros, y otras algo más oscuras haciéndome ver las razas que eran. Además de eso, incluso sin transformarme, cada raza desprendía un olor característico que junto con su aura los delataban, por ejemplo; los vampiros. Estar cerca de uno de ellos hacía que se arrugara mi nariz sin poder evitarlo y los mirara de manera desafiante, como si la loba interna les avisara de que no se acercaran para nada.
Por suerte nada pasó en aquel viaje y ahora, en aquella noche, por fin tomábamos tierra en aquella tierra que desconocía, de la cual no sabía a dónde acudir, en qué lugares buscar… solo tenía un colgante con el nombre de la capital francesa, nada más. ¿Cómo se podía buscar y recuperar unos recuerdos rotos y fragmentados solamente con aquello? Tenía la vaga esperanza de que pasear por sus calles, fundirme con su gente y parecer una parisina más hiciera que poco a poco fuera recuperando la memoria. Los médicos dijeron que quizás con el paso del tiempo esta volviera de nuevo, pero no era algo que pudieran asegurar e incluso al pasar unos días allí sin que nadie fuera a buscarme me aconsejaron que lo mejor era ir a París, que quizás así encontrara de nuevo mis recuerdos perdidos, mi memoria que había quedado fragmentada en pequeños trozos y fragmentos…
Esa noche mis sentidos me pedían con cierta necesidad que fuera hacia el bosque, como si supiera donde podría estar pero que finalmente hallé como si hubiera estado anteriormente, aunque nada me hiciera recordarlo. Tras tantos días sin poder transformarme sentía la necesidad de sentirme libre tras el encierro que había sufrido en el barco y en el camarote, sin poder dejar que esa parte animal que tenía saliera para sentirse libre. La luna brillaba aquella noche especialmente con fuerza, como si me estuviera dando la bienvenida a aquella ciudad, luna llena que iluminaba con su nacarada luz mis pasos, mi sombra, mi pelo oscuro y mis ropajes como si quisiera acompañarme allá a donde fuera. Nada más adentrarme en el bosque la loba tomó forma, una loba de negro pelaje que comenzó a correr por el bosque descargando adrenalina, como si necesitara gastar energías tras aquel encierro que debía de admitir no me había gustado. No me gustó sentirme tan encerrada, tan “atrapada” a un lugar sin poder sentir la libertad que sentía en esos momentos, correr, el viento azotar mi rostro, mis patas pisando con fuerza sintiendo la tierra hundirse bajo mi peso por lo húmeda que estaba… mi visión era perfecta en la oscuridad, todos mis sentidos los tenía más aumentados cuando estaba en esa forma, podía oír que había un arroyo cerca, los animales que cobraban vida por la noche, las ramas crujiendo bajo mi carrea…
Pero no me di cuenta y no lo pude ver realmente cuando ya fue demasiado tarde, pisé en mi carrera sobre lo que debía de ser un cepo, una trampa puesta para cazar animales y presas que al sentir el peso de mi pata esta se cerró, cerniéndose sobre mi piel, las afiladas sierras clavándose en mi pelaje y atravesando la carne. Aullé cuando me sentí presa por el dolor, había sido en una pata trasera y sentía que no podía liberarme. El olor a sangre inundaba todo el lugar y si en esa forma no podía soltarme siendo humana menos podría hacerlo, el acero quemaba incrustado en mi piel mientras la sangre caía, gruñí rabiosa, enfadada por aquello y pensando que como el dueño de aquel cepo se acercara iba a descuartizarlo con mis colmillos. Era luna llena, no me extrañaba que algún cazador lo hubiera puesto para algún licántropo estando en la zona en la que estábamos.
Intenté como pude deshacerme de aquel cepo pero era imposible, cada movimiento era dolor en la zona y me revolvía intentando quitármelo… pero no me iba a dar por vencida, saldría de allí quitándome ese maldito cepo como fuera, y cerca aguardaría la llegada del pobre humano desgraciado que lo puso, acechándolo entre la oscuridad de la noche para convertirlo en mí presa por aquello… no iba a tener piedad alguna contra él y aquella noche sería su fin. Estaba intentando quítame el cepo cuando sentí un aura que se aproximaba al lugar, levante la cabeza mirando en la dirección de donde sentía el aura para darme cuenta del color que tenía, y no solo eso, sino el olor que acompañaba a dicha aura… y gruñí. Mis ojos, oscuros como la misma noche, fijándose en aquel lugar notando que se aproximaba más y más, mi hocico se arrugó ante el olor y mis colmillos ya asomaban en claro aviso de lo que haría si intentaba hacerme algo.
“Mierda, un vampiro” Porque su aura era muy característica, pero era el olor lo que me desagradaba. Cuando lo tuve a la vista gruñí de nuevo, un gruñido que nació desde mi pecho mostrando los afilados colmillos en posición de defensa, pero al mismo tiempo, de ataque. Mi pelo encrespado, “engrifado” denotando que no era ningún juego… porque podría estar herida y desangrándome, pero no iba a dejar que aquel vampiro me tocara, mucho menos sin pelear, y mis colmillos estaban deseando clavarse en la carne de alguien… quizás el vampiro probara lo que era tener el mordisco de una loba.
Última edición por Noctis el Vie Jul 14, 2017 10:26 am, editado 1 vez
Noctis- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/06/2017
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Nocte, Frigus Et Tenebris, Semper Fidelis ~ Privado {+18}
Eras habían pasado desde la ultima vez que volví a pisar la faz de la tierra, retirado en un bunquer privado había vivido ajeno al paso de los siglos, bien custodiado por mis ghould, perfectamente alimentado por las esclava de sangre, mi vida se limitaba a un agónico aburrimiento, pues eso y no otro fue el trato alcanzado con mis hermanos tras el encierro de Joe por los inquisidores.
Hace apenas unos mese que me había llegado una extraña invitación, uno de los ghoulds postrado ante mi tono me la ofreció, seda negra envolvía una carta con unos gravados teñidos de carmesí, un pasaje apocalíptico, padre caminaba de nuevo entre nosotros y llamar a sus hijos para proclamarlos vencedores sobre todas las razas y el mundo era su promesa, nosotros su legado.
Mi encierro voluntario había terminado.
Con un pequeño séquito de guerreros fieles, pocos para no llamar la atención y poder ser guiado por un mundo distinto al que abandone hace relativamente unos siglos emprendí viaje hacia París, si todo iba según lo trazado, llegaría con una semana de adelanto a lo que era la fiesta en el infierno en conmemoración al rey del averno.
Los días pasaron, apenas me deje ver por la cubierta, me limité al camarote, algún paseo breve por el resto de zonas comunes, aun el ruido de la gente me resultaba molesto, tenia que adaptarme de nuevo a una sociedad que parecía estar en su máximo apogeo.
La sexta noche el barco atracó en puerto, mi séquito cargado con las pertenencias que había traído a París caminó tras de mi abriéndose paso entre la inmundicia humana.
Para mi solo eran ganado, si seguían con vida era porque los Black así se lo habíamos permitido durante siglos.
El hotel mas lujoso de París me acogió como un cliente privilegiado, así me dieron la habitación principal con acceso a otras tantas donde se quedaban mis guerreros y las esclavas que había traído como mi servicio de bufe privado.
Aquella noche quería salir, mis instintos me pedían sangre, cazar, ser lo que durante este tiempo había reprimido ,el mayor depredador de la cadena alimenticia, un vampiro.
Tras una buena cacería en los barrios bajos donde un par de putas cayeron a mis pies como las primeras victimas y con seguridad no las ultimas, decidí dar un paseo por los majestuosos bosques.
Hacia demasiado que no contemplaba la naturaleza en estado puro, siempre me sentí un autentico apasionado de sus leyes, morir o vivir, en eso se basaba todo cuando el depredador y la presa se miraban de frente.
Los aullidos de un lobo acapararon mi atención, parecía estar herido, entre la maleza me abrí paso hasta un claro cercano la rio donde una loba negra peculiar andaba anclada a un cepo que algún cazador había puesto para dar caza a alguna alimaña.
Me mostró sus colmillos, mi sonrisa se ladeo, esa pequeña cambiante pronto entendería quien tenia un mejor mordisco.
Sin pensarlo me acerqué a ella, sus dientes se hundieron salvajes en mi antebrazo, mi mirada fuego se hundió en sus lobunos ojos mientras con las manos abría el cepo dejando libre a aquel ser bello.
No podía nadar, débil, mio, se acababa de convertir en una presa, en mi nuevo capricho.
Mi brazo rodeo su cuello evitando así que sus fauces me alcanzaran por completo, apreté hasta que la deje sin respiración, sentía como desfallecía, como su corazón se colapsaba por la falta de oxigeno, antes de que eso sucediera cayo rendida en mis brazos dejándome sobre estos a una mujer bella, herida y completamente desnuda, pensaba divertirme mucho con esa salvaje hembra.
Horas después su pierna estaba vendada, ella atada con una cadena al cabezal de la cama y esta a su cuello con un collar mágico que adquirí de los chamanes de una vieja tribu y que encadenaría su alma y espíritu a el para no poder ser quitado de ninguno de los modos.
Clavo sus ojos lobunos en mis pardos desafiante, aun parecía no haber entendido su nueva situación.
La observe dese el sofá paciente, con una copa de bourbo en mi mano.
-Buenas noches bella durmiente ¿queréis? -pregunté ladeando la sonrisa y mostrandole el vaso.
Hace apenas unos mese que me había llegado una extraña invitación, uno de los ghoulds postrado ante mi tono me la ofreció, seda negra envolvía una carta con unos gravados teñidos de carmesí, un pasaje apocalíptico, padre caminaba de nuevo entre nosotros y llamar a sus hijos para proclamarlos vencedores sobre todas las razas y el mundo era su promesa, nosotros su legado.
Mi encierro voluntario había terminado.
Con un pequeño séquito de guerreros fieles, pocos para no llamar la atención y poder ser guiado por un mundo distinto al que abandone hace relativamente unos siglos emprendí viaje hacia París, si todo iba según lo trazado, llegaría con una semana de adelanto a lo que era la fiesta en el infierno en conmemoración al rey del averno.
Los días pasaron, apenas me deje ver por la cubierta, me limité al camarote, algún paseo breve por el resto de zonas comunes, aun el ruido de la gente me resultaba molesto, tenia que adaptarme de nuevo a una sociedad que parecía estar en su máximo apogeo.
La sexta noche el barco atracó en puerto, mi séquito cargado con las pertenencias que había traído a París caminó tras de mi abriéndose paso entre la inmundicia humana.
Para mi solo eran ganado, si seguían con vida era porque los Black así se lo habíamos permitido durante siglos.
El hotel mas lujoso de París me acogió como un cliente privilegiado, así me dieron la habitación principal con acceso a otras tantas donde se quedaban mis guerreros y las esclavas que había traído como mi servicio de bufe privado.
Aquella noche quería salir, mis instintos me pedían sangre, cazar, ser lo que durante este tiempo había reprimido ,el mayor depredador de la cadena alimenticia, un vampiro.
Tras una buena cacería en los barrios bajos donde un par de putas cayeron a mis pies como las primeras victimas y con seguridad no las ultimas, decidí dar un paseo por los majestuosos bosques.
Hacia demasiado que no contemplaba la naturaleza en estado puro, siempre me sentí un autentico apasionado de sus leyes, morir o vivir, en eso se basaba todo cuando el depredador y la presa se miraban de frente.
Los aullidos de un lobo acapararon mi atención, parecía estar herido, entre la maleza me abrí paso hasta un claro cercano la rio donde una loba negra peculiar andaba anclada a un cepo que algún cazador había puesto para dar caza a alguna alimaña.
Me mostró sus colmillos, mi sonrisa se ladeo, esa pequeña cambiante pronto entendería quien tenia un mejor mordisco.
Sin pensarlo me acerqué a ella, sus dientes se hundieron salvajes en mi antebrazo, mi mirada fuego se hundió en sus lobunos ojos mientras con las manos abría el cepo dejando libre a aquel ser bello.
No podía nadar, débil, mio, se acababa de convertir en una presa, en mi nuevo capricho.
Mi brazo rodeo su cuello evitando así que sus fauces me alcanzaran por completo, apreté hasta que la deje sin respiración, sentía como desfallecía, como su corazón se colapsaba por la falta de oxigeno, antes de que eso sucediera cayo rendida en mis brazos dejándome sobre estos a una mujer bella, herida y completamente desnuda, pensaba divertirme mucho con esa salvaje hembra.
Horas después su pierna estaba vendada, ella atada con una cadena al cabezal de la cama y esta a su cuello con un collar mágico que adquirí de los chamanes de una vieja tribu y que encadenaría su alma y espíritu a el para no poder ser quitado de ninguno de los modos.
Clavo sus ojos lobunos en mis pardos desafiante, aun parecía no haber entendido su nueva situación.
La observe dese el sofá paciente, con una copa de bourbo en mi mano.
-Buenas noches bella durmiente ¿queréis? -pregunté ladeando la sonrisa y mostrandole el vaso.
Utukki Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 88
Fecha de inscripción : 20/06/2017
Re: Nocte, Frigus Et Tenebris, Semper Fidelis ~ Privado {+18}
Mi pata seguía atrapada en aquel maldito cepo del cual no podía librarme, pero si eso no era poco en aquella primera noche que pasaba en aquella ciudad, mi vista así como mi olfato que se incrementaba en aquella forma cuando me transformaba captó la presencia, un aura que se acercaba hacia donde me encontraba y que pude distinguir por el color de esta así como el olor que venía in mí dirección. Un vampiro. Un jodido vampiro se acercaba hacia donde estaba quizás porque habría oído mi aullido cuando caí presa del cepo, porque dudaba seriamente que un vampiro necesitara de un cepo para cazar. Mi pelo se erizó sobre el lomo mostrando lo enfadada que estaba, que aquello no era ni un juego ni una broma, pero por si fuera poca amenaza o advertencia mis colmillos estaban claros y fijos, brillando bajo la luz de la luna junto con los gruñidos que de mi pecho brotaban, advirtiendo que no iba a consentir que se acercara y mucho menos me tocara.
Unos segundos bastaron para que saliera de entre la maleza quedando a mi vista, haciéndose notorio en cuerpo porque su aura ya la había captado hacía tiempo. Un vampiro que me devolvía la mirada, ojos pardos contra los míos más oscuros mostrándole más los colmillos y gruñéndole en advertencia, con todo el pelo del lomo erizado en clara advertencia. La pata me dolía, estaría presa de aquel cepo pero eso no significaba ni por un solo segundo que iba a dejar que me tocara, o hiciera lo que quisiera conmigo. Su sonrisa se ladeó cuando el gruñido más alto que brotó de mi pecho se escuchó en el lugar, parecía divertirle aquella situación y mis patas se afianzaron en el suelo, sacando mis garras arañando así la superficie. Mis colmillos estaban listos para morder, de hecho es lo que pensaba hacer como se acercara más de la cuenta y estuviera en mi rango.
Se acercó, aquel vampiro se acercó hacia donde estaba y ni siquiera lo pensé, cuando lo tuve a tiro mis fauces se abrieron cerniéndose sobre la carne del vampiro, sentí como mis colmillos atravesaban la piel de su brazo haciendo presa, con fuerza para que no se pudiera soltar como si fuera una presa. Hice presión, sentía la sangre manar de la herida, bajar por mi garganta algunas gotas, caer al suelo, manchar mi hocico de la sangre que inundó con su característico color ferroso el lugar. Como si fuera un animal de presa no solo me centré en morder, sino que también desgarré moviendo mi cabeza de forma rápida hacia los lados haciendo más grande su herida de la que más sangre brotó… no pensaba soltarlo hasta que se apartara, y como no lo hiciera su cuello sería el siguiente lugar donde mordiera, si lo mordía y lo decapitaba podría matarlo… y es lo que pensaba hacer.
En esos momentos en los que lo tenía cogido entre mis fauces sus manos habían ido hacia el cepo y habían liberado mi pata, que quité del lugar pero sin soltarle en ningún momento. Sus ojos, rojos como el mismo fuego del infierno, se clavaron en los míos para gruñirle por enésima vez en la noche, no pensaba agradecerle aquel gesto y esperaba que se alejara en ese mismo momento en cuanto le soltara y se alejara, o su cuello sería el siguiente destino de mis fauces. Se separó un poco y me moví, no podía apoyar la pata y la sangre seguía manando de la herida, lamí el hocico manchado con la sangre del vampiro y no quité mis ojos oscuros de esos del color del fuego en ningún momento. Me sentía débil pero no iba a darle a entender en esos momentos que me sentía de esa forma, pero el vampiro no se alejó del lugar, sino que permaneció cerca como si no le importara que pudiera de nuevo clavar mis colmillos en su piel, y sus brazos rodearon mi cuello comenzando a privarme del aire, de oxígeno. Mis patas pronto se movieron contra él para arañarle, me revolvía para intentar liberarme gruñendo, intentando apresarlo con mis dientes de nuevo pero no podía, tenía más fuerza que yo y pronto sentí que me quedaba sin aire, sin oxígeno… hasta que todo se volvió oscuridad, y caí inconsciente aun sin darme por vencida…
No supe dónde estaba cuando abrí los ojos, un techo fue lo primero que vi y al incorporarme me di cuenta de que estaba de nuevo en mi forma humana, mis ojos bajaron hacia mi pierna donde tenía una venda en el lugar donde el cepo me había apresado, un ruido metálico fue lo que captó mi atención al moverme y al girar mi vista me di cuenta de que tenía una cadena que iba hacia el cabecero de la cama, mi mano subió hacia la cadena solo para darme cuenta de que tenía un collar entorno al cuello, uno que intenté quitarme y que no fui capaz de hacerlo. Gruñí, rabiosa y enfadada por ese hecho sintiéndome como un animal enjaulado, odiaba que me hicieran sentirme de esa manera y por más que intenté quitarlo… no pude hacerlo. Fue entonces cuando una voz captó mi atención, ronca, baja y fría que llevó mis ojos oscuros a posarse de nuevo en el vampiro que me había liberado del cepo.
-Tú –escupí con asco fulminándolo con la mirada, queriendo matarlo en aquel mismo momento por sus palabras, mostraba una sonrisa ladeada de nuevo que quería borrarle del rostro, rasgar su piel para que no pudiera de nuevo volver a sonreír así y entonces sería yo quien sonriera triunfal, ladina. Tiré de nuevo de la cadena y se rió divertido por ello, como si él supiera algo que yo desconocía y que atañía a la cadena, gruñí mirándolo con los ojos fríos como el mismo hielo que contrastaban con sus ojos rojos de fuego. Me importaba poco si estaba desnuda o no, lo que quería era quitarme aquel collar, acercarme al vampiro y descuartizarlo como era debido. Me ofreció una copa de alcohol sentado en aquel sofá sin apartar su mirada de la mía, fruncí el ceño y me levanté de la cama en un movimiento tan rápido que me lancé a por él, pero la cadena no me dejaba llegar tanto como quería y solo pude lanzar el vaso al suelo quitándolo de sus manos, le gruñí intentando llegar pero la cadena no era tan larga como para acercarme todo lo que me gustaría. Siseé por el dolor de la pierna pero no le di mayor importancia, quería llegar hasta él y me frustraba que faltaban unos centímetros para apresarlo entre mis manos. Tiré de nuevo de la cadena con odio, que chocó contra el cabezal de la cama, y me giré para mirar al vampiro, de pie frente a él con el pelo cayendo por mi rostro y mi pecho como una cascada negra, salvaje como yo misma era- Suéltame, rata del infierno, y te prometo que no destrozaré tu sonrisa, ni te arrancaré esa cabeza que tienes sobre tu cuello… solo si me sueltas ahora –mis palabras bajas, frías y oscuras, como yo misma era, como yo misma me sentía- no soy un animal al que debas de tener encadenado, así que suéltame o lo último que sentirás serán mis fauces desgarrando tu cuello, buscándote una muerte lenta y agónica. Y yo me reiré mientras veo cómo tu no vida se acaba... para siempre.
Unos segundos bastaron para que saliera de entre la maleza quedando a mi vista, haciéndose notorio en cuerpo porque su aura ya la había captado hacía tiempo. Un vampiro que me devolvía la mirada, ojos pardos contra los míos más oscuros mostrándole más los colmillos y gruñéndole en advertencia, con todo el pelo del lomo erizado en clara advertencia. La pata me dolía, estaría presa de aquel cepo pero eso no significaba ni por un solo segundo que iba a dejar que me tocara, o hiciera lo que quisiera conmigo. Su sonrisa se ladeó cuando el gruñido más alto que brotó de mi pecho se escuchó en el lugar, parecía divertirle aquella situación y mis patas se afianzaron en el suelo, sacando mis garras arañando así la superficie. Mis colmillos estaban listos para morder, de hecho es lo que pensaba hacer como se acercara más de la cuenta y estuviera en mi rango.
Se acercó, aquel vampiro se acercó hacia donde estaba y ni siquiera lo pensé, cuando lo tuve a tiro mis fauces se abrieron cerniéndose sobre la carne del vampiro, sentí como mis colmillos atravesaban la piel de su brazo haciendo presa, con fuerza para que no se pudiera soltar como si fuera una presa. Hice presión, sentía la sangre manar de la herida, bajar por mi garganta algunas gotas, caer al suelo, manchar mi hocico de la sangre que inundó con su característico color ferroso el lugar. Como si fuera un animal de presa no solo me centré en morder, sino que también desgarré moviendo mi cabeza de forma rápida hacia los lados haciendo más grande su herida de la que más sangre brotó… no pensaba soltarlo hasta que se apartara, y como no lo hiciera su cuello sería el siguiente lugar donde mordiera, si lo mordía y lo decapitaba podría matarlo… y es lo que pensaba hacer.
En esos momentos en los que lo tenía cogido entre mis fauces sus manos habían ido hacia el cepo y habían liberado mi pata, que quité del lugar pero sin soltarle en ningún momento. Sus ojos, rojos como el mismo fuego del infierno, se clavaron en los míos para gruñirle por enésima vez en la noche, no pensaba agradecerle aquel gesto y esperaba que se alejara en ese mismo momento en cuanto le soltara y se alejara, o su cuello sería el siguiente destino de mis fauces. Se separó un poco y me moví, no podía apoyar la pata y la sangre seguía manando de la herida, lamí el hocico manchado con la sangre del vampiro y no quité mis ojos oscuros de esos del color del fuego en ningún momento. Me sentía débil pero no iba a darle a entender en esos momentos que me sentía de esa forma, pero el vampiro no se alejó del lugar, sino que permaneció cerca como si no le importara que pudiera de nuevo clavar mis colmillos en su piel, y sus brazos rodearon mi cuello comenzando a privarme del aire, de oxígeno. Mis patas pronto se movieron contra él para arañarle, me revolvía para intentar liberarme gruñendo, intentando apresarlo con mis dientes de nuevo pero no podía, tenía más fuerza que yo y pronto sentí que me quedaba sin aire, sin oxígeno… hasta que todo se volvió oscuridad, y caí inconsciente aun sin darme por vencida…
No supe dónde estaba cuando abrí los ojos, un techo fue lo primero que vi y al incorporarme me di cuenta de que estaba de nuevo en mi forma humana, mis ojos bajaron hacia mi pierna donde tenía una venda en el lugar donde el cepo me había apresado, un ruido metálico fue lo que captó mi atención al moverme y al girar mi vista me di cuenta de que tenía una cadena que iba hacia el cabecero de la cama, mi mano subió hacia la cadena solo para darme cuenta de que tenía un collar entorno al cuello, uno que intenté quitarme y que no fui capaz de hacerlo. Gruñí, rabiosa y enfadada por ese hecho sintiéndome como un animal enjaulado, odiaba que me hicieran sentirme de esa manera y por más que intenté quitarlo… no pude hacerlo. Fue entonces cuando una voz captó mi atención, ronca, baja y fría que llevó mis ojos oscuros a posarse de nuevo en el vampiro que me había liberado del cepo.
-Tú –escupí con asco fulminándolo con la mirada, queriendo matarlo en aquel mismo momento por sus palabras, mostraba una sonrisa ladeada de nuevo que quería borrarle del rostro, rasgar su piel para que no pudiera de nuevo volver a sonreír así y entonces sería yo quien sonriera triunfal, ladina. Tiré de nuevo de la cadena y se rió divertido por ello, como si él supiera algo que yo desconocía y que atañía a la cadena, gruñí mirándolo con los ojos fríos como el mismo hielo que contrastaban con sus ojos rojos de fuego. Me importaba poco si estaba desnuda o no, lo que quería era quitarme aquel collar, acercarme al vampiro y descuartizarlo como era debido. Me ofreció una copa de alcohol sentado en aquel sofá sin apartar su mirada de la mía, fruncí el ceño y me levanté de la cama en un movimiento tan rápido que me lancé a por él, pero la cadena no me dejaba llegar tanto como quería y solo pude lanzar el vaso al suelo quitándolo de sus manos, le gruñí intentando llegar pero la cadena no era tan larga como para acercarme todo lo que me gustaría. Siseé por el dolor de la pierna pero no le di mayor importancia, quería llegar hasta él y me frustraba que faltaban unos centímetros para apresarlo entre mis manos. Tiré de nuevo de la cadena con odio, que chocó contra el cabezal de la cama, y me giré para mirar al vampiro, de pie frente a él con el pelo cayendo por mi rostro y mi pecho como una cascada negra, salvaje como yo misma era- Suéltame, rata del infierno, y te prometo que no destrozaré tu sonrisa, ni te arrancaré esa cabeza que tienes sobre tu cuello… solo si me sueltas ahora –mis palabras bajas, frías y oscuras, como yo misma era, como yo misma me sentía- no soy un animal al que debas de tener encadenado, así que suéltame o lo último que sentirás serán mis fauces desgarrando tu cuello, buscándote una muerte lenta y agónica. Y yo me reiré mientras veo cómo tu no vida se acaba... para siempre.
Última edición por Noctis el Jue Jun 29, 2017 11:56 am, editado 1 vez
Noctis- Licántropo Clase Alta
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Re: Nocte, Frigus Et Tenebris, Semper Fidelis ~ Privado {+18}
Contemplé como aquella mujer de aspecto salvaje luchaba por quitar el collar de su preciosa garganta, ella no lo sabia, pero eso nunca pasaría a no ser que fueran mis manos las que la liberaran.
Me regocije observando su cuerpo sacudirse, sus brazos tensarse para hacer fuerza en un vano intento de obtener la libertad.
Fue entonces cuando acorto la distancia contra mi cuerpo, de un manotazo tiro el vaso que cordialmente le había ofrecido quedando a escasos centímetros de mi, todo lo que la cadena le permitió a mi presa, pues no daba mas de si
Pelo azabache caía en cascada cubriendo su rostro lobuno, era algo inimaginablemente bello.
Acostumbrado a la obediencia ciega de los míos me fascinaba el derroche de lucha que traía aquella bestia salvaje.
Era lo mas parecido a domar n potro y eso siempre me resulto estimulante.
Escuché sus amenazas, estaba seguro que las cumpliría de poder hacerlo, el problema es que ni la cadena era suficiente larga ni yo un vampiro recién convertido.
Espere a que su lucha terminara antes de lanzarme del sofá, ni por un instante aparté mi vista de ella, pero mi tranquilidad era pasmosa, algo que creo la desesperaba.
-¿Como tienes la herida? -pregunté ignorando su retafila de amenas -vamos a verla -aseguré empujándola del pecho hacia el lecho.
Se resistió, es mas, me mordió en forma humana, algo que me causo un gran placer y mucha diversión -¿has terminado de jugar lobita?
Mis palabras la cabreaban o tal vez era esa ladeada sonrisa que no borre ni por un instante mostrandole lo mucho que el juego me motivaba en este momento.
Traté de desprender la venda, peor no se estaba quieta, así que hice lo que tuve que hacer, le crucé la cara haciéndola caer sobre el lecho.
Sus ojos amarillearon, los míos enrojecieron, ningún animal salvaje es tan necio como para no entender cuando mostrar sumisión ante otro ser infinitamente superior.
-Bien, ahora que parece entras en razón, déjame ver.
Gruñía, pero logre quitar la venda, no estaba curada, le había tocado el hueso y la carne quedaba desprendida en gran parte de su tobillo.
Me acerqué a ella lentamente, gruñía mostrándome los dientes que habían emergido de sus labios, no estaba transformada pero si en el intento.
Sajé mi muñeca y alzándola sin ningún reparo por el cuello lleve mi piel a sus labios.
Empuje hasta que esta quedo entre ellos y aunque se resistió e un principio, finalmente fue ella misma la que se enganchó de mi brazo probando el valiosos y embriagador elixir adictivo.
-Bien pequeña esto te curara -susurré dejándome caer al lecho con su cabeza contra mi pecho mientras seguía presa del carmesí que manaba directamente de mis venas -sentirás euforia, un buen viaje esta a punto de comenzar para ti, la excitación formará parte de cada molécula de tu ser, tus venas abrasaran y el calor de tu vientre solo podre aplacarlo yo...cuando este dispuesto a hacerte ese favor.
Me convertiré en tu dios, no lo sabes aun, pero así sera pequeño animal salvaje.
Cuando creí que había bebido suficiente tire de mi brazo despojándola de este y de mi presencia.
Quedó sobre el lecho ida por completo mientras sus heridas cerraban de forma milagrosa.
Me serví otra copa del mueble bar antes de devolver mi mirada a la loba.
Me regocije observando su cuerpo sacudirse, sus brazos tensarse para hacer fuerza en un vano intento de obtener la libertad.
Fue entonces cuando acorto la distancia contra mi cuerpo, de un manotazo tiro el vaso que cordialmente le había ofrecido quedando a escasos centímetros de mi, todo lo que la cadena le permitió a mi presa, pues no daba mas de si
Pelo azabache caía en cascada cubriendo su rostro lobuno, era algo inimaginablemente bello.
Acostumbrado a la obediencia ciega de los míos me fascinaba el derroche de lucha que traía aquella bestia salvaje.
Era lo mas parecido a domar n potro y eso siempre me resulto estimulante.
Escuché sus amenazas, estaba seguro que las cumpliría de poder hacerlo, el problema es que ni la cadena era suficiente larga ni yo un vampiro recién convertido.
Espere a que su lucha terminara antes de lanzarme del sofá, ni por un instante aparté mi vista de ella, pero mi tranquilidad era pasmosa, algo que creo la desesperaba.
-¿Como tienes la herida? -pregunté ignorando su retafila de amenas -vamos a verla -aseguré empujándola del pecho hacia el lecho.
Se resistió, es mas, me mordió en forma humana, algo que me causo un gran placer y mucha diversión -¿has terminado de jugar lobita?
Mis palabras la cabreaban o tal vez era esa ladeada sonrisa que no borre ni por un instante mostrandole lo mucho que el juego me motivaba en este momento.
Traté de desprender la venda, peor no se estaba quieta, así que hice lo que tuve que hacer, le crucé la cara haciéndola caer sobre el lecho.
Sus ojos amarillearon, los míos enrojecieron, ningún animal salvaje es tan necio como para no entender cuando mostrar sumisión ante otro ser infinitamente superior.
-Bien, ahora que parece entras en razón, déjame ver.
Gruñía, pero logre quitar la venda, no estaba curada, le había tocado el hueso y la carne quedaba desprendida en gran parte de su tobillo.
Me acerqué a ella lentamente, gruñía mostrándome los dientes que habían emergido de sus labios, no estaba transformada pero si en el intento.
Sajé mi muñeca y alzándola sin ningún reparo por el cuello lleve mi piel a sus labios.
Empuje hasta que esta quedo entre ellos y aunque se resistió e un principio, finalmente fue ella misma la que se enganchó de mi brazo probando el valiosos y embriagador elixir adictivo.
-Bien pequeña esto te curara -susurré dejándome caer al lecho con su cabeza contra mi pecho mientras seguía presa del carmesí que manaba directamente de mis venas -sentirás euforia, un buen viaje esta a punto de comenzar para ti, la excitación formará parte de cada molécula de tu ser, tus venas abrasaran y el calor de tu vientre solo podre aplacarlo yo...cuando este dispuesto a hacerte ese favor.
Me convertiré en tu dios, no lo sabes aun, pero así sera pequeño animal salvaje.
Cuando creí que había bebido suficiente tire de mi brazo despojándola de este y de mi presencia.
Quedó sobre el lecho ida por completo mientras sus heridas cerraban de forma milagrosa.
Me serví otra copa del mueble bar antes de devolver mi mirada a la loba.
Utukki Black- Vampiro Clase Alta
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Re: Nocte, Frigus Et Tenebris, Semper Fidelis ~ Privado {+18}
Cínico, insolente, retórico, ladino… así era como el vampiro se mostraba ante mis ojos, ¿alguna cualidad más que definir de él? Ah sí; engreído. Su sonrisa ladeada me desquiciaba a cada segundo que pasaba con sus ojos rojos como el mismo fuego puestos en los míos más oscuros y fríos, no dijo comentario alguno sobre mis palabras permaneciendo callado, observándome, mirándome con una sonrisa que me daban ganas de arrancarle del rostro con el vaso en el suelo que rodaba por el lugar hasta detenerse contra una pared y el contenido derramado en el suelo. Se levantó como si mis amenazas hubieran sido palabras de aliento para él, como si hubieran sido halagos y pasó de ellas, algo que junto con la tranquila pasmosidad que llevaba conseguían enervarme sin siquiera decir palabra alguna. Sabía que tenía un carácter endiablado, que mi mecha era muy muy corta y prendía con facilidad pero aquel vampiro se estaba llegando el récord.
Eso junto con el olor que desprendía, que hacía que arrugara mi nariz asqueándome puesto que no aguantaba aquel hedor que desprendían los vampiros no era una combinación nada agradable, se acercó con lentitud y yo no me moví ni un centímetro desafiándole con la mirada, parada para presentar batalla de ser necesario. Su pregunta fue hacia la herida y como la tenía, y la verdad, ¿a él qué le importaba? Dijo que quería ver la herida y gruñí aun estando en forma human contra él dándole a entender que, ni de coña, iba a dejar que me tocara de nuevo. Su mano, fría como el mismo hielo, se posó en mi pecho y me empujó hacia atrás como si quisiera que fuera hacia la cama… pero encontró una férrea resistencia por mí parte. Me revolví contra él haciendo fuerza para que no me empujara, es más, me atreví sin pensarlo ni siquiera ni la décima parte de un segundo el llevar mi boca a la parte del brazo que tenía más cerca, para hundir mis dientes en su piel marcándola…. No estaría en forma lobuna, pero entendería perfectamente el mensaje.
Pareció que aquello no le enfadó sino que más bien le divirtió porque su sonrisa ladeada se amplió, un leve gruñido brotó desde su pecho y la pregunta totalmente retórica me hizo apretar con más fuerza hasta que de nuevo sentí la sangre bañar mis labios… pero no se detuvo ahí, esa vez en vez de dejarme inconsciente su mano fuerte y rauda fue contra mi rostro, propinándome un guantazo que de la fuerza me hizo caer contra la cama, provocando una risa fría y corta salir de mis labios por aquello. Si hubiera sido cualquier humana quien se hubiera llevado ese guantazo le habría dolido horrores, sin embargo a mí menos porque aguantaba más el dolor que otra humana y que otro cambiante. Me revolví enseguida en la cama y mis ojos brillaron siseándole, no por el dolor, sino por haberse atrevido a pegarme levantando mi rostro quedando sobre mis rodillas y una mano apoyada en la cama.
Cualquier otro se habría rendido ante el vampiro, cualquier otro se habría dejado hacer por él pero sin embargo yo no era como cualquier otro, o cualquier otra… a la mierda que él fuera vampiro, yo podría transformarme en unos segundos en una loba cuyos colmillos podían rasgar su piel y por qué no también destrozar su cuello hasta arrancárselo del cuerpo. Sus ojos rojos fijos en los míos que ahora brillaban más típicos del animal que habitaba en mí, enfrentándolo pese a que él era más fuerte y podía acabar conmigo… ¿miedo? ¿Sumisión? Esas dos palabras no iban conmigo y prefería morir a someterme a alguien… mucho menos a un vampiro. Volvió a pedirme que le dejara ver la herida y su mano aferró la pierna estirándola quedando yo medio recostada en la cama, me revolví sin importarme su amenaza, su superioridad, su fuerza y que sea un vampiro chupasangres… los odiaba, y odiaba más el que uno de ellos me estuviera tocando.
Quitó la venda y aparté la pierna pero su fuerza y la presión que ejercía entorno a mi muslo me hizo imposible de moverlo para que viera cómo estaba. Me dolía esa parte horrores y presentía que la herida sería grave. Se acercó de forma lenta como un depredador acorta la distancias con su presa, gruñí mostrándole de nuevo mis dientes que pronto se convertirían en colmillos porque iba a transformarme, ahora lo tenía cerca y podría aprovechar para hincar los colmillos en su cuello que era donde más daño podría hacerle… pero su mano rápida fue a mi cuello y me alzó sin miramiento alguno, arañé su brazo con mis uñas provocándole heridas viendo que con sus colmillos se hacía una herida en su otra muñeca y… Oh no, no iba a dejar que acercara su sangre si era lo que pretendía. Me llevó con fuerza dejando su muñeca cerca de mi boca de donde notaba la sangre resbalar por mis labios, apretó de tal forma que al final la sangre comenzó a caer por estos bajando por mi garganta.
Las primeras gotas bajando quemando por mi garganta, su olor me repugnaba y con todas mis fuerzas intenté separarlo pero su agarre era firme y ni mis manos arañando su pecho ni mi pie dándole patadas en su cuerpo fue suficiente para separarlo, mirándome de forma fija, con esa sonrisa ladeada y ladina creyéndose superior, odiándolo en todo momento. Las gotas eran como lava líquida que bajaba por mi garganta, veneno puro que rechacé y rehusé de beber pero que finalmente era imposible detener aquel hilillo que se abría paso entre mis labios. Sentí un calor que comenzaba a extenderse por mi cuerpo, una súbita explosión de ardor que recorrió mi cuerpo y que parecía calentar cada molécula de mí cuerpo. ¿Qué narices…? Un jadeo involuntario se escapó de mis labios y una corriente eléctrica recorrió toda mi espina dorsal hasta acabar en mí sexo, mojándolo, tremendamente caliente y excitada que movió mi cadera. Sentía el calor apoderándose de mi cuerpo como si su sangre me provocara ese súbito cambio de temperatura, lo que antes consideraba como que era un veneno acabó siendo lo que me hizo abrir la boca para obtener más de aquello, como si fuera una droga tremendamente adictiva que te enganchaba con tan solo unas pocas gotas. Mi boca se abrió, mis manos dejaron de arañarle, dejé de patalear y aferré su brazo con fuerza meciendo levemente mi cuerpo contra el del vampiro como si estuviera drogada, o borracha y no controlara mis acciones.
Un estallido de plenitud me embargó por dentro y una fuerte corriente me activó como si hubiera estado dormida, como un chute potente de adrenalina. Más poderoso que el opio, mucho más que hacía imposible de describir pero… la sensación era plenitud, sentirme pletórica, cada succión enviaba ondas de calor y placer por todo mi cuerpo al ritmo que las palabras del vampiro parecían sonar lejanas y distantes, a otro ritmo diferente. Acelerada era como me sentía, fuerte, invencible… como si no hubiera nada en el mundo, ni nadie, que pudiera detenerme. El vampiro se recostó contra la cama, mi cabeza contra su pecho aferrada a su brazo como si aquello me diera la vena, mis venas ardiendo por todo el cuerpo, mi sexo palpitaba excitado como nunca antes había sentido, cada célula de mi cuerpo ardía y mi cadera se movía incapaz de mantenerse quieta. Cerré los ojos dejándome embargar perdida en aquellas sensaciones bajo el estado que producía su sangre, me sentía tan necesitada como si fuera un animal en celo, mi sexo palpitaba mojado con necesidad como si el mundo se acabara si no lograba satisfacerme y entonces fue cuando el vampiro se separó, quitó su brazo de mi boca y se alejó de la cama dejándome sola, doliendo su ausencia, cabreada hasta más no poder por sentir y echar en falta esa ausencia.
Me recosté a un lado y abrí mi boca buscando por aire como si me faltara y hubiera sido privado del mismo, todo mi cuerpo ardiendo y pidiéndome por algo que parecía solo él podría dármelo. Un calor se extendía desde mi vientre como un latigazo hacia mi sexo, cerré las piernas con fuerza para intentar aplacarlo pero era imposible… dolía, de la necesidad que sentía incluso hasta dolía. Aferré las sábanas con fuerza y gruñí, como un animal salvaje, como si estuviera enjaulado y no pudiera liberarme… sin dejar de sentir los ojos del vampiro puestos en los míos. Llevé una mano a mi pecho ya sin notar ningún dolor en la herida que tenía en la pierna y alcé mi rostro para mirarlo… cabreada al máximo por sentirme en aquel estado, por no haber luchado, por no poder hacer nada por aplacar la quemazón y el ardor que sentía en el cuerpo… por la necesidad que sentía por él y que me hacía odiarme tanto como lo odiaba a él.
Cogí la almohada para ponerla entre mis piernas y apretar con fuerza en un vano, y estúpido había que añadir, intento de calmar aquello que sentía en esos momentos. Apoyé la frente contra el colchón, cerré los ojos y gruñí por los latigazos salvajes que me recorrían, por la necesidad imperante que me atenazaba en aquellos momentos… provocada por aquel maldito vampiro. Mis ojos subieron a los suyos, divertidos con lo que veía como si fuera su nueva mascota, gruñí de forma tan salvaje y fuerte que pareció sonar con eco en la habitación… en ese breve momento de lucidez que me vino, me alcé para luchar contra lo que sentía aunque mis instintos más salvajes y primarios me pedían una cosa bien distinta. Me puse en pie sobre la cama, me acerqué hacia el cabezal y en aquel estado de éxtasis no me costó arrancar la cadena que estaba atada al cabezal, dejándome más rango de movimiento mientras luchaba por esa necesidad como si dos seres habitaran en mí susurrándome al oído cosas diferentes y la necesidad sexual casi me asfixiaba.
Me giré respirando con rapidez encendida en ese momento y ni siquiera lo dudé cuando me lancé a por el vampiro derribándolo al suelo, ahora parecía que más fuerte, más potente… o eso es lo que su sangre me había provocado. No dudé en coger la misma cadena que él me había tenido atada envolverla en su cuello hasta que tiré de ésta privándolo de aire, claro que no lo mataría pero la sensación de satisfacción no me la quitó nadie en ese momento. Subida sobre él, desnuda, con el collar alrededor de mi cuello imposible de quitar y la cadena rodeando su cuello tirando de forma salvaje sentí que mi cuerpo se dejaba llevar por esa parte animal para comenzar a transformarme en loba.
-Te voy a matar… maldito… vampiro –me costaba hablar por lo que su sangre me había provocado, lo que mis dos mitades no tenían claro era matarle en qué forma: una lenta y agonizante, la otra quería que me follara hasta matarlo de placer. La loba pugnaba por salir y pronto mis garras destrozarían ese rostro, borraría esa sonrisa que odiaba de sus labios y mis colmillos sajarían la carne de su cuello- Vas a ser… mi dios… muerto… -jadeé moviendo mis caderas de forma involuntaria con mi pelo cayendo salvaje hasta que pronto todo mi cuerpo se viera cubierto por ese pelaje oscuro y mis ojos brillaran cuando sintiera su sangre en mis fauces destrozando su cuello.
Eso junto con el olor que desprendía, que hacía que arrugara mi nariz asqueándome puesto que no aguantaba aquel hedor que desprendían los vampiros no era una combinación nada agradable, se acercó con lentitud y yo no me moví ni un centímetro desafiándole con la mirada, parada para presentar batalla de ser necesario. Su pregunta fue hacia la herida y como la tenía, y la verdad, ¿a él qué le importaba? Dijo que quería ver la herida y gruñí aun estando en forma human contra él dándole a entender que, ni de coña, iba a dejar que me tocara de nuevo. Su mano, fría como el mismo hielo, se posó en mi pecho y me empujó hacia atrás como si quisiera que fuera hacia la cama… pero encontró una férrea resistencia por mí parte. Me revolví contra él haciendo fuerza para que no me empujara, es más, me atreví sin pensarlo ni siquiera ni la décima parte de un segundo el llevar mi boca a la parte del brazo que tenía más cerca, para hundir mis dientes en su piel marcándola…. No estaría en forma lobuna, pero entendería perfectamente el mensaje.
Pareció que aquello no le enfadó sino que más bien le divirtió porque su sonrisa ladeada se amplió, un leve gruñido brotó desde su pecho y la pregunta totalmente retórica me hizo apretar con más fuerza hasta que de nuevo sentí la sangre bañar mis labios… pero no se detuvo ahí, esa vez en vez de dejarme inconsciente su mano fuerte y rauda fue contra mi rostro, propinándome un guantazo que de la fuerza me hizo caer contra la cama, provocando una risa fría y corta salir de mis labios por aquello. Si hubiera sido cualquier humana quien se hubiera llevado ese guantazo le habría dolido horrores, sin embargo a mí menos porque aguantaba más el dolor que otra humana y que otro cambiante. Me revolví enseguida en la cama y mis ojos brillaron siseándole, no por el dolor, sino por haberse atrevido a pegarme levantando mi rostro quedando sobre mis rodillas y una mano apoyada en la cama.
Cualquier otro se habría rendido ante el vampiro, cualquier otro se habría dejado hacer por él pero sin embargo yo no era como cualquier otro, o cualquier otra… a la mierda que él fuera vampiro, yo podría transformarme en unos segundos en una loba cuyos colmillos podían rasgar su piel y por qué no también destrozar su cuello hasta arrancárselo del cuerpo. Sus ojos rojos fijos en los míos que ahora brillaban más típicos del animal que habitaba en mí, enfrentándolo pese a que él era más fuerte y podía acabar conmigo… ¿miedo? ¿Sumisión? Esas dos palabras no iban conmigo y prefería morir a someterme a alguien… mucho menos a un vampiro. Volvió a pedirme que le dejara ver la herida y su mano aferró la pierna estirándola quedando yo medio recostada en la cama, me revolví sin importarme su amenaza, su superioridad, su fuerza y que sea un vampiro chupasangres… los odiaba, y odiaba más el que uno de ellos me estuviera tocando.
Quitó la venda y aparté la pierna pero su fuerza y la presión que ejercía entorno a mi muslo me hizo imposible de moverlo para que viera cómo estaba. Me dolía esa parte horrores y presentía que la herida sería grave. Se acercó de forma lenta como un depredador acorta la distancias con su presa, gruñí mostrándole de nuevo mis dientes que pronto se convertirían en colmillos porque iba a transformarme, ahora lo tenía cerca y podría aprovechar para hincar los colmillos en su cuello que era donde más daño podría hacerle… pero su mano rápida fue a mi cuello y me alzó sin miramiento alguno, arañé su brazo con mis uñas provocándole heridas viendo que con sus colmillos se hacía una herida en su otra muñeca y… Oh no, no iba a dejar que acercara su sangre si era lo que pretendía. Me llevó con fuerza dejando su muñeca cerca de mi boca de donde notaba la sangre resbalar por mis labios, apretó de tal forma que al final la sangre comenzó a caer por estos bajando por mi garganta.
Las primeras gotas bajando quemando por mi garganta, su olor me repugnaba y con todas mis fuerzas intenté separarlo pero su agarre era firme y ni mis manos arañando su pecho ni mi pie dándole patadas en su cuerpo fue suficiente para separarlo, mirándome de forma fija, con esa sonrisa ladeada y ladina creyéndose superior, odiándolo en todo momento. Las gotas eran como lava líquida que bajaba por mi garganta, veneno puro que rechacé y rehusé de beber pero que finalmente era imposible detener aquel hilillo que se abría paso entre mis labios. Sentí un calor que comenzaba a extenderse por mi cuerpo, una súbita explosión de ardor que recorrió mi cuerpo y que parecía calentar cada molécula de mí cuerpo. ¿Qué narices…? Un jadeo involuntario se escapó de mis labios y una corriente eléctrica recorrió toda mi espina dorsal hasta acabar en mí sexo, mojándolo, tremendamente caliente y excitada que movió mi cadera. Sentía el calor apoderándose de mi cuerpo como si su sangre me provocara ese súbito cambio de temperatura, lo que antes consideraba como que era un veneno acabó siendo lo que me hizo abrir la boca para obtener más de aquello, como si fuera una droga tremendamente adictiva que te enganchaba con tan solo unas pocas gotas. Mi boca se abrió, mis manos dejaron de arañarle, dejé de patalear y aferré su brazo con fuerza meciendo levemente mi cuerpo contra el del vampiro como si estuviera drogada, o borracha y no controlara mis acciones.
Un estallido de plenitud me embargó por dentro y una fuerte corriente me activó como si hubiera estado dormida, como un chute potente de adrenalina. Más poderoso que el opio, mucho más que hacía imposible de describir pero… la sensación era plenitud, sentirme pletórica, cada succión enviaba ondas de calor y placer por todo mi cuerpo al ritmo que las palabras del vampiro parecían sonar lejanas y distantes, a otro ritmo diferente. Acelerada era como me sentía, fuerte, invencible… como si no hubiera nada en el mundo, ni nadie, que pudiera detenerme. El vampiro se recostó contra la cama, mi cabeza contra su pecho aferrada a su brazo como si aquello me diera la vena, mis venas ardiendo por todo el cuerpo, mi sexo palpitaba excitado como nunca antes había sentido, cada célula de mi cuerpo ardía y mi cadera se movía incapaz de mantenerse quieta. Cerré los ojos dejándome embargar perdida en aquellas sensaciones bajo el estado que producía su sangre, me sentía tan necesitada como si fuera un animal en celo, mi sexo palpitaba mojado con necesidad como si el mundo se acabara si no lograba satisfacerme y entonces fue cuando el vampiro se separó, quitó su brazo de mi boca y se alejó de la cama dejándome sola, doliendo su ausencia, cabreada hasta más no poder por sentir y echar en falta esa ausencia.
Me recosté a un lado y abrí mi boca buscando por aire como si me faltara y hubiera sido privado del mismo, todo mi cuerpo ardiendo y pidiéndome por algo que parecía solo él podría dármelo. Un calor se extendía desde mi vientre como un latigazo hacia mi sexo, cerré las piernas con fuerza para intentar aplacarlo pero era imposible… dolía, de la necesidad que sentía incluso hasta dolía. Aferré las sábanas con fuerza y gruñí, como un animal salvaje, como si estuviera enjaulado y no pudiera liberarme… sin dejar de sentir los ojos del vampiro puestos en los míos. Llevé una mano a mi pecho ya sin notar ningún dolor en la herida que tenía en la pierna y alcé mi rostro para mirarlo… cabreada al máximo por sentirme en aquel estado, por no haber luchado, por no poder hacer nada por aplacar la quemazón y el ardor que sentía en el cuerpo… por la necesidad que sentía por él y que me hacía odiarme tanto como lo odiaba a él.
Cogí la almohada para ponerla entre mis piernas y apretar con fuerza en un vano, y estúpido había que añadir, intento de calmar aquello que sentía en esos momentos. Apoyé la frente contra el colchón, cerré los ojos y gruñí por los latigazos salvajes que me recorrían, por la necesidad imperante que me atenazaba en aquellos momentos… provocada por aquel maldito vampiro. Mis ojos subieron a los suyos, divertidos con lo que veía como si fuera su nueva mascota, gruñí de forma tan salvaje y fuerte que pareció sonar con eco en la habitación… en ese breve momento de lucidez que me vino, me alcé para luchar contra lo que sentía aunque mis instintos más salvajes y primarios me pedían una cosa bien distinta. Me puse en pie sobre la cama, me acerqué hacia el cabezal y en aquel estado de éxtasis no me costó arrancar la cadena que estaba atada al cabezal, dejándome más rango de movimiento mientras luchaba por esa necesidad como si dos seres habitaran en mí susurrándome al oído cosas diferentes y la necesidad sexual casi me asfixiaba.
Me giré respirando con rapidez encendida en ese momento y ni siquiera lo dudé cuando me lancé a por el vampiro derribándolo al suelo, ahora parecía que más fuerte, más potente… o eso es lo que su sangre me había provocado. No dudé en coger la misma cadena que él me había tenido atada envolverla en su cuello hasta que tiré de ésta privándolo de aire, claro que no lo mataría pero la sensación de satisfacción no me la quitó nadie en ese momento. Subida sobre él, desnuda, con el collar alrededor de mi cuello imposible de quitar y la cadena rodeando su cuello tirando de forma salvaje sentí que mi cuerpo se dejaba llevar por esa parte animal para comenzar a transformarme en loba.
-Te voy a matar… maldito… vampiro –me costaba hablar por lo que su sangre me había provocado, lo que mis dos mitades no tenían claro era matarle en qué forma: una lenta y agonizante, la otra quería que me follara hasta matarlo de placer. La loba pugnaba por salir y pronto mis garras destrozarían ese rostro, borraría esa sonrisa que odiaba de sus labios y mis colmillos sajarían la carne de su cuello- Vas a ser… mi dios… muerto… -jadeé moviendo mis caderas de forma involuntaria con mi pelo cayendo salvaje hasta que pronto todo mi cuerpo se viera cubierto por ese pelaje oscuro y mis ojos brillaran cuando sintiera su sangre en mis fauces destrozando su cuello.
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Re: Nocte, Frigus Et Tenebris, Semper Fidelis ~ Privado {+18}
Llevo la copa a mis labios, contemplo a la loba sacudirse en el lecho, se arquea, puedo notar el calor que desprende su cuerpo el rojo que desprende su aura y como sus labios se entreabren emitiendo roncos jadeos.
Un sorbo mientras la observo, ella aun no lo sabe, pero la deseo, la doblegaré, me convertiré en todo cuanto ansié tener.
Ladeó la cabeza como el depredador que soy, observo con excitado como se mete la almohada entre las piernas tratando de aplacar el calor que siente entre sus piernas.
Me relamo, mis ojos no se apartan de su cuerpo, gruñía, verla luchar contra lo que corría por sus venas me gustaba, contra mas se esforzara por resistirse, mas excitante seria.
Lo que no esperé es que se alzara, que tirara de las cadenas como la salvaje que era y arrancando parte del cabezal gracias a la fuerza que había adquirido al beber de mi se lanzo contra mi cuerpo derribandome al suelo.
Las cadenas las enredó en mi cuello, mirada lobuna, oscurecida, el pelo caía negro en cascada a ambos lados de nuestro rostro.
“Te voy a matar”
Ladeé la sonrisa, no necesitaba el aire del que me privaban las cadenas y mi cuerpo gélido era la evidencia de que su promesa no podría cumplirla.
-Ya estoy muerto lobita -puntualicé entreabriendo los labios al sentir como sus caderas se movían salvajes contra mi alzada entrepierna.
Follármela era algo que me apetecía, pero yo a diferencia de ella si era capaz de controlar mis instintos, este no era el momento, iba a aprender que las cosas funcionaban a mi modo.
Bebería cuando yo se lo permitiera, me abriría las piernas solo cuando mi hombría rugiera por poseerla y el resto del tiempo asentiría a cada una de mis peticiones porque de no hacerlo su castigo seria muy violento.
Me relamí al sentir su aliento calcinar mi boca, su dios muerto, me gustaba ese nombre, muy apropiado ciertamente.
-Bájate de encima de mi y vuelve al lecho -le ordené.
Sus gruñidos se sucedieron, cercana la trasformación, caía un manto de pelo negro que empezaba a cubrir sus brazos, los colmillos crecían castañeteando frente a mi mirada.
No iba a repetir dos veces lo mismo, se me obedecía a la primera.
Con mi poder mental empecé a infligirle un terrible dolor, comprobé con gran placer y sorpresa a la vez, que aun así, se resistía, seguía gruñendo mientras llevaba sus manso a sus sienes y cortaba así su trasformación.
Ladeé la sonrisa ejerciendo mas presión en el interior de su mente, tan fuerte que a cualquier otro le hubiera reventado la cabeza.
Aulló de dolor, su cuerpo cedió cayendo de encima mio, retorciéndose en el suelo, arrañandose el pelo, las sienes para que ese infernal dolor saliera de su cabeza. El animal salvaje se retorcía frente a mis ojos.
-Te he dicho que subas a la cama -ordené nuevamente sin ceder ni por un segundo la presión.
Gateó gruñendo, aullando hasta que el lecho se convirtió en su cueva, allí el dolor ceso.
Alzó su cabeza desafiante, ojos ámbar que se vislumbraban entre los mechones de cuervo que se perdieron en mis rojos.
Sacudí las mangas del traje, odiaba ir sucio y con la caída se me había manchado ligeramente.
La guerra había explotado ante nosotros y pensaba dejarle claro que obedecer era todo cuanto podía hacer, su única opción si no quería que el dolor la doblegara una y otra vez.
Tuve un gran maestro, yo de ella no retaría al demonio del averno.
Un sorbo mientras la observo, ella aun no lo sabe, pero la deseo, la doblegaré, me convertiré en todo cuanto ansié tener.
Ladeó la cabeza como el depredador que soy, observo con excitado como se mete la almohada entre las piernas tratando de aplacar el calor que siente entre sus piernas.
Me relamo, mis ojos no se apartan de su cuerpo, gruñía, verla luchar contra lo que corría por sus venas me gustaba, contra mas se esforzara por resistirse, mas excitante seria.
Lo que no esperé es que se alzara, que tirara de las cadenas como la salvaje que era y arrancando parte del cabezal gracias a la fuerza que había adquirido al beber de mi se lanzo contra mi cuerpo derribandome al suelo.
Las cadenas las enredó en mi cuello, mirada lobuna, oscurecida, el pelo caía negro en cascada a ambos lados de nuestro rostro.
“Te voy a matar”
Ladeé la sonrisa, no necesitaba el aire del que me privaban las cadenas y mi cuerpo gélido era la evidencia de que su promesa no podría cumplirla.
-Ya estoy muerto lobita -puntualicé entreabriendo los labios al sentir como sus caderas se movían salvajes contra mi alzada entrepierna.
Follármela era algo que me apetecía, pero yo a diferencia de ella si era capaz de controlar mis instintos, este no era el momento, iba a aprender que las cosas funcionaban a mi modo.
Bebería cuando yo se lo permitiera, me abriría las piernas solo cuando mi hombría rugiera por poseerla y el resto del tiempo asentiría a cada una de mis peticiones porque de no hacerlo su castigo seria muy violento.
Me relamí al sentir su aliento calcinar mi boca, su dios muerto, me gustaba ese nombre, muy apropiado ciertamente.
-Bájate de encima de mi y vuelve al lecho -le ordené.
Sus gruñidos se sucedieron, cercana la trasformación, caía un manto de pelo negro que empezaba a cubrir sus brazos, los colmillos crecían castañeteando frente a mi mirada.
No iba a repetir dos veces lo mismo, se me obedecía a la primera.
Con mi poder mental empecé a infligirle un terrible dolor, comprobé con gran placer y sorpresa a la vez, que aun así, se resistía, seguía gruñendo mientras llevaba sus manso a sus sienes y cortaba así su trasformación.
Ladeé la sonrisa ejerciendo mas presión en el interior de su mente, tan fuerte que a cualquier otro le hubiera reventado la cabeza.
Aulló de dolor, su cuerpo cedió cayendo de encima mio, retorciéndose en el suelo, arrañandose el pelo, las sienes para que ese infernal dolor saliera de su cabeza. El animal salvaje se retorcía frente a mis ojos.
-Te he dicho que subas a la cama -ordené nuevamente sin ceder ni por un segundo la presión.
Gateó gruñendo, aullando hasta que el lecho se convirtió en su cueva, allí el dolor ceso.
Alzó su cabeza desafiante, ojos ámbar que se vislumbraban entre los mechones de cuervo que se perdieron en mis rojos.
Sacudí las mangas del traje, odiaba ir sucio y con la caída se me había manchado ligeramente.
La guerra había explotado ante nosotros y pensaba dejarle claro que obedecer era todo cuanto podía hacer, su única opción si no quería que el dolor la doblegara una y otra vez.
Tuve un gran maestro, yo de ella no retaría al demonio del averno.
Utukki Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/06/2017
Re: Nocte, Frigus Et Tenebris, Semper Fidelis ~ Privado {+18}
Me había liberado de la cadena que me ataba a la cama aunque no del collar que todavía seguía en mí cuello, por alguna extraña razón que desconocía no podía quitarlo, era imposible por mucho que tirara y que hiciera fuerza así que lo dejé estar para ahora que estaba libre lanzarme sobre el vampiro quien no se esperó que me lanzara sobre él, enredando la cadena en su cuello con fuerza pudiendo sentir como esta se cernía apretándose entorno a su cuello. No era tonta, sabía que la cadena no le privaría del aire y de la vida como tanto me gustaría que sucediera, pero la satisfacción que me produjo con ese pequeño detalle fue suficiente como para que soltara un jadeo. Mi cuerpo seguía ardiendo como si quemara con cada respiración que daba, cada exhalación de aire, mis caderas se movían de forma involuntaria y de alguna forma parecía que dos mitades luchaban en mi interior con un mismo objetivo aunque de diferente forma: una quería matarlo de forma lenta, hundiendo mis colmillos en su cuello y desgarrarlo hasta la decapitación, la otra quería que me hiciera suya para aplacar la necesidad y el calor que se extendía por todo mi vientre y que moría en mi sexo, húmedo, caliente, necesitado.
Sus palabras confirmando que ya estaba muerto me hizo gruñir más todavía mostrándole los dientes aun en mi forma humana, pero pronto comenzaría a transformarme y en esa distancia poco me bastaría para arrancarle la cabeza del cuerpo y borrar así la sonrisa que me desquiciaba. Me ordenó que me bajara de él y fuera de nuevo a la cama, y eso me hizo morder su hombro con fuerza aun sobre la tela dejando la marca de mis dientes como recuerdo, ¿quería que obedeciera? Se había topado con la mujer equivocada, no era ningún animal para mandarle órdenes, no me sometía ante nada y ante nadie y mucho menos lo haría de un vampiro como lo era él. Eso jamás iba a pasar. Notaba que la transformación llegaba, en cuestión de apenas quizás veinte o quizás treinta segundos estaría en forma de loba sobre él… salvo que no preví aquello que pasó a continuación.
Un leve dolor de cabeza se instaló de golpe saliendo de la nada, apreté la mandíbula pero no le di mayor importancia… era algo que podía soportar en esos momentos. Su sonrisa se ladeó como si supiera qué era lo que estaba pasando y sin apartar sus ojos rojos de los míos sentí de pronto aquel dolor aumentar de forma súbita en mi cabeza. Dolía, quemaba, me hizo lanzar un siseo por el dolor y de esa forma me era imposible transformarme, me era difícil cuando lo único en lo que podía pensar era en que parara, presionaba mis sienes, dolía horrores, era como si me estuvieran retorciendo desde dentro y no pudiera hacer nada para pararlo. Caí de encima del vampiro al suelo y llevé mis manos para intentar hacer algo, mis manos fueron a mi cabeza para cogerla y apretarla mientras me revolvía por el dolor, con los dientes apretados sin querer darle muestra de lo que dolía… algo me decía que él solamente tenía la culpa de aquello y sabía perfectamente lo que me estaba haciendo, así que no iba a hacer que se regocijase de mi dolor.
Volvió a ordenarme que subiera a la cama mientras no me dejaba de presionar con aquel poder que el vampiro tenía, que me retorcía la cabeza por dentro, como si también quemara… era una sensación demasiado dolorosa y desagradable como para poder describirla, pero sentía que la presión cedería en mi cabeza y esta podría estallar por ello. Dolía, dolía demasiado y era incapaz de aguantar aquel terrible dolor incluso con la resistencia que tenía a este, pero no sabía que estaba haciendo el vampiro que me olvidé de toda sensación de excitación que corría por mí cuerpo, como si la eliminara de un plumazo y ahora solo pudiera sentir aquel dolor que me atenazaba, que me dejaba revolviéndome por el suelo intentando pararlo, presionando mi cabeza con mis manos en un vano intento de que funcionara.
Quería hacerme obedecer mediante aquel infernal dolor, que fuera hacia la cama como si fuera un animal dócil y obediente al que nada más abrir la boca ya cedía a sus peticiones… no iba a hacerlo, o no lo haría de no ser porque sentía que me iba a estallar la cabeza y no podía más con aquel dolor que me producía. Gateé gruñendo, cada paso era un dolor terrible y finalmente alcancé la cama subiéndome en ella quedando tumbada de lado, me encogí subiendo mis rodillas pegándolas a mi pecho y me abracé en aquella posición hasta que finalmente igual que había venido… cesó. El dolor desapareció y yo respiré de forma brusca sintiendo el alivio que aquello me había proporcionado mientras me recuperaba. En un momento había sentido la tremenda excitación placentera de mi cuerpo para pasar, de golpe y porrazo, a un tremendo dolor que me recorrió entera aunque se centró más en mi cabeza.
Levanté mi vista para verlo de pie arreglándose las mangas de la camisa, mis ojos ámbar brillaban con intensidad mientras recuperaba y normalizaba mi respiración. Sus ojos rojos estaban fijos en los míos de nuevo y le gruñí, sin dejar de ceder por lo que me había hecho, era un animal salvaje y jamás me doblegaría ante él… no importaba las veces que me infligiera aquel terrible dolor… lucharía y lucharía mientras siguiera con vida, porque así era yo, porque así estaba en mi naturaleza ser y si el vampiro quería guerra… guerra tendría. Me miró como si quisiera decirme que debía de obedecer a lo que me dijera mientras se acercaba de nuevo y quitaba la cadena de su cuello dejándola sobre la cama, yo me senté mirándolo con mi pelo cayendo salvaje por mi rostro, parte de mi pecho y de mi espalda y lo miré desafiándolo dándole a entender que no le tenía miedo.
-Prometo que te mataré, vampiro… acabaré con tú existencia y lo último que verás será mi sonrisa antes de arrancarte la cabeza –o porque no, si conseguía una estaca la clavaría en su corazón y mientras él se moría yo me reiría observándolo, era una bonita imagen que quería ver echa realidad. A él parecía divertirle todo aquello como si de alguna forma supiera que no iba a lograrlo, pero no me conocía en absoluto y los lobos seguían mordiendo incluso cuando se les arrancaba la cabeza… que tuviera cuidado, porque sería vampiro, pero podía morir como todos. Se acercó más a mí de nuevo de forma imponente como si quisiera hacerme saber que él mandaba, que él era quien ordenaba y yo debía de obedecer como si fuera su perra fiel… cuán equivocado estaba el vampiro. Se acercó quedando frente a mí pero de pie y yo me elevé quedando de rodillas en la cama dándole a entender que no le temía, desnuda como estaba, a lo que pudiera hacerme.
Clavé mis ojos en los suyos midiendo cuál podría ser el siguiente movimiento alzando la mirada porque era algo más alto que yo notando mi pelo acariciar mi espalda y uno de mis pechos. De un movimiento rápido mi mano se elevó para coger la camisa que llevaba puesta, y de un tirón brusco lo tumbé sobre la cama para subirme sobre él, mis manos apresaron sus muñecas y las dejé contra el colchón a cada lado de su rostro. Mi pelo caía sobre ambos y mi rostro lo contempló a esa distancia notando la barba de un par de días que tenía, sus ojos fríos y penetrantes y sus labios ligeramente entreabiertos por el movimiento de mi cadera que rozaba ambos sexos, notando lo excitado que estaba.
-Dime vampiro, ¿qué quieres de mí? –Mi aliento cálido rozaba sus labios pero no hice movimiento alguno por restar la distancia- ¿Follarme? ¿Jugar conmigo? ¿Tú mascota, quizá? –Gruñí por ello apretando con fuerza el agarre de sus muñecas mirándolo de forma fría a esos ojos rojos que me analizaban- ¿tú miserable existencia estaba vacía y carente de emociones que necesitabas de una loba salvaje para darle emoción? Pues te has equivocado de loba, vampiro –solté una de sus muñecas descendiendo por su brazo y por su pecho de forma lenta, solté la otra y llevé la mano a su pelo para tirar su cabeza hacia atrás dejando tenso su cuello- seguro que estás acostumbrado a que te sirvan fielmente, ¿verdad? Casi puedo leerlo en tus ojos. ¿Les infundes terror? –Me reí de forma corta y baja, cínica- pobres almas desgraciadas que han caído en tus manos –mis labios se pasearon por la fría piel de su cuello- ¿te gusta lo que ves? ¿Me darás un premio si me porto bien? –Pregunté con cinismo en mi voz, antes de que me apartara mi boca se abrió y hundí mis dientes con fuerza en su cuello haciéndole una herida, mordí con todo lo que tuve desgarrando la piel con mis dientes mientras mis manos rápidas ataban una de sus muñecas al cabezal de la cama con la misma cadena que me tenía atada, me separé solo cuando le quité un trozo de carne de su cuello, una tira de la que comenzó a salir sangre y me levanté alejándome de él, le escupí el trozo que había arrancado y rauda me fui hacia la puerta abriéndola para salir de allí y alejarme, la cadena no lo retendría demasiado tiempo pero a mí me daría más ventaja para escapar ahora que la pierna estaba curada. Solo veía puertas y un pasillo así que sin importarme que estuviera desnuda y de quien pudiera verme comencé a correr con la idea de convertirme en loba para escaparme del vampiro y poner distancia… porque no iba a dejar que me tuviera bajo su control como a él le diera la gana.
Sus palabras confirmando que ya estaba muerto me hizo gruñir más todavía mostrándole los dientes aun en mi forma humana, pero pronto comenzaría a transformarme y en esa distancia poco me bastaría para arrancarle la cabeza del cuerpo y borrar así la sonrisa que me desquiciaba. Me ordenó que me bajara de él y fuera de nuevo a la cama, y eso me hizo morder su hombro con fuerza aun sobre la tela dejando la marca de mis dientes como recuerdo, ¿quería que obedeciera? Se había topado con la mujer equivocada, no era ningún animal para mandarle órdenes, no me sometía ante nada y ante nadie y mucho menos lo haría de un vampiro como lo era él. Eso jamás iba a pasar. Notaba que la transformación llegaba, en cuestión de apenas quizás veinte o quizás treinta segundos estaría en forma de loba sobre él… salvo que no preví aquello que pasó a continuación.
Un leve dolor de cabeza se instaló de golpe saliendo de la nada, apreté la mandíbula pero no le di mayor importancia… era algo que podía soportar en esos momentos. Su sonrisa se ladeó como si supiera qué era lo que estaba pasando y sin apartar sus ojos rojos de los míos sentí de pronto aquel dolor aumentar de forma súbita en mi cabeza. Dolía, quemaba, me hizo lanzar un siseo por el dolor y de esa forma me era imposible transformarme, me era difícil cuando lo único en lo que podía pensar era en que parara, presionaba mis sienes, dolía horrores, era como si me estuvieran retorciendo desde dentro y no pudiera hacer nada para pararlo. Caí de encima del vampiro al suelo y llevé mis manos para intentar hacer algo, mis manos fueron a mi cabeza para cogerla y apretarla mientras me revolvía por el dolor, con los dientes apretados sin querer darle muestra de lo que dolía… algo me decía que él solamente tenía la culpa de aquello y sabía perfectamente lo que me estaba haciendo, así que no iba a hacer que se regocijase de mi dolor.
Volvió a ordenarme que subiera a la cama mientras no me dejaba de presionar con aquel poder que el vampiro tenía, que me retorcía la cabeza por dentro, como si también quemara… era una sensación demasiado dolorosa y desagradable como para poder describirla, pero sentía que la presión cedería en mi cabeza y esta podría estallar por ello. Dolía, dolía demasiado y era incapaz de aguantar aquel terrible dolor incluso con la resistencia que tenía a este, pero no sabía que estaba haciendo el vampiro que me olvidé de toda sensación de excitación que corría por mí cuerpo, como si la eliminara de un plumazo y ahora solo pudiera sentir aquel dolor que me atenazaba, que me dejaba revolviéndome por el suelo intentando pararlo, presionando mi cabeza con mis manos en un vano intento de que funcionara.
Quería hacerme obedecer mediante aquel infernal dolor, que fuera hacia la cama como si fuera un animal dócil y obediente al que nada más abrir la boca ya cedía a sus peticiones… no iba a hacerlo, o no lo haría de no ser porque sentía que me iba a estallar la cabeza y no podía más con aquel dolor que me producía. Gateé gruñendo, cada paso era un dolor terrible y finalmente alcancé la cama subiéndome en ella quedando tumbada de lado, me encogí subiendo mis rodillas pegándolas a mi pecho y me abracé en aquella posición hasta que finalmente igual que había venido… cesó. El dolor desapareció y yo respiré de forma brusca sintiendo el alivio que aquello me había proporcionado mientras me recuperaba. En un momento había sentido la tremenda excitación placentera de mi cuerpo para pasar, de golpe y porrazo, a un tremendo dolor que me recorrió entera aunque se centró más en mi cabeza.
Levanté mi vista para verlo de pie arreglándose las mangas de la camisa, mis ojos ámbar brillaban con intensidad mientras recuperaba y normalizaba mi respiración. Sus ojos rojos estaban fijos en los míos de nuevo y le gruñí, sin dejar de ceder por lo que me había hecho, era un animal salvaje y jamás me doblegaría ante él… no importaba las veces que me infligiera aquel terrible dolor… lucharía y lucharía mientras siguiera con vida, porque así era yo, porque así estaba en mi naturaleza ser y si el vampiro quería guerra… guerra tendría. Me miró como si quisiera decirme que debía de obedecer a lo que me dijera mientras se acercaba de nuevo y quitaba la cadena de su cuello dejándola sobre la cama, yo me senté mirándolo con mi pelo cayendo salvaje por mi rostro, parte de mi pecho y de mi espalda y lo miré desafiándolo dándole a entender que no le tenía miedo.
-Prometo que te mataré, vampiro… acabaré con tú existencia y lo último que verás será mi sonrisa antes de arrancarte la cabeza –o porque no, si conseguía una estaca la clavaría en su corazón y mientras él se moría yo me reiría observándolo, era una bonita imagen que quería ver echa realidad. A él parecía divertirle todo aquello como si de alguna forma supiera que no iba a lograrlo, pero no me conocía en absoluto y los lobos seguían mordiendo incluso cuando se les arrancaba la cabeza… que tuviera cuidado, porque sería vampiro, pero podía morir como todos. Se acercó más a mí de nuevo de forma imponente como si quisiera hacerme saber que él mandaba, que él era quien ordenaba y yo debía de obedecer como si fuera su perra fiel… cuán equivocado estaba el vampiro. Se acercó quedando frente a mí pero de pie y yo me elevé quedando de rodillas en la cama dándole a entender que no le temía, desnuda como estaba, a lo que pudiera hacerme.
Clavé mis ojos en los suyos midiendo cuál podría ser el siguiente movimiento alzando la mirada porque era algo más alto que yo notando mi pelo acariciar mi espalda y uno de mis pechos. De un movimiento rápido mi mano se elevó para coger la camisa que llevaba puesta, y de un tirón brusco lo tumbé sobre la cama para subirme sobre él, mis manos apresaron sus muñecas y las dejé contra el colchón a cada lado de su rostro. Mi pelo caía sobre ambos y mi rostro lo contempló a esa distancia notando la barba de un par de días que tenía, sus ojos fríos y penetrantes y sus labios ligeramente entreabiertos por el movimiento de mi cadera que rozaba ambos sexos, notando lo excitado que estaba.
-Dime vampiro, ¿qué quieres de mí? –Mi aliento cálido rozaba sus labios pero no hice movimiento alguno por restar la distancia- ¿Follarme? ¿Jugar conmigo? ¿Tú mascota, quizá? –Gruñí por ello apretando con fuerza el agarre de sus muñecas mirándolo de forma fría a esos ojos rojos que me analizaban- ¿tú miserable existencia estaba vacía y carente de emociones que necesitabas de una loba salvaje para darle emoción? Pues te has equivocado de loba, vampiro –solté una de sus muñecas descendiendo por su brazo y por su pecho de forma lenta, solté la otra y llevé la mano a su pelo para tirar su cabeza hacia atrás dejando tenso su cuello- seguro que estás acostumbrado a que te sirvan fielmente, ¿verdad? Casi puedo leerlo en tus ojos. ¿Les infundes terror? –Me reí de forma corta y baja, cínica- pobres almas desgraciadas que han caído en tus manos –mis labios se pasearon por la fría piel de su cuello- ¿te gusta lo que ves? ¿Me darás un premio si me porto bien? –Pregunté con cinismo en mi voz, antes de que me apartara mi boca se abrió y hundí mis dientes con fuerza en su cuello haciéndole una herida, mordí con todo lo que tuve desgarrando la piel con mis dientes mientras mis manos rápidas ataban una de sus muñecas al cabezal de la cama con la misma cadena que me tenía atada, me separé solo cuando le quité un trozo de carne de su cuello, una tira de la que comenzó a salir sangre y me levanté alejándome de él, le escupí el trozo que había arrancado y rauda me fui hacia la puerta abriéndola para salir de allí y alejarme, la cadena no lo retendría demasiado tiempo pero a mí me daría más ventaja para escapar ahora que la pierna estaba curada. Solo veía puertas y un pasillo así que sin importarme que estuviera desnuda y de quien pudiera verme comencé a correr con la idea de convertirme en loba para escaparme del vampiro y poner distancia… porque no iba a dejar que me tuviera bajo su control como a él le diera la gana.
Noctis- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/06/2017
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Re: Nocte, Frigus Et Tenebris, Semper Fidelis ~ Privado {+18}
La muy perra había decidido seguir retándome, admito que aquello hacia la doma infinitamente mas atractiva.
¿Que caballo salvaje te deja montarlo al primer intento? ladeé la sonrisa cuando de un tirón brusco mi espalda golpeó la cama.
-Si que me tienes ganas -bromeé consciente de que lo que deseaba no era precisamente lo que yo deseaba.
Sus manos apresaron mis muñecas, parecía decidida a oponer resistencia, algo que de nada iba a servirle mas allá de para excitarme de sobre manera.
Cascada de pelo negro, salvaje caía sobre su inmaculado rostro.
Ojos lobunos que chocaron con mis brasas, un desafió era cada una de sus palabras susurradas contra mi boca mientras sus caderas marcaban una salvaje danza.
-¿follarte? ¿Por que no? Pero mas bien busco poseerte, seras mía en cuerpo y alma, mi esclava y supongo que esa palabra encierra todo cano has dicho en este momento.
Ladeé la sonrisa con una seguridad pasmosa.
No era la primera que me oponía resistencia, no seria la ultima, solo esperaba que fuera lo suficientemente lista como para no morir en el intento de ser mi sumisa.
No esperé su siguiente acción, enredó mi muñeca a la cadena que pendía aun del lecho, y sin mediar palabra, un gruñido escapó de sus labios hundiendo en mi cuello su afilada dentadura.
Tiró de golpe carne arrancó al alzarse y escupió el trozo que ya empezaba a regenerarse, la imagen de aquella mujer con la boca repleta de carmesí y los ojos ámbar enmarcados con un pelo oscuro como la noche era casi divina.
No se detuvo a regocijarse de mi herida, su idea emprender una huida que no la llevaría a ningún sitio, claro que eso ella aun no lo sabia.
Las cadenas se quebraron con un simple de giro de muñeca, no había sido creado acero que pudiera retener a la bestia, alfa y omega de todo caminé con paso firme tras ella.
Su agitada respiración retumbaba en el pasillo, así como los latidos raudos del corazón desbocado de la cambiante.
Me pregunté en ese momento que se sentiría siendo un depredador que huye, ahora se había trasformado en presa, básicamente porgue yo era lo mas alto de la cadena alimenticia.
Escaleras abajo trató de emprender sus pasos, peo mis movimientos infinitamente mas rápidos la detuvieron antes de que su pie cayera en el primer peldaño.
Tirón seco que la hizo regresar a mi cuerpo un gruñido como saludo un golpe en su rostro como advertencia.
La oía gemir de dolor, mis dedos marcados en su piel de porcelana y el cabello negro de cuervo acompañando el giro de su cara.
Esperaba que entendiera que a mi no se me desobedecía y seria por las malas algo que no tenia mayor problema en mostrar a la dama.
Tiré de su muñeca, algo atontada por el golpe trató de centrar en mi su mirada, sus piernas oponían resistencia, pataleaba porque buscaba el modo de escapar, y con los dientes de la loba hundidos en la piel de mi antebrazo la arrastré pasillo abajo como si fuera una saco.
Cerré la puerta de la cámara nada mas ambos nos adentremos en ella, tome su cuello alzándola, nuestros rostros quedaron encarados, ella trataba de apoyar las puntas para no ser ahogada, lucha demencial por su vida mientras mi mano le priva del aire.
-Vas a portarte bien ¿me oyes? -pregunté esperando que asintiera, de no hacerlo esa seria su ultima noche en la tierra pues el aire se consumía en sus pulmones como lo hace en una hoguera.
¿Que caballo salvaje te deja montarlo al primer intento? ladeé la sonrisa cuando de un tirón brusco mi espalda golpeó la cama.
-Si que me tienes ganas -bromeé consciente de que lo que deseaba no era precisamente lo que yo deseaba.
Sus manos apresaron mis muñecas, parecía decidida a oponer resistencia, algo que de nada iba a servirle mas allá de para excitarme de sobre manera.
Cascada de pelo negro, salvaje caía sobre su inmaculado rostro.
Ojos lobunos que chocaron con mis brasas, un desafió era cada una de sus palabras susurradas contra mi boca mientras sus caderas marcaban una salvaje danza.
-¿follarte? ¿Por que no? Pero mas bien busco poseerte, seras mía en cuerpo y alma, mi esclava y supongo que esa palabra encierra todo cano has dicho en este momento.
Ladeé la sonrisa con una seguridad pasmosa.
No era la primera que me oponía resistencia, no seria la ultima, solo esperaba que fuera lo suficientemente lista como para no morir en el intento de ser mi sumisa.
No esperé su siguiente acción, enredó mi muñeca a la cadena que pendía aun del lecho, y sin mediar palabra, un gruñido escapó de sus labios hundiendo en mi cuello su afilada dentadura.
Tiró de golpe carne arrancó al alzarse y escupió el trozo que ya empezaba a regenerarse, la imagen de aquella mujer con la boca repleta de carmesí y los ojos ámbar enmarcados con un pelo oscuro como la noche era casi divina.
No se detuvo a regocijarse de mi herida, su idea emprender una huida que no la llevaría a ningún sitio, claro que eso ella aun no lo sabia.
Las cadenas se quebraron con un simple de giro de muñeca, no había sido creado acero que pudiera retener a la bestia, alfa y omega de todo caminé con paso firme tras ella.
Su agitada respiración retumbaba en el pasillo, así como los latidos raudos del corazón desbocado de la cambiante.
Me pregunté en ese momento que se sentiría siendo un depredador que huye, ahora se había trasformado en presa, básicamente porgue yo era lo mas alto de la cadena alimenticia.
Escaleras abajo trató de emprender sus pasos, peo mis movimientos infinitamente mas rápidos la detuvieron antes de que su pie cayera en el primer peldaño.
Tirón seco que la hizo regresar a mi cuerpo un gruñido como saludo un golpe en su rostro como advertencia.
La oía gemir de dolor, mis dedos marcados en su piel de porcelana y el cabello negro de cuervo acompañando el giro de su cara.
Esperaba que entendiera que a mi no se me desobedecía y seria por las malas algo que no tenia mayor problema en mostrar a la dama.
Tiré de su muñeca, algo atontada por el golpe trató de centrar en mi su mirada, sus piernas oponían resistencia, pataleaba porque buscaba el modo de escapar, y con los dientes de la loba hundidos en la piel de mi antebrazo la arrastré pasillo abajo como si fuera una saco.
Cerré la puerta de la cámara nada mas ambos nos adentremos en ella, tome su cuello alzándola, nuestros rostros quedaron encarados, ella trataba de apoyar las puntas para no ser ahogada, lucha demencial por su vida mientras mi mano le priva del aire.
-Vas a portarte bien ¿me oyes? -pregunté esperando que asintiera, de no hacerlo esa seria su ultima noche en la tierra pues el aire se consumía en sus pulmones como lo hace en una hoguera.
Utukki Black- Vampiro Clase Alta
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Re: Nocte, Frigus Et Tenebris, Semper Fidelis ~ Privado {+18}
Odié todas y cada una de las palabras que salieron de su boca, odié el hecho de que quisiera hacerme su esclava para englobar todo lo que yo había dicho sentada sobre él mientras de alguna forma lo distraía para poder encadenar su muñeca a la cadena que había en el cabezal e intentar de alguna forma ganar tiempo para alejarme de él cuanto antes. ¿Su esclava? ¿Sumisa? Ninguna de esas dos cosas me describían y desde luego que no sería ninguna de ellas y mucho menos de un vampiro, ni siquiera sabía cómo podía estar aguantando el hedor que desprendía, fuerte y oscuro, como el de todos los vampiros que me asqueaba… ¿dejar que fuera mi dueño? No era una mascota para ponerle un collar al que pasear exhibiendo… yo era libre, salvaje y solamente me pertenecía a mí misma, lucharía con garras y colmillos si era necesario para librarme del vampiro. Incluso prefería antes que me mataran a servirle, a ser su diversión, su juguete personal y sexual… yo no había nacido para ser atada ni esclava de nadie, a mí nadie me domaba.
Decía que quería que fuera suya en cuerpo y alma, otra cosa que también odié porque quería una posesión por completo de mi cuerpo, de mí ser entero… y no iba a dejar que eso pasara. Lo distraje, realmente no sabía cómo pudo pensar que podrá hacer algo con él, algo más allá que matarlo y descuartizarlo pero… logré poner la cadena entorno a su muñeca, mis labios que se paseaban por su cuello lograron morder la zona de su cuello, arrancar un trozo de carne de la zona y quitarme como en respuesta a todo lo que pensaba sobre lo que había dicho que quería de mí. Sus ojos rojos estaban fijos sobre los míos y, más que enfado, podía ver cierta fascinación por contemplarme con la boca manchada de sangre y escupir el trozo que había arrancado como señal y muestra del desprecio que le tenía. No me quedé para ver si aquello le gustó o no, seguramente no le gustaría, así que salí por la puerta rumbo a poner distancia entre ambos.
Corrí por el pasillo sin importarme que estuviera desnuda lo único que quería era poner distancia, había un montón de puertas y me pregunté dónde estaría metida, dónde me habría llevado el vampiro. Corrí porque sabía que las cadenas no iban a detenerle mucho tiempo, ganaría un par de segundos extra mientras yo corría por el pasillo veloz, vi unas escaleras al fondo y no me lo pensé y fui directa hacia ellas ya que era mi única vía de escape en esos momentos que tenía. Justo cuando las alcancé y fui a poner un pie en ellas sentí un tirón de mi pelo que me frenó por completo, el vampiro me había alcanzado y al parecer estaba enfadado por haberme ido y haberme mordido arrancándole un trozo de carne, aunque este ya estuviera regenerado por completo. Tiró hacia atrás de mí pelo para impedir que bajara por las escaleras, me gruñó dándome a entender lo enfadado que estaba y… sentí su mano estampándose en mi mejilla.
Un golpe duro y seco que sonó en el pasillo, que me hizo girar la cabeza y que el pelo cubriera mi rostro como si fuera un manto oscuro. Me dolió, pese a la resistencia que tenía al dolor aquello me pilló desprevenida y me dio tan fuerte que pensé que sin duda alguna no se había contenido para nada, seguramente tendría la marca de sus dedos en mi rostro. Cogió mi muñeca y comenzó a tirar de ella en lo que yo me reponía del golpe, cuando fijé mi mirada en él comencé a patalear, a intentar soltarme mientras él tranquilamente me llevaba de vuelta a la habitación, como si no le costara arrastrarme por el pasillo. Tiraba de mi muñeca apresada pero su agarre era firme y ni siquiera se preocupó en mirar hacia atrás en ningún momento, como si supiera que no iba a liberarme de su agarre. Intenté frenarlo, pararlo de mil formas pero veía que nada daba resultado… incluso clavé mis dientes en su brazo de nuevo en un vano intento de que me soltara pero… no logré hacer nada.
La sangre bañaba de nuevo mi boca pero al vampiro parecía serle indiferente porque no me soltó en ningún momento, me arrastró de vuelta a la habitación donde cerró la puerta tras entrar, soltó el agarre de mi muñeca y su mano fue rauda a mi cuello, apresándome con fuerza, me levantó del suelo como si apenas pesara nada mientras me privaba del aire que entraba a mis pulmones. Pataleé intentando llegar al suelo con la punta de mis pies pero no lo conseguía, mis uñas arañaron la piel de su brazo intentando que me soltara, luego fueron a su pecho y finalmente incluso arañé su rostro como si intentara borrarle la sonrisa ladeada que tenía, la mirada de suficiencia que tenía y de ser superior que se creía el dueño de todo, y de todos. Decía que me portara bien y pese a la falta de aire le gruñí clavando mis ojos en los suyos, luchando por mí vida, ¿portarme bien? Si quería a alguien que se portara bien que buscara a una humana débil de mente a la doblegar, porque yo no lo haría ante él… nunca, y por ello cuando me lo dijo le escupí sin pensarlo a la cara para que viera lo que pensaba sobre portarme bien, y sobre que me poseyera al completo.
Sentía que me quedaba sin aire y yo no iba a dar mi brazo a torcer, menos con un vampiro, mi cuerpo luchaba por una brizna de aire notando como mi corazón se aceleraba por la falta de aire… no iba a doblegarme ante él, nunca lo haría, nunca vería eso de mí… comencé con las fuerzas que me quedaban a darle patadas, concretamente con todas mis fuerzas juntándolas le di una patada en su entrepierna pensando que así podría soltarme, sería vampiro pero siempre sería el punto débil de un hombre. Me soltó del agarre que tenía, caí al suelo tosiendo mientras él gruñía por el golpe que le había dado a traición para soltarme y pronto me alejé de él subiendo a la cama mientras recuperaba el aliento y mis pulmones volvían a llenarse de aire, de vida. Había un barrote del cabezal roto que terminé de romper y que al ser de madera dejó algo parecido a una estaca con una punta afilada, lo cogí con mis manos y mientras me recuperaba sentada sobre mis rodillas en la cama lo miré con aquel arma improvisada, no dispuesta a darme por vencida.
-¿Quién eres? –Pregunté con aquella “estaca” en mi mano amenazándolo, aquello sí que podría hacerle daño y no dudaría en hacérselo- ¿dónde estamos, y por qué me tienes a mí aquí? –Lo último que recordaba era entrar a París, caer en un cepo y despertar allí cuando él me había liberado… podría haberme matado pero me quería para su propia diversión personal, para adueñarse de mí cuerpo… y no lo iba a dejar. Yo no sabía quién era y solamente tenía un colgante donde ponía el nombre de la ciudad, ¿me conocería él? ¿Sabría quién soy? ¿Tendría viejas rencillas conmigo y por eso me había capturado?- ¿Sabes quién soy? –Se me escapó la pregunta, pero la idea de que le hubiera hecho algo en el pasado y ahora se lo estuviera cobrando tenía sentido, sino, ¿por qué liberarme cuando me encontró?- Si te hice algo en el pasado, quizás hasta te lo merecieras, pero no me acuerdo de ello –alcé lo que tenía en mis manos como advertencia cuando vi que se acercaba de nuevo a mí- así que no, no me voy a portar bien porque de lo único que tengo ganas es de hundirte esto en tú corazón, arrancarte la sonrisa a mordiscos y ver como tú vida se extingue y yo seguir con la mía… acércate, y no sólo serán mis colmillos lo que atreviese tú piel –amenacé segura de mi misma, de mis palabras y de mis intenciones con él- entonces te convertirás en el dios muerto de nadie, y yo bailaré sobre tus cenizas. Si querías acabar con tú existencia, enhorabuena, yo le pondré fin gustosamente –mis palabras eran frías y oscuras mientras su mirada rojiza no se apartaba de mí, mi pelo caía como un manto oscuro de ondas por mi cuerpo desnudo, tenso por la situación, gruñí mostrándole que como todo animal salvaje cuando se ve acorralado tiende a atacar a su enemigo. Él era mi enemigo, y juraba que no iba a hacerme su esclava- vamos, vampiro hijo de puta, a ver si te atreves sanguijuela a intentar domarme... porque será lo último que hagas –en cuanto se acercara la estaca sería lo primero que atravesaría su piel, luego podía transformarme en loba y… acabar la faena.
Decía que quería que fuera suya en cuerpo y alma, otra cosa que también odié porque quería una posesión por completo de mi cuerpo, de mí ser entero… y no iba a dejar que eso pasara. Lo distraje, realmente no sabía cómo pudo pensar que podrá hacer algo con él, algo más allá que matarlo y descuartizarlo pero… logré poner la cadena entorno a su muñeca, mis labios que se paseaban por su cuello lograron morder la zona de su cuello, arrancar un trozo de carne de la zona y quitarme como en respuesta a todo lo que pensaba sobre lo que había dicho que quería de mí. Sus ojos rojos estaban fijos sobre los míos y, más que enfado, podía ver cierta fascinación por contemplarme con la boca manchada de sangre y escupir el trozo que había arrancado como señal y muestra del desprecio que le tenía. No me quedé para ver si aquello le gustó o no, seguramente no le gustaría, así que salí por la puerta rumbo a poner distancia entre ambos.
Corrí por el pasillo sin importarme que estuviera desnuda lo único que quería era poner distancia, había un montón de puertas y me pregunté dónde estaría metida, dónde me habría llevado el vampiro. Corrí porque sabía que las cadenas no iban a detenerle mucho tiempo, ganaría un par de segundos extra mientras yo corría por el pasillo veloz, vi unas escaleras al fondo y no me lo pensé y fui directa hacia ellas ya que era mi única vía de escape en esos momentos que tenía. Justo cuando las alcancé y fui a poner un pie en ellas sentí un tirón de mi pelo que me frenó por completo, el vampiro me había alcanzado y al parecer estaba enfadado por haberme ido y haberme mordido arrancándole un trozo de carne, aunque este ya estuviera regenerado por completo. Tiró hacia atrás de mí pelo para impedir que bajara por las escaleras, me gruñó dándome a entender lo enfadado que estaba y… sentí su mano estampándose en mi mejilla.
Un golpe duro y seco que sonó en el pasillo, que me hizo girar la cabeza y que el pelo cubriera mi rostro como si fuera un manto oscuro. Me dolió, pese a la resistencia que tenía al dolor aquello me pilló desprevenida y me dio tan fuerte que pensé que sin duda alguna no se había contenido para nada, seguramente tendría la marca de sus dedos en mi rostro. Cogió mi muñeca y comenzó a tirar de ella en lo que yo me reponía del golpe, cuando fijé mi mirada en él comencé a patalear, a intentar soltarme mientras él tranquilamente me llevaba de vuelta a la habitación, como si no le costara arrastrarme por el pasillo. Tiraba de mi muñeca apresada pero su agarre era firme y ni siquiera se preocupó en mirar hacia atrás en ningún momento, como si supiera que no iba a liberarme de su agarre. Intenté frenarlo, pararlo de mil formas pero veía que nada daba resultado… incluso clavé mis dientes en su brazo de nuevo en un vano intento de que me soltara pero… no logré hacer nada.
La sangre bañaba de nuevo mi boca pero al vampiro parecía serle indiferente porque no me soltó en ningún momento, me arrastró de vuelta a la habitación donde cerró la puerta tras entrar, soltó el agarre de mi muñeca y su mano fue rauda a mi cuello, apresándome con fuerza, me levantó del suelo como si apenas pesara nada mientras me privaba del aire que entraba a mis pulmones. Pataleé intentando llegar al suelo con la punta de mis pies pero no lo conseguía, mis uñas arañaron la piel de su brazo intentando que me soltara, luego fueron a su pecho y finalmente incluso arañé su rostro como si intentara borrarle la sonrisa ladeada que tenía, la mirada de suficiencia que tenía y de ser superior que se creía el dueño de todo, y de todos. Decía que me portara bien y pese a la falta de aire le gruñí clavando mis ojos en los suyos, luchando por mí vida, ¿portarme bien? Si quería a alguien que se portara bien que buscara a una humana débil de mente a la doblegar, porque yo no lo haría ante él… nunca, y por ello cuando me lo dijo le escupí sin pensarlo a la cara para que viera lo que pensaba sobre portarme bien, y sobre que me poseyera al completo.
Sentía que me quedaba sin aire y yo no iba a dar mi brazo a torcer, menos con un vampiro, mi cuerpo luchaba por una brizna de aire notando como mi corazón se aceleraba por la falta de aire… no iba a doblegarme ante él, nunca lo haría, nunca vería eso de mí… comencé con las fuerzas que me quedaban a darle patadas, concretamente con todas mis fuerzas juntándolas le di una patada en su entrepierna pensando que así podría soltarme, sería vampiro pero siempre sería el punto débil de un hombre. Me soltó del agarre que tenía, caí al suelo tosiendo mientras él gruñía por el golpe que le había dado a traición para soltarme y pronto me alejé de él subiendo a la cama mientras recuperaba el aliento y mis pulmones volvían a llenarse de aire, de vida. Había un barrote del cabezal roto que terminé de romper y que al ser de madera dejó algo parecido a una estaca con una punta afilada, lo cogí con mis manos y mientras me recuperaba sentada sobre mis rodillas en la cama lo miré con aquel arma improvisada, no dispuesta a darme por vencida.
-¿Quién eres? –Pregunté con aquella “estaca” en mi mano amenazándolo, aquello sí que podría hacerle daño y no dudaría en hacérselo- ¿dónde estamos, y por qué me tienes a mí aquí? –Lo último que recordaba era entrar a París, caer en un cepo y despertar allí cuando él me había liberado… podría haberme matado pero me quería para su propia diversión personal, para adueñarse de mí cuerpo… y no lo iba a dejar. Yo no sabía quién era y solamente tenía un colgante donde ponía el nombre de la ciudad, ¿me conocería él? ¿Sabría quién soy? ¿Tendría viejas rencillas conmigo y por eso me había capturado?- ¿Sabes quién soy? –Se me escapó la pregunta, pero la idea de que le hubiera hecho algo en el pasado y ahora se lo estuviera cobrando tenía sentido, sino, ¿por qué liberarme cuando me encontró?- Si te hice algo en el pasado, quizás hasta te lo merecieras, pero no me acuerdo de ello –alcé lo que tenía en mis manos como advertencia cuando vi que se acercaba de nuevo a mí- así que no, no me voy a portar bien porque de lo único que tengo ganas es de hundirte esto en tú corazón, arrancarte la sonrisa a mordiscos y ver como tú vida se extingue y yo seguir con la mía… acércate, y no sólo serán mis colmillos lo que atreviese tú piel –amenacé segura de mi misma, de mis palabras y de mis intenciones con él- entonces te convertirás en el dios muerto de nadie, y yo bailaré sobre tus cenizas. Si querías acabar con tú existencia, enhorabuena, yo le pondré fin gustosamente –mis palabras eran frías y oscuras mientras su mirada rojiza no se apartaba de mí, mi pelo caía como un manto oscuro de ondas por mi cuerpo desnudo, tenso por la situación, gruñí mostrándole que como todo animal salvaje cuando se ve acorralado tiende a atacar a su enemigo. Él era mi enemigo, y juraba que no iba a hacerme su esclava- vamos, vampiro hijo de puta, a ver si te atreves sanguijuela a intentar domarme... porque será lo último que hagas –en cuanto se acercara la estaca sería lo primero que atravesaría su piel, luego podía transformarme en loba y… acabar la faena.
Noctis- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/06/2017
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Nocte, Frigus Et Tenebris, Semper Fidelis ~ Privado {+18}
La loba no se resistía, puede que ella no lo supiera pero su espíritu salvaje, indomable era exactamente lo que mas me excitaba de ella.
Ladeé la sonrisa contemplándola ahogarse, su respiración errática contra mi boca, sus ojos nublándose vidriosos ¿cuanto aguantaría la dama en esa posición tan complicada?
Me fascinaba la fortaleza que mostraba, era algo sobre humano y teniendo en cuenta que llevaba recluido demasiado tiempo la idea de descubrir sus limites me intrigaba.
Puede que el resto del mundo me considerara un psicópata, sin duda el mas “peligroso” de los Black, según la mitad de mis hermanos estaba loco, padre había arrancado de mi corazón todo tipo de sentimiento y ahora solo el dolor producía en mi un placer inusitado.
Loco, puede que así fuera, pero que no se equivocaran, entre las filas de los Black no había ni uno solo cuerdo.
Me escupió aun ahogándose, tenia que reconocer que la dama tenia valor al enfrentarme. La saliva de ella resbaló por mi rostro, me relamí cuando llego a mis labios mientras ladeaba la cabeza ligeramente para contemplar como se ponía morada ¿cuanto tiempo le quedaría si seguía apretando?
Quería que suplicara, pero no lo hacia, yo no aflojaba y el duelo de egos se encendía haciendo vibrar nuestros cuerpos.
Fue entonces cuando me dio una patada en los cojones que me forzó a soltarla, gruñí con los ojos rojos como el fuego mientras maldecía la estirpe de mi juguete nuevo.
Ella tosía arrastrándose por el suelo ,el aire le faltaba y aun así se puso en pie tomando una bocana mientras corría hacia el cabecero de la cama dispuesta a luchar en este nuevo frente abierto.
Del cabezal saco un arma improvisada, algo así como una estaca, algo que me forzó a sonreír divertido.
-Acabaras haciéndote dañó - aseguré sin cortar mi avance ni por un segundo ante su inminente amenaza.
Fue entonces, cuando la dama empezó a hacer preguntas cuando descubrí algo que no sabia, no tenia memoria, la había perdido, estaba sola en este mundo y así todo tomaba un nuevo sentido.
-Eres mi mujer -aseguré dejándola paralizada en el sitio -pero al parecer no recuerdas lo mucho que me amas y tu comportamiento me obliga a castigarte, algo que te gusta en exceso ¿recuerdas? -susurré acercadome como una serpiente.
Me relamí los labios dejándome caer al lecho, la punta de la estaca fue a mi pecho pero su mano tembló, al parecer desconocía si mis palabras tenían o no veracidad alguna, pero ahora no estaba tan segura de darme muerte y firme sepultura.
-Antes también deseabas mi rostro, pero de otro modo diferente.. -apunté ladeando la sonrisa alzándome ligeramente para gateando por el lecho avanzar mas hacia ella.
Su mano se retraía, mis ojos pardos en los suyos, con mi dedo aparté un mechón de pelo de su rostro muy despacio.
-Vamos mi pequeña salvaje, besame si no me crees y veras como te gusta -susurré contra sus labios dejando que mi gélido aliento la calcinara.
Mis dedos se deslizaron por sus piernas, sus muslos, la atraje de un tirón rudo haciendo que su sexo desnudo impactara contra mi dureza.
-No tardaras en darte cuenta de que estamos hechos el uno para el otro pequeña -susurré sin apartar mi boca un ápice de la ajena, cada palabra un roce, una provocación en toda regla.
Ladeé la sonrisa contemplándola ahogarse, su respiración errática contra mi boca, sus ojos nublándose vidriosos ¿cuanto aguantaría la dama en esa posición tan complicada?
Me fascinaba la fortaleza que mostraba, era algo sobre humano y teniendo en cuenta que llevaba recluido demasiado tiempo la idea de descubrir sus limites me intrigaba.
Puede que el resto del mundo me considerara un psicópata, sin duda el mas “peligroso” de los Black, según la mitad de mis hermanos estaba loco, padre había arrancado de mi corazón todo tipo de sentimiento y ahora solo el dolor producía en mi un placer inusitado.
Loco, puede que así fuera, pero que no se equivocaran, entre las filas de los Black no había ni uno solo cuerdo.
Me escupió aun ahogándose, tenia que reconocer que la dama tenia valor al enfrentarme. La saliva de ella resbaló por mi rostro, me relamí cuando llego a mis labios mientras ladeaba la cabeza ligeramente para contemplar como se ponía morada ¿cuanto tiempo le quedaría si seguía apretando?
Quería que suplicara, pero no lo hacia, yo no aflojaba y el duelo de egos se encendía haciendo vibrar nuestros cuerpos.
Fue entonces cuando me dio una patada en los cojones que me forzó a soltarla, gruñí con los ojos rojos como el fuego mientras maldecía la estirpe de mi juguete nuevo.
Ella tosía arrastrándose por el suelo ,el aire le faltaba y aun así se puso en pie tomando una bocana mientras corría hacia el cabecero de la cama dispuesta a luchar en este nuevo frente abierto.
Del cabezal saco un arma improvisada, algo así como una estaca, algo que me forzó a sonreír divertido.
-Acabaras haciéndote dañó - aseguré sin cortar mi avance ni por un segundo ante su inminente amenaza.
Fue entonces, cuando la dama empezó a hacer preguntas cuando descubrí algo que no sabia, no tenia memoria, la había perdido, estaba sola en este mundo y así todo tomaba un nuevo sentido.
-Eres mi mujer -aseguré dejándola paralizada en el sitio -pero al parecer no recuerdas lo mucho que me amas y tu comportamiento me obliga a castigarte, algo que te gusta en exceso ¿recuerdas? -susurré acercadome como una serpiente.
Me relamí los labios dejándome caer al lecho, la punta de la estaca fue a mi pecho pero su mano tembló, al parecer desconocía si mis palabras tenían o no veracidad alguna, pero ahora no estaba tan segura de darme muerte y firme sepultura.
-Antes también deseabas mi rostro, pero de otro modo diferente.. -apunté ladeando la sonrisa alzándome ligeramente para gateando por el lecho avanzar mas hacia ella.
Su mano se retraía, mis ojos pardos en los suyos, con mi dedo aparté un mechón de pelo de su rostro muy despacio.
-Vamos mi pequeña salvaje, besame si no me crees y veras como te gusta -susurré contra sus labios dejando que mi gélido aliento la calcinara.
Mis dedos se deslizaron por sus piernas, sus muslos, la atraje de un tirón rudo haciendo que su sexo desnudo impactara contra mi dureza.
-No tardaras en darte cuenta de que estamos hechos el uno para el otro pequeña -susurré sin apartar mi boca un ápice de la ajena, cada palabra un roce, una provocación en toda regla.
Utukki Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 88
Fecha de inscripción : 20/06/2017
Re: Nocte, Frigus Et Tenebris, Semper Fidelis ~ Privado {+18}
La estaca que portaba como arma improvisada la seguía alzando todavía sobre la cama, observando de forma fija al vampiro que ahora centraba sus ojos rojos en los míos de nuevo a la espera de que hiciera su siguiente movimiento. Decir que no me fiaba de él era decir bastante poco, porque estaba segura que iba a hacerme algo en respuesta a mi patada que había hecho que me soltara del cuello, pero ahora sobre la cama con la estaca en mi mano me hacía más fuerte, preparada para el siguiente asalto. Sus palabras sonaron en la habitación como si fuera una niña pequeña que utilizaba algo peligroso, como si realmente le preocupara que me hiciera daño cuando estaba convencida que el único que quería hacerme realmente daño era precisamente él, solamente él. Sonreía divertido viéndome con aquel arma improvisada entre mis dedos, conforme se fue acercando la apreté con fuerza dándole a entender que no era una broma, que como se acercara más de la cuenta acabaría incrustada en su frío cuerpo, sin importarme absolutamente nada.
Se acercaba con paso lento como si midiera mis movimientos, como si me midiera con cada paso que daba y vería cómo me movía, reaccionaba ante su acercamiento cuando sus siguientes palabras parecieron rebotar con eco en la habitación, me quedé paralizada por lo que dijo e incluso por un par de segundos ni siquiera respiré… ¿Su mujer? ¿Qué maldita broma era esa? Imposible. Esa palabra la repetí en mi cabeza como cien veces en aquel momento que pasó mientras él seguía explicándome que no recordaba que lo amaba, y que mi comportamiento hacia él le obligaba a castigarme, algo que aseguraba que me gustaba bastante… pero no podía recordar absolutamente nada. Sus palabras parecían seguras, las dijo de forma firme y con convicción mirándome de forma fija a los ojos mientras yo negaba en mi fuero interno… ¿yo con un vampiro? Imposible. Con lo que los odiaba, con lo que me asqueaba solamente su olor… no, no me creía sus palabras ni por un solo segundo, yo no podía ser su mujer.
Se relamió los labios observándome y se sentó en la cama a una distancia y mi mano, veloz, fue hacia su pecho donde dejé la punta de la estaca… pero no pude hundirla en su piel y en su cuerpo, algo me frenó sin saber realmente si decía la verdad o no lo decía… ¿cómo podía creerme sus palabras, o dejar de crearlas, cuando no tenía forma alguna de saberlo? No había una forma segura, no recordaba nada, no lo recordaba, ni a él ni a nada… ¿y si era verdad? Decía que antes deseaba su rostro de una forma diferente y mis ojos contemplaron este de forma fija, reconocía al menos que el vampiro era atractivo, sus ojos conseguían penetrarte solo con la mirada, sus labios eran apetecibles, su barba de pocos días le daba un aspecto más fiero, más rudo, y su voz ronca atravesaba mi cuerpo produciendo ondas logrando atravesarme… pero, ¿sería realmente mi tipo? ¿Llegó a gustarme de verdad? Me mordí el labio sin saber qué pensar, sin saber qué hacer… no recordaba nada de nada, no podía saber si él podría gustarme de verdad o no, o tener algo con él… ¿cómo se medía esas cosas cuando ni siquiera sabía cómo me llamaba? Era realmente frustrante.
Ladeó de nuevo su sonrisa, esa que me desquició desde el primer momento sin saber por qué, ¿y si eso fue lo que en un principio me dio por reaccionar de otra forma, porque antes también me pasaba y era un reflejo de algo que no recordaba? Era una explicación posible. Se alzó gateando por la cama sin apartar sus ojos de los míos, de forma lenta, seguro de sus pasos y de sus palabras acortando la distancia mientras mi mano aferrando la estaca temblaba ligeramente por lo que me estaba descubriendo. Apartó un mechón que caía de mi pelo de forma lenta acariciando suavemente mi rostro, aseguró que si lo besaba me daría cuenta de que me gustaba, su aliento gélido impactó contra mis labios entreabiertos todavía por la sorpresa y un leve jadeo escapó de ellos, quemando los del vampiro.
Sus dedos se deslizaron por mis piernas paseándose a su voluntad, por mis muslos como si supiera el camino exacto que seguir, de un tirón me acercó a él sin apartar su rostro del mío pegando así más nuestros cuerpos, mi cadera se alzó pegándose contra su miembro que duro rozaba mi sexo al estar completamente desnuda. Decía estar hechos el uno para el otro y que pronto me daría cuenta, sus labios cerca de los míos, provocándome, incitándome… un jadeo escapó de mis labios que rozaron brevemente los suyos. Lamí su labio inferior confundida notando su aliento mezclarse con el mío, mis ojos dudosos miraron los suyos que parecían firmes sobre sus palabras, sobre lo que me decía… y yo no sabía nada. Acorté la distancia probando de forma breve sus labios, un mero roce algo casto que me hizo apartarme un poco mirando sus labios para luego subir mis ojos a los suyos sin poder recordar nada, sin saber si era cierto, mentira… ¿lo sería? Pero, ¿y si no lo era? No había forma de saberlo, oscuridad y vacío era lo único que podía recordar como si mi mente se hubiera quedado sin nada, como si acabara de “nacer”.
Acorté finalmente la distancia buscando sus labios en un desesperado intento de ver si aquello me podría traer algún recuerdo, al menos intentarlo si era todo verdad. Rodeé su cuello con uno de mis brazos y la estaca quedó sobre el colchón mientras mis labios besaban los suyos, algo tímidos al principio que se fue tornando en algo más salvaje, más pasional conforme nos besábamos y el vampiro también tomaba cartas en el asunto. Me seguía desconcertando el hecho de tener algo con un vampiro, pero no había modo alguno de saber por qué esos sentimientos que tenía. Su mano subió por mi espalda hasta aferrar mi pelo con fuerza sin despegar su cuerpo del mío, nos caldeábamos conforme se sucedía aquel beso pero… ningún recuerdo vino a mí, ninguna sensación especial me recorrió el cuerpo salvo la lujuria… y fue por ese mismo motivo que acabé separándome del vampiro, empujando su pecho y levantándome de la cama, incapaz de recordar nada.
-¡No puedo! –Dije alejándome llevando mis manos a la cabeza, mis dedos se enredaron entre los mechones oscuros de mi pelo y aferré mi cabeza pegando mi espalda a la pared, no recordaba nada, no conseguía descifrar nada y eso me frustraba. Quería saber si lo que él decía era verdad aunque deseaba que fuera todo mentira, o deseaba que fuera verdad y que hubiera encontrado la forma de saber quién era… todo era frustrante, querer recordar algo y no poder me desquiciaba… no se trataba de cualquier cosa, hablábamos de mi vida, de quién era yo- no recuerdo nada –mis ojos se alzaron para mirar al vampiro que seguía sobre la cama, mirándome, observándome de forma fija- no sé si lo que dices es cierto o es mentira, ¿cómo puedo saberlo cuando ni siquiera sé quién soy? –Hice una leve pausa- Noctis es lo único que puedo decir de mí, y que soy una cambiante que puede pasar a ser una loba negra… nada más, solo Noctis –repetí porque era lo único que “sabía” de mí, y ni siquiera eso puesto que era el nombre que me puse para poder tener uno- si es verdad lo que dices… –dije apretando un poco los dientes, costándome que pudiera estar con un vampiro- ¿por qué desperté en Dublín, y no aquí? ¿Por qué no viniste a buscarme y me dejaste sola? –Le recriminé, sacando un poco del dolor y de ese vacío que durante días me habían perseguido, carcomiéndome de alguna forma. Me separé de la pared acercándome a él algo enfadada, si era cierto ¿por qué no me buscó?- ¿De dónde soy, quién es mi familia? ¿Por qué no desperté aquí… qué me pasó? –Cogí el colgante enseñándoselo- ¿me lo regalaste tú? ¡Contéstame, joder! –Mi respiración era errática, casi violenta mientras intentaba encontrar alguna pieza que pudiera encajar en algo- ¿Por qué me has tratado así todo este tiempo? ¿Por qué querer hacerme daño? –Lo miré de forma fija sin entender nada y mi mano, rauda, cruzó su rostro descargando parte de lo que sentía en él- así no se trata a la persona que quieres, ni siquiera sé cómo te llamas… –escupí mientras algo se rompía dentro, quería tener mis recuerdos y no podía obtenerlos, era difícil y complicado y… para mi triste realidad, todo cuanto tenía era a aquel vampiro.
Se acercaba con paso lento como si midiera mis movimientos, como si me midiera con cada paso que daba y vería cómo me movía, reaccionaba ante su acercamiento cuando sus siguientes palabras parecieron rebotar con eco en la habitación, me quedé paralizada por lo que dijo e incluso por un par de segundos ni siquiera respiré… ¿Su mujer? ¿Qué maldita broma era esa? Imposible. Esa palabra la repetí en mi cabeza como cien veces en aquel momento que pasó mientras él seguía explicándome que no recordaba que lo amaba, y que mi comportamiento hacia él le obligaba a castigarme, algo que aseguraba que me gustaba bastante… pero no podía recordar absolutamente nada. Sus palabras parecían seguras, las dijo de forma firme y con convicción mirándome de forma fija a los ojos mientras yo negaba en mi fuero interno… ¿yo con un vampiro? Imposible. Con lo que los odiaba, con lo que me asqueaba solamente su olor… no, no me creía sus palabras ni por un solo segundo, yo no podía ser su mujer.
Se relamió los labios observándome y se sentó en la cama a una distancia y mi mano, veloz, fue hacia su pecho donde dejé la punta de la estaca… pero no pude hundirla en su piel y en su cuerpo, algo me frenó sin saber realmente si decía la verdad o no lo decía… ¿cómo podía creerme sus palabras, o dejar de crearlas, cuando no tenía forma alguna de saberlo? No había una forma segura, no recordaba nada, no lo recordaba, ni a él ni a nada… ¿y si era verdad? Decía que antes deseaba su rostro de una forma diferente y mis ojos contemplaron este de forma fija, reconocía al menos que el vampiro era atractivo, sus ojos conseguían penetrarte solo con la mirada, sus labios eran apetecibles, su barba de pocos días le daba un aspecto más fiero, más rudo, y su voz ronca atravesaba mi cuerpo produciendo ondas logrando atravesarme… pero, ¿sería realmente mi tipo? ¿Llegó a gustarme de verdad? Me mordí el labio sin saber qué pensar, sin saber qué hacer… no recordaba nada de nada, no podía saber si él podría gustarme de verdad o no, o tener algo con él… ¿cómo se medía esas cosas cuando ni siquiera sabía cómo me llamaba? Era realmente frustrante.
Ladeó de nuevo su sonrisa, esa que me desquició desde el primer momento sin saber por qué, ¿y si eso fue lo que en un principio me dio por reaccionar de otra forma, porque antes también me pasaba y era un reflejo de algo que no recordaba? Era una explicación posible. Se alzó gateando por la cama sin apartar sus ojos de los míos, de forma lenta, seguro de sus pasos y de sus palabras acortando la distancia mientras mi mano aferrando la estaca temblaba ligeramente por lo que me estaba descubriendo. Apartó un mechón que caía de mi pelo de forma lenta acariciando suavemente mi rostro, aseguró que si lo besaba me daría cuenta de que me gustaba, su aliento gélido impactó contra mis labios entreabiertos todavía por la sorpresa y un leve jadeo escapó de ellos, quemando los del vampiro.
Sus dedos se deslizaron por mis piernas paseándose a su voluntad, por mis muslos como si supiera el camino exacto que seguir, de un tirón me acercó a él sin apartar su rostro del mío pegando así más nuestros cuerpos, mi cadera se alzó pegándose contra su miembro que duro rozaba mi sexo al estar completamente desnuda. Decía estar hechos el uno para el otro y que pronto me daría cuenta, sus labios cerca de los míos, provocándome, incitándome… un jadeo escapó de mis labios que rozaron brevemente los suyos. Lamí su labio inferior confundida notando su aliento mezclarse con el mío, mis ojos dudosos miraron los suyos que parecían firmes sobre sus palabras, sobre lo que me decía… y yo no sabía nada. Acorté la distancia probando de forma breve sus labios, un mero roce algo casto que me hizo apartarme un poco mirando sus labios para luego subir mis ojos a los suyos sin poder recordar nada, sin saber si era cierto, mentira… ¿lo sería? Pero, ¿y si no lo era? No había forma de saberlo, oscuridad y vacío era lo único que podía recordar como si mi mente se hubiera quedado sin nada, como si acabara de “nacer”.
Acorté finalmente la distancia buscando sus labios en un desesperado intento de ver si aquello me podría traer algún recuerdo, al menos intentarlo si era todo verdad. Rodeé su cuello con uno de mis brazos y la estaca quedó sobre el colchón mientras mis labios besaban los suyos, algo tímidos al principio que se fue tornando en algo más salvaje, más pasional conforme nos besábamos y el vampiro también tomaba cartas en el asunto. Me seguía desconcertando el hecho de tener algo con un vampiro, pero no había modo alguno de saber por qué esos sentimientos que tenía. Su mano subió por mi espalda hasta aferrar mi pelo con fuerza sin despegar su cuerpo del mío, nos caldeábamos conforme se sucedía aquel beso pero… ningún recuerdo vino a mí, ninguna sensación especial me recorrió el cuerpo salvo la lujuria… y fue por ese mismo motivo que acabé separándome del vampiro, empujando su pecho y levantándome de la cama, incapaz de recordar nada.
-¡No puedo! –Dije alejándome llevando mis manos a la cabeza, mis dedos se enredaron entre los mechones oscuros de mi pelo y aferré mi cabeza pegando mi espalda a la pared, no recordaba nada, no conseguía descifrar nada y eso me frustraba. Quería saber si lo que él decía era verdad aunque deseaba que fuera todo mentira, o deseaba que fuera verdad y que hubiera encontrado la forma de saber quién era… todo era frustrante, querer recordar algo y no poder me desquiciaba… no se trataba de cualquier cosa, hablábamos de mi vida, de quién era yo- no recuerdo nada –mis ojos se alzaron para mirar al vampiro que seguía sobre la cama, mirándome, observándome de forma fija- no sé si lo que dices es cierto o es mentira, ¿cómo puedo saberlo cuando ni siquiera sé quién soy? –Hice una leve pausa- Noctis es lo único que puedo decir de mí, y que soy una cambiante que puede pasar a ser una loba negra… nada más, solo Noctis –repetí porque era lo único que “sabía” de mí, y ni siquiera eso puesto que era el nombre que me puse para poder tener uno- si es verdad lo que dices… –dije apretando un poco los dientes, costándome que pudiera estar con un vampiro- ¿por qué desperté en Dublín, y no aquí? ¿Por qué no viniste a buscarme y me dejaste sola? –Le recriminé, sacando un poco del dolor y de ese vacío que durante días me habían perseguido, carcomiéndome de alguna forma. Me separé de la pared acercándome a él algo enfadada, si era cierto ¿por qué no me buscó?- ¿De dónde soy, quién es mi familia? ¿Por qué no desperté aquí… qué me pasó? –Cogí el colgante enseñándoselo- ¿me lo regalaste tú? ¡Contéstame, joder! –Mi respiración era errática, casi violenta mientras intentaba encontrar alguna pieza que pudiera encajar en algo- ¿Por qué me has tratado así todo este tiempo? ¿Por qué querer hacerme daño? –Lo miré de forma fija sin entender nada y mi mano, rauda, cruzó su rostro descargando parte de lo que sentía en él- así no se trata a la persona que quieres, ni siquiera sé cómo te llamas… –escupí mientras algo se rompía dentro, quería tener mis recuerdos y no podía obtenerlos, era difícil y complicado y… para mi triste realidad, todo cuanto tenía era a aquel vampiro.
Noctis- Licántropo Clase Alta
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Re: Nocte, Frigus Et Tenebris, Semper Fidelis ~ Privado {+18}
Duda, eso era lo que quebraba la frágil mente de la loba, no recordaba su pasado y eso era lo que la parca con su guadaña aprovechaba.
Ladeé la sonrisa sintiendo su aliento colisionar con mi boca, era un hombre y notaba sobradamente cuando la atracción se producía, sus dilatadas pupilas lo gritaban, eso y su cuerpo encendido bajo el tacto del mio.
Tímida atajo la distancia, lamió mi inferior despacio, como si probara un helado para descubrir a que sabe y le gustó, pues tras pensarlo de nuevo haciéndome participe de su agitada respiración sus labios acapararon los míos lentamente, confundidos pero ávidos de información.
Su brazo rodeó mi cuello, beso mas profundo que se colo entre mis entreabiertos labios, la estaca cayó a un lado y mis manos se deslizaron por su cintura ascendiendo por su perfecto cuerpo.
Jadeé contra su boca, alzándola a horcajadas sobre mi, quedando así ella sentada sobre mi, con sendas piernas rodeando mi cintura y nuestros torsos rozándose hambrientos.
Cruenta guerra salvaje la que nuestras lenguas protagonizaban, el deseo se hacia patente entre cada respiración pesada que se nos escapaba.
Cerré los ojos paladeando el sabor de su boca, me sabia a hierba fresca, a bosque y a maderos prendidos de el mas intenso de los fuegos conocidos.
Mis manos se alzaron por sus senos mas fue entonces cuando se separó de mi alegando un “no puedo” que me hizo rugir.
Mis rojos se centraron en las profundidades de sus bosques, veía el desconcierto recorrer cada molecula de ella como una corriente nerviosa que la arrastraba hacia las profundidades.
Sus dedos se hundieron en su oscuro cabello, era un animal salvaje, extinto, bello. La contemple deseando ser su dueño, la necesitaba como lo hace un loco, Un demente o un caprichoso.
Me relamí conservando su sabor en mi boca, ladeé la sonrisa cuando aseguró no recordar nada.
-¿No era esa la idea de este beso? Recordarme -pregunté sin dejar de contemplarla.
“Noctis” ¿era quizás ese su nombre? A mi se me antojaba mas bien a un apodo, así que guardé silencio escuchando algo mas de su historia.
-Despertaste en Dublin porque allí estábamos cuando te perdí. Vamos pequeña soy un vampiro y tu una cambiante, no esperaras que nuestra vida sea fácil.
Te enamoraste de mi en París, así que tenia la esperanza de que eso te trajera aquí, a mi.
vine a París por ti, para reencontrarnos -alegué con un convencimiento tal que me lo creí.
Las preguntas se sucedían pero como buen mentiroso que era para todas ellas tenia una respuesta retorcida, con el demonio es fácil bailar en las llamas del infierno y esa pobre loba salvaje acababa de adentrarse en el averno.
-Soy lo que soy nena, pero a ti siempre te a gustado este juego duro entre los dos ¿acaso tienes queja ahora?
Deslicé mis dedos por su piel lentamente.
-No pretendía hacerte daño, solo excitarte, de echo, te salvé en el bosque cuando pude dejarte, y te curé con mi sangre ¿no es eso cierto?
Ladeé la sonrisa hundiendo mis negros en los suyos.
-Soy Utukki Black -susurré acercándome lentamente hacia sus labios -¿no me deseas acaso? No es esa la prueba fehaciente de que entre tu y yo hay algo?
Acune su rostro entre mis manos con suavidad, mi lengua perfilo su oca.
-Estas sola, no tienes familia ya -musité dejando que mi aliento la calcinara -yo soy todo cuanto tienes.
Ladeé la sonrisa sintiendo su aliento colisionar con mi boca, era un hombre y notaba sobradamente cuando la atracción se producía, sus dilatadas pupilas lo gritaban, eso y su cuerpo encendido bajo el tacto del mio.
Tímida atajo la distancia, lamió mi inferior despacio, como si probara un helado para descubrir a que sabe y le gustó, pues tras pensarlo de nuevo haciéndome participe de su agitada respiración sus labios acapararon los míos lentamente, confundidos pero ávidos de información.
Su brazo rodeó mi cuello, beso mas profundo que se colo entre mis entreabiertos labios, la estaca cayó a un lado y mis manos se deslizaron por su cintura ascendiendo por su perfecto cuerpo.
Jadeé contra su boca, alzándola a horcajadas sobre mi, quedando así ella sentada sobre mi, con sendas piernas rodeando mi cintura y nuestros torsos rozándose hambrientos.
Cruenta guerra salvaje la que nuestras lenguas protagonizaban, el deseo se hacia patente entre cada respiración pesada que se nos escapaba.
Cerré los ojos paladeando el sabor de su boca, me sabia a hierba fresca, a bosque y a maderos prendidos de el mas intenso de los fuegos conocidos.
Mis manos se alzaron por sus senos mas fue entonces cuando se separó de mi alegando un “no puedo” que me hizo rugir.
Mis rojos se centraron en las profundidades de sus bosques, veía el desconcierto recorrer cada molecula de ella como una corriente nerviosa que la arrastraba hacia las profundidades.
Sus dedos se hundieron en su oscuro cabello, era un animal salvaje, extinto, bello. La contemple deseando ser su dueño, la necesitaba como lo hace un loco, Un demente o un caprichoso.
Me relamí conservando su sabor en mi boca, ladeé la sonrisa cuando aseguró no recordar nada.
-¿No era esa la idea de este beso? Recordarme -pregunté sin dejar de contemplarla.
“Noctis” ¿era quizás ese su nombre? A mi se me antojaba mas bien a un apodo, así que guardé silencio escuchando algo mas de su historia.
-Despertaste en Dublin porque allí estábamos cuando te perdí. Vamos pequeña soy un vampiro y tu una cambiante, no esperaras que nuestra vida sea fácil.
Te enamoraste de mi en París, así que tenia la esperanza de que eso te trajera aquí, a mi.
vine a París por ti, para reencontrarnos -alegué con un convencimiento tal que me lo creí.
Las preguntas se sucedían pero como buen mentiroso que era para todas ellas tenia una respuesta retorcida, con el demonio es fácil bailar en las llamas del infierno y esa pobre loba salvaje acababa de adentrarse en el averno.
-Soy lo que soy nena, pero a ti siempre te a gustado este juego duro entre los dos ¿acaso tienes queja ahora?
Deslicé mis dedos por su piel lentamente.
-No pretendía hacerte daño, solo excitarte, de echo, te salvé en el bosque cuando pude dejarte, y te curé con mi sangre ¿no es eso cierto?
Ladeé la sonrisa hundiendo mis negros en los suyos.
-Soy Utukki Black -susurré acercándome lentamente hacia sus labios -¿no me deseas acaso? No es esa la prueba fehaciente de que entre tu y yo hay algo?
Acune su rostro entre mis manos con suavidad, mi lengua perfilo su oca.
-Estas sola, no tienes familia ya -musité dejando que mi aliento la calcinara -yo soy todo cuanto tienes.
Utukki Black- Vampiro Clase Alta
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Re: Nocte, Frigus Et Tenebris, Semper Fidelis ~ Privado {+18}
Mis ojos contemplaban al vampiro pegada contra la pared del cabezal de la cama, mis dedos se habían hundido en los mechones de mi pelo cogiendo mi cabeza entre mis manos, incapaz de recordar nada, incapaz de averiguar quién era o qué me había pasado, a dónde pertenecía, de dónde venía… incluso con aquel beso no había podido discernir absolutamente nada, no había sentido ninguna emoción especial más allá de una lujuria que me había atravesado por entera. Era como si todos mis recuerdos se hubieran esfumado dejándome vacía de todo, casi inerte, sola y desamparada… fría, totalmente fría. Solo me había puesto aquel nombre que me recordaba a la misma noche, fría y solitaria, porque aquí me había sentido cuando desperté y nadie pudo decirme quién era, ni decirme nada sobre mí. Había viajado a París con la esperanza de encontrar alguna pista que me llevara a recordar algo y sin embargo lo que había encontrado… era a aquel vampiro.
Decía que quería saber quién era y frente a mí parecía tener al único que podría arrojar algo de luz en mitad de toda aquella oscuridad, él podría decirme quién era, contarme todo lo que yo desconocía sobre mí… y lo rechaza, mi cabeza batallaba entre si debía de creerlo o no pero era difícil cuando no tenías nada con lo que medir sus palabras, podrían ser ciertas como podrían ser falsas y yo no notaría la diferencia porque no recordaba absolutamente nada de nada. Mis ojos observaron los suyos que me miraban de forma fija, su pecho subía y bajaba por el beso que nos habíamos dado, podía notar su cuerpo cernirse sobre el mío, sus manos recorrer mi cuerpo de esa forma y… gruñí, odiaba a los vampiros y resultaba que estaba con uno… ¿no lo hacía eso todo más irónico y jodido de lo que ya estaba?
Era cierto, lo había besado para intentar recordar algo a ver si me transmitía algo pero lo único que había sentido era una lujuria desmedida recorrer mi cuerpo, por eso me había apartado, porque no estaba dando resultado nada de aquello y seguía sintiendo ese odio hacia ellos, en parte su olor me seguía desagradando. Le gruñí mostrando que su pregunta no me gustaba en absoluto, acabé por acercarme a él y preguntarle aquello que necesitaba saber; quién era, de dónde venía, por qué aparecí en Dublín, por qué no me buscó… eran tantas las cosas que necesitaba saber que solo él podría responderme a todas y cada una de ellas. Le acabé incluso por dar un guantazo alegando que así no se trataba a la persona que querías, lo miré de forma fija intentando regular mi respiración tras las palabras atropelladas que habían salido de mis labios.
Decía que me había perdido en Dublín, ¿cómo que perdido? Y que intentó buscarme pero no lo consiguió, que me había enamorado de él en París y que por eso llevaba el colgante, que de alguna forma esperaba que eso hiciera ir allí y por eso él había venido a la ciudad para buscarme. Sus palabras sonaban… sinceras, verdaderas, realistas… pero el hecho de que fuera vampiro me echaba un poco hacia atrás, quizás me había pasado algo con alguno de ellos, quizás mi golpe y la pérdida de memoria tenía que ver con alguno de ellos y de ahí mi odio que no podía explicar… todo era tan confuso en esos momentos. Siguió hablando diciendo que era lo que era y que nuestra relación no era fácil, sus dedos se deslizaron lentamente por mi piel notando su tez más fría con sus caricias.
Había algo de cierto en sus palabras y que no podía discutirle: me había salvado en el bosque cuando no tenía por qué, si no me conociera, si no supiera quién era podría haberme dejado atrapada en aquel cepo, es más, me llevó allí y cuando desperté había vendado mi pierna y con delicadeza pese a mis formas me había dado su sangre para que me regenerara y curara… pero sus formas de tratarme… ¿sería todo parte de ese juego que él decía? No tenía forma de saberlo, al menos por el momento. Sus ojos se fijaron en los míos contemplándome y fue que dijo su nombre para que supiera quien era y que dejara de ser un desconocido como lo era en esos momentos para mí.
-Utukki… -no supe por qué, pero el hecho de pronunciar su nombre de mis labios me produjo un escalofrío, algo me hizo saber que aquel nombre encerraba una oscuridad en sí misma que no tenía nada que ver con su apellido, sino más bien con él, con el aura que lo rodeaba… de alguna forma supe, en ese preciso momento, que aquel vampiro sería mi total y mi completa maldición y perdición; para bien o para mal- Noctis –dije como respuesta como si no hubiera dicho ya como me llamaba, se acercó de nuevo acortando la distancia entre nuestros labios, le miré de forma fija por su pregunta, una persona podía gustarte y atraerte y no quería decir absolutamente nada con eso- me dice que hay atracción… pero no que haya nada más –no se dio por vencido, sus manos acunaron mi rostro sin dejar de mirarme a los ojos, su lengua lamió mi labio inferior y yo me resistía a caer y a ceder ante él… estaba tan confundida en ese momento, no sabía si estaba bien aquello o no, si tenía razón, si sus palabras eran verdad… sentía que caía por un abismo precipitándome al vacío, y que el único que podía salvarme era él. Una de mis manos subió a una de las suyas escuchando sus palabras, decía que estaba sola, que no tenía familia alguna mientras su aliento me calcinaba con cada palabra que salía de sus labios, mi cuerpo rozaba el suyo aun vestido contemplando que todavía iba vestido.
“Yo soy todo cuanto tienes” Mis ojos subieron de nuevo a los suyos para mirarlo, emití un pequeño quejido por sus palabras… todo lo que me quedaba era aquel vampiro que tenía frente a mí, que me había salvado, que me había curado, para luego intentar doblegarme y casi matarme en lo que él denominaba un juego entre los dos… sus acciones me confundían aún más, era como si me diera una cal y otra de arena, me mostrara su lado bueno y amable y luego cambiaba al despiadado y sin escrúpulos… como las dos caras de una misma moneda que se exponía ante mí. Cerré los ojos dejándome vencer por unos segundos, mi mano aferró con fuerza la camisa que llevaba el vampiro pensando en sus palabras, pensando en si me las iba a creer o no. De pronto, como si de golpe reaccionara, me separé de él soltándome de su agarre retrocediendo volviendo a coger de nuevo la estaca que había quedado olvidada por unos instantes, poniéndome de nuevo a la defensiva con él.
-¿Por qué debería de creerte? –Pregunté mirándolo de forma fija, tenía que pensar en todas las probabilidades posibles, que fuera cierto pero que no lo fuera también… no sabía nada de mí, podría ser muy fácil inventarse una vida falsa y confundirme… el mayor problema es que no podía saber cuál era cierta y cuál no.- ¿cómo puedo saber que no me estás mintiendo, que te estás inventando esa vida? –Mi desesperación hablaba por sí sola- dame una muestra para que te crea, Utukki, porque inventarse una vida a una persona que no recuerda nada es demasiado fácil y sencillo –porque dijeras lo que dijeras te creería, no había forma de demostrarlo y la desesperación de la otra persona haría el resto… pero debía de ser cauta- hay un motivo por el que no me gustan los vampiros, y aunque no lo sé, mi instinto me dice que lleve cuidado contigo –sonreí de lado, quizás pensaba que casi me tenía pero dudaba de todo, dudaba de hasta mi propia sombra- dame una razón por la que deba de creerte y no hundir la estaca en tú corazón como tenía pensando hacer hace unos instantes. Que no recuerde nada no significa que sea estúpida –eso debía de recordármelo porque, por un momento, casi había caído en la trampa del vampiro… necesitaba creer en algo, saber algo pero la verdad es que tenía que llevar cautela con todo, pero más con él.
Decía que quería saber quién era y frente a mí parecía tener al único que podría arrojar algo de luz en mitad de toda aquella oscuridad, él podría decirme quién era, contarme todo lo que yo desconocía sobre mí… y lo rechaza, mi cabeza batallaba entre si debía de creerlo o no pero era difícil cuando no tenías nada con lo que medir sus palabras, podrían ser ciertas como podrían ser falsas y yo no notaría la diferencia porque no recordaba absolutamente nada de nada. Mis ojos observaron los suyos que me miraban de forma fija, su pecho subía y bajaba por el beso que nos habíamos dado, podía notar su cuerpo cernirse sobre el mío, sus manos recorrer mi cuerpo de esa forma y… gruñí, odiaba a los vampiros y resultaba que estaba con uno… ¿no lo hacía eso todo más irónico y jodido de lo que ya estaba?
Era cierto, lo había besado para intentar recordar algo a ver si me transmitía algo pero lo único que había sentido era una lujuria desmedida recorrer mi cuerpo, por eso me había apartado, porque no estaba dando resultado nada de aquello y seguía sintiendo ese odio hacia ellos, en parte su olor me seguía desagradando. Le gruñí mostrando que su pregunta no me gustaba en absoluto, acabé por acercarme a él y preguntarle aquello que necesitaba saber; quién era, de dónde venía, por qué aparecí en Dublín, por qué no me buscó… eran tantas las cosas que necesitaba saber que solo él podría responderme a todas y cada una de ellas. Le acabé incluso por dar un guantazo alegando que así no se trataba a la persona que querías, lo miré de forma fija intentando regular mi respiración tras las palabras atropelladas que habían salido de mis labios.
Decía que me había perdido en Dublín, ¿cómo que perdido? Y que intentó buscarme pero no lo consiguió, que me había enamorado de él en París y que por eso llevaba el colgante, que de alguna forma esperaba que eso hiciera ir allí y por eso él había venido a la ciudad para buscarme. Sus palabras sonaban… sinceras, verdaderas, realistas… pero el hecho de que fuera vampiro me echaba un poco hacia atrás, quizás me había pasado algo con alguno de ellos, quizás mi golpe y la pérdida de memoria tenía que ver con alguno de ellos y de ahí mi odio que no podía explicar… todo era tan confuso en esos momentos. Siguió hablando diciendo que era lo que era y que nuestra relación no era fácil, sus dedos se deslizaron lentamente por mi piel notando su tez más fría con sus caricias.
Había algo de cierto en sus palabras y que no podía discutirle: me había salvado en el bosque cuando no tenía por qué, si no me conociera, si no supiera quién era podría haberme dejado atrapada en aquel cepo, es más, me llevó allí y cuando desperté había vendado mi pierna y con delicadeza pese a mis formas me había dado su sangre para que me regenerara y curara… pero sus formas de tratarme… ¿sería todo parte de ese juego que él decía? No tenía forma de saberlo, al menos por el momento. Sus ojos se fijaron en los míos contemplándome y fue que dijo su nombre para que supiera quien era y que dejara de ser un desconocido como lo era en esos momentos para mí.
-Utukki… -no supe por qué, pero el hecho de pronunciar su nombre de mis labios me produjo un escalofrío, algo me hizo saber que aquel nombre encerraba una oscuridad en sí misma que no tenía nada que ver con su apellido, sino más bien con él, con el aura que lo rodeaba… de alguna forma supe, en ese preciso momento, que aquel vampiro sería mi total y mi completa maldición y perdición; para bien o para mal- Noctis –dije como respuesta como si no hubiera dicho ya como me llamaba, se acercó de nuevo acortando la distancia entre nuestros labios, le miré de forma fija por su pregunta, una persona podía gustarte y atraerte y no quería decir absolutamente nada con eso- me dice que hay atracción… pero no que haya nada más –no se dio por vencido, sus manos acunaron mi rostro sin dejar de mirarme a los ojos, su lengua lamió mi labio inferior y yo me resistía a caer y a ceder ante él… estaba tan confundida en ese momento, no sabía si estaba bien aquello o no, si tenía razón, si sus palabras eran verdad… sentía que caía por un abismo precipitándome al vacío, y que el único que podía salvarme era él. Una de mis manos subió a una de las suyas escuchando sus palabras, decía que estaba sola, que no tenía familia alguna mientras su aliento me calcinaba con cada palabra que salía de sus labios, mi cuerpo rozaba el suyo aun vestido contemplando que todavía iba vestido.
“Yo soy todo cuanto tienes” Mis ojos subieron de nuevo a los suyos para mirarlo, emití un pequeño quejido por sus palabras… todo lo que me quedaba era aquel vampiro que tenía frente a mí, que me había salvado, que me había curado, para luego intentar doblegarme y casi matarme en lo que él denominaba un juego entre los dos… sus acciones me confundían aún más, era como si me diera una cal y otra de arena, me mostrara su lado bueno y amable y luego cambiaba al despiadado y sin escrúpulos… como las dos caras de una misma moneda que se exponía ante mí. Cerré los ojos dejándome vencer por unos segundos, mi mano aferró con fuerza la camisa que llevaba el vampiro pensando en sus palabras, pensando en si me las iba a creer o no. De pronto, como si de golpe reaccionara, me separé de él soltándome de su agarre retrocediendo volviendo a coger de nuevo la estaca que había quedado olvidada por unos instantes, poniéndome de nuevo a la defensiva con él.
-¿Por qué debería de creerte? –Pregunté mirándolo de forma fija, tenía que pensar en todas las probabilidades posibles, que fuera cierto pero que no lo fuera también… no sabía nada de mí, podría ser muy fácil inventarse una vida falsa y confundirme… el mayor problema es que no podía saber cuál era cierta y cuál no.- ¿cómo puedo saber que no me estás mintiendo, que te estás inventando esa vida? –Mi desesperación hablaba por sí sola- dame una muestra para que te crea, Utukki, porque inventarse una vida a una persona que no recuerda nada es demasiado fácil y sencillo –porque dijeras lo que dijeras te creería, no había forma de demostrarlo y la desesperación de la otra persona haría el resto… pero debía de ser cauta- hay un motivo por el que no me gustan los vampiros, y aunque no lo sé, mi instinto me dice que lleve cuidado contigo –sonreí de lado, quizás pensaba que casi me tenía pero dudaba de todo, dudaba de hasta mi propia sombra- dame una razón por la que deba de creerte y no hundir la estaca en tú corazón como tenía pensando hacer hace unos instantes. Que no recuerde nada no significa que sea estúpida –eso debía de recordármelo porque, por un momento, casi había caído en la trampa del vampiro… necesitaba creer en algo, saber algo pero la verdad es que tenía que llevar cautela con todo, pero más con él.
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Re: Nocte, Frigus Et Tenebris, Semper Fidelis ~ Privado {+18}
La loba es desconfiada, replica cada una de mis palabras como si no le costara nada, algo que por una parte me irrita y por la otra despierta en mi pasiones encontradas.
-¿y la atracción os parece poco? -le preguntó con picardia – No es así como empieza todo, atracción, una noche, un encuentro, dos..-susurró cabalgando por su pierna con la yema de mis dedos.
Nuestros alientos se cruzan en un claro duelo en el que la serpiente le ofrece la manzana a Eva para que la muerda.
Parece que esta se resiste, como si la idea de entender, comprender y no sentirse sola no fuera suficiente como para hincarle el diente.
Casi la tengo donde quiero, un roce de nuestros labios, el fruto envenenado pero antes de probarlo salta hacia atrás, recula y me deja con las ganas de mas.
La estaca se alza apuntando nuevamente mi pecho y un gruñido gutural escapa de mi garganta en señal de clara molestia al haber perdido tentando al insignificante humano.
Las preguntas se suceden unas la mas de razonables y a decir verdad muy acertadas.
-¿y por que deberías dudar? Estoy aquí, no es esa suficiente señal.
De un manotazo tiro la estaca contra la pared dejándola desarmada y a mi merced.
Mis ojos rojos como el fuego recorren su cuerpo, mueren en su boca necesitados de mucho mas que palabras.
-No te considero tan estúpida como para no entender que te guste o te disguste estas a mi merced, puedes luchar, tratar de zafarte y odiarme. Creerme o no, eso es asunto tuyo, la única verdad es que me perteneces, siempre lo has hecho.
Me alcé del lecho con total indiferencia dándole la espalda de forma tranquila, pronto el día sucedería a la noche y tenia que dejar las cosas dispuestas para un reparador sueño.
-¿tienes hambre? -pregunté sin mirarla mientras me deshacía de la chaqueta, desabrochaba la camisa y me dirigía al baño para darme un baño y colocarme unos pantalones cómodos para poder dormir.
-Si tu plan es escapar -le dije asomándome por la puerta y apoyando mi antebrazo en el marco -yo de ti no lo intentaría -si lo haces, nunca sabrás la verdad, la duda de la veracidad de mis palabras te corroerá y acabaras volviendo a mi algo mucho mas humillante que ya estar aquí.
Cerré la puerta del baño quedando completamente desnudo en su interior, me sumergí en la matalica bañera para limpiar mi cuerpo de los exceso del viaje así como de la sangre reseca que me había dejado la pelea con la cambiante.
Salí al rato con los pantalones puestos y al mirada fija en ella, al parecer el desconcierto aun invadía su cuerpo, pues esperaba respuestas y de haberse marchado jamas las habría tenido.
-Una pena que no hayas querido acompañarme, estoy seguro que enjabonarte hubiera resultado tentadoramente delicioso -musité relamiendome los labios.
Mis pies descalzos acortaron la distancia que nos separaba, su mirada turbia, escondida bajo los mechones de su enredado cabello reflejaban en ella la parte mas salvaje de la naturaleza, esa libre, imposible de atrapar o controlar.
Tiré de la cadena de su cuello arrastrándola desde el lecho mientras esta se negaba a seguirme pero su fuerza comparada con la mía era irrisoria y eso era algo que le frustraba y cabreaba de sobremanera.
Afiancé la cadena a uno de los pilares de la habitación ,apenas tenia medio metro para moverse, sus ojos centelleaban, gruñía enfadada.
-No es nada personal, pero intento que no te hagas daño y dado que yo tengo que dormir...estoy seguro esto te ayudará a reflexionar sobre le trato dado a tu marido, y quizás mañana te muestres mas solicita a regalarme no solo un misero beso furtivo ¿que me dices?
-¿y la atracción os parece poco? -le preguntó con picardia – No es así como empieza todo, atracción, una noche, un encuentro, dos..-susurró cabalgando por su pierna con la yema de mis dedos.
Nuestros alientos se cruzan en un claro duelo en el que la serpiente le ofrece la manzana a Eva para que la muerda.
Parece que esta se resiste, como si la idea de entender, comprender y no sentirse sola no fuera suficiente como para hincarle el diente.
Casi la tengo donde quiero, un roce de nuestros labios, el fruto envenenado pero antes de probarlo salta hacia atrás, recula y me deja con las ganas de mas.
La estaca se alza apuntando nuevamente mi pecho y un gruñido gutural escapa de mi garganta en señal de clara molestia al haber perdido tentando al insignificante humano.
Las preguntas se suceden unas la mas de razonables y a decir verdad muy acertadas.
-¿y por que deberías dudar? Estoy aquí, no es esa suficiente señal.
De un manotazo tiro la estaca contra la pared dejándola desarmada y a mi merced.
Mis ojos rojos como el fuego recorren su cuerpo, mueren en su boca necesitados de mucho mas que palabras.
-No te considero tan estúpida como para no entender que te guste o te disguste estas a mi merced, puedes luchar, tratar de zafarte y odiarme. Creerme o no, eso es asunto tuyo, la única verdad es que me perteneces, siempre lo has hecho.
Me alcé del lecho con total indiferencia dándole la espalda de forma tranquila, pronto el día sucedería a la noche y tenia que dejar las cosas dispuestas para un reparador sueño.
-¿tienes hambre? -pregunté sin mirarla mientras me deshacía de la chaqueta, desabrochaba la camisa y me dirigía al baño para darme un baño y colocarme unos pantalones cómodos para poder dormir.
-Si tu plan es escapar -le dije asomándome por la puerta y apoyando mi antebrazo en el marco -yo de ti no lo intentaría -si lo haces, nunca sabrás la verdad, la duda de la veracidad de mis palabras te corroerá y acabaras volviendo a mi algo mucho mas humillante que ya estar aquí.
Cerré la puerta del baño quedando completamente desnudo en su interior, me sumergí en la matalica bañera para limpiar mi cuerpo de los exceso del viaje así como de la sangre reseca que me había dejado la pelea con la cambiante.
Salí al rato con los pantalones puestos y al mirada fija en ella, al parecer el desconcierto aun invadía su cuerpo, pues esperaba respuestas y de haberse marchado jamas las habría tenido.
-Una pena que no hayas querido acompañarme, estoy seguro que enjabonarte hubiera resultado tentadoramente delicioso -musité relamiendome los labios.
Mis pies descalzos acortaron la distancia que nos separaba, su mirada turbia, escondida bajo los mechones de su enredado cabello reflejaban en ella la parte mas salvaje de la naturaleza, esa libre, imposible de atrapar o controlar.
Tiré de la cadena de su cuello arrastrándola desde el lecho mientras esta se negaba a seguirme pero su fuerza comparada con la mía era irrisoria y eso era algo que le frustraba y cabreaba de sobremanera.
Afiancé la cadena a uno de los pilares de la habitación ,apenas tenia medio metro para moverse, sus ojos centelleaban, gruñía enfadada.
-No es nada personal, pero intento que no te hagas daño y dado que yo tengo que dormir...estoy seguro esto te ayudará a reflexionar sobre le trato dado a tu marido, y quizás mañana te muestres mas solicita a regalarme no solo un misero beso furtivo ¿que me dices?
Utukki Black- Vampiro Clase Alta
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Re: Nocte, Frigus Et Tenebris, Semper Fidelis ~ Privado {+18}
Mi instinto me decía que no confiara tan rápido en las palabras del vampiro, que no todo podría ser verdad y engañar a alguien cuya memoria se había roto quedando solo oscuridad era muy fácil. Por alguna razón que desconocía odiaba a los vampiros y era algo que no podía saber el porqué, y el hecho de no poder ver si me mentía o no era una razón más que suficiente como para mantenerme firme ante él, sujetando la estaca en mi mano de nuevo que rozaba su pecho como clara advertencia de que si hacía algo no dudaría en hundirlo, él decía que estábamos enamorados pero yo no sentía nada, que era su mujer y sin embargo sentía que yo no era de nadie, sino más bien libre, salvaje. No podía bajar la guardia y no era estúpida, no podría discernir si mentía o no pero dudar siempre dudaba de todo y más lo haría de él, un completo desconocido.
Había rugido cuando me separé como si no esperara que lo hiciera mientras sentía sus labios rozando los míos, tentándome, ahora sus ojos se paseaban por mi cuerpo hasta acabar finalmente en mis ojos otra vez y terminan centrándose en mis labios. Dice que no debería de dudar, que al fin y al cabo él está ahí y esa es señal suficiente para ello… pero a mí no me basta solamente con eso, no me da un motivo específico y eso me hace pensar que en realidad no lo tiene. Raudo como él solo dio un golpe a mi mano haciendo que la estaca se estampara contra la pared y me dejara de nuevo desarmada, algo que no me gustaba y que me hizo gruñir por ello observándole. Decía que no me consideraba estúpida, pero que debía de aceptar o no el hecho de que era suya y que le pertenecía… gruñí molesta por ello encarándome a él por sus palabras, yo no era de nadie, yo era libre y siempre lo sería.
-Yo no soy tuya, vampiro… y nunca lo seré –sentencié mirándole de forma fija para ver como se levantaba dejándome allí y darme la espalda, comenzó a desabrochar los botones de la camisa que llevaba y que cayó al suelo dejándome ver su espalda, ancha, amplia, inmaculada y perfecta, su pregunta de si tenía hambre me hizo alzar la mirada hacia su nuca, no se había girado todavía y no le veía el rostro así que fruncí el ceño porque… ahora que lo decía sí, la verdad es que tenía hambre- ¿vas a pedirme algo acaso para cenar? –Mi estómago dio la contestación por mí sonando en aquel momento y seguro que él lo había oído sin duda alguna, respondiendo que sí, tenía hambre. Se dirigió hacia el aseo y se perdió por la puerta pero volvió a asomarse apoyando el brazo en el marco, mirándome de forma fija para advertirme de que no intentara escapar. Mis ojos repasaron el pecho al descubierto del vampiro, se veían los músculos definidos mientras él seguía hablando… la verdad es que el vampiro era atractivo, era algo que no podía negar pero… seguía sin fiarme de él. Decía que si me iba jamás sabría la verdad y que la duda me carcomería porque él era el único que podría ayudarme con mi memoria y que según él estaba convencido de que volvería a su lado, algo que sería más humillante desde su punto de vista que el simple hecho de estar ya ahí con él. Se metió en el baño y gruñí furiosa por sus palabras, di un golpe en la cama cabreada con él por lo que me había dicho pero que en parte tenía razón… ¿y si era todo verdad? No quería arriesgarme a quedarme con él, es más, mi instinto me decía que no confiara en él pero… era lo único que tenía en esos momentos para descubrir quién era.
Me levanté de la cama observando que en la mesa de la habitación había una bandeja con algo de comida y de fruta, nada que pudiera saciarme realmente, pero la cogí para ir de nuevo a la cama y sentarme en ella apoyando la espalda contra el cabezal y comer de lo que allí había. Hacía muchas horas que no probaba bocado y aquella lucha con el vampiro había despertado mi hambre en esos momentos, así que eso fue lo que hice en lo que él se bañaba y me dejaba ahí sola. Mi mente fue a mil por hora para pensar qué podía hacer para que mis recuerdos volvieran, no quería quedarme cerca del vampiro pero de momento probaría esa opción a ver cómo me iba, a ver qué era lo que sacaba de ello. Al cabo de un tiempo salió de nuevo con un pantalón solamente pero se podía oler lo que había utilizado para bañarse y que ahora impregnaba su cuerpo, como si de alguna forma camuflara su olor.
Nada más salir su mirada se fijó en mí que seguía sobre la cama mientras cogía un trozo de fruta y lo llevaba a mis labios fijando mi mirada también en él, se acercó hacia donde estaba y sus palabras salieron de sus labios terminando por lamerse los labios ante la tentadora y provocadora imagen que me estaba creando con sus palabras, lo fulminé con la mirada por ello mientras él se acercaba con paso lento hacia donde me encontraba, no había entrado porque no había tenido ganas de compartir un baño con él, pero sí era cierto que necesitaba un baño a esas alturas y no me vendría nada mal para relajarme un rato y limpiar mi piel, así como quitar la sangre que seca ya manchaba mi piel por lo que había hecho con el vampiro cuando bebí de él y que me había manchado.
-Me gustaba darme los baños sola… olvídate de enjabonar mi cuerpo alguna vez, porque eso no va a pasar –se terminó de acercar y alcé mi rostro para mirarlo ya que estaba más alto que yo al estar sentada- pero sí me gustaría darme una ducha, a menos que pienses que pretendo escapar por ello –ladeé la cabeza desafiándole, lo que no esperé es que cogiera la cadena que colgaba del collar que no había podido quitarme bajo ningún concepto y que tirara de ella haciendo que me levantara, opuso resistencia pero su fuerza era mayor que la mía y comenzó a tirar de mí pese a que yo intentaba soltarme. El muy capullo tiró de mí hasta llegar a lo que parecía una columna de la habitación donde ató la cadena como si fuera un perro dejándome un espacio reducido para moverme, gruñí cabreada, enfadada y ofuscada por ello porque me tratara de esa forma. El hijo de puta decía que era por mi bien y porque no me hiciera daño, que él tenía que dormir y en el fondo pensaba que conmigo suelta no pasaría de esa noche… que así reflexionaba sobre mi trato recibido a “mi marido” y que a lo mejor al día siguiente hacía algo más que darle un mero beso… gruñí abalanzándome sobre él en cuanto terminó de hablar, con esa sonrisa ladeada en los labios que tanto odiaba de él, comencé a pegarle puñetazos consecutivos con toda la fuerza que tenía para acabar mis uñas por arañar su pecho dejando la marca de estas, haciendo que sangrara por la herida para luego cerrarse sin mayor problema- Eres un hijo de puta –le espeté a lo que él sonrió como si le divirtiera mis palabras y la forma en la que me encontraba- no soy tu jodida perra para que me tengas aquí atada y encadenada –tiré de la cadena pero no podía soltarla de donde estaba atada, él era más fuerte y había hecho bien su trabajo- ¡suéltame ahora mismo! –Le exigí mirándole encendida, con ganas de matarlo, de tener la estaca en mis manos ya estaría hundida en su corazón- ¿no hay castigo para ti por el trato que le estás dando a tú mujer? No es mucho mejor que el mío –lo fulminé con la mirada y luego torcí la sonrisa- sí, te voy a regalar una estaca en el corazón… o quizás te la meta por otro sitio que tampoco te gustaría –estaba sumamente cabreada por aquello por la forma en la que me estaba tratando, cogió mi rostro y dejando un beso en mis labios y un “buenas noches” se alejó para tumbarse en la cama y poder dormir.
Yo seguí tirando para intentar soltarme o quitarme el collar que llevaba pero era misión imposible, no podía hacerlo y estaba demasiado agotada y cansada como para transformarme en esos momentos… necesitaba comer bien y descansar para recuperar energías. No supe cuánto tiempo estuve tirando y de fondo se podía oír su risa de fondo cada vez que mi frustración crecía y gruñía por ello. Acabé apoyando la espalda en la pared y dejándome caer al suelo para sentarme, ni siquiera tenía nada cerca ni cómodo con lo que poder descansar… solo el suelo, como si fuera un perro al que atar para esperar que se tumbara, encontrara el sitio y durmiera… pues si yo no iba a dormir, él tampoco. No había nada cómodo cerca pero sí había cosas que podía utilizar sobre la mesa cercana para lo que tenía en mente.
Sí que fue cierto que una pequeña cabezada pegué en esos momentos, pero todo era demasiado incómodo como para poder dormir bien, así que cogiendo lo que había sobre la mesa teniéndolo en mis manos… se lo lancé al vampiro, despertándolo. Si yo no iba a dormir ni a descansar él tampoco lo iba a hacer, ni de coña. Así que fui cada cierto tiempo, pero siempre dejando que volviera a coger el sueño, tirándole cosas que impactaban con su cuerpo y que lo despertaba… lo sabía por el gruñido que emitía y por el brillo que había en la oscuridad de la habitación, tenía una vista perfecta en la oscuridad total sin siquiera transformarme, lo podía ver todo. Lo fui molestando de par en par tirándole cosas, hasta cosas de cristal que se rompieron con el contacto de su piel y que me hizo sonreír de lado… se estaba enfadando cada vez más pero quería justamente eso: que se enfadara y se enfadara. Estuve tres o cuatro horas tirándole cosas notando que su paciencia se colmaba, porque no lo dejaba dormir y yo sonreí por aquello… sabía que iba a llegar un punto en el que al final se cabrearía definitivamente, y ese momento llegó justo cuando le tiré aquel adorno porque se alzó con rapidez y clavó sus ojos, ahora rojos, en los míos como si le llevaran los demonios.
-¿Qué pasa, no puedes dormir cariño? Oh, ya sé… seguro que me echas de menos en esa cama tan grande. Suéltame y durmamos juntos... seguro que añoras el calor de mi piel contra tu frío e inerte cuerpo–sonreí ladina mientras él se acercaba hacia mí, pero yo no le tenía ningún miedo y cabrearlo sin dejar que pudiera dormir era satisfacción suficiente por cómo me había dejado de esa forma, como un perro que hería mi orgullo porque yo era libre y no era de nadie.
Había rugido cuando me separé como si no esperara que lo hiciera mientras sentía sus labios rozando los míos, tentándome, ahora sus ojos se paseaban por mi cuerpo hasta acabar finalmente en mis ojos otra vez y terminan centrándose en mis labios. Dice que no debería de dudar, que al fin y al cabo él está ahí y esa es señal suficiente para ello… pero a mí no me basta solamente con eso, no me da un motivo específico y eso me hace pensar que en realidad no lo tiene. Raudo como él solo dio un golpe a mi mano haciendo que la estaca se estampara contra la pared y me dejara de nuevo desarmada, algo que no me gustaba y que me hizo gruñir por ello observándole. Decía que no me consideraba estúpida, pero que debía de aceptar o no el hecho de que era suya y que le pertenecía… gruñí molesta por ello encarándome a él por sus palabras, yo no era de nadie, yo era libre y siempre lo sería.
-Yo no soy tuya, vampiro… y nunca lo seré –sentencié mirándole de forma fija para ver como se levantaba dejándome allí y darme la espalda, comenzó a desabrochar los botones de la camisa que llevaba y que cayó al suelo dejándome ver su espalda, ancha, amplia, inmaculada y perfecta, su pregunta de si tenía hambre me hizo alzar la mirada hacia su nuca, no se había girado todavía y no le veía el rostro así que fruncí el ceño porque… ahora que lo decía sí, la verdad es que tenía hambre- ¿vas a pedirme algo acaso para cenar? –Mi estómago dio la contestación por mí sonando en aquel momento y seguro que él lo había oído sin duda alguna, respondiendo que sí, tenía hambre. Se dirigió hacia el aseo y se perdió por la puerta pero volvió a asomarse apoyando el brazo en el marco, mirándome de forma fija para advertirme de que no intentara escapar. Mis ojos repasaron el pecho al descubierto del vampiro, se veían los músculos definidos mientras él seguía hablando… la verdad es que el vampiro era atractivo, era algo que no podía negar pero… seguía sin fiarme de él. Decía que si me iba jamás sabría la verdad y que la duda me carcomería porque él era el único que podría ayudarme con mi memoria y que según él estaba convencido de que volvería a su lado, algo que sería más humillante desde su punto de vista que el simple hecho de estar ya ahí con él. Se metió en el baño y gruñí furiosa por sus palabras, di un golpe en la cama cabreada con él por lo que me había dicho pero que en parte tenía razón… ¿y si era todo verdad? No quería arriesgarme a quedarme con él, es más, mi instinto me decía que no confiara en él pero… era lo único que tenía en esos momentos para descubrir quién era.
Me levanté de la cama observando que en la mesa de la habitación había una bandeja con algo de comida y de fruta, nada que pudiera saciarme realmente, pero la cogí para ir de nuevo a la cama y sentarme en ella apoyando la espalda contra el cabezal y comer de lo que allí había. Hacía muchas horas que no probaba bocado y aquella lucha con el vampiro había despertado mi hambre en esos momentos, así que eso fue lo que hice en lo que él se bañaba y me dejaba ahí sola. Mi mente fue a mil por hora para pensar qué podía hacer para que mis recuerdos volvieran, no quería quedarme cerca del vampiro pero de momento probaría esa opción a ver cómo me iba, a ver qué era lo que sacaba de ello. Al cabo de un tiempo salió de nuevo con un pantalón solamente pero se podía oler lo que había utilizado para bañarse y que ahora impregnaba su cuerpo, como si de alguna forma camuflara su olor.
Nada más salir su mirada se fijó en mí que seguía sobre la cama mientras cogía un trozo de fruta y lo llevaba a mis labios fijando mi mirada también en él, se acercó hacia donde estaba y sus palabras salieron de sus labios terminando por lamerse los labios ante la tentadora y provocadora imagen que me estaba creando con sus palabras, lo fulminé con la mirada por ello mientras él se acercaba con paso lento hacia donde me encontraba, no había entrado porque no había tenido ganas de compartir un baño con él, pero sí era cierto que necesitaba un baño a esas alturas y no me vendría nada mal para relajarme un rato y limpiar mi piel, así como quitar la sangre que seca ya manchaba mi piel por lo que había hecho con el vampiro cuando bebí de él y que me había manchado.
-Me gustaba darme los baños sola… olvídate de enjabonar mi cuerpo alguna vez, porque eso no va a pasar –se terminó de acercar y alcé mi rostro para mirarlo ya que estaba más alto que yo al estar sentada- pero sí me gustaría darme una ducha, a menos que pienses que pretendo escapar por ello –ladeé la cabeza desafiándole, lo que no esperé es que cogiera la cadena que colgaba del collar que no había podido quitarme bajo ningún concepto y que tirara de ella haciendo que me levantara, opuso resistencia pero su fuerza era mayor que la mía y comenzó a tirar de mí pese a que yo intentaba soltarme. El muy capullo tiró de mí hasta llegar a lo que parecía una columna de la habitación donde ató la cadena como si fuera un perro dejándome un espacio reducido para moverme, gruñí cabreada, enfadada y ofuscada por ello porque me tratara de esa forma. El hijo de puta decía que era por mi bien y porque no me hiciera daño, que él tenía que dormir y en el fondo pensaba que conmigo suelta no pasaría de esa noche… que así reflexionaba sobre mi trato recibido a “mi marido” y que a lo mejor al día siguiente hacía algo más que darle un mero beso… gruñí abalanzándome sobre él en cuanto terminó de hablar, con esa sonrisa ladeada en los labios que tanto odiaba de él, comencé a pegarle puñetazos consecutivos con toda la fuerza que tenía para acabar mis uñas por arañar su pecho dejando la marca de estas, haciendo que sangrara por la herida para luego cerrarse sin mayor problema- Eres un hijo de puta –le espeté a lo que él sonrió como si le divirtiera mis palabras y la forma en la que me encontraba- no soy tu jodida perra para que me tengas aquí atada y encadenada –tiré de la cadena pero no podía soltarla de donde estaba atada, él era más fuerte y había hecho bien su trabajo- ¡suéltame ahora mismo! –Le exigí mirándole encendida, con ganas de matarlo, de tener la estaca en mis manos ya estaría hundida en su corazón- ¿no hay castigo para ti por el trato que le estás dando a tú mujer? No es mucho mejor que el mío –lo fulminé con la mirada y luego torcí la sonrisa- sí, te voy a regalar una estaca en el corazón… o quizás te la meta por otro sitio que tampoco te gustaría –estaba sumamente cabreada por aquello por la forma en la que me estaba tratando, cogió mi rostro y dejando un beso en mis labios y un “buenas noches” se alejó para tumbarse en la cama y poder dormir.
Yo seguí tirando para intentar soltarme o quitarme el collar que llevaba pero era misión imposible, no podía hacerlo y estaba demasiado agotada y cansada como para transformarme en esos momentos… necesitaba comer bien y descansar para recuperar energías. No supe cuánto tiempo estuve tirando y de fondo se podía oír su risa de fondo cada vez que mi frustración crecía y gruñía por ello. Acabé apoyando la espalda en la pared y dejándome caer al suelo para sentarme, ni siquiera tenía nada cerca ni cómodo con lo que poder descansar… solo el suelo, como si fuera un perro al que atar para esperar que se tumbara, encontrara el sitio y durmiera… pues si yo no iba a dormir, él tampoco. No había nada cómodo cerca pero sí había cosas que podía utilizar sobre la mesa cercana para lo que tenía en mente.
Sí que fue cierto que una pequeña cabezada pegué en esos momentos, pero todo era demasiado incómodo como para poder dormir bien, así que cogiendo lo que había sobre la mesa teniéndolo en mis manos… se lo lancé al vampiro, despertándolo. Si yo no iba a dormir ni a descansar él tampoco lo iba a hacer, ni de coña. Así que fui cada cierto tiempo, pero siempre dejando que volviera a coger el sueño, tirándole cosas que impactaban con su cuerpo y que lo despertaba… lo sabía por el gruñido que emitía y por el brillo que había en la oscuridad de la habitación, tenía una vista perfecta en la oscuridad total sin siquiera transformarme, lo podía ver todo. Lo fui molestando de par en par tirándole cosas, hasta cosas de cristal que se rompieron con el contacto de su piel y que me hizo sonreír de lado… se estaba enfadando cada vez más pero quería justamente eso: que se enfadara y se enfadara. Estuve tres o cuatro horas tirándole cosas notando que su paciencia se colmaba, porque no lo dejaba dormir y yo sonreí por aquello… sabía que iba a llegar un punto en el que al final se cabrearía definitivamente, y ese momento llegó justo cuando le tiré aquel adorno porque se alzó con rapidez y clavó sus ojos, ahora rojos, en los míos como si le llevaran los demonios.
-¿Qué pasa, no puedes dormir cariño? Oh, ya sé… seguro que me echas de menos en esa cama tan grande. Suéltame y durmamos juntos... seguro que añoras el calor de mi piel contra tu frío e inerte cuerpo–sonreí ladina mientras él se acercaba hacia mí, pero yo no le tenía ningún miedo y cabrearlo sin dejar que pudiera dormir era satisfacción suficiente por cómo me había dejado de esa forma, como un perro que hería mi orgullo porque yo era libre y no era de nadie.
Noctis- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/06/2017
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Nocte, Frigus Et Tenebris, Semper Fidelis ~ Privado {+18}
Mi “esposa” de pega rugía cabreada golpeando mi pecho por ser atada a la columna, mi ladeada sonrisa dejaba mas que clara no solo mi posición si no lo poco o nada que me importaba su enfado momentáneo.
Golpeaba, arañaba mi pecho que curaba al momento con toda la rabia que su pequeño cuerpo albergaba mientras un “hijo de puta” escapó de sus labios.
Ciertamente no podía haber dado mas en el clavo, pues mi madre fe una puta durante parte de su vida, así que no lo tomaría como una ofensa, si no como una verdad relativa.
Un beso en sus labios y un buenas noches fue mi despedida, algo que la parecer la cabreo mas si cabía, bueno, se le pasaría, las mujeres son así, nunca están contentas con lo que se les ofrece, si hubiera sido mas solicita hubiera podido estar en mi lecho con sus piernas abiertas recibiendo placer, cenada y bañada y con un camisón de satén, pero..quería las cosas a las malas ¿podía pues culparme por ello?
Me dejé caer en el lecho estirando los músculos de mi cuerpo mientras emitía un sonoro bostezo que contrarrestaba las maldiciones que mi preciosa loba soltaba por su boca.
Después empezó la segunda tanda, ruido de cadenas mientras trataba sin éxito ninguno de soltarse, admito que me produjo cierta gracia verla luchar sin tregua, tenia que reconocerle cierto merito, nunca se rendía y su salvaje aspecto crecía conforme las horas pasaban, su cuerpo se perlaba en sudor y gruñía contemplándome descansar a pierna suelta sobre el lecho.
Logre dormirme finalmente, tampoco es que me incomodara demasiado el ruido, a fin de cuentas ¿acaso no hay ruido en los castillos?
Lo que si no había en los castillos eran objetos lanzados por un ser rabioso que quería quebrantar mi sueño.
Esa mujer parecía no aprender, y de poco le servia la meditación que le había exigido hacer sobre como comportarse oc su dueño, “su marido” o como cojones quisiera llamar a lo nuestro.
Aguanté lo que pude los infortunios del destino pero acabé tan harto de la perra que acabé alzándome del lecho con los ojos rojos como el mismo fuego.
No me lo pensé dos veces, una hostia bien dada cruzo su cara lanzandola de bruces al suelo.
Desafiante la miré desde arriba, si creía que podía retarme con sus juegos de niña se equivocaba por completo, obedecería aunque tuviera que molerla a latigazos para ello.
-Hasta que no aprendas a comportarte no hay sitio para ti en mi lecho -rugí contemplando sus ojos negros mirarme a través de su oscuro pelo.
Sangre caía de su labio, ese que le había roto de un golpe bien dado, esperaba que fuera suficiente para comprender que de los dos yo mandaba y ella obedecía.
-Amor, si te portas bien mañana te daré un paseo por la ciudad, te permitiré bañarte y cenar pero si sigues con esa actitud beligerante, este suelo se convertirá en tu único hogar ¿Lo entiendes? -rugí agachándome para apartar de su cara el pelo y deslizar mi dedo por su labio abierto.
-Ves lo que me haces hacer -susurré con mis ojos fijos en su sangre escarlata.
Limpie las gotas con mi dedo antes de llevarlas con descaro y provocación a mi boca.
Lamí su elixir de forma placentera, no me había percatado de lo sumamente hambriento que estaba hasta este momento.
Golpeaba, arañaba mi pecho que curaba al momento con toda la rabia que su pequeño cuerpo albergaba mientras un “hijo de puta” escapó de sus labios.
Ciertamente no podía haber dado mas en el clavo, pues mi madre fe una puta durante parte de su vida, así que no lo tomaría como una ofensa, si no como una verdad relativa.
Un beso en sus labios y un buenas noches fue mi despedida, algo que la parecer la cabreo mas si cabía, bueno, se le pasaría, las mujeres son así, nunca están contentas con lo que se les ofrece, si hubiera sido mas solicita hubiera podido estar en mi lecho con sus piernas abiertas recibiendo placer, cenada y bañada y con un camisón de satén, pero..quería las cosas a las malas ¿podía pues culparme por ello?
Me dejé caer en el lecho estirando los músculos de mi cuerpo mientras emitía un sonoro bostezo que contrarrestaba las maldiciones que mi preciosa loba soltaba por su boca.
Después empezó la segunda tanda, ruido de cadenas mientras trataba sin éxito ninguno de soltarse, admito que me produjo cierta gracia verla luchar sin tregua, tenia que reconocerle cierto merito, nunca se rendía y su salvaje aspecto crecía conforme las horas pasaban, su cuerpo se perlaba en sudor y gruñía contemplándome descansar a pierna suelta sobre el lecho.
Logre dormirme finalmente, tampoco es que me incomodara demasiado el ruido, a fin de cuentas ¿acaso no hay ruido en los castillos?
Lo que si no había en los castillos eran objetos lanzados por un ser rabioso que quería quebrantar mi sueño.
Esa mujer parecía no aprender, y de poco le servia la meditación que le había exigido hacer sobre como comportarse oc su dueño, “su marido” o como cojones quisiera llamar a lo nuestro.
Aguanté lo que pude los infortunios del destino pero acabé tan harto de la perra que acabé alzándome del lecho con los ojos rojos como el mismo fuego.
No me lo pensé dos veces, una hostia bien dada cruzo su cara lanzandola de bruces al suelo.
Desafiante la miré desde arriba, si creía que podía retarme con sus juegos de niña se equivocaba por completo, obedecería aunque tuviera que molerla a latigazos para ello.
-Hasta que no aprendas a comportarte no hay sitio para ti en mi lecho -rugí contemplando sus ojos negros mirarme a través de su oscuro pelo.
Sangre caía de su labio, ese que le había roto de un golpe bien dado, esperaba que fuera suficiente para comprender que de los dos yo mandaba y ella obedecía.
-Amor, si te portas bien mañana te daré un paseo por la ciudad, te permitiré bañarte y cenar pero si sigues con esa actitud beligerante, este suelo se convertirá en tu único hogar ¿Lo entiendes? -rugí agachándome para apartar de su cara el pelo y deslizar mi dedo por su labio abierto.
-Ves lo que me haces hacer -susurré con mis ojos fijos en su sangre escarlata.
Limpie las gotas con mi dedo antes de llevarlas con descaro y provocación a mi boca.
Lamí su elixir de forma placentera, no me había percatado de lo sumamente hambriento que estaba hasta este momento.
Utukki Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/06/2017
Re: Nocte, Frigus Et Tenebris, Semper Fidelis ~ Privado {+18}
El vampiro creía que atándome con una cadena a una columna de la habitación y pedir que meditara sobre mi comportamiento para con él ese día, iba a ser suficiente para que no lo molestara durante lo que quedaba de noche. Claro estaba que no se fiaba de mí en esos momentos y que con una estaca o cualquier otra cosa que pudiera utilizar para matarlo no era algo que fuera a mí favor, por eso seguro que también el atarme y… no iba desencaminado, quizás aprovecharía la oportunidad para acabar con su vida y alejarme de él pero… por otra parte, mi interior estaba en un debate hacia dos partes diferentes: por un lado quería matarlo, borrarle la sonrisa ladeada que traía en su rostro para que no nunca más la pudiera poner, pero la otra parte me decía que no lo matara solamente porque no tenía forma de saber si sus palabras habían sido verdad o mentira. Si eran verdad él sería la única opción para recobrar la memoria y saber quién era.
Por eso no podía arriesgarme a matarlo y que resultara verdad, pero eso no quitaba que no lo desafiara con matarlo porque no me gustaba que me trataran como una propiedad de alguien, yo me sentía libre, como el animal salvaje y libre que era… no atada a una columna y con un collar que no podía quitarme que me hacía ver que tenía dueño, aunque ese dueño decía que era mi “marido”. Si era así no sabía qué había visto en él, quitando el físico que atraía y llamaba la atención, sus formas de ser y de comportarse conmigo dejaban mucho que desear para mi gusto, no entendía cómo podría tratarme de esa forma cuando si realmente era su mujer tendría que colmarme en atenciones y más cuando no recordaba quién era, que no me acordaba de nada.
Gruñí molesta por ese pensamiento cuando volví a tirar de la cadena y no se soltó, pero lo que me preocupaba era el collar que llevaba en el cuello, no sabía por qué no me lo pedía quitar y era algo que realmente me escamaba, como si hubiera algo que se me escapara y que no pudiera entender. Mientras le tiraba cosas al vampiro para que despertara, haciendo que no pudiera dormir como él hubiera querido y como seguramente pensaba que haría tras haberme atado, veía que se removía inquieto y gruñía mientras una sonrisa ladina se extendía en mis labios: si yo no iba a dormir él tampoco lo haría. Por suerte tenía cosas que tirarle para despertarlo de vez en cuando, cuando se había dormido y había pasado un rato volvía a hacerlo de nuevo perturbando de nuevo, notaba que cada vez que se despertaba gruñía un poco más fuerte, como si estuviera llegando al límite de su paciencia… y lo hice.
Esa vez que le había lanzado aquello que rebotó en su cuerpo se levantó gruñendo con fuerza, rabioso, sus ojos rojos parecían dos faros que brillaban en mitad de la oscuridad y lo vi acercarse hacia donde estaba con paso seguro, mi vista no se apartó de él en ningún momento con una sonrisa ladina en mis labios y… me dio un guantazo. Uno sonoro, fuerte, que hizo que girara mi rostro y que me partiera el labio por el golpe, me reí entre dientes por las ganas con las que me había dado pero lo que él no entendía, o recordaba, es que tenía más resistencia al dolor y que aquello había sido más bien como una caricia aunque mi labio denotara que me había dado con bastante fuerza y ganas.
Lo miré a través del pelo que caía por mi rostro con los mechones salvaje tapando parcialmente mi vista, de pie frente a mí, observándome de forma fija de manera desafiante como para que entendiera que de los dos el que mandaba era él, el que tenía la última palabra era él, el que llevaba allí las riendas de la situación… era él. Sonreí de lado por sus palabras, pensaba que quería estar en su lecho pero la verdad es que no era así… no había nada que me hiciera querer aquello, así que era una estupidez que lo pensara y no me callé en ese momento, mi carácter no era achantarme y obedecer y acatar órdenes… era más rebelde y no dejaba que nada ni mucho menos nadie estuviera por encima de mí, menos aquel vampiro que se creía que era mí dueño.
-No quiero estar en tú cama, Utukki –le respondí paseando mi lengua por la zona donde tenía la herida, seguramente con la marca de su mano estuviera grabada a fuego en mi mejilla, la verdad es que sentía esa zona algo más caliente- cualquier otra cama en vez de la tuya… pero escúchame bien: no descansarás, ni te dejaré hacerlo, hasta que no me trates como me merezco -¿él me amenazaba? Yo también. Seguro que nadie se atrevía a rebelarse contra él, a desafiarlo de esa forma, mi espíritu era indomable y ese vampiro no iba a conseguir doblegarme por mucho que lo deseara. No estaría acostumbrado a esas cosas pero, conmigo, iba a ser nuestro pan de cada día- Gracias por la caricia, cariño. Me ha gustado mucho –escupí con cinismo y sarcasmo para ver que me miraba al labio de donde podía notar la sangre caer en un pequeño hilo. Sus palabras me hicieron mirarlo con fuerza, fulminándolo con la mirada para gruñirle, ¿eso era como un premio por mi buena conducta?- No soy tú mascota para que me tengas que recompensar con premios si me porto bien –le espeté viendo que se agachaba frente a mí- ¿así es como tratas a tú mujer, concediéndole premios cuando se porta bien? No soy tú jodida mascota –me acerqué a él tirando del collar que pendía de mí cuello, su mano ascendió hasta mi rostro y apartó con delicadeza algunos mechones de mi pelo despejándolo, deslizó el dedo por mis labios quitando los restos de sangre que había mientras me decía que aquello era culpa mía, en parte sí, lo era. Su mirada fija en mis labios y en mi sangre, lamió las gotas que había en su dedo llevándolas a su boca sin apartar mi mirada de la suya. Su mirada brilló de forma intensa tras tomar mi sangre y un gruñido brotó de su pecho haciendo que lo mirara de forma fija y estuviera atenta por lo que pudiera hacer- no sé qué relación tendríamos antes de perder la memoria, pero ahora no soy esa persona y no pienso obedecerte como un perrito faldero, soy libre y salvaje y que te quede bien claro. Y si estás pensando en beber de mi sangre –acerqué mis labios a los suyos para tentarlos y volver a separarme- olvídalo, no soy tu puñetera esclava para que bebas de mí. Pides demasiado vampiro para lo poco que me das… -me alejé de él apoyando mi espalda en la pared mirándolo de forma fija- ¿no decías que este era mi sitio? ¿Te quieres cambiar por mí y me dejas dormir a mí en la cama? Solo así vas a conseguir que deje de molestarte mientras duermes, atarme a una columna no va a impedir que siga jodiéndote mientras pueda. Y en cuanto a lo de reflexionar… -le gruñí mirándole- que te jodan, vampiro –le espeté para que supiera que no me iba a dejar llevar por donde él quisiera, que era libre y que nada podría hacer para cambiar eso.
Por eso no podía arriesgarme a matarlo y que resultara verdad, pero eso no quitaba que no lo desafiara con matarlo porque no me gustaba que me trataran como una propiedad de alguien, yo me sentía libre, como el animal salvaje y libre que era… no atada a una columna y con un collar que no podía quitarme que me hacía ver que tenía dueño, aunque ese dueño decía que era mi “marido”. Si era así no sabía qué había visto en él, quitando el físico que atraía y llamaba la atención, sus formas de ser y de comportarse conmigo dejaban mucho que desear para mi gusto, no entendía cómo podría tratarme de esa forma cuando si realmente era su mujer tendría que colmarme en atenciones y más cuando no recordaba quién era, que no me acordaba de nada.
Gruñí molesta por ese pensamiento cuando volví a tirar de la cadena y no se soltó, pero lo que me preocupaba era el collar que llevaba en el cuello, no sabía por qué no me lo pedía quitar y era algo que realmente me escamaba, como si hubiera algo que se me escapara y que no pudiera entender. Mientras le tiraba cosas al vampiro para que despertara, haciendo que no pudiera dormir como él hubiera querido y como seguramente pensaba que haría tras haberme atado, veía que se removía inquieto y gruñía mientras una sonrisa ladina se extendía en mis labios: si yo no iba a dormir él tampoco lo haría. Por suerte tenía cosas que tirarle para despertarlo de vez en cuando, cuando se había dormido y había pasado un rato volvía a hacerlo de nuevo perturbando de nuevo, notaba que cada vez que se despertaba gruñía un poco más fuerte, como si estuviera llegando al límite de su paciencia… y lo hice.
Esa vez que le había lanzado aquello que rebotó en su cuerpo se levantó gruñendo con fuerza, rabioso, sus ojos rojos parecían dos faros que brillaban en mitad de la oscuridad y lo vi acercarse hacia donde estaba con paso seguro, mi vista no se apartó de él en ningún momento con una sonrisa ladina en mis labios y… me dio un guantazo. Uno sonoro, fuerte, que hizo que girara mi rostro y que me partiera el labio por el golpe, me reí entre dientes por las ganas con las que me había dado pero lo que él no entendía, o recordaba, es que tenía más resistencia al dolor y que aquello había sido más bien como una caricia aunque mi labio denotara que me había dado con bastante fuerza y ganas.
Lo miré a través del pelo que caía por mi rostro con los mechones salvaje tapando parcialmente mi vista, de pie frente a mí, observándome de forma fija de manera desafiante como para que entendiera que de los dos el que mandaba era él, el que tenía la última palabra era él, el que llevaba allí las riendas de la situación… era él. Sonreí de lado por sus palabras, pensaba que quería estar en su lecho pero la verdad es que no era así… no había nada que me hiciera querer aquello, así que era una estupidez que lo pensara y no me callé en ese momento, mi carácter no era achantarme y obedecer y acatar órdenes… era más rebelde y no dejaba que nada ni mucho menos nadie estuviera por encima de mí, menos aquel vampiro que se creía que era mí dueño.
-No quiero estar en tú cama, Utukki –le respondí paseando mi lengua por la zona donde tenía la herida, seguramente con la marca de su mano estuviera grabada a fuego en mi mejilla, la verdad es que sentía esa zona algo más caliente- cualquier otra cama en vez de la tuya… pero escúchame bien: no descansarás, ni te dejaré hacerlo, hasta que no me trates como me merezco -¿él me amenazaba? Yo también. Seguro que nadie se atrevía a rebelarse contra él, a desafiarlo de esa forma, mi espíritu era indomable y ese vampiro no iba a conseguir doblegarme por mucho que lo deseara. No estaría acostumbrado a esas cosas pero, conmigo, iba a ser nuestro pan de cada día- Gracias por la caricia, cariño. Me ha gustado mucho –escupí con cinismo y sarcasmo para ver que me miraba al labio de donde podía notar la sangre caer en un pequeño hilo. Sus palabras me hicieron mirarlo con fuerza, fulminándolo con la mirada para gruñirle, ¿eso era como un premio por mi buena conducta?- No soy tú mascota para que me tengas que recompensar con premios si me porto bien –le espeté viendo que se agachaba frente a mí- ¿así es como tratas a tú mujer, concediéndole premios cuando se porta bien? No soy tú jodida mascota –me acerqué a él tirando del collar que pendía de mí cuello, su mano ascendió hasta mi rostro y apartó con delicadeza algunos mechones de mi pelo despejándolo, deslizó el dedo por mis labios quitando los restos de sangre que había mientras me decía que aquello era culpa mía, en parte sí, lo era. Su mirada fija en mis labios y en mi sangre, lamió las gotas que había en su dedo llevándolas a su boca sin apartar mi mirada de la suya. Su mirada brilló de forma intensa tras tomar mi sangre y un gruñido brotó de su pecho haciendo que lo mirara de forma fija y estuviera atenta por lo que pudiera hacer- no sé qué relación tendríamos antes de perder la memoria, pero ahora no soy esa persona y no pienso obedecerte como un perrito faldero, soy libre y salvaje y que te quede bien claro. Y si estás pensando en beber de mi sangre –acerqué mis labios a los suyos para tentarlos y volver a separarme- olvídalo, no soy tu puñetera esclava para que bebas de mí. Pides demasiado vampiro para lo poco que me das… -me alejé de él apoyando mi espalda en la pared mirándolo de forma fija- ¿no decías que este era mi sitio? ¿Te quieres cambiar por mí y me dejas dormir a mí en la cama? Solo así vas a conseguir que deje de molestarte mientras duermes, atarme a una columna no va a impedir que siga jodiéndote mientras pueda. Y en cuanto a lo de reflexionar… -le gruñí mirándole- que te jodan, vampiro –le espeté para que supiera que no me iba a dejar llevar por donde él quisiera, que era libre y que nada podría hacer para cambiar eso.
Noctis- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/06/2017
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Nocte, Frigus Et Tenebris, Semper Fidelis ~ Privado {+18}
Ahí estaba, salvaje temperamental con los ojos fijos en los míos como si no existiera en este mundo nada que pudiera odiar mas.
No pude evitar ladear la sonrisa con cierta diversión, a fin de cuentas me importaba que sentimiento la atara a mi, pues realmente eran las cadenas y el collar su soga.
-¿Crees que me importa si quieres o no compartir lecho conmigo? -pregunté con cierto cinismo en la voz -pronto descubrirás que yo tomo cuanto quiero y no necesariamente espero consentimiento para ello.
Sus ojos centelleaban entre esa maraña de pelo que yo aparté con cuidado para relamer la sangre de su labio, era cierto que la dama tenia un espíritu guerrero mas supongo que justo eso era lo que mas me atraía de ella la guerra constante por mostrar mi superioridad sobre la de ella, hacia tiempo que no me divertía tanto domando una fiera.
-Puedo darte mas caricias amor si así lo deseas -rugí sin apartar mis pardos de los suyos. Si quería jugar duro lo haríamos.
Me costó lo mio aguantarme la risa, de echo acabo saliendo entre carcajadas altivas pues ni una de sus palabras me parecía mas acertada que esa.
“No soy tu mascota” lo era, quizás no lo supiera pero era justo eso, mi pequeña mascota, esa a la que le tiraba un hueso cuando me apetecía esperando que lamiera mis manso en señal de agradecimiento.
-Bueno, dejemoslo en que eres mía, el nombre que pongas detrás de eso es cosa tuya...mi mascota, mi mujer, mi perra, mi loba ¿que mas da?
Creo que no podía en ese momento sentir mas rabia pues se lanzó hacia mi, una pena que la cadena no diera mas de si y ahí llego su amenaza, yo necesitaba dormir y ella no estaba dispuesta a permitirlo mientras la mantuviera atada.
-Ten cuidado lobita, quizás acabe jodiéndote a ti, si no puedo dormir, quizás me entren ganas de follar y no veo a nadie mas aquí para saciar mi sed de sangre, ni mis ganas de hembra entre mis piernas.
Alcé su mentón siendo ahora yo el que rozaba sus labios con mi boca delicadamente.
-Veras, se que crees que tienes algún tipo de opción, que luchas porque va en tu condición salvaje pero pronto te darás cuenta que para ti solo existe una opción y es un claro “si, amo”
Su sonrisa lo dijo todo, no me tomaba en serio, admito que era resistente al dolor, ademas de que no mostraba ningún miedo, algo absurdo, cualquier animal salvaje sabe cuando no es el depredador superior.
Mis ojos enrojecieron, mi lengua se paseó ávida dibujando sus labios y asi sin pensarlo la alcé del suelo tomándola por el cuello, con mi dedo pulgar ladeé su cabeza y dando acceso a mi boca busqué su yugular hundiendo mis colmillos allí con saña.
Jadeé al sentir el torrente sanguíneo entrar a tirones en mi organismo, su sangre oxigenada por la rabia entraba deliciosa, extremadamente adictiva en mi.
Solo aflojé le bocado cuando sentí su cuerpo lánguido, débil y extenuado.
La dejé caer como un trapo al suelo mientras me relamía los labios de los ríos escarlata que escurrían suavemente por ellos.
-bien, creo que ahora encontraras cierto sentido al dormir para reponer fuerzas, si te portas bien, mañana te daré un poco de mi sangre, te permitiré bañarte y te daré al de comida y agua...¿que me dices lobita?
Me di la vuelta dispuesto a volver a mi lecho y tener un placentero sueño que sin duda ahora la loba no me jodería, dudaba le quedaran fuerzas para lanzarme nada.
No pude evitar ladear la sonrisa con cierta diversión, a fin de cuentas me importaba que sentimiento la atara a mi, pues realmente eran las cadenas y el collar su soga.
-¿Crees que me importa si quieres o no compartir lecho conmigo? -pregunté con cierto cinismo en la voz -pronto descubrirás que yo tomo cuanto quiero y no necesariamente espero consentimiento para ello.
Sus ojos centelleaban entre esa maraña de pelo que yo aparté con cuidado para relamer la sangre de su labio, era cierto que la dama tenia un espíritu guerrero mas supongo que justo eso era lo que mas me atraía de ella la guerra constante por mostrar mi superioridad sobre la de ella, hacia tiempo que no me divertía tanto domando una fiera.
-Puedo darte mas caricias amor si así lo deseas -rugí sin apartar mis pardos de los suyos. Si quería jugar duro lo haríamos.
Me costó lo mio aguantarme la risa, de echo acabo saliendo entre carcajadas altivas pues ni una de sus palabras me parecía mas acertada que esa.
“No soy tu mascota” lo era, quizás no lo supiera pero era justo eso, mi pequeña mascota, esa a la que le tiraba un hueso cuando me apetecía esperando que lamiera mis manso en señal de agradecimiento.
-Bueno, dejemoslo en que eres mía, el nombre que pongas detrás de eso es cosa tuya...mi mascota, mi mujer, mi perra, mi loba ¿que mas da?
Creo que no podía en ese momento sentir mas rabia pues se lanzó hacia mi, una pena que la cadena no diera mas de si y ahí llego su amenaza, yo necesitaba dormir y ella no estaba dispuesta a permitirlo mientras la mantuviera atada.
-Ten cuidado lobita, quizás acabe jodiéndote a ti, si no puedo dormir, quizás me entren ganas de follar y no veo a nadie mas aquí para saciar mi sed de sangre, ni mis ganas de hembra entre mis piernas.
Alcé su mentón siendo ahora yo el que rozaba sus labios con mi boca delicadamente.
-Veras, se que crees que tienes algún tipo de opción, que luchas porque va en tu condición salvaje pero pronto te darás cuenta que para ti solo existe una opción y es un claro “si, amo”
Su sonrisa lo dijo todo, no me tomaba en serio, admito que era resistente al dolor, ademas de que no mostraba ningún miedo, algo absurdo, cualquier animal salvaje sabe cuando no es el depredador superior.
Mis ojos enrojecieron, mi lengua se paseó ávida dibujando sus labios y asi sin pensarlo la alcé del suelo tomándola por el cuello, con mi dedo pulgar ladeé su cabeza y dando acceso a mi boca busqué su yugular hundiendo mis colmillos allí con saña.
Jadeé al sentir el torrente sanguíneo entrar a tirones en mi organismo, su sangre oxigenada por la rabia entraba deliciosa, extremadamente adictiva en mi.
Solo aflojé le bocado cuando sentí su cuerpo lánguido, débil y extenuado.
La dejé caer como un trapo al suelo mientras me relamía los labios de los ríos escarlata que escurrían suavemente por ellos.
-bien, creo que ahora encontraras cierto sentido al dormir para reponer fuerzas, si te portas bien, mañana te daré un poco de mi sangre, te permitiré bañarte y te daré al de comida y agua...¿que me dices lobita?
Me di la vuelta dispuesto a volver a mi lecho y tener un placentero sueño que sin duda ahora la loba no me jodería, dudaba le quedaran fuerzas para lanzarme nada.
Utukki Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/06/2017
Re: Nocte, Frigus Et Tenebris, Semper Fidelis ~ Privado {+18}
El vampiro seguía frente a mí tras haberlo despertado y jodido de su sueño, admitía que eso me llegó a gustar y a complacer bastante ya que si yo no iba a poder tener un sueño plácido que él no lo tuviera tampoco era algo que también me gustaba y me motivaba bastante. Su mirada roja estaba puesta fija en mí mientras, de alguna forma, pretendía que me achantara frente a él por el guantazo fuerte y sonoro que me había dado en el rostro y que como consecuencia había hecho que me hiciera un corte en el labio, donde él ya se había encargado de con su dedo quitar los restos de sangre para luego lamerla del dedo mientras me miraba de forma fija. Me había propuesto que no iba a descansar esa noche mientras a mí me dejara atada a esa columna encadenada como si fuera un animal, así que o quitaba todo lo que había alrededor o seguía molestándole, ya le había dicho que no era su maldita mascota aunque había que decir que, en cuanto lo dije, comenzó a reírse en carcajadas.
Fruncí el ceño fulminándolo con la mirada sintiendo más rabia todavía por aquello, se burlaba de mí, se divertía a mí costaba porque sinceramente llegaba a pensar que era su mascota, de alguna forma que era suya y que por eso mismo podía hacer conmigo lo que quisiera… el vampiro estaba muy equivocado si pensaba que, por ser precisamente un vampiro, iba a achantarme o a retroceder, a dejarme vencer por él, dejar que me “domara”. Mi espíritu era fuerte e inquebrantable en esos momentos, así que antes prefería la muerta a que él fuera mi dueño y yo me convirtiera o bien en su mascota o en su esclava… yo era indómita, salvaje, peligrosa, un animal exótico y bello, una mujer letal que podía acabar con el vampiro si se me pasaba la oportunidad aunque fuera brevemente. Sus palabras me hicieron gruñirle con fuerza, decía que era suya y que daba igual lo que le siguiera… sin importarme mucho en esos momentos mi mano voló rauda y le di un sonoro guantazo también, observándolo.
-No eres nada mío, vampiro, y no soy nada tuya… si quieres una mascota cómprate un perro y átalo, porque en cuanto tenga la oportunidad voy a destrozarte, lo haré y disfrutaré sintiendo tu sangre por mis fauces –me acerqué todo lo que pude solo para escuchar su amenaza, que llevara cuidado porque él lo que quería lo tomaba sin pedir permiso, ya fuera mi sangre o mí cuerpo- antes de que me tocaras estarías muerto vampiro, sol salvaje por naturaleza y no hay nadie que pueda tenerme bajo su control y so dominio… no nací para eso y tú no vas a ser el que lo consiga –le aseguré observándolo mientras apartaba los mechones de mi pelo y me miraba de forma fija, sus dedos alzaron mi mentón para mirarme mejor y sus labios los rozó con los míos hablando cerca el uno del otro. Sus palabras chocaron contra mis labios, su gélido aliento fue lo que notaba y que de alguna aspiré cuando abrí mis labios para replicarle, pero él me cogió con fuerza como si pretendiera que me quedara callada escuchando lo que tenía que decir. Me reí. Me reí con fuerza mirándolo cuando dijo que esperaba un “sí, amo” y que eso era lo único en lo que al final se quedaría todo… aquel vampiro tenía delirios de grandeza y sueños que jamás los cumpliría, al menos conmigo- ¿Esperas que crea, que en algún momento te trataré así? –Ahora era mi aliento el que daba contra los labios del vampiro, mi pelo caía como una cascada ondulada y oscura por mi espalda, algunos mechones cayeron por su brazo que sujetaba mis mentón con sus dedos y me mordí el labio- eso es algo que jamás oirás salir de mis labios… puedes acariciarme las veces que quieras Utukki, pero jamás esas palabras las oirás de mí, eso te lo garantizo. –Dije de forma fija y seria, no había razón alguna por la que dijera esas palabras, sus ojos fijos ahora en mis labios y pronto sentí su lengua que lamía mis labios llevando los ya pocos restos de sangre que tenía en el lugar, de pronto y de forma inesperada su mano aferró mi cuello con fuerza, me alzó como si no pesara nada y no le costara, me revolví para intentar soltarme pero ladeó mi cabeza dejando acceso a mi cuello y… sentí sus colmillos atravesando mi piel.
Me mordió sin contemplación alguna y un gemido escapó de mis labios cerrando los ojos por aquello, mi espalda estaba contra la pared y sentía los tirones que daba el vampiro bebiendo de mi sangre, aferré con una de mis manos su pelo enredando allí mis dedos y tiré con fuerza para intentar separarlo, mi otra mano empujó su pecho notando los tirones, dolían, quemaba su mordisco en mi piel pero de la misma forma una leve excitación recorrió mi cuerpo de forma breve, pero se acabó al notar como seguía bebiendo de mí, sorbo a sorbo mientras notaba que las fuerzas me fallaban conforme bebía de mí. Un jadeó salió de sus labios antes de soltar mi cuello, mi cuero sin fuerza cayó con aplomo al suelo y me incorporé para apoyarme contra la pared y llevar una mano allí donde me había mordido, mirándolo de forma fija, queriéndolo matar con la mirada y él sabiéndolo sin necesidad de decirle nada al respecto.
-Maldito hijo de puta… -mi voz sonó débil por la falta de fuerzas, se regocijó diciendo que encontraría sentido ahora a dormir y que si me portaba bien las cosas que haría conmigo al día siguiente, mi respiración agitada en esos momentos intentaba normalizarla por la pérdida de sangre sintiéndome tremendamente cansada y extenuada, se alejó para tumbarse en la cama y yo por mucho que quise luchar… al final acabé por ceder ante el cansancio y tumbándome en el suelo mis ojos sin evitarlo se cerraron, cediendo como el vampiro había querido que hiciera y como yo lo odiaba por ello. No supe cuántas horas había dormido aunque sí que había dormido totalmente de tirón, me sentía algo más renovada aunque me faltaban fuerzas, tenía bastante hambre y sed por no haber comido ni bebido nada el día anterior y necesitaba más que nunca un baño. Me incorporé lentamente como si el cuerpo me pesara aunque hubiera descansado bastantes horas y noté que el vampiro estaba durmiendo todavía, pero por lo que podía ver fuera ya era otra vez de noche así que otro “día” comenzaba. No podía dejar que el vampiro me tuviera así todo aquel día, necesitaba comer, bañarme, beber… lo maldije miles de veces en mis pensamientos mientras me sentaba y apoyaba la espalda contra la pared- Utukki… -lo llamé para que despertara, ya había dormido suficiente- despierta maldito vampiro –noté que se removía y lamenté no tener nada para tirarle en esos momentos- vamos sanguijuela, ya vuelve a ser de noche… despierta de una jodida vez. Tengo necesidades que tienes que atender, y no puedes eludirlas.
Fruncí el ceño fulminándolo con la mirada sintiendo más rabia todavía por aquello, se burlaba de mí, se divertía a mí costaba porque sinceramente llegaba a pensar que era su mascota, de alguna forma que era suya y que por eso mismo podía hacer conmigo lo que quisiera… el vampiro estaba muy equivocado si pensaba que, por ser precisamente un vampiro, iba a achantarme o a retroceder, a dejarme vencer por él, dejar que me “domara”. Mi espíritu era fuerte e inquebrantable en esos momentos, así que antes prefería la muerta a que él fuera mi dueño y yo me convirtiera o bien en su mascota o en su esclava… yo era indómita, salvaje, peligrosa, un animal exótico y bello, una mujer letal que podía acabar con el vampiro si se me pasaba la oportunidad aunque fuera brevemente. Sus palabras me hicieron gruñirle con fuerza, decía que era suya y que daba igual lo que le siguiera… sin importarme mucho en esos momentos mi mano voló rauda y le di un sonoro guantazo también, observándolo.
-No eres nada mío, vampiro, y no soy nada tuya… si quieres una mascota cómprate un perro y átalo, porque en cuanto tenga la oportunidad voy a destrozarte, lo haré y disfrutaré sintiendo tu sangre por mis fauces –me acerqué todo lo que pude solo para escuchar su amenaza, que llevara cuidado porque él lo que quería lo tomaba sin pedir permiso, ya fuera mi sangre o mí cuerpo- antes de que me tocaras estarías muerto vampiro, sol salvaje por naturaleza y no hay nadie que pueda tenerme bajo su control y so dominio… no nací para eso y tú no vas a ser el que lo consiga –le aseguré observándolo mientras apartaba los mechones de mi pelo y me miraba de forma fija, sus dedos alzaron mi mentón para mirarme mejor y sus labios los rozó con los míos hablando cerca el uno del otro. Sus palabras chocaron contra mis labios, su gélido aliento fue lo que notaba y que de alguna aspiré cuando abrí mis labios para replicarle, pero él me cogió con fuerza como si pretendiera que me quedara callada escuchando lo que tenía que decir. Me reí. Me reí con fuerza mirándolo cuando dijo que esperaba un “sí, amo” y que eso era lo único en lo que al final se quedaría todo… aquel vampiro tenía delirios de grandeza y sueños que jamás los cumpliría, al menos conmigo- ¿Esperas que crea, que en algún momento te trataré así? –Ahora era mi aliento el que daba contra los labios del vampiro, mi pelo caía como una cascada ondulada y oscura por mi espalda, algunos mechones cayeron por su brazo que sujetaba mis mentón con sus dedos y me mordí el labio- eso es algo que jamás oirás salir de mis labios… puedes acariciarme las veces que quieras Utukki, pero jamás esas palabras las oirás de mí, eso te lo garantizo. –Dije de forma fija y seria, no había razón alguna por la que dijera esas palabras, sus ojos fijos ahora en mis labios y pronto sentí su lengua que lamía mis labios llevando los ya pocos restos de sangre que tenía en el lugar, de pronto y de forma inesperada su mano aferró mi cuello con fuerza, me alzó como si no pesara nada y no le costara, me revolví para intentar soltarme pero ladeó mi cabeza dejando acceso a mi cuello y… sentí sus colmillos atravesando mi piel.
Me mordió sin contemplación alguna y un gemido escapó de mis labios cerrando los ojos por aquello, mi espalda estaba contra la pared y sentía los tirones que daba el vampiro bebiendo de mi sangre, aferré con una de mis manos su pelo enredando allí mis dedos y tiré con fuerza para intentar separarlo, mi otra mano empujó su pecho notando los tirones, dolían, quemaba su mordisco en mi piel pero de la misma forma una leve excitación recorrió mi cuerpo de forma breve, pero se acabó al notar como seguía bebiendo de mí, sorbo a sorbo mientras notaba que las fuerzas me fallaban conforme bebía de mí. Un jadeó salió de sus labios antes de soltar mi cuello, mi cuero sin fuerza cayó con aplomo al suelo y me incorporé para apoyarme contra la pared y llevar una mano allí donde me había mordido, mirándolo de forma fija, queriéndolo matar con la mirada y él sabiéndolo sin necesidad de decirle nada al respecto.
-Maldito hijo de puta… -mi voz sonó débil por la falta de fuerzas, se regocijó diciendo que encontraría sentido ahora a dormir y que si me portaba bien las cosas que haría conmigo al día siguiente, mi respiración agitada en esos momentos intentaba normalizarla por la pérdida de sangre sintiéndome tremendamente cansada y extenuada, se alejó para tumbarse en la cama y yo por mucho que quise luchar… al final acabé por ceder ante el cansancio y tumbándome en el suelo mis ojos sin evitarlo se cerraron, cediendo como el vampiro había querido que hiciera y como yo lo odiaba por ello. No supe cuántas horas había dormido aunque sí que había dormido totalmente de tirón, me sentía algo más renovada aunque me faltaban fuerzas, tenía bastante hambre y sed por no haber comido ni bebido nada el día anterior y necesitaba más que nunca un baño. Me incorporé lentamente como si el cuerpo me pesara aunque hubiera descansado bastantes horas y noté que el vampiro estaba durmiendo todavía, pero por lo que podía ver fuera ya era otra vez de noche así que otro “día” comenzaba. No podía dejar que el vampiro me tuviera así todo aquel día, necesitaba comer, bañarme, beber… lo maldije miles de veces en mis pensamientos mientras me sentaba y apoyaba la espalda contra la pared- Utukki… -lo llamé para que despertara, ya había dormido suficiente- despierta maldito vampiro –noté que se removía y lamenté no tener nada para tirarle en esos momentos- vamos sanguijuela, ya vuelve a ser de noche… despierta de una jodida vez. Tengo necesidades que tienes que atender, y no puedes eludirlas.
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Re: Nocte, Frigus Et Tenebris, Semper Fidelis ~ Privado {+18}
Abrí los ojos cuando la voz de la loba irrumpió mi reparador sueño. No pude evitar ladear la sonrisa cuando me gritaba que tenia que cubrir sus necesidades a lo que me alcé posando los pies descalzos en el suelo desperezándome entre bostezos.
-Ya no recordaba lo que era tener que ocuparme de una mascota -bromeé sin poder dejar de reírme por la cara que puso -¿te saco a pasear o cree que podrás mear en el baño?
Por poco se me lanza encima, algo que de nuevo me hizo reír desde la distancia, esa que acorté de inmediato para soltar la argolla que enganchaba a su mágico collar.
-Vístete, te has portado muy bien -susurré dándole un suave azote en su nalga -vamos a bajar a que mi preciosa prometida desayune ¿alguna preferencia?
Creo que de poder matarme lo haría, pero por su cabecita aun sobrevolaba la idea de que yo era todo cuanto tenia y aun siendo malo para ella era lo único que conocía, así que tampoco es que le quedaran muchas mas opciones.
-Tenemos que ir a comprarte algo de ropa, no puedes ir desnuda, bueno, en esta habitación iras desuda siempre que yo lo desee -apunté con seguridad.
La morena cerró la puerta del baño mascullando palabras entre dientes, no podía dejar de reírme, me resultaba fascinante hasta el punto que era capaz de aguantar esa mujer por no dar su brazo a torcer.
-Esta noche tengo una fiesta, mi querido padre ha regresado del infierno, así que quiero verlo con mis propios ojos, ademas las reuniones familiares siempre me han parecido realmente emotivas -apunté ladeando la sonrisa de forma sádica.
Aun no había decidido si acudiría directamente a ver a mi padre o por contra, primero visitaría a alguno de mis hermanos, la información era poder y después de tanto tiempo de encierro necesitaba recopilar información sobre lo que estaba sucediendo.
Si padre había comenzado a danzar nuevamente por la tierra de los vivos es porque algún plan tenia en mente y yo pensaba sacar tajada de todo aquello.
El agua de la tina corría, no tarde en abrir la puerta del baño quitandole la intimidad que creía que poseía.
-No te cortes preciosa, puedes darte un baño -dije repasando su húmeda figura con mis ojos -¿quieres amor que te enjabone la espalda? -susurré acercándome a la bañera para acuclillarme en su lateral y meter una de mis manos en el agua tomando con delicadeza la esponja.
-A las mascotas también se les baña ¿cierto? -susurré contra su nuca deslizando la esponja por su tersa piel.
Gruñó rabiosa mirándome con sus penetrantes pozos, esos que parecían decididos a atravesarme como si se trataran de puntiagudas estacas.
-No te enfades amor, ayer estaba hambriento y tu no dejabas de despertarme -puntualicé escurriendo la esponja sobre su inmaculada piel para que le agua escurriera por esta -pero ya ves que estoy ahora recompensandote ….como lo has llamado ...-fingí pensar -a si, cubriendo tus necesidades.
-Ya no recordaba lo que era tener que ocuparme de una mascota -bromeé sin poder dejar de reírme por la cara que puso -¿te saco a pasear o cree que podrás mear en el baño?
Por poco se me lanza encima, algo que de nuevo me hizo reír desde la distancia, esa que acorté de inmediato para soltar la argolla que enganchaba a su mágico collar.
-Vístete, te has portado muy bien -susurré dándole un suave azote en su nalga -vamos a bajar a que mi preciosa prometida desayune ¿alguna preferencia?
Creo que de poder matarme lo haría, pero por su cabecita aun sobrevolaba la idea de que yo era todo cuanto tenia y aun siendo malo para ella era lo único que conocía, así que tampoco es que le quedaran muchas mas opciones.
-Tenemos que ir a comprarte algo de ropa, no puedes ir desnuda, bueno, en esta habitación iras desuda siempre que yo lo desee -apunté con seguridad.
La morena cerró la puerta del baño mascullando palabras entre dientes, no podía dejar de reírme, me resultaba fascinante hasta el punto que era capaz de aguantar esa mujer por no dar su brazo a torcer.
-Esta noche tengo una fiesta, mi querido padre ha regresado del infierno, así que quiero verlo con mis propios ojos, ademas las reuniones familiares siempre me han parecido realmente emotivas -apunté ladeando la sonrisa de forma sádica.
Aun no había decidido si acudiría directamente a ver a mi padre o por contra, primero visitaría a alguno de mis hermanos, la información era poder y después de tanto tiempo de encierro necesitaba recopilar información sobre lo que estaba sucediendo.
Si padre había comenzado a danzar nuevamente por la tierra de los vivos es porque algún plan tenia en mente y yo pensaba sacar tajada de todo aquello.
El agua de la tina corría, no tarde en abrir la puerta del baño quitandole la intimidad que creía que poseía.
-No te cortes preciosa, puedes darte un baño -dije repasando su húmeda figura con mis ojos -¿quieres amor que te enjabone la espalda? -susurré acercándome a la bañera para acuclillarme en su lateral y meter una de mis manos en el agua tomando con delicadeza la esponja.
-A las mascotas también se les baña ¿cierto? -susurré contra su nuca deslizando la esponja por su tersa piel.
Gruñó rabiosa mirándome con sus penetrantes pozos, esos que parecían decididos a atravesarme como si se trataran de puntiagudas estacas.
-No te enfades amor, ayer estaba hambriento y tu no dejabas de despertarme -puntualicé escurriendo la esponja sobre su inmaculada piel para que le agua escurriera por esta -pero ya ves que estoy ahora recompensandote ….como lo has llamado ...-fingí pensar -a si, cubriendo tus necesidades.
Utukki Black- Vampiro Clase Alta
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